El mundo al revés Nuestra Palabra | 01 marzo 2011 febrero 2011
En su libro, “Patas arriba. La escuela del mundo al revés”, Eduardo Galeano nos cuenta que “hace 130 años, después de visitar el país de las maravillas, Alicia se metió en un espejo para descubrir el mundo al revés. Si Alicia renaciera en nuestros días, no necesitaría atravesar ningún espejo: le bastaría con asomarse a la ventana”. Cuánta razón tiene Galeano si al asomarnos a la ventana vemos el panorama nacional. El régimen actual nace de un golpe de Estado y de unas elecciones en las que no se respetaron ni las más mínimas condiciones para haberlas catalogado de libres y justas. Sin embargo, desde la izquierda de Mauricio Fúnez de El Salvador, pasando por el premio Nobel de la Paz Oscar Arias, hasta llegar a la derecha de Felipe Calderón de México, nos vienen con el cuento de que han sido unas elecciones limpias, por lo que Honduras debe ser reintegrada a la OEA. A pesar de que los grandes violadores de los derechos humanos deberían ser tratados como criminales internacionales, el régimen actual los premia con ascensos, con puestos diplomáticos en las embajadas hondureñas, con importantes cargos dentro de las estructuras estratégicas del Estado y con sentencias que los absuelven de todos sus crímenes. En las calles, quien no está preso de la necesidad por la pobreza, la exclusión social y la crisis económica, social y política, está preso del miedo a ser asesinado, detenido ilegalmente, secuestrado, torturado o desaparecido. Irónicamente, mientras las violaciones a los derechos humanos son una constante diaria en Honduras y la represión policial y militar campea a sus anchas, el régimen de Lobo Sosa se atreve a condenar la represión del régimen libio contra su pueblo y hace un llamado a las autoridades a respetar los derechos humanos, “a privilegiar el diálogo con todas las fuerzas políticas y a evitar el recurso de la fuerza”. El régimen de Pepe Lobo debería ponerse frente al espejo y recetarse perfectamente las mismas palabras de condena. Un represor condenando a otro represor, definitivamente el mundo está al revés.