Un espacio para los pobres Nuestra Palabra | 02 SEPTIEMBRE 2011 La agenda socio-política nacional ha hecho que quede en un segundo plano el reconocimiento de Palestina como un Estado por parte del actual gobierno. Honduras se ha unido a los otros 158 países que ya han dado su reconocimiento. Y esta decisión no ha sido fácil puesto que algunos sectores de la sociedad han mostrado su desacuerdo haciendo causa común con el embajador de Israel quien, si en un primer momento fue muy agresivo, terminó diciendo que Israel “se siente muy decepcionado con Honduras”. Mientras que el gobierno de Israel lo ve de una manera “excluyente”, “o conmigo o contra mí”, Honduras lo hace de manera “incluyente” pues a través del diálogo, el consenso y el respeto a la resolución de las Naciones Unidas que viene del año 1947 es como debe solucionarse el problema. Para Honduras el primer paso consiste en el reconocimiento al pueblo de Palestina para tener su territorio, su soberanía, su estado libre, soberano e independiente. Se les pide a los dos Estados que se sienten y tomen como ejemplo la convivencia pacífica y armónica que llevan acá los que son descendientes de palestinos y judíos. Es difícil de sostener, como dice la Embajada de Israel, que “aún no se han madurado las condiciones para reconocer a los palestinos como un Estado”, “que es un obstáculo para las negociaciones de paz y que puede causar el incremento de nuevos actos terroristas”. Después de cincuenta años de negociaciones el argumento de que hay que dialogar cae por su propio peso pues es una “injusticia estructural a nivel internacional” el que uno sea reconocido y el otro no. En realidad, los palestinos son quiénes tienen un gran déficit como nación y como Estado. Hasta la fecha el poder económico y las relaciones de poder, nacionales e internacionales, han favorecido únicamente a Israel. Prácticamente funciona como el estado número 51 de la “unión americana”. A pesar de una mayoría aplastante de países que piden reconocer al pueblo palestino habrá que esperar al resultado de las votaciones. Si desde hace tiempo hay una “crisis estructural” en el seno de la ONU debido al control y manejo de la institución conforme a los intereses y alianzas de una reducida minoría, tanto los “países emergentes” como el resto de los “países miembros” exigen igualdad, justicia, participación y poder de decisión. De lo contrario, nunca serán posibles una “autoridad y gobierno mundial” para que establezca una “justicia mundial” y la Declaración Universal como base para todos los países de la humanidad. Es preocupante la existencia en el país de grupos religiosos neo-conservadores que hacen una lectura acrítica, premoderna y descontextualizada de lo que está en juego a nivel geopolítico. No es casualidad, por lo tanto, que terminen defendiendo un fundamentalismo bíblico y teológico-político. Si en virtud de sus planteamientos religiosos defendieron la ruptura democrática nuevamente lo hacen aliándose con la élite que gobierna un mundo sin democracia, excluyente de los pobres del medio oriente a quiénes se les niega su identidad y derecho a existir como pueblo y como nación. ¡Qué contradicción tan fuerte con el Evangelio de Jesús que optó por los insignificantes, por los que son víctimas de las leyes y acuerdos internacionales y son aplastados por unas relaciones de poder injustas y arbitrarias!. En este caso es de agradecer que el gobierno tomara una decisión que, distanciándose de una política exterior siempre subordinada, abre un “espacio para los pueblos pobres de nuestro mundo” como es el pueblo palestino.