Nuestra hermana guanacaste

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Fabio Araya Carvajal


Este ejemplar es el resultado de una actividad académica del Trabajo Comunal Universitario TC-579 Exploarte. Universidad de Costa Rica. II Ciclo lectivo 2017. Autor: Fabio Araya Carvajal. Ilustración: Gabriela Bolaños González. Diseño gráfico y maquetación: Tiffany Santana Arias. Costa Rica, Agosto, 2017.


Fabio Araya Carvajal



U

n día mientras el sol se ponía su pijama roja para acostarse en las montañas, alguien tocó la puerta de una apartada casa de adobe.



Una esbelta morena fue quién abrió. Se trataba de Puntarenas, la más delgadita de seis hermanas.

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Puntarenas hallรณ en el corredor una jovencita mulata, con enaguas largas de tonos vivos, blusa de vuelos y bolso multicolor. Se llamaba Guanacaste.

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La joven Guanacaste buscaba un refugio, pues parecía no pertenecer a ningún lugar. Puntarenas la invitó a pasar pues pronto caería la noche. La recién llegada agradeció el gesto con un cumplido: -¡Que bronceada está! Por lo visto va mucho a la playa. -Me fascina el mar-respondió Puntarenas. -¡Que alegría escuchar eso! Cuando quiera acompañarme yo conozco unas playas muy lindas en la costa pacifica.

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En ese momento desde la sala se escuchó un eufórico grito de celebración, Puntarenas y Guanacaste corrieron a ver que sucedía. Encontraron a otra de las hermanas, Alajuela, que estaba atenta al clásico nacional de futbol. Era alta, de cabello y ojos claros, y estaba muy contenta pues su equipo favorito acababa de anotar un gol.

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-¡Diay “Puerto”! ¿No me diga que tenemos visitas? dijo Alajuela -Le presento a Guanacaste, respondió Puntarenas. -¡Que gusto! Ya el partido esta terminando, si quieren se que dan y les cuento unos chistes que dijeron en el medio tiempo. ¡Ay usted que es tan chota!-dijo Guanacaste puede que le gusten unas bombas que me sé. Inmediatamente Guanacaste dijo unas bombas tan buenas, que Alajuela se reía a más no poder. -Si que me cayó bien esta “Guanaca”- dijo Alajuela. Guanacaste se sobresaltó con el apodo, pero Puntarenas le dijo que no hiciera mucho caso, porque Alajuela le ponía apodos a todos y la llevó al jardín para presentarle a otra de sus hermanas.

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En el jardín encontraron a una coquetísima pelirroja leyendo tranquilamente. Puntarenas las presentó: -Ella es mi hermana Heredia. -¡Mucho gusto! -respondió Guanacaste extendiéndole la mano. -Igualmente– respondió Heredia -¿Quieren acompañarme?

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Y les sirvió un café recién chorreado que impregnaba todo el lugar con su rico aroma, mientras las invitaba a tomar asiento. Heredia le contó a Guanacaste que era amante de las plantas, por eso cuidaba de las más hermosas flores y hasta tenía los más preciosos cafetales. Guanacaste al escuchar esto, sacó de su bolso una semilla en forma de oreja y se la regaló a Heredia para que lo plantara en medio del cafetal. 18



Luego de que terminaron la merienda se dirigieron a la cocina, de donde salían unos olores que bailaban al ritmo de calipso. Adentro encontraron a Limón, una negra con todo el sabor del Caribe, que después de presentarse les ofreció probar un platillo que acaba de preparar: “Rice and beans”. A Guanacaste le encantó aquella comida y sacando del bolso unas tortillas les dio a probar en unos “gallitos”. 20


Satisfechas con aquella comida tan rica , Puntarenas siguiĂł con el recorrido por la casa, caminaron por el zaguĂĄn y pasaron por el cuarto de MarĂ­a Cartago, una muchacha bajita y gruesita, muy abrigada pues era muy friolenta.

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-¡Ay, pero si está ocupada rezando el rosario!dijo Puntarenas. -¡Muchacha de Dios!- se sobresaltó Cartago- casi me matás del susto. -Es que quería presentarle a alguien.

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-¡Es un placer! Estaba terminando de rezar. -¡Que devoción! en su cuarto se vería bien este Cristo de Esquipulas dijo Guanacaste sacando del bolso un crucificado que le entregó a Cartago. -¡Está precioso, que Dios se lo pague! lo voy a poner a la par de la Negrita de los Ángeles. -Bueno ya nos vamos para que termine de rezardijo Puntarenas. -¡Que Diosito y la Virgen las acompañen! se despidió Cartago

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Salieron al pasillo y antes de llegar nuevamente a la sala de nuevo se encontraron con Josefina, otra hermana de Puntarenas, era trigueĂąa, muy risueĂąa y con un par de trenzas en su cabellera negra. Era amante del arte y entre sus manos traĂ­a un pergamino de papel.

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Puntarenas le presentó a Guanacaste. Josefina les mostró su idea de construir un Teatro Nacional como un espacio cultural para presentaciones artísticas.

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Al oír esto, la visitante le dijo que se sabía un baile folclórico que si se lo permitía le enseñaría... sin decir más puso música de marimba y comenzó a bailar moviendo sus coloridas enaguas. Las demás hermanas al escuchar la música llegaron a ver lo que sucedía. Al ver a Puntarenas y Josefina aprendiendo los bailes de Guanacaste, comenzaron a bailar y armaron el fiestón. 29



De repente alguien entró a la casa y las sorprendió mientras bailaban... Del susto, Puntarenas pegó un grito que hizo que Alajuela y Cartago se metieran debajo de la enagua floreada de Heredia, Limón casi se atraganta con un “Patí” que estaba comiendo. Josefina dijo que mantuvieran la calma, pues ya había reconocido a quien había entrado, se trataba de la madre de todas ellas: doña Costa Rica.

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Guanacaste se quedó observándola... Descubrió en su mirada tierna y pacífica un amor maternal que desde hacía tiempo andaba buscando, sin dejar a nadie decir una palabra se acercó hasta ella y con un gran abrazo le susurró algo al oído. En ese instante a doña Costa Rica se le dibujó una sonrisa e invitó a quedarse con ellas para siempre a Guanacaste.

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Al pasar los años los lazos entre las hermanas fueron creciendo, junto con la semilla que le regalaron a Heredia, de donde germinó un hermoso árbol de Guanacaste. Todas las tardes las hermanas cantaban una ronda para su madre, quien descansaba a la sombra del árbol y la nueva hija terminaba la canción con la frase: “de la patria por nuestra voluntad”

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