Diluvio

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REVISTA·'~~ GEOGRAFIC ~~. AMERICANA MENSUAL

ILUSTRADA

Nám.151

ABRIL 1846 PRINCIPALES ARTICULOS DE ESTE NUMERO De Buenos Aires a Mendoza

en 1858

El mineral de hierro de Zapla, explotación en Palpalá

y su

Semblanza del nativo de la. Paiagonia El viejo Morón La cultura Virú EL SUIIARlO DEl ALUDO ESTA EN El INTERIOR DE LA TAPA

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"RANCHERía

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ESTE NUMEROCONTIENE---, Notas y Noticias De Buenos Aires a Mendoza en 1858 con doce ilustradones El mineral d~ l1,ierro de Zapla, y su explotación en Palpalá

LEOH

con sie'. ilustrado" ••

Dr •. JOSEFA

PALLlERE

G •. DE PELAEZ

Semblanza del nativo de la Patagonill con

El

c/o. i1ustrac!ones

Morón

viejo

RENE MINOLFI

con t,es

CEBALLOS

A. NEGIROBA

ilustraciones

La. cultura Virú con vent;ocho i/uII,aciones Un"a gran tradición prehistéirica con Ires

RAFAEL iluslraciones

EL MUNDO

DANIEL

LARCO

HOYLE

HAMMERLY

DUPUY

Y LAS REVISTAS

El petr6leo, las comunicaciones y l. riqueza nacional de Venezuela, por Rob.rl; ferr;, H. - La carreta (con .. densede), por Anlba/ D. Facio - D. Nu.vo México a la Luna, por Hugo Maro/di - El cholo sur-poruano (condensado), por reófilo Huayhaca Salc/;var. La léyenda australiana viviente del "Hombre lagarlo", por Charles P. Mounl(ord .'

EL MUNDO "Anal •• del Inslilulo d. Elnologí. - AII •• geográfico de la R.públic. Caribe, por Virgilio Ferrar Gutiérrez ciones recibid •••

Y LOS LIBROS

A ••• rleen •••• lomo VI - La eluded antigu •• 'por :Fuste/ d. Cou/anges Argentin ••• d. Pou •• r - Pebledcres del mer, por J. Oloro Espasandin - Anales de la Asociación (ndigenista del Paraguay, N°. I Publica-

UN CUADRO' A TODO COLOR "Ranclterio

en Marón",

óleo por Dino Piazza

58 ilustraciones Proptedad

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literaria - Registro Nacional de la Propiedad Intelectual Marca y dibujo de la tapa registrados bajo el N9 161.2.5 yo

Año XIII-Vol. Agente pUblicitario

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Unidos de N. América.

Joshua

B. Powers &: Cia. New Yor1o.

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Núm. 151 ,

Abril 1946

XXV

para

N9 200.095

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T. 47-2938

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UNA TRADICION

GRAN PREHISTORICA

La gran tradición del diluvio no solamen te ha perdurado entre varios pueblos de Europa, del cercano Oriente, de Asia (hindúes, chinos y tibetanos), de Oceanía 'sino, también, en América. En este estudio se relata esta tradición tal cual corría en la Araucania, considerando sus posibles vínculos con el \perú incaico por

DANIEL

HAMMERL

Y

DUPUY

Los mayas y los aztecas nos dejaron en sus códices y en sus monumentos un relato idéntico. La madera de la embarcación salvadora pertenece siempre a un árbol sagrado, pero cambia de especie. La paloma del relato bíblico, con su legendario i!J.stinto, es reemplazada por ' e-Cólibrí. Esa a ición resulta más semejante entre las iversas tribus del Brasil. Otro tanto ac~ tece con los' relatos similares de los puebl~S de Bolivia y del Perú. Mientras las tr diciones diluvianas de las tribus chaqueñas pa ecen emparentadas por su semejanza con las brasileñas, las de las tribus subcordilleranas denuncian claramente su nexo con el pensamiento incaico. En aquéllas, prima la selva; en éstas, descuella la montaña, pero la tragedia es la misma ... Pedro Sarmiento de Gamboa, al escribir en el siglo XVI al virrey T oledo que informase al rey "del pasado y del presente de sus territorios, tanto interés puso en la primera parte de su labor que entre los documentos preparados por él sólo fué remitida en 1572 al rey Felipe Il, junto con las Informaciones del virrey Francisco de T oledo, su "Historia de los Incas", que debía formar parte inicial de una obra denominada "Historia Indica", que nunca llegó a publicarse. El trabajo de Gamboa abunda en indagaciones precolombianas y en remotas tradiciones que probablemente no interesaron tanto al monarca, a quien le preocupaba mayormente cuanto se refería a las condiciones que tenían que ver con la administración de sus extensos dominios de ultramar. Dada la generosidad de Gamboa en dedicar tantas páginas de las tradiciones diluviales, que recogió de los labios de los sa(1) Versa acerca de diversos problemas vino, bios del tronchado Imperio, sólo se podrán -eulados con el tema del diluvio la obra "EVIcitar aquí unos pocos fragmentos ilustratiDENCIAS DEL CATACLISMO UNIVERSAL", es-crita por el. autor y publicada por la Editorial vos, en los cuales respetaremos la ortograCeíbo de Montevideo, en 1946. ALTARIA un color en la paleta

de quien intentara pintar el escenario, los telones y los primeros actos del teatro de Araucania -escenario famoso por tantos motivos-, si se olvidara de recoger algunas de las tradiciones indígenas que se han perpetuado a través de largas generaciones. No viene al caso preguntamos quiénes lo vieron .. Pero los labios aborígenes, en el curso de los siglos, han repetido el eco de un pavoroso cataclismo. Existe una tradición, recogida por casi todos los pueblos antiguos de la tierra, que es insinuada por los jeroglíficos egipcios, recordada por los signos cuneiforrnes de los sumeros babilon'ios y -asirios, y dramatizada en lo mitología griega y romana. La gran tradición del diluvio no solamente ha perdurado entre varios pueblos de Europa y del Cercano Oriente, sino que resuena en toda -el Asia, sin excluir a los hindúes, chinos y tibetanos. El acento de los mitos de Oceanía repite igualrnetne ese obsesionante recuerdo. En América no podía estar ausente la 'gran tradición de la humanidad. A lo largo de los meridianos' que se suceden desde las regiones árticas ocupadas por los esquimales basta la Tierra del Fuego, ocupada por los yámanas y onas, los indígenas que representan las generaciones del lejano pasado, escuchan azorados la historia del 'gran cataclismo diluviano que arrasó a los habitantes perversos del planeta, salvándose sóh unas pocas personas. Esa tradición tiene sus interesantes variantes entré las numerosas tribus de indígenas de las tres Américas (1).

F

..


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tía de! ilustre pontevedrino, en su informa-' 'tión oficial al rey-de España: "Dicen los naturales desta tierra, que en e! principio, o antes quel mundo fuese criado, hubo que lIamabana Viracocha. El cual crió e! mundo obscuro y sin sol, ni luna ni estrellas; y por esta creación le llamáron Viracocha Pachayachachi, que quiere decir Criador de todas las cos~s. Y después' de criado el mundo formó un género de gigantes disformes en grandeza, pintados o esculpidos, para ver si sería bueno hacer los hombres de aquel tamaño. Y como le pareciesen de muy mayor proporción que la suya, dijo: "N o es bien que las gentes sean tan crecidas; mejor será que sean de mi tamaño". Y así crió los hombres a su semejanza como los que agora son. Y vivían en obscuridad. "A estos mandó el Viracocha que viviesen sin desavenir, y que le conociesen y sirviesen; y les puso cierto precepto, que guardasen so pena que, si lo quebrantasen, los confundiría. Guardaron este precepto, que no se dice qué fuese, algún tiempo. Mas como entrellos naciesen vicios. de soberbia y cudicia, traspasaron el precepto del Viracocho Pachayachachi, que cayendo por esta transgresión en la indignación suya, los confundió y maldijo. Y luego fueron convertidos en piedras y otras en otras formas, a otros tragó la tierra y a otros el mar, y sobre todo les envió un diluvio general. al cual ellos llaman uno pachacuti, que quiere decr "agua que trastornó la tierra". Y dicen que llovió sesenta días y sesenta noches, y que se anegó todo lo criado, y que sólo quedaron algunas señales de los que se convirtieron en piedras para memoria del hecho y para ejemplo de los venideros en los edificios de Pucara, que es a sesenta leguas del Cuzco. "T ambién dicen algunas naciones, fuera de los Cuzcos, que se salvaron deste diluvio algunos para propagación del siglo venidero. y en cada nación hay 'fábula particular, que ellos cuentan, de cómo sus padres primeros, después del diluvio, se salvaron de las aguas ... "y así desta manera las demás naciones tienen fábulas de cómo se salvaron algunos de su nación, de quien ellos traen origen y descendencia. Mas los ingas y la mayor parte de todos los Cuzco s y gentes que acá

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son entrellos tenidos por de más saber, no¡dicen que escapó nadie del diluvio, sino que] 'Viracocha tornó a hacer y criar hombres denuevo, como abajo diré. Mas una cosa el averiguada en todas las naciones destas par, tes, que tienen y hablan todos de una ma- \ nera y por muy común de! diluvio general, y por eso le llamaron uno pachacuti. De donde entendemos claro que si acá en estas par-o tes hay memoria del gran diluvio general, que en la primera edad del mundo fué poblada esta gran masa de isla flotas que des) pués se llamaron Atlánticas, y agora s~aman Indias de Castilla o Árnérica.j-y que' luego inmediatamente después de /"Óiluvio se' tornó a poblar, aunque lo cue an por diferentes términos que la ver dera scriptura nos lo muestra .. "Dicho es cómo por u diluvio uno pa- . chacuti todo fué destruÍd~l; es pues agora, de saber quel Viracocha P chachachi, cuan-o do destruyó esta tierra, co o se ha contado, guardó consigo tres hombres, el uno delos cuales se llamó T aguapácac, para que le sirviesen y ayudasen a criar las nuevas gentes que había de hacer en la segunda edad después de! diluvio; lo cual hizo de sta manera. Pasando el diluvio y seca la tierra, determinó e! Viracocha de poblarla por segunda vez, y para hacerlo con más perfición determinó criar luminarias que diesen claridad. Y para lo hacer, fuése con sus criados a una gran laguna, que está en e! ColIao, y en la laguna está una isla llamada Titicaca, que quiere decir montes de plorno, de! cual tratamos en la primera parte. A la cual isla se fué Viracocha y mandó que luego saliese e! sol, luna y estrellas y se fuesen al cielo para dar luz al mundo; y así fué hecho. Y dicen que crió a la luna con más claridad que sol, y que por estoel sol, envidioso al tiempo que iban a subir al cielo, le dió con un puñado de ceniza en la cara, y que de ahí quedó obcurecida, de color que agora parece: Es esta laguna frontero de Chucuyto, pueblo de! Collao, cincuenta y siete leguas del Cuzco al Sur. y como Viracocha mandase algunas cosas a sus criados, el T aguapácac fué inobediente a los mandamientos de Viracocha. El cual, por esto indignado contra T aguapácac, mandó a los otros dos que lo tomasen; y atado de pies y manos, lo echaron en una balsa en la laguna; y así fué hecho. E yendo-


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PREHISTORICA

/

Indígenas de Bolivia rindiendo culto sobre un cerro (tolo

T aguapácac blasfemando de! Viracocha por lo que él hacía, y amenazando que él volvería a tomar venganza dél, fué llevado del agua por el desaguadero de la mesma laguna, adonde no fué visto por mu~hos tiempos. y esto hecho, Viracocha fabricó en aquel lugar una solemne guaca para adoratorio, en señal de lo que allí había hecho y criado". ("Historia de los lncas"; cap. 6 y 7, firmado por P. Sarmiento de Camboa el 4 de marzo de 1572, en la ciudad del Cuzco). El manuscrito- de la "Historia de los Incas" de Sarmiento de Camboa se perdió durante más de tres siglos, hasta su hallazgo por Wilhelm Meyer, efectuado en 1893 en la Biblioteca Universitaria de Cotinga. Esto explica porqué son más conocidas las tradiciones diluviales recogidas en otras regiones de! T awantinsuyo por Cristóbal de Molina, Bernabé Cobo y Francisco Avila. Resulta particularmente interesante e! manuscrito original de este último, que ha sido publicado hace pocos años. Como este fraile residió muchos años entre los aymarás de la costa del lago Titicaca, expone, indudablemente la tradición según la repetían los indígenas de esa raza, y que difieren de la

del A ulor }

que exponían los quechuas. E el capítulo lB de su trabajo conocido con e título "De Priscorum Huaruchiriensium Orig' e et Institutis", escribió ." En tiempos re otísimos el mundo estuvo a punto de acabarse. Entonces una llama macho tuvo e! presentimiento de que el mar iba a desbordarse, y a pesar de que su pastor le había puesto a: pacer en muy buenos prados, él rechazaba la comida y muy doloridamente se lamentaba. Por lo cual el pastor se indignó y ~on una mazorca de maíz, de la que se había comido los granos, le golpeó y le dijo -:'Come, perro, ya que te puse en tan hermosos prados'; pero el llama con voz humana, le respondió así :-' j Pobre' de tí que te preocupas por esto!, ¿ no sabes que de aquí a tres días el mar desbordará y se acabará el mundo?' Así habló, .y el pastor, aterrado, exclamó: -' ¿ Qué va a ser de nosotros? , ¿ dónde, iremos a parar?', y e! llama contestó :-'Ea, vayámosnos al 'monte Huillcacutu. Coge víveres para cinco días'. Y e! hombre cogió al llama macho y a su familia y huyó lo más velozmente que pudo. Cuando llegaron al monte Huillcacutu ya todos los animales se habían reunido allí: pumas, zorros, guanacos, águilas y todas


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Grabado

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de "Relation de Voyages Entrepis por Ordre de S. M. Britannique", 1774: de chozas de antiguos habitantes de Tierra del Fuego

las otras- clases de animales y tan pronto como el pastor llegó, se desbordó el mar. y los hombres y animales se mostraron sumamente apiñados, pues los demás montes estaban cubiertos por la inundación, excepto el monte Huillcacutu; aunque no completo, porque solamente una exigua parte de la cúspide cmergía de las aguas'. Entonces el zorro zambulló en el agua su cola, que se volvió de color negro. Cinco días después empezaron las aguas a retirarse poco a poco y a secarse, y de esta manera disminuyendo retrocedieron .nuevamente hasta el mar, destruyendo a su paso todo el género humano, Los únicos que sobrevivieron fueron el pastor con su familia, que de nuevo se volvieron a multiplicar. Por eso los hombres existen todavía, y en verdad, nosotros los cristianos creemos que este cuento de la fuga al monte Huillcacutu los indios se refieren al Diluvio Universal"

(párrafo 27-31, cap. l/l, intitulado: "Aquí Volvemos a Hablar Otra Vez Je los Hombres Primitivos" , Francisco de Avila/, de Priscorum H uaruchiriensium Origine ei [ns-

representa

un grupo

titut.s": Biblioteca Nacional de Madrid, Fidem MSPTl, N9 3169/).

ad

Si de la costa del océano Pacífico y del lago Titicaca, pasamos a la costa del Atlántico, en el trayecto encontrar '--~s tribus amazé .c e también· se refieren, aunque de un modo diferente, al tremendo cataclismo que borró de la existencia a la humanidad con excepción de unas pocas personas que se salvaron gracias a la providencial advertencia de que fueron objeto de parte del Creador. El jesuita Simón de Vasconcellos recogió una tradición indígena según la cual la gran divinidad T upí comunicó a T amanduare la forma de salvarse del gran diluvio, para que pudieran repoblar la tierra. Otra versión más extensa de la misma tradición, recogida hace cuatro siglos por un viajero francés, es expuesta por Bernardo Canal F eijóo, en los siguientes términos -: "Cuando fueron descubiertos los indios del Brasil, en las cercanías de donde más tarde fué Río de J aneiro, tenían ellos una leyenda de un diluvio universal, del cual sólo dos -hermanos y sus respectivas


UNA GRAN

mismo

año

que la anterior,

TRADICION

en

esposas lograron varse. Según uno, la inundación fué tan gran 'e--que..J:llb '0 toda la tierra y todos los hombres perecieron, exceptuando los antecesores de los indios, que consiguieron trepar a árboles altísimos; según otros, los únicos sobrevivientes se salvaron en una canoa. "André Thevet, que recorrió el Brasil a mediados del siglo XVI, nos refiere del siguiente modo la historia, según la relatan los indígenas de Cabo Frío: Cierto famoso hechicero llamado Sommay tenía dos hijos: T amendonare y Ariconte. T amendonare cultivaba la tierra y era un excelente esposo y .padre, pero su hermano Ariconte no se interesaba en estas cosas; estaba ocupado solamente en buscar guerra, y su único deseo era oprimir y subyugar a la gente vecina, y aun dominar a su noble hermano. Un día, regresando de un combate, este impulsivo guerrero trajo el brazo amputado de un enemigo sacrificado en la lucha y mostrándole a su hermano le dijo altivamente: 'iLargo de aquí, cobarde! ¡Tu esposa y tus hijos serán míos porque no eres bastante valiente para defenderlos!'. T amen donare, agraviado por la presunción de su her-

PREHISTORICA

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primitiva

mano, le respondió con sarcasmo: 'Si eres tan valiente como dices, porqué no has traído el cuerpo entero de tu enemigo?' Indignado con la mofa, Ariconte arrojó el brazo contra la puerta de la casa de su hermano. En ese preciso instante la aldea donde habitaba fué transportada al cielo, pero los dos' hermanos quedaron en tierra. Al ver esto T amendonare, entre atónito y colérico, estampó el pie con tanta fuerza en la tierra, que ésta se abrió dejando paso a una vertiente de agua que surgió tan alta, que alcanzaba los cerros y parecía querer llegar a las nubes. Y el agua continuaba manando hasta cubrir toda la tierra. ' Ante la inminencia del peligro los hermanos huyeron a las montañas más altas y se salvaron encaramándose a los árboles con sus esposas. T amendonare subió a un árbol llamado 'pindona' y del cual el viajero francés André Thevet conoció dos especies : .uno de ellas de hojas y frutos mayores que el otro; y Ariconte trepó con su mujer a otro' árbol llamado 'geniper '. "Mientras estaban encaramados entre las ramas, Ariconte dió a su esposa algunos de los frutos del árbol, diciéndole: -: 'Suelta


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algunas de esas frutas y déjalas caer': Ella óbedeció y por el ruido que se oyó al caer en el agua se dieron cuenta de que aún no podían bajar a los valles porque el agua continuaba muy alta. "Los indios pretenden que en esta inundación todos, hombres y mujeres, perecieron ahogados, exceptuando, estos hermanos y sus mujeres, y que de estas dos parejas nacieron después de pasado el Diluvio,. dos pueblos, los T onnasseares (también llamados T upinambó ) y los T onnaitz Hoyanans (conocidos por T ominu) . "Los Tupinambo, para exaltarse y sentirse mejores que sus vecinos, dicen -:'Nosotros descendemos de T amendonare, mientras que ustedes descienden de Ariconte" con lo que pretenden. que T amendonare era mucho mejor que Ariconte" C'Muos Perdidos", p. !24J! 26). Desplazándonos, ahora; mucho más al sur, frente al estrechamiento máximo de la Isla Victoria, mirando por encima del lago Nahuel Huapi, en la orilla opuesta, existe un cerro, cerca del cual se hallan las nacientes del arroyo Millaqueo. Esa altura fué conocida por los indios de la zona como el cerro Theg-theg. En toda la Araucania aparecen cerros con ese nombre (2). Ocupan un lugar importante en la vida de los indígenas porque a ellos ascienden cumpliendo con un curioso ritual. Suben a la cumbre cargados de muchísimos víveres, temerosos de que el planeta vuelva a ser azotado por el [utalejú o diluvio. Para protejerse del sol llevan sobre sus cabezas el tradicional plato de madera que no debe faltar. A los hombres que vivieron antes del cataclismo diluvial les dan el nombre de peñi epaiun. Dice que algunos de ellos se petrificaron, y señalan sus presuntos cuerpos en las rocas salientes de las serranías y llanuras: son los huíltrawra (3). En toda la Araucania, tanto en la vertiente patagónica o argentina como en la chilena, se repite la misma historia del diluvio, resultante de la lucha entre la serpiente Theg-theg y el señor del mar Cai-cai, (2) Los cronistas y viajeros han escrito diversamente el nombre de la montaña de la mitología araucana: Tenten (Díego Rosales); Thengtheng (Antonio Febrés): Chengcheng (ídem); Teng-teng (Bernardo Havcstadt); Tren· tren (Tomás Guevara). (3) Huiltracura procede de kura (piedra) y buitrún (levantarse).

AMERICANA

Aunque las tradicÍones mapuches modernas conceden cada vez mayor preeminencia a la acción de Guinechen o N gúnechen, a cuya voluntad atribuyen todos los fenómenos de la naturaleza, en las antiguas cosmogonías araucanas recogidas por los primeros blancos que se pusieron en contacto con ellos se daba mucha importancia a la lucha épica entre Theg-theg y Cai-cai. Diego de Rosales, a fines del siglo XVII, escribió que los indígenas de los Andes australes "Tienen muy creído que cuando salió el mar y anegó la tierra antiguamente sin saber cuando (porque no tienen serie de tiempos ni cómputo de años), se escaparon algunos indios en la cima de unos altos montes \ que se llaman T enten, que los tienen por cosa sagrada". Cuenta ese viajero que, según los indígenas, un hombre humilde llamado T enten les señaló la catástrofe con anticipación, diciéndoles que sólo se salvarían del diluvio los que ascendieran al cerro sagrado, en cuya cumbre había una culebra con el mismo nombre. Esta tenía una irreconciliable enemiga que moraba en los abismos: la serpiente C~ cai, que odiaba mortalmente a 10s~lJres. Frente al anuncio del diluvio: algunos huyeron a las montañasj..mierrtras que otros convinieron con la culebra T enten que en el caso de que no pudieran alcanzar a tiempo la cumbre, les permitiera transformarse en peces. Llegó finalmente el día cuando la sorda tensión entre T enten y Cai-cai se transformó en una lucha espectacular y pavorosa: "Esta hacía subir el mar y aquélla hacía levantar el cerro de la tierra y sobrepujar al mar cuanto se levantaban sus aguas. Y lo que sucedió a los indios cuando el mar comenzó a salir e inundar la tierra, fué que todos a gran prisa se acogieron aTenten, subiendo a porfía a lo alto y llevando cada uno consigo sus hijos y mujeres, y la comida que con prisa y la turbación podían cargar ... Asentadas estas fingidas transformaciones y . soñado diluvio, que da la dificultad de cómo se conservaron los hombres y los animales; a lo cual dicen: que los animales tuvieron más instinto que los hombres, y que conociendornejor los tiempos y las mudanzas, y que conociendo la inundación general, se subieron con presteza al T enten y se ascapa-

!


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ron de las aguas' en la cumbre; llegando a ella' más presto que los hombres, que, por incrédulos, 'fueron pocos los que se salvarori en la cumbre del T enten. Y que de éstos murieron, los más, abrasados por el sol". Creen algunos indios que la fiesta del ngillatún, celebrada con tanto \acatamiento de las tradiciones de sus mayo es, fué instituída inmediatamente después e! cataclismodiluvial. Cuentan que las ag as cubrieron todo e! mundo, excepto la c bre flotante del cerro sagrado, y que ést no descendieron hasta que se siguió e! onsejo de T enten en e! sentido de a ar la ira de la víbora Cai-cai sacro , ando uno de los jóvenes que se habí salvado y arrojándolo descuartizado ara que se lo llevaran los reyes de los peces, L* ausencia de víboras en Neuquenia, donde sólo se conocen unas pocas especies de culebras, parece ser un indicio elocuente de q e el mito de la tremenda lucha de los ofidio han sido adoptado de algún otro lugar, pro ablemente de! Perú, siendo que entre las t adiciones diluviales quechuas se habla de una "montaña creciente" en lugar de una "mohtaña flotante". Los "amarus" o serpientes! parecen corresponder a un totem incaico procedente de la Amazonia, pues figuraba en las paredes de los palacios y en en e! blasón de los Incas. Bajo el nombre de iilu los araucanos conocen varias especies de ofidios, T rátase de culebras, entre las cuales las más conocidas pertenecen a las siguientes especies: Lustrophis semicincus, Leimadophis sagittifer, Chlorosoma burmeisiieri y T achumenis peruotana, (Todas estas culebras son muy es~ casas dadas las características del clima). La tradición diluviána de! fulalefú fué muy difundida a lo largo de los ríos Negro y Colorado, alcanzando también las llanuras bonaerenses, donde e! cerro Cassuati o Sierra de la Ventana era señalado por los aborígenes como la cumbre salvadora. Su antigüedad prehispánica está fuera de discusión. Dentro de! mito, los araucanos han acomodado diversas explicaciones complementarias, que denuncian claramente su remoto totemismo. Desde tiempo]; inmemoriales el T ronador con sus nieves eternas fué e! Olimpo donde, según los aborígenes, moraban las divinidades. Desde las alturas glaciales hacían oír

PREHISTORICA

229'

sus voces los dioses ofendidos. Cuando un hombre de "dos corazones" se aproximaba cauteloso, desde la cumbre se desprendía la venganza en forma de un alud arrollador que sepultaba al presuntuoso que se atrevía a mancillar la paz y la belleza de aquellas regiones privilegiadas, ocultando hipócritamente su perfidia ... El T ronador era conocido entre los nativos bajo el nombre de Anon. Sus rugidos fueron para todos los aborígenes un signo que admitía diversas interpretaciones, peroque siempre era considerado como e! anuncio de algo extraordinario. Cuando e! misionero Migue! de Olivares. visitó esa región misteriosa, los indios puelches creían que el T ronador-al que ese viajero interpretó erróneamente como un peligroso volcán--era la morada de malos espÍritus: ". .. De los muchos volcanes que' tiene esta cordillera, está uno a la vista de N ahuelhuapi, llamado Anon por los indios, en un cerro que descuella sobre los demás;' siempre está cubierto de nieve. Este volcán se tiene observado que siempre que pasaba alguno por aqulla cordillera a vista del ce~' rro, despedía de sí tal fragor como un trueno mui recio; de suerte que los puelches lo' tenían por señal de que iba o venía jente; pues se percibía de partes distantes. El padre Felipe (Fray Felipe van der Meren) i el padre Guillelmo que pasaron hartas veces por el camino confesaban que siempre lo habían oído. Yo pasé una vez i confiesoque tronó dos veces. 1 estando el día claroi sereno de repente dió un trueno tan fuerte, aunque ya con la noticia no hizo novedad a ninguno de los compañeros. Por esto se persuadían que en aquel volcán había algún demonio, que con aquella demostración daba señal de su esistencia o que con pacto de' los indios estaba allí para que les avisase cuando iba jente a sus tierras para prevenirse i si recelaban guerra, huir. Mas los padres le mandaban salir de la montaña i que jamás inquietasen a los nasaieros". El T ronador, con su blanca cabeza de' anciano, observa la marcha incesante del tiempo. El constante trabajo de los arroyos que nacen de los pliegues de su amplia toga se inició cuando se fundieron los hielos' desgastadores de las montañas, con cuyas' morenas se endicaron, formando grandes espejos de agua.


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