TODAS LAS PUBLICACIONES TIENEN DERECHO INTELECTUAL DE AUTOR Y SON PUBLICADAS CON AUTORIZACIÓN Y BAJO SU CONSENTIMIENTO SIN FINES DE LUCRO
https://www.facebook.com/poetassinfronteras.mex
http://poetassinfronterass.blogspot.mx
poetassinfronteras@hotmail.com
EL ÁGUILA Y EL RATÓN América Guerrero González México A Camila. En una aldea mágica donde los animales conviven como iguales se encontraba platicando el ratón con el águila real. _ ¿Porqué perteneces a la realeza?, preguntó el ratón al águila. _Es una larga historia, dijo el águila, te la contaré, hace muchos pero muchos años el dios Huichilopochtli me dio una encomienda muy importante. Me dijo: _Por tu agudeza visual, por la rapidez de tu vuelo quiero que busques un lugar magnifico para mi pueblo azteca, los sacaré de Aztlán y los llevaré a vivir a un lugar mejor. _Así lo hice, emprendí el vuelo, recorrí varias millas hacia el sur buscando, agudizando la vista, hasta que encontré un bello paraje con un gran lago, me pareció que era el lugar idóneo para el pueblo de mi dios. Regresé a Aztlán y conté las maravillas de la tierra encontrada a mi dios Huichilopochtli. Cómo solo él podía entender mi lengua y yo la de él le platiqué las aventuras del viaje, lo bien que había comido en ese tiempo, le dije hay muchas serpientes, ratones… conejos ¡son mi delicia! El ratón en tono burlón expresó: _ ¡Ay que miedo a poco comías ratones, culebras y conejos¡ _ ¡No me interrumpas!, sino no te sigo contando. Mientras yo hablaba, mi dios se quedó pensando en el la situación de su amado pueblo, en las contingencias que pasaría al ir caminando hasta llegar al lugar, pero, tenía que hacerlo, por amor a su madre Coatlicue. Fue entonces que recibí nuevas órdenes mi dios, me indicó: irás en avanzada con toda tu estirpe, limpiaras las veredas de serpientes para que no mengue la población, así lo contaras a todos los tuyos. Cuando mi pueblo llegue al lugar, te posarás en medio del lago sobre un nopal y devorarás una serpiente frente a ellos, esa será la señal que entenderá el pueblo para fundar la Gran Tenochtitlán, que tendrá al centro el Lago de Texcoco y muchos canales. Por esta tarea te nombro águila real, permanecerás como escudo, el mundo entero conocerá tu hazaña. _ ¡Tú fuiste el que encontró el Valle del Anáhuac!, ji, ji, ji, creías que no lo sabía, soy ratón pero de biblioteca.
¿Para qué sirve el corazón? Blanca Azucena Gavassa Cinco Saltos – Rio Negro
Me llamo Lucia, el jueves iba a cumplir cinco años, por eso no quería dormir la siesta… la fiestita, los regalos, mis amiguitas de jardín, en eso pensaba… Me recosté en la alfombra y me puse a mirar un libro que me había comprado mi tía Emilia cuando estuve enferma. Este se llamaba El Libro de la Selva”, ¡pero lo había visto tantas veces que me sabía de memoria el final! Entonces decidí subir a la habitación, donde mi mamá siempre se recostaba un ratito en la siesta del verano. Yo era pequeña, me subí a su cama muy despacio y me acurruque junto a ella, posando mi mano en su pecho. Ella se dio vuelta y con una sonrisa me preguntó ¿queres dormir con mamá? Y le contesté: no mami… sólo quiero estar con vos. La abracé fuerte y me sorprendí al sentir un sonido como un reloj. ¡Claro! ¡Me asusté!! Y le dije: ¿Por qué ese ruido como un tic tac? ¿Te pasa algo mamá? Ella tomó mi cara con sus manos y con ternura me besó en la frente. Recuerdo que me dijo, es el corazón hija, que late como el tuyo, pero un poco más fuerte, pero late igual que todos los corazones de los que vivimos en este mundo. En mi curiosidad le pregunto: ¿para qué sirve el corazón? Y me contestó: para vivir, es como un motor, si está apagado, nada funciona. Entonces el tuyo debe ser como un motor grande y tal vez tenga lucecitas… ¡como me gustaría poder tocarlo! Dije muy emocionada… Por un momento mi mamá quedó callada y luego me apretó en su pecho diciéndome: ya lo hiciste hija, con tus palabras acabas de tocar mi corazón.
MARIPOSA VIAJERA Carmen Marisol Sotomayor Ramírez Puerto Rico En un Castillo de Londres vivía la hermosa princesa Alexia. Ella era soberbia y no comprendía el verdadero significado de la navidad. Tenía muchos vestidos, prendas preciosas las cuales le daban prestigio por sus riquezas materiales. Alexia era físicamente hermosa pero su forma de ser no era nada agradable. Ella rechazaba a las personas pobres por no tener posición social ni dinero. Alexia se sintió un poco enferma y temprano fue a dormir . Durmió profundamente y apareció una hermosa mariposa de colores brillantes y alas transparentes las cuales significaba la luz y la sinceridad para compartir con la humanidad. En sueños la mariposita viajó y se posó al lado de su cama donde le dijo que por ser tan egoísta y soberbia el príncipe Abdiel jamás la tomaría en serio y perdería la oportunidad de ser la Reina del castillo, “ Los Encantos” . Le dio a escoger tres deseos para que en la fiesta que daría su padre a fin de año el príncipe Abdiel se enamorase de ella para luego contraer matrimonio. Estos deseos eran: Primero ayudar a toda persona pobre de la localidad y mostrar amor. El segundo es creer en la navidad y buscar en los demás ese sentimiento de solidaridad para con el prójimo. El tercer deseo es cambiar su manera de ser teniendo fe en Dios y amando sus preceptos . Pudo visualizarse con la mariposa viajera rodeada de un aura de luz y cuando despertó pudo sentirse tranquila y sin dolor de cabeza. Se levantó y al verse en el espejo tenía alas transparente las cuales brillaban cada vez ante una buena acción . En este momento ella analizó y comprendió a la mariposa viajera ya que con el regalo de las alas ella tendría oportunidad de enmendar su vida y conseguir el amor del Príncipe Abdiel.
Ella cambio radicalmente su manera de actuar y por todos lados comentaban sobre sus obras y acciones con los pobres del lugar. Planificaron el baile y la fiesta fue hermosa. El príncipe Abdiel saludo a la princesa que bajaba a la terraza donde se besaron. Sus miradas se unieron y en destellos llenos de fulgor resplandeció el amor. Apareció la mariposa viajera que junto a ellos bailaron felices toda la noche. La princesa comprendió que por sus malas acciones se había perdido del placer de realizar y tener un bello amor el cual ahora que lo tiene lo valora. Gracias a la mariposa viajera que la llevo a recapacitar y conocer el verdadero amor y ahora serán felices por toda la eternidad.
MARÍA QUIERE SER ALBAÑIL (Cuento infantil de equidad de género) Claudia Elizabeth Castillo Velasco Veracruz, México María era una niña común. Tenía el cabello largo y los ojos negros; le gustaba jugar con muñecas. Era bastante intrépida, corría muy rápido y siempre usaba un listón verde en su cabello. Un día vio a su vecino Don Martín, enfrente de su casa construyendo una pared. Estaba el señor cargando los ladrillos y preparando la mezcla, mientras encendía la grabadora a todo volumen y trabajaba al ritmo de la música. A María le gustaba mucho ver trabajar a Don Martín, sobre todo porque le recordaba a su papá que se había ido a trabajar a los Estados Unidos y porque le regalaba dulces los fines de semana, ya que el señor tenía una tiendita afuera de su casa. María era feliz con los mazapanes y las alegrías que le obsequiaba. Un día Don Martín se comenzó a sentir mal. Entre los vecinos decían que eran los “achaques” propios de la edad, por lo que su amigo proveedor de mazapanes, decidió quedarse en cama y descansar algunos días. María miraba triste desde su ventana que su fiel amigo ya no salía a trabajar desde hace un par de días. Desde donde estaba podía ver que en el suelo estaba todo lo necesario para terminar esa pared. María sentía que su corazón se estrujaba y se hacía más pesado. Al día siguiente la pequeña niña del listón verde, se levantó temprano para llevarle manzanas a su amigo para que se sintiera mejor. Cuando llegó a casa de Don Martín, comenzó a contarle acerca de sus dibujos que había hecho con crayolas rotas y papel china. Mientras le mostraba alegre los dibujos a su amigo, de pronto María se quedó en silencio y Don Martín la miró de forma curiosa porque ya sabía que su pequeña amiga era muy platicadora, entonces le preguntó: - Qué te sucede Mary, ¿Por qué te has quedado en silencio?
- ¿Puedo ayudarle a terminar la pared que estaba construyendo? – dijo la pequeña niña un poco avergonzada. De pronto rodaron unas pequeñas lágrimas por las mejillas de la pequeña mientras decía: -Es que Don Martín… ¡Ya no quiero que se enferme! Don Martin la miró con ternura y giró su mirada, hacia la puerta, dónde se encontraba su esposa Sofía, la cual hizo un gesto de aprobación con la cabeza, entonces él volvió a mirarla y puso su mano en el hombro de María y le dijo que si podía terminar de construir la pared. ¡María saltó de felicidad! A la mañana siguiente, Mary se levantó muy temprano y se dirigió a casa de su amigo para seguir sus indicaciones. Don Martín le dijo a la niña que su esposa la ayudaría; y después de desayunar empezó a preparar la mezcla de cemento con ayuda de Doña Sofía. Después de ello, empezó a poner uno a uno los ladrillos en fila, mientras manchaba todo el suelo con la mezcla. Don Martín, que miraba desde el sillón de la sala, no podía parar de reír en secreto porque desde su lugar la fila de ladrillo parecía un zigzag de lo chueca que estaba. Al llegar el atardecer, María se cansó y avanzó solo tres hileras más. Se despidió con un abrazo fuerte de Doña Sofía y Don Martín y llegó a su casa muy sucia, pero también muy alegre. Observó que su mamá estaba preparando la comida y su abuela tejía unos manteles. Así que muy fuerte gritó: - ¡Ya encontré mi profesión! – dijo - ¡Seré albañila! Su mamá solo puso soltar una carcajada y le dijo que dejara de decir ridiculeces, porque las niñas solo debían atender la casa y los trabajos pesados eran de hombres. María sintió como si le estrujaran nuevamente el corazón y salió llorando a su cuarto. La madre de María solo empezó a menear la cabeza de un lado a otro, con un gesto de desaprobación y exclamó al aire:
- ¿Acaso María está loca? o ¿Cómo se le pueden meter esas ideas en la cabeza? ¿Acaso quiere ser hombre? Yo jamás hubiera pensado algo así. La abuela de María se levantó de su asiento con mucha tranquilidad y se acercó a la madre de María y le dijo: - ¿Por qué piensas que tú hija está loca? ¿Ya se te olvidó que tú querías ser mecánico de niña para ayudar a tu padre? La madre de María se quedó pasmada y recordó que aquello era verdad. La abuela continuó y le dijo: - La profesión que eliges o las actividades que te gustan no definen tu género o preferencia sexual, tan sólo basta amar lo que hacemos para ser felices. La abuela salió de la casa y dejó allí pensando a la madre de María, quién después de meditar un rato, se acercó al cuarto de su hija; se sentó en la cama junto a ella y le dijo al oído: - ¡Tú serás un excelente albañil! Puedes dedicarte a lo que deseas, si tan solo siempre lo haces con el corazón. – dijo. María miró a su mamá y la abrazó fuertemente, le regaló una de esas sonrisas brillantes que solo se ven muy raras veces en la vida.
LA MANZANA DE LA CONCORDIA (Cuento para niños y adolescentes sobre el valor de compartir) Claudia Elizabeth Castillo Velasco Veracruz, México
Juanito vivía en el país de las manzanas. Todos los días Juanito y todos los demás habitantes, debían salir a recolectar manzanas para comer. ¡Eran deliciosos los platillos que se preparaban en su pueblo! Entre la diversa variedad de guisados y postres, había pastel de manzana, agua de manzana, manzanas asadas con puré de manzana, ensalada de manzana y deliciosas manzanas con caramelo de miel de manzana. Un día comenzó la escasez de manzanas en su pueblo porque los árboles empezaron a dejar de dar su fruto. Todos los habitantes estaban espantados y tenían miedo de que se acabaran las manzanas. Juanito era un jovencito alto, muy delgado y con grandes ojeras porque le gustaba desvelarse jugando videojuegos. Tenía cuatro hermanos menores y no quería a ninguno, se peleaba mucho con ellos y él sentía que “esos mocosos”, como él les decía, le habían robado el amor de su mamá. Un día Juanito salió a caminar por la tarde, se metió al bosque para juntar piedritas. Estaba aburrido de estar en su casa y cansado de escuchar a los vecinos hablar sobre el tema de la escasez de las manzanas. Se sentó en una piedra y se dio cuenta de que se sentía muy enojado. Empezó a patear las piedritas que había juntado y otras las arrojaba a la laguna con mucha fuerza. El atardecer estaba a punto de terminar y la luna comenzaba a asomarse por el cielo. De pronto empezó a llover y las gotitas mojaban su cabeza y su ropa. Juanito aprovechó la lluvia y comenzó a llorar y gimotear, pensaba dentro de sí mismo que nunca tendría suerte y que nada le salía bien. De pronto se levantó y tropezó con un saco grande. Se enojó mucho y comenzó a gritarle al saco y lo pateó. Al patearlo se dio cuenta de
que el saco estaba lleno de algo; así que con cuidado lo abrió y descubrió que estaba lleno de manzanas. Se sorprendió mucho y no dudó en llevarlo a casa. -“¡Mi mamá se pondrá muy contenta!” exclamó. Al llegar a casa, desde la ventana pudo ver a su mamá abrazando a su hermano menor y sus otros hermanos jugando con su videojuego. Juanito enfureció demasiado y sin querer soltó el saco de manzanas, rodando algunas fuera de la bolsa, por lo que Juanito intentó calmarse y recolectar nuevamente las frutas que habían caído. En esta ocasión pensó dentro de sí: - “Esos mocosos no se comerán mis manzanas, así que las esconderé afuera de la casa en una de las cajas de la cochera” - y así lo hizo, las puso dentro de una caja y colocó algunos libros encima. Los días siguientes, los padres de Juanito se esforzaban por conseguir manzanas en el pueblo para alimentar a sus hijos. Por la situación en la que se encontraban, ahora la mamá debía preparar menos cantidad de comida todos los días, por lo que todos se quedaban con un poco de hambre, pero nuestro protagonista cada tarde después de comer, se dirigía a la cochera a escondidas, para comerse una suculenta manzana como postre él solo. Y cómo si no se diera cuenta, llegó el día en que solo quedaba una manzana y ya no le quedaban para compartir. Ese día sintió tristeza y deseaba compartir la última manzana. –“No alcanzará está sola manzana para todos los demás” – pensó. – Quizá si me como esta última manzana por fin seré feliz.- Y la mordió una vez, dos veces, tres veces hasta que se la acabó. Y se dio cuenta que tampoco fue feliz, ni con cada una de las manzanas anteriores, ni con esta última manzana fue feliz. Juanito salió de la cochera y se sentó afuera de su casa y lloró amargamente. Se sentía muy culpable, y también se dio cuenta que estaba solo y no tenía con quién jugar, porque casi no hablaba con sus compañeros de la escuela ni con los otros niños cerca de su casa. Tampoco se llevaba bien con sus hermanitos. Se dio cuenta que deseaba tanto hablar con alguien y tener con quién jugar.
Al día siguiente todo el pueblo estaba de fiesta porque se esparció el rumor de que las manzanas estaban comenzando a crecer nuevamente en los árboles; y por si no fuera esa una gran noticia, también celebraban que en un día llegaría un camión repleto de manzanas que el pueblo vecino había les recolectado y enviado porque sabían que ellos tenían escasez. Esa tarde, en casa de Juanito, su mamá le dijo a él y sus hermanos que solo podía darles las últimas paletas de manzana que había en el congelador, porque debían esperar un día más a que llegará el cargamento repleto de manzanas. Juanito estaba enojado como de costumbre y ahora más porque tenía hambre y aparte no le gustaban las paletas de manzana. Se la comió de mala gana y se sentó afuera de su casa. De pronto su vecino pequeño se acercó a él y le estiró la mano, dentro de su mano había la mitad de una manzana y le dijo: - Ten amigo, te regalo la mitad de mi manzana. – dijo el niño. - ¿Pero tú estás loco? ¿No ves que no habrá manzanas hasta mañana? ¡Ve y cómete esa manzana tú solo! ¡No seas tonto! – Le gritó Juanito. - No, yo no quiero esta mitad, no la necesito. Además sé que te gustan mucho, porque veía que comías una todos los días en tu cochera. También te la regalo porque te he visto llorar y deseo que seas feliz. – dijo su vecino. El pequeño niño sin preguntar, se acercó a Juanito y le regalo un abrazo. Después se fue caminando alegremente hacia su casa. Por primera vez Juanito comprendió lo que era el amor. El amor era compartir. También en ese momento se sintió feliz. Corrió rápidamente a la cocina y con mucho cuidado partió su mitad de manzana en siete pedazos iguales y le dio un pedacito a cada uno de los integrantes de su familia. Sus hermanos lo abrazaron y su mamá lloró de alegría por verlo por primera vez tan feliz. Y sí, Juanito de verdad era feliz; el doble, el triple, el cuádruple… En general, siete veces más feliz como no lo había sido antes.
LOS CLAVOS DORADOS Y LOS NIÑOS Por. Isidoro A. Gómez Montenegro. México Guardo palabras, de repente aparecen en la memoria, en mis manos mi pluma es espada, fuente de inspiración. En la mirada los adultos reflejan la infancia ida, grandes momentos e inocencia perdida en calles bulliciosas, recuerdos de niños jugando interminablemente, la luz entra por la ventana y el sol por el Este, socava. Se escuchan cantos de grillos y signos oscuros esparcen en el papel, una tras otra las frases se repiten. ¡Un nuevo cuento de hadas! agobiantes momentos escondidos en paredes y páginas dulces de libros. Descuella la palabra escrita, se transforma, la metamorfosis la cambia en prosa lenta de nuevos cuentos elocuentes, al alcance de infantes, con formas y figuras elegantes. Jonh Ruskin crítico literario de arte y alma gemela de Marcel Proust. Ruskin, fue un gran escritor, sentía gran amor por su madre, ella lo inició en la literatura, muy pequeño escribió un cuento dedicado a los niños, fue invitado a una rica mansión. Cierta vez un grupo de niños fueron invitados a una rica mansión a un festejo, en el jardín había fuentes de agua transparentes, dentro de casa muebles hechos con maderas exóticas y clavos dorados, al principio los niños jugaron, disfrutaron de los jardines y del ambiente, pero, al paso del tiempo el ocio hizo presa de ellos y destruyeron los jardines, se separaron, formaron grupos se pelearon y luego entre sí. Los niños se lastimaron las manos por sacar los clavos dorados, con los que estaban construidos los muebles, decían; el que tenga el mayor número de clavos será el jefe, tendrá el mando. En eso despertó el autor del cuento alegrándose de que solo había sido un sueño, porque un niño jamás haría eso. En infancia no hay avaricia, ni egoísmo, no hay deseo de poder, ni puede decidir lo que es bueno o lo que es malo, sólo hay candor y risa, no hay burla. Todos esos defectos son dados a los adultos.
Así termina este cuento, recuerdo mis escasos hitos, los tiempos idos, los de las rondas infantiles en que participé, las vueltas, las manos enlazadas, unos arriba, otros abajo, las niñas con sus cabelleras primorosas, los niños con el cabello corto y los bolsillos llenos de promesas: canicas, piedrecillas, y algunas otras cosas raras, giros constantes, música… arriba, abajo. Finalmente concluyo con el preludio de una canción… inicia el camino a las competencias en la escuela. “Los tibios aires dicen que primavera es, tejiéronse sus cantos, debajo de los tilos los niños juegan ya; y con su canto llaman la ronda a bailar”. Llevaré sus cantos… En éste inicio de primavera asoman voces de niños… Llevaré sus cantos a beber a la fuente del deseo agua de sinceridad; lejos del mundanal ruido. Su canto romperá el aire, las aves se sorprenderán. Llevaré sus cantos a beber a la fuente del deseo. Cantos inocentes de presente sucesivo. El viento trasladará sus voces al valle de silencio.
Llevaré sus cantos a beber a la fuente del deseo. Romperá ecos, convocará a repetir su mágico sonido. Se desprenderá en peces la melodía dulce, pura, cotidiana de la vida. Llevaré sus cantos a beber a la fuente del deseo. En esta sorprendente primavera.
EL GATO DE RICARDO Juan Manuel Ambrosio Veracruz, México Cuento para celebrar el día del niño. “Todos los mayores han sido primero niños, pero pocos lo recuerdan” Antoine de Saint-Exupery
Un débil maullido llamo la atención de Riqui. El día estaba muy nublado y frio, y el, se encontraba cómodamente acostado en el mullido sofá de la sala de estar, frente al televisor, tapado hasta el cuello en un rico zarape que su mama le había traído de su cuarto. Y una vez más escucho el maullido, esta vez mas lastimero, más débil. Pensó en levantarse, salir a la puerta y ver de qué se trataba, o de llamar a su mamá para que fuera ella quien saliera, pues él estaba tan a gusto, tan calientito. Ricardo, hijo único hasta ese momento, era un niño bien portado, muy atento y servicial con los que le rodeaban, con su familia, pero especialmente con su mamá, quien estaba embarazada de su futuro hermano o hermana. Solo era cuestión de tres o cuatro meses para que la familia tuviera un miembro más. Pudo más su buen corazón que su comodidad. Con un poco de esfuerzo se pudo quitar la frazada que lo cubría por completo, se calzo sus tenis y decidido se dirigió hacia donde había escuchado el maullido. Menuda sorpresa se llevó al abrir la puerta: Nieve, había nieve, mucha. Junto con la nieve, un viento fuerte hacia remolinos de formas caprichosas con los copos que caían pesadamente y que no dejaban ver bien, esos mismos copos que habían cubierto casi por completo el cuerpo de un pobre y famélico gatito.
Venciendo el fuerte viento, aparto del pobre bicho la nieve que lo cubría, aguantando el agua nieve que empezaba a congelar sus dedos, se dio prisa en sacar al minino de tan pesada experiencia. Como llego ahí, nunca lo supo. Solo se preocupó en cargarlo cuidadosamente y hablarle a su mamá para que lo ayudara. Entre los dos lo limpiaron y lo envolvieron amorosamente en una servilleta de cocina que fue lo primero que encontraron a mano. Un bote pequeño de vidrio y el dedo de un guante de plástico sirvieron para improvisar una mamila y con esa leche tibia el gatito recobro su ánimo. Al recobrar el calor de su cuerpo, el cuerpo del gatito sufrió una bella transformación, su pelaje se volvió suave, mullido, de un lindo color amarillo ambarino con listas de color blanco que lo hacían ver precioso, sus bellos ojos recobraron el brillo y ahora refulgían como dos estrellas. “Cirilo”, así te voy a llamar decía Riqui, mientras el gato lamia su nariz y corría alrededor de su cuello. Con el paso del tiempo, Cirilo se adaptó a las costumbres de su nueva familia, hacia sus necesidades en donde tenía su caja de arena y comía de buena gana las croquetas que tanto Riqui como la mamá de este le daban. Cirilo esperaba a Ricardo todos los días en la puerta principal cuando este llegaba de la escuela, lo acompañaba mientras hacia la tarea y no pocas veces le hacía travesuras, ya quitándole el lápiz, o acostándose cuan largo era en el cuaderno, impidiéndole terminar sus deberes… Y todo iba muy bien, hasta que llego el hermanito tan esperado. De momento, Cirilo quedo relegado a segundo plano. Las atenciones, todas, eran para Gabriela, la hermanita de Riqui. La niña era un ángel de cabello castaño y ojos color miel preciosos, muy vivaz y conforme pasaron los primeros días, muy llorona.
Al principio el llanto de Gabriela no llamo tanto la atención, hasta que vieron aparecer unas manchas rojizas en su delicada piel y cuando el medico les informo de la causa de tal padecimiento: Cirilo El minino y su pelaje eran los causantes de la alergia de Gaby. ¿Qué hacer? Al enterarse Ricardo de lo que sin querer el pelaje tan mullido de Cirilo causaba, no lo podía comprender, no entendía, como algo tan bonito podía ser tan dañino para su pequeña hermana. Tras una plática en la mesa del comedor, con la mamá y el medico quien con la cara muy seria expuso la solución a la alergia de Gabriela, Riqui quedo desbastado, tristísimo, pues se tenía que deshacer de Cirilo, el gatico que él había salvado de morir congelado y que ahora era la causa del padecimiento de su pequeña hermana. Con el corazón roto, llevo a Cirilo a un centro de adopción de gatos, en donde le buscarían al minino un hogar sustituto, donde lo podrían amar y cuidar, aunque no tanto como él lo había hecho. Valiente, sin mirar atrás una sola vez y con las lágrimas inundándole los ojos, camino decidido, tratando de hacer oídos sordos a los maullidos lastimeros de Cirilo, maullidos como aquella vez que lo salvo de morir. La recuperación de Gaby fue instantánea, no así la tristeza de Ricardo. La mañana siguiente, Mónica, que así se llamaba la mamá de Riqui lo despidió en la puerta y lo vio subir al camión escolar. Tan pronto desapareció el autobús de su vista, tomo su bolso, las llaves de su automóvil y la carriola de la niña, dirigiéndose entonces a la plaza comercial. Allí encontró lo que fue a buscar; un gato de peluche de tamaño natural idéntico a Cirilo. Al llegar a casa lo acomodo entre las almohadas de la cama de Riqui, para cuando este llegara lo viera. Y así sucedió, tal como Mónica lo había planeado.
Ricardo llego a casa, puntual como siempre, dio un beso a su madre que lo esperaba en la puerta y se dirigió a su cuarto. Un grito de sorpresa, el grito jubiloso que la mamá esperaba se escuchó en toda la casa: ¡Cirilo, Cirilo, mi Cirilo ha vuelto! Sin poder evitar las lágrimas ambos, en un apretado abrazo, dieron rienda suelta a sus sentimientos. Riqui con su grande y noble corazón, había preferido la salud de su hermanita antes que a Cirilo. Y aunque el de ahora era solo un muñeco, le abrió su corazón…
Mis Cuentos Hay en el rememorar recuerdo en ese duermevela del pensamiento, veo un niño que por su misma inquietud no le permitía estar en un lugar sin que su mente escudriñara misterios propios de su edad. AGUA AZUL Maria Luz Olivares Aldana Veracruz, México Él era el hermano menor de tres y su mundo era un jardín de hermosas flores donde desde ahí pasaba a degustar los frutos de un huerto, no faltando naranjas, ciruelas, guayabas, higos y nísperos, así transcurrían su tierna vida y de los libros que leía hacia muchos experimentos haciendo muchos cometas y barcos de papel. Un día un tío los llevó al mar. ¡Oh! Ese viaje donde quedaron maravillados al bañarse en la playa, pero lo que más les sorprendió fue el agua azul del mar. Y en una botella que encontró el pequeño niño, olvidada por alguien, la lleno con esa agua azul y la guardo en su pantalón. De regreso quedo maravillado por los miles de cocuyos que así le dicen a las luciérnagas poblando la noche con miles de luces fosforescentes; había sido un paseo inolvidable para todos pero más para el pequeño que había conocido la mar. Ya en su casa sacó su botellita y la vació en un vaso grande de cristal y como estaba cansado y con mucho sueño él se durmió. A la mañana siguiente vio con tristeza que el agua no era azul como la había visto en el mar y no entendía por qué no era su agua azul. Preguntó a su hermano mayor y él le dijo que esa agua es salada y algo tenía que ver, así que le puso un poquito de sal y espero un día y no, no se puso el agua azul. Entonces preguntó a su tío y él le dijo que en el mar había arena, entonces buscó un poco de una cubeta que había en el jardín y le agregó un poquito de esa arena al vaso y espero 1 día y no, no se puso el agua azul.
Ya triste le dijo a su hermana que su agua no era buena, pero ella le dijo ponla bajo la luz de la luna pues por las noches el mar crece y se pone más azul y así él lo hizo… Espero a los reflejos de una noche de luna llena y puso su vaso ahí, al otro día salió a revisar y vio que no, no se había puesto su agua azul. Tal vez si pusieras un pececito se pondría azul le dijo su hermanita. Pensó que algo andaba mal y se fue con un amigo a buscar gusarapos a unos charcos pero su hermana le dijo que no, que esos eran de agua sucia y negra. Entonces como no tenía el dinero para comprar un pececito ni tan siquiera una tortuguita ya para eso estaban muy tristes sobre todo él, su corazón estaba desilusionado Quedaba un último recurso y éste no costaba cuando su hermanita le sugirió poner el vaso de agua bajo los reflejos del rayo de la luz del sol pues ellos habían ido en un día soleado a la playa y a lo mejor ese era el secreto. Así, él muy contento puso su vaso con agua salada, que ya tenía arena, y con el influjo que le dio la noche con su luna llena lo pusieron en una ventana donde frecuentemente entraba la luz del sol y juntos se fueron a dormir. En la mañana siguiente la brisa refrescaba los árboles y los pajaritos con sus trinos alegraban la mañana y ¡Sorpresa! Al ir a ver su vaso de agua vieron que de él salían destellos de múltiples colores donde todos esos colores que ellos conocían habían quedado dentro de ese vaso de agua que nunca se volvió azul pero que ahora tenían un tesoro dentro que era el reflejo de un arcoíris que salía de ese vaso de cristal. Y colorín colorado éste cuento se ha terminado.
LA MUÑECA DE TRAPOS Maruca Rodini Argentina Érase una vez una niña muy alegre y graciosa, llamada Beatriz, que vivía con sus papás en una casita humilde de un pequeño campo, donde los vientos marcaban sus ráfagas en época de invierno y el sol brillaba en los hermosos días de verano. Un buen día, paseando con su papá por la ciudad, se detuvo frente a una vidriera, y entre todos los juguetes, le llamó la atención una muñeca negra. ¡Era tan bella! que Beatriz quedó deslumbrada y regresó a su casa con la gran ilusión de que su mamá se la comprase. Era tanta la ansiedad de poder tener esa muñeca en sus brazos, que. Día tras día se la pedía a su madre. Las necesidades en aquellos tiempos eran muchas, únicamente se compraba lo necesario, por eso su madre le explicaba que esa muñeca era muy costosa para ellos, pero la niña no se daba por vencida fácilmente, por lo que pensó que buscaría la forma de lograr ese deseo. Fue así, que un día le ayudó a su papá en algunas labores del campo, como desmalezar el maní, y otros quehaceres, a fin de juntar el dinero que le hacía falta para comprar su muñeca negra, pero cuando terminó su trabajo y recibió el pago de la jornada, vio que eran ¡tan pocas las monedas! que nunca le iba alcanzar para comprar la negrita que tanto anhelaba. La madre, preocupada por el sueño de su pequeña, buscaba la forma de satisfacerla y cubrir la felicidad de su hija, hasta que un día, buscó algunos trapos y con creatividad le hizo una linda muñeca.
Beatriz, emocionada, la tomó en sus brazos y la apretujó contra su pecho. ¡Era feliz! Reía y reía de emoción. De un salto abrazó a su madre y con gran alegría la llenó de besos. Luego, entre las dos, cosieron y tejieron ropitas, que Beatriz las guardó con mucho cariño en un pequeño bolsito. Todas las tardes la niña paseaba a su bella muñeca. Caminaba por las sombras de los eucaliptus, se sentaba sobre el verdor de las hierbas. Así jugaba, la vestía y desvestía con distintas ropitas. Si bien no tuvo la oportunidad de tener esa muñeca que tanto le había impactado, Beatriz supo ser feliz de otra manera: con la muñeca de trapos que su mamá le hizo con tanto amor.
EL BESO Ramón de Jesús Hernández Olivares Veracruz, México Del libro “Pétalos Azules”
La mañana era perfecta, un cielo claro y bello se reflejaba en el riachuelo que pasaba a un lado de la casa, el canto de los canarios y los maullidos de “Astro” que me habían despertado, salté de la cama y me asomé por la ventana. A lo lejos el aroma a pan recién salido del horno, lo delataba el humo saliendo de la chimenea de casa de doña Martha; después de una taza de té me dirigí al jardín, los perros comenzaron su aventura matinal, correteando a “Astro” por todo el jardín, hasta que este se escapaba, trepándose al árbol de almendras. ¡Buen día Doña Martha! ¡Buen día Alejandro! -Huele rico ese pan que ha cocinado ¡Seguramente de manzanas! -Así es, ahora que se enfríe daré a probarlo con un buen té de canela. -¡Excelente! ¡Excelente! Y con un saludo nos despedimos, doña Martha de camino al pueblo y yo empezaba a limpiar la terraza, colocar las jaulas de los canarios y darle de comer al gato. Después de esos quehaceres domésticos para mantener limpia la casa, con cántaro en mano, allá en el pozo saque un poco de agua, había caminado escasos metros de la casa y el viento traía en su frágil ráfaga, voces, delicadas y sutiles. Me detuve mirando detalladamente el jardín, no había quien las pronunciara, estaba sólo y caminando lentamente se escucharon las vocecillas nuevamente, sin embargo, no había viento. Y pensé –Me estoy volviendo loco- . Y así pasaron las horas ¿Cuántas? No sé. Toc , toc, llamaron a la puerta, abrí y ahí estaba Doña Martha. -Hola Alejandro, te he traído un poco de pan de manzanas, ¿Preparas té? - ¡Claro! Y presuroso por deleitar ese manjar, puse la tetera al fogón
Sentados junto a la chimenea de la sala, me platicaba su quehacer del día y las noticias del pueblo. Reíamos un buen rato tomamos el té y devoré el pan. -Mi estimado Alejandro hoy es el cambio de estación del otoño al invierno, desde hace muchos siglos esta noche es muy especial, cuenta la leyenda que un espíritu se aparece ¡Nunca he podido verle! -Algún día mi estimada amiga, el destino nos dará ese gusto. Mis abuelos me contaban esa historia, ojalá llegue ese día. ¡Oh! Es tarde ya déjeme acompañarla a la puerta de su casa. Miré a mi alrededor, la luz de la luna iluminaba el camino, regresé presuroso a casa, metí a los canarios colocándoles un paño por encima a la jaula, para que estos durmieran sin frío, di de beber a Astro, sus ojos me observaban de tal manera, como si quisiera comentarme algo, me senté en el sofá y vino a acurrucarse en mis brazos. Creo que haber decidido pasar una temporada en la casa de campo, era saludable para mi alma, recordé travesuras de infancia, el aroma de las flores. Sin embargo, recordé lo sucedido en la mañana, esas vocecillas que traía el viento. Es algo que no había experimentado. Miré por la ventana, la luz tenue de la habitación de Doña Martha. Todo estaba en silencio, los pajarillos durmiendo, los perros en la terraza bajo la banca, yo no me atreví a mover de mis brazos a Astro y así recuerdo quedaba dormido. ¿Cuántas horas pasaron? No lo sé, afuera de la cabaña los búhos despertaron a los perros, Astro salta de mis brazos, las aves inquietas. Quedamente me levanté de mi asiento tuve miedo ante este bullicio de media noche. Algo sucedía fuera de la cabaña, así que me dirigí a la puerta. ¡Cual fue mi sorpresa! El cielo giraba alrededor de la cabaña, su tono violeta y azul. Las estrellas del firmamento titiritaban y de repente una galaxia de mariposas doradas en un vertiginoso giro se posaron en las flores, a mitad del jardín un halo multicolor de pétalos y una silueta vestida de finos encajes cobrizos, bordado en oro, plata y cristal. No salía de mi sorpresa, una visión hermosa, armándome de valor caminé hacia la figura que flotaba entre diminutas galaxias de estrellas.
-¿Quién eres? Pregunté - Soy el espíritu del otoño, y la noche de hoy, me presento a los mortales, debo abrir la puerta celestial al invierno que pronto llegará, sin embargo, debo cumplir dos deseos. -¡Oh! Que hermoso es conocerte, mis abuelos y padres me han hablado de ti. No se encuentran conmigo en este mundo terrenal para poder mirarte, pero conozco a quien ha deseado toda su vida conocerte, ¡Doña Martha! La anciana que vive en la otra cabaña, cúmpleme el deseo de que pueda verte. - Tienes derecho a dos deseos - lo sé, pero quiero que ella te conozca, es una buena mujer - Ok, ve por ella. Presuroso fui a casa de Doña Martha, toqué su puerta, encendieron las luces de la pequeña cabaña con aroma a canela y manzanas. ¿Qué pasa Alejandro? ¿Por qué tanto alboroto a media noche? Tranquila, solo he venido por usted, porque quiero presentarle a alguien muy especial y que usted deseaba conocer. - ¡Venga! ¡Camine! ¡Abra bien sus ojos! - ¿Qué ya amaneció? ¡Hay mucha luz! -Esa es la sorpresa- dice Alejandro A medida que avanzan la anciana no sale de su asombro, nunca imaginó ver al sol y a las estrellas tan de cerca. Con toda su alegría la anciana grita- ¡Es el espíritu! ¡Es el espíritu! – Es el espíritu del otoño ¡Sí! Alejandro y la anciana estaban maravillados ante la presencia de tan bello personaje. La noche y las estrellas aún giraban, las mariposas doradas posaban de flor en flor, el espíritu sonreía, se dirigió a saludar a la anciana. -Buena mujer, soy el espíritu del otoño que viene a saludarte a deseo de este buen joven. - Gracias, he esperado este momento toda mi vida, ahora conozco que existes y que la leyenda es real. Observa al joven y sonríe agradecida ante ese gesto.
- Te queda un deseo Alejandro, dilo de prisa que el tiempo es un instante - dice el espíritu - Sin mucho que pensar el joven dice – concédeme el deseo que Doña Martha diga – El espíritu sorprendido de la gentileza del joven acepta y comenta a la anciana que será un solo deseo, único e irrepetible. La dulce anciana toca las manos del gentil espíritu del otoño, destellos multicolores invaden el cielo. ¡Una muestra del amor! Las nubes del cielo se abren, y en el instante de un eclipse, dos destellos luminosos caen sobre el jardín. Cinco bellas hadas de cristal forman un círculo mágico y el espíritu coloca dos semillas del olimpo. Mientras el otoño canta, florecen rosas blancas. Por tu bondad Alejandro, decidirás quien será el espíritu del amor, solo tocarás una sola rosa, pero soportaras el dolor que de ella surja. –Indica el otoñoDispuesto estoy – susurra ¡No sé cuál elegir, las dos son dignas para portar al amor! Háblale a tu corazón para que te indique que rosa es la que llevará el espíritu del amor, debes tomarla con la mano y besarla sutilmente. ¿Y la rosa que no bese? Será la hija del inverno, ella no morirá. Alejandro cierra los ojos y al tocar a la rosa, ¡Una herida dolorosa! , la besa soportando el dolor y una gota de sangre de sus manos, cae sobre un pétalo blanco y entre vuelos de mariposas doradas, la rosa elegida… se torna en color rojo purpura, se viste de amor. Doña Martha y el joven, no salen de su sorpresa, el espíritu del otoño toma la otra rosa blanca, y con ella, abre la puerta celestial para que entre el invierno. Y empieza a nevar. - ¿Qué ocurre? Pregunta Alejandro - el otoño responde- Es la rosa blanca que se deshoja, hoy, hija del invierno que comparte con la humanidad.
LA AMENAZA DE LA ESQUINA Santa Velia Flores Barrón Sabinas, Coahuila México. Esa tarde, el pequeño e inseguro Juanito, se aburría en su casa como todas las tardes, uno y otro día...todos pasaban igual. En ratos salía al patio de su casa, formaba una hilera de botes viejos, que le servían de blanco a las piedras que él lanzaba, como queriendo que en cada piedra lanzada, fuera saliendo poco a poco ese aburrimiento que lo asfixiaba. Desde la ventana su madre lo veía y pensaba... -Mi hijo está creciendo...creo que es momento de involucrarlo en más actividades. y se le ocurrió enviarlo a comprarle unas cosas que ella necesitaba. Juanito muy gustoso, pero a la vez algo temeroso, por ser su primera salida solo de casa…se va. En la esquina de esa calle, estaba un grupo de jóvenes, algo maleados ya por su temprana salida a las calles. Al ver que Juanito se acercaba, empezaron hacer burlas para atemorizarlo. Juanito siente mucho temor, pero al no tener el ésa malicia, pasa muy cerca de ese peligro que lo amenazaba y sigue su camino hacia el mercado que él tenía que ir. Sentado en un cajón de rejas se encontraba un bonachón anciano, limpiaba algo de fruta. Al ver a Juanito lo desconoce, pues nunca lo había visto por ahi, y empieza a platicar con él, naciendo una bonita amistad entre ellos.
De regreso a su casa, con una sonrisa en su cara por ese nuevo amigo, que aún con muchos años de diferencia entre ellos, se habían entendido muy bien. Sonrisa que fué desapareciendo al ir acercándose a la amenaza de aquella esquina, temor que vence por segunda vez…y pasa. Estando recostado ya en su cómoda cama...saborea las nuevas sensaciones vividas y se le ocurre la idea de pedir a sus padres una mascota, su mamá accede y le pregunta a su hijo: -Juanito...hijo...y que quieres de mascota?, veo que eres buen hijo y muy obediente y te la mereces. A lo que Juanito responde: -Quiero un pequeño cerdo mamá. La mamá: -Queeeeé???......un cerdo???? Tocándose la cabeza con ambas manos, incrédula de lo que escuchaba. Juanito le responde: -Sí madre...un cerdito...ándale...por favor!! La madre: -mmmm bueno, está bien. En el patio de su casa ahora jugaba con su mascota, la entrenaba como si se tratara de un perrito, el cerdito muy contento tambien disfrutaba y corría feliz. Mientras Juanito jugaba en su casa…recuerda a su nuevo amigo, el anciano del mercado y quiere ir a mostrarle su mascota; pide permiso, como niño educado que es...y se va.
¡Caminando hacia el mercado y su cerdito corriendo tras de él, en cada paso la felicidad se le notaba hasta qué...la amenaza en esa esquina! La pequeña pandilla al ver a Juanito con el cerdo se ríen, se burlan, les lanzan piedras, a lo que Juanito rápido toma su mascota en sus brazos, saca un poco la vuelta y continúa hasta llegar con su amigo. Sentados platicando, le cuenta a su bonachón amigo lo vivido, y él sabiamente le dice: -Juanito, mi pequeño amigo, cuando una amenaza de ese tipo llegue a Tí, y creas que no podrás vencerla, ...huye…corre...correr también es triunfo, no los enfrentes tú solo porque esa si sería perdida segura. Y continúa el anciano hablando: -Oye...que buena elección de mascota has hecho; -Sabías que si eres buen observador aprenderás mucho de tu mascota? Dice Juanito: -No.…no lo sabía! Dice el anciano: -Siii; mira...los cerdos son muy flexibles para sobrevivir, saben estar en mucho frio como en el calor; en tranquilidad y en momentos muy difíciles; son animales muy inteligentes y sobresalen por su capacidad para adaptarse a todas las condiciones ecológicas y sobrevivir. Ha escalado numerosos escalones en la cadena por mas duro que resulte; tiene inteligencia y capacidad para resolver cualquier situación en pos de su supervivencia. Juanito absorto, seguía escuchándolo y pensaba: -mmmm elegí una buena mascota que me enseñará mucho. De regreso a su casa iba feliz, y de pronto esa amenaza...esos vagos ahi...en la esquina, pero recordó lo aconsejado por su amigo y optó por dar vuelta y seguir por otro camino…
Los días siguientes seguía por su nuevo camino, a veces solo a veces con su mascota, de la cual él había adquirido mucha seguridad. En cierta ocasión, ya Juanito más maduro mentalmente, se encontró con ese grupo de niños que antes eran una amenaza para él; cual fue su sorpresa, que no lo voltearon a ver, ya no lo molestaron; la seguridad que Juanito irradiaba los atemorizaba. Juanito sigue visitando a su amigo, sigue feliz con su mascota, de la cual cada día aprende más. Juanito se pregunta: -Cómo es posible que de un pequeño ser, poco agraciado y querido, se puedan aprender tantas cosas buenas, tantas virtudes. La vida es así, se llama Ley de la compensación, la cual, Juanito a su temprana edad descubrió. Su madre, ahora mas feliz porque su hijo disfruta cada momento de forma variada y sin temor alguno. Ahora ella sabe que su hijo podrá vencer cualquier reto en su vida.
Tiernas Canciones. Víctor Manuel Mendoza Rivera Veracruz, México bajaba una nubecita entre las estrellitas porque sonreía una lunita, y estaba un barquito acompañado de pececitos para que todos durmieran bien bonitos y adentro del barquito llevaba papelitos, donde se encontraban poetas esperando, otro libro a cargo de Ramoncito Bajaban regalos de Nubecitas Víctor Manuel Mendoza Rivera. Entre la noche de estrellitas Porque veían que les sonreía una mitad de lunita brillando encantada y jugando solita. Y, ahí abajo las esperaba un barquito acompañado por lindos pescaditos que sentían que el Mar arrullaba y los mecía a todos para que se durmieran suave, calientito y bien bonito. Y, adentro de ese barquito que cargaba papelitos, se encontraban Amigos Poetas esperando ver salir sus voces que brillan de poesía en otro libro terminado por Amor a los Infantes a cargo y cuenta de: Ramón Olivares y Poetas Amigos Aquí vivos y Reinantes.
Gracias a todos los colaboradores para esta edición especial de Cuento Infantil
Ramón de Jesús Hernández Olivares Director y Editor
Veracruz, México 16 de Abril 2017