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Pedro Alonso Encontró el grial de una vacuna que tiene la llave de medio millón de vidas. Barcelonés de África, ya es ‘probeta’ en su tierra. Está enfermo este mundo: gana más un Alonso con la Fórmula 1 que este Alonso con la fórmula contra la malaria
«No somos tan ricos ni solidarios como creíamos» PEDRO SIMÓN / Madrid
Mientras unos miraban al escudo anti-misiles, él prefirió poner cuerpo a tierra apostando por las mosquiteras. Es la guerra. Cuantos más niños ve morir Alonso, más se asoma al microscopio. Cuando uno es el mejor científico que trabaja en África, la vida es esta escena de cine negro. Pregunta.– De no haber investigación, ¿qué mal haría la malaria? Respuesta.– [Calla un rato. Sonríe. Se coge la cabeza con las manos. Y dice: «Clonc, ajustando el cerebro»] En 15 años se han visto avances enormes... Teníamos entre 300 y 500 millones de casos clínicos al año; entre uno y tres millones de muertes... Hoy hay países enteros certificados libres de malaria, se ha bajado el número de muertes a menos de un millón... Queda mucho. Pero el salto ha sido gigantesco. P.– ¿Lo hicimos porque no sabíamos que era imposible? R.– Sí... El primer artículo sobre esta vacuna lo publicamos un jueves de octubre de 2004 en un Lan-
«Si viene un marciano y le dices que aquí hay crisis, pensaría que estamos locos»
cet. Pues bien, el domingo anterior, un Premio Nobel de Medicina publicó que desarrollar vacunas contra la malaria y contra el sida era imposible... Decir que algo es imposible no es una buena idea nunca. P.– ¿Es la industria bruja o hada madrina? R.– La respuesta estándar es que
es culpable de las muertes por omisión, pero lo enfocamos mal cuando hablamos de culpabilidades. Porque cuando se culpabiliza al otro, uno se siente más tranquilo y adopta una posición de superioridad moral. Y esto no es el camino adecuado... Mire, el mercado mundial de la disfunción erectil es 10.000 veces más lucrativo que el de la malaria, el sida o la tuberculosis. Eso no es por perversidad. Es porque uno es un negocio y el otro no... P.– ¿La dosis valdrá lo que el precio de un cubata? R.– Sí. Tendrá que tener un precio que puedan pagar estos países. Si no, no servirá para nada... En octubre publicamos un análisis interino sobre la vacuna RTS,S: siete países africanos, 11 centros, 16.000 niños participando, en un estudio que ha durado cuatro o cinco años... El resultado es que se evitan alrededor de la mitad de los episodios de malaria. La OMS emitirá en 2014 una recomendación sobre cómo, cuándo y dónde se aplicará. P.– ¿Qué aprende uno en África y qué desaprende aquí? R.– En África aprendes hasta de sus proverbios: «Para ir rápido basta con ir uno solo. Para llegar lejos, tenemos que ir todos juntos»... Aquí desaprendemos mucho. Este cortoplacismo... P.– ¿Crisis es cuando hay que andar 20 kilómetros para tener agua? R.– Utilizamos muy a la ligera la palabra crisis [Enarca las cejas y señala a la piscina del hotel donde hacemos la entrevista]. Caemos demasiado a la ligera en el abatimiento. Si viniera un marciano y le dijeras que hay crisis en España, pensaría que estamos locos. P.– ¿Qué fue antes? ¿El huevo de la pobreza o la gallina de la enfermedad?
ANTONIO HEREDIA
P.– Ahora que se habla del rescate, ¿cuándo empezó el secuestro? R.– No lo sé. Nadie nos contó por qué asumimos que nos daban duros a pesetas R.– Es el círculo vicioso de la enfermedad de la pobreza. Winslow dijo en 1951: «Los hombres y las mujeres eran pobres porque enfermaban. Enfermaban porque se hacían pobres». Lo que hay que hacer es generar desarrollo económico. A partir de ahí, mejora todo. P.– ¿Saben sus hijos el valor de un euro? R.– Sí [rotundo]... Un euro... ¿Sabe? Una mosquitera impregnada de insecticida, una tecnología muy básica, reduce la mortalidad en niños menores de cinco años en un 30%. Cuesta cinco dólares. Y resiste cinco años. Un dólar por niño y año. P.– Lo más raro que ha visto en una probeta. R.– Bueno, una de las frases que más utilizamos es que uno tiene que estar siempre listo para lo ines-
perado. Eso te lleva a la mayor cautela. ¿Cuántos fármacos hay que al final no sirven por un solo fallo tras 50.000 aciertos? P.– ¿Hay parásitos de metro ochenta? R.– [Risas] Todos los días, cuando miramos alrededor. P.– La ayuda a la cooperación bajó un 70%. ¿Dónde está la gente que se manifestaba en las calle por la selección de fútbol? R.– Asustada, desmovilizada y en casa. Ni somos tan ricos ni tan solidarios como pensábamos. Hubo un crecimiento desproporcionado de las organizaciones llamadas no gubernamentales (muchas de ellas dependientes de los recursos de la Administración). Con un cierto sentido de que estaba de moda... No hemos sido inteligentes en crear las
capacidades para contribuir de verdad. Y ahora todo se desploma... Hay que decir alto que la solución de nuestro déficit no pasa por reducir las inversiones en cooperación internacional: sólo lo de Bankia ha costado 19.000 millones. Todo nuestro esfuerzo en cooperación no llegaba a 4.000 millones. P.– ¿Se logra uno vacunar contra la muerte de un niño? R.– Seguro que no... Te deja marcado. Pero la cuestión es si ese marcado induce a la depresión o a la acción. Todas las muertes de niños son injustas por prevenibles. E inducen a la rebeldía. P.– ¿Cuánta paciencia cabe en un Ministerio de Ciencia? R.– Mmmm. Que un país como España no tenga un ministerio donde aparezca el nombre de ciencia es lamentable. La marca España no es sólo deportes, literatura, sol, turismo o cocina. También es ciencia. Y además destacada. P.– Por más que lo intenta ¿qué ensayo hace en vano? R.– Éste. Dar una entrevista... [Amplísima sonrisa].