Núm. 1
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M A N I F I E S T O
Febrero 2018
Raíces
nace entre las distintas cabezas de la joven Granada, con el objetivo de asentar un espacio común de expresión, de debate y profundización que desemboque en un desarrollo ideológico, moral, político y cultural colectivo. Un espacio que lleve a un paso más allá las inquietudes, que constituya un espacio de reflexión común que nos asiente sobre el mismo suelo, enraizando un futuro robusto. Un espacio que pretende dar herramientas y voz como raíces para un pueblo crítico. Asentar un camino común y visibilizar una voz colectiva.
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Reflexiones de una mujer que debe atreverse a escribir en una revista
reivindicaciones sobre la situación de las mujeres y que queda tanto por hacer, ¿no tenemos nada que decir?
por Carmen Higueras del Moral
Enciendo la tele, me han contado que en un programa van a hacer un especial de mujeres pero sólo llevo 5 minutos y por ahora sólo han entrevistado a tres hombres.
Al fin consigo hacer un hueco entre todos los exámenes, trabajos y compromisos a los que la universidad y estas edades me someten. Me siento en mi escritorio, abro el ordenador y me dispongo a escribir. Pero, ¿sobre qué voy a escribir yo? No creo que tenga nada importante que contar y mucho menos algo que pueda resultar interesante. Seguro que los temas que se me ocurren ya los puede tratar cualquier compañero y seguro que mucho mejor que yo. De todos modos sé que no soy ni tan brillante ni sé tanto como ellos. Lo mejor será seguir aprendiendo, informándome, a lo mejor así algún día conseguiré ser capaz de hacer algo bueno. Sí, eso es lo mejor que puedo hacer. Al cabo de unos días me pregunto, ¿cuántas compañeras pueden estar pensando lo mismo que yo? De todos los que nos comprometimos con este nuevo proyecto, y que lo hicimos con tantísima ilusión, ¿cuántas mujeres había? Contándome a mí misma recuerdo que éramos tres. Acaso en un mundo repleto de tantísimas
Pasan tres días, ya he terminado los exámenes, ahora que tengo tiempo voy a ver algún debate, ¿sólo una mujer en una mesa de siete personas?
Sí, en definitiva tengo (tenemos) mucho que decir. Si estoy escribiendo hoy aquí es porque no puedo permitir que esto sea una vez más eso de lo que ya sobra en el mundo. Tememos que crear espacios donde nos sintamos cómodas y que nos permitan expresarnos. Nos han enseñado a tener miedo al espacio público, nos han coaccionado para que no nos expresemos. ¿Acaso soy yo la única que no se ha sentido escuchada en una asamblea? ¿Acaso soy yo la única que ha callado lo que pensaba por miedo a que fuese una tontería? Sé que no. El espacio público es aquel que permite organizar el poder, crear instituciones, dar carácter a una sociedad, a una comunidad o a un espacio. En este confluyen las relaciones de poder y no hay si quiera que decir que este espacio no es neutro. Los hombres se sienten más cómodos en él, a lo largo de la historia este espacio les ha pertenecido. Han sido capaces de crear cultura, su cultura, de hegemonizarla. Sin embargo, yo, como mujer, he sido enseñada a ser cautelosa, a tener miedo, a pensarme dos veces lo que voy a decir. Obviamente no soy capaz de encajar en esta cultura que no es la mía y en la que no me veo reflejada. Te pasas toda la vida frustrada, creyendo que vales menos que tus compañeros, y viene el feminismo y te salva(s). Sin embargo cuando eres consciente de ello es cuando comienza lo más difícil. Sabes que te encuentras en una situación de inferioridad, debes deshacerte de todo aquello que te han enseñado y deber comenzar
una lucha que con dificultad terminará a lo largo de tu vida. El espacio público es algo peligroso, algo que hay que reivindicar y sin embargo te ves incapaz de hablar en público, de escribir un simple artículo en una revista que ni siquiera tienes garantizado que vaya a ser leído por alguien más que tus compañeras y compañeros. Supongo que se debe a una especie de estrategia de supervivencia, tenemos tanto que demostrar y el mundo entero en nuestra contra. Tenemos miedo a reacciones machistas, tenemos miedo a cagarla y echar por tierra el trabajo de muchas compañeras, tenemos una falta de seguridad a mostrarnos públicamente. Queremos mantener la idea de que somos tan válidas como nuestros compañeros y esto nos crea aún más miedo a mostrarlo. No pretendo ponerme muy profunda en este artículo porque no es ni mucho menos mi intención, todo lo contario. Ya habrá tiempo de hablar de ello. Escribo esto porque creo que este espacio debe tener este carácter desde el principio y sobretodo para animar al resto de compañeras. Hagamos de este espacio algo nuestro donde podamos expresar lo que sentimos, desde el acoso que sentimos en las calles hasta la distribución del Estado español. Tenemos voz y somos importantes. Somos capaces y vamos a demostrarlo. Seguro que sí, que es eso, una estrategia de supervivencia, pero si no nos mostramos dejamos de existir. Mejor dicho, dejamos de empezar a existir.
4 Febrero 2018
Tierra y libertad por Miguel Ortuño “Estando de acuerdo con su análisis acerca del origen de la opresión del Pueblo Vasco, rechazaba por completo las consecuencias que de dicho análisis extraían. Su esquema, copia exacta del aplicado por Lenin en la U.R.S.S., lo encontraba erróneo en Euskadi. (…). No era el Estado dictatorial franquista con su acervado centralismo e imperialismo español la única causa de la existencia de la opción independentista, sino también la incom-
prensión históricamente demostrada por los partidos obreros españoles frente a la cuestión vasca (…) Mis posteriores relaciones, como representante de E.T.A., con representantes de diversos partidos obreros revolucionarios españoles, no sirvieron sino para confirmar esta visión. Dichos partidos no entendían la cuestión vasca sino como un problema molesto que conviene hacer desaparecer. Siempre me pareció ver que la unidad de `España` era para ellos tan sagrada como para la burguesía española” José Miguel Beñarán Ordeñana (Argala). Los planteamientos deben realizarse conforme a la observación realista de los acontecimientos, y de esa observación
concluir que, lejos de las idílicas hermandades entre clases obreras. Han pasado más de 40 años desde que corría sangre y plomo por las calles de Euskadi, Madrid o Galiza, más de 40 años sin profundizar en la idea de “España”. Porque “Españas” hay muchas, y no solamente una como se quiere hacer a la idea. No es la misma España la del padre de familia que se levanta a trabajar a las cinco de la mañana, que la España de la precaria o la España de la exiliada que debe abandonar su hogar obligada ante la situación actual, que la España de Rita Barbera, Francisco Camps o Ana Patricia Botin. Para la izquierda del panorama del estado español
tu bandera de la URSS? ¿Te compraste el poster del Che Guevara? ¿Cantaste la internacional con el puño en alto? Ojalá tanta pregunta fuera sacada de un anuncio de la tele tienda, pero tristemente esto es una radiografía de la izquierda militante española.
la cuestión de “la patria” nunca ha sido una clave muy atractiva, sino todo lo contrario, es simplemente pronunciar las palabra “España” para ver como saltan cuatro o cinco sarpullidos en la piel de más de uno, y no le quito razón, porque a lo largo de la historia bajo muchos palabros se han intentado esconder masacres, penurias y guerras. Tal ha sido el rechazo hacía la tierra que hemos preferido mirar hacia el otro lado de la ventanilla, mirando, tal vez, el paisaje tranquilamente. ¿Tú también te emocionas y vibras con los himnos y canticos populares soviéticos? ¿Cantaste a pleno pulmón el himno de la alegría? ¿Fuiste eufórico a una manifestación de la educación pública con
allá de ciertos hitos y narraciones de la Segunda República, la guerra civil y la lucha contra el franquismo, la izquierda española no se sale, y en los últimos años ya empieza a sonar como ese viejo casete del coche de mamá.
La izquierda de este país es como un radiocasete viejo que encuentras en el coche de tu madre, ese que reproducía las 4 canciones de siempre en bucle, los llamados “hits del verano” y mira, es la décima quinta vez que escucho la canción de Las Ketchup y sino para esto prometo lanzar ese casete por la ventana del coche. Más
No concibo un perfil de militante que no se emocione con la Andalucía valiente del 4 de diciembre y la profunda rabia de haber perdido a un hermano como García Caparros. No puedo creer en una persona que le causa indiferencia la lucha de Asturias y la dignidad minera de recorrer cerca de 500 kilómetros durante 20 días para exigir lo que es suyo por derecho. Preocupado de ver como se trata la cues-
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tión catalana como un simple juego de banderas. Cansado de ver como se mira a otro lado el 23 de abril habiendo pasado 500 años de la rebelión comunera en las anchas Castillas. Torturado por la indiferencia que causan figuras gallegas como la de Rosalía de Castro defendiendo a la mujer labradora doblemente explotada, en la casa y en el campo. Afligido por ver como se mira hacía Euskal Herria como si nada de eso ya importará… La izquierda española ha preferido mirar al otro lado durante tanto tiempo que ya no sabe ni por dónde empezar, ha preferido homogenizar antes que diversificar, ha preferido ver cualquier bandera antes que una andaluza, ha preferido hablar una lengua antes que varias. Hemos mirado tanto tiempo fuera que nos hemos perdido tanto de aquí, tanto de nuestras gentes. Porque somos hijas de aquella campesina que con mucho ahínco lucho por la tierra que le vio crecer, se partió el lomo y la cara por sus vecinas, hijas y familia. Como dijo José Díaz ¿patriotas ellos? ¡No! Las masas populares, vosotros, obreros y antifascistas en general sois los que queréis vuestro país libre de parásitos y obreros, pero los que os explotan, no. (…) Los amigos del pueblo son los que continúan la tradición de esos hombres que lucharon contra la Inquisición; los que, como los comuneros, lucharon posteriormente por una situación de mejora para la mayoría del pueblo de España (…) La construcción de la España que viene debe pasar por el respeto, un respeto que no se simplifique en el mutuo reconocimiento sino que beba de las costumbres, lenguas, hitos, símbolos y narrativas de este país de países. Un respeto que no se manifieste únicamente en una retahíla de banderas desfilando sino en el aprender más los unos de los otros, de hablar y sentir en la mismas lenguas que el otro. Un respeto que no hemos tenido nunca porque siempre se ha sentido desde una perspectiva de molestia en última instancia la cuestión nacional. Esta historia ha ocurrido siempre con un narrador que actuaba como superior jerárquico respecto al resto, como si fuera por obra y gracia de Dios los roles que han sido asignados culturalmente estos últimos años. La realidad es que hemos olvidado gran parte de las luchas que se han dado en nuestra propia casa, hemos dejado atrás a grandes personas que muchos años an-
tes se dejaron la piel luchando con cada injusticia, ya ni les rendimos homenajes, porque todo eso lo hemos ido dejando de lado y olvidando. Hemos preferido la comodidad de mirar hacia otro lado del trayecto y desear por un momento que este coche fuera otro coche, al gusto de cada cual. La patria puede significar muchas cosas, pero el obrero lo tiene claro: Pan, paz y tierra: la vigencia de tres palabras sigue hoy día. El desprecio de la izquierda se pudo apreciar muy bien en los últimos meses con la cuestión catalana. El independentismo catalán prendió la llama del debate territorial y al reavivarse el fuego la respuesta por parte de partidos como Izquierda Unida o Podemos fue la carencia al obviar a la periferia para dar respuesta al conflicto catalán, en el que prácticamente solo hemos escuchado a representantes de Madrid para dar respuesta al conflicto. Que el movimiento obrero del estado está, en su mayor parte, tan imbuido de nacionalismo español es justamente esto último, es haber adoptado todas estas posiciones de arrogancia que durante tanto tiempo han sacudido a los más indefensos. Reducidos a la burla echa a aquella campesina que únicamente sabía valenciano y que eso, era un dialecto estúpido, que solamente habla la gente de pueblo y atrasada. Al final nos hemos convertido justamente en ese tipo que señala.
La poesía está de moda por Miguel Ángel Prados Orgaz La poesía está de moda, es un hecho. Cada vez son más las personas, la mayoría jóvenes, que se lanzan a escribir su primer poema y usan las redes sociales para su propagación. Pero hay que tener en cuenta la calidad de estas nuevas creaciones literarias y el respeto que se le debe tener a la lírica y a los poetas de profesión. No existe ningún motivo para quejarse de que la poesía esté de moda. Ha sido una visión clasista de la poesía a lo largo de la historia la culpable de que muchas personas no hayan escrito sus pensamientos en forma de versos y se hayan quedado en el
cajón numerosos poemas, algunos seguramente magistrales, que habrían ayudado a la evolución y a la mejora de la poesía. La poesía es necesaria y no entiende ni de razas ni de géneros ni de clases, cualquiera puede escribir poesía y no nos engañemos, nadie vive de la poesía sin ser un genio, es decir, que un joven empiece a escribir no roba ni dinero ni trabajo al que lleva años haciéndolo y al que vive de su arte escribiendo. La crítica de ciertos sectores de la sociedad que se dedican a la escritura hacia los nuevos autores se basa en un miedo irracional, en la creencia de que no puede existir una competencia sana y una coexistencia pacífica con otros autores, por muchos que sean. Sin embargo, tenemos que ser consecuentes con lo que escribimos. Si bien todo el mundo puede escribir poesía, no todo lo que se escribe puede denominarse así. Escribir un enunciado afirmativo pasando de vez en cuando a la línea siguiente no es poesía. No es obligatorio que haya rima consonante ni asonante, ni un número de sílabas determinadas, ni diferenciar estrofas, todo esto ya lo han hecho grandes poetas como Bukowski que nadie cuestiona, pero si es necesario para escribir poesía saber transmitir emociones y sentimientos que sería muy complicado expresar de otra forma o con otro género literario. Lejos de tercetos, sonetos y versos alejandrinos de los más sofisticados, las nuevas tendencias poéticas se caracterizan por su libertad estructural, que no se puede traducir como dejadez ni como poesía descuidada, si no como un acercamiento de la poesía a las formas más informales y modernas que representan a la juventud. La informalidad, unida a la fácil propagación de lo que se escriba por redes sociales y a la simplicidad de abrirse un blog donde verter todos los pensamientos, crean una mezcla perfecta en la que todos los que quieran pueden compartir su poesía, aprender unos de otros y crecer tanto artística como personalmente. Si nos alejamos de la no-poesía de los enunciados hechos versos que mezclan estereotipos poéticos con un lenguaje de “malote” y frases largas con palabras vacías, podemos continuar con un movimiento literario nuevo y colocar a los libros de poesía donde le corresponden, es decir, en casa de cada persona que sea capaz de sentir.
6 Febrero 2018
¿Operacion Triunfo un espacio para la izquierda? por Amalia Lozano España “Hablemos de ruina y espina, hablemos de polvo y herida, …lo que quieras pero hablemos” esta frase que pertenece a una canción de Vetusta Morla refleja la necesidad que tienen las personas de hablar pero estos días es difícil no hablar de un programa que su éxito es incomprensible para muchos y que desde mi punto devista refleja la nueva generación que nos enfrentamos como es operación triunfo. Seguidores y no seguidores se preguntan cómo ha conseguido este programa tanto impacto, sobre todo en los adolescentes. Como la caja de pandora ha visibilizado y ha hablado sobre términos que hasta ahora estaban alejados de los espacios televisivos sobre todo a raíz de su emisión por Internet donde los jóvenes concursantes han mostrados preocupaciones por feminismo, homofobia, transexualidad, sororidad, incluso problemas como la ansiedad algo que desde hace tiempo ha ocupado debates en twitter. Y estos nuevos debates lo han sabido ocupar algunos partidos como ya venía haciendo desde hace tiempo Podemos como ha sabido jugar con las redes sociales. Y es que no podemos olvidar que la izquierda no puede dejar de influir allí donde se genera el sentido común mayoritario. Y es que este es el quid de la cuestión: la televisión sigue siendo un medio fundamental donde los ciudadanos se informan y no sólo eso, sino que el entretenimiento constituye una gran parte de su tiempo y va configurando un ideario colectivo. No es de extrañar que los programas se hagan eco de la realidad social pero a la vez construyan la realidad social. Esta relación recíproca es de suma importancia para entender el interés público. ¿Cómo podemos permitir que programas como La que se avecina siguan banalizando situaciones de acoso profesional, o enfermedades? Por eso voy a romper una lanza en defensa a nuevos programas que haciéndose eco del clamor popular han permitido que entren en escena y que deje de verse como algo tan estigmatizado cuestiones como la transexualidad, feminismo … y por eso, que se escuche en televisión Te recuerdo Amanda, una
canción homenaje a la mujer, especialmente a esa mujer casada con un obrero y que tiene que vivir la injusticias laborales, los malos pagos y hacer vida en ese contexto, y que llegue a tanto público es una oportunidad de reivindicar que estas situaciones siguen persistiendo en la actualidad y continuar la lucha que reivindicó Víctor Jara de esas mujeres. No podemos olvidar que también representa un negocio perverso de la industria televisiva pero también que en él se libra una batalla cultural una generación entera que dedica horas en Internet, en redes es también una ocasión política para ganar espacios para influir a través de Hashtags, referencias… los partidos y sobre toda la izquierda que ha conseguido que parte de su discurso que lleva años defendiendo se visualice y jóvenes lo comparta al seguir a sus ídolos de operación triunfo. Cuando Amaia habla de temas como la depilación, miles de jóvenes se sienten abanderadas rompiendo temas tabú a veces en televisión y han roto muchos de los estereotipos construidos para las jóvenes que aparecen en pantalla cuando dice en pantalla “De fiesta enseño las tetas”. Como conclusión: aprovechemos este altavoz que se ha encendido para construir un nuevo ideario colectivo donde los jóvenes han conseguido encontrarse en esta sociedad de fractura y que no se calle la voz que se está empezando oír que la transexualidad, el feminismo, la lucha de clases… que sea el grito de esta juventud.
“”Profesionales”” del “”Periodismo”” El periodismo solía consistir en buscar la verdad y contarla. Solía. Una profesión que se basada en la vocación y la total libertad de los periodistas. Cada un@ de esos profesionales redactaba líneas cargando contra chapuzas de la Administración, escándalos políticos o simplemente contando la jornada deportiva de esa semana. Una actuación que debería de estar marcada por la imparcialidad y la crítica. Sin embargo desde que el “Estado de Derecho” ultraliberal nos tutela hemos pre-
senciado la decadencia de esta profesión así como la más absoluta conversión a un mero instrumento de divulgación de medias verdades como escudo para partidos políticos y sobretodo, grandes empresas y multinaciones. El periodismo ha perdido la batalla del rigor que caracteriza esta profesión para convertirse en un altavoz del dueño de la imprenta. Metáforas a parte, unos datos estadísticos y un breve análisis de la coyuntura histórica, político y social nos alumbran un poco esta situación. No hace falta indagar mucho para darnos cuenta que 7 empresas de distintas partes de Europa Central y EEUU-todas de países ultraliberales por supuesto- son dueñas del 70% de los medios de comunicación mundiales, conformando uno de los mayores oligopolios del globo. Por si aún les parecía a ustedes que nos quedase un 30% de libertad no estaba tan mal, nos encontramos que junto a las cuatro grandes agencias de información – Associated Press (Estados Unidos), France Press (Francia), Reuters (Inglaterra) y DPA (Alemania)-,controlan el 90% de la información que se distribuye en todo el mundo, y por lo tanto deciden qué es noticia y qué no.
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Sin ir más lejos, en España nos encontramos con casi un 72% de la población que se informa a diario y exclusivamente por televisión y da veracidad casi total a la información que reciben. Esto es de dudoso criterio, ya que también sin tener que llevar a cabo un exhaustivo reconocimiento obtenemos la siguiente información: Telecinco y Cuatro son parte del emporio mediático del magnate italiano Silvio Berlusconi. Antena 3 es propiedad mayoritaria de José Manuel Lara, dueño del Grupo Planeta, que también controla La Razón y Onda Cero. TVE, La 2 y el canal 24 Horas son de titularidad pública y son gestionadas directamente por el Partido Popular, que ha modificado la ley para que su control pueda ser todavía más directo. Hasta la llegada del PP, el nombramiento del director general era necesario consensuarlo en el Parlamento. Ahora, se ha roto ese pacto y el Gobierno es quien propone y decide. Algo similar ocurre con las televisiones autonómicas, cuyas informaciones ondean del lado del partido que gobierna cada comunidad. En último lugar los espacios digitales son altavoz de ideologías ultraconservadoras que en más de una ocasión se destapan con mensajes machistas, xenófobos y con una clara línea de discurso partidista (Intereconomía, 13TV, Libertad Digital TV…) . En los últimos años han cogido fuerza dentro de la red lo que gusta denominar como la resistencia de la información: diarios progresistas, estrictamente digitales, que nacen por iniciativa privada pero no en manos de grandes empresas liberales. Suelen dejar una estela de compromiso social y denuncia que nos era bastante añorada. Claros ejemplos los encontramos en el Diario Público y El Diario.es; este último con un eslogan muy a cuento: “Periodismo a pesar de todo”. Realmente, l@s periodistas están en la cuerda floja continuamente, observamos como han sido brutalmente vapuleados con los ERE, llegando a vivir situaciones como la vivida el pasado año en Granada, condenaba el Sindicato de Periodistas de Andalucía (SPA) que un ERE encubierto dejaba al 40% de los empleados de los medios pertenecientes a Grupo Joly, con plantillas bajo mínimos y en condiciones laborales y profesionales muy difíciles. Esta situaciones vienen dadas por la inexistencia de un respaldo legal,
ya que en nuestro país sigue sin haber una Ley de Prensa justa, puesto que la que sigue vigente es aquella que en 1966 aprobó el entonces ministro franquista de Información, Manuel Fraga Iribarne, con unos pequeños retoques aprobados por Real Decreto en 1977. También carecen de unos estatutos comunes a toda la profesión lo cuál dejan a la deriva del mar de los antojos del empresario de turno los derechos de est@s profesionales. Tanta precariedad fomenta la desidia en los trabajadores haciendo que cada vez estén un paso más cerca de ser monjes copistas de los dictados que les apetezcan a sus patrones.
Desdibujar la Realidad por M. Hoy he visto a una mujer pidiendo en la puerta de una iglesia. Una mujer mayor, gorda, con un pañuelo en la cabeza, entre el que escondía su desgastada cara. En el banco de enfrente de la iglesia había un hombre con una libreta que parecía estar dibujando. Cuando me he acercado y he mirado, con el mayor disimulo posible, he visto un dibujo hermoso. Mucho más bonito que cualquiera que me hayan dedicado a mí jamás. El hombre estaba dibujando a la mujer que pedía en la iglesia. Y me he dado cuenta, en ese momento, de que no hace falta que seamos guapas para merecer que nos dibujen. Que no hace falta ser joven, brillante ni rico para que alguien te mire, te admire, te guarde en su memoria, en su corazón o
en su libreta. Que no hay que ser grandilocuente, ni leer mucho, ni haber viajado por mil paises, ni citar a grandes autores para que alguien te dedique su tiempo y te escuche. Que todas estas cosas las merecemos todos por el simple hecho de levantarnos cada mañana e intentar hacer las cosas lo mejor que podemos. Que todos sabemos que el mundo está hecho por y para los barones blancos de mediana edad. Pero también deberiamos saber que el mundo no es suyo. Que el mundo es de las mujeres que piden en la calle porque nadie les ha dado la oportunidad de hacer otra cosa, porque este mundo las ha ignorado y les ha dicho que no sirven para nada más, por falta de oportunidades y falta de comprensión. Y el mundo también es de los jóvenes que pintan lo que ven porque necesitan expresarse, porque en su cabeza estallan sin parar ideas que les hacen crear y crecer. Igual que es de todas esas personas que merecen ser admiradas, escuchadas, dibujadas y observadas no solo por lo que son, sino por lo que hacen. Que el mundo es de las putas, los locos, los estudiantes, los poetas, los gays y lesbianas, los que no tienen papeles, las madres solteras, los sintecho, los obreros, los borrachos, los campesinos, los artistas y de todos los demás. Porque el mundo nunca será de quien dicta las reglas del juego. Sino de quién las rompe.
8 Febrero 2018
Entrevista a Carmen Barranco, poeta por Javier Palomino Granada, 8 de enero, 5 de la tarde. Me detengo en Puerta Real, donde nos hemos citado un amigo y yo con la poeta Carmen Barranco. Ella llega con voz de cansada, pero vivaracha como ella sola, nos disponemos a encontrar una cafetería donde charlar. Javier Palomino- ¿Cómo empezó tu devaneo por el mundo de la poesía? Carmen Barranco- Bueno, el mundo de la poesía más bien vino a mí, yo era muy muy joven, y como todo lo bello empezó con tragedia. Mi manera de encontrar la poesía fue estando en secundaria, donde me hacían analizar textos de autores de la Generación del 27, por supuesto cuando digo Generación del 27 me refiero a los hombres, sexo masculino. Eso me aburría bastante, para mi eran muy ñoños, muy enamorados y cosas a las que una niña de 14 años le daban pereza. A finales de ese año tuve una gran tragedia en la que un gran amigo perdió la vida, y estaba escuchando junto con mi padre uno de los textos que me acuerdo que leí por encima y que era de Miguel Hernández (uy qué pesado, qué trágico), y cuando yo me paré a escucharlo estaba en la voz del gran Serrat, vi los pasos de un duelo, el agrietar la tierra, el enfado, la alegría del recuerdo, luego la pena, la desesperación,... Las fases de un duelo como era mi caso. Era justo lo que yo pensaba y lo que yo jamás sería capaz ni de hablar, y vi lo que se puede llegar a hacer con la poesía. A partir de ahí cuando llegó el examen de selectividad de literatura estaba yo ya flipadísima y borracha de la Generación del 27. También hay que tomar en cuenta que yo he hecho teatro y eso me ha hecho decantarme por la poesía escénica, consiguiendo unir ambas vertientes, la oral y la teatral, y sentirlas y trabajarlas, ya que todo arte exige su esfuerzo y su dedicación. Ahora estoy en un momento en el que no he vuelto atrás. Es algo que llegó a mi escuchando una canción en el coche y que ahora con 30 años pues no hay manera de volver atrás.
J.P.- ¿Quiénes podrían haber sido tus mayores influencias a la hora de decidir ser poeta? C.B.- Como te digo no hay decisión ahí, eso llega solo y de repente te funciona la sensibilidad adaptada a una manera de leer y de sentir, y de repente te funciona el cerebro de una manera acorde con lo que te estás impregnando. Lo que era una frase para mí tonta se ha convertido en un verso que a su vez consigo que encaje con sílabas, y lo que encaja al final tiene musicalidad. Los referentes en su momento fueron la Generación del 27, por supuesto, la puerta que abre que me dió la luz. A partir de ahí me metí con Rosa Chacel, Juana Castro, Joaquina de la Torre, y ya un poco la poesía de la experiencia. También Ángel González y de ahí Luis García Montero, Fernando Valverde, Elvira Sastre, aunque todo eso va cambiando. Ahora mismo podría ser Alejandra Pizarnik, una poesía algo más tétrica, y con poetas nuevos que tiran más para la poesía escénica como Silvio Orión, Sergio Escribano, que son colegas y que eran referente. Ahora comparto cartel con ellos. J.P.- El mundo de la poesía escénica, ¿qué supone para ti? C.B.- Cuando escribes, tú lo sabrás, cuando encuentras el dibujo perfecto, lo que quieres decir, como todo arte cuanto más lo trabajes mejor saldrá el mensaje. Como me han preguntado como socióloga y mujer, que por qué no escribía una poesía más feminista y más social, tengo que responder que como socióloga estoy muy cansada de la sociedad. La poesía para mí no es un arma social únicamente, para mí la poesía es una experiencia metafísica, es decir, es un viaje en el que abres la puerta como en mi caso a la Generación del 27 y luego te encuentras a gente como Emily Dickinson, Alejandra Pizarnik y barbaridades que no sabía ni que existían, descubres que el viaje lo puedes estirar, y darle libertad con la voz. Ahora mismo la poesía es un género que cuesta vender, y es una realidad que en nuestra generación cuesta menos reunir gente para escuchar poesía que para vender poesía, y entonces al expresar tus versos con la voz , significa darle el cuidado al verso de la fuerza de la voz, darle luz al sentimiento que tuviste al escribirlo y por tanto al final el papel de la voz es el que da vida al poema..
La poesía escénica para mi es darle la libertad y darle el dramatismo y la expresión teatral o corporal y auditiva que tiene el peso del sentimiento de un verso, que al leerlo a lo mejor no tiene tanta potencia como puede tenerlo al saber expresarlo con la musicalidad y la fuerza de cada uno. J.P.- ¿Qué papel puede ejercer la ciudad de Granada en ti? Hombre, Granada es un microorganismo lírico que se va retroalimentando con generaciones. Hemos tenido aquí por supuesto a dios, es decir, a Lorca, y unos discípulos, como el san Pedro de la poesía en Granada, Javier Egea, García Montero es el profeta de la poesía que afortunaadamente va paralela a la poesía llamada urbana, con el ejemplo de las slam, y una puerta abierta a la poesía como es el FIP, que uno de sus coordinadores es Montero y la gran Remedios Sánchez que nos dieron la oportunidad. También vino a raíz de la muerte de Gata Cattana, se dió mucho potencial a la poesía en vivo y el caso es que una de las veces que fui a recitar en público, esta chica estaba delante, y me dijo “qué bonito lo que escribes, pero hasta que tú no creas en lo que dices, no vas a avanzar, hasta ese momento no vas a saber recitar”. Ahí quería llegar con
lo de antes. Hasta que tú no empiezas a tener la seguridad y tener la relación íntima con tu poesía como para expresarla y gritarla, es cuando hablamos de conexión, partir el aire con la fuerza de tu palabra. Yo hago antes una oda a un contenedor y
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me considero más un alma urbana que es capaz de vez sensibilidad en un periódico aplastado, esa otra vertiente de la poesía de Granada a la que por fin se la ha dado equidad frente a la tradicional. Si me tengo que meter dentro de un grupo sería el de la poesía en vivo y más específicamente en el de la slam., una competición participativa a nivel nacional con delegaciones en distintas ciudades. Yo tuve la suerte de llegar a ser representante en la final nacional de este festival de poesía en vivo que este año fue en Ciudad Real. Es un nuevo reflejo de esa poesía joven con rabia. J.P.- Bueno, ahora te voy a invitar a vaciar la mente un segundo y a que me digas el primer título u objeto que te venga según la categoría. Por ejemplo, un libro. C.B.- Historia de Mujeres de Rosa Montero. J.P.- ¿Una bebida? C.B.- Puerto de Indias. J.P.-Una época del año . C.B.- Abril. J.P.- Un sitio. C.B.- Edimburgo. J.P.- Un sentimiento. C.B.- Duelo. J.P.- Una forma de comprender. C.B.- Empatía. J.P.- Y finalmente sólo queda que me digas a quién invitarás para la siguiente entrevista en esta revista. C.B.- Quiero invitar a mi amiga Serena Venturini, una inmigrante luchadora italiana que está aquí persiguiendo su sueño, un bonito proyecto de fotografía. Nos despedimos dándonos dos besos en a puerta de la cafetería. Vuelvo a casa caminando, pensando en todo lo que me acaba de aportar Carmen. Granada me rodea como la rodeó a ella. ¿Será este momento en el que se presente mi puerta hacia la poesía?
El arte y el artista por Javier Ojeda Cuando leemos una novela, ¿disfrutamos del autor o de su libro? Cuando escuchamos una canción, ¿disfrutamos del grupo o de su canción? Cuando vemos un cuadro, ¿disfrutamos del pintor o de su obra? Si en algún momento de la historia ha sido necesario realizar este debate es ahora. En éstos últimos meses están saltando a la luz múltiples casos de acoso sexual en el mundo del cine. Aunque el acoso no es nada nuevo, el hecho de que una de las industrias más influyentes del mundo sea públicamente señalada por ello sí lo es. Que se condene este tipo de actitudes, como a la mayoría de personas racionales, me parece perfecto. Sin embargo, estos sucesos están generando que se alcen voces en contra de las obras de determinados autores. Es en este punto en el que me planteo una pregunta a la que no encuentro una respuesta definitiva: ¿estoy contribuyendo a un sistema de valores que deploro cuando veo una película de Woody Allen o cuando escucho una canción de Jerry Lee Lewis? Creo que la respuesta tiene que ser afirmativa. El dilema está en que Lewis, famosísimo cantante y pianista, era extremadamente racista, pero por otra parte, cuando escucho “Great balls of fire” no puedo evitar que mi pie se mueva con el beat de la canción. Soy de los que piensa que una vez un autor realiza una obra, ya no le pertenece, en el sentido en el que cada individuo puede interpretar un cuadro abstracto de Kandinsky de una manera o darle un significante radicalmente distinto a la canción “Desolation row” de Bob Dylan. Poco o nada importa el sentido que el autor quisiera darle en un primer momento. Para mí, la esencia del arte está en que cada individuo, con la interpretación de una obra, se convierte también en autor, y no piensa en el artista si no en lo que ésta le transmite. Pienso que debemos separar obra y autor, entre algunas razones, porque caemos en el peligro de idealizar a una persona que no conocemos y podemos perder la cabe-
za en eternos dilemas morales. No pienso que esté actuando mal cuando leo a Neruda o Bukowski, veo una película de Marlon Brando o escucho a Johnny Cash. Tenemos y debemos condenar al individuo, pero su obra en la mayoría de los casos no es un reflejo de la persona, ¿O es que al ver un cuadro de Van Gogh vemos el cuadro de un enfermo mental? A menos que la obra haga apología a aquello que se le critica a su autor, no creo que haya problema en disfrutarla. Otro debate sería el reto que el arte tiene en la actualidad, el reto de romper con los valores que durante tanto tiempo han servido como mecanismo de opresión. Veo sexismo en canciones de Dylan, pero también una majestuosa capacidad de expresar cada detalle con las palabras adecuadas y también veo una crítica feroz a todo un sistema. En definitiva, a pesar de sus peros, disfruto (y mucho) con Dylan. ¿Que lazo personal tengo yo con él? ¿Y con cualquier artista que me guste? Ninguno, es por eso que disfrutaría habiendo visto a Marlon Brando o a Neruda en la cárcel (ambos cometieron violaciones) pero me es imposible no pasar un buen rato cuando veo “El Padrino” o cuando leo algún poema del peruano. Si hay algo claro en este debate es que toca muchísimas sensibilidades y aquel que se aventure a dar una respuesta definitiva será ineludiblemente blanco de criticas. Todos deberíamos condenar cualquier tipo de actitud machista, racista o clasista y evitar que se propague hacia el futuro, pero ¿es justo juzgar al pasado con los valores del presente? A mi modo de ver las cosas tenemos que hacer una distinción entre juzgar y eliminar. Es nuestra obligación realizar un activis-
10 Febrero 2018
mo diario para acabar con ideas anacrónicas, pero no podemos negar que algún día estuvieron ahí. El pasado construye el presente y viceversa (ya que la interpretación del pasado se hace desde un presente). Es por eso que debemos analizar el pasado para esquivar los errores en los que una vez caímos, debemos usarlo de ayuda para construir un presente y un futuro mejor, pero no debemos borrarlo. De hecho puede sernos de gran ayuda para identificar estas actitudes y para conocer la evolución en la conducta y la socialización de los individuos en nuestra cultura.
Complexión de la nación por Gorostiza Quiero abrir desde mi columna, un debate a alguna de mis compañeras de los que escriben y escribirán, ante un dilema que precisa de una larga reflexión. El concepto de legitimidad conectado a la nación y su consecución estatal. Hablamos por lo tanto, de la conexión en la que actualmente nos vemos inversas a la hora de hablar de política. Una legitimidad, viéndola desde una perspectiva de construcción de Estado, basada en que una comunidad que llamamos nación, y su supuesta superposición, al Estado, a la forma de dominación. Esta legitimidad respecto a una nación, construcción de lo más sencilla, una manera, de crear una conexión entre una comunidad considerada pueblo dentro de un territorio delimitado y un sistema de dominación. A sabiendas de la mayor complejidad de la misma, no busco el concepto científico, sino que las problemáticas de su relación con las ideologías y formas de estado imperantes. Por lo tanto, salgo del axioma, de que la nación es la justificación de la creación o permanencia de un Estado, de una forma de dominación. Una vez aquí, creo que tendremos que estar de acuerdo, que todas las legitimidades que se crean respecto al Estado, se moldean y transforman a lo largo del tiempo, y sus habitantes cabalgan en las penumbras buscando algo que consideren mejor, algo que justifique ser dominados ante el argumento de la imposibilidad que supone el espacio-tiempo, de ser todas
continuamente gobernadoras. Intento abrir una vía de análisis, sobre una teoría vastamente desarrollada, a algo que nos lleva dominando el concepto de legitimidad inconsciente o conscientemente respecto al Estado, muchos siglos. Ha sido un concepto utilizado desde todas las partes, para borrar en cierto sentido, todo lo material, todo lo inherente al ser humano, transgrediendo lo mundano, buscando un concepto que englobe algo que existía, que estaba ahí, una mínima diferencia entre humanos, algo que escupieran al aire las relaciones sociales, algo que fuera retroalimentado diariamente para finalmente, ser articulado en una estructura conceptual que sea capaz de aglutinar a las masas y luchar por una nueva libertad o mantener la preestablecida, con el fin, de alcanzar un poder en un territorio determinado. En defensa o en ataque, de grandes contra pequeños y de pequeños contra grandes. No va a ser este el artículo en el que vaya a realizar un juicio de valor respecto al colonialismo y la necesidad de una deconstrucción colonial, pero cabe siempre tenerlo en cuenta y destacar, que la defensa a la que se han visto abocadas las diferentes idiosincrasias aplastadas por esta razón, por la superposición de una nación sobre otra, no son pocas. Como un efecto dominó, la legitimidad nacional se expande en múltiples partes del mundo, como justificación a una dominación más amplia, con una conexión más profunda con la comunidad, añadiéndole un fuerte poder contingente al Estado, guarneciéndolo en una potente razón de ser. Mi intención en este artículo, radica en la necesidad de no suprimir dichas diferencias ya estructuradas conceptualmente y
las que se sigan creando, es decir, de no suprimir aquello que nos puede hacer diferente, sino que mi intención radica en extirpar aquello que hace que la palabra nación y su consecuente legitimidad difumine todo aquello que lo subyace, todo aquello que lo hace ser. A mi parecer, la legitimidad nacional crea una disociación en la forma de ver las formas de dominación, prevalece en la dialéctica en un nivel ulterior, hegemónico, respecto a todo lo que es la real politic. De alguna manera, consigue difuminar de forma dialéctica las actuaciones y la forma del Estado ante las grandes masas, en un solo concepto, sirviendo el mismo, para que múltiples problemas existentes, detalles significantes, queden subyugados y difuminados en una lucha de legitimidades. La edificación de un sujeto político basado hegemónicamente en un sustrato nacional, acaba por abocar en una contradicción entre diferentes identidades que carecen de diferencias en la ideología o en las formas de Estado, siendo su única diferencia, la delimitación de un territorio en forma de fronteras y de un poder que se alza de forma nacional. La justificación de la inercia política, en la que solo lo nacional contiene valor político, o esta se vuelve base fundamental en la que se constituye, nos aboca a una posición en la que desaparecen los lazos de unión entre sujetos ya convertidos en soberanos políticos, y los que pretenden serlo, por el único hecho, de que dudan de si liberando o delegando el poder que poseen, puedan en un futuro no seguir dominándolo nacionalmente. El respeto a la construcción de territorios determinados con poder político soberano en el territorio
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que sea, en la forma que sea, no puede ser excusa para alzar el valor nacional. Aun así, esta afirmación se encuentra en una contradicción. Cuando un Estado basa su arjé en un sustrato nacional muy poderoso, transformándose este en fronteras, lo único capaz de suprimir dicho sustrato es la incompatibilidad entre la legitimidad nacional y las fronteras en la que se establece. Subyace aquí una fragilidad que no es más que el problema de su forma de nacimiento, que la condición de nación sólo es posible bajo esas fronteras; en el fondo de esa condición, se encuentra la irracionalidad del ser del Estado-Nación. Ante la imposibilidad de encontrar otro relato que lo lleve a su transformación fronteriza y por ende nacional, ataca violentamente con todos sus instrumentos por el mantenimiento de esa legitimidad nacional. La construcción de sujetos políticos en forma de nación en el panorama actual, que continúan con la misma tradición de construcción de Estados, es decir, con la misma problemática de la legitimidad nacional, aparecen en la palestra mediática, otras legitimidades que son parcialmente importantes, subyugadas a la nacional. Dentro de ellas, por ejemplo, la hegemonía en la delimitación de la utilización del concepto democracia por parte de grupos liberales, no hace más que acrecentar una dicotomía conceptual en la misma. Por una parte, la democracia no es más que el imperio de la Ley y por otra, la fuerza parcial y momentánea del popolo. Los conflictos nacionales se dan y no salen del marco conceptual liberal. La confrontación de la tradición nacional nunca ha salido de tendencias ideológicas llamadas de izquierda, y si lo ha hecho, nos ha abocado a un agujero negro en el que las discrepancias por un concepto metapolítico parecen no tener fin. La problemática surge en que los grupos de izquierda actuales están inversos en el mismo juego de la legitimidad nacional, y su aparente importancia como único método de construcción de Estado, en las que al no determinarse dentro de un marco fronterizo determinado, y estar a favor del derecho de autodeterminación, la conexión entre la legitimidad nacional y el Estado queda difuminada y por ende, la creencia de la falta de esa legitimidad nacional. Para volver al tema que nos atañe, la legitimidad nacional nos avoca a un tema con una difícil complexión en la política contemporánea, por lo menos, lo que nos toca
de cerca. Lo que nos concierne a mi parecer, es de si la reflexión respecto a la base que sustenta la posible creación de un Estado con una legitimidad que se considera “inherente”, se construyen legitimidades de otro tipo, como la democrática que hemos visto, en múltiples niveles y con intensidades diversas, que se añaden parcial, momentánea o discontinuamente a la legitimidad nacional o no lo hacen, de si existe conflicto entre la hegemónica y las legitimidades que les subyacen y si existe la posibilidad de que en el fondo de todos los Estados, se pude construir actualmente uno en el que la legitimidad nacional no sea “esencial”. Pero en este punto entramos en otro conflicto, qué legitimidad es capaz de justificar su poder en un territorio determinado sin una legitimidad nacional. Quizás, nada de lo que he escrito en este artículo sea así, y la construcción de una nueva forma de legitimidad vaya dirigida a la inexistencia de la misma, a la inexistencia de un aparato de dominación, lo que nos llevaría, a un sinfín de posibilidades.
Perspectiva política del acoso escolar por Marian García Domínguez Suena el timbre, es la hora del recreo y la hora de la política. Chicas y chicos de distintas edades salen agolpados al patio. Unos buscan a sus
amigos con la mirada. Otros vagan por los alrededores como lobos solitarios. Varios son nuevos; dos de ellos son tímidos y permanecen apartados de los grupos preestablecidos, otros tres comienzan a hablar y crean un nuevo grupo, y de este grupo, uno es quien toma la iniciativa a la hora de escoger entre jugar al fútbol o al baloncesto. Puede parecernos extraño asociar la política con los alumnos de un colegio, pero, ¿Qué se esconde tras las actividades y juegos?, ¿quién marca el ideario en el aula y establece las modas y motes? En definitiva, ¿quiénes lideran y quiénes son sometidos? Entendemos el aula como una comunidad definida por estructuras determinadas, en la que los sujetos se desarrollan individual y colectivamente adoptando una serie de roles según su relación con el resto de individuos. Dentro del aula comienzan a tejerse los hilos, y es entonces cuando se forman estos grupos. Hay grupos de chicas, grupos de chicos, grupos mixtos, grupos de “emos”, “frikis”, amantes de la música o del cine, grupos de amigos de toda la vida o de aquellos que se acaban de conocer. Acaba el recreo y todas vuelven a clase. Nuestra figura de autoridad principal es el profesor, este dirige e imparte la materia, supervisa y controla la dinámica del aula. El profesor comienza a explicar la lección, pero sabe casi con total seguridad quién será la primera persona en preguntar. Esta persona (que pueden ser varias) toma la iniciativa, se muestra seguro ante el resto y es quien establece mejores y
12 Curso 2017-18 más relaciones, es “el popular”. El carisma y la seguridad del popular convierten a este sujeto en el líder del aula frente a sus semejantes, dejando al profesor fuera de la dinámica de clase por dos razones: no participa en las relaciones y es una autoridad institucionalizada. Todos saben quién manda en clase. Una vez establecidas las figuras de autoridad debemos conocer quiénes son sus seguidores. Es evidente que las acciones que puedan llevar a cabo el líder y sus seguidores para con los demás sujetos, dependerán de la personalidad de cada uno, pero también es cierto que el liderazgo emana del desequilibrio en una relación de poder. El líder tiene la capacidad de manejar a sus seguidores a su antojo, pudiendo reafirmar su poder frente a los otros mediante acciones de coacción, violencia, persuasión, etc. Además, podría tratarse de un alumno con un expediente académico intachable que mantenga buenas relaciones con los profesores, lo que, por ende, le otorgaría mayor legitimidad a su liderazgo. En este supuesto nos encontramos otros individuos participantes, los que son objeto del abuso de poder del líder y sufren lo que conocemos como acoso escolar. El acoso escolar se caracteriza por una relación de dominio-sumisión producida entre iguales, en la que existe un desequilibrio de poder en favor del líder, quién a través de diferentes métodos de violencia y coacción, consigue desplazar a un sujeto de la dinámica de grupo. Cuando el líder escoge a la víctima, los otros miembros adoptan diferentes posiciones: participan en el abuso, lo rechazan de forma manifiesta enfrentándose al poder o directamente no participan. En los últimos tiempos vemos cómo el acoso escolar aumenta de manera exorbitante, y una de las principales herramientas para su difusión es el uso generalizado de las redes sociales entre los niños y adolescentes. La divulgación de contenido abusivo mediante redes es cada vez más frecuente, y este es casi imposible de eliminar de un espacio tan abierto como es Internet. Esta es una de las causas por las que la sociedad ha comenzado a preocuparse por el acoso escolar, junto al aumento de suicidios entre menores por la misma razón. Siendo esta cuestión tan relevante para la mejora de calidad de vida tanto para adultos como para menores, así como para el pleno desarrollo personal de estos, ¿cómo es posible que hasta ahora haya sido un
tema tabú ajeno al debate político? ¿Por qué nuestro ordenamiento jurídico no regula de forma específica un tipo de violencia tan común como es el acoso escolar? Y como pregunta final y reflexiva, ¿son determinantes las relaciones que establecemos en el colegio para entender la política institucionalizada?
Y todo esto, por ser mujer por Martina Este artículo viene a hablar de algo tan controvertido como la violencia. He elegido hablar de violencia por dos cuestiones fundamentales. Primera; la sufro a diario y segunda; el motivo de que la sufra a diario reside en el hecho de que soy mujer. Hace dos o tres años no habría entendido que alguien dijese que sufre violencia en su día a día por el hecho de ser mujer, y menos entendía el tipo de violencia que voy a intentar trasmitir. Por ello planteo este texto como una denuncia. Yo soy mujer ahora y también era mujer hace dos o tres años, entonces: ¿Por qué no pude entenderlo? Y a eso vengo, a explicar cómo entendí que ser mujer era la cosa más bonita y a la vez más difícil que he sido, y a día de hoy elijo ser, de mi vida (digo elijo, porque no se nace siendo mujer: se llega a serlo, como dijo De Beauvoir). Hablar de mujeres es hablar de violencia, de dominación, de cambio, de acción y de otras muchas cosas. Y por ello, tenemos el deber de conquistar todo esto como mujeres, personas y sujetos de voz y prácticas. Empecemos por la violencia evidente,
de la que todo el mundo habla, estas son sobre todo la física o la sexual. Cuando hablamos de violencia machista, hablamos de mujeres asesinadas a manos de sus parejas, de denuncias por maltrato, de mujeres huyendo de los palos de sus maridos, de niñas maltratadas por sus padres, de violaciones en un callejón y de muchas otras cosas que la población en general (en mayor o menor medida, depende de la concienciación) puede reconocer como actos de dominación y violencia contra las mujeres. En Estado español hay una violación cada 8 horas y se registran únicamente el 20% de los casos de violencia sexual o física. Encendemos la televisión y otro caso más de violencia machista. Otro caso. Esto es importante y cuanto menos, grave. Que se reduzca la violencia contra la mujer a una serie de casos para juicio, olvida lo que de verdad importa, que es que las mujeres vivimos en una situación de violencia constante. Y otra consecuencia de reducir esta violencia a casos, es que la institución es la única considerada como válida para poder actuar (Adanes, N). Cuando a raíz de la Ilustración nace la cuestión de género, directamente se liga a planteamientos igualitaristas. Las sufragistas de la primera ola del feminismo, orientaban su acción a la conquista de derechos y libertades de los cuales los varones llevaban disfrutando décadas, y no solo eso, sino que habían sido los creadores de esos mismos derechos, por lo cual estaban diseñados a su medida. Esta idea de igualdad es una idea fallida. Entonces: nos han incorporado a un sistema jurídico, a una vida pública y a toda una estructura, que no está diseñada para nosotras y han creado una sociedad basada en “la igualdad de oportunidades”. Con la idea de igualdad entre géneros y de oportunidades, no vamos a conseguir que se haga justicia, porque la idea de igualdad
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consiste en poner a dos personas a la misma altura, pero con eso no se soluciona el problema. ¿Qué pasa si una de las dos personas no avanza? La idea de igualdad se cae. Esto es lo que acontece ahora mismo en nuestra sociedad y lo único que la institución (copada por hombres blancos de clase media-alta) puede garantizarnos, es un derecho sin garantías. Ni justicia social, ni voz, ni una sociedad en la que podamos ser sujetas válidas para la vida pública. La vida pública no la han diseñado para que nosotras seamos parte de ella, simplemente se han limitado a encajarnos en un modelo en el que físicamente estamos (aunque nos siguen matando), pero políticamente no. Cabe destacar, respecto a esto, la política de paridad que se está desarrollando en el seno de nuestro gobierno, pretendiendo incorporar el mismo número de mujeres que de hombres. Aun así, son solo los hombres, los que siguen ocupando los puestos de poder. Ahora quiero poner nombre a todo esto que os acabo de contar. He empezado hablando de ella y moriré sufriéndola porque soy mujer. Esto que no se olvide: por ser mujer. Se trata de la misma violencia pero esta vez es más sutil. Es la violencia simbólica, la que inunda nuestras vidas, se mete en nuestras cabezas, está escrita en nuestros cuerpo, la que se escucha, la que no se ve, la que se siente, la que se normaliza, desde luego es la más difícil de identificar y por ello es la más peligrosa y además, es la que precede a todas las demás. Esta es el principio de la dominación, es estructural y transversal y es la culpable de que se nos haya obviado desde el principio y de que no sepamos que se está ejerciendo sobre nosotras, porque la tenemos interiorizada. Todas las mujeres sufrimos violencia, es algo que tenemos en común, de una manera u otra la sufrimos. Por desgracia algunas la sufren de manera tan brutal que terminan siendo asesinadas y no podemos equiparar una muerte con un micromachismo, pero a la larga, ver la violencia como solo una cuestión de casos y muertes, nos hace perder la perspectiva de lo que hay en juego y volver a recurrir a las instituciones. Pero nosotras sabemos que a las mujeres nos violan nuestros derechos sistemáticamente. Ahora la gente dice que el feminismo está de moda. Pero yo creo que estamos es un ciclo de auge y de movilización porque las desigualdades de manera global están aumentando (Kerbo) y con motivo del aumento de la desigualdad, esta se cristaliza
en las sociedades generando una respuesta en contra. Es evidente, que el género (junto con la etnia y la clase) es un eje fundamental a la hora de hablar de desigualdad. Lo que quiero decir con esto, enlazando todas las ideas que he ido desarrollando: la idea de violencia como algo que sufrimos todas las mujeres, que abarca tanto prácticas patentes como latentes y con la idea de que la institución está fracasando como agente que “garantiza” la “igualdad” ya que más bien, legitima la desigualdad y la reproduce. En mi deseo más profundo como mujer, nace la ilusión de conquistar nuestra condición de sujeto, una conquista de nuestra voz, de lo que significa ser mujer, pero esta vez elegido por nosotras mismas. Abrir espacios en los que las mujeres podamos decidir qué es ser mujer y depositar nuestra dignidad y nuestro bienestar en nosotras. Ya basta de delegar funciones a una realidad social que nos da la espalda, vamos a acabar con la violencia que se ejerce sobre nosotras con acción y posicionándonos. Posicio-
narnos frontalmente contra la violencia, uniendo aquello que tenemos en común las mujeres. No hablo de estar de acuerdo en cómo llevar a cabo el feminismo, porque eso es muy difícil, pero como mujeres lo natural es que desarrollemos lazos de empatía y comprensión entre nosotras. A ver si nos liberamos de la violencia y de la competitividad y creamos un sujeto político colectivo para salir de esta situación de desigualdad en la que nos encontramos. En fin, que soy mujer y llevo escrito en el cuerpo una opresión que
ni yo ni mis compañeras hemos elegido y personalmente, me apetece tomar parte de un asunto que me incumbe porque soy mujer y todo esto, que no se olvide, es por ser mujer.
Pedantería intelectual y otros Moisés Revolucionarios por Fran Delgado Hay quien defiende, desde Bakunin a los nacionalistas de extrema derecha o de puntos poco posicionables como Sorel, que hay que mantener a los intelectuales alejados de los trabajadores para evitar así el dominio de una hegemonía de la “pedantocracia”; mantener lejos a quien es parte del problema. Un problema autóctono de núcleos urbanos, más de libros y universidad que de calle y trabajo, de mejores valores y distintas preocupaciones diarias. Un problema que apuntala conocimientos como un recipiente vacío ocupado por datos y masas enciclopédicas que recita su discurso aprendido como una reproductora. Un problema que por todo esto se autoubica en una posición de superioridad de toda persona de clase trabajadora de menor “intelectualidad” que él. En cambio, la arena política requiere de otra clase de intelectuales. La cultura, la “intelectualidad”, de la que se requiere es la capacidad de aportar al proceso histórico por el que se cambian las condiciones de vida estrato a estrato, por el que se llega a la consecución de libertades, derechos y liberaciones. No el reproducir un discurso aprendido, sino el romper los esquemas que benefician a la minoría; la construcción histórica, el progreso, la liberación. Pero para ello se requiere ser escuchado. El intelectual de izquierda, según el autor de Rayuela, sirve para dar a su pueblo los instrumentos mentales y estéticos que le permitan conocerse mejor, descubriendo las trampas tendidas por la derecha, en las que este continúa cayendo demasiado a menudo. Debe de ser capaz de arrimar el hombro en la lucha por el liderazgo cultural, moral e ideológico que hoy llevan por estandarte las élites económicas; cambiar el sentido común de su pueblo. Tener la capacidad de erigir un proceso de liderazgo de los oprimidos, rompiendo con el de los opresores.
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Se debe tener la capacidad de no caer en esa “pedantocracia” de la que antes hablaba, de la que también existe su versión revolucionaria que recita a Marx o a Lenin como si de Padre Nuestro se tratara. Izquierda de “no, te equivocas. Yo te explico”, incapaz de ser escuchada incluso por sus iguales en sus mismos círculos. Deben dejarse atrás sueños utópicos de revolución, dejar de pensar en la bajada del reino de los cielos, que hagan consolarse por la derrota tras derrota. Se debe ser capaz de pensar más en el movimiento, en el proceso, que en el final deseado. Mantener la frontera entre el Dharma, u orden sagrado, y el Artha, u orden guerrero. Existen personalidades anónimas y no tan anónimas que cumplen con varias de las anteriores premisas, gente capaz de aportar herramientas y aportar a la construcción de un parapeto desde el que enfrentar a la clase dominante dentro del tablero del hoy día, que no se dejan llevar por la cómoda música de Nerón y su arpa. Quizás la actuación de estas dentro de la arena política, nos disguste, deje mucho que desear desde la perspectiva ideológica de muchos de los que echamos en falta la emancipación, pero hoy son quien más cerca estaban y están de vestir la piel que antes describía. Quien más encarnaba la imagen del intelectual del pueblo, en la universidad, en el mass media, televisión, calle o redes sociales. Capaces de poner en el debate público y político posicionamientos y problemas que nadie hacía con la suficiente repercusión desde el pasado siglo. De nuevo repito, quizás alejados de nuestros posicionamientos ideológicos, por uno u otro otro motivo, pero cumpliendo objetivos y ganando posiciones. El problema de hoy viene cuando la figura en cuestión y su pueblo están ampliamente separados por un abismo y eso infecta a la sociedad de la manera más tóxica, convirtiendo en algo anacrónico la conciencia de clase, entre otras cosas. Por suerte, otras luchas de liberación y que siguen aportando a la construcción histórica siguen en pie y siguen creciendo, dotadas por amplias herramientas y apoyo social, pero en el filo de la navaja, a poco de caer en las fauces del liderazgo hegemónico del capital. Pero volviendo al asunto de las figuras que doten de instrumentos y teoría para la praxis, mientras que el pueblo se encuentra en una trinchera, quien debe de aportar grosso ideológico está en otra mucho más lejana, separados por un amplio yermo cubierto de plomo y fuego
cruzado. El primero no siente nada cuando habla el segundo. Hoy encontramos que en simpatía e intención de voto, la coalición electoral de izquierda (lo que es en realidad la izquierda más cercana a la realidad del pueblo, dada su capacidad de medios y posición, y por lo que con mayor capacidad para articular una posible contrahegemonía) se encuentra asentada en los sectores de “clase media-alta”, con estudios superiores y autoubicación ideológica en la “extrema izquierda” (curiosamente aglutinada en su mayoría por el sector masculino), según el barómetro de Octubre del CIS. De nuevo, un liderazgo (hiperdependiente del partido y de el prime time, pero eso no lo trataremos aquí) tanto político e ideológico incapaz de llegar a la masa proletaria, incapaz de llegar a currantas y currantes fuera de la universidad o con pocas facilidades económicas. Un liderazgo que no consigue traspasar la permeabilidad, que no hace recordar a aquel PSOE que casi todo trabajador español identificaba con “los suyos” en otra época (aunque admitirlo duela) o aquellos sindicatos que en otro tiempo movilizaban huelgas generales hoy insoñables. Un liderazgo que mantiene un apestoso hedor a universidad y a diferencia a pesar de su fuerza electoral y sacrificios ideológicos. Unos líderes intelectuales con los que su supuesta clase no se siente identificada, que apenas alguno sabe llevar una bandeja, usar una llave inglesa, cómo apañárselas en la limpieza, o sabe de la recogida de la aceituna o qué es el “paro grande” o “paro chico” del campo. Líderes que, a pesar de no tener callos en las manos, no saben llegar a quien los tiene. Tal vez sea por una mala articulación de la supuesta contrahegemonía o fallo discursivo, o un cúmulo entre las dos. Pero debe de pretenderse el camino a esto. Cumplir con las premisas que la lucha política actual reclama, con lo que debe ser un intelectual de clase, dejar la pedantería y las referencias y discursos que nuestra gente no entiende ni se va a
molestar en entender y cumplir con que su pueblo lo identifique con él mismo y sus intereses; cruzar el yermo y asentar la misma trinchera. No hay práctica sin teoría. No hay voluntad colectiva que lleve a buen puerto sin trabajo previo de asentamiento. No hay fin sin preocupación y actuación eficaz por el presente. No hay una masa organizada capaz sin elementos y herramientas que la hagan ser tal. Entonces, cuando el pueblo sea capaz de ver cuánto puede valer su voluntad individual, pero más aún, organizado y unido bajo un mismo estandarte de liberación, de progreso y libertad, los ídolos caerán de sus altares y las divinidades verán como se disipan las nubes de incienso oloroso.
Tiempos de crisis por Alberto Baeza Con la perspectiva que nos da el tiempo, vemos que, ante las respuestas reaccionarias y neoliberales a la crisis global del 2008 representada en Trump, Le Pen, Orban, el “Brexit means Brexit” de May, Erdogan, Macri o la AfD en Alemania, se han ofrecido sonrisas, políticas de la diferencia o de “identidad” o, simplemente, indignación. Cuando se atraviesan épocas de crisis, lo antiguo se derrumba, la estabilidad es sustituida por la incógnita y las certezas son eliminadas por incertidumbre y miedo. Ante la incertidumbre y el miedo, no es posible responder con medias tintas o propuestas y proyectos políticos que, a ojos del pueblo, siguen anclados en el folclore del siglo anterior o que, directamente, han perdido la conexión con las demandas
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mayoritarias. Decía un italiano que había que distinguir entre movimientos “orgánicos” y movimientos “de coyuntura”. Y dice el refrán que para que un árbol se alze robusto y alto tiene que tener raíces profundas y nacer recto. Decía, también, que los primeros analizan y critican la estructura en su conjunto mientras que los segundos se paran y se conforman con los nombres o las caras visibles, es decir, se quedan en la superficie. Las legiones romanas no se presentaban en el campo de batalla y esperaban que el “espíritu interior” les ayudara a acabar con el ejército enemigo tras un golpe de suerte. Los legionarios romanos entrenaban incansablemente y esculpían su cuerpo tras años y años de entrenamiento, y los generales exitosos lo eran porque practicaban y estudiaban el arte de la guerra y a los clásicos y solo se encomendaban a la Fortuna tras estudiar la Historia. Y así, un todo orgánico como eran las legiones romanas alcanzaban el éxito militar. Del mismo modo que no se puede pretender armar un ejército de la noche a la mañana, pretender “asaltar” el poder político como si el paradigma fuese el Palacio de la Bastilla o el Palacio de Invierno es errar desde el principio. En un país occidental, para seguir con el italiano, hay fosos y barricadas antes de llegar al poder. Pretender cargar y saltar por encima de todos ellos y tirarse de cabeza es apostar a chocarse contra un muro en la mayoría de las ocasiones. Esto, para más inri, se incrementa notablemente cuando la perspectiva se toma desde una posición transformadora de la realidad y la vida política. La política, como la vida misma, probablemente tiene más de fango, barro y de movimientos lentos y oscuros que de épica y de victoria. Y más en tiempos de crisis. Tiempos de crisis en los que la familia es cada vez menos un agente en el que apoyarse; los barrios sobreviven gracias a los brotes de solidaridad y conciencia colectiva del propio pueblo frente al poder; las naciones parecieron desvanecerse y las pasiones quisieron ser desactivadas. Pero no lo consiguieron, porque negar el conflicto es un conflicto en sí mismo, y porque la política es conflicto. De este modo, ante una crisis estructural
que ha afectado a la mayoría de pilares básicos de nuestra sociedad (familia, comunidad, nación, identidades, creencias y pasiones), se ha redoblado la dosis de neoliberalismo: expolio, mayor concentración de riqueza y mismas opresiones y desigualdad en cantidades (post)industriales. Tras un período en el que se ofreció como única alternativa la técnica y las identidades como única política posible, volvió el conflicto (esencia de la política, recuerden). Por todo esto, la respuesta que hay que ofrecer a esta crisis (pueden prolongarse en el tiempo sin problema, aunque se dé la impresión de lo contrario) no puede ser un arrebato de efervescencia o un “blitz”, porque seguramente se quede corto. Seguramente un movimiento así ayude a desplazar los límites de lo posible un poco, pero también puede dar opción a que, tras su fallo, los límites se muevan pero en sentido opuesto a la transformación social en el sentido en el que queremos. Por eso, parece imprescindible tomarse un tiempo para reflexionar: ver si las mochilas actuales son útiles o son más bien una carga; abandonar, de una vez por todas, el folclore y el autoengaño que no sirve más que para autoconsumo; fijar una estrategia; y, finalmente, conformar un movimiento “orgánico”. Evidentemente, la política no es igual que el ajedrez (aunque sí se parecen, de ahí las comparaciones): no se puede planificar todo, hay que dejar espacio a la contingencia y los fenómenos no controlados en un ambiente cada vez más cambiante. Pero lo que sí podemos controlar, como la disciplina, la melancolía de épocas pasadas (y muertas) y la confusión entre la realidad y los sueños, debemos controlarlos para no perder antes de tiempo. Somos hijas e hijos de una época de crisis. Ni más, ni menos. Y nos ha tocado pensar lo nuevo, pero esto no significa que tengamos que inventarlo todo. Hay muchas cosas inventadas que ya funcionan: las reglas básicas de la política, la movilización social y la lectura honesta sincera de la historia de las transformaciones sociales deben acompañarnos siempre, junto a una buena dosis de cruda y enfangada realidad. Sin contar por igual en nuestro todo transformador elementos como la nación, la familia, la clase, el feminismo o el cambio climático, no alcanzaremos a pensar un orden nuevo.
Porque nos ha tocado una época de miedo, incertidumbre y desigualdad rampante es más necesario que nunca responder con todas nuestras armas por la libertad, la igualdad y la esperanza. Porque el miedo moviliza las pasiones, pero más lo hace, y en nuestro caso para la transformación social, la esperanza en la posibilidad de un orden y unas sociedades mejores. La Resistencia debe convertirse en Esperanza.
LOS HIJOS DE LA CRISIS por José Antonio Palacios Más allá de los millenials, de la Generación Z, o de otras generaciones con las que convivimos hoy en día, los hijos e hijas de la crisis parecen haberse ganado un hueco en la sociedad actual española. Lejos de definirse más por rasgos culturales como viene haciéndose con las anteriores, lo que define a esta generación son más bien sus condiciones materiales. La generación mejor preparada: altos niveles de estudios, idiomas, experiencias en el extranjero... Aunque todo parece indicar que seremos la primera generación que no viva, por lo general, mejor que sus padres. Desde que tenemos cierta edad para tener capacidad crítica, no recordamos más que crisis económica, corrupción, recortes, inestabilidad laboral, fuga de cerebros y, por qué no decirlo, injusticia social. “Estudia y llegarás lejos”, hemos oído desde pequeños. Fíjate si estamos llegando lejos, que hemos aterrizado en Inglaterra o en Alemania buscando el trabajo que aquí no tenemos. La inestabilidad laboral nos obliga en muchas ocasiones a alejarnos de nuestra familia, y a posponer nuestros planes de vida para un futuro mejor que nunca llega. Qué lejano suena ya aquello de casarse, comprar una casa y un coche antes de los veintitantos o, en muchos casos, de los treintaytantos. Si no tienes un trabajo estable, ¿cómo te vas a comprar una casa? Si por tus estudios tú tienes que trabajar en Madrid y tu pareja se tiene que ir a Inglaterra unos años, ¿cómo mantenemos una pareja estable en el tiempo? Si, después de todo, conseguís aguantar la distancia y conse-
16 Curso 2017-18 guir experiencia laboral para poder acceder a un “buen puesto de trabajo” cerca de casa, ¿con cuántos años podemos empezar a formar una familia? Las hijas de la crisis no conocemos eso de tener un trabajo que te dure mientras quieras. Conocemos tener trabajos de pocas horas, de pocos días, de fines de semana o de verano. Hemos aprendido a aguantar. A aguantar los abusos y las injusticias sociales que llevamos conociendo desde que tenemos memoria. A aguantar la corrupción. A aguantar las mentiras y la caradura de quienes nos gobiernan. A aguantar la distancia de nuestra familia, amigos y de nuestra pareja. Quizá aguantamos los abusos de nuestros derechos porque no hemos tenido que luchar por ellos. Quizá gracias a los problemas que
nos toca vivir aprendamos a valorar lo que tanto trabajo costó conseguir antaño. Lejos de ser pesimista o derrotista, tengo un mensaje para los hijos de la crisis. Aunque la única certeza que tengamos acerca de nuestro futuro, es no saber dónde vamos a poder encontrar un trabajo y asentarnos, no debemos frustrarnos por no poder conseguir unos cánones de vida que fueron pensados para otra sociedad. El mundo sigue cambiando y nosotros nos tenemos que buscar nuestras propias soluciones para los retos a los que nos enfrentamos. No podemos darle la razón a Aldous Huxley, cuando temía que la sobreinformación y el sobreentretenimiento nos convirtiera en una sociedad pasiva. Tenemos que conocer los problemas que sufrimos, para poder atacar a la raíz de los mismos y enfrentarnos a los desafíos que se nos plantean. Pero, sobre todo, tenemos que mantener siempre la ilusión y recordar que está en la mano de cada una de nosotras conseguir dejar un mundo, un poco mejor del que nos encontramos.
Si nosotras paramos, el sistema se desploma por Carmen Navarro Por Matilde, Blanca, Antonia, Virginia, Cristina, Carmen, Laura, Ana Belén, Margaret, Leydi, Erika. Por las 1000 mujeres asesinadas desde 2004 por el hecho de serlas. Por las trabajadoras precarias. Por todas nosotras, hermanas. El 8 de marzo las mujeres saldremos a la calle a reclamar lo que es nuestro, lo que nos han arrebatado a lo largo de la historia por el módico precio de ser mujer. El movimiento feminista en los últimos años ha ido creciendo, tanto en el número de mujeres que nos hemos organizado para salir a pelear por nuestros derechos a la calle, tanto por la energía que hemos empleado en ello. Es cierto que este 2018 queremos llegar aún más lejos, queremos visibilizar a todas las mujeres obreras que no pueden salir a la calle porque están explotadas, queremos visibilizar a todas aquellas mujeres sin voz, queremos unidad de acción para derribar al patriarcado, fiel aliado del sistema capitalista. Es por ello que el día 8 de marzo dejaremos de consumir, abandonaremos el trabajo doméstico y los cuidados, desatenderemos nuestros estudios y demostraremos que el sistema sin nosotras se desploma. A diario se nos acusa de exageradas, pero nosotras tenemos bien claro el motivo por el cual hacemos huelga. En primer lugar tenemos la violencia machista, donde el hombre ejerce la dominación sobre la mujer a través del rol de superioridad que le establece la sociedad. La violencia machista nos ha arrebatado nuestra autonomía, donde hemos dejado de ser dueñas de nuestras vidas y de nuestros cuerpos. Sufrimos malos tratos por parte de nuestras parejas o exparejas, donde ellos creen que son nuestros dueños. Sufrimos miedo cada vez que salimos a la calle, donde la protección y la seguridad son casi inexistentes, donde los hombres se sienten legitimados para piropearnos, perseguirnos e incluso violarnos dentro de un sistema de justicia ineficaz que nos deja desprotegidas. Soportamos el cuestionamiento de la sociedad cada vez que
denunciamos cualquier tipo de agresión machista donde las agredidas somos juzgadas. Vivimos en una sociedad patriarcal donde cada vez que ocupamos un espacio público estamos condenadas a sufrir agresiones sexuales, acoso y hostigamiento por parte de hombres que siguen creyéndose dueños de esos espacios. Un sistema patriarcal donde las mujeres, en función de nuestras condiciones sociales (edad, nacionalidad, raza, orientación sexual….) nos afecta de manera diferente la violencia machista. Negar dicha diversidad conllevaría invisibilizar violencias mucho más crueles que sufrimos algunas de nosotras. Sufrimos la jerarquía católica y todo tipo de poderes cultivados en el machismo que condicionan nuestra sexualidad, convirtiéndonos en objetos sexuales privándonos del placer. Un sistema patriarcal que nos dificulta la decisión sobre nuestra maternidad donde aún se recoge en el Código Penal el aborto y por lo tanto, se nos priva del derecho a decidir. Sufrimos el cuestionamiento sobre nuestra vestimenta cada vez que ocupamos un espacio público. Porque la gran alianza que componen el patriarcado, el racismo y la dominación colonial sustenta la desigualdad territorial. Porque a día de hoy, en diferentes territorios, aún nos tenemos que enfrentar a la mutilación genital femenina, a la prostitución que desemboca en trata y esclavitud, al matrimonio obligatorio, a un aborto selectivo, a millones de discriminaciones de género. Un sistema patriarcal que educa a las mujeres para la realización del trabajo doméstico precario y gratuito que conlleva a tener dobles o triples jornadas de trabajo. Porque tenemos una brecha salarial del 23%. Las mujeres tenemos menos posibilidades de adentrarnos en el mercado laboral puesto que este sistema patriarcal se sustenta a través de desigualdades y discriminaciones. Porque el Estado mira hacia otro lado ante la violencia patriarcal. El 8 de marzo todas las mujeres salimos a la calle para plantarle cara al patriarcado. Salimos a la calle para que la violencia machista sea considerada como cuestión que afecta a toda la sociedad. Exigimos ser las dueñas absolutas de nuestros cuerpos, de nuestros deseos y de nuestra sexualidad. Exigimos a la Iglesia que saque sus rosarios de nuestros ovarios. Exigimos que se respete nuestra autonomía. Salimos a la calle para defender que la educación afectivo-sexual forme parte del currículo
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escolar y sea consumada vacía de estereotipos sexistas. Exigimos la abolición del aborto dentro del Código Penal y que las mujeres tengamos total libertad para decidir sobre nuestro cuerpo y sobre nuestra maternidad. Salimos a la calle para luchar contra los cánones de belleza establecidos que no nos han permitido nunca sentirnos bien con nosotras mismas. Exigimos el reconocimiento de nuestros cuerpos y sexualidad como sujetos de placer. Salimos a la calle para que se permita desde una visión global e interseccional nuestra postura como mujeres feministas rechazando la instrumentalización de ésta. Luchamos para que nos podamos sentir seguras al salir a la calle dentro y fuera de Europa. Exigimos que se ponga en marcha de manera efectiva la garantía de la Ley de Asilo reconociendo así como refugiadas a las mujeres que son perseguidas por motivos de género y tienen que huir de su país. Luchamos para abolir las desigualdades que implantan diferentes fronteras y políticas de estado-nación que legitiman la opresión patriarcal de bienes y personas. Luchamos para devolverle la dignidad y el reconomiento del valor a todas las mujeres que se encargan del trabajo doméstico y los cuidados, exigiendo al Estado y a la sociedad que esto se realice en requisitos de corresponsabilidad. Luchamos para que las trabajadoras tengan derechos dignos, para que se elimine la brecha salarial y para que ser madre no signifique un obstáculo a la hora de conseguir un trabajo. Salimos a la calle para alcanzar
un modelo económico que no se apoye en la división sexual del trabajo y que anteponga las personas sobre la acumulación de capital. Para luchar contra el sistema patriarcal necesitamos una coeducación global que enseñe que nuestros derechos valen más que cualquier religión,tradición, sistema económico, beneficio político o cultura. ¡Ni sumisas ni pasivas, mujeres combativas! Hermanas, nos vemos el 8 de marzo, salud y SORORIDAD.
18 Febrero 2018
Operación Triunfo por Manuel López Funes Este año TVE apuesta por revivir el formato que 10 años atrás triunfó en la televisión, Operación Triunfo, existía el riesgo de que no funcionara, pero lo ha hecho porque es algo totalmente diferente. Realmente, este programa ha sido distinto a cualquier cosa que hayamos visto en televisión. Analicemos un poquito los elementos que lo han hecho distinto: Nuevo tipo de reality Operación Triunfo ha roto con la tendencia de los realities shows de dar guiones a las concursantes, todo era natural, 24h. Naturaleza que se mantenía al ser ellas ajenas al resto del mundo, sin contacto con el exterior, sin tele, sin redes sociales, sin contacto con familiares…. La apuesta de no tener guiones era arriesgada, incluso ha habido momentos aburridos, pero la naturalidad ha sido más agradecida por el público, más creíble, y se ha sentido más reflejado en ellas. Música Otro elemento que hace digno de valorar este programa es el nivel musical. Frente a las canciones Disney, mi música es tu voz, vivo por ella y otras canciones empalagosas, típicas y sin complejidad de OT 2001, en OT 2017 se han interpretado temas de Bowie, Michael Jackson, los Beatles, Eduardo Aute, Francis Cabrel, Frank Sinatra, Celia Cruz, Serrat, Víctor Jara, Sting, y otros grandes clásicos, y temas de la complejidad de Eloise, o Miedo. Han tocado todos los estilos de música: baladas, tangos, jazz, rock, pop, desde la música de Rozalén hasta la de Sia, pasando por Lady Gaga…, ha sonado Whitney Houston, Aretha Franklin o Elton John. Además de temas de gran dificultad y grandes clásicos, apelando a los grandes compositores de la música moderna, cabe destacar el nivel musical de los concursantes, la mayoría han pasado por el conservatorio, conocen el lenguaje musical, la armonía, el contrapunto, saben tocar la viola, el piano, la guitarra, la trompeta, el trombón, la flauta travesera… respectivamente. Alfred está en tercero de superior de trombón, y Amaia domina Chopin, Bach, y Wagner. Y las profesoras están a la altura de este nivel, por ejemplo, Manu Guix es capaz de transportar sobre la marcha por todas las tonalidades.
Esto, como punto de partida (tanto profesoras como alumnas), ha permitido cositas increíbles: modificaciones armónicas importantes, versiones atrevidas, cambios métricos y rítmicos…. Por ejemplo, en la actuación de la final de Amaia, la ganadora, ésta interpretó al piano Miedo de M-Clan, y como en dos días tenía controlada la melodía y casi la digitación al piano, se permitieron el lujo de reinventar: interpretó la canción con una armonía más rica, tuvieron la brillante idea de tocar un sencillo acorde de tónica con la figuración que tendría un batería en esa canción, con ello el público sentía el ritmo que da una batería, con esto junto a la densidad armónica se llenaba el espacio como si hubiera una banda entera, increíble Capde por esa idea, brillante. Para acabar, Manu tuvo la genialidad de proponer transportar a la tonalidad de la tercera en mitad de la canción, creando una tensión que resuelve volviendo a la tonalidad de la tónica, justo después, sube una octava en fortísimo como punto clímax que culmina en un silencio súbito, cortante, en el que Amaia se recrea y el público enmudece, relajando con los acordes finales cantando muy piano con un ritardando precioso, aunque yo habría hecho coincidir la última frase de la melodía cantada con el acorde final del piano, para que los aplausos no lo eclipsaran. El caso es que la complejidad y el nivel que adquirió la canción es brutal. Concursantes y profesoras Las profesoras son auténticas profesionales: Manu, Laura y Capde tienen un gran control de la armonía, contrapunto, melodía… montan las canciones a las chicas, y proponen incluso adornos como algún glisando, octavas, dinámicas…, Mamen es una experta en técnica vocal que les ha dado formación teórica y práctica sobre recursos, higiene y técnica vocal muy compleja, en ningún otro programa se escuchan palabras como belting, anclaje, o presión subglótica. Guille da clase de cultura musical, por lo que que existe formación en ese sentido y las vuelve conocedoras de los hitos más importantes en la música moderna, donde beber e influenciarse. Para terminar, los Javis, que son una revelación en el mundo del cine, nominados a cinco Goyas, imparten clase de interpretación. Las concursantes, a parte de la formación musical ya comentada, y la naturalidad del principio, son muy humildes, el no conocer la dimensión de su fama ha man-
tenido la humildad en el grupo, Noemí, la directora y “madre” los ponía a limpiar, a estudiar, etc., y cuando se subían un poco, les daba un toque de humildad. Cabe destacar el compañerismo, la piña que han hecho, a diferencia de los realities a los que estamos acostumbradas, colaboran entre ellas, se enseñan las unas a las otras, se ayudan con los puntos débiles, y se tienen mucho cariño, esta es la anomalía respecto a otros programas, la cooperación frente a la competitividad. Política Para terminar, no podría analizar OT sin repasar algunas cositas que han salido muy interesantes: “¿Sabes qué? Que no me voy a depilar las piernas porque las mujeres también tenemos pelo. Tengo muchísimo pelo pero me la suda”. Dice Amaia. “Estoy orgullosa de que no me he depilado las piernas, estoy orgullosa porque era como buaaaahhhh ni de coña, pero es que ahora hasta me gustaría que se notasen, te lo juro”, continúa. Tampoco olvidamos su clase con los Javis en la que pegando a un saco de boxeo gritaba “¡me frustra no poder enseñar las tetas en televisión!”, “¡mis pezones no son distintos a los de un hombre!”. Podemos recordar a Alfred publicitando a Proactiva Open Arms, hablando de los muertos en el Mediterráneo, vimos un video sobre “Astral”, incluso compusieron para Aitana la preciosa canción Arde, sobre los refugiados…. Una clase de los Javis en la que descifraban las siglas de LGTBIQ+. A Marina, una chica bisexual con su novio transexual, chica que explicó la diferencia entre sexo y género, el significado de intersex, de trans, de cis…, y más teoría de género. Hemos tenido clases en femenino genérico. Recordaron como el PP votó en contra del matrimonio homosexual y lo llevó al TC. Tenemos charlas de donaciones de sangre, de órganos, conversaciones sobre cáncer o acoso. O hemos visto cantar en catalán, en gallego, unos aprendiendo el acento de otros…, un reflejo de una España diversa
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que aprende de sí misma y no impone. Hemos tenido bailes muy calientes entre dos mujeres, y entre Agoney y los bailarines, resaltando la sexualidad y sensualidad entre varios hombres, dejando sacar todo, sin complejos. Una Amaia que no se avergüenza de decir que se puso cachonda viendo los ensayos de Ago, por lo que también tenemos una mujer que reconoce su sexualidad y no la entiende como tabú. Tuvimos una clase de los Javis con Ago y Raoul en la que representaban la escena de una pareja homosexual tras una noche loca de sexo, finalmente tuvimos en el pase de micros un morreo en prime time en toda regla. En clase de interpretación, los Javis también han puesto a lo largo de las distintas sesiones a un chico darle un pico a otro, tanto aquí como con el beso de Ago y Raoul, entendían que si se oponían era un caso de homofobia, ya que con una mujer no lo harían. Todo esto tiene un valor increíble en la normalización de la diversidad sexual. Tenemos el caso de Lo malo, un reggaetón feminista que junto con Arde fue candidatura para Eurovisión, esta canción ha llegado a los puestos más altos de reproducciones y descargas. Tenemos a Alfred diciendo en prime time soy feminista y llevando un traje La mujer que llevo dentro. Lo bonito es que se enseñan mutuamente, aprenden juntos y la presión de grupo modifica sus conductas, tenemos frases como: “no quiero besarme con un chico” de Raoul y contestaciones como “¿no será eso homofobia?”, de Javi Calvo, y un “lo es” de Agoney. También tenemos el “toda España le ha visto besando a un tío”. “A tomar por culo mi masculinidad” de Cepeda y la contestación de Ana: “Con ese comentario sí que te estás ganando a España”. O el “mucho feminist mucho feminist” de Amaia a Alfred cuando tiene algún tinte machista. Una deconstrucción de la masculinidad de los concursantes muy fuerte. Para acabar, no podemos olvidar el te recuerdo Amanda de Víctor Jara que Amaia interpretó, para lo cual leyó emocionada la biografía de éste y vio un documental de la dictadura chilena. Todo esto nos ha regalado que Víctor Jara sea la segunda búsqueda de google esa semana (adolescentes que se educan conociendo la historia de Chile), que haya
tweets con TT en femenino genérico, besos entre personas del mismo sexo en prime time, etc. Y es que hay que entender la televisión como la herramienta más importante de socialización y para construir hegemonía cultural. Frente a una generación socializada por el reggaetón, en vez de caer en la ortodoxia de la izquierda ciega y luchar contra él, asumimos las reglas del juego y hacemos una letra feminista que ha llegado a todo el mundo, por lo que tendremos a niñas de 14 años escuchado “no quiero un chico malo, yo decido el cuándo, el dónde y con quién”. Como esto es cierto, empiezan a hacerse eco distintos grupos, vemos incluso como Podemos e IU comparten vídeos de OT. Habrá izquierdistas ortodoxas rancias que dirán que cuando Amaia canta Víctor Jara, se trata del liberalismo robándonos nuestros símbolos e historia. Pero lo dicen porque que sea la segunda entrada más buscada en Google es algo que consiguen todos los días y por eso ya están aburridas. Habrá feministas ortodoxas que digan que Alfred no puede llamarse feminista, sino aliado, pero no podemos olvidar que ha hecho más por la causa que muchas de ellas al enseñar en prime time un coño peludo dibujado en los pantalones, normalizando, haciendo que mucha gente escuche por primera vez la palabra feminismo o la vea con buenos ojos, lo atribuye a algo positivo, rompiendo con el “yo ni machista ni feminista “. La izquierda siempre ha estado encerrada en sus propios guetos de autoproducción cultural, mediocres e inútiles. Eso tiene que ver con una batalla por la cultura. Hay que entender formatos como este como espacios para disputar la batalla cultural, herramientas de producción cultural y construcción de contrahegemonía, y, desde luego, Operación Triunfo ha sido nuestra mejor trinchera.