Un Duendo De Nombre Gavilan

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Manuel Diego Pareja-Obregón de los Reyes

CETRERÍA Y AVES DE PRESA UN DUENDE DE NOMBRE GAVILÁN




Cetrería y Aves de presa. Un duende de nombre gavilán, es sin duda uno de los tratados de cetrería mas ambiciosos y completos de los que se han publicado en castellano en los últimos cincuenta años. Basta recorrer su índice para comprobar que en el se recogen los aspectos más sobresalientes de este arte milenario. Aunque varios de sus capítulos están dedicados al gavilán, la gran mayoría de las técnicas y consejos son de aplicación general a las aves de presa. Su autor, tras años de observación directa y análisis de resultados, nos proporciona una valiosísima información sobre métodos de cría y adiestramiento, junto con una exposición detallada de la biología de este tipo de aves. A todo ello hay que añadir una interesante monografía de la cetrería en México y un estudio detallado sobre los búteos americanos. Diego Pareja-Obregón es uno de los mejores especialistas sobre el tema. Autor del libro ya mítico e inencontrable. Azor Dios lo hizo eterno (1985). En pareja Obregón se reúnen dos cualidades que rara vez se dan juntan: una experiencia directa del mundo animal y un talento literario que convierte muchos de los pasajes de este libro en una lectura deliciosa y apasionante. Esta edición cuanta además con una extraordinaria riqueza de ilustraciones, casi cuatrocientas entre dibujos y fotografías, obra de varios de los mejores especialistas en uno y otro género. Algunas de las fotografías so además de ejemplares que nunca antes habían sido captados por un objetivo. Por último, pero para empezar, hemos invitado a prologar este libro a Joaquín Araujo. Un estudioso del medio ambiente cuya defensa pública de la naturaleza a través de la prensa y la radio le han valido un reconocimiento general. Por todo ello, creemos que este libro interesa no solo a los cetreros, sino también a los ornitólogos y a cualquier aficionado a la a ves. Los editores.


ÍNDICE

Prólogo: Por Joaquín Araujo

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Introducción

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Prefacio

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Historia. La cetrería a través de los siglos 12 -La iglesia y la cetrería,- Nobleza y cetrería,- Castas de gavilanes,- Orígenes de la caza con gavilán,Citas y anécdotas,- Jean Daams 39,- François Van Den Heuvell,- Jean Peels,- John and Henry Peels,- Jena Bots,- Adrien Mollen,- Creación de la Royal Loo Hawking Club.

Biología 36 - Prisioneros del bosque,- Las impronta en el anidamiento,- Puesta e incubación,- Rastro,Desplumaderos, egagropilas y predaderos específicos de la especie,- Diario,- Migración,- El gavilán,- Subespecies,- El gavilán de las Islas Canarias,- El archipiélago canario,- Apuntes históricos sobre el Accipites nisus grantii,- Biología,- Alimentación.

Instalaciones y equipamiento 87 - Muda jardín,- El arco,- Los tornillos,- Lonjas,- El baño,- Caperuzas,- Pinzas mágicas y Portacaperuzas,- Cestas y cajas de transporte,- Cascabeles.

Adiestramiento 102 - Amasamiento,- Desvele,- Placeo,- Crianza campestre,- Comparación entre pájaros improntados y no improntados,- Vuelo al guante en introducción del gavilán al señuelo,- Temple,- Introducción al señuelo,- Afeitado de pasajeros,- Diario,- La caza,- Introducción a la caza. • Cría en cautividad 138 - Granjas de aves de presa: bocetos históricos,- Cría en cautividad del gavilán,- Paradas nupciales,Nidificación,-Puesta,- Nacimientos primero y segundo picotazo,- Desarrollo y crianza de los pollos,- Calor corporal,- Impronta,- Anillamiento,- Historia y panorama de la cría en cautividad en España,- PACAC Proyecto Andaluz de Cría e de Aves de Cetrería. Centro Andaluz de Aves de Cetrerías. Ulrike y Lola Lazo,- Centro de halcones Horus,- Centro de Halcones de Barcelona,Centro de halcones Neblí. •

Caza de pequeños pájaros 166 La cacería,- Caza de pequeños pájaros: el buitrón, el ruiseñor bastardo y la buscarla pintoja,Marruecos,- El ruiseñor bastardo, la buscarla pintoja,- La curruca cabecinegra, la curruca rabilarga y la tarabilla común,- La cabecinegra,- La Rabilarga, Gorriones y alcaudones,- El alcaudón,Curiosidades y algunos consejos prácticos.

Caza del mirlo 186 - Introducción a la caza del mirlo,- Diario.

Caza de la codorniz y la Perdiz Roja 196 La caza de la perdiz. • El Gavilán de Cooper 206 Biología,- Diferencias morfológicas y de carácter entre el gavilán de cooper (Accipiter cooperii) y el gavilán americano (Accipiter striatus velox) •

El Gavilán Negro

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- La cetrería con gavilán negro en Zimbabwe por Ron Hartley,- El gavilán negro (Accipiter melanoleucus),- Biología,- Temperamento y dificultades que ofrece su entrenamiento,- La caza con gavilán negro,- Utilización de perros,- Capacidad cazadora,- Gavilanes negros memorables. • Los Búteos Americanos 229 El red-tailed Hawk (Buteo jamaicencis) o Cola Roja o Aguililla Colirrufa,- Biología,- Subespecies del Red-Tailed Hawk o Colas Rojas,- Rough legged Hawk (Buteo lagopus),- Ratonero ártico o Ratonero Calzado. Broad-winged hawk (Buteo platypterus) Ratonero de migratorio menor o ratonero de alas anchas,- Red-shouldered hawk (Buteo linaetus) Ratonero de pecho rojo. •

Cetrería en México 242 - México, un paraíso natural para la cetrería,- La Selva verde tropical de nubes.,- Los Aletos,- El gavilancito de monte rayado,- (Micrastur ruficollis),- El gavilán collarejo o gavilán de collar (Micrastur semitorquatus),- El aguilucho de penacho,- El gavilán de pecho anaranjado (Falco deiroleucus), El gavilán bicolor (Accipiter bicolor).

El arte y la Cetrería

Escenas para el recuerdo

Vocabulario

Bibliografía


PRÓLOGO Recuperar toda la nobleza De las innumerables armas y artimañas que los animales utilizan con el fin de capturar sus presas, la mas extendida y eficaz es la velocidad. Correr, volar saltar o arrojar algo, en el menor tiempo posible, es la más universal táctica ofensiva para romper el estado de permanente alerta en el que viven los seres vivos. Si acaso la única excepción somos nosotros mismos, capaces de no vigilar constantemente el derredor por el sencillo hecho de que hace ya bastante tiempo que lo hemos modificado hasta dominarlo casi todo. Por supuesto que a la celeridad de los cazadores de presas reaccionan de múltiples y sofisticadas formas entre las que también destaca la rapidez. Tal vez por todo ello, es decir por formar parte indisoluble de la prelación y de la salvaguardia, de la vida y de la muerte, la velocidad nos fascine tanto. Sumemos nuestro culto al record, o mejor aun a las jerarquías, y tendremos la explicación de que la cetrería se una de las pasiones menos controlables que uno conoce. Cazar sirviéndose de los anímales vertebrados más rápidos que existen ha sido siempre un raro privilegio. Pero no solo porque ya no, a lo largo de los siglos la práctica de este arte venatorio estuviera reservada a los poderosos. También porque el espectáculo, lo vea quien lo ves, se convierte en una experiencia inolvidable. Contemplar como cae del cielo un ave, convertida toda ella en una vertiginosa aceleración, resulta conmovedor. No menos el zigzagueo de los gavilanes y azores en el laberinto del bosque y el maquis. Es realmente el mejor ejemplo de velocidad pura. Águilas y halcones, azores y gavilanes autocataplutados se convierten en un instante eterno, en un goce que casi resulta imposible no saborear. Sin aparatos interpuestos las aves de presa juegan con la inercia y la gravedad y, adueñándose de tan rigurosas leyes de la física, dominan el tiempo y el espacio. Todo además en medio de la trasparencia de los cielos. Luego, si atrapan a otro animal que ponía lo mejor de si mismo para escapar, puede que el espectáculo colme el ansia de emociones. Y así es para los cetreros, hasta el punto de que suelen caer en la adicción y jamás se cansan de repetir los lances. A los naturalistas nos basta con ver estas escenas protagonizadas por animales en libertad. Nos ocurre pocas veces en la vida, pero compensan. Solo que entonces, cuando las rapaces no son de nadie como sus presas, será mas frecuentes los fallos que los aciertos.m Pero la cetrería se basa precisamente en “atrapar lo libre con lo encadenado” como inmejorablemente definió eñ poeta árabe Abd al.Aziz ben Alqabturnuh. Vaya en paralelo el elogio del espectáculo que. Desde el momento en que ya no queda ninguna justificación para que este arte se practique con animales desposeídos de su libertad, ojala se cazara menos con armas y más con aves. La cría en cautividad, aunque aún no a desterrado por completo a los saqueadores de nidos, se ha alzado como garantía de conservación de las especies escasa con las que se practica la cetrería. Pero han de ser los propios cetreros los que se exijan así mismos el máximo control. Se cabe agradecer el enorme estímulo que ha supuesto para la consolidación de los conocimientos relacionados con la reproducción, todavía más si fueran capaces de vigilar, denunciar y desacreditar a los que todavía atentan contra la multiplicidad vital. Así mejorará su imagen y contribuirán al empeño de conservación de la más agreste Naturaleza. Con este ánimo prelimino este librero en el que se recupera con rotundidad una de las caracteristicas más dignas de los cetreros, la de dar noticia rigurosa de la vida de las aves. La de que su pasión por ver volar y cazar a los mejores no está al margen de un profundo conocimiento de las conductas de las especies. Pareja-Obregón se revela aquí como un consumado ornitólogo. Con todo insisto en avivar el estado de alerta, en que sean y seamos más como las aves que admiramos: queda aún bastante tarea hasta ennoblecer por completo la practica de la cetrería. Hay que pergañar todos los controles imaginables, con las autoexigencias lógicas y con la incorporación de todos los cetreros a la todavía más noble tarea de que no se nos acaben esas delicias que a menudo se posan en sus manos enguantadas. Joaquín Araujo


INTRODUCCION Nunca pensé que toda una serie de recuerdos llegasen a ser algún día tan importantes para mí. Recordar es agradable si los recuerdos son buenos y nunca fueron tan agradables y gratos como en esta ocasión. La primera vez que oí hablar de gavilanes fue en un lugar borroso de mi memoria que en estos momentos no puedo determinar con certeza; la conversación giraba en torno a Jimena de la Frontera y a un cetrero. Juan Bersabe. Escuche casi sin interés, más por la fuerza de la costumbre que por otro motivo. Yo andaba por aquel entonces medio loco, intentando conseguir que una atolondrada prima de peregrino remontase medio metro más de los pocos que alcanzaba de altura en sus primeros vuelos. Sin embargo a partir de este día serían muchas las ocasiones y las veces que volvería a escuchar esos nombres y siempre de una forma u otra relacionados con el gavilán. Conocía a Juan un año después en mi primer viaje a Jimena. Jimena de la Frontera es un pueblo tranquilo de la provincia de Cádiz, que se alza a pocos kilómetros de la gran roca gibraltareña. Posee una pequeña vega amurallada en todo su entorno por la impresionante sierra y los bosques de incalculables alcornoques; su gente es agradable y el paisaje, en verdad, fascinante. Fue un mañana amena. Hablamos de perros cetrería y curiosas cacerías de corzos y bueno… los hechos que ocurrieron a continuación cambiaron profundamente mi forma de entender hasta el momento la cetrería, porque para mi tenía una fuerza y un valor inexplicable los lances de un gran pájaro agarrado a al cabeza de una liebre o acuchillando y quebrando el descenso vertiginoso la arrancada de un sisón: pero no me parecía meritorio no capaz de arrancar grades sentimientos el vuelo de un pequeño gavilán tras un pajarillo. ¡Que equivocado estaba! vi. volar esa mañana la bonita collera de Juan, en lances tranquilos desde el coche y quedé hechizado con la rapidez de vuelos y con los quiebros y cintas imposibles de seguir uno a uno con la vista. Fue de verdad emocionante y en el interior de mi ser brotó la admiración por esos pequeños candores de larga cola y ojos brillantes. No obstante los primeros vuelos en los que comencé a disfrutar fueron los que cada tarde realizaba Alfredo Fillol de Valencina en la “verea” con un torzuelo de largas manos de nombre Pristalejo. Valencina de la Concepción está situada a pocos kilómetros de Sevilla, al borde mismo de la meseta aljarafeña: Olivares, viñas y tierras de labor se convierten el escenario de una de las cetrerías más bonitas y movidas de cuantas había visto hasta entonces. Todas las tardes recorríamos la vereda de un extremo a otro corriendo tras las currucas y buitrones a los que el ligero torzuelo perseguía una y otra vez en vuelos inverosímiles, con una sabiduría innata, hasta hacerse con la pieza. Recuerdos imborrables los vuelos de los muchuelos, los lances tras los gorriones desde el filo desde el coche al filo de los barbechos y la noche que tuvimos que dormir bajo el eucalipto porque “llevo a mano” y sin querer comer nos dejo toda la noche en vela hasta que con las someras luces del día peló, desayuno y como si nada bajo al guante de Alfredo con la misma alegría de siempre. Fue a partir de esas vivencias que comencé a manejar con mayor o menor solturas algunos pasajeros que me traían los rederos de pajaritos en el tiempo de las migraciones. Tuve mi primer “niego” con Carlos Torres, un bonito torzuelo que me proporcionó muchas y muy buenas satisfacciones; pero quizás los ratos que recuerde con más cariño son los que compartí con Rafael Alcalde entre las suaves lomas suaves y trasquilonadas de viejos acebuches de la Montilla. Vienen a mi mente lances excepcionales de “teba” la bonita prima niega, única para fintear, meter en la herida y cobrar en quiebros perfectos, entre cardos y chaparras de puntas afiladas erosionadas por el viento cuantas currucas y buitrones hiciesen falta. Recuerdo que la vi volar una tarde en un muro de la marisma; salio del guante tras un buitrón que sesteaba en uno carrizale espeso y me dejó ese sabor de boca de los lances que son irrepetibles.


Una año más tarde, un día soleado de Febrero, coincidiría en la “dehesa de Coria” con otro gran gavilanero. Javier Vázquez tenía un torzuelos ya con su bonito traje azul que volaba de maravilla, y de nuevo la nostalgia de manejar uno de estos valientes cazadores hizo mella en mi interior. Añoraba los finales de estío, cuando desde mi mano volaba sobre las siembras de las huertas aquel ágil torzuelo de Ciudad Real que tarde tras tarde me sorprendía con las inesperadas acrobacias de un nuevo lance. Pero quizás nunca hubiese vuelto de nuevo a manejar uno de esos pequeños cazadores de ojos brillantes de no ser por Miguel López y Antonio Vizacaino. Ellos llenaron mi corazón hasta el mismo borde con el líquido de la añoranza: me ensañaron su secretos y, por primera vez, vi cazar codornices con gavilanes en vuelos de una fuerza y dramatismo sin par. Con la puesta de sol mientras en el retorno comentábamos historias de pájaros que fueron parte de nosotros, comprendí que necesitaba sentirlo por mi mismo, en mi guante, en mi persona y para toda la vida.

Manuel Diego Pareja-Obregón de Los Reyes



PREFACIO Ocurrió hace siglos, una tarde de primavera al comiezo de la tercera luna en la gran llanura mesopotámica. La caravana de mercadera sesteaba tranquila a la orillas de oasis. El joven Simak arrastrando su sudor por la caliente arena, se deslizó lentamente de una tienda a otra, descorrió la gruesa cortina de piel curtida por cientos de vientos y soles y penetró en su interior. En el centro de la misma , amparado por la oscuridad, descansaba sentado a la usanza árabe Al-Haloy El anciano sobre una gran alfombra. Conocedor de los secretos del desierto y de los males del hombre, su palabra era la ley. Simak lo observó con respeto lleno de admiración y obedeciendo la señal de su mano se arrodilló a su derecha. El viejo Al-Haloy alzó entre sus manos una cesta de caña entrelazada y, descubriendola sacó de su interior a un precisos halcón encapuchado. Fue en la anterior parada que realizó la caravana en territorio persa cuando Simak lo cogió del nido de la rivera. Siempre que cruzaban la pequeña playa arenosa miraba a hurtadillas la gran roca oscura, inmenso capricho de la naturaleza que se alzaba al final del río. Donde los más viejos decían que vivían desde tiempos inmemorables los halcones del desierto, en cuyos ojos oscuros “se perdían los confines del tiempo”, y el, Simak, hijo de mercader, había logrado capturar uno de los pájaros de la gran roca. Tubo que esconderlo de las miradas de su padre, hombre justo pero empapado de un odio ancestral hacia el halcón del desierto, cuando las tardes refrescaban, Simak dejaba volar a su halcón libre como la brisa que acaricia las inmensas dunas de arena blanca. Al-Haloy El anciano le contaba viejas historia de la doma y caza de halcones, y un día le obsequió con un autentico capucho de cuero como uno que vio a un cazador mongol cuando solo era un niño. Quizás influyó en el ánimo de su padre la gran sequía que estaba padeciendo esa primavera o solo fue una forma de desahogar su desesperación contra la mala suerte, lo cierto es que esa tarde levanto la tapa de la cesta de caña sacando del interior al halcón con intención de quitarle la vida. El ave noble, al sentirse agarrado, clavó las garras en las manos del agresor hiriéndolo, y el árabe, al sentir en su piel los afilados dardos como cuchillos blasfemó soltando al halcón, que con un suave batir de alas desapareció en el horizonte. La caravana partió al día siguiente hacia tierras mejores. Simak, lleno de dolor, caminaba junto a su padre “y lo que estaba escrito sucedió” un majestuoso faisán dorado se dejo ver delante de la cuerda de camellos; Los mercaderes tensaron sus arcos, pero los largos dardos solo asustaron al engalanado pájaro. 1Si! “Lo que estaba escrito sucedió”, un pequeño trueno rasgó el viento. “shain, shain”, gritaron los mercaderes, y el vuelo del faisán se quebró en un remolino de plumas, cayendo herido de muerte a los pies de Simak. Al-Haloy EL anciano elevó con delicadeza el ave cazadora en su brazo y dirigiéndose al pueblo dijo: - Desde hoy te llamaremos Al-Hurr que significa “el noble”, Que tus alas y la bondad de tu dueño nos proporcionen alimento de por vida-; y mirando a Simak pronunció las siguientes palabras. - La sabiduría en los seres del desierto brota espontáneamente como el agua de los manantiales, dale al shain una parte del faisán y el resto lo comeremos nosotros. Y Simak orgulloso miró los ojos de su halcón descubriendo en su mirada oscura, allí donde los más ancianos decían “que se perdían los confines del tiempo”, una alianza imperecedera



HISTORIA -13-

LA CETRERÍA A TRAVÉS DE LOS TIEMPOS De todas las aves que se pueden utilizar en la practica de la cetrería ; el gavilán es una de las más atractivas y apasionantes. El misterio que encierra su figura así como su comportamiento diferente a casi todas las demás aves cetreras, ha sido la causa de que su difícil manejo haya estado siempre en manos de un número muy reducido de personas. A lo largo de la historia el papel que ha desempeñado el gavilán ha resultado más bien modesto; solo en determinados momentos ha formado parte pujante del escenario cetrero, escribiendo por breves intervalos de tiempo capítulos de importancia. La primera forma de cacería con aves de presa llevada a cabo por el hombre en occidente fue de un rudimentarismo extremo, centrándose básicamente en una cooperación fortuita entre el hombre y los accipiteres exclusivamente. Los grandes bosques que cubrían Europa impedían cazar a otras especies de aves. El azor y el gavilán, únicos representantes de este género en esta parte del mundo, especializados en vuelo acrobático, posibilitaron su manejo dentro de la frondosidad u espesura del bosque. Esta manera de cazar, menos espectacular que la de los halcones, pero mucho más provechosa, fue de subsistencia. El hombre necesitaba del ave para su manutención diaria, pero en esta primara relación”atávica” el lazo de unión hombre rapaz surgió en la mayoría de los casos espontáneamente. El beneficio era reciproco, y el azor o el gavilán eran libres, no estaban adiestrados, eran pájaros de campo, zahareños, que buscaban la presencia del hombre en los arroyos y en las lindes de los primeros claros del monte, al acecho de presa que huía espantada al paso de las caballerizas y rebaños. De esta singular simbiosis, surgió con el tiempo, una de las bellas y espectaculares formas de caza……… ¡la cetrería! Las primeras noticias que se tienen sobre esta modalidad venatoria son las legadas por Plinio. El relato describe como hombres y halcones cazaban juntos en los bosques, los primeros batiendo la floresta y los segundos a la espera de la caza que huía espantada. “Los hombres con largas varas golpean la maleza y la caza menor que intenta escapar es atrapada por las aves rapaces que esperan en los alrededores” De igual forma Aristóteles, en sus escritos, hace alusión a un hecho semejante: “Los hombres golpean con varas al los cañaverales y los árboles haciendo huir a los pájaros, los gavilanes se dejan ver y los persiguen, el temor obliga a los pájarillos a querer refugiarse en tierra donde los hombre los golpean con varas y los matan”. Las presas así obtenidas se dividían en partes dando una como premio a los gavilanes. Otra cita coetánea de autor desconocido, pero muy similar a las dos anteriores reafirma esta especie de cooperativismo ente humanos y aves salvajes. “ Los niños que se ocupan de este tipo de caza llaman a los gavilanes por su nombre y estos una vez que han apresado algunos pajarillos lanzan algunos a los niños.” El relato, aun teniendo un fondo lógico, es bastante fantasioso. Marcial habla del gavilan como un aliado del pajarero.


HISTORIA -14-

“El gavilán es el que se apodera de los pájaros: Hoy en día es el servidor del pajarero, engaña a las aves y lamenta que no hayan sido cazadas para él” Y Opiano describe así las ventajas del cazador de pájaros: “Para su caza no necesitan ni de la espada ni de otros instrumentos de hierro y se sirven, por el contrario, del gavilán del que se hacen acompañar cuando van al bosque, llevando consigo redes ligas y flechas.” Las Citas hablan por si solas. La expansión del pueblo mongol extendió la cetrería a lo largo de todas sus conquistas y como un reguero de pólvora fié encendiendo poco a poco el corazón de todos aquellos que la rozaban por primera vez. La Manera más bella de cazar aves en el mundo, la altenaría, tuvo sus orígenes en oriente; posiblemente en la gran llanura mesopotámica. Asimismo grandes halconero surgieron igualmente del pueblo japonés como se deduce de las crónicas de las primeras dinastías: “la caza con aves que se descuelgan del cielo”. En este sentido, los japoneses, poseedores de una sensibilidad especial, supieron convertir las cosas cotidianas simples y sencillas en verdaderas obras de arte. La cetrería es un deporte rebosante de sensibilidad en el que la constancia, la paciencia y la poesía se mezclan en diferentes proporciones. Ninguna raza ha sido a lo largo de la historia tan sensible, constante y amante de su cultura como la japonesa. La cetrería salta a las grandes estepas asiáticas, lugar idóneo para el manejo de los nobles halcones, y mientras en Europa se sigue practicando de una forma modesta de caza con fines de subsistencia, en China comienza a formarse una cetrería que roza los límites de lo etéreo, comenzándose a dibujar, como lo que finalmente terminaría siendo, un arte, donde solo tienen cabida aquellas virtudes que enaltecen un lance, resaltando valores tales como la belleza de los vuelos y la dificultad de los mismos. Los relatos fidedignos de la época de la cetrería China que describen suntuosas cacerías del gran Khan muestras la grandeza y es despliegue tan enorme de riquezas de que hacía gala el emperador.


HISTORIA -15-

En una acción comparativa del esplendor mongol de entones, frente a las modestas posibilidades de los manchares se puede leer de manos de Kien-Long, sexto emperador chino de la dinastía manchar la siguiente descripción:

“Los brillantes equipajes de Ouang – Leang y se Sien –Gno no pueden ser comparados con nada al sencillo pero noble aparato de nuestros guerreros cazadores. Que dejan de albarnos el espectáculo de ese millón de hombres armados y revestidos de sus corazas que, motados a caballos ágiles y esbeltos, soltaban gavilanes, excitaban a los perros y galopaban a rienda suelta, subían hasta la montaña Tagchan como si estuviesen montados en carros de transporte y bajaban con la misma elegancia, recorrían el país hasta el mar de Pobai, lo cubrían con sus redes, lo cruzaban y regresaban luego para recibir los aplausos y gozar de la gloria. Semejante espectáculo no puede ser comparado con el que ofrecen neutros buenos manchures.” El Gran Khan esa un amante apasionado de la cetrería. En sus halconeras mudaban todas las primaveras alrededor de doscientas aves y cada una de ellas, perteneciente a su majestad o a cualquiera de sus gentiles hombres, llevaba una tablilla de plata sujeta en una de sus patas en las que estaba grabada el nombre del propietario del ave, precaución necesaria para devolverla a su dueño en caso de pérdida. El emblema de grandeza entre los pueblos mongoles estaba representado por aves de caza. Thwrocz decía de Atila que en su bandera se podía ver pintada un ave coronada llamada Astur, raíz semántica que da lugar a la palabra azor. (Asturias; “tierra de azores”). Los godos llamaban al gavilán por en nombre de “gavila” que quiere decir horca; dicha comparación se debe a la semejanza que este utensilio tenia con la forma de la garra del pequeño cazador del bosque.


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Pero seria durante la edad media en Europa, época dorado de dicho deporte, cunado la cetrería alcanzará nivele impresionantes de perfección, convirtiéndose de la noche a la mañana en la más refinada de las artes. La nobleza giraba alrededor de la cetrería. La consecución del título de cetrero se convirtió en el mayor de los honores y muchas personas de alto cargo pretendían este puesto de confianza. Los grandes guerreros renunciaron a su cargo militar con tal de entrar al servicio de un príncipe y obtener mercedes de este y todo gracias al misterio que envolvía a los métodos de adiestramiento. Con frecuencia un halconero que fuese célebre, aunque proviniera de humilde cuna, tenía bajo sus órdenes a una multitud de hidalgos y nobles, orgullosos de sus prerrogativas pero dispuestos a seguir las instrucciones de esa especie de líder cuyos conocimientos y habilidades envidiaban. Los lances altaneros oscurecieron el bajo vuelo. El gavilán se convierte merced a su delicada figura en el pájaro de las damas, que encuentran en su trato ratos de ocio y entretenimiento en la caza de pequeños pájaros, y porque no, el más bello de los aderezos ornamentales en fiestas y reuniones de la corte. Demetrio, el que fuera médico del emperador Miguel, Paleólogo de oriente, Escribió un tratado de cetrería en el que comentaba entre otras cosas, la afición que mostraban las damas por este noble ejercicio. No obstante, en una de las descripciones más bellas, en la que la mujer se incluye como parte activa de la cetrería de antaño, es la legada por el rey Modus:


HISTORIA -17-

“Cuatro razones te harán amar la caza con gavilanes: es una caza hermosa y el vuelo del gavilán divertido; se está en agradable compañía y al estar en el campo muchas personas diseminadas, cada uno tiene su gavilán y se puede apreciar cual de ellos vuela mejor; además las damas pueden tomar parte en la cacería. Una dama que cace con gavilán debe tener a su servicio alguien que le traiga la rapaz cuando esta haya apresado a la alondra o la perdiz, auque a veces se puede ver como el gavilán tras la alondra hasta el puño de su dueña y si no lo consigue a veces lo vuelve a intentar, semejantes gavilanes reciben el nombre de gavilanes de damas”

La iglesia y la cetrería Sin embardo, quienes de verdad llegaron a apreciar al gavilan en toda su valía fueron los clérigos. Durante mucho tiempo la iglesia abasteció su cocina con piezas capturadas por las rapaces adiestradas y michos servidores del clero llegaron a sentir verdadera pasión por este modo de cazar. Las ilógicas modas y obligaciones de una época donde los estamentos sociales eran de una importancia vital supusieron la regulación y la estructuración de los niveles según la valía de las diferentes aves de presa. Esta ordenanza muestra lo explicado del siguiente modo. “El águila el buitre y el milano se asignan al emperador El gerifalte a los reyes El halcón gentil a los príncipes El halcón montañero a los duques El halcon peregrino a los lores Las aves bastardas a los Barones El Sacre a los caballeros El alcotan al “señor” El esmerejon a las damas El gavilan a los clerigos El azor a los alabarderos Y los cernícalos a los criados”


HISTORIA -18-

Imagino cuantos buenos ratos pasarían los párrocos corriendo tras los mirlos con gavilanes al guante, alrededor de las villas donde ejercían sus deberes religiosos. Llegará a ser ten grande la afición de estos santos varones por la cetrería que oficiaban misa con sus pájaros favoritos junto al altar; y así lo narra el duque de Medinaceli. “Todos entraban en la iglesia con las aves que colocaban el los escalones del altar, los eclesiásticos, atribuyéndose el sitio de honor, lo hacía del lado del evangelio y los seglares del de la epístola. Los prelados también distraían sus ocios con la practica de la cetrería y cobraban tributos en aves de caza, así por ejemplo el propietario de la tierra de Maintenon debía entregar anualmente al obispo de Chartres un gavilán adiestrado para la caza. Los emperadores y príncipes alemanes imponían a los conventos la obligación de alimentar aves de caza.” Determinados clérigos llegaron a adquirir toda una serie de prerrogativas en torno a la cetrería: Celebre fue el decreto promulgado y concedido a favor del señor de Sassay y del cura de Ezy: “Puede el señor de Sassay hacer que diga misa el cura de Ezy y otro el le iglesia de Nuestra Señora de Evreux, ante el altar mayor cuando le plazca y puede dicho señor o cura, cazar en todo el territorio de la diócesis con azor y torzuelo, con seis podencos u dos lebreles y puede dicho señor hacer llevar o poner su ave a un lado del altar mayor en el lugar más próximo o mas cómodo de su gusto” Los señores de Chastelas poseían el derecho de situarse entre los canónigos de la iglesia de Auxerra, ceñidos con su espada, la cabeza cubierta con un sobrero de plumas y llevar la muceta sobre el brazo y el gavilán en el puño. Curiosamente las primeras noticias que se tienen sobre cetrería y sus orígenes en Inglaterra provienen de un libro que escribió Jean de Salisbury, obispo de Cornot. El capellán de los reyes Felipe de Valió, Juan II y Carlos V, contaba que desde los nueve años llevaba ya taragote al campo, que a los doce años adiestró a su primer halcón, y que toda la vida gustó de los perros y de las aves. Así mismo con prosa alegre y distendida nos cuenta este personaje que en cierta ocasión canónigos, burgueses y escuderos, con una veintena de rapaces, realizaron una jornada de caza envidiable, mencionando en su relato a Dionisio el grande, obispo de Senlis, autor de los muchos tratados de cetrería que se publicaron en aquella época. Y fue tal la afición de los príncipes de la iglesia al noble arte, que en no pocas ocasiones la realeza, consciente de los conocimientos y habilidades de la caza de esos hombres, no solo se regían de sus consejos , sino que incluso realizaban prestaciones de pájaros valiosos, especializados en vulva llenos de dificultad, para que los clérigos llevaran a buen fin su definitivo adiestramiento. Según crónicas de la época, fueron muchas las veces que el rey anglosajón Aethilbelth se dirigió a san Bonifacio, arzobispo de Mállense, pidiéndole halcones maestros grulleros ya que, según sus propias palabras, “ en su país existían muy pocos halconeros que supieran dominar los


secretos de la introducción a la caza de halcones en las zancudas”.

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La ley de los logaboardos prohibía entregar como rescate o prenda la espada o el gavilán. Esta forma de sentir y de pensar era afín a toda Europa. Se comprende que cuando Magnus Lagabater conquistó Islandia, independientemente de reservar a la corona el derecho de apresar halcones, otorgase a los obispos de Drontheim la autorización necesaria a tal efecto, privilegio del que había gozado antaño como señores espirituales de Islandia. Esta concesión fue aprobada tra una conversación que finalizó en nueve de agosto de 1277 entre el rey de Noruega y el arzobispo Drontheim: “El rey concede al arzobispo y a sus sucesores el privilegio de atrapar halcones grises tal como ya había hecho su predecesor” Dinamarca tuvo en sus manos durante muchos siglos el monopolio de los blancos gerifaltes, concediéndolos solo y exclusivamente como presentes a las diferentes cortes, según las conveniencias y manipulaciones políticas de la época. Se podía conocer que país o países se encontraba en buén lid con el rey danés por la ausencia, a llegar la primavera, de halcones blancos como presente a una determinada corona. Muchos servidores de la iglesia contaron con este privilegio: “De entre los muchos monarcas agraciados con el envío de halcones blancos por la corte de Dinamarca, se encontaba , según los archivos reales, el arzobispo de Bamberg” Finalmente una última gota terminó rebosando el vaso. La afición de la Iglesia por la cetrría fue tan grande que en determinados momentos de la historia se tomaron medidas prohibitorias debido al abandono de responsabilidades, especialmente, de personajes con altos cargos eclesiasticos. Así en el concilio de Agde en el año 506 swe prohibi´p la tenencia de perros y halcones a los principes de la iglesia. Sin embargo aunque los concilios de Epaon u Macon en el 517 5 585 renovaron esta prohibición, los clérigos, curas y obispos continuaron cazando con azores y gavilanes incluso, y a pesar que desde el siglo VI se les prohibiera definitivamente mantener y criar aves de presa y san Bonifacio respaldase dicha prohibición, lo único que se logró en el sínodo provincial de Auch fue que los archidiáconos dejasen de llevar con perros y aves de caza con ocasión de las visitas que realizaban a las diócesis. ¡Que difícil resulta desterrar del todo del corazón de un cetrero el veneno de este antiguo y apasionante deporte! Cuesta mucho pasar de ser un gran practicante a convertirse en mero espectador, pero aún resulta mucho peor el destierro y el olvido total de la afición, y así lo debió entender el obispo Ophovius, gran admirador de la cetrería holandesa u “el mejor amigo de uno de los pocos halconeros que vivía en la villa de Bergeit.

Nobleza y cetrería Pero no fueron los clérigos los únicos amantes de y locos practicantes de la cetrería a lo largo de la historia, sino que muchos reyes y emperadores sintieron de igual manera correr por sus venas ese veneno apasionante o ese fuego abrasador que encendía a su paso la


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caza con aves de presa. Una de los monarcas que más pasión sintió por la cetrería fue Luís XIII. Sus interensantísimos apuntes de cómo de cómo se debía cazar y los vuelos que se debían realizar con cada ave en concreto bien merece nuestra atención. “Con gavilanes y esmerejones se caza la codorniz. La perdiz se caza con torzuelo de halcón y con gavilán volando a ambos juntos. El arrendajo, el pinzón, el verderón, el vencejo, el ruiseñor y el picamaderos se caza con gavilanes. La pegarreborda*. Con tres esmerejones y con gavilán. El gorrión, con gavilanes y con pegarreborda. El murciélago con torzuelo de halcon y con primilla. Aparte e sisón, el chorlito real, la chova, el cuervo, la corneja y el gavilán se cazan con halcones”. Durante su reinado proliferó la cetrería y en especial la caza con azores y gavilanes, ya que todas las personas relevantes del reino, así como los clérigos, gente de toga o personas que poseyesen tierras, tenían aves de presa e intentaban ajustarse a las aficiones de rey. Sin embargo es tipo de caza que les estaba permitido, por decreto ley, era solo el bajo vuelo * Alcaudón real Es curioso que el emperador Federico II, uno de los más grandes hombres que ha dado la historia, introductor de la caperuza en occidente, practicante de la primera crianza campestre de halcones de la que se tiene constancia, creador de la primera universidad Mixta de Europa. Así como de innumerables innovaciones en todos los campos de la ciencia, la literatura y las artes, no legase a captar la grandeza del gavilán. Federico II hablaba con cierto desprecio de las pequeñas rapaces así como de las grandes águilas, y si bien es cierto que en el término medio está la virtud, no cabe duda que el emperador se perdió con ellos una de las cetrerías más amenas, divertidas y de lo más entretenidas que hubieran hecho las delicias de las damas de su corte.

Y fue durante la edad media, época de caballeros andantes, de princesas y dragones, producto del romanticismo que se cultivaba en palacios y castillos, cuando surgieron toda una serie de fábulas y leyendas al amparo del pequeño cazador del bosque, cuya nobleza de corazón queda perfectamente reflejada en este relato de Juan Vallés:


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“Escribe Fisiólogo, que en el invierno para pasar la frialdad de la noche, toman un pájaro a la tarde antes de que anochezca, y teniéndolo vivo toda la noche debajo de las manos, sin hacerle mal alguno, gozando de su calor, y el la mañana cuando es el día lo sueltan aunque tenga hambre y miran por donde va, y en todo aquel día no van a buscar de comer hacia aquella parte donde el pájaro fue, sino que toman otra vía porque no puedan encontrarse con él, y por esta causa las leyes con mucha razón, vista la nobleza y la gentileza que usan estas aves, la privilegiaron entre todas las otras aves del mundo, para que no solamente los gavilanes fuesen francos, libres y exentos de que no se paguen por ellos derechos algunos cunado los llevase y pasase por un reino a otro pero que así también lo fuesen las otras aves de rapiña que en su compañía llevasen, y lo que es más es, que aun después de muertos quisieron las leyes que gozasen de esta exención y libertad, de esa manera que si partiendo de un reino para otro llevare gavilán vivo con otras aves de rapiña y por caso muriese en el camino, tomándolo por testimonio y llevándolo muerto con las otras aves, así muerto, las libera y enfranquece de cualquier dispendio.” Qué belleza la del texto y qué sentir el de aquellos hombres que convirtieron en ley de franqueo aduanero entre diferentes reinos el contenido de tan antiguo como infundado testimonio.

El Canciller Pero López de Ayala en su libro La caza de las aves comenta el honor concedido al gavilán. “Son los gavilanes más privilegiados que ninguna otra ave de caza, pues cualquier mercader que llevare halcones a vender, pagará portazgo, más si llevase un gavilán con ellos es franco; yo lo vi en Cañete, un lugar ribera de mar, que es del vizconde de Illa, en el reino de Aragón. Vi llegar una barca que venía de Provenza y venían diecisiete mercaderes que traían sacres de Romaña y Alemania, halcones bornis provenzales – Ochenta piezas- y traían un gavilán con ellos y cuando llegaron a puerto muriéndoseles el gavilán no llevaron de allí los halcones hasta que uno fue a Perpiñán, dio un halcón provenzal a un caballero, tomó de él u gavilán y tornó para allí, llevándose entonces sus halcones pues iban ya seguros de no pagar portadas.” El gavilán, sin ningún género de dudas, jugó un importante papel dentro del amplio espectro de la cetrería feudal. El noble castellano conocía muy bien las virtudes y defectos de este gran cazador de pájaros al que incluso el Poema de Mio Cid exalta dedicándole los siguientes versos: “Veo al que mató a mi padre Caballero en un caballo Y en su mano un gavilán Por facerme más depecho Cébalo en mi palomar Mátame mis palomillas Criadas y por criar La sangre que sale de ellas Tiñéndome ha mi grial” La cetrería alcanza en esta época su máximo esplendor. El caballero no concibe su vida cotidiana sin justas ni cacerías y el vuelo del halcón, con su gran espectacularidad, oscurece los lances de gavilanes y azores.


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La épica medieval castellana de entonces, tan rica en descripciones y de un alto valor histórico y poético, retrata perfectamente el quehacer de la nobleza y el pueblo llano. De una belleza indescriptible son los párrafos del Poema de Mio Cid que narran con gran lujo de detalles la pena del héroe en su destierro. “Con lagrimas en los ojos Y muy fuertemente llorando La cabeza atrás volvía Y quedándose mirándolos Y violas puertas abiertas Y cerrojos levantados Y vacías las alcandaras Sin las pieles sin los mantos Sin sus pájaros halcones Sin los azores mudados.” Hombres nobles e incluso gente sencilla del pueblo sentían o veían reflejados en el picado del halcón o en la velocidad de raseo del azor los sentimientos mas sublimes. Así, por ejemplo, con el duque de Gandía y san Francisco de Borja que, para mortificarse, ofrecían como máximo sacrificio la promesa de cerrar los ojos cuando el halcón se lanzara sobre la presa La nobleza y los príncipes de la iglesia impulsaron durante décadas la cetrería de entonces.

Castas de gavilanes. Orígenes de la caza con gavilán, citas y anécdotas. La elección de un ave era muy importante ya que de su acierto dependía el hacer un gran pájaro o un cazador mediocre. Todos los grandes maestros del medievo aconsejaban en sus escritos zonas en donde las mudas deban pájaros enrazados. Para don Fabrique de Zúñiga, gran amante del bajo vuelo, los mejores gavilanes eran los que criaban en el valle de Ibor, a los que califica “muy animosos para toda presión que los gavilanes suelen matar, como para perdigones.” Por el contrario para don Juan Vallés los “mejores y de mayor esfuerzo eran los del reino de Navarra.” López de Ayala refiere así sus preferencias en uno de los capítulos de su libro. “En España los mejores gavilanes, que yo sepan, y de mayores y de mejor esfuerzo, son los que se crían en el pedroche que es provincia de Córdoba.” La fama de semejantes gavilanes llegó a todos los lugares de España y durante siglos se siguió apreciando de forma diferente a los pájaros procedentes u originarios de estas zonas privilegiadas. Pero quizás el maestro cetrero que con más belleza haya descrito aquellos lugares donde se crían los gavilanes de más grande corazón y mayor valía fuera don Luís Zapata: “Son la mudas mejores sin reproche padecer, del Pedroche y Guadalupe después ha días que supe en esta era que los de Candelero son muy buenos. Los de Navarra y truenos los gallegos echo allí algunos niegos de primero un muy buen caballero que su tierra de las moriscas guerras se tornaban que Ruy Páez se llamaba que en su coche los truxo del Pedroche y destos luego como de poco el fuego multiplica creció esta gente chica en tal manada que Galicia está poblada ahora dellos y dicen salir ellos muy mejores.”


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Durante la edad media los grandes maestros sintieron una especial predilección por los halcones ya que era este el gusto de príncipes y reyes. Los escritos sobre azores y gavilanes fueron escasos y normalmente los autores al plagiarse unos a otros, no aportaban hechos novedosos que alentaran e incrementaran el número de aficionados. Excepcionalmente, algún noble manejaba con destreza un gavilán y este hecho despertaba el interés de todos aquellos que contemplaban los lances del pequeño cazador. Juan de Sahún, en el breve capítulo de su libro que dedica al gavilán, narra con admiración el siguiente hecho:

“ Yo vi a un Martín Sánchez de Vite, mi padre, viniendo el con Juan Núñez de Villazán, mi tío que era alguacil mayor del rey, tener un gavilán y fue tomado pollo zahareño, hay en la rivera de Esgueva y mudolo trece mudas, ese gavilán mataba muchas presiones revesadas, de lo cual yo lo oí decir a él y a otros que lo vieron matar un día 63 aves que la menor de ellas era un tordo, y había en aquellas aves cernícalos y mochuelos y un gavilán zahareño, y había 45 failecillos y 6 o 7 cercetas, y grajas y aves casvecanillas y palomas y tarámbolas. Estas todas mataba dempuesta en el tiempo de los perdigones mataba con el cuantos quería, en el mes de agosto y septiembre y otras presiones muchas.” Dentro de las características de cada pájaro consideraba mejores los de color negro y luego los bermejos, y eran muy apreciados los pájaros que poseían un zanco corto y no eran largos de cuello. La bibliografía cetrera fue muy extensa durante esta época. El príncipe don Juan Manuel deleitaba la corte con grandes cacerías a lo largo de toda la costa del Mediterráneo, detallando en sus escritos los lugares y villas donde cazaba. En el gavilán aparecieron su nobleza y valentía, pero fuñe un ave con un círculo minoritario de adeptos. La literatura árabe influyó enormemente en los escritos castellanos y sobre los pilares de la


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cetrería y la manera de practicarla. Dice un proverbio de origen arábigo refiriéndose al peregrino:

“Se eleva con la suavidad de una plegaria y desciende con la rapidez de una maldición.” La belleza de semejantes escritos cautivo el alma de los caballeros de medioevo y el halcón, con la magia de los lances altaneros desbancó por completo al bajo vuelo. Pero, pese a todo, el gavilán mantuvo siempre consigo a un determinado número de incondicionales que hicieron que escribas e historiadores fueran dejando constancia del papel desempeñado por el gavilán y por ellos mismos a lo largo de la historia. Escribía Crecentino, refiriéndose a las cualidades del gavilán, que el rey Danco fue el primero que halló esta ave y cazó con ella, y decía describiendo su sprint que; “el gavilán es muy ligero y presto en el principio de su vuelo y después va lento.” Uno se los supuestos lugares donde la cetrería pudo tener su cuna fue Persia. Chardin, fruto con su trato con la realeza de este país, relata su vivencia personal en aquellas tierras: “Hay siempre ochocientas rapaces adiestradas paras la montería del rey, cada una tiene a su amaestrador, son gavilanes, halcones, esmerejones, gerifaltes, azores, alcotanes y sacres. Todos los grandes señores poseen también un gran número de rapaces para la caza, a la que los persas se dedican desde su juventud, ya que todos tienen libertas para cazar con ave rapaces, con fusil o con perros; esto no está prohibido a nadie.”

Desde mi punto de vista uno de los documentos más interesantes de cuantos hacen alusión al gavilán es el referido por St. John: “la caza del gorrión es una de las diversiones de verano favoritas en Persia, cuando la temperatura es demasiado calurosa para cacerías fatigosas, se ahuyenta las pequeñas presas principalmente hacia las acequias, soltando el gavilán antes de que las de que las fugitivas avecillas hayan encontrado u seguro escondrijo.” El gavilán equivoca rara vez su presa, persigue a los gorriones hasta los agujeros de las paredes, con tanto afán, que a menudo es difícil atraerlos, perdiendo alguita ves de este modo una valiosa ave de caza. _Un buen gavilán mata quince y hasta veinte gorriones en el espacio de una hora. No menos que el anterior es la cita que nos ofrece Everrsman sobre la caza de codornices con gavilán. “En el medio de Ural es, entre todos los falcónidos, el que más se emplea en la caza, aunque no sea sino principalmente para codornices. En verano se crían los pequeñuelos, se les adiestra, se les utilizan en otoño para la caza, y luego se les pone en libertad, pues no es ventajoso mantenerlos en el invierno porque en primavera se pueden obtener tantos jóvenes como se necesiten. Solo las hembras más grandes se crían para la caza, en cambio los machos se dejan en libertad.”


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La similitud de este relato con la forma con la forma de cazar y costumbres que en la actualidad mantienen vivas algunos pueblos del norte de África es tan grande que parece que no haya pasado el tiempo por algunos de estos países. Semejante modo de entender la cetrería no tiene otro sentido que la captación de una fuente de alimento natural de fácil aprovechamiento en épocas migratorias. Algo encomiable en el gavilán de gran valor para el aficionado que así lo entiende es la agresividad. A lo largo de toda la historia del hombre este defecto-virtud ha llamado la atención, para bien o para mal, de todas aquellas personas que han tenido algún tipo de roce con esta pequeña rapaz. El gavilán es difícil de comprender y de llevar adelante, y no hay que atribuir estos inconvenientes a su extremada delicadeza, sino a su carácter. El cetrero que presuma de ser “duro” con su halcón o azor, nunca llegará a ser un buen gavilanero. Del espíritu agresivo del gavilán se ha escrito bastante y frecuentemente con desprecio. En esta línea. Bechstein expone de la siguiente forma su experiencia personal: “una vez presencié un espectáculo interesante desde una ventana, una hembra de gavilán había cogido a un gorrión y se lo había llevado detrás del cercado de un jardín a unos diez paso de mi casa para devorarlo. Observé el hecho desde mi ventana y no quise inquietar al ave. Aun no se había comido la mitad cuando apareció una corneja para robarle la presa. Enseguida desplegó el gavilán sus alas cubriendo con las mismas la gorrión, pero así que la corneja le envistió repetidas veces, se elevó con la presa entre las garras y se volvió tan diestramente en el vuelo que su dorso estaba dirigido hacia el suelo y agarró con la pata que tenia libre tan impetuosamente a la corneja por el pecho que esta tuvo que irse.” ¡Que valiente y qué arrojo el del pequeño gavilán enfrentándose a la negra ladrona de campos y aldeas! Seguidamente que entre sus ascendientes hubo alguno originario de las famosas mudas del Pedroche español o al menos de tanta casta como aquellos. Pero no menos espectacular es el relato que nos llegó de Schact del ataque de un gavilán a un reclamo de verderón y que transcribo textualmente: “Tenia una jaula con un reclamo de verderón en el jardín junto a un seto. Cuando al mediodía fui a recogerlo y llevarlo a casa, en el acto mismo que estaba arrancando una varilla de liga, se precipitó repentinamente un gavilán sobre el ave que estaba a mis pies, dando algunas vueltas alrededor de la jaula. Nunca había visto un acto de temeridad como aquel. En mi asombro y no teniendo otra arma a la mano, arroje contra el atrevido rapaz una varilla de liga, desgraciadamente no logré mi intento y escapó.” ¡Qué osadía! la de semejante gavilán intentando capturar el pajarillo que posiblemente a sus ojos se mostraba como un ave impedida o enferma y qué rigiéndose por las leyes de la selección de especies no duda en atacar. El que tuviese la suerte de salir bien liberado del lance debió ser una bendición para los cetreros del siglo pasado que disfrutaban con la lectura del relato y con la posibilidad de manejar alguno de estos atrevidos cazadores. El gavilán es audaz, valiente y posee una formidable capacidad de aprendizaje, el siguiente testimonio así lo confirma. Cuenta Tazanowcki que a veces roba la pieza del cazador que mata avecillas: “Basta disparar un tiro, y yo personalmente he de decir que he visto muchas veces acudir a un gavilán después del disparo.” Y Nauaman, haciendo referencia al efecto que produce su aparición entre la volatería pequeña, apunta:


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“El miedo hace que los gorriones se refugien en los agujeros de los ratones, y todas las demás aves procuran sal valse de igual modo, con tal de que puedan hacerlo.” Pero la narración más curiosa de las que he leído, y de la que ignoro lo que pueda tener de veraz, es la que hace un tal Hintz a finales de 1890: “El día 20 de Mayo, vino mi pastor y me dijo haber encontrado el día antes 22 huevos de perdiz, sin ambargo, añadió no haber sino aquel día 20 en el nido y haber visto un pequeño gavilán que se habí levantado cerca del nido. Me dirigí inmeditamente “FALTA UNA PÁGINA” “Aunque los nomencladores han contado muchas especies de gavilanes, estamos persuadidos de que deben reducirse todas a una sola.” Brinson cita cuatro especies o variedades de gavilanes, a saber: “el gavilán común, el manchado, el pequeño y el gavilán de las alondras; más por lo que toca a este último hemos descubierto que se le dio este nombre al cernícalo hembra, mientras que el torzuelo o macho de gavilán común es el gavilán pequeño; queda solo el manchado, el cual es solo una variedad accidental de la especie común del gavilán.” Aunque algo tarde, se da cuenta que la diferencia de tamaño entre sexos no es razón para considerarlo especies distintas, pero su falta de conocimientos prácticos hace que desconozca la librea de los pollos de gavilán, y confunda el cernícalo con el alcotán. No solamente ignoraba lo que ya se conocía hace siglos sino que contribuyeron a confundir a aquellos que le sucedieron. Se comienza a matar aves de presa sin conocimiento de causa. La campaña llevada a cabo pro aquellos que se consideran así mismo naturalistas es desastrosa, y sus efectos, alarmantes. La animadversión que cazadores y hombres de campo comienzan a manifestar por las rapazas, se refleja de una forma fiel en los párrafos de la bibliografía del siglo pasado. El pobre alcotán, esporádico en el continente europeo, donde solo pasa los meses de estío, fue una de las especies que vieron mermadas sus poblaciones. Cuanta Briggs, que habiendo subido a un nido de alcotanes para apoderarse de los pollos, los llevo a un campo despejado con el solo propósito de matar a los padres: “así que los padres oyeron los gemidos de los pequeñuelos, reaparecieron nuevamente y volvieron a emprender el ataque, este sin embargo, se realizaba desde una altura considerable y con una rapidez tan extraordinaria que no pude disparar un solo tiro” Lentz acusa despóticamente a estos pequeños halcones de destruir todos los años a lo menos “1000 avecillas” y refiriéndose al gavilán dice: “todo el mundo aprecia demasiado hasta los mas odiosos gorriones para no sacrificar a semejante carnicero; siempre hay aficionados a las aventuras caballerescas, pero el bandolerismo regular lo desprecia todo el mundo.”


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El día 19 de mayo de 1868, según testimonio de su puño y letra, el subinspector de bosque Müller en Hermannsgrun mató con su cuchillo de monte a un azor perseguido por unas cornejas, y solo en unos párrafos más adelante expresa su opinión sobre la incidencia del azor en los cotos de caza:

“ A causa de los graves perjuicios que el azor acarrea y con harte frecuencia interesan muy directamente al hombre, esta astuta rapaz es perseguida con afán. Esto se hace todavía de un modo ineficaz. Nos damos muy poco trabajo en descubrir sus nidos y matar esa raza de ladrones, cuando están aun, por así decirlo, en germen persiguiéndose además las aves adultas con demasiada negligencia, su caza no es fácil porque la discreción y la astucia de los azores viejos dan mucho que hacer al cazador tanto más productiva la caza o más prudente la utilización del odio que el azor manifiesta contra el búho. El astuto bribón, cae también con seguridad, en las trampas que se tienden a las aves rapaces sobre todo en las de gavilanes, con tal que los preparativos se hayan hecho con tino.” Durante esa época se mataron cientos de rapaces, llegándose al desmoronamiento casi total de muchas poblaciones centroeuropeas. La competencia que el reciente cazador de escopeta veía en estas aves de presa hizo que la animadversión y el odio hacia estas especies alcanzasen cotas excesivas. A principios de siglo, la caza de rapaces con búho estaba difundida por toda España, resultando raro hasta hace poco en la baja Andalucía, el cortijo que no limpiaba sus tierras de rapaces a la espera del gran duque. Utilizar el búho real para atraer a las aves e intentar su captura es un método conocido, empleado desde hace siglos por los romanos. Fray Andrés de Valdecebro ya explicaba que “el búho sirve para cazar a las demás aves” .En la edad media se utilizaba para atraer a la volatería pequeña y a los milanos hacia algunos claros propicios donde era factible su caza con halcones. “para la caza de milanos con halcones se soltaba un búho, a veces adornado con una cola de zorro para que diese el efecto de que arrastraba una presa” En el año 1960 el monje Francisco Frostín refiera la superioridad del gran duque sobre las demás aves nocturnas para atraer a las grandes rapaces. Pero no es


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hasta el siglo XX que esta modalidad de caza alcanza su mayor auge. La publicación de un libro a tal efecto de Joaquín España Payá “Caza de rapaces con búho” puso de moda “colgar al búho” entre la clase alta de la sociedad española. Javier Ortueta en su obra Notas de caza de aves en Castilla, contaba que “allá pro los primeros años de siglo veía frecuentemente en la estación Norte en Madrid a un tipo por demás llamativo. Era un hombretón de un estatura y robustez nada corrientes, con pobladísima barba que le caía al pecho, ataviado de cazador y con un búho al hombro.” Y él mismo nos narra una experiencia personal a la espera con el gran duque. “Llevo una hora en el puesto cuando el búho comienza a dar señales de inquietud; al fin se hace una bola y bufa. A gran altura se cierne una pareja de águilas reales, están tan altas que parecen palomas, repentinamente se tiran hacia abajo y hacen pasadas a tal velocidad que no me da tiempo a dispararlas. Espero prevenido a la segunda pasada, al empezar e remontar disparo y cae, y en la caída doblo y queda totalmente muerta; a la segunda no se la distingue, pero el búho sigue encarrujado, pronto tengo la suerte de matarla también.” Corren malos años y el viejo deporte de la cetrería pasa por momentos muy difíciles. Enrique de Leguina publica en el año 1876 un artículo del que extraigo la siguiente cita: “poco resta de la cetrería, pues aunque se practique en algún rincón de Alemania, Polonia o Persia, no es ya no es aquel deporte que exigía la construcción en cada castillo feudal de un departamento exclusivamente destinado a la guarda de las apreciadas y valiosas aves que obligaban a sostener numerosos y bien retribuidos sirvientes, sin otro cometido que adiestrarlas.” El Capitán Salvín cita el ejemplo de un gavilán de nombre Tirefly que en 1861 cogió 126 pájaros en 27 días, y el de un prima llamada Teddy que cazó en 1857, desde el día 23 de agosto al 2 de octubre, 327 piezas consistentes en mirlos, gorriones, perdices y otras aves. No obstante, reducidos conatos de cetrería se siguen produciendo a lo largo de este siglo. La tarde del 24 de noviembre de 1864, dos grandes familias, la Tolousse –Lautrec y los TapieCeleiran, esperan el primer hijo de una nueva generación. El regalo del conde Alfonso Tolouse-Lautrec al pequeño niño es, por lo demás, un tratado de halconería con la siguiente dedicatoria: “Acuérdate hijo mió que la vida al aire libre y a pleno sol es la única sana; todo lo que está privado de libertad se desnaturaliza y muere rápidamente. Este librito de cerería te ayudará a amar la vida del campo espacioso, y si algún día conoces las amarguras de la vida, el caballo primero, después el perro y el halcón, podrán ser compañeros preciosos que te hagan olvidar un poco” El niño, al que bautizaron con el nombre de Enrique, sorprendería al mundo con su forma de pintar. La delicadeza del conde de Tolouse-Lautrec, al referirse al halcón como “compañero que te haga olvidar”, da una idea de la sensibilidad de los cetreros en todas las épocas.

Pero a pesar de los distintos avatares, la cetrería en Europa nunca se extinguió, y su llama se mantuvo siempre encendida gracias a la estirpe de cetreros que surgieron en el pueblo holandés, sostenida por la base económica de toda una serie de señores de grandes señores que en su desmedida afición fundaron el Real Club de Halconeros de Loo para la caza de la garza.


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Siete fueron los halconeros holandeses que movieron la halconería a lo largo de toda Europa durante casi un siglo. Gracias a sus conocimientos que trasmitieron sabiamente de padres a hijos, el viejo deporte no llegó a desaparecer.

Jean Daams Jeam Daams nació en Valkenswaard, en el año 1744, dedicándose al adiestramiento de halcones desde posprimeros días de su juventud. La falta de trabajo le obligó en el año 1792 a emigrar a Inglaterra, donde entro al servicio como halconero de lord Oxford y de un terrateniente, el coronel Wilson. Durante los meses de verano dirigía las cacerías de estos caballeros y al llegar el otoño se desplazaba a su tierra natal con el fin de capturar halcones de paso, dedicándose en los largos meses de invierno al adiestramiento de los mismos. Al emprender en 1808 si decimosexto viaje a tierras holandesas con el propósito de realizar nuevas capturas de halcones, Daams es requerido junto a sus ayudantes (J. Lambert y j J. Peels) en el momento re recoger sus pasaportes en la aduana, a presencia del Rey. La oferta de su majestad de reorganizar las cacerías del Loo es más que tentadora y acepta encantado. Peels, su mano derecha, se hace cargo de la halconería comprometida en Inglaterra, mientras que Jeam Daams, no sin muchos esfuerzos y ayudas, logra el resurgir en Holanda de una cetrería espectacular y esplendida como la de antaño. Los avatares políticos hicieron en 1810 abdicar al rey Luís, pasando Holanda a formar parte del imperio francés. Napoleón, deseoso de emular la magnificencia de los grandes emperadores del pasado, obligo a Daams a viajar a Versalles con la orden de “instaurar en la corte francesa la caza con halcones”. Afortunadamente para el halconero el mandato impuesto duró solo tres años. Jeam Daams volvería a su tierra, donde moriría en 1829, a la edad de 85 años.

Françoise Van Den Heuvell Este famoso halconero nació en Valkenswaard en el año 1766, Siendo un niño entro al servicio de Françosie Daams, un sobrino de Jeam Daams, del que agredió todos lo secretos de la halconería. Trabajó cinco años al servicio de elector de Hessen-Kassel y en 1785 se desplazó a Versalles a las órdenes del señor de Forges como halconero de Luís XVI, empleo que perdió en 1792 al suprimirse la halconería en Francia. Regresó de nuevo a Valkenswaard donde merced a sus conocimientos en el adiestramiento de las aves nobles fue contratado por el príncipe Hanhalt-Bernbourg durante dos años al cabo de los cuales, ante mejores perspectivas se marchó a Inglaterra. Desde 1794 hasta 1799 estuvo al servicio de coronel Danton: de 1799 a 1804 trabajó para lord Middelton, y desde 1804 hasta 1820 lo hizo para Sri Robert Laley. Los últimos ocho años que duró su estancia en el Reino Unido trabajo como halconero para el que fuera jefe y mecenas de Jeam Daams, el coronel Wilson. Regresó a Valkenswaard con la asignación de una pensión vitalicia concedida por su antiguo jefe y protector Sir Rober Laley, más en 1840 fueron requeridos de nuevo sus servicios por el Real club de


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Halconeros del Loo, con lo que este gran profesional de la halconería vería resurgir en todo su esplendor antes de su muerte el arte al que dedicó toda su vida.

Jean Peels Nació en Valkenswaard y fue discípulo directo de Jeam Daams. Mientras que este último reorganizaba las cacería de garzas en el Loo. Peels se trasladó a Inglaterra cumplimentando los compromisos que adquiriera con Daams, entrando posteriormente al servicio de Sir John Sebright con quien trabajó hasta 1814. Durante todos estos años se dedicó exclusivamente a la caza de urracas y de perdices. La oferta realizado por Lord Barrer de un proyecto ambicioso cuya meta era la de revivir la caza de la garza en el condado de Norfolk, poseía tal atractivo para un hombre como Peels que fue incapaz de rechazarla. Se formó una sociedad exclusiva compuesta por 20 miembros. El trabajo de Peels se asemeja al realizado por su maestro, consistía en atrapar pasajeros en Valkenswaard y adiestrarlos para la caza de la garza. En 1815 regresaría a Inglaterra realizando anualmente capturas de halcones pasajeros en su tierra natal e instalándose definitivamente en Inglaterra donde moriría en 1838.

John y Herry Peels. Los dos hijos de Jean Peels nacieron en Inglaterra y como su padre, se dedicaron en cuerpo y alma a mantener vivo en toda su pureza el arte de la cetrería. John fue en primer lugar halconero de Sir Albans, entrando posteriormete al servicio de Sir Newcome. Su hermano Henrry se traslado a Irlanda, formando en Dublín un equipote halconeros para la caza de la corneja.: equipo que entro al servicio de W. O’Keeffee. Los hermanos Peels terminaron dando forma y consolidando el deporte más antiguo del mundo en las islas británicas.

Jean Bots Este gran halconero aprendió los secretos de la halconería de la mano de los anteriores. En 1821 se desplazó a Inglaterra como ayudante de F. Van Den Heuvel y de Jean Peels, entrando a formar parte de las expediciones anuales a Valkenswaard en busca de “pasajeros y zahareños.” A partir de 1828 realizará en solitario cada años esos viajes a Holanda. Al fallecer en 1838 Lord Barrer, uno de los más importante mecenas de la cetrería en el Reino Unido, se disolvería la Sociedad Inglesa para la Caza de la Garza. La experiencia de Bots fue entonces requerida en Francia por el Barón de Offemont, reorganizando las cacería de predices y urracas en los cotos de caza del honorable barón. En 1839 ingresa como halconero en Sociedad del Loo, falleciendo en 1851.

Adrein Mollen


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Se puede afirmar que los miembros de la familia Mollen fueron auténticos profesionales. Hereditarios del saber de Valkenswaard hicieron de “puente de enlace” entre la cetrería de su tiempo y la que se practicaría en el primer tercio de nuestro siglo.

Adrien Mollet, discipulo de Jean Bots, y ayudante del mismo durante tres años, realizo su primer trabajo como halconero profesional a las órdenes del príncipe Trautmansdorff en Overwaldersof en Viena, donde permaneció hasta 1840. Durante este periodo de tiempo, no solo se dedicó a adiestras peregrinos, sino que por sus manos pasaron gran cantidad de sacres. En 1841 entro a formar parte del Real Club de Halconeros del Loo. Su hijo Carl Mollen mantendría viva la tradición de los halconeros holandeses hasta su muerte en el año 1937.

Creación de la Royal Loo Hawking Club Como ya se dicho antes, la Sociedad Inglesa para la Caza de la Garza establecida en Didlington, desapareció en 1838. Dos de sus miembros más importantes, el barón Offemont y el honorable Stuar, aconsejados por J. Bots, se trasladaron en el mes de Julio de ese mismo año a holanda, e hicieron un reconocimiento de las grandes marismas que rodeaban al castillo del Loo.


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Satisfechos de su viaje, acordaron ponerse en contacto con dos de los aficionados del momento, el duque de Leeds y sir Newcome.

Dicha reunión se llevaría a cabo en el año 1839 y como resultado, tras haber obtenido el correspondiente permiso real, se fundó en poc tiempo la Royal Loo Hawking Club ( Real Club de Halconeros del Loo) rememorando en sus reuniones el explendor y la belleza de la cetrería de antaño. El primer año volaro 21 halcones y capturaron 40 grazas. Sir Newcome embarcaría runbo a Dovrefield donde capturó tres gerifaltes que pasaron a engorsar el efectivo del equipo de caza. Dado que los resultados obtenidos atrajeron la atención de todos los aficionados del momento, se penso crear un saociedad, y de esta forma nació en Royal Loo Hauking Club bajo la presidencia del barón Tyndall. El decano de los halconeros del momento F. Van der Heuvel entro tambien a formar parte del equipo del club. Esa año volaro 22 halcones y apresaron 38 garzas. Al redactarse los estatutos se formaron dos equipos de halconerso, el primero a las oprdenes de J. Bots y el segundo a las de A. Mollen. La más brillante sociedad deportiva del momento terminaría integrandose en el Real Club de Halconeros del Loo.


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La prosperidad que alcanzara y la efectividad de la misma se reflejan en las tablas que trascrobo a continuación:

AÑO 1841 1842 1842 1844 1850 1851 1852

HALCONES 44 44 36 14 16 18 36

GARZAS 287 187 100 128 138 130 297

La disminución del número de garzas durante algunas temporadas, obligo a los halconeros a ponerlas en libertad conforme se iban capturando, otorgándose como trofeo para el dueño del halcón que liaba la zancuda, las largas plumas que adornaban la cabeza. El Royal Loo Club fue disuelto definitivamente en el año 1853. Mas Sir Newcome, incansable por mantener despierto el espíritu de la cetrería, fundaría en Inglaterra en 1864 el Old Hawking Club. El prestigio que la cerería llego alcanzar el las islas británicas fue también enorme, y los halconeros francesa, a la zaga, no queriendo ser menos en su afán y por esa necesidad imperiosa de todo un colectivo de emular a sus vecinos, crearon en 1865 su propio club. Durante el segundo imperio se puede constatar semejante hecho ene. Discurso que sobre cetrería realizaría el duque de Medinaceli en 22 de junio de 1927. “El señor Pierre Amadee Pichot hizo grandes esfuerzos para volver a reestablecer el antiguo esplendor de la cetrería. Y junto con el conde de Montebello, el baró de Antilla y George de Grandmaisón fundaro el Club de Cetrería de la Champagne.” La adquisición del club francés del célebre halconero John Harr y su equipo de halcones lograría que la cetrería francesa iguálese en calidad a la del Reino Unido.


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Pero Aunque la escopeta ya se imponía a pasos agigantados al uso de los halcones, el esfuerzo de todos estos grandes aficionados no fue en vano. Renz Walter, Ronald Stevens, Jeoffrey Pollard y Abel Boyer sirvieron de punto de unión entre la cetrería de finales de siglo y la que se practica actualmente.

Inglaterra mantuvo constantemente viva y en el más depurado de los gustos la tradición de la cetrería, fraguándose poco a poco la cetrería del futuro. Digno de mención es J.C. Mavrogordato, autor de uno de los pocos libros que existen sobre el gavilán

En Italia el círculo de halconeros italianos editó para sus asociados el libro de Federico II, El Grande, surgiendo halconero de la talla de Fulco Tossi y Ernesto Cappaloni, Giampiero de Mastro, Ricardo Pratesi y Humberto Caproni. En Alemania a raíz de la fundación del Deutscher Falkennorden, todo su legado cetrero se debe a Renz Waller. Discípulo directo de este insigne halconero es el doctor Saar. Uno de los pioneros de la cría en cautividad del halcón peregrino en su país. El uso indiscriminado de DDT, la acción en la naturaleza de cientos de escopetas sin ningún tipo de de moral conservacionista, la destrucción de hábitats, así como la creación de cotos de caza a nivel nacional, pusieron en peligro en muchos países la población sedentaria de aves de presa. La unión de todos los cetreros del mundo, así como la labor llevad a cabo por los mismos en por de la cría en cautividad. Ha logrado poner a salvo en mucos rincones de nuestro planeta las poblaciones de diferentes especies rapaces. En España, todo halconero que se precie de serlo sabe que mucho de este arte que practica a


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diario es posible agracias al esfuerzo de ese gran hombre que fuera el doctor Félix Rodríguez de La Fuente. Su pasión por las aves nobles le convirtió en un amante de todo vestigio de vida animal, logrando que la cetrería, de todas las artes conquistadas por el ser humano, se convirtiese en el más grande triunfo sobre la naturaleza libre.


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El gavilán por su manera de ser recelosa y esquiva y por las dificultades tan tremendas que representan los terrenos donde habita, es una de las aves más difíciles de estudiar en la naturaleza. A veces, aun conociendo a la perfección sus áreas de caza, pueden pasar días enteros sin dejarse ver. La época de migración marca un importante cambio en los hábitos de esta especie, pudiéndose afirmar que durante este periodo cada sotobosque, cada pinar, cada alameda ribereña en Andalucía tiene su gavilán. Estos animales de paso se pueden encontrar en los sitios más dispares, asentándose solo durante algunos días donde la cacería es muy abundante. La primera vez que vi un gavilán, quedé fascinado ante su presencia, cautivado especialmente pro sus ojos. ¿Quién no ha presentido magia en la mirada del gavilán? Esos ojos brillantes, llenos de vida y misterio han cautivado durante siglos las almas de los gavilaneros. Esa elasticidad felina que emana de su cuerpo así como la suavidad de sus plumas denota una agilidad tremenda. Pero lo que de verdad es digno de atención son sus manos, unas manos grandes, de dedos finos y largos, unidos al cuerpo por tarso desproporcionado en tamaño. La fina caña parece frágil, ¡engaña!, es un tarso fuerte adaptado a las necesidades de un cazador del bosque. Es como un pequeño azor de manos delicadas.


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El color de las plumas es muy interesante y durante siglos, su misma diversidad ha suscitado clasificaciones confusas. Normalmente se habla generalizando de una pluma cenizosa en la espalda y blanca estriada de negro en el pecho y flancos las primas, y de una pluma rosa de torso azulado para los torzuelos

Diferentes detalles de la caña y mano del gavilán

La verdad es que la variabilidad del color de la pluma en los gavilanes es tán grande, sobre todo en los pollos y pájaros de pocas muidas, que podría decirse que nio existen dos iguales.

Pluamaje carasteristico (torzuelo mudado)

Torzuelo de pluma blanca que tiene la apariencia de uan prima (inmaduro)

Torzuelo depluma roja (inmaduro)

Prima mudada típica del sur de Andalucía (pluma canela)


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La hembra que conocemos como “clásica” es de color blanco veteada de oscuro, pero los colores oscilan desde el balnco puro hasta el rojo intenso. En la provincia de Cádoz los porcentajes son de cuatro a uno, es decir, uno de cada cuatro pollos hembra que nacen es de color rojo;ocurriendo a la inversa con los torzuelos, siendo la proporción mucho menor que en otro sexo, ya que aproximadamente de cada diez torzuelos rojos, nace uno “blanco o claro”, o lo que es lo mismo, con la apariencia de “hembra clásica” y ocasinalmente aparece uno negro (melánicos), resultando estos casos aislados rerísimos. En el año 1977 accidentalmente cayó en mis manos un torzuelo de gavilan mortalmente herido en una tirada de zorzales. De una velleza sin igual por su rareza, presentaba la misma capa negra de un mirlo en celo. Nunca, hasta la fecha, he vuelto a ver un especimen parecido. Sin embargo nunca he tenido el privilegio de contemplar gavilanes blancos. No obtante y escepcionalmente se deben producir casos aislados de individuos albinos. Muy elocuente y significativa es la siguiente cita de Liuis Zapata extraida de un documento de la Alta edad Media “famoso fue aquel gavilán completamente albo de don Manrique de Zúñiga, tomado zahareño en tierras de Sevilla, y que nunca hizo nada con él su dueño sino contemplarlo” Independientemente se dan tonalidades intermedias desde el blanco puro al rijo intenso, dando lugar semejante policromismo a una gran gama indefinida de colores en los pollos de gavilán.

D La forma en que influye el color de esa primera pluma joven en el color definitivo del ave, una vez realizada la muda, es notorio el siguiente ejemplo. Una prima que sea roja nunca alcanzará el blanco puro, típico de la especie, por muchas mudas que se sucedan. Lógicamente en los torzuelos ocurre otro tanto el pájaro que es blanco de pollo, alcanzara poco rojo con el paso de los años, resultando su color definitivo una especie de rosa pálido que va difuminando y aclarando hacia el pecho y al bajo vientre. El azul del dorso varía muy poco y es común a todos los trozuelos.

Prim ay torzu elo mud ado de plumaje rojo


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En cuanto a las características morfológicas del gavilán existen dos tipos bien diferenciados: un primer grupo formado por pájaros largos, bien proporcionados, cuellos esbeltos y de largas manos. Y un segundo grupo conocido como “redondos” donde se agrupan pájaros cortos de cuello, un poco cabezones y de poco zanco. Yo, personalmente, no tengo preferencia por ningún tipo de gavilán en concreto; los antiguos preferían los segundos. Está claro que en cetrería, escoger una forma u otra es cuestión de gusto. He manejado pájaros que eran el vivo retrato de los citados por los clásicos y puedo asegurar que las diferencias entre unos y otros, en cuanto a las virtudes, no existen, ya que la única premisa que existe para hacer buenos gavilanes es que tengan una buena base de adiestramiento. La experiencia me ha enseñado que no existen malos gavilanes, sino cetreros sin tacto, que carecen del necesario conocimiento y capacidad del arte de adiestrar.


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Prisioneros del bosque Cuando comienzan a presentarse en las tierras andaluzas los primeros amagos de calor del verano próximo, inician los gavilanes en sus zonas de cría las paradas nupciales. Sus vuelos e hacen vistosos, se elevan en las corrientes térmicas hasta hacerse puntos en el cielo, se persiguen a ras del bosque en juegos que son replicas de simulacro de cacería, y entre despliegues de estropajos y gritos de avisos de presentes se suceden los apareamientos. Todos estos apareos amorosos tienen lugar a finales del mes de Abril. El apareo del gavilán es un fenómeno muy complejo determinado esencialmente por la intolerancia de la especie, y en resumidas cuentas por la agresividad de la prima. Cuando se inician las paradas nupciales el torzuelo alimenta, como si se tratase de un pollo en el nido, as su futura consorte. En principio la llamará desde un posadero lejano


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con la presa entre las garras, no permitiendo que esta coja el presente directamente de sus manos, sino que la dejará caer al vació a la vez que huye del posadero. Esta manera de actuar del torzuelo durará aproximadamente un par de semanas; cazará sin descanso para la prima y hasta que considere que su pareja se encuentra sobrealimentada no deja que esta coja las piezas capturadas con sus manos. Esto no es mas que una forma natural de aplacar la gran agresividad de la prima. El torzuelos, mitad en peso y en tamaño que su pareja, es muy precavido durante estos primeros días, ya que de otra forma podría parar a engrosar la lista de piezas capturadas esa primavera por la aireada y agresiva cazadora. El gavilán es muy fiel a su “zona de cría”. Las parejas cambian todos los años de nido, pero la zona de construcción siempre es la misma. El torzuelo elige el lugar e inicia la muda, lo normal es que empiece a poner palos sobre los resto de nidos antiguos de otras especies. Le gustan mucho las plataformas de las torcaces, así como las bases viejas de los nidos de arrendajos, incluso pueden llegar a construir sobre las destartaladas ruinas de uno de sus anteriores nidos, pero esto solo lo hacen en contadas ocasiones. He visto “zonas de cría” en las que se podía uno imaginar el recorrido de construcción de mudas realizado por la pareja en los últimos seis o siete años. En menos de dos mil metros cuadrados se podrían contar al menos media docena de nidos, siendo posible por el deterioro de los mismos determinar el orden en que habían sido construidos en años sucesivos. Normalmente la pareja tiene varias “zonas de cría” y, aunque a veces construyen algún nido nuevo en otras zonas, solo cambien a ellas en caso de extrema necesidad. El gavilán, por su reducido tamaño y el entorno donde se mueve, es muy vulnerable. Los bosques no solo albergan en su seno a sus presuntas presas, sino que a su alrededor a menudo se mueven y deambulan predadores en potencia, bien específicos o eventuales, de esta delicada y frágil ave. El cambio de nidos no tiene otro motivo que el de evitar a esos predadores. Si la muda fuese


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siempre la misma, darían a los predadores todas las facilidades del mundo para que se hiciesen con los polluelos. He comprobado que si se visita asiduamente la muda de un gavilán, al año siguiente construyen el nido en un lugar más seguro, entendiendo por seguridad, mayor altura. Recuerdo una muda en un bosque de alcornoque en el que todas las primaveras los corcheros de la zona le retiraban los pollos. En cuatro años, los gavilanes empezaron a criar en alcornoques claros y en crucetas a cuatro o cinco metro de altura, a construir la muda en los pinpollos más altos, a trece o catorce metros del suelo. Ante la continua presión humana, acabaron cambiándose de zona. Cuando se produce uno de estos “traslados de barrio”, es decir, cuando una pareja de gavilanes cambia de zona de cría, parece que se lo hay tragado la tierra. Cuesta dar con ellos, y es normal que así sea, ya que esta cambio es un acto de “máxima seguridad”: ¡solo habrá u nido!, ¡el más difícil de encontrar!, ¡el nuevo!, y los restos, desplumaderos, y egagropilas serán escasos.

Como bien dice mi amigo Miguel López: “a veces es más fácil encontrar una muda de gavilán mirando hacia el suelo que hacia el techo del bosque”; y tiene mucha razón, ya que si localizamos los posaderos y desplumaderos que suelen ser abundantes en época de cría, nos será fácil localizar el emplazamiento de la muda. En zonas de cría continuas es muy sencillo encontrar nidos viejos. Estos restos, ennegrecidos por la lluvia y el sol, resalta entre las ramas altas de los alcornoques “ EL Nuevo” no andará muy lejos, pero aun será difícil su localización. Sus ramas recién cortadas o recién derribadas al piso del bosque por los temporales de invierno, aún presentan el mismo tono de color oscuro que su entorno, confundiéndose con el fondo de la floresta. La fácil localización de las mudas viejas es un arma defensiva a utilizar contra algunos predadores que registrarán estas y no la nueva. Una ves que el torzuelo ha comenzado la construcción de la muda, la prima se unirá a sus esfuerzos y será ella la encargada de terminarla y dar los últimos retoques a la plataforma y al cuenco, pero el verdadero artífice de la construcción, realizando el 90% del trabajo, habrá sido el trozuelo. La construcción de la muda Viene a durar de dos a tres semanas. PATRA los gavilanes es muy importante la elección del árbol donde van a anidar. Sienten especial predilección por los pinos en todas sus variedades, así con por el quejigo, el aliso y el roble, y el la provincia de Cádiz concretamente prefieren los alcornoques. Normalmente sus zonas de cría suelen ser de unos 1500 a 2000 metros cuadrados, no tienen bosque bajo, lo que les permite a las primas vigilar y detectar la aparición de predadores, y al mismo tiempo, si es posible, cazar en los alrededores del nido.


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Distinto es el territorio de caza, que puede ser muy variable, oscilando entre 200 y 1200 hectárea por pareja. El radio de acción viene a ser de unos dos o tres kilómetros alrededor del nido, pudiéndose excepcionalmente mayor en zonas de sierras muy quebradas.

La caña del alcornoque que eligen para anidar es, en todas las mudas que conozco, muy larga, sin ramas y recta, estando situada en la mayoría de los casos a pocos metros de un camino o claro del bosque y casi siempre por la parte superior de estos. De igual forma gustan de anidar cerca de os curso de agua (pequeños arroyos, pantanos, etc.).

La disponibilidad del gavilán a construir los nidos sobre una determinada variedad de árbol se debe esencialmente a una sola causa: los pollos están condicionados a la especie de árbol sobre la que nacen y crecen. Una vez alcanzan la madurez sexual, buscarán para anidar un árbol de la misma variedad o especie. A veces este condicionamiento hace que la prima rechace algunas construcciones antes de decidirse por una definitiva. Conozco un caso concreto que durante años la hicieron sobre alcornoques y otros sobre quejigo, posiblemente debido de que cada uno de los componentes de la pareja, indistintamente, habían nacido en estas dos variedades de árboles. El imprinting que tan bien conocemos los cetreros, condiciona a los pollos de gavilán desde el mismo instante de su nacimiento, no solo en sus progenitores sino que también lo hacen sobre la especie arbórea donde crecen y se desarrollan. A veces la necesidad o la no existencia de árboles adecuados o situados en zonas que son peligrosas, obliga a las aves adulta a instalar los nidos en árboles o especies distintas a las que quisieran, y esto hace que el abanico de posibilidades de impronta y de variedades de árboles crezca y se multiplique, ampliándose el ciclo.


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La impronta en el anidamiento Quizás la persona que más haya hecho uso de la impronta en las especies animales para realizar estudios sobre su comportamiento sea el célebre cetrero alemán Honrad Lorenz, padre de la etología moderna y Premio Nobel de Medicina. Cualquier especie animal que se retira a los pocos días de sus padres naturales y es recriada por el ser humano, termina tomando a estos como sus auténticos progenitores, realizando con sus falsos padres, una vez que alcanzan la madurez sexual, toda la parafernalia de apareamiento y rechazando por tanto durante el periodo reproductivo a individuos de su misma especie y sexo contrario. Esto es lo que se denomina en etología “impronta o especimenes troquelados” y ah sido la base en EEUU de la cría en cautividad del halcón peregrino (inseminación artificial, formación de individuos machos donantes de semen, y puestas extensivas.) Pues bien, como ya he dicho anteriormente, el gavilán y las aves de presa en general se impronta de especie arbórea sobre la que nacen. El gavilán, concretamente en la sierra de Cádiz, demuestra una acusada preferencia por tres especies de árboles: El alcornoque (75%), el quejigo (25%) y el pino (5%). El bajo número de nidificaciones en pinos se podría deber a la escasez de esta especie entre los grandes bosques de alcornoques. Sin embargo, no es esta la causa. He registrado muchas manchas de pinos que poseían la altura, la densidad y la masa arbórea necesaria para el asentamiento y la construcción de mudas, no existiendo indicios de que los gavilanes la tomaran siquiera como posaderos. Un ejemplo un tanto parecido, pero antagónico al anterior, es lo que ocurre en esta misma zona con el azor y el eucalipto. Ya que a pesar de la escasez endémica de esta especie arbórea en Australia, entre los bosques de alcornoques. Donde quiera que haya una alameda de estos árboles, se asienta, con seguridad, nidificando una collera de azores. ¿Qué factores pueden influir en la elección de una determinada zona y de una especie de árbol en concreto para nidificar? 1- Un factor a tener en cuenta es la seguridad de la muda, entendiendo por seguridad aquellas zonas donde el número de predadores específicos de este frágil accipiter no sea muy elevado. Esto es de especial importancia para una rapaz del tamaño del gavilán, donde incluso los pequeños torzuelos son cazados por hembras de su misma especie. La presencia del ser humano en este sentido, siempre que no se convierta en un predador más de la pequeña rapaz del bosque, representa seguridad y protección. Esto explica la frecuencia con que se encuentran nidos de gavilanes en las inmediaciones de cortijos y caseríos en las sierras andaluzas. El azor (Accipiter gentilis) es el tiburón blanco de los gavilanes, siendo una de las causas de rechazo de ciertos lugares de cría en la sierra, idóneos para el asentamiento y reproducción del pequeño gavilán. Por tanto, y aun compartiendo hábitat, las sierras donde el azor es muy abundante, son rehuidas y evitadas por el gavilán.


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2- Es primordial la existencia de agua y abundancia de presas específicas en el territorio de caza que cubran las necesidades básicas de alimentación de la especie durante todo el año. Un ejemplo claro al respecto son las grandes extensiones de conífera existentes en el sur de la provincia de Huelva y que, aun presentando todas las características idóneas para el asentamiento de gavilanes, estos no nidifican. La razón no es otra que la escasez durante la época de reproducción de pequeños y medianos volátiles y cursos fluviales, imposibilitando el definitivo asentamiento de la especie. 3- Otro factor que influye de manera determinante en la elección de la zona de nidificación es la existencia de árboles de edades maduras que presenten la masa arbórea y al altura necesaria para sostener y dar abrigo a al muda de una rapaz. 4- Muy importante para el asentamiento del gavilán es la separación existente entre cada árbol. Muchas de la reforestaciones actuales de coníferas en España son tan espesas, que impiden la entrada en vuelo hacia su interior del pequeño accipiter, imposibilitando por tanto su reproducción y asentamiento. 5- La densidad de las parejas reproductoras es un factor a tener en cuenta. Las aves adultas ya instaladas, expulsan a especimenes en edad de reproducirse hacia zonas carentes de lugares adecuados para la reproducción. Esto explica que muchas veces nos encontremos nidos de gavilanes en bosquetes de poca masa arbórea o en árboles de poco tamaño o de especies vegetales inusuales. (la densidad de parejas reproductoras aumenta en proporción directa a la abundancia de cacería en los diferentes territorios). 6- Pero quizás una de las causas que influya con mayor fuerza en la elección de la muda sea la “impronta” que posiblemente posee en sus genes el ave de presa. He comprobado en ocasiones la importancia de este fenómeno en muchas y diferentes rapaces y la he observado en distintas especies animales; uno de los ejemplos más sencillos, y que mochos de los aficionados a las aves en general ha podido apreciar, es la que presentan las palomas domésticas. Mi palomar poseer una amplia pared frontal llena de cómodos casilleros a dos o tres metros del suelo donde nidifican las palomas. Cuando en primavera se satura el palomar con varias generaciones nuevas de pichones, es frecuente que ante la falta de casilleros algunas parejas de las nacidas a principios de primavera, hagan sus nidos en el suelo y saque de esta forma sus primeros palominos. Pues bien, estos pichones que nacen, por decirlo de alguita manera a “ras de tierra”, cuando son aptos para reproducirse, aun habiendo o existiendo casilleros libres en el palomar,


prefieren el suelo para nidificar.

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Un ejemplo más claro de la importancia de la impronta de las aves hacia el lugar donde o sobre el que nacen es el acontecido con la primera pareja de Harris-Hawk (Parabuteus uncinatus) que importé de California. Estas inteligentes aves de presa crían con relativa facilidad en cautiverio. Reproducirlas en España fue el motivo de que las adquiriese. Pero a pesar de la extraordinaria muda que les preparé con un árbol de gran porte en su centro y un viejo nido de azores engarzado en una rama lateral, al amparo de miradas extrañas, no se reproducían. Pasaron varias primaveras y, desesperado, me puse en contacto con el Dr. Sterling Bunnel de San Francisco, California. EL Dr. Sterling me explico que el 90% de los harris nacidos en cautividad en ese estado lo hacían sobre una cubierta de coche, en una caja de madera, existiendo muchas posibilidades de que mis dos especimenes hubieran visto por primera vez la vida desde el interior de una cubierta de automóvil. El Dr. Sterling me aconsejo que les colocara en la muda, a unos dos metros de altura, un cajón de esas características con una rueda en su interior. ¡El resultado fue inmediato¡ Los harris construyeron el nido en la cubierta y pusieron huevos esa misma primavera. El efecto en la naturaleza es el mismo. Hace aproximadamente unos veinte años descubrí una muda de azores en una alameda de eucaliptos en un tranquilo valle cercano al pueblo de Olvera, en la provincia de Cadis. Cientos de hectáreas de encinar y monte bajo cubrían las sierras adyacentes. Llegada la temporada de cría comprobé que el eucalipto había sido podado en su totalidad. Durante dos años busque la nueva muda de los azores sin éxito y al comienzo de la tercera primavera se me ocurrió preguntar a los propietarios de las fincas colindantes si en sus tierras crecían eucaliptales. Un guarda me dijo que los únicos eucaliptales existentes en la zona se encontraban en medio de un llano, en la linde norte de la finca que guardaba, pero que allí nunca habían criado águilas de ninguna clase. Fue como una premonición, visité aquella tarde el eucaliptal; apenas veintitantos de estos árboles se alzaban poderosos en la mitad de un pequeño claro sembrado de avena y, sin embargo, ¡allí estaban criando los azores!, la distancia en línea recta a la otra muda no era superior a un kilómetro. Esto venía a confirmar una vez más mi teoría de la impronta en la nidificación.


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Pero lo que me convenció totalmente de la importancia de este condicionamiento en las aves de presa fue la experiencia vivida con una pareja de alcotanes (Falco subbuteo). Estos bonitos halcones, semejantes a un peregrino de reducidas dimensiones, pasan el invierno en África, retornando en primavera a sus zonas de reproducción en Europa. No construyen nidos, sino que se instalan en los de otras especies, y aunque siente predilección por los nidales de los cuervos carniceros (Corvux corax), no desechan los de los buteos, milanos y otras aves afines. Año tras año, los estilizados y rápidos alcotanes sacaban a delante sus pollos en un viejo nodo de córvidos. Para mi resultaba una autentica delicia espiar en las vacaciones estivales las peripecias de mis valientes alcotanes tras los vencejos, a la caída de la tarde. Se encontraba la muda en una dehesa, bosque mixto de pinos y alcornoques, salpicada aquí y allá de eucaliptos de gran porte, y era precisamente sobre la rama lateral de uno de estos últimos, donde se estaba localizado el antiguo nido de cuervos. Más llegó un momento, como consecuencia del paso de los años, de las lluvias y de los vendavales de invierno, que el nido quedó reducido a u amasijo de palos, sin base posible donde pudiera depositar la clueca su puesta en la siguiente temporada. Fue en este momento cuando un grupo de amigos de las aves de presa decidimos construir sobre los viejos restos un nuevo nido de alcotanes. Quien no lo haya intentado no puede imaginarse lo difícil que resulta construir un nido. Recuerdo que el día que escogimos para iniciar el proyecto fue una de las mañanas más frías de todo el invierno. Comenzamos a entrelazar palos y leños al amanecer, y gracias a la inestimable ayuda de un sinfín de cuerdas y alambres, conseguimos terminar un nido medianamente aceptables para nuestros alcotanes…. ¡y aquí empezó la odisea!, ya que ninguno de los componentes del grupo se sentía capaz de trepar por las resbaladiza y limpia corteza del eucalipto hasta la rama lateral, a 12 metros de altura, donde se encuentra ubicada la muda de los alcotanes, para instalarle el nido artificial. Ante la indecisión de los presentes y la falta de voluntarios, se decidió por unanimidad instalar la falsa muda en un eucalipto de menor porte y por su puesto de más fácil acceso que se encontraba a unos 200 metros del anterior. La verdad sea dicho que la intención desde el principio era buena, pero la realización del proyecto resultó bastante mediocre. El resultado final fue un nido mal construido y peor situado, ya que se encontraba justo a la mitad de altura que el original. Y llegó la primavera, y con ella los cuervos carniceros. En el fondo de nuestras almas, ninguno de los componentes de la aventura pensó que los alcotanes se conformarían con semejante chapuza de nido. Pero la pareja de negros cuervos, excelentes albañiles, ubicaron este año su magistral obra arquitectónica en un enorme pino piñonero a 20 metros escasos del nido original. Realizaron la puesta y criaron tres rojizos pollos, que con apenas las rameras precisas para revolar de rama en rama, fueron expulsados de la zona en picados suicidas por los valientes alcotanes. Todos pensamos que el problema estaba resuelto; la sólida obra de los córvidos vaticinaba muda para los alcotanes durante cinco o seis años.


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Más… cual seria mi sorpresa al visitar a mis viejos amigos ene. Mes de julio y encontrarme a la prima de alcotán encubando en el nido artificial. Había preferido la dura cama de agujas de pino y ramas mal entrelazadas al genial y mullido revestimiento de lana de oveja de lo hábiles cuervos, los seis metros de altura de nuestro nido artificial en el eucalipto a los casi quince de enorme pino. ¿Cuál podía ser la causa, a mi juicio, de tan desacertada elección? Evidentemente se trataba de la impronta que tenían los halcones reproductores de esta especie arbórea; seguramente ambos especimenes habían nacido en un nido sobre eucalipto, casi con seguridad en el nido original; y este hecho los había marcado para toda la vida, de manera que mientras encontrasen una construcción medianamente aceptable sobre eucalipto, la preferirían frente a cualquier otro nido, aun siendo de mejor estructura y más seguro. Los gavilanes en sierra de Cádiz ven por primera vez la luz generalmente sobre un alcornoque o un quejigo. Una vez que los individuos inmaduros del año se asienten definitivamente en un territorio, y se aparee, aligeran para nidificar un árbol de la misma especie y características arbóreas que aquel sobre el que nacieron. Como normalmente es el torzuelo el que comienza ala construcción de la muda, será el designado por la naturaleza para tomar la decisión inicial de la elección de la especie vegetal. En el supuesto de que la hembra hubiera nacido sobre distinto soporte arbóreo, podría existir un rechazo hacia la construcción iniciada, obligando al torzuelo a realizar una nueva y produciéndose en la pareja lo que


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denomino “alternancia de especies arbóreas”. A veces estas nuevas formaciones de parejas se ven forzadas por la reproductoras ya asentadas en la zona, sobre todo si existe una alta densidad de las mismas, a nidificar en territorios atípicos, donde no crecen arboles con el porte y la masa arbórea necesarios, viéndose obligados, por imperiosa necesidad, a ubicar sus nidos en un a especie de árbol distinto al deseado, ampliándose, de esta forma, el abanico de improntas en las aves inmaduras. (Casos de mudas situadas en árboles aislados, choperas, y alisos sin la cobertura forestal necesaria alrededor de los mismos). Con un 75% de la población total de gavilanes de Cádiz imprentados sobre alcornoques, las probabilidades de encontrar una pareja de gavilanes nidificando sobre pinos son prácticamente nulas. Las preferencias que muestran los gavilanes en toda Europa por los bosques de panaceas para nidificar, se convierte en una excepción en esta provincia Andaluza

Puesta e incubación

La puesta tiene lugar a finales del mes de Mayo. La incubación corre en su totalidad a cargo de la hembra y dura treinta y tres días. Los cambios de que se producen en el peso corporal tanto de la prima como del torzuelo durante el periodo de cría es significativo. Estos cambios varían a lo largo de las cuatro fases esenciales del periodo reproductor: cortejo, puesta, incubación y crianza de pollos. Según mis propias observaciones en las parejas de cría cautivas, una prima, al iniciarse las pautas que rigen las paradas nupciales, que pese 260g (peso normal de una prima en el sur de Andalucía) ganará peso, incremento básico para producir huevos de “alta calidad”, y este incremento oscilará entre 35g y 45 g (40g). Una vez iniciada la puesta perderá peso (aproximadamente 10 g.). La prima entrará en periodo de incubación sobrealimentada, y contrariamente a lo que se pueda pensar e incluso a lo que se ha dicho muchas veces en algunos escritos “como consecuencia de la inactividad el peso se mantiene estable”, vuelve a perder peso ( durante los treinta y tres días que dura la incubación aproximadamente unos 15g). La actividad extrema que supone la crianza de los pollos le hace de nuevo


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perder peso, alcanzando su estado original en gramos, es decir, el peso que tenía al inicio de las paradas nupciales, Durante esta fase la perdida de peso es aproximadamente de 15 g.

FASE INICIO CORTEJO CORTEJO PUESTA INCUBACIÓN CRIANZA

(-) peso

(+) peso 40 g

10 g 15 g 15 g

G 260 g 300 g 290 g 275 g 260 g

Es prolífico el gavilán. Son corrientes las anidadas con cinco pollos y tiene sentido esta abundante descendencia, ya que la tasa de mortalidad en las aves inmaduras es muy elevada. Su delicado metabolismo es uno de sus peores enemigos, convirtiéndolos en presas fáciles de los cambios caprichosos del tiempo. Las manifestaciones de celo del gavilán son muy complejas. Según Ian Newton, una de las personas que mejor ha estudiado en el Reino Unido el comportamiento del gavilán en la naturaleza, la poligamia y la endogamia son actitudes naturales en la especie, describiendo de la siguiente forma el inicio de las paradas nupciales:

“cuando se acerca el periodo de celo, buscan los gavilanes sus zonas de cría, la hembra es galanteada por varios machos, aquel que más cacería aporte a la futura novia será el elegido”

Normalmente suele vencer el mismo macho de la primavera anterior y no porque la prima sea fiel, sino porque los demás aspirantes suelen ser pájaros entremudados o pollos inmaduros cuya destreza en la caza no posee aún el nivel de efectividad que tienen los pájaros adultos, auténticos maestros en estas lides. Puede ocurrir que las galanterías de un grupo de machos en el apareamiento no llenen las necesidades de la hembra; en un caso así, esta abandonaría la zona y buscaría en otro lugar nuevos pretendientes. Está comprobado mediante anillamiento que los machos son mas fieles as sus zonas de procreación que las


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hembras. Contrariamente, suelen darse mayor número de cambios en las parejas de machos que de hembras. Una de las causas de esas desapariciones tan comunes pudiera deberse al índice de mortalidad tan elevado que sufre este género, dándose incluso el caso de hembras asentadas en sus zonas de cría que matan al macho de paso.

Durante la incubación, el macho será el encargado de cazar para la clueca, abandonando esta, solo momentáneamente, los huevos para alimentarse. Suele tener el torzuelo varios posaderos fijos en los alrededores de la muda, donde con breves quejidos llamará a la hembra que incuba, dejando en estos posaderos – comederos, la presa recién capturada. A veces vuelen hasta la plataforma de la muda y depositan junto a la clueca la pieza cazada, y no es raro que se produzcan cebas directas del torzuelo a la prima. La prolífica descendencia del gavilán es una de las causas del porqué las primas necesitan como compañero un optimo cazador., de ahí la selección llevada por la misma durante el apareamiento, ya que durante el crecimiento y desarrollo de los pollos, este será el encargado de cazar para alimentar a toda la familia, incluido su consorte. Al finalizar la incubación (pican a los treinta y un días y nacen a los treinta y tres), los pollos irá eclosionando; los tres primeros prácticamente juntos y el cuarto a los dos días y medio de nacidos los anteriores. La hembrea los cubrirá noche y día hasta que hayan cumplido aproximadamente diez días de vida; a partir de esta edad solo les dará calor de noche. Cuando una hembrea se encuentra incubando, aguanta lo indecible echada sobre los huevos, se puede pasar andando tranquilamente por debajo de la muda que no se moverá; a veces, para que abandone la incubación, hay que golpear con fuerza el tronco del árbol donde se encuentra engarzada la muda.

Es muy fácil ver si la hembra se encuentra en su interior ya que la larga cola barrada sobresale siempre algunos centímetros por fuera de la muda. Mientras menos días falten para la eclosión de los huevos, mayor será el aguante de la hembra, y si los pollos estuviesen recién nacidos, costaría incluso trabajo abandonar el nido. He presenciado como un corchero acariciaba la cola de una prima de gavilán clueca en el nido durante la eclosión de los huevos.


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Una vez nacidos los pollos, suele la prima cazar desde el mismo nido mientras monta vigilancia, ¡pero nunca se alejará demasiado de éste!, aun estando ya los pollos casi cubiertos de plumas.

El torzuelo, por el contrario recorrerá de una punta a otra el territorio de caza. Sus continuos desplazamientos lo llevaran a veces a zonas de cría colindantes, acciones que traen como consecuencia que algunos de ellos pierdan la vida a manos de hembras vecinas que ven en el intruso una pieza más que perfecta para aplacar el hambre de sus polluelos. La especie más corriente en el nidos de gavilanes suele ser el mirlo. Los torzuelos prefieren cazar grandes piezas, puesto que de esta manera, con un solo lance efectivo dan de comer a toda la familia a la vez que resulta un modo muy eficaz de ahorrar energías. Los pollos de gavilán son muy despiertos. Con apenas un par de dedos de cola, es decir, con aproximadamente veinticinco días de vida son rameros, y con una semana se encuentran dispersos por todo el alcornocal. Son igual de listos para ser introducidos a la caza, Los padres comienzan muy pronto a traerles piezas heridas para que ellos las recacenen perfectos simulacros cinegéticos. Estando prácticamente metidos en cacería a mediados de agosto, será el momento de emprender esa existencia errática común a todas las rapaces que los llevará a sierras no muy lejanas de donde nacieron. Curiosamente se ha comprobado que los jóvenes torzuelos, en sus primeras semanas de independencia materna se mueven solo por los cazaderos del viejo torzuelo y rehuyen las zonas que ronda la prima. Genéticamente parecen saber o intuir que no se deban fiar en absoluto, terminado el ciclo reproductivo del genial instinto predador de su progenitora. En 1952 se llevó a cabo un estudio de 864 nidos de gavilanes, casi todos ellos en Europa Central. Tras la localización de cientos de egagropilas y desplumaderos, se realizo la elaboración de una larga lista de presas, cuyo resultado fue el siguiente: 1497 mamíferos, de los cuales 786 fueron topillos, 459 ratones rojos, 79 ratones de campo vulgar, 47 gazapos de conejo, 21 ardillas, 20


musarañas y 15 lebratos.

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Aparte se contabilizaron 58.077 restos de pájaros de 26 especies distintas siendo, el 40% gorrión doméstico (aproximadamente 23.228).

El consumo de presas de una pareja de gavilanes durante la nidificación es muy abundante, llegando a su máximo con el mecimiento de los pollos, con una media de 82 g por cabeza diarios. Esto supone dos piezas por pollo, ya que la mayoría de las presas no supera los 40 g. Se ha comprobado que un quinto de las necesidades básicas en periodo de nidificación, están cubiertas por las 16 especies más abundantes de la lista descrita. En invierno la dieta de los gavilanes, tanto los adultos como los que acaban de independizarse, sufre un gran cambio. En los países y provincias donde el monte queda cubierto por la nieve, los gavilanes buscan la cercanía de las granjas, y en general, de las viviendas humanas. Las capturas de gorriones aumenten entonces en un 60%, el porcentaje restante durante esta época lo suelen componer pinzones, mirlos y zorzales. De todas formas la variedad de las piezas cambia según las zonas y los países de emplazamiento de la pareja nidificante. Los porcentajes de especies difieren bastante de unos especimenes a otros; no tendrá la misma dieta básica una collera nidificante en las islas Británicas que, por ejemplo, en el sur de la península Ibérica. He realizado un pequeño estudio durante cinco años de cuatro familias de gavilanes en la sierra de Cádiz; solo una de ellas cambió de zona de cría, y con certeza solo se pudo comprobar un cambio real de pareja. De los controles llevados a cabo en la primavera de 1976 se obtuvo la siguiente lista de piezas que fueron aportadas a las mudas:


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Sierra de Grazalema

* desplumadero: las especies que se señalan con este termino siempre fueron encontradas en los alrededores de la zona de cría, pero nunca nunca fueron identificadas como especies llevadas a la muda * El término “posible” se añade a especies cuya identificación podría dar lugar a confusiones

Tres de los nidos se encontraban construidos sobre alcornoque y durante los cuatro años que duró el estudio no cambiaron de especie arbórea.

La cuarta muda de encontraba al pié de un arrollo en un bosque de quejigos. El último año cambiaron su ubicación a un alcornoque y, curiosamente, fue la temporada en la que se comprobó la sustitución del viejo torzuelo por uno entremudado. De los desplumaderos encontrados, la mayoría de ellos se encontraban en los alrededores de las mudas. Los restantes se encontraban sobre tocones, en rocas, en el borde de los camino, algunos en las depresiones de las cunetas, en ramas, y los menos, en el suelo. Descubrí algunos en mudad viejas y, normalmente, en ninguna existía indicios de que el matador hubiese comido. Muy distintos son los desplumaderos de invierno donde casi siempre se encuentran “picos.” Los encontrados en el suelo solían estar muy cerca de la muda y en lugares donde no había monte.


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Rastros, pesplumaderos, egagropilas y predaderos específicos de la especie Para el gavilán, desplumar en un lugar u otro depende de dos factores: uno, y el más importante, la seguridad. Si el gavilán caza en un lugar despejado desde donde puede a cualquier enemigo que se le acerque, desplumará y comerá, si no es así, volará con su presa a un lugar seguro. Y el segundo factor a tener en cuenta es la higiene. EL gavilán se muestra muy meticuloso y delicado a la hora de comer, desechando carne manchada de tierra o brotes de hierba. Si e el terreno donde ha matado es arenoso, tierra labrada o está recubierto de espesa hojarasca, buscará un lugar limpio donde desplumar y comer. Estas son las razones por la que se encuentran tantos desplumaderos sobre tocones, piedras o ramas despejadas. Las egagropilas son difíciles de localizar, a no ser que demos con un dormidero fijo, cosa bastante infrecuente. Sus medidas suelen oscilar entre 1.5 X 2.4 cm aproximadamente. En estudios realizados en grandes extensiones de Europa que incluyen zonas de bosques y terrenos abiertos, la densidad de gavilanes viene a ser de dos a treinta y cinco parejas por cada cien kilómetros cuadrados, encantándose, lógicamente, la mayoría de ellas en la superficie más boscosa. Por el contrario, en pequeñas zonas, exclusivamente recubiertas de bosque donde se han realizado estos mismos estudios, la densidad alcanzaba la 60 parejas por cada 100 kilómetros cuadrados. La mayor a menor abundancia de azores en las zonas donde cría el gavilán es un factor al tener en cuenta al hablar de densidad, puesto que la gran rapaz de los bosque europeos es uno de los mayores desestabilizadores de la poblaciones de gavilán. Prueba de ello fue la gran explosión demografiota que sufrieron los gavilanes en las Islas Británicas en los últimos cien años debido al exterminio de sus dos mayores predadores: el azor (Accipiter gentiles) y la marta (Martes martes). En la última década se ha restablecido la población de azores en las Islas Británicas gracias a denodado esfuerzo de los cetreros ingleses. Al mismo tiempo la presencia del gavilán en mayor o menor abundancia en su hábitat es el mejor barómetro de la situación medioambiental del entorno donde se mueve. Se ha comprobado que los bosque muy cerrados son colonizados con bastante éxito por el gavilán, mientras que el azor prefiere bosques menos densos y colindantes con grandes praderas abiertas: ¡sus poblaciones son compatibles!, y esa compatibilidad existe en caso todos los países Europeos, entre los que destaca por su especial orografía, España. Es curios como se llegan a repartir las dos especies los ecosistemas si en la gran masa forestal los árboles se encuentran a menos de dos metros unos de otros; no nidifican los azores, y por el contrario, si lo harán los gavilanes. El gavilán es muy abundante3 en el norte de España, famosos son y siguen siendo los gavilanes asturianos, . El pis Vasco y Navarra albergan una población sana y en franca expansión, disminuyendo su densidad de norte a sur. En el gráfico adjunto se pueden apreciar lo lugares de nidificación. (Fig. A).


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El gavilán en Euskadi se conoce con los nombres locales de “Txorijale” (come pájaros), “Torijale”, “rapapajaros” y “rapiño”. Y en las mudas controladas por mi buen amigo y gavilanero Martín González, las piezas más corrientes fueron lavanderas blancas, bisbitas campestres, estorninos, mirlos y zorzales. Así mismo ha podido constatar diferentes desplumaderos de arendajos, tórtolas y de untito real. En 1970 y durante 29 días tomé nota desde el interior de un tollo instalado en la sierra de Cádiz; la vida en la muda se desarrolló de la siguiente forma: -

Siempre cebó la prima La muda no la abandonó nunca salvo en dos ocasiones Comprobé que sus ausencias no eran tales, sino que se encontraba meciéndose en las térmicas por encima de mi cabeza Las llamadas del torzuelo eran siempre el aviso de que “llegaba comida” Nunca hizo acto de presencia en la muda y no pude presenciar ni una sola cópula. Al torzuelo solo pude contemplarlo desde el exterior de tollo, y casi siempre a `primeras horas de la mañana, Con 29 días los jóvenes se hicieron rameros, momento en que decidí desmontar el tollo. Voy a transcribir las notas de dos jornadas cualquiera, de las mudas que paseé en le interior del

tollo


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«Yo vi un caballero en Valladolid que era embajador del rey de Túnez y era muy buen cazador de aves- Era cristiano y casad dentro en la ciudad de Túnez, y era capitán en su casa de doscientos de a caballo, cristianos según decía, y hubo de hablar conmigo en el palacio de nuestro señor el rey de Castilla sobre el hecho de las aves, y demandome si había en España azores de ojos negros. Yo díjelo que nunca los viera en Castilla y él me dijo que un caballero de Granada le enviara uno a su tierra, y este caballero dice que hubo una muda de un moro de Valdericote, y yo anduve haciendo pesquisa y preguntando por la corte del rey si había alguno que hubiese visto al azar, y halle que tenía uno un escudero de comendador de Segura, que había así los ojos negros….» Juan Vallés

DIARIO 4 de Julio, 9h de la mañana Número de pollos: 3 Lugar: Sierra de Cádiz Altura de la muda: 14 metros Árbol: Alcornoque Llegamos a la muda el día anterior a las 4h de la tarde; A las 6h está el tollo montado. Los gavilanes han aceptado perfectamente la instalación de la plataforma y el tollo alzado. Me introduzco en su interior ala 9h de la mañana, inmediatamente entra la prima colocándose a la izquierda del nido montando guardia. No parece que el tollo importe lo más mínimo. A las 9h 37min se escucha la llamada del torzuelo, la prima sale en su busca, tarda 4 min. en regresar, trae en sus manos un pequeño pájaro desplumado que no logro identificar; ceba los pollos con meticulosidad. Una vez que ceba los pollos, permanece en la plataforma de la muda hasta las 10h. 30min. A las 10h. 45min. La siento volar capturando un pequeño pajarillo cerca del suelo, creo que es un agateador; inmediatamente regresa al nido cebando de nuevo. A las 12h. aproximadamente siento la llamada del torzuelo; la prima abandona la muda, tarda 3min en regresar. La presa viene totalmente desplumada, es un mirlo; da de comer a los pollos y al final de la ceba, come algo. Abandona el nido a las 14h10min. y vuelve a las 15h15min. Me da la impresión de que no está muy lejos.


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Vuela de nuevo a las 18h. al momento se siente la llamada del torzuelo, tarda unos 2miin, en volver a la plataforma, la presa no la puedo identificar, es un pájaro del tamaño de un gorrión común; ceba los pollos y a las 18h 20 min abandona la muda sin motivo aparente, instante que aprovecho para abandonar el tollo. 5 de Julio 9h. de la mañana.

Llego a al muda a las 9h de la mañana, el torzuelo entra volando por mi izquierda arrastrando un mirl0, comienza a gritar y aparece la prima volando de no sé donde y el arrebata la presa en el aire. Me doy toda la prisa que puedo y me introduzco en el interior del tollo. Justo a los 5min. la prima hace acto de presencia, trae el mirlo completamente desplumado, ha comido algo; ceba los pollos y retira de la muda un pequeño resto, no vuelve hasta las 10h. 5min. Sé que ha estado posada en un alcornoque a mi derecha, ya que por un pequeño respiradero de la tela del tollo lograba a veces, cuando el aire movía las ramas, verla arreglarse las plumas. A las 12h 40min se oye la llamada aguda del torzuelo, al prima acude en su busca, tarda en volver 6min, ceba de nuevo y se coloca en una rama cerca del nido, lugar que no abandona hasta las 16h. Esta vez no siendo el trozuelo, la prima vuela fuera del alcance de mi vista, tarda 3min en volver y trae una pieza mediana, como siempre desplumada y que no logro identificar: ceba y permanece ene. Nido hasta las 17h 5min, momento en el que vuelve a desaparecer; siento chillar al torzuelo y responder a la prima, reaparece dentro de mi campo a los 10 min, creo que se ha tratado de una ceba del torzuelo a la prima. A las 18h 15min vuela de nuevo. Me siento cansado y abandono el tollo. En el interior del tollo pospensamientos se disparan, a veces las horas se pasan sin sentirlas y otras las esperas se hacen largas. Los sonidos de la sierra, tan familiares, se transforman y adquieren más intensidad y misterio. Sin otro sentido que el oído hay que intuir lo que ocurre en los alrededores del tollo. Hay que imaginar el vuelo del gavilán y los arabescos que realiza tras la volatería pequeña. Oyes al malabarista carbonero, localizas una a tu derecha, por tu izquierda sientes que vuelan dos; un grito lastimero y un silencio posterior te pone en tensión, ¡el gavilán acaba de hacer presa ¡ En el interior del tollo sigue imaginando cosas y todo ese rosario de momentos te hace respetar aun más el entorno en que te mueves, pero… no puedo seguir hablando ¡la prima de gavilán acaba de entrar a la muda!, la saliva se me ha secado en la boca y… me he quedado sin palabras.

Migración La migración de las aves es un fenómeno que ha despertado el interés y la atención del hombre a lo largo de la historia. Ya el canciller don Pero López de Ayala en su insigne obra cetrera, hace referencia con asombro a la distancia que recorren en ciertas épocas de año distintas especies de aves. “ Yo tuve un halcón neblí que era muy altanero y fue tomado en Plasencia, dijome el redero que lo tomara, que le cayera en la red con unas palomas torcaces, tras la que venia y decía que las palomas traían en papo lleno de frutilla del haya que llaman bo, y aquella mañana la habían comido, y no hallamos que hubiesen bayas hasta Villafranca de Montes de Oca que está bien setenta leguas de allí; y por tanto, podéis entender la travesía que las aves hacen” Realmente es asombrosa a la capacidad orientativa que demuestran en sus largos viajes las especies migratorias. Se ha comprobado que el seguimiento de las rutas del cielo de norte a sur y viceversa de los grandes bandos de aves, no es un fenómeno que cada individuo inmaduro prenda de los adultos en anteriores experiencias, sino que se trata de una información puramente genética. Bien en compañía o en absoluta soledad, cada año millones de aves se ponen en movimiento


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llegado el momento para alcanzar sus cuarteles de invierno. Las rapaces, dependientes en su mayoría de estas grandes concentraciones de aves, no tienen otra alternativa que acompañarlas en sus desplazamientos. Las estrellas en la oscuridad de la noche y el sol de día son parámetros orientativos más que suficientes para no desviar de su camino a los viajeros migrantes. Se ha demostrado mediante experimentación científica que la más insignificante de las currucas migradoras posee en sus genes tanta información y conocimiento sobre las constelaciones como el que adquiriría un ser humano después de seis años de estudios superiores en esta misma materia.

Pero, ¿Qué ocurre cuando los cielos están nublados y la visión de estos puntos orientativos desaparece? Recientes experiencias llevadas a cabo con palomas mensajeras en los Estados Unidos han demostrado que las aves no solo se orientan hacia el destino que buscan por señales visuales, sino que se pueden guiar por el magnetismo existente entre los polos de la tierra. ¿Qué indicios marcan el inicio de la migración? Creo que el fotoperiodo (duración del día solar) “incita” a viajar, y los cambios climático “convencen y determinan” que hay que viajar. ¿De que manera se desplazan la aves rapaces, y que periodos del día o de la noche sondas aptos para estos desplazamientos? La mayoría de las aves de presa diurnas, si no todas, se mueven en sus migraciones durante el día, merced a las corrientes térmicas. Muchas de ellas, por la tremenda altura que consiguen en estos desplazamientos, no pueden ser observadas por el ser humano. Mis años de experiencia en el manejo de halcones en la práctica de la cetrería me ha enseñado que muchas veces es más fácil apreciar e identificar térmicas a una gran ave de presa como águilas o buitres, que a un pequeño halcón o gavilán que rápidamente por su tamaño se hace invisible al ojo humano. Muchas veces en jornadas de caza con mis halcones los he perdido de vista, incluso con prismáticos, cuando al medio del día han montado en térmicas. Es impresionante observar la facilidad que tienen los halcones a seiscientos, mil o mil quinientos metros de altura para deslizarse de corriente en corriente, sin realizar ningún esfuerzo aparente: ni aletazo, ni respiro, flotando incansablemente como la más velera de las águilas.


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Todos los halconeros conocemos y sabemos que existen más propicios para que sobre ellos se formen estas corrientes ascendentes de aire caliente. Las pistas de despegue en los grandes aeropuertos, las carreteras de asfalto, ciertos tipos de rocas y las laderas de las montañas se prestan a ello. Y difícilmente se forman sobre grandes extensiones de agua. Este fenómeno explica que existan rutas migratorias marcadas a lo largo de los siglos, muy ricas en formaciones térmicas, y el porqué las aves buscan en sus desplazamientos los estrechos entre continentes para atravesar los mares. Hace algunos años, en la provincia de Valladolid, con mi buen amigo valenciano Manolo Navarro, perdí un halcón a la caída de la tarde, faltaba media hora escasa para que se hiciese de noche, la señal del emisor marcaba dirección sur, y pensamos que antes de que lo envolviera por completo la oscuridad, el halcón se posaría para pernoctar. Pues bien, en contra de nuestras predicciones, nos obsequió con una demostración de vuelo nocturno que yo había jamás observado hasta el momento en un peregrino. Dos horas estuvo volando en total oscuridad, recorriendo en línea recta y según el cuentakilómetros del automóvil, 110km desde el punto de salida. En contra de lo que se cree, pudiera ser que los peregrinos hayan desarrollado esta habilidad para desenvolverse en la noche a lo largo de generaciones en sus viajes migratorios. Estas deben ser algunas de las posibles técnicas que hayan seguido las aves nobles en sus migraciones a lo largo y ancho de los continentes.

Pero las corrientes ascendentes de aire caliente no son las únicas vías y métodos existentes en los cielo para el desplazamiento de las aves de presa durante la migración, sino que los vientos en la dirección adecuada son igual de interesantes en estos largos viajes. Cualquier ave rapar de poca superficie alar y alto metabolismo corporal sabe de lo importante que resulta volar con el viento de cola. El desgaste de energía desarrollado es mucho menor y las distancias recorridas se doblan. Los mensajeristas españoles saben mucho sobre las ventajas de los vientos; hay palomas mensajeras que el trayecto de Córdoba-Sevilla con viento de cola lo han realizado en la mitad de tiempo que con viento de pico. Es comprensible que las aves migratorias esperen, para saltar continentes, vientos que les sean favorables. La amplia distribución del halcón peregrino entre los vertebrados solo ha sido superada por la especie humana. Quizás sea esta súper adaptación al medio y a la diversidad morfológica que presenta las diferentes subespecies las que lo han convertido en una de las aves más interesantes que pueblan nuestro planeta. Estos factores unidos a la magia que despenden sus hábitat, su biología y la belleza sin medida de la especie, han sido los factores desencadenantes de la enorme pasión que ha despertado a lo largo de la historia, y despierta actualmente en el hombre. Taxonómicamente existen diecinueve subespecies reconocidas en todo el mundo. Ecológicamente se dividen en tres grandes grupos: peregrinos de tundra y bosques templados, peregrinos de desiertos y peregrinos de trópicos. Morfológicamente los científicos los agrupan en dos zonas. Los peregrinos del hemisferio norte y los del hemisferio sur; clasificación que no es admitida en el mundo cetrero ya que en el viejo mundo, las poblaciones que rebasan los 20 grados de latitud norte, son generalmente de colores más claros, baberos claros y coloración uniforme existiendo áreas geográficas difíciles de asignar a alguna subespecie por la diversidad tan acentuada existente entre las distintas subespecies, en particular a la zona correspondiente al hemisferio norte y latitudes medias.


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Recientemente se ha llevado a cabo en EEUU, concretamente en el estado de Texas, una experiencia que ha dado a conocer una posible media de desplazamiento en migración (velocidadkilómetros recorridos) par aun halcón peregrino (Falco peregrinus Tundra). Fue trampeado en la Isla Padre al sur de Texas, y se le colocó un emisor de los utilizados en cetrería con una batería de larga duración. Se siguió la ruta con ayuda de una avioneta “cesna”, pudiéndose comprobar que su desplazamiento fue siempre paralelo a la costa del golfo de México (estados de Tamaulipas y Veracruz), y que no penetró hacia al interior del continente hasta que alcanzó el istmo de Tehuantepec. Dicho halcón iniciaba siempre el vuelo de migración entre las siete y las siete y media de la mañana, realizando la primera, y a veces única parada a partir de las once de la mañana, y siempre pernocto, es decir, buscó su dormidero, dos horas antes de la puesta de sol. La distancia recorrida en línea recta diariamente fue de unos 257km, alcanzando una velocidad media de 37km por hora.

En el supuesto de que con semejante experiencia se pudiera generalizar, un peregrino nórdico en su viaje migratorio a lo largo de Europa, tardaría cuatro días en atravesar España. He realizado un pequeño estudio en los últimos diez años sobre el desplazamiento de los halcones en tierras Andaluzas, en aquellas zonas que los clásicos del siglo XV ya mencionaban en sus tratados como lugares privilegiados de paso o asentamiento de halcones nórdicos. Toda la gran vega, limítrofe con la sierra, que partiendo desde el término de Villa de Niebla y cruzando a través del condado de Huelva, rodea el Aljarafe sevillano y enlaza con la campiña de Carmona, Osuna y Ecija es el lugar de asentamiento desde octubre hasta febrero de un gran numero de halcones peregrinos en todas las subespecies. Muchos de estos halcones han podido ser identificados año tras año gracias a que ya venían marcados con anillas de referencia de sus respectivos lugares de origen y algunos otros, merced a las características tan singulares de su plumaje. Las conclusiones obtenidas han sido las siguientes: -

El desplazamiento hacia el sur de aves inmaduras es mucho mayor que el de adultos Un gran número de aves adulta migran en pareja, pudiéndose comprobar cunado se localiza un individuo adulto, que su compañero o compañera no se encuentra muy lejos


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Las parejas que se desplazan juntas, cazan juntas, llevando siempre el torzuelo la peor parte en el reparto de la pieza capturada, ya que aunque sea este quien mate, la gran prima, se impondrá por la fuerza y se apoderaré del botín, obligando al trozuelo a la realización de nuevos lances con la consiguiente perdida de energía y desgaste en gramos que supone en pleno invierno tener que recazar. Este puede ser uno de los muchos factores que intervienen en la alta mortalidad de los machos. En lo referente a las capturas efectuadas por las primas, la especie más común a la que dieron caza en e la campiña de Huelva fue la garcilla bueyera (Bubulcus ibis), mientras que los torzuelos capturaron gran cantidad de alaudidos, en especial alondras (Alauda arvensis), cogujadas (Galerida cristata) y algunas terreras (Calandrella cinerea), siguiendo en este orden los zorzales (Turdus philomedos, Turdus ciliatus y Turdus viscivorus), pequeños paseriformes y palomas domésticas. En las vegas de Carmona y Ecija presenciamos muchos y frecuentes lances a palomas domésticas, muy abundantes en las poblaciones rurales de esta comarca y a estornino (Sturnus unicolor). Los pesos de las aves estudiadas variaron mucho de unos especimenes a otros, oscilando desde el kilo ciento cincuenta gramos a que llegaron a pesar algunas primas de Escandinavia, hasta los setecientos de aquellas cuyo origen pudiera ser eminentemente africano. Se observaron muchos adultos e inmaduros de la subespecie o variedad Falco peregrinus gemanicus (las primas oscilaban entre los 850 y los 890 g, mientras que los torzuelos de esta subespecie siempre oscilaron entre 550 y 600g). Estos halcones de anchas espaldas y bien formados destacaban por las pintas del pecho muy granadas y redondas.

Los peregrinos próximos al ártico (Falco peregrinus Calidus) de menor talla y mayor longitud alar, son menos frecuentes, pero no raros en el sur de la península ibérica durante el invierno. Los pesos de las primas oscilaron entre 750 y 80 gamos de peso. Las características esenciales de estos halcones, independientemente de la fina línea que marca sus mejillas, son las plumas de presencia y tacto sedoso, quemada por el sol, la nieve y el frió, las ceras de un amarillo verdoso característico y lo longitudinal de sus formas. En Diciembre de 1982, localizamos por medio de un guarda de coto, unto a un poste del tendido eléctrico de alta tensión en la vega de Carmona, u ejemplar de peregrino con plumaje juvenil, muero según se comprobó posteriormente, por disparo de escopeta. Nos acompañaba esa mañana el doctor estadounidense Sterling Brunnell, el cual, al reconocer dicho ejemplar, no sin asombro, nos dijo que se trataba de un pollo de Falco peregrinus tundra, y efectivamente se trataba de un halcón de dicha subespecie, como pude comprobar yo mismo en el año 1984 en el golfo de México, donde tuve la oportunidad de contemplar un gran número de halcones de esta subespecie. Puse dicho descubrimiento en conocimiento de James Adamson en mi primera visita a la universidad de Santa Cruz en California y mi sorpresa fue grande cuando me confirmaron que efectivamente tenían noticias de que algunos tundras alcanzaban el continente Europeo. Los grandes colosos que alcanzan la península ibérica en sus migraciones (pájaros que han llegado a pesar un kilo y 150g), son los peregrinos del noreste de la península Escandinava, Estos peregrinos de baberos amarillos, cuajados de pintas redondas y muy negras, de ojos pequeños y dedos cortos y gruesos en relación a su tamaño, pisan esporádicamente la sierras andaluzas. Mucho más corriente y de menos talla son los finlandeses. Además de todas las subespecies nombradas, con bastante frecuencia se encuentran en nuestras vegas especimenes de pequeños halcones cuyo origen, por sus características y peso (primas de 670 a 700g y espaldas estrechas y rojas desde el babero hasta la misma hovera), no se puede determinar. Básicamente son idénticos a los peregrinos observados por mi en Marruecos, ¿pudiera ser peregrinoides? cabe la posibilidad. Excepcionalmente se observan algunos especimenes que se sale de lo que actualmente está conceptuado como subespecie, a lo que denomino, “ejemplares de zonas de solapamiento entre


subespecies” o “cruces de dos subespecies”.

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Resumiendo: el mayor número de ejemplares que visita el sur de la península ibérica, bien asentándose durante toda la temporada invernal o bien de paso hacia el continente africano, son aquellos que proceden del centro de Europa, especialmente de Alemania y los Balcanes. les sigue en proporción los que proceden de los países escandinavos y los denominados hipotéticamente norteafricanos, resultando en las prospecciones realizadas durante nueve años como más escasas las subespecies típicas de la Tundra y Siberia, y considerando ausentes, al menos nunca se han detectado, especimenes de las subespecie escocesa, es decir, del Falco preregrinus peregrinus. Durante nueve años consecutivos desde Octubre hasta finales de enero, un grupo de amigos de las aves de presa hemos estado estudiando el comportamiento de una prima de rigen finlandés asentada en las inmediaciones de San Lucas la Mayor, en la inmediaciones de Sevilla. Su llegada desde el norte se estimó siempre con bastante certeza, pudiéndose afirmar que jamás se retrasó mas de la segunda semana de Octubre. Nunca detectamos al macho consorte, lo que nos llevó a la conclusión de que o bien era muy vieja, viuda reciente, o bien por las razones que fuera y que desconocemos, emigraba en solitario. Sus posaderos se circunscribían en un radio de acción de tres kilómetros a la redonda y pudimos comprobar en bastantes ocasiones que no permitía en la zona el asentamiento de otros halcones. En el cuarto año de control fue herida por tiro de escopeta. La falta de cuatro cuchillos de un ala, así como de parte de las plumas de la cola como consecuencia del tiro, mermaron bastante sus condiciones de vuelo, pero no le impidieron cazar. Nuestra sorpresa fue grande al comprobar que este año no retornaría al norte una vez que llegó su momento. Fue detectada a lo largo de la vega en diversas ocasiones en pleno verano, la última de ellas en pleno mes de julio en los alrededores del poblado romano de Tejada de la Vega. Finalmente se confirmó en el mes de octubre la presencia de este halcón en su posadero habitual y con plumaje, sino total, casi restablecido. Este pájaro fue muerto por tiro de escopeta, sus anillas fueron enviadas a Finlandia, desde donde nos fueron remitidas toda la información con respecto a su anillamiento, distancias recorridas y lo que muchas veces nos preguntábamos mientras lo observábamos tranquilamente en su posadero, la edad. Tenía doce años. Lo que supuestamente quería decir que siempre, excepto el año que fue herida, subió hasta la península escandinava para realizar sus funciones típicas de reproducción, resultando curioso que nunca en esos nueve años, localizásemos a su macho. Quizás algunas parejas de peregrinos emigren juntos y otras lo hagan por separado; o pudiera ser que muchos machos con experiencia, ante la presión de pillaje a la que son sometidos ocasionalmente por las hembras cuando cazan, decidan en años sucesivos emigrar por separado. Es una posibilidad. Su posadero habitual y zona de caza fue inmediatamente invadido y captado por una prima pasajera (hembra juvenil) de apariencia nórdica. Un aura de mitos ha envuelto en muchos países a los desplazamientos de las aves migratorias. Todavía hoy en día muchas personas piensan que , por ejemplo, que el aguililla migratoria mayor (Buteo swainsoni), conocida en Hispanoamérica como búteo de Swaison, no come nada en absoluto a lo largo de todo su recorrido en la migración, recorrido que abarca distancias muy considerables ya que este búteo baja desde el norte de EEUU y alcanza la misma Argentina. Reciente estudios y observaciones han


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demostrado que este la evidencia del ayuno no es tal, y que se trata simplemente de un antigua leyenda.

Pero, ¿Como saben los jóvenes halcones, en todas sus subespecies y razas, en qué momento de año deban partir en migración, hacia donde tienen que volar, hasta donde tienen que llegar, y como regresar a su punto exacto de origen? ¿Todos es pura información genética o existe algo más? En mi última visita a la ciudad del Lago salado en UTA tuve la ocasión de contemplar a una de las parejas de halcones urbanos más famosa de la costa oeste americana. Recabé toda la información que pude sobre la manera de como son introducidos los pollos de halcones en los grandes edificios, estadísticas de mortandad, nuevos proyectos, etc, llamándome la atención la información obtenida en Canadá durante los últimos once años. Entre 1976 y 1987 fueron puestos en libertad un total de 563 pollos de halcones peregrinos (Falco peregrinus anatum) en edificios urbanos, en 24zones diferentes, 24 (5 pollos por zona y año). Solo el 10% regresó al año siguiente a sus lugares de origen. Treinta y cinco cadáveres fueron identificados gracias a las anillas identificativas de aluminio rojo que portaban todos y cada uno de los especimenes en lo tarsos. Se comprobó que las hembras regresaba en mayor número que los machos, y que los peregrinos, a diferencia de otras especies de aves de presa, retornan con más facilidad al tipo de hábitat bien urbano o rural, en el que son liberados. Quizás este tipo de proyectos en un futuro corto aporten una información más exhaustiva y desvele todas aquellas incógnitas que rodean el comportamiento migratorio o los desplazamientos de las aves en general. La fundación para la protección del peregrino (The Peregrine fund) se creó en 1970 en la universidad de Cornell y su objetivo principal fue la de evitar la total extinción del halcón peregrino de los patos (Falco peregrinus anatum). Desde entonces, más de 3600 halcones han sido puestos en libertad en 28 estados diferentes, asegurándose, a corto plazo, una recuperación completa de la población de halcones. En 1992 la situación era la siguiente:


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El censo de las parejas ha sido realizado por efectivos del grupo de Aves de Presa de la Universidad de Santa Cruz, por el grupo de Protección del Peregrino en el Medio Oeste en Mimosota y El servicio para la Vida Silvestre del Canadá. La organización conservacionista de rapaces más importante del mundo, El centro Mundial para Aves de Presa, con sede en Boise, Idazo, dirigida por halconeros de la talla de Carl Sanford, junto con The Peregrine Found, realizan anualmente infinidad de proyectos en pro de la conservación en la naturaleza de cualquier ave de presa, sin importar el lugar del mundo donde se encuentre la especie a recuperar, proteger o reintroducir. De sus últimos proyectos cabe destacar, entre otros, la reintroducción del halcón aplomado en los EEUU (Falco femoralis). Esta magnifica especie desapareció prácticamente a comienzo de los años treinta y no se tenia constancia de su anidamiento en Estados Unidos desde 1952. La recuperación del cóndor de California (Gimmogyps californianus), cuya población se vio reducida en 1983 a solo 23 individuos. El primer cóndor nació en cautividad en el año 1988 en el parque de animales salvajes de San Diego. La cría y posterior reproducción del cernícalo de la Isla Mauricio (Falco punctatus). La protección y recuperación del águila de Filipinas. Se piensa que en la actualidad que dan libres menos de cien de estas águilas, una de las especies mas grandes y espectaculares que existen. En el año 1992 se lograron reproducir en cautividad los primeros pollos que fueron bautizados con el nombre de Pag-asa (Esperanza) y Pagkakasia (Unidad). Pero uno de los proyectos más interesantes de esta organización fue el programa de desarrollo para la conservación del águila harpía (Harpia hapyja), realizando un interesante estudio de dispersión en las selvas amazónicas de los pollos inmaduros de esta especie, considerada como el ave más poderosa del planeta tierra. Se capturaron y anillaron cinco especimenes jóvenes dotando a cuatro de ellos de potentes emisores suministrados por la NASA y conectados vía satélite, lo que podía alargar la vida de las baterías hasta incluso más de cuatro años. Esto ha permitido comprobar la sedentariedad de los individuos jóvenes en su primer año de vida. Biólogos, halconeros, científicos y amantes de las aves de presa en general, se dan cita al comienzo del periodo migratorio en distintas zonas de Norteamérica, Europa, Oriente Medio y Asia para contemplar e intentar contabilizar mediante observación uno de los espectáculos más atractivos del mundo, ¡ el salto de un hemisferio a otro de enormes concentraciones de rapaces! Al sudeste de Pensilvania existe uno de los puntos de observación de aves rapaces en migración más importantes del mundo. Conocido como la Montaña de la Rapaces (Hawk mountain). Tradicionalmente, los cazadores locales se reunían en estas montañas en la época de paso para matar el mayor número posible de rapaces.


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La iniciativa privada en 1934 logró adquirir este observatorio natural para beneficio de la ciencia del mundo entero. Más de 23.000 animales son contabilizados anualmente sobre los miradores de la “montaña de las rapaces”. Más de 48.000 personas de todas las condiciones sociales visitan anualmente este santuario, aprendiendo a respetar y valorar los misterios que y la belleza que encierra la naturaleza en todas sus manifestaciones. Solo existen dos lugares en el mundo utilizados como vía de paso donde se pueden contabilizar más de un millo de de rapaces durante la época migratoria y son: El sur de Israel y el Istmo de Panamá en Centroamérica, con 73 km de ancho total y 5 km de frente activo. El recuento realizado en otoño de de 1985 dió la cifra de 2.613.979 aves de presa.

El gavilán Cuando las masas forestales caducas comienzan a mostrar los inicios del otoño en el amarillo intenso de sus hojas, llegan a España los primeros gavilanes de paso. Una gran parte de esta población trashumante salta al continente Africano, siendo por tanto nuestro país zona de doble paso en el retorno a sus lugares de origen en el norte y centro de Europa. Octubre noviembre y diciembre son meses de verdadera abundancia de migradores en la península Ibérica. Es corriente verlos a cualquier hora del día en vuelo de crucero a lo largo de sotos y alamedas. Muchos de estos pequeños viajeros son capturados por rederos, que, en la mayoría de los casos, trocan de mala manera su viaje. Este vicio imposible de corregir por atacar a cuantos cimbeles de pajarillos se cruzan en su camino, es el causante de que todos los años muchos gavilanes caigan en manos inexpertas, que muchas de las veces descargan su ira por la muerte del cimbel sobre el cazador cazado. Las dos rutas de mayor afluencia de gavilanes en época migratoria en la península es a través de los dos cinturones costeros: cantábrico- atlántico y mediterráneo. Aproximadamente un tercio de estos individuos se asientan una temporada en suelo español y no alcanzan Gibraltar. Sin duda la ruta de circunvalación costera de mayor tráfico es la mediterránea. La mayoría de los gavilanes en su entrada a la península ibérica vuelen cercanos a la costa. La causa no es otra que de mantenerse cerca de los bandos de fríngidos procedentes de Europa que van bordeando las costas Españolas. Exciten puntos críticos donde los gavilanes de paso abandonen la costa y penetran hacia el interior. Independientemente de ese gran número de gavilanes que se desplazan en paralelo a los grandes bandos de fríngidos. , un porcentaje muy elevado atraviesa la península por su interior, buscando los comederos y dormideros de los grandes pasos de


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zorzales. En Andalucía es raro un Oliver que durante esta época no alberga momentáneamente alguno de estos pequeños cazadores. Los gavilanes migradores que llegan hasta el mediterráneo dan un salto de Europa a África y viceversa por los puntos más cercanos entre los dos continentes, estos son: EL estrecho de Gibraltar, el canal de Sicilia y el Estrecho del Bósforo.

Está demostrado por estadística que una gran parte de la masa que se desplaza de norte a sur, inverna a lo largo de Europa. Prueba de ello son la cifra obtenidas en el recuento de agosto a diciembre de 1983 para el estrecho del Bósforo y Gibraltar, donde se contabilizaron solamente 500 y 1000 en toda la época migratoria. Como todos los accipiteres del mundo es el modo de emigrar por status, iniciando en primer lugar hacia el sur los machos jóvenes, seguidos de las hembras, a continuación les siguen las hembras adultas y en último lugar parten los machos adultos. El viaje de retorno en primavera se realiza de la misma forma, solo que en orden inverso. Muy abundantes son los desplazamientos hacia Europa detectados en primavera en la península Escandinava a través de Dinamarca. Teóricamente la población inmadura de gavilanes sedentarios se unen a la procedente de Europa, y parte de ella salta al continente africano. Estos pájaros autóctonos de la península, inquietos por naturaleza, se pueden ver a mediados de septiembre en sierras atípicas de estos pájaros. Muy distantes de su lugar de nacimiento. Estas circunstancias da origen a equívocos y convierte en dificultosa la determinación del origen de la migración. ¿Que ocurre con estos pájaros que nacen el los bosques de la península ibérica? Se sabe muy poco sobre sus desplazamientos y existen diferentes teorías. Una, que suben hacia el norte para luego descender con el resto de la población migrante europea; dos, que se adelantan a los europeos en su paso hacia el norte de África; la tercera, que simplemente esperan la llegada de estos últimos y vuelen conjuntamente hacia el sur; y la cuarta, y posiblemente más creíble, que no emigran. Al no existir estudios determinantes de las diferencias específicas de peso y longitud de plumas entre los gavilanes españoles y los de Centroeuropea, es muy difícil o casi imposible saber cuando se producen capturas, si el espécimen pertenece a una población centroeuropea o es autóctono. Los gavilanes nórdicos, de pluma mucho más sedosa, se suponen que son de más peso y mayor superficie alar que los mediterráneos. Para dar respuesta a todas estas conjeturas y poder determinar con certeza el origen del ave capturada solo existe un camino: el anillamiento. Por desgracia para esta especie en España, se matan muchos gavilanes pero se anillan muy poco. Han dado como resultado una serie de datos de alto valor científico de cara al comportamiento migrador de la especie. El informe que a continuación transcribo ha sido cedido por el Instituto de la Conservación de la Naturaleza de Madrid (ICONA):


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La aportación más interesante del informe adjunto, independientemente de las grandes distancias recorridas, es la que se deduce de los ejemplares anillados en España. Como se puede comprobar en la tabla, el ejemplar marcado con la letra B es un claro ejemplo de un ave pasajera anillada en pleno mes de diciembre y recuperada 475 días más tarde a solo 5km de distancia del lugar de anillamiento. Este pájaro por la fecha de marcaje en el mes de septiembre, aunque los primeros migradores no llegan a la península hasta la primera quincena de octubre, pudiera tratarse lo mismo de un ave sedentaria que de un pájaro norteño de paso hacia el continente africano. Si embargo, las aves restantes, es especial la s marcadas con las letras A y D, como se puede


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comprobar por la s fechas de la reseñas, son aves que han sido anilladas en el nido y capturadas posteriormente, en plena época de desplazamiento migratorio, en los alrededores de su zona de cría. El sedentarismo parece pues, un hecho probado en nuestra población autóctona. E x i s t e u n a g r a n

“ p o b l ación flotante” de aves inmaduras, e incluso de ejemplares adultos, en torno a los lugres de cría. Estas aves, por lo general, han nacido en mudas de las inmediaciones, y aunque realizan cortos desplazamientos, al término de la época de migración, vuelven a sus lugares de origen, supliendo las posibles bajas que se hayan producido a lo largo del invierno en las parejas reproductoras. Ésta es la razón del porqué la “parejas madres” no desaparecen, y el porque las zonas de cría sigan siendo las mismas durante generaciones. El presente estudio ha podido ser realizado gracias a al gentileza del doctor en Ciencias Biológicas Don José Cabot, que permitió el examen de la colección de taxidermia existente la Estación de Doñana del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Las medidas alares fueron tomadas con un calibrador de precisión, mientras que los lugares de captura, longitud de las alas y fechas de recuperación se tomaron de la base de datos de la estación.


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Partiendo de la base de que las grandes remiges en las aves de cetrería se acortan considerablemente con la primera muda, hay una serie de datos de gran interés en la tabla adjunta. Si comparamos las medidas de alares de los cuatro primeros pájaros adultos (nº 1, 2, 3 y4) son como los siete ejemplares adultos que les siguen en orden en la lista (nums. 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11,) podemos comprobar que hay una diferencia que es determinante entre el grupo de las aves adultas y las inmaduras. El espécimen nº 1 fuñe capturado en el mes de noviembre, así que lo mismo puede tratarse de un ejemplar peninsular (sedentario) que de uno migratorio, sin embargo, el clasificado con el número 3, capturado en pleno mes de julio (posiblemente nidificando al tratarse de un ave adulta) es con toda seguridad un ave peninsular sedentaria. En el grupo de los inmaduros, el espécimen núm. 8, capturado en el mes de agosto, debe tratarse también de un pájaro sedentario. Durante este mes en nuestro país los pollos que acaban de abandonar el


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nido comienzan a independizarse. Así que se puede llagar a la conclusión de que la diferencia alar entre los torzuelos de gavilanes adultos y los inmaduros en la península ibérica, y hasta que realizan el primer cambio de plumas, es de 5 mm.

El resto de los especimenes, cuyas longitudes alcanzan lo 20,5cm, y según se puede comprobar por la fechas de captura, todos sin excepción, fueron recolectados en plena época migratoria, pudiendo tratarse en todos los casos de aves europeas de paso hacia el continente africano, en cuyo caso se podría llegar a la conclusión de que el desarrollo alar de la especie a lo largo de los siglos en su desplazamientos migratorios hacia las zonas más templadas, con respecto a los sedentarios, es de medio centímetro. El fenómeno de migración de las rapaces no depende tanto de los cambios climáticos como de las necesidades imperiosas de alimentación. Los zahareños (aves adultas) son mucho más reacios a emigrar que los pasajeros (aves inmaduras); no obstante, aunque lo hacen, sus desplazamientos suelen ser más cortos. Tom Cade, prestigioso halconero estadounidense, calcula que cada año, alrededor de 5.000 millones de aves migradoras, dejan sus lugares de cría en Europa y cruzan el mediterráneo. En 1972, el grupo español de migración de rapaces de la Sociedad Española de Ornitología contabilizó alrededor de 200.000 aves de presa que cruzaron el estrecho de Gibraltar. Se comprende que antes de este desplazamiento masivo de aves, las rapazas europeas no tengan otra opción que abandonar sus lugares de origen y volar hacia el sur para poder subsistir.

Subespecies Independientemente del gavilán típico del oeste paleártico. “Accipiter nissu nissus” (Linnnaeus 1758), que se extiende en su desplazamientos por toda Europa, Siberia y parte de Asia menor, alcanzando en invierno en sus desplazamientos el norte de África, se pueden contabilizar cinco subespecies diferentes.


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Accipiter nissus nisosimilis (Tickll, 1838) Morfológicamente es un gavilán muy similar al gavilán mediterráneo o de la península ibérica. Es natural del centro y este de Asia, y en invierno del sur de la India, Sri Lanka e indochina.

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Accipiter nissus nelachistos (Hume, 1859) Se trata del gigante del grupo de los gavilanes, llegando a sobrepasar algunas primas los 320 gramos de peso. Por lo demás, es muy similar al europeo, solo que es más longíneo y algo más oscuro. Es típico de las zonas del Himalaya y las cadenas montañosas del centro de Asia.

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Accipiter nissus wolterstorffi (Kleinschmidt, 1901) Es una subespecie de pequeño porte y bastante oscura (casi negra). Es natural de Córcega y Cerdeña. -

Accipiter nissus punicus (Erlanger, 1897) Se caracteriza por sus formas alargadas y pro su plumaje en general algo pálido. Es una subespecie sedentaria del norte de África, de la cual he tenido la gran suerte de examinar diferentes especimenes gracia a la amabilidad y tremenda paciencia demostrada hacia mi persona de don Juan José Cano, autentica autoridad en las costumbres y biología del gavilán norteafricano.

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Accipiter nissus granti (Sharpe, 1890) Se caracteriza, al igual que el Accipiter nissus wolterstorffi, por ser una subespecie algo más pequeña y oscura que el resto. Es una raza endémica de las Islas Canarias.

El gavilán fue una de las muchas especies que vio mermadas sus poblaciones a principios de los años sesenta. Los DDT realizaron verdaderos estragos sobre esta pequeña rapaz de delicado metabolismo y alimentación exclusivamente ornitófaga. Hoy en día, En Europa, el gavilán se ha repuesto milagrosamente, llegándose a producirse en algunos países, como por ejemplo Gran bretaña, una verdadera explosión demográfica donde parques y jardines se han convertido en lugares de cría habituales de este pequeño cazador del bosque. La población actual en el oeste del paleártico viene a oscilar entre 80.000 y 110.000 colleras nidificantes. Uno de los últimos censos llevados a cabo a mediados de los años 80 dio como resultado las siguientes cifras por países: SUECIA Aunque la actual población se haya en expansión, la diferencia existente entre la 30.000 parejas de finales de los años 70 y las 14.000 parejas censadas en 1981 dan una idea del tremendo declive por el que pasó la especie POLONIA Se sabe que la población polaca censada en 1984 oscilaba ente 2.000 y 4.000 parejas reproductoras. Actualmente la población se haya en franca regresión. La causa de dicho fenómeno es desconocida. DINAMARCA La población existente en los anos 50 se vio reducida en un 65% de su totalidad. En 1981 se censaron de 3.500 a 5.000 parejas reproductoras. En la actualidad la población se mantiene estable. ALEMANIA DEL ESTE Al igual que en el resto de Europa, la especie sufrió u gran declive como consecuencia del uso del DDT. En 1981 se censaron 800 colleras. Afortunadamente la población se está reestableciendo. NORUEGA En este país el gavilán es muy abundante, habiéndose superado en número a todos los censos


realizados anteriormente. Población muy abundante.

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RUSIA En 1985 se contabilizaron 800 parejas. Existe una posibilidad en el recuento ya que solo 8 años antes se censaron en Rusia Central 4.000 parejas en 270.000 Km2 FINLANDIA En este país la especie sufrió un fuerte revés, perdiéndose a comienzos de los sesenta el 80% de la totalidad de su población. En la actualidad se encuentra estable, calculándose que existe en dicho país unas 10.000 parejas reproductoras ALEMANIA OCCIDENTAL En Alemania el gavilán, no solo vio mermada su población por el mal común en Europa de los DDT, sino que además sufrió el acoso indiscriminado de las armas de fuego, que redujeron el número total de la especie en más de un 80%. En el censo realizado en dicho país en 1982 se calcularon de 1.200 a 6.600 parejas reproductores. En la actualidad la población permanece estable. SUIZA Después de un considerable declive, la población se está reestableciendo a pasos agigantados. Se desconoce el número actual de especimenes. HOLANDA En 1978 se censaron 1.200 parejas reproductoras. En la actualidad la población es estable. FRANCIA Al igual que en los casos anteriores, después de un exagerado declive, se mantiene estable. El número de parejas reproductores se calcula que oscila entre 10.000 y 20.000. BELGICA Independientemente de que en 1979 se censaran de 200 a 300 parejas, en la actualidad la población es más que estable, siendo su densidad relativamente alta. INGLATERRA E IRLANDA Alta densidad de especimenes. En 1976 se censaron de 15.000 a 20.000 parejas reproductoras. LUXEMBURGO Luxemburgo vio su población de aves sensiblemente mermada a finales de los cincuenta. Actualmente se calcula que perduran unas 50 parejas.


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Pero sus enemigos siguen siendo aunque no poderosos si numerosos. Pequeños mamíferos carnívoros como la marta, la gineta, el turón y el gato montés, depredan sobre esta especie. El búho real en expansión en mucha provincias, no tienen amigos en la noche. El halcón peregrino, desde su corta, contempla con curiosidad el paso de los viajeros norteños, y son muchos los gavilanes que pasan a engrosar el número de sus presas. El azor, hermano mayor de esta bonita especie, depreda gavilanes durante todo el año. Esta es una forma natural de estabilizar las poblaciones, pero desde el momento que el humano se convierte en predador, desestabiliza la balanza. Son muchos los gavilanes que pierden su vida en manos de rederos y cazadores de escopeta, especialmente en tiradas de zorzales. De igual forma las condiciones meteorológicas se convierten a veces en trampas mortales para los gavilanes en época de migración. El gavilán es muy sensible a los cambios climatológicos bruscos. En especial a la bajas temperaturas. Los temporales de invierno con vientos de fuerte intensidad les hacen perder el rumbo, dándose casos de ejemplares que mueren de inanición, congelados o ahogados en el mar. Por otra parte las leyes, al salvaguardar por igual a todas las especies protegidas, sin tener en cuenta que determinados hábitat o factores son propicios para la reproducción masiva de algunas de ellas, han dado como resultado la superpoblación de grandes depredadores como es el caso del Gran Duque, al que no solo ampare la ley sino también la noche. Ese fenómeno ha sido el causante de que en determinadas provincias se hayan multiplicado de forma extraordinaria los búhos, desbancando especies como el halcón peregrino y el mismo gavilán. Referente a los censos llevados a cabo contres de las subespecies anteriormente indicadas, se calcularon de 200 a 500 parejas de la raza Accipiter nissus wolterstorffi en Córcega y Cerdeña. Entre 500 y 1.000 parejas se censaron presumiblemente de la subespecie Accipiter nissus punicus en el norte de Marruecos y unas 175 parejas de Accipiter nissus granti se contabilizaron en el Archipiélago canario. De las cinco subespecies que existen, el Accipiter nissus granti quizá sea, desde el punto de vista de su rareza y reciente descubrimiento, el más interesante.


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El gavilán de las Islas Canarias

De una belleza extraordinaria, el archipiélago canario salvaguarda a una serie de especies endémicas, autenticas joyas de la flora y de al fauna del antiguo continente europeo. Su climatología y situación privilegiada han despertado durante siglos la imaginación y las ansias de aventura de los hombres; no en vano, durante muchos siglos fueron conocidas con el sobrenombre de Islas Afortunadas. La primera vez que visité Tenerife, su siluetea a vista de pájaro ya me impresionó. A lo largo de mi estancia en la isla tinerfeña serian muchas las ocasiones en que su flora y su fauna despertaran mi interés y admiración. No obstante, ni los cambios climáticos tan dispares, ni su orografía me ilusionaron tanto como aquella mañana que un oscuro y rápido gavilán cruzó con vuelo raudo por delante de mi vehiculo en la ladera del Teide. A simple vista no era más que un corriente gavilán continental, pero yo sabia con certeza que lo que acababa de cruzarse en mi camino era una de las seis subespecies de gavilán que existen en la fauna paleártica, el Accipiter nissus granti, el gavilán de las Islas Canarias


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El archipiélago canario El archipiélago canario está formado por siete islas mayores (Tenerife, Fuerteventura, Gran Canaria, Lanzarote, La Palma, Gomera y Hierro), cuatro islas menores (La graciosa, Alegranza, Lobos y Montaña Clara), y un conjunto de pequeños islotes, en total siete, conocidos en el argot popular isleño como roques (Roque del Este, Roque del Infierno, Roque de Anagas, El Roque del Garachico, y los Roques de Salmón).

El botánico Philipe Barquer, denominó región macaronesica, al conjunto del archipiélago canario, Azores, el de Madeira, Cavo verde e islotes de Las Salvajes, que traducido al castellano significa “Islas Felices”. Algunos tratadistas más modernos incluyen en esta zona macaronésica a una pequeña franja de costa de África situada entre el sur de Marruecos y el norte del desierto sahariano. Los habitats canarios, es decir, áreas de determinadas características ambientales donde se desarrollan diferentes grupos de plantas y animales, han sido motivos de estudio a lo largo de este siglo por innumerables científicos. Los diferentes ecosistemas que se pueden encontrar, no solo entre las diferentes islas del archipiélago canario, sino intrínsecamente dentro de cada una de ellas, según un determinación de Bacallado en 1984 son: islotes y acantilados costeros, bajíos costeros, playas y saladares, piso basal; zonas arenosas; llanos terroso pedregosos; laurisilva, fayal-brezal, pinar, barrancos y retamares codesares. El asentamiento y colonización de los ecosistemas por las distintas especies de aves que habitan las canarias se puede apreciar perfectamente en el dibujo adjunto: Para los amantes de la naturaleza, el estudio de la evolución de cualquier especie es una labor que emana un misterio fascinante. El gavilán de las Canarias es un ejemplo claro de estos endemismos que se ha quedado a mitad de camino en su paso evolutivo. ¿Como y cuando llegó el gavilán al archipiélago canario? La hipótesis más acertada por la distancia de las canarias al continente africano, así como por su situación geográfica, es el asentamiento de especimenes procedentes de África o Europa en franca expansión cuando las grandes masas forestales cubrían la corteza terrestre, y una final adaptación y sedentarismo al encontrar unos habitats más que apropiados para su reproducción. Un ejemplo claro de su antigüedad cronológica lo componen las formaciones boscosas de laurisilva y el Fayal-brezal que se pueden considerar reliquias del terciario. Durante este tiempo el mar de Tethys separaba Europa de África. Los yacimientos de fósiles encontrados en la cuenca mediterráneo, demuestran que el las márgenes de este océano existió una formación vegetal muy similar a los actuales bosques de laurisilva del archipiélago canario. El gavilán, absolutamente ornitófago y carente de competidores directos que afectaran a su amplio espectro alimenticio, desarrolló con total éxito su definitivo asentamiento y sedentarismo en las islas. Especimenes que necesitaron de una adaptación a los diferentes ecosistemas existentes, evolucionaron hasta dar lugar a autenticas joyas en cuanto a avifauna se refiere, como por ejemplo el pinzón azul (Fringilla teidea) o la paloma rabiche (Columba junominae) y al paloma turque (Columba bollii), ambas hipotéticamente descendiente de una paloma ancestral del cercano


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continente. Estas especies dependen absolutamente del hábitat canario para sobrevivir. Quizá uno de los factores que mejor determine la antigüedad y rudimentariedad de estas palomas se aprecie en su proceso reproductivo, ya que a diferencia de casi todas las especies de se género en el mundo, ponen e incuban un solo huevo.

El empobrecimiento o la reducción del número de especies, típico de casi todas las islas en los diferentes mares y océanos, se ve contrarestado en la mayoría de los casos, por una población que ha adquirido características propias a lo largo del tiempo, evolucionando hasta ese nivel que los etólogos califican como absolutamente específico o simplemente de subespecie, tal como es el caso del gavilán canario. Este empobrecimiento se debe casi siempre a dos factores fundamentales que son: La distancia al continente más cercano y el tamaño de la propia isla, lo que lógicamente producirá un mayor o menor número de hábitats. Actualmente la avifauna del archipiélago canario está constituida por 61 especies nidificantes y aproximadamente 151 migratorias, bien de paso o invernales.

Apuntes Históricos sobre el Accipiter nissus granti Parte de lo que resta del entorno de aquella antigua y misteriosa cultura guanche, son los bosques de laurisilva, Faya-Brezal y pinos canarios, refugios en pleno siglo XX de nuestro pequeño cazador del bosque. De las seis subespecies de gavilán descritas por Vaurie, Howard y Moor en 1980. El Accipiter nissus granti solo se encuentra presente en el archipiélago canario y en la isla de Madeira Quizá, según ni opinión, la persona mas sepa y que más tiempo haya dedicado al estudio del gavilán de las Canarias sea el profesor Guillermo Delegado, sin cuya inestimable ayuda nunca hubiera podido escribir este capítulo. Las posibles diferencias que pudieran existir si la hubiese, entre el gavilán canario y el de maderira, quedan perfectamente dilucidadas en su memoria de licenciatura en la Universidad de la Laguna, no publicad y que trascribo a continuación literalmente. “existen gradas variaciones individuales tanto en adultos como en jóvenes de ambos sexos. Dicha variabilidad indujo a muchos autores a considerar la existencia de más de una raza en los archipiélagos en los que se presenta la subespecie Accipiter nissus ganti, en la actualidad comúnmente aceptada en Madeira y Canarias. Así Sharpe en 1890 describió la especie Accipite nissu granti, utilizando como holotipo una hembra capturada en Madeira, la cual presentaba el barrado de las partes inferiores particularmente intenso. Bannerman en el año 1965 comenta al respecto que debía tratarse de un ave de considerable edad, ya que la coloración que presentaba no ha vuelto a observarse en ningún otro ejemplar de la subespecie” La idea mantenida por Shrape fue rebatida algunos años después por Hartert (1986), quien señala que aunque los gavilanes de Madeira se diferencian, de los europeos sobre todo por las marcas más claras de las partes inferiores, así como por la coloración pizarra más oscuro del dorso de los machos, existen algunos especimenes que no pueden ser separados claramente de aquellos. En consecuencia, sugiere que la aves de Madeira deben ser consideradas solo como una raza y por tanto las denomina Accipiter nissus granti. En 1912 Laubman, tras el estudio de algunos ejemplares en Tenerife, considera que las aves de Canarias pertenecen a una nueve subespecie, Accipiter nissus teneriffae, argumentando que el color de las partes inferiores es más claro que en los de la forma granti; añade además que el barrado de las partes inferiores es fino y suave, de color gris marrón, a diferencia del negro que presenta los individuos de Madeira. Posteriormente Hartert, al examinar varios ejemplares de Tenerife, encuentra estos caracteres muy variables, lo que induce a cuestionar la validez de la subespecie Accipiter nissus teneriffae. Actualmente y debido a la gran variedad que aparece en la coloración de esta subespecie, se acepta únicamente la existencia de un subespecie del Accipiter nuissus granti en los archipiélagos de Canarias y Madeira.


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En torno al gavilán canario se ha ido forjando un aura de contradicciones y citas de gran ambigüedad que ha dificultado la localización y distribución de los especimenes nidificantes.

Realizando una pequeña reagrupación de los datos referentes a cada una de las islas del archipiélago, que son en algunos casos contrastados al final de los mismos por opinión en recientes publicaciones por el profesor Guillermo Delgado, se puede apreciar la situación real del gavilán en las Canarias. FUERTEVENTURA En 1905 el gavilán es citado por Tañer en la isla de –Fuerteventura como nidificante en las paredes rocosas de la isla. Este informe desvirtuado hace ver lo que no existe a científicos posteriores; así tres años más tarde Polatzek, al identificar y observar algunos gavilanes en pleno invierno en el valle de Harria, Lanzarote, así como en la Oliva y Betancuria (Fuerteventura), cita y vuelve a indicar equivocadamente la presumible nidificación de estos en los riscos. A lo largo de toda la historia del hombre, nunca se ha dado un caso de gavilán que crié en rocas. Quizás, como dato curioso, según manuscritos de ala Alta Edad Media, (Lope de Ayala, Juan Vallés, Luís Zapata) se sabe que en el medievo existían parejas en España que se reproducían en grandes arbustos. Sin embargo, lo que sí está claro y es de dominio público entre todos lo cetreros de mundo y científicos de fama reconocida, es la absoluta necesidad del soporte arbóreo adecuado para que el gavilán pueda nidificar. Como bien apunta Guillermo Delgado, está claro que ninguno de estos autores observaron nunca un nido de esta especie en las Islas Canarias GRAN CANARIA En 1854 Bolle considera al gavilán como una especie abundante en la Isla de Gran Canaria. Sin embargo Thanner en 1910 lo cita como muy raro en esta Isla. Según Delgado: “El gavilán es muy poco frecuente en Gran Canaria, ya que desde la última cita hasta nuestros días, solo ha sido observado en una ocasión en los pinares de Inagua, lo que parece indicar que no se encuentre como nidificante en la actualidad en dicha isla. La brutal regresión de sus masas forestales parece haber sido el factor causante de la paulatina regresión que ha sufridlo el gavilán desde comienzos del presente siglo” LANZAROTE En 1970 Trotter, refiriéndose a la presencia del Accipiter nissus gandi en la isla de Lanzarote, comenta lo siguiente: Muy abundante sobre la isla. Evidentemente la cita hacia referencia a aves de paso, comenta al profesor Delgado, en su publicación Datos preliminares sobre la distribución y status del gavilán, Accipiter nissus granti Shrape, Islas Canarias 1980, refiere textualmente lo siguiente: “A pesar de haber visitado estas islas en varias ocasiones durante los últimos años, solo hemos detectado un ejemplar el 28 de septiembre de 1986 en las inmediaciones da la Oliva (Fuerteventura),por lo que parece muy probable que se trate de una especie accidental, posiblemente individuos en migración procedentes de Europa” TENERIFE Son muchas las citas sobre la presencia y nidificación de gavilán en la isla de Tenerife. Quizá la mas representativa se a la de Koenig en 1980 y Hald-Mortensen en 1970, y coincidiendo ambas con el inmodificable vinculo de unión de esta pequeña rapaz y las formaciones boscosas autóctonas. Ceballos y Ortuño hacen referencia en 1976 a al colonización de los bosque de pinos (Pinus radiata), especie con la que se realizaron grandes repoblaciones a partir de 1946 Pero hasta el día que entra en escena al profesor Guillermo (en colaboración con Keith


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Emmerson, Aurelio Martín y Vicente Quilis), no se lleva a cabo un recuento exhaustivo de la población existente en la isla del Teide: “En la actualidad se distribuyen principalmente por el norte, noroeste y noreste, ocupando preferentemente los bosques de laurisilva y pinar mixto, vegetación que aparece en la vertiente norte entre los 1.200 y 1.400 metros sobre el nivel del mar. En las formaciones de Pinus canariensis, sobre todo en las dispersas del sur y sureste, es un ave muy escasa. El gavilán ocupa parcialmente hábitats alterándose especies foráneas. En este sentido hemos comprobado su presencia donde la vegetación original, en este caso la laurisilva, ha sido modificada por la aparición de Castanea sativa, Cupresssu macrocarpa y Eucaliptos. El conjunto de la población tinerfeña se estima en un mínimo de cincuenta parejas, localizándose su núcleos principales en los montes de Anaga, Monte del Agua (Los Silos), La Victoria y Valle de la Orotava.”

LA PALMA A principios de siglo era considerada como u ave escasa, así lo testimonia Tañer en el año 1908 y Cullen y Morphy en el 1952 y 1965 respectivamente. Sin embargo, según el profesor Delgado, en los últimos años cuatro ha tenido la oportunidad de ver gavilanes en todo tipo de formaciones boscosa, sobre todo, según sus propias palabra y tal como sucede en Tenerife, en áreas de laurisilva y pinar mixto: “ Resulta difícil evaluar la magnitud de sus poblaciones, pero las diversas observaciones obtenidas sobre esta especie permiten cifrar un mínimo de cincuenta parejas nidificantes; debemos destacar, sin embargo , que las prospecciones detallada sobre la accidentada geografía insular, surcada de grades barranco, podría revelar números sensiblemente superiores.” LA GOMERA Referente a La Gomera, Guillermo Delgado se muestra bastante explicito: “Hemos realizado bastantes desplazamiento a esta isla desde 1976 y hemos comprobado que la citada especie se distribuye regularmente en los bosques de laurisilva. Sus efectivos podrían no superar actualmente las veinticinco parejas.” EL HIERRO Curiosamente, en esta isla no existían noticias de anidamiento de gavilanes, a pesar de las diferentes citas de las que se tiene constancia, como por ejemplo la de Meade-Waldo en 1980, Thanner en 1908 y Hemminsen en 1963. Kasta en 1985,año en el que visita la isla Guillermo Delgado, no se confirma su presencia y anidamiento; transcribo textualmente su publicación del la revista de vertebrados del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Acta Vertebrata de la Estación Biológica de Doñana.


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Actualmente se sabe que el gavilán ocupa toda la vertiente norte de la isla y su población nidificantes, según Delgado, viene a ser alrededor de unas quince parejas. Todo un descubrimiento para estos tiempos que corren. Resumiendo, El gavilán (Accipiter nissus Granti) nidifica en las islas de Tenerife, La Gomera, La Palma y El Hierro, cifrándose el total de población en el archipiélago canario en unas 140 parejas nidificantes.

Biología A mediados de Abril comienzan las manifestaciones de amor de los gavilanes en las Islas Canarias. Las paradas nupciales afines a las del resto de gavilanes europeos se suceden en los cielos del archipiélago para regocijo de algunos, en especial para los amantes de la naturaleza, y temor de una inmensa mayoría de pequeños volátiles que ven como los torzuelos, en demostración airosa de cortejo, redoblan el número de capturas diarias en su afán calenturiento en demostrar a su compañera sus excelentes cualidades como cazador. El gavilán en las Canarias, a pesar de su relativa abundancia, no se le busca pasa desapercibido, su carácter esquivo y comportamiento silencioso, salvo en las paradas nupciales, lo convierten en un ave difícil de observar. Al igual que en la península, el gavilán canario muestra una gran fidelidad y apego hacia su zona de cría. Las funciones de apareamiento, construcción de nidos, y en definitivas, la reproducción, son del todo similares a la de los gavilanes continentales. Gustan en especial de los bosque de laurisilva y de pinos mixtos, siendo también frecuentes sus anidamientos sobre especies foráneas implantadas por el hombre como el Pinus radiata y el Cupressus macrocarpa. A lo largo de tres años, el equipo formado por Guillermo Delgado, Aurelio Martín, Keith Emmerson y Vicente Quilis, realizaron un exhaustivo sobre la biología del gavilán en el archipiélago canario. Once de trece parejas sobre las que realizaron el seguimiento, construyeron un nuevo nido a la siguiente primavera a escaso metros del viejo, es decir, de la muda donde nidificaron el año anterior. Sobre un total de 52 mudas que correspondían a 17 territorios de nidificación, variaron en altura ente 6 y 16 metros. Las distintas especies de árboles utilizados para nidificar fueron las siguientes Nomenclatura Erica arborea Pinus radiata Pinus lusitanica Piconia excelsa Ilex canariensis Myrica faya Ilex perado Laurus azorica Pinus canariensis Cupressus macrocarpa

Núm. de nidos 9 8 7 5 5 5 4 4 4 1


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Las puestas tienen lugar normalmente entre el 5 y 20 de abril, y aunque se han verificado algunas puestas ene. Mes de mayo y junio, se cree que se pueden tratar de puestas de sustitución. En Tenerife las puestas oscilan entre dos y cuatro huevos; solo en una ocasión el profesor – Delgado controló un nido con cinco huevos. El número de huevos por muda de las 15 puestas estudiadas por el equipo de biólogos, fue la siguiente: -

tres puestas con dos huevos siete de tres huevos cuatro de cuatro huevos y una de cinco

La observación diaria de los mismos dio el siguiente resultado final: -

dos pollos en cuatro nidos tres pollos en cinco nidos y cuatro pollos en cuatro nidos

Un nido con tres pollos fue destruido por acción del hombre, y el benjamín del nido que albergaba cinco pollos murió por inanición. Según Delgado el Accipiter nissus granti presenta una notable reducción en el número de huevos de sus puestas, en comparación con los gavilanes europeos, cuya media es de tres huevos.

Comparando estos datos con las puestas de sus congéneres, por ejemplo, en la Sierra de Cádiz y Principado de Asturias, donde son muy corrientes las nidadas con cinco huevos, la media del archipiélago canario es realmente algo más baja

Alimentación El alto poder predador de este pájaro, beneficiado por la diferencia de tamaño existente entre ambos sexos, le confiere un amplio e impresionante abanico de presuntas presa. Estrictamente ornitófago, el Accipiter nissus granti se alimenta de toda la gama de pequeños y grandes pájaros que habitan en sus territorios de caza. L exposición del presente estudio está realizado en la isla de Tenerife por el profesor Guillermo Delgado y sus colaboradores, y esta basado en la recolección , analítica y estudio de 565 piezas, identificadas gracias a los desplumaderos y recolección de agagropilas alrededor de diferentes mudas en


época de cría (mayo-julio de 1984).

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El resultado de este estudio indica la prelación del Accipiter nissus ganti sobre 20 especies distintas que varían, lógicamente, según las zonas. Entre muchos otros factores que analizan los autores, creo que cabe destacar el comportamiento inusual de una de la s hembras reproductoras, que a diferencia del resto de las observadas, se ausentaba de nido en excursiones de caza. ¿Posible incompetencia del torzuelo? Es un factor a tener en cuenta. Los pollos que nacen tienen un primer plumón blanco casi puro, pierden el diamante a los 14 días de vida. El segundo plumón es gris sucio y los torzuelos se hacen rameros a los 24-26 día y las primas a los 31. El tamaño de los huevos es muy variable, unas medidas Standard vendrían a ser 39,1mm X 29,4mm (normalmente la prima los dispone en el nido agrupados por el polo ancho. El diámetro del nido viene a ser de 45 cm. aproximadamente, y suele estar construido por ramas gruesas revestido de un colchón interior que suele ser de agujas de pino. A veces y dependiendo del tipo de bosque, lo tapizan con pimpollos de hojas frescas. Quizá el mayor rasgo diferenciativo de los especimenes de Canarias y los de la península Ibérica radique en el dibujo blanco, negro y canela, que cubre el pecho de y flancos de los mismos ya que las bandas blancas o más claras son algo más anchas en los gavilanes canarios que en los europeos. Solo me queda decir que el futuro del gavilán y de la mayoría de la especies endémicas de estas islas, dependen por completo de la protección de los bosques, en su mayoría autóctonos, que cubren el archipiélago, ya que su posible alteración y destrucción no solo implicaría la extinción de su avifauna, sino que como verdaderos monumentos vivos que han sobrevivido al paso inexorable de los tiempos,


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arrastraría en su caída a parte de esa identidad y ámbitos culturales, raíces imperecederas de todo el pueblo canario. Mi agradecimiento a mi buen amigo José Eloy Ordóñez y al profesor Guillermo Delgado por satisfacer en todo momento mi curiosidad malsana de cetrero y haber hecho posible de esta forma la elaboración de este capítulo.

Ejemplares naturalizados del museo de ciencias naturales de Tenerife. (G. Delgado).Donde se puede apreciar perfectamente el dibujo de la pluma


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La mayoría de los aficionados a la cetrería, por ese deseo inexplicable que se padece en esta afición, por asegurar la tenencia de un ave, antepone muchas veces ese “afán de posesión” a la previsión de tener dispuestas unas buenas instalaciones. Esta falta de previsión implica, mientras se diseñan y construyen unas mudas en condiciones, la utilización de alcándaras provisionales en pasillos, cuartos trasteros y, en el mejor de los casos, posaderos al sereno en el exterior del jardín, con los consabidos riesgos que implicas toda improvisación en cetrería. Lógicamente las águilas, los azores e incluso los peregrinos, soporten con cierta entereza y dignidad, sestear al relente sobre un simple arco o banco sobre la grama. Pero lo que cualquier ave de cerería es capaz de sobrellevar con estoicismo y salud, sobre todo si come buenas viandas y vuela a diario, no vale cuando el ave adquirida en cuestión se trata de un nervioso gavilán. Cuantas veces en mis inicios cetreros de chaval tuve que lamentar accidentes mortales con gavilanes que con un azor nunca habría pasado más allá de un simple susto o de algunos arañazos; un hurón que se escapa de su jaula, un gato semi montuno que saltaba la valla del jardín, un azor templado que rompía la lonja algo pasada, una llovizna suave que se convertía por arte de magia a media noche en diluvio universal, una rata que se acercaba a los pies del arco en busca de restos de comida con más hambre que de costumbre, e incluso aun hoy, después e mucho tiempo transcurrido, recuerdo aquel cachorro de Tekel que en inocente juego termino por partir el ala a mi mejor gavilán. Todos estos posibles accidentes o circunstancia que no dañan a un pájaro de cetrería, son mortales en la mayoría de los casos para el pequeño y delicado cazador del bosque. Pienso que está más que indicado que el gavilanero, antes de decidirse a adquirir un pollo, sopese todos los inconvenientes que conlleva semejante compromiso. Realmente es de opinión generalizada que el gavilán es fácil de mantener y de hacer, de hecho son muchos los cetreros que así lo creen. ¡Nada menos acertado! El gavilán no solo es adicto a los accidentes habidos y por haber, sino que saber “afeitarlo” en condiciones, como bien dirían los antiguos, “vuelve loco al más pintado”

Todas aquellas personas faltas de cordura y con una paciencia ilimitada que sientan la necesidad de manejar a uno de estos pequeños cazadores del bosque, deben de tener en cuanta, y que semejante consejo no caiga en saco roto, que unas buenas instalaciones multiplicarán por dos la vida de su gavilán. Muda-Jardín Nada más importante para este errante manojo de nervios, moradores de grandes masas forestales, que un rincón apartado de miradas indiscreta, al abrigo del relente y del frió en las largas noches invernales, para sentirse cómodo y seguro. El gavilán es tan sensible que tan solo ligeros descensos de temperatura, sin las reservas necesarias en el organismo que soporten la posible perdida de peso. Pueden acabar drásticamente con si vida, su delicado metabolismo puede llegar a que incluso debatidas prolongadas en su arco le ocasione serios trastornos. Esta sensibilidad y delicadeza implica necesariamente que sus instalaciones ene. Jardín se encuentren alejadas de aquellos lugares donde se pueden producir ruidos, apariciones súbitas de extraños, perros, etc.: Lo que se conoce en cetrería moderna como “fenómenos de sobresaltos externos”, muy diferentes de aquellos que se conocen como “rutina diaria” Las aves de cetrería en general y los Accipiteres en especial, con el pasos de los día, los meses y luego los años, se convierten desde las atalayas de sus alcándaras y arco en observadores estáticos de todas las actividades diarias que se producen a su alrededor, siempre que esta no rebasen la distancia que ellos consideran de mínima seguridad. Por ejemplo, el color de la carrocería y el ruido del motor de nuestro vehículo, la senda cercana por donde diariamente un relativo transito de personas, o la presencia de perros conocidos. Los gavilanes son animales de costumbres en el más amplio sentido de la palabra. Por el contrario, aun sin romper esa distancia mínima de seguridad, si algún fenómeno insólito invadiera simplemente su campo visual, el shock inicial de absoluta inmovilidad daría paso a locas y desenfrenadas


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debatidas, que solo se interrumpirían con la desaparición del agente extraño o por agotamiento, en su afán por escapar de la causa del miedo. Es por tanto necesario que la muda- jardín que se valla a construir posea unas características específicas en cuanto a orientación, seguridad y confort se refiere, de forma que aunque el cetrero visite solo esporádicamente las instalaciones, tenga la certeza que el gavilán se encuentra perfectamente y a salvo de riesgos innecesarios. La Muda-jardín, como se puede observar en la figura adjunta, es una habitación de diseño muy simple, con el frontal descubierto al que se acopla una estructura metálica enrejada que hace las veces de jardín.

Para evitar estos accidentes inesperados a los que son tan dados los gavilanes, es aconsejable que la maya metálica del enrejado sea inferior dos centímetros de diámetro, de manera que impida el paso o la posible entrada a la muda de grandes roedores y pequeños mustélidos. Como bien dice un castizo refrán del siglo XVIII; “ lo que puede pasar…pasará”,y más en cetrería, donde toda previsión es poca, especialmente trabajando con aves de caza tan delicadas. La base de la parte interior cubierta, es decir, el suelo de la instalación que se encuentra techado, se cementará y se cubrirá en toda su superficie por una fina capa de cantos rodados, fácil de limpiar de excrementos y de restos de comida. La higiene resulta fundamental en la prevención de enfermedades. En las paredes laterales se instalarán unas varas-posaderos de “quita y pon”, a ser posible de alcornoque, de forma que el gavilán durante la muda, libre da ataduras, se sienta cómodo. En la zona cercada del jardín anexa a la muda se instalará un arco y un baño. La situación del arco durante el día permitirá el oleo y el soleo, mientras que la zona cubierta lo guardará del frío, el relente y las


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lluvias de invierno.

La construcción de esta muda mixta se realizará en un lugar a apartado del jardín pero no aislado, siendo muy importante que su orientación permita la entada de luz solar al interior del recinto y cierta visibilidad y control de las actividades externas, propias de una casa de familia, lo que mantendrá siempre viva una constante de mansedumbre en el pájaro. Diferentes tipos de alcándara

Las ventajas de esta muda-jardín sobre las mudas clásicas son entre muchas otras: - La adaptabilidad, desde un principio, del gavilán al recinto que hará las veces de muda para su cambio de pluma. Los gavilanes, cuando se meten en habitaciones cerradas para mudar, al menos durante un par de semanas, extrañan excesivamente al nueva instalación, motivo este para que se produzcan más debatidas de las necesarias, que a veces decrecen con el paso de los días y otras se convierten en un hábito perenne difícil de controlar y erradicar, siendo siempre un problema de adaptación. Con la muda-jardín no existe este inconveniente. - Y, consecuentemente, el seguimiento constante de una línea de mansedumbre. Las aves de cetrería y en especial los accipiteres, en cuanto se aíslan del mundo exterior, o simplemente, se dejan de visitar, vuelven con suma facilidad a adquirir sus hábitos salvajes. La muda-jardín, por sus características evitan molestas y peligrosas debatidas y en gran medida el reamansamiento es poco complicado una ves finalizada la muda LA ALCANDARA Y EL ARCO DEL GAVILÁN De la abundante y rica terminología legada de la cultura andalusí, herencia viva del vocabulario cetrero hispano, el vocablo alcándara es entre todas ellas una de las más bellas. ¡Alcándara!. Pequeña atalaya de descanso, mansedumbre y meditación. Se trata de un pequeño varal recubierto en toda su superficie de un tejido suave que haga más


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cómoda la estancia, y en resumidas cuentas, la vida de nuestro gavilán. Dicha vara se encuentra apoyada en sentido horizontal sobre dos soportes paralelos, a una altura aproximada de metro y medio del suelo. Se suele recubrir los laterales de arpillera gruesa a modo que falda que facilite, en caso de debatidas, el ascenso del gavilán, evitando que gire en la vara, se enrede, se fatigue debatiéndose y se cuelgue. Es muy practica su tenencia en el interior de la vivienda durante el periodo de reamansamiento, sobre todo después de los placeos diarios que se realiza con los gavilanes más preciados y en particular después de una jornada de caza. Nada más gratificante que unas copas con unos amigos al amparo de una buena candela, mientras que nuestro pequeño cazador del bosque nos contempla impertérrito desde su cómoda alcándara.

El Arco El origen de este singular posadero tuvo su origen el la baja Edad Media. Surgiendo del hábito que tenían los arqueros de depositar sus armas sobre el suelo, en las descansos que tenían lugar en las dilatadas jornadas de caza, y como consecuencia, de la atracción que despertaba en las aves cetreras las cañas de los arcos y ballestas colocadas en sentido vertical que continuamente trataban de tomar como posaderos. Así los grandes mercaderes que importaban aves de presa desde los países nórdicos hasta el reino de Castilla, adoptaron el nombre de arco para las parigüelas de forma rectangular donde transportaban a los halcones. Dice don Luís Zapata en su libro de cetrería: “En arcos, que es como vienen los neblíes en manos de los mercaderes” El hábito se convirtió en costumbre popular, evolucionando y llegando a ser con el paso de los años, mediante la concepción de nuevas ideas, en el más perfecto y seguro posadero diseñado jamás por el hombre para un ave de presa. La superficie del arco destinada al posadero se recubre de algún material que acentúe la comodidad del gavilán y que proporcione el grosor necesario a la curca de sus manos, siendo muy importante que el gavilán pueda abrazar el arco. Si bueno es cuero como material, aun mejor resultado pudiera proporcionan los tapizados de cuerda. Actualmente se pueden encontrar en el mercado multitud de variantes de aquellos arcos originales, pudiendo el aficionado elegir, entre muchos modelos, el más adecuado para su pájaro. PIHUELAS TORNILLOS, LONJAS Y NUDOS DE CETRERIA Las pihuelas de un pájaro son las riendas de su voluntad, y efectivamente, sin pihuelas no se pueda manejar un pájaro de cetrería y, menos aun, aquellas que vuelan desde el guante de mano por mano. Existen dos tipos de pihuelas, “las tradicionales, que desaconsejo en los gavilanes, y los “almerys”, de fácil diseño y que evitan los enredos y los “tirones” en las persecuciones directas del gavilán tras la volatería del matorral. Las pihuelas convencionales o tradicionales son dos finas tiras de cuero, que mediante un juego de pequeños cortes se cierran abrazando los tarsos del gavilán, su principal inconveniente son los largos ojales que se encuentran en su extremo, cuya función no es otra que permitir el ajuste del tornillo. En los EEUU


el uso de estas pihuelas está prohibido.

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Pro oreo lado las “almerys” o muñequeras de fácil uso y construcción – como se puede apreciar en el dibujo adjunto- favorecen los lances en la caza y evitan en caso de extravió que el gavilán se pueda enredar e incluso si no se le encuentra a tiempo pueda morir. Por consiguiente y por propia experiencia con aves de talla del gavilán, puro nervio por naturaleza, no son aconsejables más pihuelas que las “almerys”

Tornillos

El tornillo o quitavueltas no tienen más sentido que evitar que las pihuelas terminen liándose y enredándose. Existen multitud de diseños u modelos en el mercado internacional, bien de acero o de metal, de cuellos largos o cortos. Lo importante es que cumplan bien su cometido. Para mí, personalmente, un buen tornillo no tiene precio.


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Lonjas

Durante siglos se han utilizado las lonjas de cuero curtidas, no obstante y una vez más, lo útil y cómodo ha sustituido a lo tradicional y estético, actualmente los cordinos de escalada con botones y nudos y los trenzados de nylon está a la orden del día; esperemos que solo se trate de una moda pasajera. EL NUDO DEL HALCONERO Contando con el impedimento que supone el no poder utilizar las dos manos, cuando se va a dejar el pájaro en el arco, ya que lógicamente con un de ellas se sostiene en ese el pájaro en la lúa, el nudo halconero está pensado precisamente para ser realizado con una sola mano y desatarlo de la misma forma, y lo más importante, es de una seguridad absoluta. En mis 20 anos de cetrería he visto partirse lonjas, pihuelas e incluso algún tornillo, pero nunca he sido testigo de que un nudo cetrero se soltase de un arco o un banco.


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El baño

Desde épocas remotas son conocidas las propiedades regeneradoras que el agua tiene sobre la estructura de las plumas de las aves. Un buen baño no solo limpia, sino que la pluma húmeda facilita en el oleo la entresaca del plumón reseco y la untura de la grasa aceitosa que da vida e impermeabiliza los finos tejidos de la s barbas del plumaje, proporcionando el brillo característico de un ave que se encuentra sana. Gustan los gavilanes de frecuentes baños y beben mucha agua, en particular después de una buena jornada de caza. Las bañeras no deben de ser muy profundas, lo ideal es que como mucho en su parte central cubra al gavilán por encima de las calzas. Como higiene y como prevención de enfermedades, los recipientes se deben vaciar y limpiar dos veces por semana.


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Caperuzas

Cuando el emperador Federico II de Prusia introdujo la caperuza en occidente, no solo permitió con ello que el heráldico y majestuoso peregrino desbancase por fin del tono al azor, sino que puesto a disposición de los halconeros europeos el más bello de los aderezos del equipo de un cetrero. Una caperuza bien hecha es una autentica obra de arte. Y creo sinceramente que ni los mejores modistos franceses sabrían diseñar correctamente uno de estos capuchones si no fuera desmantelado algún molde del medievo. Los artesanos de caperuzas guardan sus patrones como oro en paño, perfeccionando año tras año sus bordes o costuras convencionales o hilvanadas a media carne. Anglo-indias, india, o arábigas…. Ofrecen al gavilanero la posibilidad de entre los diferentes modelos, los más convenientes para su pájaro. Una buena caperuza debe poseer un cerradero que no se afloje con el uso diario ni pellizque las plumas de la nuca del ave. Una piquera holgada que no roce las ceras del pájaro y que no deje entrar la luz. Sin ser grande, que mantenga perfectamente en hueco el cristalino de los ojos, de manera que no lagrimee, siendo muy fácil el comprobar si hay roce, porque los ojos al llorar mojan el cuero del interior de la caperuza. Y por ultimo, debe ser dueña de ese grado de belleza necesario y exquisito que rodea al mágico mundo de la cetrería, para ser aceptada finalmente como parte imprescindible y necesaria de la vida diaria de un ave noble.


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Pinzas y porta-caperuzas

La revista de mayor difusión de aperos y objetos de cetrería se edita en EEUU. En sus páginas no solo se pueden encontrar utensilios de los más diversos usos y aplicaciones sino que además anuncian a los más importantes criadores de aves de presa del país. Mi sorpresa fue enorme al comprobar que el nombre de mi buen amigo Juan Orta aparecía impreso presentando a la afición americana sus “pinzas mágicas”, como así las denominaban. Este pequeño invento consiste, como su nombre indica, en unas pinzas simples de metal que terminan en dos paletas, que una vez calentadas, por ejemplo con un mechero, y aplicando la base plana de dichas `paletas sobre una pluma recién doblada o incluso quebrada, logra por efecto del calor que recobre su textura y elasticidad original. Su manejabilidad y utilidad sobre el terreno es lo que ha convertido a estas pinzas en un autentico boom en el continente americano. Otro utensilio,- también construido en metal, y del mismo artesano – que está alcanzando fama a pasos agigantados es el portacaperuzas de chaleco, imprescindible para no perder temporada tras temporada nuestra caperuza favorita en el campo.

Cestas y cajas de transporte La cesta de trasporte, tal como la conocemos hoy en día en España, fue una idea original de DR.


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Félix Rodrigues de la Fuente. De mimbre de esparto o de cañas, es de suma utilidad para trasportar en el vehiculo a las aves nobles a los cazaderos. El uso de pequeñas alcándaras de madera, de fácil construcción y manejo, y los juegos articulados de bancos de poliéster, están sustituyendo y dejando en desuso las cestas de transporte. Evidentemente las cestas podrán ser menos útiles por el espacio que ocupan y por el desembolso de su compra y adaptación de las mismas a las necesidades de los halcones. Más tan solo por el sabor añejo que desprenden a otros tiempos merecen la pena. La caja de transporte para gavilanes, de origen mallorquín, sí que es de suma utilidad para conservar en perfecto estado la salud del plumaje de nuestro pequeño cazador del bosque. La primera vez que vi una de estas cajas fue en la provincia de Guadalajara, hace ahora más de quince años, y desde entonces la he usado ininterrumpidamente. No solo son útiles en cuanto a la conservación del plumaje, sino que protegen ponen fuera de alcance de las manos del peregrino o del azor que se descaperuza en mitad de un viaje. Cascabeles No puedo imaginarme un ave de cetrería sin sus correspondientes cascabeles, bordón y prima, vistiendo sus tarsos. Para un cetrero las pihuelas y los cascabeles son atuendos imprescindibles en un ave cetrera. Yo diría que un pájaro sin cascabeles es un pájaro desnudo. Los cascabeles te indican, aun sin ver el pájaro, hacia donde se dirige en la espesura del bosque el azor o el gavilán que persigue una presa o a que altura vuele un halcón altanero. Y si llega a hacer captura fuera de nuestro campo de visión, nos indica el lugar donde a escondidas, pela y come.

Antiguamente no solo utilizaban los cascabeles como instrumento de búsqueda y localización, sino que durante la noche era la alarma que despertaba al cetrero si el pájaro se enredaba en el posadero, o si soñando, se debatía y colgaba en la alcándara. También se utilizaba como instrumentos de castigo “cargando de cascabeles” a aquellos pájaros que se descentraban en sus tornos, o volaban a la tira y no tornaban la vertical de su maestro, así como aquellos otro que perseguían con relativa frecuencia “raleas” Al igual que las cuerdas de una guitarra, los cascabeles se afinan, uno unos tonos graves; ¡bordón! y oro en tonos agudos, ¡prima! Y qué puedo decir de los cascabeles cuando un pájaro se pierde, aun llevando emisor: ¿Qué es la mejor música que un cetrero puede volver a escuchar? Para gavilanes y azores y algunas especies tropicales de aves de presa, son muy útiles los cascabeles


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de cola. En EEUU es costumbre, mediante un cordón engomado, el colocar a los accipiteres, e incluso a algunas falconiformes un cascabel en el cuello.

Ya los árabes utilizaban diferentes formas de colocar los cascabeles en sus pájaros. Así Muahmmad Ibn Abd Allah Umar al Bayzar, astrólogo y halconero que vivió en Bagdad hacia el año 230 de la Herejía, explica en su tratado de cetrería:

En las líneas demás adelante se puede leer

En toda la gama y variedad de cascabeles que se puede encontrar actualmente en el mercado internacional, tres de ellos merecen mención aparte: los de estrella, los asbornos y los paquistaníes CASCABELES DE ESTRELLA Hablar de cascabeles y no hacerlo de Juan Orta Vázquez, sería casi un pecado. Conocido por todos los aficionados españoles, sus cascabeles han dado la vuelta al mundo. Treinta años dedicados en cuerpo y alma a la fabricación y diseño del más bello y sonoro ornamento de un ave cetrera cualquiera que sea la especie. Juan Orta nació en el marineo pueblo de Isla Cristina hace cincuenta y cuatro años. Desde niño y viendo dibujar rizos en el poniente onubense a las gaviotas viajeras, soñaba con un halcón de recio plumaje y negras mejillas, con el que cazar a los tordos de las salinas, a los zarapitos y a los bulliciosa y alegres alcaravanes los bordes de las marismas alfombrados de armajales. .

Su primer peregrino fue un bonito torzuelo que llegó a sus manos merced a un desnide autorizado por ICONA en la sierra cordobesa de Cabra. Autodidacta y si más maestro que la propia naturaleza, construyó y diseñó para el valiente baharí su primer par de cascabeles, a los que dio forma mediante viejos troqueles de relojería con monedas de cinco duros. A partir de este momento sus diferentes diseños, hasta conseguir su definitivo cascabel de estrella, serian muchos y variados. Personalmente, avalo sin reservas la calidad de sus cascabeles. Livianos, sonoros y perfectamente templados. El cascabel de estrella es uno de los mejores cascabeles que se utilizan actualmente ene. mundo de la cetrería.


CASCABELES ASBORNOS

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El cascabel asborno cascabel de bellota, como es conocido vulgarmente en nuestro país, fue creado u patentado por Meter Asborno en los Estados Unidos, hace aproximadamente unos cincuenta años. Peter Asborno Nació en Denver, Colorado, un seis de marzo de 1912. Aficionado desde muy joven a las palomas domésticas en sus muchas variedades y razas, descubriría muy prioste que existían unas aves superiores capaces de dar caza en las abiertas praderas a las rápidas y fuertes mensajeras. Quizá fuera una de las pocas personas que ha tenido verdadera experiencia con los bonitos y ágiles halcones de la tundra. Además de pertenecer al club de halconeros de Colorado, fue uno de los miembros precursores de la Sociedad de Norteamericana de Halconería. Independientemente de extraordinario sonido de sus cascabeles y la durabilidad de los mismos, llama poderosamente la atención la originalidad del diseño. Tuve la gran suerte de conocer a Asborno en la osta Oeste americana antes de su muerte. Andaba buscando un alma sensible, con el don del arte en las manos, que hiciera posible la continuidad de su obra, y el testigo de su relevo callo en las manos de Ricardo Velarde, halconero de prestigio reconocido en la cría en cautividad de falconiformes. Sus cascabeles, imperecederos, seguirán acompañando por los siglos de los siglos, los picados y malabarismos de nuestras aves de presa. CASCABELES PAQUISTANIS Pakistán, posible cuna y origen de la cetrería, ha mantenido viva una artesanía medieval de gran interés para los amantes del viejo arte. Pero entre toda la gama de utensilios fabricados en este país – guantes, tornillos, caperuzas – ninguno h alcanzado el prestigio de sus famosos cascabeles. Sus mayores virtudes son su poco peso, su gran sonoridad, ye el añejo sabor que emana a otros tiempos; su gran defecto, la poca durabilidad. Para mí, los cascabeles son cordón umbilical entre lo que significó la cetrería y lo que actualmente representa: ¡un autentico canto a la libertad! Entre nuestros poetas contemporáneos, Juana Castro, poetisa cordobesa, premio Hispanoamericano de Poesía “Juan Ramón Jiménez”, ha sabido plasmar la esencia de este sentir en sus versos de una manera que eriza la piel:


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De todas las aves que se pueden manejar en cetrería, el gavilán es la más problemática de todas con diferencia. Ciertas personas pudieran pensar que por la manejabilidad de su tamaño y por lo asequible de sus cazaderos, es el ave ideal para un aprendiz o aficionado que dispone de poco tiempo. Nada más erróneo, el gavilán es delicado por naturaleza, sumamente difícil de templar, y su carácter es de un autentico demonio. Quien logre ganar su amistad bien merece el titulo de cetrero. El mayor problema que nos vamos a encontrar la adiestrar un gavilán es su variabilidad de carácter. Si nos hacemos con su confianza habremos avanzado más de tres cuatas partes de su adiestramiento. Es por tanto importantísimo saber desde un principio como y en que momento vamos a desnidar, y por supuesto, dependiendo de si el gavilán que se va a manejar es niego, impreso o pasajero, llevar a cabo un adiestramiento distinto. El gavilán es como un azor en miniatura de largos zancos y manos delicadas y, al igual que su pariente, esta especializado en la caza del interior de las grandes masas forestales. Su Saint de salida es superior a todas las demás rapaces europeas. Agilidad, velocidad y maniobrabilidad se conjugan en partes proporcionales, lo que confiere a este cazador del bosque un porcentaje reducido de fallos por lance. El adiestramiento de un gavilán, independientemente de la edad con que se desnidar, no conlleva muchas dificultades. Sus bases son la delicadeza y la paciencia. Voy a describir dos adiestramientos, similares en la mayoría de sus pasos, aplicables uno a pájaros niegos y otro a pasajeros.

ADIESTRAMIENTO DE NIEGOS Importantísimo de cara al adiestramiento, son los días que tanga el gavilán pollo en el momento del desnide. A mi personalmente me gusta retirarlo con solo 4 -5 días de vida e improntarlo. La impronta, aunque no es del agrado de muchos cetreros, en el caso del gavilán es sumamente útil y necesaria, ya que es la única manera de disfrutar y hacer perecedero a este pájaro es teniéndolo muy manso. El grado de mansedumbre adecuado solo se alcanza con pollos troquelados. El adiestramiento lo voy a dividir entres fases: amansamiento, vuelos al guante y señuelo, e introducción a la caza.

Amansamiento CRIANZA DE NIEGOS IMPRONTADOS En un ave como el gavilán, todo nervio por naturaleza, la mansedumbre es de vital importancia. Si el pollo cogido con pocos días lo introducimos en un muda y lo criamos sin tener ningún tipo re relación ni contacto, es decir, lo aislamos del exterior y o privamos de nuestra presencia, crecerá con miedo y al final de su desarrollo tenderemos una especie de pollo ramero con los mismos inconvenientes que suelen generar estos, pero dueño de un miedo hacia todo lo que le rodea difícil de entender incluso para algunos maestros. No merece la pena criar gavilanes de esta forma para al final de su crecimiento proceder al amansamiento. Trae menos complicaciones dejarlos en la muda al cuidado sus padres y desnidarlos cunado tienen dos negras en la cola. Pero el verdadero motivo por el que se desnida el gavilán con pocos días no es otro que el de permitir que crezca libre ente nosotros. Así el pollo descañará dentro de casa y desde el primer momento tendrá un contacto directo con lo que va a ser su entorno en el futuro (incluido perros). Esta es la forma más segura de conseguir un total amansamiento. Generalmente construyo un nido en una pequeña caja de cartón de paredes bajas, que coloco en el


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interior de otra caja, evitando de esa forma que se manche con los excrementos. Estas cajas nido son muy practicas ya que podemos desplazar el niego en su momento a los logares más concurridos de la casa. De esta forma el gavilán se va haciendo a entornos diferentes a la vez que se va asimilando y relacionado los sonidos con su procedencia….. La dieta alimenticia de los gavilanes, no solo cuando son pollos, sino a lo largo de toda su vida, deberá ser siempre natural, y al hablar de comida natural, me estoy refiriendo a lo mismo que comerían durante su desarrollo en la naturaleza., y una vez adultos, a la que cazarían en sus territorios de caza, es decir, una dieta compuesta pro abundante gama de paseriformes. Un gavilán criado a bese de gorriones, presentará una librea y una salud inmejorables. Comparable a la que alcanzan sus hermanos en su hábitat. No hay paseriforme mejor como alimento ni más fácil de conseguir que el “gorrión común*”. La manera de cebarlos es la siguiente: hay que trocear junto a la carne, todos y cada uno de los huesecillos del pájaro. Nunca se le darán vísceras, y hasta las dos semanas no comerán plumas. El apetito mientras dura el desarrollo de los jóvenes gavilanes es tremendo. Aconsejo, cuando son muy pequeños, darles de comer varia veces al día, pero no saciando por completo su hambre en cada ceba, sino dejándolos siempre algo apetentes., así no se producen empachos y las damos tiempo a digerir perfectamente todo el alimento del buche.

A partir de las dos semanas se les puede dar solo dos comidas al día, y cuando el crecimiento está llegando a su fin, se les dará solo un vez de comer. De todas formas no existe una regla fija en la dieta, y la mismaza naturaleza, sabia en extremo, autorregula al apetito de los pollos, a medida que van creciendo. Los gavilanes a diferencia de los halcones, e incluso de los azores, son muy despiertos, y con solo dos dedos de cola se

hacen rameros. Es imprescindible, cuando notemos las primeras ansias del pollo por volar fuera de la caja nido, trasladarlo a lo que será su futura muda (es el momento de armarlo con las pihuelas y los cascabeles). Esta se encontrará orientada hacia el sur y no


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tendrá más que un posadero en el fondo de la misma, al resguardo de los fríos vientos de invierno. La única comida a lo largo del día se le seguiremos dando de la mano hasta que termine su desarrollo. A partir de este instante comenzaremos a darle su correspondiente ceba sobre el guante. El perro, al que conocerá y considerará un amigo, permanecer ahechado a los pies del halconero mientras dure la ceba. En cuanto consideremos que el gavilán está “cuajado”, es decir, que sus músculos y sus articulaciones pueden resistir las debatidas sin riesgo de que se produzcan desgarramiento o fracturas, deberemos intentar que pase la mayor parte del tiempo junto a nosotros. A tal efecto, suelo construir una pequeña alcándara móvil que coloco a mi antojo en los lugares más concurridos de la casa. La tarde y la noche la pasará en el jardín en su arco. Soy partidario de usar la muda solo como lugar de cambio de pluma o en caso de extrema necesidad, cuando se producen cambios meteorológicos bruscos, de lo contrario, nada mejor que el arco en el césped, bajo un buen sombrajo que lo proteja del sol a media mañana y del relente en las noches.

Caja nido, pollo de gavilán de 18 días

Para evitar accidentes a los que tan dados son los nerviosos gavilanes, instalo el niego en una zona del jardín, paso obligado del ajetreo diario de una casa de familia, lo que como resultado un constante placeo al pollo (que por la misma crianza recibida es manso). Suelo entonces alargarlo a lo largo del día con unas pequeñas picaditas cada vez que me acerco a su arco, y a la caída de la tarde, antes de la ceba, le doy roedero con los perros.

Los niegos improntados terminan siempre cazando mejor que los que se crían en mudas de descaño. Es costumbre en Andalucía criarlos de esta forma, y a mi entender son los mejores pájaros del mundo. ____________________ * Por tratarse de una especie protegida pueden usarse en su lugar codornices de granja, palomas y pichones de paloma.


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CRIANZA DE NIEGOS NO IMPRONTADOS La principal ventaja de los pájaros troquelados sobre los que no lo son es que los primeros no necesitan amansamiento. Cuando se desea criar un pollo no impregnado. Lo ideal es desnidarlo con negras en la cola, o a ser posible, para que mantenga viva al máximo de dependencia hacia sus progenitores, retirarlo de la muda cuando es ramero. Estos pájaros, hasta que terminan su crecimiento, hay que dejarlos en la muda de descaño. De igual forma que hicimos con los pollos imprentados, un vez que comprobemos que ha finalizado el crecimiento de las grandes plumas de la cola y los cuchillos maestros, los dejaremos por precaución una semana más dentro de la muda, con el propósito de que cuajen bien los músculos y las articulaciones. Los gavilanes pasan por un periodo de tiempo que abarca desde que termina el crecimiento de las plumas hasta que se hacen independientes, fase con coincide en la cetrería con la introducción a la caza, en que son extremadamente delicados, así que todas las precauciones que se tomen durante este periodo serán pocas. Pasados estos siete días de predescanso se procederá a armarlo y se le sacará de la muda. Desvele Desvelar a u pájaro, en especial quitarle el sueño a un gavilán es una operación delicada. Quizá uno de los momentos más traumatizantes para el pollo sea el momento que es sacado de la muda de descaño y es obligado a mantenerse en el guante a escaso centímetro de un ser que en el mejor de los casos le da miedo, y en el peor le aterra. Para amortiguar algo este choque y a la vez evitar debatidas innecesarias, es costumbre sacar al pollo de al muda a la caída de la tarde, aprovechando así mismo la tranquilidad de la noche. El cetrero deberá estar con la ayuda de algún cetrero o aficionado; por supuesto, si su acompañante es un experto cetrero, mucho mejor. Las noches de desvele no compartidas se hacen pesadas e interminables. Como ya he dicho antes, sacaremos el pollo a la caída del día. A continuación con un paño de lino o algún tejido similar, abatiremos al gavilán para proceder a armarlo con sus correspondientes pihuelas, cascabeles, tornillo y lonja. El desvele comenzará en el mismo instante que coloquemos al gavilán sobre el puño. Como no soy partidario del uso de la caperuza en los niegos (a no ser que la acepten de buen grado) se procurará, en la habitación donde desvelemos, crear un ambiente de semi-oscuridad. Será indispensable una pequeña lámpara portátil sobre la mesa que produzca el efecto de difuminar las figuras de los cetreros y acompañantes calmando al pollo. Todo aquel aficionado que por primera vez maneja un gavilán deberá olvidar parte de las experiencias que haya tenido anteriormente con otros pájaros, en especial halcones y azores. El metabolismo de los grandes pájaros no tiene nada que ver con el de nuestro pequeño cazador del bosque. Un azor o un halcón se pueden llevar horas tirando de u roedero y días sin comer, un gavilán, ¡no! En esta primera sesión suelo hacer los siguiente: troceo en pequeñas picadas toda la gorda que pienso que el gavilán se va a comer a lo largo de la noche, a la par que preparo u roedero (alón de de zorzal o tórtola) y lo coloco entre sus manos. La reacción normal del gavilán sería la de abrir las alas (miedo y recelo) para a continuación mostrar una insumisión que yo considero de miedo absoluto. A medida que vayan pasando los minutos se irá tranquilizando realizando pequeños amagos de querer comer y cuando menos lo esperemos, picaré el roedero. Lo dejamos “tirar” guante algunos minutos y lo que a continuación voy a describir será la base del “éxito”, de un buen amansamiento si hace en condiciones. Los gavilanes se cansan muy pronto de tirar del roedero, si por el contrario le ofrecemos un


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gorrión o un trozo de carne lavada, comerá rápido y perderemos el único arma que tenemos para eliminar el miedo; “el hambre” Con la gorda de esta noche ya picada, en el momento que el gavilán tira del roedero, interpongo un trozo ce carne con la mano derecha entre su pico y el roedero. Lo normal es que aunque sorprendido, termine tomándolo. Entonces chasqueo la lengua produciendo un sonido característico, y le retiro el roedero, reintentando la operación a intervalos de 15 minutos. De esta forma el gavilán asocia en pocas sesiones el chasqueo de nuestra lengua con la apetitosa picada de carene, a la vez que perderá el miedo a nuestra mano derecha, y lo que es más importante, mantendrá viva su hambre durante el desvele.

La luz tenue reducirá su visión y calmará sus impulsos de volar buscando posaderos que con mayor visibilidad se convertirían en su único propósito. Si el gavilán admitiese la caperuza, al término de la noche se le encaperuzará. En caso contrario se dejará en una muda o en una habitación con poca luz. No soy partidario de usar la caperuza, a no ser que el gavilán que se amansa sea pasajero. Aunque las reacciones de un pasajero y un ramero son similares, existe una gran diferencia entre ambos en la aceptación de la caperuza. Aunque los dos la rechazan, el ramero o el niego desnidado con negras terminan por acumular miedo hacia la caperuza, y en consecuencia, hacia al gavilanero, convirtiéndose el amansamiento en una lección de resabio. Lo mejor después del desvele de la noche es dejar al gavilán en manos de otro cetrero, pero ante la imposibilidad de encontrar ese relevo, recomiendo dejar al pollo en una alcándara, a punta de lonja en una habitación o muda en semi-oscuridad; de este modo disiparemos la tensión del pollo, no alteraremos de forma brusca su delicado metabolismo, y le daremos tiempo, para que asimile los cortos reflejos condicionados inculcador durante la noche. A partir de este momento, el secreto para alcanzar o lograr la máxima mansedumbre serán los halagos. Los pasos a seguir con la llegada del nuevo día son los siguientes: a media mañana lo recogemos de la alcándara, no sin antes halagarlo con una picada, lo tendremos toda la tarde sobre el guante, ofreciéndole picadas cuando lo creamos conveniente y lo normal es que con la llegada de la noche muestre sin reparos su hambre. La intensidad el hambre la comprobaremos con el roedero y conforme lo entendamos se le dará (siempre en picadas y emitiendo el sonido característico) media gorda o tres cuartos de ella. Es importante no apagar por completo su hambre, de manera que por la mañana despierte con apetito. El gavilán es sumamente frágil. Saber conseguir un pájaro de su peso “hambre derecha” es muy difícil, si se la torcemos podemos alterarle el metabolismo y hacerle enfermar pudiendo morir en menos de 24 horas. Pero no todos los gavilanes tienen el mismo peso ni el mismo carácter, en la mano del gavilanero estará por tanto el saber despertarle el hambre sin tener que templar. A veces, las mismas reglas llevadas a rajatabla, que dieron un resultado excelente en la primavera anterior con un pollo difícil, pueden conducir a que el adiestramiento de un nuevo pollo desnidado y criado en idénticas condiciones resulte el más rotundo de los fracasos. Es, por tanto, comprensible que la sensibilidad y la buena mano del gavilanero sea esencial a la hora de tomar decisiones. Un consejo que doy, y más que un consejo es una norma para gavilanes, es que siempre es mejor pecar por exceso que por defecto. Lo que no podemos pretender es que un gavilán alcance la mansedumbre con el mismo tiempo de desvele que un azor o un halcón. A veces llega el momento que no se avanza más de cara al amansamiento hasta que no pasamos a la siguiente fase e incluso en ocasiones no se consigue su entrega absoluta hasta que lo introducimos en la caza. La segunda noche no suelo desvelar pero lo tengo en el guante hasta bien entrada la madrugada, luego, de nuevo alcándara, tranquilidad absoluta y media luz en la muda.


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El amanecer del segundo día es del máximo interés. Actuaremos como el la mañana anterior, ofreciéndole, nada más entrar en la muda, una picada con los dedos, si la toma como muy probablemente puede ocurrir, lo recogeremos en el guante en el guante con suma delicadeza y lo llevaremos a una habitación iluminada. Durante toda la mañana y parte de la tarde lo mantendremos en el guante, halagándole, hablándole, chasqueando la lengua en cada picada que le ofrezcamos, y un par de horas antes de que se ponga el sol, se vemos que su hambre es derecha le daremos roedero y lo sacaremos al jardín. Ante este nuevo panorama es normal que se produzcan algunas debatidas. El cielo y la arboleda alteraran sin duda momentáneamente los breves reflejos de mansedumbre obtenidos tan recientemente, pero si al ofrecerle carne, reacciona positivamente, le dejamos comer a su antojo media gorda completa y algo de `plumas para que esa noche haga su egagrópila. Como hicimos el día anterior lo tendremos en el guante hasta entrada la media noche, momento en el que lo dejaremos de nuevo en su alcándara. Es normal que los gavilanes, por su alto metabolismo, aun sin hacer ningún tipo de ejercicio y tan solo por el stress a que están sometidos, pierdan a lo largo del día una media de 10 gramos de su peso total. Conociendo este fenómeno se comprende que es bastante fácil mantenerles en su hambre derecha o natural.


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Para un niego no imprentado, una noche de desvele es esencial para conseguir un correcto amansamiento.


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Placeo Por fin, si todos los pasos transcurren como he ido describiendo, al comienzo del tercer día comenzaremos el placeo. Este vocablo, tan antiguo como la propia cetrería, tiene su origen primeramente, en el afán que mostraban los cetreros, cuando consideraban que sus aves se encontraban relativamente mansas, de “hacer placer”, posteriormente por la necesidad imperiosa, en esta fase del adiestramiento, de embriagar al pollo de mansedumbre y bullicio, y que mejor lugar que la plaza de armas de un castillo o la plaza de una villa en un día de mercado, lugares concurridos por excelencia. Hoy se sigue placeando a las aves de cetrería. A mi entender, las plazas de los pueblos actuales son más que idóneas para amansar a un pájaro, siempre que las curiosidades ajenas sena fáciles de calmar. Creo que no hay mejor lugar para placear a un pollo que un bar o un restaurante, rodeado de buenos amigos. Como en días anteriores, recogeremos el gavilán, no sien antes comprobar que ha devuelto la plumada, mostrándole un roedero, y mientras tira de este, con cuidado lo introduciremos en la caja de transporte. La caja típica de Andalucía la utilizo como sustitutivo de la caperuza; es utilísima y los pájaros la aceptan rápidamente por no decir que al instante. Un truco para que el gavilán tome la caja por sí solo es el de mostrarle una picada que coloco sobre la vara interior. En menos de una semana el juego se convierte en un reflejo mecánico. Este medio de transporte siempre me ha dado excelentes resultados y por experiencia puedo asegurar que se parten más plumas en la alcándara o por malas debatidas en el guante que en el interior de la caja. Los consejos a seguir cuando placeemos serán los siguientes: -

Nos sentaremos siempre cubriendo nuestra espalda, si es posible junto la pared si la hubiese, de manera que ningún desconocido puede llagar de improviso por detrás, sorprendiendo al pájaro y asustándolo.

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Las personas ajenas al tema suelen ser muy curiosas, tendremos buen cuidado de que no toquen al gavilán.

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Será conveniente es estas largas sesiones, contar con varios roederos e irlos cambiando periódicamente, evitando así la sequedad e la carne demasiado manejada.

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Es esencial tener preparada enjicadas la gorda que pensemos darle e lo largo de todo el día ( tres cuarto de buche es más que suficiente)

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Y es algo muy importante que el lugar escogido `para el placeo no lo escojamos al azar. Lo ideal es que el bar. o el restaurante sea punto de reunión de buenos amigos y conocidos (claro está que no tiene porque se así necesariamente, pero la experiencia me dicta que se evitan muchos problemas con personas conocidas). L que si es cierto es que merece la pena ya que un solo día de placeo en un lugar público equivale a 4 o 5 días de halagos en nuestra casa

Tanto para desplazarnos a los lugares de placeo, como más adelante, a los diferentes cazaderos, utilizaremos la caja de transporte. El mismo truco que comentamos anteriormente PATRA introducir el gavilán en la caja lo utilizaremos para que salga cuando llegamos a nuestro destino. Si el placeo se desarrolla sin contratiempo (normalmente no tiene porqué haberlo), comprobaremos que el avance conseguido en nuestro pájaro habrá merecido el esfuerzo. El cambio en el comportamiento del gavilán se notará de una manera profunda. Seremos testigos de reacciones tan


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naturales y al mismo tiempo tan bellas como el Oleo, y si hay suerte, la tarde nos sorprenderá con un pájaro en el puño, indiferente a los sonidos y alas personas que se mueven a su alrededor.

El placeo de forma intensiva, lo suelo realizar durante tres día consecutivos. De todas formas, con gavilanes, hacerles placer y halagos, es un continuo diario, ya que es la única forma de hacerle buen carácter, y en definitiva, mansos. Terminado el cuarto día de placeo, lo “enjardinaremos” y haremos que pruebe el baño, pues los gavilanes son muy querenciosos de sol y de agua tanto en invierno como en verano. Si todo ocurre como lo he explicado, habrá llegado el momento de pasar a la siguiente fase, en la que inculcaremos en su pequeño cerebro el hábito de ganarse la comida gracias al esfuerzo.


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Crianza campestre

Diferentes lugares y momentos de la crianza campestre

Existe una tercera forma de criar a un niego, y es posible que se trate de la más natural, pero la exigencia y peligros a los que se encuentra sometido hoy en día, hacen que la crianza campestre sea todo un privilegio en nuestro siglo. Para poder hacer una crianza campestre debemos disponer de un “trozo” de naturaleza. Pienso que con unos inquilinos tan precoces y nerviosos como los gavilanes, deberíamos contar con un mínimo de 100 hectáreas. De este terreno, su totalidad o más de la mitad tendría que ser arboleda (bosque o sotobosque), siendo imprescindible que lo cruce un arroyo (el agua es fuente de vida y alrededor de ella bulle la volatería pequeña. Lo que ayudaría muco en la introducción a la caza sin unos padres que lo guíen). La falsa muda la construiremos a un par de metros sobre el nivel del suelo y sobre un árbol situado en el centro de la finca, para cuyo propósito se vallará a su alrededor con tela metálica unos 500 metros cuadrados, evitando que posibles mamíferos depredadores se lleven los pollos. En simple gato domestico puede echar por tierra todas nuestras ilusiones. Los niegos, para introducirlos en la falsa muda, los desnidaremos con 15 días de vida. Con esta edad comen solos y no habrá peligro de que se tiren de la plataforma artificial. La comida se le dará dos veces al día, dejandola sobre la tabla sobre la misma muda. Es constumbre repiquetear sobre el tablón para que relacionen dicho sonido con la comida. Siendo conveniente aprobechar al ceba para retirar los restos, si hubiesen, del día anterior. Es sorprendente la rapidez con que se desarrollan los jóvenes gavilanes. Cuando menos lo esperemos seran rameros, y con de 20 días serán autosuficientes. Notaremos que ya no vienen a diario a comer a la muda, u es simplemente porque están logrando en el bosque sus primeros triunfos. Será el momento de capturarlos para proceder a su adiestramiento. Los clásicos recomendaban crianza campenstre, pero entonces no existían carretera de asfalto ni


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escopetas de aire comprimido. Pienso que actualmente esta manera de criar a un pollo tiene más inconvenientes que ventajas. La crianza campestre controlada es facil de llevar a buen fin con falconidas, pero no así, con los nerviosos y asustadizos gavilanes.

Y por último, hay que tener en cuenta que si determinado prendizajes no germinan a la edad correspondiente, los pollos pueden no desarrollar la citada habilidad, resultando luego complicado extraer dicho mecanismo. Voy a transcribir literalmente del libro de Luis Zapata unos parrafos que narran la crianza campestre de pollos de gavilán. Como ustedes mismos podran comprobar, el texto, aparte de belleza, da una idea clara, en lo concerniente a la crianza natural, de los inconvenientes con los que nos encontrariamos, hoy día, para desarrollar con posibilidades de éxito este tipo de crianza:

Comparaciones entre pájaros improntados y no improntados Existen unas diferencias esenciales (con sus ventajes e inconvenientes) entre pájaros que están imprentados y los que no han sufrido troquel alguno. Voy a hacer una pequeña enumeración de las más sobresalientes: -

El gavilán improntado muestra su agresividad y normalmente la manifiesta cubriendo con las alas cuando hace presa, o realizando pequeños simulacros de ataques a su maestro cuando come sobre el guantes, consistentes en un especie de balanceo que realiza hacia delante con el cuerpo, dando a entender “quien manda aquí”. Esto no es más que una manifestación dominante.

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Los pájaros imprentados, a diferencia de los que no lo están, casi nunca llevan a mano, y si lo hacen, vuelen a una veintena de metros y se dejan coger. Por el contrario los rameros o los pasajeros que sopesen, intentarán llevar la presa fuera de nuestro alcance, existiendo muchas posibilidades, si no se vuela con emisor, de que se pierdan.

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No existe deferencia entre unos y otros en la forma de volar. Yo diría que incluso es mas fácil sacarle todo su jugo a un pájaro troquelado que a uno que no lo es, y lo que está claro es que los niegos imprentados son más seguros en el campo.


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Y por último el “el piar” no es ningún problema, ya que no suelen salir piones por muy imprentados que estén, y de ser así, pierden este habito al ser introducidos en la caza. De todas formas, he visto a un pasajero metido en la caza piar igual que un niego.

La ventaja, única a mi parecer, de los pollos no imprentados es la prestancia que adoptan cuando hacen presa. (figura estilizad, no cubre) y durante las cebas. Por tanto, después de sopesar todos los pros y los contras, he llegado a la conclusión de que el gavilán, a diferencia de las demás aves de cetrería, es la única con la que se debe hacer uso del imprinting.

Vuelos al guante e introducción del gavilán al señuelo Teóricamente, al llegar a esta fase de adiestramiento, el pájaro deberá encontrarse manso. Los gavilanes son muy despiertos y aprenden con toda prontitud a volar al guante. No debemos nunca perder la paciencia si durante los primeros días parece indolente u dá muetras de falta de interés. E guante es para el gavilán como el señuelo para el peregrino, es decir, imprescindible. La primera lección se llevará a cabo de la siguiente manera: Como cada mañana, nos acercaremos a su arco en el jardín y lo halagaremos con una picada que tomará de nuestra mano. Una vez comprobado el grado de hambre, tomaremos nota de su peso, limpiaremos de pluma media pechuga de zorzal y se la ofreceremos colocando el guante encarnado frente al gavilán y siempre algo por encima del arco. La distancia entre el arco y el guante será la mínima posible pero infranqueable para el pollo si no es saltando. En un principio estirará el cuello, abrirá las alas, y dará la impresión de que, aun queriendo, se encuentra pegado al posadero, pero el hambre derecha que habremos ido consiguiendo con tesón día tras día, terminará haciendo que salta hacia el preciado pedazo de carne. En este momento daremos un toque de silbato, y desatándolo del arco lo llevaremos hasta el perro. Si tira con gana lo dejaremos comer media


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gorda, en caso de inapetencia lo dejaremos en el arco para reintentarlo en un par de horas. A la caída de la tarde le daremos roedero en un ala de paloma y lo dejaremos que duerma en el jardín. Normalmente los gavilanes saltan con prontitud en busca de la lúa, son muy listos y aprenden rápidamente que este pequeño esfuerzo que realizan será siempre premiado.

A partir de este momento, las sesiones de vuelo serán dos diarias repartidas entre la mañana y la tarde. La segunda mañana se repetirá la misma operación que el día anterior, opero se reducirá la gorda a la mitad con el fin de que en la tarde realice dos o tres saltos en los que alargaremos la distancia progresivamente en cada uno de ellos para terminar el último vuelo a punta de lonja, donde se cebará. El pollo nos asombrará con sus progresos y el jardín y el fiador, pronto se nos quedarán pequeños. Habrá llegado el momento de realizar ese primer vuelo en libertad, pero para alcanzar ese momento tan esperado habremos tenido que cumplir toda una serie de pasos que normalmente vienen a durar una semana o diez días y que de alguna manera boy a resumir de la siguiente forma. Primer día: Una vez calculado su peso en la balanza, intentaremos que dé su primer salto a la lúa; la manera de llevarlo a cabo es la descrita anteriormente. Segundo día: Se Realizarán dos vuelos alternos, uno a primera hora de la mañana, idéntico al anterior, y un par de ellos por la tarde en el que aumentaremos la distancia hasta que salte la punta de la lonja. Tercer día: Repartiremos el total de la gorda en picadas, de manera que cada halago sea un salto. La mayoría de ellos, si el pollo se presta, se harán a punta de lonja. Cuarto día: Si los vuelos se han desarrollado sin incidencias, al amanecer llevaremos el pollo por primera vez al campo. Tomaremos nota de su peso y comprobaremos que su hambre es estrecha. Es importante contar en un día como este, con la ayuda de otro cetrero, ya que lo ideal es que estos primeros vuelos se hagan de guante a guante. Sacaremos el gavilán de de caja con su correspondiente roedero, se le hará cortesía; el perro permanecerá echado a la derecha del maestro, y el ayudante con el pájaro en el puño se situará pico al viento. El primer


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vuelo se realizará a punta de lonja. Si el pollo responde al toque del silbato, se repetirá la operación pero en esta ocasión se volará con fiador. Es importante que el terreno donde se desarrollen estos primeros vuelos esté limpio de maleza, palos secos, arbustos,…en definitiva de posibles obstáculos que pudieran enredar el fiador alterándolo quebrando el vuelo. Hay que tener en cuenta este tipo de percances en el principio de las lecciones, aunque parezcan simplezas, porque pueden ser cause de pedida de confianza del pájaro en su maestro. Se terminará volando a punta de fiador (14 o 15 metros) y el número de vuelos, por muy bien que responda, no será superior a cuatro. Quinto sexto y séptimo día: en los días sucesivos se procederá de idéntica forma, volando siempre a pico de fiador y pico al viento. El perro , como en días anteriores, permanecerá echado a la derecha del maestro. En el jardín continuaremos con halagaos cada vez que nos acerquemos al arco, y el agua la tomará siempre después de los vuelos en el campo. Octavo día: “el plátano” los gavilanes son muy sucesibles a los errores que se puedan cometer, los vuelos al guante son un arma de doble filo y el señuelo, normalmente, vician al gavilán y al gavilanero. Estos “feos” involuntarios que a veces al mismo maestro le pasan desapercibidos hacen que el gavilán pierda la fe en el guante. Estos momentos de indecisión el pájaro son bastante difíciles de corregir. Existe un recurso utilizable solo en los casos de extrema necesidad en el campo para recoger al pollo del posadero donde se encuentra y desde donde se niega a bajar, conocido como “el plátano”, y consiste en lo siguiente. Aunque el joven gavilán, hasta la fecha, no ha matado, sencillamente porque desconoce “el vivo” ( no soy partidario de soltarle presas vivas en la muda de descaño; sí lo hago durante la introducción a la caza y en el momento que así lo marque el adiestramiento), no será traba para que en el instante en que le mostremos un escape, lo ataque con decisión. A tal efecto, preparo una codorniz adulta con todos los vuelos a la que amarro un cordel de unos tres metros. Instalados en el voladero gavilán al puño, como en días anteriores, el ayudante se situará a unos 20 metros de distancia, pico al viento, como si se tratara de un vuelo normal al guante, con la única diferencia, que al producirse el toque de silbato, en vez de mostrarle la lúa encarnada, lanzaremos la codorniz al aire. Cabe la posibilidad que el gavilán extrañado en un principio, no ataque, pero si insistimos, acabará volando hacia ella y la trabará en el suelo. Si tarda en matar, le ayudaremos y le daremos toda la ceba completa. Al día siguiente ayunará, y solo por la tarde le daremos algunas picadas en el roedero. Puedo aseguran que nunca en su vida olvidará esta ceba. Si alguna vez, durante una jornada de caza, llegamos a conocer uno de estos momentos fatídicos, en los que más que ver, percibimos que el pájaro se va de nuestras manos, no tendremos más que mostrarle el “plátano” para recuperarlo. Pero como dije anteriormente, es un recurso solo utilizable solo en caso de absoluta necesidad, ya que son tan listos que dejarán de echarnos cuentas y abandonarán la caza buscando en nuestras manos la fácil y golosa codorniz de granja. Noveno día: Se hará igual que una tercia de señuelo: ayuno completo y roedero a la caída de la tarde. Décimo día: (Primer vuelo en libertad). Este es uno de los días más impotentes, en especial para los cetreros noveles, de todo el adiestramiento. El momento en que se pone en libertad a un pájaro tiene siempre algo de mágico. Para el cetrero que se inicia en este arte los nervios suelen estar a flor de piel. _________________________ * La técnica del “plátano” fue desarrollada en Andalucía por Alejandro Maldonado y Ramón Cachón Morales


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Pero esa intranquilidad del principiante suele estar respaldada por toda una teoría llevada a la practica a rajatabla, y la verdad sea dicha, los pájaros y en especial las aves de bajo vuelo, no suelen perderse nunca en esos primeros vuelos, sino una vez introducidos a la caza y a al rutina diaria que confía excesivamente a su maestro. Lo cierto es que cuanto más puesto esté un pájaro, mejor cace y más tiempo aguante en el ala, más posibilidades tendremos de perderlo. Lo normal es que no haya razones para que se produzcan excesivas sorpresas. No recomiendo que para lograr una excesiva seguridad se rebajen gamos de más. Si se cuenta con un equipo de trasmisores, se colocará el correspondiente emisor en la cola. La manera más cómoda de colocar el emisor es mediante un pequeño aro de aluminio, que va cosido a las plumas centrales del pájaro, en la base de la cola. Situados en el voladero, como en días anteriores, el ayudante, con el gavilán en el puño, se situará donde siempre, solo que en esta ocasión no disponemos de fiador. Como es lógico, el gavilán no repara en este detalle y, lo normal es que se comporte, al toque de silbato, igual que siempre. Si atiende bien a nuestra llamada y vemos que no se encuentra nervioso, el segundo o tercer vuelo lo lanzaremos a un árbol, cebando cuando venga al guante. A partir de este instante los vuelos se irán alargando. El joven gavilán nos asombrará con su maestría para volar entre la espesura, nos perseguirá en nuestros paseos por el bosque, y en posos días comprobaremos que el hilo invisible del adiestramiento se habrá hecho suficientemente resistente. No hay que alargar demasiado esta fase. Los vuelos son entretenidos y hermosos, pero en cuanto comprobemos que dominamos claramente a nuestro alumno, lo introduciremos en la caza, que en definitiva es lo que muscula a un pájaro y para cuya finalidad lo estamos adiestrando. Recuerdo como el gran gavilanero Juan Bersabe, cuando no podía salir al campo por cuestiones de trabajo, musculaba y ponía en buenas condiciones de vuelo a sus preciados gavilanes en Jimena de la Frontera, su residencia en Cádiz, mediante múltiples vuelos perpendiculares al guante, vuelos que llevaba a cabo en una pequeña habitación de la casa, y que realizaba de la siguiente forma: Juan depositaba el gavilán en el suelo junto a sus pies, para inmediatamente a la vez que izaba al guante por encima de su cabeza, incitarlo a subir a la lúa. Esta operación premiada con una picada se repetía treinta, cuarenta, cincuenta y cuantas veces fuera necesario, hasta que el gavilán llenaba su buche. Es un trabajo fácil de realizar para cualquiera y se ajusta perfectamente a las necesidades del pequeño cazador del bosque, remplazando perfectamente los vuelos a la tira en plena naturaleza.

Temple Se conoce como temple el grado de hambre necesario para que un pájaro que se está adiestrando, vuele en las condiciones más parecidas a las que tendría en estado salvaje.


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Templar a un pájaro para ciertas personas es simplemente hacerle peder peso; para otras un ayuno intensivo. Lo verdaderamente cierto es que saber templar es todo un arte. El origen de la palabra templar en el argot cetrero es muy antiguo, remontándose a los primeros tiempos de nuestra era, cuando la artesanía del yunque y el fuego actuaban sobre los metales y ciertas aleaciones, logrando de estos la belleza el moldeado y el punto de dureza necesario para la batalla. ( el temple del metal). Ninguna palabra ha podido reflejar con más exactitud la laboriosa operación del moldeado del hambre de un animal buscando la máxima complexión y elasticidad de sus músculos ¡Temple!, autentico régimen de atleta a la par que se consigue una preparación física óptima. Un aparato de gran ayuda y muy necesario en la búsqueda de ese temple es la balanza. Comprobando su peso podremos mantener un hambre viva y un estado físico y psíquico durante los primeros días del amansamiento aceptables. Los diferentes grados de hambre a los que podemos llevar al pájaro son muy variables, pudiéndose resumir en tres niveles: Alto de peso: El ave es sí escapa a nuestro control. Hay que quitarle algunos gramos. En su temple: estado idóneo en el que el pájaro vuela con fuerza, agilidad y muestra de una forma natural toda su hambre. Ese temple ideal se conoce como Yarak. Bajo de peso: Roza los límites de la peligrosidad, su rendimiento físico es nulo, carece de fuerzas y el hambre torcida da paso a la agresividad y la histeria. Cuando se traspasan por debajo de los límites impuestos por la naturaleza, es muy difícil recuperar al pájaro. Se conoce también como Yarak el temple algo forzado, utilizado en algunas frases del adiestramiento. El peso de los gavilanes suele oscilar entre 210 y 300 g para las primas y 110 a 170g en los torzuelos. Existen peso muy variables en los pájaros, no obstante convienen diferenciar entre peso de vuelo y peso de engorde. Raramente un pájaro en al campo está gordo, sus carnes recias carentes de grasa, y si lo palpamos comprobaremos que se nota ligeramente la quilla. Sus condiciones son óptimas para la caza, está en su peso de vuelo o peso ideal, pero si una vez capturados, los paramos en el jardín o en el arco lo cebamos día tras día, desentendiéndonos del ejercicio de caza, comprobaremos que en pocas semanas el pájaro acumula grasa, las carnes pierden rigidez y llega a alcanzar un peso desorbitado. Esto es lo que se conoce como peso de engorde o de muda, y nunca lo alcanza en estado salvaje; es antinatural. Este peso de engorde es el que normalmente tienen los niegos si se dejan mucho en la cámara de descaño. Hay que hacerles perder saín y algunos gramos a bese de ejercicios y comidas blandas para acercarlo al su peso de vuelo, y en definitiva, esto es lo que se conoce en cetrería como bajar de peso o templar. Los gavilanes, debido a su metabolismo, son muy vulnerables a la perdida de peso, no se puede casi templar, y no es que vuelen mejor altos de peso, sino que es la única manera posible de volarlos


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Introducción al Señuelo La introduccio0n de los accipiteres al señuelo, bien sean azores bien gavilanes en sus muchas subespecies, siempre ha sido causa de polémica entre los aficionados. Si bien es cierto que cuanto más numerosos sean los recursos disponibles para traer al pájaro, mayores serán las oportunidades de recuperarlo si se niega a acudir a nuestra llamada. También es verdad que con determinadas especies, el uso del señuelo, por mucho tacto y buena mano que se tenga, termina siendo contraproducente. Como experiencia nunca está de más, pero no suele ser efectivo en cuanto termina restándole interés, y en resumidas cuentas, efectividad al verdadero propósito de la cetrería. ¡La caza! La introducción del gavilán al señuelo carece de complicaciones. Es importante que antes de llegar a este paso, el pájaro esté muy manso y haya volado en libertad. La primera lección la recibirá en el mismo arco. El señuelo se encarna por las dos caras de manea que caiga como caiga muestre su contenido. Es de vital importancia amarrar bien la carne el señuelo, los pájaros son difíciles de amarrar. Así como las carnes blandas, carentes de todo atractivo para el gavilán y fáciles de arranca y "llevar a mano”, Lo ideal son las medias pechugas de paloma o tórtola. Fáciles de atacar y exquisitas al paladar del apetente alumno. La primera lección la recibirá sobre el mismo arco, sin mas preámbulos se le mostrará el señuelo encarnado colocándolo sobre el césped a medio metro aproximadamente del posadero. El gavilán volará con decisión y ansias al encuentro de la suculenta presa; en el momento que inicie el vuelo se le dará un toque de silbato, dejándole tirar y pelar sobre el armadillo de cuero solo durante un par de minutos. Con la mano izquierda sujetaremos las pihuelas y lo levantaremos en el guante mientras que con la derecha retiraremos el señuelo. Sin perder un segundo, y aprovechando el encarnizamiento que en este momento tiene el gavilán, lanzaremos el señuelo a 4 o 5 metros de distancia. El gavilán volará sin pensárselo hacia el señuelo y lo cazará en tierra, donde dejaremos que coma a su antojo en esta primera lección. Guardarle o no ayuno al día siguiente (como si se tratase de una tercia) dependerá del grado de hambre con que se


despierte en la mañana.

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Los gavilanes son muy caninos, y una vez que están en su peso, aun dándoles una gorda completa, se pueden volar al día siguiente. PRIMETA TERCIA A las lecciones de señuelo se les llaman Tercias porque se suelen llevar a cabo en sesiones alternas, es decir, un día señuelo, un día ayuno, y así sucesivamente hasta que el halconero lo vea conveniente. El motivo de la alternancia en las lecciones no es otro que el de fijar en la mente del pájaro, con más fuerza, el condicionamiento de las enseñanzas que le estamos inculcando. Para la puesta en práctica de la primera lección, contaremos con la ayuda de otro cetrero. Si el gavilán ha guardado ayuno a raíz de su iniciación en el arco, se encontrará apetente y en consecuencia despierto. La tercia se desarrollará de la siguiente forma: El ayudante, con el gavilán, en el puño, se acerca al maestro gavilanero situándose a unos dos metros delante de este. El señuelo, debidamente encarnado se dejará caer a sus pies. En el momento que vuele se le dará un toque de silbato y se dejará que dé algunas picadas. A continuación el ayudante lo retirará del señuelo de la forma descrita anteriormente y se situará a unos 20 metros del maestro gavilanero, siempre pico al viento. El maestro volteará el señuelo y al toque del silbato lo arrojará a su izquierda. Si por algún motivo no acudiese a la llamada, se volvería a intentar otra vez, pero normalmente los gavilanes entran rápido y bien al señuelo en su primera lección y no suelen generar problemas. Cuatro o cinco tercias son suficientes para hacer señolero al gavilán. Ahora es muy importante tener en cuenta los siguientes puntos: •

Es conveniente saber cuando y como hay que recoger al gavilán del señuelo.

Unja vez que el gavilán es introducido en la caza, el señuelo se deberá utilizar solo y exclusivamente como último recurso y en caso de extrema necesidad.

Si el señuelo se comienza a utilizar periódicamente para recoger al pájaro y dar por terminada la cacería, puedo asegurar que llegará el momento que pierda todo interés por la caza. Un pájaro tan perspicaz como el gavilán se da cuenta con rapidez que resistencia a la llamada del maestro significa señuelo y comida fácil. Este proceder es muy frecuente en los gavilanes señoleros.

Por otra parte el señuelo como método de recuperación continúa no vale. En primer lugar porque una vez introducido a la caza, el gavilán se recoge con picadas y a veces con guante vacío. En el señuelo esto resultaría prácticamente imposible, a no ser que se recoja sobre el señuelo sin carne, para premiarla a continuación sobre el guante, acción que anularía y convertiría en inútil la función del señuelo.

Los vuelos a la tira con gavilanes para fortalecer sus músculos son una pérdida de tiempo, ya que lo que verdaderamente los mantienen en forma son las persecuciones directas en caza real.

Para gavilanes "pajarilleros” con cientos de heridas a lo largo de una jornada de caza, en los que más de las tras cuartas partes de la recogidas se hacen a guante limpio (única forma de evitar que el gavilán se envicie en el guante) el uso del señuelo está de más.

Como base para realizar vuelos de exhibición en público, e incluso en los comienzos del adiestramiento para ganarnos la confianza del pájaro, el señuelo si resulta muy útil, pero no lo recomiendo para la caza. Así pues el señuelo es un arma de doble filo, ya que por mucho tacto y buena mano que se tenga, a la larga termina viciando al gavilán en este artilugio.


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Evidentemente, apruebo el uso para la introducción en la caza en determinadas especie de gran envergadura.

La introducción de falcónidas en el señuelo y accipiteres en el guante (partiendo de la base que azores y gavilanes son diferentes en cuanto a la forma de llevar sus respectivos adiestramientos), no se trató nunca de un mero capricho de la antigua halconería, sino de una forma de aprovechar al máximo las cualidades innatas de ambas especies.

El recurso utilizado en la recuperación de aves ha de ser lo menos sofisticado posible, a la par que no se atrofian sus reflejos ni se obstaculiza su condicionamiento para la caza.

Afeitado de los pasajeros

Pese a se una de las aves que más complicaciones y tiempo, tanto por su delicado metabolismo como por su carácter, requiere en la practica de la cetrería, es por desgracia, en época de migraciones uno de los pájaros más fáciles de conseguir. Más de un futuro cetrero ha abandonado desesperado este viejo deporte al iniciarse en el mismo con un gavilán de paso. El pasajero, como su propio nombre indica, suele durar muy poco tiempo en manos del hombre. Adiestrarlo se convierte en un verdadero alarde de paciencia y quien cace con uno de ellos bien merece toda mi admiración y respeto. Suele comenzar a verse los primeros gavilanes migradores en la primera semana de octubre, siendo muchos los que caen en manos de rederos y pajariteros a lo largo de toda la península Ibérica. Lo primero que se ha de hacer cuando se consigue uno de estos pájaros es, con sumo cuidado, encaperuzarlo y armarlo (los aylmeris en estos intranquilos cazadores son imprescindibles). Tengo por costumbre colocarles tres cascabeles. Los dos clásicos en los tarsos, y un tercero a la inglesa, en la base de la cola.


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Dependiendo del tiempo que ha permanecido en poder del redero tendrá mejor o peor el plumaje. Es conveniente si tiene plumas timoneras o cuchillos rotos, injertárselos, igualmente se limpiarán las plumas que se encuentran manchadas de excrementos. Una vez en la halconera se tomará nota del peso e inmediatamente se iniciará el adiestramiento.

Estos pájaros norteños, nervio puro, por propia naturaleza, requieren un trato especial, dependientemente de las cualidades intrínsecas de la especie, se den en los pasajeros dos clase de especimenes bien diferenciados: unos poseedores de un carácter suave y no demuestran miedo hacia el hombre, y otros, dueños de un carácter endemoniado, capaces de trastornar al más paciente de los cetreros. Los primeros son relativamente fáciles de hacer y se les puede sacar mucho partido, mientras que los segundos son prácticamente imposibles de meter en cacería. Recomiendo cuando caiga un pasajero en vuestras manos perteneciente a este grupo que denomino imposibles, abrir su momentánea cárcel y dejar que siga su camino, ya que ni como experiencia merece la pena. Aparte de la belleza, todos los pasajeros tienen en común la sabiduría, aunque corta de la caza en libertad. Quizá sea esta la única virtud que motiva o de alguna forma alienta el trabajo tan meticuloso que requieren uno de estos pájaros. Dicen que “cada maestrillo tiene su librillo”, pero lo cierto es que solo existe una forma de meter en vereda a un pasajero. El afeitado es el mismo que se lleva a cabo con los halcones del aire. A mi parecer un cetrero novel que está iniciándose en este arte le puede ser de más utilidad la trascripción de un simple diario de caza que la detallada y exhaustiva teoría de los afeitados tradicionales. Voy a relatar textualmente el diario de gala, gavilán prima pasajero capturado con red en las primeras semanas de octubre en la provincia de Alicante y cedido gentilmente por don Manuel Navarro:

DIARIO 15 de octubre de 1969 Me llega el aviso de la captura de un pasajero gavilán. Se trata de una bonita prima de pluma alba. De nada me han servido las prisas y los consejos que di horas antes al redero. Ya cuando lo saco del interior de la arpillera donde se encontraba envuelta, se veía que no había sido tratada con demasiada delicadeza. Tiene un cinchillo quebrado y dos plumas de la cola rotas. Lo encaperuzo y lo armo con cascabeles y aylmeris.


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Nada más llegar a la halconera le arreglo las plumas, no es una pájara demasiado grande, la balanza corrobora mi predicción: 220 g, pero como contrapartida está muy bien proporcionada y la textura de la pluma es de una suavidad poco frecuente. No hace no dos horas que se encuentra en mi poder y ya estoy soñando con verla volar.

Le palpo el pecho y como la mayoría de los pasajeros no está muy metido en carnes. A mi parecer, creo que acabará volando en un peso bastante aproximado al que acaba de ser capturado. Los excrementos son limpios y no denotan ningún tipo de alteración ni traumatismo interno. Lo coloco en una alcándara baja, atado a la punta de la lonja, y dejo en la muda un aparato de radio funcionando toda la noche. Este es un viejo truco empleado corrientemente por los cetreros americanos que manejan Cooper’s Hawk, de esta forma aceleran el habituaminto del ave a la voz humana. El pájaro, según el redero, cayó en la trampa a aso de las cinco de la tarde. Es de suponer que, aunque con hambre, todavía tenga el buche restos de la última comida en el campo. La frecuencia con que expulsa los excrementos y el tamaño de los mismos dan a entender que el pájaro comió efectivamente por la mañana. Así que tomo la decisión de no realizar esta noche ninguna ceba. La mañana llega sin novedad 16 de octubre Me levanto a las 7h de la mañana, el gavilán ha devuelto la egagrópila de su última comida en libertad. La recojo con delicadeza de la alcándara y le aseguro los cerraderos de la caperuza atándoselos. Experiencias anteriores me han demostrado que más vale prevenir que curar. La mañana transcurre sin novedad; después de seis horas con el pájaro en el puño, este comienza a dar muestras de intranquilidad. Se rasca la caperuza con frecuencia. Esta insistencia en un principio me llega a preocupar pensando en que le pudiera rozar las cejas o la piquera, pero gracias a dios se trata de un temor sin fundamento. Entrado la tarde lo dejo de nuevo en la alcándara y preparo un suculento trozo de pechuga de paloma fresca y completamente limpia de plumas, al acercarme a recogerlo le sorprendo con un pata levantada y en estado de absoluta indiferencia a los sonidos que se producen a su alrededor. Evidentemente se trata de un pasajero de buen carácter. Lo cojo en el guante y me vuelva a asombrar encogiendo de nuevo la mano y adoptando la misma postura que en la alcándara. Sin lugar a dudas, debe tener un carácter estupendo. Chasqueo la lengua y le meto entre las manos un trozo de carne, de vez en cuando lo muevo, lo que desencadena una serie de apretones sobre lo que cree que es una presa viva, pero se niega a bajar la cabeza. Preparo unas picadas con sumo cuidado e intento que tome una de mi mano. Después de varios intentos y en uno de los picotazos que tira a cortos intervalos logro, introducir en el pico una mollita de carne. En un principio se queda inmóvil, estático, dudando para terminar tragando con deleite el tocito de carne. Repito la operación tres o cuatro veces más y de nuevo me sorprende realizando varios intentos de localizar la carne que se encuentra entre sus dedos. Lanza picotadas a la “gallina ciega” así que cojo un trozo de carne y en uno de los intentos que da al vacío se lo pongo en el pico, comenzando a tirar con fuerza instantáneamente de este. No me arriesgo a colocar de nuevo la carne en sus manos no valla a ser que desista de seguir tirando, así que chasqueo la lengua y mantengo el trozo de carne a medio camino entre el guante y su cabeza. Come aproximadamente un cuarto de gorda, y a mi parecer, más que suficiente para que pase la noche sosegado. De nuevo lo dejo en la alcándara (siempre a punta de lonja no vaya a ser que en una debatida se cuelgue) con la luz encendida y el aparato de radio a medio volumen. Hasta el momento, todo marcha perfectamente.


17 de octubre

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Me levanto a las 6h de la mañana, el pájaro se encuentra bien, lo peso (220g) e intento que coma: una picada, dos picadas…. Y dejándole termina tirando de la pechuga de paloma. Come poco, aproximadamente un cuarto de gorda, no insisto, con verdadero pesar lo dejo en la alcándara ; No tengo más remedio que dedicar la mañana y parte de la tarde a otros pájaros. Vuelvo a las 19h, se encuentra muy tranquilo, lo peso de nuevo y la balanza me da 210 g, esto me da una idea clara del metabolismo tan especial que tienen los gavilanes, ya que sin haber hecho ningún tipo de ejercicio y encontrarse al amparo de los vientos y cambios bruscos de temperatura, ha perdido 10g. A las 11 de la noche le doy de nuevo a probar carne; al chasquear la lengua baja la cabeza con soltura buscando a ciegas la pechuga de paloma. Esta vez come con ganas, le retiro el sobrante cuando tiene casi lleno el buche porque prefiero dejarlo apetente hasta que mañana despierte con un poco de hambre. Lo tengo en el guante hasta bien entrada la media noche, y de nueve a la alcándara y radio a medio volumen. Creo que el pájaro va a dar pocos problemas. 18 de octubre Lo primero que hago en la mañana es sacarlo al jardín, dejándolo al sol en un banco a punta de lonja; no le doy nada de comer. Las deyecciones son fuertes y tienen buen color. Se sacude y encoge la mano izquierda; evidentemente echaba de menos las caricias del sol. Lo peso a las 18h, de nuevo me sorprende su metabolismo ¡210 gramos! La noche anterior había recibido prácticamente media gorda completa y sin haber llevado a cabo ningún desgaste de energía ha mantenido su peso. A las 22 h le doy de comer, la ceba se desarrolla sin problemas, respondiendo bien al estímulo creado en su mente, gorga competa y guante hasta media noche. 19 de octubre Lo peso por la mañana, se encuentra en 220 gramos; a media tarde le falta solamente algunos gramos para que llegue a lo 210g, creo que perderlos es solo cuestión de unas horas; efectivamente, a eso de las 20h alcanza de nuevo los 210 gramos. Hoy voy a cebar con carne más liviana, posiblemente conejo de campo o pollo lavado; mientras contemplo como tira del trozo de carne, desarrollo mentalmente un programa de trabajo para los próximos días. Lo dejo comer media gorda de conejo, al final de la misma se limpia el pico, se sacude, encaperuzo y lo dejo en la alcándara. 20 de octubre Tras cinco días con la caperuza puesta, el pájaro ha perdido la noción del tiempo. Lo encuentro a media mañana durmiendo tranquilamente con la cabeza metida debajo del ala. La indiferencia a los sonidos que se producen alrededor es completa. Lo peso a las 20h, se encuentra en 205 gramos. De nuevo cebo con carne de conejo y aunque la gorda resulta completa, sigue buscando a tientas picadas. Una vez que lo dejo en la alcándara espero que mañana su peso ronde los 200 g. 21 de octubre Al levantarme, como de costumbre, lo primero que hago es pesarlo, la balanza cifra 200 g. La carne de conejo ha producid en el gavilán el efecto deseado. En vista de los sucedido decido llevar a cabo el primer contacto directo cara a cara con el pájaro. A tal efecto preparo los enseres necesarios, y una mesa, una lámpara foco direccional, un roedero y


un trozo de carne blanda picada.

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Llegado el momento me siento cómodamente y le meto el roedero en las manos, inmediatamente comienza a comer, sin prisas abro los cerradero de la caperuza y tiro de ella, ¡siempre me impresionan los ojos del gavilán después de tantos días sin verlos! el pájaro titubea unos segundos, chasqueo la lengua y mueve ligeramente los dedos dentro del guante presionando la carne levemente la carne. El gavilán reacciona positivamente a los reflejos condicionados en su mente, dando algunos apretones a la carne para tirar de ella a continuación; de vez en cuando dirige una que otra mirada de recelo hacia mi rostro. Cuando más encarnizado está, le acerco con la mano derecha le acerco al pico una picada de pechuga de paloma ¡ no se asombra en absoluto! la toma con naturalidad de mi mano y sigue tirando del roedero; a intervalos sigo dándole picadas con la mano e incluso lo acaricio un par de veces. Encaperuzarlo me cuesta tres intentos, pero por fortuna no se produce ninguna debatida. Tira del roedero un par de minutos más y abandona. Ha tomado aproximadamente media gorda. Lo tengo un par de horas en el guante acariciándolo y hablándole y lo dejo en la alcándara. Estoy muy satisfecho de como se ha desarrollado la velada. ¡Tiene una cara y unos ojos preciosos! 22 de octubre Lo peso a las 9h de la mañana; 205 gramos. He preparado un buen roedero, (un buen alón de paloma zurita) con el fin de alargar la sesión todo lo posible. Al igual que en la jornada anterior, un vez que el gavilán está tirando, aflojo los cerraderos y desencaperuzo; de entrada sigue tirando con verdadero ímpetu del roedero. Los movimientos que realizo con la mano derecha no le son extraños. Llega un momento en que parece que no ha hecho nada más en su vida que estar arriba de un guante de cetrería. Le hablo en voz alta, gesticulando, muevo constantemente mi mano derecha, de vez en cuando le doy en mi mano una picada que toma instantáneamente con ardor y sin dudas de ningún tipo. A medida que va apaciguando su hambre da muestras de recelo, consistentes en mirarme fugazmente entre picada y picada. Evidentemente no es el momento para intentar algo más. Pero decido arriesgarme y me pongo de pié; doy un corto paseo por la habitación, el gavilán, aunque hace algún que otro extraño; yo, enajenado por mi gozo por lo que considero una gran victoria, me extralimito en mis movimiento y soy el causante de una debatida, y auque inmediatamente comienza a tirar lo encaperuzo, y lo dejo comer tres cuartos de gorda antes de ponerlo definitivamente en la alcándara. 23 de octubre El día es sensacional, hace un sol radiante. Recojo al pájaro y decido llevarlo conmigo a todos los, quehaceres de la mañana, en el coche, en la balanza ha dado un peso de 200 gramos, la verdad sea dicha, esta pérdida de 5g me ha venido como caída del cielo ya que el gavilán se encuentra muy bien y me gustaría intentar hoy el primer salto al guante. Llegado el momento y situados en el escenario de siempre, desencaperuzo, tira bien de la carne, sin titubeos, sin movimientos o miradas extrañas. Con suavidad lo dejo en la alcándara, coloco el guante a medio metro y el gavilán vuelve a asombrarme saltando hacia el guante nada más mostrárselo. Repito la operación alargando un poco más la distancia. El pájaro abre las alas, las vuelve a cerrar , estira de nuevo el cuello ¡salta al guante!. Le doy medio papo y encaperuzo a la primera. Evidentemente las cosas marchan muy bien. Mañana va a recibir su primer placeo. 24 de octubre Peso 195 gramos. En vista del nuevo peso decido placear. Con un buen roedero de paloma, gavilán al


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puño, y algunos compañeros con los que previamente he quedado citado. Me desplazo al bar de un amigo para toma unas copas , acostumbrado a estos menesteres.

Con la caperuza puesta el pájaro tira del roedero maravillosamente, pero en el momento en que desencaperuzo queda como petrificado, la especie de éxtasis en que se encuentra dura unos treinta segundos, de pronto se debate, mira al roedero y empieza a tirar, entre picada y picada se para observando fugazmente movimientos que llaman su atención. Lo tengo en el guante casi toda la mañana, a lo largo de esta lo he encaperuzado dos veces para tranquilizarlo, permaneciendo sin roedero en el guante cuando se encontraba cubierto. Por la tarde, en la halconera, realiza dos saltos fenomenales desde la alcándara al guante. Le doy media gorda de paloma. 25 de octubre Hoy en vista de lo bien que marchan las cosas, He decidido llevarlo por primera vez al campo. Busco un lugar tranquilo con mi buen amigo Antonio Flores de ayuda incondicional, nos trasladamos al sitio elegido. Nada más llegar le meto un roedero entre las manos y comienza a tirar, aflojo el cerradero y le quito la caperuza. Se debate instantáneamente para comenzar a pelar y comer a continuación. No muestra ningún tipo de interés por la compañía de Antonio, sin embargo, de vez en cuando, lo mira furtivamente. Doy un corto paseo y aunque como con tranquilidad no le quita el ojo a mi compañero; el paso por un camino cercano de un Land-Rover, no en absoluto la atención. Después de tres cuartos de hora largos en el campo, encaperuzo y vuelvo a casa suelto completamente en la habitación. Una percha y espejo barroco de pared se convierten en improvisados posaderos desde los que acude a mi guante. Le doy media gorda de paloma y lo dejo en la alcándara. 26 de octubre Peso 205 gramos. La comida de ayer le ha subido de peso. Le doy roedero y un par de pequeños vuelos desde la alcándara. Se debate un par de veces para terminar encarnizándose en el guante y respondiendo perfectamente a los reflejos condicionados que ha adquirido durante estos días. Aprovecho y le doy varios saltos al guante, amulando por completo la iniciativa a pensar, y en consecuencia las debatidas iniciales. Por la tarde roederos y un único vuelo al puño en el que le cebo. 27 de octubre Peso: 200 gramos. Por la mañana su acostumbrado roedero acompañado de sus correspondientes altos al guante. Por la tarde pruebo en el jardín. El gavilán responde muy bien, vuela un par de veces al guante y cebo. el que de vez en cuando se produzcan debatidas esporádicas es un factor a tener en cuenta, ya que la única forma de borrar esas pinceladas de miedo que dan la cara tan espontáneamente, es machacar constantemente al pájaro con halagos y roederos. 29 y 30 de octubre Pesos respectivos: 200 y 205 gramos. Paseos por el campo, saltos al guante desde la alcándara, en el jardín, e introducción al perro con el roedero. Nota: ha realizado debatidas en el arco a pájaros de los alrededores.


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31 de octubre El gavilán en estos tres días ha avanzado ostensiblemente en el proceso de adiestramiento. Su actitud hacia mí y hacia el entorno que lo rodea ha mejorado de forma considerable. •

Han desaparecido prácticamente esos pequeños resquicios de miedos espontáneos

Las debatidas no se producen ya como consecuencia del temor, sino que se han convertido en simples búsquedas de un posadero mejor.

Mira con naturalidad todo aquello que le llama la atención.

Se le puede tocar sin picadas ni roedero, sin producir en el una reacción negativa (debatidas)

Todas estas circunstancias han hecho que me decida a introducirlo en el señuelo. A tal efecto preparo dos medias pechugas que aseguro a cada lado del armadillo. Me desplazo al mismo lugar en que por primera vez el pájaro contempló el campo sin caperuza. Le meto el señuelo entre las manos dejando que tire; a continuación descaperuzo y se lo retiro. Se lo muestro de nuevo a pocos centímetros de su cara y en cuanto salta del guante al señuelo, doy un toque largo de silbato. Se lo vuelvo a quitar suavemente, el gavilán no le quita ojo, doy un par de giros con la mano derecha y al toque del silbato lanzo el señuelo a cuatro o cinco metros delante mía. El pájaro titubea, lo mira fijamente durante algunos segundos saltando hacia el y arrastrándolo a su entrada. Espero inmóvil que se encienda y encarnice con la falsa presa. Pasados unos segundos me acerco con delicadeza y me siento a su lado. Saco pequeñas picadas del mismo señuelo que toma, golosa, de mis dedos, y con un buche a rebosar, lo tomo del cuero y lo traslado a su arco en el jardín, donde lo dejo sin caperuza. 1 de noviembre Pesos: mañana: 205 gramos Medio día: 200 gramos Tarde: 195 gramos Nueva lección al señuelo con fiador; tres cuatros de gorda 2 de noviembre Peso: 195 gramos En un principio se muestra algo intranquila. Da un vuelo largo con fiador al señuelo; gorda completa. 3 de noviembre Peso: 200 gramos. Roedero en el jardín y por primera vez toma el baño, cebo en vuelos cortos al guante 4 de noviembre Peso: 195 gramos Cada vez muestra de una forma más clara la asimilación de mis enseñanzas. Entra muy bien al señuelo, (vuelos en el jardín). 5 de noviembre


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Pesos: Mañana: 195 gramos Tarde: 192 gramos Roedero y halagos a primera hora del día, toma de nuevo el baño y al igual que el día anterior cebo en largos vuelos al señuelo. 6 de noviembre Pesos: Mañana: 195 gramos Tarde: 190 gramos

Roedor en la mañana y vuelos largos al señuelo al atardecer. Creo que por fin he conseguido el temple perfecto; si fijeza en el señuelo así cono la ausencia total de sustos me hacen decidir llevar a la práctica su primer vuelo en libertad. 7 de noviembre Peso: 190 gramos Un truco que utilizan los gavilaneros en Andalucía y da excelentes resultados, consiste en volar el gavilán en su primer vuelo en libertad con tornillo y lonja. No resulta estético pero sí practico. Ahora bien, como es natural, esto solo se puede realizar en un terreno con unas características determinadas. En estas tierras son abundantes en toda la provincia los olivares viejos de crucetas bajas y limpios de follaje a causa de las intensivas podas que han sido objetivo durante generaciones. Entre esto olivos un pájaro puede volar perfectamente con la lonja colgando sin apenas riesgo de que se líe y se quede cabeza abajo; como contrapartida se cuenta con la ventaja, en caso de que el gavilán se asuste e ignore el guante y el señuelo, de la fácil recuperación mediante la lonja que cuelga. A veces 7 u 8 gramos de más, o simplemente las prisas, pueden echar por tierra el trabajo de meses. Esa ansiedad común a todos lo cetreros por ver volar a su pájaro en libertad entes de como dicen los clásicos: “se mermen como consecuencia de la inactividad las facultades excepcionales que tienen los pájaros del aire”, hay que saber dominarla. El adiestramiento hay que cumplimentarlo pasos a paso, sin pausa pero sin prisa, y así, probablemente tendremos un compañero de por vida. Me desplazo con mi amigo Antonio Flores a un olivar rodeado de viñas, las características anteriormente descritas. Comenzamos volando al gavilán de guante a guante; el pájaro responde muy bien, en uno de sus vuelos “se asombra” y va a parar a la vareta sobresaliente de un olivo. Me acerco despacio mostrándole el guante encarnado, lo llamo y el gavilán responde al momento. Graciosamente se deja caer de su posadero y caza con delicadeza el guante. No se si cebar o darle señuelo, me decido por lo segundo. Mientras Antonio sostiene el gavilán en el puño me retiro situándome a unos 60 metros, volteo el señuelo y el gavilán sin pensarlo vuela en su busca. Como en ocasiones anteriores, arrastrándolo a su entrada. Aseguro la lonja al señuelo y lo dejo que coma lo que quiera. Finalizada la ceba, lo cubro con la caperuza y lo dejo en su arco en el jardín. 8 de noviembre Peso: Mañana: 200 gramos Tarde: 190 gramos No se presentan complicaciones, vuela bien al guante. Gorda completa. 9 de noviembre Peso: 205 gramos. Aunque se encuentra alto de peso, entra bien al señuelo. Media gorda.


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10 de noviembre Peso: 200 gramos Vuelo al guante en el olivar; responde perfectamente. En toda la tarde solo hace un extraño. Tres cuartos de gorda. 11 de noviembre Peso: 195 gramos En un principio le da por titubear cuando lo llamo al guante, pero pasados unos minutos responde muy bien. Hoy ha volado por primera vez sin el lastre de la lonja y el tronillo. Tres cuartos de gorda. 12 de noviembre Peso: 200 gramos. Lo encuentro muy bien, a veces prefiere cuando lo llamo, cambiar repetidas veces de posadero antes de venir al guante. El problema más importante de solucionar en estos momento es el de “llevar a mano”. Los pasajeros sopesan con mucha facilidad. En las entradas al señuelo su cabezonería por arrastrarlo una y otra vez en un indicio de lo que podría suceder si en estos momentos matase a un pequeño pájaro. Voy por tanto a soltarle su primer “escape” (y espero que único), con idea de iniciarlo cuanto antes en la cacería. Preparo una paloma zurita a la que previamente he recortado los vuelos. La dejo suelta en el olivar y desencaperuzo. En principio ignora la traína, pero pasados unos segundos el balanceo de su cabeza me da a entender que la ha descubierto. Doy unos pasos en su dirección y la salida del gavilán se funde al unísono con mi grita. ¡Que maestría la que demuestra en el vuelo, la taba con ímpetu con una mano en la cabeza y la otra sujetando fuertemente a la zurita por la espalda! Me siento a su lado y la dejo desplumar a su antojo; descubro en sus ojos la intención de llevar a mano, así que remato a la paloma y el ofrezco media pechuga, la visión de la carne anula por completo su natural instinto de huir del ser humano y se concentra en la ceba. Lo halago con picadas. Gorda completa, arco y jardín. 13 de noviembre Peso: 205 gramos Tras la comilona de ayer el pájaro ha puesto 5 gramos. Lo vuelo en el olivar al guante, y sin intención por mi parte… surge un lance espontáneo; una curruca cabecinegra cruza de un olivo a otro por delante del gavilán, y este ni siquiera titubea. Salta como un relámpago tras la curruca con una sangre fría tremenda, burla su entrada y dejándose, cae literalmente por la espesa maraña de hojas, se cuela en una hueca del viejo tronco. Me alegro por la suerte de “la negrita” ya que posiblemente de haberla capturado hubiera “llevado a mano”. Termino cebando en vuelos al guante; media gorda. 14 de noviembre Peso: 195 gramos. Hace una tarde radiante, sin apenas viento y un sol estupendo. Nada más llegar al


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voladero desencaperuzo. El pájaro se encuentra muy atento, parece que ah retenido en su memoria el vuelo de la curuca del día anterior. Comienzo a andar, aunque de vez en cuando se debate buscando posaderos, se come con los ojos el campo. Desciendo por una vereda muy empinada y cruzo un pequeño arrollo lleno de cañaverales y zarzas viejas, querencia de zorzales.

El pájaro pega un tirón y lo dejo ir. Vuela paralelo al arrollo posándose al final de un recodo e la vara sobresaliente de un olivo. Cuando me acerco a recogerlo me recibe con tímidos “píos” como si se tratase de un niego imprentado. En principio me quedo un tanto sorprendido por “el cante del pasajero”; lo recojo y le doy una picada. Cruzo de nuevo el arrollo por pequeño un vado y cojo el filo el olivar con la campiña. Un mirlo rompe escandalosamente por mi derecha, el gavilán se arranca del guante tras su sombra; atraviesan una mancha espesa de cañas y los pierdo a ambos de vista. Cuando llego al otro lado me encuentro al gavilán posado tranquilamente en una zarza, del mirlo… ¡ni rastro! Lo recojo con una picada y la suerte, que desde un principio de la tarde no estuvo de mi parte, me hecha una mano. De mi misma cara sale un mochuelo. El gavilán salta del guante como una exhalación. El mochuelo realiza una finta preciosa que lo eleva por encima del olivar, pero el pasajero entrando de abajo a arriba lo arrolla sin piedad. Lo pasea 14 o 15 metro por una calle para terminar echándose al pie de un olivo. ¡No quepo en mi satisfacción! Me acerco al pájaro y le ayudo en la pelea. Lo cebo con paloma, haciéndole cortesía con el corazón y el higadillo y lo dejo comer a su antojo. Evidentemente, el largo mes de trabajo ha merecido con creces el tiempo perdido.

ALGUNOS CONSEJOS PRACTICOS •

Los pasajeros se pueden intentar adiestrar siempre y cuando tengan un buen carácter, en caso contrario no merece la pena.

Es muy importante conseguir el máximo de mansedumbre en el menor tiempo posible.

Los pasajeros normalmente tolera de mal grado en el cazadero la presencia de acompañantes.

Y por último, el que sopesen es una costumbre innata de estos sempiternos cazadores de pequeños pájaros, corregible en algunos especimenes. Es por tanto, conveniente volarlos con aylmeris, ya que en caso de que se pierdan tienen más posibilidades de sobrevivir libres en la naturaleza*

* EL gavilán está protegido en todo el territorio nacional, es deber pues , de todo cetrero al que llegue a sus manos un pasajero (como amante y protector de la naturaleza), ponerlo en libertad, concienciando en los ambientes rurales, del papel importante que desarrollan estas especies en el equilibrio ecológico.

La Caza “Otros cazan con azores las perdices al vuelo, y a éstos suelen Llamar de alforja cazadores del alforja, porque su fin es henchir la s alforjas de perdices”


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El resultado final de todo adiestramiento es la caza

El comentario de ten insigne escritor es, aparte de curioso, muy significativo. Covarrubias amonesta y denuncia de una forma clara y explicita en sus escritos el mal hacer de ciertos cazadores, que no buscaban en ese hermoso arte “la belleza de sus vuelos”, sino tratar de cobrar el máximo número de piezas posibles. ¡Qué hubiera llegado a pensar de llegar a conocer las armas automáticas actuales! Posiblemente los cazadores de alforjas le hubieran parecido una nimiedad. Pero ¡aún es más cazador el gavilán que el azor! Un pollo niego de gavilán metido en caza de pequeños pájaros a mediados de agosto puede perfectamente llegar a cobrar, sin ningún esfuerzo, la docena de piezas en media jornada de caza. Muchos aficionados pensarán que están ante un pájaro ideal para divertirse cazando, ¡nada más cierto!, pero un consejo que doy a todos los principiantes que quieran embarcarse en esta aventura es que el gavilán es un ave de un solo dueño, “el gavilanero” y no es que deba, sino que no puede compartir con otros pájaros. Llevado de otra forma solo ocasionará disgustos. Antiguamente se cazaba con gavilán una gran variedad de aves. La caza reina era la de la perdiz. Hay que tener en cuenta que la nobleza de aquella época, contaba con todo un equipo de auténticos profesionales dedicados en cuerpo y alma a este deporte, así como un inmenso coto de caza sin más lindes que las impuestas por la propia naturaleza. Bajo estas condiciones se comprende que surgieran pájaros excepcionales. La cetrería que se practica hoy en día es más sencilla, menos sofisticada. La mayoría de los cetreros de hoy en día no cuentan con los medios necesarios para llevar a cabo una cetrería medianamente aceptable. El gavilán abre nuevos horizontes para todos aquellos aficionados que, sintiendo correr por sus venas el veneno de este antiguo deporte, carecen de tiempo o de los medios necesarios para practicar una cetrería de alto standing.


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Introducción a la caza Podría introducir este capítulo diciendo simplemente que el gavilán, por las condiciones innatas que posee tan características, como la agresividad y la iniciativa propia, no necesita una introducción previa a la caza. Y de hecho es así para aquellas especies que denomino “naturales” como ocurre con las distintas aves insectívoras de matorral. Sin embargo, para poder capturar con éxito esas otras especies de aves distintas a las “naturales”, se necesita una introducción previa del gavilán en su caza. Voy a describir generalizando, ya que la teoría es común, una vez puesta en práctica, para casi todas las especies, la manera de introducir al gavilán en los diferentes tipos de vuelos o cacerías. El gavilán es de los pocos pájaros utilizados en la práctica de cetrería que no hay que “despertarlo” con presa vivas para que cace. Realmente eso es así, la mayoría de los gavilanes sale cazando solos, pero hay que saber sujetarlos. Un gavilán que haga muchas capturas sin técnica no vale para nada, no sirve, porque se perderá en pocos días. Qué duda cabe que el fin de este deporte es cazar, pero también lo es hacer pájaros duraderos.

Como bien he dicho muchas veces, los gavilanes cazan solos si tienen un buen maestro que lo dirija, y es así en realidad, y no de otra forma como se deba cazar con gavilán. Bajo la dirección de su maestro y


nunca a su libre albedrío.

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Esto, como es natural, solo se consigue con técnica. Hay cuatro metas a conseguir cuando el gavilán comienza a cobrar sus primeras piezas en el campo, y son: -

Mantener siempre viva la fe en el guante Hacerle entender la inutilidad de su tendencia natural de “llevar a mano”. Enseñarlo a aguantar en las heridas Y dominar la presa una vez que aprende a esperarnos en la herida

LA FE EN EL GUANTE El guante a los ojos del gavilán lo hemos de desdoblar, consiguiendo así una doble funcionalidad. El guante debe ser el halago, la cortesía y la única forma de saciar el hambre al mismo tiempo que se convierte en la más cómoda atalaya y el mejor de los posaderos. La manera en que hagamos uso del guante es de una importancia tan grande que de ello depende todo el éxito de la dirección de la caza. Hemos inculcado en su mente el condicionamiento del premio o la gratificación cada vez que se le llama y acude al guante. Por otra parte el gavilán sabe que tras el esfuerzo de un número determinado de vuelos llega la máxima recompensa ¡el fin de su hambre!, una ceba completa. El momento en que por primera vez el gavilán hace presa es de una importancia definitiva en su futuro comportamiento, (el pájaro ha descubierto una nueva forma de saciar su apetito: la cacería). Con la caza, el gavilán termina descubriendo que existe una forma natural de calmar su hambre, distinta a la que hasta el momento era el único modo de subsistencia, el guante. De cómo actuemos en las primeras capturas dependerá de hacer un pájaro mediocre o bueno. A tal efecto es conveniente cumplir las siguientes normas: •

Que el terreno cumpla las condiciones específicas No se puede predecir con exactitud, a veces ni siquiera el día, en que el gavilán va a realizar su primera captura, pero si podemos escoger el tipo de terreno en que queremos que se produzca la primicia. Como lo más importante cuando cace pro primera vez es que no vuele transportando la pieza a un lugar inaccesible (generalmente sopesan a un árbol), procuraremos que el lugar elegido para hincar el pollo a la caza sea llano, con arbustos diseminados que favorezcan las heridas, y carente de árboles. Este tipo de terreno favorecerá el acercamiento al gavilán tras la captura y evitará que lleve a mano. La recuperación del pájaro nos asegura una ceba en condiciones sobre el guante.

Que todos los tipos de ceba que reciba bien en el jardín bien durante las jornadas de caza sean sobre el guante. A partir del instante que introduzcamos al gavilán en la caza, comerá siempre sobre el guante, y al decir esto, me estoy refiriendo al proceso que implique o dé a entender “que puede llagar a comer”. Cortesías, halagos, desplumes y por supuesto la ceba se llevará a cabo en el guante y nunca sobre el terreno. Es curioso, pero este proceder, a la larga, crea una predisposición en los gavilanes, de indecisión a no comer en el suelo. Es muy importante, por tanto, cada vez que cebamos en una pieza recién capturada, hacerlo sobre el guante, manteniendo así viva la fe y el interés sobre el mismo. Los gavilanes son tan despiertos y tan listos que una vez introducidos en la caza basta un par de docenas de capturas para que aprendan a diferenciar entre guante-atalaya sin gratificación alguna (al que sabe que ha de subir simplemente porque ha de dominar en altura las posibles


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salidas de la presa en la herida, y guante-presa, donde al acudir al toque de silbato recibe la correspondiente cortesía).

LLEVAR A MANO, BLOQUEAR EN LA HERIDA Y DOMINIO DE LA PRESA La problemática de estas tres conductas naturales están íntimamente ligadas entre si. Tanto el llevar a mano, como saber aguantar en la herida, así como dominar la presa una vez que amaga tras la persecución, no son ardiles que el halconero enseñe al gavilán ( puesto que se trata de funciones intrínsecas del ave que tarde o temprano salen al exterior), sino que del buen hacer del gavilanero dependerá corregir, tratando de anular en el caso concreto de “llevar a mano” toda iniciativa de sopesar evitando que llegue a convertirse en un vicio, y reafirmar acciones positivas y de gran utilidad en la caza


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como son el saber aguantar en la herida y el dominio de la presa una vez que se produce el bloqueo inicial.

Cuando el pollo de gavilán pasa de la indiferencia en el campo a realizar los primeros ataques y persecuciones, es muy frecuente que se produzcan bloqueos involuntarios. Hay que saber aprovechar tales circunstancias. Viene a mi memoria los primeros vuelos a los buitrones de un bonito torzuelo de gavilán de cola larga y ojos avispados. Los lances, así como los fracasos se sucedían uno tras otro, vuelos llenos de ímpetu pero faltos de sabiduría. El pájaro abandona a veces la persecución y otras, después de un corto vuelo, no aguarda en la herida mi llegada. Pero el poder que tienen los gavilanes de asimilar errores y corregirlos sobre la marcha es enorme, y cayendo la tarde, tras un vuelo endemoniado, logró bloquear a un buitrón en una herida apretada, dándome la oportunidad de recogerlo y dirigir el lance. El pajarillo, totalmente azorado, se arrancó prácticamente de mis pies y el gavilán solo tuvo que dejarse caer del guante para acuchillarlo en un vuelo de menos de dos metros. Cuando se desarrolla un lance de las características que se ha descrito hay que tener en cuenta toda una serie de normas, por ejemplo: •

Si se produce el bloqueo de la pieza en la herida (esto es esencial), deberemos acercarnos en silencia, haciendo el menor ruido posible, y procurando que nuestra sombra no se proyecte sobre el lugar donde se encuentra la pieza oculta. De esta manera aumentaremos las posibilidades que no se rompa el boqueo antes de lo deseado.

Es imprescindible entrar andando el la misma dirección y sentido que lo hizo el gavilán, y nunca al contrario (normalmente suele estar en el suelo, pendiente de la rendija por donde se coló el pajarillo en su huida). Aunque en los comienzos se nos escurran algunas piezas por el lado contrario, no debemos desmoralizarnos y seguir insistiendo, talla que es la única forma de hacer ver al gavilán que la caza es un trabajo en equipo y que nuestra ayuda es absolutamente necesaria.

Una vez en la herida lo recogeremos en el guante, levantándolo por encima de nuestra cabeza. De forma que domine todas las posibilidades de salida de la presunta presa. En los comienzos es necesario para inculcar un reflejo a saltar del guante cuando se lo mostremos, alargarlo con una pequeña picada. Una vez que ya está cazando busca el guante sin necesidad de cortesía.

Dominada la situación, batiremos la herida desalojando de su interior la pieza oculta.

Siempre que el gavilán cobre una pieza, y en especial en los primeros vuelos, es conveniente, para evitar que el gavilán lleva a mano, tener en cuenta los siguientes consejos •

Cada vez que realice una captura le entraremos por delante, es decir, por su cara, mostrándole el guante con algún otra presa o simplemente con aun trozo de carne, de forma que despertemos su codicia y no huya de nosotros. A la larga terminaran saltando con la pieza recién capturada, al guante cuando se lo acercamos. (La acción de saltar al guante con la presa, aunque para muchos lectores les puede parecer extraño, es muy normal, y se da frecuentemente en los pollos niegos improntados) En caso de llevar a mano pueden ocurrir dos cosas. Una, que vuele a una veintena de metros y se deje caer de nuevo en el suelo. Este comportamiento carece de importancia ya que en un segundo vuelo se deja siempre coger. Y dos, que vele trasportando la pieza a un lugar que sea inaccesible para nosotros. Normalmente, cuando me ocurre un caso de estos, suelo usar un truco que me ha dado siempre muy buenos resultados: Siempre que salgo al campo con un pollo al que estoy iniciando en la caza, llevo conmigo un


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par de codornices de granja, y si surge el imprevisto que después de la captura el gavilán lleve a mano arrastrando la presa a un árbol de gran altura, fuera de mi alcance, llevo a la practica lo que voy a explicar a continuación.

Los gavilanes cuando sopesan llevando a mano a un árbol, tardan bastante en comer ya que la simple acción de desplumar y descuartizar en una rama con prisas, le resulta de lo más incómodo, lo que nos da un margen más que suficiente para localizarlo intentar recuperarlo antes de que coman. Localizado el gavilán y en cuanto noto que comienza a arrancar plumas ¡lanzo con fuerza una de las codornices hacia arriba! La reacción normal del niego es atacarla, abandonando la presa capturada. Una vez en el suelo, se le saca la codorniz con un trozo de carne y se le da de comer sobre el guante de la pieza que cobró. Este método me ha dado excelentes resultados con algunos gavilanes. Recuerdo especialmente el caso de una prima niega de nombre “Tamara”, que siempre que liaba en el aire algún pajarillo, volara con él hasta la copas de un bosque de eucaliptos cercano. La eficacia de la suelta de codornices la demuestra el hecho de que al tercer intento de haber llevado a mano, habiendo sido recuperada en anteriores ocasiones de la forma descrita, el gavilán descendía con su presa a mi guante. El intercambio de presa de poca carne y muerta, por otra viva que la triplica en peso, es un trueque que aplaca de una sola vez su hambre, supliendo el esfuerzo y el desgaste de energía que supone el tener que cazar varias presas pequeñas para alcanzar el mismo fin. Para determinados vuelos como el mirlo, la codorniz, la perdiz o la urraca, los escapes a una previa introducción son necesarios. Conforme vallamos llegando a estos vuelos en sus respectivos capítulos, describiré la forma de cómo se ha de introducir al gavilán en cada cacería en concreto. Ver al gavilán en justa compenetración con su maestro, aguantando en las heridas, bloqueando a sus presas a distancias inverosímiles, buscando mecánicamente el guante, tratando de dominar en altura mientras su mirada felina busca entre los oscuros pastos algún movimiento que delate a la pieza escondida, es un espectáculo digno de admirar y difícil de olvidar. La caza con gavilán al puño es de una belleza indescriptible. ¡Pobre de aquel que lo contemple alguna vez en su vida!, porque la magia de su hechizo lo subyugará para siempre.


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Granja de aves de presa, bocetos históricos La reproducción en cautividad de aves de presa es un fenómeno relativamente reciente. Hasta hace algunos años era impensable criar en rapaces cautivas. Fue la afición desmedida del gremio “cetrero”, en primera instancia como inquietud que se generó a primeros de siglo entre la inmensa mayoría de los practicantes de este deporte, la que logró reproducir sus propios halcones adiestrados para la cetrería, a fin de no perder las líneas genéticas de grandes y excepcionales cazadores y salvando especies con la posterior reintroducción en la naturaleza de aquellas rapaces reproducidas que se encontraban en periodo de extinción. Círculos científicos y muchos sectores proteccionistas repudiaban con incredulidad los rumores de reproducción en zoológicos de grandes rapaces. Tuvieron que ser los cetreros, en su continuo trato con las aves nobles, quienes se percataran de los deseos y facilidad para la reproducción que demostraban los halcones y azores cautivos a la llegada de la primavera. Ya el los tratados de cetrería legados de los grandes maestros de la Edad Media, se hacia referencia a la facilidad que tenían las aves de presa para ovar, valga como ejemplo el siguiente texto fechado en 1556: “ Y es tanta la fuerza que la naturaleza muestra en esta cosa, que verás que en este tiempo, así los azores como los halcones u otras aves de caza, con el grande deseo que tienen de ayuntarse y engendrar, olvidan la doctrina y el enseñamiento que tomaron de los cazadores, que se van y pierden, o ya que no se vayan y remonten, andan tan locos que no vuelan como solían, y lo que es peor y más peligroso es que si en aquel tiempo no le dan remedio ni medicinas para que pierdan aquel intenso apetito y deseo que la naturaleza les llama, a las primas, que son las hembras, se les engendran huevos, y los torzuelos, que son los machos, acude mucha simiente”. De este modo los remedios que se debían poner en practica para acortarles el proceso del celo, permitía alargar la temporada de caza casi hasta los albores del estío, sin mermas que obstaculizaran los reflejos condicionados del adiestramiento ni las extraordinarias cualidades físicas de los halcones más sobresalientes. Mosén Juan Vallés en su libro de cetrería describe con incomparable maestría y delicadeza la primera biología del azor de la que se tiene constancia; sirva de referencia el propio texto: “ Y lo primero que hacen es atravesar dos palos en cruz y sobre aquella cruz hacen el nido, haciendo el suelo como el suelo de un cesto, haciendo cada día un poco de él y hasta que el azor quiere poner sus huevos siempre tiene aquel suelo del nido claro sin cerrar, u queriéndolo poner acaba de cerrarlo de manera que luego se viere al suelo del nido cerrado se puede tener por cierto que ha comenzado a poner los huevos haciéndolo de tres en tres días. Después que el torzuelo viene de caza, festeja y enamora a la prima y la toma cuarenta o cincuenta veces al día con la misma prisa y calor que lo hace el gorrión”

Y realmente esta es la base del éxito de la reproducción en cautividad, ¡la observación y conocimiento del comportamiento real de la especie que se quiere reproducir en su estado natural! + Todo comenzó en el año 1945, Renz Waller, prestigioso halconero alemán, llevaba a cabo la primera reproducción del halcón peregrino que nación de forma natural en el interior de una cámara de cría. La noticia del nacimiento de Ritano dio la vuelta al mundo. Su vida, descrita minuciosamente en el


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boletín Deutscher Falkernorden, alentó e inicio a posteriores halconeros en la cría en cautividad de aves nobles, convirtiéndose con el paso del tiempo en la única posibilidad que han llegado a tener y tienen muchas aves de presa de perpetuar su existencia.

La casi completa aniquilación del halcón peregrino de los patos (Falco peregrinus anatum), como consecuencia del uso indiscriminado del DDT en la agricultura de los años cincuenta y sesenta. Hizo que el gobierno federal pusiese en manos de expertos los medios necesarios para la reproducción de esta especie En 1970 se creó la fundación para la conservación del peregrino, dirigida por el prestigioso halconero Ton Cade, profesor de ornitología de la universidad de Cornell, creándose dos núcleos aislados entres sí, uno con base en New York y otro en la universidad de Santa Cruz en California. En los últimos 20 años se han sacado adelante en estos centros aproximadamente unos 3.500 halcones peregrinos, 3.000 de los cuales han sido reintroducidos (bien en tajos naturales, bien en edificios urbanos)en 28 estados americanos, poniendo de manifiesto la importancia de la cría en cautividad y la cetrería en el mundo. Ejemplos parecidos y de igual importancia son los acaecidos con el cernícalo de las islas Mauricio (Falco punctatus) y el condor de California (Gimmogips californianus). En 1960 el cernícalo de Mauricio (Falco punctatus) pasó por uno de los momentos más dramáticos de su existencia. La contabilización total de la especie, llevada acabo en su habitad natural por un experto, dio como resultado la catastrófica cifra de 10 parejas adultas. No cabía duda de que había que hacer algo a favor de esta pequeña ave de presa para que evitar que pasase a engrosar la lista negra de especies extinguidas por el hombre en los últimos 100 años. La isla Mauricio, de origen volcánico, posee aproximadamente 1.865 km2 de superficie. Antaño,


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una gran masa forestal la cubría casi por completo. Se sabe que a la llegada del hombre en el año 1638 existían once especies endémicas de la cuales tres desaparecieron en poco tiempo.

En esa época se calcularon entre 264 y 328 parejas nidificantes de cernícalos. En total el número de especimenes rozaba el millar. En 1861 se habla por primera vez de los riesgos de extinción de la especie. En 1950 ver volar a uno de esos halcones resultaba muy raro. En 1960 se calculó que quedaban en la isla de seis a diez parejas. Paralelamente en Estados Unidos se iniciaban los primeros escarceos de cría en cautiverio con éxito, por lo que Tom Cade mandó a la isla a su colaborador y ayudante, el señor Willoughby, verdadera autoridad en la cría de cernícalos americanos, con el fin de realizar un estudio sobre el terreno del problema de estos. El resultado fue desastroso; el cernícalo se encontraba al borde mismo de la extinción. En 1973 solo se tiene constancia de la existencia de siete parejas y se calcula que el número de ejemplares aislado es de nueve. A pesar de las opiniones airadas de grupos ecologistas que se oponen al proyecto desarrollado por Cade, finalmente impera la lógica y su propuesta se pone en práctica trampeando a una pareja adulta, con la mala fortuna que la hembra muere y hay que realizar una nueva captura. Al año siguiente, es decir 1974, solo se controlan dos parejas en libertad, la primera realiza la puesta en un árbol y es depredada por monos macacos, la segunda nidifica en una roca y saca a delante sus tres pollos. A partir de este momento y en el transcurso de seis años, los recuento dan a creer que el número de individuos en libertad ha ascendido a quince ejemplares y, efectivamente, se produce un incremento de la población libre. Hay dos parejas anidando en rocas y su situación ofrece ciertas garantías frente a la acción depredadora de los macacos. Simultáneamente, solo se han conseguido seis ejemplares de las aves cautivas (desde 1973 hasta 1979, por problemas fundamentalmente consanguíneos, de 28 huevos únicamente sale un pollo). En 1985 la Fundación del Peregrino es objeto de una fuerte crítica por parte de las asociaciones ecologistas, a efectos que este mismo año Carl Jones de Gales realiza la extracción de un huevo de cada nido libre y lo introduce en las parejas nidificantes cautivas; de


esta forma se aseguraron cinco nuevos especimenes.

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En 1986 existen seis parejas cautivas en la misma isla, produciendo una media de 16 pollos por temporada. Se traslada algunos ejemplares a Estados Unidos, creándose así dos núcleos cautivos independientes. En 1987 Nick Fox, Cetrero británico mundialmente conocido por sus trabajos con halcones en Nueva Zelanda, localiza nueve mudas en la isla, contabilizando alrededor de cuarenta parejas libres. En la actualidad Tom Cade produce con gran éxito cernícalos de Mauricio en el centro creado para especies en extinción, en Idaho. El pequeño halcón se encuentra actualmente fuera de peligro. Un ejemplo similar y otro éxito del desarrollo de la prácticas cetreras es el ocurrido con el cóndor de California. Los cadáveres de grandes mamíferos, base alimenticia de estos singulares buitres, restos de cacerías en su mayoría, produjeron una gran mortandad por envenenamiento por plomo en la especie. Así mismo la alteración del habitad, los grandes tendidos eléctricos y la caza furtiva, entre muchas otras cosas, llevaron la cóndor al borde mismo de la extinción. La historia del cóndor, continuamente salpicada de sinsabores, hasta el logro del primer ejemplar cautivo, se convirtió en un drama de carácter novelesco que despertó el interés y la atención del pueblo norteamericano. Actualmente toda la población existente permanece cautiva. La supervivencia de la especie a corto plazo depende de la reproducción en cautividad. Mediante técnicas cetreras llevadas a cabo por la nobleza de la Alta Edad Media en sus castillos, se reintrodujeron los halcones peregrinos en toda Norteamérica. De forma idéntica se está intentando la reintroducción del pigardo de cola blanca en Escocia. Hoy por hoy en Inglaterra se crían el todo tipo de aves de presa, diurnas, nocturnas, originarias de todos los puntos del orbe. Desde el impresionante condor de los andes pasando por toda la gama de pequeños y grandes halcones, azores gavilanes y águilas en todas variedades y especies, se reproducen en centros dedicados a la difusión de la practica de al cetrería. A finales de los ochenta, la Asociación de Criadores de Aves de Pesa Norteamericana comunico la existencia de 236 criadores registrados en sus archivos con más de 1600 aves de presa de 13 especies diferentes, incluyendo diversas variedades de híbridos. Esta noticia no es de extrañar, ya que se tenía la constancia por un censo realizado en 1982 que más de la mitad de los grandes halcones empleados en cetrería había sido criada por halconeros en cautividad. Las técnicas desarrolladas mediante extracción de semen e inseminación artificial han logrado grandes producciones de híbridos, en su mayoría halcones, excelentes por su resistencia y valentía para la practica


del deporte de la cetrería.

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Por tanto, gracias a la documentación de cría desarrollada por los cetreros, se ha evitado la extinción de diferentes especies, asegurado su continuidad. Mediante esta mismas técnicas se han logrado reintroducciones con éxito de ejemplares cautivos en su medio natural. Se ha hecho una realidad el no tener que depender de las poblaciones naturales autóctonas de cada país para poder que practicar tan noble y loable deporte. Se han puesto a la disposición de los diferentes gobiernos y autoridades locales, los medios para utilizar las aves de presa criadas en cautiverio, en trabajos de utilidad social, como es el caso de los cetreros que vuelan sus halcones en las pistas de los aeropuertos nacionales de todo el mundo, velando por la seguridad de los mismos. Se han logrado desvelar misterios de la biología de las rapaces que se desconocían hasta el momento, como puede ser la exactitud de los periodos de incubación de las distintas especies reproducidas. La introducción del azor en las Islas Británicas y la expansión que ha sufrido la especie ha sido tan notable que en países como Alemania y Austria, se han considerado la posibilidad de sean cazados con armas de fuego durante los periodos de no-vedas. Rompamos pues, una lanza a favor de los cetreros, puesto que si ser ecologista es respetar la naturaleza y trata de mantenerla viva y pura, no hay nada más ecologista que la propia cetrería. Reconozcamos de una vez por todas, que aparte de ser la modalidad cinegética más natural que existe en el mundo y una tradición milenaria, cultura viva de pueblos y naciones, ha dado nombres de genialidad sin límites, como es el caso de Konrad Lorenz, padre de la etología moderna, Ian Newton, escritor y científico de fama internacional, o el mismo Felix Rodríguez de la fuente que tanto hiciera por la naturaleza en España. Gracias al esfuerzo de biólogos, gobernantes, y en especial a los conocimientos y constancia de los cetreros, la cría en cautividad de aves de presa es en el siglo XX toda una realidad.


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Cría en cautividad del gavilán

Diferentes momentos de la puesta y nacimiento en cautividad de pollos de gavilán (Paterna del Campo, Huelva)

Existen aves de presa que por su carácter bonachona tranquilo se puedan reproducir en aviarios abiertos. Por el contrario, los accipiteres por su forma de ser tan arisca y esa agresividad latente en todos sus poros, necesitan mudas que los aíslen del mundo exterior y que posean unas características y diseños especiales que salvaguarden a los torzuelos de la ira y furor que muestran las grandes primas durante las paradas nupciales. Cuando decidí reproducir gavilanes en cautiverio sabía, o mejo dicho, tenía cierta idea de la agresividad que desarrollaban las primas durante ciertos periodos del celo. Así que cuando diseñé la instalación de cría pensé que acotando un gran volumen de espacio (las medidas fueron 6m x 4m x 3,50m de altura) sería innecesario introducir cortes trasversales o dobles paredes laterales que salvaguardaran al torzuelo en caso de que fuera atacado por la prima. Gracias a Dios, el salvavidas del mismo, esa primavera y las siguientes, fueron las copas de dos pinos piñoneros que crecían en el interior de la muda. He pasado infinidad de horas frente al cristal de espejo de la mirilla de mis gavilanes, observando sus reacciones en las distintas épocas de año. He presenciado sus paradas nupciales, apareamientos, he sido testigo de la completa construcción de sus nidos, y e visto, angustiado, la eclosión de sus huevos. Todo ello me ha enseñado, independientemente de los problemas y sinsabores que surgen al lo largo de la temporada, a respetar, aun más si cabe, a estos pequeños duendes forestales de ojos encendidos y ademanes felinos. Por ello voy a tratar, según mi propia experiencia, a dar algunos consejos prácticos a futuros criadores. Como ya he dicho anteriormente, la cámara de cría debe ser cerrada al exterior. Su orientación debe admitir un mínimo de cuatro horas de sol diarias, y su suelo debe permitir el desarrollo de árboles que den sombra en verano y soporten en sus ramas la construcción del nido y al mismo tiempo, posibilitar al torzuelo, en caso de necesidad, un amparo ante los ataques de la prima. Muy importante es la ubicación de grandes ramas laterales, engarzadas de pared a pared y situadas horizontalmente a la superficie del terreo, a diferentes alturas, que faciliten las cópulas. Y tratándose de gavilanes, es imprescindible la presencia en la muda de un baño de agua fresca. Un ambiente humedo en los meses de estío intuirán a la hembra a ovar con más facilidad. Es bastante importante la edad de los progenirore,. Según mi estperiencia eel torzuelo deberá tener siempre una muda más que la prima e introducirse en la cámara de cria un mes antes que su pareja consorte, de manera que marque las lindes y se anexione el territorio. Esto determinará un amplio margen de posibilidades u n posible dominio y un incremento de autoridad en el primer año de vida conjunta del torzuelo y la prima, lo que evitré en los momentos cruciales un posible ataque de esta última. Lo ideal es


que el torzuelo tenga una sola muda y que la prima sea un pollo del año.

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Pero en esencia, la estabilidad de la pareja dependerá de al alimentación; cantidad y calidad seran dos premisas importantísimas a tener en cuanta mientras permanezacan juntos en la misma muda, requisitos que potenciará la formación de parejas perdurables. Paradas nupciales

Comparando entre las paradas que tienen lugar en el interior de una muda de cria y las que tienen lugar en la “libre naturaleza”, existe una diferencia primordial, “ El espacio”. ¿Realmente los gavilanes cautivos que han nacido en una cámara y desconocen la libertad, no saben lo que significa un vuelo nupcial? El apareamiento y toda la parafernalia de cortejos que anteceden a este acto es una información puramente genética, y aun cautivos, los gavilanes tienen la necesidad de exteriorizar estas pautas. Analicemos, pues, la conducta de una pareja normal de gavilanes en plena naturaleza, y comparemos lo que va a ser el reflejo de la misma dentro de cuatro paredes. En primer lugar, la pareja libre no permanece junta durante todo el año, ya que una vez que termina el periodo de cría, y aunque conviven en el mismo territorio de caza, cada cual hace su vida independiente del otro. Este pequeño contratiempo, por llamarlo de alguna manera, se podría solucionar en las parejas cautivas, contrayendo mudas dobles, y separando a ambos cónyuges una vez que finaliza el periodo reproductor. Pero realmente, no es éste un obstáculo importante en el complejo proceso de cría en cautividad, puesto que la prima, durante el periodo reproductivo resulta inofensiva y en condiciones normales solo desarrolla agresividad en los pre-vuelos nupciales. Y en esta fase es donde radica todo el misterio para logra un reproducción con éxito. En la naturaleza existe un preámbulo a los vuelos nupciales por parte del torzuelo consistente única y exclusivamente en cebar a la prima. Cuando el delicado torzuelo caza, y esa presa la ofrece a su pareja en los inicios del apareamiento, tiene un miedo tremendo, (sabe que puede ser capturado y devorado por la aún agresiva fémina). Las entregas se producen en pleno vuelo, donde el torzeuelo, más que entregar, arroja al espacio su presente, huyendo despavorido. Esta conducta, que dura aproximadamente dos o tres semanas, decrece en relación directa a la agresividad de la prima. A medida que pasan los días, el hambre pierde el deseo de matar, se encuentra sobrealimentada por las cebas continuas del torzuelo y este adquiera la suficiente entereza y confianza en sí mismo para acercarse poco a poco, hasta su pareja. Finalmente la entrega de presentes se intercambia en una rama, donde el torzuelo deja prácticamente que la prima, al acudir en busca de su ofrenda, loe toque las manos. A partir de este momento se producen las cópulas esporádicas y la futura “señora de la de casa” se vuelve delicada, sumida y nada irascible. Es el llegar a esta medida de no-agresividad, cuando el torzuelo iniciará la construcción de


la muda; lugar que habrá sido antes determinado por la prima.

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En esta fase que acabo de describir de “amoldación o tolerancia”, cuyo periodo bien a durar entre siete y quince días, es la más difícil de superar dentro de una cámara de cría, indistintamente de que se trate de una muda doble o sencilla. Cuando me iniciaba en la cría y llegaba ese momento que denominaba “ de ataques sin sentido”, me pasaba días enteros pegado a la mirilla del cristal de espejo, espiando el comportamiento de mis gavilanes y en continua tensión ante la impotencia que sentía cada vez que la robusta prima hacía presa en el desafortunado torzuelo. Me preguntaba una y otra vez la razón de estos ataques, ya que a mi parecer, la prima no pasaba hambre. Sabía que en la naturaleza cuando se producen una de estas agresiones, el torzuelo, mucho más hábil y rápido que la prima, esquivaba y desembarazaba de ella con gran facilidad entre la floresta del bosque. Por otra parte, y según mis observaciones, siempre que fui testigo del acercamiento a la prima por parte del torzuelo, se realizaba una entrega de presente. La solución la tenía delante de mis narices y no me daba cuenta. En mi inexperiencia como criador, pero gracia a mis conocimientos como cetrero, sabía que tres gorriones diarios para un torzuelo y cuatro para la prima, por demasía sobrealimentados, era más que suficiente para calmarles el hambre, (e incluso para que adquirieran algo se saín o gras). Si por añadidura, al darles de comer cada mañana, veía que tiraban desganados de la pluma y desechaban la presa una tras otra con solo algunas picadas, estaba clarísimo que se encontraban inapetentes. Para mí, por tanto, no tenía sentido semejante agresividad en la prima. Mas mi lógica humana no tenia nada que ver con el comportamiento innato de la especie que intentaba reproducir. Mis continuas observaciones y mi constancia me hicieron entender las pautas que regían esa agresividad. No era una cuestión de hambre, sino una conducta natural heredada de padres a hijos y en los genes de todos los gavilanes del mundo. ¿Como podría apaciguar, pues, la agresividad de mi prima? La cuestión resultó más sencilla de lo que yo me esperaba. Una mañana mientras observaba mis gavilanes en el interior de la muda, comprobé como la prima permanecía impasible ante los seis gorriones muertos que acababa de introducir por la tronera de alimentación de la cámara. De pronto, el torzuelo distendió sus alas, se estiró con un gracioso balanceo de cabeza y atrapó uno de los gorriones de la plataforma de alimentación, lo que despertó inmediatamente la atención de la prima. El torzuelo daba vueltas y más vueltas como loco alrededor de la muda con el gorrión asido entre sus manos emitiendo un suave “tric, tric, tric”, que a mí me sonaba a pánico y terror contenido ante lo que se avecinaba. La prima lo seguía con la vista y realizó un primer amago de ataque, más el torzuelo, al sentir a su consorte pegada a la cola, soltó la presa, que limpiamente pasó de unas manos a otras. La prima, con vuelo elástico y algo indolente, tomó como posadero una ancha rama de alcornoque, donde desplumó durante un breve espacio de tiempo, dio algunas picadas con desgana y dejó caer la presa al suelo de la muda. La operación se repitió por igual a intervalos de unos treinta minutos con los otros cinco gorriones a lo largo de la mañana. En cuanto se acabaron las presas intactas, lo que equivaldría en el medio natural a presas recién capturadas y aportadas en las inmediaciones de la zona de cría por el torzuelo, comenzaron los ataques de la prima al torzuelo. Y entonces ¡vi la luz! La prima no quería regalos que ya habían sido usados, es decir, no le valían los cuerpos a medio comer o incluso casi enteros que se encontraban diseminados por toda la muda, y que habían sido probados, ¡necesitaba nueva ofrendas, nuevos obsequios!, pero el pobre torzuelo no sabía como ni donde conseguirlos.


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Abrí la tronera y dejé caer en el interior de la cámara media docena de frescos y gordos gorriones, e inmediatamente cesaron los ataques, repitiéndose a lo largo de la tarde las mismas pautas de comportamiento que se habían desarrollado por la mañana. A partir de este momento no hubo más problemas. Tres cebas de cinco presas a lo largo del día y cesaron los atropellos de la agresiva prima. Diecisiete días duraron este tipo de manifestaciones, al cabo de los cuales el torzuelo inició la construcción de nido.

Nidificación

Una vez que la prima de gavilán queda “clueca” se muestra muy agresiva si se entra en la muda de cría. La foto corresponde a una de las gavilanas del autor que reprodujo esta especie por primera vez en el año 1992 (proyecto de cría Las ….men- Andalucía)

Son la ocho en punto de la mañana. Los últimos días del mes de mayo anuncian la entrada de un verano realmente caluroso. En la cámara de cría reina la tranquilidad. De pronto el trozuelo se activa, vuela a una rama seca de chaparro que sobresale de un grueso tronco de pino y llama a la prima con un suave titeo de garganta “ti,ti,ti,ti,ti,ti,…. ti,ti,ti,ti,ti,”. La prima, situada en una esquina de la muda, observa sin demostrar el más mínimo interés. El torzuelo titea de nuevo y, con vuelo “temblón” de galanteo, que recuerdan al de los chamarines cuando entran en celo, sale a su encuentro. Se sitúa a la derecha, titeando a intervalos de aproximadamente de3 un minuto, y de improviso, con una apatía que asombra, la hembra se inclina hacia adelante solo unas décimas de su postura inicial, en un movimiento casi imperceptible, detalle que no pasa desapercibido a los ojos del torzuelo y que lo incita a volar sobre ella. Se cierna como un cernícalo, a escasos centímetros de su espalda, durante unos segundos, para finalmente afianzarse en su dorso con delicadeza y copular. Esta escena que acabo de describir se repite a lo largo de la semana un mínimo de dos veces al día. Y con las primeras cópulas, el torzuelo inicia la construcción de la muda en solitario. En mi opinión existen tres fases bien diferenciadas en la construcción de la muda: •

Primera

La prima, en sus constantes idas y venidas en su posadero fijo de la foresta, indica al torzuelo el lugar donde desea que se sitúe la muda.

Segunda


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En esta segunda fase el torzuelo inicia la muda y la deja prácticamente terminada a excepción del tapiz interior. La construcción es rápida. Tres o cuatro días a lo sumo son suficientes para tener el nido medianamente en condiciones. Mas si se observa con detenimiento la parte inferior, dará la sensación de que se trasparenta, y realmente es así. Es este estado de semi abandono permanecerá la muda cerca de dos semanas. Un mes antes de la entrada del celo de los gavilanes, aproximadamente a principios de abril, hay que introducir en la cámara el material necesario para que el torzuelo, en su momento, pueda construir con relativa facilidad la muda. Ramas secas y limpias de pino de distinto grosor, cuyas longitudes deben oscilar entre quince u cincuenta centímetros de largo, serán depositadas sobre el suelo de la cámara en cantidad suficiente para construir un par de mudas. El gavilán es muy escrupuloso a la hora de elegir el material de construcción, y desechan muchas ramas que a nosotros nos pueden parecer adecuadas para el nido; en este sentido, cuando suministremos la leña, será mejor pacer por exceso que por defecto.

A diferencia de los azores, los gavilanes no recubren el interior del nido de ningún tipo de piñocha ni de ningún otro tipo de brotes vegetales tiernos, sino que simplemente tapizan el suelo de “la cama” con ramitas secas de poco grosor. Este último de material se coloca en haces en las distintas esquinas de la cámara y parte del mismo se extenderá por el suelo. •

Tercera La prima visitará con asiduidad la muda y el torzuelo iniciará el revestimiento interior. Es curioso el proceso de construcción de la cama. El torzuelo después de ese largo periodo inactivo de casi quince días, parece que presiente la necesidad de ovar de la prima y comienza a tapizar el cuenco. Pero como todos los machos, no tiene sentido de la estética y el orden, y es únicamente entonces cuando interviene la prima, ayudando y dando los retoques finales. El torzuelo, muy activo, vuela una y otra vez del suelo a la plataforma del nido transportando pequeñas varitas de leña en el pico, para, a continuación con suaves titeos, colocarlo de forma algo descuidada en su interior. En cuanto el torzuelo abandona la muda, la prima ocupa su lugar, con extremada delicadeza apoya los tarsos en el interior de la estructura y se hecha “zapateando y arañando” con las manos, pecho y bajo vientre sobre lo que será la cama de sustentación de sus futuros huevos. De esta forma tritura los pequeños palos y lleva a su sitio aquellos que pinchan o que resultan incómodos. Alcanzada esta fase, la prima dejará oír de vez en cuando su voz en sus visitas a la muda, consistente en un titeo suave, similar al del torzuelo, solo que algo más ronco.

Puesta El inicio de la puesta lo marcan toda una serie de signos externos y fisiológicos en la anatomía de la prima, como son: el achinamiento e hinchazón de los ojos, la caída e hinchazón del bajo vientre y la apatía general hacia todo lo que le rodea, dando la sensación de que se encuentre enferma. Durante este estado, que puede durar incluso de dos o tres días, la prima no se mueve prácticamente del nido. La sintomatología descrita desaparece en cuento se realiza la puesta del primer huevo.


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1994

1995

PRIMERA PUESTA

PUESTA DE SUSTITUCION

PRIMERA PUESTA

PUESTA DE SUSTITUCION

Primer huevo 2 junio

Primer huevo 21 de junio

25 mayo

Se deja incubar

Num. Total de huevos: 5

Num. Total de huevos: 4

Num. Total de huevos: 5

En la primavera de 1992, mientras filmaba el video de las pautas de comportamiento que seguía en la nidificación de una de mis parejas de gavilanes, fui testigo de la puesta de este esperado primer huevo. Transcribo literalmente el diario de cría. Prima de dos mudas Procedencia PACAC (proyecto Andaluz de cría de aves de cetrería) Peso: 260 g Torzuelo de tres mudas Procedencia: Centro de cría del Sur de Inglaterra Peso: 140 g 11 de junio de 1992 11h 30 min. Después de un periodo de casi dos semanas de ataques violentos y continuos por parte de la prima el torzuelo, han entrado en una fase de entendimiento en el que las copulas y las carantoñas se suceden con bastante asiduidad. El torzuelo busca una y otra vez sobre el posadero de alcornoque el costado de al prima. Hay veces que la empuja con un suave titear de su pico. Estos contacto- caricias lo excita y lo incitan a volar alrededor de la cámara de cría, para finalmente, con un vuelo temblón de celo, subir hasta el nido, a compás de suaves titeos, se hecha sobre el cuenco ya forrado y araña con las patas el interior del mismo. Este comportamiento despierta y atrae la atención de la prima, que como fascinada, vuela hasta el borde del nido. Los movimientos de ambos, casi mecánicos, son casi siempre los mismos. EL torzuelo, nada más que la prima entra en contacto con la plataforma del nido, con ademanes felinos, la abandona por el lado contrario. La prima, entonces, con un delicadeza impresionante, se desplaza hasta el cuenco y se hecha, emitiendo el característico titeo de la especie (ti,ti, ti,ti… ti,ti,ti,ti,ti), mientras que con los tarsos y garras no deja de arañar y amoldar su interior. Estas pautas se repiten una u otra vez de idéntica manera a lo largo de un periodo de cinco o seis días, siendo siempre el torzuelo el que toma la iniciativa e induce a trabajar a la prima. 12 de junio de 1992 4h de la tarde. Hoy, nada más abrir la trampilla de observación me encuentro con la sorpresa de que la prima estaba echada. Al ruido del clic automático de la cámara de video se levanta, mira en mi dirección y se vuelve a echar, instante en que compruebo, poniéndome de puntillas sobre mi observatorio, que no ha puesto. Me acomodo lo mejor que puedo en mi silla y empiezo a filmar. La prima, durante los primeros diez minutos, permanece echada, impasible. De pronto, sin ningún motivo aparente, comienza a “garlear”, con el pico ligeramente abierto, como si viviese


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calor o se encontrase fatigada. Tiene los ojos algo caídos y el garleo se hace más intenso.

Uno, dos, tres,… cuatro minutos, permanece en este estado de asfixia, al cabo de los cuales se levantar sobre sus tarsos, hunde la cabeza en el cuenco, y puedo vislumbrar durante unos segundos como su pico roza la superficie de un hermoso huevo de color blanco sucio que desprende reflejos de tonalidades verdosas con la más bella de las esmeraldas. Se vuelve a echar, cubriendo durante untar de minutos, y con una parsimonia digna de la más heráldica de la damas, se pone de pié, y demostrando una sensibilidad impresionante en sus movimientos, abandona la muda. Nunca antes en mi vida había presenciado una escena como la que acabo de describir. Los gavilanes son muy prolíficos en la naturaleza (5 -6 huevos) y en cautividad no resultan una excepción. Las puestas entre los diferentes huevos se realizan a intervalos de dos días y medio, echándose a incubar la prima entre el tercero y el cuarto huevo. Aunque para esto último no exista una regle fija ya que depende de muchos factores, de entre ellos, quizá el mas determinante sea el de el número total de huevos puestos. Normalmente ponen el primero a media mañana, y una vez que trascurren las correspondientes sesenta horas para la completa formación de la cascare del huevo, pone por la tarde el segundo; y así sucesivamente, cada dos días y medio, en una alternancia de mañanas-tardes, tiene lugar la toda la puesta.

Hay pájaras que se quedan cluecas entre el cuarto y quinto huevo y, excepcionalmente en cautiverio, se dan casos en que la prima comienza a incubar desde la puesta del primer huevo. Esta malformación de las normas que rigen las pautas de reproducción de la especie, se suelen dar en con mucha frecuencia en hembras primerizas, aunque es un comportamiento que se “puede fijar” y degenerar en costumbre, con la inconveniencia que supone y que implica la diferenciación de tanta edad en una nidada extensa de gavilanes. En casos como estos, cuando eclosiona el último pollo, el primero tiene setenta horas, el segundo le llevará al primero 120 horas, el tercero 180 horas, y el cuarto 240 horas, y así progresivamente, existiendo siempre entre el que acaba de nacer y el siguiente, una diferencia de edad de dos días y medio.


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Esta es la causa (y no la falta de comida en el coto de caza como se hace alusión y se arguye en muchos escritos, argumento este que simplemente crea una predisposición en la prima para poner más o menos huevos) de que se encuentren muchos nidos de hembras inmaduras con solo uno o dos pollos.

Saber cebar con precisión es todo un arte y requiere una labor de aprendizaje, necesitando las jóvenes primas inmaduras que se inician como madres, un cierto tiempo después de nacidos los polluelos (a veces es solo cuestión de hora, otras hacen falta días), para iniciarse en la difícil y compleja labor de aprender con efectividad a dar de comer a su primera descendencia. Esa falta de conocimiento inicial resulta en muchas ocasiones fatídica para los gavilancillos de la nidada. El periodo de incubación de esta especie, desde que al madr4e clueca echa en el nido hasta que pica el primer huevo, oscila entre 30 y 31 días, eclosionando los pollos entre 32 y 33 (según las anotaciones llevadas a cabo durante seis años con dos parejas reproductoras distintas de los centros PACAC en Paterna del Campo y Las Carmen en El Rompido). La eclosión del huevo es un fenómeno natural al que no acabo de acostumbrarme y que cada nueva temporada me vuelve a impresionar. La vida surge del interior del huevo con una lentitud y un desgaste de energías digna de la infinita paciencia que demuestra posteriormente la especie. El pollo, desde que da el primer picotazo hasta que eclosiona, es normal que tarde, incluso, hasta setenta horas en nacer. La actividad del pollo en el interior del huevo a lo largo de esas cincuenta y tantas horas, desde que se produce el primer picotazo, es muy variable. El embrión ya formado rompe la membrana que los separa de al cámara de aire, situada en el polo ancho del huevo, y precisamente al respirar por primera vez sus pulmones esa mezcla nociva (las proporciones de oxigeno y dióxido de carbono son aproximadamente de un 9%) que siente la necesidad de salir al exterior en busca de oxigeno puro. Ese impulso vital le obliga a la ejecución de ese primer picotazo en la cáscara del huevo. “El momento de la ceba”. (Centro de cría “Las Carmen”, playas de Cartaya, El Rompido, Huelva)

Nacimiento. Primer y segundo picotazo

El proceso de nacimiento del pollo de gavilán desde que se produce el primer picotazo hasta que el pollo emerge totalmente del huevo es, como ya he dicho anteriormente, de unas sesenta horas. La inactividad que visualmente puede apreciar inobservador externo, y que precede al primer picotazo, es casi total, no activándose el pollo para producir un segundo golpe de ruptura hasta incluso pasada 24 horas del primero. Durante este periodo de tiempo, las únicas manifestaciones de vida que se pueden captar desde el exterior, y siempre a intervalos de horas son algunos “pios” esporádicos u suaves roces del diamante del pico contra la membrana interior del huevo. En esta fase, el riego sanguíneo en la trama venosa que circunvala la membrana carioalantoidea comienza a decrecer, dependiendo en gran parte la respiración de los pulmones.


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Con frecuencia la impaciencia e inexperiencia del criador ante la aparente inactividad del embrión, le puede jugar una mala pasada, ya que si intentara sin más la extracción forzada del pollo, casi con toda seguridad lo mataría (derrames por rotura de capilares exteriores aún activos y vitelo sin reabsorber) Desde el mismo instante que se inicia la respiración pulmonar los vasos sanguíneos de la membrana carioalantoidea disminuyen de tamaño, y aunque activos los pulmones, el embrión sigue aún en parte respirando por esa membrana. A medida que pasan las horas va disminuyendo el papel en la función respiratoria de esta última, de forma que en unas dos horas antes de la eclosión el pollo depende solo y exclusivamente de los pulmones para respirar. La inactividad que precede al segundo picotazo puede ser más o menos prolongada. Lo cierto es que una vez que de nuevo, comience a golpear, no cesará ya en su empeño hasta que logre salir al exterior. La herramienta utilizado por el pollo para romper la cáscara y la membrana interior es un pequeño triangulo cortante conocido como diamante, que a tal fin se encuentra colocado en la base del pico. El reflejo que estimula y pone en marcha la eclosión lo constituyen las contracciones espasmódicas resultantes de este último estado como consecuencia del proceso de inclusión del saco vitelino en el cuerpo del embrión que ha terminado por completo su desarrollo. Como consecuencia de la reabsorción se produce una sacudida refleja en los músculos del dorso y del cuello del pollo, de forma que la cabeza es impulsada, cada vez un poco más arriba y a la derecha, hasta contactar con el alantoides. Una vez roto puede alcanzar la membrana que lo separa de al cámara de aire y efectuar el primer picotazo. Y así, con suaves balanceos de cabeza, golpeará una y otra vez durante algunos minutos la superficie interior del huevo, descansando y volviendo a picar. No se deban manipular los huevos en fase terminal de la nacencia, ya que podría intervenir en la absorción del vitelo. El tiempo de duración desde que se activa definitivamente, después del segundo picotazo, oscila entre veinte minutos y dos horas aproximadamente. El corte exterior se produce en sentido inverso a la agujas del reloj. Este giro lo consigue como consecuencia de la rotación de las patas. Si pasadas sesenta horas, el pollo no hubiera eclosionado, habría que ayudarlo a nacer. Tres cuartas partes de la superficie total del huevo son cortadas con el diamante. El último cuarto de vuelta cede como consecuencia de los empujones que efectúa el pollo desde el interior. Completamente mojado y con el bajo vientre manchado de leves jirones de sangre, el pollo recién nacido no presenta precisamente un agradable aspecto. Habrá que esperar un par de horas para que se seque y muestre en todo su esplendor la belleza de su blanco plumón.


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Desarrollo y crianza de los pollos

Un a vez que hay an eclosionado los pollos, comprobaremos que su estado es perfecto y que no existen anomalías que hagan necesaria la intervención quirúrgica, se trasladarán a la mecedora donde permanecerán de dos a cuatro horas hasta que el plumón se seque completamente. Para muchos cetreros noveles que se inician en la cría de aves de presa, toda información a la


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hora del nacimiento en sus instalaciones le puede parecer escasa. Voy a tratar de dar algunos consejos que a mí, personalmente en mis inicios me vinieron como caídos del cielo.

Calor Corporal Mantener constante la temperatura de sus cuerpos es vital para su supervivencia. Si se carece de hacedora de pollos, hay que instalarlos en una cestilla de mimbre - a la que se revestirá en su interior de papel poroso de alto poder absorbente, que se sustituirá al principio diariamente y posteriormente, conforme se vallan manchando en demasía con excrementemos- al amparo del calor de una bombilla (roja a ser posible o verde oscura) de manera que no dañen sus delicados ojos abiertos desde que nacen. Aun con horas, los gavilanes aprenden a acercarse o retirarse del foco de la bombilla, según tengan más o menos calor. Conforme van creciendo se aumenta la distancia focal de al bombilla a los pollos. He saca do y he criado muchísimas aves de presa en unas instalaciones de una rusticidad tan simple como la que acabo de describir.

LA CUNA

Los diferentes recipientes que se utilizan como cuna durante los primeros días de vida de vida de los gavilanes, deben tener todos una característica en afín: una superficie irregular, muy fácil de conseguir, sobre objetos más o menos lisos, mediante un tapiz de papel poroso arrugado, amoldando o prefabricando un nido con pasto seco. Las superficies lisas resbalan, y en aves de presa de largos tarsos, pueden producir malformaciones en sus


extremidades, difíciles de corregir posteriormente.

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Las canastillas que mejor permiten el saneamiento de los materiales anteriormente descritos, sobre las cualas descansan las largas y delicadas extremidades de los gavilanes sin que se deformen, son las de mimbre o adaptaciones simulares con tela metálica. INICIO DE LA CEBA La primera comida es esencial y no la deben recibir hasta pasadas seis horas de nacidos. Los pollos, gracias a los nutrientes del vitelo recién absorbido, pueden alimentarse durante horas, sin necesidad re recibir alimento alguno. En esta primera ceba de contacto, el papel alimenticio es secundario, siendo la función principal la de activar los jugos gástricos del buche y poner en funcionamiento el aparato digestivo. Debe ser pon tanto una comida muy liviana, a base de vísceras (hígado y riñones), y aun cuando el pollo siga reclamando el alimento, se le dará únicamente una cuarta parte de la dieta completa. Pasadas dos horas se comenzará el régimen alimenticio que constará básicamente de dos fases: 1-De un día a cuatro días de vida Suelo componer la ceba del primer día solo a base de vísceras, y las del segundo, tercero y cuarto día, añado a la mezcla tozos de la masa muscular de la pechuga y corazón. La forma de preparación es la siguiente: En un recipiente de cerámica o cristal se pican con unas tijeras pequeños tozos de hígado, riñón y pechuga (preferentemente de pequeñas paseriformes, a falta de esto utilizar paloma o codorniz), mezclándolos entre así hasta formar una papilla espesa. Para facilitar las cebas y la posterior digestión de los pollitos, así como para evitar posibles casos de rehidratación se rociará la papilla por encima con unas gotas de suero fisiológico. Hasta los primeros diez días recibirá el pollo cinco cebas diarias repartidas en intervalos de cuatro horas. 2- De cuatro a quince días de vida. A partir del cuarto día, se enriquecerán las cebas con huesos de pequeños pájaros perfectamente triturados y mezclados con la papilla, necesarios para la asimilación del calcio por el organismo del ave. Imprescindible `para que la vitamina D pueda sintetizar este calcio es la exposición al sol a media mañana, al menos una hora diaria. Cumpliendo los diez días de vida las cebas se rebajarán a cuatro. Alcanzando los quince días comerán solamente tres veces y se les dejará en día alternos tragar algo de pluma menuda, controlando a al mañana siguiente las perfecta regurgitaciones de las egagrópilas. Impronta No soy partidario de improntar a las aves de presa, pero concretamente, en el caso de los gavilanes es imprescindible toquelarlos siempre que su destino final sea la práctica de la cetrería, ya que es la única manera posible de mantener durante muchos años a un gavilán sano, sobre el puño. Los pollos no imprentados deben ser introducidos en la muda con sus padres 10 días depuse de nacidos, edad en que sus ojos ven a distancia y distinguen con claridad siluetas y formas.


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Los niveles de impronta pueden ser muy diferentes dependiendo de la fase del desarrollo del ave en la que el ser humano intervenga como sujeto de adopción de las funciones de sus progenitores. La edad más receptiva del pollo a este fenómeno es entre los diez y los veinticuatro días de vida

Anillamiento El anillamiento de las aves criadas en cautividad es imprescindible para la obtención por parte de la administración de la documentación del ave. Es, por así decirlo, su carne de identidad, puesto que es la única forma que tenemos de determinar su posterior identificación. La anillas utilizadas en las aves de presa deben ser ligeras – normalmente el material utilizado en su construcción es el aluminio), y se suelen colorear independientemente de identificar el centro de cría de donde procede, hace referencia al año en que se anilla. La anilla llevará grabado el anagrama del criador y la correspondiente numeración identificativa. Toda esa información irá reflejada ene. documento CITES del ave en concreto, expedida previo seguimiento durante el periodo de cría por la Dirección General de Comercio Exterior (SOIBRE), organismo encargado de esta función. Paralelamente, el organismo científico competente de cada autonomía será el encargado de asesorar al SOIBRE sobre la autenticidad de las aves conseguidas en los distintos centros. Si los pollos son introducidos con los padres para que finalice su desarrollo y no se troquelan, habrá que tener cuidado, una vez que se anille (el anillamiento tiene lugar entre los 12 y 13 días de vida) de que ramas sueltas de la base del nido no se enreden y acoplen entre la anilla y la base del tarso, produciendo en los pollos heridas y posibles malformaciones del miembro afectado. Copula natural de halcones gerifaltes


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Historia y panorama actual de la cría en cautividad en España La historia de la cría en cautividad en España es tan breve como intensa. De la bibliografía legada de los maestro cetreros de la Edad Media, época dorada de la cetrería en Castilla, no hay constancia de que se produjesen conatos de cría en cautividad de aves nobles. No obstante si se llevaron a cabo infinitos proyectos de crianza campestre con halcones peregrinos. Los pollos eran introducidos en las torres más altas de la fortaleza, los alimentaban, los dejaban volar en libertad durante algún tiempo y finalmente eran capturados con trampas y adiestrados para la caza.

El gerifalte negro es tan raro y apreciado Hoy en día como el blanco puro

Esta costumbre de la nobleza trajo consigo que muchos pájaros extraviados o considerados mediocres para la caza, fueran puestos en libertad. EL territorialismo del peregrino hizo el resto, y muchos de los halcones terminaros asentándose en los paredones de los castillos que los vieron crecer, formando parejas estables de cría. Reminiscencia de estas costumbres medievales son las actuales colleras de halcones peregrinos que se reproducen en muchas torres de almenas en Castilla. El gerifalte plateado

Quitando los nacimientos de grandes águilas, buitres y algunas aves nocturnas en zoológicos españoles, la mayoría de ellos accidentales, el único resultado positivo hasta la fecha, es el obtenido en instalaciones privadas, dirigidos, en casi su totalidad, por cetreros. Voy a hacer un breve repaso meramente informativo del nacimiento de estos centros y de la importancia que han tenido y tienen en estos momentos dentro del panorama actual de la cría en cautividad.


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Hembra de gerifalte blanco con pollos (Falcon Center, Alemania)

Hembra de gerifalte gris, alimentando a sus pollos (Falcon Center, Alemania) Nodriza de gerifalte gris, -H. Canario con pollos. (Falcon Center, Alemania)

A principios de los sesenta vería la luz en la capital de España, de la mano de un grupo entusiasta de cetreros, entre los que se encontraba el doctor Vital Aza y el doctor Félix Rodríguez de la Fuente, La asociación Española de Cetrería.


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Paralelamente surgía un pequeño foco de cetrería en la provincia de Alicante. Su iniciador, don Manuel Navarro, daría vida en el sur de la península y posteriormente en su Novelda natal, a este ancestral deporte. El gobierno entonces llevo a cabo un vano intento por catapultar la cetrería fuera de nuestras fronteras, como señuelo para atraer turismo a las estupendas playas del sur de Andalusí, y así se funda a principios de los setenta, anunciándose a bombo y platillo, el primer club de cetrería que se crea en España, concretamente en la costa de Marbella. Félix ya es conocido a nivel nacional. Su viaje a Arabia Saudita como embajador con halcones al puño es la chispa que enciende la mecha de de este espectacular deporte, y la cetrería, apasionante, comienza a ganar adeptos. En aquellos tiempos, las aves empleadas para la practica de la cetrería eran todas donadas en deposito, previa solicitud de los diferentes asociados, por el ICONA. Existía una junta nacional de rapaces en la que tomaban parte figuras científicas y relevantes del momento, que determinaban si los halcones peregrinos, los azores y gavilanes habían tenido o no u buen año reproductor. En virtud de ese requisito se autorizaban más o menos desnides. Simultáneamente a la creación de la Asociación, surgieron toda una serie de movimientos contrarios a esta manifestación cinegética que tachaban a la cetrería equivocada y malintencionadamente como un deporte de personas de alto poder adquisitivo. La adjudicación de es sambenito y la muerte en un accidente aéreo del doctor Félix Rodríguez de la Fuente, fueron determinantes. La administración, en muchas de sus autonomías, prohibió los desnides, dando pro sentado que con esta decisión la cetrería desparecería del mapa. La única alternativa posible para seguir practicando este gentil arte era la importación de aves reproducidas en cautividad en otros países. Esta determinación por parte de la administración no solo no desalentó a los aficionados, sino que suministró a todo el colectivo un fuerte impulso de ánimos y esperanza. La existencia en el Reino Unido, Francia, Alemania y Estados Unido de grajas de aves nobles (Países todos ellos adheridos al convenio CITES), facilitó, una vez localizado sus emplazamientos, la importación de todo tipo de variedades de pájaros, entre ellos los primeros híbridos que pisaban tierra española, para la practica de la cetrería. Paralelamente a la llegada de las primeras aves se presentaron los primeros proyectos de cría en cautividad de aves de presa en nuestro país. Había qua hacer una diferenciación básica el la corta historia de cría en cautividad española: una primera etapa de aprendizaje y requerimiento de información y un segundo periodo de asentamiento y Centro Horus reconocimiento legal de dicha actividad. Y efectivamente, así fue. Las primeras experiencias llevadas a cabo en este campo fueron realizadas por personas allegadas a Félix. Hablar hace veinte años de cría en cautividad resultaba un tema tabú y su circulo se circunscribía a un número muy reducido de personas. De este modos, el la primavera de 1976, en La Rabita, ( Huelva), Bernardo Guilleruelo, halconero de la base aérea de Morón de la Frontera, y un grupo de aficionados andaluces entre los que se encantaba el escultor José Manuel Díaz Cepa, su compañero Jesús Bizuela y Ramón Chacón Morales diseñaron, basándose en los proyectos norteamericanos de Cornell y Santa Cruz, la primera muda de cría en cautividad que se


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construiría en España, donde probaron suerte con una pareja de halcones peregrinos durante cuatro temporadas. Desgraciadamente no se logró el éxito esperado. Finalmente, Bernardo fue trasladado a Galicia, y el proyecto concluyó sin frutos. Centro de Halcones Barcelona

Por otra parte, en Sevilleja de la Jara (Toledo) surge una idea ambiciosa que respalda el gobierno autónomo, y a la que da vida un joven veterinario del ICONA, don Antonio Pérez Alonso Gerta. Posiblemente e independientemente de los resultados conseguidos por el doctor Félix Rodríguez de la Fuente, en estas instalaciones vieron la luz los primeros pollos de aves rapaces criados en cautividad. No obstante, es en la capital de España, donde dos grupos de halconeros de prestigio reconocido consiguen los primeros resultados positivos. Por una parte don Ignacio Figeredo, en asociación con don Antonio Pérez, sacan a delante los primeros pollos reproducidos en cautividad de halcones peregrinos. Al mismo tiempo el grupo de don Manuel Escribano, Domingo García Llanos, Félix Sánchez y Bernabé Gómez Mozun, no solo consiguieron criar en cautividad el primer halcón peregrino, sino que logran el reconocimiento del hecho por parte de la autoridad medioambiente de su propia autonomía, al expedirse la primera documentación CITES para un ave de cetrería en España. Centro Andaluz de Aves de Cetrería La segunda etapa es la que denomino de reconocimiento legal. Y así surgen en Andalucía dos proyectos de diferente envergadura pero de similares características. PACAC: Proyecto Andaluz de cría de Aves de Cetrería. El proyecto andaluz de cría de aves de cetrería en la provincia de Huelva surge por iniciativa de dos hombres: Manuel López y el doctor Luís Carlos Alonso Almedo. Años de trabajo y sacrificio den como resultado final los primeros pollos de gavilán, azor, águila calzada, halcón peregrino en la subespecie anatum y brookey y el esmerejón

Centro Andaluz de aves de Cetrería. En 1984 volé a EEUU invitado por mi buen amigo al halconero californiano Jim Adamson. De su mano aprendí los secretos de la creación de híbridos y compartí experiencias con hombres de la talla de Ricardo Velarde, Dame Jameson, Steve Baptiste y Ferry Roundy, entre otros. Visité las instalaciones de la Universidad de Santa Cruz, y tras dos meses de aprendizaje en tierras americanas, creí llegado el momento de regresar a España y montar mis propias mudas de cría. Dos especies, hasta entonces desconocidas, llamaron mi atención poderosamente, el harris hawk y el halcón de las praderas. El primero por su versatilidad y ductilidad en la caza y el segundo por su tremendo coraje.


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Mis Harris-Hawk realizaron dos primeras puestas infecundas y, finalmente, en la primavera de 1991, nacieron los tres primeros pollos de esta especie en España; desde entonces, cerca de 30 especimenes han salido a delante en este centro. Actualmente criamos, con relativo éxito, gavilanes y lanarios, y esperamos reproducir halcones lagares y búteos ferruginosos. Ulrike y Lola Lazo. Antes de la creación de los proyectos descritos, ya se criaban halcones lanarios en Andalucía. Ulrike, súbdita alemana, afincada en el pueblo de Villamartín, Cádiz, comenzó a reproducir esta especie. Finalmente Ulrike decidió ceder sus parejas reproductoras a la mejor de sus discípulas, la ganadera y excelente halconera Lola Lazo del Villar, que en su hacienda Sevillana de Lerena mantiene y sigue reproduciendo esta impecable casta de lanarios africanos

Centro de Halcones Horus La heráldica de Castilla tiene su máxima representación en la cría en las instalaciones de mi buen amigo Antonio Rodilla. Un vallisoletano lleno de entusiasmo y pasión por las aves nobles. En la temporada de 1994 sus parejas reproductoras dieron sus primeros frutos: Así nacieron tres halcones sacres de gran talla y níveo plumaje y dos pollos de peregrino. Antonio espera en la primavera próxima producir sus primeros híbridos, y lo que sería una primicia para España, pollos gerifaltes en las variedades plateada y gris.

Centro de Halcones de Barcelona En Cataluña un cetrero de prestigio, Alfonso Ariso Esteve, ha batido todos los record consiguiendo en los últimos cuatro años una producción de peregrino fuera de toda predicción. En el año 1991 vieron la luz en este centro quince pollos de halcón peregrino, en 1992 salieron a delante veintidós, en 1993 dieciocho, y el 1994 las previsiones se desbordaron consiguiendo la nada despreciable cifra de cuarenta pollos de halcones peregrinos y tres híbridos. Nuestra más cordial enhorabuena. Centro de Halcones Neblí Los bosques gallegos, cuna de grandes azoreros, no podía quedar apartado del panorama actual de la reproducción en cautividad de nuestras hermosas aves de cetrería.


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En su Galicia natal, Jaime Sillero reproduce con éxito azores, sacres y valiente baharies, satisfaciendo las necesidades de los aficionados y perpetuando las especies autóctonas. Pero en la actualidad no solo se crían aves nobles en grandes proyectos, sino que son muchos los cetreros que en sus modesta mudas de caza reproducen especies falconiformes. Como autentica novedad tenemos los primeros halcones sacres y peregrinos escoceses, reproducidos en Alicante por mi amigo y excelente halconero Fernando Cosme, y como no, el primer hibrido nacido en España de sacre-peregrino conseguido por Toni Carbonell en Barcelona, al que agradezco su incondicional apoyo y nuestra amistad. Muy fructífera fue la primavera del 1994. Así Guillermo Torrent, colaborador asiduo del Sky Trial de España, consigue reproducir en Valencia dos nuevos halcones sacres. De igual manera, otro valenciano Enrique Fernán, se inicia con excelentes resultados en la cría del cernícalo común y del gavilán. Julio Fernández, en Barcelona, logra toda una proeza genética, un hibrido de cernícalo y sacre. El escultor Lucio Relaño saca a delante de forma natural esplendidos baharies. El doctor Jesús Callejo en sus instalaciones vallisoletanas se ha embarcado en la difícil empresa de reproducir peregrinos nórdicos. Y don Antonio Pérez Alonso Greta, cetrero de renombre ha conseguido los primeros gerifaltes que se crían en nuestro país. En la capital de España, a manos de Domingo García Llanos y Manuel Escribano, se crea la Asociación de Criadores de la Comunidad de Madrid. Así don Bernabé Gómez y Félix Sánchez reproducen lanarios e híbridos de gran calidad. Y en Sevilla, el tanden formado por los señores Alcalde y Torres, reproducen mediante técnicas de inseminación artificial peregrinos de caza. En Cádiz se inicia como criador Manual Rodríguez con peregrinos autóctonos. En la villa de Écija, don Manuel Díaz Morales, consigue la primera puesta de gavilanes de Cooper, con un resultado de tres pollos. Toda una primicia para los amantes del bajo vuelo. En Vigo, Luís Larran consigue los primeros cruces de peregrino-pradera (Falco mexicanus).


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No sería justo si o hiciera referencia a la familia Richter, criadores carismáticos de fama internacional afincados en Mallorca, donde reproducen híbridos de gerifalte, sacres y peregrinos. Así como Guillermo Mas y su centro de azores y sacres, y al único centro oficial existente en Cataluña, dependiente del departamento de agricultura para la reproducción del cernícalo primilla y el aguilucho ceniciento. Sé que existen nuevos proyectos y que posiblemente, cuando estas páginas vean la luz editorial, serán muchos los cetreros que reproduzcan sus propias aves de cetrería. Por lo que puedo afirmar, sin miedo a equivocarme, que la cría en cautividad en España es, hoy por hoy, una realidad.


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Donde se aprecian de veras la verdaderas dottes del gavilámn para la caza es caundo se ceomienzan a cobrar con éste las primeras piezas en el campo.Agilidad , velocidad e inteligencia se conjugan en una sola ente, dando como resultado uno de los mejores cazadors que existen en el mundo. cuantas tardes de oroño he contemplado el vuelo de mi pequeño compañero de caza tras las currucas., aprendiendo lance tras lance de sus errores, admirando sus tremendas dotes de observación y absombrandome admirando su capacidad de asimilar y archivar en su mente el vuelo de las diferntes especies de pájaros que a lo largo de la tarde se cruzaban en su camino. He cisto como se sentia burlado una y otra vez por las acrobacias de los ágiles pajarillos y he compartido su desesperación. Mas como si se tratase de un juego de azar, una tarde cualquiera e inesperadamente, vuela un pájaro inalcanzable y se hace con el en el primer quiebro. A partir de este instante las capturas en vuelos excepcionales se suceden con rapidez. Lo que parecía imposible, se va convirtiendo con el paso del los días en una sucesión de lances llenos de mivimientos, cada vez más sencilllos y rebosantes de belleza; proto comprendermos que estamos cazando con una de las aves que mejor lo hace sobre la faz de la tierra.

La cacería Los momentos más amnos y divertidos que recuerdo con unpájaro enel puño, son los que he compartido con gavilanes. Este pequño cazador puede abarcar en la practica un amplio abanico de especies, llegando incluso a dar cazar, previa puesta a punto de un sofisticado adiestramiento, a aves de la talla de la perdiz roja. Pero su especialidad son los pequeños pájaros: gorriones, alcaudones y toda ala gama de aves insectivoras son presas que emanan, en la practica de la cetrería, un atractivo irresistible para esta cazador de masa forestales. El gavilanero de la Edad Media volava a lo largo del invierno a perdices; en primavera, como base de asentamiento, fijaba los estimulos adquiridos a lo largo del año cazando codornices, y con determinados pájaros, antes de dar por teminada la temporada y meterlos en la muda, si no habían “estirado” lo suficiente, se cobraban algunas urracas. Tres vuelos indiscutiblemente envidiables. Pero imagino la cantidad de veces que aquellos buenos señores, despues de haber volado en serio y azorado en la herida a la siempre pobre perdiz roja, veian con desesperación como en


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INTRODUCCION A LA CAZA (pg 204) La manera en la que introducen los halconeros marroquíes al pollo niego en esta singular especie era bastante sencilla y carecía de complicaciones., Los gavilanes solían atacar espontáneamente a esos pájaros,

no obstante y como mera curiosidad transcribo a continuación todas aquellas notas y consejos que según mis propias observaciones y la sabía experiencia de “Mohammed El-Barkani” tome y guardé en la memoria durante mi estancia en Marruecos; Así es conveniente tener en cuanta las siguientes normas, para el buen desarrollo de la introducción:

1. La mansedumbre del gavilán

La compenetración entre el gavilán y el maestro (pájaro y cazador) deberá ser perfecta, y esta perfección solo se alcanza a base de constancia en lances directos sobre la caza, encontrándose supeditado el éxito de esta empresa a la mansedumbre del pájaro. El gavilán sale del guante, y tras una corta persecución, mete en la herida a la presa, bloqueándola ¡el momento es crucial! Tiene que aprender a aguantar con firmeza la llegada del maestro gavilanero que se acerca a recogerlo. Si vuela abandonando es síntoma ineludible de un mal amansamiento, mientras que se “asombre” todo intento de captura será inútil. En este tipo de lance, donde es imprescindible para desalojar la pieza de la herida la ayuda del maestro, y a veces incluso la de un buen perro, la mansedumbre es esencial.

2. No se utilizarán gavilanes con clara tendencia a “llevar a mano” En la caza de pequeños pájaros en muy importante que el gavilán, cuando realice alguna captura, no vuele llevando a mano, ya que el riesgo (con pequeñas piezas) de que vuele más de la cuenta y se pierda,


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es considerable. Hagamos el estudio de comportamiento de un pollo niego que sale al campo en su primer día de caza: 1. Puede suceder, y sucede con frecuencia, que el primer lance ataque sin dudarlo, volando y persiguiendo espontáneamente la pieza que levantemos. Estos gavilanes no suelen generar problemas, y se saben llevar bien desde el principio, terminan siendo inmejorables cazadores y grandes alumnos. 2. Una segunda posibilidad es que ante la indecisión de atacar a al pieza que le levantemos, tengamos que lanzarlo. A pocas veces que lo lancemos, el comportamiento de estos gavilanes indecisos suele ser simular a los descritos anteriormente. 3. Y por último, puede darse el caso que lo lancemos repetidamente, y ante la indecisión de atacar a la pieza que le levantemos, tengamos que solarle un escape. Esta conducta retrasará algo su definitiva introducción en la caza real, pero si se es constante, estos pollos indecisos terminan siendo incluso más seguros que los anteriores, y para mi gusto, según mi experiencia, unos cazadores extraordinarios. Pero la caza en si no es problema para un gavilán. El verdadero y único inconveniente que nos vamos a encontrar un vez que “haga presa” es que “sopese” y arrastre en vuelo. Muchas veces el que se inicie en este comportamiento se debe a la inexperiencia o falta de tacto del mismo maestro. La acción de “sopesar” o “llevar a mano” en los pollos niegos se halla contrarestada por la enorme agresividad que desarrollan hacia el ser humano cuando realizan alguna captura. La conducta normal de un niego en el momento de hacer presa captura no es precisamente la de salir huyendo, sino la de evitar que nada ni nadie intenta arrebatarle la presa que acaba de cazar. El joven niego inexperto no teme a su colaborador y amigo, pero su instinto le dice a gritos que no debe dejarse arrebatar la pieza que tanto esfuerzo le ha costado capturar. Solo si logramos convencerle de que aquello que caza es suyo, no huirá y se dejará coger. De como actuemos en los primeros lances, dependerá muchas veces que el hábito de cubrir y defender típico de los niegos, termine convirtiéndose en el sempiterno vicio de llevar a mano. La forma de proceder en estos caso y que siempre me ha dado excelentes resultados es la siguiente:


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Imprescindible es la serenidad. La manera de entrar a recogerlo será “por derecho”, es decir, ¡de frente a nuestro alumno! , ¡no perdiéndole la cara!, y siempre, se le mostrará la lua (a la vez que se darán cortos toques de silbato), encarnada a ser posible, con un premio igual o más atractivo que la pieza recién capturada. Independientemente de estas dos normas básicas, es bueno esperar algunos segundos antes de entrar a recogerlo ya que la acción de desplumar le suele restar algo de agresividad. Si los buitrones han acabado el cambio de la pluma y el terreno del cazadero es limpio, volará “por derecho” y el gavilán liará en el aire. Y aunque la mayoría de estos lances resultan muy espectaculares, también es verdad que este tipo de capturas incitan espontáneamente y fijan en la mente de los pollos el vicio de “sopesar”. El comportamiento de los gavilanes difiere bastante de trabar en tierra a “liar en vuelo”, circunstancia, esta última, que da bastantes veces pié a llevar a mano. Aunque ciertos aficionados excusan el hecho de llevar a mano utilizando argumentos tales como que presas tan pequeñas, aún cuando sen devoradas fuera del alcance del gavilanero, no apagan por completo el hambre del pequeño cazador, sino que de alguna forma incentivan, puedo asegurar que esta norma de conducta tiene mucha más importancia de lo que puede parecer a primera vista, y que si convertimos el hecho de llevar a mano en un fenómeno cotidiano y de rutina, cualquiera de la siguientes jornadas de caza puede convertirse en la última. Consecuentemente, aconsejo que para el “vuelo a pequeños pájaros”, se prescinda de aquellos pájaros que han sido criados en cautividad sin improntar y cuyo comportamiento se asemeja en todo al de auténticos pasajeros.

3.

El uso o manejo del gavilán del aire

Los pasajeros y zahareños solo traen problemas. A la larga terminaran robándonos los cascabeles. No recomiendo en absoluto su manejo*.

4.

No se realizarán sueltas a escapes a no ser que sea realmente necesario. Siempre que el gavilán demuestre una clara tendencia a atacar espontáneamente, nos abstendremos del uso de escapes o traínas durante ala fase de introducción.

5.

Características del cazadero

Es conveniente que el terreno de caza, sobre todo en los inicios se encuentre lo más limpio posible de pastos y vegetación espesa, de forma que dominemos perfectamente la herida.

6.

Pihuelas adecuadas al vuelo en matorral.

Las pihuelas “aylmeris” en vuelo de pequeños pájaros son imprescindibles. Evitan el las persecuciones a cubierto un numero elevadísimo de agarrones, tirones y enganches, causas estas de muchos fracasos, concediendo al cetrero un amplio margen de confianza en caso de pérdida o extravió. Puesto que la ausencia de correas con ojales aumenta considerablemente la posibilidades de supervivencia y, por consiguiente, de recuperación.

_________________________________ *Actualmente el gavilán está protegido en todo el territorio nacional, y su captura del medio natural no está permitida, salvo excepciones en algunas autonomías, previa autorización de la autoridad medioambiental competente.


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7. El perro.

La ayuda de un perro nunca viene mal, sobre todo si cazamos en un terreno con abundante matorral, propensos a que se produzcan heridas de difícil desalojo. El perro en cuestión deberá poseer un carácter tranquilo y bonachón, que solo poseen ciertas razas de muestra. Se debe intentar, en especial con un cazador tan asustadizo como el gavilán, que la compenetración entre ambos raye la perfección. Y por último, estos vuelos a pequeños pájaros son posibles de realizar tanto con torzuelos como con primas. Tuve el placer de manejar dos auténticos expertos en la caza de buitrones, había veces que el gavilán, un rojizo trozuelo, tomaba como posadero la grupa del viejo braco, que estoicamente aguantaba impasible en su lomo el atrevido y momentáneo huésped - cazador. No pudo decir que fuese un pájaro que volase con gran estilo, pero sí uno de los más seguros que he manejado a lo largo de mi vida en cuanto a efectividad se refiere, ya que el porcentaje de capturas fuñé siempre muy elevado. Había tardes que sin esfuerzo aparente le llegaba a sacar una docena de capturas. Con dos mudas, la táctica de caza llegó a ser tan efectiva, que llegué a pensar si no estaba poniendo en peligro la población natural de buitrones en la zona. Este hecho me llevo a realizar en años consecutivos un pequeño estudio del papel selectivo del gavilán como predador, exclusivo de la especie en coto, las consecuencias de dicha presión en el aumento o disminución de la población existente: Gráfico núm. 1 Temporada 1973-74 Moisés: gavilán torzuelo niego Finca: Salina de arcilla (Marruecos) Extensión: 490 hectáreas.

Número total de piezas: 78.

Las capturas denominadas como muy abundantes se alargaron esta temporada hasta el mes de octubre, consiguiéndose un promedio de cinco capturas diarias. Se lograron muchos lances efectivos al primer vuelo (indistintamente se capturaron ejemplares inmaduros y adultos). En los tres mese siguientes (octubre, noviembre y diciembre) el número de capturas decreció, estableciéndose la media diaria de caza en tres especimenes (periodo


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normal). A partir de enero y hasta finales de marzo, las capturas se hicieron muy escasas, siendo la media un presa diaria. Temporada 1974-75 Finca: Salina de arcilla (Marruecos) Extensión: 490 hectáreas.

Gráfico núm. 2

Número total de piezas: 810.

El periodo de capturas denominado de “muy abundante” quedó restringido a esta segunda temporada quedó restringido a los mese de julio y agosto, aumentaron considerablemente las capturas inmaduras y se incrementó el número de lances por captura, la repetición de los mismos, y proporcionalmente, decrecieron el número de lances efectivos al primer vuelo. Temporada 1975-76 Finca: Salina de arcilla (Marruecos) Extensión: 490 hectáreas.

Gráfico núm. 3

Número total de piezas: 705.

Los cuatrocientos ochenta días de caza de las temporadas anteriores, parece que ha logrado algo más que alertar a la población de buitrones de la zona. La experiencia adquirida por la especie frente a los ataques del gavilán se manifiesta, en primer lugar, en las capturas, ya que la mayoría de los especimenes capturados son inmaduros, reduciéndose el periodo de “capturas muy abundante” hasta el mes de agosto. -

El periodo de “capturas normales” con una media de tres buitrones por jornada se alarga Aumenta en número de lances por vuelo, decreciendo la efectividad. Sin escasear las presas, cuesta alcanzar la media de otras temporadas. El periodo de capturas escasa se reduce al mes de febrero.

Pude comprobar que la mecánica del comportamiento de los buitrones frente al ataque del gavilán mejoró notablemente a lo largo de las tres temporadas. Durante los meses de verano el número de capturas fue elevado. La gran cantidad de aves jóvenes y a medio mudar facilitaron la labor del gavilán. A partir de septiembre los buitrones volaban más recios, se levantaban largos o había literalmente que pisarlos para que abandonaran el vuelo, y el número de capturas descreció


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notablemente. Teóricamente en primavera, las manifestaciones de celo facilitaban en cierta manera la localización de individuos y su caza, lo cierto es que no alargué la temporada más allá del mes de marzo. El número de capturas, como se pueda apreciar en los gráficos, varió considerablemente dependiendo de las estaciones. Marcaron la pauta ala finalización de la muda de los buitrones en el mes de septiembre y la llegada del celo a primeros de de febrero. El elevado número de capturas durante el periodo denominado “muy abundante”, se debió más a la inexperiencia de las aves inmaduras que a una alta densidad de especimenes. El grado de experiencia se fue desarrollando conjuntamente entre presa y depredador. La media de capturas se fue calculada semanalmente a lo largo de la temporada de caza. A medida que se sucedían las temporadas, los periodos de capturas denominados como muy abundantes decrecieron, mientras que las “capturas normales” tendieron a estabilizarse ampliando sus márgenes. La selección de la especie dio como resultado una mejora notable de individuos mejor dotados frente al ataque del gavilán. La estabilización del número de capturas durante los meses fuertes de cacería da una idea clara de la adaptación del buitrón a constante presión del depredador. DIAS Lunes Martes Miércoles Jueves Viernes Sábado Domingo

NÚMERO DE CAPTURAS 3 Buitrones 7 Buitrones 5 Buitrones 9 Buitrones 3 Buitrones 5 Buitrones 4 Buitrones Media de 5 capturas diarias

El ruiseñor bastardo La caza del ruiseñor bastardo (Cettia cetti) no tiene ninguna dificultad, su vuelo rectilíneo y dulzón convierte a esta simpática avecilla en una presa demasiado fácil para un cazador de la talla del gavilán. Solo está justificada su captura, independientemente de aquellos lances que surgen accidentalmente, con ciertos gavilanes durante el periodo de introducción a la caza, denominados en la argot cetrero con el apelativo de “imposibles”. El vuelo del ruiseñor bastardo posee un atractivo tan grande que despierta el instinto dormido y las ansias del más torpe del gavilán. La buscarla pintoja La buscarla pintoja (Locustella naevia) se encuentra en el grupo de pájaros que desconocía y que no descubrí hasta que comencé a patear el campo con un gavilán en el puño. Gustan estas aves de las zonas que habitan los buitrones, compartiendo sus mismos territorios, con la salvedad que observarlos o descubrirlos en vuelo es una tarea casi imposible. Yo diría que carece de sentido salir al campo con el solo propósito de volar una buscarla, ya que como su nombre indica, más de buscarla hay que tropezársela.


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Cuando los últimos piquetes de tórtolas se arremolinan en los pinares del sur de la península, esperando con ansiedad ese golpe de viento favorable que les haga más llevadero su retorno al continente africano, resulta relativamente fácil levantar de sus escondites, a lo largo del día, a alguna de estas tímidas avecillas. Sienten predilección por los cultivos rotativos rara es la alfalfa que no esconde en su interior media docena de estos pajarillos-, zonas húmedas de marisma y restos de rastrojos sin quemar, lugares que sen convierten, siempre que no se las moleste con asiduidad, en albergues provisionales de la buscarla pintoja. Su caza no se puede ni se debe llevar a cabo de una manera continua. El número de sus capturas a lo largo de la temporada, rara o excepcionalmente supera la docena de ejemplares. Recuerdo como me gustaba contemplar, cuando surgía la ocasión, la habilidad de estos pájaros, para desaparecer con veloz carrera, entre los resecos montones de paja y los rastrojos recién segados. En un principio pensaba que no les gustaba en absoluto volar, y terminé llegando a la conclusión de que realmente no sabían como hacerlo. Tengo que confesar que el motivo de que una serie de buscarla pasaran engrosaran el tableau de mi diario de caza no se debió a la habilidad de mi gavilán ni a mis tremendas dotes o ansias de gavilanero, sino que duda cabe, a mi ignorancia. Espero que esta inocente confesión sirva al menos que futuros gavilán Eros no abran la mano, dejando salir a su gavilán tras un pájaro carente de recursos y de posibilidades ante semejante enemigo. Como bien dice un dicho americano “todo aquel que pretenda hacer de su pájaro un matarife, tarde o temprano terminará cambiando el halcón por la escopeta”. La cetrería debería ser siempre, por encima de todo, un deporte en el que se conjuguen a partes iguales la belleza del lance con la lógica y la pasión del cetrero, y al caballerosidad de este – antaña y tradicional costumbre en esta modalidad cinegética es darle siempre esa pequeña ventaja o gran posibilidad de sobrevivir a aquellos seres que deseamos cazar. La curruca cabecinegra, la curruca rabilarga y la tarabilla común. Parques, jardines, alamedas, masa forestales, monte bajo, sotobosque, tierras cultivadas y en definitiva, donde quiera que crezca un simple seto, se puede encontrar y sentir a este intrépido y curioso pajarillo. Los lugares más dispares son sus dominios permanentes, convirtiéndose, por su relativa abundancia, en una pieza asidua del gavilán.

La curruca cabecinegra. Para la mayoría de las personas que viven en contacto directo con la naturaleza, distinguir las diferentes especies de aves que conviven en su entorno les resulta fácil. Sin embargo es muy corriente que no sepa identificar o asimilar los cantos sinuosos que se dejan oír desde el interior las zarzas o arbustos con los autores de los mismos, ese conjunto de aves de matorral, aparentemente inobservables, lo denomino “el pequeño y misterioso mundo de las aves invisibles”


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LA CABECINEGRA La curruca cabecinegra (Sylvia melanocephala) es un pájaro vivaz y muy curioso. El negro sombrerete que recubre su cabeza, su larga cola y su característico ronroneo del que alardea constantemente, al hace inconfundible. El gavilán en la naturaleza las caza con frecuencia, y pienso que puede ser que en cetrería las ataque con tanta pasión e ímpetu. Si el gavilán sorprende a la curruca en terreno descubierto, los lances carecerán de dificultad, y por consiguiente de emoción. Por el contrario, si el vuelo se desarrolla en monte bajo espeso, las posibilidades de captura, a no ser que se cuente con buenos batidores, serán nulas. Su comportamiento frente al ataque del gavilán, es similar al de un mirlo en miniatura, presentando al principio en la herida, el mismo descaro y desenfado que su gran pariente de matorral. Su canto incesante y su valor, aun cuando la herida le ofrezca enormes garantías de seguridad, se desvanecen como por encanto cuando se da cuenta que el gavilán cuenta con la ayuda inestimable de hombre. Curiosamente, los machos de currucas suelen ser más problemáticos y más difíciles de capturar que las hembra. Estas facultades de clara superioridad del macho sobre el género débil se encuentran muy acentuadas en algunas especies, tal es el caso de la tarabilla común, no siendo otro el motivo que la presión selectiva a lo largo de los siglos que han sido objeto estos gallardos galanes, presentando cara y de alguna forma, llamando la atención de los predadores que durante el periodo de cría se acercan a las inmediaciones del nido donde se encuentra la clueca. Tuve un pequeño torzuelo, empedernido cazador de esta especie de currucas. Las volaba de mil formas diferentes, arrastrándolas en vuelo, parándolas en las heridas y liándolas magistralmente en la huida. Pasado un tiempo, y sistemáticamente, comenzó a acuchillarlas. Una fría mañana de otoño observé claramente como de un golpe seco segaba la vida de una cabecinegra que pasaba a escasos centímetros de mi cara. La “blanquinegra” calló a mis pies y el gavilán, en un giro perfecto, la tomó en tierra, salpicándome en su entrada de la escarcha de la mañana. Los niegos, al comienzo de la introducción a la caza, “pinchan” muchas colas, quedándose la mayoría de las veces más que descorazonados, sorprendidos, con el pequeño manojo de “timoneras” entre las manos. Este no es más que uno más de los muchos recursos que tienen las cabecinegra, y en general todas las currucas, de salvar la piel a cuanta de unas pocas plumas. Las currucas, a diferencia de los buitrones, aun cuando hayan sido voladas en serio, casi nunca se pierden en las heridas, circunstancia que favorece la repetición de los lances. Esto es un arma de doble filo, ya que muchos gavilanes terminan enfriándose y abandonando tan escurridizas piezas.


La curruca rabilarga

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Pero si hemos de medir la dificultad que demuestran ciertos pájaros para incansablemente “saltar de herida a herida”, los laureles no tendrían más dueños ni portador que la curruca rabilarga (Sylvia undata), máximo exponente de la acrobacia en el interior del matorral.


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Impresionante la instantánea captada por el fotógrafo. El momento en que el gavilán lía a la pequeña curruca.

La tarabilla común Cuando las bosque caducos se pintan de colores grises y amarillentos y los campos sureños amanecen blancos del roció, la tarabilla del norte de Europa (Saxicola rubetra) refuerza con su llegada la población sedentaria de la península. ( Saxicola torquata). Raro es el cardo, inco o vareta que no cubre su extremo con uno de estos alegres y eternos vigilantes de horizonte. Su vuelo a ras de tierra se circunscribe a la toma y conquista de toda una serie de pequeñas atalayas donde poder cazar los insectos necesarios para su alimentación. Normalmente andan en parejas todo el año, siendo bastante fácil, cuando se descubre una tarabilla, descubrir no muy lejos, a su inseparable compañero. La caza de tarabilla con gavilán es muy amena y movida, produciendo más dificultadas que las currucas y buitrones por su distancia critica de salida. El gavilán volará por derecho a las tarabillas, “siempre que salgan relativamente cerca”. Como esto no suele suceder, sobre todo donde el gavilán caza asiduamente, es corriente o bastante frecuente que abandonen después de una persecución inicial. La única manera de mantener la fe en el niego con estos pájaros es cebando y dando por terminada la cacería cuando ocasionalmente se produzca una captura de esta especie. Es curioso el sistema defensivo que ponen en práctica las tarabillas, afín al de muchos pájaros, sea en cierta forman muchas veces la causa de que terminen cayendo en manos del enemigo. Las tarabillas que merodean los terrenos de caza del gavilán suelen agarrarse al salvavidas de la inmovilidad con demasiada anticipación, ocultándose entre la vegetación en cuanto ven al gavilanero en el horizonte. Como resultado, con frecuencia surgen vuelos cortos de los pies, y según mi opinión, muy fáciles y aleccionadores para el niego. Estos lances espontáneos, si se saben aprovechar, terminan haciendo al gavilán tarabillero. Pero a pesar de todo, se dan innumerables caso de gavilanes que aun volando muy bien curucas y buitrones, “no toman” las tarabillas.


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Una de la las posibles maneras de incrementar la de esos, digamos niegos perezosos, con independencia de las cebas cuando surge alguna captura espontánea, es la de tratar de volar durante un determinado numero de días solo a tarabillas, retirando sin ningún tipo de cortesía cualquier otra captura que se produzca, o al menos procurando – intención bastante difícil de cumplir – que la última captura de la tarde sea una tarabilla, de manera que aprendan a relacionar el simple condicionamiento de “tarabilla” con el de “ceba y fin de cacería”. Pero contar con la seguridad de esta última o primera pieza es en ocasiones bastante complicado, bien porque su localización a veces nos resulte por falta de tiempo imposible, o porque muy a pesar nuestro se levante una y otra vez fuera del radio de acción del gavilán. Las tarabillas, a diferencia de pitirrojos, colirrojos y tizones, y un sinfín de aves insectívoras, dejan de ser activas en cuanto presienten la caída del sol, soliendo entonces encerrarse en sus dormideros. En los lugares donde suelo cazar son muy de su gusto los herbazales que se apiñan en las lindes de las tierras de labor, e invariablemente toman los cauces de pequeños arroyos semisecos rebosantes de maleza. En estos recogederos las tarabillas vuelan entre dos luces de los mismos pies del gavilanero, aprendiendo el gavilán en pocas jornadas a cazarlas., y lo que es más importante, a reconocer su silueta en vuelo. A raíz de esta pequeña introducción comprobaremos que la tarabilla no tiene más secretos que la empuesta. Si el gavilán aprende a encerrarlas a larga distancia, se podrá dirigir vuelos y se cobrarán bastantes de estos pájaros, ya que aguantan muy bien las heridas. Los machos presentan más dificultad que las hembras y con frecuencia, aun bloqueados, suelen poner en práctica un vuelo ascensional que les suele salvar la vida, dejando sentado de cola al más puesto de los gavilanes. Por el contrario la tarabilla norteña, a pesar de su similitud con la común, es mucho más fácil de cazar. Tuve un gavilán metido en el vuelo de pequeños pájaros que cobró en una temporada un gran número de tarabillas. Quizá de los lances que recuerde con más satisfacción por la belleza de los mismos, fueron los que se desarrollaron en tierras de Castilla, donde las tarabillas escalaban en el cielo buscando la única barrera posible entre ellas y el gavilán, como única esperanza de vida. Si entre toda la gama de pequeños pájaros hay alguno que merece todas mis simpatías, es sin duda ese vigilante incansable, adorno sempiterno que hizo la naturaleza de paramos, dehesas y rastrojeras. _______________________ Actualmente tanto buitrones, como buscarlas, currucas, tarabillas, y toda la gama de aves insectívoras están protegidas en nuestro país, y por lo tanto no se pueden cazar.


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Gorriones y alcaudones

El gorrión Rozando la llegada del verano, los viejos cortijos de las sierras andaluzas dan amparo entre sus grietas a cientos de nidales, la mayoría de ellos de oportunistas gorriones. La engalanada abubilla intenta llamar la atención del benjamín de su nidada, que con verdadero tesón, se resiste a abandonar el amparo de un antiguo respiradero entre las rotas tejas. El brillante estornino da rienda suelta a sus brillantes dotes de tenor, erguido altaneramente sobre los hierros torcidos de una mohosa veleta; y a lo largo del camino, frente a lo que fuera en tiempos establo de las reses, pequeños bandos de gorriones se dedican al oleo tomando polvorientos baños de arena. El grito de alarma de la siempre atenta golondrina detiene por unos instantes la rutina diaria de toda la volatería pequeña. El silencio se hace en el claro lindante con el bosque, mas un enamorado macho de gorrión se hace, ciego de celo, prosigue su conquista en desenfrenado cortejo de amor hacia una de sus innumerables damas. La sombra del experimentado gavilán, en súbita aparición, barre literalmente del camino al ardiente galán, retornando en giro perfecto, y ya sin precauciones, en vuelo descubierto al interior del bosque. Los gritos de terror y de alarma duran escasos segundos, y la calma y la rutina diaría, compañeras inseparables a todo drama, vuelve de nuevo a los alrededores del caserío. El gorrión (Paser domesticus) es pieza habitual en la dieta del gavilán, no obstante, debido al nivel de aprendizaje y retención tan importante que poseen estos semi-domésticos pájaros, su caza en cetrería se convierte en esporádica. No hay ave en el campo que exprese con más claridad ni más acertadamente, temor hacia la pequeña rapaz del bosque. Descubrir la silueta del gavilán y alarmar desde donde se encuentra todos los alrededores, es norma de conducta y supervivencia en este inteligente pájaro colonizador de medio planeta. A veces, cuando surge el bloqueo en la herida de un “piquete”, sus ronroneo constantes dan la sensación de que van a facilitar la labore del lance, cuando lo cierto es que toda esa algarabía no es mas que una reacción innata de supervivencia. Consiste en alterar la atención del gavilán que, ante semejante desbarajuste no sabe, o le resulta prácticamente imposible, elegir una pieza específica en la que centrar su atención. Curruca capirota y gorrión común, azorados por el vuelo de un gavilán.

Al amparo de los muros medievales del castillo de Fuensanta, Ducado de Alba, a caballo entre las tierras de Salamanca y Ávila, fui participe, junto con mi hermano Arturo de un lance lleno de emoción y bastante curioso. Llevaba toda la tarde tratando de sorprender en vano a una tarabilla, cuando llamó mi atención la fijeza con mostraba la mirada al horizonte de mi torzuelo. El objeto de su mirada no era otro que los revuelos que producía un enorme bando de gorriones a orillas de las paredes del castillo. El gavilán salió del guante decidido, pero con esa calme de vuelo que proporciona la maestría y la experiencia, y pude, desde el lugar donde me encontraba situado, contemplar a mis anchas el desarrollo del lance. Como por arte de magia, todos y cada uno de los componentes del bando de pájaros, a la señal


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inequívoca de ¡sálvese quien pueda!, se refugiaron en el interior de un seco matorral de espinos. El gavilán, zorro viejo en las lides de caza, tomó como pasadero el punto más alto de la transparente fortaleza, lo que me permitió al acercarme a recogerlo, contemplar con toda claridad los cambios constantes de posaderos, - independientemente de la algarabía reinante- que llevaban a cabo lo gorriones en el espino. Ese deseo imperioso de todo un colectivo de pequeños seres de llamar la atención y atraer hacia el interior del matorral al enemigo era todo un espectáculo. Mi llegada frustró la estratagema de los asustados pero sagaces pájaros. No fui capaz de dirigir el lance, ya que algunos de los gorriones, a causa de mi presencia, rompieron el bloqueo sin darme tiempo a recoger en la lua el gavilán que, con impecable estilo, lió perfectamente a un bonito macho de ancha corbata. Cual no será el miedo que en esta especie produce el gavilán, que aun después de esta primera captura, tuve la ocasión de realizar un segundo lance en la misma herida, sobre un resto grande de gorriones que se negaban rotundamente y bajo ningún concepto a abandonar el amparo de su refugio. Los gorriones, como la mayoría de todos los pájaros, son fáciles de cazar desde el interior de un coche. Pero yo diría que a la hora de cazar con gavilanes, el uso del automóvil resta toda emotividad del a lance. Lo que si es cierto, y hay que tener en cuenta es que una de las mejores comidas, si no la mejor, que se puede dar a un gavilán durante el periodo de caza es el gorrión. Carne excelente donde la haya, carente de grasas que empalaguen y tuerzan el hambre del gavilán, es manjar de dioses que mantiene en óptimas el temple diario de nuestro pájaro. De la misma forma que existe un predador específico para todos lo seres de la tierra, hay diferentes tipos de carnes, fáciles de dosificar y que mantienen el hambre derecha, para ceda especie de ave empleada en la práctica de la cetrería. El gorrión, sin ningún tipo de dudas, cumple todos estos requisitos en lo referente al buen manejo de los gavilanes. Su cacería, por lo ameno y divertido de sus vuelos es más que idónea para un principiante.

El alcaudón Si existe alguna especie de pájaro en el campo a la que se le pueda dar el título de valiente y osada, el grupo de los alcaudones se lleva todos lo laureles. Estos pequeños salteadores de caminos atacan con igual ímpetu a una simple cigarra, que con impresionante descaro se meten, por así decirlo, debajo de las alas del cuervo carnicero o del milano negro y a picotazo limpio lo sacan de su territorio de cría. Hazañas como estas son más que corrientes en la vida cotidiana de pastores, cazadores y gente de campo. Pero todo ese derroche de fanfarronería lo pierden como por encanto en cuando divisan en el horizonte la silueta del gavilán. En cetrería el alcaudón común (Lanius senator), mitad del tamaño del alcaudón real (Lanius excubitor), es una pieza entretenida y fácil de cazar con gavilanes niegos.


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A mediados de agosto, cunado los inexpertos pollos de gavilán son aún poco duchos en la lides y dominio del vuelo de cacería, los campos de cultivo de la baja Andalucía engalanan cientos de posaderos común sin fin de alcaudones inmaduros procedentes de las prolíficas y recientes nidadas de estos pájaros. Siendo muy corriente escuchar a cualquier hora del día, aún en las muy calurosas tardes agosteñas, el peculiar llanto de reclamo de los jóvenes alcaudones, solicitando la correspondiente ceba de sus progenitores: durante este mes su caza resulta relativamente fácil, espabilándose y encendiéndose los pollos de gavilán con estos sencillos lances. Pero a partir de septiembre, con el cambio de las plumas y la llamada de la emigración que se avecina, los alcaudones cambien su forma de actuar, se vuelven mas recelosos, han acumulado grasa en sus tejidos para efectuar el salto al continente Africano, y lo que es más importante, han aprendido las normas básicas de supervivencia, dominando por completo lo que yo llamo, en argot cetrero, “vuelo de estrategia”. Siempre tiene una herida a mano, y además se pude dar por descontado que no se encerrará en ella, sino que procurará por todos los medios, aún con el gavilán en la cola, atravesarla limpiamente. Este comportamiento es muy corriente y a los gavilanes les cuesta muchos lances fallidos el aprender que deben sobrevolar la herida y no atravesarla. He sido testigo muchas veces de vuelos verdaderamente excepcionales, en persecuciones llenas de belleza, donde el alcaudón llegaba a atravesar hasta tres o cuatro heridas, generalmente árboles, con el gavilán pegado a ala cola para, en un último quiebro inverosímil, y cuando ya parecía imposible su captura, el gavilán, sacando fuerzas de su misma ignorancia, termina liándolo magistralmente. Verdaderamente a veces presenciar uno de estos lances, compensa todo el esfuerzo y el trabajo realizado durante los dos meses anteriores. La norma a seguir para todos aquellos aficionados que quieran probar fortuna en estos vuelos, es mas que norma un consejo a la hora de cebar, es el de no hacerlo sobre los mismos alcaudones se no se quieren perder los dos o tres siguientes días de caza, ya que la grasa acumulada para el viaje migratorio de estos pájaros, pura manteca, tuerce el hambre del mas puesto de los gavilanes. Es muy importante, pues, cuando se realice la captura: ¡cebar con gorriones! Mas el vuelo del alcaudón común, independientemente de los contado lances que surjan a finales del mes de septiembre, no merece la pena, a no ser como base de introducción para volar a los reales. Yo diría que los alcaudones reales tienen el tamaño y vuelo ideales para ser cazados con un gavilán. En esta especie el vuelo de “recruze o de estrategia” se encuentra mucho más desarrollado que en su hermano menor el alcaudón común. Como contrapartida, tiene la ventaja de que suele buscar posaderos elevados y alejados de fuertes heridas. Lanzando el gavilán de empuesta sobre “los reales”, el desarrollo de los vuelos es la más pura manifestación de una persecución de “poder a poder”, siendo en estos lances a largas distancias donde se puede apreciar la manera prodigiosa que tiene de volar el gavilán. Nunca podré olvidar el vuelo que llevó a cabo, una tarde del mes de noviembre, una prima de gavilán procedente del Reino Unido, y que me dejó ese sabor de boca de los lances que son únicos. Había saltado el levante en la costa y la tarde, abierta tras la reciente llovizna, invitaba a probar fortuna con un nuevo lance, aun después de haber volado con la tormenta un alcaudón no demasiado difícil a mi parecer, pero de dejó colgado cabeza abajo el gavilán en la primera herida que encontró a su paso. Conocía un tendido antiguo de teléfonos donde siempre, o al menos con frecuencia, sesteaba un valiente macho de alcaudón real que en más de una ocasión había burlado las aspiraciones del gavilán y mías de hacernos con el trofeo de su cola. Puesto que no se alejaba muco metros en su ir y venir a lo largo del cable telefónico de un chupón de eucalipto, herida inexpugnable donde terminaba siempre mareando de forma vergonzosa a la pobre prima de gavilán. Nada más llegar al inmenso llano me di cuanta que el real no se encontraba en su posadero de


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siempre., ya que junto al eucalipto el cable se encontraba limpio, brillando el alcaudón por su ausencia. Recorrí con al coche los dos kilómetros escasos de carril con la esperanza de encontrarlo en cualquier otro punto del cable, sin conseguir otra cosa que continuas debatidas tras tarabillas que se cruzaban inocentemente por delante del automóvil. Y fue en el preciso instante, en el que dándome por vencido, me disponía a abandonar el cazadero, como si de una a parición se tratase, que de unos pastos a mi derecha y a menos de veinte metros del coche, el alcaudón, con una tranquilidad que en un principio incluso me asombró, voló de suelo al cable sacudiéndose y limpiando indolentemente el pico, señal inequívoca de su reciente festín. La arrancada del gavilán me sacó de mi embeleso, No titubeó ni siquiera un instante, y como un autentica exhalación salió a través de la ventanilla abierta del coche, tras la presa. ¡Alas de gavilán! ¡Nunca hasta entonces había presenciado un persecución semejante!, ¡de poder a poder! Como si de un dardo mortífero se tratase, el pequeño cazador del bosque le fié ganando metros al alcaudón en su huida hacia el lejano eucalipto para terminar liándole en un barullo de gritos y plumas a unos metro de la tan ansiada herida. La suerte, la casualidad, el destino o simplemente la pesadez de mis continuas insistencias, reunieron los ingredientes para la realización de un lance de belleza sin igual y muy aleccionador para el niego, puesto que a partir de ese día comencé É a cobrar con relativa asiduidad, en vuelos movidos y bastante y bastante elaborados, un número elevado de alcaudones reales1. Curiosidades y algunos consejos prácticos Existen algunas especies en la naturaleza que pueden dar la impresión a primera vista de torpes en el vuelo y que pueden llegar a convertirse en francamente desesperantes o decepcionantes como primera experiencia para muchos cetreros noveles que salen al campo con un gavilán en el guante. La insistencia y la constancia en estas especies, aún aplicando al pié de la letra los complejos resortes del adiestramiento, no conducen a nada positivo. Quizá dentro de este abanico de especies de vuelo teóricamente lento o torpes que denomino “imposibles” para ser cazadas con un gavilán en cetrería, la mas representativa puede ser la engalanada abubilla (Upupa epops)

Esta ave, tan popular en todas las provincias españolas, es dueña del vuelo ascensional-acrobático más perfecto que haya desarrollado jamás ave alguna frente al ataque del gavilán. Y puedo afirmar con absoluta certeza que no existe gavilán en cetrería capaz de robarle ni tan siquiera una pluma de su bonito traje. Otro campeón verdadero, as del vuelo ascensional y de la acrobacia cuando siente al gavilán pegado a su cola es la cogujada común (Galerita cristata). ______________________

(1) Por el Real Decreto 3181 de diciembre de 1980. Los alcaudones se encuentran protegidos en todo el territorio nacional y esta prohibida su caza o captura, por lo que semejantes vuelos en la actualidad no están permitidos.


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Con la gran diferencia respecto a la abubilla de esta maestra del mimetismo el gavilán tiene una pequeña posibilidad de meterla en la herida, y en una tercera parte de esa infinita posibilidad, de liarla cuando el cetrero la desaloja del escondrijo. Pero, ¿Podría hacerse o meterse un gavilán en cogujada? Siempre he sido de la opinión de que en cetrería ya esta todo prácticamente descubierto. A lo largo de mi vida he manejado y he visto manejar a diferentes compañeros en Andalucía a muchos y muy buenos gavilanes y, sin embargo, las cogujadas que he cobrado y que he visto cobrar se pueden contar con los dedos de las manos. Teóricamente, si se mata la primera, se puede llegar a cobrar la segunda, y así sucesivamente. Pero su cacería es factible (siempre cuando se dejan a un lado los demás vuelos) hasta finales de septiembre. Es decir, hasta que los pollos nuevos mudan la pluma. A partir de esta fecha son pocos los gavilanes que aguantan una docena de metros de salida de la cogujada. Otro pájaro al que impongo, no sin meritos por su parte, el título bien grande de “imposible” es el estridente y campechano triguero (Emberiza calandra). Aunque su vuelo, a diferencia de la abubilla y la cogujada, carezca de poder ascensional y desconozca el arte de la acrobacia, no hay gavilán en el mundo que se peque al timón de su cola. Dos especimenes que engañan u confunden muy frecuentemente al gavilanero inexperto, también como los anteriores por la aparente lentitud de su vuelo, y con el incentivo de que entran los prototipos de insectívoros que suelen ser presas fáciles para un gavilán adiestrado, son el papamoscas (Muscicapa striata) y la collalba (Oenanthe oenanthe). Al primero el gavilán lo huele, y el segundo aunque resulta fácil por lo cobarde de su naturaleza meterlo en la herida, deja en el gavilán, a la hora de la verdad, el mismo aroma que el primero. Quizá a ojo de buen cubero el colirrojo tizón (Phoenicurus ocbruros) puede dar la impresión de ser una pieza ideal para ser cazada con gavilán. Sus continuos vaivenes de cabeza, tan similares al los del simpático petirrojo, invitan al lance sencillo. Nada más incierto, ya que el colirrojo tizón al igual que todos los nombrados hasta el momento, pertenecen al grupo de “los imposibles”. Pero si existe un pájaro en el campo capaz de reunir todas las condiciones necesarias para que incluso cetreros de experiencia lleguen a pensar que se trata de una presa fácil para el gavilán, lo es si duda el mosquitero común (Phylloscopus collibita). Este pajarillo de plumaje verde amarillento, puro nervio por naturaleza, y de ademanes delicados, posee u vuelo malabarista prácticamente perfecto. Consumado actor y conocedor de sus tremendas facultades, no teme el gavilán, convirtiéndose en agotador y mareante para todos aquellos niegos que lo intentan por primera vez. Los frígidos, al igual que los pinzones, son muy difíciles de cazar en cetrería; no obstante se realizan algunas capturas esporádicas. Otro tanto ocurre con los escribanos, complicados de volar y difíciles de capturar.

Pero al igual que existe toda una serie de aves dificilísimas o imposibles de cazar con un gavilán en la


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practica de la cetrería, la naturaleza ofrece como contrapartida el polo opuesto una serie de especimenes a los que ha restado toda posibilidad de defensa en vuelo, tales como los torcecuellos, los carriceros o los zarceros, aves que nunca deben ser cazadas en cetrería con un gavilán, puesto que no ofrecen siquiera un ápice de emotividad en los vuelos, ni problemas en las heridas. No hay que olvidar que la cetrería es ante todo u arte donde impera la caballerosidad y la belleza de los lances, entendiéndose por esto último lucha y dificultad que generen emociones y pasiones en quienes lo practican. Y como bien dijera el Rey Sabio “la caza no es otra cos que arte y sabiduría de guerrear y vencer”


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De todos los vuelos posibles que se pueden realizar con un gavilán, el del mirlo es la caza reina excelencia. En Inglaterra a principios de siglo se contaba con centenares de amantes de esta modalidad cinegética. La sincronía de ambos vuelos, así como la semejanza en las proporciones entre cazador y presa, colocan al gavilán en el límite de sus posibilidades frente a semejante contrincante. Ese ¡vuela que te pillo! o ¡que te alcanzo y no llego!, es un constante desafío palpable en el canto desenfadado del escurridizo pájaro-negro cada vez que logra alcanzar una herida. Lo que convierte su vuelo en el más atractivo de cuantos puede realizar un gavilán en el puño.

¿Quién no ha escuchado alguna vez en su vida el sonido aflautado de amor de este ave de color negro brillante o ha contemplado en aparición súbita su figura aras del suelo en cualquier jardín o parque urbano? El vivaracho y escandaloso mirlo se hace notar, sobresaliendo entre los seres con los que conviven. Hay veces que da la sensación de que el único objeto de su vida, mas que el de sobrevivir, se el de avisar de los peligros inmediatos que acecha los alrededores. ¡Gatos!, ¡mustélidos!, ¡aves nocturnas! y un sinfín de predadores saben que se ser descubiertos a la luz del día por este pájaro implica la persecución y molestia de todos los seres del bosque. Su canto no solo es anuncio de un peligro inmediato, sino que tan seguro se encuentra de si mismo, que la mayoría de las veces lo convierte en un descarado reto hacia el enemigo descubierto. Su fuerza de vuelo y su habilidad y agilidad en el matorral merecen mención aparte. Recuerdo la tarde en la que José Antonio Valverde me contaba la persecución que había sido testigo en tierras castellanas, describiéndome con pasión de halconero las repetidas e infructuosas entradas del cazador a su presa, y como, aún después del tiempo transcurrido., mantenía grabados en su mente secuencias de la manos del gavilán que, paralelo al vuelo del mirlo, salían despedidas una y otra vez hacia delante como resortes de longitud inusitada para un pájaro de su tamaño. El doctor Valverde, naturalista nato, había capturado perfectamente uno más de los numerosos recursos y habilidades del posible éxito del ataque de un gavilán, que no solo se basa en la velocidad, sorpresa o agilidad portentosa que demuestra en el vuelo, sino como bien me contaba este insigne científico y amigo, en la perfecta utilización de sus desmesurados tarsos. La captura de una pieza de la envergadura del mirlo, equivale a media docena de pájaros pequeños; el gavilán lo sabe y lo caza asiduamente, sobre todo en época de nidificación. En la naturaleza es caza factible para ambos sexos; en cetrería es aconsejable volarlo con una prima, doble en tamaño que el pequeño torzuelo. Muchos y muy diferentes son los predadores del mirlo, pero si existe uno hecho a su medida es el gavilán.


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Introducción a la caza

gavilanero novel. Con la excepción de pequeños matices, la introducción del gavilán en la caza del mirlo, difiere muy poco de las introducciones llevadas anteriormente a buen término con otras especies. Es por tanto aconsejable tener en cuenta los siguientes puntos:

Para la introducción de un gavilán a la caza del mirlo se deben llevar a cabo toda una serie de normas o consejos que no necesariamente desembocaran en la fabricación de un súper pájaro, pro si se encauzarán de buena forma al pollo inexperto en la consecución del éxito, y como no, al


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1. El niego desconocerá desde sus primeros días los pequeños pájaros, y será pues recomendable que toda la alimentación que reciba tanto en la cámara de descaño como en los vuelos diarios de los vuelos al guante, se encuentre perfectamente desplumada, calmando de esta manera, al no existir una identificación directa, la inclinación natural de los gavilanes a perseguir volatería pequeña. 2. De igual forma, desconocerá el vivo, hasta la definitiva introducción en la caza 3. Se adelanta mucho en el adiestramiento acostumbrándolos a volar al guante en el mismo cazadero y en presencia de los batidores. Cuya ayuda será imprescindible en su momento para desalojar a los de las heridas. 4. Según mi propia experiencia, en un principio, es conveniente volarlos dos veces al día, una por la mañana y otra por la tarde. 5. Para la introducción del gavilán en la caza deberían emplearse a menos media docena de escapes (las traínas no son difíciles de conseguir, personalmente suelo capturarlas en el mes de junio, manteniéndose en perfecto estado de salud a base de fruta y piensos compuestos). 6. Los pasajeros generalmente son poco seguros en las heridas. No soy partidario de su manejo. Mis experiencias han resultado en su mayoría negativas, conociendo a muy pocas personas que hayan conseguido resultados medianamente aceptables. Aconsejo a aquellos gavilaneros que quieran embarcarse en este tipo de aventuras, el empleo de una prima niega del año expresamente desnidada para tal propósito (1). A menudo se menosprecian las posibilidades de los torzuelos, evidentemente azoran menos, y su dominio de la pieza capturada viene a ser prácticamente la mitad que el de las primas. No obstante, los aficionados ingleses, grandes expertos en el manejo de los gavilanes, han hecho uso de estos con harta frecuencia en la caza del mirlo. A mi parecer, excepto en el vuelo de pequeños pájaros, la prima de gavilán es superior en efectividad al torzuelo.

_______________________________________________ (1) Al hacer referencia al desnide de pollos, el autor se refiere a pájaros criados en cautiverio. El gavilán está protegido en todo el territorio nacional, lo que descarta de antemano el uso de pasajeros o de niegos procedentes de la naturaleza. Cualquier pollo criado en cautividad y no improntado presenta a los sesenta días de nacimiento las mismas ventajas e inconvenientes, incluso a veces, más inconvenientes que ventajas, que un pasajero. Actualmente todos los gavilanes usados en cetrería provienen de centros privados de cría en cautividad, pudiéndose adquirir bien con el carácter de un niego si se sacan de la muda a los pocos días, o de un pasajero se s dejan con los padres hasta que termine por completo su desarrollo.


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Pero tan importante o más que la adquisición y elección del pájaro, es la existencia de un cazadero adecuado. Y hago hincapié en este punto puesto que no me estoy refiriendo a una zona con una gran densidad de mirlos, sino a un terreno con unas características específicas donde las heridas, independientemente de los perdederos, sean desalojables, y un porcentaje de estas se encuentren a una distancia tal que se puedan apreciar los vuelos y la belleza de los mismos, ofreciendo un mínimo de posibilidades de captura. En Andalucía son logares a propósito, las parcelaciones de cultivos mixto, las huertas, las marisma colindantes con sotobosque, vegas que rocen el nacimiento de la serranía, así como las tierras de labor cruzadas con alamedas, sotos ribereños y arroyos ricos en zarzales y matorral mediterráneo. En la introducción de los pollos niegos en la caza, es conveniente es conveniente siempre contar con el mayor número de ases de la baraja, y para ello es necesario conocer al cazadero a al perfección, las entradas y salidas de los mirlos, los “quedaeros” o las querencias, en definitiva, saber encontrar en cada caso donde se puede llevar a buen fin un último lance que nos seque de apuros. Para la buena introducción del niego a la caza tenemos que saber aprovechar al máximo lo que podría ser denominado comúnmente en cetrería como “periodo de independizaje del pollo”. Durante esta fase de su vida el niego persigue casi todo lo que se le cruza por delante de sus narices, capturando y almacenando en su memoria los rasgos y siluetas de las especies que ataca. Con la particularidad de que los fracasos en cetrería implican imposibilidad de capturar en el próximo lance. En cuestión de pocos días el pollo sistemáticamente realiza una selección de especies, desechando de por vida especimenes que en muchos son susceptibles de ser cazados. Es durante este periodo cuando el gavilanero debe actuar con firmeza, sacando el mayor partido posible a esta pasajera agresividad de la fase de aprendizaje de su inexperto alumno. La mayoría de las veces, la ausencia de agresividad a la hora de atacar en las aves de cetrería, se achaca a la falta de temple; no es aplicable esta norma insana a cazadores de la talla del gavilán. Por poner n ejemplo comparativo, en lo que al desgaste de energía se refiere, yo diría que un día de ayuno completo para un azor, aún después de haber estado volando, equivale a una veintena de vuelos de persecución para un gavilán, vuelos que suelen desarrollarse en menos de una hora. Esta vulnerabilidad de todos loa gavilanes ante la perdida de peso, consecuencia de su complicado metabolismo, convierta la caza del mirlo en una autentica puesta a punto de un atleta que, en sus comienzos, no nos va a permitir que lo forcemos en el temple lo más mínimo. Aquí la mano del cetrero se ha de convertir en cincel rebosante de sensibilidad que modere el carácter agresivo de su pájaro, templando sin alterar un organismo tan delicado y musculando de la manera más natural posible. La verdad sea dicha, hay que buscar la complexión del zahareño en el niego, y esto solo se consigue en persecuciones directas tras sus presas, es decir, cazando sobre el terreno. Valiéndose de la consabida agresividad de los niegos durante el periodo de “independizaje”, cuando todo movimiento implica atracción y ataque, le suelto toda una serie de traínas en días alternos, concretamente media docena de palomas zuritas. La puesta en escena de la siguiente forma: Normalmente entro en el cazadero acompañado de los batidores que realizan su labor minuciosamente vareando y registrando las querencias del coto, en perfecto simulacro de caza. Llegado el momento, y a una señal mía, uno de ellos se queda algo retrasado situándose con la taina convenientemente preparada, al amparo de algún arbusto o desnivel del terreno, fuera del campo de visión del gavilán. El juego consiste en andar en círculos hasta volver al punto donde el ayudante aguarda oculto. A la espera del resto de los batidores, y al la señal de la grita del maestro, lanza la traína al aíre, dejándola en


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libertad a escasos metros de la cara del gavilán. Progresivamente se va aumentando la distancia y la dificultad de las sueltas. Impresiona la velocidad que llegan a alcanzar y mantener en vuelo los gavilanes y el calor con que atacan a las zuritas después de haber realizado media docena de escapes. Contrariamente a lo que pudieran pensar muchos aficionados de este proceder, estas sueltas no alterarán ni deformarán en absoluto las condiciones de los niegos para la caza natural, a la que serán dedicados en un futuro, sino que despiertan su interés de un forma asombrosa por el “vivo” en el campo. Tuve en mis comienzos en cetrería una bonita prima de pluma cenizosa, de nombre Malos Pelos, a la que inicie en la caza del mirlo de la manera que acabo de describir. Recuerdo muy bien sus ademanes de dama orgullosa y la manera prodigiosa que tenía de volar.

¡Nunca olvidaré su primer mirlo! Fue una tarde calurosa del mes de septiembre. Aquel día andaba rebuscando por las lindes de un viejo bosque de pinos Flandes un mochuelo “facilón” que iniciara a mi pájaro en la caza real, cuando a unos ciento cincuenta metros se me atravesó un mirlo, que más que ser, presentí. E gavilán pego un tirón y se me fue de la mano y… alas de gavilán. ¡Quedé impresionado! Su vuelo fuerte y recio quebró al del viejo mirlo tras de una loma, corrí en su busca y no fue tanto lo que tarde en llegar como lo que me costó encontrarlo. Lo buqué durante mas de diez minutos alrededor de tojos y aulagas; la desesperación y los nervios empezaron a hacer huella en mi interior, y si no es por el momentáneo tintineo de uno de sus cascabeles, paso de largo sin descubrir su posadero, que no era otro mas que una piñas seca en el fondo de una hondonada. Una gruesa alfombra de “marabujas” recubría todo el entorno; me acerqué despacio y le ofrecí la altura de mi guante, pero el gavilán, ignorándome, permaneció estático con la mirada fija en un montón de agujas secas que como mero capricho de la naturaleza, se apilaban en perfectos estratos a un par de metros del burlado cazador. No recuerdo muy bien lo que sucedió a continuación; me disponía, por simple cuestión de principios, a recogerlo por fuerza en el guante, cuando me pareció advertir que el manto seco de marabujas sobresalía las puntas unas plumas negras... ¡era la cola del mirlo! Los acontecimientos se sucedieron con una rapidez asombrosa; mi descubrimiento se fundió con la salida escandalosa del “pájaro de matorral” y la entrada del gavilán que lo barrió en el aire prácticamente en mi cara. Aunque lógicamente en invierno se vuelen las aves de cetrería en pesos más altos que en primavera o verano, no se deben tener en cuenta estas diferencias de peso por estaciones en los gavilanes, que necesariamente habrán de volar casi siempre metidos en carne, siendo la única posibilidad (como ya hice mención anteriormente en el capitulo dedicado al adiestramiento) de que disponemos para poderle sacar el máximo rendimiento, en el vuelo de los mirlos. Pero por fin llegó el día que salimos al campo con nuestro gavilán aprobar suerte en el difícil arte de la caza real. Si el adiestramiento se ha llevado a cabo paso por paso estaremos más que seguros de la obediencia y la condición física que se encuentra nuestro pájaro, mas suele ser normal que falle en sus primeros mirlos. Es entonces cuando el gavilanero deberá poner en practica u o dos trucos que aplicados terminará en poner entre las manos del gavilán esa captura tan deseada. Por ejemplo: -

No es muy corriente, pero sucede a veces que el gavilán no persigue ese primer mirlo que levantemos. Este comportamiento se puede deber a dos causas. Primera, que se encuentre excesivamente alto de peso, hecho fácilmente comprobable por el nerviosismo que pueda demostrar en medio del campo, así como por las continuas debatidas en el guante, síntomas ineludibles de más peso del necesario. Cualquier cetrero se da cuenta que el gavilán tiene unos gramos de más, en cuyo caso se puede dar por terminada la cacería. Y un segundo motivo se puede deber al estado de indecisión muy propio de los niegos durante el periodo o fase crítica de la iniciación, actitud esta que se corrige lanzándolo desde el


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guante. De todas formas esa falta de fe o de decisión carece de sentido si durante la fase de adiestramiento le hemos soltado sus correspondientes escapes. -

Puede ser que vuele, persiga unos metros y termine abandonando. En este caso la insistencia en nuevos lances puede ser un arma de doble filo, puesto que a veces lo mismo puede desembocar en un vuelo extraordinario con herida y captura final, que en la total pérdida de fe si falla repetidas veces. Lo ideal, en caso de que se produzca una persecución medianamente aceptable es la suelta de un escape, cebarlo y llevarlo a la halconera.

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Y puede ocurrir que vuele ese mirlo tan deseado y termine encerrándolo en la herida. Si el pollo de gavilán conoce “el vivo” de las traínas, se encuentra en su peso, y lo que es más importante, se halla en la “fase de independicaje” lo normal es que vuele bien su primer mirlo y lo encierre bloqueándolo.

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Si domina la herida, es decir, si el pollo domina en altura y por consiguiente, la posición de salida o escape del mirlo encerrado, el pájaro del matorral no intentará huir, permiti FALTA UNA PÄGINAS

Localizado, se recogerá en el guante y se izará con el brazo extendido en posición vertical por encima de la cabeza. Una vez situados el gavilán y el gavilanero de esta forma, y en lugar donde mejor domine las posibles salidas del mirlo, se dará orden a los batidores para que por el lado contrario de donde nos encontremos, entren en la herida y a golpes de vara y de gritos saquen al mirlo. Puede ocurrir, y es normal que así suceda, que a lo largo de un mismo vuelo se sucedan varias y diversas heridas. En cuanto notemos que el gavilán en sus persecuciones pierde fuelle e interés, se le soltaré un escape en cualquiera de los bloqueos o embarres que se produzcan, premiándolo y halagándolo como si realmente hubiera cobrado una presa en el campo. En resumidas cuentas mantendremos viva su fe y elevaremos su moral. Cazar mirlos con y gavilán maestro, aparte de divertido, es un autentico placer. Sus cualidades cazadoras mejoran notablemente cuando realizan su primer cambio de plumas, su vuelo se hace más ligero, más elástico, más recio. Los mirlos identifican a su agresor como un ave adulta, produciendo su simple presencia mayor azoramiento en las presas, lo que facilita los bloqueos en las heridas. En pleno invierno surgen lances de una belleza extraordinaria. Basta algún leve movimiento de un mirlo en el cazadero para que el gavilán vuele instantáneamente en su busca. A veces da la sensación de que vuela sin rumbo fijo, caprichosamente, pero donde detiene su vuelo se encuentra con seguridad, escondido, el pájaro de matorral. En arroyos y linderos ricos en zarzamoras y matorral mediterráneo, conviene enseñar al gavilán a dominar las heridas desde las altas ramas de la arboleda existente en todas en todas las veredas y cañadas de Andalucía. Solo si aprenden a dominar las heridas desde esas atalayas, pueden conseguir algunas capturas. Aunque excepcionalmente se pueden cobrar algunos mirlos en alamedas, y pequeños bosquetes aislados de la campiña, la mayoría de las veces suelen ser lances casuales a los que acompaña la suerte. Es


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preferible evitar cazaderos de esas características, especialmente si existen árboles de copas anchas y espesas, si no queremos terminar desmoralizando y estropeando al nuestro gavilán.

Voy a transcribir alguno de los párrafos del diario de Victoria en una de sus muchas jornadas de caza DIARIO 24 de octubre de 1971 La tarde posee el encanto especial de los otoños impregnados de ese sol aún veraniego que se resiste a dar paso a una nueve estación. Nada más llegar al cazadero, un atrevido mirlo deja escapar su grito de aviso en el fondo del valle. El gavilán levanta la cabeza y escudriña el horizonte con atención, fijando su mirada en una vieja zarza. Instantáneamente salta del guante y con vuelo “de mariposa” alcanza el punto más alto de la descomunal herida. En un principio me da la sensación de que se trata de un vuelo falso, pero el suave sonido metálico del mirlo que se siente acosado pero seguro dentro de su fortaleza me saca de dudas. La herida es una de las más complicadas que se puede encontrar dentro del cazadero; al acercarme a ella, el mirlo se calla, hago señas a los batidores que me acompañan para que rodeen la zarza y se sitúen al lado contrario, espero unos segundos, y ante el claro dominio de la situación que tiene victoria donde se encuentra posada, opto por no recogerla. ¡Demonio de pájaro! Desalojarlo de su valuarte cuesta más de un cuarto de hora y, para colmo de males, lo hace por el lugar menos a propósito. Las voces y gritos se mezclan con el vuelo de Victoria que se pega a la cola del pajarraco. Pero el mirlo, con una tremenda sangre fría se deja caer a tierra burlando su entrada, alcanzando con facilidad una nueva herida. Este nuevo refugio es mucho más endeble y menos a propósito para bravatas. El mirlo, dándose cuenta de su nueva situación, no vuelve a abrir el pico, aferrándose como un hierro ardiendo al salvavidas del silencio y la inmovilidad. Recojo a Victoria y me sitúo cortándole el camino de retorno a la gran zarza. ¡Pájaro endiablado! El que el gavilán lo apretara lo imposible en el anterior vuelo me hace creer que se encuentra en su azoramiento, prácticamente, casi desmoralizado, y la confianza casi me pierde. El astuto mirlo, conciente de su desventaja no espera a que terminemos de situarnos, ¡salta de improviso hacia los batidores, colándose entre las piernas de estos! El gavilán reacciona con rapidez, sobrevuela la herida y la ventaja que le saca al mirlo en esos segundos es más que suficiente para alcanzar un apretado grupo de lentiscos lindantes al menos a 100 metros del pinar. Corro en busca del gavilán, y jugándome el lance a una sola carta, me sitúo de forma que dejo libre la salida natural del mirlo hacia el bosque de pinos. Es importante evitar en estos casos el lance de cara, ya que de frente es prácticamente imposible que el gavilán “lie” una presa y menos un mirlo. Los batidores a mi señal entran en la herida pinchando una y otra vez las altas matas de lentisco con sus varas. Los minutos se suceden lentamente y el silencio es roto por la grita de uno de los batidores ¡Victoria salta como una exhalación del guante! Y se pega materialmente como un hilo invisible a la cola del mirlo que huye buscando la salvación en las espesas copas de los piñoneros. Quiebra limpiamente la primera entada de Victoria, e imperceptiblemente observo que tiene unos segundos de indecisión, salta hacia atrás e intenta de nuevo ganar la herida recién abandonada y eso lo pierde. EL gavilán, en un giro perfecto, la barre en el aire. ¡Verdaderamente nos lo hemos merecido! Hace algunos años tuve la satisfacción de conocer de la mano de la mano de mi buen amigo Manolo Navarro a los hermanos Galpena, excelentes gavilaneros donde los haya. Recuerdo con agradop una pequeña anécdota de mi estancia en tierras alicantinas, fruto de los naturales comentários entre aficionados. Sucedió en una tarde de noviembre en la acogedora villa de Novelda. Ramón Galpena, algo preocupado, me pidió consejo sobre las actuaciones de Megara, la bonita prima de gavilán desnidada en tierras de Levante. Le pregunté por los resultados conseguidos en la temporada que corria. Megara llevaba cobrados más de medio centenar de mirlos. Estaba claro, y así se lo dije a Ramón, que de necesitar alguien un consejo no era precisamente él como gavilanero el más indicado para recibirlo, sino los revolados mirlos que quedaban aún indemnes en los campos de Novelda. Los mirlos aprenden con mucha rapidez. No en vano les va la vida en ello. En los cazaderos donde se vuelan mirlos asiduamente, el comportamiento de esto cambia radicalmente desde el principio al


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final de la temporada. Se hacen más esquivos, más astutos, Los gavilanes tienen que aprender a volar de empuesta para conseguir bloqueos firmes en las heridas.

Los mirlos que logran burlar la entrada del gavilán, reconocen y memorizan siluetas y sonidos que implican peligro inmediato como el tintinear de los cascabeles, gritas, e incluso el color y la forma de los coches. Llegar al voladero siempre por la tarde, o por el contrario de mañana, les enseña a relacionar una hora determinada a lo largo del día con la presencia del gavilán. Así ocurre que si visitamos el cazadero a una hora distinta a la acostumbrada, por ejemplo, de mañana si se caza por la tarde, comprobaremos con asombro como los mirlos se levanta a nuestro paso, volando escandalosamente sin demostrar demasiadas preocupaciones, mientras que por la tarde da la sensación de que han desaparecido de la faz de la tierra. Es conveniente por tanto rotar los cazaderos e incluso, si se puede, cambiar con asiduidad las horas de vuelo. Durante la temporada 1971-72 andaba una mañana buscándole un mirlo a una prima roja de gavilán, ya maestra en las lides de caza que respondía al nombre de Gala. Hacía ya mas de dos horas que pateaba el cazadero sin resultados de ninguna clase cuando inesperadamente quedé sorprendido al descubrir a un elegante mirlo macho mostrando su traje nupcial posado en una vareta de una carrasca espesa que me miraba descaradamente. Levanté el gavilán en el puño y me dirigí a su encuentro. A medida que me iba acercando aumentaba mi extrañeza ante la inmovilidad e impasividad del que consideraba ya “mirlo en el morral” Estoicamente aguantó en su sitio lo indecible, y cuando me encontraba a menos de diez metros, con un gracioso balanceo de cola y alas, se dejó caer en el interior de la carrasca. Este leve movimiento lo delató a los ojos del gavilán, que voló como una flecha posándose en el punto más alto de la herida. Lo que sucedió a continuación fue que al mirlo se lo tragó la tierra (nada más cierto como comprobaría días más tarde). No hubo forma humana de volver a verlo ni sentirlo. Para mí fue un autentico misterio desvelado al acabo de unas semanas por la quema llevada a cabo por unos cabreros para aprovechar los rebrotes del monte. Los restos calcinados de la espesa chaparra dejaron abierta la boca calcinada de un “cultero” de conejos, refugio que fue sin duda la salvación del viejo mirlo, donde aguantó imperturbable


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las voces, palos, y pisotones de los batidores que me acompañaban. Esta experiencia aumento la admiración que ya sentía por la habilidad, astucia y sangre fría que demostraban estos pájaros en los momentos de peligro.

Algo similar me ocurrió con este gavilán en las marismas de río Piedras. En esta ocasión me acompañaba mi amigo y genial artesano Juan Orta. Habíamos iniciado la cacería en un mutro de contención de aguas que separaba dos caños marismeños, cuando el gavilán se arrancó del guante tras el mirlo, que como una aparición celestial, atravesó el muro en dirección a la marisma. Siempre que menciono en alguna conversación los terrenos de la marisma donde cazo, hago hincapié en las heridas que son infinitas, puesto que normalmente se trata de espesa alfombras de armajos y gamonitas, entrecruzadas entre sí por cientos de pasadizos y túneles, sendas ocultas de ratas de agua y conejos. Esta era la perspectiva que se presentaba ante nuestros ojos. Suponiendo que el gavilán hubiese marcado con relativa exactitud la caída u entrada del mirlo, el radio de le herida alrededor del pequeño cazador del bosque, a ojo de buen cubero, sería de unos cincuenta metros cuadrados. Me acerque al gavilán que buscó inmediatamente la altura de mi guante. Lo levanté por encima de la cabeza y comencé con Juan a machacar el terreno. Durante cerca de diez minutos pisoteamos y registramos el inmenso tapiz de armajos, no recuerdo las causas que nos indujeron a cruzar el canal, lo cierto es que la salida del mirlo nos sorprendió en el fondo del cauce y de espaldas a su vuelo. El gavilán saltó de mala manera por encima de mi hombro, en su busca, pero el pájaro de matorral, en perfecta estrategia militar, hacia ya unos segundos que había tomado ya la guía del cauce de uno de los canales, ocultado su silueta de la pirada del gavilán. La acción del atrevido y astuto mirlo fue magistral. ¡Habíamos pasado repetidas veces por donde se encontraba escondido! Sin embargo aguanto, con una sangre fría tremenda, esperando pacientemente el momento propicio para dejar su escondite. Seguí con la vista por unos breves momentos su vuelo en el horizonte y me embargó un sentimiento de admiración. ¡Había burlado a la muerte!, y la verdad se a dicha, merecía vivir. Durante mucho tiempo no volví a visitar la marisma con un gavilán en el puño.


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Con un paño de lino se envuelve el gavilán por encima de las alas y al bajo vientre para evitar que el sudor de la mano del cazador estropee las plumas y merme su vuelo. A continuación, la persona que se encargue de llevarlo lo coge con la mano derecha y, como si de una lanza se tratase, lo levanta por encima del hombro mientras que con la izquierda sostienen sobre el pulgar en eses perfectas el cordel. De esta forma comienza a caminar por el cazadero en busca de codornices. En el momento que alguna de estas gallináceas levanta el vuelo, el árabe catapulta el gavilán con todas sus fuerzas e pos de la codorniz. Si hace presa, el cazador empuña una vara de uno o dos metros que lleva colgada a la espalda en bandolera, en cuyo extremo hay un pequeño alambre curvado, que con suma habilidad engancha en el nudo corredizo que arrastra el Gavilán asegurándolo, y así, poder quitarle la codorniz sin que huya ni se pierda. La mayoría de las veces ni siquiera le dan una pequeña cortesía. He presenciado lances en los que el gavilán liaba a la codorniz, y una vez que el cazador aseguraba con una larga vara el cordel de retención, se abalanzaba a este se más y el arrebataba la presa. La reacción natural del gavilán al ver acercarse al hombre era la de intentar huir, pero el hambre era tal que a pesar del miedo que sentían, no soltaba la codorniz. Esta misma escena se repetía a lo largo del día veinte, treinta, o cuantas veces fuera necesario, y al final del día se dejaba al gavilán en un rincón apartado, generalmente bajo un chamizo de juncos o de cañas, fuera de la vista del hombre, donde se le daba de comer. Me comentaba Patrick Paillat, pionero del proyecto de reproducción en cautividad de la Buhara el Arabia Saudita, que había participado en diversas ocasiones en la caza de codornices en distintos países árabes, refiriéndose, con pasión de halconero, como los gavilanes volaban las codornices sin apenas entrenamiento. Doce capturas diarias era el máximo recomendado para un solo gavilán, existiendo entre la forma de cazare en Afganistán y la costa de Túnez una diferencia esencial en la forma de coger al gavilán para lanzarlo, ya que mientras los tunecinos lo sujetan directamente con las manos sin más, En Afganistán se emplea un trozo de tela para no estropear las delicadas plumas del ave de presa. Quisiera hacer hincapié en un pequeño matiz antes de seguir adelante. La agresividad del gavilán es tan grande que incluso a veces se sale de lo que humanamente resulta lógico y normal. Recuerdo hace algunos años el carácter ten impresionante que atesoró desde el principio un pequeño torzuelo pasajero

que me trajeron unos rederos de fringílidos. Era un pájaro norteño, de pluma sedosa muy clara quemada por los vientos y la nieve de Centroeuropea. Lo cogí con suavidad, y era tanto mi miedo a hacerle daño, que al colocarle una de las pihuelas se me fue de las manos, dio varias


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vueltas por la habitación y, extenuado, se poso en una esquina del cuarto sobre un montón de libros viejos. ¡En un principio no supe que hacer! Disgustado infantilmente por mi torpeza, no se me ocurrió otra cosa que recuperarlo sin causarle más miedos innecesarios que soltarle un gorrión vivo, que más que soltar, lancé contra el pobre gavilán.

Su reacción me sorprendió. Sin pensárselo un solo segundo y en quiebro perfecto, trabó limpiamente al pajarillo, posándose en el suelo y mirándome con recelo. Al acercarme soltó su presa y se puso boca arriba en actitud defensiva. Lo cogí con suavidad y terminé de armarlo.

Queda de manifiesto la lógica en que se basa la cetrería practicada por gavilaneros arábigos. Desde mi forma de entender esta modalidad de cetrería como forma de subsistencia es permisible, peo no como deporte de disfrute, e impensable como arte, presenciando con disgusto y decepción como algunos principiantes en España tratan de cazar con gavilanes lanzándolos de la manera descrita. Que quede claro que un gavilán no se debe coger nunca con la mano para lanzarlo contra la presa. A un gavilán manso le sobra agilidad, reflejos y sobre todo velocidad de salida. Cogerlo implica resabio, rotura de plumas, y merma de entrada de más del cincuenta por ciento de su rendimiento, y lo que es más importante, todo lo que de bello y mágico tiene este deporte. ¿Hay algo más emocionante que el sentir a través del cuero del guante la prestancia y los reflejos en tensión de nuestro compañero de caza? De nada sirve, pues, emular una cetrería tan básica y forzada, cuyo único principio es llenar el morral y asegurar el éxito de la captura, antes que la seguridad y el bienestar del propio gavilán. Todos los pueblos de origen árabe poseen una paciencia infinita; para ellos el tiempo no tiene el sentido que se le da en occidente. Esta manera tan diferente de entender y de ver la


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vida ha dado como resultado que la cetrería actual haya conservado la misma pureza que hace cinco siglos. Los pocos focos cetreros que perduran en Marruecos, Libia y Egipto tienen el mismo carácter de subsistencia que antaño. Mientras que la existente en Arabia Saudita es, aún guardando sus raíces en la más pura de las tradiciones, una cetrería de espectáculo similar en esencia a la practicada en la Edad Media por la nobleza Castellana.

La primera vez que vi volar a codornices a un gavilán fue de manos de Juan Bersabe, maestro gavilanero y pionero en Andalucía de este difícil vuelo. Me obsequió una mañana de julio, en Jimena de La Frontera, con un lance de lo más peculiar. Aprovechando el segundo celo de esta pequeñas gallináceas y a golpes de reclamo, cantos que ejecutaba a la perfección con un pito de fuelle, atrajo hasta mis mimos pies a un

ardiente macho que, embelesado por sus “maullidos de amor”, no se dio cuenta del engaño hasta que tubo materialmente pegado a sus taliones a la prima de gavilán. Recuerdo con nostalgia, aparte del frescor y del bullicio de la volatería menuda reinante esa mañana en la sierra gaditana, el impresionante sprint de salida del gavilán y como en apenas en cinco o seis metros de persecución, lió en entrada fulminante a la sorprendida codorniz.

La codorniz es una presa hecha a medida del gavilán. Su cacería es movida, alegre y todo un arte, en especial si se adereza la puesta en escena con un buen perro de muestra, consideración que yo estimo necesaria y yo diría que casi imprescindible para conseguir buenas perchas. Ya que muchos pájaros, si no es con la ayuda del perro, no hay quien los saque de la herida. No recomiendo razas nerviosas como pointers o bracos, ni aquellas cuya fijación principal en los genes sea la de cobrar, como pueden ser por ejemplo los labradores. Un pequeño tekel o un buen perdiguero de Burgos, trotón, tranquilo y de buenos vientos, vendrá hecho a medida del gavilán y colmará las aspiraciones del más exigente de los gavilaneros. He presenciado muchas veces como mi gavilán, después de una larga persecución, tomaba como posadero la grupa de mi viejo perro de muestra, y como este aguantaba, imperterrito el capricho de la toma de la atalaya de su circunstancial huésped. Para volar codornices son más seguras y efectivas las primas que los torzuelos, aunque estos últimos tambien las cacen con asiduidad y estilo perfecto. No es una presa que luche y de guera una vez que se siente atrapada por el gavilán, lo que facilita enormemente, a pesar de su mediana talla, la labor de los torzuelos. Los gavilanaes atacan con ímpetu las primeras codornices que se les saca en el campo. Un hilo invisible los pega a la cola de estas atractivas y singulares aves. Pero en estos dos o tres metros de distancia en que las distintas persecuciones separan al cazador y presa parecen infranqueables. Si se sigue volando e insistiendo si más, las abandonan y teminan perdiendo la fe inicial. Es importante por tanto:

Primero: contar con la ayuda de un buen perro para que en el caso que el gavilán persiga hasta la herida, se la pueda sacar de nuevo. En los vuelos de iniciación a la caza, los gavilanes se encienden mucho y persiguen a las codornices a grandes distancias, embarrándolas, siendo esencial en el segundo vuelo la labor de un perro de muestra.

Segundo: utilización de traínas. Lo ideal seria contar al menos con media docena de codornices de campo recien capturadas, pudiendo hacer uso, a falta de algo mejor, de codornices de granja. Los gavilanes son tan avispados que si se peca del uso de traínas, aprenden con relativa facilidad a distinguir entre la caza ficticia y la real. Las traínas mal utilizadas pueden convertir en vagos y perezozos a buenos gavilanes. Recomiendo trainas solo en los inicios de introducción a la caza y exclusivamente después de que el gavilñan haya realizado un vuelo en serio tras una codorniz de campo, siendo requisito imprescindible para hacer uso del escape, que el gavilán encierre en la herida.

Tercero: caracteristica del cazadero. Limpias praderas, barbechos, rastrojos de girasol y cereales, son lugares ideales para iniciar a los niegos. Se debe evitar en los inicios de la caza los cultivos en riego, como algodones, alfalfa o cultivos de cereales sin recolectar. Volar en estas inmensa praderas de heridas infinitas es una perdida de tiempo y lo único que se consigue es descorazonar al más valiente de los gavilanes.


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Cuatro: capturas al primer vuelo “Mejor cobrar pocas piezas sin heridas que muchas la segundo vuelo” Aunque después de un lance apretado con herida final el trabajo de un buen perro siempre es emocionante, lo que realmente es meritorio en cetrería son las capturas que se producen al primer vuelo. Que el gavilán llegue e entender la importancia de semejante filosofía, depende la de habilidad del gavilanero para premiar en las distintas capturas. Particularmente con gavilanes, a diferencia de la caza con halcones por altaneríay azores. Prefiero los lances con heridas, mucho más movidos y emocionantes que los que surgen al primer vuelo, ya que con pájaros con un sprint de salida tan tremendo como el de los gavilanes, los lances son visto y no visto.

A mediados de Agosto, las codornices se encuentran en bandos. Hay muchos especimenes jóvenes que perfeccionan sus técnicas de vuelo y mimetismo, a la par que nuestro gavilán adquiere experiencia. Estas aves inmaduras facilitan enormemente la introducción del niego en la caza. A finales de Septiembre las codornices se encuentran gordas, habiendo acumulado gran cantidad de grasa para su próxima migración. Aguantan muy bien la muestra del perro. Y su vuelo, más pesado que de costumbre, proporciona muchas capturas de salidas y persecuciones cortas. Fue en la primera quincena de este mes cuando compartí varias jornadas con Miguel López en la vega que da cobijo a la antigua acrópolis romana de Tejada la Vieja. La tarde muy fría, se presentaba serena y sin un ápice de viento. Las dos primeras codornices se arrancaron largas y alcanzaron el seguro refugio de la parcela cercana de algodón de riego. Pero la tercera decidió aguantar tanto, segura de su mimetismo al amparo de la cañas secas de los girasoles, que cuando se quiso dar cuenta, nos tenía encima. Miguel, en su meticulositas cazando, registró cada metro cuadrado del rastrojo y la pobre codorniz, a la que casi pisa, se le arrancó de los mismos pies. ¡Las alas de la prima de gavilán en su salida rugieron como un tornado!, liando al la codorniz a tres metros escasos de donde se levantó. Miguel llevó a cabo, lleno de orgullo, la merecida cortesía y continuamos cazando. El resultado final fueron cuatro codornices y una pequeña curruca. Realmente fue una jornada inolvidable.


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La caza de la perdiz El título de este capítulo puede parecer en un principio algo excéntrico e incluso pedante, y no sin justa razón, para todos aquellos cetreros que hayan intentando cazar perdices con peregrinos, conocedores de las dificultadas que incluso para un gran halcón tienen las patirrojas. Lo cierto es que el pájaro perdiz se encuentra prácticamente fuera de las posibilidades del pequeño cazador del bosque. Las características ideales que deben acompañar a una prima que se va a dedicar a volar perdices, independientemente de su gran talla, son las manos (¡grandes y de dedos largos y nervudos!), la espalda muy ancha y la cola, que deberá parecer desproporcionada en tamaño con el resto del cuerpo. Las dos primeras condiciones son sinónimos indiscutibles de fortaleza, imprescindible para retener a una pieza tan corpulenta, mientras que la tercera resulta un arme indispensable a la hora de azorar. El gavilán entra y mata barriendo con la cola abierta, tratando de pescar, como si de una red se tratase, a su presunta presa. Mientras más amplitud posea en el abanico de su cola, mayor azoramiento producirá en su entrada sobre la pieza que persigue. Si existe un aplicación del viejo refrán castellano “perdiz azorada, en el día asada”, es en este vuelo, ya que u número elevado de perdices caen en las manos del gavilán debido al enorme terror que produce en esta gallinácea la silueta del predador. A mi parecer, ese gran azoramiento es debido en parte una presumible confusión de la silueta del gavilán con la de su hermano mayor el azor. Aprovechándonos de esa gran ventaja y del desconcierto inicial que se produce en las perdices, y como no, de un morral repleto hasta los borde de afición y fe, podemos probar suerte y embarcarnos en la difícil tarea de hacer un gavilán perdicero. Para tal propósito, e independientemente de la compra y posible selección de una buena prima de


gavilán, es imprescindible un buen cazadero.

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La habilidad que demuestran las perdices “peonando”, así como el mimetismo tan acentuado que ha dado fama reconocida a su nombre, convierte en muy difícil, aun con la ayuda de un buen perro, su caza en terrenos quebrados y de grandes heridas. La experiencia me ha ensañado el gavilán es un volador nato que se sale del marco en lo tiene encasillado el cetrero contemporáneo. ¡A un gavilán no le cuesta llegar hasta la perdiz en pleno vuelo! He presenciado persecuciones de más de 500 metros con una clara ventaja en la salida por parte de pájaro perdiz en los que el gavilán en cuestión de segundos, y manteniendo la velocidad de arrancada durante todo el trayecto, se pegaba a la cola de la patirroja. El problema radica en el esfuerzo tan grande que ha de realizar para aguantar e inmovilizar a semejante pieza. A partir de mediados de septiembre, las capturas descienden considerablemente, y entrado el mes de octubre se hacen imposibles. Los fríos aprietan las carnes de los pájaros perdices, su vuelo es muy recio, y el gavilán no es que no sepa, sino que es incapaz de retenerlas. No obstante, existen momentos o determinadas circunstancias a lo largo del año que propician fáciles capturas. Por ejemplo, en los días que siguen a una gran tormenta las perdices se enfrían, los dedos con el barro seco que se pegan como argamasa entre las uñas se “aporronan”, dificultándoles la carrera, los pastos de las tierras de labor desaparecen y bajo circunstancias tan singulares y favorables, los gavilanes realizan capturas esporádicas. Mi opinión particular es que el pájaro perdiz se sale de las posibilidades de más grande y robusto de los gavilanes y que su cacería solo es factible, y no sin ciertas dificultades, hasta los primeros días del mes de septiembre. “También se puede utilizar el gavilán para cazar perdices y se hace de forma absolutamente igual que cuando se caza con azor; presenta también los mismos inconvenientes y para asegurar el éxito hay que contentarse con cazar perdices jóvenes cuyo desarrollo no ha terminado aun y no pueden volar tan rápidamente como las viejas.” En la primavera de 1977 manejé una bonita prima de gavilán de pluma rojiza, de enorme complexión y fuertes manos, y digo suerte porque me proporcionó muchas satisfacciones. Mostró, desde los primeros días del amansamiento, un fuerte carácter y una gran agresividad hacia todo lo vivo. A mi parecer poseía todas las cualidades de un cazador se su especie para ser introducida con éxito a la caza de la urraca. Así que con un corto amansamiento, y no precisamente como mandan los tratados cetreros, me vi soltándole los primeros escapes en el campo, que consistían el ligeras zuritas ante la escasez de estos córvidos en la provincia de Sevilla, a la que el día anterior acoplaba en la cola largas plumas en la cola adheridas con diferentes pegamentos comerciales en un intento vano por simular la


silueta de las astutas picazas.

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El niego aprendió rápidamente en que consistía el inocente juego de las traínas a las que acuchillaba y liaba con impecable estilo, mas mi inexperiencia de entonces la vició en los escapes y nunca logré que volara en serio ni una sola picaza. La temporada finalizó sin más capturas en su haber que medio centenar de pajarillos; pero la sorpresa surgió de improviso recién terminado su cambio de plumas y en la primera jornada que la llevé al cazadero. Me encontraba optimista y rebosante de esa ilusión que te embarga al comienzo de la temporada. Corría el mes de agosto, la tierra seca y polvorienta y el calor reinante en el sur de Andalucía en esta época de año me obligaba a detenerme al amparo de alguna sombra. Una oropéndola dejo oír su silbido agudo en el eucaliptal cercano. Decidí cruzar un pequeño cerro salpicado de monte bajo a la búsqueda de unas higueras que crecían en la mitad del valle, punto de encuentro y disputas de mirlos y rabilargos por la fruta madura. El pequeño cazador del bosque iba atento, en tensión, comiéndose el campo con la mirada, y fue entonces cuando sentí en la distancia la arrancada un bando de pájaros perdices. El gavilán titubeó inicialmente pero de un fuerte tirón saltó como un resorte tras uno de los pollos más rezagados ¡Dios bendito!, sus alas adquirieron un ritmo vertiginoso, eran como afiladas cuchillas que herían el aire, y no se si fue casualidad, pero al traspasar una trocha limpia de pasto seco, un segundo perdigón se levantó justo debajo del gavilán, que sin dudarlo un constante desvió su vuelo y golpeó con fuerza al pájaro perdiz, y lo que ocurrió a continuación fue sencillamente que lo abandonó y se posó en el suelo. Mi decepción fue enorme, solté una maldición y apesadumbrado seguí con la vista al perdigón, pudiendo comprobar que en su azoramiento se metía de cabeza en unas alpacas de paja abandonadas en mitad de la campiña. Corrí en busca del gavilán que encendido y rabioso apretaba con furia entre sus manos un manojo de plumas del dorso de la perdiz. Semejante trofeo había sido el motivo de ese final sin sentido en la persecución. Trabajo me costó convencerlo de que aquello no había sido nada más que un pequeño barapo del vestido de su presunta cena. Le di unas picadas, lo calmé, esperé a que distendiera y relajara las llaves, y lleno de nervios me encaminé en busca de la herida del perdigón. Nadie, si no se ha visto en circunstancias parecidas, puede imaginarse lo difícil que resulta a veces sacar a un pájaro perdiz de se herida sin ayuda de un buen perro, y más, después de haber sido tocado en serio por un ave de cetrería. Cuando en mis escritos relato una de mis experiencias pasadas, intento ceñirme en todo lo posible a los hechos ocurridos realmente. Sin embargo hay veces que me cuesta recordar con precisión los detalles del desarrollo final de un lance que la redacción del hecho en sí. Buscando secuencias borrosas en mi memoria, recuerdo perfectamente la angustia y la desesperación que sentí aquella tarde agosteña, cuando después de varios minutos…… Levantando y destripando viejas alpacas me di por vencido. ¡El escurridizo perdigón no aparecía por ninguna parte! Dejé el gavilán sobre la paja apilada y, enfadado, le di un pequeño puntapié a un pequeño montón de pastos y ¡lo que son las cosas de la caza! La perdiz, con un fuerte “pichot, pichot”, se levanto de mis propios pies, y su vuelo rasante y sin fuerzas lo quebró de mala manera en entrada vertiginosa los cuchillos del gavilán. Aún tuvo coraje el perdigón de arrástralo a acaballo algunos metros antes de que las manos del cazador (fruto de la experiencia de haber liado la temporada anterior mas de dos docenas de zuritas) se aferrara fuertemente a su cuello, estrangulándolo y truncando toda esperanza de libertad Era un pájaro perdiz ya igualón. Halagué al gavilán como nunca antes lo había hecho, dejándole comer a placer y de vuelta a la halconera me sentí como un pavo real, orgulloso de la hazaña de mi pájaro.


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Ya en el jardín, y sobre su arco, el pequeño y rojo cazador se sacudión tranquilo, encogió una de sus manos, y a sol puesto, su mirada inteligente se cruzó con la mía, descubriendo en la luz de sus ojos una alianza imperecedera. Aquella tarde, en conversación telefónica con Miguel López, le comenté la heroicidad de mi pájaro, y cal sería mi sorpresa cuando me confirmó que José Antonio Vizcaíno, más conocido como siliqui por los aficionados, llevaba en su haber, con una prima de gavilán hermana de la mía. ¡Media docena de perdigones! Se siguieron cobrando perdices con los gavilanes hasta bien entrado septiembre, pero a partir de la cuarta semana de este mes, aunque los volaba con fe, y les sacaba plumas, tanto mi gavilán como el de José Antonio, comenzaron a sentirse incapaces de retenerlas en tierra. Esa fue a grandes rasgos mi única experiencia con gavilanes perdiceros. La mejor forma, y yo diría que la única efectiva, de introducir a un pollo niego en pájaros perdices en pleno verano. Durante los meses calurosos del estío, cuando los perdigones, no mucho mayores que codornices, se agrupan en grandes bandos, al cuidado incluso de dos o tres madres, facilitando el número de pollos, el calor reinante, las enormes diferencias de tamaño en tales aglomeraciones el éxito de los primeros lance. De esta manera los gavilanes adquieren sabiduría y técnica paralelamente al desarrollo de las perdices: ¿Es por tanto imposible hacer a un gavilán perdicero? Pienso que el deporte de la cetrería es ilusión y un continuo superar de obstáculos. Dejo pues, en manos de los cetreros noveles, abiertas las puertas de este capítulo y el reto indiscutible de que pueda llagar a suponer probar fortuna durante toda una temporada con un gavilán a las perdices rojas.


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¡Cuántos amantes del bajo vuelo no han soñado alguna vez con manejar un ave de cetrería , mitad de tamaño entre el azor y el gavilán! Un ave con la potencia de manos del gran cazador del bosque europeo y una habilidad de vuelo que solo posee en nuestro continente el delicado gavilán. Un accipiter ligero y agresivo pero con el poder y el peso suficiente para dominar pieza de 500 gramos en el campo. En España un azor gavilán de estas caractersticas sería más que ideal para intentar la caza de mano por mano de la perdiz roja. Evidentemente la practica de la cetrería cautiva por lo que tiene o posee de dificultad, un “super pájaro” le quitaría todo el encanto de este deporte, pero los años y la experiencia me han ensañado que no existe halcones ni azores programados para cazar, solo nuevas ilusiones diarias que encienden el alma de los buenos aficionados. Se que es criterio común entre la mayoría de los grandes maestros que el mejor pájaro para la caza de cualquier especie cinegética autóctona es el halcón peregrino, el azor o el gavilan originario del pais donde se va a cazar. No obstante y por propia experiencia con híbridos y aves de cetrería estadounidenses, puedo afirmar, sin miedo a equivocarme, que entre las diferentes especies de aves nobles que han colonizado nuestro planeta, existen especimenes que cubren “vacíos” que la madre naturaleza, sabia y genial en extremo, pero como todos los sabios, despistada, ha olvidado introducir en determinados continentes. En el caso de la vieja Europa, el Cooper´s Hawk (Accipiter cooperii) en este paso inexistente entre el azor y el gavilán1.

__________________________________________ 1 Quiero aclarar, y esto es de suma importancia, que al hablar de manejar un ave que no es autóctona, acción que lógicamente conlleva una serie de autorizaciones legales de importación, certificados veterinarios, etcétera, hay que saber distinguir entre lo que realmente significa el término de introducir y el de adquirir para practicar. La introducción en un país, cualquiera que sea este (y al usar el término introducir, ilógicamente ciertos sectores extremos de la conservación dan por hecho el inmediato asentamiento en libertad dentro de su geografía del ave importada). De una especie foránea, aparte de la dificultad que conllevaría un proyecto real de estas proporciones, en caso de que se llevase a cabo, solo podría ser realizado bajo la dirección de las autoridades medioambientales competentes. Salvando las distancias y limando aristas en lo concerniente a los problemas de aclimatación, enfermedades, etc., el mayor inconveniente que existe cuando se reintroduce, es el desplazamiento de especies afines autóctonas. Es conveniente por tanto, y debe quedar claro que el hecho, por ejemplo de importar un gavilán de cooper para la practica de la cetrería, dista mucho de ser la introducción en un país de una nueva especie.


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Las aves de cetrería por su mansedumbre, sui se extravían cazando (por desgracia para sus dueños), tienen un porcentaje muy elevado (yo diría que el 99,99 %) de posibilidades (esto está a lo orden del día hoy en España) de que pierdan la vida en manos de personas desaprensivas. Aparte, todas las aves de cetrería por su alto valor sentimental que tienen y representan para los cetreros, vuelan siempre con pequeños emisores que detectan su presencia a más de 20 kilómetros de distancia. Y por último, normalmente todas estas aves que provienen de granjas estatales o privadas, suelen estar troqueladas en ele ser humano, rechazando de forma inmediata a congéneres de su misma especie o similares. Bajo estas condiciones, las posibilidades de que formen poblaciones de rapaces no autóctonas, como consecuencia de aves extraviadas practicando el deporte de la cetrería, es improbable desde un punto de vista lógico y racional. La Costa Oeste americana es de una belleza indescriptible. Sus paisajes variables y caprichosos, como la misma naturaleza, es una constante invitación a la practica de la cetrería. Cientos de animales pueblan sus bosques y riberas. Tratando de recordar momentos y experiencias vividas en mi primer viaje a EEUU, cuando especies desconocidas, que aun después de tantos años me siguen fascinando. Me viene a la memoria la sempiterna presencia de la ardilla de tierra, constantemente alerta u cerca de una boca de madriguera. Los búteos en sus diversas y variadas especies. La impresión que me produjo el diminuto colibrí californiano, y como no, ese constante ir i venir de todo tipo de anátidas en cuantos arroyos y pequeñas charcas se cruzaban e mi camino. Naturalmente, y como buen cetrero, el halcón de las praderas, el peregrino anatum, el peregrino tundra, los peregrinos pelais, el azor y el gavilán americano, y los pequeños merlinos, fueron los que despertaron mi curiosidad y mi máxima atención. De la mano de Ricardo Velarde, exploré los rincones más hermosos de las inmensas praderas de Nevada, impresionante en su grandeza de horizontes perdidosa e infinitos. Mi corazón tembló como el de un principiante el día que contemplé en un peñasco semi-derruido por el fragor de los vientos y el paso del tiempo mi primer nido de halcón de las praderas.


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¡Me emocionó contemplando las rutas migratorias de los rápidos esmerejones!, acompañados en sus desplazamientos de grandes bandos en uve de barnaclas canadienses que me hicieron añorar entonces las marismas onubenses llenas de ánsares.

Pero si hubo algún momento que relámesete llenara de ilusión mi corazón algo cansado de cetrero es aquel atardecer en el rancho de mi amigo californiano James Adamson, en que sin saber de donde ni como, una preciosa prima de cooper se posó a escasos metros de donde me encontraba sentado, descansando de un corto paseo. El gavilán, con ese misterio característico que envuelve a su especie, me miró sorprendido y común salto limpio, se zambulló con un vuelo armonioso en el verde de las encinas. Un pájaro oscuro de tintes metálicos dejó oír su canto de aviso, y el bonito duende americano desapareció de mi vista. El gavilán de cooper es como un azor europeo de reducidas dimensiones. El plumaje de los jóvenes, a excepción de las calzas barradas de blanco, es idéntico al del azor inmadurito lagrimado a todo lo largo. Si embrago, una vez maduro, el plumaje pálido de su vientre y pecho, recubierto de ocres fuertes casi en su totalidad, y el azul que adquiere su dorso, lo diferencian totalmente de su pariente del bosque, el azor, y lo confunde, por su enorme parecido en su país de origen con el gavilancito americano, el sharpshinned del que ha tomado su nombre. El precioso accipiter se hubiera podido llamar indistintamente gavilán o azor de cooper. Y la verdad sea dicha, el cetrero que lo ve en pinturas o en fotografías le encuentra más parecido a un azor pequeño que a un gavilán. Si embargo todo buen gavilanero percibe al admirarlo por primera vez “en vivo” lo mucho que este pájaro posee de gavilán. Habita el cooper en las tierras boscosas de Carolina del Norte. Las altas cumbres y profundos valles del estado de Ohio. En Colorado ha sabido colonizar las zonas de alamedas frescas de ríos y riveras, mientras que en California solamente se reproducen en las masas forestales más bajas.


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Me contaba James Adanson que en una perfecta adaptación a la orografía de este último estas, el azor y el gavilán americano anidaban en grandes sierras, mientras que el cooper se asentaba en tierras más bajas salpicadas de bosques de encinas, el equivalente en España a las dehesas andaluzas. Adaptados a vivir en un medio semi-urbanos, entre pequeños ranchos colindantes y contriciones unifamiliares, comparten el habitad con el ser humano, siendo muy frecuente observarlos en vuelos rápidos de persecución por carreteras y caminos forestares, tras la volatería pequeña, o en paseos prospectores por los alrededores de granjas y viviendas cuando llega la primavera.

Durante muchos años, una pareja de cooper ha sacado sus pollos delante de la casa de Jim, compartiendo su cazadero con una pareja de colarojas (Buteo jamaicensis) que anidaban en la entrada del rancho, en una enorme encina a los pies de la carretera general. Tuve la tremenda suerte de presenciar desde el mismo porche de la casa de este gran halconero la copula de una pareja de cooper. Por supuesto, para un turista como yo, recién llegado de Europa y tan aficionado a la naturaleza, fue toda una exhibición del carácter salvaje de esta en tierras americanas. El gavilán de cooper es un migrador nato. Las pautas de sus desplazamientos las marca la llegada del otoño (el periodo migrador comprende desde mediados de septiembre hasta mediados de octubre) y curiosamente, según especialista americanos, la población flotante se pone en movimiento unas dos semanas después de la salida hacia sus cuarteles de invierno de los pequeños gavilanes americanos (Accipiter striatus), tornando, por esta regla, a sus lugares de origen dos semanas antes que estos. Este comportamiento es una manera bastante razonable de no competir en sus migraciones por los grandes bandos de pequeños pájaros que se desplazan de norte a sur en EEUU y de los que se alimenta ambas especies.


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De igual manera, me explicaba Ricardo Valverde, que la adaptación de esta especie durante la migración había llegado a términos tales como la diferenciación de rutas para adultos e inmaduros, habiéndose podido comprobar que los coopers jóvenes, según cifras de la Universidad de Santa Cruz de California, constituyen el 95% de los migradores de la costa, en perfecta autovías migradoras a lo largo y ancho de los cinturones costeros del continente americano, mientras que los adultos se desplazan por el interior del país. Curiosamente, en le desplazamiento hacia el sur, los torzuelos preceden a las primas, mientras que en retorno a su zonas de origen, sucede a la inversa.

En California, el número de especimenes nidificantes se estima en una veinte mil parejas nidificantes, siendo solo migradores parte de la población que habita en el norte de este estado, que en su corto viaje hacia el sur lo máximo que llegan en su viaje migratorio es a México. El gavilán de cooper, como la mayoría de los accipiteres, es muy abundante y prolífico, estando autorizado por los organismo federales en muchos estados norteamericanos la captura de especimenes del año, es decir, de pasajeros, para la practica de la cetrería, que ven en los seguidores de este deporte a sus más fieles colaboradores, ya que gracias el esfuerzo conjunto de la administración y la ANFA ( asociación Norteamericana de Halconeros), las poblaciones de aves rapaces en EEUU están alcanzando cotas inmejorables. He observado sobre el terreno la bonita y encopetadas codornices de California. Son fuertes en el vuelo y ligeras en la tierra, y a diferencia de la nuestras, toman constantemente como posaderos árboles y arbustos donde demuestran la misma agilidad endiablada del mirlo. Saltando de rama en rama con una soltura extraordinaria. Loa gavilanero estadounidenses (austringer o cazadores con aves de alas cortas) las cazan “de mano por mano” con gavilanes de cooper en vuelos emocionantes. Las ligeras codornices aguantan muy bien la muestra del perro, produciéndose heridas de gran dificultad y belleza. La codorniz de California en la naturaleza es pieza normal en la dieta del cooper. Esto convierte a las pequeñas gallináceas en la caza reina de loa gavilaneros americanos. En California existen tres especies de codornices. La California quail (Callipepla californica) o colín de California. Al este la gambel’s quail Callipepla gambelii) que son siete subespecies conocidas en EEUU, se la calcula una población global de1.000.000 de especimenes; los machos alcanzan los 150 gramos. AL norte la Montain quail (Oreortryx pictus), cuyos machos rondan los 300 gramos. La más popular de todas con 8 subespecies reconocidas, introducida en Chile, Argentina, Nueva Zelanda, Australia y en las islas Hawai es la California quail, con 176 gramos de peso en los machos.


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California quail

Gambel quail

Montain quial

El secretario de la Asociación de Cetreros de México, mi buen amigo Jesús Velasco, en su último viaje a España me contaba que ene. estado de Jalisco solía cazar las codornices con cooper de la siguiente forma: siendo la querencia de esta gallináceas terrenos cubiertos de extenso y altos pastizales, el cooper en su salida desde el guante del gavilanero tenia muy pocas posibilidades de hacerse con la pieza antes de que embarrase de nuevo en la herida.. En este inmensa sabana de gramíneas que llega a cubrir hasta incluso por encima de las rodillas del cetrero. Jesús Velasco había desarrollado un sistema lleno de ingenio, utilizando grandes varas con travesaños en sus extremos, donde el cooper, merced a la altura y al fuerte sprint de salida, dominaba y lograba liar en muchas ocasiones a las rápidas y escurridizas codornices. Evidentemente, el método desarrollado y la técnica utilizada no eran muy éticas, pero desde mi punto de vista, no dejaban de ser emocionantes y muy practicas. Otra especie muy interesante de cazar con el cooper son las hembras de faisanes. Harry McElroy, uno de los cetreros con más experiencia en el manejo del gavilán de cooper y autor de un interesente libro sobre este accipiter, describe con singular maestría, entre muchos otros vuelos, la caza del conejo, siendo esta actividad cinegética muy popular entre los aficionados del Nuevo Mundo. Un pájaro cuyo peso máximo de vuelo en las primas viene a se de unos 500 gramos, convierte esta cacería en toda un lección de pundonor para todos los cetreros españoles que hoy en día ponen en duda la capacidad de acción de los torzuelos de nuestros azores a la hora de cazar conejos. Narraba Sterling Brunel, hombre de una sensibilidad extraordinaria, la heroicidad de su buen amigo y excelente artista Hans Peter, que con un torzuelo de cooper había cazado una liebre de cola negra (black-tailed jackrabbit) muy similar en tamaño a nuestra liebre europea. Sterling, viajero incansable, me contaba que el gavilán de Cuba conocido en EEUU como gundlich’s hawk (Accipiter gundlichi) es considerado por los científicos como una especie evolucionada del gavilán de cooper. Sterling, después de haber examinado diferentes especimenes, discrepaba de esta teoría, ya que, aunque el colorido de la pluma y sus proporciones son muy similares a la del cooper, la longitud de los dedos de sus manos eran las de un autentico gavilancito americano, del que según opinión de Sterling es más que probable que descendiera 1. ________________________________ El cooper tiene los dedos cortos y gruesos, muy parecidos a los del azor.


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Biología La biología del cooper (Accipiter cooperii) es muy similar a la de los accipiteres españoles, en especial a la del gavilán europeo (Accipiter nissus). La prima es casi el doble en peso del torzuelo. Los pájaros que observé en EEUU variaban mucho en tamaño de unos a otros. El peso medio de una prima cooper es de 500 gramos, y par el torzuelo de unos 300 aproximadamente. De todas formas los pesos son muy relativos y varían en las primas de entre 450 y 500 gramos, y entre 270 y 300 gramos en los torzulelos. Los ejemplares del Este del país son un poco más grandes que los del Oeste. Con el gavilancito americano también se confunden. Aparte del tamaño, la única diferencia que existe para aquellos cetreros sin experiencia en una y otra especie es la ceja, blanca y marcada en el cooper y sen señalar en el gavilancito Americano, y la cola, plana en el gavilancito americano y ligeramente redondeada en el cooper. Gustan del sotobosque y de frescas alamedas. Suelen nidificar a escasos metros de algún claro y casi siempre cerca de pequeños cursos de agua. Siendo muy frecuente encontrar nidos en California en las proximidades de caminos y carreteras. Es una perfecta adaptación al medio donde viven. En este estadio en concreto, han sabido colonizar ecosistemas distintos al azor (Accipiter gentiles atricapillus) y al gavilán americano (Accipiter striatux velox). El torzuelo comienza la construcción del nido, y al igual que el gavilán europeo, lo realiza nuevo cada primavera. Algunos aficionados estadounidenses me comentaron que había veces que aprovechaban restos de nidos semiderruidos de otras especies, como base para realizar la nueva muda.


Inician la puesta a mediados de mayo. La media de huevos en el estado de California es de cuatro, corriendo la incubación a cargo de la prima, que normalmente es relevada por el torzuelo solo durante las cebas de la misma.

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El pollo pica el huevo a los 30-34 días de incubación. Como la prima se hecha entre la puesta del segundo y tercer huevo, a la hora de la eclosión suele existir una diferencia de tiempo entre el primer y el ultimo nacimiento, y lógicamente de tamaño entre algunos hermanos, sin embargo a pesar de esta diferencia de edad entre algunos pollos, suele ser normal que toda la nidada salga a delante 1. El plumón de los jóvenes cooper es muy blanco. Las plumas de las alas y cola comienzan a encañonar al los 17-18 días de vida. Con 34 son rameros y a los tres meses son totalmente independientes. Es muy curioso el comportamiento de los cooper durante la época de cría. Sabía de oídas y Sterling Burnell me lo confirmó, que se han dado casos excepcionales en esta especie, por ejemplo, cuando una prima de cooper es muerta durante la crianza de pollos, el torzuelo ha buscado una nueva compañera, se ha “acollerado” con ella, y esta, aun no siendo la madre de los gavilanes, ha terminado su crianza. Los torzuelos de cooper solo saben arrimar comida a la muda, son muy torpes cebando, como dicen los buenos aficionados: “no poseen el arte de la ceba”. Es muy corriente que los pollos, ansiosos por comer, piquen los ojos de los torzuelos cuando intenta cebar. Esto también ocurre con las primas, pero ellas saben retirar, entre picada y picada, la cabeza a tiempo. En 1986 tuve la suerte de conocer en la ciudad de Provo (Utah) al doctor Kenneth Tuttle, quien tuvo la amabilidad, al enterarse de mi pasión por los pequeños cazadores del bosque, de invitarme a una cacería con esmerejones. Los policromados merlines, en vuelos acrobáticos y movidos, y herida tras herida, terminaron liando algún que otro estornino. La forma de cazar con los esmerejones era un poco a su aire, es decir, los solían dejar en un posadero alto, generalmente en un poste de teléfono con vistas a las enormes llanuras de Provo, desde donde el pequeño halcón volaba a su libre albedrío, a veces incluso más de una milla de distancia tras los estorninos o los black-birds que a esa hora de la tarde cruzaban las praderas en busca de sus dormideros. Un espectáculo difícil de olvidar. ______________________

Según he podido comprobar con especimenes cautivos en España el periodo de incubación de la especie viene a se de 31 días. Reciclan a los 15 días de retirada de la primera puesta, y se pueden conseguir con relativa facilidad (siempre que la comida de los progenitores sea abundante y de alta calidad) puestas muy prolíficas (seis huevos). 1


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Kenneth Tutlle, primer presidente de la Asociación de Halconeros de UTA, ha publicado innumerables artículos sobre cetrería en revistas especializadas de todo el mundo, y es autor del capitulo del sharp-shinned (el gavilancito americano) en el libro de Jack Mavrogordatro, Un pájaro para el matorral.

Aunque es un forofo del halcón de las praderas, (falco mexicanus), cosa que entiendo perfectamente, es gavilanero hasta la médula. Compartí dos tardes de caza y charlas con este cetrero lleno de sabiduría y ademanes sencillos, intercambiamos ideas y experiencias pasadas vividas en nuestros respectivos países llegué a la conclusión de que si existe una fuerza superior en el mundo capaz de unir a personas de diferentes culturas, sin distinción de niveles sociales ni tendencias religiosas, la cetrería es una de esa actividades en la que brota esa especie de magia entre quienes la practican. Realmente curioso es el estudio realizado por Julie Ann Lee, del departamento de zoología de la Brighan Young University en Provo, Utah, sobre la manera que la civilización creciente condiciona el comportamiento de los accipiteres, entre ellos el ccoper’s hawk, y al habituación de estos a los disturbios e influencia humana.

Dice Julie Ann Lee

En el esquema se puede apreciar al cambio de una muda anual de cooper y la distancia existente a la carretera y a la granja habitada más cercana. La pareja de cooper saco a delante cuatro pollos, y la distancia mínima en línea recta de la muda a la carretera de tráfico rodado fue de 38 metros. Según observaciones de la autora, la prima de cooper era insensible o permanecía estática al ruido producido por el paso de vehículos a motor así como al de persona que pesaban por los arcenes


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adyacentes. De igual forma la autora hace referencia al hecho contradictorio que suponía, que existiendo zonas vírgenes adyacentes más retiradas, ideales para que nidificaran los cooper, estos y otros accipiter prefieran asentarse cerca de los enclaves urbanos para su reproducción.

Según Julie Ann Lee este comportamiento se pudiera deber a la prolífica actividad alrededor de los núcleos urbanos, de pequeños volátiles y mamíferos, especialmente roedores, y por otra parte, a ala protección involuntaria del hombre, que con el simple hecho de su presencia rechaza a posibles especies predadores del cooper, más desconfiadas y que evitan claramente el acercamiento a estos encalves habitados por el ser humano. Estas pautas de entendimiento se están produciendo en el mundo entero, lógicamente con más éxito en unas especies que en otras. El gavilán europeo es una de esas aves que se está adaptando al empuje creciente de nuestra sociedad. Cada vez son más los gavilanes que se reproducen en los parques de las grandes capitales de Europa. En junio de 1984 tuve el gusto de conocer en Bélgica, concretamente en la ciudad de Middel– Kerke, a Jean Pierre Sanders, .La primera persona que consiguió criar halcones en cautividad en su país, a quien tengo que agradecer, entre muchas otras cosas, la tenencia de mi actual prima de Harry Hawk. Yo había oído hablar de la abundancia de gavilanes que encerraban los bosques belgas. Mi buen amigo gentilmente me lo confirmó, no obstante, no pude resistir el impulso de ver con mis propios ojos alguna muda de gavilán y, aunque puede parecer exagerado en mi condición de andaluz, lo cierto es que paré mi coche frente al primer bosquete que me pareció apto para albergar en su seno a una collera de gavilanes, y nada más entrar en el mismo, me di de cara con una muda llena de actividad. ¿Casualidad? FALTA UNA PAGINA

Una de las grandes diferencias entre los cooper y los gavilanes es que de los primeros se suelen capturar y adiestra muchos pasajeros, mientras que los gavilanes se desnidan niegos, a ser posible con diez días de nacidos, para su posterior imprinting. El cooper pasajero es menos nervioso que su pariente, el pequeño y asustadizo gavilán y raramente se muestra agresivo hacia su manipulador, a no ser que se le baje peligrosamente el peso. El cooper improntado es tan agresivo y ocasiona tantos problemas a los aficionados que lo manejan, que el mismo Harry Mcelory desarrolló un entrenamiento contra la agresividad de esta especie. Los cetreros que vuelan asiduamente gavilanes de cooper, aunque prefieren las primas, también adiestran ocasionalmente a torzuelos, mientras que los gavilaneros desaprueban el manejo de torzuelos de gavilán americano, ya que según todas las opiniones de los cetreros con experiencia en estas aves coinciden que se encuentran justo en el límite de lo delicado y lo frágil. Morfológicamente existe una gran diferencia en las manos, y yo diría que incluso en la cara, más agavilanada en el gavilancito americano. La librea que cubra ambas especies es prácticamente la misma.


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La personalidad del cooper es muy complicada. Generalmente se supone que la inteligencia de un ave va en concordancia con su tamaño, es decir, a más tamaño, más sabiduría. Si embargo entre los accipiteres estadounidenses, el cooper rompe esta regla, siendo opinión de todo el colectivo cetrero que es más sabio que su pariente el azor. Los coopers poseen la imaginación del gigantesco gerifalte. La tribu californiana de los “yokutus indians”, adoradores de los diferentes animales que poblaban su territorio, comparaban al halcón de las praderas por su bravura a un caballero valiente en extremo, pero impulsivo y sin juicio. Sin embargo, refiriéndose al cooper, utilizaban la palabra magicien, los coopers son brujos del aire que hacen bromas, y de igual manera lo calificaban como “brujos secretos que sufren decepciones”. El cooper era comparable al hechicero de la tribu. El lo referente al azor americano, es considerado en su país de cómo muy inferior al europeo, ya que es menos agresivo y su pluma más endeble. Para sorpresa de algunos y satisfacción de muchos, cuando estas páginas vean la luz, posiblemente los primeros gavilanes de cooper nacidos en España de manos de don Miguel Díaz Morales ya estén en el mundo. Esperemos que esta especie de buenaventura cetrera sea desde ahora y para siempre una autentica realidad.


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Hembra de Harris actúa como nodriza de pollo de gavilán de Cooper


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Su agilidad y agresividad en vuelo lo convierten en un súperpredador y en una de las más perfectas joyas aladas creadas por la naturaleza. Posee la misma magia que el entorno donde habita, en sus ojos anida la luz del crepúsculo africano y su plumaje niveo y oscuro es presagio de libertad y misterio en el viejo continente. Se conocen dos subespecies: Accipiter melanoleucus, descrita por primera vez por Smith en 1830 en Sudáfrica, típica del norte de Sudán, Norte y oeste de Etiopía, Gabón, Zaire, Kenia y Sudáfrica. Y Accipiter melanoleucus temminckii (Hartland, 1855) se puede localizar en el este del Gabón, Congo y Repúblicas centroafricanas. Excepcionalmente se dan algunos especimenes melánicos de belleza extraordinaria. Actualmente una de las personas con más experiencia en el manejo de estos accipiteres es el halconero británico Ron Hartley, que dedicó nueve años de su vida en la República de Zimbabwe a la caza de pintadas con gavilanes negros, a al vez que realizó un pequeño estudio de esta singular especie en la naturaleza. Por mediación del doctor Luís Carlos Alonso, Ron Hartley ha tenido la gentileza de plasmar parte de su experiencia en el continente africano en estas páginas. Cedo pues la pluma a tan insigne escritor.

La cetrería con gavilán negro por Ron Hartley Este capitulo esta basado en mi experiencia personal con gavilanes negros, entre los que se incluyen, niegos, araniegos, pasajeros y zahareños. De igual forma he dedicado mucho tiempo al estudio de los accipiteres en se medio ambiente. Controlando durante nueve años dos mudas de esta especie, y de forma menos crítica el desarrollo durante la reproducción de otras veintiséis parejas. Como cetrero he adiestrado catorce gavilanes negros, capturando con ellos a lo largo de estos nueve años u total de novecientas cincuenta y seis piezas, en su mayoría francolines. Espero que mi esfuerzo y trabajo sirva al menos para dar a conocer a los aficionados europeos algunas de las ventajas e inconvenientes que supone el manejo de esta magnífica ave de bajo vuelo.

El gavilán Negro (Accipiter melanoleucus) El gavilán negro es una de las rapace4s de bosque más impresionante por su belleza de cuantas se pueden encontrar en el continente Africano. El peso de los torzuelos oscile entre 400 y 600 gramos, mientras que el de las primas, mucho más corpulenta, viene a ser entre 700 y 900 gramos. De las cinco primas que he manejado durante mi estancia en Zimbabwe, tres de ellas han volado en 860 gramos, mientras que las otras dos lo hicieron en 750 gramos. Los torzuelos, un total de nueve ejemplares volaron en los siguientes pesos: seis en 520 gramos, dos en 470 gramos, y uno en 550 gramos. Los gavilanes negros son muy hermosos. Destaca, en la librea marrón claro de los inmaduros, las pintas del pecho en forma de gotas de agua de un marrón fuerte. Estas lágrimas se van oscureciendo a medida que se acercan al bajo vientre del ave hasta hacerse casi negras en los límites del estropajo. Adquiere el plumaje de adulto en su primer cambio de plumas al año justo de vida, aunque la primera muda, y en menor porcentaje, la segunda se caracteriza, y es distintivo de esta edad de los gavilanes, por los caquis de las plumas del pecho, ligeramente tintadas de color negro. La nueva librea del gavilán es preciosa, pareciéndose en todo a un salteador de caminos de la antigua Inglaterra. El color negro nace en la frente y cubre todo el dorso y alas del pájaro hasta el mismo borde de la cola, siendo la mitad vental de un blanco casi puro. Da la sensación de que llevar una capa de color oscura


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sobre una túnica blanca. ¡Todo un bandolero de las grandes selvas africanas! Excepcionalmente se dan algunos ejemplares melánicos.

Como la mayoría de los accipiteres, destaca en el conjunto del ave la viveza de sus ojos. De pollos tienen los ojos grises, una vez que se hacen rameros alcanza un precioso tono verde esmeralda que permanece inalterable hasta la primera muda del pájaro. Una vez que visten el plumaje de adulto, el iris se transforma en marrón, que se irá aclarando pasados unos meses, hasta tomar el tono de las cáscaras de las nueces. Al finalizar la segunda muda el iris del ave se torna de color rojo sangre, color definitivo que permanece inalterable a lo largo de toda su vida. Los gavilanes negros tienen una acusada predilección por las aves; raramente cazan mamíferos. Sus manos son grandes, de dedos largos adaptados a la caza en vuelo y sus tarsos son desproporcionados en tamaño. La cola, de plumas largas y delicadas, debe manejarse con mucho cuidado para evitar roturas. Todos los ejemplares adiestrados por mí durante mi estancia en Zinbabue dieron las siguientes medidas de colas y manos: El tamaño de las manos en los torzuelos fue de 78 mm., mientras que las primas midieron 89mm. Así mismo la longitud de la cola de los torzuelos fue de 205 mm y de 258mm en las primas. La cola juega un importante papel en los malabarismos que este pájaro de hábitos forestales debe realizar cuando persigue a sus presas en las lindes y en la frondosidad de la maleza. En resumidas cuentas, una rapaz diseñada por y para las necesidades del bosque tropical africano.

Biología Es en todas las costumbres muy similar a los azores de Europa. En Zimbabwe entran en celo a principios de junio, pudiéndose encontrar mudas con huevos des el mes de julio hasta entrado el mes de octubre. Le encanta anidar en las plantaciones de eucalipto, localizándose por lo general los nidos en la horquilla principal de estos árboles. La puesta normal de los gavilanes negros es de tres huevos, aunque se pueden encontrar mudas de aves primerizas con dos huevos, y en ciertas zonas donde la caza es muy abundante la proliferación máxima de esta especie es de cuatro huevos. La incubación corre a cargo en su totalidad de la prima. Los huevos elípticos y de color blanco eclosionas a los 34 días de incubación. La alimentación de los pollos es en su mayoría a base de volátiles que son cazados por el torzuelo,


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siendo la paloma la principal fuente de alimentación de los jóvenes gavilanes negros. Cuarenta días permanecen aproximadamente los pollos en el nido.

Una vez que estos se hacen rameros, la prima se arriesga a salir de caza, aportando a la muda piezas de mayor envergadura que las cazadas por el torzuelo, como son los francolines y las gallinas de guinea. Dos meses más tardarán aún los jóvenes gavilanes en abandonar el territorio paterno. Durante todo este tiempo y hasta el momento que cacen su primera presa serán alimentados por los padres. La independencia parece ser que los induce a emigrar. Poco se conoce acerca del movimiento de los jóvenes una vez que abandonan la zona de cría. Mi opinión particular es que no se desplazan de forma apreciable, puesto que son muchas las veces que en los territorios de parejas adultas he capturado pasajeros.

Temperamento y dificultades que ofrece su adiestramiento Como la mayoría de los accipiteres, estas aves son muy agresivas cuando están templadas. Persiguen pájaros fogosamente y reaccionan de una forma espontánea ante cualquier objeto móvil que se encuentre en su campo de visión. Su más destacable característica es la perseverancia. Una vez que ha iniciado una persecución, difícilmente la dejan, aunque las presas sen más rápidas y tengan una notable ventaje inicial. Los pollos terminan por aprender los tipos de presas que pueden capturar y las que están muy lejos de sus posibilidades por su excesiva rapidez y potencia de vuelo. Los ramero y pasajeros han adquirido esta experiencia libre en la naturaleza, sin embargo, la mayoría de los gavilanes negros persiguen las piezas casi sin importarle la distancia a la que se levanten. Normalmente desarrollan lances de más de 100 e incluso 200 yardas, especialmente si la presa a perseguir son francolines o pollos de gallina de guinea, especies ambas que siguen con gran determinación, marcando su herida si fallan en la captura. Es precisamente la perseverancia que muestran en sus persecuciones la causa de que muchos noveles sean contrarios a su manejo ya que solo ven, en la mejor y más grande virtud de este pájaro, las posibilidades de perderlo. Los gavilanes negros son muy nerviosos, a veces se debaten en la percha con tanta fuerza, que su furia inicial puede desembocar incluso en la locura. Tales movimientos de histeria son más que corrientes


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durante el amansamiento y posterior adiestramiento. El cetrero debe aprender a controlar estas situaciones, tomando medidas razonables para calmarlos como pueden ser la caperuza o las sesiones de roedero. Cuando está correctamente amansado son accipiteres muy tranquilos, tolerando una gran diversidad de actividad a su alrededor (gente, vehículos, perros, etcétera). En el jardín es preferible búscale un lugar apartado donde puedan observar lo que ocurre a su alrededor, pero que a su manera entiendan o crean que los extraños no pueden descubrir su presencia.

Los gavilanes negros cazan con alegría y ligereza al guante y se pueden contar con los dedos de la mano las ocasiones que se muestran remisos a descender de los árboles a la llamada de su maestro. Aceptan varios lances durante el desarrollo de cualquier cacería y raramente se desaniman por los fallos. Lo que no quiere decir que esta actitud tan positiva no pueda echarse a perder con un manejo inadecuado del ave (especialmente son susceptible si se les quita la presa cazada sin la cortesía correspondiente). Los machos tienden a ser más entusiastas en el campo que las hembras y proporcionan al cetrero vuelos de mayor calidad. Por el contrario las hembras son a menudo más fáciles de adiestrar, ya que son de temperamento mucho más tranquilo y su gran tamaño permite capturar presas de mayor envergadura que los torzuelos. Los pájaros del aire suelen tener más éxito en el campo, particularmente en los primeros días de caza. Su comportamiento, si buen maestro tuvieren, es usualmente ejemplar: aceptan de buen grado la caperuza y, a diferencia de los niegos, nunca pían. Aún requiriendo un programa de entrenamiento más metódico y exhaustivo, los prefiero a los niegos. Normalmente los niegos se hacen rameros con rapidez, volando sueltos y aceptando vehículos, perros y gente extraña en la primera quincena del adiestramiento. Lógicamente los pasajeros necesitan algo más de tiempo para alcanzar este grado de mansedumbre; sin embargo, y según mi experiencia, tanto unos como otros están cazando al final de la cuarta semana de adiestramiento. En mi opinión este es el momento en que comienza el autentico sabor de la enseñanza y doma para el cetrero, trabajo en equipo y compenetración entre hombre pájaro y perro, formación física del ave y dominio y conocimiento de las diferentes presas que caza y del terreno, serán factores que determinaran el adiestramiento definitivo de nuestro gavilán para un autentico maestro. Los torzuelos, al ser más ágiles, suelen ser más efectivos en el matorral espeso que las prima, obteniéndose lances de gran belleza, sobre todo en las zonas más bajas de selva recubierta de grandes matorrales, donde son abundantes los francolines de la especies natal o crestados. Pero tienen el inconveniente los torzuelos de que si no sacados casi a diario de caza, se debaten sin motivo con furia e histerismo cuando les llega la hora de salir al campo y se dan cuenta que ese día se quedan en el arco. He tomado pocos zahareños y raramente los he manejado con éxito, llegando a la conclusión salvo excepciones de que no son útiles para la práctica de la cetrería. En el caso de una prima que tuve zahareña (trampeada antes de las nuevas regulaciones de 1977) de muy buen carácter, que se amansó con rapidez y que estaba cazando a las seis semanas justas de su captura. Era de naturaleza muy tranquila y raramente se debatía. Se comportaba más como un halcón pasajero que como un gavilán negro.


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La caza con gavilán negro Los torzuelos, como ya he dicho anteriormente, son muy ágiles y pueden capturar una amplísima variedad especies, destacando entre oros los vuelos a las ratas, codornices en sus diferentes especies, alondras, loeries, cucales, francolines, y en determinada época del año, gallinas de Guinea. Las primas, al ser más grandes, son más adecuadas para la cazar guineas, no necesitando escapes, ya que el gavilán negro mas inexperto, realiza persecuciones sobre pájaros de caza sin necesidad de traínas. Es imprescindible la ayuda de uno o varios perros. Me inclino por razas de muestra, siendo mí preferencia los pointers. Los gavilanes negros, sobre todo por la cantidad de heridas en los terrenos donde practico la cetrería, raramente se hacen con su presa en el primer vuelo. El pointers juega un papel vital en la muestra y desalojo posterior de la presa de la espesura. Siete especies de francolines distintas se pueden cazar con el gavilán negro. El crestado (Francolin sphaena sphaena), el natal (F. natalensis), el de Humboldt (F. bumboldti), el de Swainson (F. swainson), el de Shelley (F. shelley), el de cara roja (F. gdspersi), y el de coqui (F. coqui), Variando todos ellos en habitats y tamaño.

Los francolines de Humboldt y Swainson se encuentran a veces mezclados en el mismo bando, aunque el primero es mucho más frecuente en los bosques cerrados y el de Humbodlt es gusta asentarse en las áreas cultivadas. Todos los francolines pueden realizar un primer vuelo de más de 400 metros; posteriormente, en el segundo vuelo son incapaces de mantener la rapidez y de recorrer la distancia inicial. Si los perros los localizan y los muestran, están literalmente muertos. Incluso a veces, es tanto lo que se azoran, que se pueden coger con las manos. Los machos de estas especies son más astutos y raramente se prestan a un vuelo largo, dejándose caer a tierra y continuando la fuga a pie, argucia que le proporciona excelentes resultados con los perros. Esta es una característica afín a los machos de francolines de Humboldt, Swainsom, natal y cara roja. Las especies de francolines más pequeños como son los de Shelley, crestados y coquis, son


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voladores rápidos y aguantan mejor las heridas que sus parientes mayores. A menudo escapan de las persecuciones de los gavilanes negros merced a su resistencia, aguantando perfectamente hasta tres vuelos consecutivos. FALTA OTRA PAGINA Siempre que sean desafiantes, pueden en muchas ocasiones persuadir al gavilán a que abandone la persecución, y de hecho funciona; ahora bien, si los gritos de las guineas o de los francolines fueran de pánico, producirían el efecto contrario, es decir, incitarían aun más al gavilán a perseguir y matar.

De todas formas, sin importar la época de año ni la manera que se desarrolle en lance, el vuelo de las guineas es una de las cacerías más hermosas y dramáticas que se puede desarrollar con gavilanes negros en el continente africano. Utilización de perros Para utilizar y sacar el máximo provecho a las cualidades predatorias del gavilán negro, explotando la diversidad de especies africanas que son susceptibles de ser cazadas en cetrería por este pájaro, es necesario contar con la ayuda de un buen perro. Es un reto continuo cazar francolines en todas sus variedades a lo largo de la línea de cualquier rió, donde abundan las heridas, o en algunos distritos de este país donde los grandes arbustos y matorrales llegan a cubrir por completo la estatura de una persona. Es necesario, pues, el alto nivel de cooperación entre gavilán y perro. Independientemente (y esto en el continente africano es fundamental), el cetrero debe encontrarse en perfecta forma física para soportar estoicamente caminatas entre la maleza, el franqueo de ríos y barrancos, y lo que es más importante, efectuar rápidas carreras de ayuda a su pájaro en caso de necesitarlo. En al cuestión de la elección de la raza de muestra prefiero los pointers, ya que su pelo corto es muy adecuado para soportar la calidez del clima, aguantando con valentía los pinchazos de las espinas de la vegetación, los cardos y las cardanchas, tan molestos para razas de pelo largo como setter y spaniels. Además las garrapatas y las pulgas se controlan mucho mejor en perros con capa de pelo fino y corto. Estos parásitos son muy comunes y abundantes en toda África, debiéndose desparasitar a los perros una vez por semana, sobre todo si salen diariamente a cazar. Los pointers son corredores incansables que se aventuran en su afán y afición por la caza a penetrar en el interior de los grandes arbustos e incluso algunas zarzas a la búsqueda de la presa escondida. El color del pelo es importante. Yo prefiero los perros de capa clara y blanca, fáciles de descubrir e identificar en la lejanía y en el interior de la maleza. Es necesario, o al menos aconsejable que los cachorros que se vayan a utilizar para la practica de la cetrería posean al educación básica de adiestramiento, consistente en las ordenes de “tierra” para que el perro se eche y la de los “a los talones” para que de coloque a nuestra espalda cuando se muestra muy nervioso e inquieto y se alarga con rastros frescos, y la orden de “levanta” para que rompa la muestra. Los buenos perros hacen buenos pájaros y son de una ayuda inestimable para el cetrero. La siguiente tabla muestra la utilidad y por consiguiente, el beneficio que proporciona el uso de los perros en la caza.


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CAPTURAS POR VUELO

GAVILAN Penga Mata Bentley Maverick

Sin perro 20%

MEDIA

Con perro

12%

55% 34%

16%

45%

Sobre los resultados de estos cuatro pájaros, en condiciones similares de caza, terrenos, y periodos de tiempo comparables, se puede comprobar que los dos torzuelos tomados del aire que cazaron con ayuda de perros lograron un 45% de éxito en persecución, mientras que los otros dos, un macho y una hembra que cazaron sin perros, capturaron el 16% de lo que persiguieron. En cuanto el número de lances y capturas por persecución, he realizado un pequeño resumen del trabajo llevado a cabo en tres de esto gavilanes negros desde octubre de 1973 a octubre de 1974. AVE

CACERIAS

MES

PERSECUCIONES

CAPTURAS

EFECTIVIDAD

Bentley

17 16 21 9

diciembre enero febrero marzo

27 38 27 18

11 12 12 14

41% 53% 45% 73%

Mata

20

mayo

5

5

31%

Mavewrik

14 20 12 9

julio agosto Septiembre octubre

45 60 21 29

14 28 6 8

31% 47% 29% 28%

Capacidad cazadora El logro de un elevado porcentaje de capturas depende de la preparación física que posea el gavilán, el entusiasmo que demuestre en el campo y la cantidad de cacería que tenga el coto de caza. Un buen día de caza consiste, por ejemplo, en la captura de dos piezas; un primer vuelo sencillo y un segundo vuelo largo y complicado donde recompensemos con una buena ceba. Si el pájaro está fuerte, es temprano y sabemos que hay caza fácil, se puede intentar un tercer lance. La mejor jornada que he pasado con un gavilán negro fue con un torzuelo del aire que respondía al nombre de Maverick. Tomó seis francolines grandes de Swainson, quedaba mucho tiempo para la puesta de sol, sin embargo, había trabajado tanto y tan bien que decidí sacarle una sexta pieza, y así fue. Lo esencial en esta especie para lograr cazadores excepcionales es saber realizar las diferentes cortesías en cada captura. De otra forma los gavilanes negros son tan sensibles que dejan de cazar, e incluso, en el pero de los casos, nos ignoran buscando un tranquilo posadero donde olearse y arreglarse el plumaje. Gavilanes negros memorables


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Al mirarme con sus ojos color rojo castaño con la luz de la mañana despidiendo fuego. La joven gallina de guinea que acababa de capturar estaba coja. Momentos antes habíamos visto un bando corriendo por una ladera empinada y decidimos probar suerte. Macheke saltó del guante como una exhalación, voló bajo y recto, la gallina de cunea, viendo lo que se le venía encima se aplastó en un herbazal. Machete se levantó del suelo unos diez pies y se dejó caer de forma suicida. Otros pájaros se levantaron al fallar el ataque. Uno, posiblemente el que había querido coger, voló la línea de unos árboles bajos, pero el gavilán lo alcanzó tirándolo al suelo antes de lograr alcanzar su propósito. La guinea mostraba en sus patas una vieja fractura. Lo dejé pelar unos minutos y seguimos la cacería. Era abril, y en esta época del año, puro invierno, el tiempo es casi perfecto: mañana fresca, cielos claros y un sol agradable hacen muy grata la cacería. La noche había sido fría y quedaba aun mucho rocío en las hierbas altas. Los pollos de guineas se estaban haciendo grandes, igualándose en peso u vuelo a los pájaros adultos. De pronto mi pointes se quedó de muestra. Una nueva gallina de guinea saltó de la maleza volando unos treinta metros de donde nos encontramos. Era un pájaro adulto, pero Macheke lo persiguió en serio más de cuatrocientos metros. Corrimos tras de ellos hasta un filo de cañas que bordeaba la margen poco profunda de un embalse. No se oían los cascabeles. Vi a dos africanos que se acercaban a nosotros remando pausadamente en un bote, y corrí a preguntarles si habían visto al un extraño “gondo” (águila) con cascabeles coger a una “hanga” (gallina de guinea). Señalaron una isleta de cañas y efectivamente allí estaba Macheke, flotando sobre la cunea a unos quince metros de la orilla. Su blanco pecho estaba empapado y solo su cuello y parte de la espalda permanecían secos. Fue un vuelo precioso. Machete fue capturado en navidad de 1974. Se lo di a Rick Tegue, el cual me lo devolvió al poco tiempo al tenerse que incorpora a filas durante la guerra del matorral, y lo mantuve desde entonces. Los inicios de adiestramiento de me dieron algunos problemas, como demasiadas debatidas en el guante, sin embargo terminó adaptándose y se convirtió en un cazador de primare clase, capturando hasta el mes de agosto de 1977, año en que lo puse en libertad, un total de 182 piezas. Realmente realizó muchos vuelos fuera de serie como el descrito anteriormente, y en la mayoría de ellos tenia un final terriblemente poderoso, similar en todo a un torzuelo de águila-azor (águila perdicera africana). Es muy seguro y agresivo, y en ocasiones había que manejarlo de forma poco ortodoxa. Los voladores más impresionantes que he tenido han sido Penga el Loco y Maverick. Todo lo que le sobraba a Penga en entusiasmo le faltaba en técnica, mientras que Maverick lo tenía todo. Penga, un torzuelo niego, fue mi primer gavilán negro. Nos compenetramos muy bien ya que ambos queríamos experimentar en toda clase de persecuciones y con cualquier tipo de presa: Gallinas de guinea, francolines, liebres e incluso antílopes fueron revolados aquella temporada por mi gavilán. Atacaba cualquier cosa que se moviese; un día incluso trabó una hembra de águila- azor africana. Realizaba una exhibición a un grupo de amigos cuando en uno de los vuelos al guante realizó un giro. Y sin más ataco a Oswa en su arco agarrándola por el pecho. La poderosa perdicera africana se quedó perpleja unos segundos, instante que aproveche para separar a tan imprevisto como inusitado agresor Penga padecía de una especie de locura innata. Cuando se debatía se enfurecía de tal forma que a veces me preocupaba. Su acoso era electrizante; en varias ocasiones lo recuperé medio asfixiado después de que trabara a un francolín y este lo enzarzara en un gran espino. Una tarde fue pateado de mala manera por una liebre, terminó aguantándola hasta que logré ayudarlo, lo deje pelar y dar unas picadas y justo a los diez minutos atrapó otra liebre mayor que la anterior. En otra ocasión lo recuperé después de una batalla campal con una guinea adulta. Por desgracia


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tuvo dos accidentes serios, ambos precedidos de4 excelentes persecuciones. Un día, al caer la tarde, una codorniz arlequín lo llevó muy lejos; sentí su fuerte entrada en la espesura y me puse algo nervioso al no poder localizarlo. Era de noche cuando finalmente apareció. Voló la cierta distancia que lo separaba de mi guante con torpe aleteo. Bajo la luz tenue de mi linterna pude comprobar que su ojo izquierdo había sido dañado por una espina de acacia. Aunque aparentemente sano, perdió totalmente la visión.

Consiguió apañárselas bastante bien con un solo ojo. No obstante, para desgracia de ambos, cuatro meses desgraciadamente, cuatro meses después volvió a sufrir un nuevo fracaso. Al cavo de unos meses volvió a tener un nuevo accidente persiguiendo a un francolín de Swainson al que entró a matar en una tupida acacia y una espina le afecto el cristalino del ojo sano, así termino el buen hacer de Penga el loco. Los gavilanes más eficientes fueron Bentley y Vemon. El primero, pasajero, de una sola jornada ma5ó diez gallinas de guinea en vuelos cortos. Uno de los lances resultó muy espectacular, trabando en el aire a un macho adulto que posteriormente pesó cuatro libras. Este gavilán fue excepcional desde el principio. Cobró sus cinco francolines, vuelo por vuelo, sin ayuda de perro. Otro día capturó cuatro francolines de Swainson, tres de ellos en el primer vuelo. Vemon fue desnidado cinco años más tarde. Después de dos semanas de adiestramiento lo volé sin fiador en la mañana, y aquella misma tarde saló por primera vez de caza. Un macho de Swainson se arrancó prácticamente de mis pies y el gavilán lo persiguió durante más de trescientos metros antes de abandonarlo. Los perros perdieron su rastro en un alto herbazal de de khaki. Su siguiente lance fue una gallina de guinea adulta a la que persiguió hasta que los perdimos de vista, retornando perfectamente al guante. El lance final fue un macho de francolín de Swainson, al que capturó con gran estilo al segundo vuelo. Vemon capturó los doce siguientes francolines sin fallar ninguno. Ambos pájaros resultaron excelentes cazadores. Resumo en la siguiente tabla el número de capturas de mis gavilanes negros.

___________________________________(1) Durante varios años The Peregrine Fund ha colaborado con el Club de Halconeros de Zimbabwe para ayudar a desarrollar la capacidad este país para conservar sus rapaces y su medio ambiente. Actualmente The Peregrine Fund presta su asistencia a ese club con donaciones de equipos y artículos que no se adquieren en Zimbabwe, a la vez que presta asistencia técnica a las investigaciones sobre reproducción en cautiverio. El Club de Halconero de Zimbabwe participa directamente en la evaluación ambiéntela del sitio de presa en Bakota Gorge, que contienen la más alta densidad de Halcones Teita, compartiendo su seguimiento y experiencia con otras organizaciones africanas. Resumiendo, el gavilán negro es un ave excelente para la práctica de la cetrería, y se puede utilizar eficientemente con los francolines, no tomando regularmente en todas las estaciones del año a las bravas gallinas de guinea. El gavilán negro puede actuar sobre una gran variedad de terrenos y especies, siendo el factor critico en la consecución del éxito la eficacia de los perros. Evidentemente es un pájaro e tener en cuenta en la cetrería europea. 1


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El red-tailed Hawk es mucho más robusto y de manos más fuertes que su pariente el ratonero común. Los torzuelos pueden volar con pesos cercanos al kilo. EL de mi buen amigo Philips Goudiw caza muy bien el los 940 g, mientras que la prima canadiense de Nicolas Jürgen y la mía volaban en 1 kilo 160 g. y 1 kilo 100g respectivamente. La primera vez que se observa uno de esto búteos llama la atención el grueso de sus tarsos y el


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pliegue que muestran en la piel justo en la articulación con las manos, arruga Que caracteriza a los azores. El cola Roja ocupa en estados Unidos el mimo nicho ecológico que en Europa vienen a tener las águilas calzadas. Aunque es sistema da caza empleado por el búteo es básicamente oportunista, su efectividad predadora es, como ya he dicho anteriormente, semejante en todo al del poderoso azor. He visto volar conejos a los colas rojas en terrenos forestales cubiertos de monte con un estilo impecable. Son muy recazadores y bastante efectivos si se les deja actuar a su aire desde las copas de los árboles. Una mañana de marzo presencié como un colas roja, volando de posadero en posadero en un tipio bosque británico, capturaba sin apenes esfuerzo tres conejos. La mecánica era siempre la misma; el cetrero lanzaba al ratonero al bosque, esperaba que este se situase en un punto dominante por encima de la floresta, para a continuación, comenzar a caminar atravesando siempre por donde la maraña de matorrales era más espesa. El cola roja no le quitaba ojos a los movimientos del halconero y en cuanto un conejo se movía debajo de la tupida alfombre de húmedos helechos, el búteo, con el más puro de los estilos, se zabullía en el bosque liando con altísimo porcentaje de aciertos al escurridizo roedor. Dos son los valores esenciales que terminan cautivando a los que manejan a estas aves: su carácter dulce para el cetrero y al valor y el ímpetu que demuestran a la hora de cazar.

Biología La biología del cola roja es muy similar a la del ratonero común europeo. Por lo general permanecen emparejados durante todo el año, e incluso a veces suelen cazar juntos. El terreno de caza de una collera de cola roja no suele ser muy extenso, pudiéndose encontrar las diferentes parejas nidificantes a kilómetros de distancia unas de otras. Aunque breves manifestaciones de celo se pueden apreciar en cualquier época del año, no es hasta primavera cuando su gritos y entrechocar de las garras de estos magníficos búteos se pueden oír por los valles y praderas del continente americano. Buscan para anidar la horquilla de un gran árbol, siendo sorprendente en un ave de sus características la n textura y suavidad de los materiales que emplean para forrar el nido. El comportamiento territorial de los cola roja varía de unas zonas a otras del país. Mientras que unas parejas muestran una agresividad notable, atacando a todo tipo de animales que crucen cerca de su nido (se han dado caos de colas rojas que han atacado a seres humanos, demostrando un coraje similar al que exhiben los peregrinos a la hora de defender sus crías), otros especimenes toleran la presencia en su territorio de otros congéneres y se limitan a volar en círculos a cierta altura en caso de que el hombre se acerque o agreda su nido. No son muy prolíficos los cola rojas, normalmente las puesta suelen ser de tres huevos y


excepcionalmente de cuatro.

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Los pollos permanecen durante los primeros doce días al amparo de las plumas de su madre. Son muy previsores los cola rojas, cazando mucho más de lo que sus hijos pueden comer. Hay veces que el nido aparece totalmente tapizado de presas. El torzuelo, cazador incansable, prefiere tener la despensa llena a que falta comida. Cuarenta días permanecerán aun los búteos en el territorio paterno una vez que abandonen el nido, aprendiendo junto a sus padres durante este periodo de tiempo, técnicas de caza y supervivencia. Una vez independizados se unirán en las vías migratorias a individuos búteos de diferentes especies de búteos, desplazándose con esto en su viaje anual hacia el sur. Para todos los amantes de los búteos, el cola roja es el prototipo del género para iniciarse en la practica de la cetrería, fácil de reproducir en cautividad y entrañable como compañero de caza.

Subespecies de red-tailed o Colas Rojas. Los científicos y especialistas norteamericanos discrepan en sus opiniones profesionales, ya que no saben o desconocen si determinados especimenes o variedades de colas rojas son realmente una sobespecie de este buteo o pertenecen a un género aparte. Siete subespecies se reconocen dentro del género red-tailed hawk en estados unidos. La discusión general esta centrada en la perfecta identificación del Buteo jaimacensis boreales o cola roja del este, ya que se supone que este es el genérico red-tailed hawk y de este surgen las tres subespecies siguientes: El buteo j. carulus o red-tailed del oeste, el Buteo j. krideri y el Buteo j. barlani. Estas tres especies tienen en común, entre otras muchas características, sus tendencias migratorias.


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Existen aparte otras tres subespecies reconocidas del red-tailed hawk, el buteo jaimcessis fuertesi del suroeste del país, el Butero j. alascensis de Alaska, y al Buteo j. umbrinus o red-tailed de Florida. Estas tres subespecies de búteos, al contrario que las anteriores, comparten su sedentarismo. FALTA OTRA PAGINA En cuanto al tamaño y forma se podría decir que el típico redtailed, pero el color de su plumaje lo diferencian claramente de otras subespecies de cola roja. Visto desde abajo es un búteo blanco a excepción de ciertas manchas oscuras que posee en el borde exterior de los cuchillos. La cabeza es totalmente blanca; la cola, sin embargo se va difuminando del blanco al bronce. Me comentaba el doctor Luís Carlos Alonso, en una de las charlas-coloquio que suelo mantener con el a lo largo del año con este genial científico y amigo, que durante su estancia en Estados Unidos había contemplado especimenes de un blanco purísimo. Siempre he sido de la creencia de que el Búteo j. krideri, por su níveo plumaje y esplendida belleza, es comparativamente en su género, el gerifalte blanco de los cola roja


Buteo jamaicensis barlani o Cola Roja de Harlan

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Durante mucho tiempo fue considerado como un buteo separado de los Cola Rojas, hasta que en 1973 la Unión Norteamericana de Ornitológica lo reclasificó como una subespecie del red-tailed hawk. Actualmente algunos de los estudiosos de los búteos esperan que se vuelva a recalificar ya que para muchas personas el grupo de los cola rojas y los búteos de harlan no tienen la suficientes características en común como para que este último sea un redtailed hawk. El tiempo y la ciencia nos lo dirán. Los harlan hawk crían el los bosques de confieras del sur de Alaska y la Columbia Británica. Sus territorios fueron históricamente las praderas de hierba alta de Kansas, Missouri y Oklahoma, Actualmente algunos pájaros en su migraciones llegan hasta Texas, Arkansas y el oeste de Arizona. El típico adulto de harlan-hawk es una especie de color negro tirando a marrón, con blancas pecas o motas en la superficie dorsal, pecho y parte interior de las alas. FALTA UNA PAGINA

Su régimen alimenticio se compone fundamentalmente de insectos y pequeños pájaros. Para Sterlins Brunei, el swainson´s hawk es un de los búteos más interesantes de estados unidos. Según este halconero es el buteo del futuro. Son bastantes los aficionados de su país que manejan este bonito pájaro. Su proporciones son


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similares a las del águila calzada europea, solo que sus manos en comparación son algo más pequeñas.

El plumaje de este buteo es característico, destacando sobre el fondo crema la barba clara distintiva de la especie. Resalta en el nacimiento del cuello la “corbata” de color nogal que se extiende a lo largo del pecho y las pintas del mismo color en forma de puntas de flecha sobre el bajo vientre. El dorso es mucho más oscuro que en los otros ratoneros. El último recuento realizado de este buteo en sus desplazamientos migratorios sobre el canal de Panamá dio una cifra de 811.170 individuos, y teniendo en cuanta que los metodos de recuento actuales, por sofisticados que parezcan, no son del todo fiables y sabiendo que en esto recuentos sólo se visualizan un porcentaje reducido de la población total de la especie, se puede afirmar que el ratonero se swainson mantiene su población es Estados Unidos en unos márgenes realmente altos. La fase melánica del swainson, hawk tierne la particularidad con respecto a otras variedades de buteos de iguales características que su silueta en vuelo, vista por la parte inferior, es la única que aparece completamente negra. Rough-legged hawk (Buteo lagopus) - Ratonero Ártico o Ratonero calzado Es un buteo muy parecido al ferruginoso, teniendo en común el tamaño de la boca (muy grande en ambas especies), la forma de cazar (tanto el ferruginoso como el ratonero calzado realizan largos picados sobre sus presas) y las manos desproporcionadamente pequeñas en relación al cuerpo (las del ferruginoso son algo más grandes). Existen muchas posibilidades de que el ferruginoso sea el paso evolutivo del ratonero calzado al oeste del país. La distribución del ratonero calzado (como también se le denomina) es circumpolar, extendiéndose a lo largo de la franja ártica de América del norte y la tundra euroasiática hasta el Pacífico. El tamaño de ambos sexos es muy similar pudiéndose producir confusiones. Los machos oscilan entre 600 y 1200 g. y las hembra entre 780 y 1.660 g. Actualmente se reconocen cuatro subespecies de este buteo en todo el mundo: •

Buteo lagopus lagopus: su territorio se extiende desde le norte de Eurasia hasta Escandinavia, llegando en sus movimientos migratorios de invierno hasta el centro de Europa y Asia.

• Buteo l. menzbieri: esta subespecie se distribuye por el norte de Asia, alcanzando en sus viajes migratorios el su y centro de Asia y el norte de China y Japón. •

Buteo l. kanschatkensis: específico de kamchatka.


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Buteo l. sanctijobannis: es la subespecie americana, distribuyéndose a lo largo de Alaska, norte del Canadá y alcanzando en invierno el sur y centro de Estados Unidos.

En 1986 se realizó una estimación global de la especie, calculándose un promedio de 50.000 pájaros para Norteamérica y 100.000 parejas para Europa y Rusia.

El ratonero calzado es un cazador empedernido de roedores en la tundra. Es muy ágil en el vuelo, y como el ferruginoso, se encuentra más cerca de las águilas que de los búteos. El éxodo otoñal de los ratoneros calzados desde el ártico a zonas más templadas de Estados Unidos o Euroasia depende en gran medida de los factores atmosféricos y lógicamente de la disponibidad de roedores en estas vastas extensiones. Mientras más benigno sea el invierno, más tiempo permanecerán en el norte. Su localización en zonas prácticamente vírgenes y de poca presencia humana así como el incremento reproductivo que han sufrido las poblaciones de roedores que habitan en sus zonas de cría (topos, ratas nórdicas y lemmings componen el 85-95% de su alimentación), han sido factores que han influido notablemente en el aumento de las poblaciones de estas aves. La técnica desarrollada por el ratonero calzado es singular, especialmente cuando hay abundancia de caza, cerniéndose como un cernícalo y realizando largos picados para atrapar sus presas. A causa de la fluctuación tan dispar de unos años a otros de roedores en la tundra, existe la creencia de que no se reproducen en los años de “vacas flacas”, pero este hecho no está suficientemente estudiado ni científicamente probado.

Broad-winged hawk (buteo platypterus) Ratonero migratorio menor o ratonero de alas anchas. Es el más pequeño de los búteos estadounidenses (560 g para las primas y 250 para los machos). Aunque se tarta de un ave eminentemente forestal, el broag-winge hawk se puede observar con frecuencia


cazando en los límites de las grandes masas forestales.

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Fue descrito por primera vez por Veillot en 1823 en la rivera del Schuylkill en Pensilvania y se reconocen seis subespecies: Buteo p. platypterus: se distribuye desde en centro y sur del Canadá hasta al sur de Estados Unidos, en invierno llega a Brasil.

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Red-shouldered hawk (Buteo linnaetus) Ratonero de pecho rojo Bien, yo diría que para comenzar hablando de esta rapaz, algo mayor que su pariente el ratonero de alas anchas, que se trata del accipiter de los búteos. Fue descrito por primera vez en 1788 en Long Island (New York) por Ganelin. Su amplia distribución y vasto territorio ha generado el reconocimiento por parte de las autoridades científicas de de cinco subespecies desde (1788 hasta 1920): • •

Buteo linnaetus elegans: Sur de Oregón, norte de la baja California y norte de América. Buteo l. Linnaetus: Se distribuye a lo largo de todo el este, desde el sur de Canadá hasta el centro de Estados Unidos.

Buteo l. texanus: el territorio de esta subespecie comprende desde sur de Texas extendiéndose hasta Veracruz en México.

Buteo l. alleni: sur y centro de tejas, sur de California y norte de Florida.


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Buteo l. extimus. Específico del estado de Florida.

En costumbres y sistema de vida es muy similar al gavilán de cooper, compitiendo con este en el mismo nicho ecológico. Es un cazador empedernido de pequeños pájaros a los que persigue y da caza con destreza y maestría. Habita en los bosques semiurbanos e incluso s ele puede observar al acecho o en vuelos sobre la volatería pequeña en parques de grandes ciudades. El día que visité el jardín japonés de la ciudad de San Francisco, observe sobre un alto pino un nido de rapaces. Por su tamaño podía tratarse perfectamente de un nido de gavilanes. A mi regreso al rancho de James Admanson le comenté mi hallazgo, y el maestro me comentó que se trataba de un nido de un pareja de ratoneros de pecho rojo, muy populares en California, ya que primavera tas primavera sacan a sus pollo en el nido del citado jardín. El peso de estos ejemplares viene a ser de 550 g para los machos y 700 g para las hembras. En California, el periodo reproductor de la especie comprende desde febrero a junio. A la hora de nidificar, tienen especial predilección por las coníferas, sin embrago en el sur muestran inclinación por los eucaliptos. La incubación dura alrededor de 33 días. La población del norte emigra hasta México comenzando el éxodo migratorio a mediados de septiembre hasta octubre. Son mas prolíficas las parejas del norte del país que las del sur, llegando incluso a poner hasta un máximo de cinco huevos. Es muy parecido en el plumaje al ratonero de alas anchas, sobre todo si se compara n aves inmaduras, pero una vez que alcanzan el plumaje de adulto, a diferencia de sus congéneres, muestran en la cola dos llamativas bandas blancas, muy visibles en el vuelo, siendo junto con unos lunares claros que presenta formando líneas sobre las remiges primaria secundarias y cobertoras, las características más distintivas de estos esplendidos búteos. Curiosamente, a pesar de sus tremendas dotes para la practica de la cetrería, es la única especie de este género que las autoridades medioambientales no permiten captura para este deporte en Estados Unidos. Ferruginus-hawk (Buteo regalis). Ratonero Real o Buteo Ferruginoso El ferruginoso es un bonito buteo de grandes proporciones muy cotizado entre ciertos sectores del mundo de las aves de presa, que encuentran en este pájaro un excelente compañero de vuelo y una extraordinaria ave de cetrería. Son águilas-búteos de gran envergadura. Los torzuelos sobrepasan con creces el kilo de peso en vuelo (hasta kilo doscientos gramos). El color de la pluma es característico, siendo las partes inferiores en los inmaduros, de color blanco puro, mientras que la espalda y el dorso son de color marrón claro. Resalta en las aves inmaduras el triangulo blanco adornado de manchas en forma de corazones que tiene el obispillo y el barrado de las calzas. Una vez mudado el dorso adquiere un color rojo intenso en diversas gama de ocres, como de hierro oxidado, tonalidad que dio origen al nombre de este pájaro: buteo de “hierro herrumbroso” como comúnmente se conoce.


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El pecho y las partes inferiores de las alas siguen siendo blancas a excepción de “los pantalones en los muslos” que adquiere un bonito tono marrón veteado de finas líneas negras. La cola se torna de un suave marrón rojizo manchada de tonos color marfil y adornada de pequeños lunares negros. Es un buteo llamativo en colores incluso volando a distancia. En la mayoría de las especies de búteos anteriormente descritas se dan formas melánicas, siendo la fase negra del ferruginoso una de las más bellas. Una de las características específicas que diferencia este buteo de las otras variedades es su enorme boca (49 mm de ancha), capaz de engullir grandes roedores de un solo bocado. Esta peculiaridad, más que una ventaja, representa un serio inconveniente para un ave manejada en cetrería por la dificultad que conlleva la dosificación de la gorda, y en consecuencia, la repetición de los vuelos. Así pues la rapidez que demuestra comiendo (puede desgarrar y tragar una paloma en cuestión de segundos), unido a la facilidad que tiene para realizar lances efectivos a grandes distancias (las hembras pueden matar liebres en terrenos despejados a más de un kilómetro de distancia), motivos por lo que algunos cetreros prefieren otras variedades de búteos. El dimorfismo sexual es muy marcado en esta especie, siendo la prima casi el doble de tamaño que el torzuelo, lo que demuestra el nivel predatorio superior al que realmente pertenecen (he adquirido primas de esta especie que han llegado a pesar 2100 gramos). Sin embargo, la diferencia más acusada entre ambos sexos son las manos, fuertes y poderosas en las primas y extremadamente pequeñas en los torzuelos. El doctor Luís García Alonso me comentaba que la desproporción en las manos de los torzuelos se debía a una malformación genética. Esto explica que los halconeros americanos solo vuelen primas de ferruginoso. So muy prolíficos, pudiéndose encontrar muchas nidadas con cuatro pollos. Curiosamente se ha comprobado que los pollos de ferruginoso desarrollan más rápidamente las plumas de las alas durante los años de sequía, y por tanto, su capacidad de vuelo. Factor que excrementa en los inmaduros las posibilidades de supervivencia. Una vez que los pollos alcanzan la independencia, emigra, tornando en primavera a sus lugares de origen para nidificar. En es este de Calgary, Canadá, se conoce el caso de un polo de ferruginoso que fue muerto anidando solo a 20 kilómetros de donde nació, y que fue anillado cinco años antes, ejemplo que confirma la territorialidad de este ave. En Estados Unido realiza un papel predatorio similar al del águila perdicera española (Heriaetus fasciatus). Siempre he dicho que la disposición predisposición que tienen ciertas especies animales para desarrollar juegos es un grado de inteligencia. El ferruginoso hawk o buteo ferruginoso pertenece a este grupo de aves que gusta jugar en sus ratos de aburrimiento. La infinidad de horas que he pasado observando a uno de mis ferruginosos, un hermoso torzuelo


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de nombre Nicolás, en su inmensa muda de cría, me ha ensañado más de esta especie en unos meses que todo lo que había leído al respecto a lo largo de mi vida. Nicolás entró en celo en su segunda muda, y tenia la costumbre de situarse a media mañana con una de su patas retraídas, en el posadero más alto de la muda, pasando de improvisto de la más absoluta de la inactividad a un desgaste de energías sin fundamento aparente, volando de forma continua a lo largo y ancho de toda la superficie de su jaula. El final de estas demostraciones y los deseos de dar a entender su apetencia sexual terminaban siempre en el desarrollo de un juego que no era más que un simulacro de caza y que consistía en lo siguiente:

Como consecuencia de la rotura de uno de los muchos posaderos de alcornoque instalados en el interior de la muda, un trozo de mismo quedó suelto, cayendo con el paso del tiempo al suelo de la misma. Era un palo de aproximadamente medio metro de largo por 4 cm. de ancho. Nicolás, en un principio, lo tomó como posadero en tierra, cuando descendía por las tardes a tomar su comida. Pero a medida que fueron pasando los días comprobé que el palo lo mismo se encontraba en una esquina de la muda que sobre la plataforma superior del nido. Una tarde de primavera, mientras observaba al aburrido Nicolás fui testigo de lo que seria desde este momento su entretenimiento preferido. El buteo realizó de improviso un fuerte picado hacia uno de los rincones de la jaula y agarró con una mano el trozo de alcornoque. En un principio lo arrastró por toda la muda sin parar de lanzar lastimeros sonidos. Es este menester se llevó más de diez minutos, deba grandes saltos, lo lanzaba hacia arriba y con rapidez asombrosa lo volvía a atrapar, quedándose algunos instantes como en éxtasis, con el palo asido entre sus garras. Realizaba pequeños vuelos arrastrando en los mismos su juguete a cualquier posadero, para a continuación dejarlo caer al vacío y asirlo antes de que llegase a tierra. Otras veces lo dejaba caer simplemente y tomaba la posición en la parte superior de la muda, lo miraba fijamente durante algunos segundos y arremetía con fuerza contra el palo, rechazándolo y reiniciando de nuevo el juego. Algunos meses después, al obsérvalo en la campiña en vuelos de persecución tras los conejos, comprobaría que esencia aquellos inocentes juegos no eran mas que diferentes tácticas de caza que estos búteos emplean a diario en la naturaleza. El ferruginoso es el buteo de mayor tamaño del continente americano, y al igual que los diferentes especimenes que componen su género, ha sido reclasificado varias veces. Mientras que los sectores más puristas le siguen considerando un buteo, la clase más renovadora y más progresista de los EEUU lo clasifica dentro del género de la águilas, arguyendo que sus técnicas de caza y muchas de sus reacciones son más parecidas a las del águila dorada que a las de un ratonero. Por propia experiencia puedo confirmar esto último. El ferruginoso es un cazador excepcional y de una agresividad tremenda. Lo he contemplado en libertad en vuelos prospectores de caza y su inmensa silueta de un blanco inmaculado es inconfundible. Si la categoría de un pájaro en cetrería se puede medir por la belleza de su vuelo, el ferruginoso podría competir incluso con el peregrino. Impresiona verlo desplazarse4 por el azul del cielo haciendo espirales perfectas hasta hacerse un punto, pendiente siempre de su maestro. Pero su habilidad y dominio del vuelo se convierte en un espectáculo cuando en las mañanas de primavera salta el aire de poniente, ¡con qué facilidad se desplaza y toma altura sin mover un ápice de sus alas! Los halconeros estadounidenses tienen una gran experiencia volando ferruginosos. Me contaba Ricardo Velarde que los torzuelos no valen para la caza de la liebre, pero para las primas no existe ni distancia ni tamaño a la hora de volar a las escurridizas y fuertes rabonas.


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Más mi curiosidad era tan fuerte, que una tarde del mes de diciembre decidí probar suerte con Nicolás. Me acompañaba Miguel Ángel Loza y Miguel Díaz, dos excelentes halconeros y amigos. Después de más de dos horas de patear los barbechos, la liebre saltó al filo de una costana a más de doscientos metros de donde nos encontrábamos. El ferruginoso realizó un vuelo extraordinario, fuerte y poderoso en la salida y suicida en la entrada a la liebre, ¡la trabó siete veces consecutivas antes de abandonarla definitivamente!, si no hubiera sido por la enorme distancia que nos separaba del agarre, posiblemente la hubiéramos cobrado. Falta una pagina

Es un cazador de terrenos abierto; grandes praderas y zonas desérticas componen su territorio de caza y reproducción. Su costumbre de construir los nidos directamente sobre el suelo, o a escasos metros de la pradera, en zonas accesibles para el ser humano, costó la vida a principios de los cincuenta a multitud de ferruginosos en el continente americano, hasta el punto de que su población se vio seriamente amenazada. Actualmente los ferruginosos están protegidos en toso el país y su población permanece estable. Ponen sus huevos a principios de Abril. Las dos puestas realizadas por mi pareja en cautividad fueron realizadas respectivamente el 15 de abril en primer año y el 18 de abril el segundo. En Canadá, el Sur de Alberta presenta la mayor extensión virgen de praderas. En 500 km2 se contabilizaron setenta nidos activos de esta especie; incluso ahora que más del cuarenta pro ciento del territorio ha sido trasformado por la practica de la agricultura, el ferruginoso sigue siendo el buteo más abundante gracias a la ayuda que le prestan los granjeros de la zona, colocando plataformas de madera y cestas de alambre en los grandes postes de tendido eléctricos que facilita su reproducción ( se sabe que el incremento de lugares de anidamiento hace crecer el número de parejas reproductoras). En los últimos años se está llevando a cabo un estudio genético mediante muestreos de sangre en esta zona para esclarecer si existe relación entre esta gran población de ferruginosos del sur de Alberta y la población asentada al oeste de la Montañas Rocosas. Resumiendo, y desde el punto de vista de la cetrería. •

Los torzuelos de esta especie son muy inferiores a las primas

En un principio son muy difíciles de templar.

Son cazadores de terrenos abiertos


LOS BUTEOS AMERICANOS-241-

Es un ave muy inteligente y afectiva, siendo su potencial de vuelo realmente extraordinario

Su enorme boca y rapidez con que despedazan y toman el alimente imposibilita con frecuencia la repetición de nuevos lances

Como contrapartida, no existen distancias para una prima de ferruginoso a la hora de matar una liebre, siendo en este sentido una de las rapaces más efectivas de cuantas se utilizan en cetrería.

Si quieres tener un amigo para toda la vida, prueba a volar un ferruginoso.



No se sabe a ciencia cierta si la cetrería se practicón en el Nuevo Mundo, antes del desembarco en tierras americanas de Cristóbal colón el 12 de octubre de 1492. La teoría más factible, después de revisar cientos de documentos de bibliotecas y archivos, es que los primeros vestigios de cetrería de los que se tienen constancia llegaron de España. Corrían tiempos dorados para la cetrería castellana, así es que es de suponer que entre la marinería de la flota española existieran personas con ciertas nociones cetreras. De hecho, se sabe que Colón al desembarcar en “la Española”, y en sus primeros escarceos comerciales con los indígenas, trocaba cascabeles de cetrería por oro, y que el tributo impuesto a la población indígena en su fue dos de estos cascabeles repletos de polvo del preciado metal. Actualmente se pueden observar restos de aquellos cascabeles cobradores de impuestote en algunos museos haitianos. El pueblo Azteca adosaba y sabía apreciar los dones de la madre naturaleza. En los mercados, verdaderos zoos ambulantes, se podían encontrar las variedades más dispares de origen vegetal y animal. Estructurados en diferentes calles, según el género a vender, mostraban la vida bulliciosa y a la vez recatada de este pueblo. En las cartas de relación de Hernán Cortés, concretamente en la segunda carta fechada en Segura de la Frontera el 30 de octubre de 1520, y dirigida a Carlos V, se puede leer:

Entre las aficiones más sobresalientes de Moctezuma destacaba su enorme interés por la flora y fauna. Los mismos españoles quedaron admirados al contemplar por primera vez los jardines y el zoológico allende al palacio. De esta forma relata Hernán Cortés semejante hallazgo entre las posesiones del emperador:


Es evidente que la cetrería era desconocida por los aztecas. Cortés hace hincapié, en su primera carta, en la diferente naturaleza de las aves de Moctezuma, lo que demuestra su dominio de la fauna y posiblemente de las artes venatorias y de la caza al volateo. Y en esta última descripción del zoológico de Moctezuma pronuncia la palabra alcándara, evidenciando su conocimiento de esta particular practica cinegética; conocimientos que se confirman a lo largo de muchas cartas dirigidas a Carlos V, donde hace continua mención a los excelentes cazaderos que se hallan en esas tierras y de las aves que lo pueblan. Si realmente hubiera existido alguna manifestación cetrera anterior al descubrimiento de México, semejante fenómeno no habría pasado desapercibido a los ojos del célebre conquistador y su séquito. No fue, por tanto, hasta la llegada de los españoles cuando se comenzó a cazar con aves de presa en el continente Americano. Pero quizá una de las citas más hermosas y reveladoras en contenido y expresión de cuantas nos han legado los historiadores hispanos de la época sea la de Bernal Díaz del Castillo en su “Historia verdadera de la conquista de la nueva España”:


Con toda seguridad estas palabras reflejan la primera captura y adiestramiento de un ave de presa en América. Me contaba hace algunos años el doctor Cabot a la vuelta a España de uno de sus viajes a tierras peruanas, la peculiaridad de la jerga coloquial del lenguaje indígena, que con los términos ”neblíes” y “sacres” designaban a distintas especies de rapaces. Evidentemente se trataba de vocablos populares que habían pasado con el tiempo de padres a hijos, reminiscencia de la época colonial, en el trato con los antiguos conquistadores españoles. Las costumbres de la nobleza se impusieron en Hispanoamérica entre los distintos gobernadores y virreyes de la corona. Así, las justas y los métodos de caza utilizados en la madre patria se practicaban a diario. Fue una especie de moda adquirida por todos aquellos vasallos y personajes con cierto status social en las colonias, dignos representantes de los modos de la lejana Castilla. Los españoles, apasionados de la caza y adictos al venar y al cetrear no pudieron encontrar mejor escenario para disfrute de semejante espectáculo. Sin embargo, casi todas estas representaciones en sus comienzos, en especial los combates singulares y las escaramuzas, tenían como único objeto amedrentar a los nativos, convirtiéndose con el tiempo en un espectáculo festivo. De este modo la llegada de un nuevo virrey era celebrada en las cercanías de la ermita de Guadalupe con esplendidos recibimientos;


como los que fueron objeto el conde de la Coruña y el marqués de Villamarique, Velasco II, y el conde de Moterrey en los años 1580, 1585 y 1595 respectivamente. La justa fue introducida en la nueva España por Luís de León, caballero romano según noticias de Bernal Díaz. El primer ejemplo de justa del que se tiene constancia data de marzo de1547, y en ella tomó parte personalmente el hijo del virrey, celebrándose el último torneo en 1747. Todas estas manifestaciones guerreras desembocaban en tradiciones como fueron los “juegos de cañas”, de “sortijas” y de “alcancías”. Cortés en su viaje a la Hubieras incluyó en si séquito a tres halconeros: Perales, Garci Cano y Álvarez Montañés. La pasión venatoria de Fernando el Católico era tal que en 1494 hizo a Cristóbal Colón el siguiente encargo. “los más halcones que de allá se pudieran enviar” Así el consejo de las Indias ordenó en 1523 a Hernán Cortés, que cada año enviase a la corte “cincuenta aves de caza”, prometiendo con cierto retraso (dos años después) el contador Rodrigo de Albornoz a Carlos V que se cumpliera dicha orden. Me comentaba Jesús Velasco con orgullo, que sus antepasados, los primeros virreyes de México, fueron los pioneros de dicha actividad cinegética en el nuevo mundo. Sus palabras no cayeron en saco roto, y efectivamente en el capítulo titulado “los ejercicios ecuestres, la caza y los juegos” de la “herencia medieval de México”, de Luís Walkman, localicé algunas citas que hacían referencia a tan insigne familia.

Pudiéndose leer uno párrafos más adelante:


_______________________________________ • los aletos son pequeñas rapaces de hábitos selváticos que pertenecen al género Micrastur El halcón era un animal tan común en el siglo XVI que en coloquio de Gonzáles de Eslava aparecen de una manera harto natural. Las aves de caza abundaban sobre todo en las provincias lejanas al virreinato, en Florida, en Chiapas y en Nuevo México. Tanto Bartolomé de Barrientos como Henry Hawks señalan la existencia en el siglo XVI de muchos halcones, esmerejones, gavilanes, gerifaltes y neblíes en florida. Torquemada evoca “Los hermosos halcones de nuevo México”. Y a principios del siglo XVII Vázquez Espinosa y León Pinedo hacen una prolífica enumeración de las aves de presa “de mucha casta” que pueblan las forestas de Chiapas. Por supuesto, en la época colonial la cacería con aves, especialmente con halcones, también era frecuente en otras partes de América, sobre todo en Perú. Las partidas de caza, al igual que en España, se realizaban siempre a caballo. Luís Walkman refiriéndose a la caballería dice: “por tradición secular era un privilegio de la nobleza que por lo común abusaba de este en detrimento de los siervos dañándoles los cultivos” Otro animal que desempeñó un papel primordial en las primeras colonias fue el perro. Compañero constante, era muy corriente poder contemplar a los cazadores seguidos de sus galgos y lebreles. Curiosa y amena es la descripción realizada por Luís Walkman de la llegada del primer cánido al continente americano. Pedro Alvarado parece ser el primer cazador europeo que pisó tierra mexicana, concretamente en el año 1518, con una lebrela que traía consigo. Esta cobró entuerto Deseado muchos venados y conejos, quedándose posteriormente en tierra y recuperada por Cortés en año siguiente “gorda y lozana” La caza al volateo, desde la llegada de los españoles, y según el propio Aguilar, se siguió practicando en México en mayor o menor medida ininterrumpidamente hasta nuestros días. Actualmente, un grupo de jóvenes aficionados mexicanos mantienen en vigor la más pura de las aficiones cinegéticas practicadas por el ser humano, siendo en la actualidad, México, junto con Argentina y Perú algunos de los países que avivan el rescoldo de aquella cetrería feudal.

FALTA UNAPAGINA 309 Las capas de materia vegetal muerta en el suelo se regeneran constantemente formando un mullido colchón de materia orgánica en descomposición, donde viven multitud de insecto, caracoles, escarabajos gigantes, arañas de tierra y entendedoras de redes, libélulas, mariposas y un sin fin de reptiles, mamíferos y aves, dependiendo unos de otros, dentro de lo poco conocida ni estudiada selva tropical de nubes.


Bajo el verde dosel de la selva la visibilidad, como consecuencia de la poca entrad de luz, y de lo tupido que en muchas zonas resulta el sotobosque, se minimiza. En este universo de luces tenues, mimetismos acentuados e intrincados pasillos de marañas vegetales, los sentidos más sobresalientes y útiles para un predador son el olfato y el oído. Y así, dentro de un inmenso y diversificado ecosistema selvático, un reducido grupo de aves de presa han logrado cubrir con éxito con éxito las distintas formas del bosque, en sus muchas variedades de humedad y distintos niveles de dosel. Cinco especies concretas, por su belleza y habilidad para la caza, despertaron el interés antaño de los españoles y en la actualidad por los pocos amantes que practican la cetrería en Latinoamérica: El gavilán de collar (Micrastur semitorquatus), el gavilán de monte reyado (Micrastus ruficollis), el aguilucho de penacho (Spizaetus ornatus), el halcón de pecho anaranjado (Falco deiroleucus) y el gavilán bicolor (Accipiter bicolor).

Los aletos Desde que era chaval, y en mis primeras lecturas de los clásicos medievales, donde de pasada los grandes maestros hacían alusión a los aletos, he sentido curioseada malsana por conocer y visitar el hábitat de estas singulares aves de presa. Este era precisamente mi único pensamiento que rondaba mi mente la primera vez que pisé tierra mexicana: ¡conocer y observar a los raros y exóticos aletos! No está clarificado que especie es la que denominaban como aleáoslos antiguos españoles. Existen dos citas que más que aclarar, confunden. Así, el propio Martínez Espinar confiesa abiertamente su absoluta ignorancia en el campo de la cetrería y en el de las aves en general, y su definición de lo que es un aleto no aclara en absoluto a la especie a laque se refiere. Así mismo, el propio D’Acussia nos lega una descripción del aleto bastante confusa, en la que un principio dice que pertenece al género de los azores, para a continuación comenzar a describir a un supuesto halcón de pecho naranja (hay un momento en que dice textualmente: “la parte de delante es de color naranja, tirando a verde loro”). Evidentemente, toda persona que haya observado al Falco deiroleucus sabe que no tiene plumas verdes. D’Acussia termina diciendo que aleto viene en su raíz genérica de alethe, palabra griega que quiere decir valerosa. No comparto semejante afirmación y discrepo totalmente de la teoría de que los aletos fueran, si más, los halcones de pecho anaranjado. Partiendo de la base de que la composición de la marinería española en su gran mayoría eran personas ignorantes, sin ningún tipo de estudios, incluso en mucos casos, ex-convictos y vividores en busca de fortuna, es mucho suponer que cuando los españoles capturaron en el continente recién descubierto los primeros aletos. Los llamaran así pensando en su supuesta raíz griega a la que antes hacemos alusión. En muchos pueblos de Andalucía y en el mismo México se usa actualmente la expresión de “alicortado” y “aleto” para señalar la primara a un ave herida en el ala y la segunda y la segunda como adjetivo para designar a ciertas especies de aves muy cortas de alas. Y es precisamente aquí donde radica el quid de la cuestión, ya que las únicas aves de presa cuyos cuchillos alares son tan cortos, que dan la impresión incluso que los tuvieran cortados a tijera, y que bien podían ser denominados por el pueblo llano como aletos, son los especimenes del género Micrastur. De las seis variedades que se conocen, tres halcones mayores y tres menores, Micrastus plumbeus (halcón de monte plomizo con una línea blanca en la cola), M. mirandollei (halcón de monte dorsigris), M. bukleyi (halcón de monte Bukley) y M. semitorquatus y M. ruficollis, las dos últimas son las más representativas de todo el género. Ambas comparten hábitat en las selvas mexicanas; y los indígenas los designan como gavilancitos de la selva o gavilán mañanero (Micrastus ruficollis) y gavilán de color o gauaquillo collarejo (Micrastur semitorquatus).


El género posee en si una serie de caracteres comunes a todas las especies: gola facial marcada, larga cola cuneiforme escalonada, tarsos largos fuertes y desnudos y alas muy cortas, de manera que los cuchillos llegan a confundirse con las aguaderas, tapando a duras penas el obispillo del ave y dando la sensación de que las largas plumas alares estuvieran cortadas. Hasta hace algunos años, nada o casi nada se conocía de la biología de estas aves. Se ha escrito algo sobre sus costumbres y técnicas de caza (Smith 1969; Willis, 1976; Trail, 1987; Rappole, 1989), y llevado a cabo una descripción concisa del Micrastus ruficollis Gilvicollis como especie (Schwartz, 1972). También se habían realizado los primeros apuntes de un huevo de Micrastur semitorquatus logrado en cautividad (Wetmore, 1974), e igualmente se había publicado un pequeño resumen, toda una primicia, del primer nido estudiado de un gavilán perteneciente al género Micrastur (Mader, 1979), y especificaciones genéricas pertenecientes a dicha especie (Friedman, 1950; Brown y Amadom, 1989). No obstante a pesar de las referencias citadas, para la mayoría de los amantes de las aves de presa, los aletos siguen siendo un enigma. Estudios recientes en reserva latinoamericanas han dado a conocer sus periodos reproductivos y sus técnicas de caza. El gavilancito de monte rayado (Micrastus ruficollis) El aleto pequeño o gavilancito de monte rayado es más abundante que su pariente mayor, el gavilán de collar, su peso es tres veces y medio menor que el de su congénere, oscila en los torzuelos entre 160 y 175 gramos y en las primas entre 200 y 230 gramos. El dimorfismo sexual está poco marcado en esta especie; los torzuelos, a diferencia de las primas, son algo más oscuros en el gris uniforme que les cubre la espalda; tienen la línea de pecho y vientre mejor definidas y el blanco del fondo es más limpio. Las primas presentan tonalidades café, especialmente en el dorso y en la gargantilla, y las bandas trasversales del pecho son algo más anchas y menos puras en sus trazos. En la parte superior, centro y extremo de la cola escalonada, una línea fina de color claro pinta trasversal mete de manera graciosa las doce plumas grises del timón de la especie. Se conocen dos formas o variedades de pluma de esta especie: la gris y la oscura o chocolate. Igualmente se conocen, hasta el momento, seis subespecies de este aleto: -

Micrastus ruficollis gerrilla: en el sur de México y Nicaragua Micrastus r. interstes: en costa Rica y Panamá y el oeste de Colombia y Ecuador. Micrastus r. zonothorax: en Colombia, Venezuela y Bolivia. Micrastus r. concentricus: en el sur de Venezuela y Amazonas. Micrastus r. ruficollis: en el sur del amazonas, Brasil, paraguay y el norte ,centro y este de Argentina Micrastus r. olrogi: en el noroeste de Argentina y bosque tropical

Son tan difíciles de observar como fáciles de escuchar, y realmente en el contenido de esta frase se resume el comportamiento y la biología de estas aves.


Los gavilanes de la selva, a diferencia de sus congénere europeos y norteamericanos (cooper, sharp-shinned, gavilanes, etc.), no anuncian el celo con vuelos prenúnciales ascendentes, ya que este tipo de manifestaciones no son factibles de realizar bajo el dosel de treinta metros de selva y escasa visibilidad, careciendo del atractivo y de la utilidad propios que semejante ritual de amor desempeña en las especies afines. Dicha conducta, en la mayoría de las especies de aves de presa selváticas, ha sido sustituida por “cantos nupciales”. La vocalización de los aletos, especialmente de los torzuelos, tiene distintas funciones: Localización de posibles congéneres, demarcación del territorio de caza y captación de pareja durante el periodo reproductor, pudiéndose apreciar correlativa claridad su voz en un día sin viento a más de seiscientos metros de distancia. El gavilancito de monte comienza su cantinela de “ladridos” con las primeras luces del día, dejando escuchar su vos veinticinco o treinta minutos antes de que amanezca, decreciendo los intervalos y la intensidad de su canto a medida que avanza la mañana. Suele también cantar a la caída de la tarde, pero no con la alegría y constancia que los hace al alba. Lógicamente su canto llega a su máximo exponente durante el periodo reproductor, siendo esta época el momento más adecuado para intentar localizar un espécimen en el interior de la selva, como explica Smith en el año 1969. “la llamada del halcón de monte rayado suene como un perrito ladrando” Son muy fieles a su territorio, tomando el mismo nido en años consecutivos. La época de celo comienza con la llegada de las lluvias, normalmente a primeros de marzo. La vocalización del torzuelo al amanecer se mezcal con la algarabía de típica de la selva, fundiéndose con el griterío de los monos araña, lechuzas café y loros en sus diversas especies. Una vez que la prima acude a la llamada del torzuelo, este comienza a cazar para ella, atrayéndola con presentes a las inmediaciones del nido. La descripción más hermosa y más exacta realizada hasta la fecha del apareamiento del gavilancito de monte rayado ha sido la aportada por Russel K. Thomson, perteneciente al departamento de biología de la Universidad Estatal De Boise, en Idazo, Estados Unidos: “normalmente los machos empiezan a llamar desde el amanecer, desde las seis menos cuarto en febrero, a las cinco menos diez en junio, y en algunos sitios seguían llamando hasta media mañana. Si se encontraba la hembra presente, generalmente de devolvía la llamada. Cuando la hembra se ponía en contacto, generalmente el macho volaba hacia la hembra. Conforme disminuía la distancia, la pareja principiaba a llamar suavemente.


Algunas veces la hembra iniciaba una llamada pidiendo alimento (llamada de hambre) frecuentemente el macho volaba hacia la cavidad del nido y comenzaba a dar una serie de fuertes ladridos. La hembra a menudo respondía y volaba hacia el macho. Éste le mostraba el sitio del nido y salía volando si la hembra le gritaba y mostraba hambrienta. Si la hembra le interesaba, ella visitaba el nido en potencia y esperaba cerca de la cavidad del mismo el regreso del macho. El macho, a veces, se iba a una cavidad alterna, llamando a la hembra, que a menudo respondía. A principios de marzo la pareja estaba visitando varios nidos en potencia. A finales de marzo las parejas FALTA UNA PAGINA 314 Para anidar sienten preferencia por los cedros (Cedrela odorata) y los cantemós (Acacia dolihostachia) aunque no desechan otras especies arbóreas como el ramón blanco (Brosimun alicastrum) o el ramón colorado (Trophis racemosa). La distancia entre los nodos oscila entre 300 y 1500 metros en línea recta, siendo en territorio de caza de una pareja aproximadamente de unas 100 hectáreas (Morales, Solano, 1992) difiriendo bastante del informe de Thiollay en 1989 en la Guayana Francesa, donde asignaba un individuo de esta especie por cada 600 hectáreas de selva. Un día cualquiera en la vida de los gavilancitos de monte durante este periodo se desarrolla de la siguiente manera: Media hora antes del amanecer comienza el torzuelo a cantar. La prima, siempre cerca del nidal, se olea contemplando sin interés aparente las evoluciones de su compañero. Es muy normal que tanto uno como otro entre varias veces a lo largo del día en el interior del hueco del nido. Los momentos que preceden a la entrega de una presa son los más espectaculares: el pequeño trozuelo, emitiendo su ladra característica, ofrenda a su dama, desde una rama cercana al nidal, un pájaro re4cién capturado. Sus ladridos se hacen más intensos; la prima, coqueta, le responde, vuela a su encuentro y emitiendo sonidos similares a los del torzuelo, solo que más suaves, acepta mimosa la ofrenda. Es bastante frecuente que después de escenas como esta se produzca algunas cópulas. Secuencias como estas se repiten a lo largo del día, y la rutina y tranquilidad del entorno solo se ve alterada por las esporádicas persecuciones que realiza la prima tras un loro o tucán que busca un hueco donde anidar. La mayoría de las aves de la selva, ante la enorme incidencia de prelación que existe en estos hábitat sobre los nidos, está capacitada para realizar dos puestas: la primera en marzo-abril, recién entrada la temporada de lluvias, y la segunda en junio-julio (misma estación). Parece ser requisito indispensable para que se produzca una segunda puesta que se pierda la primera. El número máximo de huevos por nidada en el gavilancito de monte es de tres. Las perdidas por parejas de huevos y pollos son bastante elevadas. En nidales sin doble entrada es incluso frecuente que pierda la vida la clueca. El gavilán de monte no aporta materiales al nido, depositando los huevos directamente sobre la capa de astillas y serrín existente en el interior de las oquedades. Las cavidades de los nidos no son elegidas al azar. Gustan de aquellos huecos que se encuentra por encima de los veinte metros de altura (la mayoría de los nidos estudiados hasta ahora en diferentes países de Hispanoamérica se encontraban ubicados entre los 12 y los 23 metros de altura) y carentes de vegetación en la periferia de la entrada al nidal. El elevado porcentaje de nidales sin ramas ni enredaderas que cuelguen o cubra parcialmente la entrada de los mismos, así lo indica. Todo soporte o punto de


sustentación cercano a la puerta de entrada facilitaría el acceso a su interior de predadores, especialmente de mamíferos y reptiles, de ahí la reticencia de los gavilanes a aceptar nidos de estas características. Los huevos, según la pareja, presentan distintas tonalidades de cáscara, pudiéndose encontrar desde huevos completamente de color crema hasta huevos de color café-rojizo con pigmentaciones.oscuras.





CAZA DE PEQUEテ前S PAJAROS -256--


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