Por qué los cleaners no van a salvarnos de Luis Valdez

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Por quĂŠ los cleaners no van a salvarnos

Luis Valdez

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a Big Ben

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I Los buitres – Los levantados – Los decapitados – Los colgados – Los incendiados

Un buitre viejo le dice a un buitre joven: Te veo flaco y torpe, Vámonos a Monterrey. Doy chance de que tú le entres primero al banquete. El buitre joven le responde: ¿Crees que soy un estúpido? Sé de sobra que Monterrey es una de esas ciudades donde los carroñeros son simples animales de engorda y al final otro de su misma calaña se lo traga. Los jóvenes que vienen a la ciudad a pasar el fin de semana, dan la vuelta en los centros comerciales, compran música y cerveza y ya en la noche se echan la vuelta al FarWest a bailar música norteña. Cumbias, chicanas, country, puede que hasta una polka. Un fiestero fin de semana se convierte en un drama cuando los turistas son secuestrados. Los adinerados padres preguntan entre sus conocidos y luego se presentan en la policía de Monterrey. En vista de que las autoridades no pueden hacer nada, y nadie tiene la mínima idea de dónde buscar, los padres usan su dinero para contratar anuncios panorámicos y anunciar ahí sus fotografías. ¿Los han visto? Llámenos. Ofrecemos recompensa. Pero estos jóvenes, como muchas otras personas con más y menos dinero, jamás aparecerán. A los malitos les gusta el boliche. En algunas partes del país lanzan cabezas rodando hasta los pies de las parejas que bailan. La música suena un poco más pero la mayoría de las personas han corrido hacia sus mesas. En la carretera nacional, a la altura de La Estanzuela, un cadáver decapitado amanece sentado a la orilla de la banqueta. Entre sus piernas está la cabeza recibiendo a los foráneos que entran a Monterrey. Un grupo de excompañeros de colegio se han reunido veinte años después gracias a una convocatoria en Facebook. El miércoles 8 de junio van llegando al Applebees de Plaza Real. 5 4))))))))$


Piden limonadas. Suena un celular. El mensaje dice que no salgan, porque enfrente han arrojado una cabeza en la puerta del restaurante de cabritos El Gran Pastor. El 12 de junio es un típico domingo de barbacoa, carne asada y albercas. En la entrada de General Terán, tres cabezas despellejadas hacen gestos desde una banca. Más de un visitante siente escalofríos en la espalda apenas entrando al municipio. Un agitado día entre semana, mi mujer me da raid al trabajo. Hay un embotellamiento de los mil demonios. En una escuela de Miravalle amaneció un mutilado sentado justo en la puerta. Las escuelas anuncian que este ciclo escolar va a terminar antes de lo programado, a causa de la inseguridad. YAIR es el nombre que está marcado en la espalda desnuda y sangrante de La Pelirroja, cuyo cadáver encontraron colgado de un puente en Gonzalitos. Aunque los periódicos declararon que el cuerpo no tenía muestras de maltrato, en el blog del narco se ven las fotos, con la cara llena de moretones y los pantalones orinados por el impacto de la tortura. Semanas después, aparecen colgados en pleno día en una joroba de Chapultepec y Revolución. Se supone que hay cámaras directo a ese punto, pero un par de días regresaron al mismo lugar a las diez de la mañana, detuvieron el tráfico y sacaron a tres amarrados. Uno de ellos intentó escapar y tuvieron que dispararle. Lograron colgar a dos, atados con unos teléfonos Nextel pegados a sus manos. Uno logró ser rescatado con vida. El primero de junio están a punto de colgar otro ejecutado en un puente de Díaz Ordaz y se les resbala cayendo al río. Horas después encuentran al muertito entre la hierba. No corre con tan mala suerte otro tipo, que cae desde el Puente del Papa y queda literalmente hundido hasta el cuello en el lodo. Grita y grita hasta que lo encuentran. Nadie le cree que cayó de pie a tantos metros de altura. La vida es una comedia para incrédulos. Hombre en llamas. El trece de junio, con cadenas en el cuello, una persona es colgada de Chapultepec (¿otra vez?) con una camisa húmeda envuelta en la cabeza. Le rocían gasolina y le prenden fuego delante de los automovilistas que conducen a las siete cuarenta de la tarde. Una mujer lleva en el asiento trasero del Tsuru a su hija de cinco años. La niña ve el cuerpo en llamas y comienza a llorar. Dan las diez de la noche y la niña, ya en casa de sus abuelos, sigue llorando y estremeciéndose. La madre busca entre sus conocidos alguien que le pase los datos de un psicólogo infantil. 6 4))))))))$


II ¿A dónde van las desaparecidas?

Apenas unos meses le di la última pasada de pintura a la calle de mi casa. Vivo frente a una avenida y cada mañana amanecía con graffiti. Pero las paredes de una ciudad son el reflejo de nuestros descaros, dramas y necesidades. Por eso este sábado alguien pegó una hoja de papel buscando a su hermana desaparecida. En la fotografía de la fotocopia, la joven aparece con su rostro contraído. No tuvieron tiempo de editar el tamaño. De hecho la desesperación les hizo no pensar claramente en dónde adherir el anuncio. Por eso no está en el poste de la esquina ni en el cristal de una ventana. Está simplemente en la pared. “La extrañamos y queremos verla de vuelta. Por favor, si sabe algo de ella, ayúdanos a encontrarla”. ¿Se atrevería usted, avezado lector, a quitar esa hoja de papel del muro de su casa? ¿Dónde la pondría? ¿Dónde la hubiera pegado si hubiera sido el hermano, el padre o el novio de esta joven? En este país donde las mujeres que alzan la voz son ejecutadas frente a los palacios de gobierno, desaparecidas o secuestradas y mancilladas, las que desaparecen sin hacer ruido, son mayoría. Porque a final de cuentas las autoridades no buscan con demasiado esmero a los que las desaparecen. Porque (cosa curiosa) cuando algún familiar se pone las pilas y toma la justicia por su cuenta, tiene resultados más contundentes que los profesionales. Si no dígame cómo es posible que un padre sí encuentre a los que secuestraron a su hija. Por mientras, Alejandra Rubí García López anda por ahí, en una habitación cerrada con candado, en otro lugar a varias millas de donde la secuestraron, y en muchas paredes del sur de la ciudad. ¿Llegará el día en que podamos despegar la hoja?

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III Los peatones – Los rockeros – Los narcobloqueos – Los granadazos – Los halcones

Los de a pie, los de clase media idos a clase media baja y ahora a clasebajistas, son los colaterales crucificados en la vía pública. No hay distinciones si eres estudiante del ITESM o de la UANL, de escuela primaria o una madre que anda por la calle con el bebé en la carreola. Un año antes, la marcha ciudadana por la paz había reunido a cientos de civiles vestidos de blanco que recorrieron las calles de la Macroplaza. Ahora, no llega a cincuenta la cantidad de estudiantes y maestros que convocados vía Facebook, se indignaron con el caso de Lucy Quintanilla, que apenas salió de clases en la Facultad de Artes Visuales y en su paso por las céntricas calles de Morelos cayó junto con otros civiles en medio de una balacera. Ciudadanos en general acudieron al lugar donde cayó para depositar flores, veladoras y globos. Los gerentes de la plaza de la tecnología, ubicada frente al improvisado altar, enviaron a los intendentes para que recogieran todo y así no darle mala imagen a la zona comercial del centro de Monterrey. Pero repito: no somos más de cincuenta. Estamos frente a la Explanada de los Héroes, y el ayuntamiento ha puesto mamparas por si se nos ocurría ir a gritar a las puertas del Palacio de Gobierno. Los organizadores exclaman: -¡Esos compañeros del Tecnológico de Monterrey, griten si están aquí! Y se escuchan gritos. -¡Y los de la uni! Y más gritos. -¡Y los compañeros de la UDEM, griten si están presentes! Y también hay gritos. -… ¡Y nuestros compañeros de la Escuela Normal! 8 4))))))))$


… Y nada, cero ruidos, ni siquiera alguien que comience a toser. Luego de tanta plaza heredada y prestaciones de su sindicato, ¿dónde ha quedado la participación política del magisterio, que tanto tenían en los años sesenta y setenta? La maestra de la escuela extrae de su bolso un teléfono celular e insiste a sus niños para que permanezcan en el suelo. Afuera prosiguen las ráfagas de balas. La mujer les pide que comiencen a cantar “si las gotas de lluvia fueran de chocolate, me encantaría estar ahí”. Un par de días el gobernador del estado sonríe ante las cámaras de los medios de comunicación y le hace entrega de un reconocimiento al mérito ciudadano por evitar la alarma en los infantes. ¿Acaso no aspira el político a evitar TAMBIÉN ÉL la alarma en su estado? Los adolescentes han hecho suyos ciertos espacios. La mayoría están empadronados en el Partido del Nihilismo Político, y con mucha razón. Para ser jóvenes no necesitan inclinarse por una derecha o una izquierda. Lo suyo es el rock, el ska, el metal, el hip hop y otros subgéneros que encuentran en el Café Iguana del barrio antiguo. Pero a los malitos les parecen suculentos los espacios donde puedan extorsionar, secuestrar o distribuir drogas. Sábado por la noche. El jefe de seguridad está en la puerta con uno de sus empleados. Dos clientes apenas salen por la puerta y una camioneta negra que pasa les suelta una ráfaga. Caen los dos clientes y los dos empleados. Minutos después llegan paramédicos que cubren con sábanas a los cuatro cadáveres. En eso estaban cuando una chica comienza a gritar que están regresando los de la camioneta. Todos corren. Los sicarios levantan los cuerpos y sólo queda olvidado uno que había caído entre dos autos. ¿Los policías? Ellos estaban a una calle de distancia, junto con elementos de tránsito de Monterrey, contabilizando las mordidas aplicadas a los automovilistas. Manejar en automóvil se convierte en uno de los riesgos de moda, si andando en una avenida te topas con que frente a ti hay varios automóviles en llamas, un tráiler o un camión atravesado. Alguien golpea a tu puerta: Es un tipo con un arma larga que te grita para que salgas del auto. De que ejecute a toda tu familia a plena luz del día, a que se quede con tu auto, pues que se lleve el auto, qué caray. A final de cuentas sólo sirve para el bloqueo, porque los sicarios andan en motocicletas que les ayudan a estar cada quince minutos en distinta arteria vial. Así hay narcobloqueos de manera simultánea en Monte9 4))))))))$


rrey, Guadalupe, San Nicolás, Escobedo y Apodaca. Una cosa es segura: no son fanáticos del equipo de futbol los Rayados del Monterrey, porque en más de una ocasión han bloqueado avenidas mientras cientos de gritos se dirigen a la madre del árbitro del partido. La ciudad es un juego en caos, donde ni los helicópteros de la policía son buenos como defensa de su cancha, ni el helicóptero de Joel Sampayo Climaco, “reportero del aire”, le hace narrar el partido urbano justo a tiempo. Y cuando le reclamo al mentado reportero vía Twitter de qué carajos le sirve su helicopterito si nunca reporta dónde hay narcobloqueos, sólo responde con un “más respeto”. Me resisto a pensar que toda esta dinámica de los narcobloqueos haya iniciado en mayo del 2009, cuando un grupo de vecinos de la colonia Independencia, encapuchados de sus rostros, bajaron a la avenida Constitución para bloquear y salir en la televisión local. Los acompañaban sus niños y esposas. A los adultos les pagaron 500 pesos y a cada niños una mochila con útiles escolares. Esto no se puede comparar a motociclistas que cargan armas largas, te sacan a punta de pistola de tu auto y le prenden fuego. Los dispositivos de seguridad implementados por militares o agentes estatales también son un riesgo. Granadas en Avenida Garza Sada, donde resulta herida la directora de la facultad de Ciencias de la Comunicación de la UANL, granadas frente a un Soriana en la Cruz de Garza Sada y Alfonso Reyes. El Hooters ubicado a media calle y cuyo declive comercial se debía a lo escasamente pechugonas que eran hostess y meseras, en contraste a su imagen publicitaria, le dio al traste con hasta tres ocasiones de granadazos. Hasta los negocios más prometedores, con o sin implantes de busto, caen en la bancarrota. Granadazos en la plaza de Guadalupe justo un domingo cuando las familias pasean en el lugar, granadazos en Chapultepec y Avenida Revolución, granadazos en Garza Sada a la altura de la colonia Mederos, granadas que no detonaron en consulados y direcciones de policía. Las granadas se vuelven una moda de morbo macabro, al grado que unos adolescentes encuentran una todavía sin detonar en la colonia Cumbres y cuando deciden tomarse fotos con ella para el Facebook, ¡pum! Pero todo está conectado por una red de vigías. La mayoría tienen motocicleta, un radio y un arma. Los hay a lo largo y ancho de toda el área metropolitana y del estado. Los llaman Halcones. En Guadalupe, uno de ellos estuvo una semana 10 4))))))))$


afuera de una tienda de abarrotes. El dueño del local de inmediato se dio cuenta del oficio del tipo que tenía en la puerta todo el día, llamando por su radio cada media hora. Una tarde le pidió el baño, luego le dijo que iba a quedarse adentro para no asolearse, poco después ya usaba el teléfono del negocio y a la semana ya ocupaba el escritorio de un cuarto privado. En Morones Prieto con Miravalle, justo bajo el puente, un muchacho no mayor de veinte años de edad detiene su auto todas las tardes en plena avenida y ahí se la pasa por más de cuatro horas llamando constantemente por su radio. En municipios como Galeana y Linares, los niños que siempre andaban de callejeros en la plaza, crecieron lo suficiente para ser alistados por los malitos, que les pagan ocho mil y les dan todo el kit de trabajo. Los chavitos con auto o motocicleta se vuelven locos. Y no se quedan con las ganas de tronar las pistolas o de aventar una granada de vez en cuando. Total, armas es lo que sobra. Algunos son los encargados de recorrer las avenidas para hacer los narcobloqueos y otros se encuentran con policías o militares y terminan muertos en balaceras. Sus cadáveres serán rescatados con violencia de las ambulancias a mitad del trayecto o de la morgue del Hospital Universitario.

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IV El día que murió la música

Domingo 18:30. Mientras en la Explanada de los Héroes se escucha la música de MORENA y los políticos de izquierda rugen, afuera del Café Iguana un convoy de policías encapuchados empuña sus armas para disolver a jóvenes que llevan velas y flores. 1 El Café Iguana cumple veinte años y ha preparado una serie de conciertos gratuitos para toda la gente que le ha sido fiel. Ahí he conocido a gente como el escritor Paulino Ordóñez y el músico Edgar Cuauhtémoc. También por ahí rondaban los de Plastilina Mosh, Koervos de Malta, Inspector… total, la tan publicitada (y explotada) Avanzada Regia. Como todos los sábados, este 21 de mayo se han reunido por aquí jóvenes de entre 18 años hasta pare usted de contar. Pasando las doce de la noche, hay ráfagas de armas largas en la puerta y se echan a tres clientes y a Pablo, el guardia de la entrada. En el transcurso de la mañana del domingo, las redes sociales se pusieron activas con mensajes como los que transcribo: “Nos vemos 6pm frente al Café Iguana con una veladora. La vida es sagrada. #mtyfollow #mtyhastalamadre” “Hoy, raza de #Monterrey, me informan que se convoca a las 6PM afuera del Café Iguana con veladoras, guitarras. #DespiertayVence #mtyfollow” Y mientras al mediodía, en el Teatro de la Ciudad se presentaba un concierto didáctico del grupo Potro Rockero para niños (las nuevas generaciones), la generación actual y dos anteriores se preparaban convocando a sus conocidos. Horas más tarde, un mensaje al Twitter agitó las cosas: “Acabo de pasar por el Café Iguana hay gente dejando flores y veladoras 15:00horas” 12 4))))))))$


¡Tres horas antes de la cita y ya había muestras de indignación! Lo demás fue correr a visitar a la suegra, la madre (compromisos familiares domingueros) y buscar una veladora y una caja rápida para no hacer fila con los que hacen el súper de su lonche de lunes. 2 18:00. Una batucada emociona a los asistentes de la convocatoria. Prenden las veladoras que dejan en el suelo, justo a un lado de los charcos de sangre seca. La acera está llena de manchas rojas. Literalmente hubo reguero de sangre. Hay marcas de balas desde el borde del suelo y toda la pared hasta llegar al límite de la azotea. En torno a los impactos pegan pequeñas cartulinas anaranjadas donde escriben que no quieren más sangre, que alto a la violencia, que no los juzguen por su apariencia, que dónde carajos están Medina y Larrazábal, que el rock nunca muere. Cada que la batucada finaliza una pieza, todos aplauden conmovidos. Dicen que nadie acabará con la música porque para muchos que hemos perdido la seguridad en las calles de nuestra ciudad, la música es de lo poco que nos queda. Se despiden y se escuchan más aplausos. Llega una mujer vendedora de chicles. Se hinca ante las veladoras y de una bolsa escondida en su regazo extrae un rosario de madera y comienza a balbucear un padre nuestro… “Padre Nuestro que estás en los cielos… santi fi ca do sea… tu nombre… vénganos… tu reino…” Una fotógrafa ávida de imágenes llegadoras comienza a respirar pesadamente a un lado de la mujer y se toca una mejilla. De pronto la gente que las rodea queda en silencio. Un silencio de muerte. Un tipo le pregunta a su mujer si trajo cerillos. Ella niega con la cabeza. Él le pide la bolsa y se va caminando hacia la puerta donde están las delgadas manchas de la sangre que corrió desde los escalones de la entrada hasta las piedras de la calle. Se inclina y saca una, dos, tres, cuatro veladoras. Las enciende y regresa a donde lo espera la mujer. Suena un claxon de alarma. Por la calle Padre Mier (que fue cerrada por dos autos y una motocicleta de los asistentes a la ceremonia) una camioneta lleva en la caja a varios agentes que se comienzan a poner capuchas para ocultar su rostro. Descienden y se acercan por un costado de la calle. Por la acera de la entrada al Café Iguana. Llegan portando armas largas. Las personas que están en el otro extremo de la avenida comienzan a retirarse. Alguien grita: 13 4))))))))$


-¡Hey, no se vayan, no nos dejen! ¡Es lo que ellos quieren! Alguien más grita, desde Padre Mier: -¡No nos van a quitar de aquí! ¡No nos van a mover a nosotros! Otra persona calma los ánimos y alza los brazos. Cuando los uniformados se retiran, comienza a saberse la versión del convoy: alguien les había reportado que afuera del Café Iguana había gente con armas largas preparando un ataque. ¿Armas? Afuera del Café Iguana sólo habíamos ciudadanos molestos, con veladoras, cartulinas, flores y teléfonos celulares (en ese mismo instante se estaban subiendo a las redes sociales imágenes de todo lo que sucedía en el lugar). Justo lo emotivo del evento es que no era un evento, no hubo convocatoria ni política ni de grupos antiviolencia. Vaya que ni grupos de derechos humanos se alzaron el cuello. Un evento netamente ciudadano donde cada uno de los que reenviaron la convocatoria vía redes sociales, email o mensajes de texto de teléfono celular, fueron los organizadores. 3 19:00. Desde la esquina de Padre Mier llega otro convoy. Ahora son una, dos, tres, cuatro camionetas (una por cada muerte) y ahora lo que hacen es detenerse una por una en la esquina para luego virar, como no queriendo la cosa, hacia Dr. Coss. Un activista de Pueblo Bicicletero, que ya había tomado su bicicleta de carreras (a las carreras), apenas ve que los agentes se alejan, se vuelve y dice en voz alta y rasposa: iban a dar la vuelta. Dieron la vuelta, sí. Pero ya no hay vuelta de hoja.

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V Los sicarios – Los cleaners – Los funcionarios

Para los mayores de edad será sencillo aligerarse las culpas, declarando que los sicarios niños son peores. Édgar Jiménez, el niño sicario a quien apodaban “El Ponchis”, cortaba genitales y dedos, degollaba, ataba de pies y manos y regaba los cadáveres en la calle o los colgaba de puentes peatonales. A pesar de este oficio, su imagen cotidiana era la de un chavo que estudia la escuela secundaria. Acudía regularmente a clases a la par que secuestraba, torturaba, ejecutaba y arrojaba cadáveres de rivales en carreteras, barrancas, puentes y baldíos. No le iba nada mal en cuestiones económicas: 2,500 dólares por muertito. Los sicarios también son halcones que ascendieron de categoría laboral. Eso si sobreviven, claro. También hay comandos que llegan a ejidos y a la manera de la Revolución Mexicana, exigen llevarse a los niños y jóvenes. “Si se resisten, los matamos a todos y nos cogemos a sus hermanas y madres delante de ustedes”. Hay leyendas que no se sabe cuánto tienen de verdad y cuánto de mito, sobre el entrenamiento de un sicario. ¿Cómo insensibilizarlo? Todos en línea, y frente a ellos un tipo amarrado a una silla. “A ver, pinches indios, cada quien le va a hacer algo más cabrón a este güey. Al se vea maricón y no le haga nada, aquí nos lo chingamos”. La presa es golpeada en el rostro, pateada en el estómago y la entrepierna. Luego les dan un cuchillo y deben usarlo cada vez con más rigor. Eso o la vida. La de un desconocido o la propia. El fin de estos sicarios, sicaritos, niños sicarios, “Ponchis”, es encontrarse a tiros con el cártel enemigo, los militares o… ¿los cleaners?

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¿Qué son cleaners? Según información de altas autoridades federales e investigaciones periodísticas, desde hace algo de tiempo, quizá meses, se han conformado grupos de pistoleros contrarios a los del antiguo brazo armado del Cártel del Golfo, es decir contra los Zetas. Este grupo se creó principalmente para eliminar de sus plazas a los contras de sus intereses, además de evitar “calentar la plaza”, de balaceras indiscriminadas, donde se llevan a inocentes entre sus patas. Además buscan eliminar el cobro de piso, extorsiones, secuestros, robos y asaltos. Lo que ellos buscan es limpiar la basura (por eso les llaman “cleaners”) y reestablecer el orden que alguna vez tuvo la región. Sólo quieren enfriar la plaza, cero ejecuciones, balaceras donde inocentes mueren. No se sabe a ciencia cierta quiénes conforman los cleaners, pero así como aparecen también suelen desaparecer de la escena del crimen eliminando toda prueba pericial, al llevarse a los muertitos sin dejar rastro alguno. Su trabajo es táctico y a baja escala. Buscan, ubican y eliminan. Desde los más bajos de la cadena de mando de criminales, como los halcones que andan en motos y autos viejos regularizados, los delfines, los estacas, policías municipales y estatales, narcomenudistas... hasta seudoempresarios de giros negros que promueven los actos delictivos. El crimen organizado les teme, no tienen rostro ni nombre, no se adjudican nada y no niegan nada. (INFORMANTE ANÓNIMO) ¿Pero no es acaso una leyenda urbana? Si procuran que no haya daños colaterales, ¿por qué carajos hay tanto civil caído sólo por andar de paso en la vía pública? ¿Son los cleaners una broma, una ilusión más en el país de los espejismos? ¿Dónde y cómo se puede contactarlos? ¿Dónde estaban cuando Alejo Garza, un anciano de 77 años, despidió a todos los empleados de su rancho y se atrincheró para enfrentarse él solo contra los sicarios que buscaban intimidarlo y logró echarse a cuatro y herir a dos, antes de que lo mandaran al otro mundo a fuerza de granadazos? ¿Son los cleaners más eficaces que las escoltas de los funcionarios públicos? Está la ejecución del alcalde de Santiago. El secuestro del secretario de Linares, al que regresaron con un dedo menos. La ejecución a plena luz del día del director de

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la policía de Santa Catarina, sin nadie capaz de detener al comando agresor que logró meterse hasta la oficina. Constantes ataques al munícipe Jaime Rodríguez, de García. Los policías no se dan abasto y todas sus oficinas son balaceadas, los tránsitos suplican a sus jefes para que les consigan chalecos antibalas; a un menor de edad que es detenido por intentar robar un coche, le incautan una cuerno de chivo y varios cartuchos. Estados Unidos reconoce que salió un inmenso cargamento de armas en la Operación Rápido y Furioso, pero no se hacen responsables y mucho menos saben en manos de quiénes se encuentran. Ante el pavor de los hombres más hombres de un pueblo de Sonora, designan como jefa de policía a Marisol Vallés, una joven estudiante de criminología que tiene 20 años de edad. Ella tiene el proyecto de andar de casa en casa hablando con las familias, pero un par de meses después pide unos días, cruza la frontera y solicita asilo político. ¡Oh! ¿Y ahora quién podrá ayudarnos? ¿Una policía a civil al más puro estilo de las series estadounidenses? Por cierto, según interpretaciones fanáticas en torno a los mayas, el mundo se acaba en el año 2012. Ya otro tipo lo aseguraba en el 2011 y aquí andamos. Si usted lee esto y ya pasa del 2012, con las sufridas elecciones para presidente y la constante carga de un cártel por aquí, otro cártel por allá, los halcones en la parada del camión, el ejército reventando la casa de algún vecino, pues sabe bien lo que es estar al pendiente del Twitter, ya que en los noticieros siempre dan las noticias ocho horas después y las conductoras sólo son buenas para cargarle el bebé al gobernador en turno, y sus reporteros en helicóptero para decir que hay caos vial en tal avenida porque… Sí, esto es un caos. No es noticia nueva. Y lo felicito: Usted ha sabido hacerse de callo. Porque de ésta ni los claners van a salvarnos.

Monterrey, México. Julio 2011.

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BONUS TRACK: Antes muerto blues (soundtrack oficial de POR QUÉ LOS CLEANERS NO VAN A SALVARNOS)

Antes muerto que asustado, mujer. Antes solo que tener a quien llorar. Antes era un caminante en Padre Mier y ahora soy un levantado más. Narcobloqueos en Sendero y Barragán. Tu auto incendiado allá por Miguel Alemán. Halcones en motos en la Indepe y Artillero con radio frecuencias avisan al mero mero que no hay policías, que todos han renunciado y ahí viene el ejército con puro encapuchado. Pero antes muerto que asustado, mujer. Y antes solo que tener a quien llorar. Antes era un caminante por Morelos y entre balaceras soy un desempleado menos. Antes no salías de Villagrán y el Matehuala. Ahora te asomas y te carga la chingada. Y ni se te ocurra ir a Soriana Alfonso Reyes porque hay granadazos que te avientan estos güeyes. Mil y un balaceras en Félix U. Gómez y Colón. No salgas del Metro, no te bajes del camión. (Su-surrado) Pero antes muerto… porque estás más muerto que asustado ¡También!

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