Libro los divinos entre los humanos (presentación)

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Presentación Con mucho gusto acepto la invitación de escribir la presentación de este libro, que recibí de parte de Ramiro Gómez Arzapalo, mi antiguo alumno en la maestría y el doctorado en Historia y Etnohistoria, de la Escuela Nacional de Antropología e Historia. Los trabajos que se incluyen en el presente volumen tienen su origen en la participación que han tenido los autores en el seminario Organización Social y Cosmovisiones Indígenas, que imparto en el programa de posgrado desde hace muchos años. En este caso, fueron las generaciones que lo cursaron entre 2002 y 2010. En este seminario, han servido de punto de partida mis investigaciones acerca de la ritualidad prehispánica y, más concretamente, sobre el culto mexica de la lluvia, los cerros y la tierra. También nos ha interesado estudiar las transformaciones que han experimentado estos cultos después de la Conquista española y las manifestaciones que existen de esta cosmovisión y ritualidad en la vida de comunidades indígenas y campesinas del México de hoy. De hecho, todos los proyectos de tesis de los autores del volumen que se han trabajado en el mencionado seminario han versado sobre las prácticas y la vida ceremonial de comunidades actuales, principalmente nahuas del centro de México o descendientes de ellos; aunque un estudio se refiere también a la región totonaca de Veracruz y otro a los quichés de Guatemala. Para comprender mejor estos complejos procesos históricos de dominación ideológica y conquista, cuyo resultado son las prácticas religiosas de las comunidades campesinas actuales, la obra de Félix Báez-Jorge ha resultado fundamental. A través de sus libros, cursos y conferencias —algunos de ellos los ha impartido como profesor invitado en el Seminario referido— y, sobre todo, en Entre los naguales y los santos y La parentela de María,


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nos ha acercado al concepto de religiosidad popular, definido a partir de los planteamientos de Antonio Gramsci, Gilberto Giménez, Luis Maldonado, Luis Millones y otros autores. El concepto de religiosidad popular remite a procesos contrahegemónicos, mediante los cuales se gestó, durante la Colonia y entre la población conquistada, una nueva religión que se nutría de ambas tradiciones: la española (católica) y la indígena mesoamericana. La política de evangelización impulsada por la Iglesia católica en la segunda mitad del siglo xvi —después del Concilio de Trento y en plena Contrarreforma en Europa— favoreció la propagación del culto a los santos, vírgenes y cristos y la reinterpretación simbólica de numerosas creencias y prácticas indígenas. Durante el barroco hispanoamericano, se gestó esta nueva ritualidad y la compenetración espiritual de los mundos indígenas y español. De acuerdo con otro estudioso del tema, Serge Gruzinski, en su obra La guerra de las imágenes, la Iglesia “favoreció el culto de los Santos, de los patronos de las iglesias y de los pueblos, así como de la Virgen en sus diversas advocaciones, con lo cual al espacio saturado de ídolos sucedía […] un nuevo espacio poblado de santos”. Por otra parte, Félix Báez -Jorge apunta, en La parentela de María, que estos santos y vírgenes, después de ser implantados en el marco de la catequesis, “fueron incautados por los pueblos modificando sustancialmente sus perfiles y atributos”. Luis Millones, refiriéndose al caso peruano, coincide al señalar que la reinterpretación simbólica de las imágenes ha desempeñado un papel crucial en la gestación de esta nueva religiosidad. En su libro El rostro de la fe. Doce ensayos sobre religiosidad andina, este autor apunta que “las imágenes quedaban expuestas a los fieles en el templo de su localidad. A falta de la palabra explicativa del clero, a los pies de cada imagen fue naciendo otra historia” (pp.74-75). En esta perspectiva, me parece legítimo hablar del sincretismo como afirmé en Religiosidad pupular y cosmovisiones indígenas en la historia de México: “la elaboración simbólica de creencias, prácticas y formas culturales, acontecida en un contexto de dominio y de la imposición por la fuerza —sobre todo en contextos multiétnicos como el de la Nueva España” (p.9). En este proceso, los santos asumieron un papel fundamental como protectores y patronos de gremios y oficios, de cofradías, y barrios; así, se convirtieron en símbolo corporativo y factor de cohesión. Las ciu-


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dades y pueblos también obtuvieron sus santos patronos y realizaban ceremonias, fiestas y procesiones en honor a ellos. Si bien la mayoría de los capítulos de este volumen (caps. 1,2,3,4,7 y 8) trata específicamente de la actuación y las modalidades de los santos en la vida de los pueblos y explora aspectos novedosos de estos seres numinosos; en los restantes dos capítulos (caps. 5 y 6), Juárez Becerril y Suzan, a partir de sus investigaciones de tesis, se han dedicado a estudiar el mundo de los seres que pueblan el espacio natural de las comunidades y que han mantenido una relación más estrecha con sus ancestros mesoamericanos. En las comunidades más tradicionales, éstos son los dueños o señores de las manifestaciones vinculadas a los cerros, las barrancas, los manantiales y también al maíz y a la tierra. Juan del Monte, de la región de Xico, Veracruz, que habita en los bosques del Cofre de Perote, representa esta fusión entre los seres del bosque prehispánicos y las figuras importadas por los españoles. Por otra parte, en Santa Cruz del Quiché, Guatemala, la Virgen de la Candelaria recibe culto a través de una danza ritual de la serpiente, animal vivo que debe ser traído desde la espesura de los cerros y que abarca un complejo simbolismo en la cosmovisión mesoamericana. Ésta y otras manifestaciones de la religiosidad popular que se abordan en este volumen vinculan las celebraciones de los santos con el ciclo agrícola y con las actividades económicas del cultivo del maíz como alimento básico de Mesoamérica. Los santos han asumido además importantes funciones en la ritualidad vinculada con la meteorología indígena, al lado de los señores del tiempo, los aires y los dueños del agua y de los cerros. De esta manera, en el presente volumen se aportan datos etnográficos novedosos y reflexiones sugerentes acerca del proceso histórico que produjo fusiones entre los naguales y los santos, como ha argumentado Félix Báez-Jorge en su importante obra acerca de los procesos sincréticos y de reelaboración simbólica que han operado entre las poblaciones indígenas y campesinas subalternas de México a lo largo de 500 años de historia. Este libro constituye la continuación de una labor colectiva iniciada con el volumen sobre Religiosidad popular y cosmovisiones indígenas en la historia de México, así como de los títulos individuales de Ramiro Gómez Arzapalo, Los santos, mudos predicadores de otra historia (La religiosidad popular en los pueblos de la región central de Chalma); Jorge

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Escamilla, La devoción en escena. Loa en honor a San Isidro Labrador; y Alicia Juárez Becerril, Los aires y la lluvia, publicados por la Editora del Gobierno de Veracruz, bajo la dirección de Félix Báez-Jorge. Ahora, nada más me resta felicitar al responsable del presente volumen, Ramiro Gómez Arzapalo, por haber dado un nuevo impulso a los estudios de religiosidad popular a través de sus propias investigaciones teóricas y etnográficas, y por coordinar el presente volumen que aporta nuevos datos y reflexiones a la discusión iniciada colectivamente acerca de las cosmovisiones mesoamericanas y su integración al mundo colonial, así como los procesos de continuidad y cambio hasta la actualidad del México de hoy. Ciudad Universitaria, 29 de agosto de 2012 Johanna Broda


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