La voz de Monseñor Romero en nuestra Honduras
Nuestra Palabra | 31 marzo 2011 Cerramos Marzo en un escenario de cruda inestabilidad. Pero también en Marzo celebramos el 31 aniversario del martirio de Monseñor Romero, quién mejor que él para ayudarnos a comprender y a darnos esperanza en este clima de incertidumbre y muerte. Sobre el uso desproporcionado de la fuerza de los militares Monseñor Romero denunciaba, y citamos: “Estamos hartos de armas y balas. El hambre que tenemos es de justicia, de alimento, medicina, educación y programas efectivos de desarrollo equitativo. Si se llegan a respetar los derechos humanos, lo que menos necesitaremos serán armas ni métodos de muerte.” Estas palabras de Monseñor sobre el uso desproporcionado de la fuerza por parte de los militares y policías hoy vibran en los corazones y en la sangre de mucha gente hondureña indignada por los atropellos. Pero Monseñor también nos ilumina en la búsqueda de la raíces de la violencia, de la represión y del hambre que hoy vivimos. Llamando las cosas por su nombre anunciaba, y citamos: “La causa de todo nuestro malestar es la oligarquía, ese reducido núcleo de familias al que no importa el hambre del pueblo, sino que necesita de la misma para disponer de mano de obra barata y abundante para levantar y exportar sus cosechas. (…) Esta oligarquía no admite la sindicalización campesina ni obrera, ya que la considera peligrosa para sus intereses económicos. Y la represión contra el pueblo se convierte, para ese núcleo de familias, en una especie de necesidad para mantener y aumentar sus niveles de ganancias, aunque sea a costa de la pobreza creciente de las clases trabajadoras”. Sus homilías fueron cátedras de política que iluminaron al pueblo salvadoreño, y 31 años después de su muerte martirial son tan vigentes que parece que hoy se las dice al pueblo hondureño, pero también sus homilías son como aguijones que se clavan en los insensibles corazones de quienes se empecinan en no dar ni un paso distinto que no sea desde su apego a sus mezquinos negocios e intereses privados. En estos tiempos de carencia de voces de la iglesia que acompañen al pueblo en sus angustian y sus luchas, Monseñor Romero advierte, y citamos: “… a todos ustedes les recuerdo también lo que dice Medellín en el documento de Paz, número dieciocho: ‘Son, también, responsables de la injusticia todos los que no actúan en favor de la justicia con los medios de que disponen, y permanecen pasivos por temor a los sacrificios y a los riesgos personales que implica toda acción audaz y verdaderamente eficaz. La justicia y, consiguientemente, la paz se conquistan por una acción dinámica de concientización y de organización de los sectores populares, capaz de urgir a los poderes públicos, muchas veces impotentes en sus proyectos sociales sin el apoyo popular’.” Sin duda, una de las grandes tareas para revertir esta realidad de ingobernabilidad está en formar ciudadanos, hombre y mujeres, capaces de defender sus derechos. Sobre este camino el obispo mártir nos invita, y finalizamos con citando sus palabras “…hago un llamamiento fervoroso a todos los que pueden colaborar en la educación política del pueblo, a la organización, no solo a las que existen. Sean creativos, que haya otras cosas, otras voces, enriquezcamos entre todos el proceso liberador de nuestro pueblo.”