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UNIVERSIDAD QUE ESCUCHA, PIENSA Y… ¡RESPONDE!
Una pregunta recurrente en el devenir de la Javeriana siempre ha sido qué universidad somos y qué universidad queremos ser en un mundo que cambia continua y rápidamente.
Se podría decir que lo que somos como universidad lo tenemos claro, no sólo en el plano conceptual, tal como se puede apreciar en el cuerpo jurídico y los demás documentos corporativos de la Javeriana, sino también en la realidad concreta de la institución y su historia, en las personas que conforman nuestra comunidad educativa, entre ellos los egresados que actúan en diversos lugares de la sociedad; en lo que decimos y hacemos, en lo consignado en nuestras publicaciones; así como en los recursos de la Universidad y su infraestructura.
La pregunta que surge, en un mundo lleno de desafíos y preguntas, es qué ajustes deberían hacerse en nuestro rumbo, en nuestras prioridades. Vale la pena detenernos a pensar en ello.
Recientemente, con motivo de la visita a Colombia del Prepósito General de la Compañía de Jesús y Gran Canciller de la Universidad, P. Arturo Sosa, S.J., se desarrolló un conversatorio con el tema “Qué universidad, para qué país”, en el cual pudimos escuchar una serie de planteamientos al respecto.
Lo que más se destacó en este importante espacio de reflexión fue la necesidad que tenemos todos de escuchar. La cultura actual ha privilegiado a quien emite el mensaje, con todo su ego y narcisismo, un individuo en busca de audiencia, de likes y de rating, de popularidad a toda costa. Cabe preguntarse, si en esa vorágine de textos e imágenes, realmente estamos escuchando al otro, lo que dice, analizando significados e implicaciones… ¡Sin escuchar no es posible dialogar! Y el diálogo debe ser un distintivo de toda comunidad académica.
Al analizar lo que somos y lo que debemos ser, resurge una pregunta clave: ¿para qué educamos? Pues para pensar, especialmente sobre lo fundamental, para cuestionar y fortalecer nuestra capacidad crítica en “una sociedad de la optimización y los rendimientos”, según lo señaló la profesora Ángela Calvo en su ponencia, haciendo notar “el tsunami” causado por la irrupción del mundo digital que da preponderancia a los datos sobre los recuerdos, un mundo donde todo se puede comprar y se fomenta la idea de mercancía desechable, que no merece cuidado alguno. Lamentablemente no hay correspondencia entre los avances logrados en la comunicación, apoyada en extraordinarios medios tecnológicos y la construcción de comunidad, de lazos y tejido social.
En relación con la otra pregunta formulada para el conversatorio, ¿para qué país?, el Padre General nos recordó la importancia de ir más allá de las fronteras que, en cierta forma, nos atrapan; y propuso como alternativa: ¿para qué países? En efecto, en estos tiempos de globalización, en que los problemas tienen escala mundial -el cambio climático, por ejemplo- y la información circula prácticamente sin barreras territoriales, nuestra mirada no puede circunscribirse a lo local. De esta forma, es necesario fortalecer la cooperación entre las universidades y el trabajo en redes.
Entre tantos temas que nuestra Universidad debe abordar, surge con claridad el de construir y fortalecer la democracia, que hoy está amenazada. A este respecto, tenemos una tarea de gran relevancia, según lo subrayó el Padre General, quien nos recordó el libro de Moisés Naím La revancha de los poderosos (Debate, 2022), en el cual este autor nos advierte sin rodeos sobre “un enemigo nuevo e implacable” que ha hecho presencia en las sociedades libres y “amenaza nuestra libertad, nuestra prosperidad y hasta nuestra supervivencia como sociedades democráticas”. Ese enemigo es “el poder, en una forma nueva y maligna”, con el que se busca contrarrestar “las fuerzas que lo debilitaban y lo limitaban” en las últimas décadas. En este marco, el conocido analista plantea “la fórmula” que ahora se está empleando en esta lucha por mantener o conseguir el poder, la cual “puede resumirse en tres palabras: «populismo», «polarización» y «posverdad»”, que algunos llaman como “las tres «pes»”.
Debemos pensar desde la escucha al otro, a partir del encuentro y el cuidado del otro; esto determina el lugar desde donde miramos, lo que contemplamos y, por supuesto, lo que haremos como respuesta.
Frente a esta situación, ¿cuál puede ser nuestra respuesta como universidad? ¡Construir comunidad! Y debemos hacerlo apoyándonos en ‘el discernimiento en común’, expresión que recoge un modo de proceder muy propio de los jesuitas, que implica todo el sentir de un ser humano que está abierto a la trascendencia y fortalece su capacidad de pensar para buscar el bien común.
Un último punto que se debe destacar en el mensaje del Padre General es esta advertencia suya: “pensar no es fácil”, este ejercicio “puede cansar, agotar” y llevarnos a “dejar de pensar”. Debemos, por lo tanto, estar alerta porque a la Universidad puede pasarle. Ahora bien, debemos pensar desde la escucha al otro, a partir del encuentro y el cuidado del otro; esto determina el lugar desde donde miramos, lo que contemplamos y, por supuesto, lo que haremos como respuesta
Karem Priscila Díaz Díaz *