CARIBBEAN UNIVERSITY INTERNATIONAL DOCTORADO EN DERECHO Y RELACIONES INTERNACIONALES Autor: Abg. RAÚL MACHADO C.I.: 13.270.241 APROXIMACIONES SOBRE LA CONSTRUCCIÓN DE UN DISCURSO DOCTORAL Ante la incuestionable realidad en la que el ser humano es por naturaleza un sujeto eminentemente discursivo, dado que en su actividad cotidiana éste se expresa en el marco de prácticas sociales y realiza acciones comunicativas dotadas de sentido; por lo tanto, se hace necesario interpretar metodológicamente tal proceso, no solo desde una perspectiva dogmática, sino también con una visión holística de tal actividad. Algunas de las disciplinas que permiten el estudio del discurso son: la lingüística, la teoría de los actos del habla, la pragmática, la retórica, la semiótica, la comunicología, el psicoanálisis, la historia, la antropología, la hermenéutica, la estilística, la dialógica, a psicología social, la sociología, la etnografía del habla, la semántica discursiva, entre otras, que son necesarias para la construcción de las ciencias del lenguaje; esta última necesaria en el campo de las ciencias sociales y humanas. El ser humano, es un sujeto social que expresa los aspectos cotidianos de su vida en sus distintas dimensiones sociales, culturales, políticas, históricas y cognitivas; todas ellas mediante el uso del discurso que puede ser transmitido en forma oral o escrita. Por tal razón, el discurso en su uso, puede darse en el ámbito de la interacción comunicativa, como resultado del proceso comunicativo. En tal sentido, algunos autores han considerado que para la construcción e interpretación del discurso, no solo se debe tomar en cuenta la relación entre forma y sentido, sino que, es necesario además valorar la dinámica social y cultural, las cuales le moldean dándole mayor sentido y significado. Es así como la construcción e interpretación del discurso, permiten una clara aproximación cualitativa a las ciencias sociales y humanas, por cuanto ofrecen invaluables instrumentos para abordar y analizar con rigor, los diversos géneros discursivos que se desprenden de las variadas prácticas sociales, que tienden a cambiar en
forma vertiginosa dada la influencia del fenómeno de la globalización, por lo que en consecuencia se producen cambios sociales y culturales que se incorporan al discurso en su práctica diaria. En definitiva, viene a ser el discurso un eje fundamental en el proceso de la comunicación, por lo que su estudio y comprensión son indispensables para que el discurso sea transmitido de una forma eficaz y eficiente; sobretodo al momento de elaborar
un discurso de relevancia Doctoral, objeto este último del presente
ensayo, en el que desarrollaré sucintamente los aspectos que considero más relevantes a considerar en el marco de la construcción del “Discurso Doctoral”. GENERALIDADES ACERCA DEL DISCURSO Algunos han definido el discurso según su uso corriente, como un mensaje transmitido por una persona en forma verbal y oral, que va dirigido a un público y cuya función principal, ha sido desde sus orígenes comunicar o exponer, pero con el objetivo principal de persuadir, y que por ser este un acto del habla, consta de los elementos está compuesto por todos los elementos que la componen. En tal sentido, el discurso vendría a ser un razonamiento extenso dirigido por una persona a otra u otras, por medio de la exposición oral de algún tema, que tiene como propósito generalmente el de persuadir; esta actividad se desarrolla con la presencia de tres aspectos esenciales que son: Tema o contenido del discurso, Orador y Auditorio. Sin embargo, el término discurso es sumamente ambiguo, dado que ha sido utilizado para referirse al producto verbal y oral, o también escrito de un acto comunicativo; también ha sido concebido como una forma del uso del lenguaje, como un suceso de comunicación, e incluso como un proceso de interacción verbal. Ante las diversas posiciones acerca del discurso, es necesario hacer un intento por dar una definición más clara y precisa sobre su significado. El discurso forma parte de un evento comunicativo, donde existen diferentes interlocutores (al menos dos), que se denominan emisor o enunciador y receptor o interpretante, que intervienen en una situación específica en cuanto a tiempo, lugar y circunstancias. En la perspectiva semántica, un discurso es el resultado de la utilización de
diversos componentes por parte del autor, como son: lo referencial, por cuanto alude, construye o reconstruye la complejidad del referente bien sea real o imaginario; lo cognitivo, por que es el producto de una conceptualización de esa realidad; lo intencional, por que siempre existirá un propósito de comunicación o un querer decir algo por parte del emisor; lo lingüístico, por cuanto el emisor pone en práctica todos los conocimientos que posee acerca de su lengua; lo contextual, porque está inmerso en un proceso de comunicación y se produce en una situación determinada; y que además puede aparecer acompañado o en correlación posible con otros sistemas semiológicos como: los gestos, la proxémica, las ilustraciones, las ilustraciones, los sonidos, entre otros. Para construir un discurso, sea de forma oral o escrita, se requiere de cierta habilidad que permita al emisor encontrar y ordenar las ideas, a fin de dar sentido y significado, en forma coherente y lógica al mismo de manera que sus interlocutores puedan comprenderlo; así por ejemplo, si el discurso versa sobre temas de investigación científica, éste será argumentativo por lo que deberá aportar razones para sustentar la tesis planteada. EL MENSAJE COMO EJE INTEGRADOR DEL DISCURSO En este sentido, se deben tomar en cuenta al menos en forma general, aquellos elementos que intervienen en el proceso de construcción e interpretación de un discurso, como medio a través del cual se transmite un mensaje; dicho mensaje tiene fundamentalmente tres funciones: una función informativa, que tiene como finalidad describir el mundo que nos rodea, utilizando para ello el conocimiento que se tenga sobre el estado o situación de algo, alguien o incluso sobre nosotros mismos desde un punto de vista descriptivo; una función expresiva, referida a la capacidad de expresar sentimientos, emociones y estados de ánimo; y una función directiva, a través de la cual se pretende obtener un determinado resultado, por lo que el mensaje debe ir orientado a motivar o causar una acción por medio de ordenes, recomendaciones, etc. Es así como el mensaje juega un papel importante al momento de orientar un discurso, por lo que se debe tener en cuenta el conocer y distinguir sus funciones y la estructura oracional en la que va a ser enmarcado, a fi de abordar en forma
correcta un determinado tema, en lo particular para la construcción del Discurso Doctoral. EL LENGUAJE Y SU RELACIÓN CON EL DISCURSO De lo anterior expresado, subyace la necesidad de conocer el lenguaje como un medio para adquirir conocimientos, dado que desde un punto de vista objetivo el uso del lenguaje supone el estudio de la fonética, la sintaxis, y el léxico, es decir, el estudio de la lengua como señal estable; así como para comunicarlos o transmitirlos, por cuanto desde un punto de vista subjetivo, se considera la lengua como actividad en un proceso cotidiano de construcción, que se materializa en forma de actos individuales, en los que quien comunica transmite sus ideas. Por tal razón, destaca la importancia del lenguaje desde una perspectiva discursiva al momento de redactar; actividad ésta que debe ser realizada, no únicamente como producto de lo que algunos llaman inspiración, sino como un proceso mediante el cual el ser humano, luego de pensar y razonar, organiza sus ideas en forma cohesionada y coherente, lo que dará como resultado la expresión de sus ideas, es decir, su discurso. El lenguaje tiene además una dimensión dialógica, por lo que la lengua es producida y usada en las relaciones comunicativas en las que intervienen de forma interaccional los hablantes; por lo tanto el dialogo como medio por el cual se materializa la lengua, radica en la existencia de dos dispositivos como lo son: el anacrítico, ya que polemiza consigo mismo y con los ideales y anacrítico mediante la provocación del discurso del otro; de igual modo radica en factores como la acentuación, la extraposición y el sobrentendido dado que la orientación de la palabra hacia la realidad, es en esencia lógica y se apoya en la realidad de la diferencia, por lo que es evidente que cuando ésta se llena de puntos de vista, cuando quien habla se extrapone y se ubica en el amplio marco del sobrentendido, cuando recibe la entonación y acentuación de quien habla, la palabra se vuelve dialógica, es decir, un constante y permanente flujo de valoración del discurso en torno a quien o quienes lo hablan, y aquello de lo que se habla. En el marco de la dimensión dialógica del lenguaje, destaca como elemento funcional significativo el enunciado, el cual permite la relación entre la
organización compleja de lo real y lo discursivo, lo cual se conoce como la diversidad polifónica y la heterogeneidad construidas en la unidad discursiva. De allí que, el enunciado sea el resultado de dos sujetos socialmente organizados, lo que significa que todo enunciado procede de un locutor social y se dirige hacia un auditor, por lo que este estará inscrito en una dimensión dialógica, aún en el caso de la no reciprocidad cara a cara, o del dialogo interior. Entre los estudiosos de la intersubjtividad y de la interacción, destaca el investigador Francés Oswald Ducrot, quien es uno de los más notables investigadores en el área de la línguística. Éste viene a integrar el Ethos aristotélico en las ciencias del lenguaje, a través de su teoría polifónica de la enunciación. Para él, en el enunciado se construyen los sujetos discursivos denominados Ethos y Phatos, es decir, la imagen del “yo” y la imagen del “tu” respectivamente, por lo que sostiene que la enunciación no es simplemente el acto producido por alguien, sino que esta se realiza en la aparición misma de un enunciado, dando especial importancia no al sujeto hablante, sino al sujeto discursivo, diferenciando con ello al locutor como creación discursiva del sujeto hablante, así como al locutor y el enunciador como fuente de posiciones y puntos de vista expresados en el discurso. Esta postura de Ducrot se apoya según expertos en el tema, en la propuesta Bajtiniana sobre el enunciado y la polifonía; al respecto la profesora Nora Kaplan de la Universidad Central de Venezuela, en su ensayo denominado “La Teoría de la Valoración: un desarrollo de los estudios sobre la evaluación en el lenguaje” tomado del libro Análisis del Discurso (Bolívar, 2007), haciendo referencia a Batjin, señala lo siguiente: El crítico y téorico Mijail Bajtin (1981, 1982) propone una visión dialógica del lenguaje asentada en la comunicación social, donde el acto comunicativo se concibe como un intercambio de voces que reproducimos, citamos y manipulamos. Cada una de estas voces discursivas se caracteriza por su particular punto de vista, que difiere de las otras en sus contenidos ideológicos y axiológicos. Este fenómeno, que implica la idea de una multiplicidad de lenguajes que operan dentro de una misma cultura, Bajtin lo denomina “heteroglosia”. Dentro de esta concepción dialógica del lenguaje, una noción clave es la de “enunciado” que, para Bajtin, es el lugar de intercambio verbal que se
apoya en una polifonía de discursos o fragmentos de discursos previos. Los enunciados se caracterizan por su “orientación hacia alguien”, ya que tienen un autor y un destinatario. Lo antes señalado, sintetiza la explicación de la dimensión dialógica del lenguaje, propia del fenómeno discursivo y característica por excelencia de las prácticas discursivas de los seres humanos, aspectos estos necesarios a considerar para la construcción del discurso, en lo particular del Discurso Doctoral. En este orden de ideas, resalta implícitamente la importancia metodológica y teórica para la construcción arquitectónica del discurso, dado que por un lado permite mostrar como se manifiestan las formas de la lengua en la construcción del discurso y la significación del texto, y por el otro, la forma como se organizan las funciones del habla, a fin de dar sentido al discurso. NOCIONES SOBRE LOS GENEROS DISCURSIVOS Las interacciones verbales entre los seres humanos como sujetos discursivos, requieren del uso apropiado de los géneros discursivos, por lo que construyen discursos que requieren una combinación de factores textuales y pragmáticos en situaciones de enunciación concreta, las cuales son moldeadas por el género discursivo característico de una práctica enunciativa social. La estructura del discurso estaría entonces determinada por las condiciones reales o supuestas a partir de las cuales el discurso se realiza, es decir, sobre todo por la situación social inmediata y el medio social más amplio; por el hecho de que el discurso procede de alguien y se dirige a alguien. El género discursivo es en definitiva la actualización e integración a través del lenguaje en uso de las relaciones sociales existentes entre el locutor, el interlocutor y el enunciado y sus correspondientes tensiones. La historia de las formas textuales, de los modos de organización discursivos, de la búsqueda de adhesión a través de tipos de argumentos es una historia de relaciones sociales significadas y enunciadas en los discursos. El desarrollo de la argumentación razonada implica la toma de conciencia de la complejidad instaurada en la dinámica enunciativa de toda práctica social discursiva. Al respecto, Martha Shiro cita a Wolf et al en el desarrollo de su tema titulado:
El discurso narrativo oral en la vida cotidiana; géneros y procesos, en el libro Análisis del Discurso (Bolívar, 2007), en torno a lo siguiente: En efecto, los géneros son espacios lingüísticos creados socialmente que fomentan diferentes formas de intercambio humano; esas formas varían de acuerdo con los roles asignados al hablante y al oyente, de acuerdo con la cantidad de información que revelan o encubren, y de acuerdo con la forma en que amplían o límitan el espectro y la intensidad de la emoción y/o intensidad implícita en el acto de narrar.(pag.124) De igual modo, cita a Swales en el mismo contexto, señalando: Los géneros en sí mismos son clases de eventos comunicativos que poseen rasgos típicos de estabilidad, reconocimiento de nombre, entre otros. Los eventos comunicativos que conforman un género (y tal vez otros) constan de los mismos textos (habledos, escritos o combinados) más los procesos de codificación y descodificación filtrados por aspectos relacionados con el género que determinan el papel del texto y la relación entre el texto y el entorno (Swales, 1990:9).(pag.124) En este sentido, el significado que se imprime al lenguaje proviene del acto de usarlo correctamente, ya que las elecciones lingüísticas están socialmente determinadas por la interacción del contexto, de la cultura y de la situación. Los distintos modelos que pretenden explicar de los géneros discursivos, permite determinar cómo la lengua funciona al nivel del texto y no exclusivamente al nivel de las palabras o frases aisladas, describiendo de ese modo cómo dichos textos van a cambiar de acuerdo a quién lo dirigimos y cuán formal sea la audiencia. Para entender los distintos géneros discursivos se debe enfatizar en primer lugar los contextos en los que estos se sitúan, dado que los mismos surgen como respuestas a situaciones comunicativas y a sus contextos, por lo que es muy peligroso reducir los distintos géneros a estructuras, cuando se los separa de sus contextos o ambientes dejando de lado las estrategias para las cuales se han creado. Para poder llegar a una explicación clara de cómo ciertas estrategias discursivas nos conducirán a construir el tipo de texto requerido, es decir, el como la gramática textual ayudará a diseñar y organizar el discurso, se necesita conocer los pasos que nos conducen a la elección del género, razón por la cual se requiere ser consciente como escritores, o como lectores, de cuáles son las características indispensables que constituyen un texto desde el punto de vista de la
macroestructura, que delimita el esquema, hasta la microestructura, es decir, el nivel de los enunciados en un contexto retórico y social con un propósito determinado. Por lo tanto, el género determina cual es la organización textual requerida, así como cual debe ser el tema apropiado y que selecciones léxicas y gramaticales son apropiadas; además del contexto y la situación que permitirá escoger el tipo de discurso que puede ser utilizado. De ese modo, las características de los géneros reflejan la forma, en la que el uso de un texto es apropiado para contextualizarlo correctamente
en función del escenario en el que se va a
enmarcar; así mismo, el examen de los rasgos específicos del género, nos permite revelar la forma en la que los interlocutores deben delimitar su lenguaje en torno al contexto que se plantea. Es así, como básicamente los géneros discursivos se clasifican en: Descriptivo, Expositivo, Argumentativo y Narrativo. Discurso Descriptivo: centrado este, en la explicación o enumeración de las propiedades o características de una persona, objeto, lugar, animal o situación. Los discursos de este tipo buscan explicar de manera concisa, clara y objetiva una temática en particular. La estructura de estos discursos está compuesta por una introducción, en la que se aclara el tema que será tratado, la explicación y, por último, un resumen o epílogo donde se repasen las principales nociones tratadas. Discurso Expositivo: caso en el que se prioriza la entrega de información respecto de algún tema, con el objetivo de incrementar el conocimiento del lector en esa materia. En este tipo de discurso predomina la función referencial, es decir, una función lingüística que tiene por propósito transmitir conocimiento e informaciones y por ello es fundamentalmente informativo. Discurso Argumentativo: este tiene la función de convencer al receptor sobre una determinada cuestión por medio de su entendimiento lógico. Para esto, los argumentos a los que acuda el emisor deben ser sustentados de manera racional, debe sonar convincente, no se debe avasallar al
receptor, sino que este sienta que se transmite una verdad universal; se estructura a partir de una tesis, la cual se defiende entregando razonamientos que permitan probar o demostrar dicha proposición, o bien persuadir al otro de lo que se afirma o se niega. Discurso narrativo: se utiliza para contar o referir una historia o suceso. No solo se utiliza en los textos narrativos de tipo literarios, sino también en noticias, chistes, entre otros; su estructura contiene un inicio, nudo y desenlace. A lo largo de este se presenta una intriga que es la que mantiene al receptor atento ya que no se la resuelve hasta el final. ASPECTOS GENERALES EN LA CONSTRUCCIÓN DEL DISCURSO El proceso de construcción de un discurso Doctoral, lleva intrínseco escribir para lo que se requiere una actividad intelectual, por lo cual se requiere que el autor ponga de manifiesto sus ideas acerca de lo que pretende abordar, así como el empleo de estrategias cognoscitivas, de manera tal de estar enteramente preparados para diseñar, estructurar y finalmente materializar el tema objeto de nuestra postura. Ello significa, en el mundo de la tipología discursiva, seleccionar y plasmar la información y el conocimiento almacenados en nuestra cognición, en función de la intencionalidad comunicativa que tengamos; por lo tanto, si queremos manipular y convencer, elaboraremos un texto de tipo argumentativo, pero si lo que queremos es elaborar un relato, entonces elaboraremos texto de tipo narrativo, por lo que recomiendo tomar en cuenta los siguientes aspectos que han sido desarrollados por expertos como Cassandy, Parodi, Peronnard, entre otros, en el proceso de composición escrita: Determinación del propósito de escritura: Se debe establecer con precisión el ¿por qué? Y ¿para que? Se va a escribir un determinado texto. Toma de conciencia de la audiencia: Se debe saber para quien se escribe. Planificación del texto: Todo discurso, se debe elaborar teniendo previamente un plan o esquema mental del texto que se desea escribir. De acuerdo con Van Dijk (1978), este esquema mental debe contener la
superestructura y la macroestructura del texto, y se debe realizar mediante la aplicación de estrategias de producción. Redacción y Lectura de los Fragmentos o Párrafos del Escrito: Se sugiere que quien escribe lea al menos dos veces; así el escritor, a medida en que va redactando, va leyendo y comprobando con lo planificado, lo que le permite ir estableciendo las relaciones entre lo que ha escrito y que sigue. Empleo de Estrategias y Recursos de apoyo: Más allá del caudal cognitivo que debe tener el escritor, es importante que consulte diccionarios, libros especializados, teorías previas etc. Aplicación de Estrategias de Metaescritura: La metaescritura se concibe como el conocimiento y habilidad para determinar el objetivo de la escritura y la determinación de la audiencia; dichas estrategias, permitirán al escritor comprobar si su discurso cumple con los requisitos requeridos, y de este modo evaluar el texto el la medida en la que avanza en el desarrollo y elaboración del mismo. Revisión del Texto: Permite establecer una interrelación entre el escritor y el lector, teniendo con ello la posibilidad de recibir una visión crítica del discurso planteado. Lo anterior, vienen a ser aspectos generales para avanzar en la construcción de la arquitectura del discurso, sin embargo existen elementos más específicos a considerar como son: Aspectos Contextuales Básicos. Este punto comprende los datos del autor, la obra y de sus ediciones (de tenerlas); así mismo, en aquellos casos en los que sea pertinente para una mayor comprensión del texto, se pueden incluir aspectos relevantes relacionados con el contexto socio-histórico o literario, pero podrá obviarse cuando no sea realmente necesario para la comprensión del texto.
La estructura textual. Corresponde a esta parte del análisis las informaciones relacionadas con las características del texto mismo; ello incluye, entre otros aspectos: los tipos de texto (el relato, relato breve, el mini cuento); su estructura: en cuanto a su organización, jerarquización y numeración de las unidades para el análisis (parágrafos semánticos o tipográficos, secuencias semánticas, entre otros); el encadenamiento de las macroacciones del relato; modos de manifestación del discurso presente en el texto (es el caso de la narración, la descripción, la argumentación, la explicación, el diálogo, entre otros). Para mostrar la estructura del texto, se propone dividirlo de manera que incluya dos aspectos importantes: el tipográfico, es decir, el número de párrafos que lo conforman; así mismo, el desarrollo del tema, es decir, las secuencias ordenadas de acuerdo a la cronología de la historia o bien a su exposición por parte del narrador. Este tipo de segmentación del relato permite evidenciar la relación entre el desarrollo del discurso y el tratamiento que se le ha dado al tema. Otro aspecto de especial importancia, lo constituye el establecimiento y ordenamiento de las acciones principales o macroacciones, que organizan funcionalmente el texto; al igual que conviene determinar las relaciones de concordancia, consecuencia y oposición entre dichas acciones. Las Estructuras Lingüísticas y elementos de cohesión textual. Para la realización de este tipo de análisis, se requiere fundamentalmente la determinación y explicación de los distintos tipos de cohesión lingüística, los cuales se manifiestan en el desarrollo lineal del texto. Según Halliday y Hasan, los lazos cohesivos, son relaciones semántico-gramaticales que se establecen entre los elementos superficiales de un texto y que contribuyen a propiciar su coherencia e interpretación (Halliday y Hasan, 1976). En este punto se estudian las relaciones cohesivas, es decir, las relaciones gramaticales, léxicas y de organización secuencial. Entre las relaciones gramaticales se deben tomar en cuenta aspectos como: el mantenimiento del referente, lo cual se logra mediante la
repetición de formas, la anáfora, la catáfora, la elipsis y la sustitución, así como el uso de pronombres, los tipos de verbos, la deixis, la modalidad, las reiteraciones gramaticales, los paralelismos, entre otros. En cuanto a las relaciones semánticas, se debe tomar en cuenta la repetición de elementos como las palabras, las sintagmas y las oraciones, así como la concurrencia o empleo de términos pertenecientes a determinados campos semánticos que deben estar relacionados bien sea por contraste, por coordinación o por asociación funcional. También se bebe emplear la sustitución de voces a través del empleo de sinonimias, términos genéricos, hipónimios, hiperónimios, antónimos,
metáforas,
calificaciones
valorativas,
etc.
Finalmente
en
lo
concerniente a las relaciones entre secuencias textuales, destacan: la paráfrasis, la recurrencia de estructuras, el encadenamiento de secuencias mediante marcadores y conectores, así como el empleo de los mecanismos de progresión temática, entre otros. (Halliday y Hasan, 1976; Martínez, 1994; Calsamiglia y Tusón, 1999; Chumaceiro, 2005). Es importante resaltar, que el empleo de estas estrategias va a depender en buena parte, del genero discursivo sobre el cual se valla a desarrollar la construcción del Discurso Doctoral, sin embargo, muchas de estas son comunes para todos. El Tema, la Coherencia y la Cohesión. El tema constituye la médula de un texto, el resumen de su estructura semántica; en tal sentido, su comprensión global dependerá del tratamiento adecuado que dé por parte del autor. En general, en los discursos hay un tema central que debe poder resumirse en una paráfrasis reductora. Dicho tema se manifiesta por medio de diferentes tópicos o subtemas que, normalmente, están conectados entre sí y que es importante determinar. Unida al tema se encuentra la formulación de la macroestructura, entendida como la estructura semántica global de un texto. La determinación de las macroestructura hace posible la comprensión de la historia y el establecimiento de los posibles sentidos del relato.
Igualmente importante es la consideración del título del relato. Es necesario detenerse en su explicación y en sus posibles conexiones con la historia narrada. En muchos casos, el título está vinculado con el tema central del relato, e incluso, puede resumir su macroestructura. Del mismo modo, el establecimiento de las relaciones de coherencia constituye una terea fundamental la construcción y el análisis del discurso. Como se sabe, la coherencia está directamente vinculada con la captación de la macroestructura semántica, y por ende, de la comprensión del texto. En todo relato está presente la coherencia intrínseca (semántica) que se fundamenta en su propia organización lingüística y narrativa, así como una coherencia extrínseca (pragmática) que se relaciona con el conocimiento del mundo , la sensibilidad y la red de asociaciones que pueda establecer cada lector. El párrafo es una unidad intermedia que está ligada sintáctica y semánticamente con los otros párrafos y con la totalidad del texto, por lo que, si se cumple esta característica, se dice que los párrafos son cohesivos y coherentes. La cohesión es un procedimiento sintáctico en el que se incluyen los elementos anafóricos (elipsis, repeticiones y sinonimias), los catafóricos y los conectores, dichos recursos establecen relaciones entre palabras y oraciones que fortalecen la conexión del párrafo. Los anafóricos son palabras nuevas que establecen relaciones semánticas con otras que ya han sido mencionadas, aluden a la información vieja y ayudan a mantener la cohesión y la coherencia del texto. Son elementos anafóricos algunos pronombres personales (él, ella, su, éste, lo...), demostrativos (esta tarea, eso, aquella, aquellos...), algunos adverbios de tiempo (ahora, antes, ayer...) y de lugar (allí́, acá́, allá́...), sinónimos (estudiar, capacitarse, formarse; Radio Municipal, una emisora...), repeticiones (ya por omisión, ya por obra...), elipsis (en Rionegro hace calor; en La Ceja, frío), y tiempos verbales (se hará́ cargo, asumirá́...). Por su parte, los elementos catafóricos son palabras o frases que encierran información nueva, es decir, anticipan información que se aclara más adelante (mas adelante hablaremos de, a continuación, a partir de mañana, será la primera vez, entre otros).
La coherencia en el texto es semántica, y se presenta como resultado de las relaciones cohesivas y de los referentes; esta puede ser local (en palabras y oraciones), o global (en todo el texto), por lo que si el párrafo desarrolla una sola idea relacionada con la macroestructura general del texto, se dice que es coherente. Los conectores o palabras señales casi siempre le indican al lector que una relación importante va a producirse y expresan relaciones lógico-semánticas dentro de la coherencia local y global del texto, e indican y establecen: Igualdad o semejanza: Y, no sólo... sino también, además, de modo similar, al mismo tiempo, también, más, aún... Contraste o diferencia: Pero, por el contrario, aunque, mientras que, por otra par- te, a pesar de, sin embargo, no obstante, mas... Una conclusión: en consecuencia, en conclusión, por lo tanto, en síntesis, resumiendo, en resumen, finalmente, en suma, para terminar, para concluir... Énfasis: Sobre todo, ciertamente, lo que es peor… Relaciones de causa y efecto: Porque, luego, de donde, a causa de, debido a, como resultado, así́, por esta razón, de esta manera, por consiguiente, puesto que, así que, de modo que, por eso, en consecuencia, esto indica... Resaltar un aspecto importante: significativamente, sin precedente, completamente, absoluto, sin lugar a dudas... Ampliación: Por ejemplo, en otras palabras, es decir, o sea, así́, como, tal como, así́ como, especialmente, sobre todo, si, más, por supuesto, más bien, mejor dicho, dicho de otro modo, más concretamente... Comparación: Tanto como, del mismo modo, igualmente, de la misma manera, así́ mismo, de igual modo, como, diferente de, al contrario de, mientras que, análogamente... Enumeración: Primero, en primer lugar, en primer término, en segundo lugar, de otro lado, además, luego, después, seguidamente, gradualmente, entonces...
Relaciones espaciales y temporales: junto a, aquí́, acá́, allá́; después, antes que, durante, mientras, pronto, ahora, más tarde, en seguida, por otra parte, sobre todo, otro aspecto...
LA ESTILÍSTICA La estilística es la ciencia del estilo, es decir, el examen de las cualidades esenciales del buen estilo. Complementariamente, esta definición supone el estudio de los principales defectos o vicios del estilo que han de evitarse. Cualidades Estilísticas del Texto La Claridad La claridad del lenguaje y el estilo se afinca en el escogimiento apropiado de las palabras y la construcción acertada de las oraciones, de modo tal que el destinatario pueda comprender sin dificultad el pensamiento del emisor. Esta se considera como el atributo más destacado de la lengua española, y se alcanza, en gran medida, cuando los términos se emplean con propiedad, es decir, con el significado y la categoría gramatical propios, las palabras se colocan en el orden debido dentro de la oración para evitar ambigüedades, se puntúa correctamente y se evita el uso tanto de frases y modismos regionales como de siglas y abreviaturas poco frecuentes. Contrario a lo anterior, la impropiedad en el uso del léxico consiste en emplear un termino con un significado distinto del suyo. Algunos ejemplos comunes: asesoría por asesoramiento, alimenticio por alimentar/o, a través de por mediante, por medio de; infringir por infligir, ubicar por localizar ... Las causas principales de la impropiedad son el desconocimiento del vocabulario, la inseguridad respecto a los significados y, muchas veces, la falta de atención al redactar. Las anfibologías, son oraciones susceptibles de varios significados que atentan contra la claridad. Generalmente, se originan en la colocación inadecuada de los elementos pues, al cambiar el orden de los componentes oracionales, surgen diversas interpretaciones posibles. Por la flexibilidad del español, la construcción de sus oraciones no está sometida a reglas fijas. Sin embargo, la falta de cuidado
al ordenar los elementos a veces provoca oraciones anfibológicas, nocivas para la claridad por la doble interpretación posible.
La Precisión La precisión se refiere al uso de términos correspondientes de modo exacto al significado que se desea exponer. Un texto es preciso cuando no se puede omitir una sola palabra sin modificarle el sentido. Para lograr la precisión, es recomendable usar palabras concretas en vez de abstracciones (si es posible), al igual que evitar las metáforas y suprimir términos vagos, además esta cualidad obliga a eliminar adornos superfluos y exponer la idea sin rodeos innecesarios. La redundancia, defecto opuesto a la precisión, consiste en utilizar palabras o ideas inútiles por estar implicadas en el significado de otras. El énfasis en el pensamiento conduce a esta repetición. La vaguedad, atenta también contra la precisión y la propiedad y se presenta al sustituir un termino preciso por otro que expresa la idea solo en forma aproximada o general. Las palabras de genero neutro (esto, eso, aquello, ello) en lugar de los vocablos exactos acentúan la imprecisión, por lo que causan confusión al lector. El estilo preciso está limpio de redundancias y aderezos estériles; se concreta a la exposición de conceptos y detalles específicos y es contrario a las manifestaciones de sentido general y vago que entorpecen la comprensión acertada de las ideas. En tal sentido, desarrollar la habilidad para escoger vocablos precisos y usarlos es sinónimo de eficacia lo que permitirá que el lector, pueda interpretar las ideas del mismo modo en que el autor las concibió. La Concisión La concisión se obtiene al expresar el mayor numero de ideas con la cantidad adecuada de palabras. No se trata del lenguaje lacónico, pues el laconismo (oscuridad del sentido por la reducción extrema del número de palabras), vicia la claridad, la precisión y la concisión. Un escrito conciso se sirve solo de los términos necesarios para transmitir el concepto en forma transparente y completa. Para escribir de modo conciso, debe evitarse la palabrería ociosa, útil solo para dificultar la comprensión del mensaje.
El circunloquio, es un rodeo de palabras que implica demasía, dicho vicio conduce a emplear grupos de palabras en vez de palabras únicas o grupos más simples que expresan lo mismo. Así́, el estilo se infla innecesariamente. Para evitar estos vicios, se recomienda el empleo del participio pasivo, por ser sumamente útil por su concisión dado que emplea un menor numero de palabras. Decir muy poco con un numero excesivo de términos atenta contra la concisión exigida por el buen estilo. El “blabismo”, es decir, escribir o hablar mucho sin decir nada, nace como producto de la verborragia que sustituye a las ideas. La Sencillez La sencillez implica expresarse con naturalidad, sin afectación; esta se alcanza con el empleo de palabras y frases de comprensión fácil y evitando formas rebuscadas, artificiosas, embrolladas. La sencillez huye de la afectación; el estilo sencillo es natural, espontaneo, libre de construcciones alambicadas. La prosa ha de evitar el asianismo, es decir, el estilo ampuloso y afectado y procurar el aticismo, caracterizado por la sencillez, la elegancia, la concisión y el rechazo de ornamentos retóricos. La Armonía La armonía radica en el arte de combinar palabras y frases de modo agradable para el oído. El vicio contrario, la cacofonía, es la repetición molesta de sonidos, en silabas o palabras. No pueden brindarse muchas normas para conseguir la armonía de un escrito; sin embargo, cuando sea posible, conviene evitar:
Las palabras de pronunciación difícil.
El choque de acentos: como requerimientos técnicos mínimos.
Las paraquemas, cacofonías debidas al encuentro de dos sílabas iguales o semejantes.
Las asonancias: esto está relacionado con la incertidumbre.
Las consonancias: El uso continuo de palabras terminadas en “ción” (sión), agobian el oído del lector; al igual que las consonancias debidas al uso de palabras o adverbios terminados en “mente”, los cuales pueden eliminarse mediante construcciones sinónimas o suprimiendo alguno innecesario, y en
caso que sea imposible sustituir los términos, es preferible la repetición que el sinónimo rebuscado. La Originalidad Se hace necesario, huir de las frases triviales como: “poner un granito de arena, poner los puntos sobre las “íes”, tomar las medidas del caso, tomar cartas en el asunto, entrarle al asunto, de cara al siglo XXI, de una u otra manera, para nadie es un secreto, de todos es sabido y otras similares, es el mejor ejercicio para conseguir un estilo original. La originalidad reside, sobre todo, en el modo de exponer los conceptos. Las expresiones banales, desprovistas de originalidad, vulgarizan el texto. El estilo es poco original cuando abunda en frases manoseadas, que pueden reemplazarse por otras más propias, por la expresión genuina. La Variedad La variedad depende del empleo de frases, palabras o giros distintos para tornar agradable y elegante la expresión. La tendencia a ceñir el lenguaje a un numero limitado de vocablos, frases y muletillas corrientes, en detrimento de la variedad y riqueza léxica, genera un estilo descolorido y sin gracia. Este defecto, conocido como monotonía o pobreza léxica, se manifiesta en el abuso de varios verbos comunes o fáciles, que se emplean con variedad de significados en lugar de otros más aptos y precisos. El epitetismo, es decir, la colocación permanente e innecesaria del adjetivo ante el sustantivo, propicia la monotonía. Puede originarse en dos hechos: influencia del ingles, lengua que exige tal posición, o desconocimiento de las posibilidades de adjetivación del español. En castellano, el adjetivo puede anteponerse o posponerse y, en cada caso, adquiere un valor distinto. El antepuesto, por su importancia estilística, atrae la atención del lector, por lo cual es más subjetivo y afectivo; en él se intensifica el matiz cualitativo de la construcción, pero cuando va pospuesto, la frase adquiere carácter más descriptivo. Quien posee mayor riqueza léxica percibe matices distintos entre vocablos equivalentes y posee la habilidad para reemplazar uno de sentido general por otro
de significado preciso. Estas destrezas le permiten eliminar la monotonía ocasionada por la repetición innecesaria de palabras o por su colocación en un lugar invariable del sintagma. Por ambas razones, está mejor capacitado para exponer el pensamiento con propiedad y eficacia BREVES CONSIDERACIONES ACERCA DEL DISCURSO CIENTÍFICO En el marco del análisis del discurso, este ultimo es una forma de uso del lenguaje y su estudio implica tres dimensiones: “el uso del lenguaje mismo, la comunicación de creencias y la interacción en situaciones de índole social” (Van Dijk, 2003: 22-23); de igual modo el uso del lenguaje comprende el lenguaje hablado y el lenguaje escrito, modalidades que guardan una relación de continuidad en el espacio y en el tiempo, en donde la escritura constituye un registro visual del lenguaje hablado (Bloomfield, 1973: 21-25) que subyace en el lenguaje escrito, el cual adopta convenciones particulares. Ahora bien, toda vez que Van Dijk define al discurso como una forma de uso del lenguaje, y que su estudio implica tres dimensiones, como ya se ha señalado, se debe aclarar que no existe un único discurso científico, pues cada ciencia tiene su propia terminología, sus propios objetivos y sus propios métodos aceptados como científicos por las instituciones y las personas que se dedican a cada campo del conocimiento socialmente aceptado como ciencia. En el discurso científico, el logos está dado por los resultados de la investigación e interpretación en el marco de una teoría, y sus pruebas son los datos empíricos; el ethos, viene a ser la confianza en el emisor, se basa en la virtud del autor y su prestigio entre la comunidad científica, aspecto que no se deja al azar en el artículo científico y más bien está codificado en el nombre del autor, que aparece inmediatamente después del título del artículo, en su identidad institucional y en la síntesis de su curriculum vitae que generalmente acompaña al artículo, ya sea al final del texto o en donde sea publicado. Finalmente, el pathos de la comunicación científica puede sustentarse, entre otros elementos, en el hecho de que el artículo aparezca publicado en una revista de prestigio, ya en lo que algunos estudiosos del artículo científico denominan la “cita canónica”,
elemento que puede verse como una prueba objetiva, pero que también constituye un elemento de persuasión que está más allá́ del logos de la causa, en el ámbito del ethos. Las propiedades del discurso científico según el profesor Méndez Quintero son: la coherencia, la completitud, consistencia paradigmática, el alcance explicativo y la pertinencia, por lo que a continuación presento una breve explicación de las mismas: La Coherencia: Esta se refiere a la lógica gramatical o lingüística o sintáctica del discurso, es decir, toda teoría es construida con un lenguaje específico, con cierto orden en la exposición, donde las proposiciones se enlazan y se complementan unas a otras formando razonamientos o redes de razonamientos que le dan organización y coherencia al discurso, por Medio de conectivos determinados desde el principio hasta el fin. Van Dijk (1998), al respecto considera dos tipos de coherencia, uno llamada lineal o local, la cual se define como en términos de las relaciones semánticas entre oraciones individuales de la secuencia, y otra denominada coherencia global, que caracteriza un texto como un todo. Sin embargo, tanto la coherencia local como global son interdependientes. En relación a esta temática, es importante tomar en cuenta los aportes de Sanz (2007), quien define varios rasgos prototípicos del lenguaje científico, como son: vocabulario unívoco, referencia estricta al objeto, negación de la subjetividad, precisión y claridad, ausencia de intimismo, ausencia de particularismos, que muchas de la cuales no se tienen en cuenta al momento de la elaboración del discurso científico. Asimismo, Lilling, citado por Álvarez (2007), considera que deben observarse los siguientes requisitos para la redacción del trabajo de investigación: precisión, claridad, brevedad, consistencia, interés y perfección. La Completitud. La completitud se refiere tanto a la lógica del contenido o a la sustancia del discurso como a su fundamentación, por lo que se debe determinar, si en el plano del contenido se presenta todas las proposiciones necesarias y suficientes para
explicar el problema, así como si en el marco de la fundamentación se presentan todos los principios necesarios y suficientes para construir los criterios fundacionales del conocimiento científico, o en particular los criterios de verdad. En relación a esta propiedad, Solís (2007:176), considera como una de las características de la Completitud, es considerar a la teoría como un cuerpo unitario y es completa, sí solo sí, da respuesta a todas las preguntas que se le pueden formular en su lenguaje. De igual modo, Solís (2007: 131) considera en cuanto a la definición de los conceptos “que un concepto científico o sus simbologías, debe tener significados especificados de tal modo que sean aptos para explicaciones, predicciones y retrodicciones; y además, para que los enunciados resultantes sean contrastables”. La completitud lleva a la consistencia interna o paradigmática y externa o epistemológica del discurso. La Consistencia Paradigmática y Epistemológica. Es interna o paradigmática, cuando se determina si dentro del patrón epistemológico, por ejemplo el causalista o un patrón teórico, como por ejemplo el positivismo, el autor sigue o llena todos los extremos de esos patrones. Se desarrolla una explicación a partir del último avance o versión del paradigma utilizado. Al respecto Kuhn, al tratar sobre el paradigma considera que la investigación gira en relación al uso de un determinado paradigma que el investigador elige, además considera que los conceptos, procedimientos y acciones sobre cómo realizar investigación está dado por un marco que orienta dicha actividad, y señala “... un paradigma es un modelo o patrón aceptado y este aspecto de su significado me ha permitido apropiarme aquí del término “paradigma” a falta de otro mejor”.(pág. 88) La consistencia es externa o epistemológica, es cuando se determina en qué estadio o frontera del desarrollo de la ciencia se ubica el discurso, por lo que el basamento epistemológico como factor de producción de conocimiento, es la dimensión origen que permite plantear el objeto de toda investigación, es desde allí que se inicia un primer acercamiento a ese objeto con el fin de conocerlo.
Desde el nivel epistemológico, el investigador debe plantearse interrogantes, que permitirán ser respondidas en el contexto de una realidad social desde donde se actúa. Preguntas tales como: ¿Qué se pretende conocer? En otras palabras: ¿Cuál es o será el objeto de estudio?; ¿Cómo se debe conocer? ¿ Qué tipo de relación puede establecerse con el objeto para conocerlo?; Es decir, ¿Para qué la investigación a realizar, o sea, nuestras intenciones?; ¿Para qué servirá la investigación (su importancia o relevancia)? y ¿ Para quién se hace lo que se hace?. Este aspecto es clave en la construcción del diseño de investigación, pues se exponen las bases sustantivas que definen la manera en cómo el investigador plantea resolver los problemas inherentes a las relaciones individuo-sociedad y sujeto-objeto; precisando el carácter gnoseológico del conocimiento científico que se pretende construir en el transcurso de la investigación. Por lo antes señalado, es necesario que el discurso sea concebido con un sentido paradigmático y epistemológico coherente, que permita diferenciar este tipo de discurso de otros, así como la relevancia correspondiente en el campo científico. Alcance Explicativo Se refiere al grado de universalización o de abstracción del discurso. Corresponde el uso y generalización de los conceptos y categorías científicas correspondientes a una teoría científica, así como el alcance de las conclusiones expuestas. La Pertinencia Viene dada por el nivel de vigencia que tiene una teoría en la coyuntura científica y real social actual o en el momento en que se está realizando la investigación. Se analiza si la teoría analizada contempla los elementos coyunturales y/o estructurales de la realidad. Se trata de determinar su utilidad teórica y social a nivel de aplicación o comprensión. Todo discurso científico debería contener explícitamente un plano epistemológico ya que es la única vía para fundamentarlo, por cuanto dentro de la
diversidad de saberes, la ciencia, como actividad racional, se ha venido construyendo históricamente precisamente explicitando sus supuestos, mientras que otros saberes han ganado terreno en otros planos, como en el de la fe, en la estética, o en la costumbre. Las personas intercambian enunciados, en los que imprimen emociones y manifiestan sus actitudes a través de estos, por lo que los enunciados están impregnados de vida social, de vida emotiva, de vida ideológica e incluso de vida puramente local o situacional, pero a fin de cuentas de vida. De allí que los sujetos discursivos, construyen discursos en situaciones de enunciación concretas, en situaciones intersubjetivas moldeadas por el género discursivo característico de una práctica enunciativa social. Por tal razón, la estructura del discurso está determinada por las condiciones reales o supuestas a partir de las cuales el discurso se realiza, es decir, por la situación social inmediata y el medio social más amplio, por cuanto el discurso procede de alguien y se dirige a alguien. Nos encontramos actualmente, ante una nueva noción de discurso que rescata los sujetos en la expresión de sus emociones, sus conocimientos y sus valoraciones, ante una dimensión de discurso donde la fusión estrecha entre las prácticas sociales y los usos del lenguaje permite el estudio del sujeto que habla (se expresa). Así pues, la construcción del discurso, se presenta como un campo transdisciplinar de las ciencias sociales y humanas, a través del cual se busca dar explicación a la manera como los sujetos utilizan el lenguaje oral y escrito en prácticas sociales que configuran dimensiones culturales, sociales, cognitivas, históricas, literarias y políticas. No podemos dejar de reconocer que son muy diversas las situaciones de uso social del lenguaje, es decir de la puesta en escena del discurso. Se trata de prácticas sociales y humanas en las que el sujeto relata su vida y la vida de su grupo social; crea y recrea sus relatos; evidencia y confirma sus valores y sus emociones; construye, interpreta y transmite conocimiento; comunica, informa, hechos acaecidos; imagina, evoca, inventa, prevé hechos; expresa su ideología; persuade y busca mecanismos de influencia argumentativa; prácticas sociales y humanas en las que los sujetos exponen, describen, explican y conjeturan; hablan
de sí mismos y de los otros; publicitan objetos; se acusan y se defienden y, en fin, en las que los sujetos enuncian el mundo natural y social desde su propia subjetividad. Por lo tanto, son numerosas, las explicaciones a la manera como se construye la significación y el sentido en el discurso, y diversas las respuestas que se dan de la noción de contexto; sin embargo, destaca su finalidad como elemento común de las distintas concepciones que del discurso existen, en este sentido, el discurso (tanto en su producción, como en su interpretación), representa un medio de enseñanza formal y sistemática, que permite por una parte, exhibir las capacidades ortográficas, gramaticales, linguisticas, léxicas, etc., empleadas en la construcción de los distintos géneros discursivos, y por la otra, desarrollar capacidades de pensamiento y para elaborar saberes nuevos. Un discurso doctoral bien construido, contiene contenido conformado por oraciones que se relacionan con una idea central desarrollando una idea semántica y sintácticamente compacta, por lo que se configura una unidad de pensamiento que tiene coherencia y cohesión, además de un sentido didáctico, reflexivo, e indudablemente con un significativo aporte de conocimiento. Finalmente, vale la pena recordar que al momento de elaborar un discurso, además del orden sintáctico, también interesan el orden estético, como la armonía y el estilo personal, así como psicológico, es decir, el que se ciña a las ideas y al pensamiento, dentro del contexto social al que va dirigido.
MATERIALES DE REFERENCIA Álvarez, V., 2007. Lenguaje y metodología del trabajo universitario: Técnicas para escribir, leer y estudiar. Ediciones jurídicas, Lima. Bloomfield, Leonard., 1973. Aspectos lingüísticos de la ciencia. 10a. Ed. Madrid: Taller de Ediciones Josefina Betancor. Bolívar, Adriana., 2007. Análisis del discurso ¿Por qué y para qué?. Editorial CES, S.A. Caracas, Venezuela. Kuhn, T., 2007. La estructura de las revoluciones científicas. Fondo de Cultura Económica, 1era. Reimpresión., México. MENDEZ, Evaristo., 2001.El Paradigma de Investigación Empirista. Maracaibo, Universidad del Zulia. Escuela de Sociología. Inédito. Sanz, I., 2007. El español profesional y académico en el aula universitaria: el discurso oral y escrito. Tirant lo Blanch, Valencia, España. Solís, C., 2007. Inicio en Epistemología: Filosofía y teoría de la ciencia. San Marcos, Lima. Van Dijk, T. 1998. Estructuras y funciones del discurso. Siglo XXI Editores, s.a. de C.V., 12a. ed. México. Van Dijk, Teun A., 2003. “El estudio del discurso”, en Teun A. van Dijk, El discurso como estructura y proceso. Estudios sobre el discurso I. Una introducción interdisciplinaria. Barcelona: Editorial Gedisa.