Finanzas Climáticas

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FINANZAS CLIMATICAS Las guerras hacen mucho ruido y muchos daños: muertos, heridos, destrucciones, prepotencia, violencia e injusticia. Por suerte no tenemos guerras entre nosotros: somos un país que quiere vivir en paz. Pero en el Ecuador, al igual que en otras partes del mundo, se da una guerra silenciosa, sin enemigos declarados, sin el fragor de las armas, sin destrucciones manifiestas. Es la guerra que la humanidad entera, con mayor o menor participación y responsabilidad, está combatiendo contra la naturaleza, contra el ambiente, contra el clima, contra la casa común, contra la vida. Es la guerra de la fealdad contra la belleza, de lo inmediato contra el futuro, del cemento y del fuego contra los bosques y las praderas, de la ganancia a corto plazo contra la sostenibilidad en el mediano y largo plazo, de lo fácil contra lo prudente, de lo aparente contra lo profundo, de nosotros, que vivimos hoy, contra la vida que podrán tener nuestros hijos y nietos. Estamos volviéndonos locos por el dinero, por la comodidad, por la rapidez… Estamos utilizando y destruyendo demasiadas materias primas, demasiada energía, demasiada agua, demasiado suelo, demasiados bosques, manglares, humedales y otras reservas de biodiversidad. Esto trae consecuencias dolorosas que esperamos no sean irreversibles: Cambio climático, calentamiento global, reducción de los glaciares en los Polos y en las montañas y consiguiente disminución de agua dulce, contaminación de los mares, elevación del nivel de los mares, sequías por un lado e inundaciones por otro, huracanes, tormentas, ciclones, pérdida de formas de vida animal y vegetal, etc.


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¿Quién sufre más por estas situaciones casi incontrolables? ¿Quién paga mayormente las consecuencias del atentado que se está cumpliendo contra la madre tierra? Las pagamos todos, pero las pagan mayormente los más vulnerables, quienes tienen menos posibilidades de defenderse, o sea los pobres que viven en casas inseguras, los campesinos cuyas tierras no cuentan con infraestructuras de riego o de protecciones contra las inundaciones. Sin embargo no son los campesinos, los pobres, los mayores causantes y responsables del cambio climático y del calentamiento global. Hay empresas, grandes industrias, medios de transporte, metrópolis del norte del mundo que, conservando hábitos de exagerado consumo de energías, de materias primas, de derivados del petróleo como el plástico, de abonos químicos, de otros agrotóxicos, de madera y papel, nos hacen daño a todos, porque sus humos y gases de efecto invernadero contaminan la atmósfera común. Estas empresas, industrias, ciudades, países tienen el deber moral de cambiar sus hábitos de consumo, que son una declaración de guerra contra el resto de la humanidad: guerra que hace sufrir a personas inocentes, guerra que mata, guerra que puede llevar a la destrucción de la vida en la Tierra, nuestra casa común. Sin embargo, si solo vemos las responsabilidades de los demás y esperamos que ellos cambien, no pasamos de los reclamos, de las condenas, de las buenas intenciones y de las palabras. Debemos tener la voluntad, la inteligencia y la fuerza para ponernos en discusión a nosotros mismos, quienes vivimos en la ciudad y quienes viven en el campo. Nosotros, quien más quien menos, estamos volviéndonos consumistas; nosotros agredimos a la naturaleza, nosotros desperdiciamos bienes renovables y no renovables. En nuestra mente entra la idea que, si pagamos la luz, el agua y las comunicaciones, podemos consumir lo que quiera, que en mi tierra puedo hacer lo que me da la gana, que puedo echar humo a la atmósfera, que mi camión, bus, buseta o camioneta pueden contaminar el aire que otros respiran, que puedo lavar mi bomba de fumigar en la acequia cuya agua sirve también a otras familias y comunidades.


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Cuando estas ideas y prácticas se enraízan en nuestras mentes, lógicamente se generan los incendios forestales, la destrucción de los páramos, de los manglares, de los humedales, de los bosques nativos y de la foresta amazónica, el empobrecimiento de los suelos, la contaminación de los ríos, lagunas y mares, los monocultivos, el uso de productos genéticamente modificados, etc. Actuamos como si fuéramos dueños y… no lo somos. La habitalidad de nuestro planeta Tierra es un bien común de toda la humanidad, es un bien que debemos dejar intacto e incluso mejorado a las futuras generaciones, a nuestros hijos y nietos. Hay que volver entonces al ahorro de recursos económicos (como hábito de autocontrol), de energía, de materias primas, de tiempo, de palabras. Al ahorro como concepto educativo antes que como concepto económico. La Constitución del Ecuador establece los derechos de la naturaleza. Depende de nosotros conocerlos y practicarlos. Con la visión de lo que sucede en todo el mundo, preocupado por nuestra falta de respeto a la creación, la obra de Dios, el Papa Francisco en mayo de 2015 regaló a la humanidad la Encíclica “Laudato Sí” sobre el cuidado de la casa común. Para creyentes y no creyentes es una invitación a observar, a reflexionar y a actuar, con la inspiración de Francisco de Asís, que se sentía hermano de la tierra, del sol, de la luna, del agua, del fuego, del aire, de los animales y de las plantas. La Encíclica define al clima como un bien común de la humanidad, amenazada por la contaminación, la basura, la cultura del descarte, la pérdida de biodiversidad, el deterioro de la calidad de la vida humana y el degrado social. El Papa afirma que la ecología bien concebida es una forma de espiritualidad, o sea de ponernos en contacto con el Espíritu creador de la materia. “La crisis ecológica es un llamado a una profunda conversión interior” (217). Esta conversión nos llevará a una relación más alegre, confiada y sostenible con la naturaleza y con el ambiente en que vivimos.


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banCODESARROLLO y todo el GSFEPP apoyan reflexiones, decisiones y acciones de los sectores populares, especialmente rurales. Todo lo que hacemos puede servir para construir un Ecuador más habitable o para perjudicar la belleza, armonía y sostenibilidad del mundo creado por Dios. Confío en que, si cometemos errores, no será por codicia e intereses personales o institucionales. Pueden ser errores causados por la ignorancia, por la buena fe, por la superficialidad o por la estupidez. Pero en tema de ecología y de clima, los errores son errores y traen consecuencias negativas, que afectan la vida de todos. Entonces queremos reflexionar, queremos aprender, queremos escuchar a quienes han recorrido caminos más largos que los nuestros en la búsqueda de cuidar la casa común. ¿Qué tipo de agricultura y ganadería estamos proponiendo y apoyando? ¿Trabajamos para fortalecer los mercados locales, cero kilómetros, o para concentrar la comercialización en las ciudades? ¿Hacemos “casas inteligentes” con escaso consumo de energía, frescas cuando hace calor y calientes cuando hace frío? ¿Nos preocupa el posible desperdicio de agua en los proyectos de agua potable y en los proyectos de riego? ¿Contribuimos para que los jóvenes se eduquen con los principios y valores tan claramente enunciados en la Encíclica “Laudato sí”? ¿En nuestras oficinas ahorramos papel, energía, agua, tiempo, palabras? Estas preguntas valen para el GSFEPP y otras entidades de apoyo al desarrollo, pero valen también para las organizaciones populares y los gobiernos locales. En el campo más estrictamente financiero, tenemos suficientes, viables y claras líneas de crédito para promover la sostenibilidad ambiental, al tiempo que nos preocupamos por el aumento de la producción y por la generación de empleo, sabiendo que vence la pobreza quien produce más de lo que consume?


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¿Cada crédito que otorga banCODESARROLLO cuenta con un simple análisis sobre los impactos que el mismo causará sobre la naturaleza y el clima? ¿Podremos llegar a que cada crédito que otorgamos tenga una garantía ó acción ecológica colateral, como plantar árboles, cuidar los páramos, los bosques y los manglares, clasificar la basura y volver a utilizar lo biodegradable, dejar de quemar los pajonales y los rastrojos? Si es cierto que sin dinero no se desarrolló y que sólo con dinero no se hace un desarrollo equitativo y sostenible, ¿en qué medida los préstamos son acompañados por asistencia técnica, capacitación, fortalecimiento de las organizaciones, comercialización y cuidados ecológicos? Son estas preguntas que deben plantearse también los dirigentes de las cooperativas de ahorro y crédito y sus redes. Debe existir coherencia entre lo que pensamos, decimos y hacemos. Una coherencia que en la historia del GSFEPP nos ha llevado a apoyar a los campesinos en la siembra de cerca de 22 millones de árboles, a comprometernos -plata y persona- para que las comunidades indígenas, afrodescendientes y campesinas tengan acceso legal en forma no violenta a la propiedad de un millón de hectáreas de tierra, a que más de 10.000 familias hayan implementado en sus minifundios los SIPAS (Sistemas integrales de producción agropecuaria sostenible). Hemos trabajado en dotación de agua potable, en sistemas inteligentes de riego, en formación profesional con enfoque de sostenibilidad. Honestamente me parece que hemos hecho bastante. ¿Podíamos haber hecho más? ¡Ciertamente, mucho más y mucho mejor! Este primer foro nacional de “Finanzas Climáticas” es una oportunidad que nos damos para aprender a cuidarle y a quererle más a nuestro planeta, la Tierra, casa común. El foro le cuesta a Ustedes que participan (por lo menos su tiempo precioso), le cuesta a los auspiciantes, le cuesta a los organizadores. Para que haya una favorable relación costo-beneficio, comprometámonos a trabajar todos, a trabajar durante todo el tiempo, a trabajar bien.


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Comprometámonos para sacar conclusiones que implementaremos en nuestras comunidades y en nuestras instituciones, públicas y privadas. ¡Bienvenidos, bienvenidas a trabajar, entonces! Un agradecimiento sincero a todos ustedes por participar, a los auspiciantes, a los organizadores, a Patricia Camacho, madre de esta iniciativa y a todos sus colaboradores, sean del FEPP, de banCODESARROLLO y de otras instituciones. “El desarrollo es el nuevo nombre de la paz”. Si este desarrollo es sostenible ecológica y climáticamente, la paz será más justa, segura y verdadera. Ní las finanzas, ní el clima son nuestro objetivo principal. Lo principal son las personas humanas, sus familias y comunidades que buscan quererse más, ser felices y vivir en paz.

Muchas gracias. José Tonello octubre de 2018 JTF/minj. cc: Archivo 25-10-2018.


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