La audacia de dejar las propias trincheras Nuestra Palabra | 17 marzo 2011 febrero 2011
Honduras continúa el rumbo de la ingobernabilidad. Y nadie se decide a dar los paso audaces que necesitamos dar para salvarnos de la barbarie. Algo se ha avanzado: son varios los sectores sociales, políticos y económicos que a punto de camellazos, comienzan a reconocer que no hay nadie que por su cuenta y riesgo saque el país de la crisis. Cada vez hay más sectores que van reconociendo que la única ruta de salida viable es un Nuevo Pacto social. Por los altos niveles de polarización y confrontación, desde el ERIC y Radio Progreso apostamos igualmente por un Pacto social con consensos mínimos en trabajo, educación, salud, tierra, recursos naturales y en una institucionalidad política electoral que garantice la plena participación democrática de la ciudadanía en la elección de sus autoridades.
Para lograr un nuevo pacto social nacional con mínimos consensos, es necesario que existan pactos previos entre sectores con formas de pensar y de intereses afines, con el fin de que el clima de confrontación se comience a superar a partir de quienes son parecidos en concepciones e intereses. Así como los sectores empresariales debían buscar sus mínimos consensos sin quedar atrapados en sus mezquindades, los sectores sociales y los aglutinados en el Frente Nacional de Resistencia Popular debían buscar sus propios consensos mínimos, sin quedar atrapados en el cortoplacismo o en la búsqueda de la defensa de intereses muy particulares o de gremio. El camino para hacer frente a la crisis nacional supone un primer paso: que cada sector haga frente a sus propias crisis internas, y desde dicho paso avanzar hacia la búsqueda de espacios de debate con los otros sectores desde la lógica del debate y la negociación. Los sectores populares, mucho más débiles y en desventaja frente a los grupos políticos tradicionales y empresariales., debían fortalecer sus propias instancias e identidades, y desde su fuerza organizada presionar para que en una mesa de negociaciones no se imponga la ley del más fuerte, sino los intereses nacionales de las mayorías más indefensas y excluidas.
Nuestro país está resquebrajado, Pero nunca es tarde para convertir los destrozos en oportunidades históricas para las transformaciones. Para ello, tanto los sectores políticos y empresariales tradicionales como los sectores populares tienen la responsabilidad histórica de dejar sus propias trincheras y salir con audacia al encuentro y a la escucha de los otros, los diferentes. Sólo una actitud así nos salvará del despeñadero por el que avanzamos estrepitosamente.