Junio 2016 Año 4 Ejemplar No. 24
TODAS LAS PUBLICACIONES TIENEN DERECHO INTELECTUAL DE AUTOR Y SON PUBLICADAS CON AUTORIZACIÓN Y BAJO SU CONSENTIMIENTO SIN FINES DE LUCRO
https://www.facebook.com/poetassinfronteras. mex
http://poetassinfronterass.blogspot.mx
poetassinfronteras@hotmail.com
ALGUNAS VECES J.Gregorio México Yo escribo algunas cosas Y otras veces Algunas cosas Se escriben sobre mí, Algunas veces Escucho algunas voces Y otras voces Algunas veces Me parece oír, Nótese Que aún no logro distinguir De qué lado sucedo, Si de la mano a la boca, De la pluma al oído O del silencio al papel.
Del la antología Poesía y Cuento, Fragmentos de luna, Destellos.
Caerá Iván Montoya Vázquez México
Caerá en la noche tu renacimiento En el ayer el susurro de tu voz Tu mirada cristalina y transparente como tu alma La dulce melodía que hace latir mi corazón Vivo prófugo de tu recuerdo Soy adicto a tu mirar A tus ojos negros mi alma A tus gestos que me hacen suspirar Soy adicto a tu pensamiento A tu sentimiento puro lleno de bondad A tus abrazos llenos de cariño A tu forma de pensar Soy así solo así A la vida que más le puedo pedir ¿Solo a ti?
Efímera Iván Montoya Vázquez México Quise pensar que tal vez no existió Que fue un sueño pasajero Con el cual nunca volvió Quise pensar que se ocultaba al salir el sol Que podía buscarla entre las rosas Entre el jardín donde la flor se seco Pensé en el sol ¿Él fue quien la marchito? Pero me olvide de mí, el culpable Que por los miedos, con el olvido La desilusiono. Y paso a ser efímera Con una luz entre los cielos Y entre los campos arados Danzando en la noche como la musa que es Entre mis pensamientos que yacía efímera Y recordé su risa su encanto Paso de ser efímera a ser recuerdo.
Había una vez… María Estela Rodríguez Argentina
Así es como comienzan los cuentos. Una aldeana, un día conoció a un príncipe, ella lo veía hermoso, con una figura esbelta y unos ojos que la cautivaron, pero el corazón del príncipe ya tenía dueña. Su compañera era frágil como un cristal, él, la cuidaba con mucha devoción, pero necesitaba de otros brazos para satisfacer su hombría y así se acercó a la aldeana. Todo comenzó con una amistad, cada uno con su pena, se apoyaban mutuamente, contaba cada uno lo que al otro le pasaba, hasta que comenzó a decirle esas cosas que a la aldeana la hacían sentir algo dentro de sí. Palabras bonitas e insistencia por tenerla en sus brazos, la aldeana fiel a sus buenas costumbres, aunque lo amaba, sentía pena por el cristal que el cuidaba, un cuerpito frágil que día a día se apagaba.
Así pasaron los días, los meses y los años, la aldeana sentía que ese amor iba creciendo en su pecho, aunque su vida estaba atada a un hombre que la había hecho sufrir mucho y ya no sentía amor por él. El triste día llegó, esa vida frágil que el príncipe había cuidado con tanta dedicación, Dios quiso que dejara de sufrir y buscón un lugar bonito en el cielo para ella. Él estaba muy triste, y no encontraba el camino a seguir, como un caballo desbocado salió a trotar por los campos sin saber en realidad a donde iba. La aldeana que había guardado celosamente su amor muy dentro de su corazón, esperaba que él la buscara, pero ya tenía la libertad de elegir a una mujer bella que lo acompañe en su loca carrera. Muy triste la aldeana lloró, lloró mucho porque el ya no la llamaba ni tenían esas largas charlas como antes, contando sus penas y alegrías, aunque pensaba que no tenía nada para darle, no tenía belleza ni cultura, tenía la esperanza que el la buscara, sumida en su dolor ya no quiso amar a nadie más, su corazón estaba totalmente destrozado, su príncipe se había olvidado de ella.
Tormenta Alejandra Abrahan Primera mención Concurso de cuentos de la Municipalidad de Azul
Carolina tamborilea los dedos en el marco de la ventana que mira hacia el jardín. Pálida, contempla el viento que trae la lluvia. Las nubes oscuras bailan sobre las casas que comienzan a recibir los primeros goterones. El polvo de las calles de tierra se levanta en miles de pequeños remolinos. Un sauce viejo se deja llevar y traer por un ventarrón como los cabellos sueltos de las niñas que corren y juegan en la siesta tucumana. Ella, tal vez, mira sin ver; sus dedos tamborilean nerviosos, semioculta entre viejas cortinas de color lavanda. El tiempo ha marcado surcos como ríos secos en sus manos. En cierto modo, el ruido de los truenos la transporta al recuerdo y el pasado la cubre con su marca. Fue en una siesta candente. El sol quemaba la tierra cuarteándola en círculos como piel reseca. Había mucha humedad en el ambiente y soportaban una temperatura de cuarenta grados.
Carolina correteaba en el patio con Mario y Antonio, sus primos. Aún tenía piernas torpes de niña pero fuertes y bien formadas. El cabello siempre hecho un desastre, largo y renegrido. Corría con los muchachos tras una pelota de plástico. El sudor le caía en gotas por los costados de la frente y las mejillas rojas parecían arder. El juego se detuvo con el silbato del achilatero. Todos salieron a la calle con sus moneditas de cincuenta centavos a comprar la golosina helada.“ ¿Cuántos años han pasado? ¿Había cumplido once o doce?” Quizás era mejor no recordar. ―¡Dale, Carito! ¡Dale! ¡Vamos a jugar a la escondida! ―gritaba Mario. ―¡Esta chinita no termina la achilata! ―protestaba Antonio―.¡Dale, dale! En esa época, las casas, por lo general, no tenían tapias divisorias. En los fondos colindantes crecían plantas de cañas huecas. A su sombra se reunían los niños, a veces a tomar la achilata y muchas otras veces a contar los cuentos que relataban las abuelas acerca de los duendes sombrerudos que se llevaban a los niños desobedientes. ―¡El último es el hijo de la pila mota! ―Desfilaron atropellándose hasta una pared lateral de la casa de Carolina. ―¿Quién la cuenta? ¿Quién la cuenta? ―Ta, te, ti, suerte para ti, si no es para ti, ¡Será para mí! Antonio y Carolina corrieron a esconderse mientras Mario, tapándose los ojos, se apoyaba en la pared y comenzaba la cuenta. El viento volaba los cabellos de Carolina y la envolvía, bruscamente, un remolino de tierra anunciando la tormenta. Las nubes, como negro
algodón de azúcar, se acercaban muy rápido. Para que no la encontraran, cruzó al patio vecino. ―¡Carito! ¿Qué andas haciendo? ¡Vení!―la llamó Manuel, el vecino. ―Estamos jugando a la escondida ―dijo apresurada. ―Vamos. Te abro el galpón del fondo: ahí no te encontrarán. El viento azotaba las cañas huecas y revoloteaban las nubes negras que dejaban escuchar los truenos todavía lejanos. La ropa colgada a secar rodaba en montones sucios de nuevo. Entraron al viejo galpón. Había un mesón de carpintero, encima de él unos cables pelados colgaban del techo y una bombilla que parecía a punto de quemarse, herramientas esparcidas por doquier, botes de pintura casi vacíos y un insoportable olor a aserrín. En un rincón estaba un camastro con un colchón estropeado que apestaba a orina de gatos. Manuel la tomó de la mano y la sentó junto a él. Entonces sacó del bolsillo un alfeñique y se lo dio. ―Abrilo, cómelo. Ella sonrió y entre sus dedos hizo girar el envoltorio hasta desenvolverlo completamente. Sus ojitos brillaron al sentir el azúcar en la boca. Manuel, con descaro la miraba, no le quitaba los ojos de los labios mojados. Con un brazo la acercó rodeándola por encima de los hombros y le acarició las mejillas aún enrojecidas. Ella trató de deshacerse de él pero la apretujó más y le dijo que no debía gritar ni asustarse. A la niña se le aceleró el corazón. Con la otra mano le apretó una de las rodillas y la chiquilla empezó a temblar.
―No vas a gritar. ¿No? No. ―No ―murmuró espantada. Deslizó aquella mano enorme y tosca por debajo de su falda hasta la entrepierna. Carolina se agitó y quiso gritar, pero Manuel le tapó la boca. ―¡No grites que te voy a dar una paliza! ―la amenazó con brutalidad. Entonces se propuso recostarla en el camastro, pero la chiquilla escapó metiéndose debajo del mesón. Afuera los primeros goterones que caían se mezclaban con las piedras del granizo que parecían nueces. Golpeaban con fuerza el techo de zinc, y el ruido estrepitoso no dejaba adivinar lo que ocurría dentro. Cuando el hombre intentó alcanzarla, cayó un rayo a poca distancia y el estruendo lo hizo tambalear y enredarse con los cables que pendían sobre el mesón. Al estar descalzo, su cuerpo recibió una fuerte descarga eléctrica. La niña lo vio convulsionar en el suelo por un instante y cómo poco a poco iba quedándose estático con los ojos muy abiertos. De pronto una piedra golpea el cristal de la ventana y Carolina retorna al presente. Un rayo parte la tarde y la tierra cruje bajo el sonido del granizo. Un granizo igual a aquel de su recuerdo. Vuelven a tamborilear sus dedos en el marco. Afuera los primeros goterones siguen levantando miles de pequeños remolinos de polvo.
Una carta al cielo América Guerrero González México ¡Querido Dios! Sé que tienes en tu reino al hombre que más me amó, sé que has de lucir bellas sandalias, pues su oficio, después de jubilarse de Pemex, era el de zapatero, aprendió a cortar zapatos en los EE UU, cuando anduvo de bracero. Construyó el local de la zapatería a orilla de la banqueta, con vista a la calle Fco. Ferrer Guardia de Cd. Madero, Tamaulipas. México. Ejercía con mucho placer el oficio, ¡yo era su ayudante!, le llevaba su café calientito, riquísimo, de olla, preparado exprofeso para las cuatro de la tarde, pan recién horneado, hecho en casa, por las manos prodigiosas de sus hijas, que, lo amaban tanto como yo, toda la familia disfrutaba del delicioso pan y el café. Espero que disfruten allá en el cielo esa costumbre, como él la disfrutaba entre nosotros. Mi “Quequi”, (nombre de pan dorado de la parte de arriba), me llamaba de cariño por ser morenita y porque era su pan preferido. Querido Dios, dile por favor que lo recuerdo con mucho cariño, hace más de 50años que está contigo. Dile, que hace unos años, en un ejercicio, de esos modernos, donde inducen a la gente a tener
regresiones, que sirven para que uno se quiera y se tenga confianza. A la hora de llamarme a mí misma con cariño, recordé aquella palabra “Quequi”, se me había esfumado de la memoria, en ese momento me di cuenta que la persona que más me quiso de niña, fue él, pero, todo lo bueno termina pronto. Se me fue muy joven, dejándome muy pequeña. Recuerdo ese día, salimos temprano de casa muy felices, tomados de la mano, rumbo a la Refinería Jaime Dovalí de Cd. Madero, subimos al tranvía, llegamos a la Refinería, hicimos la fila para cobrar su pensión, regresamos en el tranvía, nos bajamos en el mercado, compramos frutas, volvimos a tomar el tranvía a casa. Al llegar se sentó en su sillón preferido, ¡corrí por sus sandalias!, mi abuela recibió la fruta con cariño. Cuando regresé con las sandalias en la mano, ya no se movía, se quedó dormido, sereno, feliz por nuestro paseo, mi abuela estaba en la cocina guardando la fruta, Poco rato después, las preguntas me aturdían: ¿A dónde fueron?, ¿Con quién platicó tu abuelo?, ¿Discutió con alguna persona?, ¿Se cayó?, ¿Te dijo si se sentía mal? Eran muchas preguntas para una pequeña de 5 años, que no se daba cuenta de lo que había perdido en ese momento. Gracias Dios, por tenerlo en tu seno, donde algún día nos reuniremos. Hasta pronto.
P.D. Se me olvidaba decirte mi abuelito se llama Hipólito Guerrero Acuña. Otro olvido, Tú, todo lo sabes, todo lo ves y estas siempre a mi lado. Recuerdos… América Guerrero González. México
Mi abuelo me dijo: ¡No estés triste mi Quequi! Ya vas a ir al kínder, a la escuela para que aprendas a leer y no te vuelvan a poner en evidencia. Mira que decirle tu papá a tu tío Bicho que todo lo que le habías leído del Selecciones no es cierto. ¡Sólo porque no sabes leer! Ellos no conocen el secreto que guardas, que sólo yo comprendo. No saben escuchar tu corazón como lo hago yo. ¿Qué extrañas a tu mamá? Lo sé. ¿Qué cantas en el espejo? y pláticas con no sé quién, lo sé. Yo te comprendo después de… 10 hijos. Conozco los secretos de los niños, en especial tu corazón, es algo muy amado por mi. No sufras; “Si tus padres no te quieren”, “Aquí estoy yo” dice el Creador a sus hijos. Ya aprenderás, verás a leer y escribir, estudia mucho, se una mujer diligente, no pierdas tu sonrisa, ni el amor al prójimo. Hoy, después de tantos años la Maestra Martha nos enseña, fíjate, aún sigo estudiando y ya soy abuela de tres hermosas niñas. Cuanta falta me hiciste, abuelo, después de acudir a tu llamado eterno.
A mi madre Lucila Reyes González México
Hermosa Rosa convertida en mujer eres maravillosa como la primavera postrada así quien creyera que has tenido días mejores; llenos de alegrías esencias y olores, quien al verte así…. quien dijera. Pero, tu valentía nace de tu alma eres femenina y eres fuerte, aùn débil enfrentando la muerte te levantas potente y valerosa, sé que esta tarde saldrás victoriosa y todos vendremos felices a verte. Sabremos disfrutarte en este día Ya que estamos todos contentos De verte así sana bonita y radiante Brindándonos tu alegría Olvidando los malos momentos Y ver tu figura bella y tu gran talante. Luce como esa estrella inalcanzable cuyo brillo jamás termina, así como a la mujer el poeta imagina llena de paz amor y ternura; sigue luciendo así como ninguna y danos por siempre tu amor ¡Madre divina!
¿Por qué callo? Lucila Reyes González México
Que me golpeas y no está bien, ¿que me maltratas? lo sé que me engañas, ¿con quién? que me defienda, ¿podré? y me preguntas con tanta desfachatez:¿Por qué callas? qué ¿Por qué callo? ¡No sé! Será ¿ignorancia o estupidez? o la vana esperanza que ¿algún día cambies? ¿será que es una relación sadomasoquista y más que una ley necesito un analista? ¿Será que me gusta sufrir? Será que conociendo mis derechos decida ignorarlos y resulta que quiero ser infeliz. Será que soy culpable. madre de todos los machos del mundo, generadora de un mundo indeseable, ¿y sólo yo puedo cambiar el rumbo? Me pides que enfrente mi suerte o que regrese a ti, ¡este consejo sería mi pena de muerte!
y jamás volvería a ser feliz. ¿Qué tal, si soy valiente, y te denuncio y salgo a luchar? ¿Qué tal si levanto la frente y ya no me dejo maltratar? Tomaré las riendas de mi vida y no me dejaré manipular, pues: sé que las leyes me protegen y tú, no me volverás a golpear.
Mágico Momento. Santa Velia Flores Sabinas, Coahuila. México.
Una de la mañana muchos pensamientos y sentimientos desfilan por mi ser. El sueño, a lo lejos prefiere ni llegar. El dulce recuerdo de ese medio abrazo que atrapó mi corazón ha hecho que imagine ....como será un abrazo entero? ....atrapará mi alma? Y un beso tan tierno suave y fresco, como amenaza a ser adictivo. Mágico momento como una ensalada que nos regaló la vida, con un medio abrazo, besos y manos tomadas. Queriendo vestir de eterno esos instantes, como amalgama perfecta de sentimiento y respeto.
A mi padre Isidoro A. Gómez Montenegro. Veracruz, México Revisando mi libreta de recortes encontré una de las últimas cartas escritas por mi padre QEPD. En 1992 apenas alcanzaba a dibujar la letra con mucha dificultad. Hoy padre mío necesito tu cotidianeidad, tu congruencia con lo que pensabas, te recuerdo con realidad y esperanza. Cierro los ojos, te imagino dándonos amor cuando llegabas de trabajar y estábamos dormidos mi hermana y yo, entorno los ojos y te veo como siempre, sencillo, con amor, con un libro en la mano. Recuerdo cuando atisbaba a tu cuarto, estabas siempre leyendo o corrigiendo algún artículo, perfeccionándolo, quitándole palabras de más, o poniéndole otra que diera la misma idea. ¡Cuánto te tardabas en escribir un artículo! En mi imaginación sublime veo tus dos trajes, tus camisas blancas de manga larga, todo listo para los viajes, cada vez mas frecuentes. Cundo te jubilaste te acompañé a México, paseábamos por San Juan de Letrán, veíamos las librerías, íbamos a las librerías de viejo de la Guerrero. Un día sacaste un libro de un anaquel y me dijiste: Hay que ser muy bueno para publicar un libro, la SEP sólo edita 500 libros a buenos autores y los obsequia. Al remembrar todas estas cosas no las disfruto como quisiera porque también veo tu perfil en el catafalco. Nuestras últimas conversaciones cuando tenías 79 años, me levantaba temprano y ya estabas forrando algún libro, esperando a que diera el sol en la ventana de la sala, donde te sentabas para poder leer, una de esas veces me diste un abrazo, te llevé al circo, casi tuve que cargarte para sacarte del taxi. La tristeza me invadía al ver que fuiste perdiendo la vista, te negabas a usar bastón o la silla de ruedas. Finalmente el cáncer y los años te dejaron postrado en una cama
ortopédica, mis hijos Isidoro y Jorge te fueron a ver, yo no podía verte así, aunque siempre negaras el dolor, a mí me dolían las llagas de tu cuerpo. Después de tantos años aceptaste mi gusto por la poesía, me contaste que habías conocido al poeta Pablo Neruda en una visita a casa del Lic. Lombardo Toledano, también que en un viaje a Moscú te hiciste amigo de Abel Quezada quien compartía tus pensamientos. Ellos partieron primero que tú, al igual que tus camaradas Heberto Castillo, Lombardo Toledano, Alberto Lumbreras. Las veces que visité nuestra casa en Cd. Madero, las enredaderas trepaban, recorrían las celosías de entrante. Mis manos tienen memoria, saben dónde se encuentra cada uno de tus libros, de cada librero. No has muerto padre mío vives aquí en mi memoria, en estas líneas que hoy guardo para mis hijos, para mis nietos y ellos harán lo propio. La tribuna quedó vacía, la Olivetti aún conserva una hoja amarillenta que quedó a la espera que dejaras caer en ella la palabra, tus palabras de peso que ni el tiempo, ni el aire, ni la lluvia diluirá. Te confieso que el brillo y el amor de mi madre nunca opacó tu figura paterna. “La vida de mi padre se fue extinguiendo, como las lágrimas de una vela, predicó entre los hombres la solidaridad humana, lo que los cristianos llaman caridad (mal entendida) En cualquier paraje que te encuentres sé que estás bien, mientras la greda caía sobre las lozas, llovían flores sobre su tumba como premio a su insigne vida”. El 31 de diciembre de 1997 fue al encuentro con Dios.
"Asesina de tu amor..." Patricia C. Cervantes Domínguez Veracruz, México Soy asesina del silencio de los gritos de tu alma. La tortura fueron mis besos Qué recorrieron con calma Cada parte de tú cuerpo La sonrisa fue mi arma... Asesina soy del tiempo que me llenó de esperanza. De ilusiones me alimento a mi ira dio paciencia... Para atrapar al silencio Y no pensar en venganza. Soy asesina de un alma Qué a mi mente enloquecía Pero que hoy ya no reclama de ese amor que pedía qué deseaba qué soñaba Esa alma es la mía ... Qué de tu amor mendingaba. que te escribía poesía. Asesino hoy a ese amor Qué sólo fue de mentiras... Del dulce eco de su voz ... De su mirada cautiva. Para quedar sola yo Sin esperanza en la vida. Pues hoy entierro ese amor que estaba lleno de espinas.
"¿Cuánto dura el Amor?” Patricia C Cervantes Domínguez Veracruz México
¿Cuánto dura el amor? Si no sabes cuando estás perdido Cuando llegó o si ya estaba contigo... Quien lo olvidó y sacó de su camino. ¿Cuánto dura el amor? Si no sabes distinguir cuando es bueno o es malo Aquel que con palabras te lo dio Más sin pensarlo luego se marchó Haciéndote de él sólo un esclavo. ¿Cuánto dura el amor? Si siempre en el aíre se dispersa. Si lo dejas que en besos se disuelva Si no está en el que se va o que se queda... Ni en la mano que dio una promesa Acaso sólo vive en mi cabeza? acaso sólo existe en mi cabeza?
Un Mundo Aparte Arniel levis Venezuela
En el mundo del amor, corre el agua de la ilusión, Por vertientes apasionantes, por caminos insospechados Y se desboca entre cascadas, quebradas y escorrentías Barriendo a su paso todo lo que está mal, lo que no nos gusta En el camino de la dicha, los bordean blancas flores Y su perfume llena de luz la estadía en este mundo, De olores las aceras, de color todos los intempestivos atajos Y de suaves texturas los pasos que al final te llevan En la fantasía del romance, duerme el hado del amor Y llena de magia el ambiente, como luz, como brillo, Llenando de felicidad el mundo en el que me muevo Y quiero seguir soñado, sin despertar, eternamente…
EL HADA Daniel Blanco Duren Chile
No es un secreto eres hermosa. Al fin abriste tu corazón en mí tus brazos al aire burbujeando estrellas. Disfruto tanto beber tus palabras necesitaba oírte conjurar tus hechizos escuchar el canto amable de tus mariposas y el aire nocturno de tus sílfides manos. Eres el hada aunque mis ojos no vean. Real y tangible, palpable y entera, como el beso de tu pecho de tus labios de agua.
COMO UN ROBLE (A mi padre) Santa Velia Flores B. Sabinas, Coahuila. México Aquel hombre con mirada enérgica y corazón blando que supo sortear la vida entre tempestad y remanso. Tan suave como la espuma pero firme y autoritario que guiaba a su familia tan bien como a su arado. Que de su siembra en la vida es orgullo de sus hijos. Ese niño adulto que jugaba con el cielo, las estrellas y los ríos en el rancho aquel donde vivía nunca le gustó ser flor de asfalto. Pero un día.... el destino le jugó una broma y lo obligó a sentarse en su sillón. y de la nada sus luceros se apagaron la luz ya nunca más vio.
Que no fue impedimento a su alegría y revivía historias que a los suyos compartió. Así fueron ya sus días entre médicos, amigos y familia, fueron pasando los meses; cuando frotaba sus manos decía: "Ya tengo manos de señorita" Entre broma y chascarrillo un día se vistió de eternidad con sus zapatos tan brillantes, de una luz infinita como para recompensar la que un día le faltó. Ese fue mi padre como un roble vivió sólo una tempestad pudo doblarlo el llamado del padre celestial al que él siempre respetó. Las ramas que aquí quedamos no olvidamos esa raíz y nuestro corazón da un salto al saber que sigue siendo feliz.
NACIÓ DE UNA MENTIRA Maruca Rodini Argentina Fueron tantas las mentiras y engaños, es como una sombra que pasa. Miré el cielo, las nubes estaban Grises y turbulentas. La mentira cuando se descubre, sólo nos da dolor, mucho queda por decir, pero más por callar, ¡Quién sabe qué voy hacer! Porqué quiero olvidarte y no puedo, es muy triste vivir soñando, es un mundo que no existe. Mi tristeza tuvo un sentido, hoy me encuentro herida, arrepentida. Quiero que me perdones, es qué te amo de verdad. Tú me amabas demasiado, yo no te daba treguas. Todo fue una mentira, ahora te adoro de verdad, me enseñaste mucho, no lo voy a olvidar. La verdad perdura en el tiempo, quiero una mujer a mi lado, porqué aprendí amar en realidad. Así nació de una mentira, el amor que te quiero dar..
FRÍO EN EL ALMA. Maruca Rodini Argentina En esas noches frías sueño contigo, siento el corazón helado como si el pecho sangrara. Es por tu ausencia el dolor que me causaste, no me deja vivir, guardo un sufrimiento que invade mi cuerpo. Quiero calentar el alma cruza en mi garganta un nudo -que me asfixiade la congoja que me atrapa -por eso necesitotus manos que me acaricien hasta mis entrañas.
Carta. A mi Padre que ya no está. Maruca Rodini Argentina Anoche te tuve cerca nuevamente y soñé contigo. Volvieron en mí los maravillosos momentos Que pasamos juntos en familia. Sentí que me llamabas por mi nombre reflejándome ternura de padre. Veía tus grandes ojos negros y la mueca de sonrisa en tus labios mostrando un hermoso gesto de alegría, cariñoso y sincero como siempre lo fuiste, un hombre con la palabra justa. -Desperté-… Caían lágrimas sobre mis mejillas pensando en ti y recordando las nostalgias que guardo con mamor dentro de mí, como en un cofre cerrado. Todo quedó en el pasado, años lindos, otros no tanto, luchaste junto a mi madre con mucho cariño para seguir adelante en todo momento. Y llegó que te fuiste para siempre, Dios te llamo. Me has dejado, quedé con mi corazón lleno de tristeza. Pero sé que estas acompañado por los ángeles y las estrellas luminosas que reinan en el cielo. Padre, te llevo en lo más profundo de mí ser como una luz que nunca se apaga.
Mi Héroe Carmen Marisol Sotomayor Ramírez Puerto Rico
Mi padre es mi héroe porque ha transformado mi vida con un caudal de alegría Siempre me apoya y me brinda amor con total dedicación Por eso y siempre soy feliz de tenerle presente. Todos sus consejos son bálsamo de sabiduría que con su experiencia Deja reflejado en mi ser un manantial de aprendizaje Como reflejo de mi vida y guía a seguir. Reflejo de amor tan tierno y eres mi héroe Donde vivo cada día feliz y orgullosa de tenerte. Padre amado padre admirado Mi mayor tesoro paternal mi heroico padre A Dios le doy gracia por cada momento de vida Porque sin tu presencia yo no tendría mi esencia Porque transmites en mi amor y valores Y en este día tan especial y por siempre estarás presente en mi ser.
De Orilla a Orilla Zaradyel España
De orilla a orilla en singular silueta navegaremos bajo la tormenta cobijados con la briza traviesa que golpes nuestros rostros nuestros cuerpos abrazando las circunstancias que nos rodean con fuerza de superar la que sea con calma lejana de dicha alcanzada nuestras frentes en alto y nuestras manos sujetas De orilla a orilla sobre una barca insegura pero con firmeza abrazando nuestras metas con sutil dureza sonriendo a la efímero, apoderándonos de lo eterno dejando que la espuma nos cubra con la helada sal de la bóveda celeste y desplegar mi alma a tus deseos sintiendo como tu alma crece fraterna ante los míos De orilla a orilla flotando sobre los sueños perpetuos volando a lo efímero llenos de sonrisas y de dichas nadando en las aguas heladas valorando los pequeños brillos de orilla a orilla juntos en el mismo camino...
Apa Zaradyel España
Aquella noche mis ojos lloraban como un niño pequeño desprotegido mi corazón latía con sin parar y mi alma gritaba asustada Tenía guardada mil melancolías de mi vida pasada y aún con esperanza era un gran vacío en el que me encontraba. Tus manos serenas y robustas tomaron mi rostro con firmeza pude ver tus ojos claros y fijos como nadie me había visto no observabas mi suelta, vislumbrabas la agonía de mi alma sonreíste y abriste tus brazos como el cobijo de un padre. Era uno más de mis cumpleaños donde la soledad era mi mayor regalo se me había negado de nuevo el cariño fraterno que todos anhelamos en silencio ese regalo con el que muchos nacemos y otros sin hacer nada perdernos pero tú me diste cobijo y aliento entre tus brazos maduros. Pude sentirme al fin seguro y tranquilo había un padre que me cuidaba
el pastel era pequeño comparada a la dicha que ahora me regocijaba mi espíritu comenzó a brillar como la vela que marca la edad supe que dese ese día cada año marcaría una gran diferencia. Hacía muchos ayeres que cada año era triste para esas fechas cuando el decidió dejarme pero ahora contigo a mi lado seguro, como un guía y un amor eterno me di cuenta y comprendí que un padre no es aquel que engendra un padre en quien da apoyo, confianza y guía, amor y esperanza.
Como podemos entonces equivocarnos a veces llorando a quien nos niega tal cosa sin darnos cuenta que quizá este el símbolo de esa palabra en alguien más allá de edades o posiciones sociales hoy me doy cuenta que tu eres mi padre, gracias apa.
COMETAS QUE FALTAN. Nelli Edith González acosta. Uruguay. Lleva el niño en su mano una hogaza de pan duro. La calle es aquel lecho que otro mira con zozobra. La lluvia le atrapa impía, en el umbral bien cerrado y nada esconde aquel frío que a su cuerpo deja tieso. Es un ángel, es un niño de mi tierra con la pobreza de un beso, de la caricia y la ternura, del arrullo melodioso de una madre por las noches. Es un niño que deambula solitario por las calles sin un sendero de luz, sin su lecho calentito ni un plato de comida que le llene y alimente. Nada malo él ha hecho y le miran con desgano porque con su sucia mano, a sus labios agrietados lleva la hogaza tirada que en la basura encontró. Nadie vela por su dicha, por sus juegos, por su educación y salud. El es un niño en la calle, en primavera ¡Y sin cometa!
MADRE Nelli Edith González Acosta Uruguay
Allí resurgiendo entre las gotas de lluvia estabas tú. Adorable y con la vida pendiendo de una pequeña ramita, valiente ante lo adverso. Enfrentando el frío viento de esa mañana gris, conmovida por las gotas ¡Pero viva! Allí, cerca del portal, anunciándome el sentido de la vida, recordando mis raíces, viéndome sollozante ante las pérdidas. Me dabas con tu ejemplo el valor, que esos días me faltaba. ¡Allí estabas tú! Me ofrecías el abrazo que nadie me dio y la valentía que nunca he tenido. Aquel día oscuro se grabó en mí Pero fuiste tú quien con paz eterna, de amor me llenaste, como en otros tiempos de dolor y pena. Y partiste alegre, diciendo que estabas Muy bien y feliz. ¡Aún te siento a mí lado! Madre, no supe entender hasta tu partida tan presta, tan triste. ¡Y aún sigues aquí! Te guardo en mi pecho.
POTRO CABRÍO Nelli Edith González Acosta País: Uruguay. Junio 2016 Me has dedicado una rosa, una rosa aquí en mi pecho duerme cual niño pequeño mientras sueña en su lecho. Me has dejado flores nuevas ramilletes de coloridos matices, que dormitan en mis sienes. Pero no he visto tu mano colmar de caricia el rostro, ni me ha llegado el perfume de tu potro encabritado, ni he sentido el beso tibio que en mi vientre se ha quedado. Y el día así se me ha vuelto una noche de tormento.
Tú (porque así somos las mujeres) Lucila Reyes González México Tú, el cruel, el malo, el traicionero, el déspota, el arbitrario, el justiciero, tú, el adorable, el infiel, el parrandero; tú, al que debería odiar y tanto quiero.
Tú, que me has limitado, sobajado, que nunca me has dejado crecer, tú, el que me ha adorado, el que nunca me ha dejado de querer.
El que me mutila, me maltrata, me martiriza, me trata con desprecio y sádico amor, el que me odia, me ridiculiza, el que tanto disfruta con mi dolor.
Tú me haces ver el cielo y el infierno, Para ti: soy basura, soy querida, eres el diablo de aire tierno, quédate amor…… ¡toda la vida!
Fabrizio Prada Bolivia-México
Puedo vivir sin ti, puedo dejar que pasen las horas. Puedo hundirme en un pantano y llover en invierno. Puedo ser el fuego que apaga esos incendios. Puedo explotar en el aire mientras camino por el campo. Puedo ser leído, siendo el ser más ignorante de este bosque. Puedo quedar atrapado en estas rocas en el fondo de este mar. Puedo salpicar en los charcos de oxígeno, pero hay algo que no puedo: dejar de sentirte. La espera se alarga, el río sigue su curso, el hombre carga las cazuelas de barro. Te beso. Y la oscuridad nos envuelve a pleno sol. Cruzaré el puente, pasaré en lancha. Te abrazo.
AMARNOS EN SILENCIO Ramón de Jesús Hernández Olivares Veracruz, México Siluetas en mis sueños bailan y se abrazan un amor que consume, que roba el aliento, luces cual estrellas del firmamento, reflejan nuestro amor a través del tiempo. Luna de plata amiga de mis secretos, ráfagas de viento suave caricia de mi alma, esplendor glorioso que rompe el silencio para solo pronunciar tu nombre, para que la escuche nuestro amigo el tiempo. Se ha recorrido el velo hoy conoces mi secreto, me tienes sin sentido soñando fantasías, aceleras el pulso, ¡Lloro!¡Grito!¡Siento! Quiero gritar y después amarte en silencio. Estremecen mi cuerpo, solo tus besos, y con tus caricias ¡Tiemblo! y para entonces alzaré el vuelo, y en un mágico hechizo estaré en tu nido. Respiraré el aroma de tú cuerpo, beberé el néctar de tus besos, tocaré tu mano para sentirte mía y humedeceré mis labios que recorrerán tu cuerpo. Se estremecerán nuestras vidas y nuestros cuerpos serán uno solo, unidos con un cautivo tiempo que nos permitirá amarnos en silencio.
LUCES ENCENDIDAS Ángel Eduardo Valenzuela Ruvalcaba Veracruz, México Luces encendidas en la casa, la madrugada no es tan larga pero el sueño se ha ausentado. Los mosquitos zumban y arrullan como sirenas que enamoran a los insomnes y desvelados. Los pies ambulantes danzan, inquietos entre cuatro paredes. El sudor resbala, brilla y canta, imprudente e incómodo, hace crecer la ansiedad y la duda. Algo en el interior se queja y llora, se retuerce y grita, ya basta. Las luces siguen encendidas, la oscuridad también tiene temores, pero se sabe desplazada, sabe que ella no es la causa de que las ventanas aun permitan que los párpados no descansen.
ETERNAMENTE Maria Luz Olivares Aldana Veracruz, México La calle está desierta El sol calienta el ánimo Solo alcanzo a ver una paloma Picoteando la banqueta A lo lejos alguien llora Es la voz de un niño Tal vez su madre lo regaña O su balón no encuentra El ventilador del techo cruje crak,crak,crak… parece que se queja como si algo le doliera. El teléfono indiferente y quieto descansa en la mesa y el celular en el bolsillo impaciente y mudo espera. Y hoy… la estancia a solas la llena tu recuerdo. Siento en mis labios un sabor de tristeza por la fuga del tiempo la distancia, la ausencia. Sin tu grata compañía, Las confidencias, las rabietas, la risa, el café azucarado y los huevos estrellados. Y hoy… nosotros tan lejanos pero unidos por siempre en los recuerdos.
HEMOS PERDIDO Claudia Elizabeth Castillo Velasco Veracruz, México Hemos perdido, la batalla de nuestras auroras, los milagros que subyacen bajo tierra; el aliento insípido del enfermo de muerte, y la sonrisa inhumana en tiempos de guerra. Está perdido el calor de las manos que se frotan El viento fresco de los adultos que florecen, la mirada cautiva de los gaznápiros imberbes; y el claro azul de los tiempos insolentes. Se ha perdido, el color topacio del autodidacta, la anatomía mezquina del que huye a toda prisa, la máscara exacerbada de la ráfaga herida; el mendrugo audaz de la tarde en que graniza. He olvidado, la diatriba atípica del ocaso de invierno, la visión retrógrada del paradigma en la mesa, la ineficacia impetuosa está llena de opulencia; y el pábulo exhausto, sin ahínco y benevolencia. Ya no recuerdo, la tórrida pesadumbre del pasado, ni la pérfida cúspide, del que inicia el holocausto, ¡el álgido estribo que provoca hedor estrafalario! Ni la cárcava lúgubre del complejo intoxicado. Se ha ido, el ecuánime siniestro intransigente, con el mundano fortuito de coraza disidente; la inverosímil pelea atípica e irreverente, y el nocivo antídoto de la membrana indiferente. ¡Hemos perdido, está perdido, los dejamos ir! Como las tardes de verano que no volverán a salir. La exuberante avidez de los estragos al morir; ¡se ha vuelto añicos aquella alegría de vivir!
A veces estamos en éxtasis del universo Respirando tiempos inmemoriables, Y nos detenemos a pensar, que hoy vivimos para contarlo
Ramón de Jesús Hernández Olivares Director y Editor