Política y políticos Nuestra Palabra | 18 marzo 2011 febrero 2011 En medio de una sociedad contestataria y contestada por la clase política, se celebró el fin de semana recién pasado la Convención del Partido Nacional. Tiene importancia por dos razones: en primer lugar, es el partido en el gobierno quien nos da una visión de cómo está la política en el país y, en segundo lugar, porque formula una vez más donde radica el estancamiento de nuestra democracia. La Convención tenía como primer propósito cerrar filas en torno a la unidad del partido teniendo en cuenta tanto la presente legislatura como la próxima contienda electoral. Era obvio, pues, que vender esta idea no resultaba difícil debido, por un lado, a la crisis y división interna del partido liberal como causantes del golpe de estado, y, por otro, el hecho que el ex presidente Mel Zelaya es una pieza clave para el reconocimiento internacional de Honduras y para legitimar la vida política nacional. Estando en el exilio éstas tareas resultan imposibles. Los oradores principales trataron de recoger y capitalizar inicialmente los logros positivos del presente gobierno: inició el propio Lobo Sosa y continuaron Rafael Callejas y Ricardo Maduro. Se fundamentaban dicho logros en el gobierno del “Humanismo Cristiano” con el cual se llegó a fustigar tanto a los empresarios al decirles que si “queremos paz tiene que haber justicia social” como a los maestros pues castigan a niños y a jóvenes: ¡que hagan protestas los sábados y los domingos!. Sin embargo, cambió el panorama cuando empezaron a pronunciarse los precandidatos presidenciales pasando por encima el acuerdo de no hacer “campaña política” en la convención. Este hecho, sin embargo, no se le pasó por alto a los dos periódicos nacionales de “afinidad liberal”, los cuales desde la oposición denunciaron tímidamente tal hecho. La mencionada “unidad del partido” se vio resquebrajada al constatarse las maniobras que se hicieron para permitir el acceso al interior de recinto a los seguidores de Juan Orlando Hernández e impedir y bloquear a los demás: la lucha por el poder, imposición de candidaturas, control de la directiva de la convención y utilización de los cargos y plataformas gubernamentales para hacer campaña. A eso hay que añadir el vacío hacia algunos precandidatos, la manipulación del sonido … que dejó un sabor amargo para los candidatos que no cuentan con la venia de Casa Presidencial. Por eso protestaban diciendo “que nadie puede creerse el ungido de Pepe Lobo”. Y, al final, puede decirse que la convención “estuvo controlada y manipulada por los grupos afines al presidente del Congreso Nacional”. Al finalizar la convención del partido nacional diera la impresión que tanto la política como los políticos giran en un círculo cerrado, en una especie de burbuja o submarino institucional, aislados de la ciudadanía y de sus necesidades básicas y urgentes. En una sociedad dividida, polarizada y fragmentada como la nuestra no es nada fácil encontrar soluciones, alternativas, propuestas, consensos, diálogo y acuerdos entre los diferentes sectores sociales. Por lo tanto es inadmisible que el ejercicio de la política se convierta en una maniobra mediática y vacía donde haya grandes movilizaciones para reclutar “nuevos profesionales” de la política. A fin de cuentas, Honduras se va convirtiendo en “un país con muchos políticos pero con ninguna política”. Porque no solamente tenemos “ciudades modelo” sino también “políticos modelo”.