Emergencia en Educación Nuestra Palabra | 21 marzo 2011 febrero 2011
La situación actual del sistema educativo está poniendo al desnudo la profundidad de la crisis y el descalabro de nuestro país, y está dejando por sentado que ninguna medida que se ponga en marcha unilateralmente por uno de los actores en conflicto resulta viable. Ni la administración de Lobo Sosa resolverá la crisis con sus medidas de fuerza y amenaza al magisterio ni los gremios magisteriales tienen la respuesta a la crisis educativa con la paralización de las clases. Ninguna de las medidas impuestas y de fuerza, de donde quiere que vengan son solución, sino tizones que encienden más el fuego de la ingobernabilidad. La reciente represión que se produjo en la capital con el saldo de una maestra muerta y decenas de personas afectadas a causa de gases lacrimógenos y el uso excesivo de la fuerza policial, confirman que la situación llegó a límites incontrolables. Tanto los docentes como el régimen de Lobo Sosa parece que han optado por cerrar el paso a cualquier salida dialogada y negociada a un conflicto que jamás se resolverá sino a partir de las negociaciones. Su opción conduce a hundirse más en el atolladero que pone en peligro la vida de los manifestantes y afecta a más de dos millones de niños, niñas y jóvenes que quedan sometidos a la plena mediocridad educativa. Creemos que el sistema educativo en Honduras siempre ha estado en emergencia, pero una emergencia a causa del manoseo de los políticos en el tráfico de plazas, la corrupción en el Instituto de Previsión Magisterial, la falta de maestros en las áreas rurales, los incansables paros de labores de docentes, los centros educativos en precarias condiciones y los aplastantes datos que testifican que Honduras tiene una diferencia de 100 años en calidad educativa en comparación a naciones vecinas como Costa Rica. Esa es la verdadera emergencia que hay que enfrentar. Es la emergencia de la mediocridad educativa y la de un modelo que ve a la educación desde donde se promueven cuotas de poder, nunca como un factor decisivo para el desarrollo nacional. En este momento las posturas inflexibles de ambos sectores lo único que provocan es la agudización de este conflicto que de manera urgentísima necesita salidas acertadas. Pero, las soluciones, jamás deben pasar por debajo de la mesa, jamás deben afectar a una población indefensa necesitada de educación. La solución nunca debe ser quedarnos en conquistas gremiales, necesarias pero no únicas, y nunca podrá quedarse en medidas autoritarias y represivas por parte de la administración pública. La tarea de todos los sectores urgidos de verdaderos cambios, ha de encaminarse hacia la defensa de la escuela pública, el único valor que da sentido e identidad a cualquier conflicto y problemática en el campo de la educación.