La caja de pandora Nuestra Palabra | 03 JUNIO 2011 Cuenta la mitología griega que cuando Prometeo se atrevió a robar el fuego al dios Sol, Zeus, se encolerizó y ordenó a los dioses crear a una mujer capaz de seducir a cualquier hombre. Se le concedió facilidad para seducir y manipular y fue enviada a casa de Prometeo. Epimeteo, hermano de Prometeo, aceptó la llegada de Pandora y enamorándose perdidamente de sus encantos la tomó por esposa. Pero Pandora traía consigo una caja que contenía todos los males capaces de pervertir al mundo y, al mismo tiempo, todos los bienes. Uno de los bienes era la Esperanza. Pandora, víctima de su curiosidad abrió un aciago día la caja y todos los males se escaparon por el mundo; los bienes, en cambio, subieron al Olimpo y allí quedaron junto a los dioses. Asustada la muchacha cerró de golpe la caja quedando dentro la Esperanza tan fundamental para superar los males que acosan a la humanidad. Desde entonces, abrir la “caja de Pandora” significa la presencia de todo tipo de males y divisiones en nuestro mundo social. Y es lo que parece que ocurre con la llegada de Mel Zelaya y la firma de los Acuerdos de Cartagena de Indias. Todo el mundo esperaba con impaciencia sus primeras declaraciones y saber algo acerca de su proyecto político. Y ciertamente fue directo al grano al afirmar que: “lo primero es empezar a luchar por el plebiscito, por la Constituyente. Buscar el poder mediante una coalición de fuerzas: somos un movimiento que va a crear un frente amplio para ganar las elecciones, un movimiento de partidos políticos y grupos sociales que no tiene por qué bajar sus banderas”. Inmediatamente vino la respuesta de la derecha política del país, la Unión Cívica Democrática: ven una maniobra de Pepe Lobo y Mel Zelaya para montar una Asamblea Constituyente, modificar la Constitución y perpetuarse en el poder. Olban Valladares, en el mismo sentido, señala que la Constituyente solo servirá para complacer los intereses personales de unas ocho personas en el país. Y mucho menos acepta que la Constituyente sea de “carácter retroactivo” para beneficiar a expresidentes de la República y al actual Porfirio Lobo. No es casualidad, por lo tanto, que Rafael Leonardo Callejas esté resucitando al Movimiento Monarca o que Pepe Lobo esté repitiendo hasta la saciedad: “el pueblo tiene derecho a ser consultado, a tomar decisiones y esas decisiones deben respetarse. Ninguna generación le puede imponer a otros un modelo igual por muy legítimo que sea; ninguna asamblea designada hace treinta años puede imponerle un modelo a la generación de hoy”. Por su parte, Jaime Rosenthal, “liberal en resistencia”, ve como necesaria tanto la presencia de Mel Zelaya como del partido liberal. Mel Zelaya, a modo de síntesis, formula muy bien la nueva coyuntura política: “Yo soy el Coordinador del Frente Nacional de Resistencia, me siento sumamente orgulloso cooperando y sumándome a lo que es la organización emergente más fuerte que tiene el país. Pero no he renunciado ni voy a renunciar a mi condición de liberal, soy un “liberal en resistencia” coordinando el FNRP y que he planteado una propuesta de alianza política entre diferentes fuerzas”. A fin de cuentas, la firma de los Acuerdos de Cartagena, el regreso de Mel Zelaya, la reintegración a la OEA, el reconocimiento internacional y el “dar la vuelta a la página” no han significado recuperar la paz y la tranquilidad social. El haber abierto la “caja de Pandora” nos condena a vivir un período donde se resucitan todo tipo de turbulencias y enfrentamientos políticos debido a que aún no somos capaces de abrir la caja donde se encuentra la Esperanza que proporcione la paz y la justicia social a nuestro país.