3 minute read

Una labor, un personaje...

Utilidad P Blica

El pasado 7 de febrero, a los 88 años y producto de afección respiratoria, dejó de existir José Manuel Baeza Ahumada, quien hasta sus últimos días gozó del cariño y los cuidados de su familia, dejando junto a su señora Matilde Silva “completando un matrimonio de 66 años- un legado de 7 hijos, 18 bisnietos y 2 tataranietos.

Advertisement

Don José Manuel, junto a doña Matilde, fueron de las primeras personas en llegar a vivir a lo que hoy se conoce como Población Los Andes, ubicada cerca de la Papelera de Puente Alto, esto debido a la operación “tiza” (llamada popularmente) de autoconstrucción de casas en el año 1968, cuando dicha población no eran más que sitios eriazos.

El matrimonio desarrolló con los años una loable gestión social, siendo pioneros en el mejoramiento del sector, participando activamente en la junta de vecinos, ocupado diversos cargos con el correr de los años. La implementación de casetas sanitarias en el lugar, para que la gente que empezó a vivir ahí tuviera cocina y baño, o las gestiones para crear el primer jardín infantil de la población, fueron algunos de los logros que don José Manuel y doña Matilde, en conjunto con los demás dirigentes, lograron concretar para que los vecinos pudieran vivir de una forma más digna.

“Mi papá perdió a su padre muy niño, y mi madre tuvo que salir a trabajar, y dejándolo como interno en la Ciudad del Niño, en donde llegó a lo que en ese tiempo era 2° Humanidades. Después estudió sastrería y contabilidad, que no alcanzó a terminar, desempeñándose años después como empleado de la Caja Bancaria, y por mucho tiempo se dedicó posteriormente al rubro textil, trabajando en empresas como Sumar Nylon y en Textil Progreso”, comenta su hija mayor María Ignacia.

En tanto, su hija menor, Cynthia, dice que su padre para ella, era su héroe.

“Él era además un diccionario viviente, sabía el significado de prácticamente todas las palabras. Siempre leyó mucho, era muy culto en ese sentido (…) Recuerdo de niña la casa llena de juguetes, en épocas como Navidad, pues como era miembro de la JJVV, se dedicaba con mi mamá a entregarles regalos a los niños de la población”.

UN “ROMÁNTICO” Y ÁVIDO LECTOR

Junto a sus hijas se encuentra Zachir, nieto de don José Manuel, quien recuerda a su abuelo “como un romántico. A él le gustaba mucho leer, en su vida escribió muchos poemas, los que con orgullo mostraba a las visitas, los cuales me encargué ahora de guardar y recopilar. También era muy bueno para la talla, le gustaba compartir alegrías en la casa. ¡Ah! y siempre fue un ávido lector de Puente Alto al Día, era sagrado leerlo, ¡lo que hizo hasta sus últimos días”

Su hija mayor cuenta que en 1991, la casa de sus padres se quemó por completo en un incendio, y los vecinos ayudaron entre todos y levantando así un nuevo hogar, demostrando una gran solidaridad, y a la vez, agradeciendo todo el trabajo que don José Manuel ”junto a su mujer- hicieron por la población en sus inicios.

“Ahora, cuando falleció mi padre, algunos vecinos, de los de antiguos, que son poquitos los que van quedando en Los Andes, se sintieron muy afectados con su partida. Eso sí, los Baeza como familia, son bien conocidos en la población, por su trabajo y su preocupación por los demás”, concluye emocionada María Ignacia.

TALLER LITERARIO «LA ROCA»

Dirección: Magdalena Medina Arenas

F E R I A L I B R E EN P U E N T E A L T O

La historia de la Feria Libre de Puente Alto es parte viva de la historia de este pueblo. La feria es una de las grandes manifestaciones de la vida diaria de los puentealtinos. A ella hemos llegado todos. Cuantos recuerdos guardamos de este viaje semanal, ya fuese de la mano de la madre o del brazo del marido. Allí encontramos a las amigas que no vemos hace años y hacemos tacos conversando sobre nacimientos muertes y casamientos. Los férianos son una gran familia, donde hay de todos en cuanto a ideologías y religiones. Pero son uno solo cuando se trata de su trabajo o cuando se trata de ayudar al que esté en desgracia. Para el pueblo de Puente Alto también tiene un significado familiar, haya sol o lluvia ellos están ahí para atendernos, siempre alegres, con la palabra amable y el chiste a flor de labios. Pero, juguemos un poco con la imaginación y trasladémonos al año 1942 cuando Puente Alto estaba rodeado de potreros como viñas y sembradíos. Algunos llegaron con una cajita de pimentones, otros con una cuelga de ajos o unas cuantas lechugas. Algunas mujeres trabajaron la ropa usada. En 1942 la Feria se instaló en la calle Concha y Toro entre Santa Josefina y Gandarillas. Y así fue como empezó a funcionar la Feria Libre en este pueblo.

This article is from: