Módulo I comisión de taller

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Taller… “el saber hacer” Un lugar donde se trabaja y reflexiona Esta comisión fue definida en el plenario PL 2012. Se propone realizar como mesa de trabajo: la articulación, los guiones, el cómo y el cuándo; definir el equipo responsable, la configuración del taller, una planilla del taller, etc. Haciendo una especie de crónica; fue importante el disparador de las preguntas iniciales realizadas por los compañeros. ¿Qué es un taller? ¿Qué es lo que lo facilita? ¿Para qué se hace un taller?, y aquí es donde se propone un periodo de investigación y de reflexión sobre cómo vamos hacer para implementar esta herramienta en la cátedra. Así surge que el taller, propiamente dicho, no será un espacio único dentro de la cátedra, sino que constará de un conjunto de encuentros con la modalidad de taller en donde se profundizaría la problemática específica. El espacio de taller debería tener una coherencia y solidaridad con los otros espacios de la cátedra, ya que tiene un objetivo definido, en primer lugar -de manera interna, pensando la situación del grupo y el objetivo teórico-práctico del espacio como cátedra libre-, tiene una función pedagógica, en tanto busca facilitar la discusión y la producción, fortalecer las herramientas y las intervenciones; en segundo lugar: tiene una función política, en tanto se orienta a una posible coordinación con otros espacios por dentro o por fuera del campo universitario; en tercer lugar: mantiene una función productiva, en tanto se presenta como producción de conocimiento propositivo. A modo de síntesis: debería poder llevarse adelante una planificación de intervención y pensar su metodología como primera aproximación a las problemáticas sociales. La planilla, es una herramienta que surge como necesidad concreta del espacio para lograr sistematizar sus producciones y recopilar los datos a través del desarrollo de la cátedra (ya que no solo se utilizará para los talleres sino también para los encuentros en general). De esta manera esta herramienta está integrada a una estructura total. Aquí se proponen varias tareas a desarrollar por la comisión de talleres, ya que consideramos que el espacio se complejiza y tiene un funcionamiento esencial a los propios objetivos de la cátedra: la investigación, la creación de un módulo, una posible metodología a utilizar y la planificación concreta en su desarrollo teórico, técnico y práctico.

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Reflexión y producción Construyendo herramientas

1) Lugar del taller en los objetivos de la cátedra libre........................... 3 2) Taller como herramienta de la educación popular............................ 4 3) Taller, espacio de profundizar y operar............................................. 6 4) Taller, método y sistematización....................................................... 8 5) Taller “psicología latinoamericana”: espacio de formación técnica.................................................................................................. 11

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Lugar del taller en los objetivos de la cátedra libre Los objetivos del taller surgen de los objetivos de la cátedra en su totalidad como proyecto en construcción: el fortalecimiento del espacio de base, su crecimiento y desarrollo (cuantitativo y cualitativo), desarrollar los niveles de organización y de conciencia, basado de una práctica pedagógica y de liberación. Desarrollar una metodología de aproximación al campo, y las posibles coordinaciones con otros sectores. Los objetivos del taller en tanto políticos, buscan la coordinación con otros sectores, dentro y fuera de la facultad, es un espacio de co-coordinación con otros espacios coherentes con los temas que se quieren profundizar. Nos permitirá conocer otras experiencias y accionar juntos con otros actores, ampliar nuestros marcos de alianza y coordinar diferentes acciones participativas. En tanto objetivo pedagógico, busca el fortalecimiento de las propias herramientas, construir nuevas, abrir la discusión sobre determinadas problemáticas rescatando el saber de los participantes y el fortalecimiento de los espacios e individuos a través de procesos colectivos. A mediano plazo, se pretende conformar un espacio que sirva como herramienta de trabajo y elaboración productiva, por eso el énfasis puesto en la sistematización. En tanto productiva, la meta del taller es la planificación metodología de la primera aproximación al campo y la sistematización de los conocimientos producidos colectivamente siguiendo una metodología tal que permita devolver estos conocimientos a los actores con los que se interviene. En orden de procurar que los talleres cumplan con estos objetivos, creemos importante tener en cuenta tres momentos de la praxis, entendida como práctica dialéctica, estos son: la planificación participativa, la acción colectiva y la reflexión crítica. Para cada taller confeccionamos una planilla donde se especifican: el nombre del taller, la definición de los objetivos específicos, los recursos materiales y la duración. Luego el taller transcurre según la planificación la cual es flexible, para poder alojar lo inesperado que allí ocurra, pero estructurada, para poder sistematizar lo producido. Este momento es plasmado en la planilla como Balance pedagógico técnico. Queda incluida también en la planilla la bibliografía consultada para la planificación del taller se use o no en el desarrollo del mismo. Este instrumento también es flexible y queda abierto a modificaciones a partir del transcurso de las experiencias que realizamos.

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2 Taller como herramienta de la educación popular El taller es una instancia de reflexión y producción. Es un saber hacer orientado hacia la búsqueda colectiva del aprendizaje y el crecimiento. “El taller implica como su nombre lo indica, un lugar donde se trabaja y se elabora. Es una forma de enseñar y aprender mediante la realización de algo. Se aprende desde lo vivencial y no desde la transmisión. Predomina el aprendizaje sobre la enseñanza. Se trata entonces de un aprender haciendo, donde los conocimientos se adquieren a través de una práctica concreta, realizando algo relacionado con la formación que se pretende proporcionar a los participantes. Es una metodología participativa en la que se enseña y se aprende a través de una tarea conjunta.” Fundamentos de talleres La educación popular tiene como fundamento epistemológico el materialismo histórico, es decir, trata de comprender la realidad e interviene en ella siempre con el afán de transformarla. Su modalidad de trabajo está dada por un fin específico: aprehender produciendo. Pero también es una herramienta que facilita la organización y concientización, en tanto permite pensar el proceso de la enseñanza y el aprendizaje como práctica de liberación. Esta se diferencia de la educación bancaria propuesta por las instituciones formales (Pedagogía del Oprimido, Paulo Freire). De esta forma, la caracterización de la educación popular demuestra la importancia en la praxis del sujeto, en el proceso de aprehensión de conocimientos y experiencias. Complejizándose, adquiriendo otro significado, proponiendo prácticas ligadas a la concientización de la comunidad; es así como crece el respeto a la cultura popular junto con la necesidad de una pedagogía humanista que permita la conquista de los oprimidos, realizándose ya como la pedagogía de los hombres en proceso de permanente liberación.

Relación dialógica: entre el texto y el contexto. La relación dialógica pone en énfasis el contexto de los actores que intervienen en el proceso de concientización. No se dogmatiza ningún conocimiento. Se evidencia la distinción de realidades en la producción teórica de cada sujeto, teniendo en cuenta las condiciones de aprendizaje y la historia colectiva que ellos desarrollan a través del tiempo. Se propone una relación particular entre el educador y el educando, ya que en la praxis estos no se diferencian; forman equipos de trabajo con una tarea definida que permita entender y transformar la realidad. Esta relación de aprendizaje se basa en el trabajo aplicado a las problemáticas sociales ligadas a las experiencias cotidianas. Pero nunca abandona la lectura del mundo en su totalidad, asumiendo la omnipresencia del sistema que oprime en cualquier parte de la esfera global, y refleja el deber de situarnos frente a él como protagonistas del cambio.

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El Hombre creador. Historización crítica y concientización. La educación popular también encierra una concepción humanista y transformadora, donde el hombre es creador de su trabajo, y la adquisición de este papel activo es fundamental para los procesos de aprendizaje. Los hombres saben la historia de su pueblo. Ellos conocen sus problemáticas cotidianas, y estas herramientas son las que le permiten mantener una mirada crítica frente a la realidad en la que se encuentran inmersos. Una de las características fundamentales de la educación burguesa es la no creación de conocimiento. Es la mera repetición de conceptos validados por los antecesores. Esta instrucción de los saberes es socialmente valorada, pero no deja entrever que determina un conocimiento descontextualizado y acotado, que poco se vincula con las necesidades reales y los saberes fundamentales para la sociedad. En contraposición, la educación popular permite que la producción colectiva se desarrolle con técnicas grupales; herramienta que facilita la lectura de las problemáticas actuales y que permite la apertura frente al cambio. “Es necesario estar muy atento a las voces más secretas de la historia, esas que no están en la historia oficial que nos enseñan .” (Eduardo Galeano) La importancia en la concientización, basada en la experiencia de los sujetos activos, se incentiva con la historización critica y la producción de nuevos saberes que sean capaces de transformar: “los conceptos no llaman a la realidad, sino que la realidad llama a los conceptos y los transforma”. De esta manera, los fundamentos de la educación popular ponen en jaque los criterios de educabilidad impuestos, al entender que éstos son estériles al hombre, asumiendo un quiebre entre la realidad vivida y el saber adquirido en las instituciones. Si se alimenta de esta forma el fatalismo característico de la subjetividad latinoamericana, anulándola como un elemento histórico propio a analizar, no se permitirá la afirmación de ésta como un factor potencial de cambio. Mas seguirá siendo mantenida como un elemento para la domesticación. Así es como creemos que el pensamiento latinoamericano debe hacerse presente, no siempre como apéndice o como eco de los centros dominantes del conocimiento y la ciencia universal.

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3 Taller, espacio de profundizar y operar Hay diferentes maneras de brindar un taller (de alto impacto, a modo de seminario, informativos, de construcción técnica). La elección de uno u otro depende de varios factores; podrían ser la problemática que se quiere abordar y los objetivos propuestos. Si se realiza un taller “por que sí”, es decir, de forma espontánea, sin tener en cuenta estos aspectos, los resultados no llegan más allá de la acción concreta que se dé durante la actividad. Enmarcado dentro de la educación popular, un taller forma parte de un “proceso continuo y sistemático, que implica momentos de reflexión y estudio sobre la práctica del grupo o de la organización; es la confrontación de la práctica sistematizada, con elementos de interpretación e información que permitan llevar dicha práctica consciente a nuevos niveles de comprensión.” (Carlos Nuñez, AAAA:201). Siguiendo al autor, esto apunta a tomar la propia realidad como punto de partida y de llegada permanente lo cual conforma una verdadera praxis, no entendiendo a esta meramente como práctica sino como una unidad dinámica y dialéctica que integra la práctica social y su análisis y comprensión teórica. ¿Por qué se considera como espacio donde se trabaja y elabora? Hay dos dimensiones de trabajo creador en la realización de talleres: 1) Hacia los técnicos que realizan el taller (coordinación o equipos de trabajo que lo llevan adelante). Para el diseño de los talleres y su implementación se deberán tener en cuenta múltiples factores en la instancia de planificación, tales como: o

El objetivo del equipo de trabajo y el por qué se brinda el taller.

o

El modo en que se lleva adelante: la metodología a buscar.

o

El objetivo político/pedagógico de los talleres. Del cual surgirá qué es lo que se quiere producir.

o

Historización critica de la necesidad del espacio a intervenir. (la planificación como primera instancia, para llevarlo adelante, después se evalúa y se transforma – se actúa la dialéctica )

o

Establecer qué es lo que se quiere producir (no de manera estática, sino dinámica): por ejemplo, de este programa de talleres debería salir como producto la planificación y método de intervención, y no una planificación y un método de intervención determinados con anterioridad.

o

Las técnicas participativas y los roles a utilizar (también de manera dinámica y no estática). Si el taller es una seguidilla de talleres se deberá implementar la lectura grupal. El objetivo de ésta es tratar de levantar los obstáculos y la resistencia a la producción grupal y colectiva, manteniendo el objetivo común.

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o

Características de los sujetos con quienes se intervienen.

o

Sistematización de lo producido y el dibujo del desafío: “archivero”

2) Hacia los participantes del taller, se proponen algunas tareas. o

Posición critica en cuanto al taller: preguntar el porqué del taller, sus objetivos colectivos, y su relación con la realidad. Se tiene que poner en claro la tarea a realizar en el espacio, haciendo énfasis en que se trata de un lugar de trabajo y de producción.

o

El lugar esencial de la participación y de la historización critica

o

El afán investigativo

o

Asumir roles colectivos

o

Operar con los conocimientos construidos.

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Taller, método y sistematización Practicar, conocer, practicar otra vez, para conocer de nuevo. Metodología El taller es una herramienta práctica: la metodología y la implementación están en constante dinamismo; o sea que el taller es poner en juego nuestras experiencias y conocimientos previos con la posibilidad de abrir y construir otros nuevos, dar tratamiento a las problemáticas, buscar posibles soluciones, y también investigar el cómo y el porqué de tales problemas. En este escrito no se presta una metodología definida, sino que se marcarán las coordenadas, para pensar y elaborarlas. Cuando se habla del taller como un “saber hacer” significa que se pone en juego lo que se sabe para poder aprender más y mejor. Si bien hay diferentes formas y modalidades de hacer un taller, estas coordenadas metodológicas, figuran al taller como un espacio de reflexión y producción colectiva, de práctica cotidiana de la comunidad o de la organización donde se implementa. Como herramienta de la educación popular lo que se busca es la concientización y la práctica liberadora a través de la praxis comunitaria: es aprender haciendo. Entonces la puesta en marcha de un taller nos devolvería como producto el hacer algo con lo que tenemos, nos organizará para ejecutar acciones sobre las problemáticas y nos orientará en la práctica. Es por eso que la participación tiene un papel fundamental...“nos juntamos para hacer”. Es necesario abrir el proceso de investigación de las experiencias pasadas, valorizando el conocimiento de la comunidad y caracterizándolo de manera operativa: “conocer para actuar, actuar para conocer”. En tanto taller comunitario, tiene que estar desde el inicio atravesado por la participación comunal, y generar la apropiación y pertinencia de la herramienta en la comunidad, ya que es eficaz y solidario con las necesidades reales. Apertura del taller Antes de comenzar un taller es necesario, primero, saber qué es lo que se quiere trabajar y elaborar, ya que no se hace un taller por hacer, sino que éste viene dado por una necesidad. Los objetivos deben ser generales, basados en discusiones colectivas previas que se desarrollen a lo largo del espacio. Y también deben definirse las consignas a realizar, según la periodicidad y las metas a alcanzar. Para saber la orientación de los talleres, sus objetivos o su metodología, se puede implementar un taller técnico y de planificación de talleres, o también se puede llamar a comisión para discutir cómo se encarará. El taller entonces ya no es solo un lugar donde se elabora y se trabaja, sino que comienza a ser una herramienta estratégica para la resolución de problemas y necesidades propias de la comunidad, como también de las organizaciones específicas: es un puente para llegar a los objetivos comunes y más generales. En tanto herramienta, se debe explicitar su carácter productivo hacia los objetivos comunes, en la conformación del grupo hacia la conformación de un equipo de trabajo, y en el fortalecimiento organizacional (dar más eficacia a nuestras prácticas).

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Dinámica grupal, subjetividad y pertenencia La llegada del grupo a la pertinencia hacia la herramienta no se da desde el inicio, sino que se construye. La utilización de técnicas dinámicas y técnicas de la educación popular (abordaje colectivo) se vuelve un tema central en la planificación de cada taller, es un desafío del cuerpo coordinador ya que la selección y elección de estas dinámicas están atravesadas por la lectura grupal, la necesidad y la solidaridad con los objetivo particulares y los objetivos del proyecto en general. En todo grupo siempre se ponen de manifiesto las ansiedades grupales e individuales, los miedos, los prejuicios y hasta la competencia individual, las contradicciones de los objetivos de la organización y la vida personal de cada participante. Como toda instancia grupal, existe una tensión entre lo individual y lo colectivo, en particular se cristalizan en acción las características subjetivas y estructurales de la cultura actual (la subjetividad es elemento y producto de la historia), y en particular en los espacios de aprendizaje se evidencia la desvalorización que se tiene de nuestros propios conocimientos, de nuestra historia colectiva, y sobre todo de nuestra capacidad para transformar - “el yo no entiendo, yo no puedo, yo no sé”-. Inicialmente las intervenciones primeras son de valorización de “eso” que traemos y que tenemos, y que se irá esclareciendo a lo largo del taller en su totalidad, cuando se vaya cristalizando lo producido. Las técnicas de caldeamiento y técnicas de inicio casi siempre rozan lo patético-lúdico. Se utiliza la capacidad creadora e imaginativa para romper la vergüenza y las estructuras que no nos dejan ser ni estar en la comunidad, que sirve de obstáculo a toda tarea y solución colectiva – “subjetividad domesticada”-. La idea es habilitar la palabra e incentivar la iniciativa y la producción conjunta. Diferenciamos entonces dos clases de dinámicas que se pueden utilizar: Las primeras las podemos llamar “dinámicas del sentido de pertinencia” que buscarían el sentimiento de pertinencia para generar “el ser parte, tomar parte, y tener la parte”. La lectura de la implementación y el desarrollo de estas dinámicas nos darán datos de la realidad grupal (estas dinámicas se piensan de manera endogámicas, para fortalecer la producción grupal, evidenciar obstáculos en la pertinencia del equipo de trabajo) y subjetiva. Las segundas “dinámicas de elaboración y producción colectiva”: la construcción y la implementación son de carácter técnico-productivo, más que de elaboración subjetiva y de identificación colectiva. Se centran en el problema a indagar pensándose de continuo, ya que cada una integra los elementos y herramientas producidas en lo talleres anteriores, sistematizando los saberes nuevos que se construyeron en el espacio colectivo, como también los elementos imprevistos (información, material, nuevos problemas que hacen al central que convoca el taller, ideas nuevas, resignificación de otras) que surgen en la profundización de las problemáticas y necesidades. Roles y estructura En la conformación de los diferentes grupos de trabajos siempre se definen roles a encarar, y estos hacen de una individualidad una voz colectiva; tienen una tarea que hacer y una función que cumplir en pos de sostener y garantizar el funcionamiento y la constancia de la estructura de trabajo.

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Cuerpo Coordinador: es el encargado de manejar el grupo, hacer respetar los tiempos y los espacios de los talleres, los que los planifican y deciden las dinámicas a utilizar (la voz de mando en ese momento). Son también los que recopilan los datos de la situación grupal, tratan de ver los obstáculos en la producción y la comunicación comunal. Se encarga del ENCUADRE.

Escribas: es el cronista de lo que sucede en el espacio taller, transcribiendo las discusiones y los momentos del taller. La crónica es el material para la sistematización. “Archivero”

Miembros en acción: son la mayoría de los que participan en el taller, los que ponen en juego su cuerpo e ideas para la producción colectiva.

El moderador: si bien es muy similar al coordinador éste tiene la tarea de moderar los excesos que el cuerpo coordinador deja hacer (estos siempre buscan la profundidad).

El taller debe aspirar a sostener una estructura estable (no estática, sino dinámica). Es necesario que se establezcan las actividades de cada taller, con sus roles definidos y rotativos, los tiempos y las dinámicas. Por eso, a la hora de crear una estructura deberíamos tener en cuenta una metodología que nos permita sistematizar y producir teórica y prácticamente. Cada uno de los elementos, técnicas y roles que se crean: La planilla, el escriba, el archivero, como también las resonancias o informes de los coordinadores son los elementos propios para la producción teórica y práctica. Es la sistematización de los nuevos saberes.

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Taller “psicología latinoamericana”: espacio de formación técnica “Aprender a pensar, aprender a aprender, aprehender trabajando” ______________________________________________________________________ Este año unas de las tareas que nos proponemos a realizar en el marco de la cátedra es el taller. Como espacio de formación técnica en principio contribuye a la facilitación de herramientas para la producción y el aprendizaje colectivos acompañando esta experiencia práctica que encaramos. El propósito es profundizar problemáticas prácticas y teóricas, identificaciones y sensaciones que surgen en el proceso de aprendizaje teórico-práctico a fin de fortalecer la producción colectiva –sistematización del aprendizaje- y teniendo como fin la elaboración de una planificación de intervención en el campo a modo de representación del trabajo realizado. La planificación como proceso participativo. Intentaremos construir herramientas y una metodología de acercamiento al campo asimilando el aprendizaje como equipo de trabajo en relación a “lo grupal” y las experiencias previas de cada uno de los que participemos. Hoy, entendemos que la Investigación, acción participativa es una herramienta que nos permitirá acercarnos a lo comunitario, porque brinda herramientas para la planificación, producción y evaluación, para la detección de problemas y obstáculos, y además para el fortalecimiento del trabajo mismo y la organización de las comunidades. Se trata de una herramienta para generar conocimiento propositivo mediante un proceso de debate, reflexión y construcción de saberes entre los diferentes actores de un territorio con el fin de lograr la transformación social. Teniendo entonces por un lado, la construcción dialéctica del saber, y por otro la finalidad de la investigación como transformadora social al servicio de la comunidad. ¿y por qué proponemos como proceso esencial la planificación colectiva? Creemos que la posibilidad de comenzar a trabajar sobre una propuesta no cerrada permite incorporar, tener en cuenta y modificar lo previsto a partir de los aportes de los miembros del taller, teniendo en cuenta incluso problemáticas que no habían sido previstas. Además, la implicación en los espacios que uno habita, en el caso del proceso de planificación, permite incorporar algo importante del deseo de cada uno y como grupo, que son las expectativas con el trabajo concreto y su posterior reflexión. De esta forma se incorpora a la práctica concreta, a nuestro vínculo con las tareas, el aprender a trabajar como equipo, o mas bien, como grupo operativo. Entonces tenemos en la implicación elementos como las expectativas, los objetivos propuestos –colectivos-, la relación con las tareas, y el aprendiendo a trabajar como y en el grupo.

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Entonces, para hacer este taller tendremos en cuenta tres aspectos esenciales para la realización y diseño del mismo, que son: el conocimiento de los materiales –tiempo de adecuación y exploratorio- , el conocimiento de las herramientas –técnicas, nosotros mismosy las sensaciones que produce la relación del sujeto con esos materiales y con esas herramientas –implicación-. Fieles a nuestra forma de trabajo; sentipensante, el encuadre (objetivos, tiempos, tareas, actividades) que se propone debe facilitar la organización del equipo de trabajo para poder experimentar y posibilitar el protagonismo de los participantes. Es decir, que aparezcan los propios recursos de cada uno y del grupo y se palpe la necesidad de interacción entre enseñanza y aprendizaje mutuos. No se trata de acumular información nueva o transmitirla, sino de trabajar las herramientas de indagación de la misma para actuar sobre la realidad, convirtiendo en enseñanza y aprendizaje la experiencia llevada a cabo. Es un posible camino hacia la sistematización. En principio vamos a trabajar con conocimientos previos que venimos elaborando colectiva e individualmente para brindar un clima de sentimiento de responsabilidad colectivo con respecto al trabajo y objetivos del espacio. Y a su vez, para que esa forma de aprender -la sentipensante-, sea material de trabajo, ya que no se trata de técnicas participativas a secas, sino de trabajarnos a nosotros mismos como herramientas productos y productoras de transformación a través del vínculo con los otros y los objetivos que nos planteamos colectivamente. Esta es la propuesta con la que intentamos unir a la psicología comunitaria con la identidad pichoniana que venimos trabajando. Presentamos algunas herramientas que nos ayudaran a indagar el material de trabajo. La entrevista como campo (Bleger) En la entrevista tenemos configurado un campo, es decir que entre los participantes se estructura una relación de la cual depende todo lo que en ella acontece. Se podría decir que el entrevistador controla la entrevista, pero que quien la dirige es el entrevistado. La relación entre ambos delimita y determina el campo de la entrevista y todo lo que en ella acontece, pero el entrevistador debe permitir que el campo de la relación interpersonal sea predominantemente establecido y configurado por él. Ninguna situación puede lograr la emergencia de la totalidad del repertorio de conductas de una persona, y por lo tanto, ninguna entrevista puede agotar la personalidad del paciente, sino solo un segmento de la misma. Para obtener el campo particular de la entrevista que hemos reseñado, debemos contar con un encuadre fijo, que consista en una transformación de cierto conjunto de variables en constantes. Dentro de este encuadre se incluyen, no sólo la actitud técnica y el rol del entrevistador sino también los objetivos y el lugar y el tiempo de la entrevista. El encuadre funciona como una especie de estandarización de la situación, estímulo que ofrecemos al entrevistado pretendiendo, no que deje de actuar como estímulo para él, sino que deje de oscilar como variable para el entrevistador. Si el encuadre se modifica (ej: porque la entrevista se realiza en un sitio diferente), esta modificación tiene que ser considerada como una variable sujeta a la observación tanto como lo es el mismo entrevistado. Debemos tener en cuenta que el instrumento de trabajo del entrevistador es él mismo, su propia personalidad, que entra si o si en juego en la relación interpersonal; con el agravante de que el objeto que debe estudiar es otro ser humano; el contacto directo con seres humanos enfrenta así al técnico con su propia vida, su propia salud o enfermedad, sus propios conflictos y frustraciones. Si no gradúa este impacto su tarea se hace imposible: o tiene mucha ansiedad y entonces no puede actuar, o bien bloquea la ansiedad y la tarea es estéril.

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La observación participante Nos serviremos de esta herramienta principalmente a modo de análisis del dispositivo con el cual nos proponemos entrar en cooperación. Nuestra mirada en la observación participante nunca es neutra, formamos parte del campo y por eso la participación misma generará en ambos equipos repercusiones subjetivas, tanto singulares como sociales, importantes a tener en cuenta en dicho análisis. Es importante y hasta ético definir bien los objetivos para no generar expectativas erróneas, decir quiénes somos y que nos proponemos hacer, de esta forma no nos tornamos intrusivos “caza-fantasmas” y nos permitirá realizar el trabajo de una manera clara. El trabajo sobre la propia implicación debe transformarse en preguntas guía que orientaran nuestra observación. La observación participante tiene un carácter exploratorio, al decir de León Zalmosc “Se llevan a cabo muchas entrevistas de corte informal, se presta atención a todo lo que sucede, se conversa con las personas sobre el terreno mismo de su actividad, y se comparten experiencias cotidianas con la gente.” (Zalmosc, 1997) Adecuación y cooperación La adecuación consiste en una metodología donde los integrantes de los equipos de trabajo comparten y son creadores de la intervención haciendo variar la experiencia y conocimientos de los que participan de la experiencia con otros y con nosotros como grupo. Será el primer paso hacia “el acuerdo” de la coordinación. Como equipo de trabajo nos planteamos una forma particular de coordinación con otros espacios como objetivo políticopedagógico. El fin de esta forma de coordinación es realizar un trabajo en conjunto con otro equipo a fin de poder cumplir los objetivos que se propongan de manera colectiva a través del proceso de adecuación y exploración. Ahora, para establecer una cooperación técnica es necesario definirla por lo que no es. En principio, no es lo más importante la opinión y propuesta del “profesional o pre-profesional”, de esta forma lo que se reforzaría es la posición de receptor del otro produciendo obstáculos en la posibilidad de construir un nuevo conocimiento. Cooperar significa participación recíproca, una relación a construir, es el grado de eficacia real con que los miembros de grupo participan para contribuir al logro o fracaso de la tarea. Eficacia real significa los efectos que emergen de la conducta a través de la ejecución de una planificación1. Entonces una cooperación técnica implica “el desafió de lograr una interacción que apunte no solo a la solución de problemas concretos, sino también las soluciones que constituyan desarrollo para quienes participan en el proceso de cooperación, evitando caer entonces en relaciones de dependencia y desigualdad. Se debe tener en cuenta que las acciones en sí mismas no generan cambios en las personas o grupos de ellas, sino que es necesario que vayan acompañadas de espacios de reflexión colectivas acerca de ellas.” 2 Podemos entender entonces, a la colaboración técnica desde la lógica de la educación popular latinoamericana, es decir, como una relación donde lejos de ser una mera cuestión de transmisión del conocimiento se entiende como una forma de aprendizaje reciproca en donde el eje es la problematización de la realidad y la producción de herramientas creativas que busquen su transformación. Nos potenciamos en el encuentro. Estar con los pies metidos en las vivencias del otro, y con sus formas de afrontar el fatalismo, intercambiar saberes que posibilitan nuevas y mejores producciones. También la podemos pensar desde la lógica pichoniana, es decir, como un “encuentro operativo” que establece una vinculación desde un 1

Término de cooperación desarrollado por Bleger en “grupos operativos en la formación”. Concepto de colaboración técnica inspirada en Astaburuaga, Saborido, Walter. - Cooperación técnica: una forma de trabajo conjunto de profesionales y pobladores. 2

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esquema referencial y conceptual en común y que piensa la planificación del trabajo comunitario, pensemos que Pichón trabaja el concepto de cambio social planificado. Este mismo se traduce en acción misma como aspecto operativo y transformador de la realidad de una población determinada. Una colaboración técnica tiene un periodo determinado y debemos tomarlo como parte de los objetivos a cumplir, de lo contrario estamos pasamos a hablar de otro tipo de forma de coordinación más prolongada que puede confluir en acciones conjuntas o más aún en un mismo proyecto. Finalmente llegamos a la última instancia que se trata del “conocimiento de las emociones y sensaciones que produce la relación del sujeto con los materiales y las herramientas”. Este análisis se da durante todo el proceso a través del análisis de la implicación en el espacio de obrador. En este espacio el equipo planifica las tareas, reflexiona sobre lo que se produce a partir de la práctica e incluye todo lo que previamente al contacto con la organización se moviliza en el grupo y en cada uno de sus miembros. Al considerarnos agentes implicados en el espacio que abordamos, el conocimiento de los prejuicios y expectativas respecto a ese espacio, junto con el trabajo de las ansiedades respecto a la tarea, son necesarios para que éstas no operen en invisibilidad.

...recordemos que las propuestas no son cerradas, así que: ¡a participar! De la pertenencia, la integración y la confianza, a la pertinencia, la expresión y la reflexión...el trabajo juntos...

Bibliografía consultada — Romero, B. (2002). El taller: ¿método, técnica, concepción de trabajo? En Temas de psicología Social, Año 22, Número 21 (27-66). BsAs. Ediciones Cinco. — Careaga, A., Sica, R., Cirillo, A., Da Luz, S. (2006). Aportes para diseñar e implementer un taller. 8vo Seminario-Taller en Desarrollo Profesional Médico Continuo (DPMC). 2Das Jornadas de Experiencias educativas en DPMC. — Jara, O. La concepción Metodológica Dialéctica, los Métodos y las Técnicas Participativas en la Educación Popular — Nuñez, C. (2006). Educar para transformar, Transformar para Educar En Educar para transformar, Transformar para Educar, Cap 2. (73-91) de. Caminos. — Campesinos y sociólogos: Reflexiones sobre dos experiencias de investigación activa en Colombia.”, En: La Investigación Acción Participativa, inicios y desarrollos. Edición a cargo de María Cristina Salazar. Cooperativa editorial Magisterio. 1997.

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