Las amenazas y nuestras actitudes Estamos a las puertas de elecciones generales y la selección sigue en firme peleando por asistir a un nuevo mundial. Frente a este ambiente de muchas distracciones, casi no hay oportunidad para descubrir que existen dinamismos que nos van empujando hacia mayores autoritarismos y amenazan con quitarnos la libertad para decir lo que pensamos y luchar por lo que queremos. El modo como se realizó la elección del fiscal general y su adjunto, así como las figuras jurídicas aprobadas en los últimos años y meses que facilitan la inversión de capitales de corporaciones multinacionales en la explotación sin control de los bienes naturales, son firmes indicios de que avanzamos hacia la radicalización del modelo basado en las desigualdades y la concentración de riquezas en pocas familias. La aprobación e implementación de la Policía Militar es una señal que evidencia que la concentración de capitales, el control político de las instituciones del Estado y la militarización de la sociedad forman parte de una concepción autoritaria y dictatorial que se va imponiendo por parte del oficialismo político hondureño. Frente a esta amenaza, es muy conveniente que las diversas organizaciones sociales, comunitarias y populares eviten dejarse atrapar por los inmediatismos del ambiente actual y echar la mirada hacia los compromisos del próximo futuro. La sociedad necesita seguir defendiendo el derecho a la libertad de expresión, puesto que el pensamiento y la libre circulación de las ideas corren el peligro de ser cercenados por un modelo de dictadura en el cual delincuentes y opositores políticos serán vistos por igual como peligros para el orden establecido, y a quienes demanden sus derechos se les meterá en el mismo saco y se les tratará como si fuesen delincuentes comunes. Necesitamos defender el derecho al disenso. Querer que todo mundo piense y repita lo que se ha definido como línea oficial, no sólo atenta contra la libre circulación de las ideas, sino que es un abono para los autoritarismos y las dictaduras. En toda esta coyuntura que se arrastra desde hace varios años, el movimiento de ideas y el pensamiento autónomo han tenido muy poca cabida, y quienes se han esforzado en sostener una palabra crítica e independiente correrán el riesgo de ser aplastados por el pensamiento único y oficial. Necesitamos proteger el derecho a defender las víctimas. Este derecho tiene que ver con las personas y grupos cuyos derechos e integridad física han sido violentados, y tiene que ver con el compromiso por poner en el centro de cualquier compromiso a las víctimas de las políticas públicas desacertadas o corruptas que se han impulsado a lo largo de las últimas décadas. Tiene que ver con la lucha contra la impunidad. Necesitamos defender la actitud de apertura hacia los otros y otras que piensan distinto y tienen posiciones diversas a las nuestras. Es impensable que avancemos hacia un nuevo período político distendido mientras no exista apertura hacia los otros. Finalmente queremos quedarnos con la actitud de búsqueda. Esta actitud de búsqueda es la que nos puede poner en un estado político de transición activa y movilizadora, y es garantía para impulsar nuevas propuestas que en lugar de autoritarismos, militarización y dictaduras, se sostenga en consensos mínimos en donde se incluyan las ideas y propuestas de todos los sectores para avanzar hacia la Honduras democrática e incluyente que necesitamos construir para el presente siglo.