COMUNICADO DE LA COMISIÓN NACIONAL DE COMUNICACIÓN SOCIAL CONFERENCIA EPISCOPAL DE HONDURAS Con profundo dolor e indignación contemplamos el visible deterioro de la sociedad hondureña por la violencia que ha llegado a niveles de irracionalidad suprema, tanto por el número de víctimas diarias, diecisiete muertos ahora, como por la forma cruel en que se cometen los crímenes. Muchas causas influyen en este drama que causa tanto luto en el país. Nos duelen todos los muertos, no importa la condición social, su historia penal o si la causa haya sido pasional, política, conflictos de tierras, ajuste de cuentas, “limpieza social”, peleas entre pandillas, por defender el orden o por delinquir. Toda vida es sagrada. En el tema que es de nuestra competencia nos causa estupor la muerte violenta de comunicadores sociales, sea de prensa, radio o televisión que en estos últimos cuatro años suman ya veinte (20) por asesinato. Sabemos que es una profesión delicada por el manejo de tanta información, los intereses que se tocan, las presiones para que no se descubra la verdad y las repercusiones al publicarla, la tentación del soborno o de chantajear, la vulnerabilidad de los periodistas que carecen de toda seguridad y el consiguiente riesgo de perder la vida. En esta profesión cuando se busca revelar la realidad de los hechos, haciendo que “la verdad nos haga libres”, las reacciones de los que se consideran afectados por las publicaciones pueden pasar de las palabras ofensivas a los hechos violentos. Y así está pasando. ¿Y qué hacer? Los dueños de los Medios de Comunicación y las autoridades competentes tienen la obligación moral de proteger en lo posible a los periodistas, sobre todo los que han sido amenazados y los que trabajan en áreas sensitivas en los Medios. Los comunicadores sociales deben continuar con su compromiso de desvelar la verdad de los hechos, siempre con la prudencia necesaria y el respaldo de las evidencias. No se pueden publicar simples rumores sin fundamentos, sabiendo que está en juego la fama y el buen nombre de las personas.
Destruir el prestigio es otra manera de “matar” a un ser humano. Tampoco se puede usar la profesión para chantajear o abultar las cosas buenas que hacen algunos, convirtiendo el medio de comunicación en “publicidad interesada” para algunos. Las autoridades deben Investigar cada asesinato y dar con los culpables cuanto antes, ya que la impunidad alienta a los facinerosos a seguir cegando vidas. Nuestro país tiene un triste y escandaloso viraje destructivo, ensañándose las fuerzas del mal en los miembros activos de esta tan necesaria y noble profesión del periodismo y afines. Si logra imperar el miedo en los comunicadores, la verdad dejará de ser conocida y al ser sepultada imperará la oscuridad y la consecuente desorientación de la opinión pública. Lamentamos pues la muerte por asesinato de periodistas en Honduras y pedimos al Señor que cese la violencia en nuestra tierra.
MONS. RÓMULO EMILIANI, cmf Obispo Responsable de la Comisión Nacional de Comunicación Social Conferencia Episcopal de Honduras