A mi madre, por despertar en mí el afán de la lectura y la escritura, con grandes dósis de generosa paciencia A mi padre, por tener entre su biblioteca y a mi alcance las Cartas de Relación de Cortés, inicio de mi interés por éstos temas. A todos los profesores de mi facultad, especialmente los de Departamento de Historia Moderna y de América, por enseñarme el oficio de historiador y apoyarme en mis investigaciones durante la carrera y el máster. A Noemí, por aguantar estoicamente las largas horas empleadas en las infografías y debates en el grupo, así como por su apoyo incondicional. A todos mis amigos y compañeros investigadores e ilustradores de ambos lados del océano, cuya pasión resulta más contagiosa que el “huey cocoliztli” de 1520.
Ilustración de la portada de Luis Armando de la Luz Alarcón Ilustraciones de la contraportada de Luis Armando de la Luz Alarcón y Yair Arroyo
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Propósito de esta obra y agradecimientos A fecha de redacción de ésta obra, 2019, se cumple el primer año del quinto centenario de la caída de la poderosa ciudad de Tenochtitlán y la alianza (Ēxcān Tlahtōlōyān) que abanderaba. Era una nación poderosa, que conformaba un imperio militarista de base tributaria y de régimen zuyuano semejante a otras culturas del posclásico mesoaméricano. Y sin embargo, resultó ser el enemigo a vencer para una multitud de enemigos, entre los que contaban sus antiguos aliados y feudatarios, acaudillados por una tropa de extranjeros venidos de las cercanas Antillas y procedentes de la lejana e ignota España. Los mexicas y otros pueblos les llamaron en ocasiones “teules”, tomándoles por dioses, aunque pronto salieron de su engaño y se dieron cuenta que se trataba de hombres mortales, ansiosos de riquezas, fama y botín. Pasaron entonces a llamarle “caxtiltecas”, la gente de Castilla, encajándolos a duras penas en su universo mental y cosmogonía. Desde la historiografía tradicional de la derecha española, así como la “leyenda rosa” de nuevo cuño, el proceso de conquista y colonización del actual México constituye una página luminosa y civilizatoria de la Hispanidad, mientras que para posturas como la Leyenda Negra o el Neoindigenismo, la Conquista no fue si no una irrupción, una invasión que provocó un ulterior genocidio físico y cultural de la Mesoamérica Prehispánica y su rico acervo cultural. Sin embargo, fue el propósito de un grupo de historiadores y entusiastas crear un grupo de debate y trabajo en Facebook cuyas normas estipularan que se debía en primer lugar y ante todo caso huir de éstas posturas extremas, contextualizar los sucesos históricos y ser críticos tanto con la sociedad española/castellana como con la mexica/mesoamericana, pues sólo así el intercambio de ideas podía fructificar en un análisis y relato del proceso de la Conquista desde una óptica más ecuánime y apegada a la realidad histórica. Nos propusimos, así pues, hacer “una historia de la Conquista de México que no gustara a nadie”, pues los gobiernos, grupos políticos, intelectuales con un marcado alineamiento historiográfico o político siempre tenderán a distorsionar la complejidad del tono de grises que un suceso histórico “trascendental” para la formación de una nación puede poner en entredicho. Para realizar esta obra hemos consultado una gran cantidad de fondos bibliográficos, fuentes históricas escritas, arqueológicas, antropológicas, de arqueología experimental y de estudio crítico y comparativo de las fuentes siguiendo una diversidad de estilos y métodos historiográficos sin ajustarnos 100% a uno de ellos, para huir de dogmatismos y resultar más cercanos al público con una obra de divulgación que cualquier entusiasta en temas de historia pueda comprender, sin la necesidad del farrogoso uso de términos propios del gremio, que se incluyen en ocasiones explicados para el gran público. Es por esto que la obra se refiere a la Conquista de México como tal, y no con otro término como Invasión o Irrupción, aunque en realidad sean sinónimos. Un título más ajustado a los modernos estudios historiográficos hubiera sido algo como “La irrupción e invasión castellana del Ēxcān Tlahtōlōyān”. Sin embargo, hemos decidido usar el clásico término “Conquista de México” al ser más popular entre el público no especializado, más
significativo y con un largo uso (al menos de tres siglos), por lo que sirve para identificar de forma casi inmediata para un lego en la materia a qué nos estamos refiriendo. La creación del grupo de debate en Facebook ha producido en sus integrantes más de un efecto. A día hoy, contando más con de 3.000 miembros, son tan comunes las peleas por temas generales como la creación, poco a poco, de unas líneas o de compromiso en forma de decálogos, aceptaciones de lo obvio y combate a las leyendas más enquistadas y furibundas sobre el proceso que enriquecen y elevan el debate. Hemos analizado y compartido gran cantidad de bibliografía, artículos de especialistas y publicaciones, contando entre nuestros miembros con estudiosos, ilustradores e investigadores de renombre como Marco Antonio Cervera Obregón (profesor de la Universidad del Anahuac y gran investigador del militarismo mesoamericano), Isabel Bueno Bravo (miembro de la Fundación Cátedra Universidad Iberoamericana y profesora de la Asociación Alumnos Mayores Universidad Complutense de Madrid (ADAMUC) o escritores de divulgación de gran éxito en España como Carlos Canales o Rafael Rodrígo Fernández (Doctor en Historia por la UNAM y propietario de la librería Tercios Viejos en Madrid) o Jorge Álvarez (archivista del Archivo Histórico de Asturias) entre otros. Asimismo, nos honran con su presencia jóvenes investigadores y profesores de centros como la Universidad del Anahuac, la Universidad Autónoma de Guerrero, la Universidad Michoacana de San Nicolás Hidalgo, y diversas universidades e instituciones españolas como el alma máter de este autor (la Universidad de Granada), la Universidad Complutense de Madrid y centros de excelencia internacional como el CSIC (Consejo Superior de Investigación Científicas de España), el INAH (Instituto Nacional de Antropología e Historia de México) o el ENAH (Escuela Nacional de Antropología e Historia). No podía dejar de citar a los investigadores particulares y recreacionistas históricos, procedentes muchos del grupo hermano “YAOCELOTL, Armas, Guerra y recreacionismo militar Prehispánico” como Luis Armando de Luz Alarcón, Ricardo Carvajal Medina, Emmanuel Keech Saavedra, Toño Montoya, Roberto Palomero Madoz, Justo Navarro, Juan Molina Fernández o Arsenio Sotelo, entre otros. Ellos aportan una perspectiva práctica y de investigación de lo concreto y cotidiano, el análisis del armamento, la táctica y lo descrito en las fuentes aplicando el método comparativo, el sentido común, o atreviéndose a realizar reproducciones de armamento castellano y prehispánico de la época para extraer de sus construcción y uso valiosas conclusiones generalmente omitidas por los historiadores más academicistas. Es a raíz de todo este buen trabajo y debate que yo, David Nievas Muñoz, administrador y fundador del susodicho grupo, acometí la tarea de viralizarlo a través de las redes sociales creando una serie de sencillas infografías, de contenido breve y conciso, que se hicieran eco de ésta sabiduría y la trasladaran al gran público. Con esta humilde intención, fui juntando a través de plantillas e imágenes cientos de infografías sobre historia militar, personajes y sucesos históricos, análisis de las sociedades que participaron en el proceso de la Conquista y combate a mitos y lugares comunes sobre la misma. Es tanto material, tan diverso e interesante, que me veo en la obligación de publicarlo en un formato convencional, con ayuda de una licencia Creative Commons y respetando escrupulosamente los derechos de autor de autores e ilustradores amigos para crear una obra de divulgación. La suerte y el contacto a través de las redes sociales ha honrado a éste autor con la amistad y el apoyo de ilustradores y pintores de renombre como Augusto Ferrer-Dalmau,
Paul Guinan, Jose Antonio Sollero López, Daniel Parada, Jaime García Mendoza o Yair Arroyo, junto a otros ilustradores noveles anteriormente citados, para poder incluir en estas páginas sus trabajos de reconstrucción de historia social y militar de este fascinante suceso histórico y los hombres y mujeres que formaron parte de él.
Introducción En el año de nuestro señor de 1519, uno caña en el calendario solar mexica, una flota de once naves se reúne en Santiago de Cuba, una ciudad fundada hacía pocos años, para llevar a 500 hombres de a pie y 16 jinetes al territorio previamente explorado y conocido como “San Juan de Ulúa”, donde Juan de Grijalva había sido recibido por una embajada del huey tlatoani Motēcuhzōma Xōcoyōtzin (en adelante Moctezuma) y recibido de él regalos en forma de oro, plata, pedredría y arte plumario que despertaron la codicia de varios hombres en la isla antillana, en poder de los castellanos desde su conquista en el año 1512. El principal de esos hombres era Diego Velázquez de Cuéllar, gobernador delegado por la corona que ambicionaba el título de “adelantado” y con él la posibilidad de explorar, fundar villas y ciudades en el continente, “rescatar oro” y realizar conquistas en nombre de su católica majestad, el joven rey Carlos, un recién llegado a una Castilla a punto de alzarse en armas contra él por haber delegado el poder en rapaces consejeros flamencos que al igual que el joven monarca no conocían la lengua del país, si no su riqueza y la efectividad de sus ejércitos de infantería, que pondrían a pelear en Italia contra la potencia militar de Europa Occidental a comienzos del siglo XVI: la Francia de Francisco I. Diego Velázquez era, como otros muchos conquistadores, un hombre de grandes ambiciones que no se conformaba con lo que tenía. Él y otros “capitanes” que habían participado en la conquista de la isla, cuyo defensor Hatuey no pudo evitar su caída, procedieron a repartirse los indios y las encomiendas según las vigentes leyes de Burgos de 1512, enriqueciéndose a costa de las vidas de los taínos, muy mermados por su falta de defensas frente a las enfermedades víricas europeas y los malos tratos de sus trabajos, denunciados por clérigos como fray Bartolomé de las Casas o fray Hernando de Montesinos. Crearon enormes cabañas ganaderas, con miles de vacas y decenas de miles de cerdos, que se reprodujeron libremente por las islas y esquilmaron los cultivos indígenas, que no acostumbraban a cercar, lo que acentuó la catástrofe demográfica de un pueblo que para el siglo XVIII había desaparecido de la faz de la tierra, si exceptuamos la huella genética dejada en sus descendientes mestizos o la presencia de parientes de filiación arawak en otras islas y territorios del continente americano. Velázquez gobernaba Cuba como si fuera un asunto familiar, pues muchos de sus jóvenes capitanes eran sus “sobrinos”, aunque no lo fueran de sangre, y repartía entre ellos graciosamente indios y tierras con las que se enriquecieron. Uno de aquellos hombres, y no precisamente el que mejor caía a Velázquez, era un joven llamado Hernando (o Fernando) Cortés, emparentado con los Pizarro por vía materna. Más un letrado que un capitán destacado en la batalla, había sido nombrado alcalde de Santiago de Cuba y contrajo matrimonio con la hija de uno de los mayores plantadores de la isla, Catalina Juárez Marcayda a través de cuya dote Cortés amplió sus riquezas en la entonces llamada Isla Fernandina (en honor al rey Fernando el Católico, muerto tres años antes). Formó así parte de un selecto club de encomenderos que se convertían en financieros y capitanes de las expediciones a Tierra Firme, donde embarcaban gran cantidad de “chapetones”, recién llegados a Indias que se encontraban fuera del reparto del botín, así como “baqueanos” o veteranos arruinados por otras campañas o malas expediciones en Indias, entre los que se contaban veteranos de las guerras europeas de la época.
Fue con ayuda de estos financieros que Velázquez decidió mandar una tercera expedición, aportando cada cual parte de los hombres, las armas, los suministros, caballos y barcos que habían de engrosar la Tercera Expedición mandada por aquel gobernador. Sus instrucciones oficiales, firmadas con Cortés en unas capitulaciones en octubre de 1518, se ceñían a sus atribuciones como capitán de una expedición mandada por un gobernador y no adelantado, sin la posibilidad de crear nuevos asentamientos en “Tierra Firme”. Sin embargo, Velázquez había retirado el mando a Grijalva aquel mismo año precisamente por no arriesgarse a hacer tal cosa, por lo que fundar una villa o ciudad que justificara nuevos avances y conquistas entraba en los planes del gobernador. Cortés parecía un hombre más resoluto y arrojado. Tanto que, prontamente, se ganó la confianza de algunos partidarios de Velázquez, con promesas de “ir más allá de las órdenes”. Cervantes “el Chocarrero”, un soldado que hacía las veces de bufón del gobernador, le avisó a éste de que tuviera cuidado con Cortés, por que era “varón que tenía en mucho sus cosas”. Alarmado, Velázquez trató de detener la expedición o relevar a Cortés del mando, que pasó a la banda occidental de la isla para escapar de la cercanía de Velázquez. Finalmente, y ante el corte de suministros por parte del gobernador y el envío de otro capitán para reemplazarle al mando de la expedición, Cortés y los suyos aceleran su salida en Febrero de 1519, siguiendo la misma derrota que Grijalva un año antes, a través de Cozumel y las tierras de la Península del Yucatán, donde habría de enfrentarse al cacique Tabascoob y sus guerreros en la Batalla de Centla. Y sin embargo, no fue hasta que pisó la costa de Veracruz que llegó a las lindes de los dominios tributarios de la Triple Alianza y comenzó, en torno a abril y mayo de 1519, el proceso de la Conquista de México. Por su parte, el huey tlatoani Moctezuma estaba inquieto. Durante dos años, informes llegaban a la capital de Tenochtitlán, la enorme ciudad lacustre que sorprendió a los castellanos, sobre extranjeros en casas de madera flotantes que se acercaban a sus costas. El año anterior, había mandado a una embajada a recibirles, con regalos y en la esperanza de que éstos fueran como una suerte de “daneguild” que contentara a aquellos bárbaros y los alejara de sus dominios. A través de los mayas de Cozumel, que mantenían un comercio marítimo y costero con todo el Golfo de México, incluidas algunas de las Antillas de forma puntual, supo el tlatoani que en las islas a no mucha distancia de sus costas no vivían ya los pacíficos taínos, si no aquellos extraños hombres barbados que se habían comportado como conquistadores y nuevos señores de aquellas tierras, algo a lo que estaba más que acostumbrado, pues la Mesoamérica de su época era un lugar donde la guerra se había vuelto un fenómeno endémico y las diferentes potencias y señoríos competían entre si para extender las lindes de sus dominios. Nervioso por las supersticiones anejas al año 1-caña y las leyendas del retorno del dios civilizador Quetzalcóatl (la serpiente emplumada), Moctezuma mandó situar guarniciones militares, atalayas y embajadores en los límites de sus dominios, aguardando la llegada de los extranjeros para saber como obrar mejor. Por eso, a la llegada de Cortés y sus naves a la zona de Veracruz, antes siquiera de conocer a sus habitantes totonacas, unos embajadores mexicas acompañados por tlacuilos (escribanos y dibujantes) llegaron al campamento español con regalos y nuevas del tlatoani, entre los que se contaron unas grandes bandejas de oro y plata que despertaron la codicia de los castellanos. Entretanto, los escribanos tomaron notas y dibujos de cuanto veían: naves, caballos, cañones, perros, hombres armados con un metal plateado duro y flexible, algunos de ellos barbados, otros con extraños colores en sus cabellos, como el rojo o el amarillo, nunca antes vistos.
Rápidamente, los mensajeros al relevo que eran capaces de llevar pescado fresco desde la costa hasta la capital de Tenochtitlán, llevaron los dibujos y las nuevas al tlatoani, cuya preocupación e incertidumbre crecían. Durante una visita a bordo de los buques españoles, los mexicas habían ofrecido atavíos representando a varios dioses a Cortés. No sabemos si aconsejado por Malintzin o por mera suerte, él señaló los de Quetzalcóatl, que le impusieron durante unos minutos. Para el extremeño, fue una especie de juego o chanza en la que transigió para entablar buenas relaciones con los emisarios de aquel poderoso imperio. Para Moctezuma II, el inicio de una incertidumbre de carácter místico y político que le llevaría poco a poco hasta su final. Nada hacía sospechar que el poderoso señor de los mexicas, que había intentado años antes someter a los tarascos y los tlaxcaltecas con enormes movilizaciones militares, sería depuesto un año más tarde, tras caer prisionero de aquellos extranjeros y sufrir uno de los casos más notorios de “Síndromde de Estocolmo” que la historia ha registrado. Había comenzado el choque entre dos mundos, que hasta entonces se desconocían, algo catastrófico, épico y sangriento que colocó a dos culturas en una posición en la que la humanidad no volverá a estar hasta encontrarse, algún día, cara a cara con una civilización extraterrestre inteligente y desarrollada, totalmente ignota para el hombre del siglo XXI. Este es uno de los motivos que convierten a la Conquista de México en un suceso tan apasionante y controvertido, que despierta pasiones y mueve a la discusión aún cinco siglos después. Del resto hablaremos a través de éstas páginas.
Antes de analizar la faceta militar, hablar de los sucesos concretos, los personajes o el contexto social, religioso y político detrás de la Conquista, conviene refutar una serie de mitos y lugares comunes que durante estos siglos se han ido acumulando, como capas de tierra sobre un corte arqueológico, y que nos impiden valorar en su justa medida el proceso. Es por eso que cuando acometí la tarea de crear una serie de textos cortos o infografías para explicar este proceso, “los básicos” fuera la primera serie en la que pensé. Los autores de los mismos, no siempre un servidor, os deseamos que os sirvan a modo de choque de realidad para afrontar todo sobre lo que hablaremos a continuación.
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1 Reproducción y fotografía del escaupil de Arsenio Sotelo Rincon
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2 Atribuciรณn del mapa remezclado y compartir similar Creative Commons 4.0
Aztec empire 1519-fr.svg: historicairderivative work: Rowanwindwhistler [CC BY-SA 4.0 (https://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0)]
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3 Esquemas del macuahuitl y las lanzas de Luis ร ngel Hernรกndez Islas
Detalle de los esquemas a mayor resoluciรณn
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4 Ilustraciรณn del tlaxcalteca de Luis ร ngel Hernรกndez Islas
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5 Texto e infografía de Luis Armando de la Luz Alarcón
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6 Ilustraciรณn superior de Luis Armando Alarcรณn Ilustraciรณn inferior de Daniel Parada "Zotz" (https://www.facebook.com/pg/Zotzcomic/)
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7 Ilustraciรณn de Paul Guinan y David Hahn para la novela grรกfica "Aztec Empire" (https://www.facebook.com/aztecempiregraphicnovel/) Mapa de PowerSchool Learning como recurso educativo
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8 Ilustración del guerrero tarasco cortesía de Luis Armando de la Luz Alarcón Imágenes del Códice Mendoza y piezas arqueológicas de dominio público.
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9 Ilustraciรณn superior de Daniel Parada "Zotz" (https://www.facebook.com/pg/Zotzcomic/) Ilustraciรณn inferior de Luis ร ngel Hernรกndez Islas
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10 Ilustración superior de Luis Armando de la Luz Alarcón Ilustración inferior cortesía de Daniel Parada "Zotz" (https://www.facebook.com/pg/Zotzcomic/)
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11 Sketch e ilustraciones de David Hahn y Paul Guinan para su novela grรกfica "Aztec Empire" (https://www.facebook.com/aztecempiregraphicnovel/)
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12 Ilustración de los guerreros mayas cortesía de Daniel Parada "Zotz" (https://www.facebook.com/Zotzcomic/) Gráfico explicativo de la agricultura de roza y quema del blog "Cuadernillo de fuentes" (http://cuadernillodefuentes.blogspot.com/)
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13 Retrato de Moctezuma II por David Hahn y Paul Guinan, autores de la novela gráfica "Aztec Empire" (https://www.facebook.com/aztecempiregraphicnovel/) Cuadro del senado de Tlaxcala de Rodrigo Gutiérrez (1875) de dominio público (100 años o más) expuesto en el Museo Nacional de Arte (http://munal.emuseum.com/)
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14 Recorte de la imagen de la capilla de Santa María de la catedral de Cuernavaca, dominio público (Atribución: KevinTS [CC0] https://creativecommons.org/publicdomain/zero/1.0/deed.en)
La investigación histórico-militar en torno a la Conquista de México está viviendo en las últimas décadas una revolución. A las investigaciones de autores como Ross Hassig, Ian Heath o Marco Cervera Obregón, se suma una pléyade de obras de divulgación de historia militar, como las de la editorial Osprey o Almena, que analizan al detalle los ejércitos de la Triple Alianza y sus enemigos, la hueste conquistadora, su armamento, tácticas y particularidades, así como el choque entre ambas. La faceta militar es sin duda alguna uno de los aspectos peor conocidos por el público en general, que arrastra numerosos mitos, intencionados o fruto de la repetición de “mantras” caducos y ya desmontados por nuevas investigaciones del ramo. En 1519 dos tropas se encontraron en el campo de batalla. Ambas eran semiprofesionales, y contaban entre sus filas con guerreros veteranos y aquellos cuyo oficio únicamente era o había sido las armas. Un numeroso ejército con una tecnología del Calcolítico se enfrentó a una pequeña fuerza de invasores que gozaban de una enorme ventaja táctica y tecnológica con sus armas bajomedievales y propias de los ejércitos profesionales del Renacimiento, de los que habían aprendido su arte y bajo cuyas ordenanzas entrenaron antes de partir para asegurar el buen suceso de la expedición. Las huestes de Tenochtitlán, Texcoco y Tlacopán estaban formadas por guerrerosciudadanos, educados desde el nacimiento, tanto como por guerreros profesionales basados en el sistema de capturas o méritos, así como aquellos nobles que hacían de la guerra su vida y vocación. Muchos de ellos eran guerreros temibles, que pusieron en un aprieto a los castellanos, tal y como nos informan los cronistas de la época. No compete minusvalorar a ninguno de ambos bandos, si no analizarlos en detalle.
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15 Sketch cortesía de Luis Ángel Hernández Islas. Ilustraciones inferiores cedidas amablemente por Luis Armando Alarcón
Lรกmina del guerrero รกguila o cuauhpilli en detalle
Lรกmina del guerrero jaguar o ocelopilli en detalle
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16 Capacete y borgoñotas del siglo XVI de dominio público a través del catálogo del MET de Manhattan (https://creativecommons.org/publicdomain/zero/1.0/) Vectores de dominio público a través de https://publicdomainvectors.org/
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17 Reproducción y fotografías del cuatepozli y el chimalli de Luis Armando de la Luz Alarcón Fotografía y recreación de armamento y vestimenta de dos guerreros cortesía de Antonio Sotelo Rincón
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18 Fotografías y reproducciones de Luis Ángel Hernández Islas. Gráfico del Atlatl de Wikipedia (dominio público)
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19 Ballesta fotografía de Wikipedia: Livrustkammaren (The Royal Armoury) / Jens Mohr / CC BY-SA [Public domain] Cranequín, Wikipedia: [[File:Crossbow (Halbe Rüstung) with Winder (Cranequin) MET DP307909.jpg |Crossbow (Halbe Rüstung) with Winder (Cranequin) MET DP307909]] (CC0 1.0 Universal Public Domain Dedication)
Pata de cabra, Dominio PĂşblico por gentileza del Art Institute de Chicago por Licencia Creative Commons Zero (https://creativecommons.org/publicdomain/zero/1.0/)
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20 Fotografía e indumentaria de cuachic de Luis Armando de la Luz Alarcón. Modelo Said Hernández.
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21 Sketches cortesía de Jose Antonio Sollero Lopez Fotografías de la escopeta de serpentín de la web "Albion small arms" (http://jaanmarss.planet.ee/juhendid/Tulirelvad/andmebaas/album_arkebuus/14th15thcent.htm)
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22 Ejemplares de museo, imágenes de dominio público y diagrama del falconete de la web "De Re Militari" en el artículo del coronel Antonio de Sousa (http://remilitari.com/guias/artilleria2.htm)
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23 Ilustraciรณn del sacerdote portando una imagen sagrada de Daniel Parada "Zotz" (https://www.facebook.com/Zotzcomic/)
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24 Ilustraciรณn de Luis ร ngel Fernรกndez Islas
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25 Ilustración superior cortesía de Paul Guinan, dibujante de la novela gráfica "Aztec Empire" (https://www.facebook.com/aztecempiregraphicnovel/) Ilustración inferior cortesía de su autor Jose Antonio Sollero Lopez
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26 Ilustraciรณn central e inferior cedidas amablemente por su autor Paul Guinan para la novela grรกfica "Aztec Empire" (https://www.facebook.com/pg/aztecempiregraphicnovel)
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27 Fotografías de los maquahuitl e indumentaria de cuachic de Luis Armando Alarcón. Modelo Said Hernández. Diagrama de las partes del macuahuitl de Benji Ruix e Isaac Cabrera
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28 Ilustración superior de Daniel Parada "Zotz" (https://www.facebook.com/Zotzcomic/) Ilustraciones inferiores de Alberto Durero (dominio público)
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29 Ilustración cortesía de su autor Luis Armando de la Luz Alarcón
La ilustraciรณn del tequihua y el novicio en detalle
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30 Ilustración inferior cortesía de Luis Ángel Hernández Islas (https://www.facebook.com/pg/yaoyotljaguar/)
Ilustraciรณn de la formaciรณn mexica en detalle
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31 Fotografía del huasteca Arsenio Sotelo Rincon y modelo Giovanni Méndez. Ilustración del papalotl cortesía de su autor Luis Armando Alarcón
Ilustraciรณn del guerrero papalotl (3 capturas) en detalle
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32 Foto superior de un alano español Ewa Ziemska [CC BY-SA 3.0 (https://creativecommons.org/licenses/by-sa/3.0)] Foto inferior izquiera del lebrel OmarCurrosSimón [CC BY-SA 3.0 (https://creativecommons.org/licenses/by-sa/3.0)] Foto inferior derecha de un galgo español (OmarCurrosSimón [CC BY-SA 3.0
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(https://creativecommons.org/licenses/by-sa/3.0)]) 33 Copia del estandarte de CortĂŠs en el Twitter de Tlatoani_Cuauhtemoc (https://twitter.com/cuauhtemoc_1521/status/1025760981950115840)
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34 Dibujo del soplador de la concha de Dominio PĂşblico a travĂŠs de Wikimedia Commons (Berkeley, University of California, 1903 [Public domain])
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35 Ilustraciรณn del rodelero de Jose Antonio Sollero Lopez
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36 Ilustraciones del guerrero maya y el halach uinic cortesĂa de Daniel Parada "Zotz" (https://www.facebook.com/Zotzcomic/)
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37 Ilustración cortesía de David Luis López "Payasoapocaliptico" (https://www.facebook.com/pg/payasoapocaliptico) Reproducción del casco del tecolote de quetzal de Luis Armando de la Luz Alarcón
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38 Ilustración superior de la novela gráfica "Aztec Empire" por gentileza de sus autores Paul Guinan y David Hahn (https://www.facebook.com/aztecempiregraphicnovel/) Cuadro del apóstol Santiago de dominio público. Ilustración del comic "Zotz" de Daniel Parada (https://www.facebook.com/Zotzcomic/) y (https://zotzcomic.bigcartel.com/)
Comparativa entre dos guerreros tipo (español y mexica) El soldado básico méxica era el guerrero de cero a dos capturas, siendo considerado veterano (tequihua) con tres y recibiendo su primer tlahuitzli (traje guerrero sin acolchar) sobre su escaupil (Ichcahuipilli) de gran resistencia contra armas mesoamericanas y flechas en general (se podían atravesar de una lanzada o estocada según los castellanos), así como un pantli (banderola atada a la espalda) con el símbolo de la mariposa (la metamorfosis del gusano a la mariposa simboliza un renacimiento del guerrero a un estátus superior). Su chimalli o "rodela" era de varas de carrizo con una cama de algodón y una capa de plumas que también tenían otros tlahuitzlis, y que servía para capturar los trozos rotos de obsidiana del arma propia o el enemigo, para que fueran inofensivos al portador. Estos escudos soportaban bien el castigo de las armas mesoamericanas, pero no de las armas penetrantes usadas por los españoles. Como armas ofensivas usaba como todos los soldados un atlatl o estólica capaz de lanzar venablos (lanzas arrojadizas) de hasta dos metros a una distancia mayor que la del arco de libraje medio de los pueblos indígenas americanos, lo que le daba un gran poder de penetración. Su arma principal en el cuerpo a cuerpo era la lanza tepoztopilli (lanza/alabarda de lascas de obsidiana) o el temido macuahuitl, en diferentes versiones (más corto o largo, a una o dos manos) que provocaba horribles heridas y era capaz de cortar como un escalpelo penetrando fácilmente en órganos, tendones, carne y tejidos blandos, aunque sus navajas prismáticas de obsidiana podían partirse al dar contra una superficie dura, lo que provocaba como efecto colateral una dolorosa metralla que causó muchas heridas a los españoles. Estos guerreros eran entrenados desde pequeños en el telpochcalli (escuela guerrera del calpulli) en el manejo de estas armas así como en la lucha cuerpo a cuerpo para la captura de prisioneros, mediante la cual ascendían de estátus. Al llegar a ser tequihua su único oficio era el militar, y cuando no peleaba enseñaba como instructor a los jóvenes novicios en el telpochcalli. El soldado español es un "infante de espada y rodela", que formaban el grueso de la expedición. Eran aventureros recién llegados a las Indias, algunos de ellos veteranos de otras campañas en el Caribe o Tierra Firme, y unos pocos de las Guerras de Italia. No recibían un sueldo y formaban parte de una "hueste" al mando de un capitán que había sido su financiero y reclutador. Su única ganancia era la espectativa de botín (repartido según las ordenanzas reservando una quinta parte al rey) y el sueño de convertirse en señores de tierras recibiendo una encomienda o reparto de indios tras la conquista. Se armaban como podían o como sus capitanes eran capaces de costear. Los infantes de Cortés llevaban cascos abiertos sencillos como celadas o capacetes con o sin visor, aunque algunos solo tenían "gorros colchados". Su principal defensa, cuando no vestían
peto, cota o brigantina eran los escaupiles que sus aliados indígenas les fueron suministrando, de los que adaptaron también el calzado cuando sus humildes alpargatas de esparto o tela se gastaban. Casi todos llevaban un escudo, una adarga o una rodela, para defenderse de los muchos proyectiles y ataques de los guerreros mesoamericanos. La adarga era un escudo formado por muchas capas de cuero superpuesto, muy útil para parar flechas y bastante más ligero que la rodela, pero no demasiado apto para el cuerpo a cuerpo al ser empuñado (cogido con la mano por dos abrazaderas al centro) y no embrazado, lo que hacía que sus bordes se pudieran mover al recibir impactos fuertes. La rodela se había adaptado con las guerras italianas en tiempos del Gran Capitán (14981504) y había causado furor entre los conquistadores en Indias por su versatilidad y capacidad para parar todo tipo de ataques y proyectiles. Existían rodelas de diferentes grosores, las más pesadas capaces de parar un tiro de arcabuz o escopeta a cierta distancia. Sus armas ofensivas típicas eran la lanza castellana (en torno a 2 metros) con punta de acero, que complementaban con el uso de una espada a una mano. Entrenaban en el uso de estas armas antes de partir en las expediciones, si llegaban "chapetones" (novatos) de manos de los veteranos. No obstante, la espada era una arma popular en el contexto civil, considerada defensiva, y muchos hombres la portaban y sabían utilizarla con destreza. Maestros de esgrima examinados y titulados desde las ordenanzas de 1478 competían con otros sin titular dando clases en plazas, palestras y salas de armas a una población que demandaba sus clases, pues estaba cada vez más dispuesta a batirse entre si por un malentendido, unas malas palabras o para reparar "su honra". Las espadas habían evolucionado mucho durante la Edad Media y en la época de Cortés existía una gran diversidad de ellas, unas pensadas para el corte (como alfanjes o terciados) y otras más en la estocada (espadas de punta y corte) que se empuñaban pasando uno o dos dedos sobre el arriaz, protegido por los arquillos y otras defensas que fueron haciéndose populares. No obstante, no pocos conquistadores en 1520 usaban todavía espadas de arriaz o cruceta recta sin arquillos pero con hoja semejante a las otras. Eran armas ligeras y flexibles de acero al carbono, pensadas para ser resistentes y usadas durante largos periodos de tiempo sin fatigarse en exceso. A pesar del mito, los castellanos todavía vestían de forma muy "bajomedieval" con calzas enteras, calzas-bragas de distintos tipos, sayos y jubones, usando gorras de media vuelta, bonetes y otros sombreros para la cabeza. Las bragas acuchilladas al estilo alemán (gregüesco) se usaban de forma contemporánea en Europa pero resultaban la última moda y todavía no habían calado demasiado en la inmensa mayoría de la población castellana, aunque algunos soldados que habían servido en Italia conocían aquellas nuevas modas que estaban al alcance de los más pudientes. Ambos tipos de infante podían llevar además una daga, de pedernal u obsidiana en el caso mexica, de acero en el español, con varios modelos conocidos por su empuñadura como "dagas testiculares" o "dagas de orejas" entre otras. El enfrentamiento entre ambos tipos de infante estaba equilibrado en el cuerpo a cuerpo, aunque el castellano tenía ventaja por sus armas, pero el mexica estaba generalmente mejor entrenado y era un adversario peligroso.
-----------------------------Imágenes y reconocimiento de autores Ilustración del guerrero papalotl mexica de Luis Armando Alarcón Ilustración del conquistador castellano de infantería de Yair Arroyo Diagrama del atlatl y su lanzamiento de dominio público a través de Wikimedia Commons Fotografías y reproducciones del armamento mexica (chimalli, tlahuitzli con pantli, macuahuitl y sandalias cactli) cortesía de Luis Armando Alarcón Reproducción de una celada española de Emmanuel Kelch Saavedra Imágenes de la adarga y la rodela de dominio público Dibujos de la empuñadura de una espada de dominio público Espadas del siglo XV y XVI a través de imágenes de dominio público
Comparativa entre dos guerreros de élite (jinete y cuauhupilli) El guerrero águila o cuauhpilli debía ser necesariamente un noble mexica (pipiltin) de linaje tolteca acreditado. Además de su formación marcial en el telpochcalli, ingresaba desde joven en el calmécac o escuela para nobles, donde recibía educación avanzada e instrucción a un nivel superior. Una vez hecho esto, debía obtener cuatro capturas de guerreros enemigos para entrar dentro de la prestigiosa cofradía de las águilas o la de los jaguares (que permitía eventualmente la entrada a macehuales o gentes del común que destacaran en batalla). Al consagrarse a esta cofradía entraban en una hermandad que se reunía en la "casa de las águilas y los jaguares" en Tenochtitlán y que formaban las tropas de élite de la Triple Alianza. Su entrenamiento era constante y su única dedicación era a la guerra, pues habían desechado (de momento) la vía del mando de grandes unidades. Podían seguir ascendiendo por méritos hasta el rango de cuachic o guerrero rapado, con ocho capturas, pero renunciando de paso a aspiraciones políticas y de mando militar para las cuales el rango de águila podía suponer un trampolín. Se armaban con los mejores materiales y armas de los artesanos y los tributos recaudados en todo el territorio de la Triple Alianza, con tlahuitzlis de plumas (que les protegían de fragmentos de obsidiana volantes) y debajo de ellos escaupiles y otras protecciones similares en brazos y piernas, guardando sus cabezas con cuatepozlis o cascos de madera con la forma de su animal totémico. A través del calmécac y la casa de las águilas y los jaguares, los guerreros de estas cofradías recibían un entrenamiento constante con gran exigencia física y mental, conociendo el uso de todo el arsenal o la panoplia de las armas mesoamericanas a su alcance (lanza tepoztopilli, lanza de hoja simple, macuahuitl a una y dos manos, maza, atlatl, arco y flecha, uso de honda, pelea con espada y escudo, con daga, a mano desnuda con técnicas muy depuradas, etc.). Por otra parte, la élite del ejército castellano la formaban sin duda alguna los jinetes y los capitanes, que en muchas ocasiones eran la misma persona o estaban favorecidos por estos. Los caballos de Cortés en 1519 eran su mayoría yeguas de distinta calidad, aunque recibió refuerzos con más jinetes en 1520 para el sitio de Tenochtitlán. Los caballos eran de raza andaluza, de estirpe árabe, entrenados en la doma o monta a la jineta que era muy útil para el control de las grandes cabañas de reses en las Antillas, donde los capitanes habían sido terratenientes y participado en el sofoco de revueltas y otras operaciones militares. La doma vaquera, a diferencia del "dressage" o monta con estribo largo, mantiene el caballo a media rienda y la pierna plegada pegada al lomo del caballo con un estribo alto. Buscaba más que la carga frontal, el arte del recorte, el giro y los cambios de paso que hoy practican los jinetes de "doma vaquera" y bandilleros en los espectáculos de tauromaquia, por lo que "esquivaban" a su enemigo con gran agilidad girando rápidamente en unos pocos palmos de terreno. Estos capitanes y sus jinetes tenían acceso a las mejores armas y armaduras, por ser piezas fundamentales en la Conquista durante las operaciones militares en campo
abierto, donde resultaban determinantes. Se armaban con cascos como celadas con visor, celadas o incluso cascos cerrados como el almete, vistiendo petos, cotas y otras protecciones según sus posibilidades y prefiriendo normalmente la adarga a la rodela por ser un escudo que combina perfectamente con la monta a la jineta y para guardarse de flechas y otros ataques. Usaban espadas como el resto de conquistadores como arma secundaria o para pelear a pie (era el símbolo del oficio militar) y como arma principal a caballo la lanza jineta, ligera y pensada tanto para la acometida con un galope rápido como para alancear a poca velocidad usando la fuerza del brazo. Cortés instruyó a sus jinetes a apuntar a la cabeza de los mexicas, para evitar que estos tiraran de sus lanzas y los derribaran de la montura. Algunos de estos jinetes y capitanes eran hidalgos, criados en un ambiente de veteranos de la Guerra de Granada o la de Sucesión Castellana, cuyos padres les enseñaron a montar y a usar las armas como se esperaba de su condición de nobles/guerreros. Ansiosos de gloria, fama y botín se pasaron a las Indias. Algunos se convirtieron en terratenientes en Cuba, La Española o Jamaica, e invirtieron sus ganancias en armar naves y reclutar, armar y entrenar a otros conquistadores para que les siguieran en sus exploraciones, donde entraban en conflicto con la autoridad real, pero de la que esperaban obtener grandes ganancias atraídos por el relato de grandes y ricos imperios donde se adivinaba riqueza metalífera en forma de oro y plata, con la que comprar títulos y ser señores de tierras para igualar o superar el estatus de sus hermanos y padres en España. ----------------------------Imágenes y reconocimiento de autores Ilustración del guerrero águila mexica de Luis Armando Alarcón Ilustración del jinete castellano cortesía Paul Guinan y David Hahn para su novela gráfica "Aztec Empire" (https://www.facebook.com/aztecempiregraphicnovel/) Piezas de museo y vectores de dominio público Reproducción de las armas mexicas y fotografías de Luis Armando Alarcón (cuatepozli, chimalli, lanza tepoztopilli y macuahuitls de una y dos manos) Fotografía de una honda de dominio público (Wikimedia Commons)
Comparativa entre dos guerreros con armas de alcance (arquero y escopetero) El arquero mesoamericano se cita en ocasiones como tequihua (veterano con más de una captura), aunque las representaciones también muestran a arqueros, honderos y lanzadores de atlatl con cero capturas, que no podían usar el escaupil ni las cactli. Usualmente, estos arqueros trabajaban en parejas, como indica fray Diego Durán, con un soldado provisto de escudo que estaba atento para cubrirle ante proyectiles o ataques cuerpo a cuerpo del enemigo. El arco de guerra mesoamericano (Yaomītl) lanzaba flechas de chert, obsidiana, pedernal, hueso o espinas de pescado a una distancia máxima de 180 a 200 metros, como otros arcos amerindios de gran libraje como los utilizados por los tarascos o purépechas (enemigos de los mexicas). Se fabricaban en madera de tepozán, mezquite, encino o roble de una sola pieza o tronco. La ventaja del arquero es que estaba provisto de un caracaj o aljaba (Mīcomītl) que podía cargar hasta veinte flechas, más las que le suministraba su compañero escudero o los tamemes que llevaban suministros en la retaguardia. La cantidad de proyectiles total lanzada sobre el enemigo aumentaba considerando que trabajaban conjuntamente con lanzadores de atlatl (casi todos los soldados) y honderos, lo que provocaba una densa lluvia de proyectiles que, en el caso de la obsidiana, además podían fragmentarse como metralla al impactar sobre una superficie dura. La cadencia de fuego de un arquero es superior al portador de un arma mecánica europea (ballesta o escopeta), pudiendo disparar varias flechas al minuto (dependiendo de la precisión del tiro o la cercanía del blanco) si se lo proponía. No obstante, acertar a un blanco concreto y el propio arte de la arquería requería de un entrenamiento constante para adecuar la musculatura del sagitario y practicar su puntería, lo que no estaría al alcance de guerreros no-profesionales a no ser que practicaran la caza durante la vida civil, o tomaran una rutina de práctica con el arco. Por el contrario, el escopetero español podía aprender a manejar su arma en pocos días o semanas de manera bastante competente, en lo que estribaba el éxito de este tipo de armas en los campos de batalla europeos. En la época de Cortés los cronistas citan a la escopeta y no el moderno arcabuz como arma reina en Indias. Su cañón era más largo que el de este, ganando en alcance y precisión (en torno a 80 metros de alcance efectivo) pero teniendo un calibre menor al arcabuz, que tampoco era necesario en América por la ausencia de protecciones de acero a las que vencer. A diferencia del arco, la velocidad de salida en boca de la bala de la escopeta la hacía invisible al ojo humano, por lo que el que recibía el disparo no podía hacer otra cosa que tirarse a tierra si tenía la fortuna de percibir de antemano que le estaban apuntando.
Las escopetas de la década de 1510 y 1520 usaban sobre todo la sencilla llave de serpentín, una S en cuyo extremo bascula la mecha de combustión lenta, que en Europa servía para medir la duración de las guardias (por metros de mecha quemada). El serpentín podía retirarse de su montura para mayor seguridad durante las marchas o la recarga del arma. En esa época, las escopetas podían ser de hierro (más robustas y caras) o de latón (concretamente de bronce, que se calentaba más rápidamente pero era más barato para el armero). Su mecanismo de carga era lento, pudiendo disparar una o como mucho dos balas al minuto, pues se componía de los siguientes pasos: 1. Si disponía de cóbija, poner pólvora fina en el oído del arma. Si no este paso se dejaba para el final. 2. Se colocaba el arma en posición vertical con la boca mirando hacia arriba, entonces se derramaba la pólvora en cantidad adecuada de la polvorera (solía tener un dosificador o freno para abrir o cerrar rápidamente el flujo de pólvora), se introducía normalmente un taco (pieza de tela) y finalmente la bala. 3. Se empujaba el conjunto con la baqueta (en esta época era de madera) varias veces para compactarlo bien al final del ánima o tubo, luego se recogía la baqueta en su montura del arma para no perderla. 4. Se colocaba el arma en posición horizontal, colocando la pólvora en el oído si no se había hecho, y la mecha en el serpentín o el propio serpentín con la mecha (era extraíble). 5. Finalmente, se encaraba el arma apretando la parte baja del serpentín, la mecha bajaba hasta la cazoleta junto al oído, prendía esa pólvora y ésta la de dentro del cañón, produciéndose el disparo. 6. Se retiraba la mecha o serpentín y se volvía al punto número 1. Los escopeteros de Cortés contaban con turquesas y cucharas para fundir sus propias balas en plomo u otro metal de punto de fusión ligero (dispuso estos bastimentos antes de partir), pudiendo reemplazar las mechas con cuerda autóctona. La pólvora siempre escaseó, aunque Cortés se aseguro de conseguir sus materiales mandando a Ordaz subir al Popocatépetl a por azufre, ya que el salitre abundaba en Tlaxcala como sustituto de la sal y el carbón podía obtenerse fácilmente en forma mineral o vegetal (quemando madera). No obstante, esta pólvora debía ser tratada para convertirla en su variante "en grano", más fácil de almacenar. De lo contrario, debía mezclarse cada cierto tiempo ya que sus componentes se decantaban naturalmente separándose los unos de los otros. Los escopeteros eran una pieza clave de la hueste de Cortés y por lo tanto eran defendidos por sus compañeros o por los indios aliados en combates en campo abierto o en operaciones urbanas o "a la descubierta", y formaron parte de la tripulación de los bergantines de Cortés junto a los ballesteros para el asedio de Tenochtitlán. Sabemos por las crónicas que el arma de fuego provocaba gran espanto entre los guerreros mesoamericanos no acostumbrados a su estruendo y poder. A diferencia de las flechas, una bala de arcabuz era potencialmente letal por que al impactar se deformaba y rompía huesos, órganos y vasos sanguíneos a su paso, provocando la muerte tarde o temprano por estos traumatismos o por la septicemia que solía acompañar al disparo si la bala quedaba atrapada en el cuerpo. La única limitación del escopetero era la cantidad de pólvora y número de proyectiles, por lo que no debemos imaginarnos disparando muy rápidamente, al contrario. Cortés
instruyó a estos y los ballesteros a seleccionar bien sus blancos entre la oficialidad enemiga y los guerreros más diestros y peligrosos, por que lo actuaban como una suerte de "francotiradores de combate cercano". Enfrentados estos dos tipos de guerrero, el arquero mexica contaba con la ventaja de los números, el alcance y la cadencia de fuego, siendo protegido por sus compañeros. El mismo celo tenían los españoles protegiendo a sus escopeteros, que aunque más lentos en su cadencia de fuego resultaban letales y precisos a distancias de entre 20 y 50 metros. Y a diferencia de las flechas, no había forma humana de que sus balas fueran detenidas por las armaduras de los mexicas. --------------------------Imágenes y reconocimiento de autores Ilustración de los arqueros mexicas de Daniel (https://www.facebook.com/Zotzcomic/) Ilustración del escopetero español de Jose Antonio Sollero Lopez
Parada
"Zotz"
Reproducción de un escaupil mexica de Arsenio Sotelo Rincon Reproducción del chimalli mexica y sandalias cactli de Luis Armando Alarcón Reproducción del arco y las flechas de hueso de Luis Lindemann Punta de flecha de chert de Wikimedia Commons, (Atribución: Didier Descouens [CC BYSA 4.0 (https://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0)]) Casco con orejeras del siglo XV del armero de recreación histórica Tomasz Samula "Tomala", reproducciones a la venta en (http://www.tomala.lublin.pl/index.php? strona=subcat&subctgr=29&lng=eng) Fotografías de la escopeta de serpentín de la web "Albion small arms" (http://jaanmarss.planet.ee/juhendid/Tulirelvad/andmebaas/album_arkebuus/14th15thcent. htm) Frasca, espada de pitones, turquesa, balas, gorra de media vuelta, pólvora y polvorera imágenes de dominio público. Fotografía de las alpargatas castellanas a través de la web de la recreadora y amiga Chelo Ruiz, "Lúa Media", a la venta a través de la misma (https://lua-media.tiendaonline.com/sandalias-de-esparto_p355769.htm).
Comparativa entre dos campeones (cuachic y montantero) Los guerreros cuachiqueh formaban la élite marcial del ejército mexica y por una buena razón. Se trataba de combatientes, nobles o macehuales, que habían rechazado la vía del mando de grandes unidades para dedicar su vida por completo al fragor de la batalla. Se requería de seis capturas individuales y docenas de otras hazañas personales para llegar a este rango, al que se accedía ya con un entrenamiento soberbio y constante al haber pasado por los estatus de cuatro y cinco capturas individuales respectivamente. El cuachic recibía grandes honores y consideración social, adoptando un peinado característico de cepillo central y lados rapados (a lo "mohicano") con o sin una coleta de remate. A pesar del que el resto de combatientes mexicas sentía gran respeto por estos guerreros, también existía cierta distancia con ellos, pues habían pasado una frontera en la que el hombre se convertía en un instrumento de la muerte, razón por la cual además recibían encargos de los comandantes para realizar "acciones de guerra irregular" o misiones especiales en su nombre. En combate, el cuachic vestía un tlahuitzli (librea de combate de cuerpo entero) de color amarillo y se pintaba el rostro, según los cronistas de dos colores diferentes mitad y mitad. Combatía delante de la formación, sin mostrar miedo ante el enemigo, y cuando eran más de uno solían pelear en pareja. Su presencia, destreza y arrojo en combate le convertía en un guerrero que elevaban la moral de su bando, pues el juramento de su orden le impedía retroceder ante el enemigo una vez iniciado el combate (sus propios compañeros podían matarle si lo hacía), lo que le convertía en una suerte de guerrero "berserker" para el que la batalla suponía la victoria (por ejemplo en forma de captura de un enemigo o la derrota de su bando) o la muerte. La destreza y letalidad de estos guerreros era temida, y los códices dejaron constancia de ella. No obstante, hemos de suponer que serían un blanco prioritario para cualquier joven mesoamericano del bando contrario que deseara ascender rápidamente a través de la captura de tan importante enemigo... algo que el cuachic evitaría a toda costa defendiéndose como un león acorralado, pues a él ya no le importaba matar a todos los enemigos que tuviera delante al haber llegado a la cúspide del sistema de ascensos por captura. No había muchos montanteros en la expedición de Cortés, pero conocemos el nombre de alguno, como un tal Liscano que murió en el asedio de Tenochtitlán tras "hacer cosas de muy esforzado varón". El propio Pánfilo de Narváez usó un montante para defenderse (no con mucho éxito) en la Batalla de Cempoala. Sabemos además que en la hueste de Cortés había un tal "Mateo Alemán", lo cual nos da pie para hablar también de los famosos doblesueldos (doppelsöldner) de los lansquenetes alemanes. Sea como fuere, un montantero en 1520 era un soldado especializado en apoyar a los cuadros de lanceros o piqueros y sus mangas de arcabuceros en varias misiones: tratar de abrir brecha entre las picas enemigas apartándolas (las cuales podía llegar a quebrar
si daba su punta contra el suelo), complementando los flancos del cuadro junto a alabarderos y rodeleros (en Europa se usaba la pica, lo cual impedía que el piquero usara una rodela al tener ambas manos ocupadas en el asta) o participando en descubiertas, escaramuzas, golpes de mano, encamisadas (ataques nocturnos en los que el bando atacante se ponía la camisa sobre el resto de la ropa para distinguirse del enemigo en la oscuridad) o protegiendo como complemento a los arcabuceros cuando iban en avanzada actuando en mangas sueltas o con el apoyo de pequeñas unidades de piqueros o precisamente de estos protectores de los flancos (escudados, alabarderos o montanteros). Los españoles habían adoptado el uso de la pica, pues desde la Guerra de Granada tenían contacto con suizos y lansquenetes. Junto a estos últimos pelearon en Italia durante todas las campañas del Gran Capitán y las pugnas del rey Carlos contra Francia, y aún en otros frentes como la defensa de Viena (1529) o la Toma de Túnez (1535), incluso para sofocar la revuelta comunera en la Batalla de Villalar (1521). A la llegada de Felipe I "el hermoso", el esposo de la reina Juana, una nutrida guardia de lansquenetes le acompañó por las tierras de Castilla hasta su muerte, los cuales usó para amedrentar a Fernando el Católico e la llamada Concordia de Villafáfila (1506). El montante era un arma imponente, pues se conservan ejemplares de hasta 1,8 metros, siendo usual que fueran casi de la altura de su portador (la altura media de un castellano era de 1,4 a 1,6 metros aproximadamente en aquellos tiempos). A diferencia de la espada larga o estoque, debía usarse acompañando al montante con un juego de movimientos con todo el cuerpo, de modo que cuando el montantero iniciaba sus movimientos, en los que podía atacar en cualquier dirección, los encadenada los unos con los otros, siendo extremadamente difícil parar sus ataques incluso provisto de una rodela y un casco: tal era la fuerza centrífuga y el poder del arma. El arma podía empuñarse de dos formas: por la empuñadura con una mano cerca de la cruceta y otra más abajo, como si fuera un estoque, o adelantando la mano atrasada y pasando la otra sobre la cruceta para agarrar la falsaguarda (sin afilar) para realizar técnicas "de media espada", menos amplias, para dar tajos certeros o estocadas así como para realizar otras técnicas con menos espacio disponible para manejar el arma. Experimentos de corte de artistas marciales y fabricantes modernos de reproducciones demuestran que el arma es capaz de cortar profundamente el hueso (como la careta de un cerdo), seccionar limpiamente extremedidades y ser capaz de realizar proezas modernas como romper trozos de hormigón o atravesar la chapa del capó de un automóvil o el tambor de una lavadora. Podemos suponer que sus efectos sobre un ser vivo, incluso defendido por una armadura, eran simplemente devastadores debido a la fuerza cinética transmitida al golpe. Al no poder portar escudo, los montanteros llevaban una espada a una mano si tenían necesidad de defenderse en espacios estrechos o perdían o partían su arma principal. Los grabados y pinturas contemporáneas nos muestran a muchos de ellos, incluso los castellanos, portando simples ropas de calle o como mucho una cuera y un pequeño casco bajo la gorra (como la calota que usaban los alemanes). No obstante, en otros casos vemos que preferían defenderse, al menos con petos y cascos con visera como celadas, capacetes con visor o borgoñotas (que en Europa también usaban los oficiales y algunos jinetes) para protegerse de proyectiles o ataques fortuitos. Los lansquenetes alemanes daban una paga doble a estos montanteros, razón por la que
se les conocía como "doblesueldos", pues el suyo era un oficio peligroso cuando se enfrentaban al cuadro de picas enemigo. Parte de este sueldo solía gastarse en cerveza, con la que las crónicas indican que en ocasiones se "animaban" antes de la batalla para no sentir temor. Para ser doblesueldo acreditado en el Sacro Imperio debía aprenderse esgrima de montante y superar un examen en la elitista Hermandad de San Marcos, que monopolizó el título de doblesueldo desde 1478. En Castilla, el montante era un arma de guerra prohibida en ciudades y villas, pero también debía entrenarse con maestros de armas titulados que supieran utilizarla, pues a diferencia de en otros países europeos, donde los maestros de esgrima usaban una vara como símbolo de su rango y para apartar a los alumnos si estos se propasaban, en Castilla los maestros usaban para esto el montante. Tal es así que ponían la mano sobre él al jurar el cargo de maestro tras examinarse, o cuando eran nombrados maestros mayores del reino. También utilizaban el arma en los entrenamientos y exhibiciones de las plazas para "abrir la rueda" (apartando a los mirones del peligro del combate con la amenaza de una cuchillada del arma), "meter el montante" entre dos alumnos para separarlos si se mostraban muy agresivos o "florearlo" en solitario para demostrar su habilidad al público. Famosos usuarios del montante en la época fueron guerreros de gran porte y fuerza descomunal, como el frisón Pier Gerlofs Donia o el mercenario castellano Diego García de Paredes, que estuvo tanto al servicio del papa Borgia como a las ordenes del Gran Capitán, destacando en combates como la toma de Cefalonia (1500), los Desafíos de Barletta (1503) o la Batalla del Garellano (1504). De su fuerza se contaban prodigios como el haber sacado la pila bautismal (enorme y de piedra) fuera de su iglesia o el haber arrancado todas las rejas de una calle al haber empezado por la de una dama a la cortejaba "porque le molestaba" y no querer poner en entredicho su honra. Enfrentados estos dos tipos de guerrero en combate, la batalla debía ser algo digno de ver. La suerte la decidirían innumerables factores, pues la destreza personal estaba confirmada en ambos casos a muy altas cotas. Quizá el cuachic conocía mejor el uso de otras armas, aunque no podría tomar ventaja del chimalli para detener el montante, pues se rompería con facilidad. Lo mismo podemos decir de las navajas de su macuahuitl, lo que le dejaba en la misma posición que el resto de combatientes europeos que se enfrentaban a un montante: confiar en el mayor alcance de un arma de asta (como el tepoztopilli) o esperar el momento adecuado en los movimientos del adversario montantero para arriesgarse a efectuar un ataque de oportunidad. La suerte del combate estaba en manos de dos dioses, uno adorado por los mexicas, Huitzilopochtli, y otro por los antiguos romanos: Marte. ------------------------Imágenes y reconocimiento de autores Ilustración de los guerreros cuachic de Luis Lindemann Ilustración del doblesueldo alemán cortesía de Augusto Ferrer-Dalmau Peto, montante y casco del Cleveland Museum of Art bajo licencia creative commons cero o de dominio público (https://creativecommons.org/publicdomain/zero/1.0/) Montante español fotografía de dominio público Detalle del cuadro "Salomón" del Maestro Becerril (1525) a través de la web de Consuelo
Sanz de Bremond "Opus Incertum" (http://opusincertumhispanicus.blogspot.com/2014/02/la-gorra-de-hombre.html) Ejemplares de museo de calzado alemán y bragas acuchilladas de dominio público Espada katzbalguer a través de Wikimedia Commons (Atribución: Tigrisnaga [CC BY-SA 3.0 (http://creativecommons.org/licenses/by-sa/3.0/)]) Dibujo del peinado del cuachic de Daniel Parada "Zotz" (https://www.facebook.com/Zotzcomic/) y (https://www.deviantart.com/kamazotz/) Chimalli mexica con diseño para indumentaria de cuachic de Luis Armando Alarcón Pantli reproducción del diseño de un cuachic de Luis Lindemann Reproducción del tepoztopilli, la macuahuitl y las sandalias cactli de Luis Armando Alarcón
Comparativa entre dos guerreros noveles (chapetón y tlamanih) El guerrero básico mexica era el que había terminado el noviciado militar bajo las instrucciones de un tequihua (veterano) y al que se le dejaba participar como guerrero "cero capturas" armado con un atlatl, lanza o macuahuitl, con un sencillo escudo de carrizo pintado como única defensa. Estos guerreros tenían hasta seis intentos para capturar a su primer prisionero en combate. De no hacerlo, regresaban a su comunidad con un estigma de desgracia, y pasaban el resto de su vida realizando tareas sencillas como ayudar en la construcción, la agricultura o ser porteadores "tamemes" al servicio de un pochteca o comerciante. El paso a la primera captura era un hito casi tan importante como el de recibir el maxtatl (paso a la edad adulta del joven), ya que le permitía utilizar ciertas telas y calzado hasta entonces vedado a su condición de simple macehual. También se recogían el pelo en una coleta, y a su regreso a su calpulli o localidad de origen eran agasajados con banquetes y un festejo en su honor, recibiendo un manto decorado, ya que había llevado la honra a su familia y clan. Aunque carentes de experiencia bélica o la veteranía de otros rangos superiores, estos guerreros habían pasado más o menos temprano por el telpochcalli, donde se les había enseñado el uso de las armas, a obedecer las ordenes y otras evoluciones del combate, aunque mientras eran muy jóvenes lo normal era que su tequihua no les dejara participar en un combate hasta no juzgarles preparados o cuando la suerte del mismo estaba más o menos decidida a favor de su bando. Con una captura, podían utilizar además el ichcahuipilli (escaupil) en su versión más sencilla y popular, parecida a un chaleco sin mangas bastante grueso, elaborado con capas de algodón endurecido con salmuera y capaz de parar los proyectiles y algunos ataques de las armas de mano con filo de obsidiana o pedernal. Sus armas ofensivas eran las más sencillas de la panoplia mexica: el atlatl para participar en la lluvia de dardos al comienzo del combate, y como arma principal junto al escudo una lanza (la famosa tepoztopilli o una más sencilla Tecpatopilli (lanza con punta de piedra entera), como la Itzitopilli (lanza con punta de obsidiana) más pensada para el alanceo que para el ataque aplastante/cortante de su prima más famosa. Estos combatientes peleaban por parejas, pues si uno escogía como el arma principal el tepoztopilli, que se manejaba mejor a dos manos, otro compañero de su unidad le cubría al frente con el escudo y un arma de mano, donde optaban por versiones cortas y más sencillas de la macuahuitl u otras armas contundentes como la maza quauhololli, con puntas de piedra o madera endurecida al fuego. El conquistador más usual dentro de las huestes reclutadas para las islas y Tierra Firme era uno de los llamados "chapetones", recién llegados a las Indias que veían en los territorios ya colonizados pocas posibilidades para enriquecerse rápidamente, por lo que se alistaban al servicio de algún capitán que también era el responsable de armarles y procurar que fueran entrenados antes del inicio de la expedición, pues la mayoría de estos hombres eran de condición humilde y con padres más acostumbrados al uso de la
azada que el de la espada. Tal y como sucedía en Europa, algunos de estos chapetones eran de hecho niños o adolescentes que pasaban a las Indias y recibían puestos honoríficos como "pajes de rodela" o "pajes de espuela" de los capitanes, a los que servían en tareas cotidianas pero de los que aprendían el oficio militar. Era una práctica habitual en Europa sobre todo entre hijos de hidalgos o nobles, o aquellos que deseaban que sus hijos mejoraran su calidad de vida entrando al servicio de un personaje poderoso. De estos, existían también los "entretenidos", que ya eran adultos, y que formaban parte de la plana mayor de un coronel o maestre de campo actuando como edecanes y mensajeros de los mismos, pero sin recibir un sueldo, algo generalizado en el caso de los conquistadores (que dependían del botín de la campaña y el posterior reparto de tierras e indios). Estos chapetones se armaban como podían o sus capitanes les costeaban, usualmente recibiendo las armas más básicas de la panoplia, que podían complementar con un golpe de suerte en los dados o cuando uno de sus compañeros mejor armado moría y se hacía reparto de su panoplia, así como con las compras que se hicieron de armamento para la campaña de Tepeaca y el Sitio de Tenochtitlán. No obstante, al igual que la mayoría de infantes de lanza y rodela, su protección de pecho era un escaupil entregado por sus aliados, lo mismo que el calzado cuando este se gastaba. Vestían como gente humilde, haciendo mucha insistencia cronistas como Bernal Díaz en que la mayoría utilizaban "zaragüelles y alpargatas", como los campesinos castellanos cuando iban a faenar en verano. No obstante, siempre tendrían un conjunto algo más "de vestir" para la misa dominical o ciertos eventos de importancia (entre los que podía estar una batalla, pues los soldados castellanos gustaban de lucir sus mejores galas en combate ante la posibilidad de la muerte), que en hombres de esta condición estaría formado por jubón, sayo y calzas. Como el resto de infantes de a pie, se hizo provisión de que todos llevaran rodelas o adargas para defenderse, y como armas principales una lanza o la misma espada si carecían de la primera, que normalmente era su arma auxiliar para el cuerpo a cuerpo, junto a dagas o cuchillos si era menester utilizarlos. Uno de los modelos empleados por los conquistadores, la "daga de orejas" era un arma muy particular de la Península Ibérica, herencia directa de los nazaríes, los últimos andalusíes conquistados en 1492. La calidad del entrenamiento del chapetón era variable. Sabemos que los que partieron con Cortés en 1519 no iban tan bien protegidos, pero si se hizo hincapié en instruirlos correctamente, como luego se demostraría en numerosos combates. Por su parte, los que llegaron con Narváez en 1520, más interesados por los relatos de grandes riquezas, eran a juzgar por los cronistas que estuvieron presente "gente más verde" y como tales sufrieron la mayor parte de las bajas durante el asedio del Palacio de Axayacatl y la Noche Triste. Algunos de estos humildes soldados y pajes de espuela de Cortés salvaron, de hecho, su vida en varias ocasiones, durante las emboscadas que este sufrió a lo largo de la conquista, especialmente durante el asedio de Tlatelolco, donde unos soldados suyos se quedaron en la retaguardia defendiéndole mientras escapaba por un caballo que le prestaron. Tal era la importancia que para ellos tenía en 1521 su comandante, que había pasado de ser un oscuro funcionario en Cuba a convertirse en líder militar admirado por el que sus hombres estaban dispuestos a dar la vida, convertido en pieza clave de la Conquista.
Enfrentados estos dos tipos de combatiente, al igual que en la mayoría de ejércitos del mundo, el resultado del combate dependía de una mezcla de disciplina, la suerte del día, la capacidad de mando de sus superiores o la destreza que habían ido adquiriendo a través de su instrucción y veteranía. No obstante, dos combatientes noveles siempre suelen pecar en combate de los dos extremos: el exceso de arrojo, que puede resultar mortal, o el de prudencia, que a veces favorece en la defensa y en otras supone entregar al rival la iniciativa y con ella darle más posibilidades para herir, matar o capturar. -------------------------------Imágenes y atribución de autores Ilustración del guerrero mexica de una captura de Yair Arroyo Ilustración del rodelero castellano cortesía de Jaime García Mendoza, autor del proyecto "For Tenochtitlan" (fortenochtitlan.blogspot.com/) y (https://www.facebook.com/jaimegarciamendozaillustrations/) Reproducción del escaupil de Arsenio Sotelo Rincon Gorjal y espada de dominio público a través del Cleveland Museum of art (https://creativecommons.org/publicdomain/zero/1.0/) Capacete del siglo XVI de dominio público a través del catálogo del MET de Manhattan (https://creativecommons.org/publicdomain/zero/1.0/) Daga de orejas fotografía de dominio público Ilustración del paje de rodela y jineta de Jose Antonio Sollero Lopez Peinados de los guerreros mexicas y detalle del maxtatl de Daniel Parada "Zotz" (https://www.facebook.com/Zotzcomic/) y (https://www.deviantart.com/kamazotz) Anverso del escudo mexica, reproducción de Benji Ruix Pachyohcan Reverso del escudo mexica de Tovar Octa Dibujo de la lanza Tecpatopilli (Itzitopilli) y reproducción del quauhololli de Luis Lindemann Reproducción del macuahuitl empuñado y sandalias cactli de Luis Armando Alarcón.
Comparativa entre dos guerreros con armas de alcance (atlatl y ballestero) El atlatl o estólica suponía una adaptación mexica a un arma milenaria, anterior a la existencia misma del arco, aparecida durante el Paleolítico para ayudar a la caza mayor. Todos los soldados mexicas, si no eran arqueros o utilizaban la honda, aprendían el uso del atlatl en el telpochcalli (escuela militar del calpulli) y participaban en su uso en las primeras fases de la batalla, antes de llegar al cuerpo a cuerpo. Además, los guerreros de órdenes y nobles (pipiltines) recibían entrenamiento adicional en el calmécac o la casa de su orden, con lo que su puntería y letalidad con este arma aumentaba. La lluvia de dardos tlacochli era uno de los "ases bajo la manga" del ejército mexica, pues provocaba una gran cantidad de bajas y heridos en las formaciones adversarias antes de empezar con el combate de formaciones y cuerpo a cuerpo, lo que ayudaba a quebrar su moral y contribuir al objetivo secundario, que era provocar la huida, rendición o captura del enemigo. El atlatl mexica se lanzaba como una jabalina, con una corta carrera, pudiendo describir una parábola de distancia superior a los 200 metros de los arcos mesoamericanos de tepozán. La lluvia de puntas de hueso, chert, obsidiana o huesos de pescado se veía favorecida por el incremento de velocidad durante la caída en arco del proyectil, lo que hacía que estas armas fueran letales. Aún utilizadas contra los castellanos, causaban no pocos problemas, pues no todos contaban con protecciones de acero para el torso o escudos de metal. Además, las puntas de obsidiana o chert se partían al impactar contra el acero, provocando peligrosa metralla que tenía la costumbre de herir en zonas desprotegidas como las piernas, los brazos o el cuello, de lo que dan fe los cronistas españoles. El tlacochli lanzado podía medir hasta 1,8 metros, y con la fuerza suficiente era capaz de penetrar los escaupiles mexicas con los que no pocos infantes castellanos se habían armado. Bernal Díaz y otros cronistas citan lo traumático que resultaba recibir una de esas lluvias cerradas de dardos, flechas y piedras de honda al inicio de los combates, que provocaban heridas y algunos muertos entre los castellanos en las batallas campales y operaciones irregulares como emboscadas o guerra urbana. Por el contrario, el ballestero castellano no precisaba de tanta instrucción para manejar su arma, que había supuesto una verdadera revolución en la Baja Edad Media y obligado a los caballeros a desarrollar protecciones mejores (armadura de placas) para contrarrestar su poder. Las ballestas se distinguian en varios tipos, como pedreras (lanzaban pequeñas piedras o balines de plomo para cazar), "de palo" (con menos potencia, utilizadas para la caza) o "de hierro" (con el arco o verga de hierro). Éstas últimas precisaban según su poder de torsión ser cargadas como mínimo con una gafa o pata de cabra (esencialmente una palanca), y las más potentes con un cranequín (rueda con piñones sobre una guía dentada), pues el brazo humano o el uso de ganchos de cinto no eran capaces de tensar la cuerda.
El proyectil, generalmente llamado saeta, se distinguía entre los de caza (virotes) que podían tener una simple punta de madera endurecida al fuego, y los de guerra (pasadores), existiendo una enorme diversidad de puntas, unas pensadas para una mayor penetración, otras para causar una herida mayor al impactar, e incluso en algunos casos versiones "cortacabos" que se usaban en abordajes en batallas navales. Una de las puntas más infames era el "cuadrillo", que se usaba en ocasiones para ejecutar a la víctima, desventrándola con un disparo lateral, lo que aseguraba una muerte lenta. En Castilla existía una gran tradición del uso de la ballesta, tanto en el ejército real (Guerra de Granada y campañas del Gran Capitán) como en milicias de los concejos o cuerpos como la Santa Hermandad (que vigilaba caminos y despoblados frente a bandoleros). En Portugal existían asimismo los "ballesteros del conto", que dependían de los concejos y el poder real. El ballestero fue siempre más numeroso que el escopetero, y dada su mayor puntería se utilizaba con profusión para seleccionar sus blancos entre guerreros destacados, "de órdenes" y oficiales mesoamericanos. Formaron parte de la tripulación de los trece bergantines de Cortés, y se armaron como pudieron en lo defensivo, acudiendo en muchos casos a escaupiles o "armas del país" (lo que incluía escudos y cuatepozlis). Cortés tuvo la previsión de embarcar a varios armeros y fabricantes de ballestas como Juan Benítez, Pedro de Guzmán "el ballestero" o el portugués Sebastián Sánchez, a los que proveyó con repuestos de nueces, cuerdas, arcos y "cepillos e inguijuelas" para fabricar más saetas, con lo que el suministro quedó garantizado, incluso utilizando metales locales como el cobre para fabricar en moldes las puntas. Pedro de Guzmán, protagonista de esta lámina, fue uno de los "caporales" o responsable de las ballestas según lo nombra Bernal Díaz del Castillo. Viste sencillo como muchos infantes de a pie, con sayo, zaragüelles y sandalias cactli, protegiéndose con una celada sin visor y "armas del país", como un escaupil o un chimalli, muy útil contra proyectiles de sus enemigos y más ligero que una rodela. Las saetas que tira con su ballesta de hierro, que carga con una gafa (el verbo de la recarga era "engafar") son perfectamente capaces de penetrar las defensas de algodón mexicas, aunque en ocasiones se cita a algunas tan buenas o densas que incluso costaba trabajo a los ballesteros traspasarlas. Del destino de Pedro de Guzmán, nos da cuenta Bernal Díaz diciendo que sobrevivió a la Conquista de México, pasando luego a la del Perú, donde se asentó casándose con una valenciana llamada Francisca de Valterra. Sin embargo, poco acostumbrados al rigor de los Andes, murieron congelados durante un crudo invierno. Enfrentados estos dos tipos de combatiente, los mexicas se fiaban en la cantidad de la descarga inicial de proyectiles, que no repetían si no era al volver a reagruparse para dar otra carga, aunque lo usual para la mayoría de combatientes era gastar uno o dos tlacochlis al comienzo del combate y luego pelear cuerpo a cuerpo. Los ballesteros, por su parte, buscaban refugio entre sus compañeros, desprovistos en esta época de pavés, por lo que se abrigaban dentro del escuadrón de lanzas y rodelas. Otras veces, operaban "a la descubierta" cubiertos por compañeros de armas provistos de mejores armas defensivas, incluidos sus aliados mesoamericanos. La portada de esta obra muestra, de hecho, como un tlaxcalteca y un ballestero se
enfrentan juntos a un cuauhpilli o guerrero águila, élite de la nobleza guerra mexica. -------------------------------Imágenes y atribución de autores Ilustración del guerrero águila, lanzamiento de tlacochlis y lluvia de dardos de Daniel Parada "Zotz" (https://www.facebook.com/Zotzcomic/) y (https://kamazotz.deviantart.com/) Ilustración del ballestero castellano de Yair Arroyo Cuatepozli del guerrero águila y reverso del escudo mexica de Tovar Octa Reproducción de un escaupil mexica de Arsenio Sotelo Rincon Reproducciones cortesía de Luis Armando Alarcón: anverso del chimalli de la izquierda, tepoztopilli y macuahuitl, sandalias cacli y reproducción del lanzador atlatl. Anverso del escudo mexica de la derecha y arriba de Benji Ruix Pachyohcan Reproducción de los venablos tlacochli con punta de hueso de Luis Lindemann Saeta central suelta del Cleveland Museum (https://creativecommons.org/publicdomain/zero/1.0/)
of
Art
de
dominio
público
Celada, ballesta, aljaba, virotes, cranequín, pata de cabra y alfanje de dominio público a través del Metropolitan Museum of Art (https://creativecommons.org/publicdomain/zero/1.0/) Resto de imágenes de época y códices de dominio público
Comparativa entre dos guerreros veteranos (rodelero y ocelopilli) A diferencia de la cofradía guerrera de las águilas, existía en la de los jaguares la posibilidad de que los macehuales (hombres del común) entraran en ella por méritos propios, aunque sin tener derecho a utilizar auténticas pieles de jaguar y contentándose con tlahuitzlis pintados. No obstante, "águilas y jaguares" era como se designaba a los nobles en la guerra, por lo que para un macehual suponía una subida de estátus acceder a la cofradía, pues se codeaba con sus mejores y tenía acceso a estudios y entrenamiento superior en la "casa de águilas y jaguares" (quauhcalli). Podríamos comparar a los guerreros jaguares con los modernos "marines", más numerosos que los elitistas "SEAL" de operaciones especiales (estos serían los águiles, cuachic y otomíes) pero dotados con un gran espíritu de cuerpo y una fuerza de choque nada desdeñable. Además, parece ser que formaban en núcleo de la infantería pesada mexica, junto a los guerreros huastecas y los papalotl. No queda claro si poseían el mando de pequeñas unidades, como los antedichos, o se dedicaban únicamente a ser guerreros, servidos por una pequeña hueste de guerreros noveles a los que apadrinaban en calidad de tequihua. Sea como fuere, fuentes como Bernal Díaz o el conquistador anónimo nos informan que estos guerreros estaban acostumbrados a grandes exigencias y entrenamientos físicos, pudiendo pasar penalidades, hambre y frío en espera de asestar el preciso golpe definitivo. El "conquistador anónimo" nos da cuenta de un combate en el que un solo guerrero jaguar se batió contra tres españoles al mismo tiempo, manteniéndolos a ralla hasta finalmente sucumbió debido a las heridas recibidas por varios tiros de ballesta. Estudios modernos indican que los guerreros jaguares fueron responsables de muchas de las bajas españolas, especialmente en operaciones de guerra urbana, y que mostraron inventiva a la hora de adaptarse a las armas y tácticas de su enemigo (en algunos casos adoptándolas tras la Noche Triste, como la conversión de hojas de espada en lanzas). Dentro de la cofradía, existían una diversidad de variantes de tlahuitzli, pantli o decoración del casco o conjunto con determinado diseñado de chimalli, lo que nos da cuenta de la existencia de una jerarquía interna o de una diferenciación en la procedencia (geográfica o de clase) del guerrero. Su contraparte castellana eran, sin duda, los veteranos que tenían en su haber experiencia militar y marcial de otras campañas en Indias, incluso aquellos que habían luchado en Italia. Tomamos como ejemplo al soldado Tobilla, que se cita como veterano de las batallas de Ceriñola y el Garellano bajo el mando del Gran Capitán, y al que se acudió para fabricar las 300 picas encargadas a los chinantecas y enseñar a los castellanos a usarlas, lo cual les fue de gran provecho en la Batalla de Cempoala y posteriores operaciones como la campaña de Tepeaca o los asaltos a los templos del Valle de México y la capital de Tenochtitlán. Estos veteranos podían tener algún rango menor dentro de la expedición (caporales o sargentos) o simplemente formar parte de la hueste, pues los rangos de capitán se concedían usualmente por otras razones (principalmente de poder adquisitivo y por haber
aportado armas, tropas o suministros a la campañas). Lo que es seguro es que su experiencia era valorada, y se acudía en ellos en momentos de necesidad en busca de consejo o para entrenar a las fuerzas de auxiliares indígenas "a la europea", lo que supuso un cambio enorme en su capacidad combativa a partir de la campaña de Tepeaca. Estos veteranos habían visto cosas mucho peores que una carga del ejército mexica, tras una lluvia de gritos y venablos tlacochli, pues soldados como Tobilla habían estado presentes en formaciones cerradas ante cargas de los piqueros suizos (hasta entonces la mejor infantería europea) y la caballería pesada francesa, la gendarmería, que acompañados por su "lanza" (hueste con varios jinetes y soldados a pie) formaban un auténtico y aterrador muro de acero con caballos de guerra forrados de bardas y caballeros con arnés completo, lanza, estoque y martillo o maza. Y no solo los enfrentaron, si no que consiguieron contenerles y finalmente vencerles. Veteranos de Italia en la expedición de Cortés se citan a no pocos, como Francisco de Orzoco (maestre de la artillería), Heredia "el viejo" (escopetero), Tobilla, Hulano de Portillo, Sotelo (que construyó el malogrado "trabuco"), Briones (que acompaña a Sandoval a Tuxtepec y la Chinantla), Canillas y Benito de Begal (tambores), Barrios, el artillero Mesa y otros que se citan pero de los que no sabemos el nombre. Como el resto de la infantería, los veteranos peleaban a pie con espada, lanza y rodela, pero sin duda alguna jugándolas con mucha mayor destreza y suponiendo un ejemplo para sus compañeros, especialmente los más bisoños. Para los mexicas, sería una sorpresa desagradable encontrar entre la masa de españoles, menos versados en el cuerpo a cuerpo, a alguien a la altura o por encima de sus propias habilidades, que hacía gala de un conocimiento marcial desconocido en aquellas latitudes. Del destino de Tobilla nos da cuenta Bernal Díaz: "Y también pasó otro buen soldado que se decía Tobilla, que derrenqueaba de una pierna, que se había hallado en la del Garellano con el Gran Capitán; murió en poder de indios" por lo que sospechamos que cayó prisionero durante la Noche Triste. Enfrentados estos dos tipos de guerreros, el combate en solitario de ambos debía ser algo digno de ver, en el que intervendrían muchos factores además de la destreza personal, como la capacidad de adaptación frente a un enemigo nuevo y su forma de combatir, el terreno o las circunstancias. No obstante, sabemos que en una batalla campal en un terreno llano, los veteranos castellanos llevaban las de ganar, pues luchaban como parte de un grupo coordinado y disciplinado que ellos mismos habían entrenado, mientras que los mexicas debían tratar de igualar esta forma de pelear o romper de alguna manera la formación para provocar la huida de los caxtiltecas y su captura (algo más fácil de decir que de hacer). Sin embargo, en la escaramuza y la guerra urbana, el guerrero jaguar era un adversario más que temible: formidable. Aprovechando al máximo el efecto sorpresa, dividiendo a los españoles y sus aliados, atacándoles con furia desde tejados, esquinas y calles estrechas donde no podían hacer valer la superioridad de sus escuadrones, provocaron numerosas bajas a los castellanos e hicieron del sitio de la capital tenochca una defensa numantina que pasó a los anales de la historia. --------------------------------Imágenes y atribución de autores
Ilustración del guerrero jaguar de Luis Armando Alarcón Ilustración del veterano castellano de Jaime García Medoza (Jaime Gmad) autor de "For Tenochtitlán" (http://fortenochtitlan.blogspot.com/) y (https://www.facebook.com/pg/jaimegarciamendozaillustrations) Anverso del chimalli, atlatl, sandalias cactli y panoplia de armas mexicas de Luis Armando Alarcón Reservo del chimalli de Tovar Octa Reproducción del cuatepozli y tlachochlis de atlatl de Luis Lindemann Fotografía de una honda de dominio público (Wikimedia Commons) Imágenes del Códice Mendoza de dominio público Ilustración del piquero de Jose Antonio Sollero Lopez Borgoñota, armadura de brazo (piezas), lanza y espadas a través del Metropolitan Museum of Art de dominio público (https://creativecommons.org/publicdomain/zero/1.0/) Rodela y peto maximiliano del Cleveland Museum of Art, de dominio público (https://creativecommons.org/publicdomain/zero/1.0/) .
Comparativa entre el generalato de ambos mundos (Tlacochcalcatl y Cortés) El Tlacochcalcatl o "señor de casa de los dardos" era una suerte de jefe del estado mayor mexica, y responsable de la dirección y planificación del ejército de la Triple Alianza en su conjunto. Como su nombre indica, custodiaba el cuartel general del ejército en Tenochtitlán que era su armería, la llamada "Casa de los dardos", que Bernal Díaz describe de esta manera: "Dejemos de hablar de los libros y cuentas, pues va fuera de nuestra relación, y digamos cómo tenía Montezuma dos casas llenas de todo género de armas, y muchas dellas ricas, con oro y pedrería, donde eran rodelas grandes y chicas, y unas como macanas, y otras a manera despadas de a dos manos, engastadas en ellas unas navajas de pedernal, que cortan muy mejor que nuestras espadas, e otras lanzas más largas que no las nuestras, con una braza de cuchilla, engastadas en ellas muchas navajas, que aunque den con ellas en un broquel o rodela no saltan, e cortan, en fin, como navajas, que se rapan con ellas las cabezas; y tenía muy buenos arcos y flechas, y varas de a dos gajos, y otras de a uno, con sus tiraderas, y muchas hondas y piedras rollizas hechas a mano, y unos como paveses que son de arte que las pueden arrollar arriba cuando no pelean, porque no les estorbe, y al tiempo del pelear, cuando son menester, las dejan caer e quedan cubiertos sus cuerpos de arriba abajo. También tenía muchas armas de algodón colchadas y ricamente labradas por de fuera de plumas de muchos colores, a manera de divisas e invinciones, y tenían otros como capacetes y cascos de madera y de hueso, también muy labrados de pluma por de fuera, y tenían otras armas de otras hechuras que por excusar prolijidad lo dejo de decir, y sus oficiales, que siempre labraban y entendían en ello, y mayordomos que tenían cargo de las armas." El número de tropas totales que mandaba se ha debatido entre los historiadores militares, especialmente se ha puesto en entredicho las cifras exageradas que hablaban de "cientos de miles" por parte de los estudios de Marco Antonio Cervera Obregón y Ross Hassig, basándose en la mera imposibilidad logística y de uso de los caminos. El Tlacochcalcatl mandaba normalmente a la guerra a generales (tlacateccatl) con cuerpos de ejército no superiores a los ocho mil hombres, aunque para campañas grandes se podían enviar varios de estos, pues las crónicas citan como otros generales debían esperar varios días (haciendo rituales) hasta que el camino se despejaba y podían partir con sus tropas en una larga fila india de a dos, que incluía a los muy necesarios porteadores. Para aumentar la capacidad bélica de la Triple Alianza, esta exigía tributos a sus ciudades aliadas o territorios conquistados, en parte para tener suministros para su ejército. También exigía un cierto número de tropas dispuestas para el despliegue en el ejército aliado, así como la colocación de tiendas de campaña, suministros, porteadores y prostitutas rituales (aihuanime) para que acompañaran y sirvieran a las tropas y para relevar en el camino a los que se habían mandado desde el corazón del Valle de México y las ciudades aliadas de Texcoco y Tlacopan. Para grandes campañas como los ataques masivos e intentos de invasión de territorios de Tlaxcala, el Tzintzuntzan Irechequa (Imperio Purépecha) o La Mixteca el propio
Tlacochcalcatl marchaba al combate, pues se requería coordinar varios de estos cuerpos de ejército que a menudo convergían por caminos diferentes hacia el territorio enemigo, tanto para realizar maniobras envolventes como para no cargar demasiado el tren de suministros de las provincias y estados por los que iban pasando las tropas, que evitaban los asentamientos principales (a no ser que se aprovechara para castigarles militar o políticamente) para no provocar altercados con la población civil. El rango de Tlacochcalcatl era usualmente un trampolín político para aspirar al de huey tlatoani, pues a Tizoc lo reemplazó su tlacochcalcatl Ahuitzotl. A la llegada de los castellanos, el "señor de la casa de los dardos" de Moctezuma era Quappiatl. El jefe de la casa de los dardos accedía al cargo tras haber completado todo el circuito del sistema de capturas, o habiendo destacado como un comandante brillante en el campo de batalla, por lo que sus aptitudes marciales estaban más que acreditadas. Tenía acceso a cualquier arma del arsenal mexica, incluso las de pueblos tributarios o armas "exóticas", aunque no le harían demasiada falta habida cuenta de que su tarea no era ya la de pelear como un soldado más, si no la de mandar como general a grandes contingentes de tropas. En el caso español, el capitán general de la expedición y posteriormente de la Villa Rica de la Veracruz y "la Nueva España" (como Cortés bautizó a estos territorios) era Hernán Cortés Pizarro Altamirano, hijo del veterano de la Guerra de Sucesión Martín Cortés de Monroy y Catalina Pizarro (trataba a los pizarros como "primos"). Aunque Velázquez quiso en dos ocasiones reemplazarlo como comandante al frente de la tercera expedición a Tierra Firme, no pudo impedirlo e inició con él un contencioso que duraría hasta 1524, el mismo año en que el rey convirtió al capitán que había iniciado la conquista como "rebelde" en gobernador de pleno derecho del territorio conquistado. La astucia política del extremo es bien sabida, aunque en esta infografía nos centraremos en su capacidad como líder militar, que sin duda habría de sorprender a los contemporáneos. Pasando a Indias como un funcionario bajo las administraciones de Diego Colón y Velázquez en Cuba, en cuya conquista participó, no destacaba a priori como líder en el campo de batalla frente a otras figuras como Pedro de Alvarado o el propio Pánfilo de Narváez, al que mandaron para apresarle (con escaso éxito). En realidad, el joven Cortés (al iniciar la conquista tenía 35 años) era más conocido por ser un "letrado" (aunque no hubiera sido universitario, si no secretario de su tío, que era escribano público, en Salamanca) que por ser un brillante comandante, pero la historia le puso a prueba y salió airoso. Aunando su gran inteligencia y su capacidad para sumar elementos aliados, de información, logística y suministro que le ayudaran en su presuntamente alocada empresa, se encontraba cierto arrojo personal (se le cita varias veces en combate, en momentos decisivos, aún por parte de sus detractores), animando a su bando y concibiendo estrategias a medio y largo plazo que supondrían el cerco y disolución de la Triple Alianza mediante el asilamiento de la capital tenochca, a la cual sometió a un feroz asedio (uno de los mayores de la historia). Salvado varias veces de la muerte por sus propios hombres, Cortés pasó de ser un capitán "rebelde" con no pocos detractores en 1519 a ser una pieza indispensable para la consecución de la conquista (tal es así que los de Villa Rica de Veracruz despacharon al funcionario que había de reemplazarle en el cargo en 1521 por mandato del obispo Fonseca porque "no convenía al buen éxito de la empresa"), de modo que sus propios
soldados estaban dispuestos a dar la vida para que él sobreviviera escapando a las trampas que le tendieron los mexicas, lo cual es indicativo de la popularidad que había adquirido... una popularidad que saltó a Castilla tras la Conquista, pues su nombre y el de su "hazaña" recorrieron prontamente los reinos peninsulares y llegaron más allá. Cortés había recibido instrucción militar de su padre, dada su condición de hidalgo, y en su juventud se había mostrado pendenciero. Sabemos que además adquirió experiencia militar en Indias sofocando revueltas en La Española y participando como militar en la Conquista de Cuba, donde recibió cargos y tierras que le permitieron sufragar en parte la expedición. Su matrimonio con Catalina Súarez le aseguró más riquezas a través de su suegro, uno de los terratenientes más ricos de Cuba en 1519. Por ello, Bernal Díaz nos da relación del dinero que se gastó en ropas, armas y armaduras caras, aunque hubo controversia al decidir él utilizar unilateralmente penachos en sus tocados y casco, lo que en aquella Castilla casi bajomedieval era privilegio reservado a nobleza de título y no a meros hidalgos (curiosamente, un siglo más tarde sería tan común que los soldados rasos españoles emplumaran sus sombreros que sus enemigos les llamaban "papagayos"). Se conserva en la Real Armería de Madrid la última espada perteneciente a Cortés, aunque por su morfología se trataría seguramente de una espada comprada en Castilla a su regreso en la década de 1530, pues Christoph Weiditz le retrató con una espada más sencilla de arriaz recto, posiblemente con arquillos o de pitones, modelo más acorde a los años de la Conquista. El extremeño tuvo dos caballos, uno con el que llegó desde Cuba y que murió en San Juan de Ulúa, y posteriormente el famoso Molinero, que le acompañó de vuelta a la Península y que se encuentra enterrado en el antiguo Palacio de Montpensier, hoy sede del Colegio de las Irlandesas en Castilleja de la Cuesta, donde encontró su muerte en 1547 tras recibir de la conquista solo el marquesado de Oaxaca y numerosos pleitos contra la administración real. Estos dos comandantes no tuvieron el "honor" de enfrentarse cara a cara, aunque es posible que el comandante citado en la Batalla de Otumba como "cihuacoatl" fuera en realidad el tlacochcalcatl, con lo que Cortés pudiera haber sido responsable de su muerte. No obstante, se enfrentaron en el plano estratégico coordinando las fuerzas de sus bandos, donde el comandante mexica contaba con la desventaja de que los aliados y feudatarios de Tenochtitlán se volvían contra ella, mientras que Cortés supo como atraérselos a través de la política y un uso juicioso de la táctica militar, incluyendo "ejemplos" de lo que podría suponer la oposición a su bando, como la matanza en Cholula o la dura campaña en Tepeaca, donde se quemaron y saquearon no pocas poblaciones que rendían tributo a los tenochcas. ------------------------------------Imágenes y atribución de autores Ilustración del Tlacochcalcatl de Paul Guinan y David Hahn para su novela gráfica "Aztec Empire" (https://www.facebook.com/aztecempiregraphicnovel/) Ilustración de Hernán Cortés en armadura de tres cuartos por Jaime García Mendoza, autor del proyecto "For Tenochtitlán" (fortenochtitlan.blogspot.com/)
y (https://www.facebook.com/jaimegarciamendozaillustrations/) Gorjal, rodela, espada de punta y corte c.1550 y espada de pitones italiana del Cleveland Museum of Art de dominio público (https://creativecommons.org/publicdomain/zero/1.0/) Armadura italiana de jinete ligero "a la tudesca", borgoñota y daga del Metropolitan Museum of Art a través de dominio público (https://creativecommons.org/publicdomain/zero/1.0/) Imagen del caballo andaluz de dominio público a través de Pixnio (https://pixnio.com/) Peinado de pipiltin (noble) mexica de Daniel Parada "Zotz" (https://www.facebook.com/Zotzcomic/) y (https://www.deviantart.com/kamazotz) Reproducción del cuatepozli, tlahuitzli, pantli del tlacochcalcatl, anverso del chimalli, tepoztopilli y macuahuitl cortesía de Luis Armando Alarcón Reservo del chimalli de Tovar Octa Imagen del tepozli o hacha de bronce de dominio público a través de Wikimedia Commons.
Comparativa entre Cortés y Moctezuma (aspectos sociales, políticos y militares) Moctezuma II había engrandecido el imperio durante su primera etapa como gobernante/guerrero, pero sus conquistas parecían haber dado contra un grueso muro cuando en dos ocasiones intenta tomar su éxito el señorío de Tlaxcala, y se contenta con contener a los tarascos, que avanzan lentamente por el otro lado, amenazando el corazón de la Triple Alianza. Una cadena de fortificaciones se alza para evitar estas incursiones. Mientras tanto, el huey tlatoani se propone reforzar el capital humano y material que obtiene a través de los tributos que cobra a territorios conquistados y vigilados por colonias militares que ejecutan operaciones de castigo a los pueblos que teóricamente se domina pero que todavía gozan en muchos casos de autogobierno y reclutan sus propias tropas. Parte de estas, al menos teóricamente, deben acudir al llamado del soberano tenochca si este se lo pide, además de participar en la carga logística de la marcha de sus ejércitos. El tributo que cobran los miembros de Triple Alianza permite que las ciudades aliadas del Valle de México crezcan exponencialmente en riqueza, capital humano y fuerza militar, por lo que el círculo parece que no puede romperse. Los intentos de revuelta son duramente sofocados por las tropas aliadas, y los mexicas ambicionan en las siguientes décadas la conquista completa de Tlaxcala, que se halla ya rodeada y sobre la que hay un bloque de suministros básicos como la sal y el algodón. No obstante, la propia naturaleza de la Ēxcān Tlahtolōyān será su perdición, pues todo el sistema zuyuano se basa en que la potencia central sea capaz de mantener su dominio tributario y militar sobre los estados satélite. Para ello, Moctezuma II refuerza su poder con un ceremonial barroco, impropio de sus ancestros, y se comporta de hecho como un rey absolutista que dispone en las cuatro esquinas de su "imperio". Esta actitud genera malestar, incluso entre sus aliados tradicionales, que sin embargo consienten a fecha de 1519. Las nuevas llegan en 1518 con la expedición de Grijalva, y como en otras ocasiones Moctezuma cree que dando regalos (sobre todo de metales preciosos) los extranjeros se marcharán satisfechos. Sin embargo, esta vez se topará con un rebelde a la autoridad de su gobernador, dispuesto a ir hasta el final. Además, una serie de augurios e indecisiones de tipo personal o místico le harán perder tiempo mientras los extranjeros avanzan. Hernán Cortés llega a las lindes de este complicado mosaico armado con una de las piezas clave de la Conquista: Malinalli, bautizada como "doña Marina" le ayuda a entender a qué se enfrenta. Rápidamente, siempre la discordia entre feudatarios alejados del centro de poder mexica (los totonacas) y los apoya militarmente, mientras juega con Moctezuma diciéndole que simplemente desea reunirse con él en calidad de embajador del rey Carlos. Lo cierto es que Moctezuma no desea que el caxtilteca llegue a su capital, así que se siente satisfecho al ver como le atacan los tlaxcaltecas, pero finalmente Cortés consigue aliarse con ellos a través de Malintzin y la tenaz figura de Xicoténcatl "el viejo". Para contentar a sus nuevos aliados, atacan Cholula, principal aliado de Moctezuma en la
región y responsable de la política de bloqueo. Los consejeros de tlatoani debaten hasta el último momento, tratando de dar largas a Cortés, hasta que finalmente el rápido cruce del paso entre los volcanes le obliga a quedarse en la capital para dar una imagen de poder y no rehuir a los extranjeros. En ese momento, su política cambia y les recibe con grandes agasajos, alojándolos en el Palacio de Axayacat y mostrándoles la ciudad. Sin embargo, tras la visita al Templo Mayor los españoles temen que aquello sea un ardid y terminen capturados y en los altares de sacrificio mexicas. Las crónicas no informan de ello, pero es obvio que se toma la inmediata decisión de capturar al tlatoani tras invitarle al palacio de Axayacatl. Desprevenido por lo inusual de semejante ardid en la tradición oral mesoamericana, el tlatoani se derrumba y es capturado. Durante meses, actúa como marioneta de los españoles, castigando incluso a los responsables de la derrota de Escalante en Nautla. Otros caciques y tlatoanis son llamados a su presencia, entre ellos Cacamatzin, señor de Texcoco, que estaba dispuesto a alzarse frente a los extranjeros e insultaba al soberano de Tenochtitlán por su pasividad. Mientras, Cortés hace y deshace como si el "imperio" fuera ya suyo, mandando que se exploren sus riquezas metalíferas y agrícolas de cara a su posterior explotación. Sin embargo, como ha carecido desde el primer momento del apoyo del rey y se ha rebelado a la autoridad del gobernador Velázquez al fundar Villa Rica de Veracruz y desligarse de sus instrucciones, provee desde el primer momento que de todas las riquezas se mande un quinto, "directamente al rey", aunque en la primera ocasión es retenido por el obispo Fonseca, contrario a él, hasta que el cardenal Adriano de Utretch le ordene entregar las cartas y el oro al monarca, que se encuentra en sus territorios del Sacro Imperio. Diego Velázquez manda entonces a Pánfilo de Narváez con una nutrida tropa y la orden de arrestar a Cortés. Este maniobra astutamente ganando tiempo con embajadores y regalos en forma de oro (se había descubierto un tesoro en el palacio) para ganarse las voluntades de muchos de los capitanes y soldados de Narváez, cuyo estilo de mando autoritario es impopular. En este momento, Tlaxcala actuaba ya como nexo de unión entre la costa (Veracruz) y Cortés en Tenochtitlán, proveyendo de soldados aliados, porteadores y suministros. En una astuta maniobra militar, Cortés ataca en condiciones ventajosas (noche lluviosa, espías y aliados en el campamento de Narváez) a su enemigo, teniendo además la previsión de haber dejado una fuerza aliada de 2.000 chinantecas al mando de un castellano para que ayudaran en el combate, pero no es necesario. Provistos de las picas que estos les habían fabricado, con punta de cobra, toman rápidamente los templos donde los fieles a Narváez se habían atrincherado, y casi sin bajas le toman prisionero. La gran mayoría de sus tropas se pasa a su bando y otras son enviadas a explorar la región del Pánuco, donde el gobernador de Jamaica, Francisco de Garay, ya tenía intereses y Cortés lo sabía (había apresado a alguno de sus navíos en Veracruz). La Conquista parecía asegurada, pero en su ausencia los acontecimientos se precipitan. Durante la festividad del Toxcatl, Pedro de Alvarado masacra a los danzantes y la nobleza mexica desarmada, quizá creyendo que estaban aprovechando para proclamar a un nuevo tlatoani. Algunas fuentes de hecho citan que Cuitlahuac ya había sido proclamado antes de la muerte de Moctezuma. El pueblo, furioso por aquel atropello, pone sitio al palacio de Axayacatl.
Cortés regresa a la capital y se le deja entrar en palacio con sus tropas, pero la situación sigue siendo desesperada y el asedio no puede durar mucho más. El capitán general obliga a Moctezuma a salir a la balconada a calmar a su pueblo, pero este rechaza su autoridad y le apedrea. Fruto de estas heridas o "rematado" (nunca se esclarecerá del todo) el tlatoani fallece. Los castellanos deciden escapar durante una noche lluviosa (la llamada Noche Triste) con puentes portátiles fabricados con las puertas de palacio, pues los mexicas les habían aislado retirando los puentes levadizos de las calzadas. Los castellanos tratan de huir por la calza de Tacuba, pero solo se salva la vanguardia y parte del centro. Más de la mitad de los extranjeros mueren, y sus aliados tlaxcaltecas son severamente diezmados. Una tropa que marchaba en retaguardia regresa al palacio de Axayactl y se atrinchera en él hasta que, hambrientos, se rinden. Cientos de españoles y tlaxcaltecas son sacrificados, dejando a algunos vivos para que les enseñaran a usar las armas como las ballestas, usando las espadas capturadas como puntas de lanza. Se deshacen, sin embargo, de armas fuego, caballos y cañones. Rápidamente, Cuitláhuac, nuevo tlatoani, llama a sus aliados y feudatarios para reunir a un gran ejército, y manda que se mate a los castellanos aislados en ciudades y guarniciones aliadas como Tecoac o Tuxtepec, así como los que iban solos por los caminos o buscando oro en Oaxaca. La victoria parece estar al alcance de la mano de los mexicas. Sin embargo, el proceso de desintegración de la alianza era inevitable. A pesar de las promesas de exenciones de tributo, algunos pueblos tributarios simplemente callan. Sus enemigos, como los tarascos, rechazan a sus embajadores, y los tlaxcaltecas, a los que se ofrece el fin del embargo comercial, se muestran determinados en su alianza con los castellanos, que a duras penas se abren paso hostigados de vuelta al señorío, consiguiendo una victoria moral frente a las superiores tropas al mando de cihuacoatl en Otumba. Recibido de vuelta en Tlaxcala, Cortés con ayuda de Malintzin y sus aliados, sondea a otras regiones descontentas y se atrae a Cholula, cuyos nuevos caciques le serán fieles. Usa una parte del tesoro del palacio, salvado por la vanguardia que comandaba, para mandar a Jamaica emisarios y atraerse a Garay, que le suministrará armas, armaduras, caballos y cañones. Capitanes particulares desde las islas colonizadas (Jamaica, Cuba y La Española) mandan sus propias naves y tropas y se suman a las fuerzas de Cortés, que vuelven a rondar los mil castellanos. Inicia a imitación de lo sucedido en Canarias, las Antillas o la Guerra de Granada, una campaña de guerra total para aislar uno a uno a Cuauhtémoc, nuevo tlatoani y su ciudad. En ese momento, el valle sufre una epidemia de viruela, de contagio accidental a través de la toma de un prisionero contagiado (un esclavo negro que venía con las tropas de Narváez), lo que mengua el número de defensores. En la campaña de Tepeaca (1520) se abre la llave del valle, y Cortés mandará fuerzas para someter a las ciudades aliadas y tributarias al norte, sur, este y oeste del lago. Además, sitúa a un nuevo tlatoani en Texcoco, Ixtlilxochitl II, que le es totalmente fiel y pone a su disposición sus tropas para el asedio final a la capital, en el que además se botarán trece bergantines para ganar la superioridad militar en el lago e impedir el abastecimiento de Tenochtitlán a través de él. Se rompe la albarrada de Nezahualcóyotl para privar a la ciudad del agua potable del acueducto y dejarla de nuevo a la merced de
las mareas del lago. Cuauhtémoc organiza una defensa desesperada, con los pocos aliados que quedan a su lado, y prepara la ciudad como una trampa para la guerra urbana, disponiendo además que se claven estacas en el lago para impedir que los bergantines incursionen dentro de los canales de la ciudad flotante. Su tesón y capacidad de resistencia son admirables, aunque aún más lo fue la resistencia de Tlatelolco. Durante cuatro meses, faltos de víveres, enfermos de viruela y cada vez con menos guerreros, soportaron duros ataques realizados a través de las tres principales calzadas, llegando a rechazar asaltos en la explanada del Templo Mayor y emboscando a los aliados indígenas de Cortés en Tlatelolco a los que se provocaron fuertes bajas. Cortés, desesperado, había ajusticiado entretando a Xicoténcatl "el joven" acusándolo de traición, aunque el resto de líderes de Tlaxcala se mantienen fieles a su lado, entusiasmados por la idea de tomar la ciudad de su odiado adversario, pues "el viejo" les había prometido "que habían de beber de las aguas del lago Texcoco". Finalmente, a pesar de la falta de pólvora y el poco uso de los extravagantes ingenios de guerra como trabucos o torres de asalto, la mera presión, la fuerza de los números y el desgaste frente a la defensa numantina de los tlatelolcas hizo que Cuauhtémoc quisiera eludir el sitio a través del lago, pero es capturado por la tripulación de un bergantín. La resistencia tlatelolca se prolonga unos días más, incluso haciendo las mujeres uso de las armas de sus familiares varones muertos en combate o por enfermedad. Finalmente, el tlatoani capturado ordena que cese toda violencia y tras de él quedaba una ciudad arrasada (fue preciso destruir las casas para que el combate urbano no fuera una trampa mortal para los castellanos) con una población disminuida y famélica que salió a través de las calzadas provocando una imágen de lástima y miseria en los conquistadores de la ciudad, pues Cortés había querido desde un primer momento entregarla "intacta" a su rey, algo que la tenaz resistencia mexica impidió. Terminaba la Conquista de la ciudad y empezaba la del resto de Mesoamérica, así como el periodo de la colonia. En 1524, venciendo finalmente en pleito a Velázquez, Cortés confirmado como gobernador de la "Nueva España", aunque durará poco en el cargo, contentándose con recibir el marquesado de Oaxaca. Para muchos de sus soldados a pie, la promesa de riquezas y encomiendas cayó en saco roto, pues no pocos siguieron aventurándose más allá en otras expediciones hacia el norte o el sur, donde encontraron a pueblos belicosos y resistentes como los mayas o los chichimecas, a los que les costaría doblegar. Y así fue como el hijo de un hidalgo de Extremadura entregó a la monarquía del rey Carlos un imperio mesoamericano, mientras en su Castilla natal los comuneros estaban alzados contra el monarca y en Worms Lutero desafiaba su autoridad terrenal y religiosa. No lo hizo así como así, pues como hemos visto no estaba solo, ni él ni los castellanos que le acompañaron. La caída de la capital tenochca fue tan compleja como su propia creación. Comenzaba el periodo de la colonia, con la llegada del primer virrey en 1535. --------------------------------Imágenes y atribución de autores
Ilustraciones de Hernán Cortés (cuerpo entero y rostro), detalle del rostro de Cacamatzin y e ilustración central de Moctezuma II de Jaime García Mendoza, autor del proyecto de novela gráfica "For Tenochtitlán" (http://fortenochtitlan.blogspot.com/2014/08/) y (https://www.facebook.com/jaimegarciamendozaillustrations) Imágenes de dominio público: las siete partidas, cañón, caballo, flota de buques del siglo XVI, vector de los lingotes de oro, imágenes de códices mesoamericanos y el Lienzo de Tlaxcala, tapa del libro de Vegecio "de Re Militari", retratos de Carlos V, Las Casas y Diego Velázquez de Cúellar. Fotografía de la escopeta de serpentín de la web "Albion small arms" (http://jaanmarss.planet.ee/juhendid/Tulirelvad/andmebaas/album_arkebuus/14th15thcent. htm) Retrato del cacique sin nombre, Malintzin y el atribuido a Ixtlilxochitl II, así como sketch de los conquistadores avanzando (parte inferior de la infografía) cortesía de Paul Guinan y David Hahn, autores de la novela gráfica "Aztec Empire" (https://www.facebook.com/aztecempiregraphicnovel/) Ilustraciones mezcladas de Luis Armando Alarcón: Moctezuma con sus atavíos de guerra, guerrero jaguar y formación de guerreros mexicas con su oficial. Mapa de los dominios de la Triple Alianza en 1519 a través de Wikimedia Commons (Atribución: Badseed based on work by historicair which in turn was based on Madman2001's work. [CC BY-SA 3.0 (http://creativecommons.org/licenses/bysa/3.0/)] ) remezclada del original en la composición, tal y como se enlaza a la fuente.
La comprensión de los sucesos históricos, hitos fundamentales y personajes de la Conquista se ha despojado durante los últimos decenios de la visión positivista, decimonónica y lineal de la “historia historizante”, mostrando un rico mosaico de relaciones políticas, sociales y militares entre los bandos formados a la llegada de Cortés a tierras de la Triple Alianza. No podíamos soslayar el hecho de que es necesario explicar bajo una nueva luz los acontecimientos de la Conquista propiamente dicha, haciéndose eco de nuevos estudios e interpretaciones tanto en la historiografía española como en la mexicana o desde autores “hispanistas” internacionales o del mundo anglosajón. Para entender la Conquista es necesario explicar el devenir de esta, y los actores y principales sucesos que marcaron un hilo en el proceso que llevó a la llegada de 500 castellanos a costas totonacas hasta la caída de la poderosa Tenochtitlán en agosto de 1521, cuyas consecuencias resonarían en las siguientes décadas y provocarían la paulatina expansión de la colonización española por todo el territorio del actual México. Esperamos hacerlo de forma amena y sin necesidad de recurrir a un relato pormenorizado, día a día, que puede encontrarse fácilmente en cualquier obra de divulgación o crónica castellana de la época, aportando también una visión que dichas crónicas omiten o soslayan.
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39 Ilustración inferior de Jerónimo de Aguilar cortesía de Paul Guinan, de su novela gráfica "Aztec Empire" (https://www.facebook.com/aztecempiregraphicnovel/)
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40 Ilustración de Pedro de Alvarado cortesía de Jaime Garcia Mendoza para su novela gráfica "for Tenochtitlán" (http://fortenochtitlan.blogspot.com/)
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41 Boceto del jinete castellano cortesía de su autor y amigo Augusto Ferrer-Dalmau Viñeta de la Batalla de Centla de la novela gráfica "Aztec Empire" de Paul Guinan, (https://www.facebook.com/aztecempiregraphicnovel/)
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42 Ilustración de Malinalli de la novela gráfica "Aztec Empire" (https://www.facebook.com/aztecempiregraphicnovel/) por cortesía de Paul Guinan
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43 Ilustraciones superiores de Jaime García Mendoza para su novela gráfica "For Tenochtitlán" (http://fortenochtitlan.blogspot.com/)
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44 IlustraciĂłn de una mujer tlaxcalteca de Daniel Parada "Zotz" (https://www.deviantart.com/kamazotz) y (https://www.facebook.com/Zotzcomic/). Rostro de Pedro de Alvarado de Jaime GarcĂa Mendoza, (https://www.facebook.com/jaimegarciamendozaillustrations/) y (https://fortenochtitlan.blogspot.com/)
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45 Boceto del conquistador espaĂąol cedido amablemente por su autor y amigo el pintor Augusto Ferrer-Dalmau
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46 Ilustraciones de Cortés y Moctezuma de Jaime García Mendoza para su novela gráfica "For Tenochtitlán" (http://fortenochtitlan.blogspot.com/)
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47 Retrato superior del tlatoani cortesía de Paul Guinan para su novela gráfica "Aztec Empire" (https://www.facebook.com/aztecempiregraphicnovel/) Estudio de las vestimentas de Moctezuma de Jaime García Mendoza (Jaime Gmad) para su novela gráfica "For Tenochtitlán" (http://fortenochtitlan.blogspot.com/2015/06/designing-emperor-ii-disenando-un.html)
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48 Bocetos superiores cortesía de Augusto Ferrer-Dalmau Ilustración de Tenochtitlán cortesía de Paul Guinan para su novela gráfica "Aztec Empire" (https://www.facebook.com/aztecempiregraphicnovel/)
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49 Retrato de un hombre de comienzos del siglo XVI con el cabello a la moda castellana (melena corta y barba en las Indias). ImĂĄgenes y vectores de dominio pĂşblico (Wikimedia Commons y https://publicdomainvectors.org/)
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50 Ilustración del chinanteca de Daniel Parada "Zotz" (https://www.facebook.com/pg/Zotzcomic/) Vectores e imágenes de dominio público (https://publicdomainvectors.org/)
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51 Madre maya amamantando a un niño, ilustración con un leve retoque para pasar el filtro de contenido 18+, cortesía de Daniel Parada "Zotz" (https://www.facebook.com/pg/Zotzcomic/) Vector de dominio público (https://publicdomainvectors.org/)
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52 Ilustración superior de Narváez en la Batalla de Cempoala cortesía de Jose Antonio Sollero Lopez
La ilustraciรณn de la Batalla de Cempoala de Jose Antonio Sollero en detalle
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53 Fotografía superior a través de Wikimedia Commons a partir de un lienzo del Museo de América. "During the siege of Tenochtitlan, Hernan cortés nearly escaped capture by aztec warriors. Detail of a painting at the Museo de América, Madrid, Spain" Atribución: (Michel wal [CC BY-SA 3.0 (https://creativecommons.org/licenses/by-sa/3.0)])
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54 Ilustración de Cuitláhuac de Jaime García Mendoza para su novela gráfica "For Tenochtitlán" (http://fortenochtitlan.blogspot.com/)
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55 Ilustraciones y estudio de la armadura de Gonzalo de Sandoval cortesía de Jaime García Mendoza, autor de "For Tenochtitlán" (http://fortenochtitlan.blogspot.com/) cuyo perfil artístico en Facebook podéis seguir (https://www.facebook.com/pg/jaimegarciamendozaillustrations)
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56 Ilustración del guerrero mexica de Jaime García Mendoza (Jaime Gmad) para su novela gráfica "For Tenochtitlán" (http://fortenochtitlan.blogspot.com/)
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57 Ilustración de Gonzalo de Sandoval de Jaime García Mendoza, autor de http://fortenochtitlan.blogspot.com/ Reconstrucción del pantli de un oficial mexica de Luis Ángel Hérnandez Islas. Ilustración de la carga de caballería de Batalla de Otumba cedida amablemente por su autor y amigo Augusto FerrerDalmau
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58 Boceto del jinete y detalle del cuadro de la expediciĂłn de Coronado cortesĂa de su autor Augusto Ferrer-Dalmau
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59 Boceto del ballestero y detalle del cuadro "El paso de CortĂŠs" cortesĂa de su autor Augusto Ferrer-Dalmau
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60 Ilustración superior de Jaime García Mendoza para su novela gráfica "For Tenochtitlán" (http://fortenochtitlan.blogspot.com/)
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61 Cuadro "The Last Days of Tenochtitlan" de William de Leftwich Dodge de dominio pĂşblico a travĂŠs de Wikimedia Commons
Una de las tareas más arduas a las que se enfrenta el publico en general a la hora de analizar o valorar en su justa medida la Conquista de México es la falta de contexto e información sobre el mismo, sobre todo en lo que se refiere al conocimiento de “la otra cultura”. En las experiencias de nuestro grupo de trabajo me he visto sorprendido al constantar como los historiadores y antropólogos mexicanos manejan una gran cantidad de información y conocimientos acumulados del estudio de las fuentes de la Conquista y su contraste a través de la arqueología y el análisis documental de fuentes indígenas (códices y epigrafía) que les ha llevado a tener una buena visión de los sucesos que se desencadenaron en 1519. Y sin embargo, hay una falta de estudio patente de la sociedad castellana y europea contemporánea, ya que no interesa contextualizar a ésta como propia de su tiempo (una sociedad religiosa, preindustrial, violenta y que ambicionaba tierras y recursos metalíferos) ni concederle ninguna “luz” ni acierto en su comparativa con las sociedades prehispánicas, cuyo grado de desarrollo se exagera hasta el idilio. Si bien es cierto, no conviene hablar como muchos hacen de una cultura “bárbara” o “atrasada”, pues la Mesoamérica del siglo XVI es tan refinada como pudo haber sido el Imperio Nuevo de Egipto o la corte del rey Darío en su palacio de Persépolis, y en algunos aspectos aventajaba a la Italia del Renacimiento o incluso la China de los Ming. Por la parte española, el fallo no es menor. La incomprensión de la sociedad y la cultura mesoamericana es notoria, incluso entre especialistas en la materia, quizá asustados de enfrentarse al marasmo bibliográfico del otro lado del océano (y viceversa) o rechazando de plano la visión idealista de algunos autores, con evidente sesgo nacionalista, que a uno y otro lado del Atlántico tratan de retratar este choque de mundos como una hazaña épica (los unos) o una invasión bárbara que pone fin a un mundo luminoso (los otros). Conviene, pues, aplicar a ambas culturas un aparato crítico y contextualizador. Sin él, entender la Conquista se vuelve mucho más complicado.
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62 Ilustraciรณn del noble mexica de Luis Armando de la Luz Alarcรณn
Ilustraciรณn del noble mexica en detalle
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63 IlustraciĂłn superior cedida amablemente por su autor y amigo Augusto Ferrer-Dalmau. Diagrama de la Batalla del Garellano de dominio pĂşblico (Zaqarbal [Public domain])
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64 Ilustración de las ahuianime de Daniel Parada “Zotz” (https://www.facebook.com/Zotzcomic/)
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65 IlustraciĂłn inferior, fragmento del cuadro "La Batalla de PavĂa" cuyo uso ha sido cedido amablemente por su autor y amigo Augusto Ferrer-Dalmau
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66 Grabados de dominio pĂşblico de las obras de Peter von Mainz, Melchior Schwarzenberg "De Re Militarii" (basada en Vegecio) publicada en 1512 y el tratado "Opera Nova" de Achille Marozzo (1536)
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67 Mapas y maquetas de dominio pĂşblico a travĂŠs de Wikimedia Commons
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68 Imagen inferior "Palacio de la Vela de los Cobos", ร beda, procedente de Creative Commons. Atribuciรณn: Zarateman [CC BY-SA 3.0 (https://creativecommons.org/licenses/by-sa/3.0)]
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69 Mapa de las posesiones del emperador extraĂdo de Biografias y Vidas https://www.biografiasyvidas.com/monografia/carlos_v/reinado.htm
Texto de las infografĂas del estado tarasco de Ricardo Carvajal Medina
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70 Glifo de Michhuahcan (Atribuciรณn: Ricardo gs [CC BY-SA 4.0 (https://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0)] ) " Fourth yacata pyramid on the south end of the line in Tzintzuntzan" (Atribuciรณn: Thelmadatter [CC BY-SA 3.0 (https://creativecommons.org/licenses/by-sa/3.0 )])
Vestimenta del conquistador tipo (castellano de clase baja) A finales del siglo XV y durante las primeras décadas del siglo XVI cristaliza en Castilla y los reinos de las Españas una moda que a pesar de las influencias flamencas, italianas o alemanas se demostrará longeva. A pesar de la existencia de una moda "internacional" entre los soldados de las campañas europeas, fuentes como el Trachtenbuch de Christoph Weiditz (1530-1540) nos muestra una pervivencia de modas que parecían superadas en otros entornos europeos (https://commons.wikimedia.org/wiki/Trachtenbuch_des_Christoph_Weiditz). Es el mismo tipo de modas que podemos ver a través de los códices coloniales en las primeras décadas del gobierno español de lo que será el virreinato de la Nueva España, así como en grabados y obras contemporáneas como La Celestina u obras pictóricas y miniaturas de carácter generalmente religioso en retablos de iglesias, libros de horas y otras obras impresas o códices. A pesar del aparente inmovilismo, ciertas modas son acogidas y adaptados al gusto hispano. De entre las más significativas está la barba y el pelo corto, que se impone a partir de 1529 en imitación del rey Carlos. Hasta entonces, lo normal era usar barba en un entorno militar o afeitarse en el nobiliario y cortesano, manteniendo una media melena que podía recogerse en una cofia (de tela o de "red"). Era muy importante que el castellano llevara la cabeza cubierta como reflejo de su condición, pues existían diversos tipos de tocados diferentes en función de la clase social del sujeto o incluso de su pertenencia al estamento eclesiástico en diferentes grados. En general, los tocados eran muy sencillos y se realizaban en gremios específicos como los de sombrereros o boneteros, siendo las más populares la gorra (en diversos formatos), el bonete y en la década de 1510 a 1530 también los sombreros, con diferentes tipos de ala. Un castellano de clase humilde llevaba por lo menos el calzón y la camisa (ropa interior), y sobre él unas calzas y un jubón. Esto era la ropa mínima y decente para salir a la calle o realizar tareas de cualquier tipo, aunque para las más pesadas podía cambiarse la calza por el uso del zaragüel (prenda de herencia andalusí) con la pierna desnuda con o sin zapato. Los jubones eran una chaqueta corta con mangas que se ataba con agujetas a la parte superior de la calza o la calza/braga, y que en tareas pesadas o ambiente de mucho calor se podía dejar sin abrochar. Los jubones se adaptaron a las modas y se fueron complicando con acuchillados, brahones, escotes en forma de U y otros usos de la época. Sobre él, lo decente cuando era posible era llevar otra prenda, el sayo, una suerte de túnica corta con o sin mangas que cubría total o parcialmente el jubón, y que tenía muchos diseños y tipos de faldón. También se usaban cueras en el entorno militar, que protegían de las cuchilladas del enemigo (las cueras estaban prohibidas en el contexto civil por considerarse que quien las llevaba "iba buscando bronca"). Además, existían una gran diversidad de prendas que podían vestirse sobre éstas para resguardarse del frío, del polvo del camino o simplemente por que resultaban elegantes: balandranes, gabanes, capas (a veces enceradas como tratamiento impermeable contra la lluvia), tabardos,
lobas, capuces, paletoques, capotes, etc... Las calzas enteras de finales del medievo estaban de rabiosa actualidad, actualizadas en diferentes versiones muy coloridas con diseños de colores a bandas y braguetas que podían rellenarse para resultar "más viril". Estas calzas enteras sin bragas en ocasiones usaban tibiales bajo las rodillas para ajustarlas bien, aunque los sastres las hacían a la medida de la pierna del usuario. Aparecen a finales del XV y principios del XVI el antecesor del moderno pantalón, entonces llamado braga, que era tan ajustado como la calza y servía para ceñirla, de modo que en su versión más larga podía reemplazar las engorrosas calzas enteras por otras medias calzas que quedaban ajustadas por el ceñidor de la parte baja de la braga (que visualmente puede confundirse con mucha facilidad con el tibial de una calza entera). Como se ha dicho antes, los marineros, esclavos, campesinos y gente de humilde condición cambiaban las bragas por zaragüelles, que también podían vestir con calzas para ir más "elegantes". En trabajos pesados y estivales, las podían vestir descalzos de zapato y calza, o llevar solo el zapato. En el caso de los hombres de Cortés, se cita muchas veces que llevaban zaragüelles y alpargatas como calzado (al principio castellanas, luego sandalias cactli mesoamericanas). El zaragüel era una prenda de lino parecida a un pantalón corto, aunque existía una versión más larga por debajo de la rodilla que se asemejaba a un bombacho o pantalón "pirata". Sobre el calzado, los castellanos usaban una gran diversidad de zapatos, algunos de inspiración internacional a través de flamencos, alemanes y franceses, y otros de diseño totalmente autóctonos. Zapatos "abiertos" con correa para atar, o "cerrados" de diferentes tipos de cuero, con suela generalmente baja, lo que a veces les obligaba a usar chinelas (una especie de sandalia de suela más gruesa) u optar por las duras alpargatas. En cuanto a las "botas", existía dos precedentes que aunque parecidos no se asemejaban a las utilizadas en el siglo XVII. Por un lado estaban los estivales, prenda antigua hecha de cordobán cuya caña se ampliaba al subir, de modo que esta caía colgando. Su cuero era muy flexible, como el del borceguí, una bota usada sobre todo por los jinetes, con una suela muy fina que obligaba a veces al uso de un sobrezapato o un zapato interior a través de la soletilla (capa de cuero fino que hacía de plantilla). Eran tan ajustadas que requerían de un "subidor", y a veces se quedaban atadas al cinto para que la vuelta no cayera, aunque en otras ocasiones se plegaba esta por la parte superior como un arreglo estético. Sobre esta ropa, los castellanos podían usar todo tipo de complementos como capillas, mucetas, ceñidores, etc. Utilizaban cinturones para cargar con escarcelas o bolsas de cinto, cada vez más infrecuentes por la aparición de la faltriquera (muy parecida al actual bolsillo), talegas, paneras y bolsas de viaje tubulares que se cerraban por uno o ambos extremos, talabartes o enganches de cinto para ceñir la espada, guantes y otros pequeños detalles. Por ejemplo, era de buena educación acudir a casa ajena con cuchara y cuchillo propios (el tenedor no se implanta en España hasta casi el siglo XVIII, por lo que la carne debía trincharse previamente en trozos pequeños), así como dejar en la puerta la capa y la espada (prohibida en ciertos lugares como iglesias, casas de juego, tabernas o "mancebías" -prostíbulos- así como en edificios públicos que representaban el poder real).
También podían cargar con el "paternóster", el antecesor del rosario, que se llevaba al cinto o en una bolsita y se componía de un cordel rematado en borla, cruz u otro objeto religioso y que tenía una serie de cuentas pequeñas de madera u otro material (unas 5 normalmente) seguidas de otra más grande, en tres o cuatro tramos de lo mismo. Las cuentas grandes servían para rezar el "Ave María" y las pequeñas el "Padre Nuestro" (pater noster en latín). Otros objetos religiosos muy populares eran los escapularios, hechos de tela o incluso impresos y cosidos sobre la misma, colgaban por delante y por detrás y se llevaban sobre o bajo la camisa, por lo que no solían ser visibles. Se creía que protegían del mal y ayudaban a la persona a mantenerse sana, ya que llevaba a Dios o a uno de sus santos "cerca del corazón". --------------------------------Imágenes y reconocimiento de autores Sketch de los tipos de calza, cuera y sayo cortesía de Jose Antonio Sollero Lopez Resto de imágenes de dominio público, algunas de ellas obtenidas a través del blog de Consuelo Sanz de Bremond "Opus Incertum" que os animamos a visitar para obtener más información sobre el tema (http://opusincertumhispanicus.blogspot.com/).
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71 Ilustraciones de Daniel Parada "Zotz" (https://www.facebook.com/Zotzcomic/) y (https://www.deviantart.com/kamazotz/) Mapa de Tayasal y el lago Petén Itzá a través de Wikimedia Commons (Atribución: Wikigwz [CC BY-SA 4.0 (https://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0)])
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72 Ilustración de los jinetes nazaríes del siglo XV cortesía del pintor y amigo Augusto Ferrer-Dalmau Cuadro Juego de cañas en la Plaza Mayor de Valladolid, 1506, uso educativo no comercial de la imágen (Atribución: Julio I. González Montañés, http://www.teatroengalicia.es/canhas.htm)
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Estribos a la jineta del Metropolitan Museum of Art, ca. 1492–1530 de dominio público (https://creativecommons.org/publicdomain/zero/1.0/) 73 Cuadro de Pierre du Terrail de dominio público, depositado en el Musée national de la Légion d'Honneur de París a través de Wikimedia Commons
Arnés blanco completo y estoque de caballero (c.1525) a través del Metropolitan Museum of Art, de dominio público (https://creativecommons.org/publicdomain/zero/1.0/)
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74 Ilustraciรณn del guerrero tarasco de Luis Armando de la Luz Alarcรณn. Ilustraciรณn de los guerreros mexicas de Luis ร ngel Hernรกndez Islas
Ilustraciรณn del guerrero tarasco con hacha de bronce en detalle
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75 Imágenes de dominio público de https://publicdomainvectors.org/ Dos ciudadanos del reino de Joseón, imagen de dominio público a través de Wikimedia Commons Monedas chinas y cerámica ming a través del Metropolitan Museum of Art de dominio público (https://creativecommons.org/publicdomain/zero/1.0/)
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76 Imágenes de Cempoala y mural de Diego Rivera en el Palacio Nacional sobre el Tajín (c.1950) de dominio público a través de Wikimedia Commons. (https://creativecommons.org/publicdomain/zero/1.0/deed.en)
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77 Reconstrucciรณn de la ciudad circular amazรณnica de la web https://innemedium.pl/wiadomosc/odkrytoprehistoryczne-ruiny-starsze-niz-dzungla-amazonska-ktora-nich-rosnie Fragmento de "An illustration of the ritual sacrifice by strangulation of 53 young women (aged 15 to 25) at the Mound 72 burial of an important personage, now referred to as the "Birdman" because of the falcon shaped arrangement of
beads around his body. Mound 72 is a ridge-top mound at the Cahokia Mounds Site, a large Mississippian culture mound center located in present day Madison County, Illinois." remezclada a partir de Wikimedia Commons. (Atribuciรณn: Herb Roe [CC BY-SA 3.0 (https://creativecommons.org/licenses/by-sa/3.0)]) Fragmento de "Artists conception of the Caddoan Mississippian culture Spiro Mounds Site in eastern Oklahoma on the Arkansas River. Occupied between 800 to 1450 CE, the site was a major regional power. The illustration shows the large Brown Mound at the center of the site next to the oval shaped the plaza to the west ringed by smaller house mounds. To the southeast is the famous Craigs Mound, or "The Great Mortuary Mound", with its distinctive profile." remezclada a partir de Wikimedia Commons. (Atribuciรณn: Herb Roe [CC BY-SA 4.0 (https://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0)])
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78 ImĂĄgenes y mapa de dominio pĂşblico
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79 Ilustraciones del pochteca y el noble mexica de Daniel Parada "Zotz" (https://www.facebook.com/pg/Zotzcomic/) y (https://www.deviantart.com/kamazotz) Retratos del renacimiento italiano de dominio pĂşblico
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80 Ilustración inferior de la novela gráfica "Aztec Empire", cortesía de Paul Guinan (https://www.facebook.com/aztecempiregraphicnovel/)
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81 Retrato poco conocido del emperador, descrito en la pรกgina de Patrimonio Nacional: http://www.patrimonionacional.es/retratos/obras_principales.htm
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82 Imágenes superiores de la novela gráfica "Aztec Empire" cortesía de Paul Guinan (https://www.facebook.com/aztecempiregraphicnovel/)
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83 Ilustraciones superiores de los macehuales (hombre y mujer) y todos los peinados y tocados de Daniel Parada "Zotz" (https://www.facebook.com/Zotzcomic/) y (https://www.deviantart.com/kamazotz/) Ilustraciรณn del noble mexica y reproducciรณn de las sandalias cactli de Luis Armando Alarcรณn
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84 Fotografía inferior: Colegio del Arzobispo Fonseca a través de Wikimedia Commons. (Atribución: José Luis Filpo Cabana [CC BY-SA 4.0 (https://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0)])
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85 Ilustraciรณn de la mujer tlaxcalteca de Daniel Parada "Zotz" (https://www.deviantart.com/kamazotz/) y (https://www.facebook.com/Zotzcomic/)
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86 Imagen del libro de William Caxton "Game and play of the cheese" a travĂŠs de The Project Gutenberg (AtribuciĂłn: http://www.gutenberg.org/files/10672/10672-h/10672-h.htm)
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87 Imágenes de dominio público
Conclusiones A través de estas páginas he tratado de aportar una visión más ecuánime y contextualizada de la conquista. Sin duda alguna, el estudio de la misma ha suscitado el trabajo de muchos y grandes historiadores, y a él dedican sus vidas muchos antropólogos, arqueológos y doctorandos en historia. Todo el trabajo que estos han intelectuales han producido en los últimos 30 o 40 años ha revolucionado el modo en el que debemos ver y analizar los acontecimientos que suceden entre 1519 y 1521. En primer lugar, debe alejarse definitivamente la Leyenda Negra, tan persistente, por falsa y reductora. Algunos de sus puntos no escapan a la más mínima contextualización con la Europa de la época e incluso comparando a los castellanos con las poblaciones a las que conquistan, como los mexicas, no menos imperialistas o sanguinarios que ellos. En segundo lugar, conviene no dejarse seducir por la Leyenda Rosa, tan de moda. La reivindicación de los “aciertos” de la hispanidad a 500 años vista tiene una connotación política más que evidente, y se esfuerza en afianzar un nacionalismo español “digno” y del que sentir “orgullo patrio” frente al presente desafío de nacionalismos e independentismos regionales. Sin embargo, la leyenda rosa es reductora, en tanto en cuanto obvia los pasajes oscuros y los tonos grises en la Conquista, o trata de quitarles hierro con un determinismo contextualizador. Lo cierto es que ciertas cosas que hicieron Cortés y sus hombres en México impactaron a sus propios contemporáneos, por lo que lo que el asunto de la contextualización hay que situarlo en su justa medida. En último lugar, hay que huir también del determinismo que viene del nacionalismo poscolonial neoindigenista que se ha gestado con fuerza en México y otras partes de Hispanoamérica, ya que cae en los mismos fallos que los nacionalismos europeos del siglo XIX: la creación del mito del nosotros/ellos, del “los nuestros” y “el enemigo”, atribuyendo a la cultura propia solo rasgos positivos y minimizando los negativos. Lo cierto es que la historiografía hace variar nuestro concepto y valoración de la historia en cada época. Es por eso que un historiador que se precie de hacer bien su trabajo, debe ser consciente de la existencia de estos metarrelatos, no para dejarse seducir por la última moda, si no para valorar en su justa medida la aportación que cada movimiento historiográfico hace al conocimiento del pasado para tratar de aunar la mayor cantidad de información posible, de las mejores fuentes posibles, para tratar de esclarecer mediante estos vestigios el tan esquivo pasado y su verdad, distorsionada por el relato intencional de siglos. En este caso “la historia no la escribieron los vencedores”, al menos no solo ellos. Los vencidos también tuvieron voz, pero ya ha llegado el momento de que nos planteemos seriamente cuánto hay de verdad en sus relatos y cuánto de justificación a posteriori de los sucesos y la manera en la que acaecieron, como si estos fueran una inevitabilidad. Esta visión historiográfica ha alimentado y nutrido al neoindigenismo desde la publación de obras como “Las venas abiertas de América Latina” o la “Visión de los vencidos”. No deben tomarse, sin embargo, como la verdad absoluta, al igual que cualquier otra fuente, y deben ser sometidas a aparato crítico. En cierto sentido, lo hemos hecho en esta humilde obre el autor y todos los que han colaborado y debatido con él.
Por último, no podía terminar este libro sin hacer la reflexión final: somos nosotros, españoles y mexicanos del siglo XXI, los que debemos reconciliarnos con nuestra historia. Los que debemos entender que la historia es algo aparte del nacionalismo que la instrumentaliza y la usa para dividirnos. México y España son, hoy, dos países con culturas hermanas cuya relación diplomática o económica no debería entorpecer las relaciones entre sus pueblos. Somos nosotros, el pueblo, la gente común, la que debe decidir dejar el odio de los viejos relatos a un lado, los adjetivos peyorativos y las dinámicas unilaterales, para descubrir que ganamos más conociéndonos mejor los unos a los otros y aceptándonos tal y como somos (y tal y como fuimos) que generando polémicas políticas que a nadie favorecen salvo a algunas figuras o colectivos concretos. Entretanto, dejemos que sean los historiadores los que profundicen en el estudio de estos temas, y aprendamos todos que la historia es pasado, y aunque tenga su eco en el presente no debemos enfadarnos por ella, ni pedir disculpas ni reparaciones en el presente, pues estas carecen de sentido. Los muertos no agradecerán las disculpas de personas que no tuvieron nada que ver con su muerte, que no comparten su cosmovisión, su cultura ni forma de ser. Gente en absoluto culpables, ni los unos ni los otros, de lo sucedido hace quinientos años. Tampoco debemos ver la Conquista bajo esa luz, la de la culpabilidad. No es un proceso histórico diferente a cualquier otra conquista o invasión de la historia, como la de César en las Galias o la de Persia por Alejandro Magno, ni mucho menos palidece comparada con las conquistas de los khanes de Mongolia o las expansiones de pueblos guerreros como los vikingos, el Japón feudal o la propia Inglaterra invadiendo la Francia del siglo XIV. Simplemente, como hispanos, hemos profundizado más en las luces y sombras de este proceso, y no nos hemos conformado con un relato simplista. Nos hemos esforzado en buscar los ángulos oscuros, pues está en nuestra naturaleza y carácter como pueblo, mientras que otros se conforman con “quedarse con lo mejor” y dar con ello un relato positivista, sesgado y reductor. ¿No deberían aprender ellos de nosotros y no al revés? Quizá la comunidad de investigadores e historiadores de España e Hispanoamérica debamos dejar de lado nuestro complejo de inferioridad, y hablar de tú a tú con nuestros homólogos del mundo francófono y anglosajón. Grandes cosas podrían salir de esa sinergia, al igual que han salido de la humilde sinergia de nuestro grupo de estudio, que os animamos a visitar: https://www.facebook.com/groups/273154999966224/ David Nievas Muñoz Licenciado en historia por la Universidad de Granada Máster “La Monarquía Católica, el Siglo de Oro Español y la Europa Barroca” Asesor histórico del pintor de batallas Augusto Ferrer Dalmau y de la Recreación Histórica de la Paz de las Alpujarras (Padules) En Granada, a 9 de mayo de 2019
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