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Referencias bibliográficas..................................................................................34

También Jane-LLopis et al. (2021), en su informe realizado en Cataluña (España), titulado “Mental ill-health during COVID-19 confinement”, con el objetivo de revelar los agentes de exposición de riesgo y de defensa en relación con una mala salud psicológica; la metodología utilizada fue una encuesta transversal en línea a 37.810 residentes catalanes mayores de 16 años, del 21 de abril al 20 de mayo de 2020 que informaron el predominio de las enfermedades mentales, uso de sustancias, estrategias y conductas de afrontamiento asociadas; los resultados revelaron que la prevalencia ponderada de depresión, ansiedad y falta de bienestar mental fue respectivamente de 23, 26 y 75%, cada una tres veces mayor que antes del confinamiento. Las mujeres, los adultos más jóvenes y los estudiantes eran considerablemente más propensos, por otro lado, las personas mayores y jubiladas fueron menos proclives a reportar problemas de salud mental; en conclusión se necesita una atención especial para la población adulta más joven, en presencia de un posible nuevo confinamiento, se precisa con urgencia una mejor alfabetización en salud mental de las estrategias de afrontamiento basadas en la evidencia y el desarrollo de la resiliencia para mitigar la mala salud mental.

Sin embargo Maggi et al. (2021), en su investigación realizada en Italia, cuyo título es “Mental health status of Italian elderly subjects during and after quarantine for the COVID-19 pandemic: a cross-sectional and longitudinal study”, con el propósito de explorar la conmoción psicológica por el virus y el aislamiento junto con los cambios en el estado de salud mental de los ancianos italianos; la metodología usada fue un cuestionario en línea que incluía una evaluación de depresión, ansiedad, ira, estrés postraumático, fallas cognitivas subjetivas, resiliencia, estilo de afrontamiento y otras dimensiones relacionadas durante el aislamiento (T0) y dos meses después del final de la cuarentena (T1); los resultados demostraron que la muestra reclutada durante la pandemia incluyó a 334 participantes de edad avanzada. Aproximadamente el 45% de los participantes experimentaron depresión, ansiedad e ira, además, un mayor miedo a infectarse estaba relacionado con estos problemas más severos, los síntomas depresivos y de ira más graves se relacionaron con fallos cognitivos más peligrosos. Finalmente, una depresión más severa durante la pandemia se asoció con el desarrollo de síntomas de estrés postraumático dos meses después del confinamiento.; en conclusión, el miedo a infectarse, probablemente debido a la percepción de vulnerabilidad a la enfermedad, parece jugar un papel crucial en el desarrollo de síntomas psicológicos en los ancianos, pero la resiliencia parece mediar el impacto del miedo. La presencia de consecuencias psicológicas a largo plazo y el posible riesgo de desarrollar síntomas de TEPT en los ancianos sugieren la

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