Vademecum del Coordinador de Pastoral Vocacional

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Centro Nacional de Pastoral Vocacional OMAPAV, México 2009

VADEMÉCUM DEL COORDINADOR DIOCESANO DE PASTORAL

Este documentó es una aceptación de la versión original editada por el Centro Nacional de Vocaciones de Italia, 2008.

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ESTRUCTURA DEL VADEMECUM PREMISA: Saludo a los nuevos y antiguos Coordinadores de Pastoral Vocacional y explicación del sentido de estas "instrucciones prácticas". 1. El sentido de tu tarea: desde las expectativas de tu Obispo, de tu Iglesia Local y desde las preocupaciones actuales de la PV. 1.1 Desde el Magisterio del Papa. 1.2 Desde el Magisterio de la Iglesia. 1.3 He aquí lo que se te pide. 1.4 La experiencia enseña. 2 La Pastoral Vocacional Unitaria y el Equipo Diocesano de Pastoral f Vocacional: contenidos, | opciones de fondo, consecuencias operativas. 2.1 Desde el Magisterio del Papa. 2.2 Desde el Magisterio de la Iglesia. 2.3 He aquí lo que se te pide. 2.4 La experiencia enseña. 3 Los caminos de este compromiso: en la Pastoral Ordinaria di La Iglesia Local y en los momentos propios del EDPV. 3.1 Desde el Magisterio del Papa. 3.2 Desde el Magisterio de la Iglesia. 3.3 He aquí lo que se te pide. 3.4 La experiencia enseña. 4 Los agentes que hay que involucrar. 4.1 Desde el Magisterio del Papa. 4.2 Desde el Magisterio de la Iglesia. 4.3 He aquí lo que se te pide 4.4 La experiencia enseña. 2


Muy estimado Coordinador del EDPV: Desde hace algunos años, o quizás apenas hace algunos meses o hace unos días, el Sr. Obispo te ha llamado y te ha pedido hacerte cargo de esta tarea, como responsable del Equipo Diocesano de Pastoral Vocacional (EDPV), o sea de la pastoral vocacional de tu Diócesis. De esta manera te ha hecho partícipe de su preocupación y te ha confiado una tarea que ya has experimentado o sólo percibido como ardua y fascinante al mismo tiempo. Probablemente el Sr. Obispo no te ha dicho mucho de tu servicio, porque se espera de tu parte un previo empeño de comprensión de tus tareas y, a lo mejor, hasta una ayuda tuya para que él mismo pueda comprender mejor lo que hay que hacer y cómo hacerlo en la Diócesis. Si tienes alguna experiencia en esto, ya sabes que así ha funcionado el asunto. A lo mejor lo primero que has hecho ha sido ir y hablar con el encargado anterior, o te has contactado con quien pensabas que podía saber algo más que tú. Quizás ya has participado en algún evento formativo, en reuniones nacionales o regionales de Pastoral Vocacional Y posiblemente seas de aquellos que en algún momento han pedido al Consejo Nacional de PV que elaboren y ofrezcan a los Coordinadores, sobre todo a los de recién nombramiento, una guía eficaz y concreta, que contenga aquellas "instrucciones operativas" mínimas, esenciales, concretas, de fácil acceso, en orden a la Pastoral Vocacional unitaria en la Diócesis. Después de 9 años de la publicación del último Plan Nacional de Pastoral Vocacional, apiado por la CEM (2000), después de varías Asambleas y Jomadas Nacionales de PV, y después de un período en que la Iglesia Universal dedicó mucha atención a las Vocaciones, con los Sínodos de los Laicos (1987), del Sacerdocio (1990), de la Vida Consagrada (1994) y de los Obispos (2004), este "VADEMECUM" sale a la luz en un momento de creciente interés por las vocaciones "de especial consagración" y tiene el objetivo de acompañar este renovado y vigoroso trabajo. No es un Plan Pastoral, ni una "Summa" de "buenas intenciones"; tampoco es un Directorio, sino una fácil "Guía operativa". Reclama naturalmente posterior profundización, que el mismo Vademécum te sugerirá. Mientras tanto tienes en tu mano este signo de afecto fraterno del Consejo Nacional de PV y "unas indicaciones" para el camino.

Consejo Nacional de Pastoral Vocacional México, septiembre de 2009

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1. EL SENTIDO DE TU TAREA: DESDE LAS EXPECTATIVAS DE TU OBISPO, DE TU IGLESIA LOCAL Y DESDE LAS PREOCUPACIONES ACTUALES DE LA PASTORAL VOCACIONAL 1.1.1. DESDE EL MAGISTERIO DEL PAPA 1.1.2. BUSCAR, SEGUIR, QUEDARSE “Vengan y vean” (Jn. l, 39). Así Jesús responde a los dos discípulos de Juan el Bautista, que le preguntaban dónde vivía. En estas palabras encontramos el significado de la vocación1. He aquí como el evangelista nos narra la llamada de Andrés y de Pedro: “El día después Juan estaba aún en aquel lugar con dos de sus discípulos y, fijando los ojos en Jesús que pasaba, dijo: He aquí el cordero de Dios! y los discípulos, oyéndolo hablar así, siguieron a Jesús. Entonces Jesús se volvió hacia ellos y les dijo: ¿Qué están buscando? Les respondieran: Maestro, ¿dónde vives? Les contestó: Vengan y vean. Fueron y vieron donde vivía y se quedaron con él todo el día; eran las 4 de la tarden Uno de los dos, que había escuchado las palabras de Juan y había seguido a Jesús era Andrés, hermano de Simón Pedro. Él se encontró con su hermano Simón y le dijo: Hemos encontrado al Mesías (que quiere decir Cristo) y lo condujo a Jesús. Jesús, fijando los ojo en él, dijo: Tú eres Simón, hijo de Juan; te llamarás Pedro (que quiere decir Piedra)”(Jn. 1,35-42) Esta página del Evangelio es una de tantas, en las que se describe el “misterio” de la vocación, en este caso el misterio de la vocación a ser discípulos de Jesús, La página de Juan, que habla de la vocación cristiana como seguimiento de Cristo, tiene un significado particular para la vocación sacerdotal y consagrada. La iglesia, como comunidad de discípulos de Jesús, es llamada a fijar la mirada en esta escena que, en cierta manera, se renueva continuamente en la historia. Está invitada a profundizar el sentido original y personal de la vocación al seguimiento de Cristo en el ministerio sacerdotal y el estrecho vínculo entre la gracia divina y la responsabilidad humana, encerrado y revelado en estos dos términos que encontramos varias veces en el Evangelio: “Ven y Sígueme” (Mt. 19,21). Los discípulos están llamados a descifrar y a recorrer el dinamismo propio de la vocación, su desarrollo gradual y concreto en estas etapas: BUSCAR a Jesús, SEGUIRLO y QUEDARSE con Él. La Iglesia recoge en este “Evangelio de la Vocación” el modelo, la fuerza y el impulso de su pastoral vocacional, o sea de su misión destinada a cuidar el nacimiento, él discernimiento y el acompañamiento de las vocaciones, en particular de las vocaciones sacerdotales y consagradas. Precisamente porque “la falta de sacerdotes es la tristeza de cada Iglesia”, la pastoral vocacional exige ser asumida con un nuevo, vigoroso y más decidido empeño de parte de todos los fíeles, con la conciencia de que ella no es un elemento secundario o accesorio, ni un momento aislado o 1

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sectorial, casi una parte o una apéndice de la pastoral global de la Iglesia. Es, más bien, una actividad íntimamente inserta en la pastoral general de toda Iglesia Particular, una atención que debe integrarse e identificarse plenamente con la llamada “cura de almas” ordinaria; es una dimensión connatural y esencial de la pastoral eclesial, o sea, de su vida y de su misión. La dimensión vocacional es esencial y connatural a la pastoral de la Iglesia. La razón se encuentra en el hecho de que la vocación define, en cierto sentido, el ser profundo de la Iglesia, incluso antes que su actuar. En el mismo significado de Iglesia (Ecclesia) se indica su, fisonomía vocacional íntima, porque es verdaderamente «convocatoria», esto es, asamblea de los llamados: «Dios ha convocado la asamblea de aquellos que miran en la fe a Jesús, autor de la salvación y principio de unidad y de paz, y así ha constituido la Iglesia, para que sea para todos y para cada uno el sacramento visible de esta unidad salvífica»2. Una comprensión propiamente teológica de la vocación sacerdotal y de su pastoral, puede nacer sólo de la lectura del misterio de la Iglesia como mysterium vocationis3.

1.1.3. SEMBRAR. « ¿No nos ardía nuestro corazón en el pecho? » (Lc 24,32) Todo encuentro o diálogo en el Evangelio tiene un significado vocacional: cuando Jesús recorre los caminos de Galilea es siempre enviado por el Padre para llamar al hombre a la salvación y revelarle el designio del Padre mismo. La buena noticia, el Evangelio, es precisamente éste: el Padre ha llamado al hombre por medio del Hijo en el Espíritu; lo ha llamado no sólo a la vida, sino a la redención; y no sólo a una redención merecida por otros, sino a una redención que lo compromete en primera persona, haciéndolo responsable de la salvación de otros. En ésta salvación pasiva y activa, recibida y compartida, está encerrado el sentido de cada vocación; está contenido el sentido mismo de la Iglesia como comunidad de creyentes, santos y pecadores, todos «llamados» a participar del mismo don y de la misma responsabilidad. Es el Evangelio de la vocación4. “Salió un sembrador a sembrar, y de la simiente, parte cayó junto al camino, y viniendo las aves se la comieron. Otra cayó en terreno pedregoso, donde no había mucha tierra; brotó enseguida porque la tierra era poco profunda; pero cuando salió el sol se agostó, y se secó porque no tenía raíz. Parte cayó entre cardos, pero éstos crecieron y la ahogaron. Finalmente otra parte cayó en tierra buena y dio fruto, una el ciento por uno, otra el sesenta, otra el treinta” (Mt 13, 3-8). Este párrafo precisa, en cierta manera, el primer paso de un camino pedagógico, la primera actitud por parte de quien se pone como mediador entre Dios que llama y el hombre que es llamado, y que se inspira, ciertamente, en el actuar de Dios, El sembrador es Dios-Padre: iglesia y mundo son los campos donde Él continúa esparciendo abundantemente

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LG, N. 9 PDV, N.34 4 NVNE, N. 31 3

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su semilla, con absoluta libertad y sin exclusiones de ningún tipo; una libertad que respeta la del terreno donde cae la semilla.

1.1.4. DOS LIBERTADES EN DIÁLOGO La parábola del sembrador manifiesta que la vocación cristiana es un diálogo entre Dios y la persona humana. El interlocutor principal es Dios, que llama a quien quiere, cuando quiere y como quiere « según su propósito y su gracia » (2 Tim 1,9); que llama a todos a la salvación, sin dejarse limitar por las disposiciones del receptor. Pero la libertad de Dios se encuentra con la libertad del hombre, en un diálogo misterioso y fascinante, hecho de palabras y silencios, de mensajes y acciones, de miradas y gestos; una libertad perfecta, la de Dios, y otra imperfecta, la del hombre. La vocación es, por tanto, totalmente acción de Dios, pero también real actividad del hombre; trabajo y penetración de Dios en lo profundo de la libertad humana, pero también fatiga y lucha del hombre libre de acoger el don. Quien camina junto a un hermano en el camino del discernimiento vocacional penetra en el misterio de la libertad, y sabe que podrá ser de ayuda sólo si respeta tal misterio, incluso cuando ello debiera suponer, al menos en apariencia, un menor resultado, como ocurre con el sembrador de la parábola.

1.1.5. EL VALOR DE SEMBRAR POR DOQUIER Precisamente el respeto de ambas libertades significa, ante todo, valor para sembrar la buena semilla del Evangelio, de la Pascua del Señor, de la fe y, en fin, del seguimiento. Esta es la condición previa; no se hace ninguna pastoral vocacional, si no se tiene este valor. No sólo esto; sino que es necesario sembrar por doquier, en el corazón de cualquiera, sin ninguna preferencia o excepción. Si todo ser humano es criatura de Dios, también es portador de un don, de una vocación particular que espera ser reconocida. Con frecuencia se deplora en la Iglesia la escasez de respuestas vocacionales y no se repara en que, con igual frecuencia» la propuesta es hecha dentro de un limitado círculo de personas» y, tal vez, retirada inmediatamente tras el primer rechazo. Viene bien recordar aquí, el reclamo de Pablo VI: «Que ninguno, por nuestra culpa, ignore lo que debe saber, para orientar en sentido diverso y mejor, la propia vida»5 . Y, sin embargo, ¡cuánto jóvenes nunca han oído una propuesta cristiana acerca de su vida y de su futuro! Es maravilloso observar al sembrador de la parábola en el gesto amplio de la mano que siembra « por doquier »; es conmovedor reconocer en tal imagen el corazón de Dios-Padre. Es la imagen de Dios que siembra en el corazón de todo viviente un proyecto de salvación; o

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Paulo VI, Mensaje para fa XV jornada mundial de oración por las vocaciones (1978)

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si queremos, es la imagen del «derroche» de la generosidad divina, que se desparrama sobre todos porque quiere salvar a todos y llamarlos a Sí. Es la misma imagen del Padre que se hace visible en el obrar de Jesús, el cual llama a Sí a los pecadores, escoge para construir su Iglesia gente aparentemente inadecuada para esta misión, no conoce límites ni hace acepción de personas. Mirándose en esta imagen, el agente de pastoral, a su vez, anuncia, propone, sacude con idéntica generosidad; y es precisamente la seguridad de la semilla depositada por el Padre en el corazón de toda criatura la que le da fuerza para ir a todas partes y sembrar de cualquier modo la buena semilla vocacional, para no quedarse encerrado dentro de los espacios habituales y afrontar ambientes nuevos y para intentar aproximaciones insólitas y dirigirse a cada persona.

1.1.6. LA SIEMBRA EN EL TIEMPO PROPICIO Forma parte de la sabiduría del sembrador esparcir la buena semilla de la vocación en el momento propicio. Lo que de ningún modo significa adelantar los tiempos de la opción o pretender que el adolescente tenga la misma capacidad de decisión que un joven, sino comprender y respetar el sentido vocacional de la vida humana. Cada etapa de la existencia tiene un significado vocacional, comenzando con el momento en el que el muchacho/a se abre a la vida y tiene necesidad de comprender su sentido, e intenta preguntarse sobre cuál es su papel en ella. No dar respuesta a tal pregunta en el momento adecuado, podría perjudicar el germinar de la semilla: “da experiencia pastoral demuestra que la primera señal de la vocación aparece, en la mayor parte de los casos, en la infancia y en la adolescencia. Por esto parece importante recuperar o proponer fórmulas que puedan suscitar, sostener y acompañar esta primera manifestación vocacional »6 . Sin limitarse exclusivamente a ellas. Cada persona tiene sus ritmos y sus tiempos de maduración. Lo importante es que junto a sí tenga un buen sembrador...7

1.1.7. ACOMPAÑAR «E l mismo día dos de ellos iban a una aldea, que dista de Jerusalén unos doce kilómetros, llamada Emaús, y hablaban entre sí de todos estas acontecimientos. Mientras iban hablando y razonando, el mismo Jesús se les acercó e iba con ellos, pero sus ojos no podían reconocerle» (Lc 24, 13-16). Elegimos,para describir las articulaciones entre acompañar, educar y formar, el episodio de los dos discípulos de significativo porque, además de la sabiduría del contente del método pedagógico seguido por Jesús, nos parece ver en los discípulos la imagen de tantos jóvenes de hoy» un tanto tristes y desanimados, que parecen haber perdido toda ilusión por buscar su vocación. 6

Proposiciones conclusivas del Congreso Europea de las vocaciones, 15

7 NVNE, n.33

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El primer paso, o el primer cuidado en este camino, es ponerse al lado: el sembrador o quien ha despertado en el joven la conciencia de la semilla sembrada en el terreno de su corazón, se convierte ahora en acompañante. En la teología de la presente reflexión se indicó como propio del Espíritu el ministerio del acompañamiento. En efecto, es el Espirito del Padre y del Hijo quien permanece junto al hombre para recordarle la Palabra del Maestro; es también el Espíritu quien habita en el hombre para suscitar en él la conciencia de ser hijo del Padre. Es, por tanto, el Espíritu el modelo en el que se debe inspirar aquel hermano o hermana mayor que acompaña al hermano o hermana menor en búsqueda8

1.1.8. EDUCAR «Y les dijo: ¿Qué discursos son éstos que van naciendo entre ustedes mientras caminan? Ellos se detuvieron entristecidos, y tomando la palabra uno de ellos, por nombre Cleofás, le dijo: ¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no conoce los sucesos en ella ocurridos estos días? El les dijo: ¿Cuáles? Contestaron: Lo de Jesús Nazareno, varón profeta, poderoso en obras y palabras ante Dios y ante todo el pueblo… Y El les dijo: ¡Hombres sin inteligencia y tardos de corazón para creer todo lo que vaticinaron los profetas! ¿No era preciso que el Mesías padeciese esto y entrase en su gloria? Y comenzando por Moisés y por todos los profetas, les fue declarando cuanto a é l se refería en todas las Escrituras. Se acercaron a la aldea, y El fingió seguir adelante. Le obligaron diciendo: Quédate con nosotros, porque se hace tarde y el día ya declina. Y entró para quedarse con ellos » (Lc 24,17-29). Tras la siembra, a lo largo del camino del acompañamiento, se trata de educar al joven. Educar en el sentido etimológico del verbo, es como un sacar fuera (e - ducere) de él su verdad, la que tiene en su corazón, incluso lo que no sabe ni conoce de sí mismo: debilidades y aspiraciones, para favorecer la libertad de la respuesta vocacional.9

1.2. DESDE EL MAGISTERIO DE LA IGLESIA 1.2.1. LA IGLESIA UNIVERSAL “Un verdadero dinamismo vocacional se desarrolla en lo profundo de la Iglesia y pertenece a su SER, antes que a su HACER. La “Vocacionalidad” de la Iglesia pone sus raíces en el misterio trinitario que ella tiene en sí misma, y solamente desde este misterio toda vocación toma su origen y significado en la Iglesia. Pero la iglesia que es “Vocación” por su propia constitución, es también generadora de vocaciones. Esto concierne sin duda a la Iglesia Universal, sin embargo se atribuye en modo especial a la Iglesia local. Ella ejercita una verdadera función mediadora hacia todas las vocaciones, pero en manera particular hacia aquellas vocaciones de particular consagración, gracias a:

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NVNE, N. 34 NVNE, N. 35

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a)

Su naturaleza sacramental que hace de la comunidad cristiana un verdadero “signo” y “lugar” en el que se afirma el primado del Padre que llama, a través de Cristo en el Espíritu.

b)

Su misterio de comunión, porque „servir a la comunión en la Iglesia significa cultivar las diversas vocaciones y carismas específicos y trabajar para que se completen recíprocamente, como miembros de un mismo cuerpo.

c)

Su misión, en cuanto las vocaciones existen para la misión, la cual exige vocaciones para que sea operante en la historia la „diaconía‟ de Cristo y la Iglesia en el mundo se manifieste como sacramento universal de la salvación.

1.2.2. LA IGLESIA LATINOAMERICANA: “La Iglesia crece no por proselitismo sino por „atracción‟: como Cristo „atrae todo a sí‟ con la fuerza de su amor. La Iglesia “atrae” cuando vive en comunión, pues los discípulos de Jesús serán reconocidos si se aman los unos a los otros como El nos amó.” (Aparecida 159). “La diversidad de carismas, ministerios y servicios, abre el horizonte para el ejercicio cotidiano de la comunión, a través de la cual los dones del Espíritu son puestos a disposición de los demás para que circule la caridad (cf. 1 Co 12, 4-12). Cada bautizado, en efecto, es portador de dones que debe desarrollar en unidad y complementariedad con los de los otros, a fin de formar el único Cuerpo de Cristo, entregado para la vida del mundo”. (Aparecida 162)

1.2.3. LA IGLESIA EN MÉXICO De las conclusiones de la Asamblea Nacional de PV, en Toluca, 2008: 1.2.4. GOZO DE SER ANIMADORES VOCACIONALES EN EL MUNDO ACTUAL. Bendecimos al Señor por vivir este tiempo de gracia, dónde el Espíritu continúa llamando en modos nuevos, inesperados, y nos envía para convocar y formar los discípulos misioneros de hoy y mañana. (Aparecida cap. 1) Necesitamos cultivar más la “pastoral de la mirada”: no podemos cerrar los ojos frente a las situaciones complicadas del entorno cultural y social, especialmente juvenil, que crean una cultura muchas veces adversa al sentir de la fe y de la Iglesia. Los agentes de PV somos los centinelas de las manifestaciones y llamados del Espíritu en el corazón del hombre de hoy, denunciando los ideales falsos y artificiales, anunciando la vida como don y como misión. (Aparecida cap. 2)

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Tenemos clara conciencia que el Evangelio de la vocación necesita hoy animadores que cultiven las 3 “T”; Testigo -Teólogo — Técnico. Testigo: La pastoral vocacional se hace primeramente por contagio y exige al promotor una vivencia alegre y convencida, visiblemente prepositiva de la propia vocación. El mundo de hoy cree solamente a los testigos, no a los maestros; y si escucha a los maestros, lo hace porque son testigos. Teólogo: La cui vocacional se alimenta y crece con agentes que conocen la sabiduría de la vida y entretejen las verdades de la razón con verdades de la fe y de la vocación, creando un ámbito habitable para la razón de hoy. Técnico: La pastoral y la pedagogía de la vocación, en la cultura actual, requiere de una eficaz estrategia que proponga itinerarios vocacionales dentro de los dinamismos normales de la Fe ( Cf P. Amedeo Cencini en “Pedagogía de la propuesta y del acompañamiento vocacional). La pastoral vocacional no puede ir, como las abejas, de flor en flor, picando en las mejores flores, visitando solamente los “jardines” bien cultivados, sino que hay que ir al “campo abierto”, donde hay espinas y donde se encuentran situaciones difíciles y duras, necesitadas de sentido de vida. Hoy más que nunca necesitamos de agentes que anuncien la vocación allá donde nadie ha propuesto el evangelio vocacional, donde hay gente llamada, porque amada, y hay gente que vale mucho, debajo de la corteza del sufrimiento, dolor, abandono, violencia marginación.

1.2.5. DISCÍPULOS Y MISIONEROS LLAMADOS A LA SANTIDAD. La PV anuncia la iniciativa de Dios que ama y que llama, gratuitamente, e invita y provoca a una respuesta libre, generosa y en el entorno de la gratuidad, en el seguimiento de Cristo, el primer llamado que es a su vez llamante. Los agentes de PV somos los testigos e instrumentos para anunciar a todos la vocación como camino a la santidad»‟ como adhesión y seguimiento de Cristo y hacer visible y creíble el rostro amoroso y misericordioso del Padre. (Aparecida cap. 4) Es urgente y necesario crear una cultura que favorezca la escucha de Dios, en un ambiente sordo a la voz del Espíritu, y hacer contemporáneo a Cristo Jesús, para favorecer el encuentro vital y la adhesión a su proyecto de vida. Estamos convencidos de la indisoluble unidad entre discipulado y misión, que nos lanza al corazón del mundo, a mirar los problemas de la cultura actual con la actitud del samaritano. Seremos más misioneros en la medida que lleguemos a ser mejores discípulos. Los agentes de PV tenemos la responsabilidad de propiciar que surja en el corazón de los bautizados el proceso vocacional desde el encuentro con Cristo al compromiso misionero. 10


Los animadores vocacionales tomamos siempre más clara conciencia de que somos mediadores e instrumentos y no dueños y protagonistas en el acompañamiento y discernimiento de la vocación. Superando la tentación de la “pesca vocacional”, el Espíritu nos llama a ser los facilitadores y acompañantes del camino y del proceso, en el respeto de ese terreno sagrado que es el corazón de la persona, donde el Espíritu ha llegado antes que nosotros y ha dejado la semilla de una vocación-misión. (Cf P. Amedeo Cencini)

1.3.

HE AQUÍ LO QUE SE TE PIDE

Se te pide gastar tus mejores energías para que en tu Diócesis se pueda conseguir el objetivo de una Pastoral Vocacional que responda a las expectativas de Dios y a las necesidades de los hombres y mujeres de Se te pide que hagas tuyo el corazón de Dios, la pasión la Iglesia, el sufrimiento de la gente en orden a un elemento fundamental de la fe: el bien de las personas coincide con el descubrir y vivir cómo y dónde Dios las quiere. La mediación eclesial, en esta perspectiva, es esencial. Las resistencias de nuestra gente a los llamados de Dios, en particular de las nuevas generaciones, a la vocación y a las varias vocaciones, serán tu cruz. Una oración ardiente e incesante alimentará esta conciencia y sostendrá tu esperanza. De hecho, el amor y la preocupación por aquellos que son llamados serán directamente proporcionales al amor por Aquél que llama y por aquella, la Iglesia, que es destinada a explicitar y acoger esas llamadas. En la oración te sostendrá la conciencia de que el bien de las personas coincide con el hacer de su vida una respuesta y que el bien de la Iglesia reclama que al Cuerpo de Cristo no le falte la aportación de todos sus miembros. El tuyo, es un servicio que se desarrolla en las profundidades del misterio de la salvación y está dirigido al corazón del hombre. Tú trabajas en el corazón de la Iglesia. Una oración incesante e inflamada por las vocaciones te pondrá en sintonía con el corazón de Dios, de la Iglesia y del Hombre.

1.4. LA EXPERIENCIA ENSEÑA No debes ceder a la tentación de considerar este servicio tuyo como un “accesorio”, añadido a las tantas cosas „importantes‟ a realizar (párroco, rector, padre espiritual etc.). Asumida la importancia extrema de este servicio (¡Es un servicio central entre los servicios diocesanos y es un servicio en el corazón de la Iglesia!), la experiencia enseña que, para desarrollar este servicio, hace falta ponerle el corazón y la mente, con una pasión extraordinaria; hace falta dedicarle mucho tiempo; hace falta participar seriamente en el camino común, tanto en su etapa diocesana, como en la regional y nacional. Ningún miedo, pero mucha seriedad y determinación. Un servicio como éste tiene que estar en primer lugar y junto a los empeños que, si es necesario, hará falta redimensionar o mejor compartir con otros colaboradores, porque es un servicio a nivel diocesano y porque de esto depende el futuro de la Iglesia. 11


1.4.1. FORMACIÓN PERSONAL. Debes dedicar en seguida una gran atención a tu formación personal. Los demás miembros del EDPV esperan mucho del Coordinador y de su preparación en PV. Si lees con atención el Plan Nacional de PV puedes hacerte una idea suficientemente precisa de los horizontes formativos hacia los cuales tu servicio te llama a orientarte. De otro lado, tu familiaridad con los estudios teológicos te permitirá planificar un buen camino formativo y de profundización en los temas vocacionales desde el punto de vista bíblico, dogmático, moral, litúrgico, espiritual, pastoral, pedagógico, sociológico, psicológico, jurídico, etc. Esta formación de base tendrá que ser acompañada por una actualización constante. Ya lo sabes: la pastoral exige fidelidad al Dios de siempre, pero también fidelidad a la misión de la Iglesia y al hombre de hoy en su contexto cultural. Encuentras, desde este punto de vista, unos preciosos puntos de referencia en los equipos regionales y en la organización nacional de PV, los mismos que están a tu servicio con numerosas iniciativas y subsidios. Te bastará poner ya en tu calendario la participación a los Encuentros Regionales de PV, las citas acciónales de la Asamblea Nacional, la Reunión Nacional de Coordinadores, y la Jornada Nacional. En ellos encontraras espacio para compartir las experiencias de los demás agentes de PV en México, y muchos subsidios (libros, CD´s, videos, etc.)

1.4.2. ORACIÓN PERSONAL La oración es de veras el secreto de tu éxito, como lo hemos dicto. ¿Cómo hacerla efectiva? Se empieza con el dar a oración cotidiana un sabor y carácter vocacional: la celebración eucarística, la liturgia de las horas, el rosario, la visita al Santísimo Sacramento. Es claro que tu oración por las vocaciones debe estar presente en el camino semanal, mensual, anual de tu espiritualidad: el día del Señor, el retiro mensual, las prácticas vinculadas a los tiempos litúrgicos. Concretamente, cuando la liturgia lo permite, nada impide una constante referencia a las intenciones de la Iglesia en relación con las vocaciones: la Misa votiva de Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote, por las vocaciones sacerdotales, por los religiosos, por las vocaciones consagradas, por la evangelización de los pueblos, por los laicos, etc. Desde ahora coloca en tu Breviario la estampa de la oración por las vocaciones» que se usa en tu diócesis y algunas otras que se distribuyen a nivel nacional. Cuando rezas personal o comunitariamente el Rosario, no dejes de manifestar y evidenciar alguna intención, siempre en referencia a las vocaciones. Termina siempre tu visita al Santísimo Sacramento con una oración basada en el mensaje que cada año el Papa dirige al Señor en ocasión de la Jomada Mundial. Cada domingo, u otro día determinado, con tu comunidad o personalmente, vive una hora de adoración, aprovechando los varios subsidios vocacionales que existen» o elaborando los propios con tu EDPV. 12


No descuides tu retiro mensual, meditando la Palabra de Dios que llama y las dinámicas espirituales de toda respuesta. Tu confesión personal siempre más atenta, convierte tu vida en un icono vocacional. En Adviento, Navidad, Cuaresma y Pascua, así como en el tiempo ordinario, hay muchas sugerencias y provocaciones: meditar las experiencias de los grandes llamados, la vocación de Jesús, las fatigas de la fidelidad, el significativo icono de María en su vocación, las glorias de una vida consumada en la respuesta... A un buen agente de PV no se le puede escapar ninguna de estas provocaciones que la liturgia cada día nos proporciona para poner en el corazón de la gente la pasión por la llamada y por la respuesta.

2.

LA PASTORAL VOCACIONAL UNITARIA Y EL EQUIPO DIOCESANO DE PASTORAL VOCACIONAL (EDPV): CONTENIDOS, OPCIONES DE FONDO, CONSECUENCIAS OPERATIVAS 2.1. DESDE EL MAGISTERIO DEL PAPA

La vocación sacerdotal es un don de Dios que constituye ciertamente un gran bien para quien es su primer destinatario. Pero es también un don para toda la Iglesia, un bien para su vida y misión. Por eso la Iglesia está llamada a custodiar este don, a estimarlo y amarlo. Ella es responsable del nacimiento y de la maduración de las vocaciones sacerdotales. En consecuencia, la pastoral vocacional tiene como sujeto activo, como protagonista, a la comunidad eclesial como tal, en sus diversas expresiones: desde la Iglesia universal a la Iglesia particular y, análogamente, desde ésta a la parroquia y a todos los miembros del Pueblo de Dios. Es muy urgente, sobre todo hoy, que se difunda y arraigue la convicción de que todos los miembros de la Iglesia, sin excluir ninguno, tienen la responsabilidad de cuidar las vocaciones. El Concilio Vaticano II ha sido muy explícito al afirmar que «el deber de fomentar las vocaciones afecta a toda la comunidad cristiana, la cual ha de procurarlo, ante todo, con una vida plenamente cristiana». Solamente sobre la base de esta convicción, la pastoral vocacional podrá manifestar su rostro verdaderamente eclesial, así como desarrollar una acción coordinada, sirviéndose también de organismos específicos y de instrumentos adecuados de comunión y de corresponsabilidad.10 La Iglesia, llamada por Dios, constituida en el mundo como comunidad de llamados („Ecclesia‟) es a su vez instrumento de la llamada de Dios. La comunidad toma conciencia de ser llamada y al mismo tiempo toma conciencia de que debe continuamente llamar. La Iglesia ejercita esta función mediadora cuando ayuda y estimula a todo creyente para que tome conciencia del don recibido y de la responsabilidad que ese don lleva en sí 10 Pastores Dabo Vobis, n. 41

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mismo. La ejercita cuando se hace auténtico intérprete de los llamados explícitos de Dios, presentando las necesidades del pueblo de Dios y de su dimensión misionera. La ejercita también cuando pide al Padre el don del Espíritu que suscita la respuesta en el corazón de los llamados, y cuando los acoge y reconoce en ellos la misma llamada, dándoles explícitamente el mandato y una misión concreta entre los hombres. Podríamos finalmente añadir que la Iglesia manifiesta su maternidad cuando, además de llamar y reconocer la idoneidad de los llamados, provee a los mismos de una formación adecuada, inicial y permanente. La crisis vocacional de los llamados es hoy también crisis de los “llamantes”, muchas veces ausentes y poco valientes. Si no hay quien llame, ¿cómo puede haber quien responda?11 Se impone, en este momento, un razonamiento nuevo te la vocación y sobre las vocaciones, sobre la cultura y sobre la pastoral vocacional. El Congreso Continental Europeo de Pastoral Vocacional ha percibido una cierta sensibilidad, ya largamente extendida respecto a estos temas, proponiendo, sin embargo, al mismo tiempo, una «sacudida» adecuada para abrir tiempos nuevos en nuestras Iglesias12.

2.2. DESDE EL MAGISTERIO DE LA IGLESIA 2.2.1. LA IGLESIA UNIVERSAL: UNA PASTORAL UNITARIA PARA LAS VOCACIONES. “La pastoral de las vocaciones nace del misterio de la Iglesia y se pone al servicio de ella”. Es, pues, necesario que el empeño de mediación entre Dios y los llamados sea siempre más un “hecho de Iglesia”. La pastoral vocacional unitaria brota de la vida de comunión de la Iglesia y revela su rostro vocacional: constituida en el mundo como comunidad de llamados, es, a su vez, instrumento de la llamada de Dios. Tal acción unitaria constituye también el fruto de un esfuerzo armónicamente coordinado de todos los componentes de la comunidad eclesial empeñada en favorecer, en la diversidad de responsabilidades, todas las vocaciones consagradas. Se impone, entonces, un común empeño para que en las Iglesias particulares la pastoral vocacional involucre y promueva todas las responsabilidades en un servicio eficaz a la Iglesia”13.

2.2.2. LA IGLESIA LATINOAMERICANA La Diócesis, presidida por el Obispo, es el primer ámbito de la comunión y la misión. Ella debe impulsar y conducir una acción pastoral orgánica renovada y vigorosa, de manera que la variedad de carismas, ministerios, servicios y organizaciones se orienten en un mismo proyecto misionero para comunicar vida en el propio territorio. Este proyecto, que 11

DC n. 13 NVNE N. 13 13 PPVI n. 1 12

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surge de un camino de variada participación, hace posible la pastoral orgánica, capaz de dar respuesta a los nuevos desafíos. Porque un proyecto sólo es eficiente si cada comunidad cristiana, cada parroquia, cada comunidad educativa, cada comunidad de vida consagrada, cada asociación o movimiento y cada pequeña comunidad se insertan activamente en la pastoral orgánica de cada diócesis. (Aparecida 169)

2.2.3. LA IGLESIA EN MÉXICO 2.2.4. EL CENTRO DIOCESANO DE VOCACIONES TIENE POR OBJETO: 1. Ayudar y coordinar la animación vocacional que se ha de llevar a cabo en toda la diócesis y en cada parroquia, según las directrices del Concilio, sin ocupar el puesto que le corresponde a la comunidad parroquial, que es el centro primero de animación de todas las vocaciones; desarrolla su trabajo al servicio de todas las vocaciones específicas... 2. Mantiene los contactos con las distintas iniciativas de acompañamiento y con los Institutos de formación presbiteral, diaconal, religiosa y misionera, existentes en la Iglesia local. 3. Junto al Coordinador, nombrado por el Obispo, forman parte del mismo, presbíteros, religiosos, religiosas, misioneros, miembros de Institutos seculares, laicos y seminaristas o formandos, los cuales son elegidos para cooperar en la actividad del Centro, en armonía con el programa o Plan de acción diocesano a favor de las vocaciones14.

2.2.5. EN LA ASAMBLEA NACIONAL DE 2006, EN TUXPAN, SE CONCRETARON ALGUNOS PRINCIPIOS SOBRE EL EQUIPO DIOCESANO DE PV: La eclesiología y la espiritualidad de la Comunión, que caracteriza la Iglesia del tercer milenio (N.M.I. 43), exige a la pastoral vocacional un trabajo en conjunto y en comunión, entre todas las vocaciones eclesiales. Hoy ya no es posible que una congregación o seminario haga su promoción a solas, separados de las demás vocaciones. El EDPV es un lugar pastoral privilegiado para la coordinación de toda promoción de las vocaciones en la Iglesia. Una de las primeras tareas del EDPV es integrar en sus proyectos de pastoral vocacional a todas las vocaciones específicas del territorio diocesano, como expresión de comunión entre los varios carismas laicales, religiosos y sacerdotales. El EDPV procurará, pues, por todos los medios de estar integrado por el mayor número de expresiones de vocaciones específicas.

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Plan Nacional de PV, México 2002, n. 364

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Una buena pastoral vocacional supone la base de una buena teología de la vocación y de la pastoral vocacional, según las enseñanzas de la Iglesia y como respuesta a los retos de la cultura de nuestro tiempo. El ADPV tendrá que promover una actualización teológica constante y una formación permanente de los agentes de pastoral vocacional. La pastoral de conjunto y el mismo ser de la pastoral vocacional, como „vocación de toda pastoral‟; requieren que la pastoral vocacional esté en profunda unidad de provéelos con las pastorales afines. El EDPV tendrá muy en engenta de lanzar puentes, especialmente con las pastorales juvenil y familiar, buscando dinámicas e instrumentos concretos para que se realicen una planeación, realización y evaluación de los proyectos, en comunión. Para que el EDPV tenga un rostro de eclesialidad real, será necesario que entre las prioridades de sus tareas esté la construcción de una cultura vocacional, a través de una pastoral vocacional evangelizadora, promoviendo los equipos parroquiales de pastoral vocacional. El EDPV no olvidará que la parroquia será siempre el centro principal de animación de todas las vocaciones Si la parroquia es el centro primario de animación y promoción de todas las vocaciones, el EDPV buscará los medios y dinámicas para sensibilizar al presbiterio que el párroco es “la vocación para todas las vocaciones”. Frente al frecuente desinterés de muchos presbíteros por la vida religiosa, masculina y femenina, se hace urgente y necesario el conocimiento y la promoción de la vida consagrada en las comunidades cristianas. El EDPV no es solamente una instancia de trabajo pastoral, sino un espacio para vivir y testimoniar la comunión de las vocaciones. Por ello, el EDPV tendrá que cuidar las relaciones fraternas, el conocimiento de los carismas, el diálogo, el respeto, la corresponsabilidad y el testimonio de vida, entre los varios carismas de vida religiosa, entre presbíteros y religiosos, entre consagrados y laicos. (De las conclusiones de la Asamblea Nacional de 2006, en Tuxpan).

a) Para hacer más visible la unidad del Cuerpo de Cristo» los agentes de PV nos comprometemos a un trabajo vocacional en sinergia con las pastorales afines, como la familia, la juvenil, la catequética y la educativa. En muchas realidades pastorales de nuestras diócesis y parroquias no se realiza todavía esta pastoral de conjunto, que será indudablemente beneficio de una mayor adhesión a Cristo y de más convencido compromiso en la misión de los fíeles cristianos. (De las conclusiones en la Asamblea Nacional Toluca, 2008). 2.2.6. VINCULACIÓN NECESARIA ENTRE PV Y PASTORAL JUVENIL: “La Pastoral Vocacional no podrá ser un conjunto de acciones aisladas al margen de la Pastoral juvenil, pues forma parte de su proceso. Cumpliendo su misión orientadora, le estará recordando constantemente la meta a la que esta debe llegar la Pastoral Juvenil, que por su parte, terminará en Pastoral Vocacional. Complicada su misión, preparará el camino para que los jóvenes puedan descubrir el lugar específico en el que Dios los llama para 16


construir el Reino. Ambas pastorales, por tanto, se necesitan mutuamente y son complementarias. Una buena interacción entre PV y PJ empieza por conocer, recíprocamente, los planes y programas diocesanos. Se invita, pues, a los integrantes del EDPV a conocer y participar en los planes de la PJ diocesana. En algunas diócesis ha resultado muy fructuosa la presencia y valoración de algunos coordinadores juveniles en el EDPV, que estimulan la participación de los agentes de PV en el proceso juvenil diocesano o parroquial. Es deseable que en el. Plan Pastoral Diocesano se ponga en relieva la complementariedad de la PJ y la PJ, con líneas de acción que prevean momentos comunes de planificación y de evaluación. Creemos importante que los coordinadores diocesanos de la PJ y de la PV promuevan algunos encuentra de tos respectivos equipos para reflexionar, motivar y realizar algunas actividades en común. De esta relación podrán nacer planes y programas más unitarios y en beneficio del proceso juvenil, en dimensión vocacional”. (De las Conclusiones de la Asamblea Nacional en Querétaro, 2007)

2.2.7. HE AQUÍ LO QUE SE TE PIDE El empeño por la orientación, el discernimiento y la maduración vocacional, cuando llega a ser un hecho de Iglesia, llega también a ser “pastoral vocacional”. Es decir que es parte de ese compromiso más amplio que el Buen Pastor ha confiado a su Iglesia para que, asumiendo la formación cristiana de los hombres y de la humanidad, sea signo e instrumento del Reino del Padre. Como „signo‟, la Iglesia habla de la vocación, viviéndola y dando testimonio de ella; como „instrumento‟, anuncia, estimula, anima, propone, promueve, acompaña el acontecimiento vocacional. Lo hace con todos y con cada uno. Con su mediación hace posible que la llamada llegue a su destinatario y trabaja para educar, sostener y promover la respuesta. Para hacer posible la opción vocacional a la vida consagrada o al ministerio ordenado, la pastoral vocacional debe necesariamente proponer y acompañar un itinerario de fe que sea, por su naturaleza, comprensión y experiencia de todo el acontecimiento vocacional. O sea que la pastoral vocacional, teniendo como objetivo la animación del Pueblo de Dios para que maduren en él todas las semillas de vocación consagrada, sacerdotal y laical que a manos llenas el Señor aparece en su Iglesia, no puede prescindir, en su servicio» de fe temática vocacional en toda su complejidad teológica y existencial. De esta manera la pastoral vocacional está „adentro‟ de toda la pastoral ordinaria, le da autenticidad y pide su constante atención. La pastoral vocacional termina, así, llegando a ser unitaria, porque: 17


1. Involucra toda la acción eclesial. 2. Concierne a todos. 3. Se interesa de todas las vocaciones de particular consagración. 4. Recorre y da sentido a todos los caminos de la pastoral ordinaria. La consecuencia operativa inmediata es que la pastoral vocacional de conjunto de una diócesis nace de la comunión, de la convergencia, de la corresponsabilidad, de la copresencia, del compartir de todas las categorías del Pueblo de Dios, representadas en un Equipo Diocesano de Pastoral Vocacional, según los estados de vida, las responsabilidades pastorales y la responsabilidad territorial o sectorial. Toma cuerpo, así, el EDPV y su primera tarea: congregar a todas las vocaciones para animarlas, coordinarlas y promoverlas. Cuando se dice convocar a todas las vocaciones, se entiende naturalmente con sentido de representatividad educativa y pastoral. Y cuando se dice promover todas las vocaciones, se entiende sobre todo las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada, sin excluir la vocación laical. El Coordinador del EDPV formará en su Diócesis un núcleo ágil, dinámico, representativo de las vocaciones, de las cuales deberá interesarse, y también un organismo más amplio, representativo de todas las responsabilidades territoriales y sectoriales diocesanas. Nacen así el Equipo Diocesano de PV (EDPV) y la Asamblea Diocesana de PV (u otro nombre parecido).

2.3. LA EXPERIENCIA ENSEÑA 2.4.1 Por cuanto concierne a la constitución, naturaleza y tareas del Centro Diocesano de PV (EDPV), quedando firme lo que el Plan Nacional y el Reglamento del EDPV afirman, es verdaderamente indispensable que toda la Diócesis lo sienta suyo, construyendo, en cada nivel, una real participación „afectiva‟ y operativa en sus finalidades y en sus acciones. El EDPV debe estar constituido por personas que tengan representatividad en las distintas vocaciones, comprometidas en los distintos Institutos o áreas diocesanas. La “Asamblea diocesana de PV” lleva al EDPV la riqueza de la vida de la Iglesia Particular desde el punto de vista sectorial y territorial. Participarán sobre todo los Encargados de cada Decanato (Foranía), que garanticen puntos preciosos de referencia en las iniciativas que puedan ser realizadas en los Decanatos y en el trabajo de animación vocacional de las parroquias. Algunos sectores pastorales no podrán faltar en la Asamblea Diocesana de PV: catequesis, pastoral juvenil, pastoral familiar, pastoral educativa. 18


2.4.2 Por lo que concierne a la metodología concreta de trabajo, el Coordinador, consciente de que la animación vocacional exige un empeño personal de los agentes, antes de cualquier programación de actividades, pondrá más atención en la formación inicial y continua del EDPV y de la Asamblea de PV. Para esta formación sabrá usar las propuestas de los encuentros nacionales Y del Consejo Nacional de PV, con el cual el coordinador tendrá relaciones constantes. El EDPV y la Asamblea tendrán la programación anual de sus modalidades operativas, fortaleciendo la espiritualidad, la oración y la actualización de los temas vocacionales más importantes. La experiencia enseña que es oportuno: -

Que el EDPV se reúna cada mes. Que la asamblea diocesana de PV se reúna cada cuatrimestre o semestre.

3. LOS CAMINOS DE ESTE COMPROMISO: EN LA PASTORAL ORDINARIA DE LA IGLESIA LOCAL Y EN LOS MOMENTOS PROPIOS DEL EDPV. 3.1.1. DESDE EL MAGISTERIO DEL PAPA Ciertamente la vocación es un misterio inexplicable que implica la relación que Dios establece con el hombre corno ser único e irrepetible, un misterio que es percibido y sentido corno una llamada que espera una respuesta en lo profundo de la conciencia, en aquel «sagrario del hombre, dónde él se encuentra a solas con Dios, cuya voz resuena en la propia intimidad». Pero ello no elimina la dimensión comunitaria y eclesial de la vocación: la Iglesia está realmente presente y operante en la vocación de cada sacerdote. En el servicio a la vocación sacerdotal y a su camino, o sea, al nacimiento, al discernimiento y al acompañamiento de la vocación, la Iglesia puede encontrar un modelo en el caso de Andrés, uno de los primeros dos discípulos que siguieron a Jesús. El mismo Andrés va a contar a su hermano lo que le había sucedido: «Hemos encontrado al Mesías (que significa el Cristo)» (Jn 1, 41). Y la narración de este «descubrimiento» abre el camino al encuentro: «y lo llevó a Jesús» (Jn 1,42). No hay ninguna duda sobre la iniciativa absolutamente libre ni sobre la decisión soberana de Jesús. Es él quien llama a Simón y le da un nuevo nombre: «Jesús, fijando su mirada en él, le dijo: “Tú eres Simán, hijo de Juan; tú te llamarás Cefas (que quiere decir Pedro)” (Jn 1, 42). Aunque también Andrés ha tenido su iniciativa: ha facilitado el encuentro de su hermano con Jesús. « Y lo llevó a Jesús». Está aquí, en cierto sentido, el corazón de toda la pastoral vocacional de la Iglesia, con la cual ella cuida del nacimiento y del crecimiento de las vocaciones, sirviéndose de los dones y de las responsabilidades, de los carismas y del ministerio recibido de Cristo y de su Espíritu. La Iglesia, como pueblo sacerdotal, profético y real, está comprometida a promover y a ayudar el descubrimiento y la maduración de las vocaciones sacerdotal es con la oración y con la vida sacramental, con el anuncio de la Palabra y con la educación a la fe, con la guía y el testimonio de la caridad. 19


La Iglesia, en su dignidad y responsabilidad de pueblo sacerdotal, tiene en la oración y en la celebración de la liturgia los momentos esenciales y fundamentales de la pastoral vocacional. La oración cristiana, en efecto, alimentándose de la Palabra de Dios, crea el espacio ideal para que cada uno pueda descubrir la verdad de su propio ser y la identidad del personal e irrepetible proyecto de vida, que el Padre le confía. Es necesario, por lo tanto, educar, particularmente a los muchachos y a los jóvenes, para que sean fieles a la oración y a la meditación de la Palabra de Dios. En el silencio y en la escucha podrán percibir la llamada del Señor al sacerdocio y seguirla con prontitud y generosidad. La Iglesia debe acoger cada día la invitación explícita y exigente de Jesús, que nos pide de «rogar al dueño de la mies que envíe obreros a su mies» (Mt 9, 38). Obedeciendo al mandato de Cristo, la Iglesia cumple, antes que nada, una humilde profesión de fe: orando por las vocaciones, mientras advierte toda la urgencia para su vida y para su misión, reconoce que las vocaciones son un don de Dios y, como tal, hay que pedírlo con una súplica insistente y confiada. Esta oración, centro de toda la pastoral vocacional, debe comprometer no sólo a cada persona sino que también a todas las comunidades eclesiales. Ninguno duda de la importancia de cada una de las iniciativas de oración, de los momentos especiales reservados a ésta invocación, comenzando por la Jornada Mundial anual por las Vocaciones, y del compromiso explícito de personas y grupos particularmente sensibles al problema de las vocaciones sacerdotales. Pero hoy la espera suplicante de nuevas vocaciones debe ser cada vez más una práctica constante y difundida en toda la comunidad cristiana y en cada realidad eclesial. Así se podrá revivir la experiencia de los apóstoles, que en el Cenáculo, unidos con María, esperan en oración la venida del Espíritu (cf. Hch 1, 14), el cual no dejará de suscitar también hoy en el Pueblo de Dios «dignos ministros del altar, testigos valientes y humildes del Evangelio». También la liturgia, culmen y fuente de la vida de la Iglesia y, en particular, de toda oración cristiana, tiene un papel indispensable y una incidencia privilegiada en la pastoral de las vocaciones. Ella, en efecto, constituye una experiencia viva de los dones de Dios y una gran escuela de la respuesta a su llamada. Como tal, toda celebración litúrgica, y sobre todo la eucarística, nos descubre el verdadero rostro de Dios, nos pone en comunicación con el misterio de la Pascua, o sea, con la «hora» por la que Jesús vino al mundo y hacia la que se encaminó libre y voluntariamente en obediencia a la llamada del Padre (cf. Jn 13, 1); nos manifiesta el rostro de la Iglesia como pueblo de sacerdotes y comunidad bien compacta en la variedad y complementariedad de los carismas y vocaciones. El sacrificio redentor de Cristo, que la Iglesia celebra, da un valor particularmente precioso al sufrimiento vivido en unión con el Señor Jesús. Los Padres sinodales nos han invitado a no olvidar nunca que «a través de la oblación de los sufrimientos, tan frecuentes en la vida de los hombres, el cristiano enfermo se ofrece a sí mismo como víctima a Dios, a imagen de Cristo, que se inmoló a sí mismo por todos nosotros (cf. in 17, 19)>>, Y que «el ofrecimiento de los sufrimientos con esta intención es de gran provecho para la promoción de las vocaciones15”.

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Pastores Dabo Vobis, 38

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La pastoral vocacional, para proponerse como perspectiva unitaria y sintética de la pastoral ordinaria, debe expresar principalmente en su interior, la síntesis y la comunión de los carismas y de los ministerios‟‟. Ya desde hace tiempo la Iglesia ha advertido la necesidad de esta coordinación y unidad, que, gracias a Dios, ha dado ya notables frutos: organismos parroquiales, centros vocacionales diocesanos y nacionales, que desde hace varios años funcionan con grandes ventajas16.

3.1.2. DESDE EL MAGISTERIO DE LA IGLESIA 3.1.3. LA IGLESIA UNIVERSAL IGLESIA PARTICULAR Y COMUNIDAD PARROQUIAL. La vocación es dimensión esencial, que debe penetrar toda la acción evangelizadora de la Iglesia particular, por lo cual la pastoral de las vocaciones no puede ni debe ser un momento aislado o sectorial de la pastoral global. Para que esto suceda, es condición indispensable el compromiso de cada Iglesia particular en una continua renovación de toda la pastoral según las orientaciones de la eclesiología del Vaticano II, para poder realizar una pastoral más eficaz de la caridad, de la participación, del servicio, del testimonio y por lo tanto, de las vocaciones. La vocación y la misión de la Iglesia particular se expresan sobre todo en la comunidad parroquial. Ella es el lugar privilegiado del anuncio vocacional y comunidad mediadora de las llamadas, a través de lo que más la caracteriza: la proclamación de la Palabra que llama, la celebración de los signos de la salvación que comunican vida, el testimonio de la caridad y el servicio ministerial. En la pastoral ordinaria de una comunidad parroquial, pues, la dimensión vocacional no es „algo más que hay que hacer‟, sino el alma misma de todo el servicio de evangelización que ella expresa”17.

3.1.4. LA IGLESIA LATINOAMERICANA: “La Diócesis, presidida por el Obispo, es el primer ámbito de la comunión y la misión. Ella debe impulsar y conducir una acción pastoral orgánica renovada y vigorosa, de manera que la variedad de carismas, ministerios, servicios y organizaciones se orienten en un mismo proyecto misionero para comunicar vida en el propio territorio. Este proyecto, que surge de un camino de variada participación, hace posible la pastoral orgánica, capaz de dar respuesta a los nuevos desafíos. Porque un proyecto sólo es eficiente si cada comunidad cristiana, cada parroquia, cada comunidad educativa, cada comunidad de vida consagrada, cada asociación o movimiento y cada pequeña comunidad se insertan

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cfr. OT, 2; DC 57-59 PPVI 26

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activamente en la pastoral orgánica de cada diócesis. Cada uno está llamado a evangelizar de un modo armónico e integrado en el proyecto pastoral de la Diócesis. (Aparecida 169) “Siguiendo el ejemplo de la primera comunidad cristiana (cf. Hch. 2,46-47), la comunidad parroquial se reúne para partir el pan de la Palabra y de la Eucaristía y perseverar en la catequesis, en la vida sacramental y la práctica de la caridad. En la celebración eucarística, ella renueva su vida en Cristo. La Eucaristía, en la cual se fortalece la comunidad de los discípulos, es para la Parroquia una escuela de vida cristiana. En ella, juntamente con la adoración eucarística y con la práctica del sacramento de la reconciliación para acercarse dignamente a comulgar, se preparan sus miembros en orden a dar frutos permanentes de caridad, reconciliación y justicia para la vida del mundo”. (Aparecida 175) “La familia, “patrimonio de la humanidad”, constituye uno de los tesoros más valiosos de los pueblos latinoamericanos ... Para que la familia sea “escuela de la fe” y pueda ayudar a los padres a ser los primeros catequistas de sus hijos, la pastoral familiar debe ofrecer espacios formativos, materiales catequéticos, momentos celebrativos, que le permitan cumplir su misión educativa ... La familia, pequeña Iglesia, debe ser, junto con la Parroquia, el primer lugar para la iniciación cristiana de los niños. Ella ofrece a los hijos un sentido cristiano de existencia y los acompaña en la elaboración de su proyecto de vida, como discípulos misioneros. Es, además, un deber de los padres, especialmente a través de su ejemplo de vida, la educación de los hijos para el amor como don de sí mismos y la ayuda que ellos le presten para descubrir su vocación de servicio, sea en la vida laical como en la consagrada”. (Aparecida, 302-303) “Entre. las comunidades eclesiales, en las que viven y se forman .los discípulos misioneros de Jesucristo, sobresalen las Parroquias ... Deseamos una valiente acción renovadora de las Parroquias a fin de que sean de verdad espacios de la iniciación cristiana, de la educación y celebración de la fe, abiertas a la diversidad de carismas, servicios y ministerios, organizadas de modo comunitario y responsable, integradoras de movimientos de apostolado ya existentes, atentas a la diversidad cultural de sus habitantes, abiertas a los proyectos pastorales y supraparroquiales y a las realidades circundantes” (Aparecida 170)

3.1.5. LA IGLESIA EN MÉXICO De las Conclusiones de la Asamblea Nacional de PV en Toluca 2008: “La espiritualidad de la comunión tiene su fundamento en el icono de la vid y los sarmientos (Jn.l5, 1-8), en la comunión de todos en el Cuerpo de Cristo, la Iglesia. La comunión es una experiencia que se une a diario con el pan de la Palabra y de la Eucaristía. La parroquia es el lugar privilegiado de la comunión de las vocaciones, donde los fieles, ejerciendo el propio carisma, construyen la única comunidad en el único espíritu. Y es el presbítero el primer llamado a ser “vocación para todas las vocaciones”. (Cf Aparecida cap. 5) 22


La espiritualidad y pastoral de la comunión (Cf. Novo Millennio Ineunte) son un punto neurálgico y una tarea todavía pendiente en nuestra PV. No hay auténtico discipulado y misionariedad sin comunión. Los agentes de PV perdemos fácilmente la visión de que somos mediadores e instrumentos y nos hacemos dueños de las vocaciones, con una visión muy individualista y utilitarista del misterio vocacional. Tenemos conciencia de trabajar más, desde las estructuras diocesanas y parroquiales, para favorecer planes y programas de PV que favorezcan una animación y acompañamiento vocacional más eclesial, en el aprecio y promoción explícita de todas las vocaciones. (Cf Aparecida cap. 5) Entendemos la comunión como Don y como Tarea. Como don se expresa en el Espíritu que nos une y reúne en Iglesia (no somos comunidad por consenso, sino por Gracia); y como tarea porque somos llamados a manifestar la comunión en el afecto y estima recíproca, en el reconocimiento mutuo, en la coordinación y en la creación de canales que la expresen y que la hagan más visible. Muchas veces se rompe la comunión, o no se trabaja en y para la comunión, desde los primeros responsables de PV (Obispo, Presbíteros, Coordinadores Diocesanos, Superiores religiosos/as). Necesitamos intensificar las estrategias y lugares de formación para una espiritualidad y acción vocacional de comunión eclesial. (Cf Aparecida cap. 5) El reto principal de la formación de los discípulos misioneros parte de la necesidad de provocar un encuentro vivo y personal con Cristo Jesús. Este es el objetivo de toda formación. Desde este primer objetivo, se desprenden los otros aspectos del proceso formativo: conversión, discipulado, comunión y misión (identidad vocacional). Los agentes de PV tendremos más atención en poner el centro de la formación en la persona y sus procesos personales en la fe, con paciencia y esperanza, sin quemar etapas. Los agentes de PV necesitamos poner más atención para que los procesos vocacionales, especialmente en la formación de los jóvenes a la fe y al compromiso de identificación vocacional, sean dinámicos, encarnados en la cultura actual, graduales, integrales, personalizado s y permanentes. Los animadores vocacionales estamos convencidos de que debemos convertimos y hacer un salto de calidad en nuestra PV, superando la pastoral de la pesca y optando decisivamente por una formación al discipulado y a la misión, donde el centro de atención e interés no sean las Instituciones y sus necesidades, sino la persona, el joven y su proceso personal y comunitario en la fe”.

3.1.6. HE AQUÍ LO QUE SE TE PIDE Para lograr el objetivo, ¿Cuáles son los itinerarios a recorrer, tanto en la vida de la comunidad cristiana como en las propuestas propias del EDPV en la Diócesis? a) En lo que concierne a la comunidad cristiana, son esencialmente 3 puntos los que hay que cuidar:

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1. La vida de la comunidad cristiana en su conjunto, con los itinerarios ordinarios generados de la Palabra, de los Sacramentos, de la Caridad; 2. La vida de la comunidad cristiana en la articulación de los sectores pastorales con sus caminos de espiritualidad, formación, empeño educativo y pastoral; 3. La vida de la comunidad cristiana en los organismos de comunión y de participación donde se deciden los programas pastorales y los caminos de la fe. b) Por 10 que concierne a las propuestas propias del EDPV, el criterio fundamental en el que se puede inspirar es la realización, de parte del EDPV, de momentos de anuncio explícito, propuesta fuerte y decidida, acompañamiento específico de las vocaciones consagradas. „Realización‟ significa promoción y coordinación y eventualmente acción directa en donde se vea necesario. El EDPV se interesa, por tanto, de la comunidad cristiana en sus momentos orante s y litúrgicos, en sus momentos de servicio de la Palabra y de la catequesis, en sus momentos de crecimiento del servicio y de la caridad. Pero también propone a la comunidad cristiana momentos fuertes de anuncio y propuesta y genera itinerarios de acompañamiento.

3.1.7. LA EXPERIENCIA ENSEÑA En este apartado, existe una vasta gama de experiencias. Algunas constantes emergen con su evidencia y eficacia:

3.1.8. LA ORACIÓN POR LAS VOCACIONES En nuestras diócesis, aun cuando se trabaje poco para las vocaciones, no ha faltado nunca alguna forma de oración provocaciones. Una buena norma para todos es seguir y recorrer los itinerarios ofrecidos por la tradición, como opción inicial y pnmana. Jueves vocacional: todas las parroquias y grupos parroquiales, las comunidades consagradas, las asociaciones, las familias de la diócesis se unen en oración y adoración delante del Santísimo para orar por las vocaciones. Una iniciativa, muy elogiada y eficaz en otras naciones, es que todas las energías activas de cada parroquia se unan a los monasterios de vida contemplativa, el primer jueves de cada mes, formando como un “monasterio invisible” para vivir una jornada de oración y reflexión sobre las vocaciones sacerdotal es y consagradas. En este primer jueves de cada mes, todas las parroquias y todas las comunidades religiosas celebran la Eucaristía con una guía litúrgica temática vocacional, preparada por el EDPV. Es importante que al EDPV no le falten animación, motivación y subsidios adecuados y constantes, para la oración cotidiana, personal y comunitaria, de los sacerdotes y de los consagrados, con invocaciones „ad hoc‟ para laudes y vísperas, para el rosario diario, para la oración universal de los fieles en la Misa cotidiana, etc.

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Es muy oportuno que esto inicie a partir de los seminarios y de las casas de formación que existen en la diócesis, para que la formación en la oración tome cuerpo desde la formación inicial. Vigilias de oración diocesanas, parroquiales, zonales: desde el EDPV pueden elaborarse subsidios y propuestas para que las comunidades, sobre todo juveniles, tengan oportunidad de vigilias de oración, muy amadas y deseadas por los jóvenes. El cometido principal es que el EDPV tenga siempre despierto el interés y la atención sobre las varias iniciativas de oración y garantice la seriedad y la fidelidad de las mismas.

3.1.9. LA VIDA LITÚRGICA: El ejercicio de la función sacerdotal de Jesucristo, con su Iglesia, constituye un espacio esencial para el anuncio, la propuesta y la oración vocacional. Mirando la vida concreta de nuestras comunidades cristianas, diocesanas, parroquiales, religiosas y laicales, no es difícil ver la liturgia como momento central de anuncio vocacional. En muchas parroquias y comunidades se atiende, a veces, solamente este aspecto. Muchas experiencias confirman una sorprendente sintonía entre pastoral vocacional y liturgia. Aquí evidenciamos sólo algunas perspectivas: a) La Eucaristía: la celebración revela, ya en sí misma, y mantiene viva la consciencia vocacional de las personas y de la comunidad. Es celebrada, de hecho, por una „asamblea de llamados, convocados‟, llamada e invitada a alimentarse de la doble mesa de la Palabra y del Pan de vida; plasmada en comunidad que vive el don de la comunión; enviada para ser testigo del amor de Dios para el hombre y para la humanidad. La experiencia nos hace ver que a través de adecuadas introducciones y moniciones, unidas a una profunda seriedad y pasión en las palabras y acciones de la celebración, madura en la comunidad la consciencia vocacional que es el terreno fecundo para el desarrollo de todas las vocaciones. b) El Misal ofrece la oportunidad de celebrar, cuando el tiempo litúrgico lo permite, la Eucaristía con las oraciones por las vocaciones sacerdotales y religiosas. Hay esquemas para varias opciones dentro del campo de atención de las vocaciones. c) Otros sacramentos: preparación y celebración del bautismo, preparación de las confirmaciones, de las ordenaciones sacerdotales, del Matrimonio, la celebración de la penitencia etc. La vocación de hijos adoptivos, la vocación al testimonio, las varias vocaciones al servicio... todo converge en una necesaria y natural lectura vocacional de la economía sacramental. d) El año litúrgico: la experiencia del „mes vocacional‟ o del „mes del seminario‟, del tiempo de „Pascua vocacional‟, se confirman como experiencias preciosas y en evolución. Todos podemos pensar en una animación vocacional a través de los tiempos litúrgico s del año: Adviento, Navidad, Cuaresma y Pascua ofrecen muchas experiencias vocacionales y, contemporáneamente, no pueden explicarse totalmente sin una referencia clara a la dimensión vocacional: la Virgen María, el Bautista, la Pasión de Jesús, los apóstoles y su experiencia pascual. .. todo toma sentido a partir de su vocación. 25


El calendario litúrgico, con las fiestas de los santos, con el itinerario de la Palabra incluso en el tiempo ordinario, ofrece una infinidad de propuestas sobre el valor, la necesidad y la posibilidad, aún hoy, de vivir en la respuesta fiel, decidida y radical, la propia vocación.

3.1.10.

LA CATEQUESIS

La experiencia nos da para concretar tres aspectos principales que hay que cuidar: la catequesis, los catequistas y los textos de catequesis. La catequesis no es catequesis si no es vocacional. El horizonte se formula de esta manera: una auténtica catequesis es aquella que ayuda a descubrir y a vivir la propia vocación en el seguimiento de Cristo, como discípulos y misioneros. Los catequistas: son el gran patrimonio de nuestras parroquias, una presencia viva aún en las más pequeñas comunidades, las más aisladas del centro. Son los „animadores vocacional naturales‟, por el ministerio de la Palabra a ellos confiado. El EDPV tiene en ellos un campo abierto de formación, en corresponsabilidad con el Centro Diocesano de Catequesis. Los textos de catequesis: nuestra realidad eclesial está caracterizada por una variedad ilimitada de textos, según la sensibilidad y actualización del pastor y de los Obispos diocesanos. A pesar de la falta de unidad de textos, a nivel nacional, provincial e incluso, muchas veces, a nivel diocesano, sin embargo casi todos los textos, aprobados por la autoridad competente, son atravesados por esta dimensión vocacional que es necesaria y central. Y aquí está otra tarea del EDPV: cuidar y orientar a las comunidades para ofrecer los textos que están en esta línea eclesial vocacional, y, en todo caso, sugerir amablemente que se desechen aquellos textos que no la tengan en manera explícita. En particular se deberá tener atención al texto de la confirmación, sacramento vocacional por excelencia, que deberá presentar un itinerario de maduración vocacional para el adolescente.

3.1.11.

LA CARIDAD.

Muchos hemos acogido con alegría y sorpresa lo que se afirma en el documento “Evangelización y Testimonio de la Caridad18, sobre la „constitutiva resonancia vocacional‟ de una educación de los jóvenes al evangelio de la caridad. Es cierta esta afirmación, tanto más en cuanto que un itinerario de experiencias de comunión de bienes y de caridad o de voluntariado y de servicio hacia los más pobres, es camino privilegiado para la maduración de una vocación. La participación en la vida de la comunidad cristiana, con el creciente interés para una diaconía en la Iglesia y en el mundo, desarrolla el germen de la vocación sacerdotal y 18

Documento de la Conferencia Episcopal Italiana, 1990

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consagrada. Y de alguna manera este interés por el servicio y la caridad es su mejor carta de identidad y de validez: una vocación auténtica crece solamente en la gratuidad y en la donación de sí mismo. La atención a los últimos es la categoría decisiva que da garantía y razón al llamado de Dios. El EDPV será el encargado de concretar este camino de caridad, con itinerarios diocesanos e indicaciones operativas, en sintonía y colaboración con la pastoral social diocesana.

3.1.12.

LA ESPIRITUALIDAD.

Si la comunidad cristiana no ofrece a sus adolescentes y jóvenes, como elemento central de su crecimiento, un fuerte camino espiritual, el germen de la vocación no nace, y menos florece y llega a madurez. La oración, el silencio, momentos de „Lectio Divina J y de contemplación son condiciones esenciales. Muchas experiencias nos dicen que la vocación se despierta especialmente en esos momentos en que el joven descubre el gusto y la constancia en la oración. Ejercicios espirituales, jornadas de retiro, escuelas de oración encuentran en la temática vocacional un espléndido contenido y una fuerte y profunda motivación. El EDPV encuentra en esas experiencias un terreno fecundo para la propia acción. Proponer a los grupos juveniles, parroquiales y extraparroquiales, momentos fuertes de espiritualidad vocacional es quizás el componente más original y decisivo de su servicio.

3.1.13.

LOS PASOS A SEGUIR.

Una vez definidos los sectores pastorales que enfocan los grandes caminos de la pastoral vocacional y sus contenidos más generales y los medios más comunes, la experiencia enseña que se puede caer en la parálisis si no se identifican claramente los lazos de unión con la concreta vida de la diócesis. Parece que los pasos a seguir vayan en tres direcciones complementarias: la animación, la propuesta de iniciativas de espiritualidad específica y el acompañamiento vocacional. La animación vocacional de las comunidades cristianas se propone como un servicio al interior del camino ordinario de la comunidad. El EDPV propondrá todas aquellas iniciativas que las comunidades están en grado de acoger y de llevar a realización, dentro de su programación pastoral. Iniciativas destinadas a proponer el anuncio y la propuesta a través de encuentros de oración y de reflexión; semanas vocacionales; campamentos vocacionales; jornadas de retiro, etc. En definitiva, para la animación, el conjunto de las relaciones del EDPV con los demás organismos diocesanos, los párrocos, las asociaciones y movimientos. Se ha notado que donde el coordinador del EDPV está bien conectado con los demás equipos pastorales 27


(especialmente la pastoral juvenil), no faltan frutos de sensibilización, cultura vocacional y vocaciones de particular consagración. Si, en cambio, todo se limita a alguna carta o invitación, todo se estanca y no despega. En muchas diócesis se han dado pasos significativos formando laicos, parejas de esposos, religiosas y religiosos plenamente involucrados en la vida de su propia comunidad parroquial, y asumen la tarea de tener constantemente despierta la atención, de acompañar el servicio vocacional del párroco, de tender lazos constantes entre el EDPV y la parroquia, vínculos que son indispensables para hacer llegar propuestas y subsidios. La espiritualidad vocacional es clara y esencialmente una propuesta necesaria para los jóvenes en búsqueda. Es importante, pues, que el EDPV estudie, programe y proponga momentos fuertes de espiritualidad específica a los adolescentes y jóvenes de la diócesis. Hay espléndidas experiencias en este campo, las mismas que ponen en discusión las modalidades operativas del EDPV: reclaman, de hecho, que el EDPV sea una verdadera experiencia de comunión entre todas las categorías vocacionales; que haya una relación preciosa con las comunidades contemplativas; que se reserve más de una jornada en el año para este fin. El acompañamiento vocacional se sitúa en este contexto y es normalmente una ayuda para el discernimiento y la decisión. Exige una sólida experiencia de dirección espiritual personal, que involucra al coordinador y a los miembros del EDPV y necesita siempre de un ambiente comunitario: grupos y comunidades vocacionales que se constituyen precisamente para este objetivo. Muchas experiencias confirman que la decisión vocacional pasa a través de estos momentos específicos. Es importante que párrocos y laicos, religiosos y sacerdotes, animadores vocacionales y educadores sepan indicar y dirigir a los jóvenes, con seguridad y confianza, hacia el camino coordinado por el EDPV.

4. LOS AGENTES QUE HAY QUE INVOLUCRAR. 4.1.1. DESDE EL MAGISTERIO DEL PAPA La primera responsabilidad de la pastoral orientada a las vocaciones sacerdotales es del Obispo, que está llamado a vivida en primera persona, aunque podrá y deberá suscitar abundantes tipos de colaboraciones. A él, que es padre y amigo en su presbiterio, le corresponde, ante todo, la solicitud de dar continuidad al carisma y al ministerio presbiteral, incorporando a él nuevos miembros con la imposición de las manos. Él se preocupará de que la dimensión vocacional esté siempre presente en todo el ámbito de la pastoral ordinaria, es más, que esté plenamente integrada e identificada con ella. A él compete el deber de promover y coordinar las diversas iniciativas vocacionales. El Obispo sabe que puede contar ante todo con la colaboración de su presbiterio. Todos los sacerdotes son solidarios y corresponsables con él en la búsqueda y promoción de las vocaciones presbiterales. En efecto, como afirma el Concilio, «a los sacerdotes, en cuanto educadores en la fe, atañe procurar, por sí mismos o por otros, que cada uno de los fieles sea llevado en el Espíritu Santo a cultivar su propia vocación». «Este deber pertenece a la misión misma sacerdotal, por la que el presbítero se hace ciertamente partícipe de la 28


solicitud de toda la Iglesia, para que aquí en la tierra nunca falten operarios en el Pueblo de Dios». La vida misma de los presbíteros, su entrega incondicional a la grey de Dios, su testimonio de servicio amoroso al Señor y a su Iglesia -un testimonio sellado con la opción por la cruz, acogida en la esperanza y en el gozo pascual-, su concordia fraterna y su celo por la evangelización del mundo, son el factor principal y más persuasivo de fecundidad vocacional. Una responsabilidad particularísima está confiada a la familia cristiana, que en virtud del sacramento del matrimonio participa, de modo propio y original, en la misión educativa de la Iglesia, madre y maestra. Como han afirmado los Padres sinodales, «la familia cristiana, que es verdaderamente “como iglesia doméstica” (Lumen Gentium, 11), ha ofrecido siempre y continúa ofreciendo las condiciones favorables para el nacimiento de las vocaciones. Y puesto que hoy la imagen de la familia cristiana está en peligro, se debe dar gran importancia a la pastoral familiar, de modo que las mismas familias, acogiendo generosamente el don de la vida humana, formen “como un primer seminario” (Optatam totíus, 2) en el que los hijos puedan adquirir, desde el comienzo, el sentido de la piedad y de la oración y el amor a la Iglesia». En continuidad y en sintonía con la labor de los padres y de la familia está la escuela, llamada a vivir su identidad de «comunidad educativa» incluso con una propuesta cultural capaz de iluminar la dimensión vocacional como valor propio y fundamental de la persona humana. En este sentido, si es oportunamente enriquecida de espíritu cristiano (sea a través de presencias eclesiales significativas en la escuela estatal, según las diversas legislaciones nacionales, sea sobre todo en el caso de la escuela católica), puede infundir «en el alma de los muchachos y de los jóvenes el deseo de cumplir la voluntad de Dios en el estado de vida más idóneo a cada uno, sin excluir nunca la vocación al ministerio sacerdotal». También los fieles laicos, en particular los catequistas, los profesores, los educadores, los animadores de la pastoral juvenil, cada uno con los medios y modalidades propios, tienen una gran importancia en la pastoral de las vocaciones sacerdotales. Cuanto más profundicen en el sentido de su propia vocación y misión en la Iglesia, tanto más podrán reconocer el valor y el carácter insustituible de la vocación y de la misión sacerdotal. En el ámbito de las comunidades diocesanas y parroquiales hay que apreciar y promover aquellos grupos vocacionales, cuyos miembros ofrecen su ayuda de oración y de sufrimiento por las vocaciones sacerdotales y religiosas, así como su apoyo moral y material. También hay que mencionar aquí a los numerosos grupos, movimientos y asociaciones de fieles laicos que el Espíritu Santo hace surgir y crecer en la Iglesia, con vistas a una presencia cristiana más misionera en el mundo. Estas diversas agrupaciones de laicos están resultando un campo particularmente fértil para el nacimiento de vocaciones consagradas y son ambientes propicios de oferta y crecimiento vocacional. En efecto, no pocos jóvenes, precisamente en el ambiente de estas agrupaciones y gracias a ellas, han sentido la llamada del Señor a seguirlo en el camino del sacerdocio ministerial y han respondido a ella con generosidad. Por consiguiente, hay que valorarlas para que, en comunión con toda la Iglesia y para el crecimiento de ésta, presten su colaboración específica al desarrollo de la pastoral vocacional. 29


Los diversos integrantes y miembros de la Iglesia comprometidos en la pastoral vocacional harán tanto más eficaz su trabajo, cuanto más estimulen a la comunidad eclesial como tal, empezando por la parroquia, para que sientan que el problema de las vocaciones sacerdotales no puede ser encomendado en exclusiva a unos «encargados» (los sacerdotes en general, los sacerdotes del Seminario en particular), pues, por tratarse de «Un problema vital que está en el corazón mismo de la Iglesia», debe hallarse en el centro del amor que todo cristiano tiene a la misma‟”,

4.1.2. FIGURAS DE FORMADORES Y DE FORMADORAS Otra atención pedagógica pastoral viene propuesta con particular insistencia en este preciso momento histórico: la formación de concretas figuras educadoras. En efecto, todos conocemos la debilidad y los problemas de los lugares pedagógicos de la fe, puestos a dura prueba por la cultura del individualismo, de la asociación espontánea, o por las crisis de las instituciones. Por otro lado, emerge, sobre todo en los jóvenes, la necesidad de confrontación, de diálogo, de puntos de referencia. Las señales al respecto son muchas. Hay una precisa urgencia de maestros de vida espiritual, de figuras significativas, capaces de evocar el misterio de Dios y dispuestos a la escucha para ayudar a las personas a entablar un serio diálogo con el Señor. Las personalidades espirituales fuertes no son únicamente algunas personas particularmente dotadas de carisma, sino que son el resultado de una formación especialmente atenta a la primacía absoluta del espíritu. En el cuidado de las figuras educadoras de nuestra comunidad hay que tener presente que, por una parte, se trata de hacer explícita y prudente la conciencia educadora vocacional en todas aquellas personas que ya trabajan en la comunidad junto a los adolescentes y a los jóvenes (sacerdotes, religiosas y laicos). Por otra, se debe formar y animar cuidadosamente la ministerialidad educadora de la mujer, para que sea, sobre todo junto a los jóvenes, una figura de referencia y una guía prudente. De hecho la mujer está ampliamente presente en las comunidades cristianas y es más que conocida la capacidad intuitiva del «genio femenino» y la amplia experiencia de la mujer en el campo educativo (familia, escuela, grupos, comunidades). La aportación de la mujer ha de considerarse como muy importante, por no decir decisiva, sobre todo en el ámbito juvenil femenino, no asimilable al masculino, porque necesita de una reflexión más atenta y específica, especialmente en el aspecto vocacional. Quizá también esto forma parte de aquel cambio que caracteriza la pastoral vocacional. Mientras que en el pasado las vocaciones femeninas surgían de figuras significativas de padres espirituales, auténticos guías de personas y comunidades, hoy las

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vocaciones « femeninas » tienen necesidad de referencias femeninas, personales y comunitarias, capaces de hacer concreta la propuesta de modelos y de valores19 .

4.1.3. DESDE EL MAGISTERIO DE LA IGLESIA 4.1.4. LA IGLESIA UNIVERSAL. Muchos planes pastorales dan testimonio de una creciente atención de los Obispos y de sus Iglesias Locales al problema de las vocaciones. Afirma el Concilio: “siendo encargados de conducir a la perfección, los Obispos se esfuercen de hacer avanzar en el camino de la santidad a sus sacerdotes, a los religiosos y a los laicos, según la particular vocación de cada uno, recordando que les toca dar primero el ejemplo de la santidad en la caridad, en la humildad y en la sencillez de la vida. Guíen a las iglesias a ellos confiadas a tal punto de santidad que en ellas resplandezca el sentido de la Iglesia universal de Cristo. En consecuencia traten de incrementar lo más posible las vocaciones sacerdotales y religiosas, de modo particular aquellas misioneras. Es esencial que los Obispos se esfuercen para que las Iglesias locales a ellos confiadas se caractericen por una oración incesante por las vocaciones y por una presencia significativa de la dimensión vocacional en la pastoral de conjunto”. Presbíteros. Su función es central e insustituible por su mismo ministerio. El Concilio afirma: “Toca a los sacerdotes, en calidad de educadores de la fe, cuidar que cada uno de los fieles sea conducido en el Espíritu a desarrollar su propia vocación específica”. Y aún: “Es una función que forma parte de su misma misión sacerdotal, en virtud de la cual el presbítero participa de la preocupación de la Iglesia entera para que en el Pueblo de Dios no falten nunca obreros”. Tal compromiso en la atención a las vocaciones está motivado, pues, por la misma espiritualidad de la identidad presbiteral. Una espiritualidad que debe conducir al presbítero a una oración incesante por las vocaciones, a un testimonio alegre y a un empeño particular en el acompañamiento y en el discernimiento. Los Diáconos participando del sacramento del Orden y de su ministerio apostólico, comparten con el Obispo y los presbíteros, según su modalidad y carisma específico, la tarea de la animación vocacional de las comunidades cristianas. Según el Motu propio “Ad Pascendo”, el diácono es “animador del servicio, o sea de la diaconía de la Iglesia, en las comunidades eclesiales locales; son un signo y sacramento del mismo Cristo Señor quien ha venido a servir y no a ser servido. Los diáconos, por tanto, tienen la gracia particular que deriva del sacramento del Orden para suscitar en los fieles aquella actitud de servicio que los hace disponibles a acoger con generosa apertura las gracias del Espíritu Santo y, por ende, las diversas vocaciones. Su empeño en el servicio los 19

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conduce a poner a disposición de todos su propia casa, su persona, su amor, su predilección por los pobres, hasta hacerse instrumento del Señor y suscitar en todos una actitud de amor y de comunión. Desde su vocación al servicio, los diáconos promueven en las comunidades cristianas el discernimiento de los varios carismas, estados de vida y ministerios. Religiosas y religiosos: su primera contribución que ofrecen a las comunidades creyentes fluye de su propio ser de consagrados. Su presencia es signo de una llamada respuesta a una existencia radicalmente evangélica. De aquí deriva su empeño de testimonio coherente, como fidelidad gozosa a la vocación, claridad de vida evangélica y donación al servicio de la Iglesia y del mundo. La vida contemplativa tiene un particular peso y valor de testimonio profético y de servicio a todas las vocaciones. En la Iglesia local el Obispo, primer responsable de las vocaciones, espera de los religiosos y religiosas la opción profética de ponerse al servicio, con personas y medios, de la pastoral vocacional unitaria, a fin de favorecer oportunamente las vocaciones locales sea para el sacerdocio como para la vida consagrada. Conscientes de que en el ministerio de las vocaciones nadie puede aislarse y trabajar sólo por su Institución, será necesario que los religiosos compartan la programación unitaria diocesana y se hagan disponibles, según el carisma del Instituto, en los servicios de la animación vocacional. Los laicos consagrados en los Institutos Seculares, mientras se unen a la oración y a la acción, juntos con los demás responsables de toda la comunidad local, dan a la pastoral vocacional la fuerza de su propia experiencia de armonía entre ideal evangélico y empeño en el mundo. En particular ellos se empeñan a una escucha atenta de las personas entre las que viven en razón de su secularidad, para suscitar al interno de las situaciones, concretas ocasiones y oportunidades de propuesta vocacional. Los Institutos Seculares sientan la necesidad de prepararse para la animación vocacional y de involucrarse con mayor compromiso en los organismos vocacionales unitarios a nivel diocesano y regional. Los Misioneros ad Gentes presentes en la Iglesia local asumen un grande valor y significado. Esta presencia es signo de la vocación misionera de la Iglesia, como comunidad local, es instrumento y estímulo de su animación misionera, es punto de encuentro entre Iglesias de diversas naciones, es testimonio vivo y propuesta concreta especialmente para los jóvenes. Los laicos, catequistas, maestros y educadores, animadores laicos de la pastoral juvenil y vocacional, tienen una importancia particular en la pastoral vocacional. “Cuanto más ellos profundizan el sentido de su propia vocación y misión en la Iglesia, tanto más podrán reconocer el valor y la necesidad de los ministerios ordenados y de la vida consagrada. Con el ejemplo de una vida auténticamente cristiana, con la seriedad profesional y con el testimonio de una verdadera entrega apostólica, podrán entrar profundamente en el corazón de los jóvenes.

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Es importante, pues, cuidar la figura y la formación del animador vocacional parroquial laico, como servicio estable y eficaz, para que dé su contribución en la dimensión vocacional de los itinerarios normales de la fe en la comunidad. La Familia en la comunidad cristiana es una vocación particular y es el lugar normal del crecimiento vocacional. En la medida en que crece la conciencia vocacional de la comunidad familiar llegará a ser fecundo el clima de fe para el florecimiento de las vocaciones. Son, de hecho, el primer seminario. La familia realiza esta tarea antes que nada creando un clima de fe y de amor a su alrededor; dando el testimonio de una entrega generosa en la Iglesia y en la sociedad, según el ministerio específico de la familia; educando en la fe y al servicio de las nuevas generaciones, en fidelidad y coherencia con el Evangelio, viviendo en contextos culturales y sociales secularizados. En la Iglesia han florecido numerosos grupos, movimientos, asociaciones, comunidades eclesiales de base. Estas experiencias están revelando un campo particularmente fértil para la manifestación de vocaciones consagradas, y son buenos y eficaces lugares de propuesta y crecimiento vocacionales. Para que sean verdaderos lugares de crecimiento vocacional, estas comunidades y grupos deben presentar una profunda capacidad de educación en la oración, en la escucha metódica de la Palabra, una profunda experiencia sacramental, una habitual actitud de servicio misionero, y un consciente sentido de pertenencia a la comunidad parroquial y diocesana. Tres son, pues, las fundamentales condiciones para que un grupo ayude a madurar vocacionalmente a las personas:   

El clima de fe que lo anima, alimentado por la Palabra de Dios que llega a hacerse oración; Su pasión misionera y atención a los más necesitados; El sentido de pertenencia a la comunidad parroquial y diocesana, también a través de un guía espiritual maduro.

4.1.5. LA IGLESIA LATINOAMERICANA La diversidad de carismas, ministerios y servicios, abre el horizonte para el ejercicio cotidiano de la comunión, a través de la cual los dones del Espíritu son puestos a disposición de los demás para que circule la caridad (cf. 1 Co 12, 4-12). Cada bautizado, en efecto, es portador de dones que debe desarrollar en unidad y complementariedad con los de los otros, a fin de formar el único Cuerpo de Cristo, entregado para la vida del mundo. El reconocimiento práctico de la unidad orgánica y la diversidad de funciones asegurará mayor vitalidad misionera y será signo e instrumento de reconciliación y paz para nuestros pueblos. (Aparecida 162) En el fiel cumplimiento de su vocación bautismal, el discípulo ha de tener en cuenta los desafíos que el mundo de hoy le presenta a la Iglesia de Jesús, entre otros: el éxodo de fieles a las sectas y otros grupos religiosos; las corrientes culturales contrarias a Cristo y la Iglesia; el desaliento de sacerdotes frente al vasto trabajo pastoral; la escasez de sacerdotes 33


en muchos lugares; el cambio de paradigmas culturales; el fenómeno de la globalización y la secularización; los graves problemas de violencia, pobreza e injusticia; la creciente cultura de la muerte que afecta la vida en todas sus formas. (Aparecida 185)

4.1.6. HE AQUÍ LO QUE SE TE PIDE La acción del EDPV, para llegar a su objetivo y recorrer los caminos de su misión, no puede prescindir de la contribución de aquellas personas que hacen resonar la voz de Dios en las comunidades, y se hagan educadores de la respuesta. Es tarea del EDPV identificar, contactar, formar, animar y sostener todos los agentes diocesanas para que cada uno de ellos haga su parte en la pastoral vocacional. Algunas dimensiones de trabajo, que están en juego, son fáciles de intuir: La dimensión diocesana sugiere a la acción del EDPV dos importantes órdenes de interlocutores: los organismos de comunión y de participación (consejos parroquiales, movimientos laicales), y los organismos ejecutivos (los equipos diocesanos de las diversas pastorales). La dimensión zonal o decanal o de forania, prevé un contacto a través de la Asamblea Diocesana de PV, con posibilidad de muchas iniciativas en red. La dimensión parroquia! ofrece un espacio particularmente precioso. El párroco y el animador vocacional parroquial serán los sujetos para un diálogo constante y fecundo. Las congregaciones religiosas ordinariamente son muy sensibles a la temática vocacional y es importante identificarlas y contactarlas para involucrarlas en el camino vocacional de la diócesis.

4.1.7. LA EXPERIENCIA ENSEÑA La experiencia nos enseña con claridad que incluso el mejor proyecto de PV, si no está sustentado por operadores formados y entregados, que dan concreción y operatividad a las ideas, no surte los frutos deseados

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ÍNDICE 1. EL SENTIDO DE TU TAREA: DESDE LAS EXPECTATIVAS DE TU OBISPO, DE TU IGLESIA LOCAL Y DESDE LAS PREOCUPACIONES ACTUALES DE LA PASTORAL VOCACIONAL……………………………………………………………. 4 1.1.1.

DESDE EL MAGISTERIO DEL PAPA .................................................................................................................. 4

1.1.2.

BUSCAR, SEGUIR, QUEDARSE ..................................................................................................................... 4

1.1.3.

SEMBRAR...................................................................................................................................................... 5

1.1.4.

Dos libertades en diálogo .............................................................................................................................. 6

1.1.5.

El valor de sembrar por doquier ................................................................................................................... 6

1.1.6.

La siembra en el tiempo propicio .................................................................................................................. 7

1.1.7.

ACOMPAÑAR.................................................................................................................................................. 7

1.1.8.

EDUCAR ......................................................................................................................................................... 8

1.2. DESDE EL MAGISTERIO DE LA IGLESIA ............................................................................................................... 8 1.2.1.

LA IGLESIA UNIVERSAL .......................................................................................................................... 8

1.2.2.

LA IGLESIA LATINOAMERICANA: ......................................................................................................... 9

1.2.3.

LA IGLESIA EN MÉXICO .......................................................................................................................... 9

1.2.4.

Gozo de ser animadores vocacionales en el mundo actual. ........................................................................... 9

1.2.5.

Discípulos y misioneros llamados a la santidad. ......................................................................................... 10

1.3.

HE AQUÍ LO QUE SE TE PIDE........................................................................................................................... 11

1.4.

La EXPERIENCIA ENSEÑA .......................................................................................................................... 11

1.4.1.

FORMACIÓN PERSONAL. ....................................................................................................................... 12

1.4.2.

ORACIÓN PERSONAL.............................................................................................................................. 12

2. LA PASTORAL VOCACIONAL UNITARIA Y EL EQUIPO DIOCESANO DE PASTORAL VOCACIONAL (EDPV): CONTENIDOS, OPCIONES DE FONDO, CONSECUENCIAS OPERATIVAS .............................................. 13 2.1. DESDE EL MAGISTERIO DEL PAPA ..................................................................................................................... 13 2.2. DESDE El MAGISTERIO DE LA IGLESIA .............................................................................................................. 14 2.2.1.

La Iglesia Universal: Una pastoral unitaria para las vocaciones. ................................................................. 14

2.2.2.

La Iglesia Latinoamericana .......................................................................................................................... 14

2.2.3.

La Iglesia en México ................................................................................................................................... 15

2.3. HE AQUÍ LO QUE SE TE PIDE ............................................................................................................................... 17 2.4.

LA EXPERIENCIA ENSEÑA ......................................................................................................................... 18

3. LOS CAMINOS DE ESTE COMPROMISO: EN LA PASTORAL ORDINARIA DE LA IGLESIA LOCAL Y EN LOS MOMENTOS PROPIOS DEL EDPV. ................................................................................................................................ 19 3.1.

DESDE EL MAGISTERIO DEL PAPA .......................................................................................................... 19

3.2.

DESDE EL MAGISTERIO DE LA IGLESIA ................................................................................................. 21

3.2.1.

La Iglesia Universal Iglesia Particular y comunidad parroquial. .................................................................. 21

3.2.2.

La Iglesia Latinoamericana: ......................................................................................................................... 21

3.2.3.

La Iglesia en México ................................................................................................................................... 22

3.3.

HE AQUÍ LO QUE SE TE PIDE ..................................................................................................................... 23

3.4.

LA EXPERIENCIA ENSEÑA ......................................................................................................................... 24

3.4.1.

La oración por las vocaciones ................................................................................................................... 24

3.4.2.

La vida litúrgica: .......................................................................................................................................... 25

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3.4.4.

La Catequesis ............................................................................................................................................... 26

3.4.5.

La Caridad. .................................................................................................................................................. 26

3.4.6.

La espiritualidad. ......................................................................................................................................... 27

3.4.7.

Los pasos a seguir. ..................................................................................................................................... 27

4. LOS AGENTES QUE HAY QUE INVOLUCRAR. ....................................................................................................... 28 4.1.

DESDE EL MAGISTERIO DEL PAPA .......................................................................................................... 28

4.1.1. 4.2.

Figuras de formadores y de formadoras ....................................................................................................... 30

DESDE EL MAGISTERIO DE LA IGLESIA ................................................................................................. 31

4.2.1.

La Iglesia Universal. .................................................................................................................................... 31

4.2.2.

La Iglesia Latinoamericana .......................................................................................................................... 33

4.3.

HE AQUÍ LO QUE SE TE PIDE ..................................................................................................................... 34

4.4.

LA EXPERIENCIA ENSEÑA ......................................................................................................................... 34

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