REVISTA GE-OGRAFICA ER C A MENSUAL
ILUSTRADA
Año XV - Vol. XXVIII
úm. 169
OCTUBRE 1947
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al terminar su décimocuarto año de existencia, la Revista Geográfica Americana se complace en enviar un saludo cordial a sus amigos
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SAN JUAN 738, BUENOS AIRES
Número suelto
l~ m/n ..
En toda la Rep. Argentina
ESTENUMERO·CONTIENE-----, Notas y Noticias Cruzando 1a Amérlce del Sud con 14 ilustracione, y 3 mqpa, El misterio de 105 restos de Colón con :3 ilu,tracione, La población indígena americana y sus grupos morfológicos con. 21 ilu,tracion.s
1'I0RACIO RODOLFO
y 1 mapa
GALLART
BELLANI
NAZERI
ADOLFO
DEMBO
Adoración de las montañas en Bolivia y Perú con 5 ilu,tracione, DANIEL HAMMERLY DUPUY Una aventura de avión en la Patagonia con 2 ilustracione, EDELMIRO A. CORREA FALCON 'En Copán, la acrópolis maya con 3 ilustraciones VIRGILIO FERRER GUTIERREZ
,EL MUNDO· Y LAS REVISTAS Origen y evo!ución
del ski, por He;nz Rasmuuen S -
EL MUNDO
El ferrocarril transiránico, por E. R. Yarham
Y LOS LIBROS
Estudio económico V geográfico del dislrllo d. Acevedo, del Estado de Mirande, por Santiago Hern6ndez Ron - El "Instituto Geográfico Militare" en el 75° .n.versario de su fund.ción - Descripci6n de la provincia del Río de la Plata (1772), por Francisco Mil/au Controbuci6n al estudio de l. arqueología del norte de l. provincia de Córdoba, por Manuel G. Oliva - Investigaciones arqueol6gicas en las nacientes del Paraná Pavón, por Alberto Rex González Caste in Indi., por J. H. Hutton La Chimba, por Carlos Lavin - Cr6nicas del Guayaquil antiguo, por Modesto Ch6ves Franco A etnografía e a etJ,ología do Brasil cm revista, por el Gral Cándido da Silva Rondon :.- Guia de vl.le, Zona Nordeste, guia publicada por el Automóvil Club Argentino La Revoluci6n americana, por Edi/berto Marb6n Escobar Obras recibidas
DOS LAMINAS El L/anero de Melón, témpera de P. A. Fontán
EN COLORES -
Labrador calchaquí,
óleo de P. A. Fontán
S 2 ilustraciones Propiedad artística y literaria • Registro Nacional de la Propiedad Intelectual N9 200095. Marca y dibujo de la tapa registrados bajo el N9 161.245 r-.
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ADORACION DE LAS MONTAÑAS EN BOLIVIA Y PERU Aymaráes y quechuas rinden todavía un culto animista a las fuerzas telúricas. Cada región tiene su cumbre secreta, pero las montañas sacratísimas para el indio son aquellas que se presentan con la majestuosa toga de las nieves eternas por DANIEL
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ESPUÉS de cuatro
HAMMERL
centurias de influjo europeizante, subsisten las reminiscencias de adoración de las montañas en e! vasto altiplano que hermana a Bolivia y al Perú, en torno del lago Titicaca. Ayrnaráes y quechuas rinden todavía un culto anirnista a las fuerzas telúricas. Cada región tiene su cumbre secreta, pero las montañas sacratísimas para el indio, son aquellas que se presentan con :la majestuosa toga de las nieves eternas. La raigambre de la profunda admiración que profesa el indígena' a las cumbres, se remonta a tiempos tan lejanos que se pierden en la penumbra de la historia. Los antiguos monumentos de Tiahuanaco presentan la montaña bajo la figura geométrica de! signo escalonado, al que los quechuas dan el nombre de patapata. Para el aborigen de! altiplano, las altas cumbres fueron e! refugio salvador de unas pocas familias que, en ocasión del gran diluvio tomaron en cuenta el anuncio del cataclismo que Pachacamac diera, a conocer al Auqui Ayrnaru Mallcu. La mont añ a salvadora de las tradiciones aymaráes y quechuas forma también una función idéntica en la mitología de los araucanos.: Otros pueblos del mundo veneran, por La población indígena de ciones del Illimani las mismas razones,
Y
DUPUY
alguna cumbre que señalan como la que albergó a los supervivientes, de la gran convulsión de los océanos. Además de la venerable hermosura de las montañas nevadas e inaccesibles que recuer-' dan, como monumentos, la lejanía de acontecimientos indelebles, el indio ama a las cumbres más accesibles, la belleza de los cerros ¡que recortan el horizonte con la promesa de!' retorno a los lares conocidos desde la primera infancia. Esos cerros amigables que acogen con benevolencia la planta curtida de los 'pies indígenas, son los auquis, desde donde se contempla la magnificencia de las altas cumbres ante las cuales los indios se descubren porque se sienten en presencia de apu taitai, el "señor grande". El indio, meditabundo, se acerca al cerro. Asciende en actitud reverente. Cuando llega al punto más alto, recoge una piedra y se encorva para depositaria sobre , , un montón de piedras acumuladas por los caminantes que han pasado por ese mismo lugar, quién sabe 'con qué preocupacienes. Cuando los indígenas no andan .. .. a pie SIllO que Viajan apiñados en camiones, exigen al conductor que se detenga cerca del. cúmulo de piedras o apacheta y descienden para ordenar la ofrenda pétrea de un modo ingenioso, luego Collana en las estriba(tolo F. Alte1d) añaden algo de coca
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REVISTA
GEOGRAFlCA
Desde la cumbre de un cerro proxrmo a Copacabana se contempla el magno T'iticaca, lleno de evocaciones históricas (toto fiménez)
acullicada, y, finalmente. expresan cuál es la bendición deseada. He aquí cómo comenta el escritor boliviano. M. Rigoberto Paredes, la actitud del aborigen en esas circunstancias. "El indio al llegar a la cumbre de alguna montaña. cerro o altura. casi involuntariamente -repite la palabra apachüa y se aproxima al montón de piedras que siempre existe allí, formado por los pasajeros, y que constituyen el altar erigido a la piedra del lugar, e inclinándose respetuoso. agrega al montón otro guijarro. diciendo: "yo te ofrendo para que me des fuerzas. alejes el cansancio de mi cuerpo y me evites los inioriunios", Después hace en el mochadero algunas combinaciones de piedrecillas, figurando ser -casas o majadas. con ánimo de que la petición. así materializada. sea atendida o adorna alguna piedra con lana o hilos de colores. 'manifestando ser _industrias, a las que se dedica el ofrendante y que pide vayan en auge~ A continuación ofrece su sacrificio ~n este altar. sacando de su boca
AMERICANA
coca mascada, o de su alforja maíz tostado y arrojando con reverencia al montón, o se descalza. una sandalia y la pone encima, o hace una banderita con algún pedazo de tela de su vestido y la coloca allí, o pone entre las piedras alguna pluma de ave. Se hinca de rodillas y pide a las piedras con toda su alma que lo .deje pasar con salud; que aparte' de su camino las desgracias o chikhis, y le dé vigor para seguir su viaje. Se para, arranca un pelo de sus pestañas o cejas y' se las ofrece, soplando al aire sobre la palma de la mano y después descansa en el lugar." .( Mitos, Supersticiones y Supervivencias Populares de Bolivia", página 109). Es famosa la apacheta que se halla a la vera del camino entre la ciudad de La Paz y las Yungas, que el autor ha tenido ocasión de visitar. Está en el lugar conocido como La Cumbre, a 4.658 metros sobre el nivel del mar. Los indígenas suelen depositar las piedras de un modo que simulan' casas. Luego derraman encima aguardiente o pisco cerca de una cruz. A esa altura son frecuentes las lluvias y las nevazones que malogran las fotografías con las cuales se quisiera perpetuar el recuerdo gráfico de las impresiones visuales que los peligrosos vericuetos del camino en cornisa sobre el abismo casi hacen olvidarlas. Esa forma de culto es antigua. Se remonta a tiempos inmernoriales. El cronista Pablo J oseph de Arriaga, declara al respecto. lo que sigue: "Cosa muy usada era antiguamente. y ·ahora no lo es menos. cuando suben algunas cuestas o cerros. o se cansan en elcamino llegando a alguna piedra grande. que tienen ya señalada para este efecto escupir- sobre ella (y por esto llaman a esta piedra y a esta ceremonia tocona) coca o maíz .mascado, otras veces dejan allí las ojotas, o calzado viejo; o la Huarakca o unas soguillas, o manojillos de jicchus o paja. o ponen otras piedras .pequeiias encima y con esto dicen, que se les quita el cansancio." (Extirpación de la Idolatría en el P eni", pág. 64; edición U rteaga ) . Los misioneros católico-romanos colocaron cruces sobre los cerros que recibían rnayor homenaje de parte de los nativos. A tales cerros se los conoce habitualmente como - calvarios. Esto es lo que aconteció junto al Titicaca. en Copacabana, Bolivia, y en
ADORACION
DE LAS MONTAÑAS
EN BOLIVIA
Y PERU
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Los nubarrones rodean al imponente Illampa al que los indígenas del altiplano tributan culto (tato Jiménez)
Apus son e! Akonkawa, con sus siete mil otras regiones. Pero [os indios siguen invometros de altura, y e! Sallkantay, y el Aucando a sus achachilas favoritos, y prosisankati, y el Korisafra, y el Umantay, y el guen acumulando piedras en las apacheias Pantikalla, y el Koropuna, y el Sara Sara, y pronunciando sus deseos en lengua autócy el Illimarni y el Sorata y cien más, altítona cuando llegan impresionados a las cumsimos picos de América. Agua en la cumbres. Las prácticas antiguas y autóctonas bre: he ahí el más impresionante motivo de perduran casi indemnes junto a las nuevas. adoración para el viejo inka." ("Apun~es Esto es igualmente cierto en algunas regiopara una filosofía de la cultura incaica: el nes de Bolivia ,y de! Perú. agua"). En el altiplano se dice que, pasado e! Confunde el indígena andino del presente diluvio, Pachacamac indicó que cierta tribu los antiguos relatos cosmogónicos con ·Ios subiera. a un monte. En la cumbre les daría episodios históricos de sus incas. Atribuyen una semilla misteriosa con la cual podrían a 'sus antiguos emperadores algunas tareas. substituir la cañahua, la quinua y la oca. hercúleas que se vinculan con el aspecto de Después de sembrar las semillas desconocidas aparecieron unas plantas que habiendo florecido, le brindaron las primeras papas. Las cumbres .nevadas, como reservorio del agua que se desJ tila en vertientes enriquecedoras de los valles, son para los indígenas otros tantos símbolos de vida que se derrama y multiplica en todas las formas que animan e! gran escenario de la naturaleza que se mueve ante sus ojos. Recuerdo este aspecto de las creencias' indígenas el americanista Luis E. Valcárcel, cuando escribe: "La montañ~ adquiere todo el prestigio de dios mayor cuanEn el filo de un cerro vecino a la ciudad de La Par, un do está coronada de nieve. Es el grupo de indígenas aymaráes rinde un culto de antigua tradición (toto del Autor) Apu. El Jefe, el dios principal. .
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El
REVISTA
grandioso
nevado
de
Huayna
Potosí
GEOCRAFICA
al que
las
AMERICANA
tradiciones
nativas
le
conceden
gran
preeminencia
(tolo F. Alfreld)
las montañas. Dicen, por ejemplo, que el Mururata era una montaña formidable y arrogante que contempló con indiferencia al inca y que éste, de un hondazo, le arrebató la cumbre que fué a dar donde se encuentra actualmente el imponente Sajama, en las inmediaciones de la frontera boliviana-chilena. Otros mitos emparentan de diverso modo a las montañas. Hasta hay quienes creen que el imponente Illampu está enamorado del grandioso Huayna Potosí, El indio ama la montaña. Casi al pie del Illimani está la población aborigen de Collana, donde se' han perpetuado costumbres . de tiempos ya idos pero que sobreviven a pocos kilómetros de la ciudad de La Paz. Machu-Pichu, la ciudad muerta que vivió un misterioso aislamiento en una cumbre, testifica con Huinay-Huayna el anhelo de vivir por encima de las .nubes. ." La cerámica de los' valles de Chicama, de Moche y de Virú denuncian algunas fOJmas cruentas de la adoración d~ las montañas. La "orolatría" no fué 'únicamente una práctica del altiplano, sino de la costa. Recuerda ál indianista, F emando Diez de Medina, una leyenda orolátrica andina muy singular: "Del Illampu y del Illimani, las (fol05
enoiadas
dos cumbres nevadas más soberbias del Ande boliviano, dice .Ía fábula que eran dos estrellas malignas que reflejaban en el cielo las acciones ,de dos temibles reyes del mismo nombre en la tierra; cuando éstos murieron, ambas estrellas se precipitaron violentamente sobre el mundo, trocándose en nevados imponentes para purificarse de sus crímenes pasados. La montaña, en este caso, pasa a la categoría de mito redentor." ("Un Dios secreto en la teología americana: ad o-
ración de la montaña"). Cuando el héroe andino Thunupa,fuertemente amarrado a una balsa en el lago Titicaca, iba a estrellarse contra una de las murallas pétreas, formada por las rocas de la costa, la montaña se abrió repentinamente para dar paso a la embarcación de totora, y las aguas del lago crearon la veloz corriente del río Desaguadero ... Siendo que los mitos andinos se difundieron por América austral, nada tiene de sorprendente que el culto de las montañas se haya propagado a los indígenas de otras regiones , montañosas. En la mitología araucana cobran gran importancia el asomo y el T ronador, junto con los numerosos cerros Theg- Theg de la tnidición diiuviana. por el A ulor)