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Presentación

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Agradecimientos

Agradecimientos

Este libro es una apuesta proveniente de las diversas iniciativas institucionales, académicas, gubernamentales y de cooperación internacional que apoyan la construcción de paz y aportan a la transicionalidad, a la reincorporación y a la reconciliación, luego de cuatro años de la firma de los acuerdos de paz entre el hoy partido político Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (FARC) y los delegados del Gobierno del entonces presidente Juan Manuel Santos. Este proyecto editorial se asume como parte de la responsabilidad y el compromiso de la academia, como sector de la sociedad civil, para construir escenarios de convivencia y no repetición, en los que se posibilite la concreción y la creación de oportunidades para reconocer, producir, potenciar y divulgar el conocimiento local de las organizaciones comunales, veredales y rurales del país.

Los textos que se presentan a continuación fueron elaborados por campesinos, indígenas, afros y excombatientes en las instalaciones de la Comunidad Noble y de Paz Marco Aurelio Buendía en Charras (Guaviare), donde se desarrollaron ejercicios formativos, creados con la Pontificia Universidad Javeriana, para fortalecer las capacidades narrativas y escriturales de las personas que integran la comunidad del caserío y la Junta de Acción Comunal de Charras. Con estos ejercicios, se buscaba elaborar reflexiones, relatos y anécdotas sobre las formas en las que el campesino de a pie resiste en la vida cotidiana a la guerra, a la pobreza y a las duras condiciones económicas. También

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Fuente: Cartilla de Lineamientos para la reubicación del ETCR Marco Aurelio

Buendía de las FARC. PUJ-PPU Alimento,

Vida y Hábitat, 2020.

reflexiona sobre los aprendizajes de la vida campesina para establecerse en el Guaviare, las luchas para construir poder popular y las expectativas que tienen sobre su futuro como campesinos y excombatientes. Con estos insumos, el equipo de trabajo realizó un delicado proceso de artesanía orientado a elaborar, más que una colcha de relatos o una historia fragmentada, un tejido, un paisaje narrativo en el que cada autor propuso su propia puntada.

Usted tiene en sus manos una compilación de textos que ensambla un crisol de identidades guaviarenses y, al mismo tiempo, que reivindica las memorias locales y regionales de personas que caminaron por muchos años el departamento hasta conocerlo a profundidad, que han defendido sus territorios y a pulso han obtenido un terruño donde la vida digna y el buen vivir buscan abrirse paso. Estas páginas son un viaje con el que se busca desenterrar del olvido la historia de Charras. Además, tienen como objetivo ser un medio para que las nuevas generaciones del lugar la apropien, la divulguen y, lo más importante, la vivan.

Los antecedentes de este proyecto se remontan al 2017, año en el que la junta y la comunidad abrieron la puerta para generar espacios de formación sobre narrativas locales e historias comunitarias. De esta manera, fue posible el desarrollo de este proyecto editorial con la Junta de Acción Comunal de Charras; la Comunidad Noble y de Paz Marco Aurelio Buendía, ubicada en cercanías del caserío; el Proyecto de Planeación Universitaria: Proyecto Javeriano de Paz y Reconciliación; y la Plataforma de Gobernanza Comunitaria para la Construcción de Paz, de la Facultad de Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad Javeriana. La compilación de este ejercicio narrativo contó con el acompañamiento continuo del profesor Carlos del Cairo, el antropólogo Tomás Vergara y la profesora del Departamento de Literatura Luz Stella Angarita. No sobra decir que se realizaron ejercicios de retroalimentación y validación con los autores de los relatos y de las reflexiones que aquí reposan. Los autores, además de ser protagonistas y escritores de sus propias historias, aportaron elementos valiosos para definir las formas como los relatos se distribuyeron en la estructura narrativa.

El libro fue posible por la confluencia de voluntades políticas y administrativas, que involucran una heterogeneidad de procesos asociados a la credibilidad en las

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acciones formativas que puede generar la academia. Este sector de la sociedad que se ha dedicado a comprender el conflicto y la guerra, sus causas estructurales y las crudas consecuencias para el país. Desde hace un tiempo para acá, esta decidió salir de las aulas con el objetivo de incidir en los territorios y de acompasar los esfuerzos de organizaciones sociales y políticas, en un momento histórico para el país que requiere de la unidad, la reunión de esfuerzos y la educación sentipensante como brújula para construir nuevas formas de pensarse el bienestar integral de los territorios históricamente olvidados.

En suma, este libro desea aportarle herramientas al pueblo guaviarense para contar la historia de los vencidos, de manera que la educación se constituya en un bien común para recuperar esos momentos en los que los viejos contaban historias a los niños, y para que los saberes del recuerdo y del anhelo se puedan rescatar de los anaqueles de la historia, de eso diminuto que sabe permanecer y de lo inmenso que la máquina del olvido desea con ansias aniquilar: la memoria de los pueblos.

Asumir este reto requirió de la planeación rigurosa para construir un equipo de trabajo interdisciplinario que generara sinergias investigativas y afectivas. Por un lado, se construyó una ruta que propusiera diálogos sobre cómo y por qué es importante narrar una historia, tejer colectivamente un sentido ético y político sobre su uso, y reflexionar sobre las ventanas de oportunidad que generan procesos de memorias comunitarias para la región. Por otro lado, se hizo un ejercicio de memoria en el que aparecieran esas voces que el tiempo y las instituciones han silenciado, incluso aquellas que dentro de las mismas organizaciones sociales no han tenido la oportunidad de ser escuchados, como las de las mujeres, los jóvenes o los viejos.

La brújula del proceso fue el cuestionamiento de las formas tradicionales, el cómo se cuenta la historia de la nación, la guerra y nuestro conflicto de manera que la pregunta por cómo hacer memorias locales, a partir de la creatividad, se tradujera en reflexiones poderosas y robustas sobre la necesidad de recuperar el sentido de apropiación por lo comunitario como una fuente de dignidad. Nos salimos del dolor y la victimización para cuestionar los discursos del horror, esos que han colonizado buena parte de la esfera pública de la democracia, que se ha encargado de enumerar, cuantificar y ejecutar formas deshumanizantes de administrar el dolor de las víctimas, sujetándolas a su condición de vulnerabilidad y reproduciendo discursos

Aguas dignas, ríos que narran

que reafirman lógicas perversas de dependencia y neocolonialismo. En este sentido, consideramos que el papel de la memoria es empoderar a las mujeres, los niños, los jóvenes y los adultos para reconstruir identidades y, así, recuperar el lugar de enunciación de la democracia, pero no de cualquier democracia, sino la defendida y construida desde abajo, como menciona el educador Jefferson Jaramillo (2015).

Las múltiples investigaciones realizadas en y sobre el Guaviare fueron la ruta para iniciar este proyecto. Por ejemplo, estudios elaborados por escritores y periodistas han aportado a las memorias regionales, a partir de ángulos diversos —como es el caso de Alfredo Molano—, pues dedicaron décadas de trabajo a desentrañar y visibilizar las memorias y resistencias campesinas en el departamento. También hay que mencionar la labor de equipos de trabajo, como la Corporación de Estudios Sociales y Culturales de la Memoria (Cesycme) o el Semillero de Investigaciones Interdisciplinarias en Cultura y Naturaleza (Siicuna), adscrito a la Pontificia Universidad Javeriana, que han contribuido a tejer y movilizar las memorias de la organización política y social del campesinado y los conflictos socioambientales que la historia del departamento trae a sus espaldas.

Luego de leer y discutir, el equipo de trabajo elaboró una propuesta pedagógica que se inspira en la educación popular, por lo que tuvo como objetivo construir un proceso participativo que debatiera y polemizara las formas heredadas sobre cómo se conoce, se aprende y se recuerda. La apuesta resultante se orienta a posicionar las narrativas personales y comunitarias como una herramienta para re-significar el lugar de la sabiduría del campesinado en el quehacer cotidiano. Así, las mujeres, los jóvenes, los adultos y los viejos que participaron en el módulo ayudaron a construir un espacio pedagógico que busca transformar la técnica habitual en la que se produce conocimiento, porque parte de la premisa de que cada quién es sabio de sí mismo. En ese sentido, todos están en la capacidad de aportar a las discusiones. Es una apuesta que, como varias otras, busca romper la autoridad del experto y, en cambio, supone que a partir de la escucha y la palabra cada uno de nosotros es susceptible de adquirir y generar nuevos conocimientos. Llegar a esta reflexión nos permitió entender que nuestras pedagogías revindican el conocimiento que no tiene título para validarse, a la vez que le arrebata a la academia su objeto de conocimiento predilecto, el libro, y lo desestabiliza para ponerlo al servicio de las luchas sociales.

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La práctica, el diálogo, la escucha y la necesidad por contar historias fueron herramientas que nos llevaron a la difícil pregunta por la organización comunitaria, a cuestionarnos por el papel que cada quien cumple en su comunidad y cómo le aporta a esta, dejando entrever nuestra intención más pedagógicamente humana: la siembra de una semilla o de un pensamiento autorreflexivo sobre las decisiones que cada quien ha tomado en su vida, y cómo estas pueden cambiar cuando se mira con respeto al otro que parece muy distinto, a quien tiene otras costumbres y también desea vivir de manera más digna y justa.

Estos factores le dieron una particularidad a este proyecto y reafirmaron las intenciones del equipo de trabajo, pues al final todos los participantes reconocimos que se generaron vínculos más allá de la realización del libro y que la solidaridad triunfa. El interés por seguir narrando su historia y por continuar construyendo poder local hace parte de las prioridades de los campesinos que recorren este camino. Asimismo, el proceso nos dio un aprendizaje importante acerca de la construcción de metodologías para elaborar conocimientos populares: debe tener en el repertorio el reencuentro con el pasado para hallar motivos, excusas o intenciones que estimulen al narrador interior que cada quien guarda, pues pasa como con el amor: no se sabe dónde está guardado, pero está latente en todo lo que se siente, recuerda y respira.

Aguas dignas, ríos que narran

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