Reflexiones sobre el 1º Congreso Internacional de Ética y Turismo Ramón de Isequilla Real de Azúa
Reflexiones sobre el 1º Congreso Internacional de Ética y Turismo - OMT Mientras esperábamos el inicio de la sesión inaugural del Congreso Internacional de Ética y Turismo, en una pantalla gigante, en el Auditorio del muy vistoso, pero con graves falencias operativas, Edificio Nouvel del Museo Reina Sofía, proyectaban unas imágenes impactantes con sobre impresos, que decían con esa sencillez primaria que tiene el idioma inglés, más o menos lo siguiente: Tourism it’s about:
Economies & Enterprises, Peace & Understanding; Trade & Development; Communities & Lives.
Creating millions of jobs
Every day enriching the planet & its people
Íbamos a hablar de Ética y Turismo, o sea que íbamos a hablar del Bien y del Mal, íbamos a hablar de las cosas que están bien, de las cosas que están mal, de las cosas malas que hacemos, y de las cosas buenas que no hacemos. Terminamos hablando de ello, y la coyuntura de la crisis, no logró distraernos de los verdaderos problemas, de los temas de fondo. En el año 2001, tuve el honor de representar al Sector Empresarial Turístico de nuestro país, en la última Reunión Tripartita de Turismo que se realizó en la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en Ginebra. Pese a la estrecha concepción del turismo por parte de la OIT, que lo reduce a la Hotelería y Gastronomía, uno de los temas que más me impactó fue la concepción sostenida por todos los estamentos sobre el “Trabajo Decente”. Eran tiempos muy distintos a los actuales, en Europa el turismo era una actividad no valorada por el segmento trabajador, de una altísima rotación, tomada como primer paso en la carrera laboral de los jóvenes, con una demanda de trabajo insatisfecha, que se cubría con los inmigrantes extracomunitarios. En cambio en nuestra región, estábamos sufriendo el peor problema de desocupación de nuestra historia. Ese concepto del “Trabajo Decente”, de no trabajo a cualquier precio, de resaltar por encima de las necesidades, la “Dignidad Humana”, me acompañaría para siempre.