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Triunfo y mensaje
El pasado domingo 30 de mayo, recibimos una muy buena noticia para el país, que a todos nos alegró y que de nuevo nos hizo sentir orgullosos de ser colombianos: el reconocido ciclista Egan Bernal, se coronó como campeón del Giro de Italia y, como lo registró la prensa, “elevó al cielo, en el escenario único de la Piazza Duomo, el Trofeo Senza Fine en el que acababa de grabarse su nombre”. Fue en verdad emocionante escuchar el Himno Nacional y ver nuestro tricolor izado en el asta que sobresalía cerca al podio de Milán. La celebración de este logro fenomenal de nuestro compatriota, que hace apenas dos años en París nos conmovió cuando en el bellísimo escenario que entonces fue levantado en los Campos Elíseos, recibió la copa del Tour de Francia, nos trajo una pausa grata en medio de las preocupaciones e inquietudes que nos han rondado en las últimas semanas debido a las protestas, los bloqueos y los actos violentos que, como la destrucción de buses y estaciones del servicio público de transporte en distintas ciudades del país y el incendio del Palacio de Justicia de Tuluá, han causado pérdidas considerables.
Son los dos rostros de esa compleja realidad que es Colombia, nuestro país, el de las oportunidades, la creatividad y el ingenio, por una parte, y por otra, el de las dificultades, los conflictos y los grandes desafíos, que fue descrito magistralmente hace tres décadas por el Nobel Gabriel García Márquez en ese maravilloso texto titulado “Por un país al alcance de los niños”. Ciertamente, poseemos riquezas extraordinarias, no solo naturales, -es impresionante la geografía que define el territorio nacional y la biodiversidad que en él hallamos-, sino también culturales, que son ampliamente conocidas en el mundo. Es así como nos hemos convertido en un destino turístico atractivo, donde como decía un lema publicitario, “el riesgo es que te quieras quedar”.
Ahora bien, el triunfo de Egan Bernal nos permite reiterar la importancia que tiene el deporte, no sólo en términos del desarrollo de una persona y los beneficios que produce en su salud física y mental, sino también en lo que significa en la construcción de nacionalidad. Nadie puede desconocer la capacidad de movilización que tiene el fútbol en todas partes, lo que la Copa Mundial significa, la atención que despierta en unos espectadores que llegan a identificarse con la selección de su país, la acompañan con un entusiasmo desbordante, vistiendo los colores y portando su bandera, y que incluso sufren y se angustian frente a la pantalla del televisor. En verdad, es todo un espectáculo que paraliza las ciudades, embargándolas de un silencio asombroso, que solo se rompe con indescriptible bullicio cuando llega el anhelado gol. No hay duda, el deporte logra unir a los ciudadanos de una nación.
Ahora bien, la práctica deportiva constituye toda una escuela de formación de la conducta. Es imposible avanzar y mejorar las condiciones sin dedicación, esfuerzo y disciplina, y, sobre todo, sin perseverancia. Este es el único camino para hacer realidad un sueño, superando los obstáculos que no han de faltar. Sin embargo, hay algo más, que quedó evidenciado en el caso de Egan Bernal: el trabajo en equipo, que obliga a deponer la ambición personal y seguir el camino trazado por el bien común y el interés general. Esto se evidencia en el papel admirable de los ‘gregarios’ en las carreras, como el que tuvo a su cargo Daniel Felipe Martínez, junto a Egan; se trata de ponerse al servicio del otro, de protegerlo y ‘llevarlo a rueda’, como se dice en el argot del ciclismo, para favorecer su rendimiento y asegurar su triunfo. Está claro entonces que, además del mérito individual, el trabajo en equipo es indispensable para alcanzar la meta deseada.
Precisamente a raíz de la grave crisis ecológica que enfrentamos de tiempo atrás en el mundo y la pandemia que nos afecta desde hace más de un año, se ha recordado cómo todos tenemos una parte en la solución de estos problemas globales. Es lo mismo que ocurre en una aeronave durante un vuelo: todas las personas a bordo, pasajeros, pilotos y tripulación comparten su suerte y, por lo tanto, no puede haber un solo individuo que no se empeñe en que todo salga bien, de la mejor manera posible, y esté dispuesto a colaborar para ese fin.
Finalmente, no podemos dejar de destacar en esta reflexión la forma en que nuestro campeón asume sus logros y maneja esos momentos de gloria. Este hombre sencillo, salido de las entrañas de Colombia, ha manejado bien la fama, ha seguido siendo el buen muchacho que de pronto saltó a las portadas de revistas y las primeras páginas de los periódicos, que es seguido por los lentes de las cámaras y buscado para ser entrevistado. Sus declaraciones, lo hemos visto recientemente, son las de un hombre sensato, con los pies en la tierra, que ama a los suyos, a su familia y a su patria. Ciertamente, el mensaje que nos deja el triunfo de Egan Bernal, una estrella del ciclismo, es poderoso y alienta nuestra esperanza.