Agosto,2014
laicos misioneros combonianos
150 AÑOS DEL PLAN DE COMBONI editorial
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omboni era un gran apasionado de África y de los africanos. Con una gran vocación misionera que le impulsaba a moverse y a movilizar a todos por el bien de los que eran los más pobres y abandonados de su época, los grandes olvidados, los africanos.
cano puedan convivir y trabajar juntos, donde el africano pueda formarse y convertirse en profesor, enfermero, carpintero, evangelizador de su pueblo... Donde se torne protagonista de su propia historia, en todas las facetas de la vida.
Cuando en Europa no eran considerados ni como personas, cuando la esclavitud seguía presente en este continente, cuando nadie creía en sus capacidades,… Comboni los amó y descubrió en ese amor la dignidad del africano, sus grandes potencialidades. Entendió en su corazón que Cristo también era negro, que también por ellos se había entregado, que tenían el derecho de conocer a Jesús y él el deber (junto con toda la Iglesia) de dar a conocer a Jesús a este pueblo por muchos oprimidos.
Asumir la catolicidad (universalidad) de la misión. Él entendió bien que esta ardua misión tan exigente era responsabilidad de toda la Iglesia y de todas las naciones. Que la colaboración y esfuerzo de todos de una manera coordinada era necesario. 150 años después seguimos hablando del trabajo en red y de cómo en esta aldea global todo está interligado y necesita del aporte multidisciplinar de todos.
Era un hombre inteligente y observador, constante en sus empeños e incluso algunos lo podrían calificar de obstinado a veces, pero capaz de reconocer cuando las cosas no se hacen bien, capaz de reconocer los fracasos y de aprender de ellos. Descubrió que las cosas no se estaban haciendo bien. Que el esfuerzo misionero de algunos en tierras africanas sólo estaba trayendo la muerte y el sacrificio vano de unos pocos. Por eso fue capaz de, tras experimentar el fracaso y las dificultades en sus propias carnes y en la vida perdida de compañeros, de pararse y pedirle al Señor que le iluminase para encontrar el camino. Y así fue, a los pies de San Pedro y tras largo tiempo de oración y observación de los métodos misioneros, fue capaz de concebir el Plan para la Regeneración de África. Plan que después con las aportaciones y experiencias de otros fue corrigiendo. Este plan, que hoy nos sigue inspirando, tiene grandes intuiciones de las que nos gustaría destacar algunas: “Salvar África con África” es una de las grandes claves del mismo. Procurar espacios donde el europeo y el afri-
Fue capaz de colocar la “Obra” en el centro. Es decir, hacer que lo esencial del proyecto fuera lo que guiara y organizara todo. Que todos se pusiesen al servicio de lo realmente necesario por encima de intereses particulares. Que en función de lo que fuera surgiendo se procuraran ayudas técnicas, materiales, financieras y personales para ir solventando las dificultades y sacando adelante el trabajo. Mostró un nuevo modelo de Iglesia, representado en el Cenáculo de Apóstoles, donde todos unidos se ponían al servicio de la “Obra”. Donde en función de sus capacidades, sacerdotes, hermanos, hermanas y laicos se ponían al servicio de la misión. Donde se repartían las funciones y responsabilidades y los laicos podían coordinar y tener bajo su cargo a sacerdotes y religiosos o al contrario (según fuera el caso) porque lo importante es la capacitación y la tarea asignada para que la Obra llegue a buen puerto, de la mejor manera posible. El plan nació para “servir” (de “servicio” y de “utilidad”) a África y los africanos, para ser revisado, corregido y mejorado con el aporte de todos (los que se encuentran en el terreno y los que permanecen en la retaguardia apoyando), para que entre todos podamos hacer un mundo mejor.