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1. Procesos de descentralización
from Reflexiones sobre la gestión del agua en América Latina y el Caribe. Textos seleccionados 2002-2020
técnicamente capacitado, durable en el tiempo e independiente de los diferentes poderes públicos. Igualmente, el regulador deberá contar con la suficiente capacidad legal, técnica y financiera para adoptar e imponer sus decisiones y sancionar a los prestadores; además su diseño institucional debe prevenir la captura (privada, política, etc.). Esta función debe ser separada institucionalmente del ente rector, pues de otro modo este último siempre ejercerá su poder sobre el regulador para morigerar el control, pues finalmente quien rinde cuentas es el ente rector. El rol de regulador, en este contexto, es esencial para el desarrollo sostenible del sector. Las entidades prestadoras son las encargadas de proveer el servicio materialmente, aun cuando muchas veces dicha “responsabilidad” recaiga sobre un organismo responsable diverso como la municipalidad. Resulta recomendable que esta entidad sea independiente del gobierno —central, subnacional o municipal—, para lo cual requiere personalidad jurídica suficiente para actuar por su cuenta, lo que redunda en un organismo separado y ajeno a los tiempos políticos. De este modo, la empresa deberá contar con mecanismos de rendición de cuentas, como lo son la contabilidad propia, complementada con una regulatoria, y la transparencia en su actuación. El patrimonio debe estar claramente conformado, debiendo delimitar sus fuentes de financiamiento (presupuesto público, tarifas, etc.) y reflejarlas adecuadamente en sus estados contables. Además, es necesario contar con un marco legal comprensivo de los múltiples órdenes de asuntos involucrados: agua potable y saneamiento en áreas urbanas y rurales y gestión de los recursos hídricos. Cada uno de estos órdenes debe encontrarse a su vez claramente legislado. En lo que se refiere al agua potable y saneamiento, el marco legal deberá considerar el ordenamiento normativo tanto de la estructura institucional como de aspectos sustantivos. En general, la consagración de este marco deberá hacerse por medio de una ley, pues las bases del ordenamiento deben ser estables en el tiempo y consensuadas por los representantes de los ciudadanos. Así, la organización institucional (ente rector, regulador y entidades prestadoras), sus competencias, funciones y potestades deben gozar de permanencia. Lo mismo deberá suceder respecto de los cuerpos normativos sustantivos como lo son los que establezcan el sistema tarifario, los deberes y derechos de las entidades prestadoras, los niveles de servicio y los mecanismos de subsidio. Igualmente, el marco normativo deberá considerar normas de inferior rango a la ley —más fáciles de modificar, como los reglamentos— que definen aspectos más detallados de las leyes ya mencionadas, como por ejemplo, los procedimientos de recopilación de información, de contabilidad regulatoria, de contratación, y de normas técnicas (tanto industriales como residenciales). El marco normativo deberá encontrarse inspirado por principios básicos de gobernabilidad regulatoria, asegurando la responsabilidad de las autoridades por medio de mecanismos efectivos de rendición de cuentas, transparencia y previsibilidad de las acciones regulatorias; el control de los grupos de presión o cabildeo; el pleno acceso a la información que se utilice —siendo la regla general la transparencia total—; y la participación ciudadana, esta última entendida como la posibilidad de los usuarios de tener voz —e idealmente voto— en procesos regulatorios relevantes, tales como la determinación de los estándares de calidad del servicio, el cálculo tarifario o las decisiones de extensión de la red. En igual medida, ese régimen deberá garantizar a los usuarios el acceso a los tribunales de justicia en protección de sus derechos. Finalmente, aunque las extracciones de agua por parte de los servicios de agua potable son relativamente menores, este sector compite por el recurso —en cantidad, calidad y oportunidad— con otros usos como la agricultura de riego, la industria o, en el caso de algunos países, la minería y otras actividades extractivas. Por lo tanto, la gestión de los recursos hídricos es crucial para el sector, ya que al ser el insumo principal del mismo es más vulnerable al mal manejo, sobreexplotación y la contaminación. Una deficiente gestión, en especial, asociada a una excesiva demanda, puede tanto encarecer el costo del recurso para los usuarios de agua potable como comprometer su sustentabilidad.