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LA ESCUELA LIMEÑA DE PINTURA

Ricardo Kusunoki Historiador del Arte Museo de Arte de Lima

Como capital y sede cortesana de un extenso virreinato que llegó a abarca casi toda América del Sur, Lima fue uno de los núcleos artísticos más importantes de todo el continente. Este papel se vería reforzado debido a las restricciones impuestas por la corona española, que convirtieron a la ciudad en el principal nexo con la metrópoli. Fue así como, en los inicios de la sociedad colonial, se afincaron en ella diversos artífices provenientes de la península, cuya labor sentaría las bases para una producción artística local. Aunque sus obras no se conservan, está bien documentada la actividad de una familia de pintores cordobeses como los Illescas, cuyo trabajo cubrió la demanda local a mediados del siglo XVI. Más importante aún fue la temprana circulación de obras españolas llegadas como imágenes de culto, junto con las primeras efigies escultóricas de la ciudad. Entre ellas destaca aún la Virgen de la Antigua, copia de un venerado lienzo medieval, mandada a ejecutar hacia 1544 por Juan de Federegui, arcediano de la catedral de Sevilla, para obsequiarla a la de Lima.

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Este tipo de piezas constituirían el principal patrimonio pictórico de la ciudad hasta el arribo, en el último tercio del siglo XVI, de tres maestros italianos, quienes dejarían una influencia perdurable en el arte local: Bernardo Bitti, Mateo Pérez de Alesio y Angelino Medoro. El primero era hermano jesuita y trajo las novedades del arte inspirado por la Contrarreforma. Pintada poco después de 1580, la Coronación de la Virgen - en la sacristía de San Pedro- es, quizá, su obra limeña más importante, y es un ejemplo del intenso trabajo de adoctrinamiento visual que llevó a que Bitti también recorriera la sierra sur y parte de la actual Bolivia. Pérez de Alesio llegó a Lima hacia 1580 tras adquirir fama como muralista al trabajar en la Capilla Sixtina. De su labor en la ciudad no queda prácticamente nada, salvo la emblemática Virgen de la Leche - hoy en el MALI-, y los murales que un seguidor suyo pintó en la capilla del capitán Bernardo Villegas- en el Convento de la Merced-. En contraste, se conservan aún numerosas obras de Medoro, entre las que destaca la Inmaculada Concepción, ejecutada en 1618 para el convento de San Agustín. De forma paralela a la presencia de estos maestros, Lima siguió consolidando un lugar importante como receptora de obra sevillana. Fue en Sevilla donde los padres dominicos llegarían a contratar en 1608 un ciclo sobre la vida de su santo fundador, pintada por Miguel Güelles y Domingo Carro. Más importantes son las numerosas pinturas enviadas a Lima por Francisco de Zurbarán, figura central del naturalismo sevillano, entre las que destaca el apostolado del convento de San Francisco, ejecutado hacia 1638. La influencia de esta corriente se dejó sentir entre los pintores locales, sobre todo en el campo del retrato, pero también en el intento fallido que emprendieron en 1649 por conformar un gremio como el de la ciudad española. De hecho, habría que esperar hasta 1670 para ver la consolidación de una gran escuela local. Su principal fruto fue la serie sobre la vida de San Francisco, que se conserva aún en el claustro principal del convento del mismo nombre. Ella fue realizada por cuatro pintores criollos liderados por Francisco de Escobar, quien sería considerado el maestro más importante de su tiempo.

Para inicios del siglo XVIII, la actividad de los talleres limeños decae notablemente ante la intensa circulación de pintura proveniente del Cuzco, que llegó a imponerse en el gusto capitalino. Solo después del terremoto de 1746 habrá un auténtico resurgir pictórico, pero esta vez bajo el signo de la Ilustración. La gran figura del periodo fue Cristóbal Lozano, cuya obra sintonizó con el gusto académico europeo del momento. Autor de notables retratos, como el del virrey Conde de Superunda, de 1748 – en la catedral de Lima-, este maestro también desarrolló ambiciosas composiciones religiosas inspiradas en el siglo de oro español, entre las que destaca la Coronación de la Virgen de 1765 – hoy en el Museo Arzobispal-. Lozano dejaría una amplia estela, que se manifestó en la generación siguiente a través de la serie sobre la vida de San Pedro Nolasco, - 1783-1792, en convento de La Merced-, pintada por Julián Jayo y Joaquín Bermejo, entre otros. Sus lienzos combinan el carácter didáctico con un gusto rococó por lo escenográfico y ornamental. Este círculo de artistas se vería pronto influido por presencia de Matías Maestro y José del Pozo, artistas españoles y abanderados del neoclasicismo, quienes marcan el final de la producción artística virreinal. 1

1. Virgen de la Leche; por Mateo Pérez de Alesio. Siglo XVI, Museo de Arte de Lima/ 2. Inmaculada Concepción; por Angelino Medoro. Siglo XVI/ 3. La Coronación de la Virgen; por Bernardo Bitti. Siglo XVI.

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1. Imposición de la casulla a San Ildefonso; por Leonardo Jaramillo. Siglo XVII. Museo de los Descalzos, Lima. 2. Santa Úrsula y las once mil vírgenes; anónimo. Siglo XVII. Convento de San Agustín, Lima. 3. Inmaculada; anónimo. Siglo XVII. Tercera Orden Franciscana Seglar, Lima. 4. Serie de la vida de San Francisco; por Francisco de Escobar (atribuido) Siglo XVII. Convento de San Francisco, Lima

Retrato ecuestre del Conde de Lemos portando estandarte de Santa Rosa; Anónimo Siglo XVII Museo Enrique Larreta de Buenos Aires

Retrato ecuestre del Conde de Superunda; por Cristóbal Lozano Siglo XVIII Museo de América de Madrid

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1. Retrato del virrey José Antonio y Manso de Velasco, Conde de Superunda; por Cristóbal Lozano.

Siglo XVIII. Catedral Metropolitana de Lima. 2. Coronación de la Virgen; por Cristóbal Lozano.

Siglo XVIII. Arzobispado de Lima. 3. Retrato de Pedro Peralta y Barnuevo; por Cristóbal Aguilar.

Siglo XVIII. Universidad Nacional Mayor de San Marcos. 4. Virgen del Carmen con donante; por Julián Jayo (atribuido).

Siglo XVIII. 5. San Pedro Nolasco suda sangre; por Manuel Paz.

Siglo XVIII. Convento de la Merced, Lima. 6. Retrato de Catalina Sanchez Boquete; por Pedro Díaz.

Siglo XVIII. Colección Manuel Gastañeta.

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1. Transición de Santa Rosa de Lima; por José del Pozo.

Siglo XIX. Iglesia de Santa Rosa de los Padres. 2. Retrato de Rosa Catalina Vasques de Velasco y Peralta; por Mariano Carrillo. 1 Siglo XIX. Casa de Ejercicios de Santa Rosa. 3. Retrato de Mariano Alejo Álvarez y su hijo; por José Gil de Castro. 2 Siglo XIX. Museo de Arte de Lima. 4. Apoteosis de la Catedral de Lima; por Matías Maestro.

Siglo XVIII. Casa de Ejercicios de Santa Rosa Siglo XIX. Catedral de Lima. 3. Retrato de Mariano Alejo Álvarez y su hijo; por José Gil de Castro

Siglo XVIII. Museo de Arte de Lima. 4. Apoteosis de la Catedral de Lima; por Matías Maestro

Siglo XVIII. Catedral de Lima.

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