LENGUA NOCHE. SUEÑOS DE 1985 A 2019, de Rafael Villegas

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LENGUA NOCHE Sueños de 1985 a 2019


Lengua noche. Sueños de 1985 a 2019 Primera edición, 2020 © 2020, del texto y las ilustraciones: Rafael Villegas Coordinación: Bernardette Aquino Diseño y diagramación: Paulina Urzúa Corrección: Roxana Zermeño Prensa: Alejandra Carrillo

D.R. Salón Carmesí Manuel Anaya 3714, Atemajac del Valle, 45190, Zapopan (Área Metropolitana de Guadalajara), México ISBN 978-607-8701-06-3 Se permite la reproducción total o parcial de este libro, así como su transmisión sin fines de lucro por cualquier medio, siempre respetando los derechos de autor. Ningún escritor, ilustrador, corrector, diseñador o impresor fue dañado económica o moralmente en la realización de este libro. Impreso en México / Printed in Mexico


LENGUA NOCHE Sueños

de 1985 a 2019 / rafael villegas



Morir, dormir, tal vez soñar... ¿No era eso lo que buscabas? Camino oculto, de Milo Manara (1998)

Temo que el sueño adelgace, que yo caiga de él a la realidad, que la sombra de la realidad se derrame por esa hendidura y pase al sueño, y que yo realmente ya no tenga a donde ir. Atlas descrito por el cielo, de Goran Petrović (1993)

Hay mucha niebla en los sueños, desde luego, pero hay muchos más sueños en la niebla. Pieza única, de Milorad Pavić (2004)

Somos como el soñador que sueña y luego vive dentro del sueño [...] ¿Pero quién es el soñador? Twin Peaks, de David Lynch y Mark Frost (2017)

Ningún sueño es solo un sueño. Eyes Wide Shut, de Stanley Kubrick (1999)

¡Despierta! No puedes expiar tus pecados con pesadillas. Santa sangre, de Alejandro Jodorowsky (1989)



El sueño es antificción. Todo en este es creencia, convencimiento puro. La experiencia de la ficción, lo sabemos, implica la suspensión voluntaria del recelo. Cuando la duda y la voluntad surgen en el sueño, este suele terminar. El sueño, además, es antimemoria. Todo en él es olvido, desvanecimiento. La experiencia de la memoria es una batalla contra la entropía y la incertidumbre. El sueño es la puesta en escena de un desorden fundamental e imbatible. Algo más: el sueño es antinarrativo, su relato es una contradicción, una artificialidad, si se quiere. En el sueño, como canta Lera Lynn, «No hay futuro, no hay pasado/ En el presente, nada dura». Pese a todo, he escrito un libro de sueños. ¿Son relatos? Eso parecen, pero no puedo asegurarlo. Tienen la apariencia de ficciones, pero no lo son. Da la impresión de que hablan de mí y eso, de alguna manera, es cierto. Mi memoria más antigua es también mi sueño más viejo. Sucedió en 1985 (cuando tenía cuatro años), pero lo apunté a principios de 1990. Primero fue un recuerdo, luego me di cuenta de que era un sueño, quizá un delirio. Después escribí en una nota de venta del negocio familiar que estaba ciego en los sueños. Es decir, que estos no eran visibles, que cuando soñaba siempre tenía lagañas en los ojos. Todavía puedo recordar la sensación de la ceguera onírica, que convertía a los sueños en experiencias angustiantes. Pero un día empecé a verlos con claridad y cierto grado de lucidez. Desapareció la sensación de

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AL LECTOR DE SUEÑOS


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horror, mas no las pesadillas. Me di cuenta de que el sueño puede ser «mirado» con desapego, con un desfase entre el qué experimento y el cómo lo experimento. Por eso en muchos de los sueños de este libro domina una primera persona bajo la que se agazapa una tercera persona. Cuando sueño, puedo ser un testigo omnisciente que es, a la vez, protagonista deficiente. Cuando sueño, cada sustantivo es otro y cada sujeto es probabilidad. Es decir, cuando sueño puedo ser una anomalía narrativa. El registro del sueño es escritura cuántica. Encontré en el apunte de los sueños un medio ideal para abandonarme y, según mi fantasía religiosa infantil, para dejarme habitar por una presencia trascendente. En ese entonces, todo lo que quería era ser alguien más y que algo más grande que yo me hablara directamente. Por ejemplo, deseaba ser Daniel, el profeta que vio antes que nadie la caída de Babilonia en la frágil estatua de Nabucodonosor. He llegado a pensar que yo mismo provocaba el tono profético de algunos de mis sueños infantiles y adolescentes. Hay demasiada arena en aquellos sueños como para no sospechar de mi inconsciente bíblico. La escritura de los sueños se volvió una tarea cotidiana y metódica, como lavarme los dientes o cuidarme de las espinas cuando como pescado. Encontré la manera de retardar el despertar. Descubrí que bastan apenas unos segundos para rememorar el sueño, es decir, para recuperarlo del olvido sin mayores daños. Entonces, hasta entonces, cuando ya lo tengo en la mano, despierto y lo anoto. Y cuando lo anoto, me abandona. Duermo todos los días con una libreta y una pluma al lado. Desde hace poco, cuando no es así, recurro a la grabadora de voz del celular. Una parte de mí siempre teme que en esos segundos, en ese estado intermedio entre el sueño y la vigilia, no esté rememorando, sino inventando. No lo sabré nunca. Como dice Gollut, no hay garantía de autenticidad para el soñador, menos para el lector de sueños. Solo sé que mientras estoy en ese estado que llamo «sonambulismo programado», creo plenamente en todo lo que


Dios dejó de ser para mí una figura espiritual para convertirse en un personaje recurrente de mis sueños. Estos perdieron hace muchos años su vocación visionaria y adquirieron una naturaleza estética. Aunque, por supuesto, siempre queda la duda de si los sueños tienen realmente un autor. Los sueños parecen venir de otra parte, pero también manan del centro oscuro de uno mismo, que para mí es la fuente de donde viene el resto de mi escritura. Cuando digo oscuro no lo hago como sinónimo de malvado. En la oscuridad de la conciencia, esa densa sopa primordial sin ingredientes definibles, se configura todo lo que somos y, además, lo que no somos. Y esto es importante, lo que no somos, porque cada uno de nosotros tiene una versión posible y otra imposible; incluso esta última es irrepetible, única. Hay una oscuridad que nos pertenece y que solo puede ser evocada, nunca propiamente escrita. Digamos que los sueños de este libro hablan de mí. Más o menos. Sé que es lo más autobiográfico que escribiré jamás. Aunque considero este libro más un manifiesto creativo que una autobiografía. Siempre recurro a máscaras de ficción cuando quiero escribirme, pero en el relato del sueño no hay máscaras. Hay niebla (como dice Pavić), pero no máscaras. Debajo de esta niebla está mi rostro desnudo, pero no es posible verlo bien. A veces se asume que el sueño es equivalente al relato autobiográfico en cuanto a una correspondencia directa entre sujeto referencial y sujeto de enunciación (yo soy este que narra que vivió). Pero en el relato del sueño las condiciones de identificación del yo se complican: en efecto, yo soy este que da testimonio de haber soñado, pero tal vez no sea del todo aquel que habita el sueño. En todo caso, el relato del sueño da forma discursiva a lo que veo como un ahuecamiento del yo que sucede mientras dormimos.

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me digo que he visto. Cuando escribo ficción no percibo esa certeza. El sueño es, quizá, lo único que me queda de la experiencia de la fe.


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El sueño, para mí, no es tanto revelador, sino deformador, pero acaso en la deformación se encuentre la verdad. En este sentido, después de todo, el relato onírico se acerca al relato de ficción. El narrador de estos sueños, que puede o no ser el mismo autor de este libro, a veces se presenta semejante a sí mismo y a veces ajeno, a veces monstruoso, diabólico y criminal, a veces idiota, a veces confundido, a veces místico, a veces asustado, a veces iluminado y heroico, a veces hasta tierno e infantil, a veces heteronormado, a veces en deconstrucción, a veces queer. Pido al lector (como lo pediría para cualquier relato de ficción) que sea comprensivo y no juzgue rápido a esta persona de niebla que soy y no soy en los sueños. Después de todo, como pregunta la versión onírica de Monica Bellucci en Twin Peaks, «¿Pero quién es el soñador?». Los sueños de este libro no solo tratan de mí. No empecé a anotarlos porque quisiera conocerme (o reconocerme), sino porque quería convertirme en otra persona. Hallaba en los sueños pistas de lo otro que, quizá, también podría ser. Esta necesidad de mutar estaba ligada a la conversión espiritual que definió buena parte de mi infancia, pero eso fue al principio. Por otro lado, nunca me interesó realmente sustituir la confesión espiritual por el testimonio psicoanalítico. Pasé directamente de lo espiritual a lo estético. Por eso me resultaron tan reveladoras las palabras de Perec en la introducción a La cámara oscura, su colección de 124 sueños: «Creía que anotaba los sueños que tenía: me di cuenta de que, muy pronto, solamente soñaba para escribir mis sueños». Me hice escritor registrando sueños. Estos han sido siempre mi habla y mi lengua, incluso en aquellos años cuando apenas podía comunicarme con los demás. Todo lo que he aspirado es a escribir como sueño, es decir, que todo lo que he querido es escribir sin miedo y con asombro. Si de algo dan testimonio verídico estos sueños es de mi deseo desmesurado por dar forma a lo inasequible.


El soñador es traductor. Todo relato de sueño es una traducción de una lengua desconocida, una fijación de vértigos, como diría Adamov. Incluso los surrealistas (Breton, Aragon, Éluard, Artaud), que pretendían el registro objetivo del inconsciente mediante el automatismo, participaban de esa desviación esencial. Así lo hicieron también en sus colecciones oníricas autores como Kerouac, Yourcenar, Crumb, Leiris, David B., Martí y el ya citado Perec. Me gusta pensar que quienes hemos escrito y publicado sueños alguna vez, compartimos la sospecha de que no solo soñamos con nosotros mismos, sino con esa red de sentidos que heredamos y compartimos como especie. Aprendemos a soñar como humanos cuando entramos en contacto con la cultura. Quizá por eso los sueños nos parecen, a la vez, propios y ajenos, familiares e insólitos. Quizá por eso el soñador puede sentir que recibe un sueño, pero también que lo produce. Quizá por eso San Agustín le preguntaba a Dios, en sus Confesiones, «¿Es que cuando duermo no soy yo mismo?».

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He tenido más sueños que los que he registrado, por supuesto. He dejado fuera, por ejemplo, aquellos que son reelaboraciones casi transparentes de las preocupaciones de la vida: soñar que se llega tarde al primer día de trabajo, las ganas de ir al baño, tener hambre en el sueño cuando se tiene hambre en la vigilia. Muchos de mis sueños tienen forma de aventuras porque la aventura es la forma idónea de la maravilla. Lo que me adviene en el sueño tiene que parecerme inusitado, tener un grado concreto de extrañeza, para encontrar lugar en mis registros. Ha de parecerme ajeno para hacerlo mío. He aquí un criterio estético. Freud hace notar en La interpretación de los sueños que el relato onírico es necesariamente infiel. Sin embargo, la deformación de esta clase de relato no es arbitraria. En esta desviación respecto al original, me parece, se concentra el valor estético del relato del sueño. El sueño también es fabulación.


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Empecé a anotar estos sueños en libretas y hojas sueltas hace más de treinta años en mi ciudad natal, Tepic (luego en Guadalajara, Barcelona, Ciudad de México y Los Ángeles). Para convertir esos registros en Lengua noche, he realizado una arqueología de mí mismo, es decir, una reconstrucción de persistencias y desapariciones, una restitución de la materia maleable de mis experiencias oníricas. Por supuesto, este libro implica una reescritura de esos registros. He buscado la homogeneización del estilo, algo que no está presente en las anotaciones originales, que han cambiado mucho a lo largo de veinte libretas. He decidido acompañar algunos de mis sueños con 41 imágenes (una combinación de collage, dibujo y fotografía), una elaboración gráfica sin mayores pretensiones. No soy artista visual y si me atrevo a mostrarlas es para documentar mis ganas de mirar lo que sueño. Algo más: he cambiado los nombres de muchas de las personas que aparecen en este libro. Prefiero publicar estos sueños sin censura, tal como los ha configurado mi inconsciente, pero sin exponer a nadie. Como yo lo veo, sin embargo, las versiones soñadas de personas que he conocido son manifestaciones de ciertos aspectos de mí mismo y no fáciles representaciones de esas personas. Me gusta pensar que yo soy todos ellos y viceversa. La cantidad de sueños de este libro (367) sobrepasa con poco el número de días que tiene un año. Se me ocurre recomendar al lector paciente que lea un sueño por día, justo al despertar o antes de dormir. No olvide poner este libro junto a su cama. O, mejor, no olvide dejarlo bajo la almohada, como un arma contra las demasiadas certezas del mundo de la vigilia.

Rafael Villegas Guadalajara, enero de 2020


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SUEÑO 1 (1985) Estoy sentado en el sillón verde entre dos cojines: uno con detalles de flores rojas que arden, otro cubierto de ojos que no dejan de verme. El techo de la habitación cae a pedazos sobre mí. Grito aterrado que me salven. Ada toca mi frente y me dice que todo está bien, que es por la fiebre. Le pido perdón por destruir la casa con el fuego que sale de mi cuerpo.

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No recuerdo haber despertado de este sueño, que sucedió en medio de una fiebre.


SUEÑO 2 (1987) Ismael me muestra la fotografía de un ovni que vuela a baja altura. Después, envuelve la imagen con una tela de terciopelo rojo. No sé si esto fue un sueño o es un recuerdo.

SUEÑO 3 (20/12/1991)

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Camino por el desierto. Estoy solo y ciego, sé que moriré aquí. Estoy ciego, pero veo todo, incluso lo que no se ve. Tengo los ojos pegados con lagañas que no ceden. Siempre es lo mismo, nunca puedo abrir los ojos cuando sueño. Estoy enfermo de lagañas.

SUEÑO 4 (23/04/1992) En el centro del infinito (porque el infinito tiene centro) hay un hombre lampiño y calvo. Tiene ojos tristes, tristísimos. Seré su amigo, pobre hombre. «Si adivinas qué traigo en mis manos, podrás ser mi amigo», dice mientras esconde sus manos debajo de sus muslos. Me agacho para descubrir lo que oculta. «Ni le busques», me advierte, «no tengo manos».


SUEÑO 5 (30/06/1993)

SUEÑO 6 (06/07/1993) Soy un niño que ve a un hombre ahogarse en el océano. El hombre soy yo. Estoy exhausto, he procurado mantenerme a flote por muchos días, pero ya no tengo esperanza de sobrevivir. Me hundo. El hombre se hunde hasta el fondo del océano, pero el fondo del océano es un cielo aborregado y caigo a gran velocidad. No temo nada. El choque, el accidente letal, no se produce; no como lo esperaba. Las dunas del Sahara amortiguan mi caída. El sol ardiente y un camello negro atestiguan la caída del hombre, que intenta pararse, usar sus pies como adulto, pero sus pies son de bebé, aguados y carentes de huesos, porque no hay huesos sin leche materna y este bebé/hombre/niño no ha tomado leche materna jamás. La arena me traga. Después de pasar por un túnel breve y ajustado, incomodísimo, aparezco sobre las copas de unos árboles enormes. Leyendas de árboles, pienso. Un paso en falso, una rama débil, y el hombre alcanza el suelo. Hojas secas,

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Soy un paria que paga cadena perpetua en una habitación llena de televisores. Así me entretienen, saben que si me aburro puedo encapricharme y destruirlo todo. Se enciende un televisor a la vez. Son aparatos/ojos sincronizados. Cuando uno se activa, otro se apaga; nunca hay dos funcionando a la vez. En los televisores únicamente transmiten un programa: una cabeza flotante que me vigila. Presiento mi letalidad y mi aburrimiento. Si le pico los ojos a los vigilantes, si los empujo hasta el fondo de sus cráneos, quedarán cavidades vacías. Tendré el camino libre, escaparé a través de los túneles oscuros de sus ojos. Debo hacerlo, es el plan perfecto.


tierra/carne magra. Camina con temor por una vereda y mete el pie por un agujero marca ACME, es el hocico de un tigre o un gato. En el estómago del felino hay mucha agua. ¿Es un felino o una ballena? Estoy cansado. Me recuesto y duermo allí mismo. He sentido que despierto en medio del océano, horrorizado, exhausto, con ganas de evitar la muerte.

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SUEÑO 7 (03/01/1994) Estoy en Bangkok, miles de años antes de nacer. La cantidad de torres que aquí se elevan hasta las nubes me resulta abrumadora. De alguna manera, sé que cada torre fue construida para celebrar un milenio de existencia de la ciudad. Me propongo contar las torres para conocer la edad de Bangkok. Son tantas que no hay número que valga para cuantificarlas. Esto me produce vértigo y una náusea que no es física. Entonces, un hombre pequeñito, un vendedor de atole tonto, se acerca y me pregunta cuál es la torre más alta de Maenanam. Contesto que no sé qué es Maenanam. «Maenanam es aquí, es el verdadero nombre de la ciudad». Le pregunto qué significa ese nombre, pero él repite su pregunta: «¿Cuál es la torre más alta de Maenanam?». Debo responder, adivino que está molesto, piensa que soy un ignorante, que no tengo dones, que Dios no me ha hablado en lenguas, que no hay pastor que haya logrado tumbarme con el poder caluroso de su mano. Me apresuro a entrar a una de las torres, plateada como el marco del espejo del baño azul de Micaela. El interior de la torre está vacío. O no. Hay una escalera interminable recargada sobre la pared. Una escalera simple, de madera mal clavada. Piso cada peldaño con extrema cautela. Sé que, si volteo hacia abajo, la escalera se desarmará. Más vale no hacerlo y no dejar de ver la luz del sol que se adivina al final de la escalera, que es el final de la torre. Llego a la azotea. Desde aquí


se tiene una buena vista de la ciudad. Compruebo que todas las torres son idénticas en altura, aunque algunas son más opacas que otras. Ahumadas por el humo del mangle, pienso. Decepcionado, grito al cielo que todas las torres son iguales. Me responde la voz del vendedor de atole tonto: «Fíjate bien, pon atención». Pero ahí están las torres, milimétricamente idénticas. «¡Qué baboso eres!», me grita el vendedor. Luego viene un silencio imposible, perfecto. El sol me quema la cabeza. Me dispongo a salir de aquí, pero el vendedor se ha llevado la escalera. «Vas a tener que vivir ahí arriba hasta que sepas cuál es la torre más alta de Maenanam».

SUEÑO 8 (1995) Juego basquetbol en un equipo en el que también está Enrique. La duela está mojada, la madera se ha hinchado y ha quedado ondulada. Cientos de balones rebotan sin sentido, de un lado a otro.

SUEÑO 9 (09/10/1996) Una maestra de secundaria (a quien no conozco) y yo miramos a través de la ventana de una casa. Espiamos un incendio. Me preocupa que la familia que habita la casa nos descubra, pero ellos ya tienen muchos problemas: el padre usa los guantes de su abuelo para boxear contra las llamas, la madre reza un rosario que encontró en la playa y las dos hijas (las dos son idénticas a Beatriz) aprietan contra sus pechos las figuras de cuatro santos fabricados con madera quemada.

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Me levanto y busco en el atlas si existe algún lugar llamado Maenanam.


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«La madera quemada», me explica la maestra de secundaria, «salió de bosques sagrados que ardieron hace tanto». El fuego no da tregua a la familia. El padre se sienta en un banquito. Jadea y llora. «Mira», dice la maestra, «ahora es cuando los santos que habitan la madera la abandonan. Ellos también tienen miedo». Y así es: cuatro figuras sin piel, martirizadas, rompen la madera y salen. Hablan con la familia acerca del Misterio Infinito y de la necesidad de que se hagan a la idea de morir. Los santos dicen sus nombres: Shaddai, Elohim, Rafah y Raboni. La casa colapsa. No queda más que un fuego que arderá para siempre. El exterior de la casa, curiosamente, queda en pie. De hecho, es lo único que se sostiene en un descampado cubierto de cuerpos quemados que se ven hasta donde alcanza la vista.

SUEÑO 10 (05/01/1997) Estoy en el patio trasero de la casa. Los animales de la noche (colgados de los árboles, ocultos entre los arbustos, volando sobre mi cabeza) me observan con sus ojillos blancos. Sus cuerpos negros se pierden en la oscuridad, pero sus ojos se iluminan por la luna, que es un foco de luz fría y lejana. Estoy desnudo y camino con cuidado de no pisar los clavos que salen de la tierra, aquí y allá. Algunos clavos han atrapado zapatos ensangrentados. Huele a cemento fresco y saboreo los minerales de los ladrillos expuestos. Me encuentro frente a la pila a medio llenar. Abro la llave y dejo que el chorro golpee primero mi antebrazo para amortiguar el ruido. El agua desborda la pila. Me sumerjo. Aquí dentro, encuentro a Dios. Es un hombre obeso, enorme, en blanco y negro. También está desnudo. Es el dios vengativo del Antiguo Testamento. Es la zarza ardiente, pienso, mejor me ando con cuidado. Dios me dice algo, pero no lo puedo entender bajo el agua. Siento que me ahogo y entonces emerjo.


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Despierto. Estoy desnudo frente a la pila de agua del patio trasero de la casa. Me doy cuenta de que el hombre del sueño es Orson Welles. Acabo de leer sobre él en una revista de Ismael.

SUEÑO 11 (1998) David Ben-Gurión me dice que ya pasó medio siglo desde que Teodoro desapareció en los imperios del sueño.


SUEÑO 12 (1998) Antes de que caiga la bomba, veo a Beatriz acomodando zapatos en el mostrador de un Videocentro. La bomba explota.

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SUEÑO 13 (18/09/1999) Una maestra de secundaria y yo espiamos al arqueólogo Lane, quien observa, feliz, un reloj dorado que brilla en las arenas del Sahara. La maestra me dice que todo es cuestión de escarbar en el sitio correcto. «Él no ha parado de buscar ese reloj que perdió aquí hace tres años. Ahora puede buscar la tumba del faraón». Claro, pienso, el faraón se esconde en el tiempo. Tres niños iraquíes que acompañan a Lane avientan al aire monedas con la efigie de Nabucodonosor. Las monedas caen sobre la arena; la arena las cubre.

SUEÑO 14 (26/02/2000) La mujer profeta dice a la congregación: «No es posible acercarnos a las cosas, estas se nos niegan en sí mismas; pero podemos conocerlas a través de las palabras. Las noches son palabras». Me pregunto cómo es posible que hable mientras sale tanta agua de su boca. «No le creas nada», me dice un niño malvado que come gusanos blancos servidos en un platito, «la gorda es una hereje. ¿Supiste que ahora es rabina en la sinagoga que abrió junto al río Mololoa?». Noto que la profeta habla con más bríos, su boca es una presa que se ha desbordado. Empiezan a caer gotitas de fuego.


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SUEÑO 15 (12/03/2001) • Una mujer enana se masturba frente a su novio holograma llamado Josephephe. • Un muchacho juega «viborita» sobre la palma de su mano.


• Una niña está aterrada por una araña que vive en los pelos güeros de su muñeca. • Un hombre gordo se bebe la gasolina con la que piensa quemar su casa una vez que pase por su aparato urinario y la expulse.

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SUEÑO 16 (11/11/2002) Soy Virginia, una mujer con una verruga horrible en la frente. Paso diapositivas para entretener al público. También soy el público y el público ríe sin parar. La presentación está en blanco mientras hablo incoherencias: «Son como cuentos falsos. Escuchen esa campanita. Escuchen la campanita con la que llamamos a los pelones de hospicio. Porque los niños pobres quieren sacarse la lotería, pero no por eso van a presumirlo. No van a llegar y decir: “Ey, me saqué la lotería, déjame entrar al Club de los Sabios”. No. No. Quien inventó los pantalones tenía un hijo muy sucio y por él decidió fundar Levi’s. La empresa lleva mil años, con socios mayoritarios de Israel. Los pantalones originales son los que tienen botones. Los pantalones son una imposición, pero entonces se buscaba la trascendencia. Los yankees trajeron los pantalones a México, pero los yaquis de Sonora ya fabricaban pantalones. Usaban a otros como esclavos. Los esclavos vienen de Eslavia».

SUEÑO 17 (30/10/2004) Estoy en un parque de diversiones donde se han congregado los papás de todo el planeta. Huyen de sus hijos o los han asesinado. Estamos


Despierto pensando que no sé realmente a qué huele el cloroformo.

SUEÑO 18 (02/11/2004) Me hallo en la principal megalópolis de la Tierra el día de la invasión de los marcianos. La ciudad a oscuras, únicamente se ven luces extraterrestres, rojas y blancas, muy brillantes. Las naves se trasladan de maneras curiosas. Estoy seguro de que escriben un mensaje para nosotros. Y de pronto entiendo lo que escriben: «No se lo digas a los reyes humanos». Necesito escapar de la hecatombe, pienso, que suena a tumba y que suena a décadas. Recuerdo que no sé manejar. Me persigue un convertible rojo sensual a través de la carretera junto al acantilado limeño. Debo salir de la carretera y solo tengo dos

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en una habitación aislada de los sonidos exteriores. Yo también tenía un hijo, pero no lo recuerdo. Todo lo que quiero es ver al kraken, pero lo ponemos a votación. Los otros papás prefieren visitar a los conejos mágicos. Abandonamos la habitación y logro escabullirme. Me encuentro frente a la pecera del kraken, que es una bestia morada con muchos tentáculos. Es del color de la infancia cataclísmica, pienso. La pecera del kraken ocupa el escenario del cine Amado Nervo en ruinas. El kraken me dice sin hablar: «Le monstre est inutile, rentrez chez vous». Le digo a Apolonia que ya me voy, que cuide al kraken por mí. «Poro asqueroso», responde ella. El cristal de la pecera del kraken se convierte en una pantalla de cine. Aparece el avance de una película con Forrest Gump y «Capulina». Una comedia protagonizada por la pareja más conocida del humorismo blanco. «Capulina» viste como Dick Tracy. Al final del avance, Forrest Gump advierte a los espectadores que por ningún motivo vean la película, que se aburrirán como nunca. Toda la sala huele a cloroformo.


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opciones: el agujero de la araña o el rancho del Vaquero Albino. Al volante del convertible viene Jacobo Zabludovsky, quiere atropellarme para tener algo que informar en el noticiero de la noche. Veo una casa en blanco y negro. Sé que las imágenes a color de Televisa no pueden entrar a los lugares en blanco y negro. Las paredes de la casa son lisas, emplastadas, sin sombras ni marcas. Aparece Vittorio Storaro, señala una ventana y me dice: «The truth is out there». Me asomo y veo la Plaza de Armas de Guadalajara en el siglo XVIII. Guadalajara es un puerto bullicioso con gaviotas ruidosas. Las mujeres traen rebozos sobre sus cabezas rapadas. Entra por la ventana una brisa antigua de mares de otros siglos. Estoy ante el pasado, pienso, qué privilegio ver la vida en lugar de sus vestigios. Esto me dará muchas ventajas profesionales como historiador.

SUEÑO 19 (11/11/2004) Dido y yo caminamos de la mano por El Raval. «El día es espléndido», me dice, «como para mirarnos mientras follamos». Un hombre rubio vestido de traje confeccionado con pequeños cristales oscuros nos pide que le tomemos una fotografía junto a su nuevo Jaguar. «Necesito detonar mi vida», nos dice. Dido ya está tomando la fotografía. Lleva la sudadera naranja de siempre. Dido me platica que el novio de su madre la llamaba «Mafalda» porque no le gustaba el caldo de pollo. «Como a mí», respondo, pero ella me ignora y sigue: «Mi abuelo solo me dejó el gusto por el ron y el recuerdo de un concierto de Chavela Vargas y Antonio Cadavérico en el Palau de la Música».


SUEÑO 20 (21/11/2004) Veo un hombre barbado sentado en un sillón de terciopelo azul. El hombre mira hacia la ventana y sostiene un foco encendido en su mano derecha. Mueve el foco para alumbrarse en diferentes ángulos. Detrás de él, una mujer joven vestida con harapos realiza el aseo de la casa. La veo sacudir, barrer y trapear al mismo tiempo, como si tuviera el don de la ubicuidad. El hombre permanece impasible hasta que el foco se funde.

Estoy en una exposición en el Paraninfo de la Universidad de Guadalajara. Cuatro cuadros de gran formato llaman mi atención: 1. Crónica de dos sombreros: dos sombreros rojos, uno ligeramente más grande que el otro. Un ojo abierto en la esquina superior derecha del cuadro. 2. Morbo Club A: un club donde los morbómenos (personas de migajón que se caracterizan por su afición a todo tipo de rarezas sexuales) asisten a escuchar música. El más cabezón de los morbómenos lleva puesto uno de los sombreros del primer cuadro. En el escenario canta una morbómena con los senos más grandes que haya visto. 3. Morbo Club B: una familia de morbómenos (papá, mamá e hijo) usan lentes de realidad virtual para ver la telenovela más obscena de la historia.

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SUEÑO 21 (23/11/2004)


4. Sin título: un cuadro amarillo sobre el que se lee, en mayúsculas, la palabra «HAMANN». Debajo, a la izquierda, dice «SAO PAULO 15 cm». Despierto con ganas de masturbarme.

SUEÑO 22 (26/11/2004)

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Dido me pide que le regale un libro de recetas caníbales. Le respondo que no sé dónde puedo conseguir uno y que, además, están prohibidos. Ella lo resuelve: «No te preocupes, cariño, si las hormigas pueden sobrevivir al hombre, nosotros podemos sobrevivir a Dios».

SUEÑO 23 (08/12/2004) Estoy sentado en la playa de la Barceloneta. Grabo el Mediterráneo con mi handycam. Pasa una muchacha trotando frente a mí. Lleva el cabello agarrado en una cola con una dona que es el sol mismo. La muchacha se detiene y regresa. «Hola». «Hola». «¿Sabías que esta playa no es real?», me pregunta. «No sabía». «Pues no lo es».

SUEÑO 24 (09/12/2004) Nos atrincheramos en el foso de orquesta de un teatro. Esperamos al enemigo con nuestras armas cargadas. Llega una multitud desesperada.


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Con ellos viene Belén en topless y con una falda de mezclilla. Me apena que ella piense que no hago nada, que mi misión en el teatro no es interesante. Belén viene directo a mí para reclamarme que mi unidad esté tan cómoda mientras afuera la guerra es cruenta. Pero sé que todos corremos peligro y que el teatro explotará en cualquier momento. Abandono mi unidad para sacar a Belén de aquí. Tomo su mano y caminamos sobre cuerpos de oficinistas muertos. Apenas logramos salir del edificio antes de que explote. Me dice que confía en mí. Bajamos una pendiente y salimos de la ciudad. Andamos por un camino polvoriento y nos encontramos a un bebé empanizado. «Alguien quiso freírlo», le digo a Belén, pero ella ha desaparecido. Tomo al bebé empanizado en brazos y, mientras busco a Belén gritando su nombre (aunque la llamo «Lulú»), aparece un tigre de Bengala blanco. El bebé ha desaparecido, pero entiendo que el bebé es el tigre. He sentido miedo. He tenido al tigre sobre mí, con sus garras clavándose en la piel de mis brazos. Me doy cuenta de que la cara del tigre es la de un adolescente de doce años. Ese adolescente es mi hijo. No sé cuántos años han pasado desde la guerra. Disfruto verlo con otros felinos de su edad imitando a los simios. Los juegos terminan cuando un aluvión amenaza con convertir el camino, nuestro camino de polvo, en río. El chico soy yo. Sé que puedo huir a un refugio subterráneo, pero también sé, por una deformación del espacio-tiempo, que moriré si voy al refugio. Tengo la visión de un noticiero del futuro: me encuentro entre las víctimas del aluvión. Pasan autos junto a mí. Pido raite pero me ignoran. Desfallezco. Entonces aparezco yo, el otro, el adulto, y me levanto en brazos. Me doy cuenta de que el adolescente ahora es un pequeño conejo café. Temo haber muerto: su cabeza cuelga de manera macabra. Intento sentir su corazón con las yemas de mis dedos índice y medio. Aún late. Considero comerme el corazón del conejo. Sacaré fuerzas de mi hijo, pienso. Veo una imagen cenital del bosque; es la vista desde un helicóptero que graba un comercial para la Secretaría de Turismo.


Corro con el conejo en brazos en alguna parte allá abajo. Alguien nos ve en televisión. Ahora estamos en una oficina. El conejo ha vuelto a ser niño y está sentado, desnudo y muy tranquilo, en un sillón amplio. Me quito la ropa mojada. Un Mini Cooper, idéntico al de Mr. Bean, entra a la oficina. Lo conduce una mujer que le pide al niño que suba al auto. Él lo hace. Pienso que debe tratarse de un familiar y que en realidad nunca tuve ningún parentesco con el niño.

SUEÑO 25 (19/03/2005) Jean Rouch, Edgar Morin y yo hacemos un documental en Haouka, un país africano que no está en los mapas. Rouch lleva la cámara, Morin

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hace las entrevistas y yo grabo el audio. Entrevistamos a Madame Ladoc (esposa del doctor) y Madame Salfran (esposa del francés), siamesas unidas por la cadera. Ellas hablan con la misma voz y nos reclaman que nuestra película sea colonialista, que es como cocinarle al general la carne de un soldado negro. Morin les responde que es cierto, la civilización es un mecanismo que lo engulle todo, pero que no deben resistir, eso haría que sufran más. Ellas preguntan si el mecanismo de la civilización puede separar sus cuerpos, que están cansadas de ser siamesas. «El mundo no es lo mismo que el modelo a escala del mundo», responde Morin. En ese momento aparece la secta Haouka: formados en fila, un hombre detrás de otro, imitan el avance y el sonido de una locomotora. Incluso echan humo por la boca. Rouch, Morin y yo estamos maravillados. Ladoc/ Salfran nos dicen: «Esos son más fuertes que los demás blancos negros». Morin pregunta por qué. «Porque han superado el tabú de comer perro», responden las siamesas a una voz. El líder de la secta Haouka, conductor de la locomotora, nos advierte que no pueden detenerse mucho tiempo, pues persiguen al Ejército Botanero. «Pórtense bien», dice, «nos vamos para no volver». Pone los ojos en blanco y se dirige a mí: «Arde como


todos los demás». La locomotora humana se aleja mientras echa humo entre la selva. Morin nos dice a Rouch y a mí que antes de salir del país hay que conseguir carne de perro en botellas de perfume. «Pero los hombres de acero no vinieron», replica Rouch. Morin reflexiona un rato y luego propone: «Hay que hacer mosso mosso». Sé que eso significa fingir, hacer como si las cosas fueran.

Le he contado la historia de mis vidas pasadas a un sujeto pequeño sin rostro que está sentado en flor de loto sobre una tabla que sostienen dos esclavos musculosos. A cada uno de los esclavos le falta una pierna, la izquierda a uno, a otro la derecha. El sujeto pequeño sin rostro me dice que debo ser el hombre más triste sobre este triste mundo y bajo los tristes soles.

SUEÑO 27 (16/08/2005) Un Cristo bizantino me dice que no es hombre, que nunca lo fue, «porque podía soñar mi destino y cuando despertaba nada de lo que me iba pasar me parecía absurdo». Cristo se convierte en Dios Padre y me observa con severidad. De alguna manera, entiendo que no vivimos en la Tierra porque la Tierra es un agujero que Dios ha tapado con nuestros cuerpos. Pienso que Dios Padre ha usado a la humanidad como plastilina verde, por eso el libro de Job es un espiral: primero sufre el cuerpo, luego la mente, finalmente el corazón.

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SUEÑO 26 (25/04/2005)


SUEÑO 28 (28/08/2005) «¡Dispárame!», le pido a Dios, «¡dispárame aquí en el estómago, donde las delicias se convierten en mierda!».

SUEÑO 29 (02/10/2005) • El mundo se ha quedado sin luna. • Estoy atrapado en una habitación rectangular. • Estoy tranquilo porque, aunque no la conozco, Honey Girl me ama. 34

• En las noticias me entero del rapto del Caballito Calamar. • Soy el único retrato del Diablo en todo el museo.

SUEÑO 30 (12/2005) «Te voy a rimar», me dice una oruga: «Ella quería besar a todos con esmero y ahogamiento, pero nadie se dejaba, ni que estuvieran pendejos. Ella sin ninguna pena besaba el pavimento, llenaba la mano de baba y hasta besaba el espejo».

SUEÑO 31 (11/02/2006) Despierto a medias en mi habitación oscura. Escribo hincado en el piso, con el torso echado sobre la cama, con la cara casi pegada al


cuaderno. Un hombre me observa en la esquina de la habitación. No lo veo, pero sé que es un sicario cristero vestido de soldado, tiene los ojos característicos de mi familia paterna: grandes, negros, enmarcados con cejas pobladas. Es mi antepasado, el Sánchez más violento de la historia. Sé que estoy dormido, que ese hombre no existe, pero de alguna manera también sé que estoy despierto y le temo. Debo escribir para que se vaya: cara rosada mirando los encantos de las tierras frías invisible la marea la sutil meditación entre gatos de angora baja la noche baja pisa la ofensa camina arqueando las uñas mugrosas abismo la pizca de la multitud increpa de castillos [ilegible] extraño gusto la tinta gira como antes de la venida la ciudad mojada río macho salvaje liberado no serás hasta entonces corre el agua alta la ornamentación inútil destruye el habla saborea casi desde el principio perdidos en la orilla [ilegible] por trece completo ahora cae vestimenta de estar caravana de iguales ilusión estática conmoción de volcán bajo los pies descalzos miles hablan flor junto al cisne la nave acaricia el globo recién contado mujer pez en peligro huella de raptor en la grieta el ojo calla pequeño niño el peso titubea la piedra blanca y un pie azul caballo negro cáliz leche robada por cuervos de pies suaves cara la santa pisadas rojas matan al último anillo los ojos brillan la barba rural de un varón de huesos regresa madre el indomable oso de [ilegible] sacra y muerte pezuña chueca cubos rodantes baten la espalda del gran héroe pacto quebrado en el cielo las estrellas temen al Napo el cielo apagado entonces vendrá el rostro de las mil risas mírense todos

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alma a los vientos suave es el camino plantado ya no hay testigos


malas noticias hasta la puerta del rey manco dobla las pajas en el vacío de una mano sin carne verde verde asfixia bella libélula alas de envidia el monstruo ya cárcel macabra para ocultar enigmas lenguas pobre silencio llegada la hora de coincidir en el fondo cráter omnívoro clave letras de piel dolida rasguñada bajo tormento el cadáver legítima fábula para dormir los peores gusanos tanta ida venida caballo acostado voltea la vida de [ilegible] compréndelo o no Calanxa Pireaa fabrica este mundo sentado el jardín baila revelación en el mar partido en diez casas quebrado aire espumoso mira estos nombres dichos más clavos si escuchas el grito sin años sin miedo cueva iluminada sales blancas traídas del Níger lágrima espesa

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la casa ardiente verdad y mentira hemos terminado ave [ilegible] sopla el viento pluma negra vive el gusano el bosque azul vienen los cobardes iluminados peces andantes orilla del globo colores perdidos mezclados es posible dijo los siete tronos sucios despintados por lunas completas corona triste el misterio del pozo con agua y reflejo a la mitad arroja una piedra aunque sonrieran los árboles viejos no pasará mala caída tiempo sabe a trescientas flechas lejanas ni una más anda ligero el que toca el piso del templo colmillo traidor huevo gigante niño hombre en ayunas doblado torre de confusión inconclusa lanza tres hombres al valle aliento perdido columnas de carne sostienen el torso desnudo mujer sincera caballos guerreros abarcando la colonia más grande traza la vereda la carta sangra ante el vacío y escucha sangre la carta sangra sol menguante un ojo araña la vista de la sorda el dichoso soldado escarba la tierra de las hormigas viene de otro lado


mapa guía nada se pierde en el camino polvo hijo perseguido aunque las puertas marcadas y la puerta abre el puño rocoso quebrado al rostro al alma el único escape recién nacido de madre moribunda muerta solos cabeza perdido en la muchedumbre que expande las horas antiguas mujer y falda ante los hombres que lloran un puño carmín solo entonces caerás de rodillas golpe rebeldía el cuello ruin boca de tierra tapada línea perfecta brazo en cadáver de hombre rapado ceguera el frío y yo la pluma ceniza después de la noche bebida los toros se mueven historia muy triste del profeta colgado de diez cuernos una sandalia va todas las casas la casa tibia una mañana tarda la copa serpiente lacia y el peine gastado reliquia veneno maíz

Despierto completamente. Estoy hincado en el piso, con el torso echado sobre la cama, eufórico por haber resistido despertar. Enciendo la luz y, así de inmediato, no puedo entender lo que he escrito. Mi propia letra me parece ajena. Me doy cuenta de que el hombre que me observaba era Artemio, a quien solo conozco por una fotografía de sus días de soldado.

SUEÑO 32 (08/03/2006) Pedro Infante palmea mi espalda: es una invitación a cantar y a convertir en cantina el mundo. Cantamos, cantamos como un trío, porque también nos acompaña Pedro Vargas: «La lengua noche tendió su manto, surgió la niebla, murió la luz». «Pompín» Iglesias, «Gutierritos» y tres mujeres de trenzas que son serpientes enredadas

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pájaro rojo azul partido en siete partes cubrecabeza


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nos escuchan, aparentemente, con deleite. Las botellas no se terminan. Pedro Infante no se cansa, entona canciones que no conozco, pero que he escuchado alguna vez. Procuro seguirle el paso haciéndole segunda y bebiendo agua para abrir la garganta. José Alfredo Jiménez (que trae tenis Nike) le pone una madriza a «Clavillazo», dice que por pendejo. «Tabaquito» y «Tin Tan» buscan, en una esquina de la cantina, el rídem exacto, el rídem que abrirá las compuertas de los otros mundos, dicen, el rídem que hará que nunca más estemos solos en el universo. Pero hay algo raro en todo esto, lo empiezo a notar: Pedro Infante no es Pedro Infante, sino el hijo de María Morales; José Alfredo Jiménez no existe, ni existió, solo es una voz que cantó y canta; «Tin Tan» nunca encontrará el rídem perfecto, y Pedro Vargas ha desaparecido para siempre.

SUEÑO 33 (03/05/2006) Una sirenita blanca o, más bien, el dibujo manga de una sirenita blanca pasa frente a mí y se burla de mi nariz reseca. En el fondo


del mar veo un ovni. El ovni es la tumba transparente de Haley Joel Osment. Así nacemos y morimos todos, pienso.

SUEÑO 34 (17/06/2006)

SUEÑO 35 (26/07/2006) Mauricio Garcés viste bata roja y lleva un martini en la mano. Pasa lista a cientos de muchachas desnudas con máscaras rotas de cristal esmerilado. La casa es grande y tiene enormes ventanales que se recorren sobre canaletas. Mauricio Garcés habla fuerte, pero susurra. De vez en cuando, elige a una muchacha y le dice: «Espérame en el Círculo Polar, vidita mía». La muchacha lo besa y se retira contenta. En el Círculo Polar las muchachas enviadas visten baby doll azul pastel. Esperan sobre la nieve. Aún llevan puestas sus máscaras. En las montañas nevadas se escuchan los martillos de los troles. Es de noche y los árboles se inclinan para dormir. Los hombres del Círculo Polar insertan cuernos de alces en sus anos y cubren sus genitales con pelo de anciana. Las muchachas esperan sin descanso a Mauricio Garcés. Sus pezones se agrietan, sus pestañas caen, pelito a pelito. El viento se lleva sus pelucas blondies y brunettes. La noche se va, pero tampoco amanece. El sol pasa de largo, como si quisiera evitar ver el

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Es de noche, estoy en la cancha del Camp Nou de Barcelona. Ronaldinho me dice: «Soy todas las imágenes que he visto alguna vez». No le presto mucha atención a sus palabras, a mí me apura que él descubra que no me gusta el futbol.


dolor de las muchachas despechadas. Una de ellas piensa en quejarse, pero recuerda que no ha traído su libreto, no está Mauricio Garcés para dictarle su diálogo con esa voz rasposa. Él está bebiendo algo en las rocas. En uno de los hielitos ha quedado atrapada una hormiga prehistórica. El lago helado sobre el que están paradas las muchachas se rompe. Las chicas se hunden como flechas firmes. Algunos mini icebergs hieren los cuerpos, no hay sangre, puro coágulo. El fondo del lago queda alfombrado por los cuerpos transparentes de todas las mujeres que alguna vez, desnudas, esperaron a Mauricio Garcés en el Círculo Polar.

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SUEÑO 36 (22/02/2007) Una niña ha muerto. Su cuerpo yace boca abajo en medio de un campo de girasoles. Un enjambre de abejas ignora las flores. Como aves carroñeras se lanzan sobre el cuerpo de la niña. La niña más dulce, piensan.

SUEÑO 37 (26/02/2007) Estoy en un mundo de papel maché. El cielo es rojo, los ríos amarillos y las flores negras. Observo desde un promontorio rocoso cuya base es más angosta que la cima. El equilibrio del promontorio es delicado. Por eso, sentado como estoy, procuro no moverme. Soy un monje de este mundo. Hay otros promontorios, muchos más. En todos estoy en silencio.


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SUEÑO 38 (01/03/2007) Estoy frente a un gran muro negro, tan alto como ancho, que tiene una puerta azul en su centro. La puerta se abre y aparece flotando Rainer Maria Rilke: es una loba humana encorvada que viste corsé negro y falda bombacha roja. Escucho la voz animal de Rilke, que retumba como si ladrara por todos lados: «La belleza es apenas el principio de lo terrible que todavía podemos soportar».


SUEÑO 39 (2008) Estoy en un valle donde hay un sapo descomunal que abre la boca y sale de ahí otro sapo más pequeño que a su vez abre la boca y deja ver a otro sapo de menor tamaño... así hasta que dentro de la boca de uno de los sapos sale un sapito del tamaño de la palma de una mano humana.

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SUEÑO 40 (2008) • Veo a una mujer que vive en una cueva en la pared de un acantilado. Se asoma al vacío y tira el contenido de un balde. Hay nubes que se forman a la altura de la cueva. • Veo montañas negras de obsidiana. Un castillo esculpido en obsidiana. Un caballero cabalga rumbo al castillo. • Dos ancianos platican como si nada bajo una tormenta de arena. • Unos gigantes barbados y desnudos vuelan sobre una ciudad. • Veo un pueblo mexicano dentro de una caja de zapatos abandonada en el desierto.

SUEÑO 41 (2008) Estoy en la casa de Rubem Fonseca. Me habla sobre Chesterton, Salinger y de que en México no existe ley que valga. Fonseca baila tango con Dina y Kenia.


SUEÑO 42 (2008) Un grupo de científicos fabrica armas de destrucción masiva en Marte. Pasan años ahí. Pero en la Tierra deciden prohibir las armas y envían unas naves/cilindros a ese planeta para asesinar a los científicos. En el futuro, siglos después, explotan las armas que quedaron abandonadas en Marte. El calor de las explosiones hace hervir el agua de los ríos subterráneos, que emergen a la superficie y cubren todo. El planeta rojo se vuelve verde y azul. Sé que quienes iniciaron las explosiones son los descendientes de los científicos asesinados.

Pedro Infante canta en una plaza de toros; Caleb y Apolonia forman parte de su mariachi. Pedro es un holograma que interactúa con el público. Se pone a cantar «Cucurrucucú paloma». Luego, tiene una batalla de coplas contra Jorge Negrete, que viste de charro/ninja. Negrete tiene el rostro medio cubierto, y me alegro, porque detesto su cara. Entre el público de la plaza se encuentra Maribel Verdú. Pedro le canta «Deja que salga la luna», mientras el público corea. Algunos vestimos ropa blanca y negra; los que visten a color tienen piel en blanco y negro, son estrellas de la época de oro del cine mexicano: distingo a Silvia Pinal, Pedro Armendáriz, Arturo de Córdova, Rosita Quintana, Evangelina Elizondo y Abel Salazar. Luis Buñuel está sentado una fila delante de mí. Cuando voltea, me doy cuenta de que no tiene ojos y ha estado llorando. Me dice: «Debes escribir sobre lo que te hace llorar».

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SUEÑO 43 (2008)


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SUEÑO 44 (2008) Me encuentro en el atrio de un templo católico. Jennifer Connelly aparece conduciendo un auto descapotado rojo y se estaciona al otro lado de la calle. Desde ahí me lanza un avioncito de papel. Cuando lo recibo, lo desdoblo y descubro que está en blanco. Sé qué debo hacer. Escribo el nombre del objetivo: Balenciaga, sacerdote que también


diseña la ropa de los feligreses. Hago un avioncito con el mismo papel y lo lanzo hacia Jennifer. Ella me regresa el avioncito, pero ahora está hecho con una fotografía donde aparezco teniendo sexo con ella. No recuerdo que eso haya sucedido. Entonces se me ocurre que ella es colaboradora de Balenciaga, por eso lleva puesto ese sombrero tan bonito y singular.

Soy el único testigo de un juego de tenis entre Abraham Van Helsing y un hombre cerdo sin un brazo. El partido se realiza en una bodega enorme. En vez de red, la cancha se divide por una cerca de madera que está siendo pintada en ese mismo momento por el nieto de Tom Sawyer, un niño gordo que se llama Milton.

SUEÑO 46 (2009) Soy director de cine. Llevamos semanas preparando la iluminación para filmar una escena. Una vez más, se nos va el día. La actriz está muy lejos, una multitud se interpone entre nosotros. Me desespero y tomo la cámara al hombro. Avanzo entre la gente hasta que alcanzo a la actriz. Me pide que vayamos a un lugar privado. Ahí me dice que se avergüenza de sus piernas chuecas, por eso no quiere actuar nunca más.

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SUEÑO 45 (2009)


SUEÑO 47 (2009) Un titiritero usa cabellos de personas muertas en vez de hilos para controlar a un sapo catrín que monta a un lagarto que, a su vez, monta a un escarabajo rinoceronte.

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SUEÑO 48 (2009) Salimos del hotel/iceberg donde vivimos. Somos una expedición que se propone descubrir el mundo exterior. Pasa el tiempo, regresamos casi desnudos, muertos de hambre y congelados, pero hemos logrado nuestro objetivo: llevamos con nosotros dibujos (como de niños) como testimonio de lo que hemos visto allá afuera: dragones, hadas, submarinos y robots.

SUEÑO 49 (2009) Un bisonte titán pisotea los árboles. Luego embiste contra un cerro rojo que me hace pensar en el Uluru australiano. De hecho, lo es. El bisonte tira el cerro y este se vuelve lodo, tanto lodo que ahoga al bisonte.


SUEÑO 50 (2009) Teo y Ada cometieron un crimen. Nosotros, sus hijos, lo sabemos. Los entregamos a la policía, ahora lloramos porque nos hemos quedado huérfanos.

SUEÑO 51 (2009)

SUEÑO 52 (01/2009) • Un hombre que no puede ver rostros. • Una araña australiana de cola blanca. Pica una vez, es posible aliviarse, pero a partir de entonces el dolor regresa y se va cada año. • Una niña que no siente dolor. Tampoco suda.

SUEÑO 53 (01/2009) Me dirijo a Downlands Highs. Canto una canción que solo dice: «To the Downlands Highs, to the Downlands Highs, to the Downlands Highs…».

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Un perro ladra al revés.


SUEÑO 54 (01/2009) Un padre usa a su hijo para probar un guante mágico de piel de lagarto. El guante es tan poderoso que el hijo casi mata al padre. Desde ese momento, sé que algo se ha roto entre ellos. Nunca volverán a hablarse.

SUEÑO 55 (01/2009)

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Una montaña de cuerpos avanza, reptando, por las calles de la ciudad. Alguien me dice: «Llegó derrotando al ejército. Luego le entregó sus caballos gigantes».

SUEÑO 56 (01/2009) Andy es el único huésped de un hotel donde llueve tizne. No ha dejado su habitación en mucho tiempo. Los tiznes mataron a los demás huéspedes, quizá también a su familia. Entonces, Andy ve grupos de personas color naranja en el complejo hotelero. Siempre andan en grupos de cuatro. Andy desea meterse a la mansión central del complejo. Descubre que una mucama vestida de azul pastel trapea el piso de la mansión, que es color naranja. Andy desconfía de la mujer, aunque piensa que debe hablar con ella.


SUEÑO 57 (01/2009) Rapunzel escribe un blog desde su recámara ubicada en lo alto de una torre. Ahí ha aparecido de repente. Ella no recuerda quién es ni cómo llegó ahí. No lo sabe, pero ese lugar es un Aleph. Rapunzel sufre los efectos del cruzamiento de todas las cosas. El blog que escribe es una gacetilla del siglo XIX que se llama Lucifer.

SUEÑO 58 (01/2009)

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Veo cuerpos que flotan en las aguas sucias de un canal. Son troncos que han sido enviados río abajo por leñadores asesinos.

SUEÑO 59 (02/2009) Estoy en un palacio hecho con plumas rosas. El palacio en realidad es una catedral. Me pregunto el tamaño del ave del que han salido semejantes plumas. Un viento suave entra al palacio. Las plumas se agitan, un gemido de anciana moribunda lo llena todo. Entonces, el palacio se derrumba. Me quedo en medio de montones de plumas rosas, junto a un mar donde el sol ya se mete. Veo a Caleb entrando al agua. Viste un sarape rosa y, mientras avanza, es golpeado por olas violentas. Mar adentro, Caleb se detiene y me mira. Desde la playa, rodeado por las ruinas del palacio de plumas rosas, veo cómo su sarape se despinta y el mar se vuelve rosa.


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SUEÑO 60 (01/02/2009) Huyo del Hombre Esquelético. Me encuentro en una ciudad híbrida entre Tepic y Guadalajara. Corro por avenida de las Rosas y me encuentro a Caleb. Me doy cuenta de que mi prioridad es llevar a mis hermanos a casa de Ada y Teo. Debo ponerlos a salvo. Caleb y yo decidimos tomar caminos diferentes para encontrar a Clementina. Para entonces, el Hombre Esquelético ya se ha convertido en el Monstruo de la Laguna Negra, me acecha tambaleante pero decidido. Encuentro a Clementina tomando clases de cocina en un edificio en obra negra. Su maestro, un hombre de barba roja, me confiesa que no es chef sino científico loco, el mismísimo creador del monstruo que me persigue. Nos explica que actualmente el monstruo se encuentra en etapa Watch de evolución (un gigantesco ojo verde con patas semejantes a tallos vegetales), pero cuando llegue a la etapa Men será inteligente como un dios. Clementina, el científico loco y yo tomamos un taxi por avenida Mariano Otero, pero dos cuadras después un embotellamiento nos detiene. Vemos a los edificios huir del monstruo. El científico loco nos dice que él también inventó un sistema de movilidad para los cimientos, «Si lo hubiera patentado, ahora sería multimillonario». A mí solo me importa escapar y llevar a mis hermanos a casa de Ada y Teo, donde estarán seguros. Descubro un helicóptero en medio de un terreno enorme y vacío, oculto entre polvaredas incesantes. Bajo del taxi. Corro hacia el helicóptero mientras escucho a un locutor de radio informar que «el centro de la ciudad de Puebla», donde nos encontramos, será bombardeado en cualquier momento. Llego al helicóptero, cuyo interior es un salón de primaria. De inmediato, identifico a la capitana y le digo que debemos despegar. Ella no cree que la ciudad será bombardeada. Veo convertirse en cenizas un mapa del centro de Puebla. Ha caído una bomba atómica. Siento los ojos calientes. Todo se reinicia. Me encuentro corriendo hacia el


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helicóptero de nuevo, atravieso las mismas polvaredas. Antes de entrar al helicóptero, repaso en mi mente lo que le diré a la capitana para no fallar esta vez. Me pregunto si estoy muerto o aprovechándome de aquel experimento del gato en la caja que puede estar vivo o muerto al mismo tiempo, si no lo sabemos con certeza. Un hombre con cara de idiota me lo confirma: «Es como en la serie del salto cuántico. Hasta que no lo hagas bien, estás condenado a repetirlo». Cuando estoy de nuevo frente a la capitana me siento torpe, no sé qué hacer, y entonces la beso. La bomba explota de nuevo, pero esta vez sus efectos no han sido tan devastadores. Veo el mapa del centro de la ciudad y confirmo que el fuego no nos ha alcanzado. La capitana enciende el helicóptero. Escucho las hélices y veo a mis hermanos y amigos corriendo hacia donde estoy. Cuando llegan, los regaño por tardarse tanto. Nos sentamos y ajustamos los cinturones de seguridad. Entran más personas y empiezo a desesperarme porque retrasan nuestro despegue. La capitana anuncia que, al fin, nos podemos ir, pues ha llegado el invitado especial: «Tenemos el honor de viajar con un brujo realmente cabrón», nos dice al tiempo que, detrás de ella, surge el Diablo, rojo y musculoso, con una serpiente enorme enroscada en el tórax. La capitana se acerca al Diablo y la serpiente le habla al oído. Un secreto entre ellos. En el helicóptero también va el Papa, que no deja de quejarse de que no llevamos suficientes paracaídas. Me doy cuenta de mi error: no podremos llegar a casa de Ada y Teo, pues este helicóptero vuela, sin escalas, directo a Roma, donde viven el Diablo y el Papa. Me enfurezco.


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Alguien me dice: «No es posible narrar un sueño. Se corre el riesgo de cargarlo de tiempo y destruirlo». Estoy en la isla de Lost. Un tipo asqueroso, horrible, besa a Kate. Mientras tanto, Jack se ha internado en la selva con un hombre vestido de militar, que no es militar realmente. Frank Black maneja un taxi por la carretera, bajo la lluvia, en la noche. Suda. Se ve preocupado, parece que escapa de alguien. En medio de su recámara, Juliet está lista para meterse a la tina con su esposo. Yo soy Juliet. Alguien quiere entrar a la recámara, mi esposo se altera. Abro la puerta y sé que hemos perdido el momento romántico. En la puerta está una trabajadora doméstica negra transexual. El esposo abre la ventana y entra la brisa de una playa al norte de África. Juliet, su esposo y la trabajadora doméstica salen y se sientan a tomar el sol. La trabajadora doméstica trae un niño en brazos que se le resbala una y otra vez. Si cae al suelo se puede quemar. Ana Lucía duerme en una habitación a oscuras. Despierta vestida de policía y sale de la habitación. Afuera la esperan dos hombres. La sigo. De repente, me doy cuenta de que está muerta y empiezo a gritar: «¡Ella estaba muerta!, ¡ella estaba muerta!». Me encuentro de nuevo en la habitación de Juliet. Ella es cantante y tiene mucha tristeza. Le canta a un hijo que perdió. La habitación es un vagón de tren y avanzamos por la campiña inglesa, que es a la vez un campo jalisciense con agaves azules, neblina y lluvia. Un hombre, El Fufurufo, va con nosotros. Retiro la cortina para asomarme. Descubro al costado de la vía infinidad de dinners texanos. Sus letreros son marquesinas luminosas, cada una diferente, pero todas contienen el mismo mensaje para Juliet. Sé que es un mensaje de parte de su hija, pero no puedo descifrarlo. De pronto, veo el taxi de Frank Black. Veo más restaurantes con letreros luminosos de Mickey Mouse, desde su versión más actual hasta la más antigua.

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SUEÑO 61 (02/02/2009)


Cierro la cortina, estamos de nuevo en la campiña inglesa. Le digo a El Fufurufo que en México hay campos de color azul. Nuestro tren se mete en un freeway. Hay múltiples accidentes a nuestro alrededor: autos chocan, un avión se estrella, un tractor se vuelca. Entiendo que todos intentan estrellarse contra nuestro vagón, quieren asesinar a Juliet. Pero el tren no se detiene y sé que debo manejar el vagón. Decido dar vuelta y conducir en sentido contrario. He perdido el don de conducir. Escucho mi nombre: «Rafa».

SUEÑO 62 (03/02/2009)

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Ada me cuenta que ha soñado que anda en su patín del diablo recorriendo las ruinas del Distrito Federal.

SUEÑO 63 (04/02/2009) Estoy en la banca de la selección mexicana de descuartizamiento virtual junto a Keanu Reeves, que es el mayor de mis cuñados. El entrenador Laurence Fishburne nos dice que somos muy malos, que no nos va a meter a jugar, pero que nos quedemos ahí sentados para que algún día consigamos un trabajo decente en la Matrix. Keanu me dice: «No importa nada ser una persona de bien en el Sueño. Sígueme y verás».


David y yo protestamos frente al Palacio de Gobierno de Guanajuato. Luego entramos como turistas y nos quedamos cuando descubrimos que hay galletas. Al parecer, va a comenzar una reunión de gente importante. Agustín Carstens está sentado en un sillón. Es un cerdo trajeado de rosa que acostumbra saludar con el pie mientras toma el té. David decide irse a otro salón para continuar la protesta; yo me quedo. Saco una bandera mexicana que trae, enroscada en la tela, una serpiente en estado de coma. Comienzo a gritar consignas contra el gobierno. Los ricos y poderosos, entre quienes está Daniel Giménez Cacho, me expulsan del Palacio. Estoy en un enorme patio de escuela primaria. Los niños justo están saliendo al recreo. Cuando me ven, se ponen a gritar. Pienso que ya se chingó todo, van a acusarme de terrorista. Les explico que no los voy a lastimar, que solo protesto contra el gobierno. Los niños rompen filas, desobedecen a sus maestros e intentan tomar la bandera que traigo para unirse a mi protesta. Como dejo de agitar la bandera, la serpiente recupera el sentido y se enrosca en mi brazo. Trato de quitármela diciéndole que se caiga. Los niños intentan ayudarme, pero es muy tarde: la serpiente me ha mordido entre el dedo meñique y el anular. Estoy muerto y ando en el cuerpo de un gato. Estoy en el mismo Palacio de Gobierno y la misma primaria, pero a la vez es un lugar distinto. Veo el patio central lleno de niños vestidos completamente de blanco. Juegan con pelotas gigantes rojas y amarillas. Hay una pequeña sala en uno de los anchos pasillos del palacio. Ahí, dos parejas con ropas porfirianas platican sosteniendo entre todos un solo platito con una taza azul encima, misma que se turnan para beber. Supongo que beben té. Aprovecho que soy un gato, salto con sigilo sobre el respaldo de uno de los sillones. Escucho que las parejas están acordando con qué niño se quedarán: unos quieren a David y otros a mí. Entonces me alegra

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SUEÑO 64 (05/02/2009)


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entender que, aunque estoy muerto y soy un gato, puedo reencarnar y tener papás nuevos. Miro al hombre que será mi papá mientras le llega el turno de tomar té: abre la boca de manera exagerada y descubro que dentro tiene una tormenta de rayos azules que caen sobre su lengua. Alguien nos levanta del pellejo del lomo a David y a mí. Nos sacan al patio, que está lleno de personas que murieron y, como nosotros, esperan reencarnar. Muchas de esas personas son vacas animadas de los años treinta. David y yo llegamos a una cantina que se llama El Country. Aquí solo se juntan los muertos gringos: vaqueros, pistoleros y veteranos de la Guerra de Secesión. Cuando nos ven entrar, les parecemos muy lindos y nos acarician. Nos llevan a un cuarto al fondo de la cantina. Aquí tienen un Árbol de la Vida, que es una artesanía mexicana llena de personas pequeñas en plena orgía. Los gringos bailan polka alrededor del árbol. Escapo. Soy humano de nuevo. En el patio de la primaria los niños ven un partido de los Lakers, aunque ya todos los jugadores («Magic» Johnson, Shaquille O’Neal, James Worthy, Kobe Bryant, Kareem Abdul Jabbar y Nick Van Exel) son muy viejos y apenas pueden andar. Me encuentro en persona a Kobe, o a quien será Kobe cuando reencarne, y le digo que jugará como nadie antes. Entonces Kareem me dice que él, cuando renazca, será el mejor. Sé que no se llama Kareem Abdul Jabbar, sino P. Diddy, nombre que ya aparece en su jersey. P. Diddy comienza a bailar break dance con notable habilidad.

SUEÑO 65 (06/02/2009) Comparo el mapa de Rusia con el de México y pienso que Rusia es un exceso inútil de país.


SUEÑO 66 (07/02/2009) Veo a lo lejos un acantilado. Se escucha una voz: «Esta es una dura prueba para ellos: cuando saltan, no saben si podrán volar o no». Veo multitudes de personas con alas negras lanzándose al vacío. Algunos logran el vuelo, otros caen mientras patalean y maldicen en un idioma que no conozco. Qué crueldad, pienso.

Ada y yo vamos en un auto azul. Ella maneja y yo voy a su lado. Salimos por la entrada del estacionamiento de un centro comercial, de tal manera que nos llevamos la pluma. Como salimos incorrectamente del estacionamiento, todo afuera se ha descompuesto, en particular los caminos, que son un caos. Ada toma un camino de terracería. Nos lleva a la orilla de un barranco. Hay un hombre de campo aquí. «Por aquí solo pasan mis mulas», nos advierte. Ada gira el volante con brusquedad, me enojo con ella por no tener consideración con los demás. Sospecho que nos aguarda algún peligro en el nuevo camino de terracería que hemos tomado. A lo lejos, vemos algunas casas, es una colonia abandonada. Ada desaparece. Entro a una casa, descubro que un asesino la habita. Uso el elevador de la casa, que se detiene en un piso secreto. Es un departamento ruinoso, llega un poco de luz del exterior. El asesino sale del elevador. Es un hombre de unos cincuenta años, tiene la piel marcada como la frente del Perro Aguayo. Trae consigo una tabla de castigo del tamaño de una escoba. El asesino me persigue, pero no me alcanza. Escapo de él rompiendo la pared. Encuentro a otras personas que han huido del asesino. Ahora soy prisionero en un campamento infantil. El lugar es un baldío lleno de

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SUEÑO 67 (08/02/2009)


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fierros viejos, tal vez un antiguo taller mecánico. Mis compañeros de campamento son un montón de niños deformes con frentes marcadas. El líder del campamento es Dustin Hoffman/Dorothy Michaels. Están a punto de comenzar las Olimpiadas Intercampamentales. Me emociono, pues siempre he querido participar en un torneo deportivo. Me advierten que no me alegre, que nuestro papel es hacerla de perdedores, que para eso nos han tenido cautivos y malcomidos. Nos explican que cada año, previo al evento, se aseguran de torturar a todos los del campamento para quebrar sus huesos y hacer imposible que ganen alguna competencia. Les respondo que este año será diferente. Hoffman/Michaels se pone a reír/llorar, todos los demás lo hacen también. Furioso, les grito que se callen, que lo único que tenemos que hacer es matar a todos los demás participantes y que no solo seremos campeones, sino que también podremos escapar del encierro. Veo algunas sonrisas en sus caras. Entre mis compañeros hay tres niños enormes, de fuerza prodigiosa pero carentes de cerebro: en sus cráneos abiertos y vacíos viven unas choras que saben algunas palabras que no recuerdo. Los instruyo: «Cuando lleguen los demás competidores, y mientras todos estén cantando el himno nacional, ustedes láncenles estos balones justo a la cara. Si esos niños son suficientemente patriotas no contestarán el ataque, no hasta que terminen de cantar el himno». Un rato después, llegan camiones repletos de boy scouts rubios muy bien peinados. Todos se saludan de beso. Pienso que deben ser extranjeros. Entonces me doy cuenta de que mi plan fallará: esos niños no cantarán el himno nacional.

SUEÑO 68 (09/02/2009) Soy Batman y huyo de la policía. Escalo un edificio. Entro a un departamento donde encuentro ropa de mi talla para cambiarme y


salir tranquilamente como civil. Me detengo: recuerdo que en mi casa he dejado a la vista fotografías que me tomé vestido como Batman. Ahora la policía descubrirá mi identidad.

SUEÑO 69 (10/02/2009)

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Soy un fantasma discapacitado, una cabeza que flota en el más allá. Organizo una fiesta donde van todos mis amigos del pasado: «Jeto», «Mosca», «Juli» y «Chidomilo». Aparece Pedro Infante y me invita a cantar con él. Me emociona, pero también me molesta porque sé que lo hace para que lo vean haciendo una buena obra con un fantasma discapacitado como yo. Me regala su sombrero de charro. Cantamos una canción inédita.

SUEÑO 70 (11/02/2009) Soy un reportero de la revista Vogue. Me han enviado a otro país a cubrir un evento importante. Pronto descubro que el trabajo resulta poco menos que imposible: olvido al instante todo lo que me dicen los entrevistados, que siempre se desesperan y se van. Tal vez debo concentrarme más, intentarlo, pero en lugar de eso me voy a comer molletes con cuatro desconocidos, quienes me caen bien porque hablan como monstruos. Cuando nos despedimos descubro que ya terminó el evento. La gente se dispersa. Algunos están dispuestos a darme información sobre el evento, pero sigo sin poder retenerla en mi memoria. Una señora se muestra muy considerada y apunta en su propia mano todo lo que sabe; me entrega la mano después


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de arrancársela a mordidas. Le agradezco sus intenciones, pero en secreto la pendejeo por no considerar que su sangre arruinará su escritura. Aún distingo en su mano algunas frases, pero en cuanto las entiendo, estas se mueven para formar nuevas frases. Tiro la mano a la basura. Un tipo sucio de inmediato la recoge. Me grita que es para su hija que no tiene manos. Me alegro por ella, me satisface haber hecho la buena obra del día, pero aún no termino el trabajo que Vogue me encargó. Entonces se me ocurre: grabaré las entrevistas, me las llevaré a casa y allá escribiré el reportaje. No tengo grabadora, pero no debe ser difícil comprar una en las tiendas cercanas. Llego a una de aparatos donde me atiende Patrick Swayze, que tiene un parche sobre el ojo izquierdo. Me platica que está aquí para ensayar, pues su próxima película tratará sobre un pirata que viaja al futuro, donde queda atrapado para siempre en un país del tercer mundo, se ve obligado a iniciar una nueva vida de vendedor de aparatos. Luego me dice que él no tiene grabadoras, pero que seguramente El Señor Cables tiene muchas. Voy a la tienda de El Señor Cables, pero está cerrada. Es domingo, pienso. Entonces recuerdo que Caleb también anda por ahí reportando. Lo encuentro acompañado por colegas reporteros. Están subiendo a un camión que transporta troncos, mismo que los llevará, según me dicen, a unas cabañas en medio del bosque. Sus amigos me recomiendan que ni busque, que ya no se venden grabadoras ni cámaras, «desde la vez del videoescándalo de Dios». Me siento perdido, he fallado en mi primer encargo como reportero. Ni siquiera sé de qué trata el evento que me mandaron a cubrir. Me despedirán, seguramente. Se me ocurre comprarle información a Caleb. Inventaré las entrevistas y, así, salvaré mi trabajo. Caleb me dice que soy «un corrupto despreciable» y además «pendejito iluso». Me explica que, aunque me dé la información y yo escriba mi nota muy bien, no podré agregar la viñeta final a mi texto porque no tengo una computadora especial que genera esas viñetas. Me muestra en su laptop cómo él sí tiene esa posibilidad: su reportaje


termina con la viñeta de un rectángulo. Me da envidia que Caleb trabaje para National Geographic. «Estas computadoras especiales solo se las dan a reporteros especiales», continúa, «y tú eres un novato. Te iban a correr de todos modos. Sin viñeta no hay artículo. Han estado jugando contigo». Volteo al cielo y veo los rostros de los ejecutivos de la revista burlándose de mí.

SUEÑO 71 (12/02/2009)

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Veo un mapa del mundo. En el centro hay una gran isla, una isla continente envuelta en tormentas diarias y densa neblina. Pienso que nadie sabe de esta isla por la neblina que la envuelve. Pero yo ahora sé de ella.

SUEÑO 72 (13/02/2009) Estoy en campaña como candidato para dirigir la película sobre el fin del mundo. Mi oponente es George Bush Jr., quien agandalla el podio con ayuda de su guarura enorme y cíclope. Decido ubicarme entre el público para lanzarle zapatos a Bush desde aquí. Él es más listo de lo que esperaba, se adelanta a mis intenciones y me comienza a tirar zapato tras zapato (no sé de dónde saca tantos), mientras dice infamias sobre mí. Los asistentes me dicen «It’s over, it’s over!». Bush ha triunfado en el debate. Me quedo solo en el podio, mi contrincante y el público se han retirado. Alcanzo a ver que en la última fila todavía están sentadas una tortuga y una decena de tarántulas. Me pregunto si será posible tomar fotos a los sueños. Saco una Polaroid, hago click


y la foto sale borrosa. La tortuga se para y se va; las tarántulas la siguen. Escucho que la tortuga les dice a las tarántulas: «Qué estúpido, ¿no sabe que los animales de los sueños no salimos bien en las fotos?».

SUEÑO 73 (14/02/2009)

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Estoy en mi departamento viendo la televisión. En MTV sacan un videoclip de una banda llamada That’s Amore! En el video aparecen muchas botargas, como una jirafa roja con manchas verde limón. Winnie Cooper me pregunta si es el video oficial del reality de Domenico. Le respondo que no, que esta banda es independiente y se llama That’s Amore! desde antes del reality.

SUEÑO 74 (15/02/2009) Camino con Marcelo, Kenia y Dina por un camino angosto que bordea un acantilado. En cierto momento, llegamos a una parte del camino que fue destruida, dejándonos frente a una mortal caída. El camino continúa a unos veinte metros de distancia. No podemos seguir; sin embargo, descubrimos que Joy Division da un concierto al otro lado del camino. Al verlos, Dina comienza a escarbar en el suelo. Saca grandes cantidades de piedra y tierra hasta que se revela una cámara de cine antigua. Dina la extrae, sopla para quitarle el polvo y se pone a girar la manivela de la cámara para filmar, a la distancia, el concierto. Marcelo nos explica que los miembros de la banda ya están muertos, pero que «MTV ha encapsulado sus esencias para que los visitantes a su parque de diversiones podamos disfrutarlos y


filmarlos para siempre». Quiero filmar un videoclip también, pero no sé qué banda elegir. «Tienes que imaginar los sonidos de la banda que quieras», me dice Marcelo, «de otra manera no podrás salir de este juego». «Pero no sé nada de música», le contesto preocupado. «Pues entonces imagina el escenario y a lo mejor a alguna banda se le antoja salir en tu video. Dina, por ejemplo, se imaginó este camino quebrado». De repente recuerdo que me gusta mucho una banda llamada Los Oompa Loompas Despiertos.

Me encuentro en una base militar en medio del desierto. En el pasado, ese lugar fue una escuela secundaria. Estoy sentado en una pequeña sala de espera roja e inflable, como un brincolín. Una mujer gorda y roja, tal vez inflada y de plástico, se empeña en platicar conmigo. Trato de ignorarla, hasta que me dice que los cómics no son un tema digno de ser estudiado en la universidad. Respondo que eso es una estupidez, ya que el estudio académico de los cómics ha sido aceptado desde hace muchas décadas, cuando se creó el Centro de Estudios Científicos sobre Astérix y Obeso. La mujer me invita a parar la discusión: si me callo me presentará a Moebius, quien de inmediato aparece de quién sabe dónde. Moebius tiene por cabeza un montón de cuerdas enredadas. Emocionado, le digo que me gustan mucho sus dibujos. Moebius empieza a llorar desconsolado y responde: «Yo siempre quise ser soldado». Decepcionado por el patetismo de Moebius, decido abandonar la base militar. Me encuentro a Keanu Reeves, está a punto de entrar a un cuarto, le digo que no lo haga, que son teletransportadores. Él se mete de todos modos. Un segundo después, el cuarto/teletransportador se ilumina y desaparece. Salgo corriendo de ahí. La puerta principal no tiene vigilancia alguna, pero

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SUEÑO 75 (16/02/2009)


es una guillotina que sube y baja sin cesar. Logro evitar la guillotina. En el desierto encuentro una carretera y un letrero: tomando la carretera a la derecha puedo llegar a Guadalajara, por la izquierda puedo ir a la playa. Izquierda. Al llegar a la playa veo que el mar lo llena todo, incluso el cielo. Me doy cuenta de que la realidad está «photoshopeada» para que parezca una interminable banda de Moebius. Sé que Keanu lo ha hecho desde donde está. Keanu es el amo aquí, pienso, por eso puede pasar de un lado al otro, él sabe todos los caminos de este mundo. Se me ocurre que puedo hablarle por celular, ya que las señales telefónicas se desintegran y se teletransportan, igual que le pasó a él. Empiezo a marcar su número.

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SUEÑO 76 (17/02/2009) Estoy en un edificio antiguo. En una de las habitaciones hay cientos de libros y objetos de papelería metidos en cajas o regados por el suelo. Caleb y yo nos llevamos todo lo que cabe en nuestras mochilas. Me llevo un paquete de sobres de papel manila y un libro enorme sobre Aztlán. En la portada aparece una garza devorando a una serpiente.

SUEÑO 77 (18/02/2009) Soy un niño de siete años y visto short y camiseta, todo de blanco. Camino por la avenida México y veo plazas que sirven como espacios de recreación para personas muy pobres. Aquellos que no son tan pobres pueden ir a ver gratis a la gente muy pobre, así que las plazas son también espacios de exhibición. Veo en el balcón principal del


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Palacio de Gobierno a Celso Delgado, quien lanza besos a la gente. Lo acompaña «Magic» Johnson. El espectáculo me asquea y decido escabullirme. Después de caminar un buen rato, termino debajo de un gran puente, en una zona oscura, llena de basura y carros abandonados, inservibles y grafiteados. Aquí, rodeados por algunas camionetas Lobo negras, me encuentro con un grupo de hombres vestidos con gabardinas y lentes oscuros. Es una junta de negocios entre narcos y judiciales; me apresuro a salir de aquí. El jefe de los judiciales me descubre. «¡Eyta!», me grita, pero me hago tonto y camino más rápido. Logro salir de la zona bajo el puente cruzando una malla ciclónica rota. Regreso a las calles y busco ayuda. El judicial me persigue con pistola en mano. Las calles no tienen banquetas, son exclusivas para carros. Me topo con un niño ojeroso, le digo que será mi testigo, que soy inocente y no sé qué más. El judicial me alcanza y me detiene del hombro derecho con violencia. «¿De dónde vienes?», me pregunta. «¿De la casa de mi abuelita?», le contesto con otra pregunta. «¿A dónde vas?». «¿A la calle?». «¿Con quién?». «¿Con ese niño?», apenas lo digo, el niño se esfuma frente a mis ojos. El judicial ríe y continúa: «Ah, mentirosito, eh. Eso demuestra tu culpabilidad». «¿De qué?». «¡Te vas a la cárcel por mentiroso!», me grita y me ahorca. Luego pone el cañón de su pistola sobre mi cabeza y suaviza el tono de su voz: «Te voy a tomar como esposa en la cárcel. Tú mataste a ese niño, lo desapareciste al verlo, ahora vas a ser el niño de todos en la cárcel, y todos te mirarán, pero no los vas a poder desaparecer, aunque quieras». Me pongo a llorar y me imagino el resto de mi vida como esclavo del judicial y sus reclusos. Siento el frío metálico de la pistola moverse entre mis cabellos. Me resigno, le digo que no negaré que soy culpable, ni me quejaré, ni nada, pero que aleje su pistola de mi cabeza, por favor. El judicial acepta. En ese momento aparecen Los Pequeños Poderes, bebés octillizos defensores de la ciudad. Pero los superhéroes locales ponen cara de terror, lloran desconsolados y se van, volando algunos, corriendo a gran velocidad los otros y uno más golpeando


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el asfalto hasta romperlo y haciendo un hoyo para esconderse. El judicial se carcajea: «¡Estos le tienen pavor a los judiciales!». Mientras el judicial se ríe, le quito el arma e intento dispararle, pero esta no sirve o no trae balas o algo. «¿No que no te ibas a quejar?», me dice el judicial a un centímetro de mi cara. Entonces hundo el cañón de la pistola en sus ojos. Lo dejo completamente ciego, lo pateo y le clavo la pistola en el corazón. Llegan los narcos en sus camionetas. Huyo al edificio más cercano, que resulta ser una estación de policía. Llego gritando: «¡Narcos!, ¡narcos!». Los policías se ponen en guardia. Le pregunto a una secretaria por un lugar seguro. Señala un pequeño cubículo de metro por metro. Reviso que haya sistema de ventilación para escapar en caso de que los narcos logren entrar a la estación. No hay salida. En el techo cuelga un foco a medio fundir; dentro del foco hay un gusano quemador rojo. Miro el foco cuando llega una mujer vestida con traje masculino, es la jefa de policía. «¿Por qué nos mentiste?», me pregunta muy amable. «Ya revisamos y no hay ningún narco allá afuera, solo una camioneta del circo». Sé que ella sabe que maté al judicial. Me pongo a llorar y le digo: «Lo maté porque quería hacerme su esposa en la cárcel». La jefa pasa sus dos manos por mis cabellos, con brusquedad, como si quisiera arrancarme la cabeza. Me dice con dulzura: «No te pensaba violar, él quería alimentarte con buñuelos negros con mucha azúcar para que tu sangre se volviera dulce. Entonces te golpearía o te cortaría con un cuchillo filoso para que sangraras. Esperaría a que tus heridas se curaran y se volvieran costras, entonces te las arrancaría y las machacaría hasta volverlas polvo negro para alimentar reclusos, que son arañas que solo comen polvo de costra dulce». La jefa sonríe: «¿Ya ves?, no era tan malo».


Me encuentro en el supermercado con una mujer que, según dice, es mi exnovia de una vida pasada. Después de pagar nuestras respectivas compras, salimos al estacionamiento, donde ella me invita a su casa para que vea lo feliz que es. Su vecindario es muy agradable, con muchos árboles, calles limpias y banquetas amplias. Todos los vecinos, sin embargo, parecen demasiado sonrientes para mi gusto. Saludo de beso a todos los que nos encontramos en el camino. Incluso le doy un abrazo a un perro pelón, con piel rosada como cola de rata. Entramos a la casa de mi exnovia y de inmediato nos reciben su french poodle, su mamá y su esposo, a quienes me presenta con efusividad. El esposo me pregunta a qué me dedico, y como me da pena confesar que soy bañador de perros, le digo que soy guionista de telenovelas. Todos se quedan en silencio. «Aquí no nos gustan las telenovelas», dice el french poodle. «Ah», le contesto francamente molesto. «¿En serio escribes telenovelas?», pregunta mi exnovia, mirándome con lástima. «Ajá». «Ah, pues eso no es nada comparado con el trabajo de mi esposo: él es chofer de ovnis». El esposo corre a la cochera. Comienza a llover. Unos segundos después, se escucha un ruido como de zanahoria al ser pasada por un juguero eléctrico. «No te asustes. Es el ovni de mi esposo», dice mi exnovia, quien ahora tiene cara de french poodle, cabello rubio y una gorra de sombrilla sobre la cabeza. Empiezo a sospechar que esa mujer nunca fue mi novia. Veo a su esposo a bordo del ovni, flotando a veinte centímetros sobre el cemento de la calle, atrapado en un embotellamiento terrible. Al verlo ahí, entre cláxones y nubes de humo, me doy cuenta de que ese hombre es, después de todo, admirable. Mi exnovia parece leerme la mente: «Los ovnis no contaminan». «Tu esposo es un hombre muy consciente», le digo.

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SUEÑO 78 (19/02/2009)


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SUEÑO 79 (20/02/2009) Juego basquetbol en la cancha privada de Kobe Bryant, en su penthouse de Manhattan. Estamos dominando el partido. Es medio tiempo y salgo al amplio balcón a tomar aire. Veo al vecino echar cubetadas de pintura blanca sobre todo: paredes, pisos, muebles, servidumbre y familiares. Me parece raro lo que hace, pero lo atribuyo a que es un extranjero excéntrico y millonario. Uno de los secuaces del vecino (un tipo largo, flaco, que lleva una moneda en la mano) me dice que vamos a perder la segunda mitad del partido. Me doy cuenta entonces de que Kobe no ha regresado. El vecino me reta a un juego después de decirme que ha matado a Kobe. Con un nuevo equipo, entramos a la arena de basquetbol dentro del penthouse del vecino. Está a reventar de público. El lugar es idéntico a la Arena México. Soy parte de un equipo de niñas; entramos a la duela con cascos de astronautas. Me acobardo y regreso al penthouse de Kobe, donde todo, incluso la duela, está siendo embargado. En las habitaciones están encadenadas todas las almas de los jugadores que el vecino excéntrico ha vencido. Libero a unos cuantos, pero no lo desean, dicen que merecen la muerte. El guardián del lugar es un sujeto musculoso, como de piedra, con cabellera larga y rubia. El penthouse tiembla cuando él camina. Me escondo y el guardián pasa de largo. En otra habitación encuentro a un hombre desnudo en el suelo con el culo levantado. «Lo merezco, lo merezco», dice sollozando. Cree que soy el guardia. Le digo que podemos escapar del edificio, que quizá tenemos una oportunidad. Comienzo a retirar con cautela los cristales de una ventana, los coloco sobre la cama para no romperlos. Luego quito los mosquiteros. Pero el hombre, que anda hincado, comienza a quebrar los cristales para llamar la atención del guardia. Todo tiembla, el guardia se acerca, pero logro escapar por la ventana. Planeo hasta la recepción del edificio. Aquí hay una pequeña puerta, más bien un telón, que retiro para


entrar. Veo que Joselo Rangel también trata de escapar, le indico que puede hacerlo atravesando el telón. Joselo se quita los zapatos para no hacer ruido, pero no sabe que los pisos del edificio detectan los pies descalzos. Nos descubren por su culpa. «Eres un pendejo», le digo. Lo abandono y me lanzo por un túnel que se convierte en canal de aguas negras que atraviesa los espacios privados de esparcimiento de los millonarios. Me hago el muerto mientras avanzo entre jardines y salones de baile. Una mujer rubia, con una copa en mano, pasa su dedo sobre mi nuca y se lo lleva a la boca. Grita que ya está lista la cena. Decenas de millonarios aparecen dispuestos a comerme.

Estoy en un salón de clases que a la vez es cantina. La maestra habla desde el otro lado de la barra, que está hecha de cajas de cartón apiladas. Es una clase de francés. No entiendo nada de lo que dice, pero veo que mis compañeros asienten complacidos. Sé, eso sí, que la maestra repite con exactitud lo que viene en el libro de texto. Pienso que si yo tuviera un libro de texto también entendería, pero soy muy pobre como para comprar uno. Ella se da cuenta de que soy el niño más rezagado de la clase y se acerca para darme atención especial. Me habla al oído en francés, pero lo único que escucho es el sonido de gargajos que se agitan en su garganta. Me dan ganas de vomitar. La maestra sigue hablando, me ha hecho una pregunta. Todos esperan que la conteste. Solo atino a decir: «Yes?». La maestra se carcajea y escupe los gargajos. Me dice en español que la he liberado del francés y por lo tanto estoy exento y me puedo retirar. Salgo muy feliz del salón con una cartulina enrollada bajo el brazo en la que la maestra ha escrito y firmado que estoy exento.

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SUEÑO 80 (21/02/2009)


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SUEÑO 81 (22/02/2009) Estoy frente a la nueva casa de Clint Eastwood. Está prácticamente en obra negra: se ven los cimientos, las paredes no han sido enjarradas, las puertas y ventanas están tapiadas con tablas. Clint está dentro. Arranco las tablas que cubren la entrada y entro de prisa, pues llevo un mensaje urgente para él. Lo primero que hago es buscar un enchufe para conectar mi cámara. Al reproducirla, se ve y se escucha a «Tin Tan» que, en su lecho de muerte, tiene unas palabras para Clint. No escucho lo que le dice. Exploro la casa, que es una sucesión de tres cuartos que dan a un patio. Me doy cuenta de que Clint se ha ido. Pienso que tal vez ha muerto. Conforme avanzo, descubro que la casa está más arreglada. Al final está la recámara de Clint. Un colchón, cobijas y ropa revuelta; una Colt dorada flota en el aire. La recámara tiene un ventanal hacia un jardín que, a la vez, es un balcón que da al Infinito. En una silla, de espaldas, veo a Clint Eastwood mirando el Infinito. Mejor no me acerco, pienso, ha de estar muy muerto.

SUEÑO 82 (23/02/2009) Es el día de mi boda con Winnie Cooper. Estamos en un salón en medio del bosque. Todos nuestros familiares y amigos están aquí. Pasa un primo de Winnie y nos dice: «Tienen miedito, ¿verdad?». Le contestamos que sí, pero que todo está bien. Winnie viste de blanco, la veo de reojo; yo uso traje, aunque no llevo corbata. Llega el juez y comienza la ceremonia. Me pongo nervioso porque olvidé escribir mis votos. Trato de improvisar algo, pero no es necesario, todos esperan nada más a que diga que acepto. Lo hago y la ceremonia termina. Los invitados empiezan a bailar. Winnie y yo vamos a una recámara


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a cambiarnos de ropa. Al entrar, el semblante de ella cambia por completo. Le pregunto qué pasa. «Ya no me voy a quitar este vestido», responde. «¿Por qué? Hay que estar cómodos». Ella me contesta: «Primero me obligas a ponérmelo y ahora quieres que me lo quite». Winnie me pide que salga. Doy un paseo por el salón, que ahora es un circo cuyas gradas están ocupadas por nuestros invitados. Camino debajo de las gradas para que nadie me vea. En eso, aparece otro primo de Winnie y me dice que ella ha desaparecido. Me apresuro a llegar a la recámara, pero sale a mi encuentro una prima de Winnie, que me dice: «Antes de irse, dijo que no te quería volver a ver». Tengo ganas de llorar, me enojo y salgo del salón/circo. Me preocupa qué le voy a decir ahora a los invitados. Luego me doy cuenta de que ya no soy como antes, de que a mí en realidad no me importa lo que piensen, ni quería casarme en verdad. Me reprocho haber creído en el matrimonio y haberme vestido de traje para la ocasión. Me interno en un bosque oscuro. Me deshago del saco, lo tiro por ahí. Me despeino y camino pisando animales que nunca he visto. Llego a un claro y veo a un grupo de hombres en círculo. Son todos los que se han casado alguna vez. Todos visten smokings desgastados y rotos. En medio del círculo está su líder a punto de iniciar a un nuevo exnovio en el culto. El líder toma al hombre de la cabeza. Ambos cierran los ojos. El líder realiza un hechizo en una lengua extraña. Una espada luminosa comienza a materializarse sobre ambos. La espada se mueve y amenaza con cortar de tajo la cabeza del iniciado. Se detiene al rozar su cuello. Hay una leve herida. Escurre un poco de sangre. El líder toma la sangre con sus dedos y levanta la mano para que todos la vean. «¡La espada ha decidido que viva! ¡Es uno de los nuestros!». Todos alzan sus manos y vitorean. Yo también celebro. Pienso que no sé para qué quería casarme. Corro hacia el centro del círculo gritando que quiero ser parte de su culto. El líder, de inmediato, me toma con fuerza de la cabeza. Me dice que la espada decidirá si vivo o muero. Cierro los ojos y, de repente, ya no escucho nada. Me pregunto si he muerto.


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Puedo ver la escena fuera de mí. En medio del círculo de hombres, el líder y yo estamos envueltos en fuego. Del cielo bajan cientos de aves fénix. Caen sobre nosotros; se funden en el mismo fuego. El fuego se apaga y el líder grita que ya soy parte de ellos. Todos celebran. Un hombre/mujer se acerca dice: «Además, los pájaros nos han dicho que debemos ayudarte, aunque antes te patearemos». Todos me patean, aunque no siento ningún dolor. Les digo que busco a mi esposa, que llevo años buscándola desde que nos casamos. Uno de los hombres me dice que sabe dónde está: «En la casa de Tim Burton». Me guía por el bosque hasta la casa, es de madera, está en medio de una zona de árboles muertos, quemados y retorcidos en espiral. Es de noche y una luna enorme ilumina todo con su luz blanca. Entro a la casa, que resulta bastante normal, aunque antigua y llena de objetos extraños. Atravieso un pasillo y llego a un cuarto pequeño, donde descubro a Winnie sentada en una silla de ruedas del siglo XIX. Viste toda de negro y un velo cubre su cara. Debe tener unos cuarenta años de edad y está profundamente triste. Echado en su regazo, veo a un niño hidrocefálico. En una esquina del cuarto, contra la pared, hay dos rifles antiguos. Burton está filmando a Winnie y al niño. Comprendo todo: el niño es hijo de Winnie y Burton. El niño es monstruoso, pero tiene la habilidad de metamorfosearse a su antojo. Esa habilidad es lo que más interesa a Burton. Veo a Winnie tristísima. Me enojo y le grito a Burton: «¡Chinga tu madre, culero!». Burton no se altera y me dice: «Tú harías lo mismo. El niño es una maravilla, pero solo obedece a su mamá». «¡Pero es tu hijo!», le grito, «¡eres asqueroso!». «Lo hago por el arte del cine». Me burlo de él: «Uy, sí, soy malo y hago monitos retorcidos. Soy malo, soy malo, véanme. Soy el hada de la oscuridad, véanme». «No entiendes ni madres», me dice Burton y sigue filmando. Le tiro un golpe en la cara. Burton cae al suelo y se arrastra para alcanzar su rifle. Me dispara, pero falla. Corro por el pasillo; Burton sigue disparándome. Llego a una sala y encuentro una pequeña pistola dorada con motivos circulares grabados. Una


SUEÑO 83 (24/02/2009) Un primo ha raptado y violado a la segunda hija de Caleb. Me entero de que el primo está en la carretera jugando arrancones. Me pregunto por qué nadie ha hecho nada para llevarlo ante la justicia. Alguien me contesta: «Así es la cosa». Me enfurezco y voy a la carretera, tomo un auto y compito contra mi primo. Le gano y obtengo el derecho de llevarme a mi sobrina. La llevo a la casa de Ada y Teo. Pienso que es necesario castigar a mi primo. «Pero es de la familia», dice Ada. Me enojo más cuando me entero de que ese primo está invitado a comer. Todos están felices preparando la comida que se convierte en

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voz me dice que solo tengo una oportunidad. Burton me alcanza, lo veo e intento disparar, pero el gatillo está atorado. Entiendo que la pistola se podrá disparar cuando sea el momento adecuado. Burton se esfuma. Camino con sigilo y miedo por la casa. Descubro a Burton escondido en un espejo, está a punto de dispararme, pero soy más veloz y le disparo. La bala atraviesa el espejo y mata a Burton. El espejo comienza a cuartearse desde su centro. Las cuarteaduras se extienden a las paredes de la casa. Busco a Winnie y la encuentro con el niño todavía en su regazo. Le grito que debemos salir. Ella me contesta con desesperanza que se quedará con el niño. Insisto en que la casa se está cayendo. Me responde: «Pero el niño es un monstruo y yo estoy paralítica. Ya no queremos vivir». Le contesto que aún podemos vivir juntos, que a mí no me dan miedo los monstruos. Me dice que me vaya. Un muro cae y me separa de Winnie y el niño. Veo que me echa una mirada triste, pero intenta sonreír. Entiendo que tenía años sin sonreír. El techo del cuarto colapsa. Huyo a toda prisa. Salgo de la casa y la veo derrumbarse. Todos los hombres exnovios están afuera mirando la casa. Todos la miramos.


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una fiesta en honor a mi primo. Veo a mi sobrina sentada triste en un rincón. Sé que debo vengarla. Construyo el set de televisión de un juzgado. Espero a que aparezca mi primo. Cuando lo veo llegar, lo atrapo y le coloco un yugo, pero en la cintura. Sus piernas quedan colgando. En el set hay gradas para público/jurado; y en ellas, unas quince personas. Comienzo mi intervención contra mi primo recordándole al público/jurado que cuando mi sobrina era feliz, yo le hacía caras graciosas. Luego me dirijo a mi primo: «No estás aquí para ser juzgado, sino para ser castigado por lo que hiciste». El cínico responde con un: «¿Yo?». «¡Sí, tú!», le grito y en el acto le arranco un pie con una espada corta. Mi primo llora y ruega perdón, dice que ya no lo volverá a hacer. «¡Entre más chilles más te corto, cabrón!» y le arranco otro pedazo de pierna. Mi primo llora más fuerte y se retuerce de dolor. Les exijo a todos los presentes que se vayan. Mi primo, de inmediato, deja de llorar y me dice: «No te deshagas del rating». Yo le hago notar al público/jurado que mi primo está fingiendo arrepentimiento y dolor. El público/jurado sale del juzgado pidiéndome que lo perdone. Cuando el último de ellos sale, descubro que mi primo está escapando con ayuda de un familiar. Mi primo da saltos sobre una pierna, huye de mí, se esconde en el clóset. Tomo una pala filosa y mi primo se aterroriza. «Con una pala no, córtame con lo que sea, menos con una pala. Es muy naco morir así». Entonces siento que lo odio más y le encajo la pala en la cintura partiéndolo en dos. Pienso que la policía ahora, seguramente, irá contra mí.

SUEÑO 84 (25/02/2009) Winona Ryder y yo estamos solos en una casa. Cierro las cortinas porque le quiero mostrar algo muy secreto. A oscuras, enciendo la televisión y le digo que tengo un videojuego que es como ningún otro.


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En la tele se muestra el mapa pixeleado de una tierra azul. Le digo a Winona que seremos tragados por el juego. Ella no parece muy de acuerdo, me reclama que no le haya preguntado antes. Le respondo que no hay tiempo para explicaciones. Trazo en la arena del suelo una cruz y señalo la intersección. «Cuando entremos al juego», le digo, «este será nuestro punto de encuentro». «Pero no sé dónde es eso», contesta. «Ahí nos veremos», concluyo. Pasa el tiempo. Winona y yo somos expulsados a través de la pantalla de la televisión. Cubriendo mi mano y antebrazo, como si fuera un guante, traigo una babosa morada. Esa babosa es la diosa del mundo del videojuego y ha venido a dominar las mentes de nuestro mundo. A mí me agrada que se siente muy fresca al contacto.


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SUEÑO 85 (26/02/2009) Soy un albañil, pero no quiero serlo. A la hora del descanso, todos mis compañeros me exigen que me ponga a trabajar, que haga algo, que todo el día me hago el tonto. Sé que tienen razón, pero no lo acepto. Se molestan tanto, que me quitan la cartera y sacan las fotos de mi familia y las tiran sobre el cemento fresco, que se seca de inmediato. «Ahora ya no podrás sacarlas del cemento», se burla un albañil. Me encabrono y arremeto a golpes contra él. No quedo conforme hasta que no le arranco la nariz a puñetazos. Él ríe y me sugiere hacer las paces. De lo que queda de su nariz no deja de brotar sangre, pero eso no parece incomodarle. Me invita a ocupar «el trono indígena», un equipal adornado con coloridas plumas de gran tamaño. Me siento en el trono, complacido; entonces, una tribu salvaje aparece de quién sabe dónde. Sin que me dé cuenta, clavan sus lanzas en mi cuerpo. El albañil ríe mientras muero.

SUEÑO 86 (27/02/2009) Estoy en una Escuela de Adoradores del Futbol. Todos los estudiantes me persiguen instigados por el maestro de educación física. Me atrapan con una red de portería. «Tienes que jugar, eres nuestro mejor jugador», me ordenan. Les grito que no y rompo la red. Corro hacia la malla ciclónica que rodea la escuela, la salto y escapo hacia el bosque. Aquí ya no me pueden ver, pero descubro que el guardabosques persigue mi pista. Estoy muerto, mas no estoy seguro, pues acabo de ver pasar mi sombra. El guardabosques encuentra mi pantalón flotando sobre el agua de una pileta. Llego al final del bosque. Me topo con un muro de cristal y, al otro lado, veo un mundo idéntico al


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nuestro, un mundo gemelo, aunque submarino. Pienso que, si todos ellos viven bajo el agua, entonces no morí ahogado en la pileta. Me siento aliviado.

SUEÑO 87 (28/02/2009) Soy cácaro en un cine medio vacío. También soy espectador. Desde mi asiento uso un control remoto para pasar la película o pararla. A cada rato voy al baño y pongo la película en pausa. Hay gente que me abuchea mientras voy al baño, pero no me importa. En el baño


me encuentro a un lechón y un pollo rojo que platican. No entiendo su idioma, pero decido atraparlos porque Ada me ha dicho que lleve la cena hoy. «Fajitas y puerco», le digo a Ada por teléfono. Llego a la casa de Caleb y le doy el pollo a Varinia. Ella se pone a perseguirlo y el ave, de los nervios, explota y se convierte en frijoles de la olla. Ada se enoja y me reprocha: «Ya ves, ahora comeremos frijoles con carne». Le digo que también saben buenos. «Tú no vas a comer hasta que hagas el guacamole», me advierte. «Frijoles, carne y guacamole, mi comida favorita», respondo. Ada me dice: «Qué curioso que se puso rojo del coraje ese pinche pollo».

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SUEÑO 88 (01/03/2009) La policía me acusa de algo. Mi familia ya no confía en mí, pero deciden protegerme de todos modos: me enviarán a África para esconderme de la ley. Lloro desconsolado y me despido para siempre de mi mascota, que es un monstruo de Frankenstein llamado Sergio. Micaela se despide de mí; me dice al oído que ella sí me cree. Voy al aeropuerto y tomo un avión que vuela durante 72 horas. Llego a una casa en medio del desierto: es La Casa de los Culpables, atendida por Dina y Kenia. Aquí también está Fermín. Me da un ataque de risa de la nada, entonces Dina me dice: «Tú no puedes ser culpable de algo si eres capaz de reírte así». Me da una bebida dulce que calma mi risa. Salgo a tomar aire y me encuentro a Fermín mirando una aldea lejana. Me pongo a platicarle que no soy culpable de nada, que todo es un malentendido que comenzó cuando se me ocurrió hacer un viaje a Argentina. En aquel viaje iba acompañado por tres amigos, viajamos en una Gremlin naranja, mis amigos murieron y yo no pude recordar la causa. Por eso creen que soy culpable. Termino mi historia y noto que Fermín no me ha puesto atención, sigue con la mirada perdida en


la aldea lejana, que en ese momento empieza a arder. «Es la guerrilla», me dice Fermín, impasible. Corro a mi recámara a buscar mi handycam. La tomo, la enciendo y abro una ventana. Veo que el ejército lleva encadenadas a cientos de personas. Las esclavizarán. Es mi deber con la Historia grabarlo todo. Veo las siluetas de los prisioneros contra un fondo rojizo y naranja, ardiente. Escucho al líder del ejército, con una voz gruesa, dar la orden: «Kill them all!». Sigo grabando, pero estoy seguro de que en cualquier momento moriré. Me doy cuenta de que la voz del líder del ejército es la de Sergio, mi vieja mascota.

David, Héctor y yo vamos a un encuentro de estudiantes de Historia. Unas muchachas se burlan de nosotros, dicen que nos portamos como ñoños. Les respondo que no somos ñoños, somos viejos, que tenemos toda la vida yendo a encuentros de estudiantes de Historia. Después, descanso en el jardín de mi azotea. Un auto se estrella contra uno de mis plataneros.

SUEÑO 90 (04/03/2009) Soy un príncipe de Disney y, para seguir teniendo fans, la empresa me pide que lance a mi novia desde un lugar alto en un evento televisado a todo el mundo. No lo pienso mucho, quiero que me amen. Lanzo a mi novia ante una multitud de adolescentes enloquecidas. Mi novia es una matrioska y se rompe en muchos pedazos cuando llega al suelo.

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SUEÑO 89 (02/03/2009)


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SUEÑO 91 (05/03/2009) Descubro la guarida de la Mafia de Fotógrafos de Catálogos de Supermercados. Se ocultan en un sótano oscuro donde, en este momento, fotografían un brócoli al que han colgado y torturado previamente. Así que por eso son tan ricos, pienso. Me descubre uno de los fotógrafos. Le digo que con «ricos» no me refiero a ellos, sino a los brócolis.


Kenia y yo estamos en el Tesoro de la Biblioteca Pública. Aquí nos encontramos un cómic mexicano de los años sesenta que nos sorprende por su forma y contenido. Cada página tiene cuatro viñetas rectangulares. En la parte superior de cada viñeta hay una leyenda corta. La historia involucra a un agente de la DEA que llega a un hospital donde encuentra a todos, pacientes y personal médico, petrificados en posiciones obscenas. Un monstruoso león verde le explica al agente que antes de que él llegara todos habían organizado una orgía porque creían que el mundo estaba por terminar. El agente recorre las salas del hospital y considera aprovecharse de la situación y violar a alguna persona petrificada. Está pensando en esto cuando se cruzan en su camino unas siamesas semidesnudas (aunque una es adulta y la otra menor). En la leyenda de la viñeta se lee: «Ella es la mujer niña». El agente se horroriza de su idea y mejor se pone a investigar el caso.

SUEÑO 93 (08/03/2009) Tepic se ha convertido en una colonia de Argentina. Los policías argentinos tienen la consigna de acosar personas morenas y cíclopes. Yo cumplo con ambos requisitos. Cuatro policías me persiguen por el fraccionamiento Ciudad del Valle. Una bala me roza la cara por la calle Tokio. Doy vuelta en avenida Del Valle y encuentro a David comprando el periódico en un puesto de revistas. «No te preocupes», me dice, «los argentinos también tienen colas que les pisen». En eso, cae una granada sobre David haciéndolo explotar. Corro y me escondo en un pesero defeño invisible para la policía argentina. Una

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SUEÑO 92 (06/03/2009)


multitud de gente rubia con camisetas azul celeste rodean el pesero. Ya me cacharon, pienso, pinches argentinos.

SUEÑO 94 (09/03/2009)

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Estoy en un edificio de oficinas. El edificio es en realidad una enorme escalera de caracol con varios descansos. En cada descanso hay una oficina. Subo la escalera y me encuentro a un hombre que insiste en que debo comprar el nuevo video de los Ichitas Saudabs Dubos. Y completa: «Ellos están cambiando mi mundo». Veo la pantalla de una pequeña televisión que cuelga, como joya, de su cuello: un hombre de túnica dorada y tocado fastuoso predica a un montón de niños en un campamento en medio del bosque.

SUEÑO 95 (10/03/2009) Dina vive en una habitación oscura que da a la playa. Me invita a mirar a través de la puerta: «También es mi única ventana y el único lugar por donde el Sol me vigila». Me asomo: un hombre, de espaldas, tapa la vista. Luego se retira y veo una parvada de gaviotas marchando sobre la playa. Al final del contingente, vienen hombres montados sobre bestias enormes semejantes a hipopótamos con cuernos. Pienso que esos animales deben tener voces muy dulces.


SUEÑO 96 (11/03/2009) Vivo contra mi voluntad en una bodega de juguetes. He encontrado la forma de mudarme, pero antes meto en mi mochila un PlayStation 3 y un paquete de videojuegos basados en películas. Un enano me espera junto a una enorme pistola blanca de plástico. «Te voy a disparar y te volverás luz», me dice, «luego te podré teletransportar hasta el cielo». No pongo reparos: lo único que me importa ahora es llegar y ponerme a jugar.

Soy Barack Obama. Antes de ser presidente, me dedico a pastorear una iglesia. Un día doy un sermón tan inspirador que la congregación me convence de entrar a la política. Entonces tengo una visión del futuro: cada detalle de mi campaña para la presidencia, mi eventual triunfo sobre Richard Nixon y, después de varias reelecciones, mi caída ante el hijo de Nixon. Me encuentro de nuevo frente a la congregación, aún no he dado mi gran sermón. Quiero recordarlo, pero no puedo. Entonces ya no soy Obama, y Obama me mira con severidad; me presiona con la mirada, sé que debo darle las palabras para su gran sermón, pero no se me ocurre nada. Quiero decirle algo, pero soy interrumpido por muchas situaciones: pasa el camión de la basura y debo sacarla; llega un niño a pedirme comida; mi hija se enferma y la llevo al médico; me dedico a encubrir el alcoholismo de Nixon. Finalmente, aparece una nave extraterrestre de la que baja una mujer. Me dice que soy culpable de no sé cuántos crímenes y que debo ir a la cárcel. Le explico que no me puede hacer esto, que estoy en medio del sermón más importante de mi vida. Responde que lo entiende y que

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SUEÑO 97 (12/03/2009)


hay una manera rápida de pagar mi deuda. Saca una barra de linaza con fresa y me ordena que la coma, que sabe tan mala que esta será mi condena. Me la como y regreso a dar mi sermón. La garganta me arde, pero comienzo a hablar. Todo parece ir de maravilla, pero se va la luz y el micrófono se apaga. Me desespero y grito: «¡¿Saben qué?! ¡La neta no voten por mí! ¡De todos modos un día el hijo de Nixon me ganará!». En el público ya solo queda un hombre que aplaude y ríe como desquiciado. Es Nixon.

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SUEÑO 98 (14/03/2009) Me encuentro en la mansión Clover Lawn. El océano se ha desbordado y amenaza con hundir todo el mundo. Me trepo al punto más alto de la casa; es en vano: el agua arremete con fuerza contra la casa y la arranca desde sus cimientos. Navego sobre ella como si se tratara de una embarcación. La corriente se detiene de repente y el agua se retira. Todo ha cambiado: hay montañas, bosques y un río, vestigio de la gran inundación. Desciendo de la casa y me dirijo hacia el bosque. Una piedra me advierte que no vaya para allá, que el bosque «está lleno de gigantes hirsutos». En la superficie de la piedra se dibujan las figuras de esos gigantes. «Tienes que cruzar el río», ordena la piedra. Le pregunto que cómo. «No sé».


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SUEĂ‘O 99 (29/04/2009) Todos mis familiares y amigos juegan futbol en un estadio. Yo no lo hago. Le digo a la mamĂĄ de Aki Ross (que es una entidad digital idĂŠntica a ella), que de verdad no me gusta el futbol, pero ella no me cree, le parece imposible. Mi deporte es el hockey sobre cemento. Tengo


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una estrategia infalible para ganar: llevaré el disco de un lado a otro de la cancha mientras mi equipo forma una valla para protegerme. El problema es que no sé dónde está la portería. Alguien me dice que al fondo a la derecha. Inicia el partido. Avanzo sin dificultades por la cancha, que es un salón de clases angostísimo. No logro ver la portería, pero sí una mansión laberíntica, blanca, con jardines y puentes. Qué bueno que se ha puesto difícil este deporte, pienso. Soy un niño y, como es natural, tengo que pasar algunas pruebas antes de poder ganar. Consigo unas monedas. Una mujer de mármol me las pide en un balcón. Se las voy entregando una por una y, cada vez, se escucha el ruido de una máquina expendedora del tren ligero. La última prueba es una competencia de natación. Me desvisto y descubro en el espejo que ya no soy un niño, sino un hombre de 27 años. He de competir contra un niño rubio de unos siete años. El público me abuchea, me llaman tramposo. Contesto que no lo soy, que en realidad no sé nadar y que así se equilibra todo. La competencia se realiza en «El espejo» de la Plaza de Armas de Tepic. Gano por casi nada. Me abuchean de nuevo. Recibo una moneda y me dicen que para ganar debo enterrarla en un pueblo de Jalisco que no ubico. Subo a una combi y llegamos de inmediato. El pueblo está junto al mar, la vista es hermosa. Sin embargo, el mar me parece inquietante: es una masa gelatinosa de color azul. En su interior hay burbujas de aire del tamaño de balones de basquetbol. El conductor de la combi anuncia que no podrá cruzar al otro lado de las vías del tren porque allá hay monstruos. Los pasajeros decidimos construir un tren con madera tirada en las calles. Avanzamos en la construcción, en eso llega Guillermo del Toro y nos dice que el puente será locación para su nueva película, que filmará precisamente ese día. Me fascina la idea de trabajar con Del Toro, por lo que me retiro joven del hockey. Debo hacer algo notable para volverme su asistente y aprender de él. Tengo una idea: compraré cuerdas, metros y metros de cuerda, y las tendré listas para cuando Del Toro las necesite. Tengo un inconveniente:


SUEÑO 100 (02/05/2009) • «Eres un traidor», me dicen. «Iluminas las estrellas de los otros, pero no las nuestras». Un ejército de seres luminosos anda sobre un camino hecho con luz de luna. • Una colina verde llena de lápidas. • Una colina de agua. En la cima está New York.

SUEÑO 101 (03/05/2009) Caleb tiene un barco en la laguna Bagre Sandoval Íñiguez. El barco es una plataforma metálica roja con una casita encima. Ada, Apolonia y yo esperamos a que Caleb llegue. Mientras, paseamos por una colonia

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ahora mismo estoy sosteniendo una tabla y no puedo abandonar mi responsabilidad. Le pido a Josh Brolin, quien actuará en la película, que vaya a la ferretería por cuerdas. Le doy unas monedas. Él se va y Del Toro me envía a buscar a un tatuador que hará el diseño conceptual de la película, pero ha de usar nuestros cuerpos, los de todo el crew, para tatuar los diseños. La mayoría se molesta, a mí me parece estupendo. Hallo al tatuador, que es chino y chamán. Él acepta el trabajo. Cuando regreso a la locación encuentro tornillos rojos regados en el suelo. Un poblador me dice que la construcción se está cayendo. Quiero avisarle a Del Toro, pero él y el crew han abandonado todo. Solo encuentro a un montón de muchachos bailando reggaetón. Llevan encima camisetas blancas y amarillas.


nueva, de grandes baldíos, avenidas sin camellones ni banquetas. Nos parece increíble que un mamut vuele sobre el tráfico de la colonia; dos aves monstruosas, de picos larguísimos, lo atacan a picotazos. Grabo todo con mi handycam para que Caleb nos crea.

SUEÑO 102 (07/05/2009)

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Veo a una mujer en blanco y negro encerrada en el aparador de una tienda. Murió en los años sesenta y fue joven en los treinta. Un niño precoz vestido de traje, un pequeño adulto, se masturba frente al aparador cada que pasa por ahí rumbo al trabajo. Un día, el niño le manda un beso a la mujer. Ella enfurece, rompe el cristal del aparador y apuñala al niño con una aguja para tejer.

SUEÑO 103 (14/05/2009) Una banda de blues está a punto de comenzar un concierto en una iglesia protestante, pero se han perdido las baquetas del baterista. Me apresuro a conseguirle unas. Exploro unas habitaciones de madera a medio construir. Encuentro unos pinceles que pueden servir de baquetas. Voy de regreso y me topo con un hombre albino con cara de idiota que se ha colgado con un cable que termina en un foco que se enciende y se apaga sobre su pecho. Regreso a la iglesia, el concierto ya ha comenzado. Tiro los pinceles. En un pozo de agua, que funciona como pantalla gigante, la banda proyecta un cómic que sirve, según nos explican, para acompañar la música. Están tocando «Hit the Road Jack!». Termina el concierto y el vocalista de la banda dice


que aceptarán críticas. Todos comienzan a quejarse. Louis Armstrong llora acostado en una banca. Un hombre que me parece conocido dice: «Su música es muda. Además, nunca la había oído». El vocalista se disculpa con el pretexto de que nunca habían salido de Baton Rouge. Las personas enfurecen. Pasa el tiempo. Veo que en un árbol han sido colgados todos los miembros de la banda, son todos negros, algo que no había notado antes. Estoy seguro de que una maldición ha caído sobre nosotros: «Ahora los espectros del blues nos perseguirán». Imagino a un baterista tocando con virtuosismo.

Se termina la boda y los novios nos invitan a una orgía. El salón de eventos es dividido en cuatro secciones separadas por cortinas negras transparentes. En la primera sección hay jóvenes, todos hombres, practicando sexo oral. En la segunda sección hay niños y niñas en jeans con el torso desnudo; ellos duermen amontonados unos sobre otros. En la tercera sección hay un jacuzzi infinito donde mirreyes y lobukis se arrancan pedazos de piel. La última sección es una cocina con una mesa al centro donde las mujeres galleta juegan al jenga místico. La que pierde se mete al horno para terminar de cocinarse.

SUEÑO 105 (11/05/2009) Caleb y yo viajamos al Distrito Federal en taxi. Él es un niño de unos seis años. Me bajo del vehículo para preguntar una dirección, Caleb va detrás de mí y el taxista huye con nuestras cosas. Nos quedamos en

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SUEÑO 104 (08/05/2009)


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la pobreza, entonces nos ponemos a vender aguas frescas a los turistas que andan por aquí. Es tal nuestro éxito, que nos apoderamos de toda la calle para vender nuestras aguas. Pero esa calle es propiedad de las Diosas Brujas de los Transportistas, dos ancianas que siempre se hacen acompañar de un duende/conejo. Nos atacan lanzándonos trenzas de barro, pues ellas mismas son de barro; nosotros respondemos con rocas y las quebramos. Atrapamos al duende/conejo, Caleb lo destripa. Lo regaño porque el plan solo era hacerlo prisionero. De alguna manera, la violencia excesiva contra el duende/conejo provocó la reconstitución de las Diosas Brujas, que ahora son una sola mujer gigante y cíclope que viste telas traslúcidas rojas. No se me ocurre cómo destruirla.

SUEÑO 106 (01/06/2009) Estoy con mi familia en una isla del mar Ártico Rojo. Ada está hecha de lava. Me dice que ya es hora de anunciar en Facebook dónde estoy.

SUEÑO 107 (02/06/2009) Quiero cazar un águila que sobrevuela el hotel donde me hospedo. Tengo una resortera en la mano. Un hombre de ojos rasgados me pide que no lo haga, que el águila es su esposa.


Sasha Grey y yo buscamos dos vestidos blancos que nos sirvan para ir a un desayuno. Queremos andar frescos e informales. En un centro comercial, pedimos orientación a una vendedora con los ojos a la altura de los cachetes. El centro comercial es idéntico al Museo del Prado, pero completamente vacío. Solo hay guardias por aquí y por allá. Salimos a un malecón lleno de gente. Sobre una pequeña tarima improvisada un sujeto se declara Amo del Mundo. Decidimos alejarnos de aquí. Somos una multitud, avanzamos por las mismas calles, paramos el tráfico y saltamos sobre los autos, también los asesinamos con espadas largas y brillantes. Nos detenemos en una avenida, tenemos dudas de cruzarla. Comienza a llover. Veo a un niño tirado en la calle, acalambrado, todo empapado y gris. «Jeto» lo ayuda a levantarse, de hecho, se lo lleva en hombros. Llegamos a un puente controlado por los PAAA (Pandilleros Asesinos Aborígenes Australianos). Peleamos contra ellos, logramos matar a algunos. Los demás se retiran. Llegamos a casa, que es un pequeño pueblo/ tianguis. Veo a Zachary Quinto y sé que se convertirá en un villano en el futuro. Todo parece ir de maravilla hasta que nos visitan los enviados del Amo del Mundo, entre ellos vienen Kenneth Branagh en silla de ruedas y «The Rock». Lanzo mi espada contra ellos usando el poder de la telequinesis. Empezamos una batalla.

SUEÑO 109 (04/06/2009) Soy el presentador del programa Cities of the Underworld. En medio de la metrópolis, en una unidad deportiva, están las ruinas de una antigua civilización. Descubro que las ruinas son un complejo sistema

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SUEÑO 108 (03/06/2009)


aumentador del volumen de la voz. Uno habla por un orificio en la pared, la voz viaja por el intrincado sistema de túneles y surge tan vigorosa que parece venir de todos lados. Pienso que seguramente esa civilización cayó el día que Dios usó el sistema para hablarle a sus habitantes directo al corazón.

SUEÑO 110 (07/06/2009)

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Un ave extraña se para en mi ventana. Se sacude con tal fuerza que se despoja de sus plumas. Me dice: «Escribo para ampliar el dominio de mis sueños». Veo su carne de gallina tan expuesta que siento ganas de vomitar. El ave se deja caer al vacío, se suicida. Ha dejado sus plumas y ahora tendré que limpiar su cochinero.

SUEÑO 111 (12/06/2009) Viajo en autobús. Despierto y los demás pasajeros siguen dormidos. Me asomo por la ventana y veo a un oso azul descomunal corriendo sobre el mar sin hundirse. Despierto a todos para que lo vean también, pero cuando se asoman ya no hay nada, solamente el mar y el amanecer. Me disculpo: «Seguro estaba soñando, perdón». Los pasajeros vuelven a dormir. Entonces veo que las olas del mar crecen y toman formas imposibles que amenazan con ahogarnos.


Camino por la calle Atenas. Al entrar a una tienda de juguetes me vuelvo paralítico. De inmediato, muy amable, uno de los vendedores me trae una silla de ruedas. Me parece estupendo. Pregunto por el PlayStation 3 de 80 gigabytes. Tres muchachos idénticos se ponen a buscar el aparato. Mientras tanto, uso la silla de ruedas para pasear por la tienda con comodidad. Estoy muy complacido de la variedad de productos y del tamaño de la tienda. Hay montañas de juguetes hasta donde alcanza mi vista. También tienen una sección de galletas y todo tipo de cereales. Claro, pienso, las galletas y los cereales también son juguetes. En eso descubro a un vendedor recostado sensualmente, envuelto en espagueti a la boloñesa, sobre una de las charolas superiores de un anaquel. Es Jonah Hill. Me pregunta si no quiero su traje de broma. Le digo que se ve bastante sexy y divertido y que me gustaría ponérmelo, pero que espero el precio de un PlayStation 3. Las luces se apagan y se encienden. Un monstruo de electricidad azul anda desatado y provocando el caos en los pasillos. Es alto, tiene por torso una serpiente, sus brazos son musculosos. Cinco vendedores de la tienda llegan en una grúa llena de muñecas. Sacan sus espadas y saltan contra el monstruo, quien huye por los pasillos. Uno de los vendedores cae muerto a mi lado. Mi silla de ruedas cambia de forma, toma la espada del vendedor y se dispone a defenderme del monstruo, que ya se asoma al final del pasillo.

SUEÑO 113 (14/06/2009) Dejo un espejo ovalado en el lavamanos antes de dormir. Cuando despierto, el espejo tiene marcas de mordidas.

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SUEÑO 112 (13/06/2009)


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SUEÑO 114 (15/06/2009) Llevo a Keanu Reeves rumbo a la central de autobuses de Tepic, pues va a regresar a la Matrix. Se me ocurre que aún tenemos tiempo para visitar el centro. A lo largo de avenida México han construido un canal por donde navegan curiosas lanchas de colores. Contratamos un paseo en lancha. Nos bajamos al llegar a la altura de avenida Insurgentes. Nos cobran seiscientos pesos, un verdadero robo. Me apeno mucho con Keanu. Esperamos el autobús en el comedor de la central. Nos atiende una mesera que únicamente habla inglés y resulta ser Sandra Bullock. Se disculpa porque debe abrirle la cabeza a Keanu para quedarse con sus conocimientos sobre el Mundo Real. Se acercan tres hombres. Uno de ellos me pregunta por qué chingados he entregado Nada a la convocatoria de publicación del CECA. Le digo que la literatura fantástica tiene valor y una tradición riquísima. Me dice que son puras pendejadas para niños grandes. Pienso que debe ser uno de los jurados del CECA y que nuestros sueños se han cruzado para debatir sobre la viabilidad de mi libro. El hombre le dice a sus acompañantes: «Este muchacho supone que no queremos publicar su libro porque es de monstruos, pero en realidad es porque está culero». «Típico», responde otro de los hombres. Los tres se carcajean. Sandra Bullock ha trepanado a Keanu, quien balbucea que no publique ese libro, que no lo haga por lo que más quiera.


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SUEÑO 115 (26/06/2009) En una habitación de una casa de INFONAVIT tienen secuestrados a Danny Dimitri, al «Jeto» y al «Mosca». Llego a esa casa y destruyo los testículos del secuestrador a martillazos. Viajo al pasado. Unos hombres me llevan al mismo lugar justo cuando empieza el secuestro. El jefe de la banda de secuestradores tira al piso, sin querer, un frasco con papelitos que tienen escritas frases típicas de secuestradores. Le ayudo a juntar los papelitos, pues el frasco se ha quebrado al caer. Me gano la confianza del jefe, me hace su mano derecha. Estoy tranquilo porque sé que mis amigos se salvarán, pero me pregunto qué clase de paradoja se producirá ahora que soy la mano derecha del jefe. Tal vez esto cambie el futuro y mis amigos nunca escapen. Le digo al jefe que necesito ir al baño. No accede al principio, pero logro convencerlo después de mucho discutir. El jefe, que lleva una escopeta consigo, dice que puedo orinar en la calle, pero ay de mí si intento escapar. Me he robado uno de los papelitos con frases típicas de secuestradores. En la calle, mientras orino, le hago señas a algunos vecinos, les trato de explicar mi situación, pero no entienden nada, solo sonríen y no dejan de mirar mi pene. Es gente muy pobre que vive en aljibes. Cruzo una calle, entro a una casa simple, de paredes blancas. Adentro, está Javier detrás de un escritorio. Le hago una seña obscena y le digo que es un pinche fraude. Javier también es parte de la organización de secuestradores, pero no ha logrado ascender por huevón. Como toda su vida, pienso. Entro al baño y el jefe de los secuestradores me dice: «Tienes mil segundos». No entiendo a qué se refiere, pues ya oriné. El baño parece no tener fin. Son puertas y puertas de aluminio con tazas. La zona de regaderas no tiene privacidad. Aquí me encuentro a Dina bañándose y masturbándose con un lápiz. Cuando me ve, me entrega el lápiz para que escriba un mensaje pidiendo ayuda, pero no hay dónde escribir. Recuerdo que traigo conmigo uno de los papelitos del


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jefe. Dina me susurra que hay cámaras, que se darán cuenta cuando escriba. Le digo que no importa, que en un minuto mi yo del futuro entrará a la casa y destruirá los testículos del captor a martillazos. Viajo al futuro. Estoy encadenado sobre una taza en una cabina de baño con la puerta abierta. Javier quiere violar a Dina en la cabina de enfrente. Ella resiste, pero Javier la golpea. «¡Eres un enano de mierda!», le grito. Javier se altera y me dice que únicamente su mamá puede llamarlo enano de mierda. Se dispone a golpearme. Entonces Dina ataca con el lápiz a Javier. Pasa el tiempo. Veo a Dina en un baño vacío de azulejos asquerosos. Ella me pregunta si estoy bien, pero ya no puedo hablar, pues me han arrancado la lengua. Escribo «¿Cómo estás?» con mi dedo sobre el interior de mi antebrazo. Me responde que bien, que Javier ha desaparecido. Nos quedamos solos esperando algo en la oscuridad del baño.

SUEÑO 116 (28/06/2009) Jean Meyer me dice que es maravilloso terminar un libro porque así se tienen más oportunidades de ser citado en artículos académicos. Remata: «Pero escribir sueños es como tragar humo». Le digo que está pendejo, aunque en el fondo sé que tiene razón.

SUEÑO 117 (29/06/2009) Veo en medio del océano un coliseo romano. El coliseo es tan grande que dentro hay una isla.


SUEÑO 118 (02/07/2009)

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Visito un pueblo costero mexicano. En una casa abandonada, entre basura, encuentro una fotografía antigua de un ballet de niñas. Al reverso de la foto alguien ha escrito con mano temblorosa: «Las niñas del ballet. El pueblo niega su desaparición». Debo abandonar el lugar, soy parte de un grupo que planea hacer lo mismo. Soy el primero en la fila cuando abren la taquilla, pero todos los demás van metiéndose delante de mí. Un tipo usa una macana electrificada para dañarme. Quedo al final de la fila, aunque sí alcanzo boleto en otro autobús con el mismo horario. Como viajo solo, decido desnudarme. Recuerdo que mi mochila va en el otro autobús. Le pido al chofer que se detenga. Salgo y recupero mi mochila, pero todos los pasajeros del otro autobús me abuchean. Descubro que tengo una erección porque me excita que me vean desnudo los desconocidos.

SUEÑO 119 (06/07/2009) Veo una ciudad desconocida desde la ventana de una habitación de hotel. La ciudad parece interminable, aunque me esfuerzo por encontrarle alguna orilla. Desisto después de un rato: la ciudad, verdaderamente, no tiene término. Bajo la mirada y me doy cuenta de que, justo frente al hotel donde me encuentro, hay unas torres de departamentos de color azul pastel y rosa. En un enorme letrero colocado en la azotea de una de esas torres se puede leer: «Unidad Habitacional Playskool». Me doy cuenta de que todos los edificios de la ciudad están hechos de plástico. Preocupado, corro hacia el espejo del baño. Lo que temía: soy un playmóbil. Decido bajar al lobby, pero me pierdo y termino en el estacionamiento. Hay un hombre calvo con


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sombrero vestido con frac de piel negra. Sé que es peligroso. Ambos tomamos el elevador, que es tan amplio como una habitación. El hombre me pregunta a dónde voy. Le respondo que al piso seis. Sonríe y me dice que qué curioso, que él también va a ese piso. Presiona el botón seis y el elevador se zangolotea. Cuando se abre la puerta, me veo tirado en el suelo. «Aquí bajamos», dice. Le digo, mintiendo, que en realidad voy al piso diez. El hombre aprieta el botón diez y me dice: «Qué casualidad, yo también». El elevador se sacude de nuevo y caigo otra vez al suelo. Yo sigo en el elevador, pero mi mirada sale de ahí. Recorro parte del hotel, encuentro un lugar desde el cual se ven todas las habitaciones. Voy a la recepción, en la que nadie atiende. Parece que todas las llaves de las habitaciones están disponibles, colgadas en un extenso mueble detrás de la recepción. Mi mirada se concentra en la llave 1254. Entiendo que es la llave del elevador/habitación donde estaré atrapado para siempre.

SUEÑO 120 (08/07/2009) Clementina vive en dos casas siamesas en un pequeño poblado junto al mar. La visito y decido robarme sus adornos, que empiezo a lanzar a mi mochila. Clementina dice que no me apure, que tengo tiempo, pues ya está lloviendo. Le contesto que eso no importa. Recorro la casa para cerrar las ventanas, pero descubro que no tiene más que agujeros abiertos en las paredes. Veo chispas en el techo cubierto por una maraña de cables eléctricos. «Todos se roban tu luz», le digo a Clementina. Sigo con atención un cable, el que me parece más sospechoso; este me lleva a una familia que ve la tele emocionadísima, al aire libre, en plena tormenta. Espero que mueran electrocutados.


SUEÑO 121 (18/07/2009)

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Soy un titiritero que controla un tráiler de tamaño natural usando hilos invisibles, pero poderosos. Me aburro de ser titiritero y lanzo el tráiler al río Mololoa, pero el vehículo está lleno de migrantes. Me vuelvo alcohólico y vagabundo para pasar desapercibido de la justicia. Mendigo en las calles y, a veces, me topo con personas conocidas que no me identifican. Un día decido entregarme a la policía. Comparto celda con un hombre desnudo con obesidad mórbida. Le pregunto su nombre y me responde que es mi asistente. Entonces pienso que, si él es mi asistente, entonces debo tener el doble de su peso. Descubro que el obeso puede escuchar mis pensamientos.

SUEÑO 122 (24/07/2009) Ando en la calle Tokio. Sé que subir a un vocho negro es la diferencia entre salvar la vida o morir. A lo lejos, veo el cerro de San Juan, es rojo, rocoso y escarpado. Ahora me disfrazo de Bestia en un castillo. Mato a quien se me pone enfrente y termino con unos rasguños apenas. Aparece Stanley Kubrick y me dice que he actuado muy mal y que mi traje de Disney no es creíble. «Al menos nadie me reconocerá», contesto. «Tampoco Bella», me responde. Después camino por la calle Manila con Érika. En la curva donde están mi primaria y secundaria encuentro a Ney González, que lleva un pastel hecho por Ada, que ahora trabaja como repostera oficial del Estado. Es Día del Niño. Me quiero sentar sobre una mesa, pero está ocupada por muchísimas videocaseteras. Apilo algunas para hacer espacio. Estoy encerrado con gente desconocida y Érika en una habitación, la pasamos bien contando chistes vulgares y cogiendo. Recuerdo que debajo de mi


SUEÑO 123 (25/07/2009) Llego a la casa de Ada y Teo. Encuentro mi bicicleta en la calle. Abro la cochera y entro con la bici. Un grupo de unas veinte personas (hombres, mujeres, niños y ancianos) también se mete. Me dicen que

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disfraz de Bestia llevo mi handycam. Me pongo a grabar todo, pero pronto me aburro de mis compañeros de encierro. Descubro un pasadizo a otra habitación. Ahí los narcos tienen esclava a Scarlett Johansson. La obligan a ser ella misma mientras una máquina roba su esencia, que luego los narcos empaquetan en pequeñas dosis de polvo negro. Me dan una dosis. Escapo de la casa. Afuera hay una gasolinera, nada más; el mundo ha desaparecido. Me trago la dosis de polvo de Scarlett. El paquete trae una fotografía de su rostro. De repente, empiezo a ver imágenes a toda velocidad. Es todo lo que he soñado hasta ahora, pero también veo sueños que no recuerdo. Luego estoy otra vez en la casa, con mi cámara en mano. La mafia llega con Scarlett vestida de Poison Ivy. Detrás de la mafia vienen cinco Jokers. Desnudan a Scarlett, la encadenan y la hacen caminar por la habitación. Grabo todo pensando en vender el video a los medios y hacerme millonario. Estoy muy excitado. La habitación es un cubo perfecto. Scarlett camina incluso por el techo y las paredes. Cuando se acerca a mí, noto que ya no es una mujer desnuda, sino un lobo enorme y lampiño. El lobo salta sobre mí. Mientras me destroza, logro grabar su hocico babeante y sangriento. Después estoy en el cerro de San Juan, en la Mesa del Durazno, primero, luego en la Batea. Aquí veo hombres y mujeres, en parejas, vestidos con ropa de piedra. Se besan. Luego, pareja por pareja, tomados de la mano, se lanzan al vacío. No sé si pueden morir, pues son de piedra y se aman. A lo lejos, veo el océano Pacífico.


son la Pandilla Familiar. Recuerdo haber visto un documental sobre ellos, donde aprendí varios detalles importantes. Les digo la palabra clave. «Este es de los nuestros», exclama uno, «nos tienes que invitar a comer». Les pido que mejor me asalten.

SUEÑO 124 (25/07/2009)

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San José, Costa Rica, está inundada por tanta lluvia. El Gobierno decide entonces que las casas se convertirán en barcos, los edificios en cruceros y los campos en portaviones. La ciudad se mueve ahora hacia climas más benignos.

SUEÑO 125 (28/07/2009) Hay un misterio en cada una de las cocheras. Cuando llego a la última, encuentro una doncella de hierro. Sostengo una llave en la palma de mi mano derecha. Sirve para abrir el guante metálico que cubre mi mano izquierda. Una multitud enloquecida aparece y destruye la doncella de hierro para abrirla. Adentro hay gallos muertos, vegetales y carne podrida: es un hechizo para atar a alguien poderoso. Siento asco, me alejo. Camino por las calles y descubro que un hombre me observa desde un auto. No tiene dedos en la mano izquierda. Entonces entiendo que mi guante es una trampa y que si inserto la llave perderé los dedos. Pero sospecho que hay algo en mi mano, algo poderoso y secreto; quizá vale el sacrificio de mis dedos.


SUEÑO 126 (30/07/2009) Mi hermano quiere dedicarse a manejar autos Fórmula 1, le explico que son muy veloces y peligrosos, que mejor maneje lanchas de carreras. Una mujer albina sale del mar y nos dice que hay más peligros en el agua que en la carretera.

Escalo las paredes de un edificio habitacional. Entro a un departamento a través de una ventana abierta. Una mujer me recibe a balazos, pero logro volver lento, lentísimo, el tiempo. Esquivo las balas, mas olvido por qué estoy aquí. Llega la Policía Especial, con ellos no puedo afectar el tiempo. Me disparan: se interpone una niña, me salva la vida. La niña era un pequeño travesti que me dice sin cesar que me ama. Siento mucha pena.

SUEÑO 128 (30/07/2009) Micaela no sabe leer, pero eso no le impide tener la más fabulosa biblioteca. Elijo el libro más grueso que encuentro; su portada huele a bosque. Guardo el libro en una bolsa de tela roja con detalles dorados, una bolsa de bolita gigante. Echo la carga a una carreta, azuzo a mis caballos para andar, pero estos se desbocan. No están acostumbrados a correr en plazas. La carreta termina destrozada y los caballos corren hacia el bosque, está nevando. Descubro que la calle principal está protegida por una telaraña que me atrapa. En

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SUEÑO 127 (30/07/2009)


cualquier momento llegará la araña. Creo fuego mágico para quemar la telaraña. Mara me dice que no sea inconsciente, que voy a terminar asando a la araña. Decido crear hielo para congelar la telaraña y después quebrarla. Mara me dice que eso está prohibido, que debo hallar otra forma, de preferencia no mágica, para salir de mi apuro. Me muestra su credencial de científica con una foto idéntica a la becaria de Bunsen. Mara y la araña se enojan conmigo por ser tan obtuso y no pensar soluciones. Mara y la araña se carcajean, parece que todo es una broma y me dejan pasar.

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SUEÑO 129 (30/07/2009) Unos niños rompen el hielo transparente en busca de un animal que veo huir. Rompo el hielo bajo mis pies y lo atrapo. Es un pez globo/ perro que tiene cola en lugar de pene. «No seas pendejo», me corrige una niña, «es hembra. Los machos tienen una cola de escorpión».

SUEÑO 130 (05/08/2009) Me encuentro frente a una pantalla/espejo. Veo mi cara rejuvenecer. Detrás de mi reflejo pasan imágenes de mi vida en reversa. Es una máquina de memoria, pienso. Cuando mi reflejo tiene diez años de edad, la máquina se detiene y me muestra el inicio de The Wonder Years. Soy Kevin Arnold y beso a Winnie Cooper bajo un árbol. Luego la máquina se apaga. Descubro a un costado de la pantalla/espejo una ranura y un letrero que dice «INSERTE UNA MONEDA SI QUIERE SEGUIR». Pero no traigo nada en mis bolsillos porque soy un niño de diez años.


Ada, Clementina y yo caminamos por el bosque. Unos osos blancos nos acechan. Rápido, nos metemos en un cubo de plástico transparente del tamaño de una habitación pequeña. Sé que viviremos aquí para siempre, atrapados como espectáculo de zoológico para la sociedad de los osos blancos, que nos vigilarán de día y de noche, incluso cuando durmamos. Luego camino por el mismo bosque con Paz Vega. Buscamos dónde pasar la noche. Pasamos frente a muchas cabañas, pero todas están ocupadas. Bajamos por una colina empinada. Un hombre del bosque nos dice: «Si bajan los dos en una sola bicicleta, les rento mi cabaña». Aceptamos el reto y lo logramos. Pero la cabaña del hombre no está en el bosque, sino en un pueblo horrible, y no es cabaña, sino un tejabán que además sirve como puesto de quesadillas. Colgado en un poste veo a un oso blanco con una deformidad en el rostro (no tiene trompa), pero Paz y yo estamos de acuerdo en que es un animal bondadoso a pesar de su apariencia. Lo ayudamos a bajar del poste, él nos permite montarlo. Para nuestra sorpresa, el oso empieza a volar. Desde el cielo, vemos el lado oculto del bosque: pinos altísimos de hojas negras. Al vuelo, arranco algunas hojas y las meto en el bolsillo de mi pantalón. Ahora, la mirada del oso, antes amable, se vuelve demoníaca.

SUEÑO 132 (06/08/2009) Soy un adolescente que viaja en autobús rumbo a Los Ángeles. Estudiaré en una prepa de UDG en esa ciudad. Tengo folletos de la universidad en la mano. Justo antes de llegar a Los Ángeles, el autobús se detiene sin explicación alguna. El chofer me dice que

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SUEÑO 131 (06/08/2009)


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hemos llegado, pero no veo más que un descampado y una bodega; él baja a todos los pasajeros, no sin antes cobrarnos una moneda a cada uno. Entramos a la bodega y descubrimos que en realidad es un teatro al que le han quitado todas las butacas. Llega una banda de proxenetas, nos arrinconan contra una de las paredes de la bodega. Aparece un neonazi anciano que habla un idioma que no conozco. El neonazi nos lanza confeti blanco y plateado en la cara; el confeti es absorbido por nuestras pieles. Ahora podemos entender al neonazi, aunque este no hable. El escenario del teatro se ilumina, es la entrada de un pueblo del que vienen caminando muchas personas cargando maletas. Parecen muy contentos, hasta eufóricos. Uno de ellos me dice que somos muy afortunados de haber sido elegidos. Se apagan las luces del escenario y se ilumina una habitación a un costado del teatro. Es nuestro dormitorio. Un anciano/conejo blanco va al baño a través de un agujero en la pared. Sobre los azulejos del baño, sucios y color crema, veo símbolos incomprensibles, aunque entiendo que cuentan la historia del neonazi y los proxenetas que nos tienen cautivos. Una niña rubia me dice: «Esa mafia llegó de Rumania hace mil años». Veo acostada sobre un colchón a una muchacha pálida muy bonita. Está a punto de morir de inanición, pero toma mi pene con fuerza, lo arranca y se lo lleva a la boca para alimentarse. Lo mastica poco a poco y lo pasa por su garganta, mientras acaricio su pijama empapada en sudor. De repente, ella se vuelve toda orines y el colchón queda manchado. Salgo del dormitorio. Afuera se lleva a cabo una ceremonia: ocupando tronos de madera hay veinte mujeres vestidas como cardenales. Sentadas sobre sus piernas hay novias con vestidos blancos del siglo XIX. Una de las novias me dice: «Vete a dormir, ¿no ves que nos estamos casando?».


SUEÑO 133 (12/08/2009) Estoy en un pueblo filmando un documental, pero los miembros del crew son desobligados y, además, no reconocen mi autoridad como director. Decido cancelar la filmación cuando aparece un toro/catedral que persigue a todos. Más tarde aprendo que el pueblo subsiste de la producción de carne de pescado para Maruchan. Cuelgan los pescados boca abajo en tendederos de ropa. Luego los exprimen y de sus bocas salen pequeñas porciones listas para envasarse con la sopa.

Caleb conduce un tráiler con diez contenedores. Estoy molesto porque él no sabe manejar. Me pregunto cómo puede ser tan osado, luego recuerdo que la ocasión lo amerita: llevamos un cargamento de personas que debemos sacar del país a como dé lugar. Caleb maneja como puede y yo lo voy guiando, mapa en mano. Estamos a poco de llegar a la frontera, pero una caravana militar se cruza en nuestro camino. Caleb maniobra mal y los contenedores quedan volando sobre un barranco. La fuerza del tráiler los sostiene por el momento. Debo abrir las puertas para que la gente escape. Tengo dos llaves muy pequeñas, apenas visibles. Logro abrir los contenedores, pero todo ha sido un engaño: no llevamos personas, sino soldados robóticos explosivos. Y todo explota. Sobrevivo, pero me han reconstruido. Ahora soy un cíborg. Lo único que queda de mí es la cabeza. Me regalan un camastro inflable volador, con él puedo viajar adónde quiera. En realidad, resulta muy conveniente y cómodo. Viajo al pueblo donde nací. Los viejos amigos no quieren hablar conmigo, pero me llevan a la radio local para que me entrevisten. Cuando llego

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SUEÑO 134 (14/08/2009)


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a la cabina creo recordar que la entrevistadora fue mi novia, pero no estoy seguro. Ella me pregunta qué se siente ser poco hombre. Salgo de mí y me veo hablando con la voz robótica de Stephen Hawking. La entrevistadora está asqueada. Nadie me pone atención y regreso a mí mismo. La mujer, desdeñosa, dice: «Así que ahora eres un creyente de la materia». Le respondo que por supuesto. Todos me abuchean, incluso los radioescuchas desde sus casas y automóviles. Les digo que les comprobaré que la materia existe, que me traigan un microscopio y un queso para demostrarlo. Me contestan que los microscopios no existen y que el queso se ha acabado, que ya no los producen los niños/elefantes. Veo, como inserto, a un bebé con trompa de elefante sentado sobre el hielo, comiendo nieve. Conforme más come, le crece más el cabello, que es queso blanco. Regreso al pueblo. Han pasado los años y no he podido demostrar la existencia de la materia. Soy viejo y paria. Vivo en las afueras del pueblo con una banda de gánsteres negros. Traficamos un spray que cuando se rocía sobre los genitales produce orgasmos instantáneos. Pienso con nostalgia en mi vida anterior.

SUEÑO 135 (17/08/2009) Un xoloitzcuintle sin cabeza, mansito y flaco, me sigue a todas partes. Alguien me dice que no le cortaron la cabeza, que así nació, que en realidad sí tiene una, pero está en lugar del pene y los testículos.


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SUEÑO 136 (21/08/2009) Dos congregaciones religiosas están en guerra. Sus templos son fortalezas. He robado un mapa de la fortaleza enemiga. Cuando desplegamos el mapa frente a nosotros, al instante nos encontramos en la fortaleza contraria. El líder de nuestra congregación dice: «Este no es el templo enemigo, sino su mapa; este es el templo enemigo y su mapa».


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SUEÑO 137 (23/08/2009) Estoy amarrado con otros nueve hombres a un cable que se extiende hasta el otro lado del muro de la ciudad/prisión. Salimos y descubrimos que el cable termina en un hombre que camina en el descampado con las manos atrás mientras silba, muy quitado de la pena. Cortamos el cable tallándolo en un filo que sobresale del muro. El hombre al que estábamos conectados muere al instante. Exploramos las afueras y vemos que todos los habitantes aquí llevan consigo cables que los unen a otras personas dentro de la ciudad/ prisión. Me pregunto si los de afuera son tan prisioneros como los de adentro. Mientras andamos, una mujer se acerca y nos indica el camino para llegar al Zoológico de la Vida Alienígena. Pasamos junto a jaulas de animales ciertamente extraños: unos roedores semejantes a cerdos bien barnizados; unos caninos blancos con mucho pelo en la cabeza; una víbora azul larguísima con cara de pez. La mujer de antes nos alcanza y nos dice: «En este país tenemos todas las libertades, con la única condición de que adoremos a la virgen de Guadalupe». La mujer se rezaga. Bajamos por una colina de tierra blanca. Uno de mis compañeros lleva una burbuja de plástico en las manos; dentro de esta hay un animal redondo y peludo. Nos hemos robado un animal del zoológico. Pienso que eso nos traerá problemas y provocará una catástrofe ecológica.

SUEÑO 138 (31/08/2009) Ando en Acaponeta, que es un pueblito de calles coloradas e inundadas por las incesantes lluvias. Llevo a Varinia en brazos para que no se ensucie. Las casas son color verde mayate. La gente nos mira con


recelo desde sus ventanas y puertas. Encuentro una salida que nos lleva a San Blas. Sobre el cerro de la Contaduría han construido un templo cubierto por una red de pescar. No sé cómo el templo se puede mantener en pie. Pienso que todo en esta ciudad es fabuloso, pero Ada aparece y me hace notar que la gente ya no quiere vivir aquí y por eso saltan al mar embravecido. Veo a los miembros de una familia nadando a duras penas con sus maletas amarradas a los tobillos. Les tomo una foto que, considero, puede acompañar una entrada en mi blog acerca de la estupidez como algo para compartir en familia.

Aprendo a usar la espada podando árboles, dejándolos con figuras simpáticas. Necesitamos una espada para Caleb, ya que tenemos un duelo con un brujo que habita el castillo/templo donde vivimos. Caleb es ciego. Decidimos invocar al fantasma de un herrero para que forje su espada, pero me dan ganas de orinar. Regreso a mi habitación, el baño de hombres está cerrado. Voy a la chimenea, el fuego sale y me ataca cuando empiezo a orinar. Entro al baño de mujeres, es transparente. Un niño que va pasando me ve orinar. Corre gritando que he quebrantado la ley, que no soy mujer, que no puedo usar el baño transparente. No me alarmo, de alguna manera sé que eso tenía que pasar, pues he de convertirme en un exiliado allá afuera, donde dicen que solo hay tormentas de nieve y monstruos. Sin embargo, primero debo ayudar a Caleb. No hay mucho tiempo. Dejo mi propia espada en la cama de Caleb, invoco al fantasma de herrero en la chimenea. Surge un herrero traslúcido con la cara de Pedro Infante en blanco y negro. Él ha de ser mi compañero de exilio.

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SUEÑO 139 (05/09/2009)


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SUEÑO 140 (09/09/2009) Estoy en el auditorio de una iglesia protestante a media luz. Todos los feligreses duermen en sus butacas. Tres chiquillos se levantan de sus asientos y despiertan a una muchacha muy bonita. La amenazan con navajas, le ordenan que los acompañe afuera. Aterrorizada, sale con ellos. Yo me hago el dormido. Por la mañana le cuento a Winnie Cooper lo que he visto en la noche. Ella no me cree, dice que debo estar soñando, como siempre. Siento una presencia extraña: detrás de nosotros está uno de los niños, el líder del trío. Está sentado en el suelo, recargado en la pared; juega con un cubo de Rubik. El niño es muy bonito, rubio, muy luminoso, pero sé que es maligno. Finjo que no sé quién es y le pregunto: «¿Andas perdido, niño?». Él me contesta que sí y me pide que lo lleve a su casa. Su casa no tiene nada de particular, aunque hay muebles de buen gusto. Me invita a pasar. Me dice que me enseñará su cuarto de juegos. Vamos al patio, donde hay una pared blanca muy alta y una escalera metálica verde recargada sobre esta. El niño me dice que suba primero, pero que lo ayude a cargar un tupper. Lo reviso y trae picadillo, huele a pasas. Subo, pero estoy seguro de que me dirijo a una trampa. Cuando llego arriba, me encuentro en una habitación oscura en obra negra. Entonces se me ocurre retirar la escalera cuando el niño apenas ha comenzado a subir. Me maldice en un lenguaje satánico incomprensible. Entiendo que el picadillo del tupper ha sido cocinado con la carne de la muchacha que él y sus compañeros sacaron del auditorio. El niño pide una pizza por teléfono. Llega un repartidor de Benedetti’s. El niño hipnotiza al repartidor y le da poderes. De un salto, el repartidor llega adonde me encuentro, está dispuesto a matarme. Huyo de él, pero se me cae el tupper. El repartidor se concentra en el olor del picadillo para localizarme en la oscuridad, se le ocurre probarlo y de inmediato se libera de la hipnosis. Le cuento rápido lo que ha pasado y le digo


que debemos escapar. Saltamos al enorme patio de la casa vecina, que son las ruinas de un anfiteatro romano. De pronto, aparecen mujeres horribles, las niñeras del niño malvado. Nos acechan. Nos escondemos detrás de las paredes del anfiteatro. Arrancamos varillas expuestas. Una niñera se lanza sobre mí, pero logro atravesar su cara con una varilla. La niñera chilla. Le robo una daga que trae en la mano. Corro. Me encuentro con otra niñera, la esquivo; ella pierde el equilibrio y cae de boca. Me subo en su espalda y la degüello. Salgo a una calle y me pierdo en una peregrinación de hombres que cargan lonas y una varilla de plástico blanco cada uno. Tomo una varilla y camino con ellos.

Soy un escorpión negro atrapado en un plato hondo con leche. Un niño pelirrojo y pecoso me mira. Soy su desayuno. Le exijo al niño que no sea cobarde, que me coma y ya. Pero él no se mueve. Su cara inexpresiva me desespera tanto que le grito: «¡Cómeme, bitchen, cómeme!». De pronto, entiendo lo que pasa: el niño es un maniquí, la cocina es un montaje, parte de un pueblo construido específicamente para realizar pruebas atómicas. Intento escapar del plato, pero no puedo controlar mi cuerpo de escorpión. Luego me siento extrañamente cómodo flotando en leche tan fresca. Soy parte de una prueba atómica: han mezclado en la leche una sustancia que no solo impide que me mueva, sino que hace que desee quedarme para siempre en el plato. Entonces detonan la bomba.

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SUEÑO 141 (10/09/2009)


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SUEÑO 142 (12/09/2009) Me escondo de una señora que obstinadamente quiere limpiar mi cabaña de madera. Entro a una habitación a la que no he querido pasar antes. La habitación es un museo de tortura sexual. En las paredes hay grabados de torturas de genitales. Avanzo y escucho risas de hombres. Llego a una sala del museo donde se lleva a cabo un juego interactivo: siete hombres desnudos ríen, cantan y lloran, algunos sentados en bancas de madera, otros de pie. El piso de la sala es un tablero de ajedrez. Como parte del juego, un hombre debe cortar su pene con un cuchillo dentado, debe cortarlo horizontalmente,


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del glande a la base. Se ríe, llora y suda; hay un charco de sudor alrededor de él. Todos son hombres medievales europeos. Avanzo a la siguiente sala; al hacerlo, piso sin querer tres cuadros, que se mueven ligeramente. Una voz anuncia: «¡Empieza el juego!». Bajo mis pies, se retiran los tres cuadros que he pisado. Al abrirse, revelan un aljibe a medio llenar. Sobre la superficie del agua, sobresalen seis brazos muy delgados de mujer. Los hombres me invitan a sumergirme. Estoy indeciso. Bajo el agua hay tres mujeres, una de las cuales ha salido por mí. Estoy horrorizado al descubrir que tiene cabeza de mosca. Quiero huir, pero el conductor del juego, con rifle en mano, me ha dicho que debo ganar para salir de esta. «Debes coger con la mosca. Debes volverte el mejor amante de su vida y luego siguen sus hermanas». Temo que la mujer descubra con sus sentidos especiales de mosca que no la deseo. Trato de sentirme atraído hacia ella, que ya ha salido toda del agua. Tiene un cuerpo perfecto y joven, pero me concentro en acostumbrarme a su cara. Beso su cara de mosca, sensación extraña a la que pronto hallo gusto. Ella me dice que es de Rumania, que me fije bien en su cuerpo: descubro su pene. Excitado, me echo un clavado al aljibe con las otras mujeres, que también tienen penes. Me parecen incluso más bellas que la rumana. Cojo con las tres. Eyaculamos y nuestro semen, que flota en la superficie del agua, forma la palabra «sigue». Salgo, muy a mi pesar, del aljibe. Los hombres que antes sufrían ahora comen fabulosas viandas en la mesa. Pienso que se lo merecen después de padecer tanto. Paso a otro salón, que es una falsa oficina. Me encuentro a una secretaria de falda negra, blusa blanca y lentes grandes, cabello oscuro recogido en un chongo. Me hace sexo oral y me vengo en su boca. Después, ella misma me acompaña a una sala completamente blanca. Veo venir, a lo lejos, a dos personas. La sala es enorme. Me siento a esperar en una silla ovalada, blanca también. Descubro entonces que quienes se acercan son dos japoneses, hombre y mujer. Él, vestido todo de negro; ella, una mujer vestida de colegiala. Él hace una reverencia a ella y se retira. La mujer comienza


a desnudarse. Descubro sobre su piel, como un tatuaje, el mapa del lugar donde me encuentro: un verdadero laberinto y cada sala, lo sé ahora, contiene una fantasía lista para ser cumplida. Imagino que estoy en el lugar más feliz de la Tierra. Qué afortunado soy. La cara de la japonesa es tan bella. Pienso que nunca quiero salir de aquí. Entonces, de golpe, tengo memoria de todo lo que he hecho. Soy cada uno de los siete hombres que dirigen el juego, pero me doy cuenta hasta ahora. Me horrorizo y avergüenzo de mis actos.

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SUEÑO 143 (17/09/2009) Catalina de Siena se aparece ante mí. Me pide que la llame «La Sagrada Anorexia». Me hinco ante ella. Me ordena ir al misericordium del monasterio a comer y beber todo lo que pueda, que lo haga ahora, antes de que el infierno terrenal se llene de 115 millones de obesos.

SUEÑO 144 (24/09/2009) Estamos en el nuevo estadio de las Chivas, pero nos quejamos de que nada más sirva para jugar futbol rápido. Vergara acepta su error y entrega el estadio para que la gente lo use como unidad deportiva. Mi tío Benjamín anda jugando feliz, le da un balonazo a Clementina en la cabeza y la mata. Esto suscita un cisma familiar: unos se van a otro lugar a vivir, los demás se quedan. Pasan muchos años. No estoy seguro de ser el mismo que estuvo presente cuando murió Clementina. El estadio está en ruinas. «Juli» me entrega unas tarjetas telefónicas. «Te serán útiles», profetiza. Luego aparece una muchacha que me da


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un collar del que cuelga un atrapasueños: «Para que te proteja». Me coloco el collar en la muñeca, a manera de pulsera. Salgo de la ciudad y me doy cuenta de lo pobres que somos. El viaje es larguísimo. Visto con un poncho café, botas y sombrero. Ahora soy un hombre mayor. Finalmente, encuentro lo que buscaba: el pueblo fundado por aquellos que se fueron después del cisma familiar. Hallo las ruinas de unas casas. Las exploro y encuentro a dos niños jugando. Me preguntan quién soy, les digo que no me acuerdo. Ellos son Víctor y Vane. Les pregunto a qué se dedican y de dónde son. Me dicen que son del pueblo vaquero y que se dedican a hacer dibujos en la tierra para que los dioses tengan algo que leer. Me enseñan a hacer un dibujo que repiten una y otra vez: círculos dentro de círculos. «Te salen muy bien las ruedas, eres un niño muy listo», le digo a Víctor. Pero este se enoja y me corrige: «No son ruedas, es un túnel de gusano y no soy niño». Vane completa: «Tiene nombre y cuerpo de niño, pero es niña». Me sorprende lo maduros que son. Me voy. Unos pasos más adelante, encuentro una pared vertical de roca lisa y café. Granito, pienso, la roca más dura del mundo. Levanto la vista y no le veo fin a la pared, pero algunos metros más arriba veo una puerta insertada en la roca. Sé que es la entrada al pueblo vaquero. Una escalera cuelga convenientemente desde la puerta. La han dejado los niños. Trepo y alcanzo la puerta. La abro y paso al otro lado. Estoy en un espacio lleno de columnas rectangulares, con techo bajo, una especie de estacionamiento subterráneo, pero esculpido en roca. Veo un módulo de información. Entro al módulo y descubro que, además, es una pequeña tienda de souvenirs. Pregunto por algún libro de historia de la ciudad. La vendedora me dice que no tienen, pero que hay muñecos de acción de sus dioses. Me muestra algunos empaquetados en plástico. Uno de ellos es un ouroboros al que llaman Vjjjusum. Le pregunto a la vendedora cuánto tiene la ciudad desde su fundación. Me responde: «Cincuenta y dos años, sin contar algunos días inútiles». Le pido permiso para pasar a su baño, donde veo dibujos de los dioses


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de ese pueblo. Pienso que cincuenta y dos años es muy poco tiempo para crear dioses. Tal vez la clave de su historia está en lo que llaman «días inútiles». Cuando salgo del baño, veo colgando de la pared una espada empaquetada también en plástico. La vendedora me dice que es el producto más caro, pero que si se la compro me regala una pistola hermosa y dorada, llena de detalles circulares grabados. Le digo que solo llevo tarjetas telefónicas en mi cartera, que luego vuelvo con dinero. La vendedora se sorprende, toma una de las tarjetas y me dice que con eso es suficiente. «Esto vale más de lo que piensas, las tarjetas son reliquias creadas por Slim». Le pregunto quién es Slim. Ella toma un dios/muñeco empaquetado en plástico: «Un Slim con traje y maletín de accesorio». Salgo de la tienda con la espada y la pistola. Me encuentro con una manada de caballos descansando en el salón de las columnas/estacionamiento. Me acerco a la manada y les digo que necesito los servicios de uno de ellos. No contestan. Les digo que es urgente. Un caballo me pregunta para qué. Le contesto que para salvar a una princesa. «¿Y eso de qué sirve?». Tiene razón, no le veo el caso; mejor respondo que quiero salvar al pueblo. Me dice que eso tampoco tiene sentido. Entonces le digo que quiero salvar mi vida. Se hace silencio en la manada. Ninguno accede a ayudarme. Sigo andando y llego a un museo donde tienen una sala dedicada a una reconstrucción exacta de un cibercafé. Me doy cuenta de que en este pueblo adoran todas las tecnologías de comunicación perdidas. Hay advertencias de no tocar las piezas del museo, pero las ignoro y abro un cajón de un escritorio. Encuentro una radio antigua. La enciendo. Funciona, pero solo se escuchan voces distorsionadas, como si vinieran cansadas desde otro universo. Aquí mismo encuentro un walkman, lo tomo y lo guardo en una bolsa secreta de mi sarape. Salgo de aquí. Encuentro un caballo café de pelo negro. Me dice que me ayudará y yo, conmovido, lo abrazo. Lo monto y salimos a una zona en el pueblo rocoso donde no hay techo y el sol quema. Aparecen las casas del pueblo vaquero. Buscamos una posada. Encontramos


una, pero antes de pasar intento explicarle al caballo qué busco en el pueblo. El caballo me dice que no es necesario que le diga, ya que puede leer mi mente. Me sorprendo y me frustro, pues yo mismo quiero conocer el propósito de mi aventura. Tiene algo que ver con Slim, pienso. Suena el teléfono.

Está por concluir la construcción de la torre cilíndrica más alta del mundo. Según el proyecto arquitectónico, en su cima tendrá una cúpula que dominará sobre un piso que se ha de dedicar a resguardar El Gran Lápiz Inerte de Carbón. En el carbón de ese lápiz se han grabado todos los signos que conforman la realidad, es decir, el ADN del universo mismo. Alguien me explica, mientras observo el proceso de construcción de la torre que, si se coloca el lápiz a una altura adecuada, se podrá predecir el futuro. En ese momento, una ola monstruosa golpea la torre y pienso que ya no hay nada más que predecir.

SUEÑO 146 (29/10/2009) Loto es una niña que tiene una flor en lugar de boca. Su cara es, a la vez, una máscara blanca con dos puntitos negros como ojos. Su cabello es negro y abundante.

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SUEÑO 145 (03/10/2009)


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SUEÑO 147 (06/11/2009)

SUEÑO 148 (13/11/2009) Manuel y Natalia viven en el penthouse de un hotel altísimo. Vuelo hasta su ventana y les aviso que los persiguen, que deben salir de ahí. Descubro entonces que Manuel y Natalia están sentados en una cama enorme, recargados sobre la cabecera, cubiertos con una cobija. Ambos están discapacitados y embarazados. Siento lástima por ellos. De repente, algo horrible se pega al otro lado del vidrio de la ventana. Es una especie de anfibio con ventosas y ojos inyectados de sangre. Babea el vidrio y lo cubre con vaho. Busco a Manuel y a Natalia en la cama, ya no están. La cama está perfectamente tendida. Me quedo afuera, solo, en la noche. Miro las luces de la ciudad. Después, estoy dentro de la habitación a oscuras. El sueño comienza de nuevo: Natalia vive en el penthouse de un hotel altísimo. Vuelo hasta su ventana y le aviso que la persiguen, que debe

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Paco Stanley me entrega una ametralladora de metal verde, que en realidad es una impresora con un cañón agregado. Ahora puedo llevar a cabo mi plan de toda la vida para matar a Juan del Diablo. Tengo amarrado a Juan del Diablo, pero mis secuaces cometen una serie de errores bobos. Yo termino en una trampa. Me encierran en un cuarto de paredes altas, que resulta ser el interior de una doncella de hierro que es expulsada al espacio exterior. Dentro de la nave/doncella de hierro hay pantallas que indican dos posibles destinos: una ciudad en otro planeta o una estrella a punto de explotar. Llego a la ciudad donde descubro, cuando aterrizo, un gran estadio techado que es en realidad una tortuga antigua y aún viva. Es el Turtle Dome.


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salir de ahí. Descubro entonces que Natalia está sentada en una cama enorme, recargada sobre la cabecera, cubierta con una cobija. Está discapacitada y embarazada. Siento lástima por ella. De repente, algo horrible se pega al otro lado del vidrio de la ventana. Es una especie de anfibio con ventosas y ojos inyectados de sangre. Babea el vidrio y lo cubre con vaho. Natalia ha desabotonado su blusa y me muestra un seno. Le pregunto dónde está su abuelita. Me responde: «Se convirtió en algo y salió volando». Me quedo afuera, solo, en la noche. Miro las luces de la ciudad. Después estoy dentro de la habitación a oscuras.

SUEÑO 149 (16/11/2009) Una cajera con cabeza de jitomate podrido se queda con mi dinero y no me da nada a cambio. A mí me parece bien. Después, estoy en el patio de una primaria, donde tres maestros de kung-fu han vencido a Keanu Reeves, quien yace de espaldas en el suelo. Los maestros lo


atacan sin piedad con kamehamehas invisibles. Los maestros manipulan el aire, lo convierten en clavos que lanzan contra las piernas de Keanu. Pienso que ya no hay autoridad en el Sueño.

SUEÑO 150 (20/11/2009)

No sé si esto es un sueño o un recuerdo.

SUEÑO 151 (28/11/2009) Estoy en la Casa Fenelón. Veo muebles viejos y mojados. En el centro de una habitación hay una mesa sobre la cual está atornillada una Constitución mexicana del siglo XIX. La desatornillo y la abro. Descubro que trae ilustraciones, una de las cuales llama mi atención: un cuarto oscuro de paredes negras con una puerta que permite la entrada de un poco de luz. Cuatro hombres con túnicas se han quedado con la boca abierta al ver que un quinto hombre se ha dado un balazo en la boca. Su sangre salpicó la pared. Mientras veo la ilustración, irrumpen los cuatro hombres, destruyen los muebles y se llevan la Constitución. La casa queda vacía.

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Ismael ha preparado un extraño escenario en una de las habitaciones vacías de la casa de Micaela: un sillón de piel rojo en el centro y un montón de cobijas verdes en el suelo. Ismael ha cosido de tal manera las cobijas que forman el cuerpo de un gusano verde. Nos pide a los sobrinos que nos metamos al gusano y nos arrastremos alrededor del sillón, donde él nos observa sentado y fumando.


SUEÑO 152 (29/11/2009) Mi espada apunta, como una especie de brújula, hacia donde hay más gusanos. Hacia el mar oscuro. Un mar hecho de gusanos negros y grises. Con cada ola, algunos gusanos quedan en la playa. Procuro no pisarlos.

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SUEÑO 153 (07/12/2009) Una cocina enorme llena de mujeres cocineras que trabajan en mesas larguísimas de madera. La cocina tiene una apariencia tradicional (con utensilios y trastes típicos de cocina mexicana), pero a la vez parece una fábrica japonesa. Las mujeres son mexicanas y japonesas al mismo tiempo. Las japonesas son robots. Las mexicanas también. Todo es como una atracción de parque de diversiones, pero sé que no son robots sino mujeres reales. Una de ellas le dice a otra: «Algo le pasa». Esta contesta: «De que le pasa algo, le pasa». «Ya tiene un buen tiempo sin soñar», dice una tercera. Entiendo que hablan de mí. «A este paso jamás terminaremos», dice azotando furiosa la masa contra la mesa la primera mujer que habló.

SUEÑO 154 (09/12/2009) Viajo en tren y llegamos a un pueblo abandonado. Por las ventanillas veo interminables puestos de madera y lámina dispuestos a lo largo de la vía. Por el altavoz, una voz de mujer anuncia: «Lo que ustedes ven


son cada una de las historias que no cuajaron». En ese momento, uno de los puestos se derrumba.

Me encuentro con Teo en la Ciudad de la Cultura, que está ocupada casi en su totalidad por un lago artificial. Vemos en el cielo un Boeing enorme, panzón, que pierde un ala, luego otra, y cae en el lago, donde se hunde. Pienso en mi cámara fotográfica; me hubiera gustado registrar esto. La superficie del lago arde, el cielo se oscurece. Aparece un barco de guerra que transporta soldados chinos con uniformes verdes con solapas rojas. Los soldados nos apresan y nos meten a un contenedor de tráiler del tamaño de una ciudad. Nos asignan trabajos para el resto de nuestras vidas. Teo será espía; a mí me ha tocado ser mecánico. Reclamo que no sé hacer nada de eso. No me contestan, solo me entregan mi cajón de herramientas. Me conducen al barco y, en el camino, veo a un montón de ancianos vendiendo cómics. Le pregunto a un soldado por qué les permiten vender eso y él me responde: «Son cosas para niños, inofensivas». Me río por dentro y vislumbro la caída futura de su imperio a manos de niños rebeldes.

SUEÑO 156 (13/12/2009) Soy un viajero del tiempo que visita en Tepic a Enrique, mi amigo de la preparatoria. Le digo cómo será su vida en el futuro, pero él está en shock, no me escucha. No puede creer que yo sea tan viejo. Noto que en la ciudad ha surgido un nuevo volcán con la peculiaridad de tener, en vez cráter, una vulva. El volcán es de carne.

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SUEÑO 155 (12/12/2009)


SUEÑO 157 (14/12/2009) Vivo en una casa automatizada que canta «Las mañanitas» con la voz de Teo.

SUEÑO 158 (22/12/2009)

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Mi tía fantasma es un dodo negro al que le gusta pararse a cantar sobre la rama/dedo de un árbol/mano quemado.


SUEÑO 159 (24/12/2009)

SUEÑO 160 (27/12/2009) Héctor y yo nos hacemos pasar por soldados de otro tiempo en un lugar híbrido entre Roma y Grecia. El capitán es un tipo gordo y calvo que, al parecer, me tiene mucha estima. Me dice que antes tenía un amigo que era su mano derecha, «pero se ha ablandado, ahora se dedica a sacar piedritas brillosas de las minas». El capitán nos lleva a Héctor y a mí a una terraza desde donde se ven los muros de la ciudad, las amplias plazas repletas de gente, los grandes canales por donde entran las embarcaciones. Nos sentamos en una mesa enorme cubierta de alimentos que no conozco, todos apetecibles. En el centro de la mesa colocan, acostado, a un muchacho. Todos ovacionan. El capitán pide ser el primero: se coloca sobre él y lo penetra, mientras le arranca la piel a mordidas. El muchacho me mira con una cara tan dulce, que siento lástima por él. Tal vez está drogado, pienso. Ya

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Veo un niño cautivo por un hombre/sombra que le dice: «Si te comes a tu amiguito te dejaremos ir». Le muestra los restos sangrantes del amiguito sobre una mesa. El niño rechaza el ofrecimiento con asco y terror. Pasa el tiempo. El hombre/sombra ahora lleva puesto un mandil blanco. El niño está más flaco. El hombre/sombra dice: «Si te comes a tu amigo, te dejaremos ir. Ya le pusimos sal». El niño, furioso: «¡Jamás!, ¡guácala!». Pasa el tiempo. El hombre/sombra ahora lleva un gorro de cocinero en la cabeza, además del mandil. Repite la propuesta al niño, ya en los huesos, y le muestra un platillo montado de manera hermosa y apetecible. El niño se levanta, se sienta a la mesa y pide un babero.


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no quiero estar aquí, me siento fuera de lugar. En la plaza, la gente representa una batalla usando carros alegóricos y figuras gigantes de monstruos y soldados. En un lago interior, formado por el cruce de varios canales, un hombre pelea contra diez monstruos que son uno solo, un pez titán. El hombre y el pez son grabados hechos por Gustave Doré. Entonces, por un pequeño canal entra una flota enemiga. El capitán cae de rodillas. Su pene se hincha como globo y empieza a orinar sangre. Muere al instante. El muchacho de la cara dulce ha untado veneno en su ano. Veo al muchacho, todo pintado de azul cielo, escabullirse deprisa entre la gente de la plaza. La flota enemiga toma una formación en fila: un barco, un monstruo, un barco, un monstruo, un barco... disparan lanzas que se encajan en las paredes de la ciudad y en los soldados. Uno de los soldados cae al vacío sin darse cuenta de nada, pues sigue comiendo. Huyo. Noto que solo las mujeres están alertas o espantadas; los hombres no se dan cuenta de nada. Alicia Keys me intercepta y me entrega un papelito. «Aquí está la contraseña, con ella podrán regresar a su realidad». Le pido una espada, pero me da un machete. En eso, entra un monstruo azul/gris con pico de pato dentado, una serpiente como cuello y cuerpo de rinoceronte. Encajo el machete en el pico del monstruo; Héctor se encarga de desollarlo. Pero el monstruo no muere, solo está atarantado. Entonces Héctor le arranca el corazón. «No es suficiente», nos advierte un anciano, «estos animales tienen tres corazones. Lo difícil es encontrarlos». El monstruo se ha tragado casi todo el machete, que no he soltado. Temo por mi brazo. Un colmillo atraviesa mi piel.

SUEÑO 161 (27/12/2009) Un asesino muy alto viste una bufanda roja, sombrero y gabardina. Es ubicado por la policía. Se esconde en el tejado de una casa. Todo lo


que tiene es una colchoneta a la que considera su hogar. Ahí guarda fotografías de sus víctimas, que se cuentan por cientos. Entonces, el asesino se da cuenta de que la policía viene con su esposa, que llora y pide que no le hagan daño. Al verse traicionado, el asesino se convierte en gigante deforme. Corre y golpea. Levanta policías y los azota contra la pared. Cuando la policía está casi derrotada, llega un helicóptero con el arma secreta: un escuadrón de clones de la esposa del asesino. Caen sobre él como lluvia. Se cuelgan a su cuerpo, lo atacan a mordidas, lo hacen caer. El monstruo grita adolorido. La esposa mira la escena a lo lejos. Llora resignada.

Una catedral junto al mar. Es un edificio/escultura hecho de una roca que sale del mar, una piedra gris contra la que chocan las olas. Aves enormes y amables vuelan en círculos alrededor de la catedral. Miro todo desde un avión en pleno vuelo.

SUEÑO 163 (05/01/2010) En el Museo de lo Fantástico Mexicano veo a Pedro Infante de espaldas, sentado en una silla de madera, cargando el cadáver de un extraterrestre de cabeza descomunal.

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SUEÑO 162 (28/12/2009)


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SUEÑO 164 (08/01/2010) Giovanna Mezzogiorno y yo estamos enamorados. Nada más. Pero estoy nervioso porque no quiero que se dé cuenta de que he usurpado el cuerpo de Javier Bardem, a quien asesiné en la mañana.

SUEÑO 165 (21/01/2010) Winnie Cooper adorna con paciencia un árbol navideño. Le cuelga esferas y corazones humanos. Me mira y dice: «Quiero hacerte notar


que este árbol está hecho de un material muy inflamable, plástico de los Bosques Verdes». Asiento. Me asomo por la ventana: un montón de ancianas se congregan en la banqueta para esperar el camión, aunque noto que, en realidad, desde ahí nos vigilan. Cierro la cortina y voy al baño. Cuando salgo, Winnie ha encendido el árbol. Nos abrazamos y nos cantamos al oído.

El Big Bad Wolf tiene un machete clavado en el vientre. De su herida ha salido tanta sangre que la mitad inferior de su cuerpo es un charco coagulado. Cuando camina, el charco se desplaza; su sangre siempre está con él. Las nubes en el cielo son rojas. También son de sangre. Sé que estoy soñando. Me pregunto por qué no me asusta lo que veo si, de hecho, es espantoso.

SUEÑO 167 (08/02/2010) El cielo claro, la luna llena y luminosa. Junto a esta, pero sin duda más lejos, se empieza a dibujar una línea plateada que finalmente se vuelve una figura semejante a unas gafas, en vertical, con un lente incompleto. Naves y fuego surgen del símbolo; sé que vienen a destruirnos. Grito emocionado porque no estamos solos en el universo.

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SUEÑO 166 (04/02/2010)


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SUEÑO 168 (18/02/2010) Adrien me lleva a jugar a un golf con pelotas azules y palos que terminan en un aro, semejantes a artilugios para hacer burbujas de jabón. El lugar es un valle verde rodeado por montañas rocosas escarpadas. Estamos, tal vez, sobre el cráter de un volcán. Golpeamos las pelotas con el único propósito de perderlas en las hendiduras del suelo que llevan a cavernas sinuosas, inexploradas y oscuras. «Ahora», me dice Adrien, «hay que esperar a que los empleados encuentren la bola perdida. Pueden pasar semanas, o años. Pueden morir algunos en el intento, pero la encontrarán. Pierde quien se mueva de su silla durante el tiempo de espera. No te preocupes, aquí hay más empleados que nos traerán lo que necesitemos». Entonces nos llevan un par de sombrillas amplias. Una empleada me explica, mientras extiende una lona sobre mí, que en su país la sombra no es considerada un sustantivo, sino una situación. «La sombra no deja de cambiar, nunca es, por eso tiene más que ver con el tiempo. Está condicionada por sustantivos como el sol y la sombrilla». Me sonríe y se eleva al cielo con ayuda de la lona, que es un papalote. Se va y me doy cuenta de que han pasado los años, que Adrien ya ha muerto y que en el valle verde ahora corren vías sobre las que se trasladan interminables trenes. El suelo está lleno de papalotes rotos. Las paredes rocosas de las montañas han sido cubiertas en su totalidad con millones de ladrillos. Hay grúas y albañiles trabajando. Algunos caen desde las alturas y mueren entre el polvo que se eleva desde los cimientos de los edificios. Saco mi handycam, quiero grabarlo todo, pero a la vez busco una salida. Encuentro una puerta o, más bien, el espacio para una puerta de proporciones sobrehumanas. A los costados, dos grúas de largos brazos custodian la salida. Lanzan desde las alturas toneladas de escombro. Detecto, sin embargo, que periódicamente hay un momento cuando la salida queda libre. Tengo que aprovecharlo.


Recuerdo a los empleados que, hace años, bajaron a las cavernas para buscar las pelotas. Me doy cuenta de que todo esto es obra suya, una venganza por siglos de abuso. Han construido una salida enorme solo para demostrar que pueden bloquearla y quedarse atrapados para siempre. Ellos están acostumbrados, pienso, pero yo no. Como sea, confirmo que me quedaré aquí para siempre, pues mi sombra ya me ha abandonado.

En una casa vieja con patios llenos de lava, encuentro cientos de cosas valiosas: cómics con viñetas móviles, libros invisibles, discos con grabaciones de voces de gente muerta. Nada comparado con lo que considero el tesoro más importante: la última película de Pedro Infante, que tiene, además, la gracia de ser la primera en utilizar el bullet time. Una película secreta con un Pedro Infante noir, un agente inmortal perseguido por una secta de viejos vestidos con túnicas blancas.

SUEÑO 170 (24/02/2010) Soy Kevin Arnold y viajo con mi familia al cañón del Colorado. Luego regresamos a casa, que está en obra negra.

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SUEÑO 169 (19/02/2010)


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SUEÑO 171 (25/02/2010) Estoy en Brasil. Llevo aquí, según mis propias palabras, «tres semanas haciendo nada». Hay carreras acuáticas de gente desnuda. Me da coraje no traer mi cámara. Las olas del mar no chocan contra la playa, sino que se mueven de forma paralela a esta. Noto que, poco a poco, las olas se vuelven más altas y peligrosas. En otro lado de la playa, el mar está bardeado. A la barda le faltan ladrillos por aquí y por allá, lo que me permite asomarme al otro lado: una mujer gorda me pide,


SUEÑO 172 (26/02/2010) Estoy en un catedral oscura que tiene el piso lleno de sangre roja y brillante. El tiempo aquí pasa de manera acelerada. Los que éramos, ya no somos. Casi todos han muerto, quedamos tres. Uno de los tres va a hablar con el Señor de los Sueños. Entra por una puerta junto al altar y, segundos después, el tiempo se normaliza. Se enciende el sistema de riego automático de la catedral: el agua desplaza la sangre del piso. Pienso en aprovechar para conocer al Señor de los Sueños,

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con el dedo índice sobre sus labios, guardar silencio. Está pescando. De repente, se enreda a sí misma con una cuerda que sale del mar. Camina mar adentro. Con su propio peso, entiendo, hace funcionar una polea que está bajo el mar. En efecto, cuando ella se pierde de mi vista, emerge, amarrado con cuerdas, incluso amordazado, un tiburón malherido por arma blanca. Un hombre huesudo y quemado por el sol se acerca al animal para inspeccionarlo. Los ojillos del tiburón se mueven con nerviosismo. El hombre saca un machete enterrado en la arena y lo encaja por completo en el dorso del animal, que muere de inmediato. El hombre lava su machete y lo oculta bajo la arena. Camina hacia mí, luego se sienta y se recarga contra la barda. Ya no alcanzo a verlo, pero lo escucho: «Tenía que matarlo, venía ya muy lastimado. El pendejo que lo atrapó le metió dos cuchilladas. Así no sirve para volverlo peluche. A los niños no les gustan los peluches que sangran». Alcanzo a ver sus pies estirados, con los que traza figuras geométricas en la arena. Continúa hablando: «Eran esposos, la vieja y el cabrón este. Par de pendejos. Así es en este país: los papás se matan por darle a sus hijos un peluche de tamaño natural. Es su patrimonio, no tienen nada más que dejarles. A veces no hay peluche ni hay papás. Así pasa a veces».


pero la puerta por la que entró mi compañero se ha petrificado, queda como un sobrerrelieve. Encima de la puerta, labrada en piedra, se lee la palabra «NUNCA».

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SUEÑO 173 (28/02/2010) Estoy en un restaurante en Madrid. La mesera me entrega el menú, que es, para mi gusto, demasiado amplio. Me decido por el «Licántropo», que es el único platillo que no trae descripción o precio. La mesera me dice que únicamente el chef conoce el platillo. Cuando abre la boca, veo que su dentadura está hecha de granos de maíz y alubias cocidas. Sé que están cocidas porque, después de tomar mi orden, la mesera me besa. Me da asco y abandono el restaurante. Mientras camino por la calle, pienso que es una lástima, nunca sabré a qué sabe el «Licántropo».

SUEÑO 174 (08/03/2010) Estoy en casa de Micaela, está muy emocionada por mostrarme la remodelación en la que ha estado «trabajando durante décadas». Me pregunto, sorprendido, si las remodelaciones pueden llevar tanto tiempo. Primero pasamos a una habitación vacía que tiene un mural con motivos marinos cubriendo las paredes. Es «pintura viva, inteligente y programada», me explica Micaela. Pasamos una puerta y entramos a una bodega muy iluminada y amplia donde hay un parque. A un lado, hay un cuarto convertido en sala de cine. En la bodega/parque personas en traje de baño descansan en camastros,


Despierto y recuerdo que he pensado mucho en una ciudad árbol, una torre seca, petrificada y retorcida, un tronco muerto habitado por miles de personas.

SUEÑO 175 (28/03/2010) Veo una ciudad mutante con edificios de tres o cuatro pisos colgando de globos de helio. Los globos se conectan entre ellos con teleféricos. Un mar de gente vive en el viento. Quiero ver la Tierra desde aquí, pero parece que ya no existe.

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platican y toman piñas coladas y margaritas. Sus niños juegan en amplias albercas/laberintos. Micaela y yo seguimos explorando la casa y llegamos a un espacio abierto, el zoológico, donde también los cuidadores son animales. Perros y guacamayas traen sombreros militares. Ahora camino solo y veo, a lo lejos, a un niño rubio y obeso. De repente, surge de la tierra un palacio egipcio. Entro en este y considero interpretar los jeroglíficos de las paredes, pero no tengo tiempo. El niño rubio y obeso aparece junto a mí, aplaude y, de inmediato, el palacio se desvanece. Luego el niño me guía por un pasillo larguísimo, no veo el final. En las paredes hay cuadros con ilustraciones fabulosas de todas las épocas. «Yo le ayudé a tu abuelita a imaginar este sitio», me dice el niño. «¿Ves? Cada ilustración es un mundo distinto. ¿Elegirás alguno?». Le respondo que quisiera que esto no fuera un sueño y quedarme para siempre. «¿Cómo sabes que es un sueño?», me pregunta. «Lo estoy imaginando», respondo. «Los que hicieron estas ilustraciones sí imaginaron, tú no. Tú solo ves las ilustraciones». Veo una ilustración de un gran árbol, del tamaño de una isla, a punto de ser tragado por el mar.


SUEÑO 176 (01/04/2010) Una niña rubia con vestido de tablero de ajedrez me reclama que no la haya pintado aún. «Tú prometiste hacerme un retrato». «Sí, pero tengo una enfermedad que hace que casi todo se me olvide. Por eso anoto todos mis recuerdos en papelitos». Arranco un cuadro negro del vestido de la niña. «Mira», le muestro, «aquí dice que eres diabólica». La niña me arrebata el cuadro y se lo come. «Yo soy buena», me dice.

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SUEÑO 177 (29/04/2010) Manejo un tráiler. Vienen conmigo mi familia, un perro y un conejo que me mira parado en dos patas desde el asiento del copiloto. Debo llegar a una gasolinera, pero no puedo detenerme, no sé cuál es el pedal del freno. Detengo el tráiler después de varios intentos. Mi familia y los animales se burlan de mí. Me harto y me largo sin intención de volver. Ellos me buscan, pero me escondo detrás de un auto rojo. Caleb me descubre, pero no le dice a nadie. Llega la dueña del auto rojo, una muchacha muy bonita. Le pido que me esconda, que me dé raite, que me lleve para siempre con ella. «No te conozco», dice. Le aseguro que soy decente, que soy escritor, que vengo de Acapulco. «No». Le digo que está bien, que no la molestaré más, pero que se va arrepentir cuando googlee mi nombre. Se ríe y me dice. «Tú te vas a sorprender cuando googlees el mío: Ula López. Apúntalo». Me voy humillado. Un lobo me ataca en el camino, pero sobrevivo y logro llegar al mar. Aquí pienso reiniciar mi vida. Despierto y googleo el nombre de la muchacha.


SUEÑO 178 (01/05/2010) Alguien me dice: «But don’t call it The Base of Satan. My seres queridos están atrapados ahí. Si entras al clóset llegas a un área muerta donde todo es válido, donde puedes cumplir cada una de tus fantasías. Puedes tener sexo con una mujer policía de dos ochenta de estatura o puedes volar en parachute y aterrizar en un muelle». Me recuesto en mi camastro en la playa acompañado por mi perro/foca.

Muero de una enfermedad contagiosa que cubre mi cuerpo de pequeñas hojuelas de maíz. Debo decidir entre seguir la luz o ir con un médico extraterrestre. Veo a través de la ventana a un par de animales extraños corriendo hacia la luz. Son dragones chinos albinos. Uno de ellos lleva encima seres pequeños como pingüinos. La escena me parece tan curiosa que decido seguirlos rumbo a la luz. Todo se vuelve blanco, luminoso, y de pronto estoy en un centro comercial japonés llamado «Heaven». En un aparador hay dulces verdes en forma de cabezas casi humanas partidas por la mitad de manera vertical. «Si muerdes una mitad, la otra profetiza tu futuro», explica una voz. Muerdo una mitad, la otra me dice: «Tu destino es morderme». Molesto, tiro la cabeza a la basura. Veo el centro comercial lleno de japoneses felices. Se escucha la música subterránea de Mario Bros. Estoy muerto, pienso, I’m so dead.

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SUEÑO 179 (03/05/2010)


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SUEÑO 180 (05/05/2010) Encuentro a Penélope Cruz escondida detrás de unas ramas, en medio de un bosque, al atardecer. Espía a un hombre viejo y obeso que está en cuclillas frente a un hormiguero. Ella me dice que puedo quedarme a ver, pero sin hacer ruido, por favor. Como ella, me escondo agachado detrás de las ramas. Mientras vemos al hombre, que parece dormitar, Penélope me explica que hace mucho tiempo ese hombre era joven y flaco, pero un día, caminando por el bosque, se topó con ese «delicioso hormiguero. En ese tiempo estaba lleno de hormigas, rojas y rojísimas. El hombre joven y flaco decidió llevarse una hormiga roja a la boca. Se la comió y, entonces, su apetito aumentó infinitamente, ahora solo deseaba comer más hormigas rojas. Después de toda una vida, ya casi no quedan hormigas rojas en ese hormiguero». «¿Y las rojísimas?», le pregunto. Ella me ve como si fuera algo obvio. «Ya sabes», me contesta. Me quedo callado, mirando al hombre viejo y obeso que, como si le hubieran echado un balde de agua encima, despierta de repente, mira hacia el hormiguero y encuentra una hormiga roja. Lo piensa por un segundo, pero se la come con los ojos cerrados, saboreándola. «Era la última. Ya me tengo que ir», me dice Penélope. Se levanta: viste telas rojas cortadas de manera irregular. Se aleja. Quiero preguntarte qué hubiera pasado si, hace mucho tiempo, cuando era joven y flaco, ese hombre hubiera comido una hormiga rojísima. Pero ya lo sé: si hubiera comido una hormiga rojísima hoy estaría muerto, pues hubiera perdido el apetito hace muchos años y jamás habría querido comer otra cosa. Miro por última vez al hombre, hoy viejo, obeso y muerto. Parece una montaña de carne que ha venido a cubrir la salida del hormiguero. Entonces entiendo. Quiero alcanzar a Penélope para decirle que he descubierto que, sin importar qué hormiga se hubiera comido hace muchos años, hoy el hombre estaría igualmente muerto. Penélope ya se ha ido. Encuentro pedazos de tela roja, pequeños como hormigas, por donde ha pasado.


SUEÑO 181 (06/06/2010) Voy a la mejor nevería de la ciudad. Es una puerta con una ventanita. Toco y un duende mágico me pregunta, a través de la ventanita, qué sabor quiero. Me asomo al interior de la nevería y me parece el lugar más feliz y extraño que haya visto, pero de inmediato lo olvido. El enano me entrega el helado sin que yo le haya dicho qué quiero. O tal vez sí le he dicho y no lo recuerdo. La ventanita se cierra.

Tengo una espada maravillosa que puedo lanzar contra el enemigo y siempre regresa a mí. La espada también se convierte en hélice y burbuja protectora.

SUEÑO 183 (16/06/2010) Dios, que usa pantalón de vestir negro con rayas blancas y zapatos de charol, camina por un jardín arbolado. Hay una parvada; los pájaros se mueven de maneras extrañas en el cielo. Quizá el movimiento de las aves es el lenguaje de Dios, pienso.

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SUEÑO 182 (10/06/2010)


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SUEÑO 184 (17/06/2010) Escucho a dos personas que platican: «Es la torre más retorcida y enferma que haya visto». «¿Y qué querías? Está hecha con los cuerpos de todos los que han muerto en este mundo». Mientras hablan, puedo imaginar la torre con claridad.

SUEÑO 185 (25/06/2010) Veo a un hombre que lleva como capa un valle entero. Escucho una voz que dice: «El Señor del Valle se ve obligado a mudarse en plena puesta de sol».


SUEÑO 186 (01/08/2010)

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El Camino de las Universidades es adoquinado y serpentea a través del bosque. Ando en bicicleta. En la entrada de una universidad estadounidense hay una paraguaya con un mapa enorme de su país. «Paraguay», me dice, «es un país europeo vecino de Italia». Lo dudo. En esa universidad estudian asuntos extraños como el acortamiento de los picos de los pterodáctilos vivos cocinados o la forma de evitar que los agentes del FBI exploten en plena misión. No me convence su plan de estudios. Encuentro una cabina telefónica. Entro, pero está ocupada por una mujer y no hay ningún teléfono. Es una médium que comunica a los aspirantes con la Universidad del Más Allá. Ella me dice con voz masculina: «Soy el rector. ¿Le interesan nuestros planes de estudio, joven?».

SUEÑO 187 (03/08/2010) Un hombre de hojalata está sentado sobre una nube. Lleva audífonos y lanza su caña de pescar al vacío. Algunos miles de metros más abajo, el anzuelo llega hasta la línea de montaje de una procesadora de pescado. Un obrero engancha un pescado al anzuelo y este empieza a subir.

SUEÑO 188 (12/08/2010) El Gato de Cera es un hombre con uniforme escolar japonés y sombrero. Parece que su rostro ha pasado infinitas veces por el cirujano plástico. Su piel es de papel maché barnizado.


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SUEÑO 189 (27/08/2010) Una cabaña en el bosque de La Primavera con vista a New York. La ventana de mi recámara da a un cobertizo donde vive un búfalo enano.

Es 1999. Estoy en un bar en donde toca una banda de death metal integrada por exalumnos de la Escuela Superior de Música de Nayarit. Caleb es el vocalista. Me entero de que en el bar está «la chica más hermosa del mundo». Unos ancianos me cuentan que la hermana gemela de la chica murió, pero se rumora que los médicos la mataron para que no hubiera competencia entre hermanas. «Todo tiene un precio», dice uno de los viejos. Entiendo que esos viejos son los médicos que atendieron el parto de la chica. «Nos decidimos por una y ahora ella está enferma de “cerrada”. Nada bueno o malo entra a su mente». Les digo que quizá está enferma porque han tratado de meterle lo bueno o lo malo por la vagina, con la que experimentan día y noche sin resultados. «Pero las cosas buenas y malas», les explico, «entran por los ojos». Organizo entonces un desfile al que, entre otros, asisten Little Nemo y Sleep. Creo que por fin algo malo ha entrado en la mente de «la chica más hermosa del mundo»: quiere verme muerto. «No lo maten en el sueño, no me ensucien el sueño», escucho que le dice a alguien, «esperen a que despierte y me lo descuartizan». Qué bastardita despótica, pienso.

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SUEÑO 190 (27/08/2010)


SUEÑO 191 (27/08/2010) Paz Vega y yo estamos parados en la orilla de algún lugar. Un muchacho se acerca para ver la medalla que le he regalado a Paz. Me enfurezco tanto que lanzo al muchacho a un zanjón. Luego bajo al zanjón y, al ver que sigue vivo, lo mato a golpes. Desde entonces, todos en la ciudad me consideran un maniático.

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SUEÑO 192 (19/09/2010) Me ofende que no me acepten como columnista en un periódico, pero al menos quieren que sea corrector. Un director de cine me envía sus guiones y carpetas de próximas películas para que los revise. Acepto. Para hacer el trabajo debo mudarme a la locación donde el director filma su última película. Todos dormimos en un jacal, sobre la tierra, y me doy cuenta de que uno de los personajes del director es idéntico al Eternauta. Se lo digo al director y este me pide que mate al personaje. «Aunque antes», le digo, «está el problema del Poro», un personaje que se tenía contemplado, pero finalmente fue descartado. En ese momento se desata un ataque aéreo de hombres gallina capitaneados por el Poro. Tomo una metralleta y comienzo a dispararles. Todos los hombres gallina caen muertos; sin embargo, el Poro sigue en pie, justo frente a mí. Es flaco, con algunas plumas de pájaro sobre la piel, calvo, en lugar de boca tiene un tubo que termina en una especie de ventosa. Sé que el Poro es un asesino inmisericorde, por eso me adelanto, lo tomo del cuello y lo aprieto con fuerza hasta que lo mato. Hasta entonces me doy cuenta de que estoy herido por cristales que se rompieron cuando disparé la metralleta. Pasan los años y sigo herido. Ahora me dedico a visitar escuelas primarias para erradicar


SUEÑO 193 (23/09/2010) Me caso con Evangeline Lilly en un restaurante campestre. Me arrepiento porque nos casamos mucho tiempo antes de mudarnos a Anaheim, California, por lo que no estamos autorizados a vivir juntos y tendremos que rentar espacios separados. Acompaño a Evangeline a su habitación. Estoy con ella un rato mientras se duerme y luego apago la luz. Salgo de ahí escoltado por la policía.

SUEÑO 194 (23/09/2010) En el lobby del hotel más grande que haya conocido hay una pantalla donde proyectan una película animada. Se trata de un hombre cincuentón al que todo le sale mal en la vida y que, además, es

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la violencia. La directora de una escuela me presenta en un pasillo a un niño de cabello lacio y negro; su nombre es Juan Peregrino. Siento afinidad con él. Me convierto en un cocinero gordo y negro de los años cincuenta y le enseño al niño a cazar y cocinar caracoles. Sé que ese niño será alguien importante en el futuro, lo que pueda enseñarle lo sacará de apuros. La directora se lleva al niño a su salón. Descubro que alguien se está comiendo la carne seca de caracol que guardo en una alacena. Tal vez es el gato. Luego descubro que una niña vive en la alacena y se llama Tristeza Fem. Sé que me tengo que hacer cargo de ella, quien será la némesis de Juan Peregrino. Ahora pienso que estoy haciendo de tutor de un héroe y de un villano, pero aún no descubro quién es quién.


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manipulado por un grupo de animales liderados por un orangután judío ortodoxo. Los animales son crueles con el hombre y no pierden la oportunidad de humillarlo. Juegan con su ignorancia total acerca del reino animal. Lo hacen caminar por unos túneles, como si fuera topo, para ver cómo lo picotean unas aves/estacas que, desde la superficie, detectan y atacan a lo que se mueva bajo tierra. No podemos terminar de ver la película, pues ha subido tanto la marea que el agua entra al lobby. Cuando esta alcanza mis pies, decido subir a mi recámara.


Despierto en medio de una catedral/pirámide inacabada. Me pregunto qué sucedió, por qué no terminaron la construcción. Me encuentro un álbum con fotos de animales: un mamut, una medusa, un mono... Aparece el dueño del álbum, es un vagabundo. Huyo de él. Luego estoy con Dina en un auto. Ella maneja y vamos rumbo al bosque, pero la noto muy distraída. Me platica sobre un pájaro que el otro día le dijo: «¿Cómo es posible que en un mundo cuántico los personajes solo sean místicos contemplativos? ¿Por qué los sueños no pueden tener sus propias personalidades y viditas?». En una curva nos desbarrancamos y morimos. Estoy en casa de Dina y Kenia (que es la casa de Ada y Teo). Dina me pide perdón por habernos matado. Le contesto que no hay problema, que al cabo no sentí nada. Le cuento que sé que todo es un sueño. Me pregunta que si es un sueño por qué no cogemos, le digo que en los sueños no sentimos nada, que no es buena idea. Viene Kenia y nos propone que platiquemos de algo. Luego llega un tipo de unos cincuenta años; me entero de que es el nuevo roomie de ellas. Lo primero que me dice es que le da asco lo que escribo, que mis personajes no sienten nada y no lo hacen llorar, «por lo tanto, adivino que cuando sueñas no sientes nada. Eres un contemplador de sueños, no los vives, los ves como en un autocinema». Estoy pensando que si yo supiera manejar, Dina no nos hubiera matado en el accidente. Le digo al roomie que es muy fácil criticar cuando se es un sueño. Kenia me tira un zapato a la cara y propone que leamos Buscando a Bartleby. Tiene un ejemplar para cada quien. Debemos leer una página en silencio y luego contarla a los demás. Pero no estoy de humor para leer. Sigo molesto por el zapatazo, más que nada porque no sentí dolor. Le digo a Kenia que ya me voy. Ella se ríe y me dice: «Ni aguantas nada. El wey te dijo la verdad. La obra se defiende sola, no tenías que responderle nada».

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SUEÑO 195 (03/10/2010)


Contesto: «A ti te gustará que te golpeen y está bien, pero yo con un golpe tengo. Me da gusto que hicieras tu buena obra patafísica del día, el wey estará orgulloso de ti. Pero ahora haré mi obra egocéntrica del día largándome de aquí y borrándote del sueño». Kenia se ríe y me dice: «Esto no es un sueño. Cuando despiertes te acordarás de mí y el zapato va a machacarte la cabeza». Despierto molesto, tengo dolor de cabeza y la nariz tapada. Pienso que escribo como sueño. Mis personajes, como yo, no sienten, aunque parece que lo hacen. Son meras visiones sin profeta. Por alguna razón, apunto lo siguiente en mi libreta: «La épica oculta e interior».

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SUEÑO 196 (04/10/2010) Veo unos edificios con forma de bule. Son cobrizos, con ventanas redondas, pequeñas y oscuras. Una espina sale de la parte inferior del edificio y se entierra muy hondo en la tierra. Millones de naves/ moscas vuelan alrededor de los edificios. Esa arquitectura huele a podredumbre.

SUEÑO 197 (15/10/2010) Estoy en una ciudad de puras torres de departamentos idénticas a las Suites Moralva. Las calles son muy estrechas. Apenas se ve el cielo, que es rojizo. Me doy cuenta, sorprendido, de que no hay puertas para entrar a los edificios. Recorro algunas cuadras y lo confirmo. Tampoco veo gente, hasta que encuentro a Eunice saltando, colgándose de balcón en balcón para subir a un edificio. La llamo.


Le pregunto cómo se llama esta ciudad. Eunice voltea y me contesta: «Aquí solo viven estrellas de cine en blanco y negro». Eunice trae el cabello suelto, largo, y un cinturón de colores. «Todos se han ido», continúa, «no han podido con mis sustos». Entonces entiendo que se dedica a aparecerse de repente en los balcones y ventanas de las estrellas de cine en blanco y negro. Las asusta diciéndoles su futuro. «Pero ya no hay nadie a quien asustar», le digo. «Ya sé, nada más reviso», contesta. «¿Te ayudo?», le pregunto. «Sí, pero en la noche se pone peligroso», me advierte mientras se quita el cinturón de colores, que resulta larguísimo cuando me lo lanza.

Estoy en una ciudad camboyana azotada por tsunamis. Las personas huyen, se suben a los techos de sus casas o se agarran bien de los barrotes de las ventanas. Precisamente, unos niños quieren arrancar un barrote de la ventana de la casa donde me resguardo. Yo mismo les ayudo a arrancarlo. Cuando se lo llevan, una mujer me grita que no, que soy un estúpido, que qué hice. Volteo a ver a los niños, se han empalado a sí mismos, uno sobre otro, como brocheta. Entonces veo el agua venir. Corro y me trepo a un árbol altísimo. Quedo a salvo, pero desde aquí veo la devastación. Me doy cuenta de que el árbol es en realidad una enredadera que ha crecido sobre una estatua colosal descabezada del Buda. Cuando el agua se retira, un monje anciano me dice que los dioses están furiosos por la pérdida de la cabeza del Buda. Veo que únicamente una mansión se ha salvado de la inundación. Esa mansión tiene la cabeza del Buda como cúpula. Trato de llegar ahí, pero está muy lejos y bien resguardada. Me encuentro con un hombre que está cansado de sostener su casa. Le propongo que mejor use columnas, me ofrezco para sostener la casa mientras las construye. El

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SUEÑO 198 (05/11/2010)


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hombre se alegra, dice que esto era una prueba para cerciorarse de mi buena voluntad y que su casa en realidad es una máquina del tiempo y los multiversos. Me lleva con Big Mama Thornton; ella me ordena que me sumerja en unos canales de agua brillante y clara. Extrae del agua dos tipos de lápices unidos al fondo por un hilo. Big Mama me enseña que, si escribo sobre la superficie del agua el nombre de un lugar, estaré ahí al instante. Para empezar, hago un círculo. Siento cómo surge bajo mis pies una bestia. Me asusto. Big Mama se carcajea y dice: «Siempre es un gusto entrenarte. Me haces reír porque eres un sacatón. Desde que eras chico eres así. Me sorprende que llegaras tan viejo esta vez, pero algo haremos contigo». La bestia me traslada a donde quiero. Sé que hay más animales debajo, pero ninguno es peligroso, según Big Mama. Finalmente, llego a un sitio populoso. Al parecer, todos me conocen, porque me saludan. Cada poblador lleva consigo un arma increíble. Sin duda, son guerreros. Entro a un salón donde dos dioses discuten, cada uno de ellos representa a una ciudad distinta. El dios de Guadalajara dice que no deben rescatar al Distrito Federal: «¡Que desaparezcan!, ¡que se mueran!». Me preocupo porque sé que esto es el inicio de una guerra interminable y sin sentido.

SUEÑO 199 (08/11/2010) Vivo en un bosque con mi familia. Clementina y yo encontramos un cerro/cubo. Lo escalamos usando las lianas que cubren su superficie. En la cima hay una cabaña lujosa. Dos hombres de sombreros, lentes oscuros y joyas de oro nos salen al paso. Son narcos. Clementina los convence de que somos inofensivos. Tiempo después, estamos en guerra con las pandillas coreanas. Organizamos un ejército de vecinos y nos atrincheramos con rifles viejos detrás de las bardas de un panteón. Sabemos que necesitamos mejores armas, entonces


conformamos una comisión para ir con los narcos a pedirles ayuda. Nos vestimos como personajes de la época de la Independencia. Yo voy como Fernando VII. La idea es apelar al patriotismo de los narcos. Convencemos primero a la esposa del capo; luego su hijo, «Canelo» Álvarez, nos trae un baúl con armas. Se me ocurre empujar al «Canelo» a un barranco y huir. Lo hago. En la huida varios de los nuestros mueren. Cuando llegamos, lanzo una arenga de unidad para que vecinos mexicanos y pandilleros coreanos nos unamos contra «la amenaza narca». Disparamos contra los narcos. Estamos extasiados de ver cómo caen tan fácil, uno tras otro. Los que no mueren a balazos, los acabamos cortándoles la garganta.

Soy asistente de Javier Bardem, quien se dedica a pelear en lugares de mala muerte. Cuando lo mata un demonio de alas agujeradas, decido cambiar de patrón. Me voy de asistente de Mark Z. Danielewski, que es músico y tiene una banda de rock-hop. En el primer concierto, que ofrecen en un drenaje, Mark solo quiere que encienda su teclado. ON y ya. En el baño, la gente comenta que el concierto es un asco y mejor se ponen a tararear canciones de The Black Keys. El público se retira. El concierto termina y Mark, aparentemente satisfecho, me pide que recoja el cochinero. «¡Pero estamos en un drenaje!», reclamo. «Me voy a coger», responde y se larga muy campante. Levanto la basura y descubro que debajo de todo esto se encuentra la casa de Micaela. Además, hallo cómics de culto de un vaquero biónico y revistas National Geographic prohibidas. Me pregunto por qué están prohibidas, cuando aparecen dos niños frente a mí. Al parecer, ambos son sobrinos míos. Uno de ellos se lleva una pistola a la boca. Dispara y muere. El otro sobrino dice: «Es que era judío, fue mucho trauma», y señala

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SUEÑO 200 (09/11/ 2010)


una National Geographic especial con fotografías nunca antes vistas del Holocausto. El sobrino toma otra National Geographic especial sobre animales. Busca algo. De la revista, a manera de separador, sobresale una cola larga y rosada. El animal/separador muerde al sobrino y él me dice: «Es una zarigüeya mortal y ahora yo también estoy muerto».

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SUEÑO 201 (21/12/2010) He muerto y descubro que solamente amé a Winnie Cooper, quien aparece desnuda en mi funeral. Deposita unos crayones en mi ataúd. «Para que dibujes un camino», me dice. Se va. En el más allá trabajo como músico grupero y payaso de rodeo. Hago playback de Lupe Esparza. Tengo un trabajo decente para que no sospechen en el mundo de los muertos que planeo escapar con ayuda de dos niños. Escapo. Camino deprisa entre los cubículos de oficinas de un edificio administrativo. Me busca la policía. Una distracción inesperada y conveniente: todos los aviones caídos en guerra reviven y atacan el edificio administrativo, que empieza a derrumbarse. Me encuentro con Ursula K. Le Guin, pero tiene la apariencia de Kathy Bates. Le Guin me recomienda que huya a Chicago, donde su esposa me puede mantener a salvo por un tiempo.

SUEÑO 202 (30/12/2010) Una niebla tan espesa como crema baja de la montaña. Lo llena todo, ha atrapado al pueblo. Los que nacieron en el pueblo al lado de la carretera no saldrán jamás. Una vez al año, los pobladores se convierten en fenómenos horrorosos, pero también en cosas frágiles


como flores y pitayas. Me doy cuenta de que sueño y dentro del sueño encuentro una copia del sueño donde todo sucede y es igual, aunque con ligeras diferencias. Me pregunto si hay tiempo histórico dentro del sueño.

SUEÑO 203 (18/01/2011) Veo a un lobo con mechones negros y largos en vez de ojos. El lobo jala esos mechones como si quisiera arrancarlos. Parece que sufre.

Estoy en la playa de lo que parece/sé que es una isla. En el centro de la isla, oculta por la niebla, se levanta un árbol/ciudad/torre que creo haber visto antes. De repente, una mujer alada emerge del mar; pretende llegar al árbol/ciudad/torre. Un hombre musculoso y calvo salta prodigiosamente desde alguna parte y decapita a la mujer alada con un arma de metal. Entiendo que en la cima del árbol/ciudad/ torre está la salida del sueño.

SUEÑO 205 (23/01/2011) Encuentro una pistola dorada bajo mi colchón. Sé que Anthony Bourdain es pacifista, así que se la llevo. Bourdain vive en el desierto, en una casita neomexicana que antes fue hotel. Bourdain recibe complacido la pistola y la incrusta en la pared, que es de barro fresco.

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SUEÑO 204 (22/01/2011)


Cuando ya me retiro, veo llegar autobuses repletos de fans. Uno de ellos me dice que Bourdain se ha metamorfoseado en Neil Gaiman. Acompaño a los fans a la casita. En efecto, Bourdain ahora es Gaiman. Al verme, me recibe muy contento y amable, sigue agradecido por el arma que le di. «¿Quieres una foto conmigo?», pregunta. Respondo que más bien quiero preguntarle algo en mi horrible inglés: «Wat du yu recomen tu somguan ju wans tu crieit a mitoloyi?». «What kind of mithology?, witchcraft or sword?», me responde con su acento inglés. «Nou, nou, ai wan tu meik somtin diferen». Gaiman lo piensa un poco y dice: «Reinvent the City». «Bat ai wan tu meik somtin on the Drim Rialm». «All cities have dreams», me dice Gaiman como si fuera obvio.

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SUEÑO 206 (30/01/2011) Todos los centros universitarios de la UDG están a la orilla de la barranca de Huentitán, que también es un espectacular sistema de cascadas. A lo lejos, del otro lado de la barranca, se extiende un bosque negro rodeado de casitas del INFONAVIT. Eso me hace enojar. Jurek me dice que no me enoje, que es un sueño. Me doy cuenta de que tiene razón y me alegro de estar consciente. Tengo la impresión de que el mundo se ha enrarecido. Me siento inquieto. Un perro enorme color magenta me observa. Pienso que es un perro común y corriente, pero por alguna razón me parece extraño. En un cuarto encuentro a una secretaria detrás de un escritorio. Distingo en la pantalla de su computadora algunas portadas y sinopsis de libros del futuro. Le pregunto por Apocrypha. No aparece nada. «¿Qué edad tienes?», me pregunta. «Soy del ochenta y uno». «Ah, es por eso; los de tu generación están en el piso de libros imposibles. No te puedo asegurar que vaya a existir». Despierto muy preocupado.


En un pequeño librero café encuentro una colección de libros infantiles con portadas rojas. El cuarto volumen es un libro maldito que contiene la historia de una niña que murió hace tiempo. Un hombre alto con cara de idiota me muestra el dibujo que hizo en el piso con gises de colores: es la relación de hechos que llevaron al asesinato de la niña, a quien debemos proteger. Preparamos un auto para huir. Revisamos la cajuela y tiene dos compartimentos: uno para la casa de campaña y otro, una hielera, para llevar un cadáver dentro de agua de frutas. Subimos al auto y conducimos en busca de la niña. La encontramos: intenta ingresar a una mansión. Me acerco y la convenzo de que está muerta. Entonces ella recuerda que fue asesinada por «burócratas espaciales». Se acercan unos autos/ naves y sabemos que debemos escapar. Nuestro auto también es nave, que funciona con agua de frutas y cadáveres. Volamos por todo el planeta. Huimos por años. Veo en montaje distintos momentos en los que matamos burócratas espaciales. Finalmente, nuestro auto/nave es derrumbado en una emboscada. Para entonces ya estamos muertos el idiota y yo; la niña muerta ha crecido. El auto/nave cae junto a un pantano. La muchacha muerta sale a rastras del auto/nave, que echa raíces. Soy la muchacha muerta, me arrastro por las escaleras apenas en construcción de la casa de Ada y Teo. Pienso que mi vida es como esa casa inacabada. No hay culminación ni realización. Siempre entre varillas, pisos de cemento y paredes sin enjarrar. Soy un niño y me encuentro frente a la escalera que no lleva aún a ninguna parte.

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SUEÑO 207 (03/02/2011)


SUEÑO 208 (08/02/2011) King Bongó domina una isla que ha convertido en imperio. Los rascacielos ocupan toda la superficie de la isla. A través de las ventanas de los edificios se pueden ver mujeres y hombres hermosos desnudos. El agua está prohibida en el imperio. Todos viven en la pobreza. Sobre un río caudaloso flotan moáis que derrotan al tirano King Bongó. El agua entra con violencia a las calles y arrasa con todo a su paso.

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SUEÑO 209 (08/03/2011) Soy uno de los aprendices de un pintor. Le ayudamos a terminar su obra. Yo me encargo de pintar la cola de un monstruo. Cuando terminamos, el pintor se acerca y me pregunta qué he hecho. Le explico: «Las pinceladas se descomponen al final de la cola, se vuelven manchones indefinidos, no tienen sombras ni detalles porque al final de la cola hay otro mundo que ya casi no existe». El pintor le pregunta lo mismo a mi compañero. Abandono el lugar, que es un salón de uso común de un condominio. Es de noche. Camino sin rumbo definido. Me siento en una banca larga frente a una mesa de concreto. Un hombre se sienta frente a mí, del otro lado de la mesa. Tengo la impresión de que siempre estuvo ahí. Se parece a Jimmy Stewart y viste un traje de los años cuarenta. «Hablas demasiado», dice, luego me ordena que lo siga. Camino detrás de él por los jardines. Veo nuestras sombras y la luz de las farolas. Entramos a un bosquecillo, las luces del condominio quedan atrás. Él sube una colina con paso firme, desde ahí deja caer una pelotita blanca; la veo pasar. «¡Atrápala!», me grita. Parece decepcionado, pero continuamos la marcha. Más adelante, suelta otra pelotita, pero esta vez sí la atrapo y la guardo en


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la bolsa de mi sudadera. Quiero preguntarle para qué son las pelotitas, entonces suelta otra y otra y otra, veo cientos de ellas venir hacia mí. Intento recoger las más posibles, apenas puedo levantar la cabeza. Comienzo a olvidar cómo es el hombre. Me pregunto quién es él. La tarea de recoger pelotitas me ha sobrepasado. Sé que el hombre se ha puesto a andar de nuevo. Decido seguirle el paso sin dejar de recoger pelotitas. Pero ha desaparecido. Llego al patio trasero de la casa de Ada y Teo. Aquí me encuentro un perro labrador muy grande a punto de morir. «¿A que no sabías que perseguías a un perro?», me dice el animal, «Así es escribir una novela: sigues algo en la oscuridad, tratas de identificar sus huellas, con incertidumbre, sin saber a dónde vas, olvidando poco a poco quién eres». Yo estoy en el suelo, con la cabeza del labrador recostada sobre mis muslos. Acaricio su lomo de pelos dorados. Entonces el perro muere. Estoy solo en el patio cuando empieza a amanecer.

SUEÑO 210 (03/04/2011) Tengo una postal con la imagen de un artista importante. Pienso que para encontrar algo valioso, debo arriesgar lo que tengo seguro. La postal ahora es una pintura enmarcada. Tomo un objeto punzante y atravieso la pintura. Le arranco el marco y descubro que la pintura es ahora una pequeña capilla de origami. Entro a la capilla y encuentro a Rafael Sanzio rezando frente a la imagen de una virgen. Se persigna, se levanta y salta por una ventana. Me asomo por la ventana y descubro un paisaje vastísimo, de colinas de un color verde muy vívido, con vallas blancas que atraviesan las colinas. Un mono narigón trepa hasta donde me encuentro. Se sube a mi hombro. Ambos vemos el paisaje por un rato. Luego, el mono me dice al oído: «Todo mundo tiene su fin».


SUEÑO 211 (15/04/2011) Teo por fin se va a graduar de la licenciatura, algo que debió hacer en 1981, cuando yo nací. Sé que no se había podido graduar por mi culpa. Lo veo triste, viejo y cansado. En la fiesta de graduación somos atacados por un comando del narco. No sé nada de mi familia, pues ha desaparecido.

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SUEÑO 212 (10/05/2011) Veo una casa en medio de la nada, desde su interior surge un árbol que se expande rompiendo el techo. La copa del árbol cubre la luna misma. Mientras veo esto, escucho una voz que dice: «Ha olvidado que lo que sueña, lo que recuerda y lo que imagina son lo mismo. Las pesadillas lo liberarán».

SUEÑO 213 (28/06/2011) Los habitantes de Barcelona han caído en un frenesí de violencia. Los niños traen armas que saben disparar; los conductores chocan entre sí y atropellan a otros. En los salones de clases hay plantas que crecen de extrañas formas y producen flores desconocidas para mí. Animales inquietantes cuelgan de los árboles y de los balcones. Teo vive en la planta baja de un edificio en una calle del barrio Gótico. Lo visito, como en otras ocasiones, y me recibe su asistente, que está enamorada de mí desde hace muchos años. Teo camina entre cerros de libros. Un


libro con patas trepa la pared y aparece junto a mí. Me lo ha enviado Teo, me explica: «Son Max Margorien y su orquesta, han escapado del sueño; son inofensivos, siempre y cuando el público sepa tratarlos». En la portada del libro hay personajes salidos del circo más caro del mundo. Teo dice: «Incluso aparece un pez gigante domado para volar y andar fuera del agua… ¡y ser montado! La pregunta es: ¿cómo hará el público para que el equilibrista no salte?». Entonces distingo en la portada, perdido en el fondo, un cable tendido entre dos edificios y, sobre este, el equilibrista. Debo evitar que salte, de lo contrario la ciudad se volverá esquizofrénica.

Publican La historia perdida de Harry Potter, pero no la leo. Alguien me recomienda que espere a la experiencia inmersiva, que es lo de moda, «lo más cercano al sueño». Así lo hago. Camino por una calle de Londres. Mientras tanto, voy entendiendo ciertos asuntos de la historia sin necesidad de narrador. Me topo con Harry Potter, que habla por teléfono en una cabina pública. Me mira al pasar. Sé quién es él y lo que hace en ese momento: espiar a Voldemort. La locación cambia: en una habitación veo a Voldemort, es un tipo común y corriente que intenta convencer a su lacayo de que la educación pública es mejor que la privada. Todo Londres es una escuela/cárcel, un experimento para redimir a los villanos de las historias.

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SUEÑ0 214 (13/09/2011)


SUEĂ‘O 215 (19/09/2011)

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Veo a una mujer de San Juan de los Lagos, en los aĂąos treinta, que cumple una manda con la cabeza completamente vendada y un nopal espinoso colgando a manera de medallĂłn sobre su pecho.


SUEÑO 216 (08/11/2011) Una niña sale de la secundaria vestida con pants color caqui y su mochila en la espalda. Camina por la ciudad hasta su casa. Tarda mucho tiempo en llegar. Una vida. Lleva audífonos puestos y escucha a Big Mama Thornton. La niña también canta. Canta como Big Mama. Es su reencarnación.

Dios baja a la Tierra. Nos invade con sus gigantes. Nada podemos hacer contra ellos, son indestructibles y todopoderosos. Los dinosaurios han regresado, pero ahora son animales domésticos. Los gigantes destruyen todo, pero no tienen permiso de dañar a la humanidad. Luego aparecen los soldados de Dios. Me capturan y me lavan el cerebro para que sienta «el amor infinito de Dios», que es un anciano que no para de hacer bromas. Me hago amigo de una soldado. Jugamos a lanzar flechas envenenadas a los gigantes, pero las flechas son de aire. La soldado es aliada del mago viejo que dirige la Resistencia. Tomo una flecha y se la clavo en el corazón. Entonces tengo dudas de si Dios es realmente quien dice ser. ¿Y si Dios es el gigante que duerme?, me pregunto.

SUEÑO 218 (16/12/2011) Veo a un conejo de pelos blancos y largos con cara de anciana. Camino por un valle de sábanas blancas. A lo lejos se adivina una

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SUEÑO 217 (13/12/2011)


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cordillera, que no es otra cosa que montones de almohadas. El cielo es como un vidrio empañado en el que un dedo invisible dibuja figuras sin sentido. El conejo/anciana salta haciendo círculos a mi alrededor; de vez en cuando me enfado y le pregunto qué quiere. El conejo/ anciana se detiene y me mira con sus ojillos rojos. Se pone a saltar de nuevo en círculos, hasta que me harto y le doy una patada. El conejo/anciana sale volando hasta el cielo de cristal, mismo que se quiebra por el impacto. Caen montones de pedazos de vidrio. Corro, pero no hay dónde protegerme. Los cristales me alcanzan, cortan mi cuerpo en dos partes. No me duele, estoy al tanto de que solo sueño, pero encuentro perturbador contemplar la otra mitad de mi cuerpo mirándome a un paso de distancia.

SUEÑO 219 (05/02/2012) Chavela Vargas y yo andamos en Bernal, Querétaro, pero la peña ha desaparecido. «De cualquier manera», me dice ella, «el pueblo es anterior a la naturaleza».

SUEÑO 220 (24/03/2012) Suena la alerta sísmica y abandono disparado mi cama rumbo a la puerta del departamento, pero no salgo. Observo por la mirilla que afuera bailan dos personas/sombras. Silvia Pinal aparece detrás de mí y me pregunta qué hago. Le digo que vigilo que no entren los extraños. Despierto frente a la puerta sin mirilla del departamento.


Estoy en el volcán Ceboruco. En el umbral de una casa de ladrillos veo a una niña rubia desnuda. La niña me ofrece la mano, la tomo y me jala hacia fuera. No es de día, ni tarde, ni noche. Se ven las estrellas en el cielo, pero también el sol y la luna. Veo una carroza entre las nubes. En la carroza viajan Maximiliano de Habsburgo y Carlota/ Miroslava Stern. Carlota/Miroslava baja de la carroza. Qué bonita mujer, pienso y la beso. La niña rubia me jala y dice que la emperatriz está molesta porque la besé. Tomo a Carlota/Miroslava de la mano. La niña me dice que sigamos. En ese momento, descubro que soy mujer y soy parte de una cadena de mujeres tomadas de la mano. No puedo ver dónde comienza la cadena allá adelante. Carlota/ Miroslava y yo nos alejamos de ahí. Maximiliano nos dice adiós. Una camioneta Lobo pasa a toda velocidad rumbo a la carroza. De la Lobo baja un comando armado conformado por policías, soldados y narcos. Acribillan a balazos a Maximiliano. Carlota/Miroslava comenta algo sobre el daño a los bienes de la nación y la memoria histórica. Mientras tanto, las mujeres en cadena nos encontramos con un letrero que indica cuatro destinos: «SANITARIOS», «MÓDULO DE INTERPRETACIÓN VULCANOLÓGICA», «FUMAROLAS» y «VALLE PRINCIPAL». Se rompe la cadena y las mujeres nos desperdigamos. Carlota/Miroslava y yo nos quedamos solas, agarradas de la mano. «¿A dónde vamos, Carlota?», le pregunto. «Me llamo Miroslava y quiero ir a las fumarolas». «Okey». Andamos por un valle entre paredes escarpadas. Avanzamos con lentitud porque todo el valle está cubierto por mesas y banquitas blancas para picnic. «No creo que pueda seguir», dice Miroslava. Le pregunto por qué. Ella se sienta en una de las banquitas y me muestra la planta desnuda de su pie derecho. Está herida, ha caminado sobre botellas rotas de Coca-Cola. «He perdido mi zapatilla», me dice. «Te presto

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SUEÑO 221 (14/04/2012)


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uno de mis zapatos», le propongo. Ofendida, me dice que no, que son zapatos de hombre, «¿Qué dirían de mí?». «¿Quién?». «Pues el emperador». «¿Maximiliano?», le pregunto. «No, tonta. Dios». Escucho mi corazón latir dentro de mi cabeza: «¿Dios sigue vivo?». «Claro. Mira, sigue caminando. Derecho. Hasta donde termina el valle. Ahí vive Dios». Le pregunto si ella viene, entonces descubro que Miroslava ha muerto. Una familia (mamá, papá, hijo, hija y una niña coreana adoptada) ha extendido un mantel de cuadros blancos y rojos sobre el cadáver de Miroslava. La mamá coloca sobre el mantel una canasta rebosante de bolillos sin migajón. Sigo caminando por el valle. Entonces veo que sale humo del suelo y de las paredes rocosas. «Esto es el cráter», escucho, pero no puedo decidir si la voz pertenece a mujer, hombre, niño o viejo. Me encuentro atrapada en un terreno circular, veo paredes escarpadas a mi alrededor. En medio del terreno hay un montículo de rocas blancas. El humo sale por aquí y por allá. El humo y las rocas son Dios. Le hablo: «Dime qué hago aquí». Dios me responde: «Yo qué sé. Tú dímelo». «Pero eres Dios». «¿Y qué? ¿Acaso debo saberlo todo?». Le respondo que por supuesto. Después de un rato, Dios me dice: «Escucha bien. Estás hablando con un muerto que camina». Le pregunto qué significa eso. Dios contesta: «Significa que debes correr».

SUEÑO 222 (16/04/2012) Hay alguien colgado de un sauce junto a la carretera. Todavía se mueve. Bajo de mi auto, un jeep, y camino a paso veloz hacia el árbol. Me siento inquieto, pero extrañamente decidido. Así se habrá sentido Abraham cuando iba a sacrificar a Isaac, pienso. Del sauce cuelga un niño zombi. Cuelga tan alto que no puedo bajarlo. Mueve su pie izquierdo. Alguien me llama «imbécil». Tres adolescentes aparecen


de quién sabe dónde. Están bien escondidos, echados al suelo entre la lava. Dos de ellos llevan cuchillos oxidados, el tercero carga una roca. No recuerdo si estoy vacunado contra el tétanos. Estos tres hombrecillos incipientes, mugrosos, que apenas se distinguen de la lava, van completamente desnudos. Tienen los penes erectos. Se lanzan contra mí. Tiro un manotazo al aire con la palma abierta. La roca de uno de los hombrecillos golpea mi frente. Mientras caigo, siento uno de los cuchillos oxidados rasguñarme un costado. Se escuchan tres disparos. Logro oír un disparo más antes de perder el sentido.

SUEÑO 223 (21/04/2012) Una multitud ha venido a la playa Novillero a recibir al huracán. «Venimos a ver morir el mundo», dicen, «seguiremos cantando cuando el mundo reviva».

SUEÑO 224 (24/04/2012) Veo a Cristo disfrazado de conejo tocando la armónica junto al Teatro Degollado. Me da lástima porque sé que su pradera fue destruida. Es un espectáculo triste, un conejo exiliado que toca la armónica para sobrevivir. Pero Cristo con traje de conejo sube en una nube hasta la luna. Pienso: el Mesías Conejo de la Luna. El Cristo conejo que tocaba la armónica traía una pequeña mancha de sangre o de salsa

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Por alguna razón, cuando despierto recuerdo aquella vez en la secundaria cuando le di un golpe con la mano abierta a ese niño hijo de un médico narco colombiano. La mano le quedó pintada en la cara.


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Valentina a la altura del pecho, pero no lo supe hasta que desapareciรณ de mi vista. Ahora recuerdo ese detalle.


El Señor de la Montaña ha llegado y sus empleados reparten frituras entre los asistentes al lienzo charro. Detrás del Señor de la Montaña vienen un par de niños, monaguillos vestidos con camisas de seda dorada con figuras de caballos negros que corren por la pradera junto a un sol redondo y rojo que se mete en el horizonte. El Señor de la Montaña viste una guayabera impecable. Se quita el sombrero de palma y se lo entrega a un empleado bizco. En la comitiva, detrás de los monaguillos, unos hombres cargan con solemnidad a la virgen de Zapopan. Me sorprende porque sé que hace años se incendió la basílica de Zapopan. El Señor de la Montaña bendice al público, que son sus hijos bastardos. Apoya con firmeza su brazo derecho sobre un bastón, con el que domina el mundo. Me sonríe y me pide que haga lo mismo. Obedezco. Luego, le pide a la gente del público que tomen sus lugares. Él también lo hace. Alguien del público me grita: «¡Hereje!». Noto que en el centro del bastón sobresale un ojo de madera, una zona ovalada más oscura que el resto. A ese óvalo el Señor de la Montaña lo llama «Nuestra Madre». En ese momento, entran cuatro personas arrastrando una caja de dos metros por lado. Sé lo que traen ahí. Los escucho. Retiran la lona que cubre la caja: es una jaula techada. Adentro: un par de muertos hambrientos encadenados de los cuellos. Me amarran a un madero. El público se levanta, todos están felices. «¡Día de muertos!», grita el Señor de la Montaña. El público repite: «¡Día de muertos!, ¡día de muertos!». Abren la puerta de la jaula. Los muertos se abalanzan sobre mí. Caen de espaldas. Dos hombres han tirado de las cadenas. Los cadeneros ríen. Los muertos rechinan sus dientes. La lluvia cae sobre sus caras grises y amoratadas. Entonces, de un segundo a otro, los muertos se quedan quietos. Sus mandíbulas tensas se aflojan. Los dedos de pies y manos se desencorvan. Ahí, con los ojos abiertos, tirados contra el cielo, dejan que la lluvia les

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SUEÑO 225 (30/04/2012)


caiga sobre los ojos y las lenguas blancas. Se arrastran con lentitud hacia donde me encuentro. El cabello largo de la muerta se pega a su espalda, extrañamente hundida. Pasan junto a mí como si no existiera.

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SUEÑO 226 (21/08/2012) Juan Peregrino, que es un hombre alado muy elegante, me cuenta: «El lantronador es un animal vegetal. Nace en vainas que cuelgan de las paredes de las casas. Cuando la vaina se abre, surge un gusano que cae como clavadista a la tierra, se hunde y nunca se le vuelve a ver. Vive a kilómetros de profundidad, pero crece tanto que sus raros movimientos causan terremotos. Existe casi inmóvil consumiendo la energía del entorno, del silencio, del sonido, del movimiento y de la inmovilidad misma. En las ciudades, los gusanos que salen de las vainas caen en el cemento y, aunque tardan mucho en hacerlo, lo atraviesan. Los niños los persiguen con sopletes y los queman. Dorados saben exquisitos. Hay lugares donde los cultivan: las vainas cuelgan de cuerdas en las granjas de lantronadores. Cuando la vaina se abre, el lantronador queda amarrado. Las vainas crecen en sombra. En tres semanas los lantronadores alcanzan el tamaño de un lechón, entonces son trasladados a la sección de columpios, donde llegan a alcanzar los cincuenta kilos. No se les permite tocar el suelo porque si lo hacen se vuelven locos y no pueden pensar en nada más que hundirse en la tierra. Cuando los lantronadores llegan a su peso ideal, se recorren de los columpios a un área soleada. Ahí, en una semana de agonía, los lantronadores se achicharran. No soportan la luz solar, se les fríen las entrañas. Los lantronadores truenan, sus cuerpos se abren en dos desde el vientre. Entonces se les cuelga como cuando nacen y se meten a una alberca de aceite hirviendo. Se hace un chicharrón delicioso y carnitas suaves. En su agonía, el lantronador no emite una


sola queja, no se retuerce ni nada. Apenas tiembla un poco, nada más. Por eso a veces es difícil distinguir a los que mueren en el proceso».

SUEÑO 227 (01/10/2012) «Hay un dios que todo lo escribe y otro que todo lo lee», me dice el fantasma futuro de Édgar Adrián, que todavía no ha muerto.

Mis amigos me han raptado y me llevan en una van. Lo han hecho para mis enemigos, cuyos nombres aparecen en una lista negra larguísima que llevo siempre conmigo. A uno de esos enemigos lo maté a golpes. Después del rapto, salgo y descubro que el mundo ha cambiado. Mis raptores me siguen/no me siguen. Puedo hacer lo que quiera en este nuevo mundo, pero todo está prohibido. Cada decisión tiene consecuencias. Me encuentro eyaculando en la boca de un robot metálico y lleno de cables que viene del Valle Inquietante del Dr. Mori. Luego soy el Amo del Sueño y las Pesadillas. Mis deseos afectan este mundo, le dan forma a mi antojo. Construyo ciudades completas. También creo un cielo púrpura por el que nadan personas que se mueven y saltan como delfines. Son tantos los nadadores que cambian el color del cielo y los odio por eso. Luego despierto y me encuentro a mis amigos y mis enemigos. Entre todos hemos estado construyendo este sueño usando la tecnología secreta de una empresa. No entiendo cómo funciona esto, pero sé que se trata de un regalo de cumpleaños de mi papá, Stanley Kubrick. Mis amigos y enemigos hacen fila para

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SUEÑO 228 (17/12/2012)


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darme un abrazo. Lloro emocionado por las posibilidades de esta técnica de sueño colectivo. Todos se van a festejar, les digo que los alcanzo luego, aunque en realidad no quiero ir. Deseo aprender la técnica del sueño, aunque me quede toda la vida aquí. Pregunto en la empresa quién inventó la técnica. Me dicen que «Karla». «¿Karla qué?». «Karla O». No la encuentro por ninguna parte, pero una muchacha muy afable me explica que Karla O combina hipnosis con inyecciones para construir sueños colectivos. El paciente sueña, los demás están hipnotizados. Se necesita un espacio amplio, tan amplio como sea necesario para desplegar la geografía del sueño. Se requieren actores para todo, incluso para representar el papel de objeto. Con esta técnica, los colaboradores no recuerdan nada, solo que han hecho algo bueno por el soñador. El sueño se forma de los deseos del festejado y de la cosecha de Karla O. Ella le da sentido, control y belleza, «porque el sueño tiende a desmoronarse como galletas». La muchacha me invita a actuar de buró en el sueño de una joven pareja de payasos. Sus amigos están en un autobús escolar, todos vestidos de payasos también. El sueño es una pesadilla que me parece fascinante. La pareja y sus amigos comen carne humana. Distingo las piernas de un bebé en la boca de un payaso particularmente hambriento. Me parece una visión hermosa, aunque sé que no debería sentir eso. Esta gente sí que vive la ficción, pienso desde mi posición de buró. La muchacha y otras idénticas a ella pasan a checar constantemente que todo funcione correctamente. ¿Veo más alta que antes a la muchacha o me he encogido? La veo desde abajo. Claro, es que soy un buró de madera con cajones y objetos dentro de mí. Veo las piernas de la muchacha que son las paredes de un pasillo largo. Ella me dice: «Estás respirando muy fuerte, los vas a despertar. Los muebles no respiran».


SUEÑO 229 (15/01/2013)

SUEÑO 230 (23/02/2013) En un pueblo wixárika ubicado en una montaña, en la década de 1940, un joven es castigado por no cuidar bien a una niña. Ella ha muerto atropellada por un autobús en el que viajaban otras 25 niñas, rubias todas con vestidos blancos, con máscaras blancas pegadas a sus caras. El joven ha sido condenado a ser golpeado en el pecho durante 24 horas. Él resiste y huye. Comienza la cacería. Ya en la naturaleza, se las arregla para cambiar la situación: él acecha a sus perseguidores. Mientras tanto, descubro que en el pueblo siempre ha habido un sistema de chantaje y venta de protección por parte de la élite. Ahora entiendo que ante esto se ha rebelado el joven.

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Los países del mundo se han puesto de acuerdo para construir capacities, centros urbanos fabricados con nueva materia nanobótica. Algo sucede en el proceso, una tragedia que provoca que se prohíba el uso de la nueva materia. Pero una capacity no acata. Hay guerra y muerte. Veo las ruinas de la capacity rebelde. Las otras han sido desmanteladas pacíficamente. Muchos siglos después, en una ciudad/ isla, un migrante mexicano le cuenta todo esto a Martín Noche. Ese migrante sabe controlar la nueva materia, aunque tiene poca a su disposición. El migrante le propone a Martín Noche, que soy yo, que viajemos a las ruinas de la última capacity mexicana para recolectar nueva materia.


SUEÑO 231 (24/02/2013) Escribo dos libros que se titulan, respectivamente, Profetas menores y Gordos impresionantes.

SUEÑO 232 (02/04/2013)

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A todas las recámaras de una mansión se les ha removido una pared para usarlas como escenarios. En una de las recámaras/escenarios se representa una obra donde aparecen animales con ropas virreinales. En otra recámara/escenario repta una anaconda que se acaba de comer a su único espectador. Por las ventanas se ve la noche.

SUEÑO 233 (04/04/2013) Estoy con Iván dentro de una esfera de hámster. Esperamos a que baje el agua del diluvio para salir.

SUEÑO 234 (11/05/2013) • El muñeco del ventrílocuo no tiene labios. • Kilómetros de enredaderas tienen un centro y ese centro es un homúnculo. • Una corona como cuernos de buey almizclero.


• Un cocodrilo de escarcha con una lengua de metros de largo. • Enrique VIII en Stonehenge. • Un gusano amarillo volador del tamaño de una ciudad. Se abren sus costados como bocas extrañas con labios estirados y encías móviles. • Los hombros y cabezas de esos tipos de piedra superan la altura de las nubes. Se reúnen en grupos de tres para compartirse secretos. No están hechos de piedra, sino de ruinas marcadas por el hambre. Sus rostros son largos como globos que se desinflan. • Animales disecados que guardan en sus hocicos abiertos o cerrados unas bolas de luz que son caracoles. • Un zepelín nerval.

• Un rascacielos sobre una cúpula de magma. Ahí vive alguien. • Dedos negros. Uñas azules. Un valle de musgo. Montecitos que son rostros de personas. • Unas canastas caminan con zancos. • Dos sujetos vestidos con trajes de buzo color blanco e inflados llevan baberos de caramelo. • Un gigante de cuerpo oscuro vive en unas grutas. Su cabeza siempre es diferente, es de un metal que se dispone de nuevas formas. Para entenderlo, hay que interpretar la disposición del metal. • Una quimera violácea con exquisitos patrones de flores en la piel. • En el cielo vuela una parvada de escudos antiguos. • Una mujer viste con falda café de pana, blusa de flores amarillas y suéter. Lleva una máscara negra que cubre su cara.

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• Una raza completa de hombres/animales semejantes a televisores Toshiba.


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• Un colibrí azul gigante. Su cola es una serpiente. Mientras el colibrí vuela, su cola se sumerge en el agua. • Muchachos con capas rojas llevan arcos y máscaras de nidos. • El cuerpo humano ocupa todo el sistema de túneles del metro de la ciudad.


SUEÑO 235 (28/06/2013) El vendedor de helados tiene una papada prominente y bigote de Clark Gable. En realidad, es Clark Gable obeso. Sé que su vida cambiará para mal, pero él pensará que es para bien. Maneja un zepelín en las calles de una ciudad periférica que flota en las nubes. Los niños se acercan al zepelín sobre patines del diablo voladores. El Clark Gable obeso dice: «Las sombras de las cosas tiemblan, las cosas no, como si el mundo de las sombras estuviera terminando».

Una manada de boy scouts corre en cuatro patas por la pradera.

SUEÑO 237 (14/07/2013) Carlos Fuentes y Fernando Luján, muy jóvenes y acicalados, pelean con cuchillos en un internado para señoritas. Luján derriba a Fuentes y le clava el cuchillo en el cuello varias veces. Mientras lo hace, dice un monólogo sobre los héroes y la historia: «¿Reconoceríamos a Carranza de no ser por su abundante barba?», dice el actor con el semblante grave.

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SUEÑO 236 (07/07/2013)


SUEÑO 238 (05/08/2013) Simios con cabeza de muñecos bebés se paran sobre las bardas de la ciudad de Tokiorama. Una voz me pregunta: «¿Qué es un bestiario posmoderno?».

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SUEÑO 239 (14/11/2013) Veo meteoros que atraviesan con lentitud las nubes densas. Me encuentro en un extenso complejo turístico en el Bayou. Las habitaciones son casitas que flotan sobre el agua. Los meteoros son coprolitos que golpean la tierra a lo lejos. Sé lo que sigue: tsunami. No estoy solo, me acompaña una mujer que, al parecer, es el amor de mi vida. La conozco desde hace mucho, pero no puedo ver su cara. Aparece una ola monstruosa, le damos la espalda. Le digo que la amo. El golpe de la ola es inesperadamente torpe y baboso. El agua se ha vuelto gelatina. Nos refugiamos en una habitación de malla ciclónica que tiene una puerta bajo cadena. La mujer puede abrirla y cerrarla si quiere. En la habitación, me besa y me muerde. Recuerdo que cuando la conocí, ella modelaba en una boutique sus compras del día: un par de blusas y un strapon. Me enamoré de inmediato. Afuera de la habitación, el mundo ha desaparecido bajo una capa viscosa. No nos importa. Ella me dice: «Estamos a salvo en el arca del sexo y el amor».


SUEÑO 240 (05/12/2013)

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Veo a Dolores del Río recostada sobre su antebrazo izquierdo en la cama de un hospital de azulejos blancos chorreados de sangre.

SUEÑO 241 (06/12/2013) Rita Hayworth se aparece sobre un árbol en un parque. El árbol, a la vez, es un montón de mierda. Arturo de Córdova me dice: «La diosa del amor no existe, porque el amor es pura vacilada».


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SUEÑO 242 (09/12/2013) Afuera del Palacio Imperial hay un pequeño mar violento que solo puede ser cruzado por ballenas huevonas. Esas ballenas lo navegan sin problemas porque son parte del mar mismo.

SUEÑO 243 (10/12/2013)

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En la ciudad usan gólems como vehículos, aunque a veces se descomponen y se encorvan, se hacen bolas como cochinillas y dejan de moverse. Por suerte, los taiwaneses han encontrado muchas maneras de echarlos a andar de nuevo.

SUEÑO 244 (12/02/2014) Veo un oso hecho de retazos de cuero. Su hocico es un agujero circular con labios de cuero encordado. De su hocico sale algo que no identifico.

SUEÑO 245 (18/02/2014) Tony Soprano es un vampiro gay. Me sorprende conocer a un vampiro gordo, pero me entero de que su gordura lo hace inmune a la luz solar. Come niños y bebe su sangre en un ritual con otros vampiros obesos.


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SUEÑO 246 (19/02/2014) Veo toda la vida de un vaquero patiño, pero la olvido al instante. El vaquero patiño es acosado por el fantasma maldito de un cardenal. De los nervios, el vaquero patiño pierde los dientes. O no los pierde, más bien flotan en su lugar sin tocar las encías.

SUEÑO 247 (20/02/2014)

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Una inundación en Tepic arrastra a Caleb, un bebé, al drenaje. No paro de llorar.

SUEÑO 248 (21/02/2014) Me encuentro a Philip Seymour Hoffman en una barbería. Recién terminaron de afeitarlo. Yo vengo del futuro y siento la obligación de advertirle que no trabaje en The Savages, ya que las pastillas que tomará ahí no serán de utilería, sino verdaderas. Entonces recaerá en la adicción. Me dice que no me preocupe, que todo ha sido actuado ya. Le prometo algo: «Cuando estés a punto de morir seré tu enfermero, como en Magnolia». Parece agradarle la idea.


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SUEÑO 249 (16/03/2014) Soy reportero. Me han enviado a la entrega de los Óscares. Aquí conozco a Steve Carell y a algunos actores viejos que he visto en películas, pero no identifico. Termina la ceremonia y me ordenan que me infiltre en la guarida de los piratas terroristas camboyanos. Ellos han construido una réplica de Angkor Wat a las afueras de la ciudad, junto a la carretera. Los terroristas me descubren cuando mi información sirve al ejército para tomar la guarida. La mayoría de los piratas logran escapar a su isla, en el océano que se extiende frente a la ciudad. Hasta aquí los perseguimos. Logramos tomar el control de todo, pero no encontramos a los piratas. En la isla solo han quedado señoras y niños, a quienes esclavizamos. Me siento culpable y me hago amigo de una señora que canta blues camboyano. Ella es muy amable y me enseña su sistema de escritura: usa palitos de madera a los que envuelve con hilo grueso al que hace nudos. «Cada tipo de nudo corresponde a una sílaba», me dice. La señora me da un mensaje con su escritura: un pliego petitorio y una canción para los colonialistas. Yo hago de mediador. Comunico el mensaje a los militares; estos se ponen furiosos.

SUEÑO 250 (18/03/2014) Valeria me regala un dulce tipo Tix Tix que tiene grabada la palabra «VOSTOK». Me pongo a llorar.


SUEÑO 251 (02/06/2014) Estoy en un hotel de lo más exclusivo. Le digo a Jis que el último hotel donde estuve no tenía puertas en los baños. Este hotel, sin embargo, es tan bueno que cumple todos tus deseos en cuanto vienen a tu mente. Yo quiero comer tiburón crudo y coger con Tina Fey. Lo hago todo al mismo tiempo.

Un aparato inaudito me viste en un segundo con traje de superhéroe cuando se avecina el peligro. Tiene el problema de que no siempre la elección del traje es la mejor. Me viste de Pijaman, un niño con pijama y sin poderes. Pruebo de nuevo y me viste de V, aunque no incluye cuchillos, solo aplicadores de pegamento industrial. Cuido la seguridad de una convención de precanditatos priístas en Nayarit. Todos llevan camisa blanca y logo del partido tejido. Me provocan tanto asco que uso el pegamento industrial para pegarles los pies, bocas y manos al piso. Como también son narcos, llevan armas de todo tipo. Me llevo las que no se arruinaron con el pegamento. Escapo a través de un edificio en obra negra. Me encuentro a Miroslava Stern y le digo que la amo, pero me tengo que ir a salvar la ciudad. Más tarde, estoy malherido. Es Halloween y me desplazo trastabillando hasta la azotea de una casa. La gente acostumbra dejar comida en las azoteas para que los superhéroes tengamos qué comer.

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SUEÑO 252 (03/06/2014)


SUEÑO 253 (05/06/2014)

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La ciudad se llena de extraños animales/vegetales. La coa es una especie de cocodrilo/planta carnívora voladora. El ambiente es húmedo, la ropa se me pega al cuerpo. En el centro de la ciudad un árbol titán está matando a las personas. Hablo con una estatua de mármol de Pedro Infante. Intento hacerle ver el peligro que corre la ciudad, mientras la contemplamos desde un sitio alto. Pedro se sorprende de todo lo que ha cambiado desde 1957. Me dice que, aunque lo parezca, no es un guerrero y no puede acabar con la invasión de los animales/vegetales. Le digo que sé que lo suyo es cantar, la fiesta y las mujeres. «Lo único que te pido es que hables con la estatua del Pípila. Convéncelo de que nos ayude». Pedro sonríe, me toma del hombro y damos un paseo.

SUEÑO 254 (15/06/2014) En un viejo restaurante mexicano de dos plantas funciona, por las noches, un club de sexo y comedia. Esta noche, cojo/río con Tina Fey, Pamela Adlon y Julia Louis-Dreyfus. Pregunto por qué no vino Sarah Silverman, nadie responde, pero sé que no apareció porque no le gustan ni mi comedia ni mi lengua. Eso me entristece. Cuando sale el sol, aparecen jóvenes garroteros. Abren la planta baja, limpian el local, ponen manteles y nos piden a los miembros del club de sexo, exhaustos como estamos, que abandonemos el lugar. «Hasta luego», nos dicen muy amables. Afuera, la mañana es fresca, al parecer llovió toda la noche. Las comediantes se van cada una por su lado, mientras yo me pregunto si serán mis amigas de verdad o solo soy una curiosidad para ellas.


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SUEÑO 255 (16/06/2014) Después de salvar la vida de una niña adoptada, voy a la casa de al lado a violar a las vecinas japonesas. De repente, me horrorizo de lo que hago y me arranco la cabeza. Entonces mi cabeza me dice que no hay problema, que esto es un sueño y puedo hacer lo que se me antoje, que aquí no hay víctimas de verdad, «Solo gelatina sin cuajar». Claro, pienso, eso es. Toda la gente del sueño no es gente, no tienen voluntades. Son agujeros negros, zombis filosóficos que fingen personalidad. Cuando cometo actos inmundos contra alguien en el sueño, en realidad los cometo contra mí. Nadie sale lastimado. Eufórico, empiezo a recorrer la ciudad. Llego a un callejón sin salida y cuelgo de ganchos en la pared a vagabundos y policías que encuentro amontonados en un contenedor de basura. Ninguno se queja, parecen muertos, pero no lo están. Luego llego a un centro comercial y entro a una estética. Ahí veo a dos muchachos muy bonitos, peluqueros, y les pido que cojan para mí. Lo hacen con los ojos muertos, desganados. Realmente son gelatina sin cuajar, pienso. Salgo de ahí dando grandes zancadas. Me he convertido en el fantasma de Koko el payaso. Recorro el centro comercial con el pene de fuera, bailando con tremendo ritmo y cantando «St. James Infirmary» con la voz de Cab Calloway. En uno de los locales se asoma repentinamente una mujer ahogada. Su cara está verde e inflada. Le digo que ningún susto me puede despertar ahora que soy el Amo del Sueño. Le ordeno que me la mame. Mientras lo hace, de su boca salen algas y agua turbia. El ambiente huele a pescado. «Ninguna porquería me sacará de aquí», le digo triunfante.


SUEÑO 256 (17/06/2014) Pierdo el tren que pasa junto a mí mientras me dirijo a la estación. El Valle de las Vías se inunda. Pirañas de pixeles se comen mis manos.

Soy niño y vivo en casa de Ada y Teo. Ellos han adoptado a un enano que vive las 24 horas en el baño azul. No lo he visto, pero sé cómo es porque Ada y Teo no paran de hablar de él. Veo tele, como, juego con un perro, como más. Aprovecho que Ada y Teo no están para subir las escaleras y espiar al enano adoptado. Con discreción, uso un espejo para ver por debajo de la puerta. Descubro que el enano es un disfraz que oculta a Cinthya. La veo parada bajo la regadera, con la mirada perdida, desnuda y con el cabello negro. Lleva un poema tatuado en la espalda. Luego se sienta en el suelo en posición de loto. Empieza a cantar una canción sobre acostarse en el suelo frío. Al mismo tiempo, se masturba.

SUEÑO 258 (26/06/2014) Quiero viajar en globo, pero Ada y Teo no quieren llevarme. Me dicen: «Habrá cámaras y estás muy gordo». Me quedo en tierra y veo cómo el globo arde en el cielo.

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SUEÑO 257 (25/06/2014)


SUEÑO 259 (27/06/2014)

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Veo un demonio enano de piedra roja en el fondo de una alberca. El demonio tiene un pene larguísimo que usa como bufanda. Me pregunto si el demonio está vivo.

SUEÑO 260 (28/07/2014) Adal Ramones hace un monólogo, pero no habla, solo se saca el pene y lo sacude como si fuera un muñeco de trapo. Nos caen gotas de orines al público. Cerca del estudio de tele hay mar, es un agujero en medio de un centro comercial expuesto al sol. El agua se mueve, hace olas violentas y lanza a la playa pequeñas mascotas olímpicas de


SUEÑO 261 (31/07/2014) Teo vende nuestra mansión a dos instituciones: el Bar de Polo Polo y la Asociación para la Difusión Internacional de la Literatura Veracruzana. ¡Mierda!

SUEÑO 262 (09/09/2014) Un auto/carroza atraviesa un valle quemado. A su paso levanta el polvo negro. Nadie conduce el vehículo, pero lleva de pasajeros a Rafael Inclán y a Catherine Deneuve, elegantísimos, ambos a la usanza de los años treinta. El auto/carroza llega a las ruinas de un castillo de piedras oscuras. En los alrededores hay árboles secos de los que cuelgan llantas como si fueran frutos.

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plástico transparente. Tomo una, pero eso ofende al mar, que se desborda e inunda todo. Apenas puedo respirar. Escapo por una ventana que da a las nubes. Ahora estoy en un rascacielos de ladrillos rojos. A donde mire, únicamente hay montañas de ladrillos rojos. Escalo una de esas montañas y en su cima encuentro amigos que creía muertos. Me alegro mucho, entonces aparece una sombra que lo cubre todo. Es un piojo de plástico negro gigantesco. Está hueco, pero es capaz de lanzar ladrillos contra nosotros. El piojo es el constructor ancestral de las montañas de ladrillos. Corremos. Entramos a un templo y nos resguardamos; en ese momento entra una multitud de rostros compungidos. Estos también están en las cúpulas, columnas y paredes del templo. La gente viene aquí a rezarse a sí misma.


SUEÑO 263 (12/09/2014) Andrea Palma y yo cogemos en una habitación pequeña. De repente, ella se desdobla. Su otro yo se aleja de nosotros y se vuelve testigo. Ahora ella nos dirige en un video pornográfico.

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SUEÑO 264 (14/09/2014) Voy en un avión con Kenia. De pronto, ella se levanta de su asiento y me entrega a su gato. Me dice que ahorita viene. Le pregunto a dónde va y me responde que a coger con su álter ego, «es que tengo muchas ganas». Le digo: «Ok. Me avisas cuando termines para cerrar la puerta». La veo caminar por el pasillo del avión mientras se desvanece. En ese momento, me doy cuenta de que el gato ha desaparecido. Le pregunto a un pasajero si lo ha visto. «No, ¿cómo era?». Le respondo: «Era de la muchacha que se fue. La que venía conmigo». El pasajero me ignora. Dejo mi asiento y saco una pelota que llevo en uno de los bolsillos de mi saco. La lanzo por el pasillo, entonces me despreocupo, pues sé que la pelota hallará al gato. De cualquier manera, siento que es mi responsabilidad avisarle a Kenia que el gato está temporalmente extraviado. Busco en otra sección del avión, que ahora es tren. Me asomo por las ventanillas y veo pasar al gato en sentido contrario al tren. Ahora sí lo he perdido para siempre y me reprocho haber confiado en la pelota para dar con su paradero. Un señor aparece y me dice: «Si el gato va en sentido contrario, es que ya se le perdió. Pero no creo que la muchacha se enoje tanto. Mire, ella también va para todos lados al mismo tiempo». Me asomo por la ventanilla y veo a dos Kenias desnudas. Son fantasmas que corren una hacia la otra y se atraviesan. Lo repiten una y otra vez.


Se ven contentas. Entonces me doy cuenta de que no tiene sentido preocuparme, pues Kenia misma, ahora que anda allá afuera, dará con su gato tarde o temprano.

Estoy en New Crobuzon para una carrera de perros entrenados. El mío se acobarda tanto que no puede pasar de la línea de salida. Mi perro, sin embargo, no es perro, sino un gringo gigantón e imbécil. Se llama Chagui. Me pide perdón por fallarme; de todas maneras, lo despido. A la mañana siguiente, salgo del hotel para conocer la ciudad. Paso por la Plaza de la Noción, que es perfectamente circular y está en ruinas. Una estatua blanca y enorme de la Virgen está tumbada. Todavía se levanta el polvo por el último ataque de un monstruo. Camino por el centro y me encuentro un templo/plaza de la computación. Un montón de monjes calvos adoran a un proyector y a una pantalla en la que se ve la única grabación del monstruo que ha destruido la ciudad. Salgo de ahí vestido de novia; sostengo un ramo de flores con mis dos manos. Camino por las calles y banquetas angostas del centro. No hay árboles y el sol quema la piel. En las bardas hay publicidad de banda y de una película restaurada de Hedy Lamarr. Paso junto a un enrejado; al otro lado hay una cancha de basquetbol. La duela es azul y está llena de niños que llevan medias en la cabeza. Llego al final de la calle, donde hay un muro enorme, me detengo frente a él para pensar lo que he visto. El centro de la ciudad obedece a un diseño equilibrado y hermoso, digno de conservar. Conforme me alejo del centro, me parece que la arquitectura se vuelve vulgar, sin chiste, demasiado convencional. Pienso que aquí nadie ha explorado lo imposible. Me pregunto qué significa una duela azul y unos niños con máscaras de medias. Da tristeza ver las ruinas de las plazas y

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SUEÑO 265 (29/09/2014)


esculturas del centro de la ciudad, pero en la periferia sucede algo interesante: un sueño se ha amalgamado con la arquitectura. Una niña azul se acerca y me pregunta si quiero ver más. Le pregunto qué más hay que ver. Me dice que le dé mi vestido de novia y me dirá. Se lo doy con todo y el ramo de flores. Ella me pide que la siga. Me lleva por unas escaleras. Subimos y veo que la ciudad se extiende más allá del muro que bloquea la calle. Veo una parada de combis. Los choferes invitan a la gente a abordar. Vocean las rutas, pero son tantas que no sé cuál tomar.

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SUEÑO 266 (01/10/2014) Sasha Grey y yo acampamos en el jardín de la casa de Ada y Teo mientras ellos encuentran las llaves para dejarnos pasar. Sasha habla por teléfono con su familia todo el tiempo sobre una borrachera y le pido que baje la voz, que no quiero que Ada y Teo nos dejen fuera. Cuando por fin nos dejan pasar, me dirijo a los botes de galletas de la alacena, pero al abrirlos descubro que las galletas están podridas. Oigo a Ada reclamarle a Sasha porque no le avisamos cuando llegamos. Me molesto y le digo a Ada que si no nos quiere aquí que lo diga y ya. Ada trae sus agujas para tejer un vestido rojo que se extiende por toda la casa. Tomo a Ada del cuello y la empujo contra la pared. Teo pasa por aquí y no hace nada. También veo que Clementina tiene un morete en el cuello que tal vez yo le he hecho, pero luego recuerdo que tiempo atrás Ada intentó ahorcarla. Le pido ayuda a Teo para arrebatarle las agujas de tejido. Logramos quitárselas, pero Teo hace un gesto malvado y encaja las agujas en los ojos de Ada. Luego asesina a Caleb y a Apolonia, que son bebés siameses. Comprendo todo: Teo y Clementina han trastornado a Ada y ahora se quieren deshacer de todos. Sasha huye a la planta alta de la casa, pero Clementina la


persigue. Está en peligro mortal. Sé que debo matar a Teo y luego a Clementina, pero no sé cómo. Despierto espantado.

Llego en tren a un país desconocido. Veo un letrero de «SALIDA», pero más adelante hay otro de «SEGUNDA SALIDA». Tomo la segunda. Un oficial de migración me detiene y me dice que para usar esta salida debo pagar un servicio especial. Me quita el pasaporte y, cuando lo revisa, este cambia. Ya no es mío y ahora es de color rojo. El oficial me acusa de viajar con pasaporte falso. Le digo que no, que es un truco. Me responde que no es magia, sino comedia, y lanza mi pasaporte a un piso inferior del edificio. «Si va por él», me dice, «le doy su pase». Bajo por el pasaporte y recupero mi identidad: soy Román Paspor. Le muestro el pasaporte al oficial y este se retuerce a carcajadas. Me grita, desde el otro piso, que acabo de bajar a mi país y que los que bajan por voluntad propia ya no pueden regresar.

SUEÑO 268 (16/10/2014) Un muchacho lleva el cuerpo descabezado y gigante de una gallina, a manera de sombrero, sobre la cabeza. Carga la cabeza de la gallina en sus manos. Mientras camina, deja un rastro de sangre.

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SUEÑO 267 (02/10/2014)


SUEÑO 269 (11/11/2014) Es de noche y viajo en autobús. Dos ancianas me han robado pertenencias valiosas. Logro que pare el autobús. Las ancianas se resisten, pero el conductor las obliga a abrir sus maletas. Parece que no soy su única víctima. En sus enormes maletas de los años setenta llevan animales vivos en peligro de extinción. Leopardos, aves, jirafas y mamíferos unen sus patas en señal de agradecimiento por el rescate y hacen reverencias mientras se alejan de la carretera y el autobús.

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SUEÑO 270 (12/11/2014) El mundo ha terminado. Encuentro un martillo con el que, sin duda, podré defenderme de los muertos. Hay un muerto de cabeza brillante y radioactiva que no debo golpear o explotaremos todos.

SUEÑO 271 (13/11/2014) El Papa canta «Baby One More Time», versión ópera, mientras patea a un hombre que le debe dinero. Están en la Capilla Sixtina a media luz. Detrás del Papa hay guaruras musculosos, lampiños y aceitados vestidos apenas con una tela color cardenal que les cubre los genitales. Analizo un mapa Guía Roji de Roma desplegado sobre una mesa. Me doy cuenta de que el mapa es ficticio y la ciudad también. Pienso que los mapas no tienen la obligación de ser exactos, mientras proporcionen las coordenadas de las fantasías humanas. Este mapa que tengo enfrente fue hecho para perderme. Perfecto.


SUEÑO 272 (09/12/2014) Estoy en una casa japonesa de mediados del siglo XX. Una familia toma té en tazas de porcelana. En el salón donde nos encontramos hay un mural: un cerdo vestido de nazi (El Cerdito Hitleriano) aparece junto a un tipo enclenque, casi un duende, que lleva una máscara que cubre todo su cuerpo (se llama Cara Roja). Tomo un papel y anoto todo lo que veo, quiero recordarlo bien: además del mural, la familia está conformada por una mujer, su hijo, la esposa del hijo y la hermana de la esposa. El mural fue pintado por Hayao Miyazaki.

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Despierto. No he logrado apuntar nada y empiezo a olvidar los detalles del sueño.


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SUEÑO 273 (16/12/2014) Nubia está de rodillas, con el torso inclinado sobre un tatami. No lleva ropa encima. Me dice palabras que no entiendo. Se asoma su rostro de mujer madura oriental a través de un agujero cuadrado en una pared. Muestra sus senos de manera lasciva. Después, anda con un paraguas, aunque no llueve ni hace sol. Nubia se sube a una bicicleta y me ordena que me desnude mientras pasea en círculos alrededor de mí.

Una voz me dice que debo cambiar el nombre de Agustín. «Ponle un nombre popular de 1998. Algo simple e insignificante. También cambia su cara». Despierto con la idea de llamar Michael a mi personaje, así nada más.

SUEÑO 275 (30/01/2015) Veo una pintura de un paisaje rural: un montón de niños marchan por la calle terregosa de un pueblo. Los acompañan dos niñas de mármol, estatuas con vestiditos lindos y bucles dorados.

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SUEÑO 274 (27/01/2015)


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SUEÑO 276 (10/02/2015) Estoy en Gordita Beach con Joaquin Phoenix. Le digo que debemos hacer algo para que la gente entienda nuestra película. Me dice: «La clave está en el montaje. Hay que recortar y recortar hasta que quede una película de Tarantino». Luego corro por un bosque nevado. Encuentro una cabaña destartalada. Desde el techo veo muchos osos que me quieren devorar. Tomo un rifle y les disparo en sus hocicos, siempre con buena puntería. Entonces veo a un caballo que corre al frente de otra manada de osos. Ada aparece montada sobre un elefante que atemoriza a osos y caballo, dice que debemos irnos a la casa. Caminamos por las calles de New Jersey. Ada no recuerda dónde estacionó la combi. En ese momento descubrimos que una grúa arrastra nuestro vehículo. Ada dice que no me preocupe, que conoce a Adriana La Cerva y que ella hablará con Tony Soprano, él lo arreglará todo. «¿Pero qué Adriana no se convirtió en hombre?», le pregunto. «Sí», contesta Ada, «se puso pene y todo».

SUEÑO 277 (28/02/2015) Estoy en una de las Coreas. No sé en cuál y eso me preocupa. Busco indicios para entender en cuál Corea me hallo. Encuentro un monumento compuesto por grandes bloques de granito organizados a manera de escalones. En la pared de cada escalón hay un sobrerrelieve de personas ahorcadas, de cuerpos gruesos y toscos. En una escalinata anexa veo a Daniel Bisogno, Galilea Montijo, Paty Chapoy, Pedrito Sola, Rafael Inclán y Tania Rincón vestidos con botargas de changos, bailan una canción de Bruno Mars. Pienso que por fin pasó lo que tenía que pasar: Televisa y TV Azteca se han unido para crear el


emporio mediático más voraz del mundo. Cuando terminan su baile, los conductores se acercan a los mirones para repartirles volantes de un gimnasio y una comida corrida. Me cubro el rostro con una cámara para que nadie se entere de que soy mexicano.

SUEÑO 278 (01/03/2015)

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En la casa de la Resistencia tienen habitaciones temáticas para aguantar el asedio de los sueños. Todos ahí hablan eslovaco. Una de las habitaciones está decorada con ilustraciones de Alicia en el país de las maravillas hechas por Arthur Rackham. En otra hay dibujos de Rico McPato. «Es vintage», me dice una mujer, «solo lo viejo puede contrarrestar lo onírico».

SUEÑO 279 (13/03/2015) Scarlett Johansson lleva un vestido verde y está sentada junto a mí en el avión, que va con sobrecupo y lleva pasajeros de pie. Scarlett finge que le gusto para manipularme, sé que trabaja para el enemigo, a quien he jurado destruir. Visto traje, corbata y llevo un maletín. En el maletín transporto la mano de Álvaro Obregón.


SUEÑO 280 (14/03/2015) Planeo, junto con otras personas, un ataque nuclear sobre la ciudad. Lo llevamos a cabo, pero se complican las cosas. Mis compañeros mueren, yo apenas logro escapar. La gente se ha vuelto zombi por la radiación. Me abro paso hasta la mansión de Calavré Padial.

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SUEÑO 281 (16/03/2015) Robert y un rubio desconocido tocan a mi ventana y me dicen que estoy contemplado en el itinerario del tour Almadía, pero tengo que aprobar un examen para saber si soy digno de la Literatura. Les digo que me hubieran avisado antes para peinarme. Robert me presta una cachucha roja, me la pongo de inmediato. El rubio desconocido me pregunta qué tanto me ha enseñado Robert en la vida. Le respondo que me enseñó a saber que lo mío lo mío era poner las cosas de cabeza y hacer las preguntas incómodas. El rubio, decepcionado, me dice que en realidad buscan a «un esteta de la frase, un exquisito». Le digo que de plano no soy ese que buscan. Ellos desparecen y me encuentro en un sillón en un escenario frente a un público. Sudo a chorros. Junto a mí está Cristina Rivera Garza con un vestido blanco. Me dice que Almadía me ha elegido, publicarán mi primer libro, ya no debo temer nada. Me abraza, me besa y me pasa un contrato que debo firmar sin leer. No le hago caso. Veo en el contrato nombres de amigos y conocidos que también fueron evaluados. Le pregunto qué pasará con ellos. Ella me dice que serán borrados y que debo apurarme a firmar. Entonces olvido mi firma. Rivera Garza se burla, dice que un escritor genuino sabe usar una pluma. Lo intento de nuevo, pero no me sale la firma. Rivera Garza saca un encendedor y prende fuego al contrato


y al escenario. Salgo de ahí, todos mueren, incluso ella. Pienso que es una suerte que haya salido vivo. «Sí, pero eres un depredador sexual», me dice un señor quemado con los ojos rojos de sangre.

SUEÑO 282 (29/03/2015)

SUELO 283 (30/03/2015) «Patsy, mi amor» y yo vemos televisión en un aparato pequeño en una casa en obra negra y paredes amarillentas. A veces, «Patsy, mi amor» sale a platicar con Arturo Ripstein. Sé que también tiene una relación con él, me parece bien, eso es lo que acordamos. Uno no puede serlo todo para el otro, pienso. En la tele veo a Tony Soprano reconciliarse con Furio, que ha llegado desde Italia a cumplir un encargo de Tony: «Acabar con una pandilla de jovencitos pendejos» que hacen fiestas todos los días en una mansión. Furio llega a la mansión disparando indiscriminadamente. Le da un balazo a A. J., que es el jefe de la pandilla. A. J. se arrastra con patetismo por el suelo, muere en brazos de Furio; la sangre del muchacho moja su camisa. Luego: dos generales de alto rango hablan de «los beneficios de este error fatal». Uno de ellos le pregunta al otro si cree que yo tomaría venganza en un caso semejante. El otro le contesta que me falta pasión, que si tolero que mi esposa tenga vínculos sexoafectivos con otros, también podría

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Limpio el vómito de Teo en un dinner gringo de los años cincuenta. No he parado de hacerlo por una semana. Se escuchan Los Apson: «Fue en un café».


dejar que maten a un hijo, que soy una vergüenza para «la comunidad de los hombres que no aman hombres». «Pero él mismo lo mandó matar», dice el otro. «En el fondo, Rafa siempre ha querido matar a su propio hijo y al resto de los hombres».

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SUEÑO 284 (05/05/2015) Visito la casa de Ada y Teo. Sigue en construcción, como siempre. Veo la ciudad desde mi habitación en obra negra. Recuerdo todas las visiones que he tenido desde aquí. Teo construyó un cuarto para él en el patio trasero de la casa. Lo ha decorado con fotos de sus antepasados y carteles turísticos de Nayarit (Mexcaltitán, San Blas, Bellavista…). También tiene una oficina ahí. Parece una celda monacal, pequeña y decorada con reliquias de madera. Pienso que Teo tiene mal gusto, pero me alegra que tenga un espacio personal hecho a su manera.

SUEÑO 285 (12/05/2015) Tengo hambre. Teo es un viejo español pequeño y calvo que está en una fila con los de su edad. Estoy en otra fila larguísima en la calle para solicitar trabajo. Les digo a todos que ese hombre no es mi papá, que al verdadero no lo he visto en años. Contamos chistes mientras pasa el tiempo. Estoy desnudo y anciano. Sigo en la fila con aquellos que continúan vivos. Estamos en huelga, pero contra nosotros vienen militares con cuchillos cortos. Nos van a matar a todos. Los turistas pasan y nos ven/soy un turista y veo la escena. Propongo que nos recostemos en las jardineras para no ser vistos. Funciona.


SUEÑO 286 (13/05/2015) Veo siluetas de pequeños animales (osos, conejos, pájaros), también plantas y flores. Despierto. Sigo viendo a los animales, están aquí, inmóviles, o quizá moviéndose en un tiempo aletargado.

Visito mi primaria, donde se realiza una competencia de natación. Me sorprende no recordar que mi escuela tuviera alberca. Veo la alberca y me siento solo, rechazado y melancólico. Me dicen que es exclusiva para alumnos delgados y maestros actuales de la escuela. Descanso en unas gradas frente a un patio muy grande. Veo pasar a los niños y jóvenes, que ríen y platican. Me siento fuera de lugar viendo pasar la vida juvenil de los otros. Despierto. Es mi cumpleaños.

SUEÑO 288 (16/05/2015) Clementina y yo estamos en Lima, en la avenida costera. Ella vende piñas de su propia cosecha. Le digo que a Ada le hubiera gustado conocer Lima, que por qué no la invitó, que se acuerde de esa música sobre cóndores que tenía en casa. Un transeúnte pregunta cuánto cuestan las piñas. Clementina le dice, pero el precio le parece excesivo

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SUEÑO 287 (14/05/2015)


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al hombre. Insulta a Clementina, la llama ladrona y se va. Lo sigo para golpearlo lejos de la vista de la gente. Le exijo que se disculpe con Clementina. El hombre lo hace, incluso le dice que quiere comprar una piña, pero que solo trae estambre color café en los bolsillos. Clementina acepta el estambre y el hombre se va muy feliz con su piña. Clementina me dice que desde hace mucho quería estambre café. También me cuenta que adquirió una membresía en un gimnasio que se llama Organics. El gimnasio tiene aparatos impulsados por vapor o armados con pedazos de artilugios del siglo XIX. Para entrar, seas hombre o mujer, debes tener bigote, barba, sombrero y short corto. La gente no usa tenis, sino zapatos y huaraches. «Odio a esta gente», le digo a Clementina, «le tienen miedo al futuro». Ella me responde: «Oye, he estado pensando, ¿no crees que este estambre sea el mismo con el que mataron al tipo aquel?». Entonces recuerdo que hace poco hubo un caso muy sonado de un hombre que apareció ahorcado con estambre café. Decido perseguir al hombre que compró la piña. Descubro que va a una casa de cuatro pisos cada que quiere estambre. En una ocasión, después de verlo salir con estambre, decido entrar a la casa. En el segundo piso hay una ventana alta a través de la cual se ve un valle interminable, polvoroso y seco. Una bola de estambre café rueda y se deshace a través de la ventana. El hilo se extiende sobre el valle. Lo jalo y escucho, en el horizonte, el rugido de una bestia. Pasa el tiempo y veo sobre el valle una estampida de animales que nunca he visto/que sí he visto: venados, elefantes y toros. Descubro que esta casa pertenece a un vampiro artista que es, en realidad, un dibujo animado, en extremo peligroso. Él se pasea por la casa, mientras busco un escondite para evitarlo. Un muñeco bebé de plástico con afro rubio dice que vaya con él, pero no me da confianza. Salgo de ahí y me topo con un gigante blanco que lleva una botella de Coca-Cola en la que quiere atraparme. Busco la ayuda del muñeco bebé de plástico, pero ha desparecido. Un toro se ha vuelto pura oscuridad.


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SUEÑO 289 (22/05/2015) Estoy en mi terraza. Es pequeña, pero caben un sofá y una tele grande. Además, tiene un clima muy agradable. El aire entra y levanta las cortinas, lo que me permite ver un moisés del otro lado. Ahí está mi hija. Le digo que ya llegó papá. Tina Fey está en el sillón y sé que estamos enamorados y contentos. Estoy cansado de las piernas. Vengo de ver a Enrique, quien vino con su novia repentinamente. Antes de todo esto: la novia de Enrique se desnuda en un bar, es voluptuosa, pero no me gusta. Aquí está Hulk Hogan furioso, rompiendo todo. Lo


calmo aplicándole una llave y cantándole una canción. Una multitud se acerca: entre ellos vienen Chewbacca y dos ancianos olmecas gais cuyas proyecciones astrales cogen en este momento y hasta la eternidad. Son dioses. Todos caben en mi terraza.

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SUEÑO 290 (22/06/2015) Un demonio invisible y yo hacemos doble penetración a Emma Roberts. Ella se ha colocado un aro de metal en el ano para expandirlo. Mientras la penetro, caigo en cuenta de que quizá el demonio invisible soy yo. Si viera a mi otro yo en el sueño, este colapsaría. Marcelo me invita a su nuevo departamento, que está en el último piso de un edificio viejo construido sobre unas rocas que se deshacen. Me gusta mucho el departamento, pero está inundado por unos diez centímetros de agua. Debajo del agua alcanzo a ver una maraña de cables de computadoras y televisores. Me da miedo electrocutarme y trepo a un tapanco. Le pregunto a Marcelo por qué mejor no mueve sus cosas al tapanco, aquí está seco. Me responde que no entiende nada sobre el espacio, que solo sabe sobre el tiempo y el pasado. También me cuenta un secreto: «El espacio puede derrumbarse con dinamita y los cables están rellenos de señales de demonios pequeñitos. No hay demonios invisibles, solo muy pequeños». Todo lo que me dice suena raro, apenas atino a contestarle: «Eres gay». Marcelo asiente y me dice que por descubrirlo me llevará a la azotea. Lo sigo algunos pasos atrás, mientras él avanza y se besa con un muchacho negro que, según Marcelo, es «víctima de las circunstancias de la vida en el gueto». Le digo a Marcelo que no se preocupe, su secreto está a salvo conmigo, no le contaré a Kenia (a quien en ese momento veo desde la azotea en un festival del Día del Padre). Marcelo ha desaparecido y estoy atrapado en la azotea, que no tiene escalera, es muy amplia


SUEÑO 291 (28/06/2015) Peleo contra Orson Welles viejo, de capa, barbado, gordo y que fuma puro. Le temo, pero logro vencerlo. Orson es mi papá y me satisface verlo tirado en la playa. Nos hemos enfrentado en la noche, bajo una palapa, entre mesas y sillas de plástico. Hay corcholatas cortantes tiradas sobre la arena. De regreso al hotel, veo al ejército ejecutando

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y tiene adoquines rojizos. En medio hay una construcción de piedra oscura, un cascarón con ventanas y puertas por todos lados. Un niño que viste un pantalón de mezclilla y tenis corre hacia mí. Grita que el sol quema y lleva un palo de escoba del que ha colgado una jaula vacía. Miro al cielo, rosa y azul. El sol es un ojo verde gigantesco que parpadea. El niño se lanza desde la orilla de la azotea. Muere. Debo ocultarme del sol/ojo. Abro una puerta de la construcción y entro. El techo es muy alto, en los muros veo caracoles negros incrustados. En el centro de la construcción hay una tina de metal plateado donde se baña un hermafrodita japonés con vulva y sin senos. Lleva calcetas largas y blancas que le llegan a los muslos; cubre sus manos y antebrazos con guantes igualmente blancos. El hermafrodita sale espantado de la tina de un salto. No es el único. Miles de hermafroditas huyen de algo. Se estrellan contra los vidrios de las ventanas. De los caracoles negros salen cangrejos negros muy pequeños, semejantes a arañitas que trepan las paredes y huelen a pescado podrido. Todos los cangrejos se reúnen para hacer un charco. De él surge un sádico con el pene más grande que haya visto. Me pregunta a qué me supo Emma Roberts. Me dice, sonriendo, que él es mi otro yo, insoportable y viril. Confiesa que ha matado a Emma Roberts. Pienso que es un monstruo, que no soy como él; sin embargo, soy él porque todos los hombres lo somos. El edificio se llena de humo. Sé que voy a morir.


personas inocentes. Corro hacia la terraza junto a la alberca. Aquí están Luis Buñuel, Simón del Desierto y Silvia Pinal/Satanás. Les pido que finjan que son mis amigos, pero actúan tan mal que el ejército comienza a dispararles. Se olvidan de mí. Un burócrata me ignora detrás de su escritorio. Me hace llenar papeles sin sentido para conseguir trabajo. Una muchacha búlgara me dice que ella se encargará de todo, que no me preocupe. Viajo en autobús y la muchacha búlgara está sentada a mi lado. Se saca un seno y luego se masturba. Me siento en paz mientras la miro.

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SUEÑO 292 (01/07/2015) En un centro comercial venden cabras inflables que sueltan vapor. Están vivas y cuando se desinflan toman la forma de cobertores. Veo a Mariana sentada frente a un diminuto pero agitado lago. En realidad, es una fuente salvaje. Mariana se inclina hacia las olas y su cara se llena de puntos luminosos como pecas de plata.

SUEÑO 293 (10/07/2015) Conozco a unos adolescentes con superpoderes, adictos al sexo (específicamente a la práctica del squirting) y a la seguridad de su ciudad natal: Tokiorama. Veo, como montaje non sequitur de película, lo siguiente: una prostituta de 16 años vestida con retazos de una bandera gringa; Josh Saviano joven con fuego azul en sus manos quemadas; edificios que flotan para evitar tsunamis y terremotos; un viejo tanque de guerra hallado en la basura; una computadora


vieja llena de pornografía; dos muchachos que vuelan van a coger con la prostituta adolescente. Los muchachos están tristes y enamorados de ella. Cuando ella los ve, los saluda sin interés y decide irse con una morsa.

SUEÑO 294 (19/08/2015)

SUEÑO 295 (25/08/2015) Imparto una conferencia en una preparatoria privada. Al parecer todo sale bien, a pesar de lo mal que me he vestido para la ocasión: una deshilachada camisa de leñador a cuadros y un saco sport arrugado que no combina. Una estudiante vestida con pants escolar me felicita. Yo la sigo hasta el baño mixto con mingitorios. La veo a ella y a otras chicas orinar paradas con los pants a las rodillas. Siento vergüenza de mí, pienso que soy el anciano ridículo y verde que nunca quise ser. Encuentro un espacio privado en el baño para cambiarme la camisa que traigo por una más adecuada. La estudiante se acerca y me dice que me veo guapo, le agradezco el cumplido. Hay agujeros en las paredes que conectan a los baños de los profesores. Sirven para que los alumnos espíen y hagan mofa de los profesores. Salgo de ahí y me dirijo a una boda para aprovechar que estoy bien vestido. Primero paso por la casa, que es un camión. Teo me encarga ponerle candado a las puertas antes de salir. Resulta que no llego a la boda, sino a un

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Veo un árbol de ramas colgantes. En realidad, son cuerpos humanos que caminan alrededor del tronco.


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espectáculo de Apolonia en una arena de varias pistas ubicadas en distintos niveles de altura. Cuando llego, se están retirando los leones. Abandono la arena y me encuentro a un hombre feral que habla algo parecido al español. Viste con chamarra de cuero y tiene rasgos caninos. Me amenaza, yo le digo que él manda, que es el hombre más salvaje que he conocido en mi vida. El hombre feral y los leones forman parte de la misma compañía. También veo a un bulldog macho que tiene un aro rojo en vez de cola y a una bulldog con cachorros que son extensiones de sus propias tetas, que le cubren todo el cuerpo, incluso el lomo, las patas y la cabeza. La bulldog corre con alegría, los cachorros azotan contra su cuerpo y el suelo. Alguien me entrega un maletín negro lleno de listones y cachorros de perro muertos. En la calle veo un desfile de la compañía. Varias ambulancias pasan sobre ellos, pero a ellos parece no importarles. Idris Elba aparece frente a mí y me dice que estoy guapísimo. Le respondo que él también. Me invita a encontrarnos al final de la función, que quiere que lo vea coger con un hombre/perro, lo quiere hacer frente a mí. Pienso que eso es el amor verdadero.


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SUEÑO 296 (02/09/2015) Estoy en Tokiorama. Los colores de la ciudad son intensos. Un río baja con lentitud por una colina verde. Mientras lo veo, sostengo un huevo pesado y pienso que no debe estar tan mal morir. Luego viajo a Barcelona y llego a un hostal. Me atiende una adolescente. Recuerdo que hace años tuve el mismo sueño, entonces la adolescente era bebé. Pienso que podría pedir trabajo en la panadería del hostal. Empezar de cero, hacer dinero, quedarme aquí y olvidarlo todo.


SUEÑO 297 (07/09/2015) Veo a Arno, que es ocho Arnos y todos son yo mismo. Todos llevan/ llevamos sus/nuestras cabezas en la mano izquierda. Los Arnos no tienen rostro o sus rostros son espirales.

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SUEÑO 298 (03/12/2015) Espero el camión en una esquina. Veo un montón de ratas blancas arremolinadas en torno a algo. Me dispongo a tomarles una foto, pero en el celular las ratas se ven negras. Desisto y mejor reviso mi ubicación en Google Maps: estoy en Tepic/en una ciudad que no es Tepic, en una calle que no aparece en los mapas.

SUEÑO 299 (07/12/2015) Le platico a doña Silvia Pinal que la moda de hoy es la masturbación gang bang sobre mesas de bares y restaurantes de la India. Ella me dice que no entiende cómo le hallamos el gusto a eso. Le digo que todo está en la posibilidad de usar el celular para grabar o transmitir en vivo, que antes la imagen representaba el deseo, pero ahora la imagen es el deseo mismo. Ella trae gráficas que muestran cómo la libido humana ha bajado desde la invención de internet. Silvia se pone a llorar. No siento lástima por ella, más bien me da coraje lo fea que se ha puesto por el bótox. Ella no entiende que su imagen no la representa ahora ni antes. La de antes y la de ahora son Silvias distintas. «Ahora tu


imagen cinematográfica», le digo, «es propiedad de internet». Dejo a Silvia y me voy a ver cómo una multitud masturba a un muchacho sobre una mesa de un restaurante indio. Lo grabo todo con mi celular.

SUEÑO 300 (17/08/2016)

Despierto pensando que hace mucho tiempo no recordaba un sueño. Culpo de la sequía al regreso inesperado a Guadalajara, al despertador, a las dos horas y media que paso diario en el transporte público, a la colchoneta donde duermo en el departamento de mi hermana, al trabajo de oficina, a la posibilidad de una hipoteca, al calor de abril y mayo, a que aquí sudo más y pienso en bañarme todo el tiempo, a que he dejado de ir al cine, a que casi no leo, a que no he escrito ni una coma en meses, a que me quedé con la inercia de la tesis del doctorado, a que paso mucho tiempo espiando al narcomenudista de enfrente, a las azoteas sucias y enanas que veo desde mi ventana, a que ella es una aparición telefónica y odio hablar por teléfono. Chingado, extrañaba soñar.

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«Patsy, mi amor» me abandona en una ciudad marina medieval. Sale corriendo después de cortarme. Me deja encerrado en la panadería del pueblo con un montón de palurdos que conforman una secta dedicada a adorarla. Escapo por una ventana con la intención de alcanzarla. Un montón de cangrejos con cabeza de anciana se interponen en mi camino. «Patsy, mi amor» se aleja; empiezo a perderla de vista. Los cangrejos me atacan con sus tenazas.


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SUEÑO 301 (04/09/2016) Clementina, Caleb, Apolonia y yo compramos nieve de yogurt con chamoy afuera de la casa de Ada y Teo. En eso, aparece una bestia que nos ataca. Es el cadáver de un perro labrador controlado por una araña que se ha convertido en su simbionte. Las patas de la araña atraviesan los costados del perro, de cuya cabeza sobresale la testa del insecto llena de ojos. El cadáver del perro es su fuente de energía, pero también camuflaje. Pienso en una ilustración de cuento de hadas donde se ve un lobo vestido con piel de oveja. De repente, la araña salta y se pega a las paredes. Nosotros estamos aterrorizados. Recuerdo que traigo una pistola dorada, la uso para dispararle y matarla. Pero el ruido de los disparos atrae a dos arañas que controlan cadáveres de gatos. Me parece curioso el balanceo de las colas de los cadáveres de gatos. Sé que me quedan pocas balas y huimos al patio trasero. Apolonia se tropieza y tira su nieve de yogurt. En el patio descubrimos un montón de capullos de carne roja que cuelgan de travesaños de madera: Teo ha estado cultivando arañas. Considero prenderles fuego para evitar su nacimiento. Aparecen las arañas gato sobre el tejabán del patio trasero. Apunto la pistola contra una de ellas y pienso en cómo matar a la otra con esa misma bala.

SUEÑO 302 (05/09/2016) Me escondo en una sala secreta. La cabeza de un oso está clavada en una gruesa estaca. El oso se parece a/es Teo. Su cabeza está ahí porque la diabetes lo ha vencido. Es su final. Otro oso, su papá, Artemio, irá por él en su última hora. Pienso: un oso está al final y al


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principio de mi vida. El oso se llama Alfa y se llama Omega. El oso es artificial y natural, estรก vivo y muerto. Mi nacimiento y mi muerte es pura taxidermia.


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SUEÑO 303 (09/09/2016) Todos los habitantes de una ciudad duermen desnudos a la intemperie. Nubia duerme de espaldas sobre el césped recién podado de un club de golf. Miles duermen en la playa bien tapados con cobijas. Un monster truck aparece de la nada y les pasa encima. Entiendo que todos son turistas que han venido a la ciudad por los Juegos Olímpicos. El espíritu olímpico, que es un doberman rosa, salta desde el acantilado hacia el mar. El doberman entra al agua convertido en mujer, su cabello es tan largo que sigue cayendo por un rato más. Me asomo a una casa sin techo. Adentro todo es baldío; la maleza alta y hermosa se mueve con el viento. El monster truck choca contra la casa y termina de derrumbarla. Salen frijoles de la olla por el escape del vehículo accidentado. Los frijoles son su sangre. A lo lejos, veo un meteorito caer sobre la península de Yucatán, que es un campo de futbol interminable.

SUEÑO 304 (16/10/2016) Estoy en una ciudad mutante. Las calles se abren y se esconden. Un patio con tendederos de ropa se convierte en una plazoleta. Una barda cambia o se derrumba. Veo a una vecina saludarme mientras la esquina donde está parada se aleja como una lancha sobre el agua. Veo tres cornamentas de venados. O, más bien, veo tres montones de cornamentas de venados en la calle. Tres ancianas duermen dentro de las cornamentas. No han despertado en años. Las cornamentas empiezan a quebrarse y las ancianas gritan. Huyen corriendo por las calles con sus cabezas cubiertas por velos azules. Pienso que esta ciudad tiene un buen programa de arte público. Una hiena me vigila desde una azotea. Me pregunto cuánto tiempo lleva siguiéndome.


SUEÑO 305 (01/11/2017) Alguien me pregunta: «¿Cuántos osos habitan los sueños de la gente?». Le respondo que no sé. Me dice: «El oso es Orson Welles, es Tony Soprano, es papá, es el Dios de Sodoma y Gomorra, es Barba Azul y eres tú».

He regresado a vivir a la Ciudad de México. Me instalo en el edificio Canadá, que está en pésimas condiciones. Ese mismo día, la alerta sísmica suena en tres momentos. Bajo treinta pisos para escapar del edificio. Esto se repite otro par de veces. En cada ocasión, la voz de la alerta sísmica insiste en que no escaparé, que mi destino es morir en un sismo, que debí morir en 1985 aplastado por la casa que habitábamos en la colonia Roma.

SUEÑO 307 (07/11/2017) Apolonia y Esteve organizan una venta de cochera con chucherías que han traído de Europa. Llego tarde y encuentro pocas cosas que me interesen. La venta se realiza en el patio trasero de Ada y Teo. Encuentro un periódico viejo en el que se despliega un anuncio del Friend’s Torturer, un aparato que promete facilitar el martirio de más de trescientas increíbles maneras. Esteve me cuenta que el torturador solo se vendió en la Feria Mundial de St. Louis, Missouri, y que él

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SUEÑO 306 (03/11/2017)


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posee uno. Me lo enseña: es un bastón plateado. Esteve me dice que no sabe cómo funciona, pero que en el gallinero hay un manual. Voy al gallinero y encuentro el manual junto a algunos huevos frescos. El manual está fechado en 1900, impreso en papel quebradizo. Incluye trescientas descripciones de los trescientos usos del torturador. Cada descripción incluye una diapositiva. Pienso que este aparato debe venir de un universo paralelo en donde las diapositivas fueron inventadas antes que en el nuestro. Solo encuentro una diapositiva, que resulta ser cinemática y muestra la escena de una mujer madura usando el torturador con un anciano. Uno de los extremos del bastón se transforma en un perico verde que la mujer introduce completo en la boca del viejo. El ave le arranca la lengua al anciano, pero muere en el proceso. Esteve me dice que se perdieron las otras diapositivas. Le respondo que me interesan más las diapositivas que el aparato mismo.

SUEÑO 308 (15/11/2017) Robo guantes de látex del archivo envolviéndolos en servilletas. Apago las luces y me dispongo a salir de mi piso, pero llega un grupo de visitantes. Tengo que encender de nuevo las luces del archivo, que también es una tienda de estopas y artículos deportivos. Entre los visitantes está Érika. Ella me gusta/no sé si me gusta, pero no me recuerda. La tienda también tiene antigüedades. Tom Hardy/James Delaney es el gerente de la tienda, pero deja todo el trabajo a un guía de turistas. Hardy/Delaney es enorme, aunque yo lo recordaba chaparro. Llevamos a los turistas a la catedral de Guadalajara, que es una tumba de tiro prehispánica. Los turistas entran poco a poco, en fila, con dificultad. Adentro hay cédulas que explican todo, pero no las puedo leer porque fueron escritas durante la Colonia. Ojalá


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supiera paleografiar, pienso. Los turistas salen decepcionados y molestos. Considero pedirle protección a Hardy/Delaney, pues sé que los turistas me quieren matar. Nado por un canal, es la vía más rápida y adecuada para un anciano flacucho como yo. De vez en cuando choco con gente que nada en sentido contrario. Los esquivo porque me dan asco. Pregunto por la casa de Hardy/Delaney, nadie me quiere decir porque le temen. Eso no me impide hallarla siguiendo pisadas de sangre. He abierto la puerta con cuidado. Es un pasillo largo. Llevo una almohada en brazos y la arrullo como si se tratara de un bebé. Al final del pasillo está Hardy/Delaney efectuando un ritual. Me parece que intenta revivir a un muerto. No descubre mi presencia, está muy lejos aún. Camino por el pasillo y escucho que alguien quiere abrir la puerta desde la calle. Me escondo en la esquina más oscura que encuentro. Una mujer entra a la casa y me descubre. Es la madre chipewa de Hardy/Delaney. Me saluda muy amable: «Buenas noches». Le digo que pase, que no tengo cita con el brujo. Aprovecho para escapar con la almohada aún en mis brazos. Afuera, todo mundo corre en la misma dirección. Decido ir en sentido contrario. Hardy/Delaney tiene espías por todas partes. Él surge y me atrapa, pero no luce molesto. Me dice que la ciudad fue invadida por autos de carne y que debemos destruirlos, que luego arreglaremos nuestras diferencias, esto es más urgente y requiere toda nuestra atención. Aparece un vocho pimpeado con la bandera estadounidense. Dentro del vehículo todo es carne roja que palpita. El vocho me cierra el camino y una voz dice: «¿Qué vamos a hacer contigo, betabelito?». Hardy/Delaney no entra en discusiones con el enemigo, arranca la carne del auto y la echa al asador. Hardy/ Delaney me ordena que la coma. Yo trago con miedo y asco. La carne sigue viva y chilla en mi boca.


SUEÑO 309 (19/01/2018) Estoy en una tienda de comedores de madera sobre las cuales se despliegan películas, como si fueran libros pop-up en movimiento. Observo una mesa/película en la que aparece una playa. Es una película con Marlon Brando ubicada en Tahití. Le pregunto al vendedor si tiene la mesa/película de El corazón de las tinieblas. Me dice que esa mesa/película no existe, pero le señalo una que tiene una notable selva densa que se desborda. El vendedor se ríe y me dice que no, que me equivoco, esa es la mesa de Aro Tolbukhin.

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SUEÑO 310 (20/01/2018) Soy arqueólogo y estoy en Oaxaca. Formo parte de un equipo del INAH que ha descubierto un templo antiquísimo. Al parecer, mi aportación al proyecto ha sido encontrar baúles con telas muy elaboradas, con diseños inusitados de angelitos y fauna fantástica. Lo más interesante es que esas telas fueron diseñadas para cubrir completamente este templo en específico, es decir, son la vestimenta del edificio. Los baúles, entonces, son los guardarropas del templo. Luego me encuentro en la calle y quiero transmitir un video en vivo por Instagram. Encuadro un puesto de bolsas artesanales. Luego un desfile de animales. Una jirafa se sale del desfile y le roba un cono de nieve a un niño, que se pone a llorar. Un felino se acerca a mí creyendo que mi celular es comida. Tomo una piedra tallada y sustituyo con esta mi celular. El felino se lleva la piedra en el hocico. Junto a mí, veo a una mujer enana zapoteca. La jirafa le quiere quitar su comida. Le digo a la mujer que le dé piedras para confundirla. Lo hace, la jirafa se lleva varias y se incorpora al desfile. La mujer me agradece


con un pase al Museo del Mundo Maya, que está justo cruzando la calle. En las esquinas sobresalen cabezas de Kukulkán que protegen la entrada al museo. Hay filas de turistas que, cuando les toca su turno, esquivan a las serpientes emplumadas. Algunos turistas mueren, pero da la impresión de que vale la pena correr el riesgo. Veo a Úrsula con un vestido blanco de hombros descubiertos con pequeñísimas flores rojas que parecen puntos. Ella logra esquivar al Kukulkán. Me doy cuenta de que lo que quería comerse antes la jirafa no era la comida de la mujer enana zapoteca, sino su mano deforme, agigantada y con apariencia de fruta.

Reviso mi clóset. Veo ropa que no me he puesto en años y, además, que se supone que ya había tirado o regalado. Entiendo que este clóset contiene toda la ropa que he usado durante mi vida. Tiembla. Empiezo a llorar porque quiero salvar algo de esta ropa, especialmente la más ridícula e infantil, pero no hay tiempo para eso ni para salir del edificio. Veo un chamarrón fosforescente que Ada me obligaba a ponerme a la menor señal de frío. Me lo pongo y descubro que me sigue quedando enorme, pero servirá para amortiguar la caída al lanzarme por la ventana del edificio, que en ese momento se parte en dos.

SUEÑO 312 (14/02/2018) Tengo cuarenta años y llego a la casa de playa de Ada y Teo. Ada ha muerto, lo sé/no lo sé. Teo abre la puerta y se sorprende, llevamos 25 años sin vernos. Apenas entro a la casa, siento que algo extraño

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SUEÑO 311 (13/02/2018)


la habita. La casa misma es una entidad inteligente. Me pregunto si tiene preso a Teo. Sé que ambos, Teo y yo, guardamos un secreto terrible. Yo he cometido un crimen y he llegado a la casa buscando refugio. Nadie me hallará aquí, nadie sabe mi verdadero apellido. Sospecho que Teo esconde a alguien en alguna parte de la casa. ¿Es una trabajadora doméstica con la que se ha casado? La casa cambia de forma todo el tiempo.

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SUEÑO 313 (21/03/2018) Soy invitado a la boda de Marichuy Patricio en un parque amplio e iluminado por farolas flotantes. Estoy molesto: ya es de noche y no han servido la comida. Todo se ha retrasado porque otros siete candidatos a la presidencia han armado un debate con Marichuy. Me doy una vuelta por los alrededores del parque y encuentro una pizzería abierta. Pido una pizza individual, pero no hay. Entonces pido la más chica que tengan. Me entregan una rebanada «jumbotronic». Cuando regreso, noto que el parque también es un teatro. En uno de los balcones laterales del teatro veo a Lola. Para subir es necesario hacer rapel. Lo hago sin problema con todo y pizza. A Lola no parece hacerle gracia mi aparición repentina. Le digo que vengo a compartir mi pizza con ella, que le recomiendo aceptarla porque no servirán pronto la comida de la boda. Lola dice que sí, que está bien, pero que antes debo mostrarle mis tatuajes y quitarme la barba. A mí me parecen rarísimas esas condiciones, pero como ando de buenas, acepto. Le enseño mis tatuajes y ella me dice que están muy ñoños, pero ya qué. No quiero quitarme la barba. Intento negociar esa condición, pero Lola me recuerda que la pizza se enfría, «y eso es una buena razón para quitarse la barba». Lo hago y, por fin, subo al balcón. Desde aquí hay una vista estupenda de los rascacielos de la ciudad de Shang York.


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SUEÑO 314 (27/03/2018) Un hombre idéntico a Jimmy Stewart lleva en su mano, a manera de maletín, un contenedor cilíndrico de metal en el que guarda la cabeza


viva de Jesucristo. De vez en cuando, el hombre levanta el contenedor a la altura de su rostro para hablar con su compañero. Son una pareja de detectives. Persiguen a El Niño, un adolescente de dos metros y medio de altura que no se considera a sí mismo un villano, pero está a punto de provocar el fin del mundo.

SUEÑO 315 (29/03/2018)

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Christina Ricci me dice: «Si vas a ser así de extraño, procura ser breve, te lo ruego».

SUEÑO 316 (30/03/2018) Platico con Luisa acerca de Viviana. Luisa tiene medio cuerpo metido en el agua de una pila que, al parecer, es la tendencia en mobiliario para parques. Después, estoy en la casa de Ada y Teo, que ahora es mía, pues ellos han muerto. Me he convertido en un burgués y he colocado caseta y guardias en la entrada. Aparece Guillermo del Toro, a quien se le ha ocurrido reunirse con sus fans en mi casa. Estoy enojadísimo con los guardias por dejarlos pasar. Incluso ha logrado entrar un tipo que vende diapositivas de vedetes: «Tengo a Lyn May antes de hacerse la cirugía china». Debo conseguir esa diapositiva sin importar lo que cueste.


SUEÑO 317 (01/04/2018) Una ola gigante se acerca a una playa vacía. Hay camastros blancos de plástico. La ola llega, arrasa con todo. Nadie, ni siquiera yo, está ahí para verlo.

SUEÑO 318 (02/04/2018)

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El quecentauro es un fauno hermafrodita con largos cuernos de toro. Es lacayo de Leónidas, implacable y abusivo. Leónidas le ha prohibido al quecentauro trabajar como modelo para revistas pornográficas.

SUEÑO 319 (08/04/2018) La pelota soviética tiene pintado un patrón de muñequitas que hablan a la vez como si fueran una sola entidad.

SUEÑO 320 (09/04/2018) Clementina y yo compramos un departamento a precio de ganga sobre avenida Ávila Camacho, junto a la línea tres del tren ligero. Estamos muy contentos, pero descubrimos que justo frente al departamento la vía hace una vuelta de montaña rusa de 360 grados, lo que provoca que los pájaros de la zona griten de miedo con voces humanas todo


el tiempo. Le digo a Clementina que no nos van a dejar dormir. Ella responde que no hay problema, que el tren deja de funcionar temprano. En la misma colonia hay otras torres de departamentos. Ingresamos a una donde se encuentra un hombre atrapado en lodo en un aljibe. No es lodo, sino agua maldita. Aparece La Monja, usa su poder para santificar el agua y salva al hombre. La Monja tiene más poderes, como manipular las vidas de sus enemigos mediante la culpa.

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SUEÑO 321 (10/04/2018) Bernardo está en Japón, visita un zoológico de niños. Los niños casi se han extinguido del planeta. Bernardo dirige un documental sobre los niños del zoológico, que juegan encerrados en jaulas de cristal. El camarógrafo del documental es un hombre coyote.

SUEÑO 322 (30/11/2018) Viajo en auto con Elizabeth Short. Ella conduce. Bromeamos y estamos contentos. Vamos en sentido contrario, pero no me preocupo porque sé que ella maneja bien y lo resolverá todo. Luego estamos en una fiesta de su familia con cientos de invitados, vivos y muertos, todos tíos, primos, hermanos y papás. Ya estoy harto y le digo: «¿Ves?, yo no quería esta vida para mí». Después caminamos de la mano y llegamos a un cuerpo de agua cubierto de lirio. Ella se dispone a caminar sobre el lirio porque cree que es suelo firme, pero le digo que no lo haga, que se va a ahogar. Se detiene, pero sé que más adelante, cuando yo no esté, lo intentará de nuevo. Estamos en una ciudad colonial en un encuentro de escritores organizado por James. Me siento extraño


SUEÑO 323 (19/02/2019) Viajo al pasado para comprar fotografías antes de que cuesten más caras. En un estudio fotográfico está Raquel con un vestido blanco de foxtrot, lleva el pelo corto. El estudio en realidad es una cantina. Raquel atiende detrás de una barra de madera negra. Le digo que busco fotos de caballos o de gente en forma de caballo. Me dice que tiene algo mejor, que puede sacarme una foto convertido en caballo. Pero a mí me preocupa no volver a ser humano. Le pregunto si es reversible. Me dice que sí, casi siempre, pero que vale la pena el riesgo. Le digo que necesito pensarlo, que luego vuelvo. Me encuentro a Caleb, que está buscando a Varinia. Le ayudo a buscarla. Preguntamos a las personas si la han visto, pero tengo dificultad para describirla.

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de andar con Elizabeth. De alguna forma, ella quiere impedir que conozca a un agente literario muy importante que anda por aquí. Elizabeth ha desaparecido y estoy buscándola por toda la ciudad. Sé que ya no debemos estar juntos, pero quiero asegurarme de que esté bien, que no se ha ido a caminar sobre el lirio. Entro a una orgía que es parte de las actividades del encuentro. Veo a un montón de muchachas queriendo coger con un hombre de traje impecable sin cabeza que tiene sangre fresca brotándole del cuello. Ese hombre soy yo, pero no le presto mucha atención. Busco a James para preguntarle dónde se hospeda el agente, porque sé que Elizabeth ha empezado una relación con él. Le digo a James (que está detrás de la puerta de un speakeasy) que no quiero dar problemas, solo quiero asegurarme de que Elizabeth está bien. Él me dice que sí sabe dónde se hospeda el agente, pero que le dé primero la contraseña. Le digo que no sea cabrón. Se apiada y me confiesa que el agente no está hospedado en ningún hotel porque en realidad nunca llegó a la ciudad.


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Me siento culpable por olvidarla. Para salir del apuro, empiezo a describirla como una versión infantil y niña de Caleb. Entonces se me acaban las palabras, ya no puedo expresar nada. Se me ocurre que necesitamos una fotografía. El problema es que, al parecer, hemos pasado muchos años buscando a Varinia y ya no hay ningún estudio en pie. La ciudad está en ruinas, aunque parece funcionar como si nada. Las personas no se ven atribuladas, viven entre escombros y cadáveres quemados y derretidos. Me da tristeza por Caleb, le digo que ya no tiene caso buscar a Varinia, que, además, «a estas alturas ella es un pájaro muy viejo». Me dice que se dejará crecer el pelo en señal de olvido, que yo debería hacer lo mismo. Le digo que sí, pero en lugar de eso me rapo. Me escondo en una casa oscura para que nadie me vea, pues no dejo de pensar en que tengo la cabeza más fea del mundo. Descubro entonces que la casa donde me oculto está poseída por Raquel. Sé que la casa fue el estudio donde la conocí mucho tiempo antes. No escucho realmente, pero la casa habla por Raquel sin sonidos, de una manera que no entiendo. La casa/Raquel me dice: «Las niñas no desaparecen». No siento miedo; sin embargo, me intriga saber por qué su voz me parece tan conocida y por qué siempre me dice lo mismo.

SUEÑO 324 (21/02/2019) Raquel me ha dejado un recado en una hoja de cuaderno doblada. El recado está escrito con pluma morada con brillitos. Es un poema que se titula «Poema de comida y tango». Es extenso, solo puedo leer el inicio: Bajo tu amparo choclo malevo


infinita mi hambre y la sed de suelo el aire wasabi adivina adivinador

Eunice me penetra con su clítoris súper desarrollado. Otro día, yo conduzco por una calle de la colonia Americana. Veo a Eunice patinando bajo el sol. Suda y parece cansada. Le digo que la llevo. Al principio se resiste, pero al final sube al auto. Le pregunto a dónde va y me dice que a una cuadra, a la casa de un amigo. Llegamos de inmediato. La casa del amigo es la mansión Clover Lawn. Eunice me dice que va a una fiesta y que puedo acompañarla. «Será una orgía», dice, «como te gustan». Tomo sus manos y siento que sudan, incluso gotean. Me excito. «¿A ti no te gustan las orgías?», le pregunto. Ella niega con la cabeza. La fiesta resulta, por el momento, muy convencional. Platico con un muchacho que hace malabares mientras habla. Luego siento que alguien me coloca en la cabeza una diadema que quema como metal ardiente. Eunice me ha puesto ese objeto. Me dice: «Es un gel especial que te impedirá ver las cosas como son, pero te dejará disfrutar más». La realidad misma se mezcla como pinturas de diferentes colores que se baten en una gran licuadora. La realidad se vuelve líquida. Sé que Eunice está cogiendo con tres personas y me siento frustradísimo, pues siempre quise verla con más de una. Aunque no puedo ver, nunca he estado más excitado en mi vida. Poco a poco, recupero la visión. Descubro que se ha hecho de día, que Eunice ha desaparecido y que Lala me está haciendo sexo oral.

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SUEÑO 325 (08/03/2019)


SUEÑO 326 (09/03/2019)

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Veo a unos treinta hombres negros cogiendo en una orgía homosexual. Todos son distintos, aunque algunos más bellos que otros: los hay gordos, flacos y atléticos, rapados o con cabello. Llevan tocados de plumas rosas, diademas doradas, coronas y collares. Son príncipes de un país que no existe. Los veo a escondidas, soy un antropólogo extranjero. «Es el rito de perpetuación», me dice mi asistente, un teporingo que viste de explorador. Estamos en el desierto y la orgía se lleva a cabo sobre el cadáver putrefacto y engusanado de una ballena blanca. Mientras cogen, los hombres aplastan los gusanos con sus cuerpos. El teporingo me dice: «Los gusanos pueden excitarles o maldecirles el espíritu. Únicamente los malditos regresarán a la ciudad para gobernarla». Despierto en un autobús en Plan de Barrancas.

SUEÑO 327 (21/03/2019) Raquel y yo caminamos de noche sobre la vía elevada del tren ligero, a la altura del Parque Ávila Camacho. Ella anda descalza porque se ha herido los pies con las zapatillas, que ahora lleva en la mano. Le digo que lo inacabado tiene su encanto. Contesta que no, que no es para tanto, que lo inacabado es demasiado común, que nada aquí está realmente terminado. Y es cierto. Nos ponemos a ver la ciudad y descubrimos que hay más grúas que edificios, las grúas están abandonadas desde hace mucho. Ya no queda nadie en la ciudad aparte de nosotros dos.


SUEÑO 328 (22/03/2019) Sueño que escucho «Walk», de Foo Fighters: «That’s still inside, a whisper to a riot...». Despierto pensando que aprendí a hablar cuando comencé a escribir, no antes.

Úrsula me pregunta por qué no he trabajado en mi prosa como he trabajado en mis piernas. Le digo que tengo las piernas así por herencia, no por ejercitarlas. Úrsula me ordena que me desnude y obedezco. Saca una pluma y se pone a escribir sobre mis muslos. «Este cuento es nuevo», me dice cuando termina, «ahora ponte ropa para que nadie lo pueda leer». Apenas me visto, ella desaparece. Me quedo solo en el patio de una escuela.

SUEÑO 330 (17/04/2019) Nydia es la dueña de un local de ocasiones en un mercado de la colonia Del Valle. Las ocasiones son cobijas con retratos estampados de personas. Alguien ha muerto en el mercado y yo asisto al detective mudo encargado del caso, soy su traductor del lenguaje mudo al español. Cuando el detective y yo hablamos con Nydia, ella nos ignora, aunque nos regala un par de ocasiones. Nos retiramos de ahí. Nydia sigue vendiendo ocasiones con un micrófono, habla velozmente y no

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SUEÑO 329 (23/03/2019)


le entiendo. Le digo al detective que ella me parece sospechosa, pero él ha desaparecido y su cara se ve estampada en una de las ocasiones. Intento recordar el crimen que investigábamos, pero no puedo. Ya no le veo caso seguir con este sueño. Pienso que es mejor no saber, que si sigo soñando puedo llegar a descubrir que yo mismo soy un criminal.

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SUEÑO 331 (21/04/2019) Estoy en una balsa con Raquel en medio del Maelstrom. Estamos empapados y desnudos. Sabemos que vamos a morir, pero no sentimos miedo. Nos masturbamos de pie uno al otro, a un paso de distancia. Observo que sus ojos están húmedos y llenos de medusas. Veo más balsas en el Maelstrom. Son tantas que me parecen infinitas. En todas estamos ella y yo en la misma situación. «Somos nosotros», le digo. «¿Somos?», contesta Raquel. Seguimos masturbándonos mientras la balsa se agita y empieza a romperse.

SUEÑO 332 (24/04/2019) Alguien me dice que no conozco la felicidad si no he comido unos huevos «podinos» de pie y descalzo en un monasterio cismático.


En este rascacielos vive una familia (padre, madre, hijo, hija) que siempre viste de blanco. Están cenando. Los espío por un ventanal amplio y limpio. Ninguno de ellos tiene rostro, solo una masa ovalada de carne y cabello. Sé que todos los habitantes de esta ciudad son así. De alguna forma, la familia charla acerca del Sindicato, que es una sociedad terrorista-libertaria. A la cabeza del Sindicato está La Cara. El hijo le pregunta al padre quién es ella. «La Cara, La Cara, hijo», contesta el padre sin dejar de bañarse a sí mismo con la sopa que tiene enfrente. La hija le dice a su hermano que La Cara no tiene rostro, como ellos, pero se dibuja uno con plumones de colores: ojos, nariz, boca, cejas. El hijo pregunta que cómo respira o se alimenta si no tiene nariz o boca. La hija contesta que como ellos mismos y empieza a dibujarse una boca. El padre toma a su hija de la nuca y la azota contra el plato. Ahí la ahoga en el caldo mientras repite «Qué asco, qué asco...». Noto que la madre no dice nada. Ella es La Cara, lo sé.

SUEÑO 334 (15/05/2019) Me encuentro a Lala y a Dennis Hooper en la carretera. Van en el pequeño auto de ella, pero él conduce. Lala me lo presenta: «Él es mi amante, se llama Easy Rider». Los veo al mismo tiempo dentro y fuera del auto. Cuando están fuera, Dennis carga a Lala en sus brazos, mientras ella duerme. No puedo dejar de mirar de reojo el pene de Dennis, es el más grande y bello que haya visto.

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SUEÑO 333 (06/05/2019)


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SUEÑO 335 (16/05/2019) Estoy con Ada sentado en la mesa de la cocina. Tomo sus manos y le digo que me siento solo, que no hay persona más sola que la que ha matado a Dios, que Dios es una compañía de fantasía, pero al fin y al cabo compañía. Ada me dice que toda la vida he sido así, que nunca quise amigos imaginarios, pero que de todos modos me ama. Me aprieta las manos y sonríe. Yo empiezo a llorar.

Raquel y yo estamos recostados sobre el zacate de un baldío sin fin. Ella me dice algo que no alcanzo a escuchar porque una niña de sangre no deja de gritar junto a nosotros. Luego veo a Raquel flotando boca abajo sobre un río. Me da tristeza y me voy de viaje. Ahí también la encuentro, aunque procuro evitarla para que no crea que la persigo. La ciudad tiene marcadas zonas para ricos y pobres. Raquel y yo cruzamos a la de ricos. Nadie parece notar nuestra presencia. Espiamos a una familia de whitexicans mientras juegan a insertar objetos explosivos en las paredes. Estoy preocupado porque Raquel y yo nos hallamos junto a una ventana y no quiero que ella se muera de nuevo. Hay varias explosiones. Los vidrios se empiezan a cuartear. Raquel salta desde un balcón hacia la calle y la pierdo de vista. Se hace de noche y exploro la ciudad. En una esquina encuentro un local de penes preparados como alitas, con aderezos y salsas de lo más variadas. No me atrevo a entrar, pero veo cómo la gente saborea con gusto los penes y se mancha las manos y la ropa. El local se vacía ya de madrugada. Los meseros desaparecen por una puerta metálica azul. Los sigo y descubro la recepción de un club swinger/casa del terror.

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SUEÑO 336 (24/06/2019)


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Mientras espero mi turno para entrar, voy a la barra del lugar y pido un biónico. Un motociclista animatronic calvo lo prepara. Me pregunta si soy «binary» o «non binary». «Non binary», le contesto. «Entonces pasa por esa puerta pequeña», me indica. Entro de rodillas con cuidado de no tirar mi biónico. Estoy en una sala con una cama king size en medio. Dejo el biónico sobre la cama. Me desnudo. Luego me siento en medio de la cama y sigo comiendo el biónico en total oscuridad. En eso aparece Raquel entre las sombras: lleva el torso desnudo y una máscara de médico de peste negra. Me dice con torpeza: «Esta culpa azul que se llevan las ratas cuánticas de vuelta al agujero negro de ayer, de siempre hoy». Un olor a alcohol llena toda la sala. Me doy cuenta de que la máscara de Raquel es su rostro verdadero. Me siento idiota porque no puedo dejar de verla. No sé dónde he dejado mi biónico. Tengo los dedos pegajosos y me doy cuenta de que olvidé pedir servilletas.


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SUEÑO 337 (27/06/2019) Me han elegido gobernador de un estado en un país sudamericano. En mi primer día en el puesto, escucho a dos asesores antagónicos: uno me recomienda usar el agua de la región para propulsar a las élites hacia el espacio. «Es menester», me dice, «es menester». El otro hace hincapié en que lo que decida ahora definirá mi lugar en «la memoria del pueblo que olvida y llora y llora». Estoy seguro de que las élites me asesinarán si no les entrego el agua. Huyo en una van con prestadores de servicio social. Viajamos toda la noche hasta la orilla del estado. Atravesamos la ciudad de Colo-Colo, antes del fin del mundo. Veo rascacielos iluminados sobre montañas de basura. Los prestadores de servicio duermen y me doy cuenta de lo viejo que soy ahora. Me siento mal de que los muchachos no reciban un sueldo justo por todo lo que hacen. Decido que les voy a pagar bien y voy a liberar el agua. Llegamos a un hotel a la orilla del mar. Es sencillo, dos estrellas, pero muy alto. Salgo al balcón de mi habitación y anuncio a una multitud que el agua será de todos, no de unos cuantos. Doy la orden de usar mangueras de bomberos para disparar agua hacia el cielo desde cada una de las ventanas del hotel. Todos levantan sus vasos de cristal, los llenan del agua que cae y la beben. Me pregunto si no es un desperdicio de recursos naturales, pero las personas se ven tan contentas. Distingo entre la multitud al hombre/triceratops que me matará dentro de algunos años. Sé que es inevitable y me alegro.

SUEÑO 338 (30/06/2019) Héctor, James, Cástulo, Roxana y yo visitamos un lago que recién han inaugurado al sur de la ciudad. El lugar es precioso, aunque no me parece seguro. En la orilla hay rocas negras y afiladas que pueden


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cortar lo que sea. Bajo el agua veo peces de colores que no conocía. «Hay cosas que no se pueden imaginar», nos dice un burócrata obeso y triste que camina sobre el agua, justo como nosotros. Sé que el hombre trabajó toda su vida para el Gobierno y ahora ha llevado sus talentos a la iniciativa privada. El lago es administrado por unos niños narcos que dicen ser los mecenas de la literatura mexicana. Sobre una balsa inflable, toman el sol Juan José Arreola, Clarice Lispector, Fernando del Paso y Brenda Lozano. Cuando nos ven, los cuatro nos gritan que olemos a zapatos nuevos, pero orinados. Vamos por la carretera de regreso a la ciudad. Es de noche y Cástulo conduce. Las calles están inundadas, hace mucho frío. Llegamos a la que se supone que es mi casa: una habitación vacía y húmeda color salmón. Adentro me espera mi hija, ha estado sola por mucho tiempo y por eso ha sido poseída por el demonio. Yo no recuerdo haber procreado nunca y ni siquiera creo en el Diablo.

SUEÑO 339 (01/07/2019) Daré una conferencia por la tarde. Lola me presenta a unas escritoras que se hospedan en el mismo hotel que yo. Entre ellas está Carrie Coon. Le digo que somos amigos de Facebook, pero ella no lo recuerda. «De hecho», me dice, «odio el Facebook». Como sea, promete ir a mi conferencia. Me preocupa que no traigo en la maleta más que camisetas boconas y pantalones rotos. Entonces salgo a comprar ropa. En un mercado enorme, exploro miles de mesas con pacas de ropa usada recién traída de Virginia. Desdoblo camisas y camisetas, reviso la talla y el largo de los pantalones, me pruebo zapatos. Dedico el resto de mi vida a buscar el conjunto ideal para mi conferencia. Cuando muero, un señor/muñeco de felpa toma mi ropa y la pone a la venta con un buen descuento.


SUEÑO 340 (02/07/2019)

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Veo todo en sepia. Estoy en un foro de espectáculos masivos propiedad de Televisa. Es la década de 1970 y están por grabar el evento anual de comedia más importante del país. Me emociona ver a los mejores comediantes mexicanos, pero luego recuerdo que no tengo tiempo de quedarme, pues estoy ocupado buscando ropa para mi conferencia. Me parece que la salida está al final de un pasillo larguísimo. Lo atravieso y llego a un bar abandonado. En una de las mesas del bar encuentro a un hombre desnudo, apenas cubierto por tiras de papel para piñata a manera de vendas. Entonces comprendo que estoy frente al Comediante Cero. «A todos nos terminan olvidando», dice.

SUEÑO 341 (04/07/2019) Estoy atrapado en un gallinero, rodeado de millones de pollos con pasamontañas.

SUEÑO 342 (05/07/ 2019) Visito Mérida con Lala y Apolonia. Un guía de turistas se disculpa porque no se puede ver el volcán debido a la niebla. Le digo que siempre es mejor un volcán con niebla que uno sin niebla. Subimos al cráter en un elevador industrial.


SUEÑO 343 (06/07/2019) Antes de dormir, me visto de draga. Así me voy a la cama para recordar lo que sueño.

Estoy en las ruinas de una hacienda enorme que ha perdido sus techos. Las bardas son gruesas, de tres metros de ancho, y todas tienen agujeros, pequeños túneles que las atraviesan aquí y allá. Úrsula y yo estamos recostados en un nido que han hecho unas aves del pasado sobre un torreón. Ella me dice: «Cada túnel es un observatorio. Cada uno muestra un aspecto distinto de la realidad exterior. Estas ruinas son el Sueño y desde aquí podemos ver hacia fuera, pero no todo, nada más lo que los arquitectos de la hacienda querían que viéramos».

SUEÑO 345 (10/07/2019) Me encuentro a Raquel en la recepción del Salón Carmesí. Ella me hace notar que tengo un mechón de cabello muy largo que hace que mi peinado se vea desastroso. Saca un cuchillo y lo arranca con todo y cuero cabelludo. No me duele, pero siento cómo escurre la sangre en mi cabeza. Estamos vestidos de gala y pienso que ella se ve muy bella, aunque diferente. Es Raquel, pero tiene la apariencia de Léa Seydoux. Entonces llegan diferentes parejas que he conocido a lo largo de mi vida y todos parecen satisfechos de verme acompañado. Raquel se asusta y se escabulle rumbo a la pista de baile. Se pone a bailar sola

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SUEÑO 344 (09/07/2019)


y yo la veo a lo lejos mientras las parejas me felicitan. Les digo que me acepten soltero, tal como soy, que nunca estaré con nadie porque no quiero. Insisten en que «todos debemos andar de dos en dos, con nombres entrelazados. Mírate ahí bien afrutado». Me ignoran cuando digo: «Pero ella baila consigo misma y la amo igual».

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SUEÑO 346 (11/07/2019) El Diablo viste de negro, es flaco y lleva puesta una máscara muy bonita de plumas azules y cuernos de obsidiana. Lo grabo con el celular mientras me golpea en el estómago. No se opone a que lo grabe porque para él es publicidad gratuita. El video podrá servirme para llevarlo ante la justicia, pero al mismo tiempo difundirá su mala fama. Eso le complace. Estamos en un templo; cada que caigo al suelo, miro la nave mayor. Me arde el estómago. El Diablo me dice algo al oído.

SUEÑO 347 (12/07/2019) El parque de La Loma es una colina cercada por seguridad, según me dicen, para que los cholos no entren a lanzar gargajos a los vendedores de algodón de azúcar y salchipulpos. En el centro del parque han instalado una autómata del tamaño de un edificio. Ella canta ópera una vez al día. Su cuerpo es perfectamente esférico. Me siento en una de las bancas del parque a esperar que comience el espectáculo. La autómata se pone a cantar. Una maravilla. Además, tiene la capacidad de emitir proyecciones en el cielo; el firmamento es su pantalla. Me emociona tanto el espectáculo que me pongo a llorar,


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pero no quiero que alguien se dé cuenta. Me levanto y me alejo de ahí. Encuentro un pequeño templo ecuménico completamente a oscuras. La gente puede rezarle ahí a quien quiera porque en la oscuridad, pienso, todos los dioses parecen el mismo dios. Entonces mis ojos se habitúan a la oscuridad: distingo a Lygia masturbándose sobre una banca del templo. Me dice que ella viene a rezarle al squirting, que esa es su fe, y entonces se viene sobre mí. Yo no me muevo porque quiero recibirlo todo. Salgo del templo empapado. Camino hacia la parada del camión nocturno. Lo tomo y avanzamos por la ciudad. En un alto, sobre el camellón, distingo a un hombre del que me he escondido por años. Me pregunto si voy a seguir topándomelo por todos lados. Él come una torta ahogada en bolsita. Me agacho para que no me vea, pero lo vigilo a través del retrovisor. Pasa mucho tiempo y no dejo de verlo comer. Entonces se suben Magnolia y Señor, que en realidad son una misma persona. Los saludo, pero me preocupa que Señor sepa que Magnolia y yo cogimos un día. Entonces me doy cuenta de que nunca hemos cogido y ni sé por qué me preocupa eso. Me bajo en un pueblo mágico. Ahí me encuentro a un muchacho español que está muy preocupado porque ya van a cerrar el estacionamiento y ahí sigue un auto. Le pregunto si el dueño es mexicano o extranjero. Me responde que es caracolero. «Ah, entonces no te apures», le digo, «los caracoleros tienen la costumbre de abandonar sus carros como abono para los sembradíos». El estacionamiento está sobre un árbol. Empezamos a bajar, pero se me dificulta porque solo traigo un zapato y me molesta pisar de vez en cuando cucarachas que habitan el tronco. El muchacho me confiesa que tiene miedo. Le propongo adelantarme y ayudarlo a bajar. Se niega, no deja de repetirse: «Soy español, soy español, soy español...». Cuando alcanzamos el suelo, el muchacho me invita a su casa, dice que tiene agua caliente para lavarme el pie y que tiene zapatos de sobra para que tome uno. Acepto. Me estoy bañando en su casa. Entonces, por las fotografías que cuelgan de las paredes, me doy cuenta de que él es esposo de Gola. Los escucho


hablar detrás de la puerta: han ideado un plan para casarme con Lala. Decido no abandonar el baño, que además es muy agradable, con sus paredes color salmón y su tina decimonónica.

SUEÑO 348 (21/07/2019)

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Cuando despertamos, Lala me platica que en la noche señalé la lámpara y dije: «En mi casa teníamos una lámpara así, pero no encendía. Siempre me pregunté qué se sentiría coger con esa lámpara».

SUEÑO 349 (23/07/2019) Una draga lleva un vestido inspirado en el sistema circulatorio: sangre, arterias, venas y corazón.

SUEÑO 350 (28/07/2019) Persigo a Guillermo del Toro, un pulpo vampiro adolescente que se interna en la fosa de las Marianas para huir de la luz solar. «¡Déjame en paz, cabrón!», me grita mostrando sus colmillos. «¡Primero háblame del color de la tinta!», le exijo.


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SUEÑO 351 (01/08/2019) Le digo a Ada que deberíamos convertir la casa en asilo de ancianos, para que cuando estos mueran se vuelvan fantasmas. «Entonces cambiamos el giro del negocio a casa del terror y sacamos un dineral». Ada dice que mi idea es muy buena, pero que ella también va a morir en esta casa y no quiere trabajar para mí. Me parece razonable.

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SUEÑO 352 (10/08/2019) En el cerro de San Juan hay una roca muy grande en forma de cubo. La escalo y descubro que en su cima brota agua. Un montón de gatos cachorros andan por ahí. También veo un iPhone que es arrastrado por el agua y cae por la orilla de la roca cúbica. Desde ahí veo que Teo conduce de manera errática una camioneta sobre un camino lodoso. Quiere matarse. Le grito que no sea pendejo, que no me voy a subir con él, que si él quiere morirse está bien, pero yo no lo seguiré. Teo pierde el control y se estrella contra una casa. Parece que sigue vivo. Bajo y visito un pueblo cercano. En la plaza principal venden unos picones rellenos de guisados. Me doy cuenta de que no he comido en mucho tiempo y estoy casi en los huesos.

SUEÑO 353 (15/08/2019) Escucho el jingle de Netflix en mi oído derecho. Es tan fuerte que despierto. Descubro una letra «N» grande y roja que flota sobre mí.


Le explico al tatuador que quiero hacerme islas en todo el cuerpo porque básicamente yo soy una isla. Quiero comenzar con una isla del norte de Europa que aparece en la etiqueta de una botella de whisky. El tatuador examina la botella con atención y después se pone a trabajar. Cuando termina, me veo al espejo y descubro que el tatuador ha hecho muy bien la isla, pero también el resto de Europa. Decido que no se ve mal el mapa, pero el tatuador también ha hecho la etiqueta y la botella de whisky. La etiqueta, además, incluye el retrato de un perro salchicha disfrazado de reno porque se trata de una edición especial navideña. Estoy avergonzado de que la gente vea mi tatuaje, pero resulta que a Miroslava Stern le encanta. Nos abrazamos. Estoy en una fiesta en un parque acuático. Veo a Gola y Lala chapoteando en una alberquita inflable. En una cabina telefónica hay un sacerdote con el que los niños pueden confesar sus pecados. Sospecho que el sacerdote es pederasta. Entonces avanzo con sigilo, incluso pecho a tierra, para descubrir al sacerdote in fraganti. Gola organiza ahí mismo una marcha contra la pederastia. Infinidad de madres caminan en fila y entran a la cabina, una por una, para sacarse fotos con sus hijos. Veo que en la cabina se anuncia el whisky del perro salchicha, cuyo slogan es: «PROTESTA». Me quejo de que las corporaciones se han adueñado de la rebelión. El director de la compañía de whisky me dice que no puedo decir nada porque traigo tatuado su producto en el brazo.

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SUEÑO 354 (01/09/2019)


SUEÑO 355 (09/09/2019) Un hombre abre la puerta de su casa y se da cuenta de que hay una tormenta eléctrica. Se pregunta cómo es posible que no haya escuchado los rayos hasta que abrió la puerta. Se queda ahí parado, mirando la tormenta.

SUEÑO 356 (07/10/2019)

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Acompaño a Micaela a que le pinten el cabello. Cuando terminan, me paro frente a ella, sostengo su mandíbula con mis manos y le digo que se ve muy bonita. Recuerdo entonces que ella ha muerto.

SUEÑO 357 (14/10/2019) Platico con Iván en la calle. Vemos que Hitchcock intenta esconderse de la gente detrás de un poste mientras espera el semáforo para cruzar la avenida. Se acerca a nosotros y saluda a Iván. Me ignora por completo y luego se marcha. Estoy celoso, no soy nadie para Hitchcock. Decido quebrar la ventanilla de un auto cercano repleto de avispas y alacranes alados para vengarme de él y del resto de la ciudad.


SUEÑO 358 (16/10/2019) Estoy detrás de Nova frente a un espejo tan alto que no le alcanzo a ver fin. Ambos estamos desnudos. Su vulva tiene siete labios, cada uno con una pigmentación distinta, ligeras variaciones de colores terrosos. Ella da un paso al frente y, de una maroma, entra al espejo. Así, de espaldas, me dice que no quiere volver a verme, pero que yo puedo ver su cabello y, con el tiempo, si todo va bien, ahorcarme con este. De repente, sospecho que ella también está parada detrás de mí. Me ve, después de todo.

Me reúno con una familia enorme, decenas de personas a las que debo pedir perdón por alguna razón. Estamos en un salón de eventos y yo estoy junto a una mujer que al parecer fue mi pareja durante muchos años. No estoy seguro de que tenga la obligación de pedir perdón, pero lo hago por ella, a quien creo haber amado. Cuando comienzo a hablar, los familiares se levantan de sus lugares y se ponen a jugar a las sillas. Caminan alrededor de sus mesas, algunos desaparecen, otros se cambian de lugar. Luego se detienen y, cuando empiezo a hablar, de nuevo se ponen a jugar. La reunión es frustrante. Entonces la mujer que fue mi pareja me lleva a una habitación que, aparentemente, fue nuestra. La mujer proyecta la pantalla de su laptop en una de las paredes. Está escribiendo en Word una carta dirigida a mí. Es una carta de despedida que me hace llorar. Escribo a mano, sobre la pared, entre los renglones de su carta, mi propia despedida. Sé que no nos volveremos a ver, pues me he quedado ciego.

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SUEÑO 359 (17/10/2019)


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SUEÑO 360 (18/10/2019) Estoy en una zona secreta de experimentación nuclear. Uso mi celular como dron y lo hago volar hasta una torre que está en el centro de la zona. Ahí veo a un hombre vestido con un traje de seguridad sentado frente a un tablero que parece ser un complicado sistema de control. Me llama la atención que un montón de bolsas de Soriana cubren el suelo. En todas hay comida chatarra (distingo Paquetaxos, Pingüinos y Canelitas). Hago regresar a mi celular. Cuando lo tomo, mi mano derecha se empieza a poner negra. El celular me ha puesto en contacto con la radiación. De mi mano empiezan a surgir hongos y otros vegetales. Hay un bosque negro en mi mano, un bosque especialmente espeso entre el índice y el pulgar. Un médico me dice que no es grave, que no moriré, pero que ya nunca me podré masturbar. «¿O eres zurdo?», pregunta.

SUEÑO 361 (24/10/2019) Dos Susanas vestidas para jugar tenis se pintan los labios amorosamente una a la otra.

SUEÑO 362 (31/10/2019) Espero a Valeria en el aeropuerto frente a un ventanal que da a la pista de aterrizaje. Llega su vuelo desde Edimburgo; salen todos los pasajeros y Valeria no aparece por ninguna parte. Entonces alguien


SUEÑO 363 (09/11/2019) Para llegar a la universidad a dar clases debo atravesar un bosque lleno de niebla. Cargo en mi mochila algo vivo, pero no recuerdo qué es. Mientras camino, empiezo a recordar que llevo a cuestas todo lo que he soñado en mi vida. No me dirijo a la universidad, sino a una fosa común en la que enterraré mi mochila.

SUEÑO 364 (12/11/2019) Lala y yo estamos en un café. Un muchacho guapo, pero vestido de una forma que me parece ridícula (camiseta de resaque, calcetas largas, short setentero muy corto y una banda en la cabeza), trota alrededor de nuestra mesa. Lala lo mira de reojo y, después de un rato, me dice:

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toca mi hombro y volteo; es Cinthya, que viene con su esposo. He quedado de recibirlos en mi casa, pero lo olvidé y ya no tengo espacio para tantas visitas. Me doy cuenta de que Valeria llegará más tarde ese día. Entonces llevo a Cinthya y a su esposo a conocer la ciudad, ya le explicaré luego que no se pueden quedar en mi casa. El esposo desaparece y yo me quedo solo con ella. Contemplamos una de las atracciones locales: una campana gigante, del tamaño de una casa de dos pisos, que está encerrada en un cubo de cristal que la insonoriza. Esa es la maravilla: una campana tan potente, pero inaudible. Le digo a Cinthya que voy a buscar a Valeria al aeropuerto; ella me dice que va a esperar a su esposo. Nos despedimos con un beso ligero en la boca.


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«¿Sabes que también estoy cogiendo con él?». Le digo que está bien, que igual por eso se ejercita tan cerca de nosotros, que tal vez quiere estar a solas con ella. Lala se levanta y lo saluda con un beso largo en la boca. Luego, ella se va al baño a lavarse la boca, según nos dice. Me quedo platicando con el muchacho. Me cuenta que es dueño de una editorial; yo pienso que es otro junior con ganas de hacer libros. Me dan ganas de orinar. El baño está en un tapanco, a la vista de todos. Las tazas son equipales; no me gusta la idea de usarlas. Mejor salgo del café. Es el día más caluroso del año y llevo encima ropa de plástico. Me parece buena idea ponerme a correr para tratar de bajar algunos kilos. Me sorprende mi condición. Corro muchas cuadras sin siquiera detenerme en los cruces. No me siento agitado, aunque sí sudo a chorros. Después de un rato, me encuentro a Magnolia. Me saluda con un abrazo muy apretado. Me molesta. Me pregunta si puede acompañarme a correr, le digo que no, porque tengo que regresar al hotel. Sigo corriendo, pero ella me pisa los talones. De vez en cuando me nalguea y me inyecta una sustancia. Entonces empiezo a quedarme sin energía, ya no me puedo mover. Caigo en un jardín en medio de algunos rascacielos. Ella empieza a besarme y yo siento asco, pero soy un bulto y no me puedo defender. Me saca el pene y empieza a masturbarme. Como no tengo erección, ella aprieta y estira mi pene, como si fuera de chicle. Le arranca pedacitos y se los lleva a la boca. Los mastica e infla bombas, pero yo sigo sin sentir nada. Sólo me avergüenza que en todas las ventanas de los rascacielos haya personas, cientos, mirándonos. Le pido a Magnolia que por lo menos siga abusando de mí en un lugar privado. Ella acepta, se levanta y de inmediato recupero el control de mi cuerpo. Entonces siento un dolor horrible en el pene. No me importa y salgo corriendo de ahí. Voy semidesnudo y me preocupa conseguir ropa para cubrirme. Entro a un rascacielos al mismo tiempo que hay un apagón en toda la ciudad. El cielo es de vidrio y se empieza a quebrar. Me doy cuenta de que vivimos en una bola de cristal.


La ciudad/hotel en la que vivo/me hospedo tiene una arena en la que esta noche jugarán los Lakers. Consigo buenos lugares, pero junto a mí se ha sentado MacMon. Trato de ser optimista y convencerme de que su presencia no me arruinará el juego. No le dirijo la palabra la primera mitad. Al medio tiempo, sale Elton John a cantar. Estoy emocionadísimo porque sé que es su último concierto antes de morir, pero alguien me explica que en realidad es un imitador. Me sorprende el parecido. MacMon quiere que hablemos de nuestros padres y del daño que nos han hecho. Le platico mis experiencias y luego ella me cuenta las suyas. Termina diciendo que ella, claramente, ha sufrido más con su padre que yo con el mío. Le digo que me parece que esto del dolor no es una competencia. Me reclama que esté infravalorando su propia experencia dolorosa; le respondo que no, que simplemente no sabemos lo que es estar en los zapatos del otro. Me acusa de no practicar la empatía, que su papá está muerto a diferencia del mío, que por eso no hay nada comparable con el dolor que su papá le ha causado. Aprovecho para darle mi pésame, entonces me confiesa que su papá no está muerto, que sólo era una prueba para examinar mi humanidad. Se levanta sobre su butaca, se saca el pene y empieza a orinarme, a mí y a todos los que están cerca. Llega seguridad y, mientras se la llevan, empieza a gritar que nos demos cuenta de que todos los que estamos en la arena somos hombres. Y es verdad. No sé qué pensar, me siento confundido. Lo que me urge es cambiarme de ropa y darme un regaderazo. Por suerte, la habitación está cerca. Salgo corriendo de la arena. El hotel es tan grande que tiene colonias marginadas dentro. Camino por las calles y me encuentro a David, que viene preocupado porque teme que lo asalten. Le cuento lo que me ha pasado, pero David no parece ponerme atención. Me pregunta: «¿Te das cuenta de que las colchas de todas las camas del hotel tienen

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SUEÑO 365 (14/11/2019)


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mensajes bordados?». Le respondo que no. Me pide que me fije bien cuando esté en mi habitación. Cuando entro a mi cuarto, encuentro a Karla O sobre mi cama. Trae hilo y aguja en mano. Le pregunto qué hace y me responde: «Estoy fabricándote una playa». Me parece de lo más natural, pero le pregunto si no puede hacerlo luego, que pedí no ser molestado en mi habitación a esta hora. «Esto es urgente», me dice, «necesitas muchísimo una playa». Entro al baño de la habitación para bañarme; es un baño enorme y público. Huele a orines y hay mierda en las paredes. Ahí veo a Cox abrazada con un muchacho. Ambos están llenos de excremento. Aunque me cambie de ropa, voy a seguir oliendo a orines. Entonces se me ocurre usar la playa que ha hecho Karla O para mí. Extiendo la colcha sobre el suelo de la habitación. Me paro en la cama. Esta se vuelve una playa y la colcha un mar. Las olas golpean mis piernas.

SUEÑO 366 (06/12/2019) La Casa Blanca es una prisión de alta seguridad. Uso la lanza electrificada de Lyndon B. Johnson para abrirme paso. Entonces veo frente a mí dos puertas enormes de madera que rechinan al abrirse con lentitud. Adentro sólo hay neblina, que es el sudor evaporado de todos los presidentes muertos, pienso. Una silueta surge entre la neblina: es el presidente Nicolas Cage. Sé que no puedo vencerlo, no a él, que se ha alimentado de los testículos de todos los presidentes de la historia. Una niña me dice que huya, que no intente pelear con él, que nunca han dejado que las niñas gobiernen, pero que un día ella lo hará. Corro por los pasillos de la Casa Blanca. Esquivo muchos carritos de comida: dogos con panela, elotes con queso y crema, pretzels y «trenzas infinitas». También hay un carrito farmacia donde me hago de una jeringa para inyectarme prozac líquido y ser feliz,


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aunque el presidente Cage me atrape. Pero esto no sucede. Cuando escapo de la prisión, me siento culpable por abandonar a mis amigos. Considero que tengo una buena oportunidad de hacer algo heroico. Hay otras personas que lograron escapar de la cárcel al mismo tiempo que yo. Muchos se precipitan a la calle y paran autobuses urbanos de juguete. En uno de estos va Alison Brie, que es mi ex esposa. Subo al autobús, pero ella no quiere hablarme. Seguramente está decepcionada de que no haya demostrado el valor de rescatar a mis amigos. Dejo el autobús dispuesto a regresar a la cárcel. Me arrastro pecho a tierra entre la maleza. Es de noche y decido esperar hasta Navidad para que los guardias se descuiden. Paso mucho tiempo ahí. Hay «palehormigas» que usan mi aparato digestivo como refugio. Me he convertido en un bulto de ramas quebradas y hojas secas. Unos niños que pasan por ahí empiezan a orinar sobre mí. Ya no puedo seguir escondido y vuelvo a respirar. Los niños me preguntan si quiero entrar a la cárcel. Respondo que ese es el plan. Preguntan para qué. Respondo que fui un cobarde. Preguntan para qué quiero dejar de ser un cobarde. Respondo que para que me quieran. Me llaman imbécil por no haberme largado ya, me preguntan por qué no lo he hecho. Les digo que tengo la intención de volverme un héroe. «¿Para qué?», preguntan. Respondo que para que me ame de nuevo mi ex esposa. Me dicen que eso no tiene sentido. Les digo que cuando crezcan entenderán que uno no quiere estar solo en la vida. Uno de los niños me dice: «Cuando crezca, ya no voy tener verguita, quiero una vagina». Siento sus pies andando sobre mi espalda, luego continúa: «Regresa a la cárcel y mata al presidente, pero no te hagas el héroe. Hazlo para tener algo que contarnos». Me hallo prisionero de nuevo en la Casa Blanca. Los guardias se divierten obligándonos a jugar a jalar la cuerda, que es de metal y se calienta sobre las brasas justo antes de usarla. Me arden las manos, pero pienso que no está mal esta vida. Pasan los años, envejezco. Le digo a otro preso idéntico a mí que somos una buena bola, que las bolas sirven para no estar


solos, pero que está bien la soledad, que hasta el presidente Cage está solo y que ya no me acuerdo del nombre de mi ex esposa, que sigue en el autobús de juguete, pero convertida, después de tanto tiempo, en un refresco de mandarina.

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SUEÑO 367 (20/12/2019) Soy el único pasajero de una balsa motorizada en un canal de una antigua ciudad europea. Los paparazzis se amontonan en las orillas del canal para sacarme fotografías. El conductor acelera, pasamos debajo de un puente que tiene grabado en roca la palabra «NEVERMIND». Logramos perder a los paparazzis. El canal huele a agua estancada desde hace miles de años. Me pongo nervioso. En la orilla del canal veo a Leonard Cohen sentado en una silla de madera. Viste de traje y sombrero. No tiene piel. Tiene la pierna cruzada y fuma un cigarrillo. Envidio su serenidad y su traje negro. Como él, cruzo la pierna e intento fumar un cigarrillo, pero cuando lo acerco a mi boca este se vuelve cenizas. Lo intento de nuevo y de nuevo. No lo logro. Cohen ríe y me grita: «¡Eres de fuego, imbécil!». Entonces me doy cuenta de que soy el Ánima Sola y que jamás podré fumar nada. Así que soy esto, pienso, qué curioso.


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AGRADECIMIENTOS Lengua noche es mi libro más personal y extraño (y he escrito varios libros raros a lo largo de mi vida). Era un secreto que decidí compartir con los lectores. Para sacar esta primera edición, armé una campaña de fondeo en la plataforma Kickstarter. Mis libros anteriores han salido en editoriales pequeñas y grandes, independientes, comerciales e institucionales, de todo, pero esta vez, dada la naturaleza peculiar del libro, me pareció más adecuado acercarlo a sus posibles lectores desde antes de su paso por la imprenta. Esta fue la idea de la campaña, que comencé durante la última edición de FIL Guadalajara. La campaña estuvo activa hasta el 6 de enero de 2020, pero gracias a la generosidad y confianza de 92 lectores, completamos el monto del financiamiento dos semanas antes. Me siento profundamente agradecido con ustedes, que aparecen a continuación en orden alfabético y tal como quisieron ser nombrados: Abril Medina Ada Cabrales Adriana Barba Alberto Castellanos Alejandra Carrillo Alejandra Espino Alejandro García Alejandro Paniagua Anguiano Alfie Palao


Alfonso López Corral Alva Ana Corvera Ana Mandarina Arlette Flores Bernardette Aquino Carlos Carlos del Rosal Caraveo Carola Dager Carolina Esther Villegas Gómez Cástulo Aceves Cecilia Eudave Cecilia Magaña Diana Martín Dulce Villarreal E.R. Auld Édgar Adrián Mora Eduardo Robles Ch. El Chiva El Montruo del Espagueti Volador Emmanuel González Enrique Urbina Erandi Barbosa Garibay Érika Ledezma Barragán Fabiola Eme Fernanda Canales Francisco Velasco Cortés Gabriela Damián Miravete Héctor Palacios Iliana Vargas Itzi Soriano Iván Farías


Iván Serrano Jauregui James Nuño Jhoely María Márquez Razo Jos Velasco José Miguel Tomasena Josué Nolasco Jovany Cruz Flores Jurek Sehrt La increíble Atenea Cruz Leslie Rondero Libertad Pantoja Lizeth Alcaraz Escamilla Lola Ancira Lorena Elizabeth Hernández Manuel Romero Marisol Gutiérrez Maritza M. Buendía Max Valencia Miguel Ángel Morales Miguel Pérez Mónica Arana Mónica Quiroz Musalem Norma Sánchez Acosta Omar G. Villegas Pablo González Pao Sobrino Paola Guerrero Pavel Ricardo Morales Ocampo Perla Sainz Rafael Sánchez Martínez Raúl Lomelí


Regina Falange Roberto Visantz Rodolfo Gloria Rodrigo Segura Roger Lozano Roxana Zermeño Ruy Feben Said Sebastián Perea Sergio Tovar Velarde Sofía Galindo Sofía Padilla Susana Calette Valeria Gascón Víctor Parra Avellaneda Violeta Paulina Sánchez Wolf Owczarek Yoselin Goncalves Zoé Yatzaret Gómez Guerrero


Lengua noche. Sueños de 1985 a 2019, de Rafael Villegas, se terminó de imprimir y encuadernar en febrero de 2020 en Pandora Impresores, Caña 3657, La Nogalera, 44470, Guadalajara, México.



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