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80 m2
from Identidades 25
J.P. Biosca
8o m2
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Ochenta Metros Cuadrados es la más reciente exposición de Libertad Alcántara, una artista visual que toma ya desde unos años un sitio en las generaciones jóvenes de creadores. Lugar que ha construido a partir de su búsqueda interior. Posición que ha alcanzado sintiendo el dolor que le ha infligido la vida –como lo inflige a todos– y dándose cuenta del valor universal que tiene esta vivencia.
Lo que es importante y le convierte en arte es su acceso a las vivencias que tienen las personas a partir de la obra particular.
Libertad Alcántara nació en una de las ciudades donde menor interés hay por las artes, boca de la contaminación petroquímica y puerto de altura que da de comer al país con exportaciones anuales por más de 7 mil millones de dólares en petróleo. Ciudad rica, pero miserable para el arte y las ciencias.
Ahí comenzó sus días esta creadora. Pero tuvo una ventaja: nació en una familia que ama el arte, la ciencia y las humanidades. Su madre y padre, sus padrinos, tíos, y primos, todos, se desarrollan en trabajos relacionados con las artes, las ciencias y las humanidades. Muchos ya no están en el puerto petrolero. Otros todavía resisten queriendo cambiar la dura inercia que, paradójicamente, tiene el atributo de puerto olmeca, con cerca de 3 mil años de actividad portuaria ininterrumpida.
Su formación académica la hizo en la facultad de Artes de la Universidad Veracruzana en Xalapa, facultad de difícil acceso y de gran exigencia técnica que cada alumno toma según sus intereses. La capacidad de buscar los conceptos que guíen y sean directriz de cada obra y de cada exposición la formó a través de la creatividad académica y de la discusión en casa de las cuestiones teóricas sobre el arte –porque la actividad humana sin teoría es ciega.
Sabe que el artista se hace en el taller, en el trabajo diario, pero ese trabajo va dirigido por los conceptos visuales que se desea representar. Así, la obra llega a ser más lograda en la medida que alcanza la capacidad de representar lo universal en cada percepción particular.
La exposición
80 m2 es un claro ejemplo de lo que estamos diciendo de la obra que representa situaciones comunes a una gran cantidad de espectadores, a partir de piezas únicas e individuales.
“Es utilizar la materialidad e imagen del abandono, ubicándola como un receptor sensible de nuestra experiencia vital. Era im-
portante que esto fuera una sensación expansiva para conducir al público por la experiencia estética y que, desde ese estado empático la puedan interpretar desde su propia experiencia”, dice Libertad a pregunta expresa sobre el concepto que guía esta exposición.
“Como proceso es ser lo más frágil y vulnerable para poder empatizar. Yeso y cemento sobre tela que en cada movimiento se va deshaciendo. También el desgaste en el lienzo. Desgastes obligados”.
En un vídeo, Libertad explica: “La ruina comienza por un olvido activo y ahí cobra significado por sí misma. Es el tiempo lo que acompleta el ciclo y lo vuelve algo independiente y ahí entramos en el espacio del abandono. Un abandono cargado de significado porque comienza en una decisión”.
Y expresa sus recuerdos de la infancia y adolescencia: “Lo que tenía muy vívido es el recuerdo de la pared, de la experiencia táctil, el tipo de repello era muy áspero. Dormía en mi cama pegada a la pared, y siempre despertaba con raspones en mi cuerpo porque me pegaba en la pared”.
E introduce una reflexión metafísica: “¿El cuerpo físico, cómo se relaciona con esta habitación? y ¿cómo la transito? ¿Qué sucede conmigo al estar ocupando esa habitación? Esto determina muchas cosas, según el espacio que ocupas y cómo lo estás ocupando”.
Así, Libertad explica: “Las cicatrices del espacio nos unen, porque es una materialidad que todos podemos reconocer. A cada quien le habla
distinto, a cada quien desde su propia historia. Pero al final es una imagen que nos conecta, que todos podemos identificar y, entonces, es una imagen compartida”.
De manera muy sencilla, la autora nos permite entender este paso entre lo individual de la experiencia que cada persona tiene y lo universal del arte. Las piezas de arte dejan de ser mera decoración, aisladas en una individualidad, y se convierten en significado que genera empatía con el concepto estético.
Imagen del Edificio Lolita en funciones (1962)