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3. La institucionalización de las acciones de gestión del agua a nivel de cuencas

• Proceso de control de contaminación, de recuperación de cursos de agua y zonas aledañas a los ríos, y de recuperación de la capacidad de drenaje a nivel rural y urbano. En la mayoría de las cuencas y sobre todo en centros urbanos, este proceso requiere revertir situaciones que ya han alterado profundamente el comportamiento de los cauces y flujos de agua. Esta tarea es larga y es ciertamente la más desafiante. No se puede hacer conservación de cuencas ni de cauces si éstos ya están totalmente deteriorados. Mientras en países desarrollados se está en proceso de recuperar ríos (“stream corridors restoration”) en la mayoría de los países en vías de desarrollo se está en proceso de destruirlos. Para facilitar la ejecución de las etapas antes mencionadas se sugiere el relevamiento de información teórica y práctica para sustentar la creación de la entidad de cuenca. Todo esto se puede complementar con información adicional que incluya una evaluación de los actores que intervienen en la gestión y el aprovechamiento del agua en la cuenca, sus criterios en cuanto a la gestión del uso múltiple del agua, los problemas y conflictos por los cuales atraviesan en el aprovechamiento del agua en forma compartida con otros usuarios y los objetivos que persiguen. Se considera también necesario que dentro del mismo país –y si es posible en más de un país– se haga un análisis comparativo de las experiencias y tentativas ya realizadas (en el pasado y en el presente) para la creación de dichas entidades, hayan o no tenido éxito. Un aspecto especial que es altamente relevante para facilitar la ejecución de los procesos que permiten crear y consolidar una entidad de cuencas es que los mismos se inicien durante el período de construcción de las obras hidráulicas, sean éstas a cargo del Estado o del sector privado. En el presente es común apreciar que sólo cuando las obras se terminan se piense en un “plan director” para la gestión integrada de cuencas. Lo más grave es que no se asignan recursos para instalar el sistema operativo (que es mucho más que hacer un plan), incluyendo la necesidad de financiar obras complementarias de comunicación y sistemas de monitoreo. En este sentido, debe por lo menos asignarse entre el 5% y el 10% del valor de las obras hidráulicas mayores para establecer el sistema de gestión (incluyendo en ello la infraestructura necesaria) y no menos de 10 años de consolidación, sobre todo en cuencas donde hay una combinación de actores formales e informales y grupos de bajos ingresos. Cabe recordar que en los países desarrollados que cuentan con exitosas experiencias en este campo, la decisión de tomar a las cuencas como unidades territoriales de gestión del agua ha sido la resultante de políticas nacionales integrales, o las entidades de cuenca han recibido un fomento y aporte fuerte por parte de la administración central (Solanes, 1995).

El análisis de la institucionalidad de las acciones de gestión del agua en el ámbito de cuencas no puede realizarse sin tratar de diferenciar las estructuras que conforman una entidad de cuencas. Entre esas estructuras hay tres que son básicas:

• Estructura directiva. Hay varios tipos de estructura directiva según el grado de participación y capacidad de decisión que se les otorgue a los diferentes actores involucrados en el proceso de gestión33. El nombre que se asigna a la entidad de cuenca no necesariamente

33 Una de las conclusiones del Segundo Taller de Gerentes de Organismos de Cuencas en América Latina y el Caribe (Santiago de Chile, 11 al 13 de diciembre de 1997) es que una entidad de cuencas debería responder en una primera instancia a un directorio funcional con un máximo de una docena de personas, conformado por representantes del

Estado, grandes usuarios y la sociedad civil de la cuenca (CEPAL, 1998b). El personal de este directorio debe ser remunerado y reunirse no menos de dos veces al mes. Este directorio, debe rendir a su vez cuentas a un comité que se reúne anualmente con mayor cantidad de representantes, con la función clave de nombrar a los miembros del directorio y aprobar los planes y presupuestos del ejercicio anual o bianual de la entidad.

refleja el grado de participación y fuerza de los actores en la toma de decisiones pero, por lo menos, es un indicador de intencionalidad. La fórmula más común es la de crear

“comisiones”, “comités”, “consejos” o “agencias” de cuenca, que pueden optar por una variada forma de participación de los actores involucrados en los procesos de decisión.

En otros casos se opta por la fórmula de “directorios” donde a veces sólo se incorporan funcionarios de gobierno y de los inversionistas principales. Es fundamental que la estructura directiva esté separada de la estructura operativa. Un ejemplo es la COMCURE en Costa

Rica (véase la página 33), en la ley de creación de la cual se hace una clara distinción entre la estructura directiva (“comité consultivo”) y la estructura operativa (“unidad ejecutora”).

Es la opinión de los autores que las estructuras directivas puramente “consultivas” son inoperantes. Deben por lo tanto tener capacidad resolutiva para poner en práctica las decisiones (“enforcement”) si no quieren terminar como figuras decorativas. Cabe agregar que, en general, los órganos de administración de tipo colegiado no han dado buenos resultados (Solanes y Getches, 1998). Normalmente las instituciones de este tipo no cumplen su cometido y acaban siendo reemplazadas por entidades más consolidadas, con estructuras más lineales y menos deliberativas34 . • Estructura operativa. La estructura operativa es una combinación de sistemas internos y externos a la entidad que debe llevar a la práctica las decisiones del grupo directivo. Son los ejecutores de las acciones y procesos, sea en forma directa, contratando empresas de consultores y de ejecución de obras o haciendo valer acuerdos de cooperación con diversas entidades. La estructura operativa central de una entidad de cuencas debe conformarse con personal altamente calificado. Viene a ser la “entidad” propiamente dicha, la cual puede recibir otras denominaciones como secretaría ejecutiva, grupo técnico, oficina técnica, corporación o hasta de instituto, entre otras fórmulas. La estructura operativa es la que debe suministrar los estudios e informaciones necesarias para que el grupo directivo tome decisiones, y después implementar dichas decisiones. Para poder desempeñar sus funciones eficientemente, la estructura operativa requiere buena información (sobre la oferta, demanda y consumo de agua, sobre los usuarios, etc.), así como recursos financieros, humanos e institucionales, y ser capaz de llevar a cabo acuerdos con otras instituciones para cumplir las metas.

34 En Perú, uno de los autores fue Presidente del Consejo Superior de Aguas. Dicho Consejo, aunque sigue existiendo en el papel, jamás fue operativo. Otro caso similar es Ecuador, donde el Consejo Nacional de Recursos Hídricos (CNRH), con la conformación de un cuerpo colegiado de ministros, ha demostrado inoperancia y un limitado liderazgo de la autoridad hídrica para asumir responsabilidades (Aguilar, 2000).

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