Conferencia dictada por el Presidente de la Junta Central Electoral en ocasión del acto de graduación de la Universidad de la Tercera Edad (UTE), el domingo 27 de noviembre de 2011
Honorable Rector Magnífico de la Universidad de la Tercera Edad (UTE) Dr. José Nicolás Almánzar Distinguida Dra. Rhina de los Santos Vicerrectora Académica Y demás autoridades de esta digna institución Distinguidas personalidades presentes Señores del cuerpo docente Destacados graduandos Sirvan mis primeras palabras para expresar un sincero agradecimiento a la Universidad de la Tercera Edad (UTE), y de manera muy especial, a su Rector Magnífico, Dr. José Nicolás Almánzar García, por la distinción y el privilegio que me otorgan al escogerme como orador invitado de esta Décimo Octava Graduación Extraordinaria. 1
Obviamente la oportunidad de dirigirse a un grupo tan selecto e instruido, no es muy frecuente y constituye un verdadero honor para la persona en quien recae esta distinción, y un enorme reto tratar de satisfacer las expectativas que puedan generar sus reflexiones en el auditorio.
En el caso de la Universidad de la Tercera Edad, por la composición de los graduandos, resulta mayor este desafío, por el importante rol que ha venido jugando esta especial casa de altos estudios en materia de formación académica profesional desde su fundación en el año 1989.
La UTE ha venido proporcionando un espacio de encuentro o reencuentro con la academia para todos aquellos que se vieron imposibilitados de alcanzar su sueño de lograr obtener un grado académico superior en una temprana edad, por una diversidad de razones. Se puede decir, que la Universidad de la Tercera Edad se convirtió en su segunda familia, y en consecuencia, en la cuna de sus sueños, permitiendo que hoy puedan recibirse en variadas áreas del saber, agregando a su hoja de vida una profesión, ya sea principal o complementaria.
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En cualquiera de estos casos, con el andragógico
empleado
método
de enseñanza
por esta universidad en la formación de
adultos, ha logrado incorporar al mercado laboral más de cuatro mil quinientos profesionales de las distintas carreras que son impartidas por la misma, incluyendo personalidades reconocidas de la vida nacional, que por sus actividades les era imposible asistir de manera regular a las aulas, o porque, como decíamos al principio, la abandonaron para hacer posible el sostenimiento de la familia y la preparación académica de sus hijos, y hoy esta universidad puede exhibir con orgullo que más del setenta y cinco por ciento (75%) de los egresados de sus aulas, se han dedicado, con éxito, al ejercicio de la profesión alcanzada.
En esta ocasión, estamos en presencia de ciento noventa y un graduandos, coincidiendo la celebración de este acontecimiento esta mañana de noviembre, con la celebración de toda esta jornada de no violencia contra la mujer, por lo que es propicia la ocasión para estimularles a que este grado sirva para fortalecer aún más su fe en el porvenir, los valores patrios y éticos y su compromiso con el país, de tal manera que las enseñanzas recibidas sean recogidas y puestas al servicio de los mejores intereses para que se constituyan en orgullo y ejemplo de sus familiares, amigos y de la sociedad en su conjunto. En su caso más meritorio aún por haber superado todos los obstáculos en tiempo oportuno y con posibilidad de ser útil a la sociedad. 3
A propósito viene a mi mente la enseñanza recibida de los escritos divinos, me refiero a la Parábola de los Talentos, contenida en el Evangelio de San Mateo (capítulo 25, versos 14 a 30):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: Un hombre que se iba al extranjero llamó a sus siervos y les encomendó su hacienda: a uno dio cinco talentos, a otro dos y a otro uno, a cada cual según su capacidad; y se ausentó. Enseguida, el que había recibido cinco talentos se puso a negociar con ellos y ganó otros cinco. Igualmente el que había recibido dos ganó otros dos. En cambio el que había recibido uno se fue, cavó un hoyo en tierra y escondió el dinero de su señor. Al cabo de mucho tiempo, vuelve el señor de aquellos siervos y ajusta cuentas con ellos. Llegándose el que había recibido cinco talentos, presentó otros cinco, diciendo: Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes otros cinco que he ganado. Su señor le dijo: ¡Bien, siervo bueno y fiel!; en lo poco has sido fiel, al frente de lo mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. Llegándose también el de los dos talentos dijo: Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes otros dos que he ganado. Su señor le dijo: ¡Bien, siervo bueno y fiel!; en lo poco has sido fiel, al frente de lo mucho te pondré; entra en 4
el gozo de tu señor. Llegándose también el que había recibido un talento dijo: Señor, sé que eres un hombre duro, que cosechas donde no sembraste y recoges donde no esparciste. Por eso me dio miedo, y fui y escondí en tierra tu talento. Mira, aquí tienes lo que es tuyo. Mas su señor le respondió: Siervo malo y perezoso, sabías que yo cosecho donde no sembré y recojo donde no esparcí; debías, pues, haber entregado mi dinero a los banqueros, y así, al volver yo, habría cobrado lo mío con los intereses. Quitadle, por tanto, su talento y dádselo al que tiene los diez talentos. Porque a todo el que tiene, se le dará y le sobrará; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará. Y a ese siervo inútil, echadle a las tinieblas de fuera. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.
Y me pregunto frente a esta enseñanza: ¿Qué harán ustedes con todo el tesoro que han recibido, con todo el bien invaluable que de manera desinteresada y desprendida se llevan de esta institución de educación superior, en la cual dejan y se llevan a su vez parte de su vida? ¿A cuál de los siervos de la Parábola de los Talentos ustedes imitarán? Estoy seguro que el cuerpo docente de la Universidad de la Tercera Edad confía plenamente en que han sembrado en terreno fértil, y que el esfuerzo y los sacrificios hechos por ustedes no fueron
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para concluir aquí, sino para tomar impulso y retomar con más vigor sus compromisos familiares, sociales y ciudadanos.
En el año 2008, reflexionando sobre la importancia de la educación en el desarrollo de los pueblos, tuve la oportunidad de hacer algunos comentarios, que creo útil rememorar en este magno auditorio.
Parte de un texto contenido en el libro “Cuentos Chinos”, del célebre escritor Andrés Oppenheimer, columnista del periódico Miami Herald, ganador del premio Pulitzer, entre otras distinciones y reconocimientos, en el cual éste relata la experiencia vivida en su recorrido por varios países de América Latina y su visita a la República Popular China. Analizando la diferencia entre el modelo de desarrollo de América Latina y el Este asiático, preguntaba a un señor, que identifica como el Dr. Ji, la diferencia entre ambos modelos, a lo cual éste contestó que: “Desde el punto de vista cultural, la principal diferencia es que los chinos son devotos seguidores de las enseñanzas de Confucio, el filósofo del siglo V antes de Cristo, que todavía es venerado como el principal ícono de la sabiduría china. Las tres principales características de la filosofía confuciana son: alentar a los padres a invertir tiempo y dinero en la educación de sus hijos, promover el ahorro y estimular la obediencia a la autoridad”. 6
Mientras que, al analizar el comportamiento en Latinoamérica, decía “que una de las cosas de América Latina de las que se quejan los empresarios chinos son las huelgas. Muchos de ellos dicen que los obreros latinoamericanos van a la huelga todo el tiempo”. Continúa desarrollando su explicación de cómo en América Latina disipamos el tiempo en siesta y carecemos de una cultura de inversión en educación para el desarrollo.
Ustedes se erigen en el mejor ejemplo de cómo transformar la ociosidad y la pereza en una virtuosa costumbre y una buena inversión en la educación, se necesita de mucha fuerza de espíritu y mucho valor personal para retomar los hábitos de estudio perdido o utilizar el tiempo de descanso, de compañía familiar, o compartir el tiempo de trabajo con la preparación para poder brindar un mejor servicio a la sociedad. Si logramos que su espíritu de entrega y superación sea el de la República, ¡cuánto lograríamos!
Ahora bien, en adición a los enunciados que preceden, por la posición que ocupo como Presidente de la Junta Central Electoral, sería incomprensible si en este auditorio no presentara algunas ideas de cara a las labores de este órgano electoral en la organización del certamen pautado para el 20 de mayo próximo, más aún estando apenas a seis meses de esta cita, que habrá de culminar con la elección 7
de siete Diputados (as) de Ultramar y nuevos dignatarios para la función de Presidente y Vicepresidente de la República.
En tal sentido, permítanme, dada la experiencia acumulada que tienen los graduandos y los invitados presentes, esbozar algunos aspectos de la vida estacional del órgano electoral de cara a las próximas elecciones, lo que coadyuvará a entender mejor el rol de esta entidad y ser artificie del proyecto que se construye de cara al futuro del país.
Originalmente se concebía a la Junta Central Electoral como la institución encargada de administrar y arbitrar los procesos de los cuales resultarían escogidas las autoridades para los distintos cargos públicos de elección popular, no se le conocía, ni tenía otras funciones.
Es a partir del año 1992 mediante la Ley No. 8-92, promulgada el 13 de abril, que el ámbito de la Junta Central Electoral se amplia, ya que fueron puestas bajo la dependencia de la Junta Central Electoral: La Dirección General de la Cédula de Identificación Personal y las Oficinas y Agencias Expedidoras de Cédulas, la Oficina Central del Estado Civil y las Oficialías del Estado Civil.
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De todos es conocido los importantes avances que ha logrado la Junta Central Electoral
en las distintas funciones que tiene a su
cargo, tanto en lo que tiene que ver con el rescate del registro civil como en la organización y dirección de los procesos electorales.
Los avances registrados son de tal magnitud que en el año 2010 Monseñor Ramón Benito de la Rosa y Carpio, Arzobispo de Santiago de los Caballeros, se expresó de la siguiente manera: “Yo creo que estamos creciendo en la fortificación de la Junta Central Electoral, creo que hemos crecido, y no solamente mirar una Junta Central Electoral por su función política, digamos así, sino también por esas otras funciones, como la cedulación. Por ejemplo, es un servicio necesario, utilísimo. Cuánto hemos crecido, cuánto hemos avanzado. Es cierto que todavía no hemos llegado a la perfección; pero hemos avanzado”.
En similares términos se refirió a la Junta Central Electoral, la Magistrada Presidenta del Tribunal Supremo Electoral de Guatemala, doctora María Eugenia Villagrán de León, el viernes pasado, con motivo de su visita al país para hacer entrega de equipos y materiales que le fueron facilitados por la institución para asistirles en el pasado torneo electoral celebrado en ese hermano país, citamos: “La participación de los expertos informáticos dominicanos fue 9
un aporte invaluable, …que cuenta con un equipo de alta tecnología, quizás de los más avanzados en el área centroamericana, en el área del Caribe y que estuvieron en todo momento apoyando a la Dirección de Informática del Tribunal Supremo”.
Es evidente que la Junta Central Electoral, tanto a nivel nacional como internacional, es una institución pública altamente valorada por sus resultados en la mejoría de los servicios ofrecidos, por los avances en tecnología e infraestructura y por la administración exitosa de los procesos electorales precedentes.
Como hemos dicho en anteriores ocasiones, la Junta Central Electoral ha construido una imagen de transparencia y elevado sus niveles de eficiencia, credibilidad y confianza en la población, al extremo de que los últimos estudios de investigación realizados por Latinobarómetro y Barómetro de Las Américas, y el estudio de campo más reciente, realizado por la empresa encuestadora Gallup, la sitúan como la institución estatal de mayor confianza; lo cual se debe a la creación de una estructura de sistemas, funcionarios y técnicos que garantizan la equidad, la legalidad y legitimidad de los procesos, que supera las individualidades tanto de su Pleno, como sus funcionarios, que hace posible que los resultados ofrecidos reflejen de manera estricta la voluntad del elector al momento de ser escrutada y servida. 10
Status del proceso electoral a la fecha En estos momentos nos encaminamos a un proceso electoral relativamente fácil de administrar y organizar, en comparación con los procesos anteriores. Como recordarán, en el año 2010 tuvimos una contienda electoral en la que concurrieron 16 mil 605 candidatos, para elegir 4 mil 036 funcionarios públicos para los cargos de Senadores, Diputados, Alcaldes, Regidores, Directores de Distritos Municipales, Vocales, Diputados Nacionales y Representantes al Parlamento Centroamericano.
En esta ocasión estamos llamados a celebrar un certamen en el territorio
nacional
donde
se
vislumbra
que
concurran
aproximadamente siete fórmulas presidenciales, que representarían apenas 14 candidaturas inscritas, con un listado de electores proyectado en 6 millones 470 mil al 20 de diciembre del año en curso, con una cantidad proyectada de 14 mil 800 colegios electorales en los cuales necesitaremos unas 75 mil personas para su conformación.
A este momento el calendario regresivo electoral ha sido ejecutado en un cuarenta y siete punto uno por ciento (47.1%), tal como fue programado; se han captado más de 135 mil ciudadanos los cuales se encuentran recibiendo los talleres de capacitación y entrenamiento para fines de evaluación y calificación, para conformar 11
el banco de elegibles de ciudadanos que serán parte importante en la administración del colegio electoral y del escrutinio del resultado.
La
ciudadanía
se ha integrado en la organización de los
procesos electorales a través de la administración de los Colegios Electorales, de esta manera esta importante acción ha quedado de manera fundamental en manos de la propia ciudadanía, ejercicio que cada vez más se viene perfeccionando, mediante un riguroso proceso de capacitación para alcanzar lo que es una meta: Colegios Electorales bien administrados.
Pero este proceso de integración de la ciudadanía se da también a través de la observación electoral, acción que se viene desarrollando en nuestra nación desde la década de los 80, constituyéndose en una importante forma de participación ciudadana organizada.
En los
últimos procesos los informes de los organismos de observación electoral nacional e internacional nos colocan en un sitial de transparencia, que la ciudadanía ha valorado, y por ende, está en condición de hacer suya la organización de los procesos electorales.
El voto, es la decisión de la ciudadanía. Los miembros de un colegio electoral, lo protegen. Es libre, secreto, directo, un deber y un derecho, universal, igual para todos, así como propio e individual. 12
Como órgano rector, la Junta Central Electoral ha venido cumpliendo con las responsabilidades puestas a su cargo. De su parte, los ciudadanos tenemos la responsabilidad de contribuir con nuestro accionar a la construcción de la democracia, ejerciendo plenamente los derechos de elección y participación, no sólo a través de las instituciones políticas y con el ejercicio directo del voto, sino con la integración decidida en las unidades fundamentales de decisión electoral, que lo constituyen los colegios electorales.
Asimismo, el próximo martes en el Teatro Nacional tendremos un acto solemne en donde juramentaremos los Miembros Titulares y Suplentes de las 155 Juntas Electorales que arbitrarán el proceso en todo el país. Hemos votado todas las resoluciones y reglamentos previstos a esta fecha, previa consulta con los partidos políticos e iniciado las licitaciones para la adquisición de los materiales genéricos a ser utilizados en el certamen. Entre estos reglamentos se destaca el Reglamento de la Observación Electoral, el cual tiene la novedad de que el Pleno de la JCE acordó promover y facilitar una observación electoral lo más plural posible, tanto nacional como internacional, habiendo
recibido
ya
la
confirmación
para
la
observación
internacional de la Organización de Estados Americanos (OEA) de que observará el proceso electoral venidero.
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Con relación a la observación nacional, más de quince organizaciones e instituciones no gubernamentales han expresado su interés de observar el referido proceso, que al tenor de la ley, se abrirá en los primeros días del mes de febrero del año 2012. Entre estas instituciones que serían parte de la observación, se encuentra precisamente esta academia, de tal manera que todos los graduandos presentes en este acto, a través de la misma, tendrán una excelente oportunidad de servir al país, ya sea como miembro de un colegio electoral o como observador de comicios y escrutinios.
La JCE no ha privado, ni le ha negado a ninguna organización, nacional o internacional, el derecho a la observación, simplemente lo que ha hecho es ampliar la observación a otras organizaciones, en el interés de obtener el mayor nivel de integración ciudadana y de expertos en la materia auscultando el desarrollo del proceso; lo que la JCE ha querido es dejar claro que no existe derecho exclusivo a la participación en la observación.
Como ya hemos visto, el proceso electoral marcha por buen camino, a diferencia de otros tiempos, los partidos políticos reconocidos tienen en sus manos hace más de un año la lista o padrón electoral y mensualmente reciben un corte con las adiciones y las inhabilitaciones en el mismo, asisten con frecuencia a las actividades propias de evaluación y monitoreo de la marcha del proceso electoral. 14
En pocas palabras, la JCE es un libro abierto, al que todos los ciudadanos pueden accesar.
Pero en estas circunstancias, ¿qué esperan los ciudadanos de la JCE? A decir de la investigación de campo de la empresa encuestadora Gallup, auspiciada por el periódico Hoy, el sesenta y cuatro por ciento (64%) de la población confía y espera que las autoridades manejarán el proceso electoral venidero con la debida imparcialidad y transparencia, similar a los últimos procesos.
Esta imagen institucional ha sido construida gracias a un trabajo sostenido de un equipo de hombres y mujeres comprometidos con la nación, que ha sabido sortear todas las dificultades y mantenerse firme en todas las tempestades.
A propósito de algunas discusiones y ruidos que se han producido en estos tiempos, he escuchado con frecuencia que al Presidente de la JCE se le ha catalogado de terco, de inflexible, por no acceder a algunos requerimientos que no han estado avalados, ni sustentados por las vías procedimentales establecidas, y ante estos señalamientos, me pregunto: ¿Quieren los ciudadanos una JCE débil, irresoluta, temerosa, incapaz de resistir presiones, que se incline al soplo de cualquier ventisca, o una institución justa, humilde y 15
accesible a la población, pero firme en la defensa de sus principios y valores? ¿Confiaría en una institución tímida y débil?
La verdad es que el país ha avanzado, el sistema electoral dominicano es maduro y adulto, pero falta por ver si el sistema político, y muy en particular, los partidos políticos han experimentado este mismo avance. De manera muy atinada, el Seminario Camino de la Iglesia Católica en su más reciente entrega reclama de la JCE actuar con responsabilidad, honestidad, imparcialidad, valentía y firmeza en la función que le es propia. Y agrega que “parte de su éxito es prever y prevenir, y de ningún modo improvisar, dado que la singular función de ser tribunal único sin apelación se han de esmerar sus integrantes en transparencia en todas sus acciones. De su flaqueza y titubeo no vendrán sino males difícilmente remediables”.
La Constitución de la República, en su artículo 212 y siguientes otorga la facultad a la JCE de funcionar como un órgano que goza de autonomía financiera, técnica, presupuestaria y administrativa. Ella misma, en su artículo 216, establece cuáles son los fines y propósitos de los partidos políticos, y precisamente en su numeral tercero de este articulado, obliga a éstos a servir al interés nacional, al bienestar colectivo y al desarrollo integral de la sociedad.
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Esto significa que los partidos en su conformación y funcionamiento deben sustentar su actuación en la transparencia, y la Norma Sustantiva restringe su actuación a que sea de conformidad con la ley, y aunque les reconoce ser las conexiones políticas básicas para la expresión ciudadana, e instituciones útiles para canalizar los intereses ciudadanos en contraposición con los intereses corporativos de sectores y grupos de poder, los obliga a pensar y actuar como instrumento para la consolidación de la democracia y de las instituciones del sistema.
En este sentido, los partidos y los diversos actores sociales deben cuidar de ejercer la más amplia participación en todos los temas propios de la JCE, pero no pueden constituirse en la institución misma; deben ser consultados, escuchados y tomados en cuenta por ésta, pero no imponer a ella sus propuestas; la institución debe estar de pie, no de rodillas.
Desde hace mucho tiempo los procesos electorales en la República Dominicana son pulcros y limpios, y la transparencia en los mismos sobrepasa las individualidades, esto así, debido a que en todos esos años se ha estado construyendo una estructura funcional, se han definido unos procedimientos que han merecido el reconocimiento y 17
la aceptación internacional, es decir, esta estructura de sistemas, funcionarios y técnicos son la real garantía de la equidad, la legalidad y legitimidad de los procesos.
En mi condición de Presidente de la JCE, aprovecho este escenario para reiterar que el proceso electoral venidero concluirá con la elección de las autoridades establecidas para la conducción de los destinos públicos, revestida de los mayores niveles de transparencia conocidos hasta este momento, y que la legalidad y legitimidad del mismo no será siquiera objeto de duda.
Los ciudadanos dominicanos, los partidos políticos y demás instituciones públicas y privadas y las agencias internacionales pueden descansar tranquilos, ya que nosotros, que hemos sido parte de la construcción de esta renovada institución, con elevados niveles de confianza y credibilidad, somos los más llamados a preservar y ampliar los mismos, para concluir nuestra función pública con la satisfacción del deber cumplido.
Señoras y señores, pido a Dios que los ilumine para seguir siendo hombres y mujeres de bien, para con este grado seguir aportando al desarrollo institucional de la nación, y les ruego a ustedes acompañarnos en este nuevo proceso, agotando todos los espacios que 18
les otorga la nueva Constitución de participación activa en la toma de decisión y en la elección de sus autoridades, con la seguridad de que con su trabajo y el nuestro, gobernará el candidato que reciba una mayor votación en el certamen y represente la voluntad ciudadana.
Muchas gracias….
Dr. Roberto Rosario Márquez Presidente JCE
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