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EL BARROCO MUSICAL EN LIMA

Como es sabido, en el contexto del siglo XVI mediante la experiencia europea del renacimiento, España trajo consigo las formas artísticas que serían predominantes en el nuevo continente. En el campo del arte, por ejemplo los estilos: “platerescos”, “herrerianos” “mudéjar” y la plástica coetánea, “música polifónica”, entre otras expresiones, llegaron ya hechos. Sin embargo, un siglo después, al mismo tiempo que en Europa, devino el barroco como primera experiencia cultural de herencia occidental propia de América.

Con este criterio es manifiesto que los ámbitos más interesantes fueran el de la música de iglesia, la música de corte, la música de teatro y la música popular y sobre todo urbana. Como es lógico suponer el trasplante de la música selecta en plena efervescencia y creatividad en la Europa barroca, se da sobre todo en los ámbitos de la iglesia y los salones de la aristocracia. Por lo que se sabe, esta producción selecta dio obras de compositores criollos y mestizos aquí formados, de semejante nivel, algunas veces, al de los europeos conocidos en estas tierras.

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Ya consolidada la vida cultural en el virreinato, la música de iglesia había ingresado a catedrales y templos mayores con elencos musicales propios. En aquellos lugares, hubo una amplia proliferación de obras musicales: misas, motetes, pasiones, villancicos, entre otras. Estas producciones alcanzaron grandes logros, sobre todo en las funciones litúrgicas, al utilizar coros múltiples, -hasta 4 coros a la vez-. Así como otras obras de dificultad polifónica. Fue muy apreciado el gusto por la polifonía y el canto acompañado. Los maestros de capilla más conocidos en la Lima virreinal fueron Tomás de Torrejón y Velasco y José de Orejón y Aparicio.

En lo que refiere a la música de corte, este campo fue propio de la aristocracia y clases altas de la sociedad limeña. Mientras en Europa el proceso de creciente individualismo determinó el desarrollo de la música dramática con coros y voces solistas aún impersonales, en América, en cambio, prosperaba la cantata. Así en Lima, en palacios y mansiones, la cantata y el villancico fueron los géneros cultos más usuales.

Así sucedió que a estos géneros pertenecen las obras más logradas de Tomás de Torrejón, antes citado, y las del peruano José de Orejón y Aparicio, de una producción de calidad extremadamente alta y uniforme.

Andrés Santa María Músico Conservatorio Nacional de Música del Perú

Confirmación de la Indulgencia a San Francisco. Siglo XVIII.

En lo que refiere a la música instrumental en ambientes cortesanos limeños, se reconocía la valía de los vihuelistas del siglo XVI, y aunque la llegada del siglo XVIII y los gustos borbónicos, no afectaron del todo el uso de la guitarra, el clavecín fue puesto en primer plano.

La música de teatro, que había madurado en España a fines del siglo XVI, se dirigió a las colonias con gran celeridad. Se musicalizaban las obras de autores hispanos, como Lope de Vega (1562 – 1635), en las que era habitual que los actores, acompañaran el canto con la vihuela, guitarra o arpa. En estos llamados “tonos”, la música no debió ser de alta categoría, lo que generó una producción abundante pero efímera.

En la segunda mitad del siglo XVII, las expresiones barrocas se van consolidando en América, y llega la zarzuela, expresión lírico-dramática propia de España, que es la madurez progresiva del incremento lírico en las obras de teatro. Se integró como parte importante de muchas de sus escenas. Ante ello, se realizaron en América algunos intentos efímeros de ópera. El primero en Lima y América hispana, titulado: La Púrpura de la Rosa, de Tomás de Torrejón (1701). Esta obra es un alarde palaciego con motivo de una efeméride oficial.

Para festejar los 18 años de edad del rey Felipe V y el primer año de su reinado que significó el ascenso al poder de los borbones. El virrey le encomendó a Tomás de Torrejón y Velasco la composición de una ópera para que fuera representada en el palacio virreinal. La Púrpura de la Rosa, compuesta en 1701, fue estrenada en el palacio virreinal de Lima el 18 de octubre de dicho año. El libreto en “una jornada única”, presenta 18 personajes individuales a más de coros de soldados, villanos. Ambientada en una cacería mitológica, la obra se basó en una ópera estrenada en 1660 por compositor español Juan Hidalgo, con libreto de Pedro Calderón de la Barca, cuya partitura se ha perdido. La Púrpura de la Rosa de Torrejón es una comedia dinámica, sensual y cargada de erotismo. Narra el amor del dios Marte por Venus y la pasión de Adonis por la misma diosa. Pero Adonis está signado por el destino, pues su horóscopo le predice que morirá de amor. Este conquista a Venus y ambos cantan un dúo romántico.

En 1707 llega el virrey Marqués de Castell dos Rius, el cual trajo en su séquito una capilla de nueve músicos bajo la dirección del milanés Roque Ceruti, quien no sólo sería maestro de capilla de la catedral de Lima, sino el más importante referente de la música cortesana del virreinato. Cerutti compuso óperas como “El mejor escudo de Perseo” (1708), con libreto de Castell dos Rius, y “Triunfos del amor y del poder”. Él introdujo el violín en la capilla de la catedral limeña interpretando él mismo sus obras sacras y sus villancicos conservados

Otro referente de la música de corte, fue María Micaela de Villegas y Hurtado de Mendoza (Lima, 28 de septiembre de 1748 – 16 de mayo de 1819), conocida como “La Perricholi” una famosa actriz de teatro peruana y una de las mujeres más célebres del siglo XVIII.

A los 15 años debutó en el Corral de Comedias, propiedad de Maza, conocido actor y empresario teatral, quien la protegió y enseñó el oficio teatral. El teatro era su pasión, y antes de cumplir 20 años, su talento, y elocuencia la convirtieron en la actriz de moda. Dotada de imaginación ardiente y fácil memoria recitaba con suma gracia romances caballerescos y escenas cómicas. Todos los días el teatro se abarrotaba de público, era muy admirada y su fama trascendió los límites del virreinato. En esa época inició un romance que duró 14 años con el sexagenario virrey don Manuel Amat y Junyent.

Por otro lado, la música popular, se vio influenciada por el crisol de razas, costumbres y tradiciones. Por un lado, los negros se mostraron aptos para la música y el baile, introduciendo melodías y ritmos peculiares. Por otro, los instrumentos traídos por los europeos fueron arraigados y adaptados por los pueblos originarios. La guitarra española derivó en el charango, por citar un caso. La música popular fue influyendo a la música religiosa y a la de salón que participó de su inspiración, antecediendo a la música popular de hoy.

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