DÍA DE ANDALUCÍA CEIP EDUARDO LUCENA CÓRDOBA 2012
Los cuentos de animales son un tipo de cuentos populares en que los protagonistas son los animales o los animales en relación con los hombres. Igual que en las fábulas estos animales pueden hablar y tener sentimientos como si de seres humanos se tratasen. La diferencia es que mientras la fábula tiene un autor conocido y una intención moralizante, es decir, la fábula pretende transmitir unas normas de comportamiento; en los cuentos populares desconocemos su autor y no tienen ninguna intencionalidad, se limitan a contar sucesos: humorísticos, trágicos, ridículos, de astucia… Los cuentos que ahora vas a leer son iguales o muy parecidos a otros que se cuentan en todos los idiomas y en todas las partes del mundo. Es de celebrar que todos los seres humanos disfrutemos con las mismas historias.
Selección y diseño: Rafael Montilla.
1
EL LOBO Y LA ZORRA SIEMBRAN JUNTOS
Érase una vez un lobo y una zorra que se disponían a sembrar juntos una fanega de tierra. En primer lugar sembraron patatas y, cuando estaba la cosecha a punto, la zorra preguntó al lobo: -¿Qué parte de la cosecha quieres, la parte de arriba o la de abajo? El lobo, que no estaba muy puesto en cultivos, respondió: -La parte de arriba –por creer que era la mejor. Así, cuando recogieron la siembra, éste se quedó sólo con los tallos, mientras que la zorra recogió todas las raíces. Después sembraron trigo y, cuando llegó la época de recogida, la zorra volvió a hacer la misma pregunta: -¿Qué parte de la cosecha quieres, la de arriba o la de abajo? El lobo, creyéndose más prevenido, dijo: -Quiero la parte de abajo. De nuevo el lobo volvió a caer en la trampa y, mientras la zorra se quedó con la espiga y el grano, el lobo tuvo que conformarse con el rastrojo.
2
EL ZORRO EN LA CUEVA Esto era una vez un zorro que estaba ya muy viejo y ya no podía matar animales para comer, no podía andar… Se sentía muy viejo, muy viejo. Y un día andando por el campo vio una cueva y se metió en ella, para ya descansar allí, porque no podía más. Y empezó a quejarse mucho con una voz muy triste: -¡Ay, qué malito estoy! ¡Me voy a morir! Claro, y todos los animales que pasaban le preguntaban: -Zorro, ¿cómo estás? Y el zorro decía: -¡Ay! Estoy muy malito. Entra, entra a verme, entra. Y el animal que entraba “pum”, se lo comía. Pasaba otro animal, una cabrita o una ovejita… y “pum”: le echaba la zarpa y se lo comía. Y así un día, otro día. Hasta que pasó un zorro nuevo y le dijo: -Zorro, ¿cómo estás? Y dice: -¡Ay! Estoy muy malito. Entra, que me muero, que estoy muy malito. Entra, hijo, entra. Y dice el zorrito: -No, no entro. -¿Y por qué no entras? -le preguntó el zorro viejo. Y dice el zorro nuevo: -Porque veo las pisadas de los que han entrado pero no las pisadas de los que han salido. Y no entró y ahí se acaba el cuento.
3
EL ÁGUILA, LA ZORRA Y EL ALCARAVÁN
Esto era una vez un águila, que tenía un nido en un árbol muy alto. Y entonces, en aquel árbol tenía unos hijitos el águila. Y la zorra quería comérselos, y todos los días llegaba y le daba miedo para que le echara un hijito. Entonces le decía: -Compadre águila, écheme un hijito, si no, ¡cortacha, cortacha! Y el águila la pobre, asustada, ¡pum!: le echaba un hijito y la zorra se lo comía y se iba. Pero al otro día llegaba: -Compadre águila, écheme un hijito, si no, ¡cortacha, cortacha! -que le cortaba el árbol. Entonces la pobre, ya, pues estaba un día llorando, y llegó el alcaraván y le dijo: -¿Qué te pasa, compadre águila? Dice: -Pues mira, que todos los días llega la zorra y tengo que echarle un hijito. Me dice: “Me echas un hijito, si no, ¡cortacha, cortacha!” Y dice: -Pues cuando te diga, le dices:
El hacha de rimponcina no corta encina. El hacha de acero es la que corta el madero. Entonces, cuando vino al otro día y le dijo que le
4
echara un hijito, le dice:
El hacha de rimponcina no corta encina. El hacha de acero es la que corta el madero. Entonces del dijo: -¡Ay! ¡Ese coco no ha salido de esa cabeza! Eso es del compadre alcaraván; pero no tenga cuidado, que esta noche, cuando vaya a beber a la fuente, me lo como yo. Entonces cogió la zorra, se fue a la fuente a donde los alcaravanes beben de noche. Se fue, y se puso así escondido. Y cuando el alcaraván se puso a beber, le echó mano la zorra. Y se lo estaba tragando entero, dice: -¡Ay, compadre zorra!, dame una voz grande, que se entere mi amigo, di: “¡Alcaraván comí!” Y entonces dijo la zorra: -¡Alcaraván comí! Dice: -Más grandecito, más grandecito. Y dijo: -¡¡Alcaraván comí!! Y el alcaraván se fue volando, le dijo: -¡Otro, pícaro, que no a mí!
5
LA PAZ ENTRE LOS ANIMALES Había una vez, en el campo, una familia que paraba en un chozo, en el medio de un monte. Y tenía gallinas, y sobre todo, un gallo lindísimo. Y estaba el gallo un día en lo alto de una encina, y pasó una zorra y le dice: -¡Compadre gallo, que bien está usted ahí, eh! Dice: -Sí aquí estoy… ¡huyendo de los zorros! Dice: -No, hombre, no tenga usted que huir de los zorros. Si ya ha habido una orden, dada por el gobernador, que los animales nos vamos a llevar todos bien: no nos vamos a hacer ninguno daño al otro. Baje usted abajo y echamos un cigarrillo. Y dice: -No me fio mucho… de… Y a esto que, cuando estaban charlando el gallo y la zorra, venía una jauría de perros ladrando. Y la zorra hizo así con el rabo: se lo metió entre las patas y salió corriendo. Y le dice el gallo: -¡Oye! ¿Por qué te vas? ¿No dices que ya han dado una orden que ya nos vamos a llevar bien todos los animales? Dice: -Es que no vaya a ser que no se haya enterado esa gente de la nueva orden.
6
EL REY PERDIDO Érase un vez un rey que odiaba a las moscas y a las arañas; no soportaba a estos insectos, y no podía evitarlos si los veía. Hubo en su reino una gran guerra, y el rey fue a luchar en ella. Pero en una de las batallas, el rey temió por su vida y tuvo que retirarse, adentrándose él solo en un bosque. Se sentó a descansar el desdichado rey, y se quedó dormido. Vino una mosca y le dio un picotazo, y el rey despertó. Pero en ese momento sintió un tropel de caballos que le buscaban. El rey pudo esquivarlos y salvar así la vida. Buscó el rey donde esconderse, y encontró una cueva. El rey se refugió en ella y nuevamente se quedó dormido. Al momento una enorme araña comenzó a tejer su tela en la entrada de la cueva. Los enemigos del rey acechaban por aquella zona y pasaron por delante de la cueva. Uno de los soldados, al verla, dijo: -¿No estará ahí escondido? -No puede estar ahí, porque hubiera roto esa tela al entrar –dijo un superior. Y abandonaron la persecución. Así fue como el rey salvó su vida, gracias a lo que más odiaba. EL RATÓN Y EL GATO Que había un gato que se lo quería comer. Y el ratón, que huía del gato, cayó en una tinaja de vino. Y entonces le dijo:
7
-¡Ay, gatito! Sácame, sácame. Y cuando me saques y me seques, entonces me comes. Entonces, el gato fue con las manitas y lo salvó y lo dejó allí. Dice: -Pero me pones a la vera de mi agujerito. Allí me pones, y cuando yo me seque, pues entonces me comes. ¿Qué vamos a hacer? ¡Ya no tengo más remedio! Entonces, el gatito estaba ya a la vera del ratoncito, y el ratoncito, allí, más pillo, deseando que el gato cerrara los ojos para despistarse. Como estaba a la vera de su agujerito, pues en el momento que se secó, ¡pum!, se metió al agujerito. Y se asomó el gato al agujero y le dice: -¿Pero no dijiste que te iba a comer? Y le dice: -¡Hombre!, ¿tú le va a echar cuenta a un borracho?
EL BORRICO ENGAÑÓ AL DIABLO CUANDO CHICO
Viendo el diablo retozar al rucho, quiso jugar con él; más de buenas a primeras el animalejo diole un bocado y dos coces, y echó a correr como gamo por el prado adelante. Y dijo el diablo viéndole escapar: -Si tan listo eres de chico, ¿cómo serás cuando pase el tiempo? Volviole a encontrar años después, tardo, perezoso, orejicaído y recordando las coces y carreras de antaño, díjole: -Bien me engañaste cuando chico.
8
EL PAJARITO Y EL REY Era un pajarito que siempre estaba rondando por el palacio real. Y el rey se cansó de verlo y mandó que lo mataran. Cuando lo estaban matando, decía el pajarito:
-¡Mátame despacito que soy muy chiquitito! Cuando lo estaban pelando, decía el pajarito:
-¡Pélame despacito que soy muy chiquitito! Cuando lo estaban guisando, decía el pajarito:
-¡Guísame despacito que soy muy chiquitito! Entonces se lo llevaron al rey para que se lo comiera, y decía el pajarito:
-¡Cómeme despacito que soy muy chiquitito! Entonces le entró un dolor de vientre tremendo y fue al wáter. Y decía el pajarito:
-¡Cágame despacito que soy muy chiquitito! Salió el pajarito volando, y decía el pajarito:
-¡Guey, guey, guey, que le he visto el culo al rey! ¡Guey, guey, guey!
Como en otros cursos cuando llegamos al Día de Andalucía dedicamos parte del tiempo de clase a conocer la literatura popular de nuestra comunidad. Este año le ha tocado el turno a los cuentos de animales. Debemos agradecer a José Luis Agúndez García la publicación del libro Cuentos populares andaluces de animales. En él se recogen 142 cuentos de animales entresacados de más de treinta libros. De ellos hemos escogido ocho cuentos que esperamos os hayan gustado.
GRUPO DE BIBLIOTECA EDUARDO LUCENA C贸rdoba, febrero de 2012