Motin del bounty

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1:1 REVISTA

GEOGRAFIC AMERICA MENSUAL

AñoVI-Vol. XIII

MARZO DE 1940

Núm. 78

PRINCIPALES ARTlCULOS DE ESTE NUMERO Los últimos yaganes Paisajes del Perú: Ancash En el Chaco santafecino Viajando por América (IV) Lugares del Río Segundo de Córdoba Historia de Pilcairn: el Motín de la "Bounty" Plantas de nuestra flora que capturan insectos EL SUMARIO

SAN JUAN 738, BUENOS

AIRES

DETAllADO

ESTA EN EL INTERIOR DE LA TAPA ~"""""!""R!!!'a.

Número

suelto

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en toda la Rep. Ar~entlna


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ESTE NUMERO

CONTIENE

Notas y Noticias Los últimos indios 9aganes, Paisajes del Perú: Ancash, En el Chaco santafecino, Viajando

JORGE

con 3 iluslraciones con 8 iluslraciones

RAFAEL

con 13 iluslraciones

por América:

TOMAS

Denver, Sto Louis, Habana,

con 23 iluslraciones

de Córdoba,

con 3 iluslraciones

LARCO

H.

G. FREEMAN

Miami, HORTENSIA

Lugares del Río Segundo,

V. SCHEDL

VIDAL

R. de ANESI

FERREYRA VIDELA

Historia de Pitcairn: el motín de la "Bounty", con 10 iluslraciones

y 1 mapa

Plantas de nuestra flora que capturan insectos,'

D. HAMMERLY

DUPUY

J. SANTOS

BILONI

con 4 iluslraciones

EL MUNDO Y LAS REVISTAS IsI.s perdid.s del Caribe, por E. Á. Milchell·Hed!1es Pinz6n - Alimentos extravagantes, por Lucien Brumpt . .

Se neeesila otro canal interoeeánieo, por R. Convers El Av"i o cooperativa ineaiea, por Vídor J. Guevara

UN CUADRO A TODO COLOR Angel

Della Valle: "Apartando"

72 Ilustraciones Propiedad Artística y Literaria - Registro Nacional de la Propiedad Intelectual . y dibujo de la tapa registrados bajo el No 161.245.

Año YI - Yol. XIII

MARZO "40

MODERNOS

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No 064.004 -

Marca

. Núm. 78

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HISTORIA DE PITCAIRN: L MOTIN DE LA ttBOUNTY"

La búsqueda del árbol del pan para los esclavos de las Antillas provocó un drama del mar que dió por resultado el poblamiento de una isla de Polinesia que, como última morada de los amotinados de la corbeta Bounty, inspiró un poema a Lord Byron, motivó un capítulo de Julio Verne, fué llevada al teatro y, habiendo servido de tema a varias novelas, dió finalmente el argumento para el film "Motín a Bordo"

por DANIEL

HAMMERL Y DUPUY

un vuelo directo de Buenos Aires a Valparaiso, quedaría trazada la trayectoria rectilínea que, alejándose casi cinco veces más de las orillas del Plata, nos pondría cerca de una isla que a sus encantos naturales suma la fascinación de su novelesca historia. En el curso del año 1606 el na vegante portugués Pedro Fernández Quiróz, entonces al servicio de España, realizó valiosas exploraciones en Oceanía que· culminaron con el descubrimiento de las islas que luego fueron denominadas Nuevas Hébridas. Entre las islas descubiertas pór este navegante, figura una en la proximidad del Trópico de Capricornio, que llamó Encarnación. Las descripciones del descubridor no son muy precisas y subsiste la duda de si se trataba de la isla de nuestra historia o si de la isla Ducie, situada a 5 grados hacia la de Pascua. Mientras el navegante inglés Felipe Carteret realizaba su célebre viaje en torno del mundo a bordo del Swallow, un joven tripulante, hijo del Mayor Pitcairn, fallecido en la batalla de Bun. ker Hill, notó que sobre el horizonte emergía la silueta de una isla. Era el 2 de julio de 1767. Fué necesario navegar todavía 15 leguas para llegar hasta esa joya de la vasta soledad del Pacífico. Su aspecto era casi fantástico. Un peñón gibra ltarino asomaba por entre la vegetación escalonada, que sólo permitía adivinar cuán abruptas eran sus vertientes. Algunos hilos de agua se habrían paso entre' la maraña para precipitarse al mar. Los acantilados estaban coronados .•. de 'exuberante vegetación. Los contornos de la isla fueron codiciosamente contemplados por los

K

ALlZANDO

marinos sin descubrir un solo refugio. Las aves marinas revoloteaban en grandes bandadas a lo largo de esa costa' bravía. Todo hacía suponer que se trataba de un lugar desconocido hasta entonces por el hombre, si bien es cierto que un examen más cuidadoso hubiera permitido descubrir que sobre un punto elevado de un acantilado, se erguían cuatro estatuas talladas en rocas volcánicas, cuyos rostros antropomorfos miraban hacia la isla de Pascua, donde las había semejantes. Nada hacía suponer que la solitaria isla de Pitcairn habría de ser repoblada por nativos traídos por hom bres blancos ...

En busca de pan para los esclavos de las Antillas Los funcionarios británicos de las Indias Occidentales afrontaban el problema de aprovisionar. de alimentos en cantidad suficiente a los millares de esda vos negros. En tales circunstancias comenzaron a difundirse los interesantes relatos de las exploraciones del capitán Jaime Cook, quien había abierto la época de los viajes científicos. El célebre navegante de Oceanía ponderaba las virtudes del árbol del pan, cuyos opimos frutos despreocupaban a los isleños del problema de la alimentación. El árbol del pan se caracteriza por su elevada talla dentro de las cuarenta especies que constituyen el género rlriocarp us, es monoico, con inflorescencia de grandes dimensiones donde las flores masculinas no tienen más que un estambre mientras que las femeninas están como soldadas a un receptáculo con pétalos concrescentes, las hojas son pinatíficas y sus frutos abundantes, que llegan a tener el tamaño de la cabeza


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GEOGRAFTCA AMERICANA

El capitán Guillermo Bligh, que en 1787 fLlé comisionado para trasladar de Oceanía a las Antillas ejemplares del árbol del pan, poniéndosele, a ese efecto, al mando de la' corbeta Bounty

de un hombre, ocultan una pulpa blanca bajo una cáscara de color verde. Esta era 1!J. fruta que e! naturalista José :Banks, que acompañó a Cook en Tahití, indicaba como un producto que hacía la delicia de los nativos, insinuando que podrían aclimatarse en las Antillas. En consecuencia, las autoridades británicas de estas islas solicitaron a su Gobierno que considerara las ventajas que reportarían en América estos nuevos recursos. La corbeta "Bouniy", de 30 metros de largo, 7 de ancho y más de 200 toneladas de desplazamiento, fué armada en Deptford bajo la dirección' del naturalista Banks, de la Academiá Real. Construyóse un sobrepuente con agujeros para recibir las macetas. Debajo .>: -de éstas se habían dispuesto cubas que, mediante un sistema de cañerías, debían recoger el agua para hacerla circular varias veces, De esta manera quedaba resuelto uno de los mayores problemas para el cuidadoso transporte de las plantas en un viaje de tanta duración. El 20 de noviembre de 1787, e! capi-

tán William Bligh, que durante cuatro años había acompañado a Cook en sus célebres descubrimientos, recibió las instrucciones del Almirarrtazgo para ir al archipiélago de la Sociedad, en Polinesia, en busca de plantas del árbol del pan que debía trasladar a las Antillas. Para cumplir con esta misión, la "Bounty" recibió una dotación de 41 marinos, además del capitán, de dos médicos y de! naturalista Ne!son y su ayudante. El mismo día en que se levaron anclas, un marinero cayó del mástil mayor. Este accidente, que no llegó a ser fatal, fué tornado- como de mal augurio por la tripulación. El 23 de diciembre de 1787 la corbeta entró en e! canal de la Mancha. Una tempestad de varios días deduración barrió la cubierta, rompiendo los botes, destruyendo las instalaciones de los botánicos, inundando los entrepuentes y malogrando parte de las provisiones. Después de algunos días de reparaciones y de reabastecimiento en Tenerife, se reanudó la ruta, que Bligh quería realizar sin escalas hasta Tahifí. Una de las cuatro guardias de a bordo fué confiada a Fletcher Christian, quien, pocos días después, era nombrado lugarteniente debido a sus cualidades excepcionales. El 'capitán Bligh estaba lejos de sospechar, que este joven iba a llegar a ser el jefe de un tremendo motín. La extensión del viaje en perspectiva, ignorada por la mayor parte de los tripulantes hasta que la goleta hubo zarpado, e! subsiguiente racionamiento de galleta, y algunos incidentes que evidenciaron el carácter colérico de! capitán, generaron e! descontento progresivo de la tripulación. Las amarguras recrudecieron cuando, cerca de Tierra de! Fuego, el marinero Quintal recibió una prolongada flagelación con e! "gato de nueve colas". Los vientos contrarios retardaron la marcha de la corbeta 'que, azo'tada por grandes tempestades y vientos contrarios no logró doblar el Cabo de Hornos.. Para gran satisfacción de los marinos, fatigados por los continuos e infructuosos esfuerzos realizados bajo e!


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DE PITCAIRN:

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KILÓMl:.TROS:

Ubicación de la isla Pitcairn, en la Oceanía, elegida por los amotinados de la Bounfy para fija¡' en ella su residencia definitiva, en compañía de varias mujeres nativas de la isla de Tahití

las Mangareva, los alisios aceleraron su rudo clima del estrecho de Drake, Bligh marcha y, el 25 de octubre, el capitán hizo poner la proa hacia' el Cabo de Bligh arribó con su equipaje a la isla Buena Esperanza, adonde los vientos favorables les permitieron llegar el 23 de de Tahití. El diario de a bordo consignaba tantos detalles interesantes de esa mayo, La corbeta tuvo que ser nuenavegación de 27.900 millas, mientras vamente calafateada, tarea que detuvo callaba las arbitrariedades e injurias del a la tripulación en el Cabo durante un mes, La' BOUI~ty se dió a la vela en ' capitán, que algunos años después pudo ser publicado para gran deleite de dirección a la isla de San Pablo, desde muchos lectores. donde se dirigieron a las costas de TasLos tahitianos invadieron la "Bounmania, desembarcando en la bahía de iy" hasta la cual llegó el rey Pomaré J, la Aventura, que Bligh había conocido una década antes en compañía del ex- quien había adbicado en favor 'de su plorador Cook. Después de un abunhijo. Los marinos aceptaron la invitadante aprovisionamiento de agua y le- ción de ir hasta el, corazón de la isla, donde al nuevo monarca, siguiendo anña se dirigieron hacia Nueva Zelandia, pero los vientos contrarios llevaron a tiguas tradiciones, se le prohibía cruzar la corbeta a presencia de un grupo de cierto río. Allí tuvieron ocasión de conocer la sociedad de los aeroi, aristócraislas rocosas sin otros pobladores que tas polinesios que llevaban una vida de innumerables pingüinos y gaviotas. Era el 19 de setiembre de 1768 cuando hi- continuas orgías. Al regreso de esa visita los británicos pudieron detenerse cieron este descubrimiento. Determipara estudiar la rica flora tahitiana, en nando cuidadosamente su posición, Bligh bautizó esas islas con el nombre de la la que pudieron reconocer ocho especies "Bounty", Días después, mientras na- de árboles del pan. La hospitalidad de los aborígenes revegaban en aguas fosforescentes, moría sultó extremadamente agradable a esos uno de los marineros. marinos flagelados por un capitán que Algo desviada de su ruta, la vieja corbeta navegó no muy lejos de la isla pors.u despiadado despotismo había meMientras Pitcairn, como su proa estuviera he- recido el mote de "Tártaro". chizada por el refugio que iba a ser su auxiliaban al naturalista Nelson en su última morada. A la altura de las is- misión científica, los extranjeros traba-

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el ayudante de cámara del comandante y un marinero. Una expedición se encargó de capturar .a los desertores. Poco después de este incjden te quedó evidenciado que los tahitianos deseaban que los marinos quedaran entre ellos. En un día tempestuoso, una de las cadenas que anclaban a la corbeta apareció limada a flor de agua ... Ante la perspectiva de una época de torLas costas de la isla Pitcairn se presentan en todo su contorno romentas, los festines y cosas .Y abruptas. dificultando por ello el acceso ensueños terminaron ron muchas relaciones con los nativos de en una despedida desgarrad ora. , El3 esa isla que había sido llamada nueva de abril de 1789 l<t Bounty se hizo a Citeres o isla de Venus por su des- la mar cargada con l.llS arbustos del cubridor, el explorador francés. Bou- árbol del pan a los cuales .se habían sumado otros árboles frutales de la flogainville. Algunos británicos planeaban permanecer definitivamente entre ra tahitiana. los isleños, Cierto día fué notada la El motín a bordo desaparición de un bote de la "Bounty": comprobóse que había sido utiliAntes de ir a entregar a Jamaica las zado en la huída de tres marinos que plantas ya recolectadas, tenían órdenes luego fueron conducidos en una doble de realizar otra selección de plan tas exópiragua nativa hasta la isla Tetiaroa. ticas y dé semillas' de arroz en la isla Los prófugos eran el capitán de armas, de Java. Deseoso de aprovisionarse para el largo viaje. de retorno, el capitán Bligh hizo poner' la proa hacia la isla Huahine, donde el capitán Cook había dejado muchos animales, pero sólo quedaba un jumento. El 11 de abril descubrían unas islas repletas de cocoteros que los numerosos indígenas que piloteaban piraguas llamaban Aitutaki. Al día siguiente llegaron a la isla de 'Tonga t a bu donde pudieron abastecerse con abundan• cia, gracias a que los La roca de Adams, que emerge frente a la costa de Pitcairn. Detrás, animales dejados por el velero belga 3Jef'calof'~ que visitó la isla en 1937

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HfSTORTA

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el gran explorador se habían multiplicado notablemente . .Mientras se hallaban en la rada de Anamoka, Christian recibió la orden de encargarse del aprovisionamiento de agua y leña; en tales circunstancias, ante la resistencia de los aborígenes, hizo dos dispa ros al aire para amedrentarlos con las detonaciones. Este hecho irrit9 al capitán Bligh, que hizo retornar a su subalterno a tierra, no sin antes La bahía de Boun tv. donde desembarcaron los amotinados. es el haberlo tildado' de coúni~o punto accesible de la costa barde. de su cuna en Cumberland, planeó el Los odios acumulados durante diez abandono del barco para establecerse meses de navegación, que dormitaron en alguna isla. 'en el curso de los seis meses de estadía Por la noche del 27 de abril, en las en Tahití, pronto encontraron nuevos horas en que a Christian le tocaba la motivos para surgir de una manera virulenta. Bligh hizo sentir nuevamente su guardia; éste equipó un bote con todo lo necesario para abandonar la nave. autoridad de un modo implacable, aún contra los oficiales que trataban de se- Llegada la madrugada, participó su procundarIo. La supuesta desaparición de yecto a los tres marinos cuya fuga había sido frustrada. Estos transmitieron algunos cocos de la gran pila que esla noticia a Quintal y Martins, que hataba sobre cubierta, excitó al capitán bían padecido las mayores f1agelaciones. al punto de dar rienda suelta a sus injurias. Estas hirieron hondamente a Christian, ayudante del contramaestre, al que no titubeó en llamar ladrón. Este incidente recordó la desaparición de un queso, que se sabía que había sido substraido a la salida de Inglaterra, por orden del capitán, quien había tornado este pretexto para someter-los a malos tratos y al racionamiento. Christian, que era un gélüLeman, no pudo soportar la ofensa. Aunque estaba habituado alIas> 'comoThe Rope (La Soga) se llama este lugar escarpado de la costa. que didades y lujos propios sólo puede éscalarse mediante una cuerda


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El jefe de los amotinados no deseaba obligar a nadie a permanecer a su lado. Ordenó que cuantos no querían compartir su suerte se pusieran a un lado. Ante la contingencia de que eran tantos los que permanecieron fieles al deber y a pesar de las violentas protestas de Martin, Christian ordenó que se amainara la chalupa a vela. Bligh presenciaba todas estas maniobras, cuando notó que hacían subir a El paisaje y la vegetación de la isla Pitcaim son los característicos " de la "mayoría de las islas de OceanÍa cubierta a los oficiales. Creyendo que había lleEste último hizo notar que en lugar de gado el momento oportuno para reconhuir en un bote resultaría más convequistar el poder, clamó por socorro. En niente apoderarse de toda la nave y respuesta, Christian tiró de una de las regresar a TahitÍ. Podrían dar al cacuerdas que lo tenían atado junto al pitán la suerte de ser abandonado en mástil, y, poniéndole la espada contra el el bote que Christian había preparado pecho, le gritó imperativamente: ¡mapara sí mismo. Christian estaba dismou1 (¡silencio! en tahitiano). Seguidapuesto a todo lo que implicaba esta mente los oficiales y marineros fueron aventura. Si el motín fracasaba, se arrodescendidos a la chalupa. Dada la lijaría al océano con el lingote de plomo mitada capacidad de ésta, al aspirante que se escondió bajo la ropa. Bastaron Heywood y a otros dos marinos se les algunos momentos para que gran parte obligó a permanecer a bordo de la "Bounde la tripulación estuviera en poder de (z/'. Cuando el capitán Bligh descenlas armas, sin otro anhelo que el de día, contempló horrorizado el cuadro de adueñarse de la corbeta con la cual sus 18 compañeros de infortunio haciquerían anclar nuevamente en la bahía nados entre las provisiones en una emde Matavai. ". barcación cuya borda sólo sobrepasaba 30 centímetros sobre el nivel del mar. El motín había estallado. El bote surtido de provisiones esperaba junto A pesar de la violenta oposición de al casco el descenso del capitán. Este la mayor parte de los amotinados, Chrisdespertó sobresaltado con la entrada de tian entregó al secretario del capitán Christian acompañado del. oficial de arun cuadrante, un compás de ruta y el "mas y otros dos marinos armados de libro de a bordo, aunque no les permitió llevar ninguna carta marina. Era fusiles con bayonetas caladas. Tan pronto como le ataron las manos a la el 28 de abril cuando la Bounty remolcó espalda y lo subieron a cubierta, el a la chalupa, hasta que un sablazo corcapitán hizo un último esfuerzo para tó la amarra. Desde el castillo de popa imponerse a la tripulación, pero los acenlos amotinados contemplaron a los que tos de su voz tiránica sólo lograron exassuponían' condenados a una muerte casi inevitable. Bligh' dejó oír una última perar a muchos de los amotinados, que le hubieran dado muerte en el acto si arenga a los amotinados: los buscaría no se hubiera interpuesto Christian con por todos los mares y tendrían que renuna actitud enérgica. dir cuenta de su rebelión colgados por


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el cuello en las vergas de alguna nave de guerra ...

Una odisea en el Océano Pacífico El oleaje jugaba con la chalupa de 7 metros con 20 centímetros de largo, 2 metros y 10 centímetros de ancho y sólo 80 centímetros de profundidad. Bligh hizo desplegar las velas después de haber tomado un inventario de los artículos existentes: tres sables, una sierra, algunos clavos, cuatro Pitcairn es una isla montañosa pero con buenas tierras, en las que barriles con 125 litros crecen, con abundancia, las altas palmeras de agua, 150 libras de galleta, 32 libras de cerdo salado y 6 bo- hasta el establecimiento holandés de la isla Timar a 3.000 millas de distancia. tellas de ron. Trasponiendo las 30 millas En la noche del 4 de mayo el viento que los separaban de la isla de Tofoa, se hizo huracanado. La chalupa estaacumularon provisiones en una gruta donde pernoctaron varios marinos. Se ba a merced de olas inmensas que obligaron a achicarla de continuo. Fué imhabían propuesto construir una cubierta perioso arrojar al mar algunas lonas, para la embarcación, pero como informacuerdas y muchas ropas. Los calamran a los curiosos indígenas que la "Bounty" había naufragado, esto excitó la co- bres, la fatiga y el frío, tenían a los dieciocho hombres agotados. Al día sidicia de los aborígenes, que se prepagu'iente descubrían una serie de islotes raron para atacarlos. El embarque tuvo que tuvieron a la vista durante tres que realizarse con tanta precipitación, días de navegación. Las primeras rebajo una lluvia de flechas y piedras arrocibieron el nombre de Bligh y las jadas por lo isleños, que perdieron buerestantes fueron reconocidas como el na parte de las provisiones. N o tenían archipiélago Viti. La tentación de desotras armas que los sables y no pudieron cubrir la retirada de uno de los embarcar y tomar algo de reposo era inmensa, pero tuvieron que seguir nacompañeros que fué masacrado mientras vegando a toda vela al comprobar que trataba de desprender el ancla. La huida se hizo más azarosa cuando los in- eran seguidos por piraguas que izaban su curioso velamen de paja. Esa misdígenas emprendieron la persecución en ma semana la mar se hizo gruesa y una sus veloces piraguas, que sólo se detuvieron cuando ellos les arrojaron en el pavorosa tempestad flageló la embarcación, que a cada momento parecía hunagua algunas ropas. Este lamentable dirse para siempre. incidente recordó a Bligh cómo había Las lluvias saciaron luego la sed de visto caer a Cook, bajo las armas de los infortunados, pero el reumatismo aulos nativos que poco antes lo habían Largo sería enutenido por un dios, en una playa de las mentó sus torturas'. merar todos 'los padecimientos de esa islas Hawai. Por consiguiente, Bligh gente continuamente azotada por el oleadesistió de volver inerme a la isla de Tongatabu, donde Christian había te- je, calados siempre hasta los huesos, turnándose incesantemente para sacar el nido que vérselas" con la mala voluntad agua que anegaba la embarcación, vende los nativos, y se propuso llegar así

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cidos por la fatiga, más sin tener espa-cjo suficiente para. acostarse y teniendo

,p'hr todo alimento··dia.rio diez gramos y medio de galleta, que Bligh pesaba en su improvisada balanza de cocos, un octavo de pinta de agua medida en el fondo de un cuerno y unas gotas de run. Las provisiones disminuían: el hambre se hacía sentir. Los rayos del sol curtían los cuerpos cada día más adelgazados. A mediados de mayo tuvieron a la vista las selváticas islas Banks, al norte del archipiélago de las Nuevas Hébridas, a las cuales tampoco pudieron aproximarse pues alcanzaron a divisar sendas columnas' de humo. Otra tremenda tempestad exacerbó los ánimos de los náufragos, quienes reclamaron violentamente mayores porciones de alimentos, pero Bligh supo sofocar este conato de rebelión: pudo volverlos a la razón después de hacer un recuento de los víveres, acordando disminuir aún más la ración cotidiana para poder llegar al destino propuesto. La chalupa traspuso felizmente la gran barrera de arrecifes que deja una zona tranquila del mar en la parte oriental de Australia. Habiendo desembarcado en una isla comprobaron con la consiguiente sorpresa que habían perdido uno de los machos del timón: De no haberse reparado este desperfecto hubiesen perecido irremisiblemente en los embates del próximo oleaje. Ante la amenazante actitud de una vein te.na de indígenas que blandían sus poderosas lanzas, huyeron precipitadamente. El viaje en esas aguas tranquilas se hacía peligroso por los numerosos aborígenes que se presentaban en las playas al paso de la chalupa de la "Bounly". Arribaron finalmente a un islote desierto donde algunos de los marinos se declararon en franca rebelión cuando les fué ordenado que reco. lectaran ostras para preparar la comida. Como se excedieran insultando al capitán, éste les arrojó una espada para batirse si es que así lo querían, pero hasta el más envalentonado renunció a aceptar el desafío del duelo. Al pasar el estrecho de Torres se reanudó la lucha con el mar, embravecido, Después de cuatro meses de padecí-

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mien tos llegaron frente a la isla Timor: habían batido el record mundial de navegación en canoa abierta que registra la historia ... Algunos estaban enfermos. Nadie pudo proferir un grito de alegría. Casi no tenían fuerzas para levantar sus cabezas. Arrastrándose por la costa hallaron ostras, huevos y tortugas que se apresuraron a comer. Desde hacía varias semanas no habían comido nada fresco, con excepción de un ave que habían podido abatir con los remos. Desde allí navegaron hasta Koepang, donde fueron recibidos por el gobernador holandés, quien les adelantó los medios con los cuales pudieron adquirir una goleta. Realizando algunas escalas mientras sorteaban a los piratas j avaneses, llegaron aBata via el 10 de octubre. Dé los 19 hombre abandonados por Christian sólo 12 pudierón regresar a su patria. Además del que había perecido por el ataque de los nativos, tres marinos murieron a' consecuencia del agotamiento producido por tantas privaciones, otro falleció en viaje a Europa, mientras que el médico, que había perdido a su colega en Tahití, se quedaba en Java para reponer las fuerzas perdidas.

la búsqueda de un refugio seguro Para despistar a Bligh y a sus compañeros de infortunio, Christian gobernó la corbeta hacia el noroeste hasta que perdieron de vista a la chalupa y luego arrojaron al mar todas las plantas que habían sido cuidadas con tanta solicitud, mientras se repetían los jubilosos -¡hurra por Tahitíl La magnitud del crimen cometido iba creciendo en la mente de Christian a medida que transcurrían los días. Sin atreverse a regresar todavía a Tahití, descendió por el meridiano de esa isla, en busca del trópico donde halló la isla de. Tubuai. Los nativos esgrimían sus armas con ademanes amenazadores y llegaron a acometer a los que desembarcaban.· A pesar de los regalos ofrecidos, los indígenas no se aproximaban en aqtitud amistosa, y las perspectivas de los amotinados no eran muy halagüeñas. Se imponía el regreso a Tahi-


..• HISTOR[A

La residencia

DE PITCAIRN:

de John Adams,

patriarca

EL MOTlN

DE LA "BOU):TY"

de los pitca ir-nianos, tal como aparecía dibujo de la época.

tí en busca de muchos elementos que les resultaban indispensables para establecerse. . Para gran sorpresa y regocijo de los tahitianos, la Bounly se presentó en la bahía de Matavai. Valiéndose de la falsa respuesta que el capitán B1igh había dado a los aborígenes que le preguntaron por la suerte de Coa k, a quien recordaban con mucho cariño, Christian afirmó que Bligh había quedado con parte de la tripulación en una isla recién descubierta por Cook, quien deseaba fundar un nuevo establecimiento, razón por la cual los había enviado con una misión especiaL Debían retornar con cierto número de hombres para ayudarlas en diversos trabajos y abastecerse de animales, aves, frutas y semillas de todas las especies. Después de una agradable estadía en Tahití regresaron a Tabuai donde sus habitantes libraron varios combates contra los invasores blancos y tahitianos, viéndose obligados a construir un fortín .. La mayor parte de los amotinados y los tahitianos, prolundamente desengañados, insistían unos, y anhelaban otros

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en ]825, según un

el regreso definitivo a TahitÍ. Recordándoles Christian el riesgo que este paso significaba, se acordó desembarcar en aquella isla a cuantos quisieran hacerla. Por última vez la "Liounu)" fondeó en la bahía de Matavai. Además de numerosos nativos, 16 ingleses descendieron a tierra. Algunos deseaban llevar una vida muelle e ignorada en algún extremo de la isla mientras que otros, confiando en su inocencia, tenían la esperanza de regresar a su patria en algún barco que enarbolara el pabellón británico. A bordo de la corbeta, que se estaba inclinando a la piratería, sólo permanecieron nueve hombre de su antigua tripulación, incluyendo a .·su nuevo capitán. A estos se sumaban cuatro indígenas de Tahití y dos nativos de Tabuai que habían optado por continuar la vida a bordo. Christian ansiaba establecerse definitivamente en alguna isla que les ofreciera una vida de imperturbable tranquilidad. Haciendo correr la voz entre los isleños de que se realizaría una fiesta de despedida a bordo de la "Bouniy", levaron anclas en cuanto


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doce mujeres se hallaban en la nave. • Las nuevas sabinas se alejaron al imo ·pulso del vien to- qu~ arqueaba las palmeras y henchía el velamen hacia nuevos hor-izorites en ansiosa búsqueda de un refugio seguro.

El desennbarco en la isla de Pitcairn En la biblioteca de a' bordo Christian buscó las referencias a las islas descubiertas en el curso de las últimas -décadas dentro del inmenso piélago del Océano Pacífico. ¿Cuál sería, entre todas ellas, la que pudiera brindarles un aislamiento tranquilizador que garantizara la impunidad? Allí estaba el "Viaje Alrededor del Mundo" de Car teret con la indicación de las características de una isla, la de Pitcair n, que reunía condiciones excepcionales para sus propósitos. El oleaje azotaba la abrupta costa de Pitcairn: Las rocas emergÍan casi perpendicularmente de entre las espumosas olas del océano. El desembarco pareció imposible hasta que descubrieron un trecho donde la costa era más baja aunque abundaban las rompientes y afloraban peligrosos arrecifes. Después de una maniobra arriesgada, la "Bounu," pudo acercarse a la bahía que había de llevar su nombre, y se procedió al dificultoso desembarco de las personas, animales, plantas y víveres. Los nuevos pobladores descubrieron numerosos esqueletos y algunas construcciones que les hicieron pensar que la isla estaba habitada. Mientras algunos se refugiaban en una gruta, otros acampaban alertas a cierta distancia en espera de un asalto. Pero la vegetación selvática que cubría la isla no tenía otros pobladores que algunos pájaros y abundantes aves marinas que anidaban en sus ramas. Una exploración sistemática de la isla dió por resultado la comprobación de que eran actualmente sus únicos habitantes, si bien es cierto que el hallazgo de una construcción, semejante a los morai de Tahití, y de muchas armas de piedra habrá hecho pensar a

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sus nuevos pobladores que hasta allí habrían llegado no hacía mucho las piraguas de los "Icaia" o "devoradores de hombres" en persecución de algún príncipe nativo que había tratado de vivir una vida independiente alejada del rey aristócrata de algún archipiélago algo distante. En la isla se descubrieron numerosas pictografías grabadas en las rocas; en el extremo occidental se había tallado en la piedra una representación del sol, de la luna, un cuerpo humano y diversos pájaros; existían también esculturas semejantes a las de la isla de Pascua, circunstancia que hace suponer que exista parentesco étnico entre estas islas de Polinesia oriental. Esta conje tura quedaría abonada, en cierto grado, por las tradiciones de las migraciones polinésicas recogidas hace un siglo por Honoré Laval en las islas Mangareva o Gambier que constituyen el archipiélago más próximo de la isla Pitcairn. Aunque distan aún más de la isla de Pascua, las islas Mangareva cuentan con un antiguo templo o "marae' que tiene un aspecto semejante al de la famosa isla Rapa-Nui cuyos enigmas han fascinado a cuantos se han ocupado por conocer el misterioso pasado de las culturas del Océano Pacífico, que - bien podrían arrojar alguna luz sobre ciertas características de los habitantes. de América del Sur. Las tradiciones polinésicas compiladas por L~ val y que esclarece lo que podríamos llamar paradójicamente "la reciente prehistoria" de los pueblos de OceanÍa,· han sido dada-s a conocer a mediados de 1937 por los miembros de la misión belga que realizó una expedición científica a bordo del "jJfercafor." Dentro de mil kilómetros a la redonda de la isla Pitcairn, fuera del archipiélago Gambier sólo se hallan las islas Oeno, Henderson y Ducie que no tenían habitantes. Por otra parte, era descripta por Carteret corno inabordable iy deshabitada, circunstancias éstas que alejaban la posibilidades de la ll~ada de alguna nave en busca de agua o de provisiones. Otra circunstancia especial parecía favorecer a los


HISTORIA

Escena

familiar

DE PITCATRN:

en la isla Pitca irn , hacia

EL MOTIN

DE LA "BOU. TY"

1825, según un dibujo tonces la isla

amotinados para escapar a la pena extrema de la ley: el descubridor de la isla había cometido un error de apreciación en los cálculos al fijar la posición de la misma en 24° 02' latitud Sud. y 133°30' longitud Oeste, incurriendo en un error de talla (180 millas de longitud), siendo que la verdadera posición de Pitcairn es de 24° 40' Sud y 130° 24' Oeste, del meridiano de Greenwich.

En persecución de los amotinados Cuando el capitán Bligh arribó a Inglaterra, el 14 de marzo de 1790, la opinión pública condenó severamente la cond ucta de Christian y se colmó de orgullo por la gran hazaña marítima del capitán de la Boun ty , El Almirantazgo se apresur6 a enviar la fragata "Pan dora", artillada con 2-i cañones y tripulada por : 160 hombres que, bajo la comandancia del capitán Edwards, tenía la misión de ir a Tahití y recorrer todos los archipiélagos, si fuera necesario, para dar captura a todos los rebeldes de la corbeta insurrecta , La fr~gata dobló el cabo de Hornos, pasó a la vista de la isla Ducie y, por consiguiente, no muy lejos

del capitán

Beechy,

:!Ol

que visi tó en-

de la isla de Pitcairn en su derrotero a Tahití, adonde llegó el 23 de marzo de 179L Dos aspirantes de la Bounty, Heywood y Steward, y el armero (los tres. que fueron retenidos contra su voluntad por Christian) se presentaron espontáneamente a bordo de la '''Pandora" antes que descendiera de ésta el primer bote. Mientras otros de los marinos seguían entregándose, se llegó a saber que dos británicos habían huido en una goleta constr-uida por ellos mismos. Pudieron ser capturados después de una ardua persecución. De los 16 hombres que Christian había desembarcado en Tahití, sólo faltaban dos. Uno de ellos había sido adoptado por un jefe nativo y al morir éste sin hijos, quedó como heredero de todos sus bienes y títulos. Habiendo entrado apenas a ejercer sus nuevas funciones, fué asesinado por uno de. sus compatriotas. Toda la isla se puso en busca del criminal que pagó su delito con la vida: el cráneo fué presentado por los isleños al capitán de la "Pan dora" como prueba de que no eran encubridores. Después de una búsqueda infruc. túosa en él archipiélago de la Sociedad,


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REVISTA

GEOGRAFfCA

la fragata perseguidora se dirigió a _ Aitutaki ir luego a las islas Palmerston, en una de las cuales hallaron una' verga y varios objetos con el nombre de la "Bounty", Al practicarse un reconocimiento minucioso de la zona, naufragó uno de los botes con un aspirante y cuatro marineros. Poco después descubrían la isla Nukunono, en el archipiélago de la Unión;. y varias d~ las islas Samoa. La goleta apresada a los dos marinos que trataron de huir de TahitÍ y que con otros tripulantes auxiliaba a la fragata en sus reconocimientos, fué perdida de vista frente a la isla de Upolu. Mientras trataban de hallar esa nave, llegaron a la vista de Vanikoro, donde un poco más de diligencia les hubiera permitido recoger a los náufragos de las fragatas francesas que hicieron célebre el nombre de La Pérouse. Desde la salida de TahitÍ el capitán Edwards había hecho engrillar a los cautivos sin hacer excepciones en favor de los primeros tres que se habían presentado y cuya inocencia era evidente, Los prisioneros eran sometidos a las más duras privaciones y a vivir día tras día en calabozos obscuros, sin poder asearlos. Esta suerte inhumana fué padecida por los infortunados durante tres meses, al cabo de los cuales la "Pan dora" varó en unos arrecifes de Aus'tralia al querer traspasar el estrecho de Torres. Todos los esfuerzos realizados fueron inútiles para salvar la nave que tenía una gran vía de agua. Los prisioneros habían quedado engriliados por 6rden del capitán pero un joven y heroico marino, poniendo en riesgo su vida, pudo libertarlos de sus cadenas cuando ya se habían ahogado cuatro. Los náufragos acamparon sobre una roca coralina donde comprobaron que habían perecido 31 marineros de la "Pandora". En condiciones algo semejantes a los de la chalupa de la Bounfy, los náufragos siguieron en varios botes parte de la ruta que había sido recorrida por Bligh. En Samarang, Java, fué hallada la goleta que se había extraviado frente a Upolu y que podría haberles ahorra(Fotos Pro/. ..1.. Mélraux,

cortesía

AMERICANA

do muchos sufrimientos después del naufragio. Los prisioneros fueron trasladados a la ciudad del Cabo donde un barco de guerra los llevó a Spithead, de donde habían salido hacia ya cuatro años y medio.

El Consejo de Guerra El proceso de los 10 amotinados causó gran revuelo. Prisioneros abordo del "Lléctor"', hasta donde no permitían llegar a Sus familiares, los cautivos sólo veían un poco del cielo de Inglaterra cada vez que debían presentar sus testimonios en el "Duke", El 18 de setiembre de 1792 el Consejo de Guerra presentó su fallo, que todos esperaban con impaciencia. Las sesiones habían sido prolongadas y habían tenido muchas alternativas. Cuatro de los acusados fueron absueltos y los seis restantes sentenciados a muerte. Entre éstos estaba Heywood y dos amigos que, poco antes de la fecha fatal, recibieron el indulto del rey Jorge Il. Los tres condenados fueron ahorcados a bordo del "Brunswick" en presencia de los barcos de la armada con sus respectivas tripulaciones. Se concep túa que desde este proceso los marineros de la armada británica fueron objeto de mejores tratos de parte de sus superiores. Mientras sesionaba el Consejo de Guerra, el capitán Bligh se hallaba comandando el "Providence" para cumplir con la misión científica gue había fracasado por el motín. Bligh habrá sentido una extraordinaria emoción, cuando, en abril de 1791, arribó otra vez' a TahitÍ para recolectar nuevamente los arbustos del árbol del pan. .. El recuerdo de Christian entre los nativos le haría suspirar al pensar en la posibilidad de descubrir toda vía a su amotinado ayudante. Esta vez la misión botánica fué llevada a feliz término. Dejando algunas plantas en las islas de Santa Elena que, oportunamente iban a interesar a Napoleón, otras fueron transplantadas en San Vicente y la mayoría eran recibidas con júbilo en Jamaica. Esta expedición le valió a Bligh la medalla de oro de la Sociedad de Artes.

del Bernice

P. Bishop

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