Los cómplices de la sangre Nuestra Palabra | 7 JUNIO 2011
Del 5 al 7 de junio se celebra en San Salvador, El Salvador, la asamblea general de la Organización de Estados Americano, OEA, sobre "Seguridad Ciudadana en las Américas". La novedad de esta asamblea es que el Estado de Honduras, después de la firma del acuerdo de Cartagena de Indias, participa como miembro pleno del organismo continental que lo había suspendido a consecuencia del golpe de Estado. Resulta curioso leer el proyecto de declaración final en el que la asamblea general reconoce que la democracia y los derechos humanos son pilares del sistema interamericano y que “están vinculados entre sí y se refuerzan unos a otros”, y declara que los Estados tienen la “obligación de desarrollar e implementar políticas públicas en materia de seguridad pública en el marco de un orden democrático, de imperio del Estado de derecho y de respeto a los derechos humanos orientadas a proveer seguridad y fortalecer la convivencia pacífica de sus comunidades”. Y decimos curioso porque los pueblos latinoamericanos han sido testigos del mediocre papel de la OEA en la crisis hondureña y de su desprecio hacia la dignidad y los derechos humanos de las víctimas del golpe de Estado, al promover el reintegro de Honduras y el reconocimiento del régimen de Lobo Sosa que ni siquiera ha cumplido las condiciones mínimas en materia de derechos humanos. Mientras en San Salvador la OEA habla de derechos humanos y seguridad ciudadana, en Honduras los violadores a los derechos humanos disfrutan de una impunidad absoluta y la muerte sigue asechando a todos aquellos que se oponen a la situación de desigualdad, corrupción, violencia e impunidad impuesta a sangre y fuego por la clase política tradicional. Mientras la OEA celebra su asamblea en lujosos hoteles con Honduras como invitado especial, en el Bajo Aguán mueren asesinados 3 campesinos más, José Recinos, Genaro Acuesta y Joel Santa María, miembros del Movimiento Auténtico Reivindicador de Campesinos del Aguán. Sin duda alguna, todos los gobiernos de “izquierda” y “derecha” que impulsaron el reintegro de Honduras a la OEA son cómplices de tanta sangre derramada en nuestro país.