Ideologías y proceso electoral Nuestra Palabra | 22 NOVIEMBRE 2013 Uno de los componentes fundamentales que han estado presentes desde los inicios del actual proceso electoral es la ideología. Ha estado presidiendo el imaginario político de cada uno de los partidos políticos, de la opinión publica, de los medios de comunicación, los sectores populares, el gobierno, la embajada americana y las diferentes instituciones multilaterales que se hacen presentes en la realidad del país. Y no debemos olvidar el contexto regional, principalmente lo relacionado con Nicaragua y Venezuela. Sin olvidar tampoco el campo religioso representado por el mundo evangélico y la Iglesia Católica. En todos estos meses se ha destacado el candidato Juan Orlando Hernández quién, a pesar de pacto de no agresión firmado entre todos los candidatos, no lo respetó y se dedico sistemáticamente a deslegitimar a LIBRE y su candidata basándose en la gestión realizada por el partido liberal en su última etapa anterior al golpe de estado, el cual, dicho sea de paso, fue realizado por el propio partido liberal. La designación del “partido malo” iba acompañada de una serie de datos falseados, como se encargó recientemente de aclarar Hugo Noé Pino. También se lo vinculó, tanto con el “socialismo del siglo XXI” del presidente Hugo Chávez como con el presidente Maduro de Venezuela enfrentando las revueltas populares. En el mismo sentido haciéndole culpable del fracaso del sistema educativo o enfrentado a la sociedad con una falsa militarización. Al final, termina viendo “la paja en el ojo ajeno y no la gran viga ideológica” de su propio proyecto y partido”. Ha sido llamativo el excesivo número de observadores internacionales que se han hecho presentes desde antes de las elecciones y que se quedarán después de las mismas. Y todo ello acompañado de una gran diversidad de reuniones, entrevistas e informaciones acerca del proceso electoral donde lo que se busca es una legitimación del proceso y abortar un posible fraude. El común denominador de todos ellos ha sido la insistencia para que la población vaya a votar y suprimir de raíz el abstencionismo. Entendemos que el trasfondo de todo ello es conjurar el “fantasma de golpe de estado” debido a que las elecciones pasadas fueron fuertemente cuestionadas, consideradas como espurias y fruto de un proceso fraudulento. En este caso la Unión Europea legitima y sustituye al protagonismo que tuvo la OEA; en aquel entonces la “Carta Democrática” condenaba tajantemente el golpe de estado. La “cerrazón del gobierno de facto” retrasó un proceso que culminó con los “Acuerdos de Cartagena” y la legalización del FNRP como fuerza política. Lo que se trata en este caso es neutralizar los posibles “retrocesos democráticos” que puedan darse. En las elecciones pasadas la izquierda presionaba a sus bases y simpatizantes pidiendo el abstencionismo. Lo paradójico de la coyuntura actual es que tanto la derecha como la izquierda presionan al electorado para que haya una participación masiva. Por razones obvias de unos y otros la coincidencia es total. La embajada americana se ha mostrado comedida, discreta e incisiva. No hay que olvidar que se trata de unas elecciones donde hay un actor en la sombra: se trata del narcotráfico y el crimen organizado que cada vez tiene un protagonismo mayor en la sociedad. Ni siquiera el TSE ha sido capaz de sancionar y retirar del proceso electoral a los partidos políticos que no han hecho una rendición de cuentas del origen de los fondos utilizados en la campaña. La “Carta al Pueblo Cristiano Hondureño” del grupo evangélico “Hondureños por los principios cristianos” se centra en cuatro puntos: el rechazo al matrimonio entre personas del mismo sexo, el derecho inviolable a la vida, el libre ejercicio de la religión sin preeminencia de ninguna, el derecho a la propiedad privada. En resumidas cuentas, hay que apoyar al candidato que fomente los principios bíblicos. Detrás de este pronunciamiento, y teniendo en cuenta la polémica suscitada el año pasado con los pastores evangélicos, aparece la pretensión de imponerse a toda la sociedad más allá y por encima de lo que supone vivir en un estado laico y una sociedad plural. En definitiva, en estas pocas líneas se recogen alguno de los elementos ideológicos de actores y observadores del proceso electoral. Y como conclusión obvia podemos decir que “el que esté libre de toda ideología que arroje la primera piedra”.