Cuento Infantil

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Recopilaci贸n De Cuentos Por: Jean urbano



Ă?ndice: 1 Los tres cerditos 2 101 dĂĄlmatas 3 El gato con botas 4 pinocho


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Había una vez tres cerditos que eran hermanos, y se fueron por el mundo a buscar fortuna. A los tres cerditos les gustaba la música y cada uno de ellos tocaba un instrumento. El más pequeño tocaba la flauta, el mediano el violín y el mayor tocaba el piano... A los otros dos les pareció una buena idea, y se pusieran manos a la obra, cada uno construyendo su casita. - La mía será de paja dijo el más pequeño-, la

paja es blanda y se puede sujetar con facilidad. Terminaré muy pronto y podré ir a jugar. El hermano mediano decidió que su casa sería de madera: - Puedo encontrar un montón de madera por los alrededores, - explicó a sus hermanos, Construiré mi casa en un santiamén con todos estos troncos y me iré también a 5


jugar. El mayor decidió construir su casa con ladrillos. - Aunque me cueste mucho esfuerzo, será muy fuerte y resistente, y dentro estaré a salvo del lobo. Le pondré una chimenea para asar las bellotas y hacer caldo de zanahorias. Cuando las tres casitas estuvieron terminadas, los cerditos cantaban y bailaban en la puerta, felices por haber acabado con el problema. De detrás de un árbol grande surgió el lobo, rugiendo de hambre 6

y gritando: - Cerditos, ¡os voy a comer! Cada uno se escondió en su casa, pensando que estaban a salvo, pero el Lobo Feroz se encaminó a la casita de paja del hermano pequeño y en la puerta aulló: - ¡Soplaré y soplaré y la casita derribaré! Y sopló con todas sus fuerzas: sopló y sopló y la casita


de paja se vino abajo. El cerdito pequeño corrió lo más rápido que pudo y entró en la casa de madera del hermano mediano. De nuevo el Lobo, más enfurecido que antes al sentirse engañado, se colocó delante de la puerta y comenzó a soplar y soplar gruñendo: - ¡Soplaré y soplaré y la casita derribaré! La madera crujió, y las paredes cayeron y los dos cerditos corrieron a refugiarse en la casa de ladrillo del mayor.El lobo estaba realmente enfada7


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Esta historia ocurrió en Londres, no hace mucho tiempo. Dos preciosos y encantadores dálmatas, Perdita y Pongo, vivían felices en una casita del centro de la ciudad, con sus amos, Anita y Roger. Roger pasaba el día tocando el piano, y a Anita le gustaba mucho escucharle porque era un excelente músico. Anita y Roger tenían a su servicio a una dulce señora, ya mayor, llamada Nani. Aquel día, Nani había limpiado cuidadosamente el sótano Perdita estaba a punto de dar a

luz. Pongo y Roger esperaron en el salón, llenos de impaciencia, el gran acontecimiento. Por fin se abrió la puerta del sótano y apareció Nani. -¡Son nueve! -anunció -¡Once! -gritó Anita desde abajo-. -¡No, trece! Poco después, se enteraron del número definitivo: ¡Quince! ¡Quince cachorros! Pongo se sintió orgullosísimo... y completamente feliz. -¿Qué vamos a hacer con tantos? -preguntó Roger, al verlos.

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-¡Quedarnos con ellos, naturalmente -respondió Nani, meciendo a los tiernos cachorritos. Precisamente esa noche, la malvada Cruella de Vil fue a visitar a Anita, su antigua amiga del colegio. Cuando vio los cachorros, quiso comprarlos todos. -Os pagaré lo que me pidáis -dijo -No están en venta -respondió Roger señalando la puerta. Pongo empezó a gruñir y a enseñarle los dientes. Entonces Cruella, furiosa, se fue dando un portazo. -¡Quiero esos cachor-

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ros! -murmuró Cruella al salir-. ¡Y los tendré! Entonces se dirigió a casa de sus esbirros, Horacio y Gaspar, y les expuso su malvado plan. -Esperaremos a que les salgan las malditas manchas en la piel -les dijo-. Y entonces, aprovechando el paseo nocturno de Pongo y Perdita con sus amos, actuaremos. Aquella noche, como siempre, Roger y Anita fueron a dar un paseo por el parque, después de dejar a los cachorros dormidos y al cuidado de Nani. En cuanto Horacio y Gaspar les vieron alejarse entraron en la casa, encerraron a Nani y metieron en un saco a los perritos. Cuando regresaron Roger


llamó a la policía, los cachorros había desaparecido. Pero Pongo y Perdita pensaron que la “llamada del crepúsculo”, el teléfono perruno, sería de mayor ayuda. -¡GUAU! ¡GUAUUUU! -ladró Pongo, con todas sus fuerza. Sus mensaje acabó siendo escuchado por un gran danés, de las afueras que fue pasando de esta manera el mensaje por todos los rincones del país.

Por fin la noticia llegó hasta el Coronel de la granja junto a la mansión de Vil. -Quizás estén allí -dijo el gato Tibbs. -¿Dónde? -preguntó el Coronel. -Esta noche he oído ruido en la mansión. Me dio la impresión de que había muchos cachorros, porque no paraban de ladrar.

-Vamos a echar un vistazo! -ordenó el Coronel. -¡Por mis bigote! -exclamó

-¡QUINCE CACHORROS DÁLMATAS DESAPARECIDOS!

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El gAtO CoN BoTaS


Érase una vez un viejo molinero

Mientras el amo dormía, el gato

que tenía tres hijos. Acercándose

le quitó una de las bolsas que

la hora de su muerte hizo llamar a

tenía el amo, la llenó de hierba

sus tres hijos.

y dejó la bolsa abierta. En ese

“Mirad, quiero repartiros lo poco

momento se acercó un conejo

que tengo antes de morirme”.

impresionado por el color verde

Al mayor le dejó el molino, al me-

de esa hierba y se metió den-

diano le dejó el burro y al más

tro de la bolsa. El gato tiró

pequeñito le dejó lo último que le

de la cuerda que le rodeaba y

quedaba, el gato.

el conejo quedó atrapado en la

Dicho esto, el padre murió.

bolsa. Se hecho la bolsa a cues-

Mientras los dos hermanos mayores se dedicaron a explotar su herencia, el más pequeño cogió unas de las botas que tenía su padre, se las puso al gato y ambos se fueron a recorrer el mundo. En

tas y se dirigió hacia palacio para entregársela al rey. Vengo de parte de mi amo, el marqués Carrabás, que le manda este obsequio. El rey muy agradecido aceptó la ofrenda.

el camino se sentaron a descan-

Pasaron los días y el gato

sar bajo la sombra de un árbol.

seguía mandándole regalos al


rey de parte de su amo. Un día,

da!”.

el rey decidió hacer una fiesta

El rey atraído por los chillidos del gato se acercó a ver lo que pasaba. La princesa se quedó asombrada de la belleza del marqués. Se vistió el marqués y se subió a la carroza. El gato con botas, adelantándose siempre a las cosas, corrió a los campos del pueblo y pidió a los del pueblo que dijeran al rey que las campos eran del marqués y así ocurrió. Lo único que le falta a mi amo

en palacio y el gato con botas se enteró de ella y pronto se le ocurrió una idea. “¡Amo, Amo! Sé cómo podemos mejorar nuestras vidas. Tú solo sigue mis instrucciones.” El amo no entendía muy bien lo que el gato le pedía, pero no tenía nada que perder, así que aceptó. “¡Rápido, Amo! Quítese la ropa y métase en el río.” Se acercaban carruajes reales, era el rey y su hija. En el momento que se acercaban el gato chilló: “¡Socorro! ¡Socorro! ¡El marqués Carrabás se ahoga! ¡Ayu-


-dijo el gato- es un castillo, así que se acordó del castillo del ogro y decidió acercarse a hablar con él. “¡Señor Ogro!, me he enterado de los poderes que usted tiene, pero yo no me lo creo así que he venido a ver si es verdad.” El ogro enfurecido de la incredulidad del gato, cogió aire y ¡zás! se convirtió en un feroz león. “Muy bien, -dijo el gato- pero eso era fácil, porque tú eres un ogro, casi tan grande como

un león. Pero, ¿a que no puedes convertirte en algo pequeño? En una mosca, no, mejor en un ratón, ¿puedes? El ogro sopló y se convirtió en un pequeño ratón y antes de que se diera cuenta ¡zás! el gato se abalanzó sobre él y se lo comió. En ese instante sintió pasar las carrozas y salió a la puerta chillando: “¡Amo, Amo! Vamos, entrad.” El rey quedó maravillado de todas las posesiones del marqués y le propuso que se casara con su hija

y compartieran reinos. Él aceptó y desde entonces tanto el gato como el marqués vivi-



En una vieja carpintería, Geppetto, un señor amable y simpático, terminaba más un día de trabajo dando los últimos retoques de pintura a un muñeco de madera que había construído este día. Al mirarlo, pensó: ¡qué bonito me ha quedado! Y como el muñeco había sido hecho de madera de pino, Geppetto decidió llamarlo Pinocho. Aquella noche, Geppeto se fue a dormir deseando que su muñeco fuese un niño de verdad. Siempre había deseado tener un hijo. Y al encontrarse profundamente dormido, llegó un hada buena y viendo a Pinocho tan bonito, quiso premiar al buen

carpintero, dando, con su varita mágica, vida al muñeco. Al día siguiente, cuando se despertó, Geppetto no daba crédito a sus ojos. Pinocho se movía, caminaba, se reía y hablaba como un niño de verdad, para alegría del viejo carpintero. Feliz y muy satisfecho, Geppeto mandó a Pinocho a la escuela. Quería que fuese un niño muy listo y que aprendiera muchas cosas. Le acompañó su amigo Pepito Grillo, el consejero que le había dado el hada buena. Pero, en el camino del colegio, Pinocho se hizo amigo de dos niños muy malos, siguiendo sus travesuras, e


ignorando los consejos del grillito. En lugar de ir a la escuela, Pinocho decidió seguir a sus nuevos amigos, buscando aventuras no muy buenas. Al ver esta situación, el hada buena le puso un hechizo. Por no ir a la escuela, le puso dos orejas de burro, y por portarse mal, cada vez que decía una mentira, se le crecía la nariz poniéndose colorada. Pinocho acabó reconociendo que no estaba siendo bueno, y arrepentido decidió buscar a Geppetto. Supo entonces que Geppeto, al salir en su busca por el mar, había sido tragado por una enorme ballena.

Pinocho, con la ayuda del grillito, se fue a la mar para rescatar al pobre viejecito. Cuando Pinocho estuvo frente a la ballena le pidió que le devolviese a su papá, pero la ballena abrió muy grande su boca y se lo tragó también a él. Dentro de la tripa de la ballena, Geppetto y Pinocho se reencontraron. Y se pusieran a pensar cómo salir de allí. Y gracias a Pepito Grillo encontraron una salida. Hicieron una fogata. El fuego hizo estornudar a la enorme ballena, y la balsa salió volando con sus tres tripulantes. Todos se encontraban salvados. Pinocho volvió a casa y al


colegio, y a partir de ese día siempre se ha comportado bien. Y en recompensa de su bondad el hada buena lo convirtió en un niño de carne y hueso, y fueron muy felices por muchos y muchos años.

Fin ...



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