Poetas sin Fronteras
Abril 2020
EdiciĂłn Infantil AĂąo 7 ejemplar 79 En Memoria de las Victimas del COVID-19
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poetassinfronteras@hotmail.com Ramón Hernández Olivares Director y Editor
El partido de rugby Carina Andrea Nadale Los Cóndores – Argentina La señora H estaba cansada de ser quien era. Todas las H aceptaban su destino: el silencio. Pero ella no se conformaba, quería algo más para su vida. En eso pensaba a esa hora de la mañana, mientras todas las letras dormían profundamente. La noche anterior, y como todas, se habían acostado muy tarde. Sobre su mesa de luz, Agustín, había dejado abierto el libro de cuentos en la página donde, justamente, ella vivía. Con un poco de esfuerzo se despegó de la hoja y se puso de pie. Se cuidó de emitir sonido alguno y claro que no lo hizo: ¡si era muda! Caminó de puntillas entre los renglones. Se detuvo unos segundos para contemplar, embelesada, a la Letra Capital de la página dos. “¡Cómo me gustaría ser como ella!”, pensó. Las “R” roncaban, una “O” se desperezó y bostezó largamente. “Mejor me voy antes de que alguien me pida que le prepare el desayuno”, volvió a pensar la señora H. Pensar, pensar, siempre pensar. Solo eso podía hacer, hablar consigo misma, preguntarse y responderse, como una loca. Su intención, en un principio, fue dar una vuelta corta por el cuarto de Agustín para explorarlo un poco. Pero cuando vio la ventana abierta, mil cosas pasaron por su mente. Trepó por la cortina, se paró en el marco y saltó hacia el patio. Cayó sobre el pasto que estaba húmedo con rocío, fue una sensación extraña. Entre las ramas del limonero cargado de frutos amarillos, los pájaros entonaban sus melodías. “Me gustaría cantar…” No tuvo tiempo de detenerse en ese pensamiento porque el
perro de Agustín lo interrumpió con ladridos feroces. Al mismo tiempo se dirigía hacia ella a todo galope, mostrándole sus filosos dientes y las babas que le chorreaban espesas por los costados de la boca. La señora H abrió muy grandes sus ojos, hizo una mueca de grito y corrió hasta la cerca de ligustros donde halló escapatoria sencilla. Cruzó la calle sin mirar hacia ambos lados, no sabía que así era como se cruzaba una calle. Un chico en bicicleta casi la atropella. Tratando de olvidar el susto que le causaron, primero el perro y después la bici, se acercó cuidadosamente a un sitio donde había mucha gente: la cancha del barrio. Claro que solo veía zapatillas y piernas. Trepó a las gradas para obtener una visión más panorámica. Desde allí pudo ver a un grupo de personas cantando y saltando al ritmo contagioso de los instrumentos. La música entraba por todo su cuerpo, cada vez que golpeaban el bombo ella daba pequeños saltos. Las cornetas la dejaban sorda. Sin embargo, tenía muchas ganas de bailar. Aunque la mayoría aguardaba con calma en sus lugares, había gente muy enojada, gritando y discutiendo. La expresión de sus rostros le daba más miedo que los dientes del perro de Agustín y que la bicicleta, que minutos antes, estuvo a punto de pasarla por encima. El partido de rugby se había retrasado y corría el riesgo de suspenderse. Esa fecha era importante: se jugaba la semifinal. De repente, advirtió que alguien le hacía señas desesperadas con una mano, indicándole que se acercara al centro de la cancha. —¡Eh, señora H! –Gritó el desconocido. Ella miró hacia atrás y después, hacia los costados, confundida.
—¿A mí? –Preguntó incrédula, llevándose una mano al pecho. —Sí, le hablo a usted. ¡Venga! —¡Ah! Seguro estoy soñando otra vez –exclamó ella. ¡Y qué sueño! Hasta podía hablar. —Necesitamos su ayuda, falta un arco y no podemos comenzar el partido. La semana pasada se rompió y no vinieron a arreglarlo. ¡Por favooooor! –Imploró el árbitro ante la falta de respuesta. El hombre tenía las manos colocadas en posición de plegaria, la señora H no salía de su asombro. En un primer momento se mostró entusiasmada, pero después, cayó en la cuenta de que no tenía el tamaño suficiente para cumplir con semejante tarea. —Pero… soy muy pequeña –murmuró. Al escucharla, los hinchas de ambos equipos, que se habían amontado alrededor, comenzaron a darle ánimos. —Seguro que puede estirarse un poco. ¡Venga conmigo! –Le dijo el árbitro. Lo siguió hasta el área. Con un poco de esfuerzo su cuerpo creció hasta alcanzar un tamaño descomunal. ¡No lo podía creer! Se sentía muy poderosa. De pronto, el perro y la bici le parecieron inofensivos. ¡Y arrancó el partido nomás! Gritos, tries y festejos del equipo local, que resultó ganador. ¡Nunca se había divertido tanto en toda su vida! No solo la ovacionaron, también la convocaron para el próximo domingo, a la misma hora y en el mismo lugar, donde se disputaría la gran final. Ese día se convirtió en la protagonista del evento, vencedores y vencidos la felicitaron por igual. Regresó a su tamaño normal para cruzar la calle y atravesar el cerco de arbustos. El perro dormía.
—¿Y se puede saber de dónde viene la señora? –Preguntó la Letra Capital, enojada, apenas la vio entrar por la ventana. La señora H la estudió un poco e imaginó que si juntaba sus brazos en lo alto y separaba un poco las piernas, tal vez podría ser como ella. Pero no, no quería ser una “A”. Ya no. Ahora se sentía feliz de ser una “H”. —No te va a contestar, ella es tan reservada –habló un signo de exclamación, sorprendido por la conducta de la señora H, quien mientras tanto, se ubicaba en un espacio en blanco: el suyo, el que nadie podría ocupar jamás. Sonrió, porque seguía siendo una “H”, pero sus posibilidades eran infinitas. Las letras, los signos, los números y los personajes del cuento se quedaron con la duda… ¿A dónde habría ido? La señora H podría haber hablado, pero para qué, si no tenía que demostrarle nada a nadie. Nunca fue muda como le habían hecho creer, quizás algo cobarde y los demás, simplemente un poco sordos.
ELLA ES MAGIA PURA. BERTHA LARAF. Veracruz, México
Ella tenía en sus pies el mundo fantástico, en su casa simplemente flotabas, cerca del mar solo volabas. Algo de magia había en ella, en algún rincón en un cajón lleno de lagartijas comelonas, en otro simple y sencillo un duende con sonrisa verde solía platicar de tarde en tarde viendo profundamente las formas de la superficie de su bebida de chocolate podía percibir a unas hadas invisibles, podría describirlas, pero para qué si ya ahora mismo puedes imaginarlas sí, es cierto tenían alas, tornasoladas, espigadas. Había una en especial que daba traspiés por curiosa se había caído en un gran balde de vino rosado y reía a carcajadas. Mas allá un sticker frustrado había saltado de la tablet al teclado, tiempo después caía fulminado por que hizo gargaritas en una champola de vainilla y café. Traviesas las 40 hadas intangibles de doradas alas le hacían cosquillas a la rana abuela que dormitaba en una esquina mientras atrapaba moscas con la lentitud de una tortuga. En el otro lado, doña araña que se llama Tiffany, comía bichos, que se enredaban en su gran telaraña. En eso ella, que era magia pura, escucha el taconeó de su mamá, que decía es hora de cenar y volver a la realidad
CONSONANTES Y ASONANTES Elena Guzmán Ramón México Se que entiendes lo que oyes de sus pláticas a los mayores. Tú mi niño, entre juego y juego Dimensionas de ellos su anhelo En silencio entenderás su preocupación sólo sufren con anticipación Limita ante ti el habla solo en susurros conversación entabla En ellos angustias, dolor adviertes. Lo sabes mi niño, lo presientes Juega disfruta y diviértete Aún es tiempo de vivir solo el presente Aunque vierta lágrimas el firmamento para ti no son lágrimas solo está lloviendo Es verdad mi niño presente Que se olvidan que no estás ausente Enséñales, enséñales cómo se debe vivir rememorales el día a día de su anterior vida infantil. Ante el COVID 19. Fortalecete de la alegría de los niños.
Título: Un instante Autor: Felipe Cancino Castro Lugar: Veracruz, México Sólo por un instante date la oportunidad sin importar las consecuencias vuelve a ser niño, una vez más Recuerda esos años cuándo del mundo aprendías y con una caja de cartón un gran auto conducias Cuándo eras la Reina de un castillo de arena y parecía todo el año para tí ser primavera Cuándo al sonar la campana corrías con energía saltabas, jugabas gritabas eras niño cuánta alegría Todo era una aventura jugabas bajó la lluvia haciendo mil travesuras eras niño qué dulzura La calle era el estadio de un gran campo de futbol los unos contra los otros todos detrás de un balón
colocabas dos piedras para hacer tus porterías si el balón pasaba en el aire no era gol, no valía Usabas vestidos sencillos peinada con lindas trenzas zapatos de charol blancos eras niña y también princesa La noche todos esperábamos era el escenario perfecto jugar un bote escondido la adrenalina al cien por ciento No había preocupaciones reías todo el día espero que por un instante haya renacido en tí la fantasía Ahora eres adulto pero atrévete a sonreír recuerda cuándo eras niño vive para ser feliz Dirige este mensaje para quién haya olvidado los años de su niñez y reviva su hermoso pasado Porqué no hay mayor tesoro qué tener alma de niño para los que tienes en casa mi admiración y cariño
A JULIANA SÍ José Morelos Colombia
No le presto mi bicicleta a Juan, la otra vez que se la presté me la devolvió pinchada. No se la presto a Mario, me la cogió sin permiso y me la dejó escondida en el baño. Tampoco se la presto a Víctor, nunca me escoge para su equipo cuando jugamos balón. No se la presto a Rafa metió unas piedras en mi bolso y Natalia me lo dijo. A Carlos, menos se la presto, tiene una bicicleta como la mía y se la pasa chicaneando a los demás. En cambio, a juliana sí se la presto todo lo que quiera, de pronto algún día, llame su atención y acepte ser mi novia.
Título: A Graco no le gustaba. Autor: Lucila Reyes G. País: México, Ciudad de México. A Graco no le gustaba ni el pollo ni la mortadela ya que él opinaba que prefería pan con nutela A Graco no le gustaba la ensalada, La carne tenía mejor sabor, Y decía que era era mejor hamburguesa con limonada. A Graco no le gusta desayunar huevo con ejotes, era mucho mejor, opinaba, un refresco con un elote. Pero mamá siempre le daba, comida sana que preparaba, y Graco comía de todo, cada vez que se escapaba. Hasta que un día de tantas golosinas comer, la panza le comenzó a doler, y al baño tenía que correr. Come desde entonces, la comida que mama prepara aunque siempre se le antoje, comer comida chatarra.
Título: Tiempo de jugar Autor: Lucila Reyes G. País: México, Ciudad de México. Hoy voy a jugar con mis amigos y correremos sin parar, porque estamos de vacaciones, y porque nos gusta jugar, aprovechamos todas las ocasiones para poder disfrutar hoy voy a jugar con mis amigos jugaremos todo el dia jugaremos sin parar.
Título: Triky Autor: Lucila Reyes G. País: México, Ciudad de México. Triky es mi gatita, y es muy juguetona, si le jalas la patita se pone muy gruñona, si le jalas la colita ella es muy chillona pero si le acaricias ronronea chipilona, y abrazarla es una delicia Triky es una gata muy mona.
Título: Mi abuelo Autor: Lucila Reyes G. País: México, Ciudad de México. Mi Yaya me cuenta, que hace mucho muchos años, mi abuelo nació, y que él fue de los primeros hombres que la tierra habitó. Que su primer juguete, era de la tortuga original que en el mundo hubo, y cuando se entretuvo sin caparazón quedo, pues el papá de mi abuelo en sonaja la convirtió. Dice que como en ese tiempo no había perros, ¡un dinosaurio adopto! a ponerle la cola jugaba con sus amigos disfrutaba, aunque él nunca le atinó, el abuelo lo niega pero a mi yaya le creo yo. Yayo invento el primer tambor, y compuso la primera canción y en barcos navegó los 7 mares en las Carabela con Colón, Las pirámides de Egipto, la Torre Eiffel
Y la Muralla China construyó. Cuenta que mi abuelo luchó con los romanos, con los cruzados, también con Napoleón, y en la época de los Zares a Rasputín conoció, era un guerrero mi abuelo que a Hitler y Mussolini combatió. Mi Yaya me cuenta muchas cosas y aunque abuelo dice que no yo a mi yaya le creo pues lo dice con mucha convicción.
EL GATO ENAMORADO Ma. Angelina Bustos Bargas La Cruz-Córdoba –Argentina Un gato lanudo muy atolondrado de una linda rata se quedó prendado. La rata muy precavida lo miraba de reojo y dijo “no es tan mal piojo” pero peligra mi vida. Mil veces frente a la cueva se paseaba enamorado. Prometía vida nueva Juró haber escarmentado. Pero la rata muy sabia no quiso confiar en él y el gato con mucha rabia se fué a llorar al cuartel.
Don Grillo. María del C. Rodini. Río Tercero, Cba. Argentina. -En un sitio muy bonito con paisajes de colores donde habita don grillo, solo, sin un amigo… -Contento se sentía el sol era hora de dormir y en el horizonte se perdió… -La noche presurosa llegó don grillo quiso cantar ronca era su voz y nada se escuchó… -Con asombro, miró para todos lados hubo muchos ruidos raros tras los cajones se cayó… -El anciano don grillo la patita se rompió tenía mucho dolor, se curó con alcohol con el bastón caminó… -Llegó a cantar en un concierto con sus compañeros don grillo tenía muchos años, feliz de ser abuelo…
EL ECO.SantaVelia Flores. Sabinas, Coahuila. México.
En sus tristes tardes de soledad y hastío Polito ansiaba con desesperación un amigo. En su humilde casa que lejana quedaba de la escuela a la que iba por las mañanas, él poco se divertía. Daba vueltas en su casa, caminaba al sembradío, cada vez iba màs lejos y en silencio regresaba. Uno de aquellos días, después de tanto caminar, con enojo gritó fuerte: "ya estoy harto" allà en la lejanía se escuchó el eco "ya estoy harto". Al momento hubo un brillo en su mirada
y ante una naciente sonrisa gritó de nuevo: "hey" -el eco: "hey" Su corazón latió de alegría al sentirse "acompañado", al fin encontró con quien jugar, se sintió muy afortunado. En sus inocentes años no necesitan grandes cosas, sólo aquello que llame la atención, para llenar de fantasías su fértil imaginación.
El arrullo de la luna lunita. Autora Sara Muñoz Gapiz Seudónimo: Sarahaiadelina México :Veracruz. La luna canta y arrulla con su dulce canto que emite, la pequeña duerme y sueña que con su manos inocentes ha querido alcanzarla, son sueños dormidos. Ella quiere tocar su piano, junto a la luna lunita, bajo el manto de la luna blanca ella sueña. La niña dormidita sueña con su luna de plata, con sus rizos de oro y su manita alzada, quiere tocar a la luna lunita. El cielo resplandece y sueña que se le escapa la luna lunita. Sueña que viaja , y añorando otros mares, sus sueños despertaron. Ay lunita luna!, lunita dame tu manita, que quiero que me lleves hasta mi cunita. Ella duerme que sale despacito y vuela al cielo a jugar con la luna lunita. Luna lunita y juguetona no te alejes tanto, de mis manitas porque con mis brazos quiero abrazarte; son muy cortitos, no puedo alcanzarte, bájate un poquito más luna lunita para tocarte.