Una matriz incomoda ok final

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Una Matriz

INCÓMODA 1 Materiales para la Reflexión



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UNA MATRIZ INCÓMODA Raúl Pérez Torres Hace algunos días leí un artículo de Pablo Salgado que titulaba “Ley de Cultura: una tortuosa historia”, en el que detalla meticulosamente las estaciones del calvario de esta Ley, luego de nueve años de la Revolución Ciudadana y siete del mandato constitucional que, en su numeral 5, establece que “en un plazo máximo de 360 días debe expedirse la Ley de Cultura”. “Esta es una historia tortuosa y tormentosa” –dice Pablo–. “Una historia que revela la ineficiencia de las autoridades del sector de la cultura, pero, también –y lo que es más grave– la poca importancia que tanto el Ejecutivo como la Asamblea Nacional han mostrado por el


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tema cultural”. Y a lo largo de su crónica nos va develando cada uno de los actos fallidos con respecto a este tema, de cada uno de los siete ministros que han ocupado esa cartera de Estado, salvando las ejecutorias de los dos primeros ministros, Antonio Preciado y Galo Mora. En realidad, mucha agua ha corrido por el río, mucha agua y mucho dinero desperdiciado en consultorías, congresos, encuentros, etc., y ningún ministro ha presentado a la Asamblea Nacional algún texto coherente; es más, parecería que el afán de confrontar con la Casa de la Cultura y rebajar su presencia real y simbólica, no les ha permitido ver la problemática de la cultura nacional en toda su magnitud. Y esta confrontación, que no hace bien a nadie, y que se agudizó con el Ministro Paco Velasco, ha vuelto a visibilizarse con Guillaume Long, quien en entrevistas, dentro y fuera del país, ha faltado a la verdad y ha querido minimizar el trabajo de los representantes de los 23 Núcleos Provinciales y de su Casa Matriz, a pesar de haber llegado juntos al compromiso de tener prudencia en las declaraciones. Si de lo que se trata es de estimular un clima de cultura. Que el arte y la creatividad penetren en todas las esferas de la vida, ¿por qué esa necesidad de concentrar y acaparar todo el tema cultural?


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En el diario El Comercio del miércoles 27 de enero de este año, Guillaume Long decía que “en la Casa de la Cultura hay 580 trabajadores; es decir, más personas que en el Ministerio de Cultura. Con el paso de los años, esperamos que la CCE sea una institución operativa…”, lo cual nos permite conjeturar que no sabe ni siquiera con cuántas personas trabaja. Tengo en mis manos el distributivo de personal del Ministerio en el que, además de su veintena de asesores, consta una lista de 640 trabajadores, con su nombre y su cargo, en los que no están tomados en cuenta el personal de “los 15 museos, 11 bibliotecas, 4 sinfónicas”, a las que alude en esta entrevista. La Casa Matriz tiene el 65.22% de empleados en áreas técnicas, agregadoras de valor (Museos, Biblioteca, Cinemateca, Teatros, Elencos, Publicaciones, Radio, Televisión, Gestores Culturales), y el 27.62% corresponde a las áreas administrativas (Presidencia, Vicepresidencia, Jurídico, Planificación, Talento Humano y Financiero); el total de la Casa Matriz es de 276 personas y de todos los Núcleos, 326, con los que solo en un año, hemos realizado más de 1500 eventos y a los que asistieron 1 millón 500.000 ciudadanos En relación a que la CCE “sea una institución más operativa”, me llama la atención que esto sea dicho por alguien


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que representa a un Ministerio que ha cambiado siete veces de titular y que no ha podido manejar ni siquiera las direcciones provinciales de cultura. El presupuesto de la Casa Matriz para el año 2015 fue de $9.6 millones aproximadamente, de los cuales, por orden del Ministerio de Finanzas, se transfiere $1’956.000.00 para el Ballet Ecuatoriano de Cámara y $196.533.00 para el Grupo Jacchigua; queda solamente un presupuesto disponible de $7’422.735.00 que se distribuye entre gastos de personal y bienes y servicios corrientes. Cabe señalar que de este presupuesto, nuestra capacidad de gestión, en el año 2015, ha sido de 98.78%, lo que contrasta con el nivel de ejecución del Ministerio de Cultura, que apenas llega al 63.27%. Es decir, no solo es tema de recursos sino de nivel de ejecución. Los presupuestos de los 23 Núcleos Provinciales (que en el 2015 ascendió a la suma de $8’037.858.00) los establece y los envía directamente el Ministerio de Finanzas, esto es, no pasa por la Matriz. Es falso que la Matriz maneje los presupuestos de los Núcleos. Otra aclaración en cuanto a los dineros de la autogestión. Todo dinero que genera la CCE, por eventos o programación regular, no ingresa a la CCE sino a la cuenta única del Estado.


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La autogestión no representa ningún beneficio económico para la Casa. Por otro lado, hace pocos días la agencia de noticias NODAL publicó en Buenos Aires una entrevista de Pedro Brieger al Ministro Long en la cual, ante una pregunta sobre el proyecto de Ley de Cultura, Long dice: “Otro tema que está aún por resolverse que es el tema de la Casa de la Cultura. En Ecuador la Casa de la Cultura es una institución que reemplazó durante muchísimos años a un ministerio ausente y tiene autonomía, aunque muchas veces no hay mucha claridad en lo que hace. Tiene un gasto administrativo desmesurado, y tiene en algunos casos —y esta es una crítica que le haría— una visión un poco sesentera y setentera de la cultura, que está muy bien esa visión para un grupo etario, pero que no necesariamente abre espacios para nuevas generaciones”. ¿Qué es lo que quiere decir en su galimatías? ¿Que la CCE está dirigida por viejos? ¿Que sus miembros tienen el pecado de la edad? ¿Que no somos ejecutivos de pasarela? Absurdamente se pregona la edad como si por sí sola fuese una cualidad. Cómo calificaría el joven Ministro a Noam Chomsky, Atilio Boron o Dieterich. Habría que recomendarle


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la lectura de Bienvenido Bob, de Juan Carlos Onetti, porque la experiencia casi siempre está más cerca de la sabiduría; es decir, la calidad de conocimientos es más profunda que la cantidad, y esa calidad, que la tenía Diderot, aconseja que hay que tener cuidado con el hombre que habla de poner las cosas en orden. Poner las cosas en orden casi siempre significa poner las cosas bajo su control. Demás está decir que es una respuesta agresiva y desafortunada, en una ciudad como Buenos Aires, cuyo nuevo presidente Mauricio Macri acaba de cerrar el Centro Cultural Kirchner. Mirando los “insumos” enviados por el Ministerio de Cultura y Patrimonio a la Comisión de Cultura de la Asamblea, siento que se habla de una disfrazada autonomía que lo que trata es de retacear en 24 Núcleos la Institución para desaparecer el carácter nacional e integrador de la Matriz. No es la buena voluntad de crear el Núcleo de Pichincha, sino el de que esa creación anule la Matriz. Como si la matriz de un banco o de cualquier entidad tendría que, forzosamente, tener una sucursal en su propia localía. 71 años la Casa Matriz ha funcionado también como Núcleo de Pichincha. ¿Por qué el Ministerio del Interior, que define todas las gobernaciones provinciales, no tiene una gobernación en Pichincha?


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En relación a la autonomía, si bien ese borrador habla de que las Casas de la Cultura serían “personas jurídicas de derecho público, con autonomía responsable, administrativa y financiera”, esto se halla en contradicción con varias disposiciones contenidas en el articulado del proyecto. Veámoslo: Las Casas de la Cultura tendrán una sede provincial, podrán constituir otras sedes, no solo de conformidad con lo establecido en la ley pero solo de acuerdo a “lo que dicte el Ministerio de Cultura y Patrimonio”. La asamblea provincial tendrá como miembros a los artistas, gestores culturales y ciudadanos en general que voluntariamente se vinculen a la Casa, “de acuerdo a la normativa emitida por el Ministerio de Cultura y Patrimonio”. La propia asamblea provincial no podrá aprobar sus estatutos de funcionamiento en forma libre sino “de acuerdo a los lineamientos establecidos por el Ministerio de Cultura y Patrimonio”. Tanto los miembros, delegados, artistas y gestores culturales, para poder postularse al directorio, “deberán encontrarse inscritos en el Registro Único de Actores


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y Gestores Culturales del Ministerio de Cultura y Patrimonio”. Para la elección y designación de los delegados al Directorio Provincial, será el Consejo Nacional Electoral el que “reglamentará y organizará (sic) la elección de los representantes”. Entre las atribuciones que se otorgarían al Directorio Provincial están: e) “Expedir y reformar el estatuto orgánico y los reglamentos internos de acuerdo a los lineamientos establecidos por el Ministerio de Cultura y Patrimonio”. f) “Realizar el seguimiento de las políticas y medidas implementadas en cumplimiento de los criterios de evaluación definidos por el Ministerio de Cultura y Patrimonio”. g) “Aprobar la creación de las extensiones previo informe favorable del ente rector encargado de la Cultura (sic)”. En lo que concierne a las atribuciones del Director Ejecutivo, una de ellas estipula que deben coordinar con el Ministerio de Cultura y Patrimonio la ejecución de planes, programas y proyectos en el territorio”. Los recursos monetarios que provengan, sea de autogestión o sea de la prestación de servicios, solo podrán constituir ingresos para las Casas de la Cultura, “de acuerdo


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a las directrices y lineamientos generales emitidos por el Ministerio de Cultura y Patrimonio”. El Ministerio de Cultura y Patrimonio “establecerá los criterios de evaluación y una forma de distribución de recursos entre las Casas de la Cultura”. En consecuencia, en la práctica NO hay autonomía real de las Casas de la Cultura. Serán, en el futuro, de aprobarse el proyecto, simples instrumentos del Ministerio, con el agravante que el Director Ejecutivo, al ser el representante legal de la institución, será el RESPONSABLE de todas las acciones que ejecute, las cuales no siempre responderán a su libre creer y entender sino que serán simple respuesta a las instrucciones que provengan del Ministerio. La Matriz Nacional de la Casa, tal como se la denomina en este “insumo”, no es otra cosa que un mero directorio. Esto de que su función sea “articular con los Núcleos Provinciales la planificación y ejecución de la política cultural nacional” es pura fraseología, pues toda la planificación la tiene el Ministerio. ¿Cómo debería entenderse entonces el papel de esta Matriz? El solo hecho que sesione dos veces en el año permite deducir que este Directorio lo que hará es conocer los planes


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de cada Núcleo al inicio del año y trasladar estos a la autoridad competente del Ministerio, tanto más que la presencia del ministro o su delegado establecerá las pautas mismas de cada reunión. Acaso absuelva alguna duda y acaso su tarea permita evitar alguna duplicación o superposición de funciones. Por más que se describan cinco funciones para este Directorio, obsérvese que ellas no contienen en realidad una labor de veras ejecutiva. En todo caso, la Matriz, así concebida, no garantiza que la Casa de la Cultura sea una entidad que funcione a través de directrices nacidas de la propia institución y menos que por este hecho tenga autonomía. Allí se habla también de que cada Núcleo tendría un estatuto orgánico y reglamentos internos, ¿entonces qué estatuto o reglamento podría tener la Matriz? Ninguno, y aquí justamente se encuentra el asunto medular. A más de que cada Núcleo tenga estatuto y reglamento propios, lo cual es un absurdo, ello contribuye precisamente a la desintegración de la Casa desde la perspectiva de ente nacional. Por otra parte, hay también una especie de obsesión en quitarle la categoría a sus dirigentes, como si doliera que existan presidentes de la Casa de la Cultura y sería necesario


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cambiar su designación a Director Ejecutivo o Secretario Ejecutivo, con el fin de menoscabar su representatividad. El Presidente de la Casa de la Cultura de cualquier Núcleo, según este insumo, pasa a ocupar otra función. Veamos si entendemos cuál función: “el Director Ejecutivo de la Matriz Nacional actuará como Secretario de las Sesiones de la Matriz, con voz pero sin voto…”. Es decir, hay una Matriz Nacional y unas “matricitas” en cada una de las provincias. Para completar, en este “insumo” se habla también de la creación del Instituto de Fomento de las Artes, Innovación y Creatividad, pomposa institución que funcionará en Cuenca, con jurisdicción de carácter nacional que suplantará al Consejo Nacional de Cultura y que tiene como ámbito la implementación de las políticas públicas que dicte el Ministerio de Cultura y Patrimonio, y que será un organismo de derecho público, con autonomía financiera y administrativa, adscrito al Ministerio de Cultura, cuyo Director será nombrado por el Ministro. Este magno Instituto creará Consejos de las Artes, Innovación y Creatividad en los siguientes sectores: Artes musicales y sonoras, artes literarias y narrativas, artes visuales, artes vivas y escénicas, diseño y artes aplicadas, cultura digital, industrias culturales y creativas, diversidades y espacio


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público, cultura viva comunitaria; y, las demás que el Ministerio de Cultura y Patrimonio establezca. ¿Hay o no hay una tendencia a que desaparezca la CCE? Si este monstruo burocrático cobra vida, ¿dónde quedaría la actividad de la Casa y cuál sería su presupuesto? Se podría confiar en un trabajo efectivo de este magno Instituto si desde hace tres años el proyecto del Museo Nacional aún está estudiándose, si los libros de las 500 bibliotecas del ex SINAB, borradas de un plumazo, no se sabe en qué bodegas reposan, si las piezas del antiguo Museo del Banco Central permanecen sin curaduría alguna. Yo no creo que el Ministerio de Cultura y Patrimonio haya sido creado para destruir instituciones esenciales, sino para enriquecerlas. Yo me haría eco de las certeras palabras del Presidente Correa, a quien admiro y respeto, cuando hablando del deporte dijo “que éste no podría ser secuestrado por ningún partido político”. Yo pienso igual de la cultura. Debo indicar que ninguno de estos “insumos” han sido socializados y que llegó a nuestras manos por otras vías. Con sorpresa acabo de ver en una página de la Embajada del Ecuador en Francia, que la Viceministra Ana Rodríguez está socializando en París esta Ley de Cultura que aún no ha sido


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socializada en Ecuador. Parecería una tomadura de pelo, pero es real. Alguna vez, Armando Hart, el extraordinario Ministro de Cultura de Cuba, decía: “Nosotros hemos ido propiciando el surgimiento de organizaciones de carácter cultural o sociocultural que, aunque adscritas al Ministerio de Cultura, operan con autonomía dentro de su actividad y contribuyen al desarrollo del movimiento literario y artístico. Por ejemplo, la Casa de las Américas, creada en 1959, promueve las relaciones con el movimiento artístico e intelectual de América Latina; es un centro que pudiéramos llamar de carácter sociocultural —porque no tiene carácter gubernamental—, dedicado a trabajos de investigación y promoción en el campo del arte y la literatura latinoamericanos”. ¿No sería este un ejemplo motivador? Esta y muchas cosas debemos aclarar y discutir desde la reflexión y no desde la cólera, como decía Martí, porque lo político es la construcción de lo común, de lo que nos hace bien a todos, y debemos construir juntos sin olvidar los mensajes de la historia, los hombres y mujeres ejemplares que, desde la cultura, enriquecieron nuestro devenir, como Benjamín Carrión, creador de la Casa de la Cultura Ecuatoriana.


... discutir desde la reflexión y no desde la cólera, como decía Martí, porque lo político es la construcción de lo común ...


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