POETAS SIN FRONTERAS FEBRERO 2018

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Poetas sin Fronteras

Febrero 2018 AĂąo 5 Ejemplar No. 43


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Silencio Alejandra Abraham Argentina Como si fueran de verdad las sombras Como si fueran de papel estrujado Como si fueran las palabras no dichas. Estoy en la orilla del llanto Y veo el vidrio en los ojos Y el grito mudo Y el espanto. Calla la carta que nunca enviĂŠ Muere tu sonrisa imposible de nacer Muere de una muerte abortiva Arrancada, arrebatada, lacerada. Ya no existen palabras que abrigan. El silencio es una palabra cruel.-


Regalo de amor América Guerrero González Veracruz, México Vivimos el regalo de amarnos acordes al verso. Con besos pinto tu nombre en cada poema. Me pierdo en umbrío bosque de letras; deseo ocultar la poesía. Entrelazados… mi pecho musita te llama te pronuncia. Escribo en sueños… Excitada la mano te busca. Bendita caricia recoge el rocío de tu frente en el oficio de abrazarte. Apagado te enciendo, te cubro, callas… entre duermes. Soy arena de tu duna te arranco sueños


de embeleso. Me solazo en tus calles y veredas. Amarte es mi delirio. En el arte del amor te someto; te invado con furia. Intuyo tu pasiรณn, mi lengua invita. Mi sangre se vuelve vino me anudo entre tus piernas y embriago tu ser. Somos una sola carne en este regalo de amarnos


NO ESTÁS Ángel Valderrama Ruvalcaba Veracruz, México Días en los que las horas te secuestran y la mañana es el inicio de una abducción verbal, abrir los ojos y escuchar voces en el aroma azucarado del desayuno. Vengo esquivando la demora, un reloj de bolsillo por segadera, Vengo sin sellos de recibido, sin membrete de pertenencia. Tanta caligrafía y tantos números, y las pinturas de labios se resecan, vuelvo a preguntar si regresaste, le pregunto a la tetera, a la taza, no hay silbidos ni fragancias. El calor de hogar es un embustero, otro de tantos que entibian la noche, cuando la cama me despierta, reclamando nuestras espaldas, las que deberían desarmar el tiempo.


Emilia y Onfray Antonio Pérez Malpica Papantla, Veracruz. Todo comenzó en el verano del 2009. Eran las 20:00 Horas. El sol estaba por desaparecer entre aquellas nubes. Desde el principio se veía que el día iba a ser perfecto. Con la necedad que me ha caracterizado, pasé con rapidez entre la gente del Centro Comercial. Entre empujones e insultos logré llegar al punto de encuentro. Era la entrega del primer lote de libros, estaba emocionada y “mi ansiedad me revoloteaba entre la ropa y mi cuerpo”. Ver a mi autor preferido en la presentación de su último libro me era algo asombroso y desde que tenía 11 años comencé a seguir a Michel Onfray: un filósofo serio pero sarcástico. La forma en que interpretaba a Nietzsche, el dilema que presentaba ante las ideas religiosas y su acérrima convicción sobre la ateologia eran sublimes. Si me fuese a casar desearía que fuera con un hombre como él. Al llegar, estuve esperando a que abrieran la librería Centauro y que llegara Onfray. Pasé como dos horas esperando a que montaran todo para el show. Sentada en los taburetes, mecía los pies de un lado a otro y jugaba con el libro de Onfray. Tenía la esperanza de que me firmara mi libro. De repente, sentí una respiración detrás de mí. Era algo lenta y suave. Volteo con cuidado para no ser tan obvia y descubro que era él. No supe el motivo por el que estuviera detrás de mí, tantas ideas se cruzaron en mi cabeza que ya no sabía cuál era real o ficción.


-¿Cuántos años tienes?- me dijo con suave voz. -16 años, ¿Por qué la pregunta? - le contesté nerviosa. -Curiosidad, me es extraño que una joven como tú lea mis libros. Es decir, mis lectores son adultos mayores. Pero que alguien de tú edad me lea, me resulta extraño y curioso.Quedé asombrada por el alago, tal vez no lo fue, pero así lo interpreté. Sin embargo, aquel momento fue hermoso. Vi cómo se alejó entre la gente para sentarse en la mesa de lectura y comenzar su presentación. Realmente no me pude concentrar por el episodio que tuve con él, solo veía de manera “gatuna” sus movimientos y sus gestos. ¡Rayos, me había enamorado de aquel hombre! Cuando empezó la firma de libros, me acerqué pude notar que era cierto lo que me había dicho: lectores de edad adulta eran los que lo seguían. (Y yo, una joven entre tantos viejos) Cuando fue mi turno de pasar mis manos comenzaron a temblar y el sudor era notorio. Me vio a los ojos y me lanzó una sonrisa juguetona diciendo: -Otra vez nos vemos ¿Te gustó la presentación? Con los nervios le di mi libro y le conteste: -¡Sí!, fue interesante (mentira, no había puesto atención a su explicación, solo veía su cabello revuelto y esos lentes que me empezaron a encantar). -Espero que este nuevo libro te guste. En lo personal, me fue algo difícil poder escribirlo, acomodar las ideas, sustentar y justificar los temas que iba desarrollando. Con la mano temblorosa tomé el libro autografiado y me despedí de él, me lanzó una mirada tranquila y serena. Nos despedimos de beso y fue cuando no aguanté la emoción: ¡Me desmayé!


¡Qué vergüenza!, en verdad. Había pasado muchas cosas tontas en mi corta vida, pero aquel día fue el que se llevó el premio Nobel. Recuerdo que estaba en la camilla de un Hospital, no logro recordar el nombre, pero lo que si recordad toda la vida es que Onfray estaba sentado a mí lado, dormía y se le veía algo cansado. Cuando la enfermera entró a checarme me preguntó: -¿Cómo te sientes? ¿Ya mucho mejor? -Supongo que sí, solo que tengo mucha hambre y estoy mareada. -Se nota, espero que tu novio pueda descansar bien, te trajo hace dos horas y estuvo al pendiente de ti. ¿No crees que es algo mayor para ti? -¿Mi novio? -pensé- Es un amigo, bueno, eso creo. Apenas lo conocí esta tarde, bueno, ya lo conocía, pero hoy fue la primera vez que nos vimos. Ya sabe, cartas y cosas así. La enfermera me veía con ojos de una madre desconfiada. Se fue de la habitación diciendo: -Como sea, cuando te sientas mejor podrás salir pero necesitas la firma de tu “amigo” para que te den de alta. Me quedé por un rato viendo como dormía Onfray, a sus 35 años no se veía viejo como en las presentaciones o en la fotografías que solía ver por la red. Me sentí algo extraña, un sentimiento estaba naciendo y podía asegurar con temor, que me estaba enamorando de él. ¿Pero cómo estoy segura que es amor? No lo conozco tanto como para poder decir que lo amo Tantas preguntas que me hice me daban más hambre. Intenté levantarme de la cama para ir por algo de comida a la cafetería, pero lo que me detenía era que llevaba puesta una bata. Voltee hacia la repisa que estaba a un lado de la camilla, noté el libro que me había autografiado Onfray.


Cuando lo abrí para curiosear, me lleve una gran sorpresa: había puesto su correo electrónico, y de la emoción me volví a desmayar. Cuando volví a despertar, noté que ya no estaba en el sillón. Aún tenía hambre e intentaba salir de la camilla pero me daba pena por la bata que me habían puesto. Escuché una voz que venía de alguna parte de la habitación. Lo vi, era él estaba sentado con algo de comida. ¿Me esperaba a que comiéramos juntos? –pensé-Vaya forma de conocerse ¿No lo crees? Por un momento pensé que la gente me acusaría de algo malo, pero todos vieron cómo fue que te desmayaste en la fila. Fue gracioso. -¿Fue gracioso? La vergüenza que pasé. No se quitara de un día para otro. Estaré marcada por la sociedad, ¡Qué horror! El sonrió -maldición, ¿porque esta tan guapo?- me dije. Se acercó con la comida a mi cama. -Olvida ese episodio y come, te hará bien.Con pena comí lo que me había traído y él hizo lo mismo, comimos en silencio hasta que me hizo plática. Me contó sobre sus libros, algo de su historia y su forma de ver el mundo. Me reía de las anécdotas que me contaba y al parecer a él también le gustaba contarme de su mundo, fue algo hermoso. Vio su reloj y me dijo: -Lo siento, me tengo que ir. Mi representante me está llamando desde hace una hora, pero no me agradaba la idea de que te quedaras sola, intenté comunicarme con tus padres pero no respondieron. Tomé tu móvil para marcarles, espero no te molestes. -No te preocupes, supongo que vendrán en cuanto se den cuenta de las llamadas. Espero no haber sido una molestia.


Siento mucho que te quitara tiempo en tus presentaciones. Él se acercó nuevamente y me tomo de la mano, esta vez creo que no me volvería a desmayar. Solo me dijo que no me preocupara y que todo saldría bien. Se despidió dándome un beso en la mejilla. Vi cómo se alejó. Recordé sus últimas palabras: estamos en contacto. Tenía su correo electrónico y ambos sabíamos que esta historia no tendría un final.


Ventanal Carina Andrea Nadale Argentina Madrugada, filoso índice delator de partículas sobre los párrafos adormecidos de una historia inconclusa. El carimbo de la máquina imprime apagados caracteres en el blanco antiguo de una hoja; al ritmo impuesto por la musa con su batuta de teclas, ensaya versos asonantes y carentes de toda métrica, para no caer por el acantilado azul y espinoso de un domingo cualquiera.


Pandora y la caja de música Carina Andrea Nadale Argentina

Pandora vive en una caja de música, primorosa orfebrería de los dioses. Entre paredes de terciopelo rojo y filigranas de oro y plata, sus zapatillas de punta pincelan nimbos frente al espejo. En un “Claro de luna” o en “El lago de los cisnes” Pandora perdió la esperanza. El mecanismo peina notas en reversa y la mantiene erguida. Luce espléndida diadema de flores, cinturón de perlas, sonrisa de porcelana. Ovaciones y aplausos aturden al carcelero, ya es muy tarde para bajar la tapa. Pandora tiene un cofre sencillo, artesanía de un simple mortal, en el fondo encontró ilusiones y encerró sus males entre paredes de terciopelo rojo y filigranas de oro y plata.


Abrázame A mi esposa América. Por. Isidoro A. Gómez Montenegro. Siento tu frescura calcinar mis entrañas. Contemplo huellas del marfil de tus dientes dejadas en mi piel. Sombra blanca de prurito rebelde. Agua instantánea fluye, quiebra el rocío. La lluvia arde entre ríos; desata mis pecados. Cascada de nubes verdes, viento de hojas secas, columna que sostiene el viento, adarme de cenizas de hojas. Lago intranquilo… donde bogo, chispa encendida en mi paraje. Me detengo a recoger tus frutos. Siento tu calor corporal en lenguaje de promesas al escuchar a Mozart o Beethoven. Emerges en trazos nuevos, delineo tus pies delicados, te elevas dentro del cuadro de la vida, trastocas el tiempo.


Abrázame… Quiero sentirte en la dimensión exacta del poema. Encuentro limo fecundo; simiente pura. Ansioso anhelo prender la claridad del cielo. Mi mano constructora, responsable, siente la lluvia de árboles quebrados; el tiempo desgarrado. En la ventana… Aparece la esperanza encendida… granada. Infinito silencio… bebemos del cáliz sin palabras. Exige la vida; la hora plena. Probamos la copa impoluta, transitamos las rutas en diadema del presente. Siento la luz viva emanar de tu ser. Conjugamos los anhelos en la piedra ancestral que enlaza cielo y tierra. Agradezco la dádiva suprema, los pulsos palpitantes… ¡El regalo de estar vivos!


Epistolar José Manuel Ambrocio Veracruz, México Que secreta fuerza hace mover mi pluma, que suaves versos y palabras vuelan, discretos buscan el resplandor de tu alma, el áureo brillo de tu sonrisa tu silueta perfecta que los guía. El cálido viento te llevara mis besos, recíbelos, el rumor de la noche mi voz, escúchala, siente mis caricias en la suave lluvia que toca tu piel, que no se pierdan, que la distancia no les impida decir que te amo. La vida nos aleja, cual hojas sin peso nos mueve, por diferentes caminos, diferentes destinos, sean mis versos el hilo conductor, del amor que siento por ti.


Bajo la Luna Llena José Rafael Rivero Venezuela @LetrasySentires

Era uno de esos días difíciles en los que el ajetreo de la semana te pasaba factura, terminaba el mes y torres de facturas y recibos se dibujaban en mi escritorio como una ciudad con muchos rascacielos. El café se enfriaba rápido y ya llevaba varios, quería terminar rápido, me iría en la noche de campamento y por fin coincidiría con Valentina, desde que la conocí sentía que debíamos coincidir en más espacios, pero el día a día nos llevaba por delante a ambos. Ella trabajaba del otro lado de la ciudad, su horario era más complicado que el mío, sin embargo siempre sacaba tiempo para distraerse, mientras yo lo hacía muy poco. Logré recorrer la avenida principal, con suerte no había el acostumbrado tráfico de un viernes por la tarde, quizás aún era temprano, aunque para mí era muy tarde, debía llegar aún a casa, darme un baño y salir mochila en mano. Me detuve en el minimercado y compré algunas cosas que me faltaban, incluyendo unos chocolates, nunca me iba de campamento sin chocolate, las noches no eran lo mismo cuando no los llevaba. Llegué a casa, me duché y emocionado pensando en el encuentro con Valentina, apresuré el paso y salí de casa dispuesto a pasar un fin de semana espectacular.


Valentina era una mujer hermosa, sus cabellos hacían un contraste increíble con su blanca piel, su cuerpo atlético mostraba su pasión por el deporte, su especialidad era el montañismo, la aventura. Había escalado algunos picos altos al sur del país y también era surfista, para mí era simplemente perfecta. La última vez que nos vimos fue en una reunión en casa de Andrés, otro escalador profesional, a quien conocí en uno de esos encuentros en las alturas montañosas, intercambiando bolsas para recoger la basura por café. Nos hicimos amigos todos los de ese grupo y eventualmente convocábamos a reuniones en montañas, siguiendo ciertas señas dejadas en el camino que sólo los invitados conocerían, eran claves para la seguridad y privacidad del grupo. Apresuré el paso, ya había llegado al pie de la montaña indicada y la noche se hacía cómplice como en cada ascenso. Ubiqué la primera seña y me dirigí cuesta arriba, bordeando la falda de la montaña por el camino que guiaba hacia el río. La frescura del ambiente era típica de esta época y algunas aves aún estaban por allí revoloteando, cazando pequeños insectos antes de irse a sus nidos. El sonido del río era el relax, la continuidad de la corriente de a ratos se cortaba por alguna rama o pequeña cascada, el cielo estaba despejado y ya a lo lejos la luna asomaba su brillo, como siempre subíamos en noches de luna llena, así no llamábamos la atención con las linternas. Mientras atravesaba un puente hecho con lianas y pequeños troncos, divisé una silueta entre los árboles, era ella, Valentina solía llegar antes que todos, armar su carpa y salir a ver a quien se encontraba en el camino.


Como si hubiese escuchado mis pensamientos se detuvo, volteó y sonrió, levanté mi mano para saludar y me acerqué. Un abrazo fuerte me dio la bienvenida a esta nueva aventura. Mi pulso se aceleró un poco y lo disfruté, creo que ella también. Mientras volteaba a ver si venía alguien más, me tomó de la mano y me dijo: “sígueme, quiero mostrarte algo que descubrí, no puedo esperar a que lleguen todos, estoy emocionada”. Sin dudarlo ni un segundo caminé de su mano por un sendero, me hacía seña de silencio, debía escuchar algo. Como a los cien metros se fue abriendo el follaje y allí estaba una cascada, a pesar de lo alta que era el agua pasaba a través de muchas ramas y hojas y terminaba cayendo como llovizna sobre un pozo que, a pesar que era de noche, podía intuirse era de aguas cristalinas. “Quiero darme un chapuzón antes que lleguen todos”, me dijo, esto se ve muy bueno.”¿Me acompañas?”, preguntó mientras se despojaba de todo y se lanzaba sin pensarlo mucho. “Ven está templada el agua, deja el morral allí y no lo pienses más”. Era fácil para ella decirlo, para mí toda una experiencia el que con aquella confianza se quitase la ropa frente a mí, desde que la conocí esperaba una oportunidad para conversar con ella, cualquier excusa hubiese sido buena pero, encontrarla allí llamándome, desnuda y a solas en plena naturaleza, era toda una de esas causalidades que tu mente y el destino te juegan alguna vez en la vida. No lo pensé más y entré al agua sin ropa. El agua no estaba fría, muy leve corriente indicaba que no había mucha pendiente más abajo o cuevas submarinas por las que el agua tomase impulso para bajar con más fuerza.


Valentina nadaba a mi alrededor la luz de la luna llena atravesaba las ramas y se creaba un ambiente espectacular con rayos azulados, brillantes, que hacían que ella apareciera y desapareciera frente a mis ojos, aun así podía imaginarla tan cerca… por fin… Conversamos, bromeamos de a ratos se subía a mi espalda, me apenaba que esos roces alborotaban mi piel, no sabía si eso la molestaría, aunque era casi normal darnos baños nocturnos desnudos en los viajes a espacios naturales, pero este momento era diferente, definitivamente. “Cierra tus ojos, no los abras hasta que te diga”, me dijo mientras se sumergió y sólo se escuchaba el suave rocío cayendo desde las alturas y mi corazón palpitando fuerte. Sentí un roce con su piel y mi cuerpo tembló, su cercanía causaba estragos. Moví mis manos de un lado a otro, buscándola bajo el agua pero ya no estaba cerca. Al incorporarme me pasó de nuevo por un lado, su mano pasó por mi espalda y giré rápido, logré tomar su mano, pero se soltó. Con mis ojos cerrados imaginaba mil cosas. Una vez más sentí su cuerpo rozándome, esta vez quedándose muy cerca. Salió a tomar aire y al incorporarse quedó de espaldas a mí, rozándome, despertando todas mis fantasías en un solo foco, ya era inevitable el desearla. Me sumergí siguiéndola, buscándola, rozando su cuerpo, abrazándola, subíamos juntos a tomar aire y nos sumergíamos, no existían las palabras, sólo agua, aire y dos cuerpos retozando bajo la luna llena.


Nos incorporamos de nuevo, esta vez frente a frente, la tomé por la cintura y la acerqué un poco más, sin palabras, sólo miradas, cercanías, roces… Podía sentir su ardor, en el vaivén del agua nos abrazamos, danzamos en un beso, luego otro, una hoja cayó en el pozo, mientras un nuevo abrazo, esta vez más fuerte, buscando la posición nos permitió fundirnos en un beso apasionado. Mis manos tallaban su cuerpo, recorriéndolo lentamente, grabando en mi mente cada poro, descubriéndola y encontrándome en su piel. Sus temblores me hablaban de su deseo, sus labios de nuestra complicidad, un vaivén suave se convertía en éxtasis y un leve jadeo se dejó escapar de sus labios. Su pecho me atravesaba, endurecido, punzante, invitando a mi corazón a latir más y más fuerte. Sentía que me quemaba dentro de ella, su lava ardía y yo avivaba esa fogata bajo el agua, retábamos al silencio, ahogando cada gemido entre besos y temblores rebeldes que creaban ondas continuas. Sin decir una palabra más, nos dimos un último abrazo antes de salir del agua, sin idea de cuánto tiempo había pasado. Debíamos llegar al campamento, quizás ya todos estaban allá. Tomados de la mano recorrimos el camino de regreso al campamento mientras ella me mostraba las marcas del camino, esta vez las había hecho ella, para guiar al grupo al sitio de encuentro. Una loma rodeada de eucaliptos con una zona despejada para acampar, era el lugar perfecto para resguardarse a la vez que se podía observar cualquier cosa que subiera por la ladera de la montaña, la luz de la luna llena permitía ver el suelo con facilidad.


Una fogata nos contaba que ya habían llegado, ella me soltó la mano y corrió a saludarlos, abrazándolos uno a uno les dio la bienvenida y me presentó a los que no conocía, el resto me miraba con sonrisa pícara, pero no hicieron comentario alguno. Preparamos una deliciosa cena, compartimos un café con brandy, Luis sacó la guitarra y comenzó la tertulia nocturna. Valentina se recostó a mi lado, como si fuese mi pareja desde hace mucho, tal vez era así y ninguno de los dos lo sabíamos… Tomé su mano y la besé, mientras la primera canción comenzaba a sonar: “imagine all the people living in peace….♪”.


ERA..... Lucila Reyes González México Era... que la poesía me impulsaba a correr tras de ti, Y aunque no debía, decidí seguirte a donde quisieras ir, En tu búsqueda incansable, también me involucre Pues ya estaba yo ligada a ti., a tus besos, tus palabras, era tarde para retroceder. Era... que decidí seguirte, sin rumbo, sin entender, A donde podría llevarnos este loco viaje, Que si podía llorar o sufrir, no lo quise saber Y decidí seguirte, donde fueras solo con el coraje Por que me impulsaba mi loco querer. Era, que lo único que en este mundo quería, Era sentir, el néctar de tus besos de sabores, Con la suavidad y ternura que nadie poseía, con tu presencia, tu esencia....... tus olores. Era que te quería querer. Era que tenía la necesidad de sentirme así; Abrazada por ti, envuelta en tus brazos Sentirte amándome, acurrucado en mi regazo Sintiendo en mis labios la esencia de tus besos. Aunque nadie lo pueda creer. Era que me entregabas tu locura y me hacías enloquecer. y le dabas sabor a mi vida y contigo me estremecía, Era, simplemente que no importa lo que pudiera suceder, Mientras estuviera contigo, sintiéndome querida, A nada, a nada le podía temer. .


Para que seas feliz. Lucila Reyes González México Cuando te pongas triste por cosas del amor, piensa que tu dominas tus pensamientos, que eres la causante de tus sentimientos, y decides si te causan alegría o dolor. Toma un tiempo para ti, y en esos momentos, ríe fuerte y manda todo al carajo, sin temor, deja atrás toda tristeza, celo o rencor, recupera tu vida y olvida los lamentos. No eres la única persona que sufre, el mundo esta lleno de eso, yo lo vi, quizá interesarte por los demás te ayude, Y te quite de pensar que el mundo gira por ti, has ejercicio, aprende cosas, conoce gente, amaté a ti mismo y solo así, podrás ser feliz.


Tu Nombre María Luz Olivares Aldana Veracruz, México Si crees que voy a decir tu nombre ni imagines que voy a mencionarlo al recuerdo de exóticos aromas que inundan con bálsamos las noches de mis sueños. Ni creas que voy a recordarte en esas noches de luna de hermosa transparencia donde escucho al aire que susurra promesas de amantes. Esos suspiros que abanican las palmeras de mi puerto le dicen al amante adiós o hasta luego. Hoy deshojo tu recuerdo en el cuenco del olvido y en las hojas amarillas en mi álbum de mis versos la tinta palidece en las letras de tu nombre. del poemario “ Misteriosa “


LABRIEGO DEL MAR Mary Bustos Bargas La Cruz-Córdoba-Argentina Con las velas hinchadas por el soplo de la pasión zarpas con chaqueta de algas luciendo la insignia de arena y sal. Con tu convicción recostada en el infinito surcas campos de espuma y los vientos te azotan sin piedad. Un sol ardiente lacera tu piel cobriza mientras las olas coquetean con el ancla. Labriego de alta mar himnos de esperanza conducen el timón. Y aunque la borrasca quiera torcer tu rumbo solo regresas cuando las redes enmarañadas en la marea muestran su vientre repleto de frutos. Entonces tu sirena quejumbrosa hiere el atardecer los peces sonríen a tu paso y un cordel de caracolas engalana tu barca.


IMAGEN Mary Bustos Bargas La Cruz-Córdoba-Argentina Tu imagen enmascarada en el espejo Acecha escrutadora desde el infinito. Hay un reflejo que palpita. Temblor de brumas que contiene la certeza. Sueño sutil, incierto o ilusorio Es una sensación que invade los sentidos. Un símbolo quizás una señal, un guiño. Tu presencia que añoro. Atrapada en la luna de tu azogue. Ése, que enseñorea el viejo mueble que antaño te sirvió de ropería.


TANGO AZUL. Osvaldo Pettinicchio (Daniel Vattimo). ARGENTINA. Tango burlón y arremetido que camina sin sentido su percal. Marca de farol y de empedrado, de una calle con llovizna, de una esquina arrepentida que olvido su soledad. Sola, como aquel antiguo espejo, que no es nadie, que está viejo, y que llora sin buscar… Letra que se esconde en su vacío, que perdida en ese frío, no volvió. Rima, menesunda de gaviotas que hacen coro con jilgueros, paredón que esconde un celo con la fiebre de matar. Destino, huella viva que separa los caminos, que sorprende sin aviso. Que se pierde entre sus sombras. Viento azul.


…ESE CUENTO DE ÁRBOLES Y VIENTOS. Osvaldo Pettinicchio (Daniel Vattimo). ARGENTINA. …Me cuentan que cuando te pienso y el recuerdo que viaja en los ángeles de la Luna y el Sol me atrapa y me habla, me besa y me traga, yo me enredo en palabras de lenguas distantes con el gusto agridulce de azúcar y de sal. Que me miro las manos, que me detengo a pensar y aparece algo de vos. Una nube desnuda, un pájaro, que por sobre todo solo quiere y me pide que lo deje volar… Todo empezó en el azar, donde el pensamiento se queda sin vos. Y vos me tejes ese cuento de árboles y vientos, de un quieto silencio, de un ciego sabor de colmenas, de abejas haciendo el amor. Yo no sé por qué no me encuentro, si se escapa un ángel, se abre un pentagrama y se transforma en amor… ¡Vaya! Justo en el último día, cuando todo enmudece. Cuando llega el final.


Y EL JUEGO YA SE VA… (Mi Consciencia). Osvaldo Pettinicchio (Daniel Vattimo). ARGENTINA. Era un sábado cercano al mediodía. Mis sesenta miraban a los chicos de allí. La plaza estaba plena de Sol y de aire fresco. Mis nietos comenzaban a jugar. Yo los veía crecer. Como no había lluvia por la que preocuparse corrían, corrían y andaban por allí. Yo los miraba con mis ojos de rubí no podía con las lágrimas nadando sobre mí y estrellándose en el pasto. Hubo un atardecer en aquel día especial cuando llegó la puesta del Sol. El aire comenzaba a refrescar. Ya era hora de decir adiós de regresar a casa y merendar. Yo los veía crecer. Ellos me miraron. “No recordamos quien eres” dijo uno “disculpa anciano pero el tiempo pasa…” Yo los miraba con mis ojos de rubí no podía con las lágrimas nadando sobre mí y estrellándose en el pasto. Pero el juego se va Y yo no los vi crecer jamás.


"Si me vez amor" Patricia C Cervantes Domínguez Veracruz, México Amor ... Si me vez que callo es porque te amo, si me vez q hablo es porque te amo, si vez q río, es porque te amo, si vez q lloro, es por algún motivo o tuyo o mío, existió un reclamo, mas aun con eso yo mucho te amo. Si vez que dormida sueño, y digo tú nombre es porque en mis sueños yo te sigo amando, si vez que lento camino, es porque te amo y estoy esperando... Si vez que a veces yo corro, no estoy huyendo, es porque a mi paso alcanzarte quiero...l estoy intentando para no separarnos. Si vez él mismo cielo ... Es porque de la mano juntos tomados estamos. Si me vez que escribo, o me vez pensando es porque esta historia que tenemos hoy la estamos armando, con tu puño y letra, cerca o alejados ... Estamos fundidos, nos estamos amando.


LÁGRIMA Ramón de Jesús Hernández Olivares Veracruz, México Objetos inertes, sombras tristes, a lo lejos un reloj sincopado, un gato maúlla en patios vecinos, aroma a canela quemada. Observo tu silueta y como pinceles mis anhelos dibujan tu mirada, mi vista se nubla por transparentes recuerdos, mientras mi boca cerrada ¡Maldice las horas! El corazón se agita como un metrónomo, mis pensamientos bombean ideas a muerte, bajo mis ojos al plato de antaño, bebo un trago amargo. Cae la gota del desprecio sobre la copa, olvidas promesas y tu voz suena a infierno, la felicidad ¡Llora! ¡Está de Luto! Del Poemario “ Pétalos Azules “


MIS OJOS TE BUSCAN. Sar Poet Romero Argentina Las calles del tiempo esperan por ti mientras mi ojos te buscan... Las luces de la acera juegan con las mariposas mientras mis ojos te buscan... Los autos van y vienen como sin destino mientras mis ojos te buscan. La gente juega a los extraĂąos ignorando sus conciencias mientras mis ojos te buscan Y tĂş estas siempre sentada en mi mente silenciosa y mis ojos te encuentran.


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