Edición Especial Mes del Día del Niño Abril 2014
La revista Virtual Poetas sin Fronteras, se complace en editar, su ejemplar especial, para la celebración del Mes del Niño “ABRIL “ Todos los trabajos, son colaboraciones de los especiales por parte de los escritores y/o poetas con pleno conocimiento y autorización.
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EL CASTILLO MISTERIOSO. Nor Liz. País: México. Érase que se era, Un castillo misterioso, Con gomitas de escakra Y sus puertas de chicloso. El misterio del castillo, Un gran foso resguardaba Y un lagarto de membrilloAl intruso, devoraba. Un gran puente levadizo, Daba acceso a aquel castillo, Con cadenas de chorizo Y Bombones, por tornillo. El castillo de ese cuento, No encerraba princesitas, Ni tenía regimiento, De duques y marquesitas. Un rey, ahí no vivía, Ni tampoco un faraón,
Menos un bey de Turquía O un mandarín del Japón. La que el castillo habitaba, Desde el principio hasta el fin, Amor y Paz, pregonaba, Pues era una bruja “In” Con cabellos de melcocha Y zapatos de pilón, Por nariz, una panocha Y con ojos de piñón. Rondando, ronda que ronda, Cuida muy bien su castillo Y a quien está fuera de onda, Lo convierte en piloncillo. En su escoba a propulsión, Se roba muchos chiquillos, Para darles su ración, De dulces y panecillos. Al decir “Abracadabra”, Se oye tremenda explosión, Es la mágica palabra, Con que prepara el turrón.
Una noche tenebrosa, Un gigante muy goloso, Relamíendose de gozo, De un salto, salvó la fosa. La escalera, se comió, Acabó con las gomitas, El chorizo devoró: ¡No dejó ni migajitas! Cuando a la bruja miró, Con cabello amelcochado, Rápido de un bocado, Todita la manducó. Luego, comióse el turrón, Acabó con los bombones, Comió panes a montones Y también comió piñones. Y cuando todo se acabó, Comióse al dulce lagarto Y como ya estaba harto…. Este cuento…. se acabó.
Gabu, el soñador Carlos Fredy aguilera Uruguay En un lugar de la selva amazónica, cerca de la unión del caudaloso Río Negro, con el Río Amazonas, habita una tribu de indígenas. Este pueblo se dedicaba a la caza, la pesca y la recolección ya sea para subsistir o para intercambiar con otras tribus. Las demás poblaciones se asentaban más allá del río, el cual debían cruzar enfrentando los peligros. Especialmente los acostumbrados días de lluvia torrencial. En la tribu todos colaboraban con las tareas, aun los más pequeños. Las labores eran arduas y muy difíciles, pero aun así, todos ayudaban. A decir verdad… todos menos uno, “Gabú”. Este pequeño escapaba de sus tareas para subir a lo más alto de un viejo árbol seco. Allí pasaba horas mirando las nubes y por las noches, las estrellas. Muchas veces allí mismo quedaba dormido. Su sueño era poder salir de la selva, viajar por las estrellas, conocer la civilización que tanto hablaban los mayores y los misioneros. Estos últimos, llegaban cada año para enseñarles a leer y escribir, algo que a Gabu le fascinaba. Tanto lo maravillaba la alfabetización, que fácilmente aprendía las enseñanzas. Un
día, el pequeñín, decide salir en busca de sus sueños. Aprovechó que todos en la tribu trabajaban y, sabiendo que pensaban que estaría en su árbol, se marchó siguiendo el curso del río. Recordaba que los misioneros llegaban desde ese lado, y ese dato fue suficiente para arriesgarse. Su pequeño amigo, “Ayo”, un mono que lo acompañaba siempre en su árbol, fue con él en busca de algo que nunca había visto y sobre lo cual su amigo Gabu le había contado. Juntos se aventuraron en una canoa construida con junco y totora, con un remo en forma de cuchara. Avanzan entusiasmados por las aguas del Río Negro. “Ayo” viajaba sobre el hombro de “Gabú” y, desde allí, servía de vigía, pues el río no era nada manso. El viaje se hizo largo, muchas fueron las horas que pasaron navegando. En el trayecto, sólo se podían ver animales. En ocasiones, algún caimán se les acercaba hasta que “Gabú “les daba un gran golpe con el remo y se alejaban de ellos. Luego de varias horas, el niño comenta a su amigo: - ¡Falta poco para llegar! En aquel recodo del río –continuó señalando adelante- hay un pueblo, según me dijeron. En él nos quedaremos hasta mañana. Entonces, “Ayo” comienza a brincar de alegría, con tanta fuerza, que casi da vuelta la canoa. Al llegar a la población, Gabu y su mascota pudieron ver muchas gentes,
los que no les dieron demasiada importancia a su llegada. Sin perder tiempo, el jovencito pregunta a un hombre de barba muy larga: - ¿Es esta la civilización? El hombre, asombrado, se ríe. - La civilización está muy lejos de acá. Para llegar a ella deberás atravesar la selva, siguiendo esa carretera –continuó mientras señalaba un sendero. - ¿Qué es eso? - ¡Es un camino! –Responde el hombre de la barba larga- ¡Sólo debes caminar por ella y encontrarás lo que buscas niño! –Luego de decir estas palabras, el hombre giró hacia el niño y preguntó- ¿cuál es tu nombre? ¿y el de tu amigo? - Me llamo Gabú, señor. Mi amigo se llama Ayo. ¿Dónde pasarán la noche? –replicó el anciano. - No sabemos, señor. - Quédense en mi casa, tendrán comida y donde descansar. Me llamo Juan –dijo el hombre al tiempo que giraba y se dirigía a su morada. Gabu y Ayo, lo siguieron alegres, ya que habían conseguido donde pernoctar. Al amanecer del día siguiente, ambos se despiden de Juan, agradeciéndole el haberlos albergado y retoman el camino por la carretera a la civilización. Cuando el sol estaba alto, ven un camino con un cartel que decía “Centro Espacial del Amazonas”. Como todos sabemos, la curiosidad es muy fuerte, más en los niños. Por eso, Gabu y su amiguito, Ayo, no dudaron en seguir el sendero misterioso. Luego de
caminar un largo trecho, llegan a un gran portón sobre el cual descansaba un cartel enorme advirtiendo “NO PASAR”. Sin embargo, los jovencitos hicieron caso omiso a la sugerencia y decidieron treparlo y saltar hacia el otro lado. Luego de andar un rato, llegaron a un lugar muy extraño, desconocido. Un lugar que ni siquiera imaginaba que existía. Allí se veían edificaciones majestuosas, colores llamativos… pero lo que atrajo la atención de los aventureros, fue una torre súper alta, que sostenía un objeto extraño, similar a una gran canoa de pie. Los chicos no sabían que se trataba, ni más ni menos, que de un cohete. La curiosidad era cada vez más fuerte, Gabu y Ayo querían saber de qué se trataba ese sitio y, por supuesto, esas cosas tan extrañas que había allí. Caminaron lentamente observando cada detalle del entorno, hasta que decidieron entrar en una de las edificaciones. En el pueden ver personas vestidas de manera rara. - Que personas más extrañas ¿será esta la civilización? – preguntó Gabu.Sigámoslos a ver que hacen. Entonces, de manera sigilosa, comienzan a perseguir a la gente que andaba por el lugar. De repente, en un rincón del cuarto en el cual se hallaban, pueden ver trajes similares a los que llevaban aquellas personas. En eso, Gabú tiene una idea: - Si nos vestimos
como ellos, no se darán cuenta de que estamos aquí – susurró en el oído a Ayo. Sin perder tiempo, Gabu se coloca uno de los trajes y ayuda a yo a colocarse el suyo. En medio del apuro, escuchan un ruido cercano. Intentan esconderse, pasando por una puerta, pero ésta se cierra de improviso. La oscuridad era total. Gabu y Ayo demoraron unos minutos en acostumbrar los ojos a la falta de luz. Al cabo de unos minutos, comienzan a divisar unas sillas, las cuales estaban colgadas desde el techo. Cinco segundos después, una voz se escuchó a lo lejos, la cual comienza a contar de manera descendente: - 10...9…8…7…6…5…4…3…2.. El sitio comenzaba a moverse de un lado a otro, todo temblaba. Los chicos comenzaron a temblar y quisieron pedir socorro, pero en ese mismo instante, un fuerte ruido debajo de sus pies pareció cortarles las piernas. Ayo y Gabu se abrazaron. El niño pensó en su tribu y se enojó con él mismo por desear escapar de ese lugar. Luego de un lapso no mayor a los diez minutos, regresó la calma, entonces Gabu, se asomó a una ventana para orientarse y regresar. Entonces, su sorpresa fue mayor: ¡las estrellas estaban a su lado! Continuara….
AHÍ EN EL BOSQUE María Ethel Rodríguez Argentina Donde se recogen las más ricas frutas vuela una libélula con alas de cristal se pasea muy orgullosa porque ella sí, puede volar. Ella se posó sobre una orquídea para descansar de pronto… una niña se detuvo para observarla, Le llamó mucho la atención el brillo sus alas Eran luminosas brillantes y muy largas. Cuando alargó su mano para tocarla La libélula se asustó mucho y levantó su vuelo La niña se quedó muy triste Porque se fue, ella solo quería mirarla. La luna que había mirado todo lo que pasaba le dijo a la libélula que regresara que esa niña, solo la miraba y admiraba… el color de sus alas. Al regresar, la niña ya no estaba la libélula la buscó apenada recorrió todo el bosque sin poder encontrarla desde ese día se borró… el esplendor de sus alas.
EL MEJOR REGALO Ramón de Jesús Hernández Olivares País: México Se acercaba el cumpleaños de Jazmín, una chica encantadora, coleccionista de objetos que ella misma guardaba y que tenían un significado especial. Festejaría su cumpleaños número 27 y a pesar de que era muy alegre ella, soñaba que quería tener en su cumpleaños un regalo especial. Todas las noches al irse a dormir, en punto de las 5 de la mañana sucedía un evento muy singular, los personajes de las fotografías que existían en una de las paredes de su casa, tomaban vida. Increíblemente el día antes de su cumpleaños platicaron entre ellos mismos. -¡Damas y Caballeros! ¡Despierten por favor! ¿Alguien tiene idea de lo que pudiéramos hacer para darle un regalo especial a nuestra querida Jazmín?-preguntó el abuelo Renán. -Podríamos realizar una nueva fotografía – indicó la tía Rosalía
-Perfecto- Exclamo el abuelo Renán, se buscarán los mejores candidatos, dependiendo de sus virtudes. Así que no se emocionen tanto que a cada uno se le cuece aparte. -Jajaja(carcajada), seguramente todos son unos hijos de la...hmm... buena vida. -¡Calla! Puedes despertar a la niña, siempre andas por las nubes con tu amigo Baco. ¡Hay! Si viviera tu tía Regina, te borra de la fotografía José. -No debemos estar haciendo bulla, hay que tomar las medidas necesarias y hacer la fotografía, queda poco tiempodecía el abuelo Renán- sin embargo quien crea hacerse acreedor a dicha distinción deberá abandonar el lugar donde están ahora y trasladarse a este marco fotográfico, así que piensen bien. -En esta fotografía estoy preciosa, bien arreglada y con el galán a un lado, pero como no me casé con él, lo abandonodice la tía Rosalía acomodándose el sombrero de ala ancha con sus hermosas flores rojas a un lado, su finísimo collar de perlas que su papá le había obsequiado para su primera comunión y como le había quedado grande, lo uso hasta sus quince años.
-Si tía tu quedarás perfecta porque le enseñaste siempre a Jazmín en tener una Fe inquebrantable. Pasa por acá y acomódate del lado izquierdo. Todos quedaron de acuerdo, la tía Rosalía era una devota de la religión y llevaba a cabo todos sus principios morales. El novio se quedó en la foto, con el mar de fondo, inmensamente azul como los ojos de la Tía Rosalía. -Seguimos pero por favor todos en orden y vallan diciéndome quien quiere estar en la foto, no sé pero ¿José quedaría bien? - ¡Oh! ¡Imposible! El siempre anda dando mal ejemplo de bebedor empedernido y escandaloso como él mismo. ¡Valla ejemplo! ¡No estoy de acuerdo! Aun así tiene buenos sentimientos y lo importante es que siempre quisiste a Jazmín-comenta la tía Rosalía acomodándose el sombrero. -mira amiga mía, José, independientemente que sea bebedor o no, siempre ha visto con amor a su sobrina, es amoroso e ideal como todo padre debe ser. Dejemos que el tiempo lo decida. -¿Qué tienes que decir al Respecto José? ¿Crees que eres buen ejemplo para Jazmín o no?- Pregunto el abuelo Renán. Sin embargo un grito de este y entonando una canción
bullanguera, bailando y sin decir palabra alguna, se acomodó el poco cabello que tenía, se lamio los bigotes y exclamó.¡Seré lo que sea! Un bebedor y mal hablado, pero eso sí. De que soy amoroso con mi sobrina lo soy, y para que vean que soy educado, plancharé mi camisa, limpiaré mis botas, me afeitaré para salir guapo, porque yo sé que mi sobrina Jazmín estará orgullosa de verme ahí, en esa fotografía que aun cuando todos estemos en color sepia le va a encantar. -Anda, baja de tu foto y acomódate del lado derecho, no vayas a ensuciar el vestido de Rosalía. Sugiere el abuelo. -Si ya lo sé, nada más dile que acomode su plumerío de pavo alborotado para otro lado, que no se da cuenta usted, que me picaron los ojos (exclamó mientras todos reían). Era increíble observar que muchos querían participar en el asunto. Sin embargo mientras todos se acomodaban sus trajes, una pequeña mano, allá en la última fotografía del rincón se agitaba. Se trataba nada menos que la señorita Margarita, una diminuta y delgada amiga de antaño de Jazmín. -Hola, ¿Quién eres? Pregunto Rosalía, debiste ser alguien importante, pues figuras en la pared del recuerdo y eso
significa que te consideraban familia. Porque como vera usted señorita, somos pocas las elegidas. Debo confesar que Margarita, había sido una amiga entrañable, confidente y de una nobleza como poco se ven en las amigas, agregándole además la complicidad que se tenían ambas. -Todo este tiempo, ahí plasmada con mi alma en esa fotografía y sin poder explicarme porque la vida me fue muy corta y sin haberme despedido de la vida de Jazmín. Es algo que me tiene triste y desolada, como mis últimos días, sin embargo, quiero estar ahí, junto a ustedes, si me lo permiten para dar mi mejor sonrisa en ella. Y que me recuerden siempre. Sé que solo guardará silencio unos instantes, y al vernos a todos juntos, abrazará la fotografía- Exclama la amiga, diminuta y frágil de Margarita. -Comprendo y demuestras que has querido mucho a tu amiga, varias veces pasaste por estos muros y te detenías a ver nuestras fotografías, mucho gusto señorita, soy el Abuelo Renán, un poco delgado, porque aquí me tienen a dieta.
Todos reían y se presentaban,- Yo soy Don “Mostacho”, porque eso de “Loco” no tengo mucho, solo un poco. A sus órdenes señorita para el bailongo, soy el tío José. -Me da gusto saber que eres amiga de mi sobrina, ella es todo un estuche de monerías, pero no por las gracias de su persona, sino por todos los muñecos de peluche que se encuentran en su recamara, ya es mujer adulta y aun así, todo colecciona. (Sonríe la tía Rosalía) y abraza a Margarita. -Anda niña, arréglate el cabello, debemos salir guapísimos todos en la foto, porque recordemos que será un regalo especial. Bueno como ya no hay más candidatos y la hora en que despierte Jazmín será de inmediato, quiero decirles ¡Yo! Soy el ultimo candidato para la foto.(dice el abuelo Renán ) Hemos reunido unos valores morales de alta calidad y será un estupendo ejemplo de Fe religiosa, como lo tiene la tía Rosalía, aunque a veces no iba mucho a la iglesia porque tenía que cuidarla hasta que enfermó, pero ¡Esa es otra Historia! Y de Amor Paternal, bueno José siempre lo demostró y lo llevó a la práctica, triunfando más en sus sobrinos que en sus propios hijos, como él lo mencionaba.
Y la señorita Margarita.- Amiga entrañable de época de adolescente, su actitud de amistad y lealtad al amigo. Es un gusto que usted esté aquí como parte de este hermoso detalle familiar. -Gracias abuelo Renán, mucho escuché de usted porque sus hijos y nietos estaban orgullosos, un ejemplo a seguir, todo rectitud y de buenos principios. -No me apene usted con lo que dice, las acciones de todo individuo, describen su formación y siempre traté de inculcar eso en la familia. Todos empezaron a acomodarse en la fotografía, eligieron una pose para cada uno de ellos. Los minutos pasaban rápidamente y el sol ya hacía presencia en la habitación de Jazmín, se escuchaba la melodía de “Las Mañanitas” por parte de la familia, que habitaba la casa, el reloj de pared hacia “cucú, cucú”, se escucharon las guitarras, de repente el sonido de una campanita que seguramente era de cristal, por su sonido muy particular. Este hecho, hizo que bajaran las escaleras para buscar de donde venía el sonido. Todos se quedaron viéndose unos a otros, el reloj del “cucú, cucú”
seguía con su sonido particular y el sonido de la campana enigmática, había bajado su volumen. Un viento con aroma de dulce inundó la habitación y sobre la pared donde había un candelabro, se encontraba una vela encendida que iluminaba la pared, y en particular la fotografía. Todos quedaron atónitos ante la sorpresa de ver que sobre la fotografía que se había realizado por los fieles difuntos. Estaba un canario que empezaba con sus trinos a darles la bienvenida. -¿Qué es lo que ha pasado aquí?- pregunto la mamá de Jazmín. -¡Mamá! ¿Qué no te das cuenta de que existe una nueva fotografía en la pared?-Exclamó Jazmín un poco desconcertada, todos se acercaron poco a poco para observarla y ante la sorpresa de todos, las demás estaban incompletas, solo existía la silueta del ausente que en la nueva foto aparecían. -Esto es maravilloso, el abuelo Renán, la tía Rosalía, el tío José y Margarita mi amiga entrañable, están ahí. ¿Qué pasó? ¡No sé! Sin embargo es un bello regalo de cumpleaños.
La madre de Jazm铆n baj贸 la fotograf铆a de la pared. Y se la entrego. Abraz贸 fuertemente a su hija para festejar juntas, un detalle de la vida, un regalo de Amor.
EL ZORRO Y LAS GALLINAS María del Carmen Rodini. Córdoba. (Argentina).
Cierto día, había un zorro que se paseaba muy confiado de un lado a otro, buscando que comer. Hasta que llegó la noche. El hambre lo tenía muy nervioso, y pensaba como podía hacer para sacar alguna gallinita gordita del gallinero. El dueño, todas las noches las encerraba para protegerlas de algún arrebato que pudiese ocurrirles a las pobres indefensas gallinas. Pero, algunas dormían a lo alto de un árbol gigantesco, que Don Juan creía que nada les iba a pasar, por la altura que estaban. Pero el zorro muy astuto se tomó la cola con el hocico y comenzó a dar vueltas
por debajo de la planta, donde dormían las gallinas, éstas muy distraídas comenzaron a ver lo que hacía el pícaro zorro. Hasta que tanto mirar, se marearon y cayeron dos gallinas al suelo. ¡Se dieron un buen golpe!.. El zorro muy contento de tener esas presas, tan cerca para atraparlas. En ese momento Don Juan sintió un alboroto en el gallinero, tomo la escopeta ya cargada, salió corriendo con una linterna en sus manos, y vio lo que estaba sucediendo, tiró dos tiros y el zorro asustado, se escondió entre los matorrales, tembloroso de miedo huyó, y se fue muy lejos, el pobre quedó sin poder saciar su apetito. Don Juan, agarro las gallinas que estaban muertas de miedo y las puso otra vez al gallinero. Así fue que tuvieron un final feliz.
DULCE AMOR María del C. Rodini Argentina
Semillita de la vida que germinaste con amor con ansias e ilusiones, fue que este niño ocasionó. Tan anhelados momentos de esa espera tan ansiada, por el paso de los días, hasta que nació.
Sucedió una tarde de verano cuando la tenue llovizna cesó, entre las nubes, el sol apareció.
Fue un llanto que se sintió como un reflejo en un sueño, en ese instante se vivió. Los corazones estallaron de gozo y alegría, una nueva vida llegó, a este mundo lleno de amor. Esa carita graciosa angelical como la caricia del alma, las manitas cerradas con suavidad. Es la ternura que nos das.
Visión Azul Yram Salinas Al delicado caminar y galopar Por las milenarias veredas Del tiempo cabalgando Tras un sueño. Espejo cristalino que Refleja tu imagen azul Azul, ¡Divino color! Que Dios te dio. ¿Ilusión o Realidad? Te veo cabalgar Por las milenarias veredas de la ilusión Mientras cabalgas La línea de la vida Tras el sueño, profundo Te ha dejado Dios, mi pequeño Hijo mi Unicornio Azul
LA HISTORIA DE BANANO Y PLÁTANO José Morelos País: Colombia Una vez en una carretera rural, un plátano iba y un banano venía, pero jamás habían pensado haberse encontrado alguna vez de frente. A una distancia de siete metros se dan cuenta que van por la misma vía pero en direcciones opuestas. En ese instante plátano se estira más y comienza a caminar con pasos firmes por todo el centro de la carretera. Por el contrario banano se encogió más y se ahorrillo dando pasos lentos. Una vez cerca plátano le dice a banano: –Así es banano como tiene que ser, no levantes la mirada en mi presencia, porque yo valgo más que tú –Sí… pero… exclama banano. –Pero nada banano- dice plátano con los ojos cerrados y moviendo la cabeza para los lados, -No se te ocurra mencionar una sola palabra, no eres quien para dirigirte a mí, entiéndelo por favor. –Pero plátano exclama de nuevo banano.
– ¡Plátano nada! ¿Es que no escuchas? Replica plátano con un fuerte grito. Y sucedió que mientras gritó, un camión que pasa se lo lleva aplastado en las llantas. Más luego entre silencio y suspiro se le oyó decir a banano –Plátano yo solo quería avisarte que se acercaba un camión.
“El orgullo es la sensación inconsciente de sentirse importante y al mismo tiempo de creer haber decidido bien”
UNA SORPRESA Lourdes Lagardery Puerto Rico
Hace muchos, muchos años, cuando no existía tanta tecnología y se vivía mas ingenuamente que hoy, en un pequeño poblado de una Isla Caribeña, vivía pareja que tenían dos preciosas niñas. Como todos los días al terminar el padre de trabajar se recostaba en su camastro en lo que su esposa terminaba la cena y las nenas se recostaban al lado de él, unas veces jugaban, otras a escuchar los cuentos que Él les hacía. Me olvidaba decir que esa noche era 5 de Enero, víspera de Reyes y las niñas tenían que acostarse más temprano para que los Reyes llegaran. Dice la mayor; Papa, Papá, juguemos, a lo que la menor responde, Al veo, veo..(Explicare que esto es como un juego de adivinanzas), Dice El Padre--- Veo, veo Una de las nenas-----Que ves EL padre-----------Una cosita Las niñas----------Con que letrita El Padre-----------Con la letrita C Una de las nenas----Cepillo El Padre-------------No es
Y asĂ todo lo que empezaba con c hasta que adivinaron...Vuelven de Nuevo a jugar, y esta vez El Padre les vuelve a decir Veo, Veo Las Nenas---Que ves El padre----Una cosita Las Nenas---Con que letrita El Padre----Con la letrita M Las niĂąas tratan de adivinar todo lo que empezaba con M Y al fallar piden una segunda letra Dice el Padre M-U
Una Navidad en Puerto Rico Carmen Marisol Sotomayor Ramírez Puerto Rico
Está la comunidad alegre por la llegada de la navidad. Se siente la brisa de la época. En la casa rústica del abuelo guardaba en el desván el tradicional árbol de navidad. Abuelo José lo atesoraba con recelo ya que le recordaba a Amelia y la felicidad que era decorar el árbol, bella remembranza las que con ternura evocaban esos momentos aunque Amelia ya este fallecida. Abuelo José le mostró a sus nietos el árbol mágico de navidad, cada luz representaba la unidad que debe de haber entre los hombres con el nacimiento del niñito Jesús. Joshua su nieto no creía en la navidad ya que solo le importaba tener regalos. Era un chico vanidoso y tenía un gran egoísmo en su ser. Todos ayudaron con ahínco limpiando decorando la casa y de esa manera el árbol quedo hermoso en la esquina de la sala. El abuelo trato
de encenderlo pero el árbol no se iluminó. Los chicos sintieron tristeza y desilusión. En ese momento, desde el cielo descendió un hermoso Ángel mensajero y les dijo a los niños la razón de que el árbol no encendía, por su mensaje Joshua pudo comprender que ser solidario y ayudar a los demás es mucho mejor que ser vanidoso y egoísta. Cuando Joshua cambiara su manera de pensar y creyera en la navidad encontró en su cuarto una cajita de zapatos con una estrella muy grande. Joshua estaba muy feliz con el maravilloso día con ellos y sus nietos. De pronto algo increíble sucedió; el ángel mensajero coloco la hermosa estrella en el tope del árbol y encendió con colores brillantes. El ángel dijo que las luces significan la unión entre la humanidad, la estrella el nacimiento del niñito Jesús que debe permanecer en nuestros corazones siempre. Con este gran acontecimiento, la luz de Cristo los rodeo y todos sintieron la protección de su gran amor. Jamás olvidaron el significado y por siempre todos fueron felices.
HISTORIA DE UN PAPAGAYO DESPLUMADO Y UN PERRO VIEJO EN EL ARMARIO Alejandra del Valle Abraham País: Argentina
Colorín, colorado este cuento ha comenzado. Es la increíble historia de un loco y desplumado papagayo que tiene un perro viejo en su armario. El pobrecito no quiere ni asomar la nariz por la ventana. Es que todavía recuerda la bomba de neutrones que acabó con Hiroshima. Peccato! No se da cuenta de que hoy con solo apretar un botón, no quedaría nadie en todo el planeta. Nuestro papagayo durante el día, anda todo afanado, trabaja que trabaja, en una fábrica de lácteos. Corre que corre, y del estrés que le ha causado ya ni plumas le han quedado. Tiene un jefe muy exigente. Un quisquilloso rinoceronte todo arrugado, que quiere mayor producción y ventas de la nueva leche sabor a menta. Cansado el papagayo trae y lleva paquetes, pero no crean que de leche, no, son chicles de menta. Él es el encargado de darle a
cada vaca su chicle de menta cada treinta minutos. Cada dos horas les sirve en tazas de porcelana china el tecito de hojitas frescas de menta que recoge en el jardín de la plaza frente a la fábrica. Y tres veces al día les trae alfalfa picada mezclada con ramitas secas de menta. Se detiene a almorzar unos quince minutos. Y en un abrir y cerrar de ojos pone el mantel a cuadros sobre una mesita redonda y se sirve un plato lleno de sapos en conserva saborizados a la pimienta. En la tardecita, camino a casa, viene cantando una alegre canción en italiano: “…La Morlacca è una vecchietta, con la faccia in cartapesta, sulla bocca ceralacca, sulla zucca una parrucca, la Morlacca, è abbastanza brutta...” Al llegar a su casita abre la puerta del armario, saluda al perro viejo y se sienta a su lado. Mientras charlan de filosofía. ¡Éste es un dúo muy letrado! Se toman unos mates con bizcochitos salados. El perro viejo defiende los postulados del existencialismo, gesticulando, mate en mano, o mejor en pata, de lado a lado del armario. En un diálogo de sordos, el papagayo, pregona que hay
que humanizar el mundo un poco más. Y entre charla y charla se han hecho las dos de la mañana. El perro cerró el armario y el papagayo desplumado se acurrucó en su jaula bien arropado.-
MAGALI Y EL HOMBRE DE PELO GRIS María Ethel Rodríguez Y allí va el… como cada mañana, gentil, elegante con su pelo gris. Levanta sus ojos hacia el balcón donde Magali está sentada leyendo su libro, saluda amablemente con una mirada que la hace temblar. Magali, aun con su corazón herido, no se atreve a soñar, solo responde a su saludo y se queda mirándolo. Se puede percibir en el aire como un aroma a jazmines que a ella le agrada… pero su pensamiento está muy lejos, al otro lado del mar; su pensamiento está, en su duende de ojos negros que un día la hiciera temblar. Tal vez… debería dejar que el aroma a jazmines entre en su corazón, que vientos de cambios le ayuden a olvidar.
Siempre hay una nube gris y oscura que tapa el sol, no hay días felices para Magali, no se atreve a soñar con un día mejor. Su infancia no fue feliz, su adolescencia tampoco lo fue; cuando llegó a ser adulta, su sufrimiento fue mayor. Días de soledad, como una gallina cobijando a sus polluelos bajo sus alas… y así transcurrió su vida hasta que un día, el duende del mar apareció, sintió que una luz de esperanza llenaba su corazón, poesías, flores… hacía que día a día creciera su ilusión. Hasta que un día, como por arte de magia, el duende desapareció, su corazón se tornó triste y sin ilusión… ya no creía más en el amor. Andrés, el hombre de pelo gris, que levantaba su mirada para saludarla en el balcón cada mañana, nunca llegará a saber cuánto hizo latir su corazón, pero Magali sabe que se irá, como el duende del mar y teme volver a sufrir, el hombre de pelo gris tiene ocupado su corazón. Es agradable la mañana luego de una noche de tormenta, flota en el aire un aroma a espinillos, algarrobos y a tierra mojada; el lago está en calma, solo se oye el trinar de los pájaros… Magali está sentada en el balcón leyendo su libro, espera que pase Andrés, el hombre de pelo gris, que levante su mirada y la salude como lo hacía cada mañana. Elegante, perfumado, con su cara recién afeitada…pasará hoy?... levantará sus ojos hacia el balcón como cada día?
Es extraño, ella no sabe de qué color son sus ojos, es tan fugaz su mirada que nunca pudo mirarlos, serán verdes… o tal vez de color café? Será esa mirada fugaz la que haga que Magali olvide los ojos de azabaches del duende del mar? Se acerca la hora y su corazón comienza a latir con ansiedad, el hombre de pelo gris está por pasar, ya lo imagina, caminando erguido con su maletín, y piensa… levantará sus ojos hacia mí, dejando en el aire dejando en el aire el perfume a jazmín? Ese perfume que queda en sus sentidos hasta que el vuelve a pasar por allí. No sabe si en verdad el perfume existe pero su imaginación se lo hace sentir así. Un día, una ráfaga de viento pasó por el lugar, la magia del perfume de jazmines ya no se puede sentir, pasó como un vendaval de hielo que arrolló todo lo que se pueda sentir. El frío hizo que Magali no quiera ya estar en el balcón, ese viento helado recorrió su cuerpo y la magia terminó. Ella seguirá leyendo su libro pero ya no sentada en el balcón y en su cabeza… solo habrá un recuerdo que aquel hombre de pelo gris le dejó.
El alma del niño eterno, deja que viva en tu corazón, soñando en su mundo mágico, sea cual fuese su color. Ramón de J. Hernández Olivares Director y Editor