Publiciudadmcy No. 24 Julio 2021

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ESCRITORES

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Por Vanessa Rozo @historiasdepenny La multitud del barrio se abalanzaba sobre las cajas con desesperación, robándose el material que habían logrado recabar para la escuela. – ¡Ojalá estuvieran robando para leer! Se lamentó Madeline, mientras intentaba salvar algún título de entre la turba. De pronto, un golpe en su espalda la obligó a ponerse de rodillas, cegada de dolor. Esteban, su asistente, corrió hacia ella sin percatarse del movimiento que ocurría en las calles laterales que rodeaban la escuela, desde donde rugía una batería de detonaciones que dispersó de inmediato a los presentes. Esteban la sostuvo entre sus brazos y, como pudo, la ayudó a correr escaleras abajo, mientras los disparos continuaban. Bajaron juntos el resto de las escaleras que separaban el rancho de Madeline de la escuela; Esteban le dio un calmante y la dejó sobre su cama, donde permaneció en contra de su voluntad. – Voy a subir, quizás logremos salvar algunos libros. Madeline se sumergió en un sueño inquieto, producto del calmante, hasta que el golpeteo incesante sobre su puerta la despertó. Era Esteban, empapado, que traía en sus brazos una pequeña caja de los libros que había podido recuperar. – Madeline, cuando subí de nuevo hasta la escuela conseguí algo más que libros. Al borde de las escaleras había un muchacho herido de bala, supongo era a él a quien buscaban en medio de la revuelta. Lo ayudé, como pude, lo llevé escaleras abajo y lo monté en un carro para que lo llevaran al hospital.

– ¡Por Dios, Esteban! ¿Sabes quién era? – No. No pasó mucho rato para que Doña Rosa, su vecina, trajera hasta ellos el rumor de la venganza que corría por el barrio, debido a la muerte frustrada.

– ¡Ay maestrica! Dicen que el Yeison y su gente andan por el barrio buscando a… ¡Esteban! No, ese muchacho no se puede esconder aquí, ¡los va a matar! ¡Los va a matar a los dos…! Doña Rosa hiperventilaba. Sabía que cuando Yeison encontrara a Esteban se lo llevaría a él y a todo el que tuviera por delante. – Tienen que irse, maestra, ¡váyanse antes de que los encuentre! Esteban y Madeline se vieron, perplejos ante tales declaraciones. Se apresuraron a vestirse, mientras la aterrada vecina se iba, echándoles la bendición. Madeline la atajó en la puerta para interrogarla un poco más. – Si tengo que dejar mi vida al menos debo saber por qué, pensó, preguntándole a doña Rosa si conocía quién era el desconocido al que Esteban ayudó temprano.

Continúa…


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