Novena a Aan francisco de Asís

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PROVINCIA DE SAN FRANCISCO DE QUITO

NUESTRO PADRE SAN FRANCISCO NOVENA ORACIONES HIMNOS CANTICOS

CONVENTO FRANCISCANO NUESTRA SEテ前RA DE LA NUBE


2 AZOGUES – 2008


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BENDICIÓN DE SAN FRANCISCO

El Señor te bendiga y te guarde. Te muestre su rostro y tenga piedad de ti. Vuelva a ti su rostro y te conceda la paz. El Señor te bendiga

Con las debidas licencias Provincia de San Francisco de Quito Fr. Walter Heras Segarra Ministro Provincial Quito, septiembre 1 del 2008


4 PRÓLOGO La Orden franciscana está celebrando alborozada el Octavo Centenario de su fundación (1209 -2209). Con tal motivo, los hermanos menores desean renovar el espíritu de su ínclito fundador, San Francisco de Asís, a través de varios actos, que promuevan la adhesión firme al Camino que abrió el Pobrecito de Asís. San Francisco, el evangelio viviente de Cristo en el siglo XIII, concibió la vida como una peregrinación hacia la patria definitiva. Ser peregrino significa enfrentar con fe y esperanza el peligro, la precariedad y la incertidumbre del viaje. En esta Novena, presentada con amor y cariño a todos los hermanos que se identifican con el espíritu franciscano, deseamos resaltar a Francisco como el hermano pobre y de corazón sencillo que se convertirá en el compañero fiel y solícito de nuestro peregrinar. Dio muestras ejemplares para las generaciones de todos los tiempos. Quiso reivindicar al Evangelio como camino digno para los hombres, renunciando a todo, para exaltar la figura de Cristo pobre a través de su amor a los más pobres de su tiempo: los leprosos. Creyó que la fraternidad, que tiene sus raíces en la caridad, supremo mandamiento de Dios, sería el abrazo de la humanidad a Él. De ahí su búsqueda de una fraternidad universal con todos los hombres de cualquier condición social, racial o religiosa y con todas las criaturas. El Hermano Francisco, el hermano de todos. Pero, también, hay otro elemento fundamental de su espíritu: la libertad interior. Sin estridencias ni choques, nos cuestionó a todos, siendo radicalmente fiel al Evangelio para descubrir que el seguimiento a Cristo, es en libertad, con valentía y alegría. La Fraternidad franciscana de Azogues, presenta este folleto como humilde homenaje a su santo Fundador, donde se encontrarán, además de la novena, basada en la Palabra de Dios y en los escritos de San Francisco, oraciones, himnos y cánticos de alabanza a Dios, a María y a Francisco. Es una recopilación de alabanzas al hermano, como imán siempre vivo y actual. Fraternidad de Nuestra Señora de la Nube de Azogues- Septiembre de 2008


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RETRATO DE SAN FRANCISCO DE ASÍS Era un hombre muy expresivo, de aspecto alegre y rostro bondadoso, fuerte e incapaz de cualquier tipo de ostentación. De estatura mediana, tirando a bajo. Su cabeza, de tamaño también mediano y redonda, con la cara un poco alargada y saliente; la frente plana y pequeña. Sus ojos eran comunes, negros e ingenuos; tenía el cabello oscuro; las cejas eran rectas; la nariz, proporcionada, fina y derecha; las orejas, erguidas y pequeñas; las sienes, planas. Su lengua era dulce, apasionada y aguda; su voz, intensa, suave, clara y timbrada. Tenía los dientes apretados, regulares y blancos; los labios, pequeños y finos; la barba, negra y rala; el cuello, delgado. La espalda era recta; los brazos, cortos; las manos, delicadas; los dedos, largos; las uñas, salientes. Era de piernas delgadas; los pies, pequeños; la piel, suave. Muy delgado de cuerpo, se vestía con un hábito rústico, dormía muy poco y era sumamente generoso. Y como era muy humilde, era dulce con todos, adaptándose al modo de ser de cada persona. Él, que era el más santo de todos, tenía la apariencia de ser un pecador más. (Vida Primera de Tomás de Celano, 83)


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NOVENA EN HONOR DE N. P. S. FRANCISCO1

DÍA PRIMERO SAN FRANCISCO Y EL MISTERIO DE LA TRINIDAD Monición inicial. Hermanos: El Dios, en el cual “vivimos, nos movemos y existimos” (Hb 17, 28), no es un Dios lejano. Es el Dios de la Revelación, que quiere formar parte de la historia del hombre. Es el que pasa a través de de los acontecimientos de la vida cotidiana para salvarnos y que seamos felices. Es aquel que confesamos desde nuestra fe y que se manifiesta como Uno y Trino. Es el que re-descubrió Francisco y que experimenta presente, dándole a conocer su voluntad y la tarea que estaba llamado a realizar en la Iglesia. Hoy, cuando iniciamos esta Novena, que nos dispone a celebrar la fiesta de San Francisco, el Señor nos convoca y quiere que, como él, reavivemos nuestra vocación de hijos de Dios, que siguen sus mandatos y buscan la plenitud del Reino. Oración (Primera Regla, XXIII 1-3) “Omnipotente, santísimo, altísimo y sumo Dios, Padre santo y justo, Señor, Rey de cielo y tierra, te damos gracias por ti mismo, pues por tu santa voluntad, y por medio de tu único Hijo con el Espíritu Santo, creaste todas las cosas espirituales y corporales, y a nosotros, hechos a tu imagen y semejanza, nos colocaste en el paraíso. Y nosotros caímos por nuestra culpa. Y te damos gracias porque, al igual que nos creaste por tu Hijo, así por el santo amor con que nos amaste, quisiste que Él, verdadero Dios y verdadero hombre, naciera de la gloriosa siempre Virgen beatísima Santa María, y quisiste que nosotros, cautivos, fuéramos redimidos por su cruz, y sangre, y muerte”. Lectura bíblica. Evangelio según San Juan (14, 6-7, 15-20)

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Revisada y renovada del libro: Las Oraciones del Franciscano, Provincia franciscana de la Santa Fe de Colombia.


7 Dice Jesús:”Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie viene al Padre sino por mí. Si me conocen a mí, también conocerán al Padre. Desde ya, ustedes lo conocen y lo han visto” “Si ustedes me aman, guardarán mis mandamientos, y yo rogaré al Padre, y les dará otro Intercesor que permanecerá siempre con ustedes. Éste es el Espíritu de Verdad, que el mundo no puede recibir porque no le ve ni lo conoce. Pero ustedes saben que él permanece con ustedes y estará en ustedes”. “No los dejaré huérfanos sino que vengo a ustedes. Dentro de poco, el mundo ya no me verá, pero ustedes me verán, porque yo vivo, y ustedes también vivirán. En ese día ustedes comprenderán que yo estoy en mi Padre, y que ustedes están en mí, y yo en ustedes”. Lectura franciscana. Primera Carta a los Fieles (1-13) ¡En el nombre del Señor! Todos aquellos que aman al Señor con todo el corazón, con toda el alma y la mente y con todas sus fuerzas, y a sus prójimos como a sí mismos; y aborrecen a sus cuerpos con sus vicios y pecados; y reciben el cuerpo y la sangre de nuestro Señor Jesucristo; y hacen frutos dignos de penitencia; ¡oh, cuán dichosos y benditos son los hombres y mujeres que practican estas cosas y perseveran en ellas! Porque se posará sobre ellos el espíritu del Señor y hará en ellos habitación y morada; y son hijos del Padre Celestial, cuyas obras realizan; y son esposos, hermanos y madres de nuestro Señor Jesucristo. Somos esposos, cuando el alma fiel se une, por el Espíritu Santo, a nuestro Señor Jesucristo. Le somos hermanos cuando cumplimos la voluntad del Padre, que está en los cielos. Madres, cuando lo llevamos en el corazón y en nuestro cuerpo por el amor divino y por una conciencia pura y sincera; y lo damos a luz por las obras santas, que deben ser luz para el ejemplo de otros. ¡Oh, cuán glorioso es tener en el cielo un padre santo y grande! ¡Oh, cuán santo es tener un tal esposo, consolador, hermoso y admirable! ¡Oh cuán santo y cuán amado es tener tal hermano y un tal hijo, agradable, humilde, pacífico, dulce, amable y más que todas las cosas deseable, nuestro Señor Jesucristo! ¡Él que dio su vida por sus ovejas! Reflexión. La vida de San Francisco, desde su conversión hasta su muerte, se desarrolla en un clima trinitario. Por la descripción que nos hacen sus biógrafos, encontramos ciertas etapas de su vida en las cuales se va abriendo poco a poco al designio de Dios y al reconocimiento de su presencia constante que lo llama, lo ilumina, lo fortalece y acompaña. El Dios uno y trino para Francisco no es el resultado de una deducción racional o del esfuerzo mental. Es una revelación del mismo Dios. La Santa Trinidad no será nunca una idea ni una elaboración teológica, sino una realidad viva, algo que está operando continuamente. Esta presencia viviente de la Trinidad es un fruto seguro de su conversión, lo que tiene muy claro: “dejar el espíritu de carne y seguir al verdadero Espíritu” Francisco se encuentra con Cristo, se deja guiar por el Espíritu y se esfuerza por cumplir la voluntad del Padre. Éste es el camino que lo conduce a la Santa Unidad y Trinidad de Dios. Pero va más allá. Su contemplación del Dios trino lo lleva a descubrir lo que hay de paternal, maternal, filial y fraternal en cada hermano y en sí mismo. A partir de esta experiencia, Francisco ve como hay entonces en cada uno de nosotros una vocación para vivir no solo en


8 estrecha unión con la Trinidad, sino a llegar a ser imagen de Dios que se manifiesta, sobre todo, en la misericordia, aquel sentimiento tan entrañable que es el que nos capacita para dar, acoger y servir. Preces. V/ Alabemos con júbilo al Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, glorifiquémosle diciendo: R/ Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo. -

Padre santo, ya que nosotros no sabemos pedir lo que nos conviene, danos tu Espíritu para que venga en ayuda de nuestra debilidad, y que él mismo interceda por nosotros. Hijo Único de Dios, que pediste al Padre el Espíritu de la Verdad, haz que este Defensor esté siempre con nosotros. Ven, Espíritu Santo, que procedes del Padre y del Hijo y derrama en nosotros tus frutos y dones. Padre todopoderoso, Tú que enviaste a nuestros corazones el Espíritu de tu Hijo que clama: “Abbá, Padre”, haz que nos dejemos conducir por este Espíritu y lleguemos a ser herederos tuyos y coherederos de Cristo.

Oración conclusiva. Dios Padre Todopoderoso, que has enviado al mundo la palabra de la verdad y el Espíritu de la santificación para revelar a los hombres tu admirable misterio, concédenos que, como San Francisco de Asís, podamos profesar la fe verdadera, conocer la gloria de la eterna Trinidad y adorar su Unidad todopoderosa. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

DÍA SEGUNDO SAN FRANCISCO “HOMBRE DE ORACIÓN”

Monición Inicial. Hoy el Señor nos invita a reflexionar sobre el elemento más importante de nuestra vida cristiana y franciscana, que es la oración. San Francisco de Asís pudo llegar a comprender cómo la oración no se reduce al cumplimiento de una norma, ni al rezo de plegarias en ciertos y determinados momentos, Por esta razón prefiere hablarnos siempre de “un espíritu de oración y devoción”, es decir, de una actitud de vida orientada por completo a Dios, traducida en alabanza y donación de sí mismo al Señor. Que al partir de la Palabra de Dios; que vamos a escuchar y del testimonio de San Francisco, verdadero hombre de oración, nosotros vivamos en esta dinámica de diálogo, comunión y


9 encuentro para que comprendamos cuál es la voluntad de Dios y seamos más fieles al seguimiento de Jesucristo bajo la acción de su Espíritu. Oración (De la Carta a toda la Orden 50-52) Omnipotente, eterno, justo y misericordioso Dios, concédenos por ti mismo a nosotros, miserables, hacer lo que sabemos que quieres y querer siempre lo que te agrada, a fin de que, interiormente purificados, iluminados interiormente, y encendidos por el fuego del Espíritu Santo, podamos seguir las huellas de tu amado Hijo, nuestro Señor Jesucristo y llegar, por sola tu gracia, a ti, Altísimo, que en perfecta Trinidad y en simple Unidad vives y reinas y estás revestido de gloria, Dios Omnipotente, por todos los siglos de los siglos. Amén. Lectura Bíblica Evangelio según San Mateo (6, 5-6) Dijo Jesús: “Cuando recen, no hagan como los hipócritas, que gustan orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los hombres los vean. Ellos ya recibieron su premio. Tú, cuando reces, entra en tu pieza, cierra la puerta y reza a tu Padre que comparte tus secretos, y tu Padre, que ve los secretos, te premiará”. Lectura franciscana. Tomás de Celano, Vida Segunda (2Cel 94) El varón de Dios, Francisco, ausente del Señor en el cuerpo, se esforzaba por estar presente en el espíritu en el cielo; y al que se había hecho ya conciudadano de los ángeles, le separaba solo el muro de la carne. Convertía todo su tiempo en ocio santo, para que la sabiduría le fuera penetrando en el alma, pareciéndole retroceder si no veía que adelantaba a cada paso. Si sobrevenían visitas de seglares u otros quehaceres, corría de nuevo al recogimiento, interrumpiéndolos sin esperar a que terminasen. Buscaba siempre lugares escondidos, donde no solo en el espíritu, sino en cada uno de los miembros, pudiera adherirse por entero a Dios. Cuando, estando en público, se sentía de pronto afectado por visitas del Señor, para no estar ni entonces fuera de la celda, hacía de su manto una celdilla; a veces -cuando no llevaba el manto- cubría la cara con la manga para no poner de manifiesto el maná escondido. Siempre encontraba manera de ocultarse a la mirada de los presentes, para que no se dieran cuenta de los toques del Esposo, hasta el punto de orar entre muchos sin que le advirtieran. En fin, cuando no podía hacer nada de esto, hacía de su corazón un templo. Reflexión. Desde el momento en que Francisco emprende el seguimiento de Jesucristo, empieza a transformarse en un hombre de oración. Son muchos los pasajes de sus escritos y las referencias que hacen sus biógrafos al tema de la oración. En todos ellos encontramos algo común: el deseo intenso de Francisco por entregarse por entero al Señor y entablar


10 comunicación con Él a través de una oración pura y sencilla, sobre todo, aprovechando la soledad y el silencio. En la oración de San Francisco aparecen perfectamente integrados varios elementos: el diálogo íntimo, o “coloquio”, con el Amado; igualmente la devoción, la inspiración en la Sagrada Escritura y también la improvisación. Pero de toda esta experiencia nos queda claro, que Francisco quiere desbordar siempre en la alabanza al Creador. A la luz de la oración transcurre la vida de Francisco. En los años de su juventud, mientras se hallaba en la búsqueda de su realización como hombre y como cristiano, tiene la experiencia de San Damián. Allí siente en su interior cómo la fuerza de la voz y del amor de Dios lo mueve a practicar la misericordia y a salir de sí mismo para darse a los necesitados en la caridad y en el servicio. Un poco después “cuando el Señor le dio hermanos” (T 14), van a la iglesia de San Nicolás, oran y ruegan al Señor, que les manifieste su voluntad. Y, solamente armados con el poder de la oración, marchan alegres y con el gozo del Espíritu a anunciar la necesidad de la penitencia y la conversión. En la medida que crece la fraternidad, van surgiendo también nuevos compromisos y se tiene que adaptar a las nuevas exigencias de la iglesia. De esta forma aparece en la vida de la Orden una nueva figura de oración, como es el rezo del Oficio Divino, según la norma de la santa Iglesia Romana. Esto permite que los hermanos menores, durante el transcurso del día, se dediquen a la alabanza divina, pero en forma más estructurada y un tanto diferente de la forma primitiva y espontánea. El trabajo es importante; dedicarse a los oficios sencillos, también, lo es. No menos importante y meritorio será la predicación y la enseñanza. Sin embargo, ninguna de estas actividades debe opacar el “espíritu de la santa oración y devoción”. Esto debe ser el fundamento y motor que impulse las actividades de los hermanos. La vida de Francisco, es todo un camino de oración que, lógicamente, tiene algunos puntos culminantes como la experiencia mística del Monte Alvernia, o, cuando, debilitado por las enfermedades, se despide de este mundo y acoge a la muerte cantando. Preces. V/ Adoremos a Cristo y pidámosle que nos enseñe a servirle en santidad y justicia en su presencia todos nuestros días. Aclamémosle diciendo: R/ Señor, danos tu Espíritu Santo. -

Señor Jesús, probado en todo exactamente como nosotros menos en el pecado, compadécete de nuestras debilidades. Señor Jesús, que nos quieres sal de la tierra y luz del mundo, ilumina nuestras vidas con tu propia luz. Señor Jesús, que viniste al mundo no para que te sirvieran, sino para servir, haz que sepamos servirte a ti y a nuestros hermanos. Señor Jesús, reflejo de la gloria del Padre e impronta de tu ser, haz que un día podamos contemplar la claridad de tu gloria.

Oración conclusiva Señor, confesamos que tú solo eres Santo y que sin Ti nadie es bueno. Con humildad te pedimos que la intercesión de San Francisco de Asís, hombre de oración, venga en nuestra ayuda de tal forma que merezcamos llegar a la contemplación de tu gloria. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.


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DÍA TERCERO SAN FRANCISCO Y LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA

Monición inicial. Dios quiso que en la historia de la salvación una mujer participara activamente. Ella es María, la joven de Israel, que esperaba, como muchas, que se cumpliera en ella la promesa del Mesías. A partir del momento en que pronunció su Sí al Señor, empezó a estar vinculada a la obra de la redención que Jesús realizaría con todos los hombres. Este detalle fue el que Francisco admiró en su devoción a la Madre de Dios, y hoy nos invita para que alabemos al Señor, pues por medio de María se nos dio al Salvador del mundo. Oración (Oficio de la Pasión del Señor, Completas). Santa Virgen María, no ha nacido en el mundo entre las mujeres ninguna semejante a ti, hija y esclava del altísimo Rey sumo y Padre celestial, madre de nuestro santísimo Señor Jesucristo, esposa del Espíritu Santo. Ruega por nosotros, junto con el arcángel San Miguel y todas las virtudes del cielo y con todos los santos, ante su santísimo Hijo amado, Señor y Maestro. Amén. Lectura Bíblica. Evangelio según San Lucas (1,39-48) Por esos días, María partió apresuradamente a una ciudad ubicada en los cerros de Judá. Entró a la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Al oír Isabel su saludo, el niño dio saltos en su vientre. Isabel se llenó del Espíritu Santo y exclamó en alta voz: “Bendita eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre. ¿Cómo he merecido yo que venga a mí la madre de mi Señor? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de alegría en mis entrañas. ¡Dichosa por haber creído que de cualquier manera se cumplirán las promesas del Señor!” María dijo entonces: “Celebra todo mi ser la grandeza del Señor y mi espíritu se alegra en el Dios que me salva porque quiso mirar la condición humilde su esclava”. Lectura franciscana. San Buenaventura, Leyenda Mayor (9,3) Amaba con indecible afecto a la Madre del señor Jesús, por ser ella la que ha convertido en hermano nuestro al Señor de la majestad y por haber nosotros alcanzado misericordia mediante ella. Después de Cristo, depositaba principalmente en la misma su confianza; por


12 eso la constituyó abogada suya y de todos sus hermanos, y ayunaba en su honor con suma devoción desde la fiesta de los apóstoles Pedro y Pablo hasta la fiesta de la Asunción. Reflexión. Dentro de la espiritualidad de Francisco, ocupa un lugar destacado sus devociones, en particular, a la Virgen María. Es muy probable que en parte se haya inspirado en la mariología desarrollada por San Bernardo de Claraval, que se constituyó en la base de la piedad mariana en la Edad Media, tanto para la liturgia como para la predicación. Sin embargo, la fuente de la cual parte su reflexión y devoción a la Virgen María, se encuentra en Cristo, en su encarnación y misterio salvador al cual está asociada María. Agradece al Padre celestial por la elección que ha hecho en María para que por ella humanizara a su Hijo Jesucristo. Por esta razón, en el saludo que le compuso, la llama: “Palacio, tabernáculo, casa y vestidura de Dios”. Así, Francisco no ve a María en forma aislada, sino siempre referida al misterio por el cual Cristo se hizo nuestro. Se trata de una veneración a la Virgen por su participación en el misterio divino-humano de Cristo. Pero hay algo más que esto. La forma cómo Francisco considera a la bienaventurada Virgen María, protectora de la Orden. San Buenaventura nos refiere cómo Francisco, después de los inicios de su conversión y de haber conformado una fraternidad evangélica, se refugia muy a gusto en la Porciúncula, capillita dedicada a Santa María de los Ángeles. Se dirigía con oraciones fervorosas para que fuera la “abogada llena de misericordia” para él y sus hermanos. Por su parte, los hermanos menores, renunciando a sus bienes y seguridad terrena, estaban llamados a refugiarse en María, que cuida de cada uno y los protege en toda circunstancia. La piedad mariana de Francisco tiene mucho de la tradición cristiana corriente, pues, en realidad, lo que hizo fue llegar a descubrir el valor que tiene la Madre de Dios como “Señora pobre”, que, acogiendo la Palabra de Dios, se coloca como humilde sierva en sus manos para colaborar en la tarea de realizar la esperanza de su pueblo. Preces. V/ Proclamemos la grandeza de Dios Padre todopoderoso, que quiso que todas las generaciones felicitaran a María, la Madre de su Hijo y supliquémosle diciendo: R/ Mira a la llena de gracia y escúchanos. -

Oh Dios, admirable en tus obras, que has querido que la Inmaculada Virgen María participara en cuerpo y alma de la gloria de Jesucristo, haz que todos tus hijos deseen y caminen hacia esta misma gloria. Tú que nos diste a María por madre, concede por su mediación, salud a los enfermos, consuelo a los tristes, perdón a los pecadores y a todos abundancia de salud y de paz. Tú que hiciste de María la llena de gracia, concede la abundancia de tus dones a todos los hombres. Haz, Señor, que tu iglesia tenga un solo corazón y una sola alma por el amor y que todos los fieles perseveren unánimes en la oración con María, la Madre de Jesús.


13 Oración conclusiva (Saludo de San Francisco a la Bienaventurada Virgen María). ¡Salve, Señora, santa Reina, santa Madre de Dios, María, virgen convertida en templo, y elegida por el santísimo Padre del cielo, consagrada por Él con su santísimo Hijo amado y el Espíritu Santo Paráclito; que tuvo y tiene toda la plenitud de la gracia y todo bien! ¡Salve, palacio de Dios! ¡Salve, tabernáculo de Dios! ¡Salve, casa de Dios! ¡Salve, vestidura de Dios! ¡Salve, esclava de Dios! ¡Salve, Madre de Dios! ¡Salve, también todas vosotras, santas virtudes, que, por la gracia e iluminación del Espíritu Santo, sois infundidas en los corazones de los fieles, para hacerlos, de infieles, fieles a Dios!

DÍA CUARTO SAN FRANCISCO Y LA PALABRA DE DIOS

Monición inicial. Dios nos sigue hablando hoy a través de los acontecimientos de la vida cotidiana. Las sagradas Escrituras nos enseñan a interpretar nuestra historia desde la fe y a convertir esa historia en Palabra de Dios. Bien sabemos cómo las Escrituras son la interpretación que un pueblo ha hecho de su historia desde la fe, y que es allí donde el hombre de cada tiempo aprende a entender y a asimilar, lo que Dios le tiene reservado para que se realice y sea feliz. Esto fue precisamente lo que hizo Francisco de Asís, entender las Escrituras, obedecerlas y convertirlas en Palabra de Dios, hecho vida en su vida. Oración (Exhortación a la Alabanza a Dios) Temed al Señor y rendirle honor. Digno es el Señor de recibir la alabanza y el honor. Alabad al Señor todos los que le teméis. Salve, María, llena de gracia, el Señor está contigo. Alabadlo, cielo y tierra. Ríos todos, alabad al Señor. Hijos de Dios, bendecid al Señor.


14 Éste es el día que hizo el Señor; alegrémonos y gocémonos en él. ¡Aleluya, aleluya, aleluya! ¡Rey de Israel! Todo espíritu alabe al Señor. Alabad al Señor, porque es bueno; todos los que leéis esto, bendecid al Señor. Criaturas todas, bendecid al Señor. Todas las aves del cielo, alabad al Señor. Niños todos, alabad al Señor. Jóvenes y doncellas, alabad al Señor. Digno es el cordero que ha sido degollado de recibir la alabanza, gloria y honor. Bendita sea la santa Trinidad e indivisa Unidad. San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla. Palabra evangélica. Carta de San Pablo a los Hebreos (4, 12-14) La Palabra de Dios es viva y eficaz, más penetrante que una espada de doble filo. Penetra hasta la raíz del alma y del espíritu, sondeando los huesos y los tuétanos para probar los deseos y los pensamientos más íntimos. Toda criatura es transparente ante ella; todo queda desnudo y al descubierto a los ojos de Aquel al que debemos dar cuentas. Lectura franciscana Leyenda de los Tres Compañeros (25) Cuando el bienaventurado Francisco acabó la obra de la iglesia de San Damián, vestía hábito de ermitaño, llevaba bastón y calzado y se ceñía una correa. Habiendo escuchado un día en la celebración de la misa lo que dice Cristo a sus discípulos cuando los envía a predicar, es a saber, que no lleven para el camino ni oro ni plata, ni alforja o zurrón, ni pan ni bastón, ni que usen calzado ni dos túnicas, y como comprendiera esto más claro por la explicación del sacerdote, dijo transportado de indecible júbilo: “Esto es lo que ansío cumplir con todas mis fuerzas”. Y, grabadas en la memoria cuantas cosas había escuchado, se esforzó en cumplirlas con alegría. Adhiriéndose de todo corazón a las palabras de nueva gracia y `pensando en cómo llevarlas a la práctica, empezó, por impulso divino, a anunciar la perfección del Evangelio y a predicar en público con sencillez la penitencia. Reflexión. La vida de Francisco transcurre en medio de encuentros significativos y enriquecedores. Uno de esos encuentros es con la Palabra de Dios. Siendo niño, Francisco acude a la iglesia de San Jorge para recibir la instrucción elemental y de los canónigos aprende a leer y escribir en los libros sagrados y los que están destinados al culto. Así, desde muy temprana edad, tiene un contacto muy cercano con la Palabra de Dios. Más adelante, la manera de recurrir a las Sagradas Escrituras va a estar acompañada de otras motivaciones: descubrir qué es lo que el Señor quiere de él, dar respuesta a Dios, a sí mismo, a la sociedad y a la Iglesia de su tiempo. Por esto, Francisco acude al Evangelio, porque no basta su buena voluntad o la comprensión sencilla de la voz que escuchó en San Damián. Es


15 consciente que el Señor le pide más y que la respuesta tiene que darla lo más fielmente posible. A partir del momento en el que Dios le indica cuáles son las condiciones para seguir a Jesús, la Palabra de Dios desempeña un papel fundamental en su vida. Se inspira en ella, quiere predicarla y, sobre todo, se esfuerza por hacerle una vida en su vida. Preces. V/ Hermanos: unamos nuestras oraciones y las de la Iglesia a las de todos los hombres de buena voluntad, para pedirle al Padre celestial que la salvación se extienda sobre toda la humanidad. R/ Que tu Palabra, Señor, ilumine nuestra vida. -

Para que la Iglesia permanezca siempre fiel a su tarea misionera y aparezca ante el mundo como signo de unidad y de paz. Para que las naciones busquen y obtengan la justicia, la paz y el desarrollo integral. Para que cada uno ponga de manifiesto la presencia de Cristo en el mundo por medio de su trabajo y estudio. Para que todas las comunidades cristianas, por la vivencia plena del Evangelio, sean testimonio de fe y conversión para todos los hombres.

Oración conclusiva. Señor, Dios nuestro, que pusiste como fermento en el mundo la fuerza del Evangelio, concédenos que, a pesar de vivir en medio de los afanes temporales, seamos encendidos por el fuego de tu Espíritu, para que, como San Francisco, nos entreguemos sin reserva a la proclamación de tu Reino. Por Cristo nuestro Señor. Amén.

DÍA QUINTO LA VIDA EN FRATERNIDAD

Monición inicial. En repetidas ocasiones el Señor Jesús nos recuerda el valor que tiene el amor al prójimo que se refleja en verdaderas actitudes de misericordia y caridad. La caridad es para el Señor la síntesis de todos los mandamientos. Hoy nuevamente nos invita a construir verdaderas relaciones fraternas entre nosotros, para darnos a los demás en el amor y en el servicio. Vivamos plenamente el mensaje que contemplaremos en esta Novena. Oración (Alabanzas al Dios Altísimo)


16 Tú eres el Santo, Señor Dios único, el que haces maravillas. Tú eres el fuerte, tú eres el grande, tú eres el altísimo, tú eres el rey omnipotente; tú, Padre santo, rey del cielo y de la tierra. Tú eres el trino y uno, Señor, Dios de dioses; tú eres el bien, todo bien, sumo bien, Señor, Dios vivo y verdadero. Tú eres el amor, la caridad; tú eres la sabiduría, tú eres la humildad, tú eres la paciencia, tú eres la hermosura, tú eres la mansedumbre; tú eres la seguridad, tú eres la quietud, tú eres el gozo, tú eres nuestra esperanza y alegría, tú eres la justicia, tú eres la templanza, tú eres toda nuestra riqueza a saciedad. Tú eres nuestra esperanza, tú eres nuestra fe, tú eres nuestra caridad, tú eres toda nuestra dulzura, tú eres nuestra vida eterna, grande y admirable Señor, omnipotente Dios, misericordioso Salvador. Lectura bíblica. Evangelio según San Mateo (5,38-45) Se dijo además: “Ojo por ojo y diente por diente”. En cambio, yo les digo: No resistan a los malvados. Preséntale la mejilla izquierda al que te abofetea la derecha, y al que te arma pleito por la ropa, entrégale también el manto. Si alguien te obliga a llevarle la carga, llévasela el doble más lejos. Dale al que te pida algo, y no le vuelvas la espalda al que te solicita algo prestado. Se dijo, asimismo: “Ama a tu prójimo y guarda rencor a tu enemigo”. Pero yo les digo: Amen a sus enemigos y recen por sus perseguidores. Así serán hijos de su Padre que está en los cielos. Él hace brillar el sol sobre malos y buenos, y caer la lluvia sobre justos y pecadores. Lectura franciscana. Leyenda de los Tres Compañeros (41). Cuando se vio que los hermanos se alegraban en sus tribulaciones; que se dedicaban diligente y devotamente a la oración; que no recibían dinero ni lo llevaban; que se querían mutuamente con inmenso amor -señal por la que se daban a conocer como verdaderos discípulos del Señor-; muchos venían a ellos cordialmente compungidos por las ofensas que les habían inferido y les pedían perdón. Ellos los perdonaban de corazón, diciéndoles: “El Señor os perdone”; y les daban oportunos consejos en orden a la salvación. Todos eran solícitos en hacer oración todos los días y en ocuparse en trabajos manuales para evitar el absoluto la ociosidad, que es enemiga del alma. Se levantaban con toda diligencia a media noche y oraban devotísimamente, con lágrimas copiosas y suspiros; se amaban con íntimo y mutuo amor; se servían unos a otros y se atendían en todo, como una madre lo hace con su único hijo queridísimo. Era su caridad tan ardorosa, que les parecía cosa fácil entregar su cuerpo a la muerte, no solo por amor a Cristo, sino también por el bien del alma o del cuerpo de sus cohermanos. Reflexión. Cuando Francisco se encontraba buscando una respuesta para darle orientación a su vida, luego de participar en la vida militar y el comercio junto a su padre, se acoge a la soledad y al silencio. Más adelante, cuando decide ya romper con la vida que llevaba y dedicarse por completo a servir al Señor, tuvo que renunciar a todo, incluso, a la herencia y los derechos


17 como hijo de Pedro Bernardone. Pero aún en esto, Francisco se da cuenta que no ha quedado solo. Toma conciencia que es acogido por la paternidad de Dios, quien le da la posibilidad de considerar que todos los hombres son verdaderos hermanos. Quizás al principio de su compromiso con el Evangelio, pensaba que podría desarrollar su proyecto en la soledad, orando y sirviendo a los leprosos. Sin embargo, el Señor le muestra otro camino, le fue dando hermanos. Ante la presencia de ellos, Francisco no se siente defraudado, sus hermanos no son un obstáculo, todo lo contrario, son un don del Señor, a quienes los acoge, respeta y ama en Jesucristo. Ser fraternidad va a ser el elemento que marque la diferencia con otras órdenes religiosas monásticas. Francisco tiene muy claro en qué consiste ser hermanos y cómo esta experiencia es un verdadero carisma que enriquece la Iglesia y se manifiesta ante el mundo como signotestimonio de la unidad, el perdón y la paz. El altísimo Señor, en la medida que le iba enviando hermanos, le iba instruyendo para que supiera fundamentar su vida sobre la base del Evangelio. Así, él se fija en el “modelo” de la familia trinitaria y en la forma cómo los hermanos la congregan, no por los lazos de la carne o de la sangre, sino por una moción del Espíritu Santo. De acuerdo con esta motivación, quiere que sus hermanos se amen y se comporten en mutua familiaridad y que todos estén atentos a sus necesidades materiales y espirituales, dejando de lado el amor propio y el egoísmo. Preces. V/ Hermanos: pidamos a Dios Padre, fuente de la caridad, que, con la intersección de San Francisco de Asís, nos ayude en el amor al prójimo y digámosle con fe: R/ Padre de todos los hombres, escúchanos. -

Padre santo, que has querido que nos llamemos y seamos hijos tuyos, haz que tu Iglesia, extendida por los confines de la tierra, anuncie tu Evangelio de amor. Padre santo, que deseas que vivamos de una manera digna, buscando siempre tu beneplácito, ayúdanos a ser fuentes de buenas obras. Padre santo, que nos convocas al banquete de tu Reino, haz que, comiendo el pan bajado del cielo, sepamos compartir con generosidad con nuestros hermanos que sufren.

Oración conclusiva. Oh Dios, fuente de toda santidad, por intercesión de San Francisco de Asís, que tuvo en la tierra el carisma de la fraternidad y recibió tu recompensa en el cielo, haz que caminemos diariamente en la vocación particular a la que nos has llamado y podamos ser testigos de tu amor. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.


18 DÍA SEXTO SAN FRANCISCO Y LA SANTA MADRE IGLESIA.

Monición inicial. La obra que inició Jesucristo, por la predicación y los signos que realizaba para instaurar el Reino de Dios entre los hombres, es continuada por la Iglesia. Este nuevo pueblo de Dios, asistido por el Espíritu Santo, prolonga en la tierra la acción salvadora del Señor que está en la gloria. La iglesia es una verdadera comunidad de amor y servicio que camina en la historia conduciendo a muchos para que puedan llegar a la plenitud del Reino, ya sea con la palabra, con el testimonio y con la fuerza de la oración Hoy el Señor nos invita a considerar el valor de la Iglesia y de su acción en el mundo. Quiere que, fijándonos en el ejemplo de San Francisco, nunca vivamos al margen de ella y nos sintamos más unidos a esta comunidad, que constituye el cuerpo de Cristo. Oración. (De la Carta a toda la Orden, 50-52) Omnipotente, eterno, justo y misericordioso Dios, concédenos por ti mismo a nosotros, miserables, hacer lo que sabemos que quieres y querer siempre lo que te agrada, a fin de que, interiormente purgados, iluminados interiormente y encendidos por el fuego del Espíritu Santo, podamos seguir las huellas de tu amado Hijo, nuestro Señor Jesucristo, y llegar, por sola tu gracia, a ti, Altísimo, que en perfecta Trinidad y en simple Unidad vives y reinas y estás revestido de gloria, Dios Omnipotente, por todos los siglos de los siglos. Amén. Lectura bíblica. Primera Carta de San Pablo a los Corintios (1 Cor 12, 12-14; 27-28) Del mismo modo que el cuerpo es uno y tiene muchas partes y todas las partes del cuerpo, aun siendo muchas forman un solo cuerpo, así también Cristo. Todos nosotros, ya seamos judíos o griegos, esclavos o libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un único cuerpo. Y a todos se nos ha dado a beber del único Espíritu. Ustedes son el cuerpo de Cristo, y cada uno en particular es parte de él. Así, pues, Dios nos ha establecido en su Iglesia. Lectura franciscana. Leyenda de los Tres Compañeros (57) Después de haber obtenido este lugar de Santa María del referido abad, dispuso el bienaventurado Francisco que se celebrara allí capítulo dos veces al año, a saber, en


19 Pentecostés y en la Dedicación de San Miguel. En Pentecostés se reunían todos los hermanos en Santa María y trataban de cómo observar con mayor perfección la Regla, y destinaban hermanos a diversas provincias para que predicaran al pueblo y para que, a su vez, colocaran a otros hermanos a sus provincias. San Francisco amonestaba, reprendía y daba órdenes, como mejor le parecía según el beneplácito divino. Cuanto decía de palabra, lo manifestaba en sus obras con afecto y solicitud. Veneraba a los prelados y sacerdotes de la santa Iglesia y honraba a los ancianos, nobles y ricos; también a los pobres los amaba de lo íntimo de su corazón y se compadecía de ellos entrañablemente. De todos se mostraba súbdito. Exhortaba con solicitud a los hermanos que guardaran fielmente el santo Evangelio y la Regla que habían prometido. Y, sobre todo, a que tuvieran gran reverencia y devoción a los divinos oficios y ordenaciones eclesiásticas, oyendo devotamente la misa y adorando con rendida devoción el cuerpo del Señor. Quería también que los sacerdotes que administraban los sacramentos venerandos y augustos, fueran singularmente honrados por los hermanos, de suerte que donde los encontraran les hicieran inclinación de cabeza y les besaran las manos; y si los encontraban cabalgando, deseaba que no solo los besaran las manos, sino hasta los cascos de los caballos sobre los que cabalgaban, por reverencia a sus poderes. Reflexión. Cuando nos detenemos a reflexionar sobre el significado de la Iglesia para San Francisco, nos encontramos con una de sus más grandes características y con aquello que lo diferenció de los otros tantos movimientos pauperísticos de su época. En medio de aquel movimiento promovido por los laicos con el fin de volver a las fuentes del Evangelio, surge este hombre sencillo y de pocas letras con una actitud diferente, dispuesto a obedecer siempre a la “Santa Madre Iglesia Romana”, y a propagar la fe y la devoción a los sacramentos, especialmente la necesidad de la penitencia y la veneración al Cuerpo del Señor. Del mismo modo honraba y veneraba a los sacerdotes, sin querer advertir en ellos pecado, pues por encima de todo está su ministerio por medio del cual llega a los fieles las palabras del Evangelio y lo único visible del Hijo de Dios: la Eucaristía. Su camino eclesial comienza con la experiencia singular de San Damián. Cuando escucha la palabra del Señor que lo llama, le confiere una misión, tomada al principio a la letra, pero después, con sus palabras y actitudes, se hace realidad: levantar la iglesia de sus “ruinas”. Para Francisco la iglesia será siempre la “Santa madre Iglesia”, en ella se reúnen todos los hijos de Dios: los laicos a quienes hay que exhortar para que hagan penitencia y vivan en la voluntad del Padre, los ministros que nos administran espíritu y vida, los sacramentos como signos eficaces de la gracia y medios esenciales para la salvación. Francisco comprende perfectamente la reflexión de San Pablo al hablar de la iglesia como cuerpo de Cristo. Es la comunión de los hermanos y la unión de todos en Cristo, la que garantiza y asegura su presencia en la historia. Por esta claridad tan grande que tenía en su fe eclesial, es que Francisco rechaza todo lo que amenace su unidad. Rehúye la herejía, quiere que sus hermanos sean católicos y que su fraternidad proyecte la imagen de la Santa Iglesia como signo de la vivencia de una misma fe en el Señor. Preces. V/ Hermanos, como piedras vivas edificadas sobre Cristo, la piedra escogida, oremos al Padre todopoderoso por su Iglesia amada y digámosle:


20 R/ Acuérdate, Señor, de tu Iglesia. -

Señor Jesús, que cimentaste tu casa en la roca, confirma y robustece la fe y la esperanza en tu Iglesia. Señor Jesús, de cuyo costado salió sangre y agua, renueva a tu iglesia con los sacramentos de la nueva y eterna alianza. Señor, Jesús, que estás en medio de los que se reúnen en tu nombre, atiende la oración unánime de tu iglesia congregada. Señor Jesús, que con el Padre y el Espíritu Santo haces morada en los que te aman, perfecciona en tu iglesia la caridad.

Oración conclusiva. Oh Dios, que has dispuesto con admirable providencia que el Reino de Cristo se extienda por toda la tierra y que todos los hombres participen de la redención salvadora, te rogamos por tu Iglesia, que sea para todos los hombres sacramento universal de salvación; manifieste y realice el misterio de tu amor a los hombres; y concédenos tu espíritu para que, a ejemplo de Francisco, quien amó entrañablemente a la Iglesia, sepamos entregarnos con amor generoso y caminar en perfecta comunión. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.

DÍA SÉPTIMO FRANCISCO VIVE Y PREDICA LA PAZ Monición inicial. Vivimos en un mundo y circunstancias históricas donde se presenta una seria contradicción. Mientras el anhelo más grande de todos los hombres es que haya paz, la convivencia humana está cada vez más llena de tensiones, agresividad y violencia. Hoy más que nunca, después de ocho siglos, la actitud de San Francisco de Asís, nos interpela. Él nos hace la invitación para ser instrumentos de paz; una paz que brota del Evangelio. Lo importante es nuestro compromiso con la paz. Primero que todo, debemos pacificarnos a nosotros mismos y superemos todo lo negativo que hay en nuestra vida. Solo así estaremos haciendo realidad la exhortación de Francisco que nos dice: “Que la paz que anunciáis de palabra, la tengáis primero en el corazón” (TC 58) Oración. (Oración ante el crucifijo de San Damián) ¡Oh alto y glorioso Dios!, ilumina las tinieblas de mi corazón y dame fe recta, esperanza cierta y caridad perfecta, sentido y conocimiento, Señor, para que cumpla tu santo y veraz mandamiento.


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Lectura bíblica. Profeta Isaías (11, 1-9) Una rama saldrá del tronco de Jesé, un brote surgirá de sus raíces. Sobre él reposará el Espíritu de Yavé, espíritu de sabiduría e inteligencia, espíritu de prudencia y valentía, espíritu para conocer a Yavé, y para respetarlo, y para gobernar conforme a sus preceptos. No juzgará por las apariencias ni se decidirá por lo que se dice, sino que hará justicia a los débiles y dictará sentencias justas a favor de la gente pobre. Su palabra derribará al opresor, el soplo de sus labios matará al malvado. Tendrá como cinturón la justicia y la lealtad será el ceñidor de sus caderas. El lobo habitará con el cordero, el puma se acostará junto al cabrito, el ternero comerá al lado del león y un niño chiquito los cuidará. La vaca y el oso pastarán en compañía y sus crías reposarán juntas, pues el león también comerá pasto, igual que el buey. El niño de pecho pisará el hoyo de la víbora, y sobre la cueva de la culebra el pequeñuelo colocará su mano. No cometerán el mal, ni dañarán a su prójimo en todo mi Cerro santo, pues, como llenan las aguas el mar, se llenará la tierra del conocimiento de Yavé. Lectura franciscana. Avisos Espirituales de San Francisco (Adm 15) “Dichosos los pacíficos, porque serán llamados hijos de Dios” (Mt 5,9). Son verdaderamente pacíficos aquellos que, en medio de todas las cosas que padecen en este siglo, conservan, por el amor de nuestro Señor Jesucristo, la paz del alma y cuerpo. Reflexión. A Francisco de Asís en muchos lugares y circunstancias de nuestro mundo se lo reconoce como el “Santo de la paz” y esta afirmación corresponde exactamente a uno de sus más grandes propósitos: anunciar y vivir la paz. Las fuentes franciscanas coinciden en afirmar que la primera actividad a la que se dedicaron los hermanos fue a la de predicar la conversión. Este mensaje venía precedido del saludo que Jesús enseñó a sus apóstoles y Francisco adoptó para él y sus frailes: “El Señor os dé la paz”. Sin embargo, la reflexión franciscana de la paz es mucho más amplia, así como el “Shalom” del judaísmo a más de ser un saludo, es un compromiso de vida. La paz, franciscanamente hablando, es una tarea que debemos realizarla, sobre todo en una sociedad conflictiva, como la nuestra, y que en cierta manera se asemeja a la sociedad de tiempos de Francisco. Antes que hablar de paz, sería mejor hablar de un comportamiento diferente al de la violencia; ser pacífico, según el espíritu de Francisco, es ser no-violento, lo que implica, pacificarse interiormente, para poder pacificar a los demás; deponer los recursos de la violencia y agresividad para imponer sentimientos de amistad y concordia. Por eso, es tan importante el mensaje de Celano, que coloca en labios de Francisco que, por ser tan evangélico, es tan actual: “La paz que anunciáis con vuestros labios, llevadla primero en vuestros corazones”. Francisco se siente llamado a “ir por el mundo” en medio de gentes de toda condición, “también entre sarracenos e infieles”. Pero su actitud siempre fue la misma, ser hombre


22 pacífico, que consiste en tener libertad en el espíritu para confesar lo que ama y lo que cree, pero respetando al otro como es. El padre Francisco, al comportarse como un no-violento, no fue ni indiferente, ni resistente ante la violencia y el agresor; fue quien afronta la contradicción con amor y misericordia, observando el ejemplo de Cristo, el siervo paciente de Yavé, que se comporta apacible, pacífico, mensurado, manso y humilde y que, aún en la cruz y el dolor, nos da muestras de perdón y reconciliación. Preces. V/ Hermanos: invoquemos a Dios nuestro Padre con nuestra oración para que nos haga mensajeros y artífices de la paz en el mundo. R/ Señor, concédenos el don de la paz. -

Para que promoviendo la paz y la unidad dentro de la Iglesia, alejemos de nosotros toda intolerancia e incomprensión. Para que nos esforcemos continuamente en llevar una vida de santidad, expresada por la fidelidad a Cristo, nuestra paz. Para que los pueblos del mundo tomen conciencia de la necesidad de implantar la justicia como requisito para gozar de la paz. Por los que sufren los horrores de la guerra y las injusticias sociales, para que encuentren el apoyo y la solidaridad de sus hermanos. Para que progresando en la comprensión y en el amor cristiano, nos hagamos más sensibles a las necesidades de todos los hombres.

Oración conclusiva. Señor, tú dijiste que cuantos trabajan por la paz, serían llamados hijos de Dios, concédenos entregarnos sin descanso a la tarea de instaurar en el mundo la única justicia que puede garantizar a los hombres una paz firme y verdadera, y que, como San Francisco de Asís, seamos instrumentos de reconciliación con nuestras palabras y actitudes. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

DÍA OCTAVO EL ANUNCIO DEL EVANGELIO Monición inicial. Jesucristo, antes de ascender al cielo para sentarse a la derecha del Padre, confió a los Apóstoles la misión de ir por todo el mundo anunciando el Evangelio. Desde entonces, la Iglesia, fiel al mandato del Señor, ha ido extendiéndose por todos los lugares de la tierra, evangelizando y uniendo a todos los hombres en torno a la fe en el Único Dios y Señor. Pidamos al Señor, en este día octavo de la Novena a San Francisco, que nos conceda su espíritu para que, viviendo más plenamente nuestro bautismo, asumamos la responsabilidad de ser fieles discípulos del Señor y anunciadores del Evangelio con la palabra y el testimonio.


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Oración. (Alabanza para todas las Horas 1-10) Santo, santo, santo, Señor Dios omnipotente, el que es, y el que era, y el que ha de venir. Y alabémosle y ensalcémosle por los siglos. Digno eres, Señor Dios nuestro, de recibir la alabanza, la gloria, el honor y la bendición. Y alabémosle y ensalcémosle por los siglos. Digno es el cordero que ha sido degollado de recibir el poderío, y la divinidad, y la sabiduría, y la fuerza, y el honor y la gloria, y la bendición. Y alabémosle y ensalcémosle por los siglos. Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo. Y alabémosle y ensalcémosle por los siglos. Bendecid al Señor todas las obras del Señor. Y alabémosle y ensalcémosle por los siglos. Alabad a nuestro Dios todos sus siervos y los que teméis a Dios, pequeños y grandes. Y alabémosle y ensalcémosle por los siglos. Y todas las criaturas del cielo y de la tierra, y las que están bajo la tierra y el mar, todo lo que hay en él. Y alabémosle y ensalcémosle por los siglos. Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo. Y alabémosle y ensalcémosle por los siglos. Como era en el principio y ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén. Y alabémosle y ensalcémosle por los siglos. Lectura bíblica. Evangelio según San Marcos (16, 15-20) En aquel tiempo se apareció Jesús a los once y les dijo: “Vayan por todo el mundo y anuncien la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará. El que se resista a creer se condenará. Y estas señales acompañarán a los que crean: en mi nombre echarán los espíritus malos, hablarán en nuevas lenguas, tomarán con sus manos las serpientes, y si beben algún veneno no les hará ningún daño. Pondrán las manos sobre los enfermos y los sanarán”. Así, pues, el Señor Jesús, después de hablar con ellos, fue llevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Y los discípulos salieron a predicar por todas partes con la ayuda del Señor, el cual confirmaba su mensaje con las señales que lo acompañaban. Lectura franciscana. Leyenda de los Tres Compañeros (36-37) San Francisco, lleno ya de la gracia del Espíritu Santo, reunió ante sí a los dichos seis hermanos y les anunció lo que les había de ocurrir. “Consideremos – dijo-, hermanos queridos, nuestra vocación, a la cual por su misericordia nos ha llamado el Señor; no tanto por nuestra salvación, cuanto por la salvación de muchos otros, a fin de que vayamos por el mundo exhortando a los hombres más con el ejemplo que con las palabras, para moverlos a hacer penitencia de sus pecados y para que recuerden los mandamientos de Dios. No temáis porque aparezcáis pequeños e ignorantes; más bien anunciad con firmeza y sencillamente la penitencia, confiando en que el Señor, que venció al mundo, habla con su espíritu por vosotros y en vosotros para exhortar a todos a que se conviertan y observan sus mandamientos.


24 Encontraréis hombres fieles, mansos y benignos, que os recibirán con alegría y acogerán vuestras palabras; y otros muchos infieles, soberbios y blasfemos, que con sarcasmo os resistirán, como también a vuestras palabras. Formad en lo más hondo del corazón el propósito de soportarlo todo con paciencia y humildad.”. Al oír todo esto, los hermanos comenzaron a temer. Entonces el Santo continuó: “No temáis, porque, sin que pase mucho tiempo, vendrán a nosotros muchos sabios y nobles, y estarán con nosotros predicando a reyes y príncipes y a muchos pueblos. Y muchos se convertirán al Señor, que se dignará extender y aumentar su familia por todo el mundo”. Luego de haberles dicho esto y haberles dado la bendición, marcharon los hombres de Dios y observaron las exhortaciones de Francisco. Reflexión. Según nos cuentan los biógrafos de San Francisco, solo tres años después de su conversión al Evangelio, decidió emprender la tarea de la predicación y enviar a sus hermanos a predicar. Francisco concibe el anuncio del Evangelio primero que todo comprometiendo toda su existencia con el misterio de la salvación. A él le impresiona profundamente la manera evangélica de vivir entre los hombres, es decir, como el apóstol que vive cerca del maestro recibiendo sus enseñanzas y ajustándolas a su propia vida. Quien quiera ir a anunciar la Buena Nueva, tiene que primero hacerlo realidad en su propia existencia bebiendo de la fuente del Evangelio. En segundo lugar, el anuncio del Evangelio, para Francisco, consiste en una presencia discreta y laboriosa en el mundo. El hermano menor puede ser testigo del Reino ocupándose en un trabajo o actividad que vaya de acuerdo con su compromiso al Evangelio; pero, también, mediante una presencia fraterna, es decir, comportándose como un hermano entre los hermanos. Esto es ya un anuncio y una invitación para que los hombres se reconozcan y vivan como hermanos, deponiendo todo sentimiento de rencor y venganza. Finalmente, Francisco llega al anuncio explícito con los signos y las palabras, es decir, con el testimonio. Una predicación, como la asumió él y sus compañeros, no se queda en la exposición elocuente de sermones ni en altos vuelos de oratoria. Hacen palabra abreviada, pero, sobre todo, la respaldan con una vida profunda de oración y espíritu de caridad. Preces. V/ Hermanos, conscientes que nuestra misión como discípulos del Señor es dar a conocer al mundo la Palabra de salvación, dirijámonos al Dios Padre y supliquémosle diciendo: R/ Escucha, Señor, la oración de tu pueblo. -

Padre, que quisiste que tu Hijo resucitado de entre los muertos se manifestara primero a los apóstoles, haz que también nosotros seamos testigos de Cristo hasta los confines del mundo. Padre Santo, tú que enviaste a tu Hijo al mundo para dar la Buena Noticia a los pobres, haz que sepamos proclamar el Evangelio a todas las criaturas. Padre Santo, tú que enviaste a tu Hijo a sembrar la semilla de la Palabra, haz que sembrando también tu palabra con nuestro esfuerzo, recojamos sus frutos con alegría.


25 -

Padre Santo, tú que enviaste a tu Hijo para que reconciliara al mundo contigo, haz que también nosotros cooperemos a la reconciliación de los hombres.

Oración conclusiva. Oh Dios, que enviaste al mundo a tu Hijo como Luz verdadera y suscitaste en tu Iglesia a Francisco de Asís para que fuera anunciador de la Buena Nueva con la palabra y el testimonio, derrama tu espíritu sobre nosotros para que sembremos la semilla de la verdad en el corazón de los hombres y suscite en ellos la fe, de modo que todos lleguemos a formar parte de tu único pueblo. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.


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DÍA NOVENO TRÁNSITO DE SAN FRANCISCO DE ASÍS Monición inicial. En el feliz paso de esta vida a la gloria eterna de San Francisco, sinteticemos la carta de Fr. Elías, Vicario general, dirigida a la Orden anunciando su muerte. Escribe que un gemido sale de su corazón, como aguas caudalosas, porque nuestra consolación se ha ido lejos, ha sido introducido en las moradas luminosas del cielo. Si por él nos alegramos con todo el gozo, por nosotros es solo pesar y pena, porque nos envuelven las tinieblas y las sombras de la muerte. Nos hemos quedado huérfanos, sin padre, privados de aquel que era luz para nuestros ojos. La presencia del hermano y padre Francisco era luz que salía de la Luz verdadera para dirigir sus pasos sobre la luz de la paz, que iluminaba su corazón y calentaba con el fuego de su amor. Predicaba el Reino de Dios y convertía el corazón de los padres, de los necios y preparaba en el mundo un pueblo nuevo para el Señor. Su nombre es celebrado hasta los confines más alejados del universo entero por sus maravillosas obras. Por esto, no quedaremos abandonados a la tristeza; Dios Padre nos confortará con su santa consolación. Si lloramos, por nosotros mismos lloremos, no por él. Como otro Jacob, ha bendecido a todos sus hijos y ha perdonado a todos de cualquier culpa que hayan cometido o pensado contra él. “Pero os anuncio un extraordinario milagro: antes de su muerte, apareció crucificado, llevando en su cuerpo las cinco llagas, que son verdaderamente las marcas de Cristo”.


27 “Cuando estaba en vida, tenía un aspecto humilde y no había belleza en su rostro. Pero, después de su muerte, su rostro se hizo bellísimo, resplandecía de admirable candor y de gran consuelo al verlo”. “Por esto, bendecid a Dios y proclamad su grandeza delante de todos, porque ha hecho descender su misericordia sobre nosotros. Custodiad el recuerdo del hermano y padre nuestro, dad gloria y alabanza porque lo ha hecho grande entre los hombres y lo ha glorificado entre los ángeles”. Es cosa piadosa participar de su gozo; pero es cosa también piadosa llorar a Francisco. Oración (Del Cántico de las criaturas) Altísimo, omnipotente, buen Señor, tuyas son las alabanzas, la gloria y el honor y toda bendición. A ti solo, Altísimo, convienen, y ningún hombre es digno de hacer de ti mención. Loado seas, mi Señor, por nuestra hermana, la muerte corporal, de la cual ningún hombre puede escapar: ¡Ay de aquellos que mueren en pecado mortal! ¡Dichosos aquellos a quienes hallará en tu santísima voluntad, porque la muerte segunda no les hará mal! ¡Alabad y bendecid a mi Señor, y dadle gracias y servidle con grande humildad! Lectura bíblica. Carta de San Pablo a los Gálatas (2,20; 6,14, 17) Estoy crucificado con Cristo, y ahora no vivo yo sino que Cristo vive en mí. Todo lo que me toca vivir, lo vivo transformado por la fe en el Hijo de Dios que me amó y se entregó por mí. Por mí, no quiero sentirme orgulloso de nada, sino de la cruz de Cristo Jesús, nuestro Señor. Por él el mundo ha sido crucificado para mí, y yo, para el mundo. Que nadie, pues, me venga a molestar. Yo, por mi parte, llevo en mi cuerpo las señales de Jesús. Lectura franciscana. Probado con múltiples y dolorosas enfermedades durante los dos años que siguieron a la impresión de las sagradas llagas y trabajando a base de tantos golpes, como piedra destinada a colocarse en el edificio de la Jerusalén celeste y como material dúctil fabricado hasta la perfección con el martillo de numerosas tribulaciones, el vigésimo año de su conversión, Francisco pidió ser trasladado a Santa María de la Porciúncula para exhalar el último aliento de su vida allí donde había recibido el espíritu de la gracia (Leyenda Mayor 14,3) Cuando llegaron al hospital, situado a la mitad del camino entre Asís y Santa María, dijo a los que lo llevaban que dejaran las parihuelas en el suelo. Como, debido a su prolongada y grave enfermedad de los ojos, apenas no veía nada, hizo que le volvieran de forma que tuviera el rostro mirando hacia la ciudad de Asís. Entonces, incorporándose un poco, dio la bendición a la ciudad (Espejo de Perfección 124). Llegado a la Porciúncula, hizo que lo pusieran desnudo sobre la desnuda tierra. Puesto así en tierra, despojado de la túnica de saco, volvió, según la costumbre, el rostro al cielo y, todo concentrado en aquella gloria, ocultó con la mano izquierda la llaga del costado derecho para que no se viera. Y dijo a los hermanos: “He concluido mi tarea; Cristo os enseñe la vuestra” (2 Celano 214)


28 Ciertamente, quiso conformarse en todo con Cristo crucificado, que estuvo en la cruz: pobre, doliente y desnudo (Leyenda Mayor 14,4). Mandó, pues, que llamasen a todos los hermanos que estaban en el lugar para que vinieran a él, y, alentándolos con palabras de consolación ante el dolor que les causaba su muerte, los exhortó, con afecto de padre, al amor a Dios. Habló largo sobre la paciencia y la guarda de la santa pobreza, recomendando el Santo Evangelio por encima de todas las demás disposiciones (2 Cel 216) Sentados a su alrededor todos los hermanos, extendió sobre ellos las manos, poniendo los brazos en forma de cruz por el amor que siempre profesó a esta señal, y, en virtud y en nombre del Crucificado, bendijo a todos los hermanos tanto presentes como ausentes (Leyenda Mayor (14,5) Como los hermanos lloraban muy amargamente y se lamentaban inconsolables, ordenó el padre santo que lo trajeran un pan. Lo bendijo y lo partió y dio a comer un pedacito a cada uno. Ordenando asimismo que llevaran el libro de los evangelios, pidió que le leyeran el evangelio según San Juan desde el lugar que comienza: “Antes de la fiesta de Pascua, etc.” Los pocos días que faltaban para su tránsito los empleó en la alabanza, animando a sus amadísimos compañeros a alabar con él a Cristo. Invitaba también a todas las criaturas a alabar a Dios. Aún a la muerte misma, terrible y antipática para todos, exhortaba a la alabanza, y la invitaba a hospedarse en su casa; “Bienvenida sea –decía- mi hermana muerte”. A los hermanos les dijo: “Cuando me veáis a punto de expirar, ponedme desnudo sobre la tierra -como me visteis anteayer-, y dejadme yacer así, muerto ya, el tiempo necesario para andar despacio una milla” (2 Cel 217) Después de esto entonó él, como pudo, este salmo: “A voz en grito clamo al Señor…Los justos me están aguardando hasta que me des la recompensa” (Leyenda Mayor 14,5) Llegó por fin la hora, y, cumplidos en él todos los misterios de Cristo, voló felizmente a Dios (2 Cel 217) Las alondras amantes de la luz y enemigas de las tinieblas crepusculares, a la hora misma del tránsito del santo varón, llegaron en una gran bandada por encima del techo de la casa y, revoloteando largo rato con insólita manifestación de alegría, rendían un testimonio tan jubiloso como evidente de la gloria del santo, que tantas veces las había solido invitar al canto de las alabanzas divinas (Leyenda Mayor 14,6) Reflexión La muerte del padre Francisco es verdaderamente “el paso” o “tránsito” de este mundo al Padre. Esa muerte nos sigue emocionando. En verdad pudo escribirse que él “no murió, sino que partió para el cielo”. Con razón su biógrafo, Tomás de Celano, pudo exclamar: “¡Oh cuán glorioso es este santo! ¡Su alma parecía bella como una luna, resplandeciente como el sol, que fulguraba de gloria mientras ascendía en una blanca nube! ¡Luz del mundo que en la Iglesia de Cristo iluminas más que el sol!”. Que su presencia ante el Padre celestial nos llene de regocijo y esperanza a todos sus hijos que, aunque indignamente, nos sumamos al gran ejército que Francisco formó para tratar de ser mensajeros evangélicos al estilo suyo. Gloria al Señor que nos dio un padre tan humilde y humano, tan fiel imitador de Jesús. Preces. V/ Hermanos: celebrando con alegría pascual el feliz tránsito del seráfico padre San Francisco, imploremos a Dios omnipotente, fuente de todo don perfecto, para que se digne guiar nuestra vida detrás de sus ejemplos luminosos, diciéndole:


29 R/ Escúchanos, Señor. -

Por la Iglesia, guiada por el Papa y los obispos y sostenida por el Espíritu Santo, pueda hacer comprender a todos los hombres el infinito amor de Cristo, oremos. Por la santa Iglesia católica, para que anuncie con valentía a Cristo, camino, verdad y vida en simplicidad y pobreza, oremos. Por nuestro país, para que inspirado en el anuncio del Evangelio, sepa vivir y reafirmar los valores de la fe y se convierta en ejemplo de vida cristiana para el mundo, en la integridad de la familia y de las costumbres, oremos. Por los hijos y seguidores de San Francisco, para que se entreguen más generosamente al servicio de Dios, dando testimonio de pobreza, alegría, según el espíritu cristiano, oremos. Por todos los devotos y amigos de San Francisco esparcidos por el mundo, para que, inspirados en su vida ejemplar, sean fermento entre todos los hombres, oremos. Por todos nosotros, que hemos seguido esta Novena, para que, con corazón de pobre, sigamos a Cristo, a ejemplo de Francisco, oremos.

Oración conclusiva. Oh Dios, que al Seráfico Padre San Francisco, pobre y humilde, le has dado el don de configurarse perfectamente con Cristo y, por el camino de la cruz, ha llegado a la Pascua eterna, concédenos que, recordando con afecto filial su feliz tránsito, sigamos a tu Hijo en el camino del evangelio y, unidos a ti en caridad y alegría, alcancemos la bienaventuranza eterna. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.


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ORACIONES E HIMNOS FRANCISCANOS ORACIÓN ANTE EL CRUCIFIJO DE SAN DAMIÁN ¡Oh alto y glorioso Dios!, ilumina las tinieblas de mi corazón y dame fe recta, esperanza cierta y caridad perfecta, sentido y conocimiento, Señor, para que cumpla tu santo y veraz mandamiento. CÁNTICO DE LAS CRIATURAS O CÁNTICO DEL HERMANO SOL (Compuesto por San Francisco de Asís) Altísimo, omnipotente, buen Señor, tuyas son las alabanzas, la gloria y el honor y toda bendición. A ti solo, Altísimo, corresponden y ningún hombre es digno de hacer de ti mención. Loado seas, mi Señor, con todas tus criaturas, especialmente el señor hermano sol, el cual es día y por el cual nos alumbras. Y él es bello y radiante con gran esplendor: de ti, Altísimo, lleva significación. Loado seas, mi Señor, por la hermana luna y las estrellas: en el cielo las has formado luminosas, y preciosas, y bellas. Loado seas, mi Señor, por el hermano viento, y por el aire, y el nublado, y el sereno, y todo tiempo, por el cual a tus criaturas das el sustento. Loado seas, mi Señor, por la hermana agua, la cual es muy útil y humilde y preciosa, y casta. Loado seas, mi Señor, por el hermano fuego, por el cual alumbras la noche: y él es bello, y alegre, y robusto, y fuerte.


31 Loado seas, mi Señor, por nuestra hermana la madre tierra, la cual nos sostiene y gobierna, y produce diversos frutos con coloridas flores y hierbas. Loado seas, mi Señor, por aquellos que perdonan por tu amor, y soportan enfermedad y tribulación. Bienaventurados aquellos que las sufren en paz, pues por ti, Altísimo, coronados serán. Loado seas, mi Señor, por nuestra hermana, la muerte corporal, de la cual ningún hombre viviente puede escapar. ¡Ay de aquellos que mueran en pecado mortal! ¡Bienaventurados aquellos a quienes encontrará en tu santísima voluntad, pues la muerte segunda no les hará mal! Load y bendecid a mi Señor, y dadle gracias y servidle con gran humildad. ORACIÓN POR LA PAZ Señor, haz de mí instrumento de tu paz. Donde haya odio, ponga yo amor; donde haya ofensa, ponga yo perdón; donde haya discordia, ponga yo unión; donde haya error, ponga yo verdad; donde haya duda, ponga yo la fe; donde haya desesperación, ponga yo la esperanza; donde haya tinieblas, ponga yo la luz; donde haya tristeza, ponga yo la alegría. ¡Oh, Maestro!: Que no busque yo tanto: ser consolado, como consolar; ser comprendido, como comprender; ser amado, como amar. Porque dando, se recibe; olvidando, se encuentra; perdonando, uno es perdonado, muriendo, se resucita a la vida eterna.

ORACIÓN A SAN FRANCISCO DE ASÍS (Juan Pablo II) San Francisco, que recibiste los estigmas en La Alvernia, el mundo tiene nostalgia de ti, como icono de Jesús crucificado.


32 Tiene necesidad de tu corazón abierto hacia Dios y hacia los hombres, de tus pies descalzos y heridos, de tus manos taladradas e implorantes. Tiene nostalgia de tu voz débil, pero fuerte con el poder del evangelio. Ayuda, Francisco, a los hombres de hoy a reconocer el pecado y a buscar la purificación del mismo en la penitencia. Ayúdales a librarse de las propias estructuras del pecado, que oprimen a la sociedad de hoy. Reaviva en la conciencia de los gobernantes la urgencia de la paz entre pueblos y naciones. Infunde en los jóvenes la lozanía de la vida, capaz de contrarrestar las insidias de las múltiples culturas de la muerte. A los ofendidos por cualquier clase de mal comunícales, Francisco, la alegría de saber perdonar. A todos los crucificados por el sufrimiento, por el hambre y por la guerra, ábreles de nuevo la puerta de la esperanza. Amén. ORACIÓN POR LA ORDEN FRANCISCANA (Al conmemorar los 800 años de su fundación) ¡Oh Alto y glorioso Dios!, que has concedido a los frailes menores la gracia de ir por el mundo como pregoneros del Evangelio a lo largo de ocho siglos, te rogamos que sigas iluminando las tinieblas de nuestros corazones, para que el gozo de celebrar el octavo centenario de la Orden de Hermanos Menores, ensanche nuestros corazones de amor y nos unas más a Cristo y al Pobrecillo de Asís. Danos, Padre de las misericordias, fe recta, esperanza cierta y caridad perfecta para que, cumpliendo tu santo y verdadero mandamiento, seamos epifanía del amor del Dios Uno y Trino ante los hombres para mayor gloria tuya, que eres el sumo bien, el bien total. Amén. SALUDO A LA BIENAVENTURADA MARÍA (San Francisco de Asís) ¡Salve, Señora, santa Reina, santa Madre de Dios, María, virgen convertida en templo, y elegida por el santísimo Padre del cielo, consagrada por Él con su santísimo Hijo amado y el Espíritu Santo Paráclito; que tuvo y tiene toda la plenitud de la gracia y todo bien! ¡Salve, palacio de Dios! ¡Salve, tabernáculo de Dios! ¡Salve, casa de Dios! ¡Salve, vestidura de Dios! ¡Salve, esclava de Dios! Salve, Madre de Dios! ¡Salve, también todas vosotras, santas virtudes, que, por la gracia e iluminación del Espíritu Santo, sois infundidas en los corazones de los fieles, para hacerlos, de infieles, fieles a Dios!


33 ORACIÓN POR LAS VOCACIONES FRANCISCANAS Oh Jesús, que tuviste en tu siervo Francisco a uno de los más fieles imitadores de tu santísima vida, mira a su Orden que tanto bien ha producido en las almas, bendícela misericordiosamente y envíale muchas y santas vocaciones de religiosos ejemplares, que sigan las huellas que ha dejado en el mundo el seráfico Patriarca. Bendice, oh Jesús, a todos los que profesan la Regla franciscana y haz que todos perseveren en su santa vocación. Que ninguno vuelva los ojos atrás para ver las vanidades del mundo, que ya abandonó, sino que, perseverando hasta el fin en la vida religiosa, alcancen la bienaventuranza eterna que Tú les prometiste. Manténlos firmes en la fe, constantes en la esperanza y ardientes en el amor; y así, unidos a tu divino corazón cumplan fielmente los votos y la Regla. Oh Virgen Inmaculada, Madre y Reina de la Orden franciscana, haz que sean eficaces nuestras súplicas delante de tu Hijo Jesús. Amén.

ORACIÓN A MARÍA (Juan Pablo II) Oh Madre de los hombres y de los pueblos, Tú conoces todos sus sufrimientos y esperanzas. Tú sientes maternalmente todas las luchas entre el bien y el mal; entre la luz y las tinieblas que estremecen al mundo: acoge nuestro grito, dirigido al Espíritu Santo, directamente a tu corazón y abraza con el amor de la Madre y Sierva del Señor a los hombres y a los pueblos que esperan este abrazo tuyo y al mismo tiempo a todos los hombres y pueblos, cuya entrega tú mismo esperas de modo particular. Toma bajo tu protección maternal a toda familia humana que, con afectuoso transporte, nosotros te entregamos a Ti, oh Madre, que se acerque para todos el tiempo de la paz y de la libertad; el tiempo de la verdad, de la justicia y de la esperanza.

PLEGARIA A LA SMA. VIRGEN DE LA NUBE - AZOGUES Dame tus ojos, Madre, para saber mirar; si miro con tus ojos, jamás podré pecar. Dame tus labios, Madre, para poder rezar; si rezo con tus labios, Jesús me escuchará. Dame tu lengua, Madre, para ir a comulgar; es tu lengua patena de gracia y santidad. Dame tus manos, Madre, que quiero trabajar; entonces mi trabajo valdrá una eternidad. Dame tu manto, Madre, que cubra mi maldad; cubierto por tu manto al cielo he de llegar. Dame tu cielo, oh Madre, para poder gozar; si tú me das el cielo, ¿qué más puedo anhelar? Dame a Jesús, oh Madre, para poder amar; ésta será mi dicha por una eternidad. ORACIÓN DE DESPEDIDA A LA VIRGEN DE LA NUBE Contigo voy, Virgen pura, y en tu poder voy confiado; pues yendo de ti amparado, mi alma volverá segura. Dulce Madre, no te alejes; tu vista de mí no apartes; ven conmigo a todas partes, y nunca solo me dejes.


34 Pues me proteges tanto, como verdadera Madre, haz que nos bendiga el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Amén. RESPONSORIO A SAN ANTONIO DE PADUA Si buscas milagros, mira: muerte y error desterrados, miseria y demonio huidos, leprosos y enfermos sanos. El mar sosiega su ira, redímense encarcelados, miembros y bienes perdidos, recobran mozos y ancianos. El peligro se retira, los pobres van remediados, cuéntenlo los socorridos, díganlo los paduanos. El mar sosiega su ira, etc. Gloria al Padre, gloria al Hijo, gloria al Espíritu Santo. El mar sosiega su ira, etc. V/ Ruega a Cristo por nosotros, Antonio, glorioso y santo. R/ Para que dignos así de sus promesas seamos. Oración- Haced, oh Señor, que la intercesión de vuestro confesor y doctor San Antonio, llene de alegría a vuestra Iglesia para que siempre sea protegida con lo auxilios espirituales y merezca alcanzar los eternos gozos. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.


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CANTORAL FRANCISCANO 1. LAS HUELLAS DEL CRUCIFICADO Rosas de sangre han florecido, reviven en tu cuerpo la pasión, Francisco, de amor estás herido, las manos, los pies y el corazón. Tus manos que acogen a los pobres, y parten su pan con el mendigo, yo quiero también amar a todos: ¡Ya puedes, Señor, contar conmigo! Sembrando la paz y el bien caminas y yo, sembrador, iré a tu lado. ¡En ti el Evangelio es carne viva, y Cristo otra vez va crucificado. 2. PADRE BUENO, DIOS HERMANO Tú, Señor, que enciendes las estrellas. Tú, que al sol le das su resplandor. Tú, que cuidas del pájaro perdido, que va buscando un nido guiado por tu amor. Tú, que siembras rosas y trigales. Tú, que al lirio vistes de esplendor, nos proteges, Señor, con más cariño, pues quieres más a un niño, que al pájaro y a la flor. /Padre bueno, Dios alegre, primavera y manantial. Dios hermano, Dios amigo, Padre nuestro celestial/


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Tú, Señor, que velas por el pobre, y al humilde das tu protección, al que amas le ofreces un tesoro, que vale más que el oro, le das tu corazón. Tú, Señor, que alumbras mi camino. Tú que escuchas siempre mi oración, en tu amor pongo yo mi confianza, renace mi esperanza, se acuna mi canción. 3.

ALABADO SEAS, MI SEÑOR. Alabado seas, mi Señor. (bis) El sol y las estrellas proclaman tu grandeza, /las flores y la luna nos cantan tu poder/ Alabado seas, mi Señor (bis) Cantando el universo te ofrece su hermosura, /Pues toda criatura es cántico de amor/ Alabado seas, mi Señor. (bis) Los pájaros y el bosque, los árboles y el viento, /los ríos y los mares, nos cantan tu poder/ Alabado seas, mi Señor. (bis) Por todos lo hermanos, que acojan y perdonan, /por todos los que rezan en su tribulación/.

4. FRANCISCO, EVANGELIO VIVO Fui trovador, me llamaban Francisco; cantaba alegre en las noches de Asís. Mas yo no quiero cantar a Rolando, ni las proezas del gran Amadís. Fui descubriendo un camino distinto, sentí en mi alma un vacío total. no quiero amores, que pasan y mueren, hoy solo canto a mi Rey universal.


37 /Yo quiero ser Evangelio viviente, abandonarme en tus brazos, Señor; ser como un niño que juega y se duerme mientras su padre le envuelve en amor/ Vestía trajes lujosos de seda, lucía al cinto un precioso puñal; hoy mis señores son esos leprosos y mi vestido este pobre sayal. Cambié tesoros por dama pobreza, placer y honores por la santidad; y soy feliz como nunca lo he sido, Dios es mi gozo, mi felicidad. 5.

LAS HUELLAS DEL CAUDILLO Las huellas del caudillo enamorado sigamos con fervor. ¡Vamos tras él!, su voz ha resonado, tremolemos la insignia del amor. /Su sendero es de luz: fieles hermanos, a Francisco seguid, honor y bendición al Padre amante; honor y bendición al Serafín/ En redes amorosas te viste prisionero; amor fue tu divisa, tu lema y tu ideal. /Incendios respirando trazaste el fiel sendero, que muestra a los amantes, divino manantial/ Tu corazón amante a Dios ha cautivado, y sus divinos ojos con gozo en ti fijó; /y al verte en tales llamas, dejástele hechizado, y con flagrante dardo, tu cuerpo traspasó/. Divinamente herido te vieron los mortales y fueron a pedirte lecciones de tu amor. /Inmensas muchedumbres siguiéronte leales, y a todos abrasaste con tu copioso ardor/. Tus ansias imitando, seráficas legiones, lucharon por el triunfo de Cristo y de su cruz. /Iluminar queremos los pueblos y naciones, con célicos fulgores de salvadora luz/. Al cielo los humanos nos tienden la mirada, y en gozos transitorios han puesto su afición; /por eso, hoy emprendemos seráfica cruzada, pidiéndote, oh Francisco, amparo y protección/.


38 Desprecio a lo divino, error e indiferencia dominan por doquier la incauta sociedad. /Francisco, tus ardores difunde con clemencia y sálvese por ellos la ciega humanidad/. 6. OH FRANCISCO, DULCÍSIMO PADRE /Oh Francisco, dulcísimo Padre, desde el cielo bendice a tu grey y haz de todos nosotros heraldos de tu lema de paz y de bien/. Te escogimos, Francisco, por padre; te queremos por nuestro caudillo; porque tú eres sol cuyo brillo, dejas sendas benditas en pos. Eres, Santo de amor, nuestro guía; eres luz, eres fuerza y abrigo; venceremos, Francisco, contigo, pues contigo buscamos a Dios. Mira, Padre amoroso, las sombras, que la faz de la tierra han cubierto: el amor que buscabas ha muerto, y en las almas ha muerto la fe. La niñez, sin amor ni esperanza; por doquier, juventudes marchitas, por doquier, muchedumbres proscritas, con el nombre de paz y de bien. Ven, Francisco, la tierra te espera, con tus huestes benditas avanza; ven a ser nuestro sol de esperanza, ven con tu alma en la nuestra a reinar. en tu regla, el terciario ha encontrado, de virtud, semillero fecundo. esta regla salvar debe al mundo, al obrero, al cristiano, al hogar. 7. CANTEMOS DULCES HIMNOS Cantemos dulces himnos al Serafín de Asís; sus sienes coronemos con lauros y rubís. Oh gloria de Asís, Serafín de amor; /cuán dichoso sois con vuestro pecho herido


39 de amor de Dios/. Vos habéis hallado manantial de amor; de sus puras aguas bebéis de dulzor; quién pudiese en ellas apagar su ardor. 8. OH SERAFÍN ABRASADO ¡Oh Serafín abrasado, imagen del Redentor! Transformadnos por amor en Cristo crucificado. En un pesebre nacisteis, con que de alta santidad, en muy profunda humildad. los fundamentos pusisteis y sobre ellos constituisteis vuestro edificio elevado. Raro ejemplo de pobreza dais al mundo hambriento de oro y mostrando ser tesoro lo que Él tiene por vileza; bienes, vestido y riqueza, por ser rico, habéis dejado. Con ternuras deliciosas, os halaga vuestro esposo, y vos, Francisco, gozoso, con palabras amorosas: Dios mío y todas mis cosas, le decís enamorado. Cual tortolilla llorando con doloroso suspiro, del Alverna en el retiro, viene un serafín volando, y su efigie en vos grabando, quedáis en él transformado. 9. INSTRUMENTO DE TU PAZ /Hazme, Señor, instrumento de tu paz/ Donde haya odio, siembre yo amor; donde haya injuria, siembre perdón; /donde hay discordia, siembre armonía,


40 donde haya sombras, siembre tu luz/. Antes que ser consolado, quiero saber consolar; antes que ser comprendido, quiero saber comprender. Antes que ser amado, quiero saber siempre amar. Esta lección de Francisco debo muy bien aprender; cuando estoy dando, recibo; cuando perdono también. Quiero gloriarme en Cristo, solo vivir para él. 10. HOY A TUS PLANTAS Hoy a tus plantas, llagado Serafín, celestes gracias venimos a pedir. /Tu vida santa imitar queremos, para que algún día reinemos junto a ti/. El mundo insano declara guerra a Dios; robarnos quiere la fe y la religión. Morir queremos hijos de la Iglesia, siempre defendiendo la causa del Señor. 11. SAN FRANCISCO TE SEGUIREMOS San Francisco te seguiremos Por la senda que lleva a Cristo (bis). La pobreza es tu camino, hecho de simplicidad, no teniendo otra riqueza que Jesús y su bondad. La obediencia es tu camino, que conduce hasta Jesús, es tu vida y tu alimento, amasado en dura cruz. La pureza es tu camino, iluminado con la gracia, corazón lleno de amor y cargado de esperanza. 12. LIBRES COMO FRANCISCO


41 Libres como Francisco, ir por el mundo cantando amor; pobres como Francisco, ser los menores de corazón. El sol que todo sabe iluminar, es nuestra guía al marchar. Luz, amistad por el mundo dar, siempre a todos por igual. Ver una flor que sabe adornar, ser un adorno de Dios, ver a las aves, oír su cantar, ser instrumentos de paz. Canto a la gloria del Creador, canto mi alegre ilusión, canto al hermano, canto al amor, canto la gloria de Dios. Somos el resto del gran Israel, somos porción del Señor, somos los pobres del Dios de Jacob, somos amigos de Dios. 13. HERMANA CREACIÓN Si en las flores tú ves el amor de quien puede los lirios vestir; si en los vientos tú sientes de Cristo el poder que los hace calmar; si la luz de la luna transporta tu alma y la llena de paz, con Francisco tú puedes decir: es mi hermana toda la creación (bis). Si en las aves el cielo tú ves la ternura del Padre Creador, y en las aguas los peces contigo alabanzas cantan al Señor. Y si cada mañana señala en tu vida un latido de amor, con Francisco tú puedes decir: es mi hermana toda la creación. Si al sentir el murmullo del tierno arroyuelo, tú escuchas a Dios; si al borde del camino, la hierba y las piedras te muestran su amor; si todo el universo es para ti


42 un himno que alaba al Creador, con Francisco tú puedes decir: es mi hermana toda la creación. Si al hermano tú sirves y siempre sencillo demuestras amor; si con gozo descubres en cada persona la imagen de Dios; si eres sal de la tierra y eres luz del mundo, fermento de paz, con Francisco tú puedes decir: es mi hermana toda la creación. 14. CÁNTICO DE LAS CRIATURAS Bendito seas mi Señor, con todas tus criaturas, especialmente por el hermano sol, que se parece a ti. Bendito seas mi Señor, por la luna y las estrellas, las has formado preciosas y bellas, claras en la oscuridad. /Omnipotente, altísimo, mi buen Señor, tuyos son la gloria y el honor y toda bendición/. Bendito seas mi Señor, por el tiempo nublado y sereno, y por el viento que nos despeja, golpeando en nuestra cara. Bendito seas mi Señor, por la limpia hermana agua; ella es útil, humilde y casta, se cuela por nuestro interior. Bendito seas mi Señor, por nuestro hermano fuego; él es alegre, robusto y bello, nos da luz y calor. Benito seas mi Señor, por la hermana madre tierra, produce frutos, flores y hierba; nos sostiene y nos lleva.


43 Bendito seas mi Señor, por nuestra hermana muerte, de la que nadie puede escapar. alabad y bendecid. Bendito seas mi Señor, por la hermana amistad, la cual es muy necesaria para el corazón del hombre. 15. CONVERSIÓN DE FRANCISCO Tú eres, Francisco, camino, ideal de vida, plena de amor. Cuando era joven sintiese llamado: “deja a tus padres y tus bienes también”. Era una voz que llamaba del cielo: “Francisco, Francisco, ven”. Cuando Francisco rezaba en la ermita, en el silencio buscando la paz, Cristo en la cruz suplicó a Francisco: “restaura mi Iglesia, ya”. Por el camino encontró un leproso, vio en su miseria el rostro de Dios; al abrazarle sintiese ya libre: a Cristo Jesús besó. 16. QUIERO SER, OH SEÑOR Quiero ser, oh Señor, instrumento de tu paz (bis) Que allí donde haya odio, Señor, ponga yo el amor; donde haya ofensa, ponga perdón. Que allí donde hay discordia, Señor, ponga yo la unión; donde hay error, ponga verdad. Que allí donde hay duda, Señor, ponga yo la fe; donde hay desesperación, ponga yo esperanza.


44 Que allí donde hay tinieblas, Señor, ponga vuestra luz; donde hay tristeza, ponga yo alegría. 17. FRANCISCO, HERMANO DE TODOS Por valles y montes verán a un hombre pobre, pidiendo una pieza de pan o lo que sobre. Mas todo lo que ha de tener entre sus manos, será para dar de comer a sus hermanos. Hermano Francisco, te llama el gorrión, el lobo, el cordero, el ciervo, el león; Hermano Francisco, hermano del sol, las piedras, los ríos, la nube, la flor. Las flores al verlo pasar le dan su aroma; y llega a sus pies a besar una paloma, que luego tan alto voló y era tan bella, que en el cielo se convirtió en una estrella. A un lobo que no tiene amor, Francisco amansa; el hombre y el mundo de hoy, que están sin alma, la guerra, el odio y el mal serán los lobos que quiere Francisco amansar, porque ama a todos. 18. LOS BUSCADORES DEL ABSOLUTO Como el arroyo busca la mar, busco yo en mi inquietud, todo mi ser ansía volar, busco tu plenitud. Suenan dos voces como un cantar en mi corazón. Mira hacia el cielo, Dios es tu hogar, Clara y Francisco son. Buscan los hombres en su dolor, fuentes de juventud, yo, solo tengo sed de tu amor, busco tu plenitud. Tú lo eres todo, eres el bien, eres el sumo bien, eres paciencia, eres quietud,


45 eres mi plenitud. 19. QUIERO LLAMAR HERMANOS A TODOS Soy heraldo del rey, de un señor inmortal y conmigo canta el amor; soy hermano del agua, del viento y del sol, mi bandera es la libertad. Mi tesoro es la pobreza, mi alegría que florece, el amor que Dios me ofrece y tu amor. Soy heraldo del rey, de un señor inmortal, mi bandera es la libertad. Son hermanos los hombres, el lobo y el mar, las montañas y el ruiseñor Es mi hermana la muerte, la oveja y la flor. Todos somos fraternidad. Mi tesoro es la pobreza, mi alegría que florece, el amor que Dios me ofrece y tu amor. Son hermanos los hombres, el lobo y el mar. Todos somos fraternidad. 20. HERMANO LOBO ¿Por qué te volviste lobo?, talvez no te amé bastante. ¿Por qué te volviste lobo?, talvez no te supe amar. ¿Por qué con rencor me acechas, y quieres morder mi mano? Talvez yo no fui tu hermano y nunca te abrí mi hogar. ¿Por qué tú nos odias tanto?,


46 talvez yo te odié primero. ¿Por qué nos acosas primero?, talvez te enseñé a acosar. ¿Por qué vives en tinieblas?, talvez te negué mi lumbre, y toda tu pesadumbre nació de mi crueldad. Hoy vengo a llamarte hermano y darte la paz y el bien. Hoy vengo a llamarte hermano y juntos poder amar. Los hombres a veces somos Más fieros que el lobo feroz, Hoy darte mi mano quiero Y abrirte por fin mi hogar. 21. FRANCISCO REPARA MI IGLESIA La Iglesia se está cayendo, ya ves. Sus muros rotos están: así le habló a Francisco el Señor en la ermita de San Damián. Yo puedo cerrar sus grietas, Señor; mis manos te ayudarán. Verás qué limpia y hermosa estará nuestra ermita de San Damián. Iglesia humana y divina a la vez, que en luz sombras lo ves. Viviendo el Evangelio, más pobre y libre he de ser. La Iglesia que nos preocupa no es de piedra, ni es material. La Iglesia somos los hombres de Dios, no la ermita de San Damián. Queriendo ser hoy mejores que ayer, la vamos a reparar; cumpliendo lo que el Señor nos pidió, en la ermita de San Damián. 22. SEÑORA DE LOS ÁNGELES Hoy quiero cantarte, Señora de los ángeles,


47 Reina soberana, Madre celestial. Yo soy una alondra, que ha puesto en ti su nido, viendo tu hermosura, te reza su cantar. Luz de la mañana, María, templo y cuna, mar de toda gracia, fuego, nieve y flor. puerta siempre abierta, rosa sin espinas, yo te doy mi vida, soy tu trovador. Salve, surco abierto donde Dios se siembra, te eligió por Madre Cristo, el Redentor. Salve, esclava y Reina, Virgen nazarena, casa, paz y abrazo para el pecador. 23. HERMANA CLARA Clara es tu nombre, claro tu vivir; trigo tus cabellos, miel tu sonreír; frágil como un mimbre, sed de eternidad. /Dios te da su fortaleza, sol de claridad/. Clara, Clara, Clara, trigo, lirio y luz. Clara, Clara, Clara, esposa de Jesús. Clara, Clara, Clara, alma de cristal. /En invierno y en la nieve, floreció el rosal/. Alma franciscana, llama de oración. Búsqueda constante en tu sed de Dios. Flor que nos ofrece la fraternidad. /Dios te da su fortaleza, sol de claridad/.


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24. CLARA FORTALEZA Y TERNURA Clara, fortaleza y ternura, fiel a la vida y a la revelación. exhortas a tus hermanas a guardar la unidad del mutuo amor. Clara, oración hecha vida: con la palabra contemplando al Señor, su espíritu se transforma y unifica su vida en el amor. Clara, virgen pobre y humilde, firme y paciente en la tribulación, abrazas a Jesucristo, su misterio de cruz y salvación. Clara, luz que irradia la vida, llevas la iglesia en tu gran corazón; tu vida es presencia viva, que alienta la nuestra desde Dios. Clara, servidora de Cristo; tú que acogiste la llamada de Dios, bendice a tus hermanas, para ser siempre fieles al gran don. Gloria sea dada a Dios Padre, que nos llamó a tan gran vocación, y gloria a ti, virgen Clara, por seguir su divina inspiración. 25. A SAN ANTONIO DE PADUA Los ruegos escucha, Antonio clemente, que el pueblo doliente dirige hacia ti. De angustia oprimido, el pueblo te aclama: atiende el gemido que eleva a tu altar, y pío derrama, las gracias del cielo, /y trueca en consuelo su amargo llorar/. Del lirio exhalando


49 el célico aroma, atraes con blando arrullo a Jesús; y amante paloma le ofreces tu pecho, /suavísimo lecho y grata quietud/. Mil claros portentos dispensa tu mano; amansa los vientos de atroz tempestad; el género humano te invoca en sus penas, /y al punto serenas su cruda ansiedad/. 26. A SAN ANTONIO San Antonio glorioso, Amante de Jesús, al pueblo piadoso socorres con tu luz. Eres lirio inmortal de pureza, eres rosa encendida de amor, eres flor de acendrada belleza, de Lisboa, celeste fulgor. Por doquier tu nombre se aclama, cual estrella radiante sin par; tus portentos pregona la fama, en el cielo, en la tierra, en el mar. Gran doctor de las frases divinas, gran privado de nuestro Señor, y por eso tú solo adivinas sus caminos radiantes de amor. Ya escalaste, cual Buenaventura, un peldaño en la casa de Dios. Dos maestros seréis de dulzura, paladines de Cristo los dos. No nos dejes en nuestro desvelo, se seguir al Señor con la cruz; tu piedad nos conduzca hasta el cielo, por senderos de amor y de luz. 27. MI MADRE QUERIDA


50 (A la Virgen de la Nube) Madre de la nube, mi Madre querida, oye los gemidos de mi corazón. Madre de la nube, protectora mía, en tus manos blancas, guarda mi tesoro. Madre de la nube, vida y esperanza, dame la bonanza de tu corazón. Madre de la nube, dulce Madre mía, dame, por piedad, el maná divino. Madre, tierna Madre, oye las plegarias, de gemido y llanto de los peregrinos. Madre de la nube, en tus manos dejo toda la ternura de mi corazón. Desde tu colina, desde tu Calvario, mira el testamento de tu Redentor. 28. VIRGEN MILAGROSA ¡Oh Madre de la Nube! ¿Oh Virgen milagrosa! Te elevo esta plegaria por todo el Ecuador. Desde esta bella tierra, mi venerado Azogues, tu cuna preferida, te yergues majestuosa. Diciembre, enero y mayo, los meses más queridos, me acerco a tus plantes postrado de rodillas.


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CRONOLOGÍA DE LA VIDA DE SAN FRANCISCO Verano u otoño de 1181: Nace Juan de Pedro de Bernardone y es bautizado en Asís; su padre le cambia el nombre por el de Francisco (“pequeño francés”) 1190: Francisco acude a la escuela parroquial de San Jorge. 1193: Clara (Chiara di Favarone) nace en Asís. 1199-1200: Guerra civil en Asís; destrucción de los castillos de los nobles feudales. Algunas familias de Asís (incluida la de santa Clara) se trasladan a Perusa. Noviembre de 1202: Guerra entre Perusa y Asís; Asís es derrotada en la batalla de Collestrada. Francisco pasa un año en la prisión de Perusa, hasta que es rescatado por su padre. 1204: Francisco se recupera lentamente de la enfermedad que había contraído en prisión. Primavera de 1205: Francisco se dispone a ir a la guerra en la Pulla, pero regresa al día siguiente después de haber tenido una visión en Espoleto. Éste es el principio de su gradual conversión. Otoño o invierno de 1205: Encuentro de Francisco con el leproso. Le habla el crucifijo de San Damián, diciéndole. “Ve, Francisco, y repara mi casa, que como ves, está en ruina”.Los compañeros de Asís se burlan de él. Reza y medita en cuevas. Enero o febrero de 1206: El conflicto de Francisco con su padre termina con un juicio ante el obispo Guido. Renuncia a todo. Primavera de 1206: Francisco cuida a las víctimas de la lepra en Gubio. Desde el verano y durante el invierno, restaura San Damián, San Pedro y la Porciúncula. 24 de febrero de 1208: Francisco, al escuchar en la misa el pasaje evangélico, en el que Cristo invita a una vida de sencillez y renuncia, exclama: “Esto es lo que quiero, esto es lo que busco y esto deseo cumplir con todo mi corazón”. Cambia el hábito de eremita por los pies descalzos del predicador; comienza a predicar. Primavera de 1208: Bernardo de Quintaval, Pedro Catáneo y Gil se unen a Francisco en la Porciúncula; se embarcan en su primera misión. A finales de año, cuatro hombres más se unen a la Orden. Principios de 1209: Cuando el grupo regresa de otra misión, otros cuatro reclutados se unen a ellos, haciendo un total de 12 (incluido san Francisco). Primavera de 1209: Viaje a Roma para la aprobación oral de la Regla para su Orden por el Papa Inocencio III. A su regreso, los hermanos se quedan brevemente en Rivo Torto. 1209-1210: Los frailes se trasladan a la Porciúncula. 19211: Francisco se embarca para Siria; pero, imposibilitado, regresa a Italia Noche del 18 al 19 de marzo de 1212 (Domingo de Ramos): Francisco recibe a Clara en la Porciúncula; ella se traslada a San Damián en mayo. 1213: El Conde Orlando de Chiusi ofrece a Francisco el monte Alvernia, que usa como ermita.


52 1213-1214 o 1214-1215: Francisco viaja a España con intención de ir a Marruecos; una enfermedad le obliga a regresar a la Porciúncula. Noviembre de 1215: Francisco está en Roma durante el IV Concilio de Letrán. Conoce a Santo Domingo de Guzmán. Verano de 1216: Honorio III es elegido Papa tras la muerte de Inocencio III. El nuevo papa concede a Francisco la indulgencia de la Porciúncula o el Perdón de Asís.. 5 de mayo de 1217: Cinco mil hermanos se reúnen en el Capítulo general de Pentecostés en la Porciúncula. Las primeras misiones franciscanas tienen lugar en Alemania, Túnez y Siria. Francisco, que quería ir a Francia, es detenido por el cardenal Hugolino en Florencia. 1219: Tras el capítulo general de Pentecostés, comienzan otra misión en el extranjero. Francisco se embarca en Ancona hacia Acre y Damietta. Atraviesa las líneas de la cruzada para predicar en Egipto al sultán musulmán Melek-el-Kamel, quien le escucha con admiración y permite la predicación a sus súbditos. 1220: Mueren en Marruecos los cinco primeros mártires franciscanos. Francisco se dirige a Acre y a Tierra Santa. El Cardenal Hugolino es nombrado Protector de la Orden. 1220: Francisco dimite como cabeza de la Orden. Nombra a Pedro Cattani como vicario general. 1221: Fr. Elías se convierte en vicario tras la muerte de Pedro Catáneo. Honorio III aprueba la Regla de la Tercera orden o de los penitentes laicos. 1221-1222: Francisco continúa predicando por el sur de Italia. 15 de agosto de 1222: Francisco predica en Bolonia. Principios de 1223: Francisco escribe la Segunda Regla en Fonte Colombo. Esta Regla es discutida en el capítulo general de junio. El Papa Honorio III la aprueba el 29 de noviembre. Navidad de 1223: Francisco, en la misa de navidad en Greccio, instituye los pesebres. 15 de agosto- 29 de septiembre de 1224: Francisco ayuna en el Monte Alvernia y recibe las llagas, que llevará hasta su muerte. Diciembre de 1224-febrero de 1225: Francisco monta en burro para hacer un viaje de predicación por Umbría y Las Marcas. Principios de 1225: Casi ciego por un problema ocular, Francisco recibe los cuidados de Clara en San Damián. Compone el Cántico de las Criaturas, y reconcilia las diferencias entre el obispo y el podestá de Asís. Verano de 1225 a verano de 1226: Francisco recibe, en vano, varios tratamientos para sus diferentes enfermedades. Septiembre de 1226: Al saber que su muerte era inminente, Francisco insiste ser llevado a la Porciúncula. Muere el 3 de octubre y es sepultado al día siguiente en la iglesia de San Jorge. 19 de marzo de 1227: Su amigo el cardenal Hugolino se convierte en el papa Gregorio IX. 16 de julio de 1228: Gregorio IX canoniza a San Francisco. 25 de mayo de 1230: Los restos de Francisco son trasladados a su nueva basílica, en Asís.


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ACTUALIDAD DE SAN FRANCISCO DE ASÍS El espíritu de San Francisco es el que nos dejó el Señor en su Evangelio; no ha envejecido, es de total actualidad, e incluso, es más necesario que nunca en nuestros tiempos modernos. San Francisco es un gran profeta que denuncia, con el ejemplo de su vida, las falsas seducciones del dinero y del placer y anuncia la gran alegría que se halla solo en Dios. Cuantos problemas nuevos se plantean a la conciencia del hombre del tercer milenio: el papel que deben asumir las mujeres en el mundo, los grandes problemas de la regulación de nacimientos, los derechos del niño para nacer, los bancos de datos y de informaciones, la computación que se impone como una nueva ley fría y rigurosa, la generalización de la droga, la extensión de los medios de comunicación, la prolongación de la vida con la máquina respiradora, los desechos nucleares, el desequilibrio entre las naciones que se hacen cada vez más ricas y las que se hacen cada vez más pobres, los conflictos armados que estallan en todas partes, etc. En este mundo moderno de la técnica y del rendimiento, ¿qué nos dice este Francisco de la Edad Media? Su mensaje es exactamente el mismo que es el de Cristo, es una Buena Noticia, es el mensaje del Amor, es lo que la Iglesia no se cansa de repetir por la voz de sus pastores: “El hombre no vale por lo que tiene, vale por lo que es; el hombre es más grande de lo que se ve, porque su origen y su fin están en Dios” Oh Francisco, enséñanos la grandeza del ser humano, quien solo en Dios puede encontrar su verdadera felicidad; enséñanos a liberarnos de la seducción del dinero que todo lo falsea; enséñanos a iluminar nuestra vida con el único ideal que valga la pena y que tiene un solo nombre: AMAR.2

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Ricciardi, P. Ramón, San Francisco de Asís, Colección “Honor de Dios, Ed. Librería Fiat voluntas tua Inc.


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