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Entre los años de 2006 y 2007, durante el gran auge mundial de la subcultura y estética Cyber/industrial, goth, comenzó a verse de forma habitual entre los miembros de este movimiento el uso de mascarillas y máscaras de gas, como un modo de protesta ante lo que el ser humano ha transformado el planeta. Mostrándonos un mundo post-apocalíptico, las armas químicas y biológicas, la contaminación y el crecimiento tecnológico desproporcionado, han hecho del planeta inhabitable de forma natural, teniendo que utilizar máscaras para poder respirar. De la misma forma, eran un artículo indispensable que contribuía a una estética misteriosa y deshumanizada al cubrir parte del rostro y rasgos identificables. Sin embargo, para la época ese futuro no era más que una fantasía para quienes no formaban parte de este movimiento y el uso de las mascarillas solo era socialmente aceptable de forma convencional en médicos, obreros, personal de limpieza, entre otros. Más de una década ha pasado desde la globalización de esa estética y como en el mundo de la moda donde vuelven las tendencias; las mascarillas vuelven a aparecer entre nosotros, pero esta vez más cerca de ese futuro post-apocalíptico de lo que hubiésemos imaginado, convirtiendo la mascarilla no solo en un artículo de uso obligatorio, si no que al volverse parte de nuestra normalidad, ha escalado de tener modelos estándar, a ser parte de nuestros outfits encontrándolos en variedades de colores, estampados y materiales, e inclusive, en versiones totalmente personalizadas. Durante este año y medio desde que las mascarillas se adueñaron de nuestras vidas, estas han evolucionado de ser un artículo común de farmacia, a ser parte de los atuendos más elaborados y costosos, y que, si bien para una mayoría es una normalidad desagradable, para muchos otros se ha vuelto parte de la expresión de su ser, ya sea como una forma de ocultar quien realmente se es, hasta modificar la expresión facial por medio de estampados o formas poco convencionales, exteriorizando emociones, e inclusive, alterego. Toda esta revolución social causada por el tapabocas nos da para pensar en cómo será luego nuestra vida sin ellos, ¿será un alivio generalizado? ¿o una expresión de nuestro ser que muchos extrañaremos? Creo que para quienes hemos encontrado parte de nuestra identidad en el uso de ellos, definitivamente es un accesorio que extrañaremos usar con normalidad una vez vuelvan al olvido. ARQUITECTURA:

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“Un día de febrero del 2020 salí de la escuela, me despedí de mis amistades y les deseé felices vacaciones sin saber que iba a ser la última vez que nos besaríamos y abrazaríamos sin preocuparnos del riesgo de contagio, sin saber que la próxima vez que pisara

FOTOGRAFÍA, ARQUITECTURA, MODA.

FOTOGRAFÍA:

el suelo universitario sería como egresada y ya no como alumna.” Es así como recuerdo aquellos lugares que ahora están llenos de recuerdos que me afligen, los días antes del inminente cambio que trajo consigo el COVID-19. A casi 2 años del inicio de la pandemia, nos vemos obligados a salir de nuestros hogares, que para algunos fueron un refugio y para otros representaron el encuentro con la violencia. Después de todo aquello, ¿cómo nos re-apropiamos del espacio público como la escuela, la oficina, el supermercado y demás lugares sin sentirnos extranjeros pisando tierras desconocidas? Para el humano la fotografía pasó de ser de un lujo a una prioridad, transformándose en cotidianidad y trajo consigo la necesidad de exponer al mundo la vida personal, lo que se hace, come, se observa, con quiénes estamos o la ubicación exacta. Se atraviesa una era de profundo individualismo, soledad e introspección, donde la fotografía se expandió como la pólvora mostrando el lado de cristal y autorretratos en soledad, que ni con el temporizador se imprimen como se espera. Usuarios de Instagram con incontables paisajes, gatos, cubre bocas y ojos tristes. Una época lúgubre de fotos personales, aisladas, minimalistas y estáticas, con matices de un invierno que se espera pronto llegue a su fin. Época donde el humano y los espacios pequeños robaron el foco de las redes sociales de amigos, familiares y desconocidos.

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